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Rafael aii e(clagcie.) Oats AS TEMPLARIOS Si usted desea que le mantengamos informado de nuestras pu- blicaciones, sélo tiene que remitimos su nombre y direccién, indi- ‘cando qué temas le interesan, y gustosamente complaceremos su Peticion. Ediciones Robinbook informacién bibliografica Industria, 11 (Pol. Ind. Buvisa) 08329 Teia (Barcelona) ‘e-mail: info@robinbook.com www.robinbook.com © Rafael Alarcén Herrera © Ediciones Robinbook, s. |., Barcelona Disefio cubierta: Regina Richling ustracién de cubierta: © iStockphoto Cordinacién y compaginacién: MC produccié editorial ISBN: 978-84-9917-019-0 Depésito legal: B-32.158-2009 Impreso por Limpergraf, Mogoda 29-31 (Can Salvatella), 08210 Barbera del Vallés ‘Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacién escrita de los titulares del copyright bajo las sanciones esta~ blecidas en las leyes, a reproduccion total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendi- dos la reprografiay el tratamiento informatico, ya dstribucin de ejemplares dela misma mediante alquileo prés- tamo péblicos. Impreso en Espaiia - Printed in Spain — Pues bien, si; creo que se puede intentar la santa cruzada de ir a rescatar el sepulcro de Don Quijote del poder de los bachilleres, curas, barberos, duques y candnigos que lo tienen ocupado. Creo que se puede intentar la santa cruzada de ir a rescatar el sepul- cro del Caballero de la Locura del poder de los hidalgos de la Razon. — Todo eso que me dices esta muy bien, esta bien, no esta mal; pero ino te parece que en vez de ira buscar el sepulcro de Don Quijote y rescatarlo de bachilleres, curas, barbe- Tos, candnigos y duques, debiamos ir a buscar el sepulcro de Dios y rescatarlo de cre- yentes e incrédulos, de ateos y deistas, que lo ocupan, y esperar alli dando voces de suprema desesperaci6n, derritiendo el corazén en lagrimas, a que Dios resucite y nos salve de la nada? Vida de Don Quijote y Sancho Miguel de Unamuno A Carmen Abad la Hoz, porque tenia el alma de nardo del arabe espafol, y era, en el buen sentido de la palabra, buena. In memoriam. También a Mamé Oca y al hada Melusina, peregrinas hacia Avalon, que sofiaban impacientes con la magia iniciati de estas paginas. I Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium —Et in Arcadia ego...— Cuando Alicia se aproximé a donde habia dejado al Gato de Cheshire, se sorprendié de verlo rodeado de mucha gente El verdugo argiiia que tan imposible era cortar una cabeza sin cuerpo como decapitar a un cuerpo sin cabeza Segiin el Rey, todo lo que tuviera una cabeza podia ser decapitado, y que se dejaran de tonterias. En cuanto a la Reina, sus razones consistian en que si no se daba remedio a la situacién en un santiamén, condenaria a muerte a todos cuantos la rodeaban. Alicia en el pais de las maravillas LEWIS CARROLL Decapitar al Gato de Cheshire {De qué nos sirve contestar con un si, un no, al interrogante sobre la presunta santidad de ciertos caballeros templarios? {Qué adelantamos con saber si la sociedad medieval llegé a venerarlos y llend sus altares de ofrendas? De qué nos vale conocer si el pueblo llano conti- nué adorandolos una vez extinguida la Orden? De nada nos aprovecha, si no hemos com- prendido primero la esencia esotérica de la Orden del Temple, que estaba detris de sus da- mas y caballeros, nutriendo los pensamientos y actos de cada cual en los diferentes ambitos de la hermandad. Por eso, aunque el fin de esta obra es desvelar la existencia de santos templarios, vamos a comenzar dando un rodeo, por parajes poco transitados, de modo que Ileguemos a nuestro destino mejor dispuestos para comprender. Antes de adentrarnos en las anécdotas, leyendas y tealidades de los santos templarios, debemos explorar los rincones en sombra de sus fun- 12 La estirpe de Lucifer La Jerusalén terrestre, simbolo de la Jerusalén celestial capital del paraiso recobrado. Destaca ala derecha la cépula octogonal del templo de la Roca. Manuscrito del Duque de Borgofia, 1445, Biblioteca Nacional de Francia, Paris. damentos ideoldgicos. Porque solamente asi podremos entender, aunque sea de forma apro- ximada, este desconocido aspecto de los miticos caballeros. Muchas cosas se han dicho sobre la pretendida militancia esotérica de la Orden del Tem- ple, a favor y en contra. Las més de las veces en forma excesivamente apasionada, hasta afir- mar cosas que pertenecen al reino de la fantasia, cuando no al del absurdo. Todos cuantos hemos estudiado el fendmeno templario, academicistas o librepensadores, debemos entonar un mea culpa por haber consentido que la imaginacién, esa «loca de la casa», alguna vez haya corrido libremente por las habitaciones de nuestra mente. Es preciso, pues, introducir un poco de serenidad y, por qué no, una pizca de sano escepticismo agndstico que nos per- mita matizar escapando de extremismos alienantes. Han pasado mas de treinta aos desde aquel agosto, de 1974, en que leimos El misterio de los templarios, de Louis Charpentier, una barata edicién de bolsillo, conseguida de segunda mano en un zaquizami de la cordobe- sa plaza de la Corredera. Este fue el primero de una larga lista de libros, articulos y docu- mentos sobre la Orden del Temple, cuyo reposado andlisis creemos que nos permite ejercer como abogados del diablo respecto al tema de su esoterismo. Como en todos los aspectos de su historia, fugaz y atormentada, también en éste predo- minan més las sombras que las luces. Sdlo nos quedan pruebas circunstanciales y no se ha presentado todavia ningin testigo de cargo que nos permita demostrar, mas alla de toda duda razonable, que la Orden del Temple ejercié el ocultismo; que practicé el sincretismo religioso; que poseyé una doctrina esotérica propia, la cual manifesté mediante la practica de unos rituales iniciaticos y una linea de conducta, parcial o absolutamente, distinta a la de otros grupos clericales de su tiempo histrico y su entorno sociocultural. Debemos partir entonces de la tnica base sélida, que los templarios fueron ocultistas tal como expresa el término juridico: «con valor de simple presunciém». Y si hemos pre- sentado el tema expresdndonos en los términos legalistas propios de una acusacién judi- cial, es porque los investigadores de la historia ven este tema bajo el prisma de una acti- tud enjuiciadora. Los mas cautos, como defensores del no: «jEl Temple nunca rozé siquiera el ocultismo!». Los mas atrevidos, cual fervorosos partidarios del jLa orden del Temple era una sociedad secreta esotérica!»». Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium 13 Pensamos-y ello no por afin de destacar~ que ambas posturas estan equivocadas, La obsesién de partidarios y detractores, por demostrar lo que creen su verdad, les impide ver lo que quiza fue la verdad del Temple. Es decir, que la Orden no fue una sociedad se- creta de corte esotérico-ocultista tal como las entendemos hoy dia, pero que tampoco es- tuvo libre de elementos «herméticos». ‘No podemos acusar ni defender a los caballeros templarios en este aspecto particular de su existencia. La postura correcta, imparcial, histéricamente hablando, es presentar los he- chos y que cada cual se forme una opinion, o la mantenga en suspenso a la espera de que nuevas investigaciones proporcionen otras pruebas. De nuestra parte, otorgamos a la Orden del Temple el beneficio de la duda. Por la simple raz6n de que este asunto no debe ser trata~ do como un caso criminal, que necesita a toda costa una declaraci6n final de inocencia o cul- pabilidad. Eso ya lo hicieron entre 1307 y 1312 los inquisidores al servicio de las ambicio- nes del rey de Francia, Felipe IV £/ Hermoso, con un resultado que influyé a lo largo de los siglos en casi todos los historiadores. Pues los gritos escapados de las cémaras de tortura en- sordecieron sus oidos y el humo de las hogueras cegé sus ojos, hasta impedirles oir y ver lo que se ocultaba detris del heroico suftimiento de unos y de la mezquina rapacidad de otros: que la «magia» y el «ocultismo» del Temple no eran mds que aquellos que impregnaban por completo la sociedad del medievo. Seguin expresé en uno de sus demoledores grabados el pintor Francisco de Goya, «el sueno de la razén produce monstruos». Uno de los monstruos favoritos del racionalismo ilustrado del Siglo de las Luces, y de sus revolucionarios hijos, es precisamente el mito de la «oscura» Edad Media. La inmensa mayoria de los modernos historiadores ha tendido a juz- gar la historia anterior al «Renacimiento» exclusivamente desde el punto de vista «ilustra- do», es decir, racionalista y cientifico. O en el peor de los casos desde una dptica revolucio- naria, 0 sea, economicista y socializadora. En cualquiera de los dos andlisis la esencia de la polifacética civilizacién de los siglos medievales ha sido tachada de «ignorancia supersti- ciosa», y sus diversas facetas englobadas en el mds amplio concepto de «oscurantismo». Aunque basta una sencilla frase, de Godard Saint-Jean, para desenmascarar tanta falacia académica: «/a Edad Media se hace tenebrosa sélo cuando la contemplamos a través de la noche que nosotros mismos hemos creado». Porque la esencia del medievalismo, por decirlo de una forma muy resumida, no es otra cosa que la bisqueda de un mundo trascendente ideal. Una nocién tomada del mito de la Edad de Oro de muchas culturas antiguas, que la mitologia cristiano-catdlica simbolizara en su Jerusalén Celeste cuyo reflejo practico seria la Ciudad de Dios en la Tierra. Una especie de Campos Eliseos y Arcadia Feliz en version medieval, a la que los sufridos humanos de la época sofiaban acceder sin importarles demasiado si sus medios serian considerados «oscu- rantistas» por las generaciones venideras. Al negar la realidad cotidiana de ese vital aspecto «oscuro» medieval, relegdndolo al pa- pel de simple ignorancia supersticiosa, producto de la incultura, se esta negando toda una parcela de la existencia diaria que en el medievo se vivia con especial intensidad, impreg- nando cada actividad, desde la mas sencilla hasta la mas compleja, y cada capa social, desde lamas alta a la ms baja. Se estd olvidando, ademas, que las vivencias prodigiosas, magicas, esotéricas, ocultistas, supersticiosas si se quiere, son una vieja constante histérica y no han desaparecido en absoluto de nuestra existencia aunque sus manifestaciones resulten menos aparentes. Basta rascar un poco el bamiz de la cultura tecnolégica dominante hoy dia, para que aparezcan los mismos temores, suefios y anhelos de trascendencia con sus vehiculos su- persticiosos para conseguirla, que aquellos que en el individuo medieval les parecen a mu- Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium 15 das a veces en ceremonias gentiles, con un simbolismo cristiano apenas comprendido pero que no desentonaba demasiado de sus propios simbolos tradicionales. Y ello por un motivo bien sencillo, la mitologia del cristianismo no poseia en sus inicios, al menos directamente, un simbolismo cosmolégico; la imagen cristiana del mundo no cubre dicho aspecto y carece por tanto de lenguaje cosmolégico, puesto que es una vision puramente espiritual y mistica. ‘Sin embargo subsané esta deficiencia con rapidez, puesto que las religiones a las que pre- tendia suplantar si que utilizaban dicho lenguaje, ya que eran «religiones césmicas» y, en gran parte, «solares». La Iglesia tomé prestados de ellas los elementos de que carecia, y que Ie resultaban titiles para la comprensién y aceptaci6n de la vida religiosa que pretendia ins- taurar, dando a veces entre las gentes sencillas la engafiosa impresion de que no habia cam- biado sustancialmente el fondo religioso, sino tan sélo sus manifestaciones aparentes. Por su parte, los gremios de artesanos ~sobre todo el de los constructores- utilizaban por la naturaleza de sus trabajos su propio esoterismo de oficio basado en un simbolismo cos- molégico vinculado con el de las antiguas religiones, el cual, como acabamos de ver, tuvo que asumir rapidamente la Iglesia que empleaba a los constructores, sincretizandolo con sus propias creencias. Incluso los trovadores tenian su «esoterismo poético». Cuando cantaban a la Dama Ideal del amor cortés estaban haciendo simbélica referencia a la Sabiduria Suprema, la Dama Sophia, la misma que el monje Joachim de Fiore (1130-1202), en su original doctrina, iden- tificaba con el Espiritu Santo, pero que para muchos otros era tan s6lo una versién actualiza- da de la Gran Madre Tierra, bajo la figura de Nuestra Sefiora, representada como Virgen Ne- gra en muchos santuarios del Temple. O cuando en sus epopeyas, exaltando las aventuras de los buscadores y guardianes del Grial y su Templo Octogonal, en realidad hacian propagan- da del gobierno ideal del mundo: la Sinarquia, que algunos identificaban con el rey Arturo y los Caballeros de la Tabla Redonda, pero que muchos otros vefan reflejado en la poderosa organizacién religioso-militar de la Orden del Temple. Esta prictica generalizada del esoterismo, consciente o no, cristalizaba con frecuencia en las cortes de monarcas y nobles especialmente inquietos por el conocimiento, en el mas amplio sentido del término. Asi, desde tiempos de Carlomagno (742-814) y su fabulosa cor- te de Aquisgran, animada por Alcuino de York (735-804), donde se dieron cita toda clase de estudiosos ortodoxos y heterodoxos, no dejaron de existir protectores del saber esotérico, ya fuera de forma abierta o en prudente secreto. Durante los siglos XII-XIII, en el Languedoc, los condes de Toulouse hacen florecer una corte culta y refinada, donde se congregan, antes que en otros lugares de Europa, los sabios y ocultistas arabes y judios procedentes de los reinos espajioles, y donde el arte de los trovado- res logra un desarrollo que crear escuela. En la misma orbita se mueve la corte de Navarra, que alcanzaré uno de sus hitos en tiempos de Teobaldo I, el rey trovador (1234-1253), con sus «cortes de amor y «justas literarias».? En el Sacro Imperio Romano Germanico, Federico II Hohenstauffen (1198-1250) se roded de magos, alquimistas, constructores y sabios de Oriente y Occidente, dejéndonos como un enigma por resolver esa «morada filosofal» que es la fortaleza octogonal de Castel del Monte, en Apulia (Italia). Una estructura geométrica, esotéricamente muy significativa, para el emperador que quiso ser Rey del Mundo. En Castilla, Alfonso X El Sabio (1252-1284), que también aspiraba al titulo de Empera- dor, dejado vacante por Federico II, rivalizara con éste en su ansia de conocimientos creando una corte donde ciencia y esoterismo son a veces sinénimo de lo mismo. En ella confluiran cabalistas, astrélogos y esoteristas de Europa, Asia y Africa; trovadores galaicos y proven- 16 La estirpe de Lucifer zales de todas las tendencias; y el propio rey escribird por si mismo, o inspirard, tratados posticos, cientificos, llidicos y esotéricos.4 Y, para terminar la muestra, aquel curioso regente, Roberto II de Artois, quien en Sicilia creé, entre 1295 y 1302, un «Versalles Medieval»: el Parque de Hesdin. Donde esoteristas de las tres culturas se reunian en el jardin poblado de numerosos autématas, obra de sabios musulmanes, que estaban rodeados de una aureola ocultista al estilo de las «cabezas parlan- tes» que construyeron diversos magos europeos.* Después de estos ejemplos, entre los muchos que se podrian citar, no cabe duda que de- bemos huir como de la peste de quienes se empefian en presentamos la Edad Media como un desierto estéril, mezcla de beateria, ignorancia, mugre y brutalidad, en el cual el barco del esoterismo templario no pudo haber existido porque no habia por donde navegar. Muy al contrario, sabemos que el medievo era un fantastico mar, cuyas esotéricas aguas estaban surcadas por naves ocultistas de todas las procedencias. Entre ellas navegaba, silenciosa y con rumbo desconocido, la de los templarios. «Agnosto theo»: al dios desconocido® Entre 1118 y 1312 transcurren los ciento noventa y cuatro afios templarios, durante los cua- les nacié, crecié, alcanz6 su cima, decay6 y desaparecié la Orden. Su existencia fue paralela al crecimiento, desarrollo y muerte de un periodo histérico critico para Occidente, en el cual los reinos sofaban afirmar su identidad, no tanto como naciones particulares cuanto como paladines y representantes del Reino Divino en la tierra. Y en el que las gentes aspiraban a ser los bienaventurados habitantes de la Jerusalén Celeste, capital del Imperio de Dios, antes que ciudadanos libres de un pais corriente. Cuando en 1291 cae en poder musulman la ultima plaza cruzada en Palestina, el suefio medieval del Reino de Dios y su Jerusalén Ideal, con su corte de intrigas politicas, forcejeos religiosos y especulaciones esotéricas, urdidas durante doscientos afios para Ilevarlo a la practica, comienza a desvanecerse lenta, pero inexorablemente. Mas el despertar fue brutal. Las fuerzas que debian trabajar por la plasmacién material del ideal sofiado, sin tomar con- ciencia de la responsabilidad conjunta de su fracaso, se perdieron en acusaciones mutuas y se lanzaron a una lucha fratricida. Haciendo oidos sordos a las voces desesperadas de los ltimos ocultistas lticidos, como Ramén Llull (1235-1315),’ apenas transcurridos trece afios de la pérdida definitiva de Tierra Santa, la pugna entre poder temporal y poder espiritual se cobré, en 1307, una victima inesperada: los Guardianes del Templo, los templarios, fueron suprimidos a sangre y fuego. Y el suefio se convirtié en pesadilla. ‘Nos abstendremos de analizar aqui si dicho suefio era viable o no, tinicamente queremos sefialar que el esoterismo templario estaba basado en la creencia medieval de que ese ideal era posible. No podemos afirmar que la Orden del Temple tuviera una «doctrina esotérica» estructu- rada, como una heterodoxia, al modo de otros disidentes medievales como por ejemplo los cAtaros; ni que fueran unos contestatarios andrquicos, como los goliardos; unos pacificos re- formistas misticos, al estilo de los franciscanos; o unos guerreros iluminados fundamentalis- tas, como los ismaelitas musulmanes. Sin embargo, por las escasas pistas que nos han deja- do, podemos entrever en los caballeros del Temple una cierta tendencia a condescender con muchas de estas heterodoxias, a aceptar comportamientos, ritos y simbolos, que escapaban 18 La estirpe de Lucifer Si el esoterismo templario era puramente especulativo o si pretendian hacerlo opera- tivo, llevando a la practica sus elucubraciones intelectuales y sus manifestaciones simbélicas, es algo que no sabremos nunca. La aparente contradiccion entre las dos pos- turas, idealista y posibilista, desembocé en una gran crisis de identidad cuando, tras la pérdida de los Santos Lugares, la Orden qued6 sin uno de sus grandes objetivos: la cus- todia de Tierra Santa y en especial de la Jerusalén Terrestre y su Templo del Sefior, simbolos del Reino de Dios y su Jerusalén Celestial. Las otras ordenes supieron reconvertir sus funciones: San Juan del Hospital creé su im- perio maritimo con base en Rodas y luego en Malta; los teutdnicos forjaron su reino en la co- lonizacién de los paises Balticos; en Espaiia las ordenes nacionales explotaron econémica- mente