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THA ARTICULOS ae Historia, ficcion y ae representacion del indigena en Fray Pedro Simon ‘A Gustavo Alvarez Gardeazébal, : ennusiasta de Simén E i trancscano espafcl Fray Pedko Simén (1574 16287) escribid las Noticias historiales de las conquis- tas de Tierra Firme en las Indias Occidentales (= Nh) hacia 1624 en las que se ocupa de los descubrimientos y conquistas de tegiones marginales del imperio espa- fiol -Venezuela y el Nuevo Reino de Granada- y de la guerra contra los indios pijaos', En este trabajo exa- minaremos algunos lugares comtunes de la critica de Jas Nh que han establecido valotaciones problemati- cas; igualmente, el tratamiento del tema de la “nove- dad” de los indigenas del Nuevo Mundo, y la version de la guerra de los pijaos, de la cual Fray Pedro fue testigo presencial. Aunque este autor es muy riguroso ena composicién de las Nh, se tiende a atribuirle cier- ta laxitud y poca seriedad como historiador. Sin em- argo, como pretendemos demostrar, la presencia fre- uente de fabulaciones en su obra es un producto de su esfuerzo por adaptar las tradiciones historiograficas dis- Alvaro Félix Bolafios Universidad de Tulane ponibles en el siglo XVII. No son destices o intrusiones accidentales de la fantasia que lo llevan a waicionar su proyecto histérico, como tienden a pensar algunos estu- diosos de la literatura hispanoamericana colonial Fray Pedro precisé esmeradamente su concepto de la escritura de la historia. Al igual que Femandez de Oviedo, Bemal Diaz 9 Las Casas, se propuso escribir una historia “verdadera"®. Para ello diferencié entre “histo- fia’, que “cuenta las cosas como fueron y pasaron” y “tabula”, que “las finge sin que hayan sucedido” (1: 89). Definio al perfecto historiador como aquel que presenta las hazafias de los hombres “de la maneta que aconte- ieron se hablaron o se obraron...” (1: 89). Finalmente, establecié una innovadora diferenciacion entre la histo- ria natural y la historia humana. La primera se ocupa de seres estaticos cuyas propiedades "son unas y nunca se mudan” (1: 89), mientras que la historia de los hombres, ‘se ocupa de “cosas contingentes que pudiendo y no pu- iendo suceder sucedieron...* (1: 89). La “historia verda- deta", ctee Simén, debe unir la calidad de veraz a la contingencia de los hechos humanos’, Todas estas re- 1 Sobre las diferentes ediciones y manuscritos de Nh véase Francisco Esteve Barba (1964: 298) y Demetrio Ramas (1963, caps, XI-XI) ‘Nuestras citas cortesponden a la edicién mas reciente de J. Friede 1981 2 Definio tal ofcio como una alta mision y se consider6 comno uno de os pocos que lo trataban “con fundamento”, Detnio también el estilo, no “cceroniano”, para que la obra “se entienda”, “no atormente” y “dé gusto” al lector (1: 88). 3 Para una precision de la modernidad de este concepto de historia en Simén y su contexto medieval, renacentista y el periodo del Barraco, vaase Matavall (1952), ARTICULOS flexiones sobre la escritura de la historia son evidencia de la rigurosidad con que Fray Pedro realizaba su oficio’. No todos los criticos ocupados con la obra de Fray Pedro han sefialado el problema de sus fabulaciones Los historiadores exaltan su valor historiografico y lin- iiistico®, los historiadores de la literatura resaltan sus valores literarios®. Los criticos que ven esta uctuacién centre la verdad y la ficcién como producto de poco rigor de historiador son pocos pero muy influyentes. Para ellos Fray Pedro es un “historiador ingenuo" malogrado or una “inaudita credulidad” (Sanchez Alonso 1947 2:403), impresionando la imaginacion de los lectores con unas Nh muy “acogedoras de cosas imaginarias (Anderson Imbert 1970: 1. 