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Paidés sages le psi (fet pel ac Q STAN oe cuerpo imaginario ele MOLT R=) 8c re) (ole fa psicoanalitica Biblioteca de PSICOLOGIA PROFUNDA Algunos tftulos publicados: 20. a Ba. 24, 25. 29. 30. 3b. 36. a7 At & 47. aa BL 54, A. Garma - Psicoandlisis ce tow suefius ©. Fenichel - Teorts psicoanatttica de las neurosis Marie Langer - Maternidad y sexo Hanna Scgal - introduccién a ic obre de Melanie Klein W.R. Bion - Aprendiendo de fa experien- cia C. G. Jung - Paicologta y simbélice de! arquetipo A. Garma- Nuevas aportaciones al psico- andlisis de los suehoz . Arminda Aberastury - Aportaciones al Dsicnondlisis de nifos ‘A.Garma- El psicoandlisis. Teorta, clini- ca y técnica RW. White - El yo y la realidad en ia teorfa psicoanatttica W. Reich + La funcion del orgasma J. Bioger - Scmbiasis y ambigtiedad 3. Sundicr, Ch. Dare y A. Holder - El Pactente y el anciisis ‘Anna Freud - Normalidad y patologta en lo niniez A. Garma - El dolor de cabeza. Génesis Psicosomitica y tratamiento psicoanalt- tico S Leclaire y J.D. Nasio-Desenmascarar lo reat. El objeto en psicoandlisis D. Liberman y D. Muldavsky - Psicoand- lisis y semidtica. Sentidos de realided y categorizaciones estiltsticar 1, Berenstein - Familia y enfermedad mental 1. Berenstcin - El complejo de Edipo. Es- tructura y significacion A. Armando - Lo vuelta a Freud. Mito y realidad Leén Grinberg - Teorta de fa identifica cién 4. Bawlby - El utneuto afectivo J Bowthy - 9 eepararidn afectiva E. H. Rolla - Kamila personalidad ‘M. Shepard - Fritz Perls, La terapia gucsiditica Leda Grinberg (comp.) - Pricticas psico- analltices comparadas en las neurosis Legn Grinberg (comp. « Pricticas psico- analfticas comparadas en las psicosis 70. mn. 72. 7. 78. Latin Grinberg (comp } - Hracticas psico- Gnailticas comparadas en nifos y adotes- centes . 1. Berenstwein - Psicoonaiisis y semistica de los suenos Anna Freud - Estudios psicnanaltticos P. L. Assoun - Freud: ia filosofie y tos filosofos 0. Kernborg - La teorie ste las relaciones objetates M. Sapir, F. Reverchon, J. J. Prévost y otros - La relajacién. Su enfoyue patcna- nalttico W. R. Bion - Semunarios de pricoandtisie * J. Chassoguet-Smirgel - Los caminos det anti-Edipo G. Groddeck - Las prmeros 32 conferen- cies psicnanaliticas para enfermos M. A. Mattoon - El andiisis junguianede los sutfos DD. Foutkes - Gramstica de los suetos |. Anna Freud - El yo y los mecanismos de defensa Heinz Kohut - La restauracion del st- mismo W. Reich y otros - Escritos psicuanaliticos fandamentales Georges Amado - De! nifio al adutto. El Psicoandlisis y el ser Jean Cuillaumin - Les suctos y ¢3 yo. Rupture, continuidaa, ereocién en to vide paiquica 1. Berenstein - Psicoanatisis de la estruc- tara famil M. A. Mauss - Porodojas psicoanct'ticas M. Yampey - Psicoandlisis de fa euttura . L. Grinberg - Psicoanalisis. Aspectus te5- ricos y eliricus D.J.Fetdfogel y A. B. Zimerman (comps.) + El psiquismo del nino enfermo orgdnico C.G, Jung - Energética psiquica y esxencia. diut custo C.D. Pérez - Mascutino-Femenino 0 la bella diferencia S. Froud - Esquema det psicuandlizis (continua af final dei tibro) M. Sami-Ali CUERPO REAL CUERPO IMAGINARIO Para una epistemologia psicoanal tic Sami-Ali. M.; Bixio. Atberto Luis. tr. Cuerpo reat Xx PAIDOS Buenos Arres Barcelona México Titulo original francés: Corps Réel. Corps Imaginatre Pour une épistémologie psychanalytique D nod, Paris Rordas, Paris, 1977 * ISHN ¥8 339-5406-1 F - “* Trades on ¢ Alberta Lures Bexto Cubierta de Gustave Macs re roaivn 1989 Impreso en Ja Argentina - Printed in Argentina Queda hecho el depésito que previene la ley 11.723 La reproduccién total o parcial de este libro, en cualquics forma que sea, idéntica o roodilend.s, escrita a méquina, por el sistema “maltigraph”. mimedgrafo, impreso, jor forocopias, feteduplicscién, atc., no autorizada por los editores. viola dere- Phos reservados. Cualquter utslizacién debe ser previamente solicitada. Copyright de todas las ediciones en castellano by Ednorial Paidés SAICF Defensa 599, Buenas Aires Ediciones Paidés Ibérica S.A. Mariano Cubi 92, Barcciona Editorial Puidos Mexicana