sus feudos mientras continuaban apoyando las campajias de reconquista, En Portugal fue unicamente donde el Temple acometié una timida reconversi6n, orientada al campo de las exploraciones maritimas, que le valié el apoyo de la monarquia en los tiempos de la diso- luci6n a partir de los cuales desarrollaria dicha tendencia, pero ya bajo el nombre de Orden de Cristo y con un espiritu mercantilista que dejaria de lado, rapidamente, cualquier velei- dad esotérica que pudieran haber tenido con anterioridad. Quiza si la Orden del Temple se hubiera volcado en la reconquista de los reinos his- panos, todavia en lucha contra el Islam, retomando el espiritu que como Defensores del Reino de Dios les habia hecho famosos en Palestina, tal vez hubicsen logrado construir un imperio al estilo teut6nico o sanjuanista donde preservar o desarrollar sus ideales esotéricos, pero esto es también pura especulacién. EI Pais Universal y el Rey del Mundo Hay un concepto que hemos venido insinuando repetidamente: el Reino de Dios y su capi- tal, la Jerusalén Celeste, que no son sino la expresién medieval del anhelo de un nuevo orden universal, donde reine la paz, la justicia y el bienestar en un mundo unificado bajo el mando de una autoridad politico-espiritual, la del rey-sacerdote. Una idea que, hundiendo sus raices en los mitos de la Edad de Oro y cl Paraiso Terrenal, brotard con fuerza irresistible en el medievo, y se desarrollara durante los doscientos afios templarios para convulsionar la escala de valores de la humanidad, al dar visos de credibili- dad al suefio de una sociedad supranacional unida por una meta comin y con una conciencia colectiva. Hasta tal punto se crey6 posible este suefio que cristalizé en el mito del Reino del Preste Juan, idealmente situado en algun punto de las Indias -entendidas éstas en un sentido amplio: de Asia central a Etiopia-, y al que varios reyes y papas enviaron emisarios en de- manda de consejo y ayuda. Y al que intent acudir Ramén Llull en 1302, desde Chipre, para tratar el tema de la unificacién de las érdenes militares.” Dicho concepto parece haberse desarrollado, en la Edad Media, de un modo mis bien anarquico, produciendo efectos contrapuestos. Pues, mientras en el plano especulativo todo parecia estar bastante claro en la mente de sus teorizantes, los momentos escogidos y los métodos empleados para intentar, vagamente, llevar las ideas del papel a la realidad, fueron cuando menos inconexos y contradictorios. El cambio radical que suponia la idea del nuevo «orden universal» representaba una re- volucién sin precedentes, aun sin pasar del plano especulativo, pero es que una vez que las nuevas ideas se plantean, siempre acaban por filtrarse en la realidad cotidiana, de forma més Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium 19 El enigmatico rey-sacerdote Melquisedec, asimilado al misterioso Preste Juan, a cuya tradicién mistica se vinculan los templarios o menos abierta o sutil, mas o menos rapidamente, con coherente continuidad 0 con incohe- rentes saltos. Y si algin grupo o persona opta por seguir las nuevas ideas, o especular tan s6lo con ellas, debe hacerlo con la cautela suficiente para que los poderes establecidos y afe- rrados al viejo sistema no se sientan amenazados, de modo que se vean obligados a tomar ra- dicales represalias para salvaguardar «sus derechos» sobre vidas y haciendas ajenas, que mantienen sometidas, las mas de las veces, por la inercia de la sumisi6n al poder constituido. Muchos poderosos aprovecharon Ia idea del Imperio Universal para satisfacer sus ansias inmediatas de poder, ya fuesen reyes 0 papas, y su intencién mundana era tan obvia que no precisaba ocultamiento ni disimulo alguno, aunque actuaran enarbolando la bandera del de- recho divino como cobertura moral que justificase sus ambiciones. Otros, en cambio, se to- maron muy en serio el asunto. Especularon seriamente sobre él, formaron planes mas 0 me- nos elaborados y ensayaron Ilevarlos a la prictica. Por tanto tuvieron que adoptar sus precauciones frente a los poderosos, ya fueran inmovilistas, defensores a ultranza de su esta- tus, 0 arribistas ansiosos de acrecentar su cuota de poder terrenal. Entre quienes parece tomaron muy en serio el ideal del Reino de Dios y su Jerusalén Ce- leste se cuentan los templarios. Aunque no vamos a caer en la ingenuidad de suponer que todo en ellos eran ideales elevados y espirituales, ajenos al poder y riqueza materiales, sin embargo hemos de admitir que, al menos en apariencia, su interés por el poder y la riqueza respondia a la necesidad que tenian de servirse de ellos para hacer efectivo dicho suefo. Si tal planteamiento era sincero, o enmascaraba innobles ambiciones personales, no tenemos modo de saberlo. Lo cierto es que, entre las muchas acusaciones del juicio contra el Temple, no figura el «ansia de poder temporal». La decidida apuesta templaria por la consecucién del Reino de Dios en la tierra, con los cambios revolucionarios que para el sistema social de su época suponia, los oblig6 a recurrir al esoterismo para camuflar sus intenciones tiltimas. Sus especulaciones profundas al res- pecto debian permanecer ocultas para los poderes inmediatos, que pudieran sentirse amena- zados por las drasticas variaciones que la aplicacién estricta del ideal preconizaba en los es- quemas feudales. Y sélo mediante oscuros simbolos dejaron traslucir lo que pensaban al respecto, aunque cuando estuvieron en la cima de su poder y se sintieron seguros dichos simbolos se hicieron mas transparentes. Si los hubo, no se han conservado los planes es- 20 La estirpe de Lucifer La Cupula de la Roca (687-691), sobre el Templo de Salomén, en Jerusalén, «Centro del Centro de! Mundo». Casa Madre del Temple, sobre cuyo simbolismo se edifica el esoterismo de la Orden. tratégicos de la Orden para conseguir sus fines. Tampoco sabemos cuales eran esos fines, ni siquiera hasta qué grado de realizacién habian llegado cuando fueron suprimidos: si habian empezado algiin tipo de aplicacién préctica, si estaban en una etapa de preparacién, o si tan siquiera habian pasado del plano especulativo. Aunque por los signos que mostraron duran- te su existencia, parece que estuvieran en una etapa intermedia de tanteos, experimentando aqui y alla las posibilidades reales de su ideal. Es més, no sabes si su concepcidn del Reino de Dios respondia a la tradicién en un sentido puro, en el cual la Jerusalén Celeste seria gobernada por un rey-sacerdote elegido por los Guardianes del Templo; si se tratarfa de un gobiemo sindrquico colegiado; 0 si, como propugnaria Ramén Llull, el gran conocedor de los templarios y tedrico del mito que tratamos, un gran maestre de la Orden seria Rey de Jerusalén. Lo cierto es que, al margen de la presunta bondad de sus fines, el Temple se organizé para ser un «Poder» que superase los poderes imperantes, para llegar a estar sobre ellos diri- giéndolos a su conveniencia, como representantes de un gobierno teocritico ideal. Esto no es ningiin misterio, ni esotérico ni de ningin tipo. El auténtico misterio empieza, tanto para los templarios como para todos aquellos que seguian su linea, cuando se trata de dilucidar los elementos que conformaban su pensamiento y eran la base sobre la que estructurar unas pautas de conducta, las cuales les permitirian llevar a la practica el «gobierno universal» so- bre pueblos de origen y cultura tan diversos. La filosofia basica y el exoterismo primordial del Temple son de origen cristiano, asi como sus practicas y rituales. Cristiana es la figura de la Jerusalén Celeste, que hunde sus ci- mientos en el Antiguo Testamento a través de Isaias (cap.65, vs.17-19), pues dice el Apoca- lipsis (cap.21, vs.1-22): Entonces vino uno de los siete Angeles. [...]Me trasladé en espiritu y me mostré la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, y tenia la gloria de Dios. [...) Tenia una muralla grande y alta con doce puertas. [...] La cit- dad es un cuadrado: su largura es igual a su anchura... 22 La estirpe de Lucifer manifiesta, pues sin alejarse de la ortodoxia no duda en utilizar en su provecho cuantos ele- mentos heterodoxos le resultan validos para la expresién y transmisién de su ideario. La Roca Santa de Salem: el Centro del Centro del Mundo Todas las pistas indican que la ideologia esotérica del Temple se orienta hacia el mito cos- molégico del «Lugar Central», el «Eje del Mundo», y los simbolos que lo rodean. Centro del que la Orden seria custodia, con sus caballeros como defensores y sus maestres como gobernantes. En el simbolismo de la arquitectura sagrada, la fijacién de un centro hace que ese punto sea considerado el «Centro del Mundo», cuando, mediante la orientacién adecuada, se lo ha puesto en relacién con el ritmo celeste.'' Este centro no es geogrifico, sino metafisico, basa- do en un simbolismo geométrico espiritual, aplicado por los Compafieros Constructores y bien conocido por el Temple. Al estar el universo representado por una esfera 0 circulo, y ser el centro el punto mas precioso por engendrar toda la figura, queda situado simb6licamente en el «centro del mun- do» y sobre el «eje del mundo», en sentido spiritual, todo objeto o lugar sagrado que permi- ta entrar en contacto con el Centro espiritual. Es decir, con Dios mismo, centro de toda la es- fera de la creacién. Asi, al convertirse en punto y eje sagrado todo lugar en el cual el hombre entra en contacto con la Divinidad, ésta es la razon por la cual todas las ciudades santas, asi como todos los templos, estan situados simbélicamente en el «centro del mundo», éste es el caso de Jerusalén y su Templo: Cuando Dios cre6 el mundo [...] formé un circulo, cuyo centro era Tierra Santa. El centro de Tierra Santa es Jerusalén, y el centro de Jerusalén es el Sancta Sanctorum [uJ El misterio de la fe se halla en ese punto central de Tierra Santa [...] el lugar en el que habit6 la Shekind, y aunque ésta ya no mora alli y et Sancta Sanctorum no existe, gracias a ella todo el mundo se sigue nutriendo y de ali fluyen sin cesar el ali mento y la satisfaccién, que emanan hacia todos los rincones del mundo.” Jerusalén es, en efecto, algo més que un punto geogrifico en los mapas del Oriente Proximo, mas que un simbolo politico, étnico o religioso, aunque también sea todo eso a la vez. Durante siglos, las tres grandes religiones monoteistas han intentado apropiarse fisica- mente de la ciudad, como si su dominio terrenal bastase para dar visos de verosimilitud a sus postulados teolégicos, y les confiriese una autoridad que legitimara todos sus actos politicos de manera irrevocable. Es la mentalidad del conquistador: el prestigio de la posesién, que ha obtenido por la fuerza, basta para legitimar el empleo de esa fuerza. Mediante este sofisma demuestran que no han aprendido nada en la escuela de la Historia, pues la ciudad ideal no estd reservada a los conquistadores del mundo, sino a quienes se conquistan a si mismos. Sin embargo, la epopeya medieval del reino latino de Jerusalén, que obsesionara durante miis de doscientos afios a la Europa cristiana, es quizé el tinico momento de la historia en que un grupo organizado intenté ir mas alla de la conquista de Jerusalén, o al menos trascender esa posesién fisica, con unos presupuestos ideales. En 1050 se habia creado la Orden de los Hospitalarios de San Juan, para atender a los pe- regrinos que llegaban enfermos a Jerusalén, En 1099 surge la Orden del Santo Sepulero, Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium 23 Desde la roca sagrada Shakra, el profeta Mahoma, la paz sea con él, ascendié misticamente a los cielos sobre la yegua al-Borak, guiado por angeles. Miniatura de Yusf Nizami, Khamsa, siglo xvi, British Museum, Londres. para cuidar el culto y amparar el sepulcro de Cristo en la Ciudad Santa. Ambas son érdenes religiosas que responden al exoterismo cristiano: custodiar la tumba del enviado de Dios, promover su culto, y atender a los creyentes que fuesen a visitarla. Sin embargo, cuando ha- cia 1118 se crea la Orden de los Pobres Compatieros de Cristo, bajo el pretexto de defender con las armas a los peregrinos, la advocacién inicial que toman sus caballeros responde a una confuusa formula, que mezcla Viejo y Nuevo Testamento: Pobres Compatieros de Cristo «del Templo de Salomén»; que pronto ser abandonada para adherirse a la Vieja Alianza de Israel, al nombrarse tan s6lo «Orden del Templo» y sus caballeros, Hermanos del Templo. Como tales, los Hermanos Templarios, al erigirse en custodios del Templo biblico, se esta- ban asimilando a los levitas, custodios del Templo y del Arca de la Alianza de Dios, para la que habia sido construido el edificio, pues en ella se guardaban los simbolos de la divinidad y en ella se manifestaba la presencia de Dios. En el medievo la totalidad de los cristianos, con todas sus variantes, consideraba sagrada la ciudad de Jerusalén, por ser el teatro en que se escenificé el mito esencial de su fe, en don- de podian «contemplar» las huellas dejadas por los diversos actos de la tragedia redentora. Y en un plano mas teolégico, porque la ciudad terrenal era prefiguraci6n de la Jerusalén Celes- tial que describe el Apocalipsis, la ciudad ideal destinada a los justos el dia del juicio. Todo Jo cual bastaba para convertirla en el Centro del Mundo, pero el esoterismo cristiano, mante- nido por algunos grupos monacales, iba mas lejos. Que los templarios respondian a una visién distinta de Jerusalén, o al menos mas amplia, se manifiesta en el mismo hecho de la eleccién del emplazamiento y el nombre: su iglesia y casa madre seran el Templo de Salomén con el Santuario de la Roca sito en él. Y aunque al conjunto de edificaciones le dan el nombre de Monasterio del Templo del Sefior, con toda la ambigtiedad que flota en dicho titulo, a si mismos se denominan Caballeros «del Templo de Salomém», dejandonos bien claro que se trata del Templo de la Antigua Alianza de Israel. El propio san Bernardo denominard a los Templarios «hijos verdaderos de la Jerusalén celes- tial [...] que sirven al que nos ama [...Jy ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios». Por tanto su idea de Ciudad Santa no se refiere shlo a la Jerusalén apocaliptica, puesto que aqueélla carecera de templo alguno: «Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo. Pero no vi santuario alguno en ella; porque el Sefior es su Santua- Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium 25 JSicé: Bendito sea Abraham del Dios Altisimo, creador de cielos y tierra, y bendito sea el Dios Altisimo. ¥ diole Abraham el diezmo de todo».'* Este misterioso rey-sacerdote y su ciudad ideal, «Paz», no vuelven a aparecer en toda la mitologia judeocristiana. La Biblia slo citara a Melquisedec, en raras ocasiones, para atri- buirle una autoridad suprahumana. Asi, en Salmos 110: 4, refiriéndose al Mesias que ha de venir a Israel, se dice: «Lo ha jurado Yahvé y no ha de retractarse: Tit eres por siempre sacerdote, segiin el orden de Melquisedec», es decir, un orden superior al terrenal y limitati- vo del sacerdocio levitico «seguin el orden de Aarén». Sin embargo, debié tener en Israel mas importancia de la que se le reconoce, pues el Tal- mud nombra una secta judia, llamada los melquisedecianos, que iban a Hebron —la capital de Israel hasta que David la trasladé a Jerusalén—'* para adorar el cuerpo del padre Adan, que decian enterrado en la caverna de Machpelah, y consultar el ordculo de la cabeza de éste, Si estos melquisedecianos adoraban a Adan, el Unico otro personaje de la mitologia biblica que no tenfa ni padre ni madre, era porque identificaban la dignidad real de Melquisedec con la de Adan. Melquisedecianos que, en tiempos de la I Cruzada, todavia seguian acudiendo a consultar la calavera de Adan, hasta que los francos levantaron alli una capilla cristiana.!” Y cuando la mitologia cristiana identifique a Jess con el Mesias de Israel, argumentard a favor de su tesis esta autoridad misteriosa, 0 mejor dicho esotérica: «Jestis hecho, a seme- janza de Melquisedec, Sumo Sacerdote para siempre. [...]Melquisedec, sacerdote del Dios ‘Altisimo, cuyo nombre significa en primer lugar “rey de justicia” y, ademés, rey de Salem, es decir, “rey de paz”, sin padre, ni madre, ni genealogia, sin comienzo de dias, ni fin de vida, asemejado al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siemprey.!* Melquisedec sigue siendo el enigma esotérico, por excelencia, del cristianismo. {Qué se quiere simbolizar con este rey-sacerdote, a quien el propio Hijo de Dios «imita» en su cargo de Sumo Sacerdote eterno, «sin comienzo de dias ni fin de vida»? ZY si es un ser intemporal, sin nacimiento ni muerte, como el propio Dios, pero es un sacerdote de Dios, acaso se trata de un «doble de Dios» delegado por El para gobernar como Rey del Mundo desde las som- bras de un oculto Centro Supremo o Lugar Central?" Y todavia un enigma mis, una de las escasas representaciones medievales de Mel- quisedec, en la escultura cristiana medieval, se encuentra en la portada norte de la cate- dral de Chartres (Francia), realizada hacia 1225 una vez acabado el edificio. Melquise- dec es alli un anciano barbado, que sostiene una copa de la que asoma algo abultado, que exotéricamente puede verse como el pan y el vino de la ofrenda, pero no han faltado eso- teristas que identifiquen tales objetos con el Grial y la Piedra del Grial, asimilando a Melquisedec, misterioso rey-sacerdote de un lugar oculto, con el no menos enigmatico Preste Juan, igualmente rey-sacerdote de un oculto lugar identificado como Etiopia. Enesa portada de Chartres figura también la reina de Saba (Etiopia), la que segtin una os- cura leyenda cristiano-etiope del medievo tuvo amores con Salomon, cuyo fruto fue un hijo que robé el Arca de la Alianza del Templo y se la Ilevé a Etiopia. Y en Chartres aparece es- culpido el robo del Arca, también en la portada norte, mientras en la portada sur, llamada ade los Caballeros», montan guardia un par de guerreros, cubiertos por sobreveste y cota de malas. Dicen que representan a san Jorge y san Teodoro, pero entre las gentes fueron cono- cidos siempre como «los santos templarios», Mas atin, hacia 1250 la catedral de Reims (Francia) colocé, en su portada oeste, otro grupo escultérico de Melquisedec y Abraham, donde el rey-sacerdote sostiene una copa y ofrece un trozo de pan al patriarca. Esta escena se ha conocido siempre entre el pueblo Ilano como «la comunién del templario», {Por qué? Quiza sea porque el presunto Abraham va cubierto, de pies a cabeza, por una cota de mallas, 26 La estirpe de Lucifer armado de espada y lanza, como los templarios de Palestina. ;O hay algo mis...? La segunda ciudad es Yebus-Salem o Ichbus-Salem, Salem de los yebuseos, asi llamada por las gentes que la conquistaron, y se corresponde con la Jerusalén historica que conocemos: «Llegd Srente a Yebris, 0 sea Jerusalén» y «Cuando llegaban cerca de Jerusalén dijo, entremos en la ciudad de los yebuseos».