MERCADO INTERNO,
y ECONOMIA COLONTAL
JUAN CARLOS GARAVAGLIA
e
enlace | historia
ESICO BARCHLONS BUENOS ATEES‘A manera de conclusié:
algunas reflexiones finales
1. La realidad de una intonsa cireulacién
de mercancias
‘A través de las paginas que precedioron, el lector habrit
podido constatar la consistencia de la trama de inter.
‘tambios que conforman el mercado interno colonial
Desde los primeros escarceas de Ia yerba mate fuera
ol territorio paraguayo en 1590, hasta su amplisima
difusion en todo el espacio peruano a fines del sigio
XVII, el producto del Paraguay ha recorrido un buen
camino y éste no hard més que crecer en el transcurso
del siglo siguiente, En los afios finales de la época colo-
nial, se negocian en Buenos Aires unas 200.000 arrobas
do Yerba anualmente y ello representa, a precios locales,
uba suma de alrededor de 300,000 pesos... Hasta Ia aper-
‘ura del Libre Comercio en 1778, la yerba mate es el
producto mis importante de todos los que se trafiean en
€1 mercado portefio, haciendo excepeion del trigo, que
To supera en algunos aos... No olvidemos, por otra par-
‘te, que en las dos iltimas déeadas de ese siglo, ol produc
‘io mis consistente en los intorcambios ontre Buenos
Aires y el Atlintico, el cuero, representa una cifra que
‘obe orillar, en sus afios normales, el milldn de pesos,
Es evidente que, del mismo modo en que hemos so-
auido paso a paso el engarce de la yerba mate en los
fcesivos circuitos de comerciaizacion del espacio pe-
rano, se podria reconstmuir la historia de algunos otros
productos que tambin tuvieron amplfsima difusion: los
pahos de Quito o de Cuzco durante el siglo XVII, el
feaeao de Guayaquil, el azdiear peruano 0 los tucuyos
ecochabambinos durante el siglo siguiente, Y hasta un
producto “menor” como el anil de Guatemala, materia
485,tintorea que hemos podido detectar en los mas remotos
rincones del Tucumin ¥ del Rio de la Plata a fines dal
XVII Obviamente, la ayuda que hemos tenido en nues-
‘a tarea por el hecho mismo del aislamiento del Pars-
fuay, ha sido enorme: los productos de Ia region deben
pasar obligatoriamente por Santa Fe o por Buenos Aces
como primer centro de redistribucion y ello hizo mucho
‘més facil el rastreo de fuentes cuantitativas relativamen-
te confiables,
Asi mismo, comprobamos también que esta reslidad
de intensa circulacion mercantil no se acompaiia necesa-
Hiamente con la presencia de Ia moneda metilica en los
diversos niveles de cireulacion monetaria, Ya vimos que
fen el Paraguay a moneda metalica apareeia en la super-
ficie de la cireulacion muy esporidicamente, Y otras
rogiones que constituyen el espacio peruano viven una
situacién similar. En otras areas, en cambio, Ia presencia
de Ia moneda metaliea os algo banal y cotidiano.
Por lo tanto, si bien estamos frente a un proceso in-
tenso de circulacion de mereaneias al interior del esp
cio colonial, nos hallamos bien lejos de la constitucién
de algo que se asemeje aun mercado nacional. ¥ no sélo
[por constatar el hecho perogrullesco de Ia inexistencia
de una realidad politica nacional, sino porque faltan mu
hos do los elementos que hacen a la centralidad del
concepto de mercado intemo en el Ambito de una uni
dad politica determinada, Por una parte, Jo mas rela
te e5 la no dominacion (o inexisteneia lisa y Tana) de
relaciones de produccién capitalistas en la mayor parte
de los ambitos en donde se producen las mereancias que
integran ese mercado intemo colonial. Ni los obrajes
DPafleros, ni las haciendas azucareras peruanas, ni los
campesinos guatemaltecos del afl, ni los artesanos de
Cochabamba parecen tener algo que ver con relaciones
capitalistas de produecion... En un segundo plano, otro
hecho so destaca: Ia presencia del capital comercial co
‘mo forma autonoma del capital, que domina a los pro-
Huctores y que basa su hegemonia en la supremacia del
Intereambio no equivalente.
AMANERA DECONCLUSION 487
Estos dos aspectos de la realidad colonial nos susci
tan, partiendo de la experiencia de la rogién que hemos
estudiado, los comentarios que siguen.