S.A. Guanajuato 262, México ISBN 950-12-4060-6 A Pierre Marty Pues yo fui, durante un tiempo, muchacho y doncella, drbol y pdjaro,-y pez mudo en el mar.” EMPEDOCLES INDICE, Introduccién, 7 ie I, uk. Iv. VL . VII. Cuerpo e identidad. Sobre un caso de despersonalizaciin, 15 Cuerpo y espacio. El espacio de lo extrafio inquietante, 31 Cuerpo y tiempo. Introduccién a una teoria del tiempo, 43 Cuerpo y palabra. Génesis de la palabra en un nifio Psicdtico, 61 Cuerpo y movimiento. Esbozo de una teoria psicoanalitica de la psicomotricidad, 73 El nivel histérico, 73 EL nivel clinico, 74 EL nivel teérico, 75 Cuerpo y somatizacién. El todo y las partes, 84 Cuerpo y narcisisme. Una teoria del rostro, 105 Bibliogzafia, 133 INTRODUCCION A fin de situar esta serie de indagaciones, tanto clinicas como ted- ricas, que desasrollan y profundizan la experiencia del cuerpo en su doble referencia a lo real y a lo imaginario, es indispensable que nos remitamos, una vez mas, al descubrimiento freudiano del in- consciente. Este descubrimiento se articula alrededor del concepto funda- mental de los procesos primarios, de los que el suefio ofrece e! ejemplo més notable: en el suefio, el funcionamiento mismo del in- consciente coincide con los principios a que esté enteramente some- tida la actividad onirica. A lo largo de toda la obra freudiana, desde La interpretacién de los suefios hasta el Esquema del psicoandli- sis, ésa es la conclusién que se mantiene inalterable. En efecto, a pesar de las modificaciones teéricas sucesivas, en todas partes apa- rece la misma afirmacion: por un lado, que “el desplazamiento y la condensacién son las dos grandes operaciones a las que debemos esencialmente la forma de muestros suefios'”, y por el otro, que “estas dos particularidades nos permiten definir el caracter del pro- ceso primario atribuible al ello*”. Sin embargo existe una evidente laguna, inseparable de la tarea heuristica misma, que puede com- probarse en el plano de la formulacién inicial referente al suefio, a saber, que si la actividad onirica esta concebida segin el modelo de la alucinacién. no estA empero relacionada con la proyeccién. De manera que en La interpretacién de los suerios no aparece en nin- 1S. Freud, 1900, Lao interpretacién de tos suefios (traduccién francesa, pag. 226). = §. Freud, 1940, Esquema del psicoandlisis (traduccién francesa, pag. 32). i guna parte el término “proyeccién”, ni siquiera en su acepcién des- criptiva limitada.* Pero se verifica un cambio de perspectiva, exigido por la lenta elaboracién de la problemética subyacente, cuando en 1917 Freud se pone a considerar el suefio desde el punto de vista de la proyeccién: “Un suefio nos hace saber que ocurrié algo que tendia a perturbar el descanso del durmiente y nos permite com- prender la manera en que fue posible apartar tal perturbacién. Por fin, el durmiente soié y puede continuar durmiendo; la reivindica- cién interna que queria acapararlo quedé reemplazada por una ex- periencia externa cuya reivindicacién fue satisfecha. Un suefio es pues también una proyeccidn, es la exteriorizacién de un proceso interno.” * Qué otra cosa quiere decir esto sino que los procesos primarios son objeto de una proycccién primordial cuyo campo se extiende més alla de su funcién defensiva para coincidir con lo ima- ginario en si? Esta sola consideracién nos autoriza a dar una respuesta diferente a la cuestién que Lacan, identificando la condensacién con la met&fora y el desplazamiento con la metonimia, formula en estos térmimos: “gQué es lo que distingue estos dos mecanismos que obran en el trabajo del suefiio (Traumarbeit), en el que desempefian un papel privilegiado, de su funcién homéloga en el dliscurso? Nada. . .5”. ¢Nada?P Sin embargo, si el desplazamiento y !a condensacién son pro- cesos primarios, son por definicién inconscientes, siendo asi que, a menos que caigamos en una peticién de principio, la metafora y la metonimia escapan a esta limitacién: la metafora y la metonimia pue- den ser por igual conscientes 0 inconscientes. Esa es toda }a diferencia que hay entre “La lengua es una isla desconocida en la geograffa de los sue- fios”¢ y “Mi alma es una