® En esta Jerusalén historica, conquistada por David, quien levanté su palacio en el Monte Si6n, se sitiian una serie de acontecimientos simbdlicos que hacen de ella el Centro del Mundo y el reflejo de la Salem invisible. Sucesos centrados todos en una roca del monte Moria, cuyo nombre significa «mostrado por Yahvé», utilizada por la divinidad para comu- nicarse con los hombres. Dios temt6 a Abraham y le dijo: [..] «Toma a tu hijo, Isaac, vete al pais de Moria y ofrécelo alli en holocausto en uno de los montes, el que yo te diga».”' [...] Jacob salid y Hegando se dispuso a hacer noche. Tomé una de las piedras, se la puso por cabezal, y acostose. So”é con una escalera, cuya cima tocaba los cielos, y he aqui que los angeles subian y bajaban por ella. ¥ Yahvé estaba sobre ella, y le dijo: «La tierra en que estas acostado te la doy para ti y tu descendencia. [...] Te guardaré y no te abandonaré. Desperté Jacob y dijo: «;Asi pues, esté Yahvé en este lugar y yo no lo sabia!» Y asustado dijo: «j Qué temible es este lugar! ;Esto no es otra cosa sino la casa de Dios y la puerta del cielo!» ¥ tomando la piedra que se habia puesto por cabezal, la erigid como estela y derramé aceite sobre ella, ¥ lam6 a aquel lugar Be- tel, Jacob dijo: «Si Dios me asiste y vuelvo sano esta piedra seré: Casa de Dios»? El lugar de Betel est a doce millas al norte de Jerusalén, y alli se guard6 durante un tiem- po el Arca de la Alianza, conteniendo en su interior el betilo de Jacob, puesto que segin el Talmud —en el tratado Thaanit- esta piedra Betel es la que Maria, hermana de Moisés, dio a Jos israelitas en el desierto como alimento espiritual, y luego fue colocada en el Santo de los Santos del Templo de Salomén: «Empezé Salomén a edificar la Casa de Yahvé en Jeru- salén, en el monte Moria».> Y el punto mas sagrado del Templo, el Santo de los Santos, se sittia precisamente en la roca de Oma, donde Abraham hizo su sacrificio, el Angel del Sefior se aparecié a David y éste instalé el altar ante la tienda de la Alianza que albergabael Arca.”* Sobre esta piedra «shethiyah», o piedra fundamental, situada en el centro de la base del edificio sagrado, co- locé Salomon el Arca con el betilo de Jacob. El rey sabio unia asi en un solo lugar diversos elementos que servian todos para una Unica cosa, comunicarse con Dios. Efectivamente, en la roca de Oma del Monte Moria, Dios se comunicé con Abraham; acostado sobre la piedra de Betel como cabezal, Jacob recibié en suefos la comunicacién divina; y el Arca de la Alianza era el medio mediante el que la divinidad se manifestaba y comunicaba con su pue- blo. A nivel simbélico, la piedra de Abraham y la de Jacob se identifican en una sola. Y si se ve rodeada de tanta veneracién es porque encierra un misterio, consistente en que ella esta situada en el «centro del mundo» y sobre ella gravita el «eje del mundo», representado por la «escala de Jacob», camino natural para que los angeles, como mensajeros del Ciclo pasen de un plano a otro, y en cuya parte superior esta Dios. Esa piedra-altar-Betel es una puerta di- mensional donde entran en contacto lo terrestre y lo celeste, y el Arca que se apoya sobre una mientras contiene la otra es el transmisor de la voluntad divina, guardando ademas en su interior la palabra de Dios, e! Verbo creador que es medida y niimero, armonfa y equilibrio. Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium 29 rios, quienes ante el simbolo del «Bafomet», incomprensible a los profanos, juraban defender «la Iglesia catblica, apostélica y johanita». Asi es como se explica la filia- cidn que une la caballeria legendaria de la Tabla Redonda a la caballeria historica de los templarios. Seguros de actuar segiin los principios revelados por los depositarios de la tinica sa- biduria, persiguen un grandioso objetivo: construir la ciudad terrestre, como reflejo de la Ciudad Celeste, organizando una sociedad en la que todas las clases de los tres mundos: cristiano, judio y musulman sern jerarquicamente ajustadas en paz y pros- peridad™ Una de las tradiciones misticas mas poderosas y enigmaticas de la Edad Media es la epo- peya del Grial, que aparece bruscamente en forma escrita en la tltima década del siglo xt para quedar fijada definitivamente en la primera del siglo XIII. En ella reconocemos dos co- rrientes distintas, una estrictamente occidental, céltica, representada por el Peredur anénimo contenido en los Mabinogion, que luego sera cristianizada por Chrétien de Troyes y Robert de Boron, centrando el tema en torno al recipiente o copa de la ultima cena cristica, expre- sidn de un grupo de escuelas de pensamiento relacionadas con la Orden de San Benito —por Glastonbury, sobre todo- y la Orden de Citeaux, que quisieron limar los resabios paganos del Grial por el método de asimilar sus simbolos principales a los de la pasion de Cristo; la otra corriente, de filiacién oriental, nace con el Parzival de Wolfram von Eschenbach y se afirma con el Titurel de su continuador Albrecht von Scharfenberg, los cuales sin renunciar al origen pagano de la leyenda, levemente temiido de cristianismo, centran su historia en la doctrina esotérica de la Orden del Temple. Quiza por eso la corriente gridlica de Wolfram y Albrecht perecié, sin continuidad, al di- solverse el Temple en 1312, porque mostraba, con demasiada claridad, las connotaciones esotéricas y los fines de la caballeria templaria: su idea de un Reino de Dios en la tierra, con capital en la Jerusalén celeste, cuya manifestacién fisica, o Lugar Central, seria Jerusalén de Palestina; su idea del Templo espiritual, mediante sus iglesias poligonales a imitacién del Santuario de la Roca de Jerusalén, levantado sobre la shethiyah del templo saloménico; su idea de la Piedra Sagrada, de Abraham, Jacob y Moisés, simbolizada en esa piedra Grial de la que se erigian en custodios los caballeros, en dichos templos poligonales; su idea del rey-sacerdote Melquisedec, personalizado en ese Preste Juan que podria ser un gran maestre del Temple, con autoridad para imponer en los diversos pueblos de la tierra reyes salidos de sus caballeros; su idea del objeto sagrado, portavoz de la divinidad, del que obtenian su sabi- duria constructiva y sus poderes fisico-espirituales, simbolizado en el Arca de la Alianza conteniendo la Piedra Grial 0 el «Bafomet». Uno de los primeros en afirmar tal posibilidad fue Friedrich von Schlegel quien, en 1847, escribié: Puede admitirse como cierto que estos poemas de la Tabla Redonda, no sélo expre- saban el ideal de un caballero religioso, sino que contenian también gran mimero de ideas simbélicas y tradiciones de algunas de esas drdenes, sobre todo la de los tem- plarios... De todos los poetas alemanes de esa época, el mas habil fue Wolfram von Eschenbach, el cual escogié especialmente, entre las historias de la Tabla Redonda, aquéllas a propésito de las cuales las alegorias de caballeria religiosa que contienen no deben ser consideradas como un capricho del autor, sino que, por el contrario, parecen estar relacionadas con las tradiciones simbélicas de los templarios.* 30 La estirpe de Lucifer Cierto que la obra de Wolfram esta escrita en el estilo frovar clus, poesia cerrada para ini- ciados, y cierto que menciona a los templarios, pero eso no evita que nos planteemos algu- nos interrogantes. El Parzival y el Titurel de Wolfram y Albrecht {son literatura de ficci6n, con los templarios por protagonistas, o se trata de la historia templaria novelada? {Son libros en clave, para comprender en todo su alcance el ideario y las intenciones de la orden? {Re- velan el pensamiento esotérico del Temple, o es todo simple licencia poética? * Para los acérrimos detractores de cualquier posible esoterismo templario la cosa esta cla- ra, la presencia de la orden en la epopeya de Wolfram es puramente decorativa: Sean cuales sean los conocimientos esotéricos que se atribuyen a Wolfram, el he- cho de que los templarios estén mezclados en el relato no indica tales familiari- dades entre los monjes caballeros. Ninguna evidencia lo autoriza; pues ni siquie- ra los interrogatorios del Proceso revelaron nada que pudiera parecerse a una doctrina. Lo cierto es que la comunidad debié adquirir un precioso tesoro oral de leyendas, ya que todos los mitos del folklore, desde Irlanda hasta Armenia, se mezclarian alrededor de sus fuegos de campamento. La «piedra del Fénix» y los relatos cilicios se encontrarian con el céltico caldero de Bran y con la Leyenda Dorada. Sin que los templarios fuesen adeptos de ningtin culto secreto, podemos suponer que le proporcionaron a Wolfram algunos fragmentos de su novela, puesto que ellos mismos son un elemento decorativo de esa obra. Y bien, ;quién era el trovador Wolfram y por qué mezclé a los templarios en la leyenda del Grial? La mas completa y pagana epopeya del Grial, incorporando mitos judeo-orienta- les a la tradicién occidental del universo artirico celta, esta escrita por un trovador templa- rio, inspirado por otro trovador amigo de la orden, para corregir a un tercero que, a pesar de conocer el Temple, habia escrito una obra que tergiversaba, cristianizéndola, la leyenda ori- ginal,®* pero veamos si podemos desenmaraiiar esta madeja. La leyenda del Grial nace por la convergencia de una serie precisa de circunstancias fa- vorables, al frente de las cuales hay que situar, por una parte, la reviviscencia céltica del si- glo XI que ha sido definida como «ncodruidismo medieval».” De otra parte, y sobre todo, los contactos que se establecieron con Oriente con ocasién de las cruzadas y de la «recon- quista» en Espafia. Lo que no quiere decir que el mito del Grial no existiera antes, pero lo que sucede es que en ese instante historico preciso cristalizan una serie de leyendas y tradi- ciones populares ancestrales procedentes de un fondo mitico comin, que dan lugar a la pri- mera versién escrita del Grial, donde éste recibe su nombre y calidad de recipiente, y se esta- blecen las pautas que guiaran su desarrollo posterior.** Entre 1180 y 1190 hizo su aparicion en la literatura europea la epopeya Perceval o el cuento del Grial, obra de Chrétien de Troyes (1135-1190), nacido en dicha ciudad france- sa, capital del feudo de los condes de Champafia. Cuando Chrétien comenzé a destacar, sus principales valedores fueron la condesa de Champafia, Maria, y su esposo Enrique I El Libe- ral, en cuyas cortes pasé toda su vida, distribuyendo su tiempo entre Champafia y Flandes, aunque también pasé algunos afios en la corte de Leonor de Aquitania, madre de la condesa Maria, en Poitiers, donde se daban cita trovadores, poetas y artistas franceses, occitanos, an- glonormandos y bretones, que constituian un formidable crisol donde se mezclaban culturas diferentes y tradiciones orales de los mas diversos origenes y procedencias.»? Seguramente ésta fue la puerta de entrada para las leyendas célticas en la literatura francesa, coloreindose 32 La estirpe de Lucifer Ademas, Wolfram halagé y exalté en su obra a la poderosa casa de Anjou, con la que en apariencia no tenia ningiin vinculo, y aunque algunos opinen que sus referencias angevinas se deben a una de las fuentes utilizadas para escribir su Parzival, debemos preguntamos por qué iba a copiar las alabanzas que tal fuente dedicase a unos sefiores que a Wolfram le eran ajenos; bien esta copiar el tema o la orientacién, pero lo otro... No debemos pasar por alto, sin embargo, que el duque Foulques V de Anjou (rey de Jerusalén, 1131-1143) estuvo afilia- do al Temple, lo mismo que otro rey de la rama Anjou-Plantagenet, Ricardo I Corazén de Le6n (1157-1199), asi como diversos caballeros de ambas familias. {Tal vez Wolfram introduce estas alabanzas a los Anjou por ser éstos protectores de la orden a la que él mismo estaba unido? {O porque su fuente de inspiraci6n, tal vez templaria, asi lo queria?" . Porque tampoco Wolfram inventé nada. E11 mismo se encarga de aclaramos que no es el autor original de su relato sobre el Grial. El Parzival no copia o se inspira, sino que directa- mente traduce a otro autor, Kyot el Provenzal, restituyendo la pureza de la leyenda del Grial que Chrétien habia enturbiado, aunque conservando lo que éste tenia de auténtico.* Nadie sabe quién puede ser este Kyot. Wolfram no lo trata como su igual, un trovador que le ha proporcionado materia para un poema, sino como a un maestro que le ha legado una ensefianza valiosa para sacarlo del error en que Chrétien lo habia hecho caer. Lo llama «maestro bien conocido», y habla de él como de la tnica autoridad que conviene invocar a propésito del Grial: «Kyot es el nombre del encantador que, porque era hombre de gran arte, se dedicé a cantar y a narrar, y lo hizo tan bien, que mucha gente le debe todavia grandes go- z0s. Todo lo que el conto en lengua francesa, yo voy a repetiroslo en alemén. El maestro Chrétien de Troyes ha contado esta historia pero alterandola; y Kyot, que nos transmitio el cuento verdadero, como narrador veridico se irrita por ello con razén. De Provenza vino este cuento, en su forma auténtica, al pais alemén. Yo, Wolfram von Eschenbach, no quiero resaltar més de lo que el maestro provenzal ante mi hablé». Aunque Wolfram apunta que conoce de la leyenda mds cosas de las que escribe, pero que no puede decir porque «Kyot me rogé no revelase nada al respecto». Ahora bien, estamos ante un maestro, Kyot, con autoridad esotérica y que por el caracter de sus revelaciones, que implican a la Orden del Temple en la historia del Grial, pudiera per- tenecera la caballeria templaria 0 a su entomo inmediato. Un personaje que inspira y contro- lael trabajo de Wolfram, que también era templario ~sea cual fuere su grado de compromiso con la orden-, y cuya dudosa identificacién se ha efectuado con alguien que también era amigo del Temple. Kyot es la forma alemana medieval de Guyot o Guiot, por ello y porque Wolfram habla de Provins en Brie, algunos han identificado a Kyot el Provenzal con Guiot de Provins; aun- que otros se les han opuesto alegando que Provenza y Provins son dos lugares diferentes y alejados entre si.” Claro, que bien pudo suceder que Wolfram confundiese ambos lugares, puesto que Guiot vivid tanto en Provins como en Provenza. Eso explicaria la aparente con- tradiccion, segin la cual, el Kyot que Wolfram afirma ser provenzal tiene un nombre francés del norte; y escribe en francés en lugar de hacerlo en occitano, como era mas usual entre los. trovadores provenzales.*® Confusién que no debe asombramos en Wolfram, porque a pesar de haber aprendido francés con los poetas occidentales, en su Parzival son frecuentes las equivocaciones a la hora de transcribir nombres de lugares y personas del francés al aleman. Fallos de trasposicién verbal légicos, si admitimos que Wolfram habia recibido la historia por transmisién oral y, a su vez, se la dicté al discipulo Albrecht von Scharfenberg, para que la transcribiese en su lugar. Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium 33 Guiot de Provins era un trovador, letrado y de mente despierta, que vivid a caballo entre los ss. XII y XII, visitando las cortes mas renombradas del norte y sur de Francia, asi como de Alemania, donde en 1181 asistié en Maguncia a las fiestas caballerescas por la coronacién de Enrique, hijo del emperador Federico I Barbarroja (1152-1190), pasando a formar parte de su corte durante un tiempo. Hacia 1183 se hizo monje de Claraval, pero al poco cambié esta orden por la de Cluny. Antes de 1187, marcha en peregrinacién a Jerusalén; alli se rela- cioné estrechamente con los templarios, a los que ya conoceria de su tierra natal, Provins, donde éstos tenian una encomienda.”” Permanecié unos doce afos «bajo las ropas negras de Cluny», viajando por Europa, y hacia 1199 pudo ingresar en el Temple, como capellan, coincidiendo con Wolfram en 1203, en Wartburg, en la corte del landgrave Herman de Tu- ringia, una de las mas frecuentadas por los poetas de la «minne», pues existian intensas rela- ciones entre los «Minnesinger», cantores del amor idilico, de raices esotéricas, de Alema- nia, Francia y Occitania.” Guiot es famoso por su obra La Biblia, un poema satirico de dos mil setecientos versos, buena parte de los cuales emplea para alabar sin reservas a la Orden del Temple, sobre la que demuestra tener un profundo conocimiento y relacién con sus miembros, mientras critica sin piedad a todas las demas, al clero secular, ¢ incluso al papa; sin olvidarse de los princi- pes, ni de los nobles caballeros. Se le atribuye un Parsifal que no ha llegado hasta nosotros, salvo por citas de sus contemporineos, cuya diferencia de tono con su poema La Biblia podria explicarse por el tiempo pasado entre los monjes de Clairvaux y de Cluny, 0 por la in- fluencia de la fuente utilizada para su Grial. Puede ser revelador considerar de nuevo los da- tos del problema, sirviéndose de los templarios como vinculo entre el Parsifal y La Biblia de Guiot.' En cualquier caso, parece claro que todos parten de una fuente comin anterior: Chrétien del misterioso «Manuscrito Latino» tergiversado por él; Wolfram del Parsifal de Guiot en que éste restituye, en francés, la pureza original de la leyenda; y Albrecht del inaca- bado Titurel, en aleman, de su maestro Wolfram. Mas, ,de donde parte Guiot? Algunos estudiosos opinan que Guiot parte del Perceval inspirado por el obispo cataro Walther de Aquitania. A través del misterioso Kyot E/ Provenzal, el catarismo «maniqueo», con su aporte oriental, pasaria al Parzival de Wolfram, obra que no dudan en calificar como «la apoteosis del templarismo unido al catarismo occitanoy. Aunque, para nuestra sorpresa, el propio Wolfram declara que el origen ultimo de la historia del Grial se encuentra en Espajia, Segiin el trovador templario: Kyot encontré en Toledo, entre unos manuscritos abandonados, esta aventura en escritura arabiga. Fue preciso que aprendiese a distinguir los caracteres. Re- sulté muy ventajoso para él haber recibido el bautismo, pues de lo contrario esta historia habria quedado ignorada, ya que no existe pagano tan sabio como para revelarnos la naturaleza del Grial». [El autor de estos manuscritos era] un mu- sulman, Flegetanis, famoso por sus conocimientos. Era del linaje de Salomon, de una antigua familia israelita por parte de madre, pero musulmén por parte de padre y adoraba un becerro como su dios.” [Este sabio era astrélogo y descu- brid] «un objeto que se Hamaba Grial. Habia leido claramente su nombre en las estrellas. Una legién de angeles lo habia bajado a la tierra. Desde entonces habian de ocuparse de él hombres tan puros como los angeles. Kyot buscd, en los «libros latinos»,® dénde habria un pueblo lo bastante puro como para poder ser el custodio del Grial. Leys las crénicas de Bretatia, Francia e Irlanda, y de otros muchos, hasta que encontré lo que buscaba. Leyé en libros veridicos la historia 34 La estirpe de Lucifer de Mazadén. Encontro toda la historia de sus descendientes. Vio como Titurel y su hijo Frimurtel habian transmitido por herencia el Grial a Anfortas, cuya her- mana Herzeloyde habia engendrado con Grahmuret a Parzival, el héroe de este cuento, En su inacabado Titurel, Wolfram nos especifica que la morada del Grial entre los huma- nos estaba en los confines del norte de Espatia, y que «dicho Templo, construido segun los planos del propio Dios y dispuesto como el palacio que el Preste Juan habia levantado en Tas Indias por orden del Cielo, era una construccion edificada segiin el mismo modelo, a ve- ces poligonal y a veces circular, ternario e irradiante de los santuarios de la Orden del Temple, consagrado al Espiritu Santo y guardado por templarios». Y en la iglesia templaria de San Miguel el Alto, en Toledo, se guarda todavia una copa que reposa sobre un octégono, formado por ocho losas negras triangulares... Es la pila bau- tismal de los caballeros, un recipiente gotico de piedra negra, con forma de copa, cuyo borde muestra una inscripeién esotérica, con la cruz del Temple. {Estamos ante el simbolo del Grial, dentro del octégono radiante? El milagro de la sangre de los martires, que tuvo lugar en esta pila, como luego veremos, asi parece indicarlo.