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MUERTE EN LA CIUDAD
Crónica de la caída de
Jerusalén y el fin del
sistema judío (70 DC)
Armando H. Toledo
Coordinador de La Ucli-México
a.h.toledo@hotmail.com
Resumen:
En Lucas 21:20-21 Jesús dio ciertas instrucciones a sus discípulos respecto a lo que debían hacer
una vez que la destrucción sobreviniera a Jerusalén. Hay pruebas de que los discípulos siguieron
su advertencia. Varias décadas después de la muerte y resurrección del Señor, un ejército romano
comandado por Cestio Galo entró en Palestina para sofocar una revuelta. Esta invasión está
confirmada por el historiador judío Josefo, que vivió en aquella época. Las legiones romanas
rodearon Jerusalén, prácticamente seguras de conquistarla, pero de repente, Galo ordenó la
retirada. Tal como registró el historiador eclesiástico Eusebio, los cristianos que vivían en Judea
aprovecharon la ocasión para huir a Pela, una ciudad de la región montañosa de la Decápolis.
Tiempo después, en el año 70, otro ejército romano, al mando del general Tito, volvió y sitió la
capital judía. Esta vez los soldados sí terminaron lo que Galo había dejado a medias y destruyeron
la ciudad. Cientos de miles de personas quedaron atrapadas en Jerusalén y murieron. En esta
ocasión, veremos qué lecciones podemos aprender de este suceso histórico ejemplar.
I. ANTECDENTES.
A. Jesucristo avisó con antelación de que el sistema religioso judío, centrado en el Templo de
Jerusalén y sus sacrificios de sangre, llegaría a su fin en algún punto de la historia. No ofreció
fechas precisas, pero describió con gran detalle los sucesos que antecederían a tal destrucción y
exhortó a sus discípulos a mantener un sentido de expectación y huir de la zona de peligro
cuando fuera necesario.
1. Jesús va saliendo del Templo de Jerusalén por última vez. Uno de sus discípulos
exclama: “¡Mira, Maestro! ¡Qué piedras! ¡Qué edificios!” (Marcos 13:1). (Estas
palabras solo reflejan el profundo orgullo que los judíos sentían por su glorioso
templo.)
2
b. Los discípulos no pueden creer lo que están escuchando. Algunas piedras del
templo son enormes, y las palabras de su maestro significan también que
Jerusalén será destruida, y quizás incluso el estado judío, pues su núcleo
espiritual es el Templo.
2. Jesús aclara que primero van a oír de guerras, terremotos, hambrunas y epidemias en
un lugar tras otro. Luego vendrían terribles acontecimientos que sumirán a la nación
judía en una catástrofe de proporciones inimaginables: una “gran tribulación”. Pero
Dios intervendrá para salvar a “los escogidos”, es decir, a los cristianos fieles y
obedientes.
c. Jesús instó a sus discípulos a que ni siquiera regresaran a recoger sus bienes;
si querían salvarse, tendrían que huir de inmediato (Mateo 24:17-18).
C. Tal como Jesús lo predijo, las guerras, los terremotos, las hambrunas y las epidemias azotaron
el imperio romano durante la primera mitad del siglo I.
1. Guerras: Galia (39-40 d.C.); Norte de África (41 d.C.); Bretaña (43, 60 d.C.);
Armenia (58-62 d.C.); luchas civiles y étnicas en Judea (50-66 d.C.)
2. Terremotos: Roma (54 d.C.); Pompeya (62 d.C.); Asia Menor (53, 62 d.C.); Creta (62
d.C.)
A. Han pasado 28 años desde que el Señor fue crucificado, resucitado y ascendido a los cielos. La
gran mayoría de los judíos cristianos de Jerusalén siguen esperando el fin anunciado por su
Señor. Judea es un nido de luchas civiles y étnicas, pero dentro de las murallas de Jerusalén
existe una relativa paz. La gente come, trabaja, se casa y tiene hijos, como siempre. La sola
presencia del imponente templo transmite un sentido de estabilidad y permanencia a la
ciudadanía.