131), un cronista que pasa a “la relaci6n novelesca, [el] anecdotario y [el] exotismo” (R. Lazo 1974: 1, 269), “un entusiasta por la solucion ilagrosa de los sucesos histérices" (Arciniegas 1988: 42); 0 en el mejor de los casos, como un historiador que “demuestra ... el margen de libertad expositiva que cconquistaban las relaciones historicas... (y en las que se descubren) nuevas etapas de la actividad titeraria” (Pupo-Walker, 1982: 91-92) Las disertaciones de Fray Pedro sobte las “noveda- des" que diferencian al Nuevo Mundo del Viejo han contribuide mucho al origen de estas opiniones. En elas nos habia de unos indios en California “que tie- nen las orejas tan largas que les arrastran hasta el sue- lo y que debajo de una de ellas caben cinco o seis hombres (1; 109); de otros de la provincia de Hono- pueva “cuya gente vive en las riveras de un lago, cuyo a dormir es debajo del agua” (1: 109); de los hombres de Jamocohuicha "que por no tener via ordinaria para ex: peler los exctementos del cuerpo se sustentan con oler flores, frutas y yerbas que guisan para esto" (1: 110): y de otros indios del Perd quienes viven de igual manera ero que “en oliendo malos olores mueren'” (1: 110). En ota ocasién Simén narra el encuentyo con un nativo descomunal que estaba durmiendo cerca de un tbol, también inmenso y a quien los espafioles mata- ton con innumerables tiros de arcabuz’. El relato re- curre a evidencias propias del discurso histérico: tu- gar, Peni; fecha, “afio de mil quinientos y sesenta” (1 110); personajes histéricos, “el capitan Juan Alvarez Maldonado” y "Diego de Rojas” y la fuente de infor- macién “un Melchor de Barrios, bien conocido en este Reino, que fue el que dio esta relacion” (1: 111). El disefio de esta narracién, a pesar de lo singular e in- vverosimil, responde a presupuestos historicos muy co- herentes y acordes con las categorfas culturales de la Poca, justificando, de paso, la conquista y evangeli- zacion espafiolas. Las estrategias discursivas de este Telato del encuentro de un ser ciclopeo y europeos con armas sofisticadas, conforman una alegoria del en- ‘cuentro Espafia = civilizacién y cristianismo, con las Indias = barbarie y mor ‘También prefigura las més elaboradas y documen- tadas descripciones de los indios pijaos a quienes Si- mén dedicaré mucha atencién mas adelante. Estos in- dios serdn “bestiales”, “antropofagos”, y enemigos de los espafioles que deben ser reducidos a la obediencia 4 El confictivo contexto histcriogratico en que se escribieron las Nh es otto factor que desautoriza la idea de un Simén como historiador relajado y veleidoso, Para 1623, cuando inicia la redaccién de su obra, el Consejo de Indias ya habia censurado las obras’ de Compafieros de su orden como Fray B. De Sahagin y Fray Pedro de Aguado (vase Friede, 1960) y la relacones de los franciscanes ‘con la corona etan muy tensas (véase Philan, 1972, especialmente la tercera pare). La “Real cla" de 1572, que proscribe la obra, de Sahagun, prohibe explicitarmente la escritura de “supersticiones y manera de vivir que estos indi tenian* (1841; 249-50), cual Fray Pedro debié tener muy en cuenta, Pala detalles de esta censura en telacién con Simén véase Ramos (1963, XVII ys.) 5 Laobra de Simon 6s “ia relaién mas completa y preciosa” (Joaquin Acosta 1901: 262), “minuciesa,autorizada y fehacients” (Arca 1950: 62), de “vision clarsima del valor de la sixjutaridad des hechos humanes” (Maravall 1952: 14), “una obte de escuela” Ramen 1969: Xi), una “cronica veraz" (Lucena 1966: 20), la obra de un “maestro del castellano americano” (Atcla: 62) y Tovar Zambrene Ssefala su acercamiento a “la realidad orginal de las nuevas verras (.) 0 que no era posible desde Espara” (1904: 46-47. 6 Vergara y Vergara aprecia su lenguaje sencilo, libre de afectaciones de literato (1906: 80) y su “aficin a la busca de tradiciones” (90): Otero Muroz lo encuentra buen prosista “poniendo en buena prosa las malos vetsos de Castllanc (1928: 75), opiniones que ‘uego repite Arango Ferrer (1940: 31). M. Forero (1954), por oto lado, o encuentra mejor histotiador que estilsia y Febres Cordero (1957) destaca su obra como una mina de datos histricos,itetavos,linglstis y flologioos. 