* La Orden del Temple y las tres Mesas del Grial Aquél que logre convertir la forma de la Mesa Redonda de Merlin en la mesa Cua- drada de José de Arimatea, por medio de (a forma desconocida de a Mesa de la San- ta Cena, habré hallado la solucién de un problema considerado irresoluble.”* Este rompecabezas cabalistico, de los Compajieros Constructores, refleja la orientacion del Grial de Wolfram y de sus inspiradores templarios. Su versién de la leyenda es sincrética, en ella tienen cabida tanto el paganismo céltico cristianizado, representado por la Tabla Redonda de Merlin, como el cristianismo occidental cisterciense, figurado en la Tabla Cuadrada de José de Arimatea, y las fuentes orientales hebreo-musulmanas, simbolizadas por la desconocida Tabla de la Santa Cena. Porque el paganismo del Grial de Wolfram no lo es en sentido clasico puro, sino que res- ponde al espiritu sincrético del Temple. En el Grial cisterciense, los simbolos han sido adap- tados al discurso mitolégico cristiano tradicional: el Grial se convierte en el Caliz dela Ulti- ma Cena; su poder le viene de contener la sangre del Cristo, recogida por José de Arimatea; la lanza magica pasa a ser la del centurién Longinos que hirié a Jesus; los bus- cadores y guardianes del Grial son una hermandad de nobles, los Caballeros de la Tabla Redonda, al servicio de una monarquia terrenal, la del rey Arturo; etc. Todo ello adobado con un poco de magia céltica de la mano de Merlin, para imbuirnos la idea del cristianismo como heredero, sustituto, superador, de los viejos mitos y creencias que s6lo eran la prefigu- racién de la nueva y definitiva fe que habia de llegar, anuilando completamente a las demas. El Grial de Guiot-Wolfram es muy distinto. En él no se trata de que el cristianismo here- de, sustituya, supere o culmine, las tradiciones y creencias ancestrales, sino que las conjugue en lo que tienen de positivo salvando sus diferencias negativas. Primero, desautoriza la versién de Chrétien, por «injusta»; acto seguido, declara el mes- tizaje espiritual y cultural sobre el que se basa la leyenda: un astrologo, musulman por linea 36 La estirpe de Lucifer del Grial; y Trevrizent, el ermitatio que revela a Parzival el misterio del Grial, cuenta a éste que] unos valientes caballeros tienen su morada en el castillo de Munsalvaes- che, donde se guarda el Grial. Son los templarios que van a menudo a cabalgar a lo lejos, en busca de aventuras. Terminen como terminen sus combates, con gloria o con humillacién, lo aceptan con corazén sereno, para expiar sus pecados. Todo su alimento proviene de una piedra preciosa que es toda pureza. Se llama \apsit exillis. Esa piedra le da al hombre un vigor tal que sus huesos y su carne recuperan al punto su juventud. También lleva el nombre de Grial. De los llamados a acudir junto al Grial, os diré cémo se les reconoce. En el borde de la piedra, se ve aparecer una inscripcin que dice el nombre y la familia de quie- nes —jévenes, muchachos o doncellas- estén designados para cumplir ese misterioso viaje. Pobres y ricos se regocijan cuando se les anuncia que deben enviar a sus hijos areunirse con la tropa santa. A los elegidos se les busca en los paises mas diversos, y desde ese momento y por siempre estan protegidos de los pecadores pensamientos de dénde nace la vergiienza, y en el cielo reciben una hermosa recompensa. Una feliz fortuna se ofrece a menudo a los caballeros del Grial, sucede a veces que un reino se encuentra sin maestre; si el pueblo de ese reino esta sometido a Dios, y si desea un rey elegido en la tropa del Grial, se concede ese deseo. Dios hace que par tan en secreto sus elegidos. Es preciso que ese pueblo respete al rey asi escogido, pues éste esté protegido por la bendicion de Dios. Sobre el Grial se encontré escrito que cualquier templario al que la mano de Dios nombré Maestre de un pueblo ex- tranjero debe prohibir que se le pregunte su nombre y su raza y les ayudaré a defen- der sus derechos. Si se le hace la pregunta, no contarén mas con su ayuda.” [Y en un fragmento del Titurel exclama:] «Podemos ver, entre los caballeros del Temple, a mas de un corazén afligido; ellos, a quienes Titurel habia sacado mds de una vez de duras pruebas, cuando su brazo defendia caballerescamemte el Grial con ayuda de los suyos».* En resumen, Wolfram nos ofrece una imagen del Temple, como Orden del Grial, que viene investida de autoridad por los mismos cielos. Con capacidad para escoger sus miem- bros, segiin designacién divina, entre quienes les convenga, sin atender a clase social, raza, sexo ni edad. A quienes ofrece una proteccién, espiritual y fisica, total. Es més, se arroga la capacidad de elegir y mantener reyes de entre sus miembros —eso si, en el anonimato mas absoluto— para gobernar al pais que lo solicite. Y como custodios que son, de un simbolo sa- grado fundamental y objeto de poder, residen en un castillo-convento inexpugnable. Cuya iglesia adopta la curiosa estructura radiante del octégono, la misma que tenia el santuario islamico de la Cupula de la Roca, levantado sobre el Templo de Salomén en Jerusalén, y casa madre del Temple. Desde su castillo de Munsalvaesche, 0 «Monte de la Salvacién», los templarios de la Orden del Grial intentaran imponer, tanto por la fuerza de las armas, como por la autoridad moral y espiritual que el Grial les concede, su particular Imperio Universal. El elitismo, que se manifiesta en el Parzival, esti mas acentuado que en la demas versiones de «la busque- da». A partir de la nocién de eleccién el ta de una cofradia de templarios, sacerdotes y guerreros depositarios de una tradicién sagrada y arcana, podemos definir a la Orden del Grial como una sociedad esotérica. El propio Grial parece ocupar un plano secundario en el Parzival. {Es una apreciacién subjetiva, 0 los templarios, guardianes del Grial y mantenedo- 38 La estirpe de Lucifer realmente de una milicia santa colocada aparte y por encima de los demas hombres, que por su doble cardcter religioso y guerrero dejaba entender claramente cual era la naturaleza real desu combate, y que la guerra corporal no era mas que la ocasién para el mismo y su simbo- lo, asimilindolos a los elegidos del Apocalipsis: «Al que nos ha hecho reyes y sacerdotes de Dios, su padre; a El sea la gloria...».*! Por ello el Temple goza de inmunidad en Jas guerras del siglo, que no le conciernen, pues su guerra propia no persigue un objetivo terreno, segiin declara san Bernardo, «por eso los templarios son casi los tinicos, entre los hombres, que sostienen una guerra legitima».” De ahi que, para él, la residencia real de la «Militia Dei» no estaba en este mundo, sino en el Templo de la Jerusalén espiritual: «Es realmente el Templo de Jerusalén el que ellos habi- tan y, aunque no sea el mismo, desde el punto de vista de la construccién, que el Templo an- tiguo y muy venerado de Salomén, el suyo no le es inferior desde el punto de vista de la glo- ria. La belleza del primero estaba hecha de cosas corruptibles, la del segundo es la belleza de la Gracia, del culto piadoso de los que lo habitan, y de la mas regular de las moradas». Tnocencio III dird de ellos que su habito los sefialaba como «separados de la masa de perdicién», y formando parte, ya en este mundo, de «éstos vestidos de blanco que estén ante el Trono de Dios y le sirven diay noche en su Templo», y sobre los cuales «el que esta senta- do en el Trono estableceré su Presencia».® Porque al haber abandonado la vida tenebrosa se han reconciliado con el Creador, pudiendo actuar a su vez como reconciliadores. Por su doble caracter, guerrero y religioso, la orden constituia un lazo de union entre los poderes temporal y espiritual de su tiempo. Aunque, si la posicién auténoma del Temple no les hu- biera sido impuesta, si éste no hubiera gozado entre ellos de unos titulos y una proteccién ante los que no tenian mas remedio que inclinarse, la Orden no habria sobrevivido mucho tiempo a los que determinaron su establecimiento en Europa, quedando confinada a la lucha en Palestina. La rapidez con que se expandid, levantando sus iglesias, fortalezas y enco- miendas, basta para demostrar que la funcién y origen «sagrados» de la Orden no eran in- comprendidos. Es suficiente con tener en cuenta la divisién de hecho del poder temporal, los conflictos de intereses que oponian a los reyes entre si o al papa, las incesantes intrusiones reciprocas de los dos poderes, para comprender que una institucién colocada entre ellos a modo de lazo debia, para poder ser eso, ser algo mas que eso. Sin embargo, vemos a la orden no slo subsistir sino incluso crecer y extenderse, por es- pacio de dos siglos, con el consenso general, a pesar de las barreras politicas y el abismo cada vez mas profundo entre el Imperio y el Papado. Ella, cuya simple existencia era, para cada uno de estos poderes, el recuerdo permanente de sus limites. La tinica explicacién es que, al ser la fuente de su autoridad de cardcter esotérico, como su propia funcién y objetivo, el Temple escapaba como tal a la competencia y ambito de aquellos. Aunque debia someter- se a los poderes establecidos, en lo que dependia de la jurisdiccién propia de éstos, se im- ponia en los demas aspectos por la reconocida trascendencia de su propio mandato, manifes- tado bajo el doble aspecto de misién sagrada y fuente de gracia. No cabe duda que la armonja y el equilibrio eran dificiles, por ambas partes, tanto més cuanto que los limites de jurisdiccién no siempre eran faciles de aceptar.%* Y si considera mos el caracter de la naturaleza humana, tendremos que admitir algo «sobrenatural», mas profundo que todas las oposiciones, en la existencia de ese equilibrio y de ese consenso, de su fuerza, de su duracién y de sus frutos. Con ello no pretendemos atribuir todo el mérito a la Orden del Temple, de hecho lo compartié con las minorias escogidas de todas las tenden- cias, sobre todo con las otras érdenes religiosas y de caballeria, asi como con las hermanda- iniciditicas artesanales con las que estaba estrechamente vinculada. El papel que desem- Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium 39 pefié el Temple en Europa, durante el apogeo espiritual de la cristiandad medieval, no se concibe mds que como una prolongacién y una culminacién de su funcién oriental de guar- didn de Tierra Santa. Y esto demuestra ademas que sus funciones guerreras eran para la or- den el aspecto externo y el simbolo de la verdadera Guerra Santa, cuyo fin es la paz en todos los érdenes, pero primero en el orden espiritual. El tema del Grial, en Guiot-Wolfram, ofrece por si mismo un auténtico doctrinal del Imperio, Para entenderlo en toda su extensi6n, hay que recordar que la idea imperial fue una de las dominantes primordiales del pensamiento y la fe del medievo, pues participaba direc- tamente de la finalidad del Reino de Dios. El «Imperio» era, con el «Sacerdocio», uno de los dos aspectos de la «Lugartenencia» que el «Rey del Cielo» confiere al ser humano. No se trata aqui de una formula politica, con una capa de misticismo, sino de la manifestacién del mito cristiano de la autoridad del Nazareno bajo su aspecto de realeza. Puede hablarse de un «Misterio Imperial», que no es otro que el «Misterio Cristico» en su extension temporal, pues el aspecto de realeza esté relacionado con la «Segunda Venida», como el Imperio lo esta, en su manifestaci6n iltima, con la Jerusalén Celeste. Por muy extrafia que dicha concepcién pueda resultar a la mentalidad moderna, ella fue realmente la de la Edad Media, para la cual lo espiritual y lo temporal no eran mas que dos «aspectos» de lo sagrado: La nocién del Imperio, venida abajo en los hechos después del 476, permanece in- tacta en el plano de la idea pura. Los vestigios de ello son innumerables en la litera- tura, sobre todo eclesiastica, El Imperio no ha dejado de existir, y debe volver a ser real, Toda alma ilustrada aspira volver a contemplarto y tiene una especial nostal- gia de esa patria de eleccién, En adelante, la idea imperial, aun cuando sea interpre- tada o realizada diversamente, ocupard siempre, en Occidente, un sitio de preferen- cia en las preocupaciones de los soberanos y los pueblos. El Imperio del Grial, cuya milicia es el Temple, es ese Sacro Imperio esperado para el fi- nal de este ciclo humano, del cual el Sacro Imperio Romano historico sdlo fue una imagen indirecta y un ideal finalmente frustrado. Este «Apocalipsis Imperial», cuando el Emperador volvera al frente del pueblo universal de los elegidos, aunque histéricamente se referia a la herencia romana y teolégicamente a la persona de Cristo Rey, hunde sus raices en un fondo tradicional, y més directamente en el fondo de origen abrahamico, en cuya fuente encontra- mos el Sacerdote-Rey por excelencia, nuestro viejo conocido Melquisedec. El Temple rea- lizé en Occidente, pese a todos los condicionantes en contra, la mayor aproximacién histérica al «reino de justicia» de Melquisedec, segin expresaban los ideales esotéricos de la orden expuestos en el Parzival del trovador templario Wolfram von Eschenbach. Donde se muestran, entre otras cosas, como servidores del Rey del Mundo y custodios del Centro Su- premo. Centro Supremo que es la verdadera Tierra Santa del esoterismo medieval, ya sea éste cristiano, judio o iskamico, y al que la mitologia cristiana simboliza en la figura de Melquise- dec, que es quien bendijo a Abraham, padre de las tres religiones monoteistas. Que la Orden del Grial y sus templarios no fueron sino una expresién de la propia Orden de Melquisedec, o Rey del Mundo, basta para atestiguarlo la simple mencién del Preste Juan en el Parzival: y sabemos que, segiin el Titurel, junto al Preste Juan es donde encontrar el Grial un refugio que no es, de hecho, mas que una repatriacién.® En esta perspectiva simbdlica, lo que Abraham se lleva consigo al salir de Caldea no es esencialmente distinto de lo que los drui- 40 La estirpe de Lucifer El Arca del Grial y el Arca de la Alianza, éson la misma cosa? Miniatura de Nicolds de Lyre, siglo xv, Biblioteca de Cambrai, Francia. das habian de confiar mas tarde al cristianismo céltico, antes de desaparecer, y que se identi- ficaba ademas con el coraz6n del mito cristiano: el secreto de la tradicién pura de la humani dad primigenia, que Melquisedec habia de confirmarle. Y la persistencia entre los dos legatarios directos del testamento abrahamico, el judaismo y el Islam, de elementos simbéli- cos tales como la bebida de la inmortalidad, el empleo ritual de las piedras sagradas, la noci6n de la Montafia Sagrada y la Region Suprema, la de los ciclos césmicos, la de la geo- metria sagrada de la arquitectura religiosa, etc., son otros tantos indicios de esa herencia tra- dicional inmemorial. Habria que desechar las dudas creadas por las variantes de la Busqueda del Grial, poco importa que ese objeto sea piedra filosofal, caldero magico o caliz milagroso. El Gril repre- senta, en su significado macrocésmico mas general, el depésito espiritual y doctrinal de la tradicion primordial. Lo que sea el Grial importa poco. {Qué mds da que sea un plato ancho y plano, o un cdiliz, 0 una piedra preciosa maravillosa? Es un objeto sacro, que viene de otro mun- do y sugiere trascendencia. En su origen mitico, es probable que fuera caldero de la abundancia, como el que aparece en algunos mitos celtas. Pero en las novelas esté cristianizado, y convertido en el Santo Grial. Lo esencial en el Grial, con su cortejo, es su misterio, su magia y su trascendencia. Por lo demds, esta claro, creo, que la es- tructura mitica que sustenta el relato es muy general.” Por eso es perfectamente legitimo admitir la validez de sus tres genealogias, céltica, cris- tiana y oriental judaico-islamica, con todas las otras formas que cada una de ellas asimild: misticismo druidico, hermetismo caldeo-egipcio, mazdeismo, pitagorismo, mitos judeocris- tianos coptos y etiopes, etc. De ahi que el Temple no sélo tolerase, sino incluso protegiese y fomentase, todas las tradiciones y formas de piedad particulares alli donde se implanté, mu- Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium 41 @levaron el Arca a Etiopia los judios que en 640 a. C., escapaban a las persecuciones de Manases? Arca de la Alianza a hombros de levitas. Flavio Josefo, Antigtiedades Judaicas, manuscrito de la Biblioteca Nacional de Francia, ilustrado por Jean Fouquet, siglo Xv. chas veces manifestadas en forma de fiestas o leyendas locales, a fin de sumar el mayor numero posible de fragmentos de la tradicién primordial dispersa. La Orden del Grial, del Arca y del Templo No deja de resultar especialmente sospechoso el hecho de que las leyendas sobre el Grial ha- gan su aparicién coincidiendo con el momento de mayor esplendor de la Orden del Temple, para agotar sus fuentes de inspiracién simulténeamente a la caida y desaparicién de los caba- Ileros templarios. Esto nos plantea la duda de si las leyendas del Grial surgieron indepen- dientemente del Temple, para expresar un simbolo ancestral universal que permanecia sote- rrado, siendo posteriormente asumidas por los caballeros, 0, por el contrario, dichas leyendas gridlicas surgieron como materializacion de una actuacién bien definida por parte del Temple, como un elemento «propagandistico» de la orden. Salvando el problema de la precedencia, queda claro que los templarios se apropiaron de la leyenda del Grial, haciéndose incluir en ella por Guiot-Wolfram-Albrecht, porque su ripida popularidad y difusién la convertian en vehiculo ideal para transmitir, mediante simbolos, su ideario esotérico a lo largo y ancho del mundo medieval. Y resulta significativo que inspirasen la version del Grial que viene a ser la mas «pagana» de todas cuantas circula- ron, porque muestra hasta qué punto debian sentirse seguros de su, hasta entonces, incontes- table autoridad espiritual. Al atreverse a aparecer como custodios de un objeto sagrado, no reconocido por los representantes de la fe vigente, porque hacia referencia a una sacralidad cuyo origen heterodoxo rezumaba paganismo, arriesgaban su prestigio y se enfrentaban a una Iglesia que, si hasta entonces habia mostrado indiferencia por el Grial, a partir de ahi, iba a desautorizarlo abiertamente."