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Gran parte del contenido de los procesos hipnóticos tiene más que ver con crear una
actitud de expectación y creencia en el sujeto sometido a hipnosis que con cualquier
base científico-neurológica para inducir esos estados alterados de conciencia.
Sin embargo, aunque nos salgamos de las complejas normas que se crearon con el
mesmerismo, los estados hipnóticos siguen alcanzándose. Ésto quiere decir que lo
importante no es la fórmula en si, sino la sugestión que la fórmula crea en el sujeto.
Del propio Mesmer se dice que tenía una misteriosa y poderosa figura, una “cara
severa” en un tiempo en el que la gente aún creía en la “fisiognomía” (idea de que por el
estudio de la apariencia externa de una persona puede conocerse el carácter de ésta).
Solía salir con una ondeante capa, como un antiguo mago, y la estética de su oficina
hubiera sido el orgullo de cualquier ocultista.
Y, ¿qué tiene todo ésto que ver con hacer caer a los demás en trances hipnóticos?
Aquí es donde el hipnotizador se encuentra con su primer problema, “¿Qué viene antes,
la hipnosis o la creencia en la hipnosis?”. Es decir, el hipnotizador tiene que lidiar con el
problema de crear la creencia de que la hipnosis está llevándose a cabo, y que funciona.
A veces tendrá suerte, y habrá personas entre el público que estén dispuestas a
sumergirse en la experiencia sin hacerse muchas preguntas. Éstos serán los sujetos que
primero salgan al escenario, y servirán como ejemplo para que los demás empiecen a
creer en “el poder” que tiene el hipnotizador – o la hipnosis.
Pero, ¿qué pasa si toda la audiencia está firmemente decidida a que no consigas
hipnotizarla? Es una situación improbable pero, ¿ cómo empezar tu sesión si no
dispones del perfecto sujeto con el que empezar tu sesión de hipnosis?
No obstante, hay otras técnicas, como las que quiero mencionar a continuación. Debo
confesar que sigo sin estar del todo seguro de si es ético aplicarlas.
Recuerda que, una vez que tengas la creencia en ella, la hipnosis funciona.
Teniendo ésto en mente, un grupo de hipnotizadores se dieron cuenta de que si
conseguían simular que un suceso ocurría gracias a la hipnosis, la creencia que ésto
genera abre las puertas a que se manifieste verdadera hipnosis, así que decidieron hacer
“trampas”.
Para ello, lo único que tienes que hacer es presentar una sugestión – que realmente es
una predicción sobre lo que alguien está a punto de experimentar- y después asegurarse
de que eso ocurre.
Por ejemplo, un pequeño engaño de éste tipo podría ser la ingeniosa sugestión de
Erickson “Dentro de un momento, vas a parpadear....( esperar al parpadeo)... ¡Ahí está!”
“Estás entrando en hipnosis. No vas a darte cuenta de que sucede pero vas a caer en
trance sin remedio...además, según vayas entrando en hipnosis la moneda en tu mano
empezará a calentarse.
Se calienta más y más. Una vez que se ponga muy caliente, la soltarás, cerrarás los ojos
y caerás en un profundo trance...”
Lo que no sabe el sujeto es que hemos rociado la moneda con una sustancia que arde al
contacto con la piel humana. Claro que el sujeto experimenta que la moneda está
ardiendo, porque en realidad lo está.
Éste truco, aparte de que pueda resultar peligroso, puede ser muy útil. Un cliente que ha
acudido para someterse a terapia hipnótica ha sido “engañado” para que abra las puertas
que le permitirán curarse.
Éste dilema es algo que cada hipnotizador debe resolver por sí mismo. Cuando practicas
hipnosis debes tener en cuenta los trucos y los engaños posibles, pero también las
consecuencias de usarlos.
Con práctica puedes acabar reconociendo cuando un pequeño engaño puede ser
realmente útil.
En éste método recomienda enseñar al sujeto una carta con dos líneas de colores sobre
ella.
Éstas líneas habrán sido colocadas de tal manera que mirarlas de manera prolongada
cause una
ilusión óptica que sugiera una “alucinación hipnótica” en proceso. Colores que cambian
de lado, nuevos colores que antes no estaban, etc.
En realidad hace uso de unas cualidades de la percepción humana tan desconocidas que
la mayoría de gente atañe los efectos a la hipnosis, resultando en que la fuerza de las
sugestiones aumente rápidamente.
La probabilidad de que alguien vea a través del engaño es mínima – además de que está
teniendo lugar una situación de hipnosis genuina simultáneamente: mirada fija,
restricción de la atención, uso activo de sugestiones, etc.
Ésto lleva el método de hipnosis por engaño fuera de la categoría del “charlatanismo” –
en la que estaría contenida la técnica de la moneda – y lo sitúa en una categoría cercana
al método del parpadeo de Erickson citado arriba.
Hay varios trucos que caen en ésta categoría de engaños benignos. Por ejemplo, cuando
el sujeto tiene los ojos cerrados, puedes pedirle que los suba como si estuviera mirando
a su propio entrecejo. Ésta acción inhibe el normal funcionamiento de los músculos de
los párpados, y cuando tu digas “ahora trata de abrir los ojos, verás que no puedes”, el
sujeto, por causas fisiológicas, efectivamente, no podrá abrirlos.
Aquí tenemos un ejemplo: en la prueba de la caída hacia atrás el sujeto se encuentra con
las piernas juntas, los gemelos y pulgares tocándose y las rodillas bloqueadas. Ésto crea
punto de equilibrio inestable, el cuerpo es más susceptible al balanceo, asique hacer
creer al sujeto que está “balanceándose” o “cayéndose” es realmente fácil, pues en
realidad se acerca mucho a lo que está pasando.
Así como el dilema ético entre el engaño y las pequeñas trampas benevolentes, es algo
que tendréis que decidir vosotros mismos.