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ESCUELA DE POSGRADO

MAESTRÍA EN GESTIÓN AMBIENTAL

Planificación del arbolado urbano sobre


la base de la calidad del aire
Marco teórico-metodológico de aplicación
a la ciudad de Buenos Aires

Trabajo de Tesis para cumplir con los requisitos de ob-


tención del título de Magister en Gestión Ambiental

Autor: Graciela M. Barreiro, Ing. Agr. UBA

Tutores
Ing. Darío Gómez
Dra. Ana María Faggi

Marzo 2009

1
Contenido

Capítulo I
Introducción

Situación problemática inicial 2

Objetivos 4

Metodología 5

Elaboración de conceptos básicos 6

 Ambiente urbano
 El árbol urbano como individuo en relación con otros 8
 El ambiente urbano como causa
de stress en la vegetación 10

 El calor excesivo
 Efectos de la compactación sobre las raíces
 Fitorespuesta

El arbolado como sistema 14

 Aplicación de conceptos ecológicos: estructura,


función, diversidad y dominancia 14
 Utilidad del concepto de cobertura 16
 Composición específica: diversidad y dominancia 16

El servicio ambiental del arbolado 18

Conclusiones 19

Agradecimientos 20

Capítulo II
Contaminantes atmosféricos y
comportamiento de los árboles

Caracterización de los contaminantes atmosféricos


más comunes en el ambiente urbano 22

El material particulado 26
2
 Fuentes y composición de las partículas 27
 Mecanismos de remoción 28
 Retención de metales pesados 30
 Contaminación por material particulado: 33
--Efectos sobre la salud humana
--Efectos sobre los árboles

Los gases 37

 Mecanismos de remoción 37
 Absorción de SOx 38
 Absorción de ozono 39
 Absorción de NOx 41

Los árboles como fuente de contaminación 42

 Ácidos volátiles orgánicos 42


 Liberación de pólenes 44

Significación de los contaminantes retenidos por


los árboles en términos de cantidades y económicos 47

Conclusiones 49

Capítulo III
El arbolado y su influencia en el
balance de dióxido de carbono

Introducción 52

Los árboles como biotecnología para


la mitigación del cambio climático 53

 El dióxido de carbono y su balance biológico 53


 Secuestro y almacenamiento de carbono 54
 Disminución de emisiones de dióxido de
carbono por ahorro de energía 58

Relación entre el arbolado y la liberación


de dióxido de carbono 59

 Reducción neta de dióxido de carbono


en la atmósfera urbana 61

3
Criterios para la selección de especies sobre
la base de su habilidad de absorción y
secuestro de carbono 65

 Concepto de “último punto positivo” 65


 Influencia del trabajo de mantenimiento 66

Aspectos económicos del balance de carbono 67

Conclusiones 70

Capítulo IV
El arbolado público y la contaminación
en la ciudad de Buenos Aires

Introducción 72

El arbolado de la Ciudad de Buenos Aires 74

La contaminación atmosférica: mediciones 78

Normativa vigente en relación con el arbolado urbano 81

Conclusiones 83

Capítulo V
Criterios para la selección de especies

Introducción 86

Elección de especies sobre la base de


la resistencia a la contaminación 87

 Fuentes de contaminación fitotóxica


y consecuencias sobre las plantas 88

Selección de especies sobre


la base de la contaminación existente 96

4
 Influencia de la especie sobre
la absorción de contaminantes en general 96
 Influencia de la especie
sobre la absorción de óxidos de nitrógeno 97

 Influencia de la especie
sobre la absorción de dióxido de carbono 99

Criterios para la selección de especies


según su balance costo-beneficio 104

 Diversidad de edades 107


 Influencia del tamaño 108

Aproximación al estudio de McPherson


con una masa arbórea en sector céntrico
de la Ciudad de Buenos Aires 111

Especies aptas para la forestación en


la ciudad de Buenos Aires según sus condiciones
de adaptabilidad a suelo, clima y stress urbano 115

Conclusiones 120

Capítulo VI
Conclusiones 129

Apéndice 139

Bibliografía 152

5
Índice de tablas y figuras
Tablas
II a. Contaminantes clásicos en el aire urbano y
sus efectos nocivos 24
II b. Principales contaminantes y efectos adversos 26
II c. Promedios ponderados de exposición a PM10
en centros urbanos 34
II d. Daños a la salud. Frecuencias basales y casos
atribuibles a la contaminación del aire por PM10 total anual 35
II e. Costos totales y morbilidad atribuible al total de
PM10 y al PM10 producido por el transporte vehicular 35
II f. Emisión global de ácidos volátiles orgánicos
(VOCs) no metánicos 42
II g. Interpretación del conteo de granos
de polen por metro cúbico y descripción
de la sensibilidad en las personas 45
II h. Remoción total estimada (en toneladas) de
contaminantes por el arbolado durante períodos secos
y valor monetario estimado para varias ciudades 48
III a. Carbono almacenado y carbono secuestrado
anualmente por árbol según el DAP en la
ciudad de Brooklyn (Estados Unidos) 56
III b. Secuestro y almacenamiento de
carbono total anual en el arbolado y secuestro y
almacenamiento por ejemplar en diferentes ciudades
estadounidenses; comparación teórica
con la ciudad de Buenos Aires 63
III c. Efecto del mantenimiento y el ciclo de
vida sobre el último punto positivo (UPP) 67
IV a. Composición del arbolado de alineación
de la Ciudad de Buenos Aires 75
IV b. Partículas sedimentables totales medidas
en Ciudad de Buenos Aires (en mg/cm2) 78
IV c. Material particulado en la Ciudad de Buenos Aires 79
IV d. Emisiones anuales estimadas de CO y NOx
de cada categoría de fuente en la Ciudad de
Buenos Aires 79
IV e. Óxidos de nitrógeno totales medidos
en Ciudad de Buenos Aires 80
IV f. Descripción de las concentraciones de
metales y metaloides medidas en la ciudad de Buenos Aires
(en PM10) 80
V a. Fuentes de contaminación atmosférica fitotóxica 89
V b. Susceptibilidad al ozono de especies arbóreas 94
V c. Susceptibilidad al dióxido de azufre de
diferentes especies arbóreas 95
V d. Ránking de especies más útiles para el
mejoramiento de la calidad del aire 96
V e. Reducción en el nitrógeno derivado de
dióxido de nitrógeno (NO2) en especies leñosas
aptas para la forestación urbana 98
V f. Especies agrupadas por ciclo de vida,

6
tamaño a la madurez y tasa de crecimiento en altura 101
V g. Efecto del ciclo de vida sobre el UPP 102
V h. UPP en base a tamaño adulto, ciclo de vida y
tasa de crecimiento en altura
para algunas especies analizadas 103
V i. Resumen de costos y beneficios aproximados
sobre un ejemplar hipotético de 40 años de ciclo de vida 105
V j. Diferencias costo-beneficio para
diferentes tamaños adultos 108
V k. Estimación de beneficios y costos anuales
para un árbol público a 20 años de su plantación 110
V l. Estimación de beneficios y costos anuales
para los árboles públicos de un sector de la Av. 9 de Julio,
en análisis sincrónico de la diversidad etaria 113
V m. Balance costo-beneficio anualizado del servicio
ambiental de descontaminación atmosférica para una
masa arbórea relevada en la Ciudad de Buenos Aires 114
V n. Información sobre diferentes especies aptas
para el arbolado urbano de la Ciudad de Buenos Aires 115
V o. Ranking de especies aptas para el arbolado
de la Ciudad de Buenos Aires según sus características
de adaptación y su capacidad
para mejorar la calidad del aire 124
V p. Especies ordenadas según el Índice obtenido 127

Figuras
I a. Valor de los árboles para el ambiente urbano según
el entorno de crecimiento 19
II a. Presencia de polen en el aire urbano
de la Ciudad de Buenos Aires en invierno, primavera y verano 45
III a. Variables que inciden en el balance
costo-beneficio de la plantación de árboles en relación
con el almacenamiento de carbono atmosférico 68
IV a. Valor económico total del arbolado urbano 73
IV b. Vista aérea de la Ciudad de Buenos Aires, de oeste
a este, con evidencia de las áreas verdes principales 76
IV c. Imagen satelital de la Ciudad de Buenos Aires 76
V a. Daño por dióxidos de azufre en coníferas 91
V b. Daño por ozono en follaje de Liriodendron tulipifera 92
V c. Idem Fig. V b 93
V d. Daño por ozono en follaje de Ailanthus altissima 94
V e. Daño por ozono en follaje de Fraxinus pennsylvanica 95
V f. Carbono secuestrado anualmente (en kg/año)
por individuo según el diámetro (DAP) de los árboles 100
V g. Carbono almacenado (en kg) por individuo
según el diámetro del tronco (DAP) 100
V h. Beneficios anualizados de un ejemplar arbóreo
de 40 años de ciclo vital 107
A a. Imagen aérea Independencia a Carlos Calvo 150
A b. Imagen aérea San Juan a Carlos Calvo 150
A c. Imagen aérea México a Chile 151
A d. Imagen aérea del total del área relevada,
entre Av. San Juan al sur y calle México al norte 151
7
Capítulo I

Introducción

8
Situación problemática inicial

Los seres humanos buscamos tener calidad de vida, concepto de


difícil definición y que, en ocasiones, resulta una utopía. Es más fácil
“asumir” la calidad de vida que definirla. Podría describirse como la suma
de todas aquellas cosas que hacen que la vida pueda disfrutarse, con
sentido, con placer.

En las ciudades, la mayoría de los habitantes asumen que la cali-


dad de vida la da el confort, la posesión de electrodomésticos que facili-
ten las tareas y mejoren el clima, buenas calles, buena iluminación, y la
posibilidad económica de acceder a la educación y a la sanidad.

Mucho menos conscientes somos de uno de los elementos que,


con cierta facilidad y presupuestos razonables, pueden cohabitar en el
ambiente urbano y significar una notable extensión de la calidad de vida
para todos: el arbolado.

Los árboles urbanos son considerados en su justo valor por los


profesionales dedicados a la arboricultura, biólogos y planificadores ra-
cionales, como los elementos vivos que conforman un patrimonio natural
de gran importancia para el ambiente de las ciudades al mejorar la esté-
tica, la economía y el ambiente. La salud, la seguridad pública, la calidad
del aire, el manejo del agua, la memoria histórica y hasta la satisfacción
personal son variables que deberían integrar la ecuación de todo desa-
rrollo urbano que tenga como objetivo mejorar la calidad de vida de sus
habitantes. Y en todas estas variables influyen los árboles, un
componente de valor creciente en el ambiente.

Sin embargo, existe un desconocimiento profundo de sus costos y


beneficios por parte de las áreas de diseño de políticas públicas, lo que
causa un continuo desacierto en la toma de decisiones.

9
Hasta la actualidad, en ciudades de urbanización polimórfica y
multitemporal como la ciudad de Buenos Aires, tales desaciertos han te-
nido más que ver con las especies elegidas para la conformación del ar-
bolado urbano y con el diseño de los planes de mantenimiento del arbo-
lado existente que con el análisis equivocado de las inversiones necesa-
rias y los beneficios a mediano y largo plazo que pueden proveer los
árboles. El arbolado urbano declina: sus beneficios son sólo una parte de
lo que debieran ser y los costos de mantenimiento suelen ser mayores
que lo que las administraciones están dispuestas a costear.

Es cierto: el ideal de ciudad arbolada suele estar siempre más allá


de nuestras posibilidades. Sin embargo, el conocimiento de los beneficios
que dan los árboles y de las características del servicio ambiental que
ofrecen a la ciudad es una herramienta de principal importancia para
quienes diseñan políticas públicas y para quienes deban ejecutarlas en el
ámbito de la planificación urbana.

Estas certezas nos llevaron a la realización de este trabajo de revi-


sión bibliográfica con el fin de compendiar tal conocimiento, con foco
principal en la habilidad de los árboles urbanos para mejorar la calidad
del aire y atenuar los efectos del cambio climático global.

El ambiente urbano es hostil no sólo para los humanos; también lo


es para la vegetación y los animales. En las ciudades, la intervención
humana bajo la forma de un manejo sustentable es una actividad esen-
cial para lograr la habitabilidad, tanto desde el punto de vista sanitario
como de la cotidianeidad, del estar en ellas.

Sumados al arbolado de alineación, los espacios abiertos, verdes,


plantados, se constituyen en los poros de la piel urbana: a través de
ellos la ciudad respira, se humedece, se atempera, vive (Barreiro 2007)
Pero, además, la vegetación proporciona otros beneficios al ambiente,
como la descontaminación parcial de la atmósfera urbana.

10
Las plantas son capaces de retener parte de las sustancias conta-
minantes que se encuentran en el aire, provenientes de diferentes fuen-
tes de origen antrópico. Según el contaminante de que se trate, los me-
canismos de retención varían desde un simple proceso físico de adsor-
ción superficial hasta la absorción de las sustancias a través de los esto-
mas foliares y su posterior metabolismo dentro de los tejidos vegetales
(Smith & Dochinger 1976)

La capacidad de retención de contaminantes depende, en gran


medida, de la morfología de cada especie, característica cuya observa-
ción permitiría seleccionar las mejores especies para formar el arbolado
de una ciudad, sobre la base de la contaminación existente y la
adaptabilidad de cada una a vivir en condiciones urbanas (Smith &
Dochinger 1976)

La investigación en el ámbito local, que tome como objeto de es-


tudio las especies aptas para el arbolado urbano y las condiciones de ca-
lidad del aire en la ciudad de Buenos Aires, podría conformar una línea
de base útil para el diseño de políticas públicas de manejo del arbolado
en áreas de gobierno.

La demostración del servicio ambiental que pueden prestar los


árboles al medio físico y biológico de la ciudad es una herramienta que
permite a los administradores guiar a la opinión pública hacia el cuidado
y la defensa del sistema forestal urbano como uno de los componentes
más valiosos de su patrimonio.

Objetivos

A través de una investigación bibliográfica, hemos intentado com-


probar la posibilidad de seleccionar las especies aptas para plantación
sobre la base de la capacidad específica de los árboles de proporcionar

11
un servicio ambiental a los medios urbanos a través de la remoción y
retención de contaminantes atmosféricos.

Hemos desagregado este objetivo general en los siguientes objeti-


vos específicos:

• Describir los contaminantes presentes en el aire urbano y los me-


canismos de retención por medio de las estructuras vegetales.

• Describir la capacidad potencial para retener y metabolizar dife-


rentes contaminantes atmosféricos de aquellas especies de porte
arbóreo que consideramos aptas para desarrollarse en el ambiente
de la ciudad de Buenos Aires.

Metodología

Planteados los objetivos, se ha realizado una investigación bi-


bliográfica y resumido los resultados obtenidos en diferentes regiones
geográficas lo que permitió, por un lado, elaborar los conceptos básicos
que regirán el desarrollo siguiente –como los de ambiente urbano, árbol
urbano, retención de contaminantes y servicio ambiental- y, en segundo
lugar, describir los mecanismos que utilizan los vegetales para la reten-
ción de tóxicos ambientales y la manera en que debe evaluarse su aporte
al balance de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.

En una segunda etapa, se describe a la ciudad de Buenos Aires


desde la perspectiva del arbolado público y la contaminación del aire, la
normativa vigente y las políticas públicas que afectan a la existencia de
los árboles.

Finalmente, basándonos sobre la singularidad geográfica y climáti-


ca de la ciudad de Buenos Aires, compendiamos las características que la

12
investigación disponible ha determinado en diferentes especies arbóreas,
en un intento por esbozar un listado de las más aptas para la realización
del servicio ambiental descripto. Como estudio de caso, realizamos un
censo completo de un pequeño número de árboles plantados en los can-
teros de la Av. 9 de Julio, en el centro de la Ciudad de Buenos Aires, a
fin de calcular la remoción de contaminantes que pueden realizar.

Elaboración de conceptos básicos

Ambiente urbano

La ciudad se puede entender como un ecosistema1, con el hombre


y sus sociedades como subsistemas del mismo. Contiene una comunidad
de organismos vivos, un medio físico que se va transformando fruto de la
actividad interna, y un funcionamiento a base de intercambios de mate-
ria, energía e información. Su principal particularidad reside en que ge-
nera grandes recorridos horizontales de los recursos (agua, alimentos,
electricidad y combustibles) y en que es capaz de explotar otros ecosis-
temas lejanos, provocando importantes desequilibrios territoriales
(Higueras 1998)

El modelo de intercambio de materia y energía de una ciudad es


opuesto al de un ecosistema natural, que tiene ciclos muy cortos y donde
el transporte de materias y energía es eminentemente vertical. El intercambio
gaseoso, por ejemplo, que en los ecosistemas naturales se reduce a la fotosíntesis
y la respiración, en el caso de la ciudad incluye los gases de la combustión de cale-
facciones, coches e industrias. (Higueras 1998)

1
Ecosistema: Unidad espacial definida por un complejo de componentes y procesos físicos
y bióticos que interactúan en forma interdependiente y que han creado flujos de energía
característicos y ciclos o movilización de materiales.
Ecosistema urbano: Una Comunidad Biológica donde los humanos representan la especia
dominante o clave y donde el medioambiente edificado constituye el elemento que controla
la estructura física del ecosistema (definiciones de la Organización de Naciones Unidas)
13
De este modo, los factores que afectan al ecosistema urbano son
en parte diferentes a los que afectan a los ecosistemas naturales. La ciu-
dad crea sus propias condiciones intrínsecas ambientales, lumínicas, de
paisaje, geomorfológicas, independientemente de las de su entorno y
con sus características particulares propias, lo que permite que el hom-
bre pueda interferir y manejar el conjunto de factores ambientales que la
afectan (a excepción de los climáticos)

López y Díaz (citados en Elgueta Miranda 2000) ratifican que debi-


do al explosivo fenómeno de la urbanización, los efectos a escala global
sobre la naturaleza y la calidad de la vida urbana han afectado la estabi-
lidad ecológica, política y social. Las ciudades han producido sistemas
artificiales, inestables y de alta vulnerabilidad, que se mantienen con
grandes demandas de materiales diversos y energéticos que con fre-
cuencia son transportados desde distancias cada vez más lejanas.

La ciudad plantea severas limitaciones para el análisis ecológico,


debido a la profunda alteración de la naturaleza en estos espacios y a
que muchas de las acciones correctivas o de planeación se limitan al
ámbito técnico o político o socioeconómico. La sostenibilidad local de las
ciudades se ha venido apoyando en una creciente insostenibilidad global
de los procesos urbanos de apropiación de recursos y eliminación de re-
siduos.

Es necesario entender que la comprensión de la situación ambien-


tal en el mundo y en las ciudades en especial, pasa necesariamente por
el entendimiento de los fenómenos del ámbito social, lo que ha hecho
que estudiosos de las ciencias naturales se mantengan al margen
(Hernández, citado en Elgueta Miranda 2000)

Aunque muchas personas aún encuentran problemático el concep-


to de ecosistema al hacer un análisis en el ámbito urbano, es un marco

14
excelente para el planeamiento, el manejo y la educación. El sufijo “sis-
tema” implica que el concepto se enfoca sobre actividades, operaciones y
dinámicas que incluyen la interacción de los componentes con variados
flujos de energía y materia entre suelo, vegetación, poblaciones animales
y atmósfera (Rowntree 1998)

Uno de los riesgos es complicar demasiado el concepto. Por ejem-


plo, si creemos necesario entender la operación completa de una ciudad
(incluyendo actividad industrial, estructura socioeconómica y flujos de
tránsito, por ejemplo) para poder comprender la dinámica del arbolado
urbano, la complejidad va a superarnos. La clave es enfocarse sobre la
vegetación urbana y los suelos como la infraestructura renovable y ma-
nejable del sistema urbano a través de la cual se pueden medir los flujos
de agua, energía, contaminantes y nutrientes y calcular los costos y be-
neficios humanos asociados con diferentes estructuras y funciones de
vegetación urbana.

Si seguimos con este enfoque recomendado por Rowntree, el ar-


bolado urbano es el recurso renovable del ambiente urbano sobre el que
más se puede influir desde el manejo y la planificación. Desde otras dis-
ciplinas se disiente sobre la calidad de recurso de los árboles pero su
evaluación dentro del sistema ecológico de la ciudad es de gran utilidad
para tender a su utilización como herramienta de modificación de la cali-
dad del aire.

Pero además de esta complejización del concepto de ecosistema,


Rowntree agrega una segunda barrera a su aplicación al estudio del arbolado: el
desacierto de entender a los ecosistemas sólo en paisajes relativamente vírgenes,
no intervenidos. Paulatinamente, esta noción se vuelve menos bloqueante a medida
que la sociedad y la ciencia comprenden que la mayoría de los ecosistemas de la
tierra ya han sido modificados por los humanos y comienzan a diseñar los modelos
de la participación humana en ellos. La arboricultura urbana, como ciencia, tiene el
potencial de contribuir al avance de la teoría y el manejo de los ecosistemas ya que

15
tanto los investigadores como los profesionales están creando una base importante
de conocimiento sobre los humanos como factores externos e internos (Rowntree
1998)

El árbol urbano como individuo en relación


con otros

Un árbol urbano es toda especie vegetal de porte arbóreo que


crece dentro del ecosistema ciudad. Podría definirse la cobertura arbórea
urbana como un sistema en el que las estructuras artificiales (edificios y
construcciones en general) se mezclan con los árboles de manera que la
interacción árbol-edificio es predominante y ejerce el control sobre todo
un sistema que tiene, a su vez, grandes modificaciones del suelo tanto a
nivel superficial como subterráneo (Richards, 1992)

Si se comparan las condiciones para el desarrollo de una misma


especie en hábitats rurales y urbanos, puede afirmarse que el árbol ur-
bano está sometido a enormes desventajas respecto del rural: suelos
compactados o impermeables y saturados de calcio y sodio, falta de nu-
trientes, carencia de riego en las primeras etapas del desarrollo y atmós-
fera contaminada. Esto determina un crecimiento limitado –con menor
tamaño final- mayor susceptibilidad a enfermedades y menor longevi-
dad.

Aún así, muchas especies de porte arbóreo muestran una asom-


brosa adaptación a las condiciones de este hábitat que les es impuesto y
crecen lo suficiente como para brindar todos los beneficios que se espe-
ran de ellas (Barreiro 2007 a)

En el ámbito urbano, el stock de árboles está controlado por dos


factores generales: la cantidad y la calidad del espacio disponible para el
crecimiento y la presión ejercida sobre este espacio por otros usos dife-
rentes y por el valor de la tierra (Richards 1992)

16
Sobre la base de las características culturales actuales, puede de-
finirse a los ejemplares como árboles de alineación, cuando están
plantados en líneas a lo largo de las veredas de calles, avenidas y boule-
vares; árboles de espacios verdes, cuando pertenecen a la superficie
de una plaza, plazoleta, parque o reserva natural urbana y árboles de
espacios privados, cuando crecen en jardines residenciales de casas
mono o multifamiliares, edificios corporativos e instalaciones industriales.
Los árboles de alineación crecen sobre suelo altamente modificado, con
interacción entre árbol y árbol cuando son de gran tamaño y donde la
influencia del pavimento y las edificaciones suele ser limitante al creci-
miento. Los árboles de espacios verdes, por su parte, crecen en una ma-
yor interacción entre sí y con poca influencia de edificaciones, aunque los
suelos, según el sitio, pueden estar modificados (Richards 1992)

Para la mayoría de las ciudades, las dos primeras categorías con-


forman el arbolado público, considerado patrimonio natural de sus
habitantes. Deben agregarse a este patrimonio todos aquellos árboles
plantados en jardines de edificios cerrados pero de acceso público, como
museos, instalaciones gubernamentales y militares, centros deportivos,
hospitales y escuelas. Configuran una categoría intermedia entre las des-
criptas, porque en general tienen, para su mantenimiento, presupuestos
diferenciados del total asignado al arbolado público (Barreiro 2007 a)

El ambiente urbano como causa de stress en


la vegetación

El calor excesivo

El paisaje urbano contribuye al aumento de las temperaturas de


varias maneras: (1) áreas construidas de gran superficie tanto en alto
como en largo proveen condiciones adicionales para el intercambio de

17
energía, (2) los materiales de revestimiento pedregosos tienen alta con-
ductividad, mayor capacidad calorífica y mayor albedo, (3) las ciudades
generan calor adicional por el metabolismo humano, el tránsito, la activi-
dad industrial, la calefacción doméstica y los equipos de refrigeración y
(4) las superficies impermeables de la estructura urbana llevan a un
rápido escurrimiento de la lluvia, alterando los balances de humedad y
temperaturas (Andresen 1976)

En un ensayo realizado por Landsberg en Ontario, California, (ci-


tado en Andresen 1976), se midieron con termómetro infrarrojo las tem-
peraturas de una pared con orientación oeste, a las 4 de la tarde, y del
pavimento adyacente en una playa de estacionamiento. El resultado fue
de 45ºC mientras que la superficie de césped tenía 33ºC y la del aire so-
bre el césped y dentro de un patio interno cercado era de 31ºC.

Las temperaturas urbanas se han ido incrementando en las ciuda-


des de todo el mundo. Las diferencias de temperatura entre áreas urba-
nas y rurales parece deberse más al efecto “isla de calor” que a cam-
bios regionales en el clima. En un estudio de 31 ciudades californianas
(Akbari, citado en McPherson 1994) se muestra una tasa de incremento
de temperaturas de 0.4ºC por década desde 1965 a 1990. Si a esto se
suma el incremento de 0.3ºC por década calculado como consecuencia
del calentamiento global, se ve claramente la posibilidad de consecuen-
cias económicas y sociales (McPherson 1994)

Camilloni detalla la evolución de las temperaturas media, máxima


media y mínima media anual para tres estaciones meteorológicas del
Área Metropolitana de Buenos Aires: Observatorio Central Buenos Aires,
Ezeiza Aero y Aeroparque Aero para el período 1959-2003. En todos los
casos se observan tendencias hacia mayores valores que son del orden
de 1.8ºC/100 años para la temperatura media, 0.8ºC/100 años para la
temperatura máxima y 2.7ºC/100 años para la temperatura mínima
(Camilloni 2007)

18
La radiación infrarroja que alcanza a los árboles desde superficies
adyacentes puede calentar la superficie –especialmente de la corteza-
hasta temperaturas similares a las del emisor. Si los tejidos ya se en-
cuentran bajo stress hídrico, esas temperaturas pueden causar daños
muy severos o tener efectos letales (Andresen 1976)

El efecto isla de calor puede tener, además, efectos sobre la sa-


lud física y psicológica de los habitantes, causando mayor cantidad de
enfermedades cardíacas y otras afecciones que reducen la expectativa de
vida de los ciudadanos (McPherson 1994)

La mitigación del efecto isla de calor en las ciudades puede con-


tribuir a convertirlas en paisajes sustentables, bien definidos por
McPherson (1990) como multifuncionales, de bajo mantenimiento, diver-
sos biológicamente y expresivos de “lugar”. Las políticas públicas ten-
dientes a esta mitigación pueden utilizar características físicas del am-
biente de fácil manipulación, en especial la vegetación.

Efectos de la compactación sobre las raíces

Una de las características principales del ambiente urbano en rela-


ción con el crecimiento de la vegetación es la compactación del suelo,
que se da no solamente en las veredas sino también en plazas y parques
en los que no se realizan trabajos de mantenimiento adecuados para re-
parar los daños causados por el alto tránsito de personas o por el uso
inadecuado de los espacios (Barreiro 2007 a)

La compactación del suelo puede aplastar las raíces físicamente y


matarlas. Restringe la penetración radical a través del suelo y reduce,
por lo tanto, la elongación y la ramificación. También sofoca a las raíces
por reducción o eliminación del oxígeno disponible para la respiración
normal y provoca procesos físico-químicos que derivan en el desarrollo

19
interno de compuestos tóxicos. Como consecuencia, parte de las raíces
muere causando, especialmente en ejemplares jóvenes de plantación
reciente, la decadencia pronta y, finalmente, la muerte (Wargo 1983)

Fitorespuesta

Como forma de servicio público, quienes administran el arbolado


deben proveer árboles urbanos durables que estarán sometidos a calor
excesivo y prolongados períodos de luz artificial, dos factores que afec-
tan el crecimiento por un gradual aumento de las temperaturas externas
al árbol tanto por sobre como por debajo del pavimento (Andresen 1976)

Tanto la temperatura del suelo como la tasa y dirección de la


transferencia del calor son importantes para quienes manejan el arbola-
do urbano y para quienes estudian el clima en las ciudades. El calor y la
humedad se transfieren simultáneamente en el suelo, especialmente cer-
ca de la superficie. Esto influye en el stress hídrico del árbol al cambiar la
distribución de la humedad en el suelo y la demanda de agua por el ve-
getal.

La velocidad de la savia en un paraíso (Melia azedarach) plantado


en una ciudad demostró ser un 10% mayor a la de un ejemplar similar
plantado en un área suburbana (Christensen & Miller, citados en Halver-
son & Heisler 1981) mientras que las tasas de evapotranspiración de su-
perficies cespitosas urbanas llegaron a exceder las tasas potenciales has-
ta en un 30% (Oke 1989) Estos autores atribuyeron el exceso de de-
manda de agua a la advección de calor sobre superficies rígidas. Sin em-
bargo, el suelo también puede actuar como un sumidero de energía en
diferentes épocas del año y modificar el clima urbano (Halverson & Heis-
ler 1981)

Para analizar la respuesta de los árboles a los efectos detrimenta-

20
les del calor, es imperativo definir los conceptos de termotolerancia y
termoevasión. La termotolerancia es sinónimo de resistencia a la tem-
peratura, la habilidad de las plantas para resistir el stress por calor en
sus tejidos internos. La termoevasión o evasión del calor, describe la
habilidad de las plantas para ajustar o resistir el daño letal o grave por
radiación infrarroja externa (Andresen 1976)

Para observar termotolerancia, se hicieron trabajos sobre plantas


jóvenes y se encontró que el calor produce coagulación proteínica con
muerte celular al alcanzar los 49 a 51ºC (Lorentz, citado en Andresen),
con variaciones según el tiempo de exposición a elevadas temperaturas y
el grado de madurez de los tejidos expuestos.

En cuanto a la termoevasión, puede ocurrir a través de (1) aisla-


miento, (2) respiración, (3) absorción de energía lumínica y (4) enfria-
miento por transpiración. Los últimos dos parecen ser los mecanismos
principales.