* Porque la version templaria del Grial consiguié tal difusién que los cistercienses tuvieron que crear una versi6n cristianizada, no exenta de doble senti- do, para contrarrestar los efectos de aquélla. Sin embargo, cuando se tom6 esta precaucién, el Temple habia conseguido ya su propésito, difundir su ideologia esotérica: el gobierno sinérquico del mundo por una her- Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium 47 El misterio del Grial relacionado con el Temple. Melquisedec y Abraham, 0 «La comunién del templarion, catedral de Reims (1250). En 626 a. C. Jeremias dice al pueblo de Jerusalén: «Y cuando os hayéis multiplicado y haydis fructificado en el pais, en aquellos dias, no se diré ya: “Donde esté el Arca de la Alianza de Yahvé?” No se pensaré mas en ella, no se la recordaré mds, no se la echara de menos ni se hard otra nueva. Entonces se llamard a Jerusalén el trono de Yahvé». Es decir, que Jeremias se estaba haciendo eco de un clamor popular sobre el paradero del Arca. El pueblo sabia que habia desaparecido y se interrogaba sobre ello desde hacia tiempo, pidien- do tal vez que se hiciera una nueva.“ Después, en el afio 622 a. C., el rey Josias dird a los le- vitas: «Colocad el Arca Santa en el Templo que edificd Salomén, hijo de David y rey de Israel; ya no seré mas un peso para vuestros hombros». Luego el rey conocia que el Arca no estaba en su sitio, cre‘a que la tenian los sacerdotes, escondida en algun lugar secreto, y podian restituirla.*° Debid desaparecer, logicamente, entre 955 a. C., cuando Salomén Ia coloca en el Tem- plo, y el afio 626 a. C., en que Jeremias recoge el clamor popular sobre su desaparicién. Un periodo de trescientos quince afios, con quince reyes entre Salomén y Josias, durante el cual no se menciona el Arca, por su nombre, ni una sola vez en la Biblia.** {Desaparecié bajo Manases (687-742 a. C.)? Este rey se hizo pagano, colocé un idolo Asera en el Santo de los Santos —luego debié desalojar el Arca, si estaba alli— y exterminé a los files de Yahvé por todo el pais. Del contexto biblico no se desprende que Manases, un gran supersticioso, mandase destruir el Arca. {La ocultaron los levitas, en alguna estancia secreta del Templo? Se la Ilevaron fuera del pais, como simbolo de resistencia al tirano? Le sucedié su hijo Amon (642-640 a. C.), pagan como su padre, tras el que vino Josias (640-609 a. C.), quien restauré la religin de Yahvé y purificé el Templo, en 628 a. C., re- parandolo y reiniciando su culto 622 a. C.*7 Una tradicién hebrea del Talmud, dice que Josias, al final de su reinado, tuvo una revelacién de que el Templo seria destruido y por eso ordené enterrar el Arca en los subterrineos secretos, mandados construir en su dia por Sa- lomén previendo que esto podia suceder. Enel siglo Ia. C. el autor del segundo libro de los Macabeos, recoge la tradicién de que, antes de 598 a. C., el profeta Jeremias tuvo un aviso divino de la invasion de Nabucodono- 48 La estirpe de Lucifer sor. Ayudado por un angel Ilevé el Arca hasta el monte Nebo, junto a Jerusalén, y la escon- dié en una cueva que tapé disimulandola, la cual no se abrira hasta que venga el Mesias de Israel y restaure el Reino de Yahvé.** Ambas tradiciones sitian la pérdida del Arca en tiempos de Josias y Jeremias, los dos tinicos personajes que en la Biblia se hacen eco del extravio, aunque en tiempos anteriores a ellos, Se pretende enmascarar, en realidad, que durante esa época se descubrié la desapari- cién del Arca —aunque algunos textos se empefan en demostrar, contra toda légica, que to- davia sigue alli. Y, para terminar con los rumores populares sobre su paradero, se invent6 lo del ocultamiento, intervencién divina incluida, lo cual era menos deshonroso que recono- cer su pérdida a causa de un rey hebreo paganizado y unos levitas imprudentes. En cualquier caso, dichas tradiciones indican que, en tiempos de Josias, alguien sabia que el Arca ya no estaba en el sancta sanctérum del Templo. Lo cierto es que cuando, entre $37 y 517 a. C., se construye el segundo Templo, el Arca ya no estd en él.” Seguin una tradicién talmidica, esta ausencia se subsané colocando en el vacio Santo de los Santos, restaurado, para subrayar su recuerdo y presencia, una piedra que recibié el nombre de «Piedra Angular». Para dicha tradicién se trataria de la «Primera Pie- dra», del primer Templo, encontrada en sus ruinas a la vuelta del exilio babilénico; sustituta simbélica de las piedras betilo existentes en el interior del Arca, cuyo simbolismo césmico de piedra fundamental, ya quedé explicado.” Sin embargo, zy si el Arca no hubiese sido ocultada en el Templo, sino fuera de él, de Je- rusalén y de Israel? También las tradiciones sobre el viaje del Arca fuera del pais estan divididas. Una leyen- da, que en ese pais es articulo de fe, asegura que la reina de Saba procedia de Etiopia. Cuan- do visité a Salom6n tuvo relaciones amorosas con él, y de ellas nacié un hijo, Menelik. Al crecer fue enviado a Jerusalén, para aprender de su padre. Y tan buen alumno resulté que, consintiéndolo Dios, robé el Arca de la Alianza y se la Ilevé a Etiopia. Descubierto el robo, Salomon pidié silencio a los ancianos para que Israel no quedase en ridiculo ante los incir- cuncisos. Por eso, a partir del afio 955 a.C., Israel decayé y Etiopia se elevé. La variante hist6rica se basa en la emigraci6n real de un grupo nutrido de israelitas hacia el sur, antes del afio 640 a. C., sin que se conozcan los motives que los impulsaron hasta Assuan, en el Alto Egipto, cerca de la primera catarata.”' Por la fecha podemos suponer, con toda légica, que eran fieles de Yahvé que escapaban a las persecuciones de Manases. {Eran ellos los portadores del Arca perdida? Estos judios se instalaron en la isla Elefantina y construyeron un templo al Dios de Israel —cuyas ruinas estan siendo excavadas-. Sin embargo, en el s.V a. C. los egipcios, que hasta entonces habian mantenido una convivencia tolerante con los emigrados judios, destruye- ron el templo y los israelitas desaparecieron. Segin una tradicién, marcharon a Meroe, en Sudan, donde estuvieron un tiempo, hasta que otra guerra los empujo de nuevo hacia el sur, divididos en dos grupos: uno, que avanz6 por el Nilo Azul, y otro, por el rio Takazze. Ambos arribaron a Etiopia, cuyas leyendas afirman que el segundo grupo lleg6 a la isla la- custre de Debra Sehel —hoy Tana Kirkos-, o «Monte del Perdén», hacia 470 a. C., transpor- tando el Arca de la Alianza para la que levanté alli un templo. ‘Afios después, cuando se funds la ciudad de Aksum y se instituy6 como capital del reino, el Arca se llevé a ella como simbolo de su identidad nacional. El grupo original de emigra- dos judios, aislado de sus origenes, acabé fusionandose completamente con la poblacién lo- cal, de tal modo que en pocas generaciones se creé una singular nacién hebrea de raza ne- gra.Cuando a principios del siglo 1V d. C. la mayoria de los judios etiopes se convirtieron al Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium 49 El Arca de la Alianza, con ruedas (izquierda), y el personaje que la roba (derecha), Zel hijo de la reina de Saba? Portada norte, catedral de Chartres (Francia), 1225. cristianismo, colocaron el Arca en una catedral, dedicada a Santa Maria de Sién, y continué siendo el centro de su religién: una peculiar forma de cristianismo oriental con elementos judios arcaizantes.” Asi, en cada iglesia pusieron una «piedra sagrada», 0 «tabot», como simbolo del Arca y de las «piedras sagradas», o «tabotat», que guardaba en su interior, las cuales son sacadas en procesién como una especie de «presencia delegada» del Arca en cada comunidad religiosa. Con el advenimiento del Islam, el gran imperio etiope se vio cercado y aislado del resto de la cristiandad, aunque continué siendo el unico reino cristiano fuera del mundo occidental durante el medievo, lo que contribuyé a su mitificacién y que Etiopia aca- base siendo identificada con el «Reino del Preste Juany.> Sin embargo, su aislamiento no fue total ni supuso la decadencia de Etiopia, al contrario, desarrollé una cultura rica y personal que supo mantenerse en contacto regular con el exte- rior, aunque aparentemente ya no tuviese influencia directa sobre los otros reinos cristianos medievales. Que su Iglesia no era un grupisculo sin importancia lo prueba el hecho de que, desde el s. IV, recién convertidos al cristianismo, el clero etiope estara instalado de forma permanente en la Ciudad Santa de Jerusalén, como una mis de las Iglesias orientales; desta- carian por el culto que profesaban, centrado en el Arca de la Alianza, del cual todos en Jeru- salén estaban al corriente, asi como de su pretensién de que ésta se guardaba en Aksum. Es muy probable que los comerciantes judios trajesen a Occidente esta tradicién etiope, pues ‘sus entonces importantes comunidades de Etiopia hacian de intermediarios entre musulma- nes, cristianos y hebreos, a través de los judios de Palestina que comerciaban con Europa; si no ¢s que la trajeron los numerosos cristianos etiopes, que llegaron como peregrinos a Com- postela durante todo el medievo. Lo cierto es que alli encontraron dicha tradicién los cruza- dos occidentales, cuando conquistaron Jerusalén, tal como reflejan diversos escritores de los ss. XII-XIUL. Y alli la conocieron también los templarios, tras su creacién hacia 1118. 50 La estirpe de Lucifer Unos templarios que, después de excavar el subsuelo del Templo de Salomén sin encon- trar, aparentemente, rastro alguno del Arca de la Alianza, que las tradiciones rabinicas y mu- sulmana aseguraban estaba alli escondida, debieron empezar a mirar a su alrededor en busca de una sefial esperanzadora. Quiza entonces aguzaron sus oidos para escuchar con més aten- cidn los relatos etiopes, basados en una tradicién inmemorial, que informaban como el Arca Santa estaba custodiada en la ciudad de Aksum, al norte de Etiopia, recibiendo la fervorosa veneracién de los cristianos del pais. Hacia 1160, un joven etiope de unos veinte aiios llega exiliado a Jerusalén, donde busca la compaiiia de los nobles cruzados, los principes del Reino Latino y los maestres de las ordenes militares, a todos los cuales importuna con insistencia pidiendo protec- cién para su persona y auxilio para su causa. Se trata nada menos que de Lalibela, de la dinastia Zagwe, rey de Etiopia, quien destronado por su hermanastro, Harbé, ha corrido arefugiarse entre la comunidad etiope de Jerusalén, en la esperanza de que los cruzados le ayuden a recuperar su trono. Que sus peticiones no cayeron en saco roto y encontré quien lo escuchase, se deduce de las cartas que el usurpador Harbé, firmando como «Preste Juan de las Indias», envié al papa y alos reyes cristianos por aquellos afios. Los espias de Harbé informarian a éste de la favo- rable acogida que las peticiones de Lalibela tenian, en ciertos circulos politico-religiosos de Jerusalén, con el consiguiente peligro de que obtuviese la ayuda solicitada y acudiese a recu- perar el trono respaldado por un ejército cruzado. Por ello, en 1165, Harbé, hizo circular por Europa y Palestina una carta en la que daba todo tipo de detalles sobre su fabuloso poderio militar, tras haberse envuelto él y su reino en una aureola de mito y misterio, mezclando as- pectos fantasticos de las fabulas medievales con retazos de la realidad. El motivo no podia ser otro que impresionar y «asustar» a los poderes europeos, por si se les ocurria prestar ayu- da a su hermanastro y acudir a Etiopia para reconquistar el trono usurpado por él. Que quienes estaban prestando protecci6n y oido a los requerimientos de Lalibela eran los templarios, se deduce de un parrafo absolutamente sorprendente de esas cartas del «Pres- te Juan» Harbé: Hay entre vosotros francos, de vuestro linaje y de vuestro séquito, que estan de parte de los sarracenos. Confidis en ellos y creéis que han de ayudaros, pero son falsos y traidores [...] Que no os falte el valor y el nimo y, por favor, no olvidéis ajusticiar a estos traidores templarios. Una denuncia y peticién insdlitas en tales fechas, 1165, cuando el Temple estaba en la cumbre de su poder, con el prestigio intacto, y era un puntal para el sostenimiento del Reino Latino de Jerusalén. Pero Harbé, conocedor del potencial militar templario y de la protec- cidn que éstos estaban dispensando a su hermanastro, pretendia desacreditar a la orden y con ellaa su protegido, antes de que ésta decidiese pasar a la accién, como parece que finalmente hizo. En la respuesta que el papa Alejandro III envié al «Preste Juan» Harbé, en 1177, se alude a diversas cartas que los emisarios del usurpador etiope habian hecho Ilegar al Santo Padre, por medio de su médico personal, Felipe, cuando visité Palestina. En una de éstas, Harbé, para hacerse mas grato al papa, a pesar de lo atemorizador que se habia mostrado inicial- mente, se sometia a él, solicitando humildemente como cristiano siibdito suyo que se conce- diese a la Iglesia etfope un altar, en el templo del Santo Sepulcro de Jerusalén, como ya tenian otras Iglesias cristianas orientales. Intentaba asi un reconocimiento legitimador de su Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium 53 glo XIII, fantasticas iglesias excavadas en la roca. Si admitimos, siquiera sea con valor de simple presuncién, que la leyenda del Grial de Wolfram es un libro «en clave» sobre el pen samiento esotérico del Temple y, tal vez, sobre ciertas actuaciones de la Orden tendentes ala realizacién practica de sus ideales, ;no existird alguna otra representacién de dicha leyenda que nos ayude a confirmar estas sospechas? La catedral de «Nuestra Senora del Arca de la Alianza» Como dejamos dicho, sdlo otro grupo, aparte del Temple y muy unido a él, se identificé en el medievo con el Templo de Salomon: los Compajieros Constructores, cuyas logias gre- miales tenian a gala descender de los constructores fenicios del Templo de Jerusalén. {.Quizé ellos, cuyas leyendas y tradiciones estaban tan unidas a las del Temple, dejaron constancia en algin monumento de las aventuras del Arca del Grial/Arca de la Alianza? En 1134, apenas cinco afios después del Concilio de Troyes, que oficializa la existencia templaria, y de las infructuosas excavaciones de la orden en el Templo de Jerusalén, se levanta en Chartres (Francia) la primera catedral gética occi- dental. Con ella se inicia la expansi6n, no solo de un estilo artistico, sino de una geometria matemdtico-sagrada aplicada a la construccién de recintos religio- sos. Se trata, ademas, de un edificio sagrado sincrético, elevado sobre un santua- rio céltico precedente y conservando, en el culto a su Virgen Negra, la venera- cién ancestral por una Madre Tierra primigenia. Pero en 1194 la catedral arde y debe ser reconstruida, para lo que se emplean, caso insélito en la época, tan slo veintiséis atios: de 1194 a 1220, como si los planos y demas elementos técnicos necesarios ya estuviesen prevenidos. Como si la primera catedral hubiese sido un experimento y la segunda su culminacién, Por las fechas de la segunda catedral de Chartres, el Parzival de Wolfram ya ha sido es- crito, y el rey de Etiopia, Lalibela, repuesto en su trono con la presunta ayuda del Temple, que ha destacado en dicho reino una guardia de honor templaria para custodiar el Arca de la Alianza, y una logia de constructores para tallar en la roca las once iglesias rupestres de su capital, Roha, rebautizada como Lalibela. Asi, cuando entre 1200 y 1225 se coloquen las esculturas del pértico norte de Chartres, en su programa iconografico, de inspiracion cisterciense a través de los sermones de san Bemardo, apareceran alli figuras absolutamente tinicas en la imagineria religiosa medieval y totalmente originales en el simbolismo cristiano. Como si una mano oculta quisiera aunar ambas versiones del Grial, la «pagana» de Wolfram y el Temple, con la «cristiana» de Ro- bert de Boron y el Cister. En aquella portada, podemos contemplar una de las rarisimas re- presentaciones medievales de Melquisedec: un anciano barbado que sostiene en sus manos la copa-Grial, tallada a partir de la esmeralda caida de la corona de Lucifer y entregada, por los angeles neutrales, al padre Adan en el paraiso. En el interior de este Grial cristianizado en copa scudoeucaristica, aparece una piedra ctibica. {Se trata de la enigmiatica apsit exillis? Hacia 1250, en la catedral de Reims, la puerta central de su fachada occidental volverd a dejar constancia de este misterio gridlico, en relacién al Temple. Ante el Sumo Sacerdote, Melquisedec, recibiendo la ofrenda, Abraham esta representado como guerrero cubierto por 54 La estirpe de Lucifer su cota de mallas. Popularmente, el grupo escultorico se conoce desde el medievo como «La comunién del templario». ;Melquisedec, asimilado al preste Juan de Etiopia, dando la co- muni6n a un caballero del Temple con la copa Grial? ,Por qué la mente popular hizo esta esotérica asimilacién? Volviendo a Chartres, frente al enigmatico rey-sacerdote de la ciudad ideal, se encuentra jla reina de Sabal, jla reina de Etiopia!, la amante negra de Salomén a la que dedicé su Can- tar de los Cantares, en el que exclama: jSoy negra, pero soy bella, hijas de Jerusalén!, aquella cuyo hijo Menelik robé el Arca de su padre para llevarla al reino de su madre. Y entre ambos personajes, Melquisedec ~,0 debemos decir Preste Juan?~ y la reina de Saba, aparece jel Arca de la Alianza!. Un Arca muy singular, pues tiene ruedas y se repre- senta por duplicado, con inscripciones en un absurdo latin medieval que ocultan més que re- velan, pero parecen sugerir en clave desconocida un traslado del ara. Sino fuera por la ins- cripeién Arca Foederis —Arca de la Alianza— dudariamos de la personalidad sagrada de este cofre con ruedas. Aunque si indagamos un poco en las sagradas escrituras, veremos que el imaginero de Chartres sabia lo que estaba representando. Cuando David anima a Salomon a construir el Templo para el Arca, le entrega los planos «escritos por Dios», pero «/e dio asimismo el modelo de la carroza y de los querubines que extienden sus alas y cubren el Arca de la Alianza de Yahve. Todo esto conforme a lo que Yahvé habia escrito de su mano para hacer comprender los detalles del disefio».” «Ademés, oro puro en peso para el altar del incienso, y para el carro de los querubines de oro, que con las alas extendidas cubrian el Arca del pacto de Yahvé». Nos encontramos, pues, con un carro para transportar al Arca, cuyos planos entrega Dios. Sin embargo desde que se guard6 en el Santo de los Santos del Templo, el Arca ya no se volvié a pasear por Israel. Mas atin, hasta ese momento s6lo habia estado permitido moverla a hombros de levi- tas tomandola de las varas de los costados. Entonces, {para qué ordend Dios la construccin de este carro de oro con querubines? En la Biblia, el Arca s6lo viaja en carro en dos ocasiones y en ambas con resultados poco satisfactorios. La primera cuando los filisteos se ven obligados a devolver a Israel el arca que les ganaron en batalla, tras suftir por ello muchas calamidades. La colocan en un carromato tirado por bueyes que, caminando a su albedrio, se dirigen, por voluntad del Arca, a Israel.!"! Que era un transporte inmundo para el Arca lo demuestra que, en la misma frontera, los is- raelitas hicieron astillas el vehiculo, prepararon una hoguera y sacrificaron en ella los bue- yes en holocausto. Para transportar luego el Arca a hombros de levitas."