2. Trabajo familiar relaciones salariales
Hemos eonstatado, a través de todo el libro, la impor.
tancia que tiene el trabajo de la familia. Sea que ha-
blemos de esclavos y yanaconas, sea que nos refiramos a
ls indigenas de los pueblos y las reducciones, o final:
mente, cuando hemos estudiado el sector de campesinos
bres, el trabajo realizado en el marco del grupo domés
fico ccupa un lugar primordial para asegurat la subsis-
tencia del productor directo.
Obviamente, existen enormes diferencias en cada uno
de log casos que hemos examinado. Si quisiéramos recu-
rir a una imagen para expresar esta diversidad, pense.
mos en dos pirimides esealonadas. En la primera de
Clas, le correspondiente a os siglos XVI y XVII, halla
riamos en Ia base a los distintos escalones compuestos
por las esclavos y' Ia familiaindigena, #1 grupo indigena
‘estaria a au ver dividido en dos grandes sectores: uno, el
ifs sumergido y que por lo tanto, entroga mayor renta,
festa compuesto por lat familias dé los indios originariog
(Gste sector en realidad, se diferencia muy poco del de la
familia esclava). E] otro sector, el compuesto por las
familias que viven en los pueblos y reducciones, tiene
tambisn diversos escalones intemos: los indios de los
pueblos de Mbaracayi, los de los pueblos de Asuncién,
fas de las reducciones rogenteadas por los franciseanos,
los de las redueciones jesuiticas (en las cuales, el area
redistributiva, en cierto sentido, cumple con sus funcio-
nnes de solidaridad social). Bn eada uno de es0s pequerios
‘escalones, hay diferencias apreciables en cuanto ala ren
ta entrogida. En un escalon siguiente se hallarfan los
ppardos y mulatos, Inmediatamente nos encontramos con.
os campesinos libres, divididos ellos a su vex también
fen distintos grupos.488 MERCADO INTERNO ¥ ECONOMIA COLONIAL
Ep el siglo XVI, la situaci6n se altera en forma pro-
sesiva y con ello se invierte la base de nuestra piramide,
Se trata de una piramide que ha sido puesta cabeza abs
jo; en cuyo sector mas sumergido siguen estando los
fsclavos y los indigenas —con sus diversas gradaciones
internas~ mas ahora, éstos son Tos menos numerosos. En
lun esealén intermedio se hallan los pardos y mulatos
libres, y en la ancha base superior (valga la imagen) se
encuentran los distintos sectores de campesinos bres;
teste es el grupo que entrega menor renta, pero ahora es
1 mis importante demograficamente hablando.
Hemos afirmado repetidas veces en el texto que no
hay verdaderss relaciones salariales en esta region. De-
bemos, sin embargo, hacer algunas aclaraciones. Bs evi
dente, ‘por ejemplo, que existieron artesanos en Asun-
clon ~poeos y de infimo peso— que podian trabajar
como asalariados; también es obvio que un sector de la
fuerza de trabajo ocupada on las estancias (aquéllos que
constituyen la mano de obra permanente y que son una
lara minoria}, pudo estar compliesto por asalariados,
atin cuando nos extranarie sobremenera que el patron
no les “‘permitiese” poseer una chacrita,.. Pero, fuera de
estos casos aislados y que en verdad no pesan en el
luniverso de las relaciones productivas de Ia regién, el
slario no existe
Es claro que cast todos los productores directos sue
Jen percibir un estipendio que las fuentes llaman “sala
tio”, pero, éste muy’ raramente aleanza a igualar et valor
de ‘ta fuerza de trabajo, Claude Meillassaoux en
Femmmes, greniers & capitaus, ha definido de este mo.
do alos componentes del valor de la fuerza de trabajo
ssustento del productor directo durante el periodo de
trabajo; mantenimiento de éste en los momentos en que
no trabaja y reemplazo del productor por an trabajedor
futuro, es decir, reproduecion de la fuerza de trabajo.
El asi llamado ‘salario que reciben los mitayos, las
inias originarias que se afanan en la rueca, los peones
Yerberos o los marineros de las harcas, no cubre obvia:
mente ese valor. Dependiendo de la capacided de nego
AMANERA DE CONCLUSION 489
ciaci6n de eads uno de estos sectores (y por supuesto,
dd los diversos individuos) éstos pueden arrancar a los
‘grupos dominantes concesiones que los ponga en sits
ion de poder vender con mayor eficacia si fuerza de
trabajo. Entre las cuatro varas de lienzos al aio que
reeiben los mitayos y 10s pocos reales mensuales de los
‘marineros a fines del siglo XVIH1, hay un abismo. Pero,
casi sin excepciones, l verdadero salario es una realidad
totalmente ajena a la cotidianeidad de estos hombres y
‘mujeres, Lo tinico que les ategura la posibilided —no
siempre la realidad— de continuar en el mundo de los
vivos y alimentar a sus hijo, aun cuando sea en el marco
Ge una misera condicién, es el trabajo realizado en el
fmbito del grupo doméstico,
3. El capital mercantl y el intercambio
no equivalente
Pero, el segundo aspecto que nos aleja totalmente de un
eoncepto como el de mereado nacional, es Ia dominan
cia del capital comercial sobre los productores, El capi
tal mereantil que existe como forma auténoma (y casi
finiea, pues salo le scompafa el capital usuratio) del
capital, basa su predominio frente a los productores en.