Las cortezas gruesas y corchosas pueden ser una defensa para


condiciones de congelamiento pero podrían actuar como conductoras del
calor desde o hacia los tejidos internos. Las temperaturas internas altas
podrían ser disipadas por los flujos ascendentes y descendentes, por
transferencia hacia las células corticales y parenquimáticas de cortezas
delgadas sombreadas por la copa.

El rol de la respiración aún es teórico en lo que se refiere a la re-


sistencia de los ejemplares al stress por calor, aunque tasas respiratorias
disminuidas inducirían termoevasión. La transpiración, por su parte,
puede disminuir las temperaturas internas de la hoja entre 2 y 5ºC –o tal
vez más- lo que puede ser suficiente para reducir el riesgo por debajo
del rango letal (Andresen 1976)

21
El arbolado como sistema

Aplicación de conceptos ecológicos:


estructura, función, diversidad y dominancia

Siguiendo los conceptos de Rowntree (1998) para la definición de


ecología urbana, hemos determinado los significados de estructura y
función, en relación con el arbolado.

Estructura es el conjunto de características estáticas del arbolado


urbano: distribución territorial de especies, biomasa, tamaño, edad y
condiciones sanitarias, atributos que deberían constar en cualquier censo
arbóreo realizado en una ciudad. La estructura no es permanente, por
supuesto: sufre los cambios a los que la somete la función del árbol.

Función es la dinámica del arbolado: la forma en que interactúa


con los demás componentes del ecosistema –incluidos los humanos- y la
manera en que fuerzas internas y externas cambian su estructura a
través del tiempo. Ejemplos de función son las interacciones entre los
árboles y su medio físico: intercambios fisiológicos de energía y materia
que pueden afectar a la fauna y a la atmósfera. La enfermedad y el en-
vejecimiento son funciones que transforman a la estructura a través del
tiempo. También la competencia por el suelo y la luz a la que están so-
metidos los ejemplares plantados en las calles urbanas, que va cambian-
do al arbolado morfológicamente y lo va debilitando (al punto de volverlo
más susceptible al daño exterior por agentes físicos o biológicos)

La función incluye la rotura de veredas en la búsqueda de nutrien-


tes, agua e intercambio gaseoso y el hecho de que el árbol crea un mi-
croclima húmedo para insectos y plagas, absorbe contaminantes, enfría
el aire circundante y produce sombra, lo que permite una mejor conser-
vación de la energía.

22
Cuando un árbol afecta a otro componente del sistema –o vicever-
sa- se habla de función ecológica.

Para un desarrollo conceptual es crítico comprender la estructura y


la función en diferentes escalas espaciales y temporales. En las escalas
más pequeñas, las funciones ecológicas del arbolado comienzan a nivel
de individuo, de su interacción con el otro individuo y con otros compo-
nentes del sistema. No es fácil entender cómo ubicar a un sólo ejemplar
en el funcionamiento de un ecosistema arbolado pero se puede desde
la perspectiva de la ecología forestal urbana, ampliando la visión al sis-
tema.

El acercamiento ecológico integra la función de los árboles indivi-


duales con la de los grupos a nivel de vereda, manzana, barrio, distrito
de planeamiento, arbolado por sectores, arbolado del área urbanizada y
arbolado regional. Este proceso permite una mejor visión de la distribu-
ción de costos y beneficios en categorías espaciales y temporales en la
certeza de que las actividades que se realizan en cada categoría influen-
ciará las actividades a mayor escala (Rowntree 1998)

Utilidad del concepto de cobertura

La superficie y distribución de la cobertura arbórea dentro de una


ciudad depende del espacio de crecimiento disponible para raíces, ramas
y troncos. Para un planificador, el primer paso para poder entender la
estructura del arbolado es la descripción espacial de esta cobertura, con-
formada por las copas de todos los ejemplares.

Rowntree sugiere que el porcentaje de cobertura total para una


ciudad no es un número útil porque no describe la variación espacial de
la cobertura, una característica de fundamental importancia para realizar
comparaciones entre ciudades o entre áreas demográficas, económicas,
culturales y de manejo.

23
Por lo general, dentro de una ciudad la cobertura arbórea está de-
terminada por el uso de la tierra. De ahí que el primer paso para la com-
prensión de la estructura del arbolado es el análisis de los mapas de uso
del suelo en la ciudad, donde puede verse que las áreas residenciales
son las que tienen, por lo general, la mayor cobertura arbórea. Es más
útil la comparación por clases de uso del suelo entre ciudades que la de
las coberturas promedio para todas las clases (Rowntree 1998)

Composición específica: diversidad y domi-


nancia

Las medidas de diversidad y dominancia pueden usarse en el


arbolado urbano para mejorar las descripciones de la estructura y com-
prender el costo de diferentes estrategias. La dominancia relativa es el
porcentaje de una especie sobre el área basal total de todas las especies.

Con los índices de diversidad, la dominancia relativa puede medir


las diferencias entre unidades de manejo dentro de un plan de arbolado
o mostrar la forma en que va cambiando la composición específica a
través del tiempo. Las mediciones de este tipo pueden ser muy útiles en
el arbolado de alineación, para observar tendencias y modelos que pue-
dan influir sobre los trabajos de reemplazo y mantenimiento.

Aunque parezca un concepto sólo atribuible a los sistemas natura-


les, la diversidad también puede ser un atributo del arbolado urbano:
se ha demostrado que sistemas más diversos conducen a una mayor es-
tabilidad también en los sistemas muy antropizados. Un arbolado con
diversidad específica puede, ademas, dar lugar a mejores sistemas de
mantenimiento, con menor inversión económica y menor gasto de energ-
ía.
La cuestión es cómo definir la diversidad y la estabilidad y en qué
contexto social hacerlo. Una manera sería bajo el concepto de salud del
ecosistema y su relación con los mitos, creencias, percepciones y sim-

24
bolismos en el manejo que hacemos de la naturaleza, en un camino
hacia la definición de sustentabilidad del arbolado, un concepto
arraigado recientemente en la sociedad –en regiones con mayor desarro-
llo y poder económico que las ciudades latinoamericanas (Barreiro 2008)

Para los administradores del arbolado, la diversidad podría ser una


fuente de estabilidad -si la definimos como un estado de resistencia a las
pérdidas catastróficas- pero, sin embargo, un exceso de diversidad pue-
de aumentar los costos de mantenimiento a tal punto que se ponga en
riesgo a la diversidad misma. Quizás deba redefinirse biodiversidad en
el caso del arbolado urbano y analizar racionalmente los aspectos nega-
tivos y positivos de introducir especies exóticas, por ejemplo.

Si volvemos a Rowntree, en un intento de resumen, estructura y


función son dos conceptos claros y tangibles que pueden medirse me-
diante herramientas convencionales. No tan clara es la aplicación de di-
versidad y dominancia, ya que son índices definidos con una intención
diferente a la que manejan investigadores y administradores del arbola-
do urbano. Sin embargo, son descriptivos de la riqueza y el balance de la
composición del arbolado y pueden, bajo las circunstancias adecuadas,
ser útiles en la educación de la comunidad y en la planificación de los
presupuestos.

El servicio ambiental del arbolado

El valor de un bosque como fijador y almacenador de carbono es


sobradamente conocido, aunque su conceptualización como servicio
ambiental sólo ha aparecido cuando la conciencia del papel de las emi-
siones de CO2 en el cambio climático empujó a la firma de acuerdos in-
ternacionales y a la ejecución de políticas tendientes a reducirlas (Ruiz
Pérez et al. 2007)

Un servicio ambiental es prestado a un ecosistema a través de

25
diferentes vías. En el caso del arbolado, este servicio se traduce en la
producción de oxígeno y la absorción de dióxido de carbono –procesos
fisiológicos esperables de un vegetal- a los que se suma la capacidad de
fijación y almacenamiento tisular del carbono atmosférico por una longi-
tud de tiempo que depende del tamaño y la longevidad de la especie y
del manejo que reciba.

En su relación con la ciudad, el arbolado presta además, otros dos


servicios ambientales básicos: un mejor manejo del agua y la posibilidad
de crear y sostener biodiversidad. En la Tabla I a. se han resumido los
valores centrales para el ambiente que, a nuestro entender, tienen los
árboles según el sitio de crecimiento.

Tabla I a. Valor de los árboles para el ambiente urbano según el entorno de cre-
cimiento

Parque urbano Arbolado


de alineación
La masa arbórea es más im- La masa arbórea es tan
Valores visuales portante que el ejemplar in- importante como los
dividual individuos
Depende de la superficie y la Sombreado, reducción
densidad. Temperaturas mo- de la velocidad del vien-
Efecto sobre el mi-
deradas, viento reducido y to y leve incremento de
croclima
mayor humedad relativa la humedad relativa

Puede ser significativo según Puede ser significativo


Efecto sobre el me-
la superficie de cobertura en total
soclima urbano
Puede ser significativo sumi- La capacidad como
dero y trampa de contami- trampa de contaminan-
nantes tes depende de la bio-
Influencia sobre la masa. La función de su-
calidad del aire midero depende del total
de área verde y las con-
diciones.

Alta interceptación del agua La interceptación y la


de lluvia y elevadas tasas de evapotranspiración de-
evapotranspiración, depen- penden de la cobertura
Influencia sobre el diendo de la biomasa arbó- arbórea. La infiltración y
manejo del agua rea. La tasa de infiltración el almacenamiento de
depende de la permeabilidad agua de lluvia están
del suelo normalmente reducidos.

Fuente: Adaptación propia sobre Richards 1992.


26
Conclusiones

Los árboles urbanos ocupan una amplia variedad de hábitats, des-


de un ejemplar único compitiendo con la infraestructura edilicia hasta
extensiones amplias forestadas en parques o reservas naturales. En cada
situación se producen diferentes climas, desde el microclima hasta el
clima local, contribuyendo al mosaico climático de la ciudad entera.

El comportamiento térmico de las ciudades es, principalmente, un


producto de la morfología urbana o, más específicamente, de la compo-
sición y estructura tridimensional de los materiales que conforman la su-
perficie de la ciudad. La mitigación se relaciona con tres elementos de
manejo corriente durante el desarrollo: la geometría de la ciudad, los
colores de las superficies y la vegetación, que ocupa a este trabajo
(McPherson 1994)

Los árboles tienen características propias, térmicas, aerodinámi-


cas, radiantes y de manejo de la humedad, que claramente los distin-
guen de otras superficies y materiales urbanos en términos de intercam-
bio de energía y masa con la atmósfera. Como resultado, demuestran
habilidad para producir sombra, frescura, abrigo, humedad y filtración de
aire lo que los convierte en herramientas flexibles para el manejo am-
biental (Oke et al. 1989)

El tratamiento del arbolado como recurso natural, al cual se le


pueden adjudicar caracteres de estabilidad o inestabilidad, renovabilidad
e, inclusive, de sistema en sí mismo, puede ser útil para la comprensión
de su dinámica.

El aspecto más poderoso del concepto de ecosistema es que nos


obliga a ampliar nuestra visión espacial y temporal, a hacer determina-
ciones objetivas sobre a quién beneficia y quién paga por cualquier mo-
dificación en la estructura y la función del arbolado. Cuestiones que sue-

27
len ser de difícil resolución en el ámbito de la política administrativa de la
ciudad pero que pueden encontrar respuesta utilizando la visión ecológi-
ca adoptada por la silvicultura y la arboricultura urbana.

Agradecimientos

Queremos expresar nuestro agradecimiento por el trabajo de con-


trol y revisión a los directores de tesis, Ing. Darío Gómez y Dra. Ana Ma-
ría Faggi; por la permanente confianza, al Lic. Alberto Morán; por el im-
portante aporte, al Dr. David Nowak perteneciente al Servicio Forestal de
los Estados Unidos y al Dr. Misa Takahashi, investigador de la Universi-
dad de Tokio. A todos aquellos, en fin, que nos ayudaron con su pacien-
cia y su comprensión y, especialmente, a quienes les gustan los árboles
y ayudan a su conservación para el bien de todos.

28
Capítulo II

Contaminantes atmosféricos y
comportamiento de los árboles

29
Caracterización de los contaminantes
atmosféricos más comunes en el
ambiente urbano

Si consideramos a la contaminación atmosférica como la presencia


de sustancias aportadas directa o indirectamente por el accionar humano
en cantidades y duración tales que puedan afectar adversamente a la
población, sus bienes materiales, a los animales o a la vegetación
(Gómez, 2006), encontramos varias sustancias causantes de efectos no-
civos que, aún siendo parte de la composición natural de la atmósfera se
traducen en contaminantes bajo ciertas circunstancias (como el ozono o
el dióxido de carbono).

Las sustancias emitidas a la atmósfera de manera directa se de-


nominan contaminantes primarios; las que resultan de la reacción físi-
ca o química dentro de la atmósfera se denominan contaminantes
secundarios.

Los contaminantes primarios llegan a la atmósfera como resultado


de los procesos de combustión –principal origen-, evaporación, abrasión
o erosión. Aunque los productos resultantes de una combustión comple-
ta, dióxido de carbono y agua, no han sido considerados tradicionalmen-
te como contaminantes, la reciente preocupación por el cambio climático
cambió la perspectiva sobre la acumulación de dióxido de carbono en la
atmósfera.

Sin embargo, es la combustión incompleta el mayor causante de


contaminación atmosférica urbana, ya que su producto puede incluir
hidrocarburos parcialmente quemados (HC), óxidos de nitrógeno –por
reacción con el nitrógeno del aire- y, en combustibles no puros, nitróge-
no, azufre, plomo y cenizas que conforman emisiones de óxidos de

30
nitrógeno, óxidos de azufre, plomo, partículas y ceniza, además del agua
y el dióxido de carbono (Gómez 2006).

En cuanto a los contaminantes secundarios, son los que forman la


niebla fotoquímica. Los HC y otras sustancias de fácil volatilidad se de-
nominan compuestos orgánicos volátiles (VOCs) y, en presencia de la luz
solar, reaccionan con los óxidos de nitrógeno resultando en ozono tro-
posférico y otros componentes de la niebla fotoquímica.

En resumen, los contaminantes clásicos del aire urbano son:


monóxido de carbono (CO), óxidos de nitrógeno (NOx), óxidos de azufre
(SOx), plomo (Pb), ozono (O3) y material particulado en suspensión (PM)
(Gómez 2006).

Ya sea por procesos físicos o fisiológicos, las plantas tienen la ca-


pacidad de retener diferentes sustancias que son nocivas para la salud
humana. Entre los procesos físicos, el principal es la adsorción de partí-
culas sobre la superficie de hojas y corteza. Denominadas genéricamente
como material particulado (humo, polvo, hollín), más conocidas por su
sigla PM seguida del tamaño de partícula expresado en micrones (PM2.5
a PM10), contienen diferentes elementos minerales y, en condiciones
urbanas, llevan metales pesados y compuestos orgánicos provenientes
de diferentes fuentes fijas y moviles, resultantes de la actividad humana.

Entre los procesos fisiológicos, la absorción de gases contaminan-


tes y su almacenamiento en los tejidos vegetales es el mayor servicio
que las plantas ofrecen a un ambiente urbano. Son capaces de retener
gases de efecto invernadero como ozono y dióxido de carbono y otros
contaminantes atmosféricos como óxidos de azufre (SOx) y óxidos de
nitrógeno (NOx), responsables de la formación de lluvia ácida.

31
Tabla II a . Contaminantes clásicos en el aire urbano y sus efectos nocivos

Daño al ambiente
Fuente principal

Daño a la salud
Denominación
Contaminante

propiedad
Daño a la
genérica

Dióxido de NO2 quema de Daño pulmonar, Es un precursor Los aerosoles


nitrógeno combusti- enfermedades de de la lluvia ácida ácidos percuden
bles fósiles las vías respirato- (aerosoles ácidos) la piedra utilizada
rias y pulmones. que puede dañar en los edificios,
árboles y lagos. estatuas, monu-
Los aerosoles mentos, etc.
ácidos pueden
también reducir la
visibilidad.

Dióxido de SO2 quema de Problemas respi- Es un precursor Los aerosoles


azufre carbón y ratorios: puede de la lluvia ácida ácidos percuden
petróleo; causar daño per- que puede dañar la piedra utilizada
procesos manente a los árboles y lagos. en los edificios,
industriales pulmones. Los aerosoles estatuas, monu-
(papel, me- ácidos también mentos, etc.
tales) pueden reducir
visibilidad.

Monóxido CO quema de Reduce la capaci-


de carbono combusti- dad de transporte
bles fósiles de oxígeno de la
(combustión sangre a los teji-
incompleta) dos. El monóxido
del carbono pue-
de ser particu-
larmente riesgoso
para las personas
con dificultades
cardíacas y circu-
latorias, y para
las que posean
daño en el siste-
ma respiratorio.

32
Fuente principal

Daño a la salud
Denominación
Contaminante

propiedad
ambiente

Daño a la
genérica

Daño al
Ozono O3 reacción Problemas respi- Puede dañar Daño al caucho, a
química de ratorios, reduc- plantas y árboles las estructuras,
los contami- ción de la función y causar reduc- etc.
nantes VOCs pulmonar, asma, ción de la visibili-
y NOx irritación de ojos, dad.
obstrucción de
nariz, reducción
de la resistencia a
los resfríos y a
otras infecciones,
puede acelerar el
envejecimiento
del tejido pulmo-
nar.
Partículas PM quema de Irritación de nariz Los partículas son Las cenizas, el
en sus- leña, diesel y garganta, daño la fuente principal hollín , los humos
pensión y otros pulmonar, bron- de niebla que y el polvo pueden
combusti- quitis, muerte reduce la visibili- ensuciar y deste-
bles; plantas temprana. dad. ñir las estructuras
industriales; y otras propieda-
agricultura des, como mue-
(arado, bles y ropa.
quema de
campos);
caminos sin
pavimentar

Plomo Pb la gasolina El plomo produce El plomo afecta la


con plomo, daño en el cere- vida silvestre.
pinturas, bro y en el siste-
fundiciones; ma nervioso;
fabricación siendo los niños
de baterías un importante
grupo de riesgo.
Algunos produc-
tos químicos que
contienen plomo
causan cáncer en
los animales.
Causa además
problemas diges-
tivos.
Fuente: Gómez 2006

33
Tabla II b. Principales contaminantes y sus efectos adversos

Efecto Principales contaminantes


Salud Trióxido de azufre (SO3)
Dióxido de nitrógeno (NO2)
Fluoruro de hidrógeno (HF)
Ozono (O3)
Plomo (Pb)
Cadmio (Cd)
Contaminantes orgánicos persistentes
Crecimiento de la vegetación Óxidos de azufre
Fluoruro de hidrógeno
Oxidantes (O3)
Corrosión de materiales Ácido sulfúrico (H2SO4)
Ácido nítrico (HNO3)
Cloruro de hidrógeno (HCl)
Sulfuro de hidrógeno (H2S)
Transparencia de la atmósfera Sulfatos
Nitratos
Material particulado en suspensión
Fuente: Gómez 2006

El material particulado

Los particulados son trazas de elementos sólidos o líquidos en la


atmósfera, con características muy variadas: pueden ser orgánicos o in-
orgánicos, vivos o inertes. La fracción inorgánica puede contener algu-
nas decenas de elementos, muchos metálicos; los más comunes son sili-
catos, calcio, aluminio y hierro. El total orgánico contiene un gran
número de hidrocarburos alifáticos y aromáticos, aldehídos, cetonas y
ácidos, con una fracción viva: pólenes, esporas de hongos y células bac-
terianas.

34
El tamaño de las partículas varía entre 0.0005 y 500 µm de diáme-
tro. Las más grandes tienen la mayor tasa de sedimentación y poca lon-
gevidad en el aire mientras que las más pequeñas suelen estar cargadas
eléctricamente y adheridas a otras partículas. Las mayores a 10 µm son
resultado de procesos mecánicos como la erosión, la molienda o las pul-
verizaciones, además de los pólenes y esporas que tienen un tamaño
similar. Las partículas de suelo, polvos de procesos industriales, produc-
tos de combustión y sales en suspensión miden entre 1 y 10 µm mien-
tras que las menores a 1 µm suelen ser el resultado de la condensación
de gases en sustancias no volátiles (Smith & Doschinger 1976)

La fracción de tamaño considerada en la legislación vigente es el


valor de PM10, abreviatura para material particulado de diámetro aero-
dinámico menor a 10 µm (medido en µg/m3 de aire), tamaño que incluye
a la mayor parte de la masa de partículas suspendidas en el aire.

Las cargas de material particulado en las atmósferas urbanas sue-


len variar estacionalmente. Mientras algunos trabajos demuestran la
existencia de una mayor carga de PM durante el invierno (Spirtas & Le-
vin, citados en Smith & Doschinger 1976), en las mediciones realizadas
por Bogo et al. en la ciudad de Buenos Aires, los valores máximos de
PM10 para otoño-invierno fueron de 92 µg/m3 y para verano de 80
µg/m3. Si embargo, los valores promedio fueron algo mayores para ve-
rano (52 µg/m3 verano, 44 µg/m3 en invierno) (Bogo et al. 2003)2

Fuentes y composición de las partículas

Según Caddle (citado en Beckett et al. 1998), las partículas se


forman en la atmósfera sobre la base de cinco mecanismos principales:

1. formación de aerosol a partir de la condensación y sublimación del


vapor
2. producción de humo

35
2
Ver Tabla IV c. Material particulado en la Ciudad de Buenos Aires (Capítulo IV)
3. reacciones químicas en la atmósfera que involucre trazas de gases
4. disrupción mecánica de la superficie terrestre, formando masas de
polvo sobre la tierra interior o masas de cristales salinos en áreas
cercanas al mar
5. coagulación de partículas pequeñas en otras más grandes

Mecanismos de remoción

Las partículas se depositan sobre las superficies naturales por cin-


co procesos: sedimentación, difusión, turbulencia, lavado y depo-
sición oculta. La atracción-reacción de algunas partículas causa la
aglomeración en partículas mayores, con lo que su sedimentación es más
rápida. Las partículas de sulfatos y nitratos, por ejemplo, se hidratan con
facilidad y caen como deposición oculta o, si la humedad es muy alta,
como gotas de lluvia. Las partículas también pueden ser lavadas de la
atmósfera a partir del impacto con las gotas de lluvia o sufrir deposición
por acción de la turbulencia del viento.

Las partículas más grandes, pesadas, caen a la tierra con más ve-
locidad: hay mayor deposición cerca de la fuente emisora sobre la super-
ficie de las plantas. Las más pequeñas, por su parte, permanecen largo
tiempo en la atmósfera, creando una contaminación de base que llega a
permear, incluso, los ambientes interiores (Beckett et al. 1998)

El impacto ocurre al chocar una corriente de aire contra un obstá-


culo. El aire se divide pero las partículas tienden a seguir su camino recto
y chocan contra el obstáculo. La eficiencia de la recolección por impacto
aumenta a medida que disminuye el diámetro del obstáculo golpeado y
aumenta el tamaño de partícula.

Según Chamberlain (citado en Smith & Doschinger 1976) el im-


pacto es el proceso con mayor captación de partículas cuando (1) el ta-

36
maño de partículas es de 10 µm o más, (2) el tamaño del obstáculo es
del orden de centímetros o menor, (3) la velocidad de acercamiento es
del orden de metros/segundo o más y (4) la superficie impactada es
húmeda, pegajosa, pilosa o retentiva de alguna otra manera. El impacto
no es eficiente para partículas de 1 a 5 µm de diámetro.

Morfológicamente, los pelos finos que cubren las partes del vegetal
son el mecanismo de retención más eficiente para las partículas. El por-
centaje de lavado por la lluvia es muy alto en el caso de partículas de 20
a 30 µm mientras que la eficiencia de captura (deposición) por gotas de
lluvia cae notablemente con partículas menores a los 5 µm. Además, se
ha reportado que casi un 50% de las partículas retenidas por un árbol
urbano son resuspendidas en el aire en condiciones meteorológicas nor-
males (McPherson, citado en Beckett et al 1998)

Los árboles pueden ser sumideros de partículas debido a su gran


tamaño, una alta relación superficie/volumen del follaje y presencia de
pilosidad o rugosidad en el follaje y de rugosidad en corteza de ramas y
tronco. Inclusive, se ha sugerido (Ingold 1977, citado en Smith & Dos-
chinger 1976) que los pecíolos pueden ser aún más eficientes que las
láminas foliares en la retención de partículas.

Del mismo modo, Gallaher et al. (citados en Bealey et al. 2006)


encuentran que los árboles –que generalmente tienen grandes áreas fo-
liares- promueven el transporte vertical gracias a su rugosidad aero-
dinámica. Como consecuencia, son eficientes sumideros, dando tasas de
deposición seca en relación de 3:20 con respecto a las superficies verdes
cespitosas. Esto supone que reemplazar superficie verde –u otras super-
ficies no plantadas- por árboles podría ser una técnica adecuada para
aumentar la remoción de partículas de la atmósfera.

Muchos investigadores afirman que los árboles pueden absorber

37
nutrientes a partir de las partículas en el aire. En este sentido, la pilosi-
dad de las hojas es inversamente proporcional a la toma de nutrientes
mientras que las especies con mayor cantidad de ramas, más pequeñas,
son colectoras más eficientes que las que tienen ramas grandes. Utili-
zando túneles de viento controlado, Wedding (citado en Smith y Dochin-
ger 1976) encontró que la deposición de partículas sobre las hojas pilo-
sas del girasol (Helianthus annus) era diez veces mayor a la lograda por
las hojas lisas y cerosas del álamo amarillo (Populus sp.)

En cuanto a los datos de deposición por lluvia, Helvey (citado en Smith &
Dochinger 1976) demostró que es mucho mayor en canopias de pino Spruce (Picea
sp.), mediana en canopia de pino (Pinus sp.) y menor en canopias de bosques ca-
ducos de hoja ancha3.

Se ha demostrado que las masas boscosas son los grupos vegeta-


les más eficientes en la toma de partículas, por la mayor superficie rugo-
sa presente y por el aumento localizado del viento y su turbulencia. Lo
mismo se cita para áreas urbanas (Croxford, citado en Beckett et al
1998) donde la compleja estructura superficial favorece un intricado mo-
delo de flujos de aire turbulentos.

Retención de metales pesados

En áreas especialmente contaminadas, como los bordes de auto-


pistas, avenidas de alta circulación o sitios industriales urbanos, los árbo-
les se encuentran más expuestos a sales y metales pesados. Smith (ci-
tado en Smith & Dochinger 1976) estimó que las hojas de un ejemplar
urbano de arce azucarero (Acer saccharum) de 30 cm de diámetro
(DAP)4 pueden remover 60 mg de cadmio, 140 mg de cromo, 5800 mg
de plomo y 820 mg de níquel del aire circundante durante sólo una esta-
ción de crecimiento.

3
El tamaño de hoja de los tres tipos de plantas mencionadas va de menor a mayor, resul-
tando en follajes más finos a menos finos, con una superficie foliar inversamente
proporcional. Estos resultados coinciden con la mayoría de las investigaciones sobre la 38
capacidad de retención de contaminantes en relación a la morfología foliar. (NA)
4
DAP: diámetro del tronco medido a la altura del pecho. Aprox. 1.37 m
El cadmio fue estudiado en particular. Estableciendo los neumáti-
cos, aceite de motor y combustibles como fuentes de liberación de cad-
mio a la atmósfera, Brennan & Rhoads (1976) analizaron el follaje de
varias especies arbóreas en un ambiente urbano con tránsito variable de
pocos hasta 60.000 vehículos/día y realizaron inferencias interesantes.
Algunas especies como abedul (Betula sp), Carya sp. y roble de los pan-
tanos (Quercus palustris) resultaron mejores sumideros del cadmio en el
aire que otras diez especies testeadas. La cantidad acumulada de cadmio
aumentó a medida que aumentó la concentración vehicular en el sitio.
Como no se encontraron daños fisiológicos en las plantas, se asume que
pueden resultar valiosas como purificadores del aire.

Como consecuencia de su capacidad de retención de metales pe-


sados, los árboles y arbustos también pueden ser utilizadas como indica-
dores biológicos de la contaminación atmosférica. En el caso de los árbo-
les, tanto las coníferas como las especies de hoja caduca han demostra-
do su utilidad en este sentido. Las coníferas indican contaminación a más
largo plazo porque acumulan las sustancias en la madera, haciendo evi-
dente la contaminación en el ambiente que las rodea por medio de la
concentración de metales en los anillos de crecimiento (Mulgrew & Wi-
lliams 2000)

Las especies de hoja ancha que demostraron más sensibilidad a la


contaminación con metales son Betula pendula (abedul), Fraxinus excel-
sior (fresno), Sorbus aucuparia (serbal), Tilia cordata (tilo de hoja chica)
y Malus domestica (manzano). El álamo piramidal (Populus nigra cv. Ita-
lica) ha sido recomendado como un bioindicador muy útil para la detec-
ción de metales en Europa, por ser una especie homogénea genética-
mente, fácilmente identificable y distribuida uniformemente. En Hungría
se encontró que la acacia blanca (Robinia pseudoacacia) cumpliría idénti-
cas funciones (Kovacs, citado en Mulgrew & Williams 2000).

39
La fuente principal de mercurio en tejidos foliares parece ser la
deposición aérea y no la toma por raíces (Zhang, citado en Mulgrew &
Williams 2000); las plantas lo absorben por intercepción de precipitación
seca y húmeda y por absorción de formas gaseosas de mercurio.

La acumulación de plomo en las hojas, al igual que sucede con el


mercurio, es reflejo directo del nivel de deposición: como elemento no
esencial, la deposición y acumulación sobre la superficie foliar es la prin-
cipal vía de absorción. Más aún, la concentración en los tejidos foliares
no es afectada por el lavado de las hojas previo al análisis ni por la toma
por raíces y traslocación, tal como sucede con otros metales.

En Madrid, España, Hernández et al. (1987) encontraron una co-


rrelación positiva entre el nivel de plomo en las hojas de rosales y el ni-
vel de tránsito vehicular. Sin embargo, en Thesalonica, Grecia, Sawidis
et al. (1995) llegaron a la conclusión de que los niveles foliares de plomo
tienen más que ver con el sitio que con la densidad vehicular. Estos últi-
mos probaron una selección de especies arbóreas en doce diferentes si-
tios, para verificar su capacidad como bioindicadores de metales (plomo
y zinc) en la atmósfera. Encontraron que los árboles cerca del centro de
la ciudad tenían los mayores niveles de metales en hojas, con una mayor
capacidad de retención del plomo y el zinc en las hojas de Populus alba
(álamo blanco) y Populus niger (álamo negro). A su vez, las especies con
mayor acumulación de metales tenían superficies foliares más rugosas
(citados en Mulgrew & Williams 2000)

A través del análisis de contenido metálico de las hojas de Quercus


ilex (roble de hojas de muérdago) se estudiaron los gradientes de con-
taminación con cobre, hierro y plomo en Nápoles, Italia. Los resultados
mostraron mayor contenido foliar de metales en las plantas cercanas a
las rutas y autopistas que en las de esquinas urbanas, a su vez mucho
mayor que el que contenían las hojas de los ejemplares plantados en
parques. La correlación positiva entre la concentración de Cu, Pb y Fe en

40
el tejido y en la superficie foliar demostró la importancia de la deposición
sobre el contenido interno, apoyando la teoría de que la deposición at-
mosférica es una fuente importante de contaminación metálica en las
hojas, más significativa que el contenido de metales en el suelo (Alfani et
al., citados en Mulgrew & Williams 2000).