B. Año 61 d.C. Los cristianos de Jerusalén reciben una carta de Apolos. Los felicita por su
aguante, pero expresa sus preocupaciones:
1
Literalmente: “La abominación de la desolación”.
2
Jesús se refiere a los pasajes de Daniel 9:27; 11:31; 12:11.
3
1. Algunos miembros de la congregación se han relajado, se han descarriado
espiritualmente, no han llegado a la madurez cristiana, están descuidando “una
salvación tan grande” y perdiendo aquel sentido de expectación (Hebreos 2:1; 5:11-
12).
2. Apolos los exhorta con estas palabras: “No pierdan la confianza, porque ésta será
grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar (…). Pues dentro de muy
poco tiempo ‘el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y
si se vuelve atrás, no será de mi agrado’.” (Hebreos 10:35-38).
C. Los consejos de Apolos son muy oportunos, pero queda la duda: ¿mantendrán viva su fe los
cristianos y permanecerán alertas al cumplimiento de la profecía de Jesús? ¿Qué tan cerca
puede estar el fin de Jerusalén?
1. Las condiciones cambiaron en la ciudad durante los cinco años siguientes. Finalmente,
en el año 66, el corrupto procurador romano Floro saca de los tesoros del templo 17
talentos como pago por impuestos atrasados. Los judíos se enfurecen. Estalla la
revuelta.
2. Un grupo de judíos rebeldes, los zelotas, irrumpen en Jerusalén y atacan a los guardias
romanos destacados en la fortaleza Antonia, ubicada en las inmediaciones del templo.
Se producen brotes de violencia en otras partes del país. El pueblo declara con osadía
la independencia de Judea. ¡Judea y Roma están en guerra!
1. Menos de tres meses después, el gobernador romano de Siria, Cestio Galo, marcha
hacia el sur con un ejército de 30,000 soldados para reprimir la revuelta judía.
3
Graetz, Heinrich H. (2000): History of the Jews: Volume 2. From the Reign of Hyrcanus (135 B.C.E.) to the
Completion of the Babylonian Talmud (500 C.E.), p. 135.
4
Furneaux, Rupert (1973): The Roman Siege of Jerusalem, p. 25.
4
b. Superados en número, los zelotas se refugian en el templo y lo convierten en
su fortaleza. A los pocos días, los soldados romanos empiezan a socavar los
mismos muros del templo. Los judíos están horrorizados: ¡soldados paganos
profanando el lugar más sagrado de su religión!
1. Los cristianos también están dentro de la ciudad, pero no participan de la rebeldía; solo
recuerdan las palabras de su Amo: “Cuando vean en el lugar santo ‘el horrible
sacrilegio, de la que habló el profeta Daniel (…) los que estén en Judea huyan a
las montañas” (Mateo 24:15-16).
3. Los discípulos de Jesús pudieron enfocar los eventos de manera distinta a la mayoría
de los judíos, pues su Señor les había advertido que Jerusalén experimentaría una
destrucción. Cristo había dicho a Jerusalén:
1. Sin embargo, el historiador Flavio Josefo nos cuenta que: “Sin advertir la
desesperación de los sitiados, ni los sentimientos del pueblo, favorables a él, Cestio
retiró repentinamente sus tropas, renunció a sus esperanzas de tomar la plaza, aunque
no hubiese sufrido ningún fracaso, y sin razones valederas abandonó la ciudad”. 5
2. ¿Por qué se habría retirado cuando aparentemente tenía todas las de ganar? El analista
de historia militar, Rupert Furneaux, comenta que “ningún historiador ha conseguido
explicar adecuadamente la extraña y desastrosa decisión de Galo”.