la utilizacion de todos los afinados mecanismos que he
‘mos deterito en el texto,
Bs interosante verificar cémo estos mecanismos se re-
piten hasta el cansancio en las mis diversas regiones,
Para referimos solamente al area que mas conocemos,
‘vemos que ya sea que hablemos de los curtidores mu:
Taos del Tucumén, de las tejedoras de lienzos de los
valles eatamarquetios y riojanos, de las tejedoras de pon-
hos de Cordoba, Santiago dal Estero y San Luis 0 en.
fin, de los pequefios hacendados del sur de Cordoba y de
Corrientes, el funcionamiento del capital mereantil se
Dasa siempre en ost combinacion de endeudamiento
coactivo ¢ intereambio no equivalente,
Biste ademas otro hecho que es importante sofia,490 MBRCADO INTERNO ¥ ECONOMIA COLONIAL
Todas las fuentes paraguayas coineiden en sus quejas
‘contra los polos dominantes acusindolos de no dejar en
manos de los organizadores de In produceién y de los
mercaderes locales sino unas pobret migajas de las ga
nnancias del trifica yerbatero. Ya sabemos que la queia
fs costumbre inmemorial en los mercaderes do todas
épocas y lugares. Bs diffell imaginar que hayan podido
cexistir, durante tanto tiempo, individuos obcecados que
hayan’continuado organizando beneficios de yerba co-
‘mo hobby y comerciantes que hayan traficado por pasa.
tiempo... Es indudable que un porcentaje de estas ga
nancias queda en el Paraguay. En especial, si recordamos
fen queé condiciones tan pecullares te produce la yerba:
Jos bosques del tex son un don de Ia naturaleza y la
fuerza cle trabajo es un regalo que, la familia indigena (y
més tarde, campesina) le hace en Torma constante a 10s
sectores dominantes de la sociedad,
‘Son estas peculiares condiciones las que posibilitan a
los onganizadores de la produecién y a los mercaderes
locales absorber la caida de los precios de la yetba y
soportar Ios términos de negociacion eada vez més dros
‘que los imponen los polos econdmicamente dominantes,
Pero, una conclusion mas so impone para cerrar este
pparéntesis final. Bstudiando las balanzas comerciales co-
Joniales (balanzas bastante sul genneris, pero, que nos
sirven de indicadores de una tendencia), nos Hlamé la
atencién la insistencia con que se repite un fenémeno
muy particular: tanto en México, como en el Pert yen
1 Rio de la Plata —las realidades coloniales mi ricas y
pprovechosss de la corona hispana a fines del siglo
XVII~ existe uns neta tendencia a que salga mds de lo
{que entra...Es decir, el valor de las exportaciones amerl-
‘nas, incluido, ldgicamente, el metal precioso, es mayor
(medio con los precios imperantes en esos diversos put.
tos) que el de Iss importaciones provenientes de Europa,
0/8) Se quiore decirlo mas descarnadamente: hay un flu.
jo constante de valor desde las colonias ala metropoli, Y
tse flujo constante constituye, como es ficil suponer, Ia
‘azn misma de ser de! hecho colonial,
AMANERA DE CONCLUSION 491
iCémo se origina este dosnivel? Y bien, este inter
‘cambio no equivalente en las relaciones metropolifeolo-
hia, no es més que la proyeccion especular ¥ ampliada
de ese otro intercambio no equivalente que existe entre
los productores directos 5 el capital mercantll, Bste fun-
iona agui como vehiculizador del excedente orientando
tuna parte sustancial del mismo haela el exterior del espa
cio colonial, No es el Bstado —quien se apropia en forma
directa solo de una porvién de ese excedente~ el que
ceanaliza las ganancias coloniales; es esa compleja trama
tejida por mercaderes y traficantas que, funcionando co-
mo corres de transmisi6n vehiculiza el excedente hacia
la madre patria. Logicamente, todos sabemos que ese
‘excedente nace en el sudor y el esfuerzo cotidiano de los
ras diversos hombres y mujeres, quienes, endeudiindose
caro y produciendo barato, dan vida a la larga cadena
invisible que los aprisiona,