extrafia fabrica”t dos metdforas en las que, en virtud de una modificacién radical de la funcién perceptiva,® la imagen es a veces ptoyeccién y a veces ausencia de proyeccién. Proyeccién que mediatiza el cverpo propio en cuanto esquema de representacién cuyo poder de estructurar puede discernirse en cual- quier terreno en que se formule la cuestién del origen de lo repre- sentado: del cuerpo, del objeto y de las condiciones de la aparicién 3 En la traduccion trancesa de 1967 se lee todavia en la pag. 226: “Pro- cear como hizo Galton cuinde elaboré sus imagenes genéricas (sus ‘retratos de familia’): proyecté Int lus imagenes una sobre la otra...” Pero aqui se trata de una fantasia dei traductor que felizmente desaparece en las ediciones posteriores. oo 4S. Freud, 1917, a, “Adicién metapsicolégica a ta teoria de los sueaos”, GW, X, 444; SE, XIV, 222. La traduccién es mia. 5 J. Lacan, 1966, Ecrits, pag. S11. © R. Crevel, 1926, Mon corps et moi, pay. 114. 1B. Roussel, 1932, Liéme de Victor Hugo, en Nouvelles impressions Afrique, pag. 123. : 8 Sami-Ali, 1970, De la projection, pag. 168. 12 de éstos. De esta manera y poco 2 poco, a través de una interroga- ciém que evita encerrarse en si misma, se perfilan los contomos de una epistemologia analitica, la cual proclama que cl suje todo una totalidad psicosomatica. es ante CUERPO E IDENTIDAD SOBRE UN CASO DE DESPERSONALIZACION ¢Qué puede haber mas evidente, pero también mas mistcrioso, aten- diendo a la génesis de la imagen del cuerpo, que tener un cuerpo sexualmente identificable? Es una génesis eminentemente incons- Giente regida por una dialéctica pulsional cuyas posibilidades y limi- tes se sittian en las zonas erégenas. Una persistente tension, que st aminora en momentos privilegiadas, la pone en movimiento, el cual resulta de un doble proceso de identificacién y de proyeccién: ser uno mismo siendo lo otro y ser lo otro no siendo uno mismo. De manera que en primer término habremos de ocuparnos del cuerpu libidinal sujeto a las metamortosis, a fin de seguir, a la luz del and- lisis de una “neurosis de despetsomalizacién” (M. Bouvet, 1967, pa- gina 420), et proceso de cémo se pierde y se recupera la sensacién de tener un cuerpo. Hasta donde se remontan sus recuerdos, Inés esta sujeta a ci de angustia durante las cuales se manifiestan, entre otras cosas, “ pulses destructores”, como el de lanzarse al vacio, el de darse muerte con ur cuchillo, etc. Actualmente su angustia nace del “impulso de la locura”, que consiste en cl hecho de “no reconocerse a si misma”. Por debajo de esta angustia existe una angustia mds antigua ligada con el temor de verse privada de su voluntad bajo la hipnosis y de ser dirigida desde el exterior como un autémata. Con todo eso, lr angustia primordial penetrada de magia, en la que se reflejan ciertas creencias populares, se remonta a la primera infancia, Esa angustin tiene como tema cl temer de perder fa forma humana. en virtud de 15 la posesin, para convertirse en un animal embrujado, La obsesién de la locura aparece por Jo tanto como el tiltimo avatar de la angus- tia permanente de despersonalizacién. Inés recuerda esta angustia desde su primera manifestacién, en los albores de la pubertad. Tendida sobre la hierba, en el campo, y contemplando la inmensidad del cielo vacio, Inés se siente de pronto cxtrafia a si misma en un mundo extrafio. Y desde el fondo de ese abismo en el que vacilan las cosas, surge una lancinante interroge- cién: “gQué soy yo en relacién a los demas?” Encuéntranse aqui condensadas fobias muy precoces que nada perdieron de su fuerza anterior y que se refieren a lo negro, a la oscuridad, a las alturas, a la tormenta, al rayo, a animales maléficos. Con estos Ultimos se rela- ciora un recuerdo perturbador. Una tarde, en compafiia de su padre y haciendo sus necesidades en el establo, Inés “ve” correr por la pared en direccién del granero “al animal de los terrores”: “Aquello era la aniquilacién, 1a pardlisis total del pensamiento y del movimiento.” Angustia sin nombre cuyo objeto, indefinible, puede ser un zorro, una rata, un perro, un tején o cualquier otro animal de pelo. Si bien todas estas fobias remiten a