7 En ol capitulo 3, “Hallanse gigantes en las provincias del Peri. Hanse hallado también sepuicros y huesas de gigantes", Notcia I nan 8 Esta alegoria resume las prefiguraciones europeas sobre el Nuevo Mundo iniciadas por ls relatos de Colin y que tendian a identiticar lo “nuevo” con la barbare, el canubalismo y la monstruosidad. Acerca de la tadicion mexieval y renacentisa de las Peyorativas y espectaculares de los europeos sobre ls nativos americans véanse I Zavala (1985) y Paleneia-Roth (1989) 22 IND{GENA EN FRAY PEDRO SIMON y el cristianismo®. El discurso de Simén recurre, en tonces, a estereotipos digeribles para los lectores eu- ropeos e hispanizados recuttiendo, como dice R ‘Adomo “a los valores de la cultura masculina, caballe~ resca y cristiana”, en una visién que "concuerda con Jos valores de la Europa imperial” (1988: 56). La ubicacién de estos relatos inusitados en los pri- rmeros capitulos sienta un precedente de inverosimili- tud que pudo haber afectado algunas lecturas de las Nh, Sin embargo, tales elementos inverosimiles no son ficcién o creacion litetaria. Son ejemplos de la tigida utilizacion de fuentes historiograficas y orales, provel- das pot textos y testigos “presenciales” de los hechos, que gozaban de credibilidad en su época, Son tambien un topico de oposicion Europa (civilizada) / Nuevo ‘Mundo (barbaro}, que facilitaba justificar el tema de su bra: la presencia hispana en el Nuevo Reino de Gra- nada y la evangelizacién de los indios. Para hablar de los gigantes que existieron en Mé- xico “desde antes del diluvio” (1: 112), Simén se basa en autores a quienes respeta -José de Acosta, Torque~ mada, Fray Antonio Daza- y cuyo prestigio como his- toriadores es mas importante que la verosimilitud de Jos hechos por ellos historiados. En el siglo de Fray Pedro los hechos histéricos no se transformaban en “verdad” hasta que el poder de la tradicion o el pres tigio personal de un autor los consagrara como tales" Por eso, para establecer la ctedibilidad de sus Nh, Si- ‘mén dice que Fray A. Daza, una de sus fuentes, es un “escudrifiador de vetdades” .. quien ha debido tener- las “muy bien averiguadas” (1: 110)!" La consideracion de las Nh como obra que fluctia entre historia y ficcion supone la coexistencia en ella de dos tipos de discursos mutuamente excluyentes: el histérico que registra eventos ciertos y verificables -es decir, un discurso referencial- y el de invencién, en e! cual el escritor ejercita su creatividad en la reproduc: cién de esos eventos. Esta perspectiva dualista tiende ‘a andar a la caza de estas supuestas instancias de creacisn o “etapas de la actividad liveraria"”. De otra parte, reduce la constitucion de la historio- gratia del periodo colonial a esas dos instancias (la creativa y la referencial) le atribuye categorias litera- ras inexistentes (pues no tiene intenciones estéticas) y desconoce sus intenciones ideologicas: la repre- sentacién de la “verdad” total y la justificacion del sta- tu quo. Gonzélez Echevarria (1963) lama la atencion sobre el problema de la imposicion de un criterio modero de literatura al examinar la historiogratia del periodo colonial indicando que las cténicas no son una com- binacién de historia y ficcion, sino “un amasijo de tex- tos que van desde la relacién a la historia, pero que incluye también la carta, el memorial, el comentario y hasta la visitacién” (16); y M, Zamora (1987), explica que cada época reserva el derecho, de acuerdo con sus intereses ideolégicos, a considerar como literarios discursos que en el pasado no eran admitidos como tales. Nuestros siglo XX, preocupado por encontrar tuna literatura de fundacién, incluyé en ella muchas crénicas de Indias, Esto llevé a algunos a declarar la presencia automatica de una "literaturidad” en las Nh ante la supuesta falta de su “historicidad” La obra de Fray Pedro debe mirarse también en relacion con la tradicién humanista de la historiografia que dominaba su época, la cual autorizaba la utiliza- cién de recursos de cardcter literario en virtud de la belleza y moralidad del discurso histérico. Muchos ca- racteres en las Nh que pueden considerarse hoy ané- alos, novelescos, exéticos o proto-literarios, respon- den a esta tradicion humanista, Para los humanistas la historia lleg6 a ser una prolongacién de la retorica, Jo cual permitié imitar modelos