® La segunda oca~ si6n tiene lugar cuando David conquista Jerusalén, llevando alli el Arca desde Quiriath-Jea- rim, donde estaba depositada en casa de Abinadab: «Cargaron el Arca de Dios en una ca- rreta nueva [...] Uzzdy Ajyé conducian [...] extendié Uzzd su mano para sostener el Arca, porque los bueyes amenazaban volcarla y cayé muerto». David, asustado, la deja en casa de Obededom de Gat, donde estuvo tres meses. Cuando al rey se le pas6 el susto la llevé a Jeru- salén a hombros de levitas, como era lo corriente. Entonces, ,por qué inicialmente utilizaron un carro de bueyes?!°> En la catedral de Notre-Dame, en Paris, hay otra curiosa representacién que, en princi- pio, parece mostrar el episodio antes citado sobre la muerte de Uz." Unos personajes lle- van a hombros un arca, cubierta por un velo; un individuo, que ha tocado el objeto sagrado, cae muerto a tierra con las manos cortadas, las cuales quedan adheridas al arca. No obstante lo que en Paris se representa son los funerales de la Virgen Maria, cuyo sarcéfago es portado por los apéstoles. Aunque éstos actuen como levitas, llevando a hom- bros el sarc6fago cubierto por un velo, como si fuese el Arca, y se le afiada el episodio de al- Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium 55 guien que toca el objeto sagrado y cae fulminado, a semejanza del castigo recibido por Uzza cuando tocé el Arca. Esto es porque, en la catedral parisina, estamos ante la escenificacién de un sermén cisterciense que compara a Maria con el Arca de la Alianza. Segiin frase de san Bernardo, «padrino» del Temple, el Arca es una alegoria de Maria porque, igual que aquélla habia contenido la Ley Antigua, en las Piedras Celestes, ésta habia contenido la Ley Nueva en la persona de Jesiis, como «Piedra Angular» del Templo Espiritual.' Esta idea se refuerza en la misma portada, porque, sobre el relieve anterior, aparecen los profetas que segiin la mitologia cristiana han anunciado el destino glorioso de Maria al pueblo hebreo y los reyes de los que desciende la Virgen, rodeando todos el Arca de la Alianza sobre la que se representan la dormicién y coronacién de Nuestra Sefiora, pero para el Cister, Maria, ademas de «Arca» es también «Copa», y copa Grial. La piedra-esmeralda Grial, caida del cielo y transformada en copa que pasa de Adan a José de Arimatea, a través de Melquisedec, para contener la sangre de Cristo, es identificada con Maria en los sermones cistercienses elaborados segiin el espiritu mistico de san Bernar- do. Maria Theotokos, la «portadora de Dios», es también el «vaso espirituab», pues al igual que el Grial-copa contiene la sangre de Jesiis, su esencia, Maria embarazada contiene en su cuerpo a Jesiis, el Espiritu hecho came, el Mesias «Piedra Angular». Y puesto que Jesiis es «Sumo Sacerdote» a semejanza de Melquisedec, ,qué mensaje se estaba transmitiendo en la puerta norte de Chartres, catedral dedicada a una Virgen negra, cuando Melquisedec mues- tra la copa, con la piedra, a la reina negra de Saba, mientras entre ambos alguien transporta el Arca de la Alianza con rumbo desconocido? ;Y cual es el mensaje de la puerta oeste de No- tre-Dame, en Reims, donde Melquisedee ofrece el contenido de la copa a un guerrero tem- plario? {Se esta sugiriendo, mediante Melquisedec-Jesiis-Piedra Angular, portador de la pie- dra-copa-Grial, transportado a su vez por Maria-Arca viviente-Grial vivo, que la piedra Grial era el objeto guardado en el Arca de la Alianza custodiada en Etiopia, tal como sugeria la leyenda «pagana» del templario Wolfram? ;Esas Virgenes medievales que sostienen una ‘copa, a veces con una piedra dentro, a semejanza del Melquisedec de Chartres, son imagen del Arca portando en su interior el Grial? Y esas Virgenes Negras de los santuarios templa- ios, a veces octogonales, que guardan en el interior una piedra amodo de reliquia, sincreti- za imagenes de la Madre Tierra, ;son a la vez imagen simbélica de la reina negra de ypia y el Arca, al tiempo que figuracién del Arca y el Grial? Una Virgen Madre Tierra, caracteristica del esoterismo templario, aparece también en Wolfram, cuando Trevrizent explica a Parzival los misterios del Grial: «Cuando Lucifer con su séquito se hundié en el infierno, Dios lo reemplazé por un hombre: cogia tierra y formé al noble Adan. Del cuerpo de Adan saco a Eva. De esos dos seres, nacieron unos nifios; uno de ellos, cayendo en desmesura por un orgullo desmedido, llegé a mancillar a su abuela, que atin era virgen. Ahora bien, mucha gente, antes de haber comprendido el sentido de esas palabras, se sorprende y pregunta cémo cosa semejante pudo suceder. La madre de Adén era la tierra y Adan se alimentaba de los frutos de la tierra. En aquellos tiempos la tierra era to- davia virgen, pero no os he dicho quién le arrebat6 la virginidad. Adén fue el padre de Cain ‘y éste maté a Abel rivalizando por un bien miserable. Cuando la sangre cayé sobre la tierra ‘pura, perdid su virginidad. Esa virginidad le fue arrebatada, pues, por el hijo de Adin». Un hermoso simbolo del srovar clus para expresar la pérdida de la Edad de Oro, del Paraiso, por la humanidad primigenia. Esto nos obliga a preguntamos si el verdadero objetivo, el ideal tiltimo de la basqueda del Grial no sera la restitucién de la Edad de Oro, del equilibrio natural del Paraiso Terrenal. 56 La estirpe de Lucifer Que el esoterismo templario identificaba con el Reino de Justicia de la Salem biblica, cuya restauracién buscaban en la Jerusalén Celeste cuyo advenimiento debian preparar desde la ciudad santa homénima en Palestina. La Virgen Madre Tierra vuelve a aparecer en Wolfram, aunque ya no en su forma pura sino como Diosa Tierra, y es precisamente ella la que impulsa a Parzival y a todos los caba- eros a lanzarse a la biisqueda del Grial. Se trata de la «bruja» Kundry, cuya descripcién fi- sica hay que analizar por encima del anecdético horror que provoca su aspecto simbélic: «tiene hocico de perro, colmillos de jabali, orejas de oso, patas de mono, garras de leén, y se tocaba con un sombrero de plumas de pavo real, blandiendo un latigo con las correas de seda...». No hace falta ser un experto, en mitologias comparadas, para ver que estamos ante una diosa solar tal como la adoraban griegos y escitas: en forma de piedra meteérica, o de es- tatua de Mujer Negra con el manto Ileno de atributos animales. Una Diosa Madre Tierra, que en muchos lugares fue sustituida por una Virgen Negra, ocasionalmente en una catedral cisterciense, pero habitualmente también en santuarios octogonales del Temple. iResponden estos oscuros simbolos, derivados del Grial, cisterciense 0 no, a intereses concretos del esoterismo templario, transmitidos ocasionalmente por la mano de los Com- pafieros Constructores, mediante la imagineria de sus edificaciones sagradas? Es muy pro- bable, pues a lo largo de su singladura hist6rica, el Temple manifesté un simbolismo esotéri- co del que este asunto del Arca de la Alianza y el Grial no son mas que un ejemplo. Ejemplo que conserva todo su poder evocador, sin necesidad de admitir la posesién del Arca o del Grial por parte de los caballeros templarios. La bisqueda de tales objetos, simbdlicos 0 no, resulta suficientemente reveladora para que podamos hacemos una idea sobre los derroteros Por los que transcurria el esoterismo templario y lo que pretendian camuflar bajo todo ello. Por doquier encontramos sefiales de las imagenes simbélicas del relato de Wolfram, tras- ladadas de la literatura de la Orden del Grial a la realidad cotidiana de la Orden del Temple. Desde sus iglesias octogonales, a semejanza tanto de la Cupula de la Roca de Jerusalén como del Templo del Grial, hasta su idea del rey escogido por la orden, cuyos mejores ejem- plos tal vez sean el aragonés Jaime I El Conquistador (1213-1276), nacido en una enco- mienda del Temple y educado por los caballeros en sus castillos, y el emperador Federico II de Alemania (1198-1250) igualmente instruido por ellos, en forma casi idéntica a como se elegian los reyes salidos de la tropa del Grial;!” pasando por las citadas Virgenes Negras, sincretismo entre otras cosas de antiguas diosas Madre Tierra, y tal vez imagen del Arca y el Grial;"°* otra sefial simbélica serian los relicarios «jefe», o «Bafome», con los que se practi- caban rituales poco ortodoxos, que podriamos definir como «gridlicos», lo cual no seria raro puesto que en ciertas variantes célticas el Grial es una «cabeza parlante» que otorga grandes ;! también los lignum crucis en forma de cruz patriarcal, objeto de ritos y devocio- nes casi paganas; y ciertos santos templarios poco conocidos, verdaderos ermitafios gri cos; y diversos elementos escultéricos de sus construcciones, como los canecillos erdticos 0 los «Caballeros del Apocalipsis», sincretismos de antiguas tradiciones célticas; y por tantos y tantos simbolos, muchas veces cristalizados en forma de fiestas, leyendas y tradiciones re- cogidas por el pueblo Ilano, que no hacen sino manifestar su intencién, apenas llevada a la practica y nunca alcanzada, de gobernar los reinos de la tierra como Guardianes del Centro Trascendente del Mundo.'"” Un «Centro» situado en Jerusalén, dentro de los restos del Templo de Salomon, en la roca sagrada, «shethiyah», conservada en el santuario llamado Capula de la Roca. Casa Ma- dre del Temple, que seria el Centro del mundo fisico y soporte de la puerta de paso al Mundo Celeste superior: la Salem biblica, trono del rey-sacerdote eterno Melquisedec. Los templa- Introitus Apertus ad Occlussum Regis Palatium 57 rios, como guardianes de esa puerta dimensional, de ese Templo del Grial, habrian aspirado a instaurar el Imperio Universal de un nuevo rey-sacerdote, un nuevo Melquisedec que, en- carnado en un gran maestre como representante del Cristo, el rey-sacerdote supremo segiin el Orden de Melquisedec, tal como afirmaba el esoterismo cristiano, implantase el Reino de Dios en la Tierra con la Nueva Jerusalén como capital fisica. El Temple se habria sentido es- pecialmente llamado a organizar, uniendo sincréticamente las distintas ramas de la fe tras- cendente, el advenimiento de tal Imperio, desde su sede preeminente en la Ciudad Santa de Jerusalén, que irradiaria la autoridad moral y espiritual para imponer su idea al resto de la humanidad. Por eso la pérdida de Jerusalén, primero (1187), y del resto de Tierra Santa, des- pués (1291), significé un golpe fatal a las aspiraciones templarias. Ellos no eran los tinicos del medievo en buscar el Imperio Universal, también reyes y pa- pas lo perseguian, por motivos mas o menos terrenales o espirituales, intentando sumar cada uno el cargo y el poder del otro, o tenerlos subordinados hasta hacerse plenamente con ellos. De ahi las luchas entre Imperio y Papado, con sus facciones de giielfos y gibelinos.!"! Y de ahi el temor de los reyes a que el Temple fuese utilizado por los papas, como ejército religio- So, para someterlos al nuevo rey-sacerdote de Roma. Y el temor de los papas a que la Milicia de Cristo se pusiera de parte de un emperador determinado, que quisiera actuar como rey-sacerdote usurpando la figura papal. Y el temor conjunto de reyes y papas a que el Tem- ple tuviese ambiciones terrenales, que excluyesen de sus planes tanto a Roma como al Impe- rio, eligiendo un maestre-sacerdote como emperador que los sometiese a ambos... El mistico mallorquin Ram6n Llull (1235-1315), el mas prestigioso de su época, consul- tado por reyes y papas, ided en 1292 un plan para recuperar Tierra Santa —cuya tiltima plaza cristiana, Acre, habia caido en poder musulman en 1291—. Consistia éste, en la unificacién de todas la érdenes militares existentes en una sola y mas poderosa, que recibiria el nombre de Orden del Espiritu Santo y cuyo gran maestre obtendria el titulo de Rey del Santo Sepul- cro. Llull realiz6 hasta ocho exposiciones de su proyecto ante reyes, papas y maestres de las drdenes militares, incluido el gran maestre del Temple, Jacques de Molay. Un proyecto que se parecia bastante a la Orden del Grial descrita por Wolfram, cuyo templo principal estaba dedicado al Espiritu Santo y cuyos caballeros portaban la insignia de la Paloma junto a la cruz roja. Es mas, en 1302 Llull viaja a Chipre, entonces sede central del Temple, con el pro- posito de obtener permiso para viajar al encuentro del Preste Juan y exponerle sus proyectos. ZY qué le importaba al preste Juan, rey-sacerdote de Etiopia, si las rdenes militares se fu- sionaban 0 no? {Qué importaba su opinion en este asunto? Porque en esta época hacia ya mucho que los europeos sabian que el Preste Juan y el rey etiope eran una sola cosa. Y si Llull acudié a Chipre fue porque alli estaba el gran maestre del Temple, al que queria consultar personalmente el asunto, y porque alli habia todavia una importante comunidad de la Iglesia etfope, desde los tiempos en que, tras la caida de Jerusa- Ién en manos de Saladino, en 1187, etiopes y templarios tuvieron que refugiarse en Chipre. No conocemos Ia respuesta de los templarios a las propuestas del mistico mallorquin, aun- que del transcurso de los acontecimientos deducimos que fue negativa. Tampoco sabemos si viajé al Reino del Preste Juan, o si se entrevist6 con sus eclesidsticos y le hizo legar algin mensaje. Nada de todo ello puede ser descartado. Lo cierto es que su misién molestaba a al- guien, pues Llull fue envenenado. Por suerte, consiguié refugiarse, gravemente enfermo, entre los templarios de Chipre, cuyos médicos salvaron su vida. Aunque debid permanecer alli, convaleciente, hasta 1305. La pregunta légica es por qué alguien querria dar muerte a un influyente mistico, que s6lo pretendia crear una nueva orden de caballeria para rescatar Tierra Santa de los musulmanes?!!? El caso es que en 1306 el Preste Juan etiope, el rey We- II Poner una vela a Dios... y otra al Diablo Sabed que en aquel tiempo, ario mil trescientos siete, cogieron a los templarios, los de antafo tan potentes, con vileza conducidos, los que fueron tan valientes, creo que fue a causa de artes impias. En este aiio que he dicho yo se si con razon por todo el reino de Francia prendidos sin dilacién al alba en el mes de octubre, vy era un viernes aquel dia... Anonimo del Viernes 13 Poeta templario anénimo, siglos XIII-XIV Pero... hubo alguna vez un santo templario? La mitologia judeocristiana se sustenta en un dios todopoderoso, pero solitario. Para com- pensar esta desventaja respecto a las religiones con las que tenia que competir al tiempo que se expandia, todas con diversos dioses especializados, la Iglesia creé una intrincada estruc- tura jerdirquica celestial. Esta partia del propio Dios, se dividia a través de su «esposa» terres- tre, la Virgen, y de su «hijo» divino, Jess, para ramificarse indefinidamente a través de una serie de apéstoles, martires, beatos, varones de virtud, damas venerables, santos y santas, hasta suplantar todas las funciones de los dioses, genios, trasgos y espiritus de las religiones que eran contemporaneas del cristianismo. De entre todo este burocratizado escalafon mi- tolégico cristiano, sobresalen dos categorias que fueron las mas aceptadas por el pueblo cre~ yente: las virgenes y los santos. Y ello por un motivo muy claro: la proximidad de tales per- 60 La estirpe de Lucifer sonajes sagrados con los sencillos paganos, recién convertidos de buena gana o por la fuerza. Las virgenes suplian la presencia de antiguas manifestaciones de la Madre Tierra, 0 Diosa Madre de la Naturaleza, y los santos sustitufan aquellos genios del mundo natural que, muchas veces, no eran sino emanaciones de la Diosa. La Iglesia, que al principio se mostré remisa a la hora de hacer santos, o de dar importan- cia al culto de la Virgen, rectificé muy pronto. En cuanto intuyé el poder que le proporcio- naria afiadir a sus mitos estos personajes, tan populares entre la plebe, abandoné sin pudor los origenes cristianos, que hundian sus raices en la mitologia hebrea del dios unico, Yahvé: «Yo soy». Y sin importarle una higa los celos, ni la venganza de su Dios, dio al olvido el pre- cepto divino manifestado por el Todopoderoso en el Sinai: Note hards esculturas ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarés ante ellas ni les dards culto, porque yo Yahvé, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta genera- cidn de los que me odian.... Toda institucién religiosa que se precie, antigua 0 moderna, tiene algiin santo entre sus miembros. Ya sean varones o damas de virtud, ardientes martillos de herejes, misticos con- templativos, abnegadas practicantes de la caridad, eruditos tedlogos, misticas apasionadas, entregados predicadores, o martires de la fe. Y ello por una raz6n bien sencilla. Segun la logica interna de la Iglesia, la santidad de sus miembros legitima el ideario de la instituci6n, lo dota de autoridad moral y da prestigio a la misma. Con el valor afiadido de que la venera- cién de esos santos atrae fieles, y los fieles aportan donativos... Ademis, se pueden sincreti- ar en ciertas personas santas determinados cultos locales, de origen pagano, que el pueblo se resiste a olvidar. Se puede desnudar un santo pagano para vestir a otro cristiano, canali- zando asi, en beneficio propio, las ansias trascendentes que el ser humano arrastra desde la noche de los tiempos. Las ordenes militares del medievo, por su componente religioso, no iban a ser menos que la Iglesia en el campo de la santidad. Y no lo fueron. «Poderoso en miraglo et vertudes», asi definia Alfonso X el Sabio el cuerpo incorrupto del cisterciense frey Raimundo Sierra, cofundador de la Orden de Calatrava, muerto en 1163 y conservado en la iglesia de su encomienda de Ciruelos (Toledo). Alli recibia la vene- racion de los caballeros de su orden y la de los numerosos devotos que acudian a solicitar sus favores y milagros, que no eran pocos. «Dize el Arzobispo don Rodrigo en su Hystoria, que Dios por intercession de san Raymundo hizo muchos milagros sanando a muchas personas, de enfermedades que naturalmente eran incurables, con solo que visitaron el Sepulchro deste santo varon, y le suplicaron pidiesse a Dios misericordia por ellos.» Hacia 1471 el cuerpo santo fue trasladado al monasterio de San Bernardo, extramuros de Toledo, por sus hermanos cistercienses. El XXIX maestre calatravo, Garci Lopez de Padilla (1482-1487), pretendié recuperarlo, mediante compra, para llevarlo al pantedn de caballe- ros del Sacro Convento de Calatrava la Nueva, y al no conseguirlo, pues los cistercienses lo tenian en gran estima, mandé levantar a su costa un sepulcro nuevo, en una capilla del mo- nasterio toledano, donde puso ademas una escultura del santo y unas pinturas de frey Rai- mundo y sus primeros caballeros, con habito del Cister, a caballo, peleando a lanzazos con- tra los moros: «Donde es tenido en mucha veneracién, y los monges de aquella casa cuentan que alli tambien ha hecho Dios muchos milagros, por intercession deste sancto Abbad»> En su casa madre castellana, en la villa de Uclés (Cuenca), la Orden de Santiago Poner una vela a Dios... y otra al Diablo 61 tenia también a la adoracion de hermanos y devotos el cuerpo incorrupto de un caballero muerto en olor de santidad. En su iglesia se veneraban ademas, como reliquias, ciertos obje- tos extraidos del sepulcro, segiin