la angustia de la muerte, el acento cae de nuevo en la despersonalizacién: “Lo angustioso del paso de la vida a la muerte es ese estado entre Ja razén y el desatino, en el cual uno cesa de ser uno mismo. Ung se domina todavia, pero gpor cuanto tiempo?” Desde el comienzo y en un clima de indecible magia, Inés me comunica el fantasma que consiste en retorcerme el cuello como si yo fuera un pollo embrujado al que quisiera restituir la forma huma- na, Extremadamente sensible a los tuidos, asf comy a las menores entonaciones de mi voz, Inés manifiesta al mismo tiempo una impre- sionante debilidad de la funcién de sintesis en el plano de la expe- tiencia perceptiva, Esta debilidad es pasajera, pero bien significativa: véase el primer ejemplo. Estoy fumando y mientras hablo esbozo un movimiento ha- cia el cenicero. Inmediatamente Inés percibe un “ir y venir” de mi voz, que le parece que existe por si misma y que es capaz de moverse sola. Le impresién de absurdo desaparece cuando por fin Inés con- sigue coordinar con ulteriores movimientos corporales los desplaza- mientos insdlites de la voz. ‘Veamos otra rareza relacionada con la escena primitiva y pron- tamente evocada en el anélisis. A los ocho afios, durante una noche de tormenta, Inés se refugia en el cuarto de los padres. Alli, conte- niendo el aliento, oye cémo el padre escupe y la madre le ordena friamente: “Date risa”. Observa Inés que sin duda se trataba de “relaciones bucosexuales”, que serfan una fellatio y un cunnilingus al propio tiempo. Pero, zeémo podia entonces la madre hablar en el mismo momento? En la hipétesis del coito normal, la escupida del padre seria también inexplicable. También lo es una penetracién anal, cuya posibilidad considera por fin Inés. De manera que, entre los diversos elementos que componen una escena primitiva, comple- 16 tamente impregnada de oralidad, se descubre una discordancia que constituye el equivalente en la fantasia de la debilidad de sintesis en el plano de la percepcién. En una situacién transferencial particularmente densa, Inés des- pliega un gran dominio intelectual. A toda costa quiere “estar en transferencia positiva” para asegurar “la buena marcha del trata- miento”, La apresividad queda excluida, lo mismo que el “sexo” al que, segiin ironiza Inés, los analistas quieren reducirlo todo. Ella en cambio se esfuerza por transformar el analisis en una ‘lid ldégica” en la que naturalmente saldré yencedora. También, en sus Fantasmas, se esfuerza tenazmente por desencarnar al anelista hasta el punte de imaginarlo como algo flotante y sin espesor. Desarrolla largamente la idea de que “la cabeza” es incompatible con el “sexo” y que es menester que uno u otro sea suprimido. Esto depende de la funcién del momento: en el amor, por ejemplo, “la cabeza debe desaparecer”. Entonces se manifiesta una contradiccién entre el “arriba” y el “aba- jo”, que no pueden formar un todo. Tal vez aqui vuelve a sustraerse a la sintcsis inmediata algo més importante. “Como si usted fuera de arcilla, yo lo creo y_lo destruyo a mi gusto.” De manera mds que metaférica, en virtud de esta declara- cién, Inés designa aqui lo que se manifestard como una constante relacional, como una confusién de lo real y 1o imaginario. El objeto esta demasiado cerca, demasiado presente, es demasiado invasor, y €s ante todo tal proximidad lo que hay que conjurar. Una fluctuacién de lo vivido corporalmente hace que los drga- nos se relacionen sin cesar unos con otros, pero de un modo muy singular; dice Inés: “Es necesario que el pene esté rodeado de un medio himedo; lo mismo da que sea la boca o la vagina.” Y llega a imaginar un estado en el que estuviera leno por delante y por detras, puesto que “el ano es un vacio que reclama ser [lenado”; y respecto de una masturbacién practicada con ayuda de un objeto metilico dice: “El contacto del metal es desagradable; rechina como un ruido molesto al ofdo.” Notable labilidad que, de la simbolizacién reciproca de los ér- ganos, pasa a abarcar todo el espacio corporal. El arriba y el abajo, para tomar sdlo un ejemplo, se intercambian con toda facilidad. Por eso el deseo de penetracién vaginal se localiza en