En Buenos Aires, Perelman et al. realizaron la determinación de metales en


la corteza de Fraxinus pennsylvanica (fresno americano), la especie de mayor pre-
sencia en la ciudad. Los resultados confirmaron la presencia de bario, alumino,
magnesio y hierro, cuyo origen se infiere geológico: componentes de las arcillas
que constituyen el suelo que son dispersados por el viento. Parte de estos elemen-
tos, agregados a la presencia de cromo, mercurio, magnesio, zinc y plomo en las
áreas urbanas indican contaminación antrópica originada en el tránsito vehicular y
diferentes actividades económicas (Perelman et al. 2006)

Contaminación por material particulado

Efectos sobre la salud humana

Los efectos de las partículas sobre la salud humana se hicieron no-


tables a lo largo de la historia. El smog londinense de principios de los
’50, por ejemplo, causó muchas muertes y enfermedades crónicas, deri-
vando en la Ley del Aire Limpio de 1956 (Department of Environment,
citado en Beckett et al 1998)

Las enfermedades que pueden exacerbarse por influencia de este


tipo de contaminación son las que afectan al sistema cardiovascular y
respiratorio. La investigación sigue demostrando una correlación positiva
entre los niveles de contaminación por partículas y los efectos sanitarios
y concluye, por lo general, que hay una relación causa efecto directa
aunque aún no están claros los mecanismos implicados. En general, se
considera que son las partículas más finas las más nocivas, ya que pue-

41
den inspirarse profundamente y llegar a causar inflamación alveolar. De
ahí que algunos sistemas nacionales como el de los Estados Unidos
hayan decidido utilizar la medida de PM2.5 para diseñar medidas de con-
trol (Beckett et al. 1998)

En otros países, donde los sistemas de medición no son tan exac-


tos, se toma el total del material particulado menor a 10 µ (PM10). En
2005, el Ministerio de Salud de Costa Rica publicó una evaluación del
impacto de la contaminación del aire sobre la salud humana, mediante
las medidas de PM10 obtenidas por estaciones de monitoreo oficiales y
privadas que formaron un mapa de la contaminación en la ciudad de San
José de Costa Rica. Con la combinación de la relación dosis-respuesta y
la exposición a PM10 en el área estudiada, se cuantificó el impacto de los
daños en salud y sus costos, referidos al número y tipo de casos adicio-
nales de morbilidad y mortalidad prematura atribuibles a la contamina-
ción del aire (Allen Flores et al. 2005) Algunos de sus resultados se han
compendiado en las Tablas II c, d y e.

Tabla II c. Promedios ponderados de exposición a PM10 en centros ur-


banos (concentración de PM10 en µg/m3 - Promedio anual)

Austria Francia Suiza Costa Rica


PM10 Total 26.0 23.5 21.4 59.0
PM10 atribuible al transporte 8.0 8.0 7.4 44.3
automotor
Fuente: Allen Flores et al. 2005

Una vez estimados los efectos en salud, estos son traducidos a


términos monetarios. Y aunque parte de la comunidad científica suele
criticar la valoración económica del efecto en la salud o de la muerte, el
estudio aclara que el objetivo es medir el beneficio de la reducción
del riesgo ocasionado por una disminución de los niveles de contamina-
ción del aire que, necesariamente, lleva a la disminución de las frecuen-
cias en los diferentes resultados en salud. Hemos considerado importan-

42
te en nuestro trabajo la valoración económica del efecto en la salud por
ser imprescindible para el análisis del balance costo-beneficio del arbola-
do en las áreas urbanas.

Tabla II d. Daños a la salud (Costa Rica 2001) Frecuencias basales y


casos atribuibles a la contaminación del aire por PM10 total
anual (la frecuencia basal estima incrementos de 10 µg/m3 PM10,
por cada millón de habitantes)
Frecuencia Casos por %
basal (casos millón
por millón)
Total PM10
Mortalidad total (> 30 años) 2141 475 22.2
Ingresos hospitalarios por causas 8146 550 6.8
respiratorias
Ingresos hospitalarios por causas 4121 266 6.5
cardiovasculares
Bronquitis crónica (> 25 años) 25011 12638 50.5
Bronquitis (niños < 15 años) 19641 30987 157.8
Días de incapacidad (adultos > 20 233303 71565 30.7
años)
Episodios de asma (niños < 15 años) 42319 9601 22.7
Episodios de asma (adultos > 15 46996 9450 20.1
años)
Fuente: Allen Flores et al. 2005

Tabla II e. Costos totales por morbilidad atribuible al total de PM10 y al PM10


producido por el transporte vehicular

Costos de la enfermedad Austria Francia Suiza Costa Rica


(en millones) (euros) (euros) (euros) (dólares)
Contaminación total 105 297 55 4.7
Transporte vehicular 45 165 29 3.3
TOTAL 150 462 84 8.0
Fuente: Allen Flores et al. 2005

Efectos sobre los árboles

Muchas de las sustancias clasificadas como material particulado en


la atmósfera pueden causar diferentes niveles de daño en los árboles.
43
Los metales pesados y otras partículas han demostrado su poder de
acumulación, causando daño y hasta la muerte en algunas especies.
Aunque, en la mayoría de los casos, el daño se da por fitotoxicidad, tam-
bién se ha mencionado el poder abrasivo que tienen las partículas sobre
los tejidos vegetales (Kulshreshtha, citado en Beckett et al 1998), que se
demuestra por la mayor cantidad de tejido calloso en las hojas.

En los casos de alta carga de particulado en el aire, por ejemplo


cerca de caminos sin pavimentar o canteras abiertas, se produce,
además, la oclusión de los estomas, originando una menor capacidad del
árbol para el intercambio gaseoso. También se afectan otros procesos
por la acumulación de partículas sobre los tejidos foliares. Por ejemplo,
la formación de yemas, la polinización y la absorción/reflectancia de la
luz.

Dentro de la literatura revisada por Beckett et al. (1998), desta-


camos aquí aquellos resultados obtenidos en área urbanas y con espe-
cies similares a las utilizadas en el ambiente de la ciudad de Buenos Ai-
res:

• En revisión bibliográfica, Farmer (1993) compendió el hallazgo


de la interrupción del intercambio gaseoso por oclusión estomática
debida a una alta carga de partículas en la atmósfera de calles ur-
banas de Estados Unidos para Populus tremula, Acer campestre,
Betula pendula, Quercus sp. y Fraxinus excelsior.

• En áreas de alto tránsito en Nigeria, Fatoki (1981, 1991) en-


contró mayores niveles de plomo y zinc en especies con hojas rugo-
sas y un total mayor de metales pesados en cortezas rugosas. Los
árboles resultaron con daño y, en algunos casos, muerte por acu-
mulación de tóxicos.

• Impens & Delcarte (1979) estudiaron especies urbanas en Bru-

44
selas, Bélgica y demostraron su decadencia progresiva a lo largo de
diez años de exposición a la contaminación metálica. Las pruebas se
hicieron con álamo (Populus euroamericana), plátano (Platanus ace-
rifolia), acacia blanca (Robinia pseudoacacia) y olmo (Ulmus gla-
bra), entre otros.

Los gases

Como ha sido descripto en la parte introductoria de este capítulo,


entre los contaminantes gaseosos de la atmósfera, los más perjudiciales
–por los daños que causan a la salud humana y vegetal y el deterioro
que causan a los materiales- son los óxidos de nitrógeno (NOx), de azu-
fre (SOx) y carbono, los hidrocarburos y el ozono.

Mecanismos de remoción

Los vegetales remueven los gases de la atmósfera principalmente


a través de los estomas, con otros mecanismos de menor magnitud que
incluyen la toma a través de poros de la corteza y adsorción sobre la su-
perficie.

Los procesos de transpiración y fotosíntesis requieren del inter-


cambio de gases entre la planta y el aire circundante a través de hojas,
ramas y tronco, mientras los estomas y lenticelas están abiertos. Una
vez dentro de la hoja, los gases podrían disolverse en agua ya que las
tasas de absorción varían según la solubilidad de los contaminantes (Hill
1971, citado en Smith and Dochinger 1976). Comparativamente, los
fluoruros demostraron la mayor solubilidad y la mayor tasa de absorción,
confirmando que la absorción disminuye a medida que disminuye la so-
lubilidad.

Cualquier factor que afecte a los estomas afecta también la absor-


ción de contaminantes: la luz, la humedad ambiente, la temperatura, el

45
viento y la disponibilidad de agua en el suelo regulan la apertura y cierre
de los estomas y, por tanto, influyen sobre la absorción de sustancias
gaseosas.

A su vez, los mismos contaminantes pueden afectar la actividad


estomática: tal el caso del SO2 que causa una apertura más rápida en la
luz y un cierre más lento en la oscuridad (Majernik, Mansfield, Unsworth,
citados en Smith & Dochinger 1976)

Las hojas de Ligustrum lucidum creciendo en ambientes contami-


nados del centro de la ciudad de Córdoba (Argentina) presentaron mayor
cantidad de estomas y mayor actividad estomática que los que crecían
en ambientes limpios, en áreas suburbanas. La investigación concluyó,
sobre la base de estos resultados, que la especie es un buen bioindicador
de contaminación atmosférica (Bruno et al. 2007)

Absorción de SOx

Resultados opuestos acerca de la influencia del nivel de azufre en


la atmósfera fueron encontrados al medir la absorción del contaminante
en relación con el tiempo de exposición. Algunos trabajos concluyen que
la absorción aumenta al decrecer la concentración en la atmósfera y al
aumentar el tiempo de exposición mientras que otros afirman que, en
períodos de cuatro horas de exposición a una elevada concentración, la
toma de azufre es igual a la que se da con menor concentración y mayor
tiempo, pero con evidencia de daño a las plantas.

En cuanto a las condiciones climáticas, la mayor toma estomática


de azufre se da con elevada luminosidad y clima cálido mientras que con
lluvia o nubosidad se da una mayor tasa de adsorción superficial (Smith
& Dochinger 1976)

En lo que respecta a la metabolización del azufre, Thomas ha su-

46
gerido que es absorbido dentro de las células como ácido sulfuroso, lue-
go transformado a sulfatos y así traslocado y aprovechado por la planta.
En trabajos realizados sobre árboles por Materna se midió la transferen-
cia de sulfuros y se encontró que el movimiento no sólo ocurría entre las
partes de una rama sino en el árbol entero (citados en Smith & Dochin-
ger 1976)

Absorción de ozono

Uno de los problemas principales originados por la contaminación


atmosférica en áreas urbanas es la contaminación causada por los oxi-
dantes fotoquímicos. Entre ellos, el ozono y el dióxido de nitrógeno son
capaces de causar efectos adversos en la salud y en el ambiente. A
través del control de los precursores –óxidos de nitrógeno y compuestos
volátiles orgánicos- puede lograrse una disminución de los oxidantes fo-
toquímicos en la atmósfera.

Sin embargo, la eficiencia del control de emisiones depende de la


relación entre contaminantes primarios y secundarios. Se ha encontrado
que la producción fotoquímica de ozono en áreas urbanas aumenta con
la emisión de NOx y es menos sensible a la emisión de ácidos volátiles
orgánicos (VOCs) (Sillman & Samson, citados en Mazzeo et al. 2005)
Por otra parte, en áreas de contaminación moderada, la sensibilidad del
ozono a la emisión de óxidos de nitrógeno depende de la estación del
año y de las tasas de emisión (Mazzeo et al. 2005)

En cuanto a los árboles, aunque la apertura y cierre de los esto-


mas depende naturalmente de las condiciones climáticas y de la especie,
el ozono se reporta como causante frecuente del cierre estomático (Tur-
ner) Los datos aportados por Rich en su investigación sobre legumino-
sas, sugieren que –en teoría- un plantel boscoso podría remover un oc-
tavo del contenido atmosférico de ozono en una hora reduciéndolo de 14
ppcm5 en la cima de las copas a 7 ppcm en la base, con evidente in-

47
5
ppcm: partes por cien millones
fluencia del aumento de la respiración sobre la toma de O3 (citados en
Smith & Dochinger 1976)

David Nowak dirigió un grupo de investigación que en el año 2000


evaluó la formación de ozono y su efecto acumulativo en 200 ciudades
del noreste de USA. Encontraron evidencia de que los árboles tienen un
efecto local positivo en reducir el ozono en las áreas urbanas pero tien-
den a elevar las concentraciones totales de la región (Nowak et al 2000
a)

Los datos más relevantes de esta investigación se resumen a con-


tinuación:

• Durante el día, la reducción del ozono local por aumento de la


cobertura arbórea (1 ppb) es mayor al incremento producido regio-
nalmente (0.26 ppb).

• El efecto físico de los cambios de vegetación son más importan-


tes que las interacciones químicas atmosféricas con VOCs emitidos
por los árboles urbanos.

• La deposición de contaminantes tiene importancia en la reduc-


ción del ozono pero este efecto disminuye a medida que aumenta la
profundidad de la capa límite.

• La deposición de NOx tiende a incrementar la concentración de


ozono nocturna.

• El efecto de reducción de la velocidad del viento horizontal que


ejercen los árboles tiende a incrementar la concentración de ozono
tanto local como regionalmente debido a la disminución de la dis-
persión de contaminantes en la atmósfera.

48
• El uso de especies de baja emisión podría ayudar a disminuir los
niveles de ozono en algunas áreas urbanas.

Absorción de NOx

Ha sido demostrada a través de estudios epidemiológicos la inci-


dencia adversa para la salud que tiene el contenido de dióxido de nitró-
geno en la atmósfera. Las plantas también son afectadas por la exposi-
ción a NOx, que causa disminución en la fotosíntesis neta, en la respira-
ción, en la actividad estomática, en las actividades enzimáticas y en el
crecimiento (Wellburn, citado en Takahashi et al. 2005)

Sin embargo, las plantas pueden aprovechar parte del nitrógeno


atmosférico y asimilarlo en compuestos nitrogenados a través del meca-
nismo primario de asimilación de nitrógeno, o a través de algún meca-
nismo diferente –aún no estudiado suficientemente- ya que se ha de-
mostrado que pueden resultar sustancias nitrogenadas alternativas (Mo-
rikawa, citado en Takahashi et al. 2005)

Algunos trabajos realizados con plantas cultivadas ya habían de-


mostrado esta teoría. En mediciones realizadas sobre alfalfa y avena, se
reportan diferencias en la toma de óxidos de nitrógeno según la concen-
tración de contaminantes en la atmósfera. La toma de contaminante
aparece como directamente proporcional a la concentración de óxidos de
nitrógeno en el rango de 0 a 24 ppcm. Sin embargo, a mayor tiempo de
exposición, la curva se mantiene lineal de 0 a 8 ppcm mientras que es no
lineal de 8 a 24 ppcm. La explicación podría ser que la tasa de absorción
del contaminante está limitada por la velocidad a la que el contaminante
es metabolizado, traslocado o removido de alguna otra forma del sitio de
absorción (Tingey, citado en Smith & Dochinger 1976)

También Porter demostró que el nitrógeno puede ser absorbido de


la atmósfera y utilizado por los vegetales: determinó que del N absorbido

49
por las plantas, 7 a 16% es traslocado a las raíces. Estos resultados su-
gieren que en elevadas concentraciones de N en el aire, y dependiendo
del balance de N en los tejidos, la presencia de este contaminante puede
resultar estimulante del crecimiento (citado en Smith & Dochinger 1976)

Los árboles como fuente


de emisión de contaminantes

Ácidos volátiles orgánicos

Los compuestos orgánicos volátiles (VOCs) emitidos naturalmente


pueden condensar y aglomerarse con otras partículas atmosféricas y
producir neblinas sobre la copa de los árboles, especialmente en verano.

Tanto los de origen natural como antrópico son, además, precur-


sores de la formación de ozono, lo que ha llevado a varios autores a
sostener que los árboles pueden llegar a aumentar el nivel de
contaminación del aire (Nowak, citado en Beckett et al 1998).

Tabla II f. Emisión global de ácidos volátiles orgánicos (VOCs) no


metánicos
Fuentes antropogénicas: 100 TgC/año
Energía (uso y tranferencia) 43
Quema de biomasa 45
Solventes orgánicos 15

Fuentes naturales: 1170 TgC/año


Emisiones de vegetación
Isoprene 500
Monoterpenos 125
Otros VOCs 520

Emisiones oceánicas 6-36


Fuente: Brasseur et al. 1998
50
Entre los autores que evaluaron el efecto contaminante de los
árboles se encuentran Chameides et al. (1988), que recomendaron con-
siderar los efectos de las sustancias hidrocarbonadas naturales en cual-
quier plan tendiente a reducir el ozono en la atmósfera urbana. En su
investigación, realizada en la ciudad de Atlanta (Estados Unidos), demos-
traron que los árboles pueden emitir cantidades significativas de este
tipo de sustancias, que afectan los niveles de ozono urbano. No tenerlas
en cuenta, aseguran, puede malograr las estrategias basadas solamente
en la disminución de fuentes antrópicas.

Sin embargo, investigaciones posteriores llegaron a la conclusión


de que estas emisiones naturales pueden ser compensadas a través de
la selección adecuada de especies.

Citando el mismo trabajo de Chameides, Nowak describe que la


emisión de contaminantes varía cuando se afecta el microclima urbano.
La desaparición simulada a través de un modelo del 20% de los árboles
en Atlanta llevó a un aumento del 14% en la formación de ozono (menos
cantidad de árboles resultó, finalmente, en un aumento de la tasa de
emisión de VOCs del stock remanente y de las fuentes antropogénicas
por efecto de la isla de calor) (Nowak 2000 a)

En trabajos similares realizados en California, los resultados fueron


aleatorios. Sin embargo, el modelo mostró que mejoraba la situación si
se plantaban más árboles de baja emisión de VOCs.

En resumen, si se compendian los resultados obtenidos sobre este


tema, puede concluirse que:

 Las emisiones de VOCs son dependientes de la temperatura. Al


incrementar la cobertura arbórea la temperatura del aire des-
ciende y esto puede ayudar a disminuir la emisión natural.

51
 Las emisiones de VOCs varían de especie a especie. Hay géne-
ros de mayor emisión: Liquidambar, Casuarina, Populus, Salix,
Platanus, Eucalyptus y Robinia

 Los árboles plantados en áreas de estacionamiento reducen las


emisiones de VOCs de vehículos livianos hasta 2% y alrededor
de 1% de las emisiones de NOx en el arranque. (Scott et al,
1999 citado en Nowak 2000 a )

 Las emisiones antrópicas de VOCs y el gasto de energía reali-


zado por los equipos de mantenimiento del arbolado deben ser
incluidos en todo balance costo-beneficio para poder llegar a
conclusiones ciertas.

 El resultado debe analizarse como una interacción de beneficios


del árbol: temperatura del aire, viento y mezcla de las capas de
la atmósfera afectan las concentraciones de ozono.

Liberación de pólenes

La producción de polen es otra fuente de partículas que puede ge-


nerar problemas de salud, especialmente a las personas alérgicas (aun-
que un conteo de polen inusualmente alto de 1000 granos/m3 constitui-
ría una masa de particulado de 14 µg/m3, lejos del límite sanitario pro-
medio diario de 50 µg/m3).

Durante el período de polinización de cada especie, las concentra-


ciones de polen aumentan con el incremento de la temperatura, en días
secos y soleados, y disminuyen con la lluvia o con el frío, con una mayor
concentración en las horas del mediodía en las que las temperaturas y la
turbulencia del aire suelen ser mayores que en la noche.

52
Tabla II g. Interpretación del conteo de granos de polen por metro cúbico de
aire y descripción de la sensibilidad en las personas

Conteo Nivel de peligro Susceptibilidad


(granos/m3)
0-14 Bajo solamente individuos extremada-
mente sensibles podrán experi-
mentar síntomas

15-89 Moderado muchas personas sensibles podrán


experimentar síntomas

90-1499 Alto casi todos los individuos con diver-


so tipo de sensibilidad podrán ex-
perimentar síntomas

>1500 Muy alto todos los individuos con cualquier


tipo de sensibilidad experimen-
tarán síntomas y los que son ex-
tremadamente sensibles tendrán
síntomas de gran severidad

Fuente: Estación Aerobiológica Buenos Aires

Figura II a. Presencia de polen en el aire urbano de la ciudad de Bue-


nos Aires (expresado en granos por metro cúbico)

Invierno

53
Primavera

En las áreas urbanas, la concentración de polen es mayor que en


las áreas rurales. La ciudad de Buenos Aires presenta diferentes concen-
traciones según la estación del año, con predominio de polen provenien-
te de árboles desde fines del invierno a mediados de la primavera. Las
especies de mayor presencia son ciprés (Cupressus sp.), fresno (Fraxi-
nus sp.), plátano (Platanus sp.), arce (Acer sp.) y morera (Morus sp.)
capaces de ocasionar molestias a las personas predispuestas (Estación
Aerobiológica Buenos Aires).

Verano

Fuente: Estación Aerobiológica Buenos Aires

54
Significación de los contaminantes
retenidos por los árboles en términos
de cantidades y económicos

Aunque mucha investigacion debería aún ser realizada, es ilustra-


tivo analizar a continuación los datos de la Tabla II h. en la que hemos
compendiado, sobre el trabajo de David Nowak, los resultados obtenidos
en 16 ciudades de diferentes sitios geográficos y con diferentes condicio-
nes climáticas sobre el total de contaminantes removidos por el arbolado
urbano y, como dato adicional, los montos en dólares que representa
este servicio ambiental.

Los valores monetarios de los contaminantes removidos por los


árboles se calcularon sobre la base de los valores de externalidad válidos
para los Estados Unidos, tal como se explica en la nota al pie de la Tabla
II h. Es claro para este trabajo que tales valores de externalidad difieren
según las características sociales y económicas de cada país y, más aún,
de cada ciudad. Sin embargo, se ha considerado útil tomar estas consi-
deraciones económicas a nivel ilustrativo y como orientación para inves-
tigaciones posteriores.

55
Tabla II h. Remoción total estimada (en toneladas) de contaminantes por el arbolado durante períodos secos y valor
monetario estimado (en dólares) para varias ciudades
Remoción de contaminantes ///// valor monetario
Ciudad CO NO2 O3 PM10 SO2 Total gr/m2 U$S U$S/ha2
1
de cobertura

Nueva York 67 364 536 354 199 1521 9.1 8.071.000 482
Atlanta 39 181 672 528 89 1508 12.0 8.321.000 663
Beijing, China na 132 256 772 101 1261 27.5 6.264.000 1223
Toronto, Canadá 33 199 405 284 77 997 7.7 5.512.000 425
Baltimore 9 94 223 142 55 522 9.9 2.876.000 545
Filadelfia 10 93 185 194 41 522 9.7 2.826.000 527
Washington 18 50 152 107 51 379 8.3 1.956.000 429
Boston 6 48 108 73 23 257 8.1 1.426.000 447
Woodbridge 6 42 66 62 15 191 10.8 1.037.000 586
San Francisco 7 25 47 42 7 128 9.0 693.000 486
Moorestown 2 14 43 38 9 107 10.1 576.000 541
Siracusa 2 12 55 23 7 99 6.6 568.000 378
Morgantown 1 5 26 18 9 60 7.5 311.000 387
Jersey City 2 9 13 9 5 37 8.4 196.000 445
Freehold 1 3 9 6 1 20 11.4 110.000 632
Fuenlabrada, España 0 2 3 3 0 8 10.6 48.000 640
Nota: Los valores monetarios de los contaminantes removidos por los árboles se calcularon en base a los valores de externalidad
válidos para los Estados Unidos (NO2: 6750/ton; PM10: 4500/ton; SO2: 1650/ton; CO: 950/ton según Murray, citado en Nowak
2006 // 1. Gramos de contaminante removidos promedio por año y por m2 de cobertura arbórea //2. Valor promedio en dólares
de la remoción de contaminantes por año y por hectárea de cobertura arbórea // Fuente: Nowak 2006b
48
Conclusiones

Las formas principales en las que se encuentran presentes los


contaminantes primarios y secundarios en la atmósfera urbana son el
material particulado y los gases.

Los árboles tienen estructuras morfológicas capaces de absorber y


retener parte de estos contaminantes, mejorando así la calidad del aire
y generando ingresos económicos (por disminución de costos) para los
organismos responsables de su plantación y mantenimiento.

Los árboles remueven la contaminación gaseosa del aire, prima-


riamente a través de los estomas de las hojas, aunque algunos gases
son removidos por la superficie de la planta . Una vez dentro de las
hojas, los gases se difunden dentro los espacios intercelulares y pueden
ser absorbidos por películas de agua para formar ácidos o reaccionar en
las superficies internas de las hojas.

Los árboles también eliminan contaminación interceptando partí-


culas transportadas por el aire. Algunas partículas pueden ser absorbidas
dentro del árbol, aunque la mayoría de las partículas interceptadas son
retenidas en la superficie de la planta.

Las partículas interceptadas, subsecuentemente pueden volver a


estar suspendidas en la atmósfera, lavadas por la lluvia, o caer al suelo
con las hojas, pecíolos y ramas finas. Consecuentemente, la vegetación
es a menudo solamente un sitio de retención temporal para las partículas
atmosféricas.

Una de las mayores preocupaciones al considerar a los árboles


como sumideros de contaminantes se relaciona con el destino y el
impacto de tales sustancias una vez transferidas de la atmósfera al
árbol. Este impacto varía y depende de la naturaleza del contaminante:
con sustancias como el ozono y algunos óxidos de nitrógeno en bajas
49
concentraciones, la conversión a sustancias no tóxicas sería
24
centraciones, la conversión a sustancias no tóxicas sería relativamente
rápida, sin daños significativos a las plantas.

En relación a materiales de efecto acumulativo, como los fluoruros


y metales pesados, su destino se vuelve particularmente crítico. Las llu-
vias actúan lavando y lixiviando las sustancias otra vez hacia el suelo.
Smith & Dochinger (1976) remarcan el hecho de que en ciudades donde
hay procedimientos de recolección de hojas secas en el otoño, el destino
de los contaminantes persistentes –en especial, los metales pesados-
debe ser considerado en la disposición final. Y, atinadamente, se pregun-
tan: Si se queman, ¿no vuelven a la atmósfera? Y si se entierran, ¿no
hay riesgo de que lleguen a las napas?

Este cuestionamiento, que lleva varias décadas, no ha encontrado


respuesta. La disposición final de los residuos urbanos sin clasificar in-
cluye, en la Ciudad de Buenos Aires por ejemplo, el barrido de hojas se-
cas que se mezcla con el barrido en general y se destina a relleno sanita-
rio. Sólo de la eficiencia de esta disposición depende que los metales pe-
sados retenidos en las hojas no vuelvan a las napas como parte de los
líquidos lixiviados.

50
25
Capítulo III

El arbolado y su influencia
en el balance de dióxido
de carbono

26
Introducción

Los gases que conforman la atmósfera “atrapan” el calor del sol


creando un efecto invernadero que hace posible la vida sobre la tierra
pero, debido a la actividad humana, se ha producido una acumulación de
estos gases con la consecuencia del aumento gradual de la temperatura
terrestre.

Las estimaciones más optimistas para el aumento de la tempera-


tura global promedio entre 1900 y 2100 es de 1 a 3.5ºC, la mayor tasa
registrada en los últimos diez mil años. Este calentamiento podría elevar
el nivel del mar en 15 a 95 cm, con gran efecto sobre las poblaciones
costeras que en la actualidad representan entre el 50 y el 70% de la po-
blación total. Es probable, además, que se incrementen la frecuencia y la
duración de eventos extremos como sequías e inundaciones, con mayor
humedad en el suelo durante el invierno en climas templados y mayor
escurrimiento superficial en la primavera (McPherson & Simpson 2000)

En el verano, el peligro de sequías extremas aumenta junto al


riesgo de dispersión de enfermedades que normalmente se circunscriben
a climas tropicales. Se proyecta, además, una mayor duración de las olas
de calor –con la consecuencia de más muertes por golpe de calor- y una
mayor formación de ozono troposférico a consecuencia de mayor activi-
dad fotoquímica alentada por la mayor temperatura.

Sin los humanos, la tierra mantendría un delicado equilibrio de los


gases de efecto invernadero, liberados y removidos de la atmósfera por
diferentes fuentes naturales. Por ejemplo, la descomposición natural de la
materia orgánica en bosques y pastizales libera cerca de 196.000 millones
de toneladas de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera pero esta libera-
ción está balanceada con la remoción natural que se realiza a través de di-
ferentes procesos físicos y biológicos y que retiene al carbono (C) en sus
sumideros naturales: el agua de mar y el crecimiento de los vegetales.

27
De manera que casi el 97% de las emisiones totales anuales de
dióxido de carbono ocurrirían aunque los humanos no estuviesen sobre
la superficie de la tierra. Pero el 3% de origen antrópico desbalancea el
efecto de los sumideros naturales. Las emisiones de dióxido de carbono
en los Estados Unidos aumentaron de 5000 a 5500 millones de toneladas
entre 1990 y 1996. La temperatura promedio del aire en la tierra ha au-
mentado de 0.3 a 0.6 ºC desde 1900 y sus consecuencias probables has-
ta el momento incluyen a los ya observados fenómenos de aumento del
nivel del mar, el derretimiento de glaciares y mayores temperaturas del
subsuelo (McPherson & Simpson 2000)

En ambientes urbanos, los gases producidos por la actividad


humana que más inciden sobre el efecto invernadero son el dióxido de
carbono y el metano: el primero, producido por la quema de combusti-
bles fósiles para la producción de energía y el funcionamiento de vehícu-
los; el metano, como residuo de la descomposición de la basura y efluen-
tes cloacales.

Los árboles como biotecnología


para la mitigación del cambio climático

El dióxido de carbono y su balance biológico

El arbolado puede disminuir el CO2 atmosférico de dos maneras.


