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Introducción
Acerca de la realidad han sido y son creadas una amplia gama de perspectivas, mismas
que podemos observar en las diferentes culturas tanto en el ámbito popular como en
sectores académicos. Son comunes expresiones tales como “hay que ser realista” o bien
se comenta que determinadas personas viven su propia realidad a manera de crítica
sobre la visión que tienen, al parecer de quienes les juzgan; abundan comentarios
alusivos a que la realidad es difícil pero debemos aceptarla.
Son además numerosas las referencias de científicos y filósofos en torno a la realidad y
sus implicaciones. Una de las citas más memorables y vigentes dice: “Los filósofos se
han ocupado hasta ahora de interpretar de diversos modos el mundo pero de lo que se
trata es transformarlo” (Marx, 1981). En dicha cita podemos entender el mundo como
realidad, es decir la realidad del mundo en que vivimos.
Es difícil concebir la transformación de la realidad alcanzable por el ser humano
separada de todo el conjunto de acciones y relaciones involucradas en su comprensión.
Es posible y necesario trascender de la interpretación de la realidad hacia su
comprensión (comprensión de la realidad como objetivación de su interpretación a
través de la acción). Lo anterior se justifica plenamente al observar la globalización de
Hay quienes postulan que con humanos o sin ellos, con pensadores o sin ellos, el
universo transcurre; la materia y energía existen y con ellas toda la gama de principios
bajo los cuales se manifiesta la realidad (Krapiec, 2006). En todo caso, desde una
aproximación materialista, la cuestión esencial es que la realidad como conjunto total
de elementos, fenómenos, relaciones y procesos que ocurren, abarca la manifestación
de toda forma de inteligencia, pero no se desprende obligadamente de alguna.
Otros consideran que sin pensamiento no hay realidad pensada; sin realidad por
pensar no hay realidad. La realidad es descubrimiento, imposible sin descubridor. Si la
realidad es todo lo que existe en la conciencia humana, entendida esta como la
capacidad materializada de observar, descubrir, comprender y/o transformar objetos,
fenómenos y relaciones de índole física, biológica y social; entonces esta realidad
comprende los aspectos objetivos y subjetivos manifiestos en la actividad humana.
Desde esta aproximación, pueden desprenderse diversas interrogantes, tales como las
siguientes: ¿La realidad del mundo es un tránsito paralelo de muchas realidades
individuales, grupales, masivas? o ¿es un mega sistema que se desdobla en tantas
manifestaciones como personas con capacidad de actividad consciente viven, de
manera que a cada quien nos toca nuestro pedazo de realidad, de bienes materiales y
culturales con base en el cual construimos visiones parciales?
Más allá de las implicaciones de cada uno de estos enfoques, la gran interrogante
distinguible es: ¿existe la realidad per se o es una construcción de la mente?
En lo personal observo que si bien lo anterior se reconoce como disyuntiva sin
términos medios, no es preciso, al menos en la actualidad, asumir una posición
dicotómica sobre tal conflicto para sumar esfuerzos y avanzar hacia un
replanteamiento urgente e indispensable de la realidad social.
Es claro que no se precisa tener conocimiento de la realidad en todas sus facetas para
transformarla. Es así mismo evidente que incidir sobre la realidad a nuestro alcance
con referentes sesgados y parciales suele tener consecuencias que van de graves a
catastróficas; testimonio de ello son la crisis ambiental y la manifestación de patologías
biológicas emergentes y reemergentes (WHO, 2003). Se destacan estos dos aspectos por
llamar la atención de muchos ciudadanos de todo el mundo y porque a la vez se
reconocen, en medida importante, como manifestación de la acción descontrolada de
procesos sociales sobre factores ambientales y ecológicos.
El avance humano desde una dimensión colectiva e individual debe reconocerse como
un proceso indisociable de articular la comprensión del universo “físico” con el mundo
humano, es decir con las estructuras y procesos sociales. Sin embargo no existen hasta
la fecha evidencias suficientes que permitan reconocer un margen conveniente de
solidez en tal articulación. Se observa por una parte un paulatino y lento
reconocimiento de la interdisciplina y de la valoración del pensamiento complejo,
mientras que, por otra, la especialización disciplinaria y la acción simplista sobre la
naturaleza humana, sobre la vida y el ambiente físico prosiguen su marcha acelerada.