grecolatinos. N. Strue- ver, quien ha explorado la influencia de los sofistas y la retorica griegos en el discurso historico del huma- nismo, indica que la historia de este periodo conside- © R. Adorno ha precisado la estrategia comin ente ls historiadores para justicar el watamlento de temas incigenas en ls silos Kvl'y XVII on a nevestdad de conocer esas gents esotricas para convertilas al cristianismo (1986: 3). Tal conversion, pasab, ‘por supuesto, por su reduccion militar, politica y cultural 10 Al especto de esta tendencia de lo historiadores de los siglos XVI y XVI véase Zarnora (1987: 337-38). Te eer eo es el unico que reqsia estas inverosimuitudes al descnibic los indigenas americanos. El icenciado Alonso de Zuazo Sezerbbendo a lo indios maxccanos hablo de gigantes, edificios de plata maciza y nactones prodigiosas de mujeres en un texto de Ran alc etnogrfico Ge 1521 que no se proponia hace teraturasino historia verdadera. Lo mismo sucedé con ranciscanos ent Sutos Torquemada y Andrés de Olmos. Sobre esto véase Baudot (1989: 29-31). 12 Curcio Altamar, pot ejemplo, hablando de la ausencia de nov" ‘elas en la Colombia colonial, admite la existencia de una “invencion” oieginacion ahebrada’ dels cronistas, nalmente domefiadas pot “su acitud informative" (1987: ). Por su parte Garcia Marquez § Vargas Llosa han dicho, respectvamente:“(En) est ibxo fascinante (el de Pigaletia) ya se vislumbvan los gérmenes de quests els do hoy" “Histon y Wteatura -verdad y mena, realidad y fcion~ se mezclan en estos textes (las cronicas del Pet)” {(Vease Gonzalen Echevarria, 1988: 441) ARTICULOS 23 taba como su objetivo primordial 1a educacién me- diante el buen ejemplo. Esto implicaba reconocer al discurso histérico un poder activo de persuasién y de incitacién del lector a la accién. El discurso histérico y pot consiguiente el lenguaje como sistema de comu- nicacién, adquirian una independencia y un poder ex- traordinarios (1970: 45). Este cardcter activo del dis- curso histérico lo suponia capaz de transformar la conducta del lector hacia un mas alto nivel de calidad humana y moral"? Para los historiégrafos del Renacimiento el valor de la historia estaba en la ensefianza moral que dejaba a los lectotes y no en su coincidencia exacta con los hechos en cuestién. Los detalles podian amoldarse a gusto del historiador. La historia, como rama de la te- torica, expondria la doctrina moral aceptada por el his- toriador de manera tan persuasiva que el lector actua- tla de acuerdo con las reglas de la motal historica (F. Gilbert 1965: 216)"* Simén piensa igual: la historia es para que "con los ejemplos que leen (los hombres) en ella, aprendiesen ‘a imitar virtudes y apartarse de los vicios, pues para eso se escribe todo" (1: 91), Los humanistas, al imitar autores latinos como Tito Livio, por ejemplo, pensaron que las preocupaciones centrales de la historia debian set la guerta y la politica (Gilbert 209). Simén narra en nuestro caso el combate contra los agueridos pijaos y la victoria exaltada de Juan Borja’, La historia de los pueblos debia comenzar con un recuento de la his- toria y el cardcter de las gentes en cuestién, seguido de las negociaciones anteriores a la guerra (Gilbert 210), Bl capitulo 24 (Noticia 7) de las Nh se titula “Dase principio a tratar las querras de los pijaos; describense sus tierras. Principio de sus inquietudes y copia de los capitanes que entraron antes de ahora en sus conquis- tas” (6: 327) Un autor como Pontano sugirié que el historiador debia comenzar su relato de la batalla con una expli- cacion de los presagios que anticiparon el desenlace del contlicto (Gilbert 210). El capitulo 32 de Nh cuenta la historia desastrosa del capitan Bernardino Mojica, resagiada por dos augurios: la muerte accidental de un soldado antes de iniciadas las expediciones'® y el asentamiento en sitio de mal agiiero. Igualmente se debia describir la geogratia de la tegion y la topologia del escenario de la batalla para mejor comprension del lector. Las Nh se dedican también a la descripcion de las montafias en que vivian y peleaban los