En primer lugar, a medida que crecen los árboles tienen una tasa de ab-
sorción de CO2 mayor a través de la fotosíntesis que la liberación que
realizan a través de la respiración, con lo que el resultado neto es de re-
ducción del CO2 en la atmósfera. Por otra parte, los árboles plantados
cerca de los edificios disminuyen la demanda de calefacción y de refrige-
ración, reduciendo así las emisiones provenientes de las plantas genera-
doras de energía.

28
Por el lado negativo del balance, los vehículos y herramientas usa-
dos para los trabajos de mantenimiento del arbolado emiten CO2, mien-
tras que, eventualmente, todos los árboles mueren y todo el CO2 acumu-
lado a lo largo de su ciclo vital vuelve a la atmósfera a través de la des-
composición (aeróbica) de la materia orgánica.

Sin embargo, el arbolado es un importante sitio de almacenamien-


to del C cuando su plantación y su manejo se orientan al aumento de la
cobertura arbórea con estrategias que ayuden a la disminución del efecto
isla de calor y al ahorro de energía.

En Sacramento (California) se llevó a cabo un estudio que ayuda a


comprender estos efectos “opuestos” del arbolado urbano sobre las emi-
siones de CO2. Sus seis millones de árboles contribuyen a una reducción
anual de 335.000 toneladas de CO2, de las cuales 262.300 toneladas
permanecen almacenadas en los árboles. Es interesante destacar que del
total de la reducción anual, casi un 25% (83.300 toneladas) se atribuye
a la sombra de los árboles y a su efecto sobre edificaciones en la menor
utilización energética. El CO2 emitido por los trabajos de plantación,
mantenimiento y otras actividades relacionadas al arbolado es solamente
de 2 a 8% de la reducción anual mientras que la emisión por descompo-
sición de la madera alcanza a 1%. De manera que la emisión total de
CO2 en el Condado de Sacramento –atribuible al arbolado- es menor a
10.600 toneladas anuales (McPherson 1998)

Secuestro y almacenamiento de dióxido de carbono

El secuestro de dióxido de carbono refiere a la tasa de absorción


de C durante una estación de crecimiento, en la biomasa aérea y sub-
terránea. Durante la fotosíntesis, el CO2 atmosférico entra a las hojas a
través de los poros superficiales, se combina con agua y se convierte en
celulosa, azúcares y otros materiales en reacciones químicas catalizadas
por la luz solar. La mayor parte de estas sustancias se transforma en
madera pero una parte vuelve a la atmósfera en la respiración o como
descomposición de las hojas que caen.
29
El secuestro depende del crecimiento y la mortalidad del árbol, por
lo que su balance final estará influido por la composición específica del
arbolado, la estructura etaria y el estado fitosanitario. Los árboles recién
plantados acumulan CO2 rápidamente por varias decenas de años; luego,
esta velocidad declina. Los arbolados viejos pueden emitir tanto CO2 a la
atmósfera como el que secuestran por nuevo crecimiento. Por otra parte,
en situaciones de estrés como la sequía en climas cálidos, los árboles
pierden parte de su capacidad de absorción de CO2, al cerrarse los esto-
mas como mecanismo de defensa contra la pérdida de agua. Los árboles
vigorosos, por tanto, absorben mucho más CO2 que los enfermos o estre-
sados.

Para los trabajos realizados en Chicago por Nowak, los árboles


grandes y sanos secuestran alrededor de 93 kg de C por año mientras
que los árboles pequeños, con menos de 6 cm de DAP, sólo retienen 1 kg
en el mismo lapso. El secuestro neto anual de los árboles en el área de
Chicago es de 140.600 toneladas de C e iguala a la cantidad de carbono
emitida por el transporte en una semana (Nowak 2006b)

El almacenamiento es la cantidad de C retenida en los árboles a lo


largo de su vida útil. Todos los árboles urbanos de los Estados Unidos
almacenan actualmente 700 millones de toneladas de carbono, con una
tasa bruta de secuestro de 22.8 millones de toneladas de C por año. El
total estimado de almacenamiento de carbono por los árboles urbanos de
Estados Unidos equivale a las emisiones de su población en cinco meses
y medio mientras que el secuestro anual de carbono por sus árboles es
equivalente a las emisiones de cinco días del total de su población (No-
wak & Crane, citado en Nowak 2006b)

El promedio nacional de la densidad de almacenamiento de carbo-


no en los árboles urbanos para Estados Unidos es de 25.1 toneladas/ha
de cobertura arbórea mientras que en los bosques tal promedio llega a
53.5 toneladas/ha. Dada la mayor densidad de plantación, el bosque ru-
ral secuestra mayor cantidad de carbono por unidad de superficie; sin

30
embargo, el árbol urbano, por su mayor tasa de crecimiento, tiene ma-
yor capacidad de secuestro si se estima la cantidad por individuo (Jo &
McPherson, citado en McPherson & Simpson 2000)

Analizados los anillos de crecimiento como forma de evaluar la ve-


locidad de crecimiento, se encontró que los árboles chicos, de 8 a 16 cm
de DAP6 pueden secuestrar 16 kg CO2 /año mientras que los más gran-
des, en su máxima velocidad de desarrollo, pueden alcanzar los 360 kg
CO2/año (Nowak 1994, citado en McPherson & Simpson 2000)

Tanto la absorción como el secuestro de carbono resultaron mayo-


res en ciudades con mayor cobertura arbórea y en forestaciones con ma-
yor proporción de árboles grandes (de primera magnitud) y/o sanos. Los
árboles grandes y sanos con diámetros de tronco mayores a 77 cm se-
cuestraron casi 90 veces más carbono que los árboles pequeños y sanos,
con diámetros de hasta 8 cm.

Tabla III a. Carbono almacenado y carbono secuestrado anualmente por


árbol según el DAP en la ciudad de Brooklyn (Estados Uni-
dos) -Cantidad total de árboles: 610.000 ejemplares
C almace-
C secues-
nado por
trado por
Diámetro % de la árbol
cantidad de árbol
(cm) población ejemplares (kg) (kg/año)
0-15.25 44,4 270840 29 3,8
15.25-
30.5 28,2 172020 241,3 13
30.5-45.7 11,9 72590 702,3 23,8
45.7-61 9 54900 1579,7 42,9
61- 76 2,5 15250 1528,6 28,5
>76 4 24400 4539,4 87,9
Fuente: Nowak et al. 2000 b
Por otra parte, los árboles más grandes absorbieron 1000 veces más
carbono que los árboles más jóvenes y aquellos con mayor ciclo de vida
(más longevos) tuvieron el mayor efecto positivo sobre el balance emisión-

6
DAP: diámetro medido a la altura del pecho (1.37 m)
31
secuestro de carbono, por requerir de menor frecuencia proporcional de
trabajos de remoción y mantenimiento (Nowak & Crane 2002)

Aunque los árboles con alta tasa de crecimiento acumulan mayor


cantidad de CO2 que los de crecimiento lento, esta ventaja puede perderse
si el árbol muere rápidamente. Los árboles más longevos tienen una tasa
de secuestro inicial menor pero mayores niveles totales de almacenamiento
de C. Por ejemplo, un álamo blanco (Populus alba) de crecimiento rápido,
acumula en 30 años de vida 2460 kg CO2 mientras que un arce azucarero
(Acer saccharinum) de crecimiento más lento, acumula 3225 kg en sus 60
años de vida. De manera que la supervivencia del árbol es una característi-
ca que influye en gran medida sobre el almacenamiento de C.

Los árboles recién plantados pueden tener tasas de muerte del 10 al


30% en los primeros cinco años7 y de 0.5 a 3% por año en los años subsi-
guientes. De ahí que una de las claves para maximizar el almacenamiento
de C sea la selección de especies longevas, bien adaptadas al sitio de plan-
tación (una especie no conveniente muestra crecimiento lento, síntomas de
estrés o muere a edad temprana)

En un árbol típico, la distribución del CO2 almacenado es de 51% en


el tronco, 30% en las ramas y 3% en el follaje (Birdsey, citado en McPher-
son & Simpson 2000) Entre el 18 y el 24% del CO2 almacenado en un árbol
adulto se encuentra en las raíces, con un 15 a 20% del C en las raíces
gruesas (> a 2mm de diámetro) y un 2 a 5% en las raíces más finas.

La cantidad de CO2 almacenado en cualquier momento por los ejem-


plares del arbolado urbano es proporcional a la biomasa y es influenciada
por la cobertura arbórea existente, la densidad de plantación y la distribu-
ción de diámetros de tronco de los árboles que lo conforman (McPherson,
citado en McPherson & Simpson 2000) Por ejemplo, en una ciudad densa-
mente arbolada como Sacramento, California, el almacenamiento anual de

7
La tasa del 30% de mortalidad es la más cercana a la realidad de la Ciudad
de Buenos Aires. (NA)
32
CO2 es de 172 ton/ha mientras que en una con menos árboles, como Oa-
kland, California, es de 40 ton/ha.

Disminución de emisiones de dióxido de carbono por ahorro


de energía

La sombra de los árboles reduce la necesidad de refrigeración pero


puede aumentar la demanda de calefacción si los árboles interceptan el sol
durante el invierno. Si se plantan especies equivocadas en sitios equivoca-
dos puede incrementarse el requerimiento energético, ya que la sombra
incide en los gastos más que la evapotranspiración y la disminución de la
temperatura del aire, factores menos ciertos en las mediciones.

Se ha medido, tanto a campo como con modelos de simulación, el


posible ahorro de energía a partir de la correcta plantación de árboles. En
una simulación realizada en tres ciudades de Estados Unidos (Sacramento,
Phoenix y Lake Charles), se encontró que tres árboles bien situados alrede-
dor de una residencia energético-eficiente, llegaron a cortar los gastos por
refrigeración en 25 a 43% anual, con 12 a 23% de reducción en los picos
de demanda (Huang et al, citado en McPherson & Simpson 2000)

Sobre la base de un solo árbol, se realizaron simulaciones en doce


ciudades estadounidenses y se concluyó que un ejemplar adulto bien ubica-
do, de 8 m de altura, podría disminuir el gasto de energía de refrigeración
en 100 a 400 Kw anuales (10 a 15%) con disminuciones en el pico de de-
manda de 0.3 a 0.6 Kw (8 a 10%) (McPherson & Rowntree, citado en
McPherson & Simpson 2000)

James Kielbaso, en sus estudios tendientes al diseño de políticas


públicas, cree firmemente en la función del arbolado como biosumidero
(Kielbaso 2002) Sostiene que una de las funciones ambientales principales
de árboles bien plantados, es la de reducir el gasto de energía necesaria
para calefaccionar y/o refrigerar las construcciones hasta en un 50%, con lo
que se podrían pagar los costos de plantación en 1 a 3 años y se reduciría
la emisión de CO2 por la menor generación energética. Según el autor, un

33
solo árbol urbano equivale a quince árboles rurales en cuanto a la reducción
de CO2 liberado a la atmósfera.

Al considerar ahorros de energía deben relacionarse con el tipo de


edificio, ya que aquellos con diseño constructivo de mayor aislamiento
térmico resultarán en menores ahorros que otros en los que la transferen-
cia del calor se de principalmente por infiltración y conducción.

Finalmente, el tipo de combustible utilizado para la producción de


energía y el clima de la región de que se trate, influirán sobre la liberación
de CO2 a la atmósfera y, por tanto, sobre el ahorro posible.

Por lo tanto, los grandes ahorros de gas natural para calefacción ob-
tenidos a partir de la plantación en el lado más frío de los edificios suelen
traducirse en ahorros pequeños en las emisiones de CO2 con respecto al
ahorro posible de emisiones por no uso de electricidad en los sistemas de
refrigeración. A manera de conclusión, los mayores ahorros de energía me-
diante la acción del arbolado urbano –y, como consecuencia, la mayor re-
ducción de emisiones de CO2- se darían en climas con estación cálida pro-
longada y en ciudades que cuenten con gran cantidad de edificios refrigera-
dos artificialmente mediante aparatos eléctricos.

Relación entre el arbolado


y la liberación de dióxido de carbono

Los árboles que mueren y caen en un bosque pueden demorar de


30 a 60 años en desaparecer completamente, mientras el carbono es
liberado para formar parte del humus del suelo, de organismos descom-
ponedores y de la atmósfera. Las raíces finas se descomponen más rápi-
do que las gruesas pero se estima que sólo un 20% del C almacenado en
las raíces (del 18 al 24% del total contenido) es liberado a la atmósfera
mientras que el resto pasa a formar parte de otras sustancias carbona-
das que quedan fijadas al suelo (Powers, citado en McPherson & Simpson
2000)

34
Los árboles urbanos se retiran inmediatamente de su sitio cuando
mueren8. Troncos y ramas pueden reciclarse en chips para mulching o
compostaje, se pueden vender como leña o utilizar para manufacturas de
madera, muebles, herramientas, etc. Los restos más chicos suelen en-
viarse a rellenos sanitarios o quemarse. De esta manera, la liberación del
CO2 a la atmósfera es modificada por la intervención del hombre y ad-
quiere una tasa que varía con las características de la propia madera, su
destino (picado, entera o quemada) y las condiciones locales de suelo y
clima.

La quema de los restos devuelve el CO2 almacenado a la atmósfe-


ra casi completamente. La descomposición en rellenos sanitarios puede
llevar décadas mientras que, si se utiliza la madera en otros enseres,
puede sobrevivir sin descomposición otros 50 años en promedio. La ma-
dera chipeada o compostada se descompone con relativa rapidez al ser
utilizada, especialmente con riego y fertilización.

La cantidad de CO2 liberada por descomposición de restos de poda


depende de la frecuencia con que se realizan tales trabajos. Cuando las es-
pecies están bien seleccionadas para el sitio, la necesidad de poda es me-
nor y disminuye, por tanto, la tasa de liberación.

La combustión de los vehículos y herramientas utilizados en los


trabajos de mantenimiento (camiones, grúas, chipeadoras, tráileres, mo-
tosierras, sopladoras, etc.) es otra fuente de liberación de CO2 a la
atmósfera no suficientemente estudiada. Mediciones realizadas en 1996
(McPherson, citado en McPherson & Simpson 2000) determinaron que el
equipo de trabajo de mantenimiento de los árboles de la ciudad de Sa-
cramento, California, liberó 1720 toneladas de CO2 mientras que para

8
En la Ciudad de Buenos Aires, estas tareas no suelen ser tan eficientes: algunos árboles
muertos permanecen por largo tiempo en su sitio. La madera utilizable suele ser destina-
da a leña y, en ocasiones, es vendida fuera del circuito “legal”. Los restos de poda deben
ser destinados al picado y compostaje, según las regulaciones existentes. Sin embargo,
se han detectado cargas de restos de poda destinadas a relleno sanitario. Como no existe
un control ajustado de tales actividades, es difícil establecer los porcentajes de carbono
que volverán a la atmósfera como CO2 (como resultado de su descomposición aeróbica) o
como sustancias orgánica que contienen carbono, como el metano (CH4)
originado en la descomposición anaeróbica propia del
proceso de relleno sanitario (NA)
35
mantener el arbolado de todo el condado (6 millones de árboles) se libe-
raron a la atmósfera 9422 toneladas de CO2. Esto representó aproxima-
damente un 3% del total del CO2 secuestrado y/o ahorrado anualmente
por el arbolado urbano de la región. En diferentes trabajos de investiga-
ción se ha tomado como una cifra aceptable de liberación de CO2 durante
los trabajos de plantación y mantenimiento –y otras actividades relacio-
nadas- del 1 al 5% de las reducciones anuales obtenidas a través del
secuestro y el ahorro de energía.

Reducción neta del dióxido de carbono en la


atmósfera urbana

La ecuación para obtener la reducción neta de CO2 atmosférico a


través del arbolado urbano es:

Beneficio neto en CO2= (CO2 secuestrado + CO2 evitado) –


CO2 liberado

Los términos de la ecuación podrían ser definidos como sigue:


 CO2 secuestrado: CO2 absorbido anualmente por los árboles
para su transformación y utlización
 CO2 evitado: CO2 que no es emitido a la atmósfera por aho-
rro energético, por eficiencia en la disposición final de los ejem-
plares muertos o por mayor eficiencia en las herramientas utiliza-
das en los trabajos referentes al arbolado.
 CO2 liberado: CO2 emitido a la atmósfera por trabajos de
mantenimiento y disposición final y por la descomposición del
material vegetal.

La reducción neta anual de CO2 para las regiones de Sacramento


(California) y Chicago (Illinois) obtenida gracias al arbolado urbano es de
304000 ton/año (1.2 ton/ha) y 516000 ton/año (1.5 ton/ha) respectiva-
mente. El CO2 emitido como subproducto del consumo de los habitantes
del Condado de Sacramento es de 17 millones de toneladas anuales, con

36
lo que el reducido por los árboles urbanos equivale a 1.8% (Nowak et al.
2002)

En Sacramento, los árboles urbanos almacenan 8 toneladas métri-


cas de CO2 (equivalentes al 50% de las emisiones regionales anuales)
mientras que el arbolado urbano de Chicago almacena 20 toneladas
métricas, equivalentes a la cantidad emitida por sus residentes en sólo
cinco meses, incluyendo al transporte (Nowak, citado en McPherson &
Simpson 2000) La diferencia refleja la variación regional de modelos de
sociedades, de tipos de consumo, de clima y de utilización de la energía,
al mismo tiempo que una diferente composición y estructura del arbola-
do urbano.

Dentro de la Ciudad de Buenos Aires, Seoane & Faggi realizaron


un cálculo del CO2 no emitido por el arbolado de un área correspondiente
al barrio de Flores. Utilizando el modelo de McPherson & Simpson
(1998), categorizaron 15856 árboles por tamaño y persistencia del folla-
je y calcularon la cantidad de CO2 no emitido, considerando el total se-
cuestrado, el liberado y los ahorros energéticos logrados en refrigeración
y calefacción. En un lapso de 40 años, concluyen, el arbolado secues-
trará 14792,12 ton. de C (Seoane & Faggi 2005)

37
Tabla III b. Secuestro y almacenamiento de carbono total anual en el arbolado y secuestro y almacenamiento por ejemplar en
diferentes ciudades estadounidenses y comparación teórica con Buenos Aires.

Canopia por hectá-

de C total anual en
Árboles por hectá-
Superficie (Km2)

cantidad total de

Almacenamiento

Almacenamiento
Secuestro bruto

Secuestro bruto
Secuestro neto

Secuestro neto
anual de C por

anual de C por

anual de C por
Cobertura por
árbol (m2)

anual de C

anual de C

árbol (kg)

árbol (kg)

árbol (kg)
toneladas
Población

rea (m2)
árboles
Ciudad

rea
New York 1214 24112176 5212000 65 2100 32 1225200 38400 20800 235 7,4 4

Atlanta 343 4708297 9415000 276 3684 13 1220200 42100 32200 129 4,5 3,4

Sacramento 257 2103956 1733000 73 1303 18 1107300 20200 na 642 11,6 na

Chicago 606 11318384 4128000 68 1100 16 854800 40100 na 208 9,8 na

Baltimore 238,5 2178000 2835000 136 2528 19 528700 14800 10800 186 5,2 3,8

Philadelphia 349 5951797 2113000 62 1565 25 481000 14600 10700 227 6,9 5

Boston 232 5809111 1183000 83 2230 27 290000 9500 6900 245 8,1 5,9

Syracuse 25 162835 891000 137 2430 18 148000 4700 3500 167 5,3 3,9

Toronto, Canadá 630 8503281 7542000 119 na na 900600 36600 28300 119 4.8 3.7

San Francisco 121 6253311 668000 55 na na 176000 4600 4200 263 6.9 6.3

63
Canopia por hectá-

de C total anual en
Árboles por hectá-
Superficie (Km2)

cantidad total de

Almacenamiento

Almacenamiento
Secuestro bruto

Secuestro bruto
Secuestro neto

Secuestro neto
anual de C por

anual de C por

anual de C por
Cobertura por
árbol (m2)

anual de C

anual de C

árbol (kg)

árbol (kg)

árbol (kg)
toneladas
Población

rea (m2)
árboles
Ciudad

rea
Beijing, China 16801 17430000 2383000 1.5 na na 224200 11400 na 94 4.8 na

Oakland 202,4 411755 1588000 120 2117 18 146000 na na 92 na na

Jersey City 54,7 239614 136000 36 1140 32 19300 800 600 139 5,8 4,2

BUENOS AIRES
203 3027000 500000 24 432 18 130000 4000 2500 260 8 5
Fuente:
elaboración
propia
Nota: sólo se considera para Buenos Aires el arbolado de alineación y el de plazas y parques públicos (estimado, ya que no se cuenta con
censos totales) Las cifras obtenidas son especulativas, relacionándolas con arbolados de similar estado y categoría etaria.
Fuente: Elaboración propia sobre Nowak 2002 y Nowak 2006 b.

64
Criterios para la selección de especies
sobre la base de su habilidad de absorción
y secuestro de carbono

Para decidir si es viable reducir las emisiones de dióxido de carbo-


no a través del incremento de biomasa vegetal, deben considerarse al-
gunas características de las plantas: sería lógico utilizar aquellas espe-
cies que fijen la mayor cantidad de carbono o que tengan el mayor po-
tencial de fotosíntesis. La tasa de secuestro de C depende de la especie y
del sitio de plantación, tipo de suelo y clima.

La primera característica considerada al elegir una especie debe


ser la adaptabilidad al sitio. Luego debe tenerse en cuenta que la eficien-
cia dependerá del balance costo-beneficio de la plantación ya que los
árboles son sumideros o emisores de C dependiendo de los cambios ne-
tos de biomasa que son capaces de producir. Más carbono es absorbido
que emitido mientras el factor incremental de crecimiento exceda al de
decadencia sumado a la emisión de CO2 por las herramientas y vehículos
utilizados en los trabajos de plantación y mantenimiento del arbolado
(Nowak et al 2002)

El concepto de “último punto positivo”

La inversión en forestación como forma de secuestrar C de la


atmósfera y mitigar el calentamiento global resultará una solución tem-
poral y limitada, salvo que se proceda a elegir las especies sobre la base
de su comportamiento como elementos de un sistema completo de servi-
cio ambiental. Sin embargo, deben tenerse en cuenta los beneficios adi-
cionales de la plantación de árboles ya que es en el balance final donde
puede darse una opinión concluyente.

40
Los factores críticos de manejo del arbolado urbano, a fin de lo-
grar que se comporte eficientemente como biosumidero, son: la compo-
sición específica del arbolado, el ciclo de vida de los ejemplares, el tipo
de trabajos de mantenimiento realizados, la descomposición del material
muerto y la conservación de la energía.

Para igual especie, el balance de C dependerá del nivel de mante-


nimiento y del tipo de maquinaria utilizada para realizarlo. Con maquina-
rias que utilicen combustibles fósiles podría darse que, eventualmente,
fuera liberado a la atmósfera más C que el que es capaz de secuestrar el
árbol. El punto en el que las emisiones de C totales se vuelven mayores
que el C total secuestrado se denomina último punto positivo (UPP)
(Nowak et al. 2002) y varía de acuerdo a la especie, las actividades de
mantenimiento y la disposición o reutilización de la madera una vez
muerto el árbol.

Cuanto mayor es el UPP, más benéficas son las especies o las


actividades de mantenimiento realizadas sobre ellas para la reducción del
C atmosférico. El objetivo de los programas de mantenimiento del
arbolado debe ser alejar lo más posible en el tiempo –o, mejor aún, no
alcanzar nunca- el último punto positivo del carbono.

Influencia de los trabajos de manteni-


miento

La única forma de hacer sumar positivamente los trabajos de


mantenimiento del arbolado al balance del C es cuando son realizados
para prolongar el ciclo de vida del árbol (Tabla III c.) La programación de
los trabajos a realizar sobre el arbolado que se basa sobre la prolonga-
ción de la vida útil de los ejemplares se convierte así en una herramienta
imprescindible para quienes diseñan las políticas de manejo.

41
Tabla III c. Efecto del mantenimiento y el ciclo de vida so-
bre el UPP
Estimaciones realizadas para Acer rubra (arce rojo)
en dos escenarios posibles: arce rojo con ciclo de vi-
da de 40 años en el que no influye el mantenimiento
y arce rojo con ciclo de vida prolongado gracias al
mantenimiento.

UPP
Mantenimiento Sin efecto en el ciclo Ciclo prolongado (*)
Mínimo 680 años 100 años
(17 generaciones) (5 generaciones)
Moderado 360 años 360 años
(9 generaciones) (9 generaciones)
Intenso 240 años 540 años
(6 generaciones) (9 generaciones)
Fuente: Nowak et al. 2002
(*) mantenimiento mínimo: 20 años de ciclo de vida; mantenimiento
moderado: 40 años de ciclo de vida; mantenimiento intensivo: 60 años
de ciclo de vida

Los trabajos de mantenimiento –por ejemplo, el riego- realizado


en etapas tempranas pueden ayudar a un balance positivo de carbono al
prolongar la vida del árbol, dado que los porcentajes de mortalidad en
árboles recién plantados son bastante altos. La poda de árboles ya esta-
blecidos –aunque pueda ser requerida por cuestiones de seguridad u
otras razones- conduce a un balance de carbono menos positivo. La poda
de ejemplares jóvenes, sin embargo, podría reducir la necesidad de poda
a medida que el árbol llega a adulto, aunque es difícil determinar en qué
medida la poda puede –si lo hace- alargar la vida del árbol.

Aspectos económicos
del balance de carbono

Como consecuencia de todos los conceptos ya vertidos, el balance


del carbono tiene un aspecto económico de gran importancia que debe ser
analizado en términos de una relación costo-beneficio.

42
Tal relación está descripta por Melissa McHale en su investigación so-
bre la posibilidad de obtener bonos de carbono por el arbolado urbano
(McHale et al 2007) A manera de resumen, podrían diagramarse las varia-
bles que influyen sobre la absorción y secuestro de carbono por parte del
arbolado urbano con el fin de determinar su conveniencia económica, de la
manera descripta en la figura III a.

La tasa de acumulación de C, una variable controlada por el sitio de


plantación y el clima del lugar, es la que tiene mayor influencia sobre el
balance costo-beneficio. Esencialmente, las áreas con estación de creci-
miento larga (superior a los 240 días) demostraron una mayor chance de
resultar eficientes en costos.

Figura III a. Variables que inciden en el balance costo-beneficio de la


plantación de árboles en relación con el almacenamiento de
carbono atmosférico.

Variables in- Principales medi- Variables


fluenciadas por das de la relación asociadas a
las decisiones costo/beneficio la zona y al
de manejo
crecimiento

Costo
 Costos de plan- total  Tasa de se-
tación cuestro /
 Costos de man- asimilación
tenimiento  Tasa de des-
composición
Carbono
total alma-  Nivel de
 Tamaño adulto manteni-
cenado
 Tasa de super-
vivencia
 Población cadu-
ca o perenne Variables locales
Reducción en
las emisiones
 Distancia a las cons- de CO2  Factores de
trucciones relacionadas a emisión de
gasto energé-
 Cantidad de ejempla- aparatos de
tico calefacción y
res caducos
 Cantidad de ejempla- aire acondi-
res perennes cionado
 Sombreado sobre edi-
ficaciones

Costo por tonelada


de CO2 atmosférico
Fuente: McHale et al. 2007 reducida
43
La segunda variable en importancia en este análisis resulta la co-
bertura arbórea existente en el área analizada, ya que el agregado de
árboles baja en eficiencia a medida que es mayor la cobertura ya esta-
blecida.

La edad madura de los árboles fue la tercera variable en importan-


cia: los árboles más grandes fueron capaces de acumular más C y tuvie-
ron un mayor efecto sobre el microclima que los árboles más chicos, re-
sultados que coinciden con todos los trabajos que han analizado la selec-
ción de especies para lograr mejor manejo del agua de escurrimiento y
mayor retención de contaminantes atmosféricos (McHale et al. 2000) Por
lo tanto, seleccionar especies de mayor tamaño es una medida favorable
al balance económico del carbono, asumiendo que no existen limitacio-
nes de espacio de crecimiento.

Dado que los árboles son una inversión a largo plazo, las decisio-
nes deberían tomarse sobre la base de un enfoque sistemático y consis-
tente que analice el flujo de reducción y emisión de CO2 y los costos
consecuentes, a lo largo de toda la duración del plan.

Típicamente, los costos son mayores en las primeras etapas,


cuando los árboles son comprados, plantados y establecidos y los benefi-
cios en reducción de CO2 son mayores tiempo más tarde, cuando los
árboles están en crecimiento pleno y lo suficientemente grandes como
para proveer sombra, enfriamiento por evapotranspiración y disminución
de la velocidad del viento (McPherson & Simpson 2000)

En los trabajos realizados en Estados Unidos por Akbari, en los


que tras censar varias ciudades se modeló el total del país y su arbolado
urbano, se concluyó que la plantación de cien millones de árboles en si-
tios orientados de manera de sombrear las construcciones en verano y
reducir el frío del invierno, ahorraría 22.000.000.000 Kw/año (equivalen-

44
tes a u$s 2.300.000.000) y dejarían de emitirse 9.000.000 tn/año de
CO2 a la atmósfera (Akbari 1988)

Conclusiones

Todos los trabajos revisados concluyen que los árboles urbanos


pueden mitigar los efectos de las emisiones antrópicas de dióxido de
carbono (CO2) a la atmósfera, en proporción aún mayor a la de los árbo-
les rurales, dada su mayor velocidad de crecimiento, la mayor proporción
de árboles de gran tamaño y sus posibles efectos secundarios en la re-
ducción del gasto de energía, aún teniendo en cuenta que los trabajos de
mantenimiento necesarios para el arbolado en las ciudades pueden redu-
cir este efecto mitigante.

El secuestro anual de carbono aumenta con árboles en activo cre-


cimiento, mientras que el almacenamiento depende del tamaño adulto y
del largo del ciclo de vida: a árboles más grandes y más longevos, mayor
almacenamiento de carbono.

Los trabajos de mantenimiento que ayuden a los árboles a aumen-


tar su longevidad resultan positivos para el balance de carbono mientras
que los destinados a la remoción de los árboles o a la poda de rejuvene-
cimiento resultan negativos para tal balance. Dado que las especies más
longevas, de mayor adaptabilidad al sitio urbano de crecimiento y más
resistentes al estrés ambiental por calor y sequía y al ataque de plagas y
enfermedades requieren de menor mantenimiento, serán las que deben
elegirse en función de obtener un balance de carbono positivo para la
calidad del aire.