otras partes: “Uno siente dolor en el hueco del vientre; es el sufrimiento de la sed.” Y: “Tengo mierda dentro de la cabeza.” De manera que como consecuencia de la asimilacién de todos los orificios del cuer- po con la boca, se hacen intercambiables érganos y dimensiones corporales, segin la tensién del momento. La situacién edipica, intimamente ligada a la escena primitiva y a la dindmica de la transferencia, se concreta bruscamente como consecuencia de un incidente infimo. Basta un ligero ruido de ro- zamiento para que todo se tambalee. Dice Inés: “Me dan ganas de gritarle a usted que se detenga y a la vez que cantinde. Todo 17 es confuso; deseo y tengo miedo. El menor ruido que usted hace me liega derechamente al vientre. Estoy en ascuas.” De ahora en més la ausencia de indicios visuales es decisiva: “Oigo como usted hace el amor con una mujer. Reina el mismo clima turbador que senti en el cuarto de mis padres. Y yo no pue- do permanecer indiferente. Me dan ganas de ser la mujer... de ccupar el lugar de mi madre; es terrible pensarlo.” Sin embargo un fantasma, libremente vivido, viene a cumplir ese deseo hasta el momento cn que, turbada por mi mirada, Inés se interrumpe. De pronto cambian los papeles: de pareja parental que la ‘nitia ob- serva, el analista se convierte en el hijo que observa a la pareja pa- rental. Ahora bien, el hecho de que el repertorio simbélico sea tan labil como el sentido corporal atestigua suficientemente la natura- leza ilusoria de esta multiplicidad. Tlusoria, es decir, nercisista, pues Inés es todos les personajes a los cuales ella se proyecta. Un suefio lo pone de manifiesto. Provista de un pene del ta- maiio del de un toro, Inés hace el amor con una mujer sin que la moleste la presencia de una nifiita. Experimenta un placer préximo al orgasmo, que la despierta. La sofante es aqui simultaneamente el padre que posee el pene, la hija que mira y la madre que goza. Pero la identificacién multiple no se reduce a un juego retrospec- tivo de mimetismo: como proceso primario, la identificacién abarca el campo entero de los fenédmenos de despersonalizacién y atesti- gua la incompatibilidad radical de los modelos formadores, como si en el origen existiera una falla que disimula mal la exacerbacién identificatoria. En el fondo de ésta, se halla la incertidumbre de lo que uno es, la incertidumbre de lo que uno es dentro de su pro- pio cuerpo." Hay pues una relacién entre despersonalizacién y desconcierto identificatorio en la escena primitiva. Desconcierto y desasosiego que no afectan sélo los limites del yo, sino que alcanzan también al cuerpo en su identidad misma. En efecto, en la despersonaliza- cién el cuerpo se convierte en el lugar en que se desarrolla la ¢s- cena primitiva. Sin esta circunstancia, la identificacién midltiple culminaria en extravio de la identidad personal, equivalente histé- rico de la despersonalizacion. En una sala débilmente iluminada y frente a un auditorio que ella no distingue muy bien, Inés debe leer un informe. Apenas co- mienza a hacerlo ya siente “el impulso” de no poder continuar. Se _ 1 La identificacién miltiple, poniendo por obra una notable condensa- cion, hace que el cuerpo, liberady de las nadas racionales del espacio, aparezex come imagen monstruoss. Especialmente en un suedo en el que se siente “lenada por todas partes”, Inés se lame los senos al tiempo que se aca- ricia el clitoris, el ano y ja vagina. Se siente u lx vez bajo las mantas y sobre tas mantas de la cama, oculta y expuesta a la mirada cle in madre. Otro sueho le muestra a un arabe que se chupa su propio pene desmesuradamente largo. Semejantes imagenes anuncian a la vez la pérdida y !a recuperacién del sen- timiento de uno misme. 