pijaos. En los siglos XVI y XVII se comenz6 a hacer mas enfasis en la presentacién de evidencias documenta- les en historiografia. Segun W. Nelson, el nuevo ideal histérico en estos siglos comenzaba a abandonar la invencién de discursos y citcunstancias permitida por la tradicion clasica “and rejected artistic composition because it detracted from the impression of naked mruthfulness" (1973: 41). Aparece, entonces, la preocu- pacién por la veriticacién filologica (el caso de Fernan- dez de Oviedo reflexionando sobre vocablos indigenas y deletreandolos para mayor inteligencia del lector eu- ropeo"”, Simén con su “Vocabulario de americanis- mos")"®, y la testificacién presencial de los hechos Autores como Fernandez de Oviedo, Bernal Diaz y Fray Pedto Simén van a repetir hasta la saciedad el yo vi, Yo of, yo probe y yo escuché, para la aseveracton de sus relatos". La adopcion de estos recursos discur- sivos humanistas llev6 a Simén a dar a sus Nh una alta Confiabilidad como portadoras de la verdad. Por eso llega a congidetar su labor de historiador como una tarea divina™. En lo sucesivo ejemplificaremos la uti- 18 “The historan’s task isto place altermatves before the reader. The function of the historian is not merely to describe but to initiate dialogue” (Struever, 149) 14 Este propésito didactico no era electivo solamente demostrando las virtudes de los heroes, sino también sus defectas, “... because history's purpase was not only to exhort man to good deeds but also to deter him trom bed ones” (Gilbert 217). 15 Cotresponde a la séptima noticia, capituios 25a 50 (6: 327-448). 16 Bjempios de malos presagios: ".. cortando des soldados una palma, cayo sobre otro que estaba medio dormido cerca y lo patio de por medio, que tuvieron por mal hazar.” (6: 371). "Marchando por sus jomnades Uegaron todos a la mesa del Chaparal (sitio esgraciado hasta entonces para cuantos se habian rancheado en ella), como lo hizo ahora el gobernador.." (6: 71) 117 Dice Oviedo de una hietba que describe en su Historia general y natural de las Indias, lib. 11, cap. 6: “Limanla curd. Asi qu, la 4 se ha de decit poquito después que se dice cur, para acentuaila como el indio a nombra” (2:2. 18 Fray Pedro incluyé en su adicion de la primera parte en 1627 una “Tabla para la inteligencia de algunos vocablos desta historia” en ‘xden alfabético "para que ésta no tenga nescesidad de ils decarando en todas las partes donde los tocaremos” (Manta 1986: 50), Recientemente Manuila Ruiz ha hecho la primera edicion moderna y facsinlar de este primer vocabulario de americanismos. 19 La testiicacion ocular se ha convertido ya en topico para les silos XVI y XVII entre muchos cronistas de Indias. Recuérdese que (Oviedo, Bema! Diaz y Pedro Simén (véase 1: S¢). hicieron mota respectivamente de Padio Martir, Gomara y Hernando de Herrera [por haber escrito historias de las Indias sin habetlas vista. 20 *.. es gran don de Dios hacer los hombres cosas dignas de ser escritas, o escribit cosas dignas de se leidas..* (1: 90) 24 INDIGENA EN FRAY PEDRO SIMON lizacion de Simén de estos recursos discursivos men- cionados al desarrollar el tema de los indios pijaos. Sibien es cierto que las Nh tienen “mucho de pres- tado" (Maravall 1952: 14), es erténeo caracterizar de tal manera la obra total. La relacién de la guerra de los indios pijaos ~una de las ttimas y més espectaculares gestas militares del primer ciclo de cronistas de In- dias~ fue realizada por Simén en gran medida por sus propias observaciones en el lugar de los hechos. Este factor la equipara a la relacién de otras gestas militares como las Cartas de relacién de Cortés, la Historia ver- dadera de Bernal Diaz o algunos cantos de La arauca- na de Ercilla Los pijaos tesistieron a los colonizadores espatioles desde mediados del siglo XVI hasta 1613, aproximada- mente, con una estrategia de lucha guertillera que casi lleyé a la colonia del Nuevo Reino de Granada al colap- s0°!, El Consejo de Indias en 1604 tuvo que nombrar tun militar como presidente de la Audiencia, don Juan de Borja, quien movil a los colonos en una