45
Capítulo IV

El arbolado público y
la contaminación
en la ciudad de Buenos Aires

46
Introducción

El desarrollo y el crecimiento urbano traen, especialmente en las ciu-


dades latinoamericanas, una disminución en la disponibilidad de elementos
vitales como la vegetación en espacios verdes, el aire limpio y el agua. Para
poder llegar a un equilibrio, aunque sea frágil, del ecosistema urbano, estos
elementos deben ser recuperados y sostenida su provisión en el tiempo
(Barreiro 2007)

La proporción de áreas verdes en las ciudades del mundo es muy va-


riable. Bratislava, la capital de Eslovaquia, tiene un 60% mientras Madrid,
capital de España, sólo cuenta con un 5% de áreas verdes públicas. Copen-
hague, Dinamarca, sostiene por administración gubernamental un 23 % de
espacios verdes que significan 43 m2 por habitante, un parque infantil
público por cada 459 niños y 48 árboles de alineación por cada mil metros
de calles municipales (Nilsson et al. 1997)

En América Latina, la variabilidad también es grande: 2,2% en la


ciudad de México DF (que significan 1,94 m2 por habitante), más de 1000
has. (3.1%) que representan 7,5 m2 por habitante en Quito, Ecuador o, la
ciudad de Buenos Aires, con 5,2 % representadas por 1200 has. resultando
en casi 4 m2 por habitante (incluyendo en la estadística a las zonas de re-
serva natural). Si no se incluye a las reservas naturales, el promedio por
habitante de la ciudad de Buenos Aires baja a 1,17 m2 y, si se abarca el
área metropolitana, con más de 12 millones de habitantes, la superficie
verde por habitante es de 0,8 m2.

Culturalmente se aceptan niveles de contaminación más altos a los


deseables, tanto acústica como atmosférica y suele haber una carencia de
medidas preventivas: la mayoría de las políticas públicas en esta área se
diseñan como respuesta a situaciones extremas o de riesgo, cuando los
parámetros de análisis se ven empañados por la urgencia (Barreiro 2007)

47
En este contexto, el arbolado es uno de los elementos urbanos de al-
ta inestabilidad, por su condición de sistema biológico sometido a una ex-
posición crónica a condiciones rigurosas por prácticas culturales y aconte-
cimientos ambientales en situación de indefensión (Barreiro 2007)

La ciudad de Buenos Aires no es una excepción. Se conoce bien el


valor del arbolado urbano desde las perspectivas estética y social. Sin em-
bargo, menos se ha considerado su papel como regulador ambiental de las
condiciones adversas para la vida que se dan en las ciudades.

En el compendio realizado por Ruiz Pérez et al. sobre el servicio am-


biental brindado por un bosque, encontramos algunos conceptos de índole
económica aplicables al arbolado urbano, que nos han parecido útiles en la
valoración general del recurso. En dicho contexto, Pearce y Turner (citados
en Ruiz Pérez 2007) establecen un marco de valoración total basado en la
distinción entre valor de uso (actual y de opción futura) y valor de no
uso (existencia), un aspecto que había sido ignorado en los análisis
económicos clásicos.

Figura IV a. Valor económico total del arbolado urbano


VALOR ECONÓMICO TOTAL

VALOR DE USO VALOR DE NO USO

Directo Indirecto Opción Legado Existencia

Madera Funciones Biodiversidad Hábitat Valores cultu-


No madera- ecológicas rales, estéticos
bles Hábitat Protección con- y emocionales
Educación Protección tra cambios
Ocio de cuencas Posibles irreversibles
Hábitat usos futuros
humano Efectos directos e
climáticos indirectos

Fuente: Ruiz Pérez et al. 2007

48
La sociedad que habita la ciudad de Buenos Aires reconoce pocos
de estos valores del arbolado. Del mismo modo se han comportado
históricamente sus gobiernos. En el discurso de los especialistas y, aún
de los planificadores urbanos, se mencionan con frecuencia aquellos va-
lores de no uso relacionados con su mérito cultural y estético y, de
manera novedosa, se mencionan parcialmente sus valores de uso rela-
cionados a la función ecológica. En ningún proyecto relacionado al arbo-
lado público se ha mencionado, hasta el momento, el servicio ambiental
que ocupa a este trabajo: la disminución de la contaminación atmosféri-
ca a través de la plantación de árboles.

Es parte de la obligación del gobierno de una ciudad la educación


de los ciudadanos con respecto a los valores de su patrimonio público,
función que debería formar parte de todo programa de arbolado racional
que se diseñe como política pública.

El arbolado de
la Ciudad de Buenos Aires

El arbolado de Buenos Aires, con una cuantía aproximada a 370.000


ejemplares en alineación, no ha contado en el último siglo con planes de
arbolado consistentes, especialmente en cuanto a la selección de espe-
cies y a su posterior formación y mantenimiento. Aún así, cuenta con
calles magníficamente arboladas (la mayoría con ejemplares que superan
los 100 años de edad) que la caracterizan y le dan un alto valor estético.

El último censo sobre el arbolado de alineación de la ciudad fue realizado


en el año 2001. Los datos que figuran a continuación podrían haber
cambiado levemente en la tendencia de composición específica pero sir-
ven a los objetivos de este trabajo.

49
Tabla IV a. Composición del arbolado de alineación de la Ciudad de Buenos Aires
/ Total de árboles censados: 356.794

ESPECIE NOMBRE VULGAR PORCENTAJE DE


LA
POBLACIÓN
Fraxinus sp. fresno 44.8%

Platanus x acerifolia plátano 9.6%

Melia azedarach paraíso 8.5%

Ligustrum lucidum y Ligustrum ligustro y ligustro discipli- 6.5%


lucidum ‘Aurea’ nado
Tilia americana y Tilia cordata tilo 4.0%

Ficus benjamina ficus 3.3%

Acer negundo arce 2.9%

Lagerstroemia indica crespón 2.6%

Acacia dealbata aromo 2.5%

Robinia pseudoacacia y acacia blanca y acacia bola 2.5%


Robinia pseudoacacia
‘Umbraculifera’

Tipuana tipu tipa blanca 2.4%

Jacaranda mimosifolia jacarandá 2.3%

Styphnolobium japonicum sófora 1.2%

Populus sp. álamo 1.2%

Salix sp. sauces 0.9%

Ailanthus altissima árbol del cielo 0.6%

Liquidambar styraciflua liquidámbar 0.6%

Ficus elastica, gomeros 0.5%


Ficus microphilla

Otros 3.1%

Fuente: Barreiro 2007

50
Figura IV b. Vista aérea de la Ciudad de Buenos Aires, de oeste a este,
con evidencia de las áreas verdes principales

Figura IV c. Imagen satelital de la Ciudad de Buenos Aires (el contorno


de la ciudad se encuentra enmarcado)

51
En las imágenes que preceden, resulta evidente la carencia de es-
pacios verdes libres en la ciudad. Esto aumenta la importancia del arbo-
lado de alineación que es el que aporta mayor cantidad de ejemplares al
arbolado público urbano en Buenos Aires.

La ciudad constituye un ambiente hostil para los árboles en el que


se conjugan factores aéreos –que afectan a las copas- y factores sub-
terráneos –que afectan a las raíces. Tal como se ha descripto en el Capí-
tulo II, las condiciones de stress que afectan al arbolado se dan en todas
las ciudades, especialmente en las grandes metrópolis como la que nos
ocupa.

De los factores culturales adversos a los que son sometidos los


árboles de alineación, Buenos Aires los tiene todos (Barreiro 2007):

Factores aéreos:

Cableado
Postes
Carteles
Pasacalles
Cestos de basura
Focos de luz
Podas clandestinas
Envenenamientos
Estrangulaciones

Factores subterráneos:

Cañerías de desagüe
Tendido subterráneo de servicios públicos
Asfalto
Baldosas
Elementos varios sobre el suelo

52
Sustancias tóxicas vertidas en las planteras
Pisoteo y compactación

La contaminación
atmosférica: mediciones

Las mediciones de contaminantes en el aire realizados por la autoridad


de aplicación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se han concen-
trado especialmente en la determinación de los niveles de monóxido de
carbono, óxidos de nitrógeno y material particulado, medido como partí-
9
culas sedimentables totales (PST).

Sin embargo, la investigación científica aporta algunos resultados intere-


santes que hemos incorporado a este trabajo.

Tabla IV b. Partículas sedimentables totales medidas en cuatro barrios


de la Ciudad de Buenos Aires (en mg/cm2) – Valor de refe-
rencia (según Ord. 39025): 1.0 mg/cm2 en 30 días

Parque Las Chacarita Pompeya Parque Pa-


Heras tricios
2005 0.488 0.418 0.826 0.862
Días con medición mayor 2 3
al valor de referencia
Parque Las Chacarita Pompeya Villa Soldati
Heras
2006 0.656 0.430 0.698 0.747
Días con medición mayor 1 1 1
al valor de referencia

Nota: Los datos disponibles al momento de realizar este trabajo son incomple-
tos.
Fuente: elaboración propia en base a los datos disponibles del Laboratorio de
Control Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires (octubre 2007)

9
Los datos compendiados para este trabajo pertenecen a los años 2002 a 2007. Durante el
año 2008, la Agencia Ambiental de la Ciudad (actual organismo de aplicación)
ha lanzado un programa de control atmosférico más amplio,
con nuevas estaciones de monitoreo, que permitiría contar con mayor información.
53
Tabla IV c. Material particulado en la Ciudad de Buenos Aires

Material Valores promedio Valores máximos Número de


(µg/m3) (µg/m3) muestras colec-
tadas
Verano:
PM2.5 41 67 45
PM10 52 80 45
PST 68 101 21
Otoño e Invier-
no:
PM2.5 33 83 45
PM10 44 92 53
Fuente: Bogo et al. 2003

Los niveles de PM son, en general, altos en comparación a los de


ciudades de los Estados Unidos y de Europa occidental. Los niveles de
PM2.5 son cercanos y, en algunos casos, mayores a los estándares de
calidad del aire fijados por la Agencia de Protección Ambiental de los Es-
tados unidos (EPA) Por lo tanto, constituyen una preocupación asociada
con el riesgo para la salud de los habitantes. Desafortunadamente, no
hay estadísticas médicas disponibles sobre alergias y enfermedades res-
piratorias en Buenos Aires que relacionen de manera directa la contami-
nación por material particulado con la etiología (Bogo et al. 2003)

Tabla IV d. Emisiones anuales estimadas de CO y NOx de cada categoría


de fuente en la Ciudad de Buenos Aires

Categoría de fuen- CO CO NOx NOx


te (ton/año) (%) (ton/año) (%)
Usinas eléctricas 105 0.04 26300 48.74
Residencial 394 0.16 1970 3.65
Comercial 79 0.03 394 0.73
Pequeña industria 71 0.03 284 0.53
Colectivos 7243 2.98 5689 10.54
Autos/camiones y
234386 96.43 18905 35.03
taxis
Aviones 794 0.33 419 0.78
Total 243072 100.00 53961 100.00
Fuente: Venegas & Mazzeo 2005

54
Tabla IV e. Óxidos de nitrógeno totales medidos en Ciudad de Buenos
Aires (en mg/cm3) – Límite admisible (según Ord. 39025): 0.4
mg/cm3; Nivel guía para NO2 (OMS): 0.2 mg/m3

Palermo
2002 Promedio 0.233
Máximo registrado anual 0.762
Días con medición mayor
21
al valor de referencia
2005 Promedio 0.220
Máximo registrado anual 0.783
Días con medición mayor
18
al valor de referencia
2006 Promedio 0.173
Máximo registrado anual 0.431
Días con medición mayor
3
al valor de referencia
2007 Promedio (parcial, enero a mayo) 0.178
Máximo registrado anual 0.407
Días con medición mayor
2
al valor de referencia
Nota: Los datos disponibles al momento de realizar este trabajo son incomple-
tos.
Fuente: elaboración propia en base a los datos disponibles del Laboratorio de
Control Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires (octubre 2007)

Tabla IV f. Descripción de las concentraciones de metales y metaloides


medidas en la ciudad de Buenos Aires (en PM10) – Medidos
en ng/m3

Elemento Mínimo Media Máximo


aritmética
Al (aluminio) 346 936 2541
Ca (calcio) 358 1243 3435
Cu (cobre) 5.6 22.2 69.7
Fe (hierro) 208 795 2304
Mn (manganeso) 4.5 19.3 57.6
Mo (molibdeno) 0.0 0.5 1.7
Ni (níquel) 0.6 3.1 13.1
Pb (plomo) 5.7 25.1 98.9
S (azufre) 1016 3204 10413
Sb (antimonio) 0.9 4.7 15.3
Sn (estaño) 0.1 2.9 9.5
Zn (cinc) 19.8 71.2 166
Zr (circonio) 0.3 4.6 11.5
Masa (µg/m3) 15.4 64.5 159
Fuente: Smichowski et al. 2003

55
Normativa vigente
10
relacionada al arbolado público

La Ordenanza 44779 fue dictada en 1991 por el Honorable Conce-


jo Deliberante a instancias del Poder Ejecutivo para solucionar un conflic-
to ambiental que iba tomando proporciones notables: la pérdida de
ejemplares componentes del arbolado de alineación de la Ciudad de
Buenos Aires como consecuencia del desarrollo urbano y de la acción
antrópica, en procesos que podrían numerarse de la siguiente manera:

• edad
• enfermedades
• anclaje deficiente
• compactación subsolar
• vandalismo

La Ordenanza 44779 propuso un completo sistema de protección


del arbolado público dejando la potestad y la obligación de su cuidado en
manos del Gobierno. En su redacción, resultó verdaderamente novedosa
la declaración del arbolado como bien público y patrimonio natural de la
Ciudad con lo cual se apuntaba a su preservación, prohibiendo la inter-
vención de los frentistas sobre los ejemplares que se hallaran en sus ve-
redas.

La Ordenanza 44779 era una buena norma legislativa en su aspec-


to proteccionista del arbolado como elemento del patrimonio público.
Tuvo pequeñas falencias en su redacción, que podrían haber sido solu-
cionadas en el proceso de reglamentación. Su aplicación falló por el pro-
pio diseño del sistema de gobierno y por la falta de conocimientos técni-
cos a nivel de los organismos de aplicación, así como de una campaña
bien organizada de educación de la población.

10
Compendiado de Barreiro 2006.
56
Bajo las normas impuestas por esta Ordenanza, la Secretaría de
Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable emitió la Resolución Nº 292
que determinaba las responsabilidades en la tala y extracción de árboles
(publicada en el B.O. Nº 1058 el 30 de octubre de 2000). Por su parte, la
Legislatura de la Ciudad sancionó la Ley 490 (publicada el 27 de sep-
tiembre de 2000) que obligaba al Ejecutivo de la Ciudad a elaborar una
cartilla informativa sobre el arbolado que sería enviada a los contribu-
yentes junto con los recibos de impuestos. La Ley nunca fue reglamenta-
da.

En el 2002, la Secretaría de Medio Ambiente y Planeamiento Urba-


no emitió la Resolución Nº 29, publicada en el BO Nº 1494 del 31 de julio
de 2002, por la que se autorizaba a los frentistas a plantar sus propios
árboles, bajo determinadas normas de manejo bien descriptas por la re-
solución –de hecho, muy detallada- pero que falló definitivamente por
falta de promoción adecuada para la norma y por desinterés social en
adquirir tal información.

Con buena repercusión en los medios, se publicó en el 2003 una


Disposición de la Dirección General de Espacios Verdes, la Nº 13 (BO Nº
1678 del 25 de abril de 2003) que anunciaba el Plan Maestro de Arbolado
Público de la Ciudad de Buenos Aires, con el apoyo de una Comisión de
especialistas. Lamentablemente, tampoco este anuncio fue concretado a
excepción de una pocas medidas de corto alcance.

Ante el quasi vacío legal existente, la Legislatura trata y aprueba


una nueva Ley de Arbolado Público en el año 2004. Es la Ley 1556 de
Arbolado Público Urbano, sancionada el 9 de diciembre de 2004 y pro-
mulgada de hecho el 12 de enero de 2005. Fue modificada en su art. 9
por la Ley Nº 1982, sancionada el 1 de julio de 2006 y promulgada el 4
de julio de 2006. La Ley 1556 derogaba las ordenanzas vigentes Nº
44779 y 49671. Sin embargo, nunca hubo una reglamentación final de la
Ley con lo que, en la actualidad la situación del arbolado urbano se en-
cuentra atada a disposiciones y resoluciones de las áreas de aplicación.

57
La Ley 1556/04 adolece de iguales carencias que la Ordenanza
que reemplaza, volviendo a establecer sistemas de control sumamente
lábiles y poco eficientes para el trabajo que debe llevar a cabo el Poder
Ejecutivo.

Uno de los últimos intentos por poner a los árboles en el escenario


fue una Resolución conjunta de los Ministerios de Espacio Público y de
Educación, la Nº 317 del 2006, que creaba el programa “Sembremos el
Futuro” y propiciaba la plantación de árboles por parte de los estableci-
mientos educativos, tarea que, hasta donde tenemos conocimiento, tam-
poco tuvo éxito.

La imprescindibilidad de la legislación en esta área no puede discu-


tirse. Pero está probado, dada la experiencia con las normas existentes,
que no es suficiente. Sólo una buena reglamentación, apoyada en crite-
rios técnicos y que facilite la comprensión por los vecinos de los irrem-
plazables valores del arbolado público, pueden hacer de la norma legisla-
tiva un instrumento real y una herramienta útil para la preservación y el
mejoramiento del arbolado de la Ciudad.

Conclusiones

La situación de la ciudad de Buenos Aires, ubicada en la pampa


ondulada, con fuertes vientos, y sobre la costa de uno de los ríos con
mayor capacidad de autodepuración, hacen que tenga una situación dis-
tinta a la de las ciudades mediterráneas o con barreras físicas para el
movimiento del aire (Morán 1992)

Sus niveles de contaminación atmosférica casi siempre están de-


ntro de los límites aceptados internacionalmente, si se consideran los
promedios diarios, mensuales y anuales, aunque existen algunos picos
en horas y situaciones particulares.

58
La contaminación atmosférica es producida en un 80% por el
tránsito vehicular y el resto por fuentes fijas, con una mayor y más peli-
grosa incidencia de las usinas térmicas (Morán 1992)

En Buenos Aires, la cobertura arbórea es buena en algunos barrios


residenciales y tiene carencias evidentes en otros, generalmente con tie-
rra destinada a usos comercial, industrial o residencial de bajos recursos.
La poca disponibilidad de espacios verdes de uso público complica aún
más la situación de tales áreas.

Por otra parte, la falta de legislación apropiada para la conserva-


ción del arbolado y de políticas comprometidas con su carácter de patri-
monio público, aleja la posibilidad actual para que la ciudad y sus habi-
tantes traten a sus árboles como una de las herramientas de mayor im-
portancia con la que se cuenta para el manejo de la calidad del aire.

59
Capítulo V

Criterios para la selección


de especies

60
Introducción

La selección de las especies que conformen el arbolado de una ciu-


dad deben ser elegidas siguiendo criterios técnicos que incluyen: adapta-
bilidad al sitio, baja necesidad de mantenimiento, alta longevidad y
capacidad de mejorar la calidad del aire.

Es el último criterio el que ha guiado este trabajo, y bajo cuyas di-


rectrices podemos describir algunas de las características de las especies
arbóreas que colaboran al logro de ese objetivo: gran superficie foliar a
la madurez, características morfológicas del follaje compatibles con la
retención y/o la adsorción de contaminantes (follaje pegajoso o piloso),
baja emisión de VOCs y alta tasa respiratoria (relacionada con la reduc-
ción de la temperatura del aire).

Dada la sensibilidad específica variable a la contaminación at-


mosférica, también es fundamental considerar la susceptibilidad a los
daños por contaminación que pueden sufrir las plantas.

Por otra parte, en la certeza de la significación económica que la


mejora en la calidad atmosférica tiene para el presupuesto gubernamen-
tal de una ciudad, el balance costo-beneficio de las especies arbóreas
creciendo en el ambiente urbano es una herramienta de trabajo de utili-
dad para cualquier planificador.

En el presente Capítulo, se detalla la relación entre las especies


aptas para el desarrollo en la Ciudad de Buenos Aires y las limitantes
inherentes a todo sistema de arbolado que plantea la existencia dentro
del ecosistema urbano.

61
Elección de especies
sobre la base a su resistencia
a la contaminación

La complejidad del ambiente urbano influye en gran medida sobre


el establecimiento y el manejo de las especies vegetales. En este ámbito,
los árboles crecen en diferentes tipos de ambiente:

1. Áreas con superficies altamente evaporantes o transpirantes,


por ejemplo, parques y calles anchas con alta temperatura en el
día y enfriamiento nocturno.

2. Áreas abiertas pero secas, como plazas y playas de estaciona-


miento, con microclima similar al anterior pero más secas.

3. Áreas sombreadas por edificaciones, por ejemplo, calles angos-


tas, con poca amplitud termal diurna.

Sobre la base de estas diferencias microclimáticas también se dan


diferencias en la concentración de contaminantes atmosféricos, por efec-
to de la inversión de temperatura que atrapa a los contaminantes, en
especial durante el invierno. De ahí la importancia que se da a la selec-
ción adecuada de especies para cada una de las diferentes áreas dentro
de una misma ciudad (Beckett et al. 1998)

Las especies de hoja ancha suelen ser consideradas más resisten-


tes a la contaminación, por el hecho de que renuevan su “aparato filtran-
te” con la pérdida de hojas anual. Sin embargo, la caída de hojas puede
implicar la contaminación del suelo circundante con metales contenidos
en las partículas. Las coníferas, por su lado, mantienen su follaje y si-
guen transpirando en el invierno: de esta manera acumulan mayor can-
tidad de tóxicos sobre el árbol. Esto causa dos efectos principales: por un
lado tienen una mayor carga de partículas sobre el follaje, lo que las
muestra como más eficientes que las especies de hoja ancha. Pero, por

62
otra parte, son más susceptibles al daño fisiológico que los contaminan-
tes podrían causarles. El valor de las coníferas para mejorar la calidad
del aire proviene de una variedad de factores, más allá de su hábito pe-
renne: la facilidad de crecimiento, una gran superficie de contacto y una
particular eficiencia en la adsorción de partículas (Beckett et al. 1998)

Caborn describió el mecanismo de defensa utilizado por las plantas


para evitar el daño, específicamente para el caso del material particula-
do. Dicho mecanismo incluye la alteración del momento de ruptura de
yemas o caída de hojas y de la habilidad de producir brotes nuevos
cuando son dañadas. Dados estos y otros mecanismos fisiológicos, al-
gunos árboles soportan mejor que otros en ambientes con humo u otras
condiciones de contaminación. Las especies con mayor actividad estomá-
tica tienen, a la vez, mayor transpiración, aumentando la eficiencia de
captura de partículas sobre la superficie foliar. Tong ha sugerido que las
partículas quedan adsorbidas en la película húmeda que produce la
transpiración, lo que sería cierto para contaminantes solubles como los
sulfatos y nitratos (ambos citados en Beckett et al 1998)

Altas tasas respiratorias –agregadas al sombreado y a los efectos


de absorción de contaminantes- también son un factor de la reducción
localizada de la concentración de PM10 por reducción de la temperatura.
Durante la utilización de un sistema GIS para evaluar el valor del ecosis-
tema urbano en los suburbios de Londres, Moll estableció que el 12% de
los problemas de contaminación en el aire urbano son consecuencia del
efecto isla de calor (por su influencia en la formación de VOCs y ozono y
en la dinámica de la dispersión de las partículas) (citado en Beckett et al
1998).

Fuentes de contaminación fitóxica y consecuencias so-


bre las plantas

Según Davis & Gerhold (1976), que trabajaron sobre la resistencia


de diferentes especies a los contaminantes urbanos en el Estado de Ore-

63
gon, las fuentes de contaminación pueden clasificarse en cinco categor-
ías principales, con emisión de sustancias que pueden a su vez dividirse
en contaminantes generales (todos los que se encuentran en la atmósfe-
ra) y contaminantes fitotóxicos.

Tabla V a. Fuentes de contaminación atmosférica fitotóxica

Fuente Todos los Contaminantes


contaminantes fitotóxicos
Transporte 60% 28%
Industria 18% 30%
Generación de electricidad 14% 26%
Calefacción 5% 6%
Disposición final de residuos 3% 7%
Fuente: Davis & Gerhold 1976

Por medio de una revisión de los trabajos realizados para determi-


nar los daños que produce la contaminación en los árboles, puede con-
cluirse que existen tres vías diferentes. La primera, más teórica que
comprobable, sería una acción indirecta de disminución de la fotosínte-
sis por reducción de la transparencia del aire. La segunda es la acción
directa externa que ejercen los contaminantes a través del recubri-
miento del follaje y la oclusión de los estomas. Esto se da principalmente
con el material particulado.

Tal como se ha descripto en párrafos anteriores, existe además


una disminución de la actividad estomática como respuesta a la presen-
cia de determinados contaminantes gaseosos.

Finalmente, la tercera vía se manifiesta como daños foliares bajo


la forma de clorosis o manchas. Este proceso de daño se hace notable en
el caso de especies poco resistentes al ozono.

En términos generales puede decirse que las plantas jóvenes son


más sensibles que las adultas, que las partes altas y externas de los
árboles son más afectadas y que las gimnospermas son más resistentes
que las angiospermas dentro de un ambiente con atmósfera contamina-
da.

64
En ocasiones resulta muy difícil determinar daños directos por con-
taminación pero se asocian a procesos posteriores como menor resisten-
cia a plagas y enfermedades, menor tasa de desarrollo o menor habilidad
de competencia con otras especies o con los factores de stress.

A pesar de que la respuesta de una especie a un solo contaminan-


te podría evaluarse con relativa facilidad, el aire urbano tiene una com-
binación de tóxicos que afectará de diferente manera a la misma especie
según la concentración de cada uno, el tiempo de exposición, la edad de
la planta y las condiciones meteorológicas.

De ahí que no es sencillo diagramar tablas de especies resistentes


a la contaminación en las que hacer selecciones simples. Convendrá, al
momento de elegir, evaluar la aptitud de cada especie como filtro para la
contaminación, excepto en casos en que su fragilidad ante determinado
contaminante haya sido fehacientemente comprobada.

Las clases principales de contaminantes atmosféricos fitotóxicos,


en orden descendente de daño causado, son los oxidantes (ozono, óxi-
dos de nitrógeno (NOx) y peroxiacetilnitratos (PAN)), dióxidos de azufre
(SOx) y fluoruros.

El dióxido de azufre y el ozono son los contaminantes que causan


mayor daño a los vegetales. Los fluoruros causan daños masivos pero
solamente en áreas cercanas a las fuentes (fundiciones o fábricas de fer-
tilizante). Etileno, amonio, cloruros, cloratos, polvos y metales pesados
también son capaces de dañar a las plantas leñosas en alguna medida.
Sin embargo, su influencia es limitada a áreas circunscriptas a las cer-
canías de fábricas, en contraste con los daños causados por el ozono y el
dióxido de azufre, que afectan áreas muy extensas.

El daño causado a las plantas puede ser agudo –con necrosis tisu-
lar- o crónico, con daño a los tejidos pero sin muerte. El daño crónico se
produce por la exposición a bajos niveles de contaminación por tiempo
prolongado o cuando la especie es levemente resistente a la contamina-

65
ción mientras que el daño agudo se da con exposición a elevados niveles
de contaminación o en especies muy susceptibles.

El daño por SOx en especies de hoja ancha aparece como áreas


de daño internerval, de color amarillo en casos crónicos y de color marfil
a tostado en daño agudo, como paso previo a la necrosis. Los tejidos
adyacentes a las nervaduras permanecen verdes, dando un modelo típico
de daño.

Figura V a. Daño por dióxidos de azufre en coníferas

Fuente: www.corbis.com

En el caso de las coníferas, el daño agudo por dióxido de azufre se


manifiesta con la decoloración de las puntas de las ramitas, que viran
hacia el marrón rojizo. En casos severos, la decoloración llega a la base
de las ramas. Los síntomas crónicos también pueden incluir cierta deco-
loración de los ápices aunque es más común el amarillamiento general
de las agujas seguido por una defoliación prematura de las más viejas,
lo que da un aspecto ralo y desprolijo a la copa. En el caso de plantines
pequeños de coníferas, la exposición a elevados niveles de contamina-
ción con azufre ocasiona enanismo (Davis & Gerhold 1976)

66
Por su parte, el ozono es el mayor causante de daño en algunas
áreas de los Estados Unidos. Difiere de los demás porque su concentra-
ción se eleva a niveles fitotóxicos con rapidez en las áreas urbanas du-
rante los días cálidos y soleados y puede causar daños aún a gran dis-
tancia de la fuente contaminante (Jacobs and Schnelle 2004).

La respuesta de las plantas al ozono depende de varios factores


ambientales. El estadio de crecimiento, la nutrición, la luz, la humedad
relativa, la temperatura y otros factores pueden determinar la respuesta
a un determinado nivel de ozono causando síntomas externos que inclu-
yen la detención del crecimiento.

Figura V b. Daño por ozono en follaje de Liriodendron tulipifera


(tulipanero)

Causa en las especies de hoja ancha un modelo de daño sobre la


superficie foliar caracterizado por un punteado de manchas pequeñas, de
3 mm de diámetro, de tejido claro o rojizo. El daño no se ve en la cara
inferior de las hojas y puede ser confundido con otros factores nocivos
como el ataque de ácaros o algunas virosis (Jacobs and Schnelle 2004)

67
Figura V c. Idem Fig. V b

Bajos niveles de ozono durante períodos prolongados también


causan daños a las leñosas. Con la exposición inicial aparecen unos po-
cos síntomas pero con exposiciones adicionales se da un moteado cada
vez más profuso que puede dar a toda la hoja un aspecto bronceado o
amarillento para, finalmente, derivar en defoliación temprana.

El daño agudo por ozono en coníferas suele resultar en la muerte


del ápice de la aguja y, en casos severos, de toda la hoja. Cuando el da-
ño es leve, se observa un moteo clorótico con pequeños sectores amari-
llos o marrones que alternan con áreas de tejido verde. Como sucede
con la mayoría de los contaminantes, el ozono causa también defoliación
prematura de las hojas más viejas, raleando la copa.