18 detiene al borde de un estado de angustia extrema. “Cuando soy el punto de mira, la atencién de los otros crea ese impulso. La voz se. me hace extrafia, como si fuera otro quien escucha lo que yo digo. Siento deseos de gritar, deseo que estalle una tormenta para romper ese estado.” Se trata del misnio deseo de interrumpir el coito parental en la escena primitiva mediante un “grito diabélico que helaria la sangre en las venas”. Se advierte una identidad perfecta entre la manera en que Inés vive este episodio y la elaboracién de la escena primitiva: la situacion social con la aprensién que ella provoca es captada a tra- vés de la escena primitiva y la escena primitiva es captada a través del cuerpo. Doble proyeccién de una misma imagen en la que el cuerpo disociado, literalmente disuelto en cuanto sujeto, torna ‘a vivir la angustia de sus origenes. De ahi que Inés tenga que vér- selas con otra voz que habla, con otro oido que escucha y con los ojos de otros que, en la penumbra, acechan a la pareja parental. Aqui se borra la distincién entre uno mismo y los demas. En adelante, el acercarse a mi hard que la madre sea un obs- taculo que hay que eliminar. La identificacién de Inés con la ma- dre, por una parte, y la necesidad de volver a encontrar junto a ella una sensacién de seguridad que se remonta a la primera in- fancia, por otra, hacen que esa eliminacién resulte particularmente dificil y penosa. También, en el fondo de la misma afliccién, la imagen de la rival alterna con la de la nodriza. En lo inmediato no queda otro remedio sino renunciar a la esperanza de conciliar las fuerzas antagénicas que emanan de las imagenes parentales. Nueva variante de una sintesis imposible, fenémeno cuya repeti- cian hemos comprobado desde la evocacién de la escena primitiva y que aqui concierne a pulsiones contradictorias. Veamos un ejemplo. En circunstancias de una pequefia inter- vencién quirargica en el ojo derechd, Inés se ve en suefios jugando a las cartas cerca de su madre, muerta y extendida sobre una mesa de operaciones. Inés se acerca y advierte que la madre se mueve y abre el ojo derecho. En otro suefio se esboza una identificaci6n culpable frente a la figura materna: en la habitacién de la abuela, Inés acepta hacer el amor con el analista con la condicién de que éste se dé prisa. Pero oye llegar a la madre al tiempo que com- prueba la impotencia de su compafiero. En este momento de tensién en el que el deseo de eliminar a la madre alcanza su punto mdximo, la agresividad cede répida- mente el lugar a un acceso de angustia durante el cual, al precio de una profunda regresién, Inés busca desesperadamente protec- cién. “Estoy ligada a usted por un cordén umbilical. Los dos for- mamos un Circuito, yo le paso a usted la sangre mala y usted me da sangre nueva. Sin saber por qué, el otro dia le pedi que me diera la mano. Ahora sé que lo hice para establecer contacto con usted, para cerrar el circuito. Soy vulnerable pero aqui me siento 19 segura.” La angustia, que se intensifica cada vez més, aleanza por ultimo al cuerpo en su totalidad. Inés, despersonalizada, siente que se convierte en"un automata: “Mi voluntad esté paratizada, usted puede hacer de mi lo que quiera. Pareceria que estuviera embrujada, como temia. estarlo cuando era pequefa.” Un grado mas y ya se trata de da depresién, una depresién en la que se expresa el deseo de retornar al seno materno y también una terrible frustracién oral. “Mi madre nunca me quiso. No me queria porque deseaba tener un varén, Yo pensé irme a ia piscina y mantenerme con la cabeza metida dentro del agua. Es la posicién del feto en el vien- tre de la madre. Algo me empuja también a dar volteretas sobre el césped, como hacen los nifios. Siento ese movimiento circular.” Una viva sensibilidad reduce la distancia. “El silencio de usted me resulta insoportable. Lo siento como si usted me rechazara. Ahora veo una imagen: un pecho que quiero tomar y que mi ma- dre me niega... Siento un terrible dolor-de cabeza que acaba de desencadenarse.” Y entonces recuerda que habiendo sido alfmen- tada por los pechos de la madre hasta los dos afios y habiendo sido bruscamente destetada, por la noche lanzaba varios alaridos. Sin embargo ahora, en el presente, quiere perdonarlo todo: “Mi madre cra tiranica porque no era feliz. No amaba a mi padre; en cambio, él la adoraba.” Asociada con la agresividad edipica, la angustia se muda asi en angustia de despersonalizacién, mientras al mismo tiempo aflo- ran las pulsiones orales. El cuerpo desposeido de si mismo esté ligado al destino de estas pulsiones. Sin embargo, los movimientos