4. Los cristianos están sorprendidos. Tal como su Señor les dijo, la tribulación de la
ciudad se ha acortado. Demostrando obediencia a la clara indicación de su Maestro, los
cristianos aprovechan para huir de Jerusalén y Judea en dirección a las montañas
situadas al este del río Jordán. Algunos se asentaron en Pela, ciudad neutral y capital
de la provincia de Perea.
5. Como es obvio, los discípulos estuvieron dispuestos a perder sus tierras, posesiones y
negocios al abandonar Jerusalén. Nunca regresaron a Judea. Prestaron atención a la
advertencia de Jesús, y eso les salvó la vida.
5
Flavio Josefo, La Guerra de los Judíos, II,19, 7 [540].
6
Graetz, Heinrich H., Op. Cit., p. 138
5
IV. EL INTERREGNO.
A. Si bien es cierto que los ejércitos romanos no destruyeron Jerusalén sino hasta el año 70,
aquellos cuatro años previos no estuvieron exentos de problemas.
1. Los cristianos escapan justo a tiempo. El historiador judío Josefo informa que los
zelotas regresaron a Jerusalén después de perseguir a los romanos durante siete días, y
ahora obligan al resto de los habitantes que permanecen en la ciudad a unirse a su
causa.
B. LA FALSA SEGURIDAD
1. Los judíos no cristianos, al ver recuperada la ciudad pensaron que su culto centrado en
los sacrificios del templo, perduraría indefinidamente. El profesor Graetz dice que
estos judíos regresaron a la ciudad “cantando exultantes himnos de guerra y con la
gozosa esperanza de libertad e independencia en el corazón (…) ¿No los había
ayudado Dios con la misma misericordia con que ayudó a sus antepasados? En el
corazón de los zelotas no cabía el temor al futuro”. 7
7
Graetz, Heinrich H., Op. Cit., p. 141.
8
Catálogo Sear GIC, 5639, Hendin 661
6
V. LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN.
A. Recordemos que Jesús dijo que huyeran “los que estén en Judea”, no solo los que vivían en
Jerusalén. Esto era importante, pues las tropas romanas reanudaron las hostilidades a los pocos
meses de retirarse de Jerusalén.
2. Es el año 67 d.C., y por los siguientes dos años este destructivo monstruo militar
avanza con dirección a Jerusalén, aplastando toda resistencia que encuentra a su paso.
Comenzaron conquistando Galilea en el año 67, y en el 68 ocuparon Judea de manera
sistemática, lo cual provocó mucha miseria en toda la región rural. Además, cada vez
se hacía más difícil que algún judío pudiera huir de Jerusalén misma. Las puertas de la
ciudad estaban vigiladas, y a cualquiera que trataba de escapar se le consideraba un
desertor que se pasaba al bando de los romanos.
3. Dentro de la ciudad de Jerusalén hay facciones judías rivales que se enfrentan unas a
Vespasiano otras en sangrientas luchas. Las reservas de grano de la ciudad quedan destruidas, los
alrededores del templo son arrasados y mueren más de 20,000 judíos. Vespasiano
retrasa su ataque a Jerusalén, expresando que “Dios era mejor general que él”, pues
“los enemigos se destruían con sus propias manos”.
B. Muere el emperador Nerón y Vespasiano emprende su marcha hacia Roma para asumir el
poder imperial, dejando a Tito la tarea de completar la campaña en Judea.
1. Tito avanza hacia Jerusalén cerca ya de la Pascua del año 70, y tanto residentes como
peregrinos quedan atrapados dentro de los muros de la ciudad. Sus ejércitos deforestan
la región de Judea para levantar con la madera de los árboles una muralla empalizada
de siete kilómetros de estacas puntiagudas en torno a la capital sitiada, tal como
Jesús había predicho (Lucas 19:43-44).