dice la crénica: «Hay mds de tres cadenas, las cuales con un vestido de cerdas se hallaron en el cuerpo de un prior que aqui murié, que se llamé Pero Alonso Valdaracete. Tienen gran devocion de ellas, y echan de si un olor celestial. Entiéndese que hizo vida de ermitaiio, que murié y fallecié como un santo» Ante el sepulcro de san Pero Alonso Valdaracete, como no, acudian los fieles enfervore- cidos para pedir su intercesién sobre numerosos asuntos, asi como los caballeros santiaguis- tas buscando inspiracion para sus gobiernos. Y diz que eran frecuentes los milagros que pro- porcionaba, segiin la cantidad de variados exvotos que llenaban la capilla del cuerpo santo. La Orden de San Juan del Hospital también tuvo sus cuerpos santos, en plural, si, pues eran pareja. Cerca de su villa y castillo de Pefialver (Guadalajara), en el famoso santuario de ‘Nuestra Sefiora de La Salceda,’ recibieron veneracién desde el siglo XII los caballeros san- juanistas conocidos como los dos «Hermanitos» o los santos «Hermanitos», Yendo de caza los dos caballeros sanjuanistas, fueron sorprendidos por una feroz tor- menta y se les eché la noche encima. Perdidos en las fragosidades del monte Celia, se enco- miendan a la Virgen, entonces el caballo de uno de ellos se encabrita para, acto seguido, caer arrodillado de manos. Al tiempo que una luz sobrenatural, emanando de un sauce, les descu- bre en su copa la imagen de Nuestra Sefiora rodeada de angeles miisicos que interpretan ce- lestial concierto. Postrados a sus pies, los dos «Hermanitos» pasaron la noche en oracién protegidos del inclemente temporal por la Madre de Dios, al amanecer la luz divina se extin- gue y queda la prodigiosa imagen. Por memoria del milagroso hallazgo, los caballeros de ‘San Juan levantaron alli un santuario, célebre en toda la comarca, donde los «Hermanitos» se retiraron a llevar vida de ermitafios en servicio de Nuestra Sefiora de La Salceda. A su muerte, fueron enterrados a los pies de la Virgen, que por intercesién de éstos hizo muchos y buenos milagros entre las gentes que alli peregrinaban. Ciegos, tullidos, zaratanes,° locos, cautivos, ahogados y aun difuntos, encontraron remedio a sus males, tras solicitar los favo- res a esta pareja de caballeros muertos en olor de santidad y cuyos cuerpos, exhalando celes- tial perfume, permanecieron incorruptos por muchos siglos.” San Raimundo Sierra, de Calatrava; san Pero Alonso Valdaracete, de Santiago; y los santos «Hermanitos» de San Juan del Hospital, que abarcan tres facetas diferentes: el santo «idedlogo-fundacional», el «mistico-penitente» y los «mitico-prodigiosos» son tan sélo un botén de muestra respecto a los santos propios de las érdenes militares. Hubo muchos mas ejemplos de santidad en la variada multiplicidad de la Militia Christi, desde los caballeros teutonicos hasta los de Alcantara, pasando por los del Santo Sepulcro. Pero cy la poderosa Orden del Temple? ;Dénde estan sus santos? {Es que no los tuvo, es que se fueron al cielo acompafiando las almas de sus martirizados caballeros? Para intentar averiguarlo debemos hacernos a la mar, atravesar el Mare Nostrum hacia Oriente y desembarcar en las playas de Palestina. Aunque, primero, haremos una escala en el Temple de Paris. En 1308, durante un interrogatorio a los templarios detenidos en Poitiers, declaré un ca- ballero ya anciano, Etienne de Troyes: Este testigo declara que era costumbre de la orden tener, cada afto, en la fiesta de los apéstoles san Pedro y san Pablo, un capitulo general. El afio de mi profesion, este capitulo tuvo lugar en Paris y asisti a los tres dias que dura, Las sesiones comenza- ban por la noche y se prolongaban hasta la hora prima, La noche inaugural, un 62 La estirpe de Lucifer sacerdote, precedido de dos hermanos que llevaban antorchas, trajeron una cabeza y la depositaron cerca del altar sobre dos almohadones colocados sobre un tapiz de seda. Esta cabeza parecia ser de carne desde la coronilla hasta la nuez, con cabellos blancos, sin ningtin chapeado ni de oro ni de plata. La cara era igualmente de carne; parecia muy livida y pélida, con una barba de cabellos negros y blancos parecida a a de los templarios. El recién llegado dijo: «;Ahora, adoremos a la cabeza! Ofrez- camos nuestros homenajes a quien ha hecho lo que somos y continuamos bajo su proteccién!» Todos se inclinaron ante esta orden y adoraron la cabeza con gran re- verencia. Este testigo debe decir que esta cabeza era la del primer gran maestre del Temple, Hugues de Payns, venerado como santo fundador entre los hermanos. En contra de lo que pretendian los inquisidores en su lista de acusaciones, la cabeza que reverenciaban los templarios no era una imagen del Diablo, ni un idolo de Mahoma, era sim- plemente la reliquia incorrupta de uno de sus fundadores, Hugues de Payns (1070-1137), que fue ademas su primer gran maestre a partir de 1118. A quien reverenciaban como un santo, el primer santo templario, cuya memoria era honrada todos los afios el dia 24 de mayo. Su cuerpo incorrupto se veneré primero en la casa madre de Jerusalén, luego, en algiin momento posterior a la pérdida de la Ciudad Santa (1187), la reliquia se trajo a Paris, para presidir los principales actos de la orden, y recibir la devocién de los caballeros que pedian su bendicién e intercesién para superar las vicisitudes de su agitada existencia. Lo cual no tiene nada de extrafio, segiin hemos visto lo que hizo la Orden de Calatrava con su fundador frey Raimundo Sierra. En la Edad Media eran comunes los relicarios Ilamados «jefe», consistentes en un busto cabeza de metal, generalmente plata, que contenia en su interior el eraineo 0 cabeza «inco- rrupta» de algiin santo o santa. Estos presidian muchos altares catedralicios, capillas parro- quiales o capitulos conventuales, y los personajes asi reverenciados iban desde san Carlo- magno hasta Santiago el Menor, pasando por santa Eufemia o santa Engracia veneradas en casas templarias. Aunque también es cierto que los relicarios «jefe» del Temple disfrutaban de un doble sentido simbélico, pues si de una parte eran evocacién de algiin santo o santa in- tercesores, de otra sincretizaban viejas creencias paganas relativas a las «cabezas de poder»: cabezas de personajes mitolégicos, tanto griegos como celtas, relacionados con la fertilidad y la fecundidad inherentes a la Madre Tierra. Y por tanto con caracteres esenciales de las Virgenes Negras y del Grial. Que tales relicarios tenian algun componente esotérico nos lo dicen los propios caballeros, el andnimo poeta —presuntamente templario— autor del Perles- vaus, otra historia del Grial protagonizada por templarios, hace hablar asi a uno de sus per- sonajes: Dijo el Maestre a Perceval: «Hay las cabezas selladas con plata y las cabezas sella- das con plomo, y los cuerpos a los cuales pertenecian estas cabezas; yo te digo que tienes que hacer que venga aqui la cabeza tanto del rey como de la reina». Esto dijo el Maestre»... Encontrar esta dualidad en el relicario «jefe» de san Hugues de Payns, el primer santo templario, debe servirnos de advertencia sobre la doble personalidad de los demas caballe- ros del Temple que accedieron a la santidad, ya fuese oficial o extraoficialmente. Porque, en efecto, hubo mas santos templarios. En el castillo de Atlit, sobre un promontorio de la costa Palestina entre Haifa y Cesarea, los templarios edificaron, en 1217, una gran iglesia poligo- Poner una vela a Dios... y otra al Diablo 63 La iglesia poligonal que se encuentra en el castillo palestino de Safed (1240) contenia numerosas estatuas de santos templarios. (dibujo, Joseph Bennett). nal, de més de treinta metros de ancho.'” La estructura estaba compuesta por doce lados al- zados alrededor de un pilar central a partir del que la boveda se desplegaba como una palme- Ta, con una estructura similar a las de sus rotondas de Tomar (Portugal,1160-1209?) y Segovia (1195-1208). Esta fortaleza recibié el sobrenombre de «Castillo de los Peregrinos», tanto por los que ayudaron a su construccién, como por los que luego acudieron para vene- rar el cuerpo de santa Eufemia de Calcedonia. Las reliquias de esta virgen, martirizada 303, tenian unas propiedades curativas que atraian a muchos devotos que iban hacia el sur porla costa.” El objeto de mayor devocién era un relicario-jefe de plata, en forma de cabeza femenina, que encerraba el craneo de santa Eufemia, aunque también cran de gran venera- ccidn los cuerpos de diversos caballeros templarios, muertos en combate, heroicos martires de la fe y eficaces intercesores de milagrosas mercedes.'” En el castillo de Safad, al norte del Mar de Galilea, la capilla, construida en 1240, tenia forma octogonal y estaba cubierta por una ciipula que la iluminaba, al estilo del Temple de Londres, o de Zaragoza. Alrededor de los muros habia hornacinas, con estatuas de diversos santos de la orden. Es decir, caballeros templarios muertos en combate y venerados como santos por sus hermanos. Y por los francos de Palestina. Este enorme castillo, que trajo paz y seguridad a la region, se convirtié en lugar de peregrinacién para muchos que deseaban pos- trarse ante los santos templarios, tanto para agradecerles sus favores, como para pedirselos. En 1266 los mamelucos conquistaron la fortaleza y destruyeron las estatuas de los santos templarios, que ellos consideraban idolos. '? Pero antes de que el cerco se cerrase y diese co- mienzo el asedio, los caballeros consiguieron evacuar las reliquias de sus santos que fueron Nevadas a su fortaleza de Acre. Cuando, finalmente, esta plaza cayé en poder musulman, el 28 demayo, y Atlit fue evacuado el 14 de agosto de 1291, las reliquias templarias ya estaban camino de Chipre. Muchas quedaron en sus iglesias de la isla, pero otras fueron traidas a sus casas de Europa, como un aliciente para reanimar entre los fieles el decaido espiritu de cru- zada y renovar su eclipsada confianza en los Milites Christi, pero ya era demasiado tarde para los templarios, aunque éstos fuesen santos. 66 La estirpe de Lucifer por ello eran reos de muerte. El 10 de mayo de 1310 comunicé a la comisién pontifica que cincuenta y cuatro, de los quinientos de Paris, habian sido condenados por relapsos. Dos dias mas tarde, sin esperar respuesta de la comisién, fueron quemados vivos, mientras lanza- ban protestas de inocencia ante la admiracién del pueblo y sus familiares que asistian horro- rizados al cruel espectaculo.'” Poco después de esta quema, el rey mand exhumar el cadaver de frey Jean de Turn, te- sorero del Temple, muerto a causa del tormento por no querer confesar los crimenes imputa- dos a la orden; sus despojos se arrojaron a la hoguera como si fuese hereje notorio. Su tinica culpa habia sido prestar dinero del Temple al papa Bonifacio VIII, cuando éste se encontra- ba enfrentado al rey Felipe el Hermoso. A los aterrorizados supervivientes se les ofrecié la libertad y vivir de forma anénima, a cambio de admitir la culpabilidad de la orden. La alternativa era seguir los pasos de sus cin- cuenta y cuatro hermanos. Nadie puede reprocharles por preferir la vida al martirio, en los dias inmediatos, cuarenta y cuatro aceptaron el trato y se reconciliaron, otros cincuenta y nueve perecieron en las llamas el 18 de agosto, y el resto fue condenado a reclusién perpe- tua. Es bien significativo el caso de frey Aymeric de Villiers-le-Duc. Este caballero compa- recié ante la comision papal el dia 13, cuando los rescoldos de las primeras hogueras todavia estaban calientes. Palido y nervioso, arrodillado cara al altar, declaré: Insisto en sostener que todas las acusaciones contra la orden son falsas, a pesar de que he confesado algunas a causa de los tormentos. Pero después de ver pasar ante ‘mi celda las carretas con los cincuenta y cuatro hermanos condenados a la hoguera, si me volvéis a preguntar por las acusaciones contra la orden, por temor al fuego, yo declararé que todas son ciertas. Y hasta seria capaz de confesar que habia matado a Nuestro Seftor Jesucristo si se me exigiera... No obstante el sentir del pueblo era muy otro, segin los cronistas: Las victimas que inmolé el arzobispo Felipe de Marigny merecieron a los ojos de los hombres imparciales y cristianos un justo homenaje de penoso sentimiento y lasti- mosa veneracion. Martires del suplicio de la hoguera, héroes de la religion y mdi res de la verdad, muchas devotas personas, a favor de las tinieblas de la noche, ron a recoger cuanto les fue posible de aquellos restos y cenizas que quedaron de los Templarios quemados en dichas hogueras, para conservarlas con respeto y fervor como si de santos martires se tratase.”* A partir de aqui se entablo una macabra competicién. Obispos, arzobispos y hasta algu- nos nobles se entregaron en Francia a la quema de templarios con apasionada aficién: Pedro de Courtenay, arzobispo de Reims, que presidid el Concilio de Senlis, mandé a la hoguera, entre otros, a siete caballeros del «grupo de Sens» defensores de la Orden; Bernardo de Fa- ges, arzobispo de Rouen, hizo lo propio en Pont de Arche; Pedro de Rochefort, obispo de Carcasona, climiné a los caballeros de su ciudad, entre ellos al comendador; y el duque Thi- baut de Lorena ejecuté a muchos tnicamente para apoderarse de sus bienes. Muy pocos escaparon a las redadas y ello en el mismo dia de la detencién, doce segiin las cuentas oficiales francesas, aunque evidentemente serian bastantes mas. Parece que s6lo un dignatario de alto rango, Gérard de Villiers, preceptor de Francia, consiguié escapar. Algu- Poner una vela a Dio: 67 nos de los fugitivos fueron capturados mds tarde, como el preceptor de Auvernia, Imbert Blanke, detenido en Inglaterra en 1309. E] 22 de marzo de 1312, tras una serie de escandalosas y fraudulentas actuaciones, el irregular simulacro de proceso judicial Ilega a su fin. Ese dia, el inseguro y débil papa Cle- mente V, marioneta del rey, promulga la bula Vox in excelso por la cual la Orden del Temple queda suspendida: [...Jno sin amargura y tristeza de corazén [...] porque han caido en una apostasia de- testable contra Jesucristo [...Jen las abominaciones de los idélatras y de los sodomi- tas, y en otros varios errores. Los bienes del Temple fueron desigualmente adjudicados, segiin los diversos reinos, a la monarquia, los nobles, la Iglesia y las otras ordenes militares. Los caballeros declarados ino- centes 0 reconciliados con la Iglesia recibieron una pensién de por vida, e ingresaron en di- ersos monasterios o en otras ordenes. En Francia, los que a pesar de las torturas habian ne- gado los cargos, se pudrieron en oscuras celdas, y los relapsos por retractarse de sus confesiones fueron enviados a la hoguera. Una de las grandes ironias del proceso al Temple fue que el ministro real ocupado de las acusaciones, Guillaume de Nogaret, estuvo bajo la excomunién formal de la Iglesia desde el principio hasta el fin de los procesos."? El 18 de marzo de 1314, fueron conducidos al atrio de Notre-Dame, en Paris, el gran maestre de la Orden, Jacques de Molay, y los tres visitadores: Godofredo de Gonneville (co- mendador de Aquitania), Godofredo de Charnay (comendador de Normandia) y Hugo de Payraud, a fin de hacerles escuchar ante la multitud la sentencia de cadena perpetua si reco- nocian piiblicamente sus errores y se retractaban de ellos. Entonces, ante el asombro gene- ral, Jacques de Molay se dirigié a la muchedumbre declarando falsas todas las acusaciones proferidas contra la orden y todas las confesiones obtenidas mediante la tortura. Godofredo de Chamay se puso a su lado y ratificé sus palabras. La suerte estaba echada. Inmediatamente se les declaré relapsos, siendo entregados al brazo secular, a los justicias del rey. En los procesos por herejia esto significaba la muerte casi inmediata, como asi fue. Un tribunal real, reunido a toda prisa, los condené al verdugo. Aquel mismo dia 18, a la hora de visperas, mientras caia el Sol, el gran maestre Jacques de Molay y su compaiero Charmay que tan heroica como iniitilmente habian exculpado a la orden que ya no podian salvar, fue- ron quemados a fuego lento sobre una pira que se levant6 en una pequena isla del Sena, en Paris, llamada Isla de los Judios, situada entre los Jardines del Rey y la iglesia de los herma- nos ermitafios de San Agustin. Segiin una tradicion, imposible de corroborar, esa madru- gada el caballero Aumont, gran maestre provincial de Auvemnia, y siete templarios disfraza- dos de constructores acudieron a recoger las cenizas de la hoguera. Los restos de la pareja templaria, De Molay y De Charnay, considerados verdaderos martires de la fe, fueron con- servados durante siglos como preciosas reliquias por las familias de diversos jefes templa- ios y sus descendientes en las capillas privadas de sus mansiones. Cuando las barbas de tu vecino templario veas pelar... La Orden del Temple habia sido suprimida con deshonor, muchos de sus dirigentes conde- nados, convictos de abominaciones sin cuento, y la mayoria de sus sospechosos miembros 68 La estirpe de Lucifer recluidos a perpetuidad en instituciones religiosas encargadas de vigilarlos estrechamente. Sélo unos pocos templarios escaparon, para llevar una vida errante al margen de la ley: dedi- cados al bandidaje, como mercenarios del mejor postor, incluso si éste era musulman;?! in- filtrados en los gremios de constructores, si tenian experiencia en algin oficio del ramo; 0 levando una vida seglar, tomando esposa y criando hijos, acogidos por sus familiares en los feudos bajo personalidades supuestas. {Esto era todo lo que quedaba de aquellos caballeros, leones de la guerra y corderos de la paz como los calificara su protector san Bernardo? El santo de Claraval, en su apologia de la orden del Temple, De /aude novae militiae, escrita entre 1130 y 1136, habia dicho de ellos: Ante todo, la disciplina es constante y la obediencia respetada siempre; se va y se viene segtin la senal del que tiene autoridad; entre ellos no se hace ninguna excep- cién: se honra al més valiente y no al mas noble. Sucio de polvo, con la piel curtida por el calor y la cota de mallas, este caballero de Cristo es un cruzado permanente, comprometido en un doble combate: contra la carne y la sangre, y contra las poten- cias espirituales en los cielos. Avanza sin miedo ese caballero que esta en guardia a derecha y a izquierda. Ha cubierto su pecho con la cota de mallas, y su alma con la armadura de la fe. Provisto de esas dos defensas no teme ni a hombres ni a demo- nios. Avanzad con tranquilidad, caballeros, y capturad con corazén intrépido a los enemigos de la cruz de Cristo: vosotros estad seguros de su caridad; ni la muerte ni Ja vida podran separaros de El, !Oué glorioso es vuestro retorno de vencedor en la batalla; !Qué bienaventurada es vuestra muerte de martir en el combate; Aunque los sucesos provocados por la ambicién del rey de Francia y la cobardia del Papa, entre 1303 y 1314, pudieran hacernos creer lo contrario, la verdad es que la imagen de los templarios evocada por san Bernardo no desaparecié de la memoria colectiva. Las oscu- ras nubes de la difamacién y el humo de las hogueras tan solo ocultaron momentaneamente el brillo de heroica santidad que entre las