ofensiva de casi diez afios contra esta valiente nacién hasta su exterminio total”. Aunque Fray Pedro se refiere a los pijaos a lo largo de toda su obra, no es sino hasta la tercera parte que les dedica veintiseis capitulos. Divide Ja narracion en dos partes: una, sobre las querras pre~ ccursoras contra los pijacs a partir de iniciativas priva- das, en la que sobresale Diego Femandez Bocanegra; yy otta sobre la quetra definitiva, de iniciativa oficial, en la que sobresale el presidente Juan Borja”. El primero esta caracterizado por Fray Pedro como un personaje ejemplar, devoto de la causa contra los pijaos, valeroso, gran estratega, prudente y justo quien en sus luchas contra estos indios es comparable a Hercules (6: 344) El segundo es un representante del rey que irradia, se- gin Simén, la "bondad” de la Corona. En su relato establece un sistema de construccion de unidades narrativas en que los virtuosos ganan y los pecadotes pierden. En tal sistema, tanto indios co- mo espajicles pueden participar del triunfo o la derrota seguin su posicion dentro o fuera de lo que él llama “La Suprema Causa” (6: 363), es decir, el predominio ne- cosario de los espafioles en las tiertas de los pijaos y Ja actuacion de acuerdo con las reglas del decoro y la justicia, Esto ultimo permite a Simén condenar espa- fioles con la mano castigadora de los indios cuando exhibfan una conducta vergonzosa. Cortelativamente, Jos indigenas pueden también ser vencedores 0 ven- cidos, ya porque transgredan la ética establecida por Simén o porque sean utilizados como instrumentos conectivos: Diego de Bocanegra aparece como un precursor efectivo en la guerra contra los pijaos en épocas en las que la corona no atendia los pedidos de awlio de la colonia y dejaba su defensa a iniciativas privadas. A pesar de la falta de colaboracién del rey y lo incipiente de los recursos militares y humanos, Bocanegra se eri- ge como un temible y desinteresado guerrero cuya conducta contrasta con las de otros guerteros espatio- Jes envidiosos y poco virtuosos. Bn la parte II (Noticia 7, cap. XXIX, 6: 353), Simén nos da un ejemplo de este choque de la virtud (de Bocanegra) y la envidia (de dos espatioles, Talaverano y Roa). Bocanegra viene a Buga (poblacién al occiden- te de Santa Fe), desilusionado, para retirarse de las uchas, pero los pijaos atacan una hacienda de uno de sus familiares. La descripcién de su batalla contra los indios exhibe caracteres de libro de caballerias: ".. se lanzé luego con su caballo, anza y adarga, levandose aquella vez otros cinco [indios|, atropellados y heridos de muerte” (6: 353-355)"" Después de esta caracterizacién heroica de Boca- negra, aparece el capitan Bartolomé Talaverano, quien quiete luchar contra los pijaos pero sin haberse ‘mostrado virtuoso como aquel. Tiene en cambio faltas de estrategia y responsabilidad, pues permitié que sus twopas cayeran en la ociosidad “bote de maliciosas ideas y via ejecutiva de maldades” (6: 256), yle dio un ccontingente “a un soldado més fanfarrén que valiente y de quien no se tenia experiencia mas de lo que é! blasonaba, llamado Roa” (6: 366), quien hace desar- mar los arcabuces antes de una emboscada de pijaos con resultados fatales. ‘A pesar de que Simén caracteriza alos pijaos como “aquellas fieras carniceras” con “bestiales costum- 21 Para informaciones histérioas y etnogréficas sobre los pijaos (distintas de las de Fray Pedo) véanse Bedoya (1960) y Tovar Valdés (1958), 22, Las sialitudes con el caso de os araucanos en Chile son evidentes, aunque los pijaos no tuvieron un poeta como Alonso de Brcila para la narractén dela guerra, sino a un cronista franciscano. 23 Para datos biogtétios sobre Borja mas extensos que los que da Simén, véase Restrepo Canal (1962) y Lucena Selmoral (1966). 