Ante esta contradicción cabe preguntar: ¿hasta dónde llegará la sociedad humana antes
de enfrentar de manera suficientemente poderosa, como motor social determinante de
cambio, la dimensión concreta, total de la realidad con rumbo claramente a favor de la
vida en todas sus expresiones? ¿Si se llega a tal condición, será tiempo para revertir el
deterioro de este mundo física y biológicamente cada vez más riesgoso y adverso para
la vida humana y muchas otras formas de vida?
Es importante mencionar que desacreditar el estudio y abordaje puntual de aspectos
específicos de la realidad, con aproximación disciplinaria y alta especialización parece
una posición insostenible; no se observa lógico pretender que sin tal aproximación
pudieran ser descubiertos o creados aspectos del conocimiento y la tecnología en
muchos campos, como puede ser el caso de la medicina, en donde se precisa abordar y
aislar componentes del sistema del cuerpo humano para avanzar en aspectos muy
diversos.
La pretendida contradicción entre reduccionismo y holismo puede ser, en no pocos
casos, improcedente. La construcción del conocimiento es tan compleja y dinámica que
más que tomar partido en torno a la visión reduccionista u holística podemos
reconocer y celebrar la coexistencia de ambas aproximaciones que, en muchas
circunstancias, podrían identificarse, desde un enfoque metacognitivo, como
manifestación de la naturaleza inductiva-deductiva del conocimiento moderno.
Cabe además esperar que holismo y reduccionismo sean aproximaciones relativas.
Cuando abordamos una comprensión totalizadora sobre un subconjunto de la
realidad, inevitablemente hacemos innumerables simplificaciones y aislamos nuestra
atención en el objeto de estudio de un conjunto más vasto; mientras que, en
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http://www.revista-theomai.unq.edu.ar/numero21/ArtSanson.pdf
contrasentido, cuando pretendemos aislar un elemento relativamente simple para su
estudio particular, incidimos cognitivamente sobre un sistema físico y conceptual
siempre complejo.
La realidad humana es la resultante de la conciencia y los actos humanos
correspondientes a escala de individuos, grupos y grandes colectivos; entonces, su
concepción y transformación será, del mismo modo, resultante de la integración de la
consciencia y las acciones desde lo individual hasta lo global y viceversa.
En la sociedad contemporánea, donde la relación sociedad-naturaleza alcanza a escala
mundial matices peligrosos en todos los órdenes, donde somos tan distantes de
trascender la desigualdad y violencia como formas cotidianas de convivencia, la
comprensión de la realidad y su transformación son problema medular para la
continuidad de la existencia. Esto parece obvio pero no lo es en muchos ámbitos.
Desde los grupos económicamente poderosos se dictan y divulgan modelos
consumistas y apolíticos de vida; mismos que suelen ser aceptados con beneplácito o
resignación por muchos estratos sociales con poder adquisitivo suficiente para ello.
¿Cuántos intelectuales y filósofos que disertan sobre la realidad asumen una posición
congruente, participativa, desde la esfera íntima, ante la necesidad de construir y
transformar la realidad hacia condiciones más alentadoras? ¿Cuántos de ellos indagan
y se apropian, entre otras realidades posibles y necesarias, por ejemplo, de “estilos”
ecológicos y ambientalmente “amigables” de vida?, ¿Cuantos inciden, desde espacios
personales e institucionales, en procesos claramente dirigidos a concebir y transformar
la realidad hacia formas superiores? ¿Cuántos se involucran en la organización social?
Tales interrogantes no pretenden bajo circunstancia alguna desacreditar a personas o
grupos; tampoco soslayan la enorme lista de restricciones bajo las cuales nos
desenvolvemos profesional y humanamente. El propósito es enfatizar que nuestra
visión global y específica de realidad puede no coincidir con aquella que postulamos y
divulgamos y lo que importa socialmente es la tendencia.
Conclusiones
Bibliografía
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EINSTEIN, ALBERT: The World as I see it. New York, Philosophical Library, 1949.
KRAPIEC, MIECZYSLAW: "Knowledge and Reality", en Forum Philosophicum, 2006
number 11, pp. 29-35.
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MICHALINOS, ZEMBYLAS: "Science education as emancipatory: The case of Roy Bhaskar´s
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http://www.revista-theomai.unq.edu.ar/numero21/ArtSanson.pdf