agresivos y libidinales coexisten aqui en una proximidad absoluta. De ahi la extraordinaria inestabilidad afectiva de que se queja Inés y ese clima extrafiamente inquietante en el que se desarrolla todo el anilisis. Pero las pulsiones orales, que acompafian a la angustia de des- personalizacién, también guardan relacién con la escena primitiva. Un suefio suministra la articulacién exacta con ella. Inés, que ve cémo su madre es objeto de una entubacién gas- trica, se aparta experimentando una intensa néusea, que persiste mas alld del suefio y abarca a todo el mundo, salvo al analista. Siendo una alusion a la escena primitiva concebida en el as- pecto de oralidad, el svefio se refiere a recuerdos en los cuales la pulsién, disociada de su contexto, se proyecta al mundo animal. La entubacién evoca para Inés el acto de cebar gansos que practicaba su padre en el campo y la muerte de los gansos cuando, por des- cuido, el padre introducia el embudo en la traquea del animal en lugar de hacerlo en el eséfago. La ndusea que sigue al suefio en el cual Inés se identifica con su madre viene entonces a negar el deseo de ahogar a la rival come si fuera una oca: la ndusea es la prueba de que el padre no se habia equivocado de orificio. El pa- 20 dre que, por lo demés, estrangulaba a las gallinas y degollaba los conejos y que, como doble imaginario, se encarga ahora de expre- sar, en lugar de Inés, una terrible agresividad. Cuando esporadi- camente Inés vive esta agresividad a través de fantasmas equivoces en los que despanzurrar a la madre ‘significa iguaimente retormar a su seno, la imagen del cuerpo materno herido se impone como el aspecto positivo de la angustia de despersonalizacién. Sin embargo, la distancia entre el sujeto y sus prayecciones se pierde stibita- mente con motivo de un suefio que introduce un acologismo. Se trata de la “vaina africana”, horroroso animal de cuerpo muy largo y peludo, provisto de dos o cuatro patas y de un pica excesiva- mente largo cubierto uniformemente por escamas de pescado. Yo sostengo al anirnal bajo un brazo y doy vueltas alrededor de Inés que, tea temblorosa, se occulta bajo las mantas. Particular importaucia tiene el hecho de que el pico de la “vaina africana” podria ser una serpiente o bien un pico de garza o de pajaro carpintero. El cuerpo peludo evoca al “animal de los lerrores”, y mi movimiento, al gallo que se acerca a la gallina que gniere cubrir. Toda la carga afectiva de la escena primitiva esta presente. Transposicién que fue posible gracias a la curiosidad sexual que se desperté en Inés en la époea de la pubertad en el contacto con los animales. “Ignorandolo todo del hombre”, Inés aprovechaba las ausencias de su madre para examinar los érganos genitales de los conejilios. Con un placer mezclado de angustia, les hacia salir el pene, que ella asimilaba a su propio clitoris. “La vaina africana es quizds el pene de mi padre. que proba- blemente yo deseaba ver.” Pero como por otra parte “vaina signi- fica lesbiana”, nos encontramos frente a un concepto de significa- ciones contradictorias. Esta ambigiiedad del objeto imaginario, masculino y femenino, animal y humano todo junto, termina por afectar a Inés en la sensacién que ella tiene de si misma y concluye por decir: “No sé lo que soy.” Este suefio se produce entre otros, en los cuales la ambigtiedad sexual esti acompafiada por cl predominio de la vision, y de los cuales especialmente dos merecen mencionarse. Frente a un escenario donde se representa una pieza de capa y espada, Inés estd sentada junto a alguien que puede ser a la vez la madre y el analista. Luego, al salir del teatro, corno el analisia la mira con insistencia, Inés advierte que estd en combinacién y que tiene los brazos cubiertos de pelo negro y tupido. La persistente vacilacién en lo que se refiere a la identidad sexual! de los personajes transmite al suefo un chima extraiio, come si la sofiante, interrogandose sobre lo que ella es en su propio cuer- po, no pudiera llegar a una conclusién. Por debajo de esta perple- jidad est4 subyacente una fijacién homosexual mediatizada por la identificacién con el padre en la escena primitiva y revelada