24 Tal fortaleza obliga al jefe iio a suplica, sequin la version de Simén: “Vuélvete, que ya no podemos mas de cansados. Conocemos: tu valor y que eres hijo de! sole inmoral. Yo te aseguro que no volveremos mAs. sablendo que estas en estas partes” (6; 266). aRticuLos bres” (6: 350-51), en el sistema de representacién que ha creado en el texto estos espajioles sin virtud no pueden derrotar a estos naturales porque no adoptan luna actitud ideal propia de la cultura masculina, ca~ balleresca y cristiana. Bocanegra, en cambio, siempre triunfa, no sélo por su cardcter hercileo sino también porque carece del egoismo, la necedad, la codicia y la iesponsabilidad que si tienen Talaverano y Roa. El triunfo de los pijaos, en este caso, es necesario dada Ja conducta censuyable de los espafioles antes de la batalla respectiva®, Los sucesos heroicos de Bocanegra, asi como los desastrosos de Mujica, Talaverano y Roa, cumplen la funcién de antesala de la historia de Juan de Borja, el pacificador de los pijaos. Bl lector se enfrenta, enton- ces, a la historia de Borja con dos anuncios de la de- rota de los pijacs: el ejemplo de la estrategia ideal de Bocanegra, y el de la estrategia ertada de los demas. La retorica utilizada en la historia de Borja cambia os- tensibiemente en relacién con la utilizada para la de Bocanegra la cual guardaba una légica del discurso caballeresco al uni la virud individualista ala fortale~ 2a del guerrero. Con Borja se impone otra l6gica: la del oder oficial de la corona. Esto disminuye las hazafias individuatistas e incrementa la accién de conjunto. Ya no sobresale el fuerte brazo de un solo guerrero sino Ja égida de autoridad y “justeza” de un delegado del rey de Espafia, De otra parte, la rigidez del sistema distrbutivo de victoria o derrota, segun la virtud del antagonista (indio 0 espariol) deja su lugar ala division ‘mas amplia y polarizada de espatioles cristianos y ci- viizados contra la “barbarie” y “crimenes” de los pi- jaos, Cuando aparece Juan Borja como personaje efec- tivo a partir del capitulo XXXVI (6: 387), a “justeza” de la guerra total contrasta con un énfasis en los de- fectos de los indigenas. La presencia de Borja irradia seguridad y optimis- mo en los colonos. Una vez llega a Ibagué alienta “con su presencia e industria la reedificacin y reparo de las nuinas..." (6: 441). Su campaiia militar es de principios “procurando juntar los fines de esta guerra con los It idos principios (sino eran ya medios) que habian te- nido y se iban continuando” (6: 442). Su efectividad es notoria en el cambio de estrategias, en las cuales se logran alianzas con las tribus enemigas de los pijaos. Es el caso de los coyaimas “de la misma nascién, cos- tumbtes y fragosidad de los pijaos, de quien se desga- jaron muchos afios antes” (6: 388) En la historia de Borja los simbolos pesan tanto co- mo las acciones, a diferencia de la historia dominada por Bocanegra. Simén necesita unificar a los vasallos del Nuevo Reino y la autoridad del Rey alrededor de la “Suprema Causa”, término acufiado por el mismo autor (6: 363) y con el cual denota la raz6n wltima de la lucha de los espaficles y su victoria del lado de Dios contra los pijacs, representantes de la iniquidad. Por eso al ‘comentar sobre las iniciativas de la Corona que permi- tieron la financiacién de la guerra contra los pijaos con dinetos de las arcas reales, Simén habla de: “Accién piadosa y que muestra bien cuan afectos les sean nuestros Reyes a sus leales vasallos, pues no hay ca- mino cerrado para ejecutar su bienestar” (cap. XXXII, 6: 375). Asi, Simén ha elevado, entonces, la gesta a niveles abstractos. Ya no es “el fuerte brazo” de un Bocanegra sino la “accién piadosa” de la Corona, lo que desarrolla las acciones. El discurso se vuelve més univoco y vertical, menos espontaneo y mas apegado ala justificacién de una guerra de exterminio. Con estas estrategias de representacién de espa- fioles y pijaos Fray Pedro compuso su discurso histé- rico sobre los indigenas exaltando, en la primera parte, las iniciativas individuales y caballerescas y destacan- do las ocasionales victorias de los indios. En la segun- da, exaltando el control oficial omnipotente de esta empresa, que ya se volvia irritante para la buroctacia espafiola onientada por el Consejo de Indias. En el mo- mento en que Simén elabora con sus datos histéricos el mundo de légica distributiva y de