68
Figura V d. Daño por ozono en follaje de Ailanthus
altissima (árbol del cielo)

Tabla V b. Susceptibilidad al ozono de especies arbóreas

Susceptibles Intermedios Resistentes

Ailanthus altissima Acer negundo Acer platanoides


Fraxinus americana Libocedrus decurrens Acer saccharum
Fraxinus pennsylvanica Liquidambar styraciflua Acer rubrum
Gleditsia triacanthos Pinus elliottii Betula pendula
Liriodendron tulipifera Pinus strobus Persea americana
Pinus radiata Quercus palustris Picea glauca
Pinus taeda Picea pungens
Platanus occidentalis Quercus robur
Populus tremuloides Quercus rubra
Robinia pseudoacacia
Thuja occidentalis
Tilia americana
Tilia cordata
Fuente: Davis & Gerhold (sólo se mencionan las especies de cultivo común en
Argentina)
Nota: Según Jacobs & Schnelle 2004 también presentan resistencia al daño por ozono Aca-
cia sp., Sophora pendula y, en disidencia con Davis & Gerhold, algunas especies de Fraxi-
nus.
Nota II: Las listas de susceptibilidad con resultado de observaciones múltiples y
revisión bibliográfica, más la opinión de expertos. Los resultados en cámaras de
pulverización fueron, en general, corroboradas por resultados a campo (Davis &
Gerhold 1976)

69
Tabla V c. Susceptibilidad al dióxido de azufre de diferentes especies
arbóreas

Susceptibles Intermedios Resistentes


Betula papyrifera Acer negundo Acer platanoides
Betula pendula Acer rubrum Acer saccharinum
Fraxinus pennsylvanica Picea glauca Acer saccharum
Populus nigra ‘Italica’ Pinus ponderosa Ginkgo biloba
Populus tremuloides Populus deltoides Picea pungens
Tilia americana Platanus x acerifolia
Ulmus americana Populus x canadensis
Quercus palustris
Thuja occidentalis
Tilia cordata
Fuente: Davis & Gerhold (sólo se mencionan las especies de cultivo común en Argentina)
Nota: Según Jacobs & Schnelle 2004 debe agregarse Sophora pendula a las especies resis-
tentes a los SOx.

Figura V e. Daño por ozono en follaje de Fraxinus pennsylvanica


(fresno)

Fuente: www.gva.es

70
Selección de especies sobre la base
de la contaminación existente
Aunque , como ya hemos descripto anteriormente, la ciudad de
Buenos Aires tiene niveles de contaminación limitados por su condiciones
geográficas, existen áreas de elevados niveles de contaminantes que po-
drían ser regulados en parte con la presencia de árboles. Las especies
adecuadas, son, en estos casos, fundamentales para que tal servicio am-
biental pueda ser prestado.

Influencia de la especie sobre la absorción de contami-


nantes en general

Tabla V d. Ranking de especies más útiles para el mejoramiento de la


calidad del aire - Basado en los efectos combinados de remoción
de contaminantes, emisión de VOCs y reducción de temperatura
(sólo se consideran las aptas para Buenos Aires)
Ozono Monóxido de carbono Global
1. Ulmus procera 1. Tilia americana 1. Ulmus procera
2. Tilia europaea 2. Tilia tomentosa 2. Tilia europaea
3. Liriodendron tulipifera 3. Ulmus procera 3. Liriodendron
tulipifera
4. Tilia americana 4. Ginkgo biloba 4. Tilia americana
5. Tilia platyphyllos 5. Liriodendron tulipifera 5. Ulmus americana
6. Betula papyrifera
PM10 NOx/ SOx Global
1. Ulmus procera 1. Ulmus procera 1. Chamaecyparis
lawsoniana
2. Platanus occidentalis 2. Tilia europea 2. Tilia cordata
3. Chamaecyparis 3. Populus deltoides 3. Betula papyrifera
lawsoniana
4. Juglans nigra 4. Platanus occidentalis 4. Celtis laevigata
5. Eucalyptus globulus 5. Liriodendron tulipifera 5. Fraxinus excelsior
6. Tilia europea 6. Juglans nigra 6. Ulmus crassifolia
7. Coníferas 7. Betula nigra
Fuente: Nowak 2000 a
Nota: El ranking global se basa en los efectos de los contaminantes individuales pondera-
dos por el valor promedio de la externalidad del contaminante (estimado del costo social del
contaminante en la atmósfera según los valores indicados por la Agencia de Protección Am-
biental de los Estados Unidos, EPA). El número de orden indica valoración de mayor a me-
nor (de mejor a peor), según sus características.

71
Influencia de la especie sobre la absorción de
óxidos de nitrógeno

Con respecto a los dióxidos de nitrógeno (NOx), en un excelente


trabajo realizado en la Universidad de Hiroshima, Japón, (Takahashi et
al. 2005) se midió la capacidad de absorción de NO2 a través del follaje
para 70 especies utilizadas en la forestación de calles urbanas.

Entre las conclusiones principales, se dividen a las especies en


cuatro grupos: (I) las que tienen alta absorción de NO2 y alta resisten-
cia a la contaminación por NOx, (II) las que tienen alta absorción de
NO2 pero baja resistencia a la contaminación por NOx; (III) las que tie-
nen baja absorción y alta resistencia y, por ultimo, (IV) las de menor
absorción y menor resistencia a la contaminación.

La capacidad de absorción de NO2 se expresó en mgN/gr de peso


seco de follaje y se determinó tras haber fumigado los ejemplares con
concentraciones de N15 de 0.1 µl/l durante 8 horas. Los datos fueron
comparados con experiencias anteriores, realizadas por el mismo equi-
po, con fumigaciones de 4 µl/l de NO2.

En la Tabla V e. se compendian los resultados obtenidos y la


eficiencia en la toma de NOx para las especies aptas para la Ciudad de
Buenos Aires. Aunque la experiencia se realizó con plantas pequeñas,
en cámaras de fumigación, los resultados se muestran como aplicables
a ejemplares adultos en situaciones urbanas, tal como se ha compro-
bado en otros ensayos descriptos en esta revisión.

72
Tabla V e. Reducción en el nitrógeno derivado de dióxido de nitrógeno (NO2) en especies leñosas aptas para la fo-
restación urbana

Especie Nombre común Reducción de N Familia Hábito Clasificación


derivado de NO2 (grupos I a
(en mgN/gr peso IV)
seco de hojas)
0.1µ
µl/l 4 µl/l
Robinia pseudoacacia acacia blanca 0.037 4.73 Leguminosas Caduco - hoja ancha I
Styphnolobium japonica sófora 0.035 3.26 Leguminosas Caduco - hoja ancha I
Populus nigra álamo chileno 0.032 5.14 Salicáceas Caduco - hoja ancha I
Cinnamomum camphora alcanfor 0.029 0.67 Lauráceas Perenne – hoja ancha II
Acacia dealbata aromo francés 0.024 2.82 Leguminosas Perenne – hoja ancha I
Eucalyptus viminalis eucalipto 0.019 6.57 Mirtáceas Perenne – hoja ancha I
Salix babylonica sauce llorón 0.018 1.42 Salicáceas Caduco- hoja ancha I
Eucalyptus cinerea eucalipto medicinal 0.013 0.55 Mirtáceas Perenne – hoja ancha I
Taxodium distichum ciprés calvo 0.01 1.86 Taxodiáceas Caduco – conífera IV
Acer buergerianum arce trilobulado 0.0089 1.38 Aceráceas Caduco - hoja ancha IV
Ligustrum lucidum ligustro 0.0059 0.59 Oleáceas Perenne – hoja ancha III
Ligustrum japonicum ligustrina 0.005 0.53 Oleáceas Perenne – hoja ancha III
Ginkgo biloba ginkgo 0.0035 0.88 Ginkgoáceas Caduco - conífera III
Platanus sp. plátano 0.0025 0.88 Platanáceas Caduco- hoja ancha IV
Cryptomeria japonica criptomeria 0.0005 0.66 Taxodiáceas Conífera - perenne III
I: Especies con alta absorción de NO2 y alta resistencia al NO2
II: Especies con alta absorción de NO2 y baja resistencia al I NO2
III: Especies con baja absorción de NO2 y alta resistencia al NO2
IV: Especies con baja absorción de NO2 y baja resistencia a NO2

Fuente: Takahashi et al 2005

73
Puede resumirse que las especies pertenecientes a las familias de
las leguminosas, salicáceas y mirtáceas son las más útiles para el mejo-
ramiento de la calidad del aire en cuanto a la presencia de dióxido de
nitrógeno, por tener elevada toma de N y elevada resistencia a la con-
taminación nitrogenada. A las leguminosas, en particular, pertenecen
muchas especies aptas para el arbolado de alineación mientras que las
salicáceas y mirtáceas no son aptas para este uso pero sí lo son para la
forestación de rutas y autopistas, donde la contaminación con NOx pro-
venientes de los automóviles puede ser de importancia.

En cuanto a las diferencias entre especies de hoja caduca y de


hoja perenne, las primeras parecen ser más efectivas en la toma de N.
Experiencias anteriores realizadas sobre la fisiología de las leñosas, de-
mostraron que las hojas de plantas caducifolias muestran mayor conte-
nido de nitrógeno, mayor fotosíntesis neta, mayor área foliar y mayor
tasa de crecimiento, características que permitirían inferir una mayor
absorción de N. Los resultados obtenidos por Takahashi demuestran que
estas inferencias podrían ser acertadas.

Influencia de la especie sobre la absorción de


dióxido de carbono

Los árboles plantados en condiciones urbanas requieren vivir al


menos cinco a diez años para compensar las emisiones básicas de C pro-
ducidas en los trabajos de plantación, mantenimiento y remoción del
árbol. Si el árbol no vive lo suficiente para compensar las emisiones de C
a la atmósfera que produce su implantación, el sostenimiento de la po-
blación de árboles dará como resultado un balance negativo en las emi-
siones netas y nunca habrá beneficios por secuestro de C.

Cuanto más larga es la vida del árbol –asumiendo que no habrá


mayores costos de mantenimiento para lograrlo- mayores serán los be-
neficios por secuestro de C obtenidos. La plantación de árboles en sitios
que les proporcionen amplitud para lograr la madurez en buen estado

74
fitosanitario, facilitará un bajo costo de mantenimiento y aumentará los
beneficios por toma de C. (Nowak et al. 2002)

Figura V f. Carbono secuestrado anualmente (en kg/año) por individuo


según el diámetro (DAP) de los árboles

100
Carbono acumulado

90
80
(kg/año)

70
60
50
40
30
20
10
0
0a7 8 a 15 16 a 30 31 a 46 47 a 61 62 a 76 >77

Clase por diámetro del tronco (DAP) en cm.


Fuente: Nowak 2000 b

Fig. V g. Carbono almacenado (en kg) por individuo según el diámetro


del tronco (DAP)

3500
Carbono acumulado (kg/año)

3000

2500

2000

1500

1000

500

0
0a7 8 a 15 16 a 30 31 a 46 47 a 61 62 a 76 >77

Clase por diámetro del tronco (DAP) en cm.

Fuente: Nowak 2000 b

75
Tabla V f. Especies agrupadas por ciclo de vida, tamaño a la madurez y
tasa de crecimiento en altura

Tamaño del árbol

Velocidad de cre-
Ciclo de vida

Especies
cimiento
1ra. Largo Moderado a rápi- Aesculus
magnitud do hippocastanum, Juglans
nigra, Liquidambar
styraciflua, Platanus x oc-
cidentalis, Quercus rubra,
Taxodium
distichum
Lento Ginkgo biloba, Quercus
robur
Medio Moderado a rápi- Fraxinus americana,
do Liriodendron tulipifera,
Pinus elliotii, Quercus pa-
lustris, Tilia
americana, Ulmus
pumila
Lento Acer macrophyllum
Corto Moderado a rápi- Acer saccharinum,
do Betula papyrifera,
Magnolia grandiflora, Po-
pulus deltoides
2da. Largo Moderado a rápi- Thuja occidentalis
magnitud do
Lento
Juniperus virginiana
Medio Rápido
Celtis occidentalis, Gledit-
sia triacanthos, Prunus
serotina
Moderado Acer rubrum , Pinus
nigra
Corto Rápido Acer negundo, Ailanthus
altissima, Catalpa
speciosa, Robinia
pseudoacacia,
Salix sp.
Moderado Acer platanoides
Fuente: elaboración propia en base a Nowak et al. 2002
Nota: Sólo se mencionan las especies aptas para la ciudad de Buenos Aires

Además de la longitud del ciclo de vida, otros factores influyen en la capaci-


dad de secuestro de C por parte de las especies, como el tamaño final
del árbol adulto y la velocidad de crecimiento. A mayor tamaño, un
ejemplar secuestrará más C total a la madurez. Por ejemplo, si dos es-

76
pecies secuestran 3 toneladas de C a lo largo de su vida útil, unos 100
años, la que tenga mayor velocidad de crecimiento podría secuestrar to-
do el C en menor tiempo. Es decir, si una de las dos especies alcanzara
su tamaño adulto en 10 años y la otra en 90 años, y ambos árboles mu-
riesen a los 50 años de edad, el de mayor velocidad de crecimiento ha-
bría almacenado mayor cantidad de C (Nowak et al. 2002)

Tabla V g. Efecto del ciclo de vida sobre el UPP


Ciclo de vida Último punto positivo (UPP)
(años)
1 Ninguno (emisión = 9.5 kg C/año)
5 Ninguno (emisión promedio = 2.3 kg
C/año)
10 10 años
25 125 años
50 650 años
100 2400 años
Fuente: Nowak et al. 2002
Nota: Las estimaciones se han realizado para Acer rubrum (arce rojo) en un
escenario de mantenimiento moderado y descomposición por picado (mulching).

Se ha realizado una comparación de especies calculando la bioma-


sa seca total del árbol, mediante la medida del diámetro a la altura del
pecho (DAP: 1.37 m) y trasladando la biomasa fresca total aérea a bio-
masa seca. La biomasa seca obtenida se dividió por dos para convertirla
en carbono.

Cada árbol fue modelado para su ciclo de vida esperado, siendo


removido y reemplazado por la misma especie –en el mismo sitio- hasta
alcanzar el UPP. Todos los árboles tendrían igual escenario de manteni-
miento y descomposición. El C total acumulado por año se calculó para
cada especie basándose sobre el crecimiento anual estimado (por ejem-
plo, diámetro AP proyectado) en relación con la biomasa específica. En el
momento de la plantación, se estimó que un ejemplar tiene 2.5 cm de
DAP y 2.4 m de altura, en base a los standards de vivero, considerando

77
tasas de engrosamiento del tronco de 0.58, 0.84 y 1.09 cm para las es-
pecies de crecimiento lento, moderado y rápido, respectivamente. El ci-
clo de vida se calculó en 20 años para las especies de vida corta, 40
años para las de vida media y 60 años para las de vida larga (Nowak et
al. 2002)

Tabla V h. UPP en base a tamaño adulto, ciclo de vida y tasa de creci-


miento en altura para algunas especies analizadas.
UPP

Generaciones


Tasa de creci-
Ciclo de vida
Tamaño
Especie

miento
Años


Liquidambar styraciflua 960 16 G L M
Liriodendron tulipifera 720 18 G M R
Fraxinus pennsylvanica 720 12 M M R
Picea pungens 420 7 M L P
Acer rubrum 360 9 M M M
Populus deltoides 60 3 G C R
Pinus banksiana 60 3 M C R
Betula nigra 60 3 M C M
Fuente: elaboración propia sobre Nowak et al 2002

Referencias:
 El último punto positivo (UPP) se estimó sobre la base de un mantenimiento
moderado y descomposición por picado (mulching)
Número de generaciones
G: grande, M:medio, P:pequeño
L: largo, M:medio, C:corto
 R: rápido, M:moderado, L:lento

El carbono neto acumulado fue calculado como: Nc= Sc-Em-Ed


donde, Nc es carbono neto, Sc es carbono total acumulado en el árbol,
Em es carbono emitido en los trabajos de mantenimiento y Ed es carbo-
no emitido durante la descomposición de la madera (comienza al remo-
ver el primer ejemplar muerto). Los datos de carbono neto acumulado
fueron contabilizados hasta que los valores positivos se convirtieron en
negativos (UPP).

78
Las especies muestran un amplio rango de efectos sobre el último
punto positivo de acumulación de carbono cuando se comparan árboles
de gran tamaño (a la madurez), saludables y de crecimiento moderado –
con un UPP de 960 años- con árboles de ciclo de vida corto, cuyo UPP se
sitúa a los 60 años (ver Tabla V h.) El ciclo de vida parece ser el factor
de mayor influencia sobre el UPP: su importancia se debe a que cuanto
más vive un árbol, más se prolonga en el tiempo la emisión de carbono
debida a la plantación y/o reemplazo.

Criterios para la selección de especies


según el balance costo-beneficio

Siguiendo a Thompson et al. (1994) y, en general, a todos los in-


vestigadores que, posteriormente en el tiempo, han propuesto analizar al
arbolado urbano como una herramienta de manejo de la calidad del aire,
creemos que para poder entender las recomendaciones sobre selección
de especies es adecuado asociar los costos y beneficios que produce ca-
da uno de los elementos incorporados al concepto de sustentabilidad.

La cuantificación de los costos suele ser un procedimiento directo


de suma de tópicos de cada programa de forestación y mantenimiento
dentro de la ciudad. Más difícil es la cuantificación de los beneficios aso-
ciados, aunque los más sencillos de evaluar podrían ser:

. ahorro en los costos operativos


. flexibilidad y eficiencia operativas
. nuevas fuentes de retorno de la inversión

79
Tabla V i. Resumen de costos y beneficios aproximados sobre un ejem-
plar hipotético de 40 años de ciclo de vida
(expresados en dólares)

Costos

Plantación (ejemplar en contenedor de 20 lts.) 120 /árbol/año


Poda de formación a la edad de 3, 6 y 10 años 100 /árbol (total)
Riego anual (primeros 6 años: mulching, agua y laboreo) 50 /árbol/6 años
Poda estructural (2 veces en el ciclo) 150 /árbol
Remoción de árbol y tocón a los 40 años 700 +/- 500/árbol
(según la especie)
Costos promedio anualizados (en 40 años) 35
/árbol/año

Costo de disposición final 25 /tonelada

Beneficios potenciales
Ahorro energético 20 /árbol/año
Conservación del agua y el suelo 75 /árbol/año
Mejoramiento de la calidad del aire 50 /árbol/año
Aumento del valor de la propiedad
Privada 85 /árbol/año
Pública 25 /árbol/año

Beneficios promedio anualizados (en 40 años) 255


/árbol/año

Valor maderable para leña 75 /árbol/año


Valor maderable como chips 20 /árbol/año

Fuente: Thompson et al. 1994


Nota: Los ahorros energéticos que se obtienen por reducción de la temperatura urbana
y, como consecuencia, de los costos de refrigeración, llegan a un 20% aproximadamen-
te; los beneficios obtenidos por mejoramiento de la calidad del aire se refieren a los me-
nores costos de inspección y mantenimiento de los niveles de contaminantes atmosféri-
cos; los beneficios por conservación de suelo y agua se relacionan con la disminución de
escorrentías y la intercepción del material particulado en suspensión. Otros costos in-
herentes al arbolado que se derivan de especies mal seleccionadas son el control de pla-
gas y enfermedades (u$s 0.44/árbol/año) y la reparación de veredas por daño por raíces
(u$s 150/árbol/año). Otros costos operativos incluyen: preparación del sitio, construcción
de planteras, juicios y demandas legales, etc.

Es conveniente realizar análisis de costo-beneficio en todas aque-


llas situaciones donde ambas partes de la ecuación puedan medirse. Las
más difíciles de cuantificar suelen ser:

. mejora en la eficiencia de planificación


. mayor apoyo social y político
. mejora organizacional

80
. menores riesgos para los trabajadores y para la propiedad priva-
da
. beneficios ambientales como biodiversidad, hábitat para la vi-
da silvestre o valores de esparcimiento.

Dentro de los costos y beneficios de programas sustentables, nos


interesa analizar en particular el tópico de la selección y diversidad de
especies. El beneficio neto de la selección adecuada normalmente ema-
na de efectos económicos y ambientales de largo plazo:

. ahorro de energía por sombreado y descenso de la temperatura


por evapotranspiración.
. conservación del agua y el suelo
. hábitat para la fauna
. biomasa en madera y valor econímico
. calidad del aire (incluído el balance de VOCs emitidos por los
árboles)
. mitigación de los efectos sobre otros servicios públicos (cableado
aéreo, veredas, etc.)
(Thompson et al. 1994)

La anualización de los costos y beneficios –tal como se muestran


en la Tabla V i- no revela su distribución en el tiempo. Generalmente, los
costos dominan en los primeros años mientras que los beneficios son a
mayor plazo. Por lo tanto, el árbol ideal sería el que crezca rápido y viva
mucho, pero no son muchas las especies que muestran tales característi-
cas.

Desafortunadamente, la tendencia en la planificación del arbolado


es hacia las especies de rápido crecimiento, de ciclo de vida corto. Tal
práctica puede resultar más barata pero no promueve la sustentabilidad:
los árboles de vida más larga cumplen con la demanda estética y permi-
ten ciclos de mantenimiento más extendidos.

81
Desde el punto de vista estrictamente financiero, los beneficios
netos potenciales que pueden obtenerse de un árbol con 40 años de ciclo
vital generan una tasa de retorno competitiva (de aproximadamente el
15%).

Figura V h. Beneficios anualizados de un ejemplar arbóreo de 40 años


de ciclo vital (expresados en dólares por árbol) (los benefi-
cios varían a lo largo del ciclo)

90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Propiedad Conservación Calidad del aire Propiedad Ahorro de
privada de suelo y agua pública energía

Fuente: Thompson et al. 1994, basado en Dwyer y McPherson (1991)


Nota: los costos anualizados estimados son de u$s 35 para un ejemplar de 40
años de ciclo de vida.

Diversidad de edades

El propósito de diversificar las edades del stock de árboles urbanos


es crear un flujo sostenido de beneficios máximos por árbol. Para hacer
esto, se requiere que las edades de los ejemplares estén mezcladas para
obtener un stock desigual que se ajuste al mismo tiempo a los presu-
puestos, el trabajo disponible, los servicios públicos y la estética
(Thompson et al. 1994).

Por ejemplo, el número de árboles a plantar por año debería ser


determinado dividiendo la cantidad total de árboles que conformaría un
82
stock completo para la ciudad por la edad máxima de remoción final. Es-
te cálculo debería hacerse para cada especie. Cuando los planificadores
obtienen un aumento del presupuesto –o algún aporte extra para los
árboles- tienden a ignorar esta regla y a plantar demasiado. Una vez que
las clases etarias están reguladas y estables, los beneficios netos que
provee el arbolado urbano pueden ser anualizados.

Influencia del tamaño

En más de diez estados con inviernos fríos y veranos secos, en el


territorio de los Estados Unidos, McPherson et al. han estudiado las dife-
rencias que pueden obtenerse en costos y beneficios según el tamaño
adulto de la especie seleccionada. Tanto los beneficios como los costos
se incrementan a mayor tamaño adulto de la especie. Sin embargo, la
diferencia entre beneficio y costo también se incrementa a mayor tama-
ño del árbol.

Los resultados más importantes para este trabajo se resumen a


continuación:

Tabla V j. Diferencias costo-beneficio para diferentes tamaños adultos


Beneficio anual Costo anual de Incremento en el
(expresado en plantación y man- beneficio anual
dólares) tenimiento (ex- promedio para un
presado en dóla- ciclo de vida de 40
res) años
(expresado en
dólares)
Árbol pequeño 14 a 18 4 a 14 0a9
Árbol mediano y 25 a 30 5 a 14 8 a 19
Conífera
Árbol grande 37 a 43 7 a 17 21 a 32
Fuente: McPherson et al. 2003

Los beneficios ambientales como reducción de agua de escurri-


miento, captura de contaminantes y ahorro de energía fueron dos a cua-
tro veces mayores a los costos de mantenimiento para árboles medianos
y grandes.

83
Entre los beneficios económicos asociados al arbolado, el de mayor
incidencia en el total fue el aumento del valor inmobiliario de las propie-
dades. Le siguieron en números la disminución del agua de escurrimiento
y la toma de contaminantes atmosféricos, mientras que el ahorro de
energía se muestra variable según la localización y el tipo de energía uti-
lizada para calefacción o refrigeración.

El rubro de mayor incidencia en los costos de mantenimiento del


arbolado público fue el de la poda ($7 a $9 por árbol y por año). Cabe
aclarar que este trabajo no incorpora los costos por remoción y disposi-
ción final de los ejemplares (McPherson et al. 2003)

84
Tabla V k. Estimación de beneficios y costos anuales para un árbol público a 20 años de su plantación
(expresados en dólares)
Árbol pequeño Árbol mediano Árbol grande Conífera
RUBRO DEL 8 m de altura/ 8 m 12m de altura/ 9 m 15m de altura/ 10 m 9m de altura/ 7 m de ancho
BENEFICIO de ancho de ancho de ancho Superficie foliar: 152,918 m2
Superficie foliar: Superficie foliar: Superficie foliar:
103,215 m2 226,125 m2 283,911 m2
$ $ $ $
Ahorro en electricidad 6 kWh 0.48 18 kWh 1.38 35 kWh 2.76 32 kWh 2.46
(0.78/kWh)
Gas natural (0.00725/kBTU 40 kBTU 0.29 114 0.83 229 kBTU 1.65 327 kBTU 2.36
kBTU
Dióxido de carbono 19 kg 0.32 40 kg 0.67 77 kg 1.26 55 kg 0.92
(0.017/kg)
Ozono (6.76/kg) 0.11 kg 0.80 0.13 kg 0.92 0.16 kg 1.06 0.11 kg 0.76
NO2 (6.76/kg) 0.10 kg 0.61 0.16 kg 1.00 0.19 kg 1.33 0.11 kg 0.81
SO2 (15.70/kg) 0.10 kg 1.58 0.17 kg 2.62 0.21 kg 3.43 0.10 kg 1.64
PM10 (11.30/kg) 0.04 kg 0.47 0.05 kg 0.61 0.06 kg 0.74 0.05 kg 0.60
VOCs (10.70/kg) 0.00 kg 0.010 0.001 kg 0.038 0.0015 kg 0.016 0.0015 kg 0.17
VOCs emitidos (10.70/kg) -0.001 kg -0.012 -0.001 -0.0107 -0.005 kg -0.051 -0.14 kg -1.489
kg
Intercepción de lluvia 1650 l 4.69 3675 l 10.44 4241 l 12.06 3823 l 10.87
(0.0028/l)
SUBTOTAL AMBIENTAL 9.24 18.49 24.26 18.95
Otros beneficios 7.04 10.00 19.31 12.65
TOTAL BENEFICIOS 16.28 28.02 43.57 31.60
TOTAL COSTOS 13.90 14.18 17.43 14.41
BENEFICIO NETO 2.38 14.31 26.14 17.19
Fuente: McPherson et al. 2003

85
Aproximación del estudio de McPherson
en una masa arbórea en sector céntrico
de la Ciudad de Buenos Aires

Sobre la base de las conclusiones de McPherson hicimos un ensayo


con parte de los árboles de la Av. 9 de Julio, que crecen sobre veredas y
canteros centrales entre la Av. San Juan y la calle México. Se censaron
312 ejemplares cuya descripción específica y medidas constan en las
planillas agregadas como Apéndice I así como las fotografías aéreas de
las zonas relevadas.

El objetivo de este estudio de caso fue analizar el beneficio am-


biental hipotético y sincrónico que esta masa arbórea presta a la ciudad,
considerando sólo la toma de contaminantes y la emisión de VOCs y sin
tener en cuenta los ahorros de energía ni la intercepción de lluvias.

Siguiendo los criterios de clasificación de los árboles por tamaño


que utiliza McPherson, los resultados de nuestro relevamiento serían los
siguientes:

Según la altura:
• 224 árboles con menos de 7 m de altura
• 82 árboles entre 7 y 12 m de altura
• 6 árboles mayores a 12 m de altura

O, según el diámetro de copa:


• 203 árboles con menos de 7 m de diámetro de copa
• 90 árboles con copa entre 7 y 10 m de diámetro
• 19 árboles con copa mayor a 10 m de diámetro

Sin embargo, nos pareció adecuado cambiar los criterios de medi-


ción de los árboles por el hábito de crecimiento de las especies estudia-
das y por el sitio, que les permite desarrollar mayor ancho de copa al
estar distanciados unos de otros y crecer sin limitantes de paredes cer-
canas.
86
De manera que, a los fines de este trabajo, hemos combinado la
altura con el diámetro a la altura del pecho (DAP) para establecer las
siguientes categorías:

 Árbol pequeño: el que tiene una altura menor a 7 metros y un


DAP menor o igual a 25 cm
 Árbol mediano: el que tiene una altura igual o mayor a 7 me-
tros y un DAP menor o igual a 25 cm y también al que tiene una
altura menor a 7 metros pero con un DAP mayor a 25 cm.
 Árbol grande: el que tiene una altura mayor a 7 metros y un
DAP mayor a 25 cm.