3 El dinero ya no sirve para nada. “Hubo dentro de la ciudad gran número de tesoros”,
informó Josefo, historiador y testigo presencial. Pero todo aquel dinero no pudo salvar
a Jerusalén del hambre, “que se intensificaba” y “devoraba familias y hogares”. Cuenta
que algunos habitantes se tragaron monedas de oro y trataron de huir de la ciudad. Pero
el enemigo les dio muerte y les abrió el estómago para extraer el dinero. “Los ricos que
quedaban —explica Josefo— corrían los mismos riesgos de muerte; precisamente los
mataban a causa de sus riquezas, por sospechar que querían evadirse al lado de los
enemigos.”
C. El sufrimiento de los judíos que quedaron atrapados en la ciudad fue absolutamente extremo e
inverosímil.
1. El profesor Graetz dice que los romanos en ocasiones crucificaban hasta 500 judíos en
un solo día. A otros judíos capturados se les cortaban las manos y se les mandaba de
regreso a la ciudad. Añade que en el interior de la ciudad “el dinero había perdido su
valor, porque no podía comprar pan. Los hombres luchaban desesperadamente en las
calles por el alimento más repugnante y asqueroso: un puñado de paja, un trozo de
cuero o los despojos que se dan a los perros (…) Como el número de cadáveres sin
7
enterrar aumentaba rápidamente, el sofocante aire del verano se hizo además pestilente
y la población sucumbió a la enfermedad, el hambre y la espada”.
2. Flavio Josefo asegura que para cuando los romanos demolieron la ciudad, había
muerto cerca de 1 millón 100 mil judíos y se había tomado cautivos a otros 100 mil,
muchos de los cuales sufrieron poco después muertes horribles por el hambre o en los
circos romanos.
3. Dice Josefo que “los que tenían más de diecisiete años fueron encadenados y enviados
a Egipto para los trabajos públicos. Tito hizo que Muchos fueran enviados a las
provincias, destinados a sucumbir en los anfiteatros, por la espada o por las bestias
feroces.”
D. Al final, tras cinco meses de asedio, Jerusalén cae ante los romanos. Los soldados saquean la
ciudad y el majestuoso templo, les prenden fuego y no dejan piedra sobre piedra (Daniel 9:26).
2. Se trató de una tragedia nacional sin precedentes, que marcó una nueva era en la vida
política, religiosa y cultural del pueblo judío. Sobre esto, el biblista judío Alfred
Edersheim apuntó: “La tribulación para Israel [fue algo] sin paralelo en el terrible
pasado de su historia e inigualado en su sangriento futuro”. 9
El ser puesto sobre aviso de una futura calamidad siempre ayudará a evitarla. Esta calamidad de los años
66 al 70 fue la mayor que había experimentado Jerusalén hasta entonces. ¿Se imaginan el
agradecimiento que los judíos cristianos debieron haber sentido hacia su Mesías? Él ya se los había
advertido desde mucho antes, y ellos huyeron de la ciudad antes del regreso del ejército romano.
De haber estado en Jerusalén en 70 d.C., los cristianos habrían sido masacrados o sometidos a
esclavitud como el resto la población. Pero no sucedió así. Dios evitó que los cristianos sufrieran la
violencia romana, y una vez que se fueron permitió que los romanos destruyeran rápidamente la ciudad.
Es verdad que la mayoría no le prestó atención, pero sus verdaderos discípulos tomaron sus
palabras muy en serio, y se salvaron. Salieron de Judea y huyeron a las montañas de Perea al otro lado
del Jordán, demostrando de esta manera que ellos ya no formaban parte del mundo ni en el sentido
político ni religioso. Tal como Jesús se lo ordenó, abandonaron sus casas y campos, y ni siquiera
recogieron los enseres de sus casas. Prevenidos de antemano, confiaron en la protección de Dios y su
Mesías y, obedeciendo, los adoraron por encima de todo lo demás que pudiera parecer importante.
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9
Edersheim, Alfred (2009): History of the Jewish Nation After the Destruction of Jerusalem Under Titus, p. 43.