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Enrique Krauze
Con Original
El peridico La Jornada del 13 de octubre public varias fotos espeluznantes sobre las
"anticelebraciones'' del da anterior. El contenido de ambas, me provoc la siguiente reflexin.
Los lectores de El Norte no necesitan verlas: les bastar imaginarlas.
Es Lenin en una ciudad siberiana? Es Stalin en un suburbio de Georgia? No. La estatua que
derriban los cvicos integrantes del Frente Cvico de Morelia es la del fundador de Morelia,
Antonio de Mendoza. Sabran que a Mendoza, primer Virrey de Nueva Espaa, se debe la traza
de la Ciudad de Mxico? Sabrn estos valientes que Mendoza fue cofundador del Colegio de
Santa Cruz en Tlatelolco donde Sahagn y sus informantes indgenas reconstruyeron la historia y
la cultura del mundo azteca? Seguramente no y no les importa: nada igual al placer de destruir.
Es el Gran Inquisidor lanzando anatemas contra los herejes? Es Savonarola blandiendo la cruz
para destruir el arte impo? No. Es un furibundo defensor de los indios que ha arrancado la cruz a
la estatua de Coln para destruir con ella una de las efigies de la glorieta.
Sabr este aguerrido caballero guila que la cruz de los misioneros como Fray Bartolom de las
Casas civiliz al Pas y atenu la servidumbre de los indgenas? Seguramente no y no le importa:
nada iguala el placer de destruir.
Negar que la Conquista fue, en gran medida, como deca las Casas, la destruccin de las Indias
mediante la opresin, el asesinato, la guerra y la enfermedad, es tan absurdo como negar la
paternidad cultural de Espaa e idealizar el pasado indgena olvidando sus atroces carniceras.
Pero estos nuevos salvajes estn ms all de la polmica entre hispanistas e indigenistas. Su furor
destructivo encierra lecciones importantes para los tiempos que vienen.