en el suefio siguiente; Inés. lejos de su madre, chupa el clitoris de una 21 nifiita que sc resiste, pero que luego se le abandona. Al desper- tarse, Inés se masturba e imagina un clitoris que, apenas ella lo toma en la boca, se convierte en un pezén. Por lo demas, los fantasmas masturbatorios no escapan al equi- voco que resulta de la identificacién simult4nea_con la pareja pa~ rental. Ocurre asi que durante el juego autoerdtico, en el que Inés escupe como su padre, experimenta un placer intenso que la hace murmurar: “Papé querido”; o bien ocurre que ella se sorprende haciendo Ios inovimientus del coito propios del varén y repitiendo: “Mama querida”. Asimismo, Inés puede tener un orgasmo imagi- nando que cl analista es una mujer que le estimula oralmente el clitoris y un hombre que la penetra vaginalmente. En consecuen- cia, la ambigiiedad aparece en todus partes, en el propio cuerpo, en los suefios, ¢n los fantasmas, en la imagen del analista y en la “yaina africana”. Pero cuando la analidad aparece por primera vez ligada a las pulsiones orales es en la ocasién de un angustioso examen acompa- nado de rreas. La boca no se contenta con chupar; en adelante serA asimilada a un ano que muerde, absorbe y expele. Inés suefia que con su lengua explora el recto de una nifiita que resulta ser ella misma cuando pequefia. En seguida ve un paisaje cubierto de suciedades en cuyo centro se eleva hasta el cielo un torbellino que amenaza aspirarla para luego dejarla caer. Inés comenta: “Siempre es la boca que es también el ano. Hago el amor conmigo misma, como antes en el suefio en que yo poseia un falo. El ano me atrae, quiero comerle.” De pronto le vuelve a la memoria un detalle ol- vidado: tiene en la boca excrementos que escupe. “Siento ganas de comer materias fecales y tengo la boca llena de ellas.” La aspiracién no es, pues, sino el retorno (a través del ano “aspirante”) al vientre de la’ madre, donde los actos de comer y ser comida se cumplen simult4neamente. La caida tan temida es una violenta expulsion que significa lo destruccién del hijo. Se en- cuentra esta misma motivacién, modificada por un dinamismo es- pacial, en el vértigo de las alturas al que esté sujeta Inés. En lo sucesivo, la angustia se sitia en esta imagen del cuerpo en la que se coneretan de golpe dos amenazas opuestas: por una parte, caer y estrellarse “como una_boniga de vaca”, y, por otra, asfixiarse en un espacio que es cl foso de abono, en el que “uno tiene ganas de patalear para salir, siendo asi que cada vez se hunde mas”. Presa de la obsesion ano-boca, Inés experimenta la angustia de encontrarse en el interior del cuerpo materno que la sofoca y oprime. Sobreviener, entonces dos episodios en los que la incoherencia sensorial se refiere a la escena primitiva. Inés sicnte un olor de cucalipta y lo atribuye al tabaco que fumo y no al frasco de deso- dorizante, el cual, sin embargo, est4 bien a la vista. “Yo no sabia que existian cigartillos de eucalipto. g¥ por qué no después de Mas significative es el segundo episodio, que se acerca a la alucinacién. Inés estA intrigada por un ruido continuo que “oye” detras de ella: “Diria que es un perro o un gato que se frota con- tra las piernas de usted.” El ruido se vuelve intermitente: “Lo que hace ruido da vueltas solo, independientemente de ia altura de} cuerpo de usted. Lo mas molesto es que esté disociado. Eso me hace pensar en un animal que da vueltas, en un abejorro encerrado quiz4s, o también, como si-teniendo usted las piernas cruzadas. hi- ciera que una pierna rozara con la otra.” En esta insélita percep- cién, el movimiento que se verifica en la parte baja del cuerpo esté tan cn contradiccién con todo lo demas, que Inés lo aisla ob- jetivandolo. Un proceso de objetivacién andlogo es sin duda el ori- gen, tanto del “animal de los terrores”, como de su metamorfosis. la “vaina africana”, pues uno y otra son partes enajenadas del cuerpo imaginario. La disociacién del arriba y del abajo reproduce aqui. en el plano de la imagen prayectada, la disparidad de los papeles parentales durante la escena primitiva. Esta aparicién fugaz

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