gentes sencillas emanaba la Orden del Temple. Es cierto que la actitud de la alta nobleza fue mayoritariamente ambigua por pura conve- niencia, pues la desaparicién de los templarios la beneficiaba economicamente. Y si en un principio muchos se mostraron reticentes, cuando comprendieron las ventajas que podian obtener aceptando salpicar de lodo la buena fama de los caballeros, se sumaron entusiasma- dos a la campafia emprendida por el rey francés y el papa. Lo que no consiguieron los «no- bles y teolégicos» razonamientos de ia Iglesia, lo obtuvieron las perspectivas de botin y rapifia que Felipe IV fomenté con su actitud. El mejor ejemplo de que las triquifiuelas del rey francés engafaban slo al que estaba dispuesto a ser engafiado, lo dio el rey de Inglate- rra, Eduardo II (1307-1327), quien escribié en 1307 a los monarcas de Portugal, Castilla, Aragén, Sicilia, y al propio papa, para que no diesen crédito a las calumnias de Felipe e/ Hermoso: Como el gran maestre y sus caballeros fieles a la pureza de la fe catolica estan en la mas grande consideracién delante de Nos, y de todos los de nuestro reino, tanto por su conducta como por sus costumbres, Nos no podemos dar fe ni crédito a las acusa- ciones tan sospechosas hasta que obtengamos una entera certeza... Lamentablemente, Eduardo II estaba prometido con una hija de Felipe IV de Francia, con la que casé en 1308. El 8 de enero de ese afio, el rey que habia sido el mas decidido de- Poner una vela a Dios... y otra al Diablo 69 fensor del Temple, constante protector y admirador de los servicios y virtudes de los caba- eros, quien con mas energia se habia opuesto a las sugestiones del francés, mandé detener y encarcelar a todos los templarios de su reino. Sucumbiendo a las sugerentes exigencias de ‘su suegro, que le pinto con vividos colores las ventajas de tomar su partido y los inconve- nientes de apostar por el Temple, se convirtié en cémplice de su iniquidad. Si bien fue un cémplice bastante sui géneris. En Inglaterra la detencién de los templarios acabé de la forma mas grotesca, de no haber sido un caso bien triste habria resultado francamente jocoso. Esto fue posible porque la ma- yor parte de la sociedad inglesa rechazaba la actuacidn del rey francés y el rastrero someti- miento papal. El rey Eduardo II no procedié a un arresto formal hasta el 8 de enero de 1308, pero su policia no era la de Francia o no quiso actuar como ella, la mayoria de caballeros es- caparon y s6lo doscientos pudieron ser encarcelados, aunque en condiciones mejores que las de sus hermanos del otro lado del canal. El rey, engolosinado con los bienes del Temple de que pudo apropiarse, hizo la vista gorda con los fugados. Hasta que el papa protest por ello y se dio un decreto para buscar y detener a los huidos. Dicho decreto provocé mas de un lance burlesco, pues como los templarios acostumbraban Ilevar una poblada barba, los agentes reales detenian a cuanto barbudo se les cruzase por delante.* Todo hombre que no estaba dispuesto a prescindir de tan masculino atributo se arriesgaba a ser arrojado al calabo- zo, hasta que demostraba con testigos creibles que su barba respondia tinica y exclusiva- mente a varoniles motivos estéticos, y no al hecho de haber sido caballero templario. A tal extremo llegé este ridiculo episodio, que muchos caballeros barbudos pedian a las autorida- des de sus lugares de residencia un documento o salvoconducto, autentificado bajo notario, que definiese claramente su situacién legal, explicitando la no pertenencia al Temple, para quedar a salvo de las redadas policiales. Durante una larga temporada, los barbudos ingleses no salian a la calle sin llevar este documento en la faltriquera, que se les hizo mas imprescindible que la espada o la bolsa. Todo antes que renunciar al honor de sus viriles barbas, orgullosamente compartidas con los caballeros templarios. No en vano, porque este detalle de su aspecto fisico estaba recogido en la Regla del Tem- ple, como signo de humilde armonia espiritual: [..Jni tampoco deberian llevar sus cabellos demasiado largos [...]¥ el paiiero debe ocuparse de que los hermanos estén peinados de modo tan razonable que puedan mi- rar armoniosamente delante y detras; y de esa manera les ordenamos firmemente que lleven barbas y mostachos, y que ninguna superfluidad de vicio pueda notarse en su carne, Esto era respetado tan al pie de la letra que, aun después de muertos, presumicron los fan- tasmas templarios de sus muy honradas barbas. Asi sucede que en la casa templaria de Port-a-la-Duc (Cétes-d’ Armor, Bretafia, Francia), que dominaba el trifico maritimo en la bahia de Frenaye, habla la leyenda sobre la existencia de un subterraneo que une Ia capilla de Notre-Dame-du-Temple con la torre de Montbran, en el cual los templarios escondicron un inmenso tesoro. Este se halla guardado por el barbudo fantasma de un caballero, conocido como «el hombre de la gran barba del Temple». 70 La estirpe de Lucifer «Hazme un sitio en tu montura, caballero derrotado...» Volviendo a la rapacidad de monarcas y nobles feudales, no es menos cierto que la pequenia nobleza y el pueblo Ilano no ganaban nada material con la supresion del Temple. Antes bien perdian unos patrones exigentes pero justos, que no los explotaban con la insensibilidad ha- bitual en muchos grandes sefiores feudales. Y no se trata de una simple figura retorica, En Espana, donde los templarios se hicieron fuertes en diversos castillos para escapar al arresto de 1307, tenemos, entre otros, cl ejemplo de los habitantes de Castellote (Terucl), una parte de los cuales se encerraron con los templarios en la alcazaba y resistieron a las tropas del rey. Ademids, los villanos que habian quedado fuera se negaron a colaborar con las tropas reales en el asedio, por lo que fueron maltratados.”* Esta actitud popular se repitié en diversos lugares donde hubo resistencia templaria al arresto, como en Alba de Aliste (Zamora), Montalban (Toledo), Jerez de los Caballeros (Ba- dajoz) la Isla Coelleira (Lugo). Y dio origen a toda una serie de leyendas y tradiciones en las que habitualmente los caballeros aparecen como mirtires de su fe y sus ideas, puesto que el pueblo simbolizé en ellos, sublimandolo, su propio anhelo de justicia y libertad frente a la opresién de los monarcas, los grandes sefiores feudales y el alto clero. De ese tiempo data la costumbre, desaparecida no hace tanto, de Ievar flores y velas los ultimos dias del afio a las ruinas de ciertos castillos del Temple, por memoria de las dnimas de sus ca- balleros, muertos con bizarria, en el asalto final, 0 degollados con iniquidad tras su rendi- cién. Porque, en la mentalidad popular, se equiparaba estos combates con los realizados en Espajia y Tierra Santa, donde tantos templarios murieron defendiendo ciudades y fortalezas del ataque de los infieles, a los que en este caso son asimiladas las tropas reales. Para las gentes sencillas, los templarios, injustamente acusados como saltaba a la vista, al enfrentarse a los poderosos del siglo y sucumbir por mantener su inocencia, aparecian como martires de la justicia que bien podian ser asumidos como un ideal. Peligrosa actitud, percibida por la Iglesia incluso durante el proceso. Los comisarios pontificios declararon en 1310, refi- riéndose a los cincuenta y cuatro templarios quemados en las hogueras de Paris (Francia): [..Jpor mucho que sufrian, ni siquiera en su destruccién quisieron nada reconocer: por lo cual sus almas pueden padecer condenacién eterna, pues pusieron a la gente sencilla en gravisimo error. Hasta qué punto la gente sencilla habia caido en el gravisimo error de comprender la inocencia del Temple, al par que la felonia de Iglesia, monarquia y nobleza, se pudo apreciar una vez superados los traumiticos afios que van de 1307 a 1314. A partir de ese momento, el vulgo rehabilitara a los caballeros, mientras mitifica la memoria del Temple. Las autorida- des les dejaran hacer porque tienen mala conciencia. No en vano la orden habia sido declara- da inocente en la Corona de Aragon, en la de Castilla, en Portugal, en Chipre, en Alemania, etc, La permisividad llegar hasta consentir que se considere como venerables y santos va- rones a ciertos templarios espafioles. Son aquellos que, en los dias infaustos de la resistencia y el arresto en los reinos hispanos, han demostrado especial entereza; que sobrellevan la des- gracia de su disolucién con una vida digna, ejemplar, llena de sacrificadas virtudes; y que, en fin, mueren envueltos en los harapos de sus habitos, sin haber renegado del honor de ser templarios. A estos hermanos, Ilamense Ram6n Saguardia, Pere de Madern o Ramon Oli- ver, se encomendarin las gentes con respetuosa veneracién, llegando a peregrinar a sus tum- Poner una vela a Dios... y otra al Diablo 71 bas en demanda de gracia. En el resto de Europa, esta rehabilitacién popular de la Orden del Temple se manifestara en el renacimiento del culto a los viejos santos templarios. Aquellos que habian tenido su momento de gloria entre 1118 y 1307, cuya devocién habia decaido durante una decena de afios, pero que inmediatamente fueron rescatados del olvido median- te la reinvencién de sus tumbas, de sus esculturas 0 de sus cuerpos incorruptos. {Es posible? A lo largo de esta obra veremos que si lo es, aunque su existencia nos ha sido escamoteada por la mayoria de los autores interesados en el tema del Temple, ya que para ellos los siete afios del proceso han pesado mas que los casi doscientos que duré la orden. Pero es que las gentes sencillas haran més, porque, casi inmediatamente de finalizado el proceso, comenzaran a referirse a los templarios como «/os Santos Inocentes», festejando la memoria de sus martires cada 28 de diciembre junto con la de los nifios ejecutados por Hero- des. Y lo hardn precisamente en el contexto de unos ritos que delataban ese anhelo justicie- ro, unos ritos de subversion de categorias derivados de las medievales Fiestas de los Locos. Los estudiantes elegian por jefe su Obispo de Locos; los muchachos cantores, en catedra- les y colegiatas, su Obispillo de Inocentes; los hijos de sirvientes cortesanos, su Rey de la Faba; y los de los campesinos, su Rey de Inocentes. Todos éstos, disfrazados como el jerar- ca al que imitaban, cada 28 de diciembre ejercian el mando supremo sobre el grupo y, jun- tos, sobre sus mayores en edad, saber y autoridad. El obispillo o rey, con su corte, efectuaba toda clase de disparates y travesuras, al imitar los trabajos cotidianos de los adultos. En esta inversi6n de poder, se aprovechaba para hacer burla de la autoridad constituida y de los erro- Tes 0 atropellos por ésta cometidos. Y era consentida por la Iglesia porque, como escribié hacia 1492 el arzobispo de Granada, fray Hernando de Talavera, «aceptamos los valores morales de la fiesta como recordatorio de la precariedad de la condicion humana, de la fra- gilidad de las posiciones sociales» 25 Hemos de admitir que aquellas gentes escogicron bien dicha fiesta para recordar la injus- ticia cometida con el Temple. Porque al margen del sentido /tidico-vengativo de la misma, ésta tenia un sentido sincrético, referido a los viejos cultos paganos del solsticio de invierno, las libertates decembricae, concretados en la fiesta Saturnalia y su Rey Saturnalicio. Y ya sabemos lo amigos que eran los templarios de tales regocijos sincréticos, que tan perfecta- mente supieron conjugar con su fe cristiana. Como remate de la faena, el pueblo Ilano eligié la fecha del 28 de diciembre, dia de los Santos Inocentes, para que en diversas leyendas de muy distintos lugares los fantasmas de los templarios, vilmente masacrados por defender su inocencia, se apareciesen al anochecer clamando justicia. Como ha venido sucediendo en Miravet (Tarragona), Jerez de los Caballeros (Badajoz), Faro (Corufia), Montalban (Tole- do), y tantos otros arruinados lugares que fueron de la orden.?° Prueba de Ia inclinacién favorable que la opinién publica sentia entonces hacia los tem- plarios la encontramos en un suceso, aparentemente anecdético, ocurrido en 1340. El clérigo aleman Ludolfo de Sudheim, peregrinando por Tierra Santa, se encontré a orillas del Mar Muerto con dos ancianos francos, oriundos de Borgotia y Toulouse. Ante su asombro le contaron ser antiguos templarios, capturados en su juventud cuando San Juan de Acre cay en poder musulmén, alla por 1291. Desde entonces, habian vivido en las montafias, como esclavos del sultan. Aislados de la cristiandad, se adaptaron a las costumbres de su nuevo hogar, tomaron esposas y tuvieron hijos, ignorantes de los acontecimientos histéricos poste- riores a su captura.”” Se quedaron mudos de espanto cuando fray Ludolfo les relaté la suspensién de la Orden del Temple (1312) y el martirio en la hoguera del ultimo gran maestre, Jacques de Molay (1314). Antes de un afio, las gestiones diplomaticas del papa permitieron la repatriacién a 2 La estirpe de Lucifer Francia de ambos caballeros, junto con sus esposas ¢ hijos. Y a pesar de que sélo habian pa- sado veintiocho afios desde la escandalosa extincién del Temple, fueron acogidos con gran- des honores en la corte del pontifice para relatar sus azarosas aventuras. Alli recibieron ho- rrorizados la confirmacién de que un rey y un papa cristianos habian conseguido, por decreto, lo que los musulmanes nunca habian sido capaces de conseguir por la fuerza de las armas: la destruccién de la Orden del Temple. Luego, retirados al feudo familiar, vivieron en paz durante el resto de sus dias. Eso si, sin conseguir explicarse como una orden de caba- lleros, a los que san Bernardo habia considerado invulnerables, pudo acabar teniendo seme- jante destino. Y, hasta su muerte, hubieron de vivir la contradiccién de ser admirados por to- dos, como heroicos supervivientes de la orden que, tras ser destruida ignominiosamente, caminaba hacia el mito y la santidad a pasos de gigante. En medio de toda aquella confusién todavia hubo quien, aunque timidamente, se atrevid a reconocer por escrito la iniquidad del proceso y dar autoridad con su fama a la inocencia del Temple. Es el caso de Dante Alighieri (1265-1321), que de forma implicita lo hace en la Divina Comedia, «Purgatorio» canto XX, donde denuncia la codiciosa y fraudulenta actua~ cién del rey Felipe. Esto animé a otros contempordneos, como Cristiano Spinola, Giovanni Villani, Bocaccio y cierto nimero de clérigos y juristas franceses que, impresionados por la actitud de los templarios, manifestaron su disconformidad con los hechos. De forma encu- bierta, claro, ya que no era sensato contrariar al rey oa la Inquisicion, Pero las duras realida- des de la vida a mediados del siglo XIV: peste negra, guerras anglofrancesas, cisma del papa- do y sus revueltas..., no tardaron en borrar cualquier resto de nostalgia que quedase por los templarios. Hubo que esperar hasta la Contrarreforma del siglo XVI para que los historiado- res pontificios apuntaran a la inocencia templaria, pisoteada por el abuso del rey. Y al siglo siguiente, el XVII, para que la historiografia oficial empezase a reconocer abiertamente la in- Justicia cometida con el Temple. En 1615 sir George Buc alabé en su obra a los templarios, exculpandolos y desenmasca- rando a la monarquia y al papado. En 1654, los hermanos Pierre y Jacques Dupuy, al servi- cio del cardenal Richelieu, publican una importante seleccién de los documentos del proce- SO que permite a otros estudiosos acceder a material inédito, aunque ellos defiendan la postura del rey Felipe. En 1672, Elias Ashmole, miembro fundador de la Royal Society de Londres, publica un libro altamente elogioso para el Temple. En 1693, el historiador Etien- ne Baluze hace una interpretacién de datos parecida a la de los Dupuy, pero en 1707 da un giro mas favorable al Temple al defender a Guido de Auvergne, condenado por hereje y templario, al que ahora justifica. Por ese tiempo las familias nobles se esforzaban en limpiar la memoria de sus antepasados templarios, destacando tanto la injusticia del proceso y la ini- quidad de su condena, cuanto los aspectos positives de la orden: su labor frente al Islam en Palestina y Espafa, o la persistencia del culto a sus caballeros santos.”* Mas no nos dejemos arrastrar por esta aparente locura y recobremos la sensatez. Lo suce- dido en estos siete espantosos afios finales y sus secuelas, por terrible o disparatado que nos parezca, no debe hacemos olvidar que existieron anteriormente otros ciento ochenta y nueve gloriosos afios templarios. Y los pocos caballeros que adquirieron la santidad tras la extin- cién de la orden no deben desviar nuestra atencién de los muchos templarios que, desde el nacimiento hasta el ocaso de la misma, llegaron a los altares. Porque, precisamente al socai- re del fervor popular suscitado por los santos de ultima hora, renacié el culto de aquellos que habian tenido su momento de gloria entre 1118 y 1307. Aquellos que la orden festejaba el dia de Todos los Santos, para honrar tanto a sus caba- Ileros muertos en Palestina y Espafia, luchando contra el Islam, como a sus hermanos caidos Poner una vela a Dios... y otra al Diablo B en Europa, en lucha espiritual y material por los ideales del Temple. Aquellos cuyas escultu- ras conmemorativas decoraban las paredes de sus capillas, recibiendo la veneracién, las pe- ticiones y las ofrendas, tanto de los caballeros como de los fieles corrientes. Tal como su- cedia en la capilla octogonal del castillo de Safed, en Palestina; en la iglesia de San Bevigna- te, Italia; en la de Montsaunés, | Francia; o en las de Villasirga, Ucero, Ceinos, Guadalajara, Zaragoza y Horta, en Espafia? Liber Sanctorum Frates Templi, el breviario «perdido» La Biblioteca Sanctorum del Instituto Juan XXIII tiene censados unos diez mil santos, pero s6lo unos quinientos han sido canonizados por el estamento eclesidstico."” Y esto no co- menzé a realizarse hasta la primera mitad del siglo XVI, fecha en la que el papa Urbano VIII (1623-1644) decreté el control de la causa de los santos por la Iglesia catélica. Aunque ya Alejandro III, en 1163, habia proclamado el derecho de la Santa Sede al reconocimiento de los santos, todos hicieron oidos sordos y, durante siglos, la aclamacién popular fue el factor dominante para «subir» a los altares. Conocemos la mayoria de estos santos antiguos por los. diversos breviarios conservados de las érdenes religiosas, 0 por ciertos santorales, como la célebre Legenda Aurea de Jacobo de la Vorigine, y el curioso Fios Sanctorum de Alonso de Villegas." Los articulos 74 y 75 de la Regla del Temple, nos dicen las fiestas y santos que debian ce- lebrar los caballeros, pero son santos «de uso general» en la Iglesia: Matias, Jorge, Esteban, Bartolomé, Jaime, Miguel, Lorenzo, Simén y Judas, todos los cuales guardaban alguna rela- cién con la milicia o el martirio. No dice nada de santos propios, por razones obvias: todavia no han sido creados. Recordemos que el primer santo especificamente templario sera su pri- mer maestre, Hugo de Payns, muerto hacia 1136, afios después de escrita y aprobada la Re- gla, cuya cabeza era venerada cada 24 de mayo en un relicario «jefe» o «

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