simbolismos of- ciales, esta entrando en el campo de una elaboracion personal. Para ello manipula los hechos historiados al servicio de su concepcién de la historia en la cual sus Nh deben glorificar hechos memorables y corregir ‘ettotes del futuro. Con la relacion de estos sucesos dentro de tal es- tructura binaria de su discurso militar (con Bocanegra y Borja), en la que la virtud se tecompensa, el ertor se castiga y la autoridad de la corona espafiola prevalece, Fray Pedro explora un atea propia de la literatura con 25 Algunos relatos de las guertas de los pijaos son tatados con la misma logica de justiciadistibutiva. Véase, por ejemplo, el capitulo 30 donde su dertota en una Uamada “batalla de Miraflores" se debe no a su antropotagia e idolatria, sino ala artogancia que exhibieron a principio (6. 361). Aqui, las necesidades persuasivas del discurso de Simén imponen una misma moral guettera para Indios y espafoles. En ots capitulos en los que el enfoque no esta ya en la conducta de los espafoles, Simén resaltara su "parbarismo" como explicacién y razén de su dertota. Pata un caso de manipulacion del topico de la querta en ia caracterizacin dé Jos indigenas, aunque desde el punto de vista de un mestizo, vaase Adorno (1989). 26 INDIGENA EN FRAY PEDRO SIMON ropésitos persuasivos. O como diria B. Warddropper “the historian makes history read like a novel” (1965: 7). Asi ha acomodado el orden y el tono de los sucesos un universo ético-moral con el que los lectores del siglo XVII se sienten mas cémodos y orientados. La obra que esta en sus manos se asemeja a discursos literarios por ellos conocidos que admiten esa justicia distrbutiva entre el bien y el mal, la virtud y el error (sean libros de caballerias, tratados sentimentales, vi- das picarescas o novelas pastoriles). Ahora el lector comprende, como dice H. White, ‘because he has been shown how the data conform to an icon of a comprehensible finished process, a plot structure with which he is familiar as a part of his cul- tural endowment” (1985: 86). Esa estructura argumen- tal tiene que ver con un esquema providencialista en que esta guerra de exterminio que llevan a cabo los espafioles esta justificada por la ampliacién del radio de accion del evangelio. Simén se ha convertido en “creadot” dentro de su labor de historiador al servicio de su ideal de verosimilitud, pero su creacién no es hija de la imaginacion poética sino de la tetorica per- suasiva, Su caso es el de la mayoria de los historiégra- fos de Indias en los siglos XVI y XVIL Si limitamos la lectura de la obra de Fray Pedro a dos tipos de narracién, la creativa o ficcional y la his- torica 0 veridica, tendriamos que teducir su préctica de la escritura de las Nh a dos momentos: uno de vi- gilia en que domina la conciencia del historiador ve- raz, y otto de descuidos en el que domina el delitio y la ensofiacion. Este procedimiento puede llevamos equiparar la literatura con la ausencia de rigor histori- co 0 a ver en los supuestos errores de Fray Pedro los origenes de la literatura colombiana. Fray Pedro Simén no es un delirante escritor de curiosidades. Tampoco un escritor relajado a quien se le escabulle la imagina- ion convirtiéndose sus escritos en gérmenes de lite- ratura. Es un historiador que adopta, tal vez muy rigi- damente, el modelo historiografico humanista dentro de las exigencias ideolégicas de la Espafia del siglo XVIL Traza un cuidadoso disefio narzativo en su dis- curso histérico muy coherente con tres propésitos: el registro de sucesos notables del Nuevo Reino de Gra- nada dignos de recordarse, la escritura de un texto de edificacion ético-moral para las generaciones futuras, y la legitimacién de la conquista espafiola y la evan- gelizacion franciscana. HI resultado es un ejemplo t- pico de las estrategias retoricas del discurso historio- grafico de su época y una fuente nutridisima de relatos de sucesos y descripciones de las tierras y los indige- nas del Nuevo Reino de Granada desde el descubri- miento hasta principios del siglo XVI. 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