Sobre la base de esta clasificación y considerando que, al momen-


to del relevamiento, la diversidad de edades de los árboles censados es
representativa del stock de árboles de la ciudad, los resultados obtenidos
del relevamiento muestran la existencia de:

 100 ejemplares pequeños


 106 ejemplares medianos
 105 ejemplares grandes
 2 coníferas (una de ellas fue descartada por su pequeño tamaño
y estado deficitario)

87
Tabla V l. Estimación de beneficios y costos anuales para los árboles públicos de un sector de la Av. 9 de Julio, en
análisis sincrónico de la diversidad etaria (expresados en dólares)

Árbol pequeño Árbol mediano Árbol grande Conífera


presado en dólares
Y precio por kg ex-

Superficie foliar: Superficie foliar: Superficie foliar: Superficie foliar:


103,215 m2 226,125 m2 283,911 m2 152,918 m2
BENEFICIO
RUBRO DEL

100 ejemplares 106 ejemplares 105 ejemplares 1 ejemplar

U$S por árbol

U$S por árbol

U$S por árbol

U$S por árbol


(kg de conta-

(kg de conta-

(kg de conta-

(kg de conta-
Total en U$S

Total en U$S

Total en U$S

Total en U$S
minantes)

minantes)

minantes)

minantes)
Por árbol

Por árbol

Por árbol

Por árbol
Total

Total

Total

Total
Dióxido de 19 kg 0.32 1900 32 40 kg 0.67 4240 71,02 77 kg 1.26 8085 132,30 55 kg 0.92 55 0,92
carbono
(0.017/kg)
Ozono 0.11 0.80 11 80 0.13 0.92 13,78 97,52 0.16 1.06 16,8 112,36 0.11 0.76 0,11 0,76
(6.76/kg) kg kg kg kg
NO2 0.10 0.61 10 10 0.16 1.00 16,96 106 0.19 1.33 19,95 139,65 0.11 0.81 0,11 0,81
(6.76/kg) kg kg kg kg
SO2 0.10 1.58 10 10 0.17 2.62 18,02 277,72 0.21 3.43 22,05 360,15 0.10 1.64 0,10 1,64
(15.70/kg) kg kg kg kg
PM10 0.04 0.47 4 4 0.05 0.61 5,3 64,66 0.06 0.74 6,3 77,7 0.05 0.60 0,05 0,60
(11.30/kg) kg kg kg kg
VOCs 0.00 0.010 0 0 0.001 0.038 O,106 4,028 0.0015 0.016 0,1575 1,68 0.0015 0.17 0,001 0,17
(10.70/kg) kg kg kg kg 5
VOCs emi- - - -1 -0,1 - - -0,106 - -0.005 - -0,525 -5,355 -0.14 - -0,14 -
tidos 0.001 0.012 0.001 0.0107 1,1342 kg 0.051 kg 1.489 1,49
(10.70/kg) kg kg
1934 135,9 4294,06 619,81 8149,73 818,48 55,23 3,41
Fuente: Elaboración propia sobre datos de campo, basado en McPherson et al. 2003

88
Tabla V m. Balance costo-beneficio anualizado del servicio ambiental de descontaminación atmosférica para una
masa arbórea relevada en la Ciudad de Buenos Aires (expresado en dólares)

Árbol pequeño Árbol mediano Árbol grande Conífera


Superficie foliar: Superficie foliar: Superficie foliar: Superficie foliar:
103,215 m2 226,125 m2 283,911 m2 152,918 m2
1ejemplar
100 ejemplares 106 ejemplares 105 ejemplares

TOTAL COSTOS
REALES SEGÚN 2/ÁRBOL 4/ÁRBOL 5/ÁRBOL 2/ÁRBOL
PRESUPUESTO U$S 200 U$S 424 U$S 525 U$S 2
GUBERNAMENTAL
TOTAL BENEFICIOS
TEÓRICOS POR TOMA 135,90 619,81 818,48 3,41
DE CONTAMINANTES
BALANCE
COSTO-BENEFICIO DEL
SERVICIO AMBIENTAL
-64,10 195,81 293,48 1,41
DE DES-
CONTAMINACIÓN
ATMOSFÉRICA

Fuente: Elaboración propia sobre datos de campo y CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES, SECRETARÍA DE HACIENDA.
Presupuestos 2004, 2005 y 2006
Nota: el costo para estos árboles de la ciudad de Buenos Aires se reduce a la plantación inicial ocurrida hace más de 40 años
pues no reciben tareas de mantenimiento. De manera que, de ser posible medir los costos atribuibles a la contaminación at-
mosférica, los beneficios brindados por los árboles serían, en realidad, mucho mayores.

89
Especies aptas para la forestación en la
ciudad de Buenos Aires según sus condiciones
de adaptabilidad a suelo, clima y stress urbano

Tabla V n. Información sobre diferentes especies aptas para el arbolado urbano de la Ciudad de Buenos Aires

Potencial de emisión
de VOCs microgr./gr
de peso seco/hora

drenaje pobre

ción (ozono y
Tipo de folla-

Diámetro de

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a
tasa de cre-

monoterpe-
crecimiento
Longevidad

contamina-
suelo com-
Altura a la

la sombra
Hábito de

de raíces
madurez

isoprene
cimiento
Tamaño

pactado

sequía

SOx)
copa
Nombre Nombre

nos
je
científico común

Acacia dealbata aromo francés P M 15 12 R M B S 0.85 X X


Acacia melanoxylon acacia negra P M 15 9 R M B S X X

Acer buergerianum arce buergeriano C M 11 8 M M <0.1 X


Acer campestre arce campestre C M 10 10 S M <0.1 X X X
Acer negundo arce C M 14 11 R M M S <0.1
Acer palmatum arce japonés C P 6 6 S M <0.1
Acer platanoides arce C G 15 11 R L M S <0.1 X X X
Acer pseudoplatanus arce C G 20 15 R L M S <0.1
Acer rubrum arce rojo C G 21 9 R L M S <0.1 2.75 X X X X
Acer saccharinum arce C G 21 15 R L M S <0.1 1.94
Acer saccharum arce azucarero C G 20 13 M L A P <0.1
Aesculus hippocastanum castaño europeo C M 6 9 R C A P X
Albizzia julibrissin mimosa rosada C P 6 9 R C B S 10-40 <0.2
Bahuinia sp. pata de buey C P 8 9 R M

90
Potencial de emisión
de VOCs microgr./gr
de peso seco/hora

drenaje pobre

ción (ozono y
Tipo de folla-

Diámetro de

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a
tasa de cre-

monoterpe-
crecimiento
Longevidad

contamina-
suelo com-
Altura a la

la sombra
Hábito de

de raíces
madurez

isoprene
cimiento
Tamaño

pactado

sequía

SOx)
copa
Nombre Nombre

nos
je
científico común

Betula papyrifera abedul C M 16 8 M C M S

Betula pendula abedul péndulo C M 14 9 M C M S 0.19-5.4


Brachychiton acerifolia braquiquito P M 13 8 R L
70 +/-
Casuarina sp. casuarina P G 24 11 R M 35 <0.1
Catalpa sp. catalpa C G 17 14 R M B P <1 <0.2
0.26+/-
Cedrus deodara cedro común P G 15 8 R L 0.06
0.2 +/-
Celtis australis C G 19 14 R L M P <0.1 0.01 X X X X
Chorisia speciosa palo borracho C M 13 14 R M
0.03 +/-
Cinnamomum camphora alcanfor P M 14 18 R L 0.01
Citrus sp. cítricos P P 6 6 M M 0.3-2.5
Cryptomeria japonica criptomeria P G 15 5 L L
Cupressus sempervirens ciprés P G 15 1 M M 0.1
Diospyros virginiana kaki C G 15 8 M L
70 +/-
Eucalyptus ficifolia eucalipto rojo P M 11 6 R L 35 3 +/- 1.5
Eugenia sp. eugenia P P 7 6 M M

91
Potencial de emisión
de VOCs microgr./gr
de peso seco/hora

drenaje pobre

ción (ozono y
Tipo de folla-

Diámetro de

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a
tasa de cre-

monoterpe-
crecimiento
Longevidad

contamina-
suelo com-
Altura a la

la sombra
Hábito de

de raíces
madurez

isoprene
cimiento
Tamaño

pactado

sequía

SOx)
copa
Nombre Nombre

nos
je
científico común

Fraxinus americana fresno C G 20 15 R L M P <0.1 <0.1 X


Fraxinus excelsior fresno C G 21 23 R L M P <0.1 <0.1
Fraxinus pennsylvanica fresno C G 20 14 R L M P <0.1 <0.1 X X X
Ginkgo biloba ginkgo C G 19 17 L L M P <1 3 +/- 6.8 X X X X
Gleditsia triacanthos acacia de tres espinas C M 12 13 R L B S X X
Grevillea robusta roble sedoso C G 24 8 R L
Jacaranda mimosifolia jacarandá C M 10 16 R M
Juglans nigra nogal C G 20 18 M L B P
Lagerstroemia indica crespón C P 6 6 M M X
70 +/- 1.3-3 +/-
Liquidambar styraciflua liquidámbar C G 21 13 M L B S 35-71 1.5 X
Liriodendron tulipifera tulipanero C G 27 12 M L B S 4.1
Magnolia grandiflora magnolia P G 21 11 M L <0.1 6 +/- 3

Magnolia x soulangeana magnolia rosada C P 7 8 M M B S


Melia azedarach paraíso C M 11 6 R M <0.1 <0.1
Morus alba morera C M 12 11 R M A S
Pawlonia tomentosa kiri C M 14 14 R M
Phoenix dactylifera datilera P G 20 5 R L M P 15 +/- 1 X X
Phoenix reclinata fénix P M 10 4 M L A S 0.9 X

92
Potencial de emisión
de VOCs microgr./gr
de peso seco/hora

drenaje pobre

ción (ozono y
Tipo de folla-

Diámetro de

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a
tasa de cre-

monoterpe-
crecimiento
Longevidad

contamina-
suelo com-
Altura a la

la sombra
Hábito de

de raíces
madurez

isoprene
cimiento
Tamaño

pactado

sequía

SOx)
copa
Nombre Nombre

nos
je
científico común

Pinus pinea pino piñonero P M 14 11 M L 78 7-15


Pinus strobus pino llorón P G 20 9 R L B P
Pinus taeda pino taeda P G 20 10 R L 5.1 X
24.29-
Platanus occidentalis plátano P G 25 18 R L B P 27.6 X X
Platanus x acerifolia plátano de hoja de arce C G 24 18 R L B P X X
Populus alba álamo blanco C G 24 15 R M B S 19.94 1.23

Populus deltoides álamo de la carolina C G 27 15 R M B S 32.68-37


Prunus serrulata cerezo de flor C P 6 6 M C B P <0.1 <0.1
Quercus palustris roble de los pantanos C G 19 11 M L M P X X X
Quercus robur roble europeo C G 17 15 M L M P 40-76 1.76 X X
Quercus rubra roble rojo C G 20 17 R L M P 14.8-61 1.8 X X
10.1-
Robinia pseudoacacia acacia blanca C M 17 9 R M B S 13.5 4.7
22.8-233
Salix babylonica sauce llorón C M 12 15 R C B S +/- 46 0.16 X
28 +/- 0.8 +/-
Salix sp. sauce C G 18 18 R M B S 32 0.9

93
Potencial de emisión
de VOCs microgr./gr
de peso seco/hora

drenaje pobre

ción (ozono y
Tipo de folla-

Diámetro de

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a

Tolerancia a
tasa de cre-

monoterpe-
crecimiento
Longevidad

contamina-
suelo com-
Altura a la

la sombra
Hábito de

de raíces
madurez

isoprene
cimiento
Tamaño

pactado

sequía

SOx)
copa
Nombre Nombre

nos
je
científico común

Styphnolobium japonica sófora C M 17 17 M L B S X X X


Tabebuia sp. lapacho C M 12 10 M M
2.3-3 +/-
Taxodium distichum ciprés calvo C G 21 9 R L B S <0.1 1.5 X X X
Tilia americana tilo americano C G 20 13 M L A P 1-10
Tilia cordata tilo de hoja chica C G 20 13 M L A P X
Tipuana tipu tipa C G 25 20 R L
Ulmus pumila olmo siberiano C G 18 13 R M M P <0.1 <0.1 X X X X

Fuente: Elaboración propia sobre: General Technical Report 1999 USDA Forest Service / Barreiro 2007

Tipo de follaje: C=caduco; P=perenne


Tamaño: G=grande; M=mediano; P=pequeño
Tasa de crecimiento: R=rápido; M=medio; L=lento
Longevidad: L=larga; M=media; C= corta
Tolerancia a la sombra: A=alta; M=media;B=baja
Hábito de crecimiento de raíces: S=superficial; P=profundo

94
Conclusiones

A manera de compendio de los trabajos analizados, se han listado las


características principales que deben tener las especies arbóreas que
conformen el arbolado de una ciudad.

Para que las conclusiones de este trabajo puedan ser aplicadas al ámbito
de la ciudad de Buenos Aires, se han seleccionado sólo aquellas especies
capaces de medrar en dicho ambiente.

Las especies deben elegirse:


 Por adaptabilidad al sitio y por estética

 Por resistencia a las condiciones de stress urbano

 Por posibilidad de reducir gastos energéticos y emisiones de dióxido
de carbono a la atmósfera

 Por capacidad de retención de contaminantes:

 Mayor capacidad de adsorción de PM10 y metales pesados


 Mayor secuestro de C
 Mayor capacidad de absorción de gases como SOx y NOx y
menor susceptibilidad a sus daños
 Baja emisión de VOCs y baja susceptibilidad a los daños produ-
cidos por el ozono

 Características morfológicas para mayor adsorción

 Follaje fino
 Mayor cantidad de pecíolos
 Mayor cantidad de ramas finas
 Hojas rugosas, pilosas o adherentes

95
 Características morfológicas para mayor absorción

 Mayor cantidad de estomas por unidad de superficie foliar


 Mayor actividad estomática (capacidad de apertura y cierre de
estomas frente a estímulos extra-fisiológicos)

 Géneros botánicos eficientes para la toma de SOX


 Ulmus
 Tilia
 Platanus
 Populus
 Liriodendron

 Especies susceptibles a los daños por SOx


 Betula papyrifera y pendula
 Fraxinus pennsylvanica
 Populus nigra y tremuloides

 Especies resistentes a los daños por SOx


 Acer platanoides, saccharinum y saccharum
 Ginkgo biloba
 Platanus x acerifolia
 Quercus palustris
 Tilia cordata

 Especies más eficientes para la absorción de NOx


• Familia: Especies ejemplo:
 Leguminosas Styphnolobium japonicum
 Salicáceas Populus y Salix sp.
 Mirtáceas Eucalyptus sp.

 Caducifolias > perennes


 Hoja ancha > coníferas

96

 Géneros botánicos con mayor emisión de VOCs11
 Liquidambar
 Casuarina
 Populus
 Salix
 Platanus
 Eucalyptus
 Robinia


 Especies más eficientes en relación al ozono

 Géneros botánicos con mayor absorción de ozono:


 Ulmus
 Tilia
 Liriodendron
 Especies susceptibles al daño por ozono
 Ailanthus altissima
 Fraxinus americana y pennsylvanica
 Gleditsia triacanthos
 Liriodendron tulipifera
 Platanus occidentalis
 Especies resistentes al daño por ozono
 Acer platanoides, saccharum y saccharinum
 Betula pendula
 Quercus robur y rubra
 Robinia pseudoacacia
 Tilia americana y cordata

11
A mayor cobertura arbórea, menor temperatura y, por lo tanto, menor emisión de
VOCs

97

 Especies más eficientes para el secuestro de dióxido de carbo-
no
 Árboles grandes > árboles pequeños
 Especies longevas > especies de ciclo corto
 Especies con madera aprovechable > especies no útiles
 Especies perennes > especies caducifolias
 Coníferas > hoja ancha


 Especies más eficientes para la adsorción de PM10
 Ulmus pumila, siberiana y europaea
 Chamaecyparis lawsoniana
 Cedrus deodara
 Picea pungens
 Platanus occidentalis y x acerifolia


 Géneros botánicos más eficientes para la retención de
metales pesados
 Acer sp.
 Carya sp.
 Betula sp.
 Quercus sp.

Sobre la base de estas conclusiones generales y de la Tabla V n. hemos


confeccionado un índice de valor estético-ambiental para aquellas espe-
cies que pueden crecer en el ambiente de la Ciudad de Buenos Aires, que
están disponibles en el mercado y que son de características valiosas en
alguno de los parámetro analizados.

Los resultados obtenidos se describen en las tablas que siguen (Tabla V


o. y Tabla V p.):

98
Tabla V o. Ranking de especies aptas para el arbolado de la Ciudad de Buenos Aires según sus características de adaptación y su
capacidad para mejorar la calidad del aire

Resisten- Baja sus-


Reduc- Baja sus-
cia a las Capaci- Secuestro capacidad Capaci- ceptibili-
Adapta- ción de Baja emi- ceptibili-
condicio- dad de y de absor- dad de dad a los
ción al Estética gasto sión de dad a los Índice
nes de retención almacena ción de absorción daños por
sitio energéti- VOCs daños por
stress de PM miento de SOx de NOx SOx y
co ozono
urbano C NOx

Acacia dealbata 3 3 5 2 4 3 3 5 3 4 3 38
Acacia melanoxylon 3 3 5 2 3 3 3 5 3 4 3 37
Acer buergerianum 3 4 4 3 2 3 3 0 5 5 3 35
Acer campestre 3 1 4 4 2 3 3 4 5 5 3 37
Acer negundo 3 1 4 4 2 3 3 4 5 5 3 37
Acer palmatum 4 4 2 1 2 1 3 5 5 5 3 35
Acer pseudoplatanus 4 4 4 4 3 5 3 4 3 5 3 42
Acer rubrum 4 4 4 3 3 5 3 4 3 4 3 40
Acer saccharinum 4 4 4 3 3 5 3 4 3 4 3 40
Acer saccharum 4 4 4 3 3 5 3 4 3 5 3 41
Aesculus hippocastanum 3 3 3 3 5 2 3 4 3 5 3 37
Albizzia julibrissin 4 4 4 3 4 0 3 5 3 2 3 35
Bahuinia sp. 5 4 4 4 3 1 3 5 3 5 3 40
Betula papyrifera 3 3 2 2 2 2 3 4 0 4 3 28
Betula pendula 3 3 2 2 2 2 3 4 0 4 3 28
Brachychiton acerifolia 4 3 5 3 2 4 3 3 3 5 3 38
Casuarina sp. 3 2 4 2 3 4 3 3 3 0 3 30
Catalpa bignonioides 5 4 5 5 4 4 3 4 3 5 3 45
Cedrus deodara 3 3 4 3 4 5 3 3 3 4 3 38
Chorisia speciosa 3 5 5 4 2 2 3 4 3 5 3 39
Cinnamomum camphora 3 4 5 3 2 4 3 3 3 5 3 38
Citrus sp. 1 3 2 1 2 1 3 3 3 4 3 26
Cryptomeria japonica 2 4 3 2 3 5 3 3 3 4 3 35
Cupressus sempervirens 3 3 2 2 4 4 3 3 3 4 3 34

99
Resisten- Baja sus-
Reduc- Baja sus-
cia a las Capaci- Secuestro capacidad Capaci- ceptibili-
Adapta- ción de Baja emi- ceptibili-
condicio- dad de y almace- de absor- dad de dad a los
ción al Estética gasto sión de dad a los Índice
nes de retención namiento ción de absorción daños por
sitio energéti- VOCs daños por
stress de PM de C SOx de NOx SOx y
co ozono
urbano NOx

Diospyros virginiana 2 4 2 4 3 5 3 4 3 5 3 38
Eucalyptus sp. 3 3 4 2 3 4 3 5 3 0 3 33
Eugenia sp. 4 3 4 2 3 1 3 3 3 5 3 34
Fraxinus excelsior 4 3 4 4 3 5 3 4 0 5 0 35
Fraxinus pennsylvanica 4 3 4 4 3 5 3 3 0 5 0 34
Ginkgo biloba 4 4 4 4 3 5 3 3 3 4 3 40
Gleditsia triacanthos 3 3 5 3 3 4 3 5 3 5 0 37
Grevillea robusta 4 3 4 4 4 5 3 4 3 5 3 42
Jacaranda mimosifolia 5 5 4 4 4 3 3 4 3 5 3 43
Juglans nigra 4 3 3 4 3 5 3 4 3 5 3 40
Lagerstroemia indica 5 4 4 2 3 1 3 4 3 5 3 37
Liquidambar styraciflua 5 5 5 4 3 5 3 4 3 1 3 41
Liriodendron tulipifera 5 5 5 5 3 5 5 4 5 3 5 50
Magnolia grandiflora 4 5 5 3 3 5 3 3 3 4 3 41
Melia azedarach 4 3 4 4 2 3 3 4 3 5 3 38
Morus alba 5 2 5 4 2 3 3 4 3 5 3 39
Pawlonia tomentosa 5 2 4 4 3 3 3 4 3 5 3 39
Phoenix canariensis 4 3 5 1 2 4 3 3 3 3 3 34
Phoenix reclinata 3 3 4 1 1 3 3 3 3 4 3 31
Pinus pinea 3 3 4 2 3 3 3 3 3 0 3 30
Pinus strobus 3 3 4 2 3 3 3 3 3 1 3 31
Pinus taeda 3 3 4 2 3 3 3 3 3 1 3 31
Platanus occidentalis 5 4 5 5 5 5 5 0 5 1 3 43
Platanus x acerifolia 5 4 5 5 5 5 5 0 5 1 3 43
Populus alba 1 3 5 3 4 4 5 5 2 1 3 36

100
Resisten- Baja sus-
Reduc- Baja sus-
cia a las Capaci- Secuestro capacidad Capaci- ceptibili-
Adapta- ción de Baja emi- ceptibili-
condicio- dad de y almace- de absor- dad de dad a los
ción al Estética gasto sión de dad a los Índice
nes de retención namiento ción de absorción daños por
sitio energéti- VOCs daños por
stress de PM de C SOx de NOx SOx y
co ozono
urbano NOx

Populus deltoides 1 3 5 4 3 4 3 5 2 0 3 33
Prunus sp. 3 3 2 1 2 0 3 3 3 5 3 28
Quercus palustris 4 5 4 3 3 5 3 4 5 2 3 41
Quercus robur 3 5 4 3 3 5 3 4 3 2 3 38
Quercus rubra 4 5 4 3 3 5 3 4 3 2 3 39
Robinia pseudoacacia 3 3 5 2 2 3 3 5 3 1 3 33
Salix babylonica 1 4 5 4 3 2 3 5 3 1 3 34
Salix sp. 1 3 5 4 3 2 3 5 3 1 3 33
Sophora japonica 5 4 5 4 3 4 3 5 3 5 3 44
Tabebuia sp. 5 5 5 4 3 3 3 4 3 5 3 43
Taxodium distichum 4 5 3 3 4 5 3 0 3 4 3 37
Tilia americana 5 5 5 5 4 5 5 4 5 4 3 50
Tilia cordata 5 5 5 5 4 5 5 4 5 4 3 50
Tipuana tipu 5 5 5 5 3 5 5 5 3 5 3 49
Ulmus pumila 4 3 1 5 5 4 5 4 5 5 3 44
Nota: Los valores fueron aplicados de manera subjetiva, según los resultados observados en las investigaciones analizadas a lo largo del presente trabajo. Se
eligió una escala de 0 a 5 que permite clasificar a la mayoría de las especies según sus características. En los casos en que no se disponía de datos fehacientes, se
asignó a la especie un valor intermedio de 3, partiendo del supuesto de que toda especie arbórea genera algún beneficio, tanto estético como ambiental. Dado
que la tabla se ha realizado sobre la base de especies que pueden crecer en la Ciudad de Buenos Aires, los valores de “Adaptabilidad al sitio” y de “Resistencia a
las condiciones de stress urbano” se basan sobre la resistencia a plagas y enfermedades y a sequía y sobre el hábito de crecimiento de raíces.

Referencias del valor del índice:

• 21 a 30: Especie poco útil desde el punto de vista ambiental


• 31 a 40: Especie de utilidad ambiental media pero con valores de adaptabilidad o estética aceptables
• 41 a 50: Especie muy útil tanto desde el punto de vista ambiental como de adaptabilidad y estética

101
Tabla V p. Especies ordenadas según el Índice obtenido

Especie Índice

Liriodendron tulipifera 50
Tilia americana 50
Tilia cordata 50
Tipuana tipu 49
Catalpa bignonioides 45
Styphnolobium japonica 44
Ulmus pumila 44
Jacaranda mimosifolia 43
Platanus occidentalis 43
Platanus x acerifolia 43
Tabebuia sp. 43
Acer pseudoplatanus 42
Grevillea robusta 42
Acer saccharum 41
Liquidambar styraciflua 41
Magnolia grandiflora 41
Quercus palustris 41
Acer rubrum 40
Acer saccharinum 40
Bahuinia sp. 40
Ginkgo biloba 40
Juglans nigra 40
Chorisia speciosa 39
Morus alba 39
Pawlonia tomentosa 39
Quercus rubra 39
Acacia dealbata 38
Brachychiton acerifolia 38
Cedrus deodara 38
Cinnamomum camphora 38
Diospyros virginiana 38
Melia azedarach 38
Quercus robur 38
Acacia melanoxylon 37
Acer campestre 37
Acer negundo 37
Aesculus hippocastanum 37
Gleditsia triacanthos 37
Lagerstroemia indica 37
Taxodium distichum 37

102
Especie

Índice
Populus alba 36
Acer buergerianum 35
Acer palmatum 35
Albizzia julibrissin 35
Cryptomeria japonica 35
Fraxinus excelsior 35
Cupressus sempervirens 34
Eugenia sp. 34
Fraxinus pennsylvanica 34
Phoenix canariensis 34
Salix babylonica 34
Eucalyptus sp. 33
Populus deltoides 33
Robinia pseudoacacia 33
Salix sp. 33
Phoenix reclinata 31
Pinus strobus 31
Pinus taeda 31
Casuarina sp. 30
Pinus pinea 30
Betula papyrifera 28
Betula pendula 28
Prunus sp. 28
Citrus sp. 26

103
Capítulo VI

Conclusiones

104
Los árboles modifican el gasto en energía mediante la moderación
de las temperaturas extremas, a través de tres vías: por sombreado, por
transpiración y por reducción de la velocidad del viento.

Los árboles reducen el dióxido de carbono atmosférico a través de


dos vías: el secuestro y almacenamiento de CO2 de manera directa en la
biomasa foliar y leñosa y por la menor demanda de energía que requie-
ren las edificaciones rodeadas por árboles plantados con la orientación
correcta, lo que reduce las emisiones de las plantas de producción de
energía.

Por otra parte, los trabajos de mantenimiento del arbolado son


emisores de CO2, aunque los balances de dióxido de carbono que tienen
en cuenta todos los factores son siempre favorables a la existencia de los
árboles.

Los árboles mejoran la calidad del aire: absorbiendo contaminan-


tes gaseosos a través de la superficie de las hojas (ozono, dióxidos de
nitrógeno y dióxidos de azufre); interceptando material particulado (pol-
vo, cenizas, poles, humo); liberando oxígeno como resultado de la fo-
tosíntesis y reduciendo la temperatura del aire por transpiración y som-
breado, lo que reduce los niveles de ozono troposférico.

También liberan contaminantes al aire, conocidos como compues-


tos volátiles orgánicos (VOCs), que son precursores de la formación de
ozono. Sin embargo, la adecuada elección de las especies puede mitigar
este efecto en su aspecto global.

Los árboles protegen los recursos agua y suelo: las hojas y ramas
interceptan y almacenan el agua de lluvia, reduciendo los volúmenes de
escorrentía; las raíces y su descomposición incrementan la capacidad de
infiltración del suelo que los rodea y, finalmente, las copas de los árboles
reducen la erosión del suelo al interceptar las gotas de lluvia y disminuir
su impacto.

105
Los árboles, además, proporcionan belleza al paisaje urbano, ase-
guran la existencia de la biodiversidad, influyen positivamente sobre el
estado emocional de los habitantes y aumentan el precio de las propie-
dades.

A pesar de todos los beneficios descriptos, es difícil encontrar en


las ciudades de los países en desarrollo planes y proyectos tendientes al
mejoramiento del arbolado urbano como herramienta no sólo del manejo
ambiental sino, aunque más no fuera, de las características estéticas del
entorno.

América Latina y el Caribe son las regiones de mayor urbanización


del mundo, con tres de cada cuatro habitantes viviendo en las ciudades,
las que, a su vez, generan dos tercios del producto económico, atrayen-
do a los sectores más dinámicos. Esto representa un desafío formidable
para cualquier gestión. En particular, para la gestión ambiental.

En los países en desarrollo, la urbanización ha tenido una influen-


cia dramática al crear un ambiente casi sin atractivos, salvo algunas ex-
cepciones. Los bosques urbanos de muchas ciudades han alcanzado los
límites de su edad biológica, con ejemplares de más de 100 años de
edad y con nuevas plantaciones que -desde 1960 a la fecha- han proba-
do tener muchas dificultades para establecerse (Nilsson et al. 1997)

En Buenos Aires, esto no es diferente. Con un stock de arbolado


de alineación cercano a los 350.000 ejemplares, la ciudad no ha contado
con planes serios de plantación y mantenimiento en los últimos cinco
decenios. El magnífico arbolado que data de fines del siglo XIX y princi-
pios del XX está en muchos casos severamente afectado por el descuido
y el desarrollo urbano, que hace crecer las superficies no permeables y
aumentar la temperatura urbana creando un notable efecto de isla de
calor, especialmente en las calles más céntricas, despojadas de vegeta-
ción.

106
Una legislación “titubeante”, que ha puesto toda la responsabilidad
del cuidado de los árboles en el Gobierno –con poca capacidad para lle-
varla a cabo- no hace más que empeorar el problema.

El arbolado urbano debería tratarse como un recurso natural reno-


vable del “ecosistema ciudad”. Esto obligaría a ampliar la visión espa-
cial y temporal sobre su trascendencia y a diseñar mejores políticas.

Según la visión de Alberto Morán, pensar o planificar ecológica-


mente exige consideraciones sobre un horizonte de tiempo y una ade-
cuada percepción del medio; implica entender la realidad que nos rodea
como un espacio multidimensional. Pensar o planificar ecológicamente
significa considerar al medio en su dimensión natural y artificial, implica
identificar los problemas de hoy y del mañana; sintonizar presente y fu-
turo.

Agrega, además, que el pensar ciudadano generalizado se une a


un desprecio por todo lo que signifique la propiedad compartida (es el
caso del arbolado, considerado en Buenos Aires como patrimonio públi-
co) Tanto la legislación como los gestos populares corrientes evidencian
una desconsideración por lo que no le pertenece a nadie en particular
(Morán 1992)

Un arbolado sustentable puede ser visto como un tejido que inte-


gra a las ciencias y a los temas biológicos, ecológicos, económicos y so-
cio políticos. La fuerza de este tejido depende tanto de la visión en el
planeamiento en cada una de estas áreas como del método que imple-
menten (Thompson 1994)

Tal como establece Andresen, deben buscarse especies resistentes


o tolerantes a todos los riesgos del ambiente urbano, árboles que
además posean resiliencia genética y aceptación social. Se deben hacer
elecciones que satisfagan diferentes requerimientos. Por ejemplo, quien
administra busca árboles de bajo mantenimiento y resistente a plagas y
enfermedades mientras que el vecino quiere árboles que ofrezcan atrac-

107
tivo en varias estaciones12 pero, además, las especies seleccionadas de-
ben adaptarse al sitio de crecimiento y a los microclimas creados por el
ambiente urbano.

En resumen, hay varios requerimientos que deben ser resueltos


para un árbol urbano: resistencia a bajas y altas temperaturas, a sequía,
a contaminación y a plagas. Y, agregados a estos caracteres de supervi-
vencia, debe tener valores estéticos y sociales. El desafío, entonces, no
sólo incluye lograr árboles que se desarrollen y sobrevivan al ambiente
sino que, además, satisfagan las necesidades siempre cambiantes del
habitante urbano. El administrador o planificador se enfrenta a la res-
ponsabilidad de producir y mantener árboles socialmente aceptables para
un futuro impredecible, lo que va más allá de sus conocimientos básicos.
Como un saber subordinado, debe juzgar qué ambiente político, econó-
mico y ecológico tendrán los árboles seleccionados cuando alcancen la
madurez: árboles maravillosos que asuman los desafíos de crecer y so-
brevivir en un ambiente hostil (Andresen 1976)

Cuando al elegir una especie no se considera bien el sitio y el am-


biente en que va a desarrollarse, suele haber interferencias posteriores
con los servicios públicos (veredas, cableado, etc.), un aumento de la
necesidad de mantenimiento, una menor vida útil de los ejemplares y,
aún, problemas con la calidad atmosférica. En suma, el tejido de susten-
tabilidad del arbolado se pone en riesgo, resultando en costos enormes
para corregir estos problemas que ensombrecen a los enormes beneficios
de los árboles.

Estos efectos detrimentales pueden evitarse a través de la selec-


ción apropiada y de la diversidad, mejorando la sustentabilidad del eco-
sistema –que trasciende a sus componentes cuando funciona adecuada-
mente.

Desde una perspectiva más amplia, la selección adecuada de es-


pecies debe resultar en una mezcla diversificada. Es decir, elegir las me-

12
En el caso de los ciudadanos de Buenos Aires, también deben cumplir con el
requisito de no “molestar”, de no romper veredas y de no ensuciar.
108
jores especies para un determinado sitio debe incluir la planificación a
nivel de ecosistema para evitar el efecto de monocultivo en el paisaje
urbano (Thompson 1994)

El costo de las plantaciones urbanas y del establecimiento de los


ejemplares depende en gran medida de la adecuación de las especies y
de los trabajos de mantenimiento que requieran. En general, los presu-
puestos municipales para mantenimiento del arbolado sufren grandes
impactos por errores del pasado. Si desde la perspectiva oficial se anali-
zara al arbolado urbano con la visión descripta por la mayoría de los au-
tores que figuran es esta revisión, se comprendería que cuando es eva-
luado el valor económico de los beneficios producidos por el arbolado
(remoción de contaminantes atmosféricos, ahorro de energía en calefac-
ción y refrigeración, reducción del escurrimiento superficial en tormen-
tas, incremento del valor de la propiedad, belleza escénica y biodiversi-
dad), este valor supera largamente al costo de inversión inicial para
plantación y mantenimiento. Más aún, muchos de estos beneficios se
extienden más allá del sitio donde crece el árbol, influenciando la calidad
de vida local y hasta regional (McPherson & Simpson 2000)

Es la descripción de tales beneficios ambientales el objetivo que ha


guiado la realización de este trabajo de revisión. Y la conclusión principal
es que las especies adecuadas al ambiente de la ciudad de Buenos Aires
pueden ayudar a mejorar la calidad atmosférica y a mitigar los picos de
contaminación que suelen darse en algunas áreas.

Sobre la selección de especies que puedan cumplir acabadamente


con el servicio ambiental descripto –y aún con la carencia evidente de
investigación sobre plantas nativas en nuestro medio local- pueden
enumerarse las conclusiones principales:

Los árboles urbanos seleccionados deben ser tolerantes a la


influencia aguda de la contaminación atmosférica. Si el árbol es
dañado o muerto tempranamente por la contaminación, su uti-
lidad como sumidero será muy breve.

109
Por otro lado, también deberán soportar las condiciones ur-
banas de stress por aireación deficitaria en el suelo, sequía, de-
ficiencias nutricionales y extremos microclimáticos. Un árbol
urbano no sólo debe ser capaz de sobrevivir: debe crecer con
vigor y sanidad, ya que el crecimiento vigoroso implica máxima
apertura de estomas y máxima absorción de contaminantes.

Las coníferas, con follaje perenne, presentan ventajas sobre


las especies caducas: la mayor carga de contaminación at-
mosférica se da durante el invierno, cuando la superficie foliar
es la mínima disponible. Por otro lado, tienen una mayor rela-
ción superficie volumen foliar con lo que la eficiencia de absor-
ción aumenta. Sin embargo, en ambientes urbanos, las conífe-
ras sólo son aptas para su utilización en plazas y parques o en
bordes amplios de autopistas.

Del mismo modo, las plantas perennes tendrían ventajas


sobre las caducas por ofrecer superficie absorbente constante a
lo largo del año. Pero las especies de hoja perenne sólo pueden
plantarse en calles muy amplias o en plazas, parques y auto-
pistas, para que no interfieran con la llegada de la luz solar a
las edificaciones en el invierno.

La pilosidad sobre hojas, pecíolos y ramitas es especialmen-


te efectiva para la retención de partículas. Las especies que po-
sean estas características son más deseables que las que no las
tienen.

Las especies con ramas más finas y abundantes deben pre-


ferirse a las de ramas gruesas, ya que se han descubierto como
mejores retentoras de partículas.

Dado que los pecíolos pueden ser más eficientes que las
láminas foliares como receptores de partículas, por su relación

110
volumen- superficie, deberían elegirse especies con pecíolos
largos.

Por ser los estomas los responsables de la mayor parte de la


absorción de gases de la atmósfera, deberían seleccionarse las
especies con mayor actividad estomática. Esta actividad puede
medirse a través de la cantidad de estomas por unidad de su-
perficie de hoja, el tamaño de la apertura estomática o la longi-
tud del pe-ríodo en que los estomas están abiertos.

En el mismo sentido, serán más eficientes las especies con


mayor resistencia al cierre estomático causado por variables
climáticas como la humedad relativa, el viento, la intensidad de
la luz y la contaminación atmosférica.

De contar con los datos, deberían seleccionarse aquellas es-


pecies que tengan la capacidad de metabolizar los contaminan-
tes y aprovecharlos como nutrientes.

En cuanto a su función como sumidero de carbono, los


árboles elegidos deberán ser de gran porte y de ciclo de vida
largo, para que puedan brindar el máximo beneficio. Aunque
sabemos que no todos los sitios urbanos admiten árboles gran-
des y que en la mayoría de los casos se eligen árboles peque-
ños porque no hay opciones, debería ponerse énfasis en lograr
más espacio para “el verde” en las ciudades: a más grandes los
árboles, mayores son los beneficios, menores son los costos y
mejores son los resultados ambientales.

El stock ideal de árboles de una ciudad es aquel que logra la


mayor cobertura de veredas y calles. No necesariamente debe
tenderse a una plantación del 100 % de los espacios disponi-
bles a nivel del suelo sino que debe tratar de lograrse una co-
bertura por canopia lo más cercana posible al 100 %. Tal como
opina Richardson (1992), promover más plantación de árboles

111
urbanos para alcanzar un stock máximo, como objetivo en sí
mismo, es una visión de corto plazo que frecuentemente resul-
ta en pérdidas de tiempo y de dinero. La mirada más efectiva
de largo plazo es proveer a los árboles mejores y mayores es-
pacios de crecimiento en los sitios donde sea más sencillo in-
crementar sus efectos positivos –y reducir los negativos.

Para todos aquellos árboles que sean plantados en


veredas o sitios rodeados de pavimento, debe ponerse especial
énfasis en que los espacios sean diseñados y plantados si-
guiendo objetivos razonables de longevidad del ejemplar. La
comunidad y la administración de la ciudad ganarán, en defini-
tiva, si los trabajos de mantenimiento del arbolado cambian del
reemplazo o la replantación frecuente al cuidado de largo plazo
de árboles en pleno crecimiento.

Desde una perspectiva más amplia, la selección adecuada


de especies debe resultar en una mezcla diversificada. Es decir,
elegir las mejores especies para un determinado sitio debe in-
cluir la planificación a nivel de ecosistema para evitar el efecto
de monocultivo en el paisaje urbano y dar base a la biodiversi-
13
dad.

Cuando al elegir una especie no se considera bien el sitio y


el ambiente en que va a desarrollarse, suele haber interferen-
cias posteriores con los servicios públicos (veredas, cableado,
etc.), un aumento de la necesidad de mantenimiento, una me-
nor vida útil de los ejemplares e inclusive problemas con la ca-
lidad atmosférica. En suma, el tejido de sustentabilidad del ar-
bolado se pone en riesgo, resultando en costos enormes para
corregir los problemas que ensombrecen a los beneficios. Estos
efectos detrimentales pueden evitarse a través de la selección
apropiada y de la diversidad, mejorando la sustentabilidad del

13
La forestación urbana de Buenos Aires tiene barrios que sufren este efecto,
con alineaciones puras de fresno a lo largo de innumerables cuadras.
112
ecosistema –que trasciende a sus componentes cuando funcio-
na adecuadamente.

La selección de especies y sus efectos aquí descriptos refle-


jan qué es lo importante y qué es lo ideal pero pueden no solu-
cionar problemas prácticos ni urgentes. Los planificadores del
arbolado suelen enfrentarse a la decisión difícil de elegir entre
las especies que mejor se adaptan a un sitio que es inadecuado
para casi cualquier árbol o demorar la plantación hasta poder
proveer un sitio adecuado. La elección sobre bases políticas o
económicas resulta en especies que se adecuan pero no son
sustentables, porque generan problemas a largo plazo: espe-
cies de vida útil corta, alto mantenimiento y que no llegan a
dar el máximo beneficio del tamaño adulto.

113
Apéndice
Aproximación al estudio de McPherson
con una masa arbórea de la
Ciudad de Buenos Aires
(Planillas de relevamiento a campo)
Relevamiento realizado en la Av. 9 de Julio y sus calles adyacentes
Lima y Bernardo de Irigoyen. Abarcó las veredas este y oeste, los cante-
ros centrales este y oeste y el cantero central, entre Av. San Juan al sur
y la calle México al norte.

Las áreas corresponden a 200 metros lineales y se individualizan


con los números I, II, y III. (Ej. Área I: entre Av. San Juan y Carlos Cal-
vo) Cada área tiene 5 zonas de relevamiento: vereda este (VE), cantero
este (CE) (sobre la calle Bernardo de Yrigoyen), cantero oeste (CO) y
vereda oeste (VO) (sobre la calle Lima) y cantero central (CC).

Se censaron 312 ejemplares cuya descripción específica y medidas


constan en las planillas agregadas a continuación.

ÁREA: I Calles San Juan a Carlos Calvo

Identificación Especie Altura Diámetro DAP Notas


del árbol (m) de copa
AICC1 Schinus molle 4 8 40

AICC2 Schinus molle 4 8 40

AICC3 Erythrina crista-galli 3 6 40

AICC4 Butia sp. 2 2 30

AICC5 Erythrina crista-galli 2.8 2 20

AICC6 Washingtonia filifera 5 2.4 40

AICC7 “ 5 2.4 40

AICC8 “ 5 2.4 40

AICC9 “ 5 2.4 40
AICC10 “ 5 2.4 40

AICC11 “ 5 2.4 40
AICC12 “ 5 2.4 40

AICC13 “ 5 2.4 40

114
AICC14 “ 5 2.4 40

AICC15 Seiba speciosa 2.5 3 15 Plantado recientemente

AICC16 Washingtonia robusta 12 4 90

AICC17 Seiba speciosa 2.5 3 15 Plantado recientemente

AICC18 Seiba speciosa 4 3 20

AICC19 Seiba speciosa 3 2 20

AICC20 Seiba speciosa 2.5 1.5 10 Plantado recientemente

AICC21 Seiba speciosa 5 3 25

AICC22 Seiba speciosa 5 8 40

AICC23 Seiba speciosa 6 8 30

AICC24 Butia sp. 3.5 3.5 60

AICC25 Seiba speciosa 9 7 40

AICC26 Seiba speciosa 7 9 35

AICC27 Butia sp. 4 1.5 50

AICC28 Seiba speciosa 3.5 4.5 20

AICC29 Seiba speciosa 3.5 5 20

AICC30 Seiba speciosa 3.5 5 30

AICC31 Seiba speciosa 4.5 6 30

AICC32 Seiba speciosa 3.5 4 30

AICC33 Seiba speciosa 4 3 20

AICC34 Seiba speciosa 3 2 20

AICC35 Seiba speciosa 2.5 1.5 10 Plantado recientemente

AICC36 Seiba speciosa 4 6 30

AICC37 Seiba speciosa 5 7 35

AICC38 Eucalyptus 15 10 40

AICC39 Seiba speciosa 4 2 25

AICC40 Butia sp. 2 7 60

AICC41 Seiba speciosa 5 6 35

AICC42 Phoenix canariensis 12 7 40

AICC43 Seiba speciosa 4 7 25

AICC44 Seiba speciosa 5 6 40

ÁREA: I Calles San Juan a Carlos Calvo

Identificación Especie Altura Diámetro DAP Notas


del árbol (m) de copa
AICE1 Jacaranda mimosifolia 8 7 45

115
AICE2 Jacaranda mimosifolia 7 8 40

AICE3 Jacaranda mimosifolia 7 8 45

AICE4 Jacaranda mimosifolia 8 8 45

AICE5 Jacaranda mimosifolia 9 6 50

AICE6 Jacaranda mimosifolia 8 10 45

AICE7 Jacaranda mimosifolia 10 8 40

AICE8 Jacaranda mimosifolia 7 9 45

AICE9 Jacaranda mimosifolia 9 10 45

AICE10 Jacaranda mimosifolia 9 9 45

AICE11 Jacaranda mimosifolia 5 4 15

AICE12 Seiba speciosa 3 2.5 10

AICE13 Seiba speciosa 3 2.5 15 Plantado recientemen-


te
AICE14 Seiba speciosa 3 2.5 30 Plantado recientemen-
te
AICE15 Seiba speciosa 3 2.5 15 Plantado recientemen-
te
AICE16 Seiba speciosa 3 2.5 25 Plantado recientemen-
te
AICE17 Seiba speciosa 3 2.5 25 Plantado recientemen-
te
AICE18 Seiba speciosa 3 2.5 20 Plantado recientemen-
te
AICE19 Seiba speciosa 3 2.5 30 Plantado recientemen-
te
AICE20 Seiba speciosa 3 2.5 15 Plantado recientemen-
te
AICE21 Seiba speciosa 3 2.5 18 Plantado recientemen-
te
AICE22 Seiba speciosa 4 4 25

AICE23 Seiba speciosa 4.5 4 27

AICE24 Seiba speciosa 4 4 25

AICE25 Seiba speciosa 4 4 20

AICE26 Seiba speciosa 4 4 28

ÁREA: I Calles San Juan a Carlos Calvo

Identificación Especie Altura Diámetro DAP Notas


del árbol (m) de copa
AIVE1 Fraxinus pennsylvanica 8 10 25

AIVE2 Ficus benjamina 5 4 10

AIVE3 Fraxinus pennsylvanica 8 5 15

AIVE4 Fraxinus pennsylvanica 8 6 15

AIVE5 Jacaranda mimosifolia 6 7 25

AIVE6 Seiba speciosa 5 4 25

116
AIVE7 Seiba speciosa 8 8 50

AIVE8 Jacaranda mimosifolia 3 1.5 5 Plantado reciente-


mente
AIVE9 Jacaranda mimosifolia 6 5 25

AIVE10 Jacaranda mimosifolia 6 3.5 15

AIVE11 Fraxinus pennsylvanica 4.5 4 12

AIVE12 Acacia visco 5 6 20

AIVE13 Acacia visco 6 4.5 30

AIVE14 Fraxinus pennsylvanica 8 6 25

AIVE15 Liquidambar styraciflua 4 2 6

AIVE16 Liquidambar styraciflua 4 2 6

AIVE17 Liquidambar styraciflua 4 2 6

AIVE18 Jacaranda mimosifolia 7 5 35

AIVE19 Jacaranda mimosifolia 3 2 6 Plantado reciente-


mente

ÁREA: I Calles San Juan a Carlos Calvo

Identificación Especie Altura Diámetro DAP Notas


del árbol (m) de copa (cm)
(m)
AIVO1 Tipuana tipu 10 8 45

AIVO2 Jacaranda mimosifolia 10 6 38

AIVO3 Jacaranda mimosifolia 10 6 40

AIVO4 Jacaranda mimosifolia 10 7 40

AIVO5 Jacaranda mimosifolia 10 7 35

AIVO6 Salix babylonica 10 6 35

AIVO7 Salix babylonica 10 6 40

AIVO8 Salix babylonica 10 6 35

AIVO9 Fraxinus pennsylvanica 6 3 10 Plantado reciente-


mente
AIVO10 Salix babylonica 8 4 20

AIVO11 Fraxinus pennsylvanica 12 5 25

AIVO12 Jacaranda mimosifolia 3 1.5 6 Plantado reciente-


mente
AIVO13 Fraxinus pennsylvanica 3.5 3.5 20

AIVO14 Jacaranda mimosifolia 2.5 1.5 6 Plantado reciente-


mente
AIVO15 Jacaranda mimosifolia 10 8 50

AIVO16 Jacaranda mimosifolia 10 6 50

AIVO17 Jacaranda mimosifolia 10 8 35

AIVO18 Jacaranda mimosifolia 8 8 40

117
AIVO19 Jacaranda mimosifolia 8 8 35

AIVO20 Jacaranda mimosifolia 11 5 40

AIVO21 Jacaranda mimosifolia 12 5 38

AIVO22 Jacaranda mimosifolia 11 5 38

AIVO23 Jacaranda mimosifolia 11 5 40

AIVO24 Jacaranda mimosifolia 12 6 38

AIVO25 Jacaranda mimosifolia 12 5 40

AIVO26 Jacaranda mimosifolia 3.5 2 10 Plantado reciente-


mente
AIVO27 Jacaranda mimosifolia 3 1.5 6 Plantado reciente-
mente
AIVO28 Jacaranda mimosifolia 3 1.5 6 Plantado reciente-
mente
AIVO29 Jacaranda mimosifolia 10 6 40 Torcido

AIVO30 Jacaranda mimosifolia 10 6 40

AIVO31 Jacaranda mimosifolia 10 6 40 Torcido

AIVO32 Jacaranda mimosifolia 3.5 1 6 Plantado reciente-


mente
AIVO33 Jacaranda mimosifolia 10 6 40

AIVO34 Jacaranda mimosifolia 10 6 40

AIVO35 Jacaranda mimosifolia 10 6 38

AIVO36 Jacaranda mimosifolia 11 6 40

AIVO37 Jacaranda mimosifolia 10 8 40

ÁREA: II Calles Carlos Calvo a Independencia

Identificación Especie Altura Diámetro DAP Notas


del árbol (m) de copa
AIICC1 Seiba speciosa 6 6 50

AIICC2 Seiba speciosa 7 8 50

AIICC3 Seiba speciosa 6 6 30

AIICC4 Seiba speciosa 6 5 50

AIICC5 Seiba speciosa 4.5 4 60

AIICC6 Seiba speciosa 4 4 40

AIICC7 Seiba speciosa 3.5 4 30

AIICC8 Tabebuia impetiginosa 5 4 25

AIICC9 Seiba speciosa 7 8 90

AIICC10 Seiba speciosa 5 4 40

AIICC11 Seiba speciosa 5 4 40

AIICC12 Seiba speciosa 5 5 45

118
AIICC13 Seiba speciosa 3 6 30

AIICC14 Tabebuia impetiginosa 3 2.5 20

AIICC15 Seiba speciosa 4.5 4.5 35

AIICC16 Phytolacca dioica 10 14 140

AIICC17 Seiba speciosa 6 5 40

AIICC18 Seiba speciosa 6 6 60

AIICC19 Seiba speciosa 5 6 30

AIICC20 Seiba speciosa 6 7 60

AIICC21 Seiba speciosa 4.5 4 35

AIICC22 Seiba speciosa 5 7 45

AIICC23 Seiba speciosa 7 11 65

AIICC24 Seiba speciosa 6 8 35

AIICC25 Tabebuia impetiginosa 4 4 25

AIICC26 Seiba speciosa 4 6 35

AIICC27 Seiba speciosa 6 5 30

AIICC28 Seiba speciosa 6 5 30

AIICC29 Tabebuia impetiginosa 6 6 25

AIICC30 Seiba speciosa 4 5 30

AIICC31 Seiba speciosa 6 6 45

AIICC32 Phytolacca dioica 10 12 120

AIICC33 Seiba speciosa 6 6 35

AIICC34 Ulmus europeo 16 15 80

AIICC35 Ulmus europeo 18 15 90

AIICC36 Ulmus europeo 16 12 90

AIICC37 Eucalyptus viminalis 18 7 80

AIICC38 Seiba speciosa 5 2 25

AIICC39 Tabebuia impetiginosa 3.5 4 15

AIICC40 Seiba speciosa 3.5 4 25

AIICC41 Seiba speciosa 6 6 70

AIICC42 Jacaranda mimosifolia 10 9 50

AIICC43 Seiba speciosa 4 4 20

AIICC44 Seiba speciosa 5 8 70

AIICC45 Seiba speciosa 5 4 50

ÁREA: II Calles Carlos Calvo a Independencia

Identificación Especie Altura Diámetro DAP Notas


del árbol (m) de copa

119
AIICO1 Tabebuia impetiginosa 6 4 25

AIICO2 Brachichyton populneum 8 5 40

AIICO3 Brachichyton populneum 8 5 35

AIICO4 Tabebuia impetiginosa 5 4 25

AIICO5 Seiba speciosa 8 6 30

AIICO6 Tipuana tipu 7 9 35

AIICO7 Tipuana tipu 7 10 35

AIICO8 Tipuana tipu 7 9 35

AIICO9 Tipuana tipu 6 8 35

AIICO10 Seiba speciosa 7 6 35

AIICO11 Seiba speciosa 7 7 30

AIICO12 Seiba speciosa 7 8 51

AIICO13 Tabebuia impetiginosa 5 2.5 15

AIICO14 Brachichyton populneum 9 5 40

AIICO15 Seiba speciosa 7 3.5 30

AIICO16 Brachichyton populneum 9 6 40

AIICO17 Tabebuia impetiginosa 5 5 20

AIICO18 Seiba speciosa 7 8 50

AIICO19 Seiba speciosa 7 6 30

AIICO20 Seiba speciosa 7 8 50

AIICO21 Tabebuia impetiginosa 5 4 20

AIICO22 Seiba speciosa 6 12 70

AIICO23 Seiba speciosa 5 9 60

AIICO24 Seiba speciosa 8 12 65

AIICO25 Seiba speciosa 5 8 55

AIICO26 Seiba speciosa 4 6 35

ÁREA: II Calles Carlos Calvo a Independencia

Identificación Especie Altura Diámetro DAP Notas


del árbol (m) de copa
AIIVE1 Jacaranda mimosifolia 6 5 15

AIIVE2 Jacaranda mimosifolia 4.5 4 15

AIIVE 3 Fraxinus pennsyl- 5 4 25


vanica
AIIVE4 Jacaranda mimosifolia 12 6 35

AIIVE5 Ficus benjamina 4 3 25

AIIVE6 Jacaranda mimosifolia 3 1.5 5 Plantado recientemen-


te
120
te

AIIVE7 Seiba speciosa 5 4 40

AIIVE8 Seiba speciosa 4 4 30

AIIVE9 Fraxinus pennsyl- 5 3 15


vanica
AIIVE10 Fraxinus pennsyl- 5 3 15
vanica
AIIVE11 Robinia pseudoacacia 12 6 60

AIIVE12 Seiba speciosa 6 8 45 plaza

AIIVE13 Seiba speciosa 6 8 60 plaza

AIIVE14 Seiba speciosa 6 8 55 plaza

AIIVE15 Seiba speciosa 6 8 45 plaza

AIIVE16 Seiba speciosa 8 12 100 plaza

AIIVE17 Seiba speciosa 10 12 100 plaza

AIIVE18 Seiba speciosa 8 12 110 plaza

AIIVE19 Seiba speciosa 8 12 100 plaza

AIIVE20 Seiba speciosa 10 10 90 plaza

AIIVE21 Seiba speciosa 8 10 120 plaza

AIIVE22 Seiba speciosa 8 12 110 plaza

AIIVE23 Seiba speciosa 10 12 110 plaza

AIIVE24 Seiba speciosa 5 5 25 plaza

AIIVE25 Seiba speciosa 5 5 25 plaza

AIIVE26 Cedrus deodara 5 4 25 plaza

AIIVE27 Fraxinus pennsyl- 6 5 25 plaza


vanica
AIIVE28 Fraxinus pennsyl- 6 5 30 plaza
vanica
AIIVE29 Fraxinus pennsyl- 6 5 35 plaza
vanica
AIIVE30 Fraxinus pennsyl- 6 4 20 plaza
vanica
AIIVE31 Fraxinus pennsyl- 6 6 25 plaza
vanica

ÁREA: II Calles Carlos Calvo a Independencia

Identificación Especie Altura Diámetro DAP Notas


del árbol (m) de copa
AIIVO1 Fraxinus pennsyl- 5 5 25
vanica
AIIVO2 Jacaranda mimosifolia 5 6 30

AIIVO3 Jacaranda mimosifolia 1.5 0.5 2 Plantado reciente-


mente
AIIVO4 Jacaranda mimosifolia 4.5 3 20

AIIVO5 Jacaranda mimosifolia 8 8 30

121
AIIVO6 Jacaranda mimosifolia 7 6 25

AIIVO7 Jacaranda mimosifolia 8 7 25

AIIVO8 Jacaranda mimosifolia 8 6 35

AIIVO9 Jacaranda mimosifolia 8 6 30

ÁREA: III Calles Independencia a EEUU

Identificación Especie Altura Diámetro DAP Notas


del árbol (m) de copa
AIIICE1 Seiba speciosa 5 8 90

AIIICE2 Tabebuia impetiginosa 5.5 6 35

AIIICE3 Seiba speciosa 5 6 50

AIIICE4 Seiba speciosa 5 8 70

AIIICE5 Seiba speciosa 6 4 30

AIIICE6 Seiba speciosa 5 6 35

AIIICE7 Seiba speciosa 4 2 15

AIIICE8 Seiba speciosa 4 1.5 15

AIIICE9 Seiba speciosa 4 2 15

AIIICE10 Phytolacca dioica 4 4 25

AIIICE11 Enterolobium contorti- 6 12 60


siliquum
AIIICE12 Jacaranda mimosifolia 6 8 30

AIIICE13 Jacaranda mimosifolia 5 6 25

AIIICE14 Jacaranda mimosifolia 3 1.5 5 Plantado recientemen-


te
AIIICE15 Fraxinus pennsylvanica 8 6 28

AIIICE16 Jacaranda mimosifolia 4 4 20 torcido

ÁREA: III Calles Av. Independencia a México

Identificación Especie Altura Diámetro DAP Notas


del árbol (m) de copa
AIIICO1 Tabebuia impetiginosa 5 7 35

AIIICO2 Seiba speciosa 6 8 70

AIIICO3 Seiba speciosa 3.5 3 25

AIIICO4 Seiba speciosa 6 7 80

AIIICO5 Jacaranda mimosifolia 5 8 20

AIIICO6 Cupressus horizontalis 4 4 20

AIIICO7 Jacaranda mimosifolia 5 8 20

AIIICO8 Jacaranda mimosifolia 4 2 15

AIIICO9 Seiba speciosa 6 8 50

122
AIIICO10 Seiba speciosa 6 7 50

AIIICO11 Seiba speciosa 6 7 40

AIIICO12 Seiba speciosa 6 7 40

AIIICO13 Seiba speciosa 6 7 40

AIIICO14 Seiba speciosa 7 10 120

AIIICO15 Tabebuia impetiginosa 5 8 18

AIIICO16 Tabebuia impetiginosa 4 4 12

AIIICO17 Tabebuia impetiginosa 3 4 10

AIIICO18 Seiba speciosa 8 12 90

AIIICO19 Seiba speciosa 5 4.5 45

AIIICO20 Seiba speciosa 6 11 120

AIIICO21 Seiba speciosa 6 12 60

AIIICO22 Seiba speciosa 6 6 60

AIIICO23 Seiba speciosa 6 7 60

AIIICO24 Seiba speciosa 6 8 45

AIIICO25 Seiba speciosa 6 10 120

AIIICO26 Seiba speciosa 6 3.5 20

AIIICO27 Seiba speciosa 6 8 100

ÁREA: III Calles Av. Independencia a México

Identificación Especie Altura Diámetro DAP Notas


del árbol (m) de copa
AIIIVO1 Peltophorum dubium 10 4.5 40

AIIIVO2 Peltophorum dubium 6 3 15

AIIIVO3 Peltophorum dubium 7 10 35

AIIIVO4 Peltophorum dubium 12 8 60

AIIIVO5 Peltophorum dubium 13 10 50

AIIIVO6 Peltophorum dubium 12 9 50

AIIIVO7 Peltophorum dubium 8 7 45

AIIIVO8 Jacaranda mimosifolia 6 4 18

AIIIVO9 Jacaranda mimosifolia 3 1 3 Plantado reciente-


mente
AIIIVO10 Robinia pseudoacacia 10 4 30

AIIIVO11 Tipuana tipu 6 6 25

AIIIVO12 Robinia pseudoacacia 10 6 45

AIIIVO13 Robinia pseudoacacia 7 5 40

AIIIVO14 Jacaranda mimosifolia 5 3 12

AIIIVO15 Jacaranda mimosifolia 10 8 40

123
AIIIVO16 Jacaranda mimosifolia 5 4 10

AIIIVO17 Jacaranda mimosifolia 10 8 45

AIIIVO18 Jacaranda mimosifolia 10 8 30

AIIIVO19 Jacaranda mimosifolia 7 8 30

AIIIVO20 Jacaranda mimosifolia 10 10 45

AIIIVO21 Jacaranda mimosifolia 8 8 25

AIIIVO22 Jacaranda mimosifolia 5 4 15

AIIIVO23 Jacaranda mimosifolia 7 6 30

AIIIVO24 Jacaranda mimosifolia 7 8 35

AIIIVO25 Jacaranda mimosifolia 7 8 40

AIIIVO26 Jacaranda mimosifolia 7 8 30

AIIIVO27 Jacaranda mimosifolia 6 11 30

AIIIVO28 Jacaranda mimosifolia 9 9 30

AIIIVO29 Jacaranda mimosifolia 6 6 20

AIIIVO30 Jacaranda mimosifolia 6 8 40

AIIIVO31 Jacaranda mimosifolia 5 3 15

AIIIVO32 Jacaranda mimosifolia 6 6 30

Referencias:

Identificación de los árboles (ejemplo)

AIVO: Área I vereda oeste


AIVE: Área I vereda este
AICO: Área I cantero oeste
AICE: Área I cantero este
AICC: Área I cantero central

124
Figura A a. Imagen aérea Independencia a Carlos Calvo

Figura A b. Imagen aérea San Juan a Carlos Calvo

125
Figura A c. Imagen aérea México a Chile

Figura A d. Imagen aérea del total del área relevada, entre Av. San
Juan al sur y calle México al norte.

126
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