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Presidente Dieter F.

Uchtdorf, “El reflejo en el agua”

Charla fogonera del SEI para los Jóvenes Adultos • 1º de noviembre de 2009 •
Universidad Brigham Young

Mis queridos hermanos y hermanas, si tomamos los dos himnos que acabamos
de escuchar: “Loor al Señor, el Todopoderoso” y “Haz tú lo justo”, y los
convertimos en el lema de nuestra vida, estaremos bien encaminados para
regresar a nuestro Padre Celestial. ¡Qué panorama tan hermoso presentan! En
mi imaginación, puedo ver muchos otros rostros como los suyos: miembros
jóvenes de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días de todas
las naciones del mundo. No todos se ven iguales, pero tienen muchísimo en
común. Considero que ésta es una oportunidad selecta, y le agradezco al
presidente Monson por darme esta oportunidad de pasar unos cuantos minutos
con ustedes.

El patito feo
Uno de los autores más queridos de todas las épocas fue el escritor danés
Hans Christian Andersen. En una de sus historias, “El patito feo”, una mamá
pata descubre que uno de sus pequeños patitos es muy feo y más grande de lo
normal. Al principio, la madre se pregunta si habría incubado el huevo de un
pavo, pero el feo pequeñito podía nadar tan bien como sus otros hijos;
entonces llega a la conclusión de que el pobrecito simplemente es anormal y
que está desfigurado.

Sin embargo, los otros patitos no dejan al patito feo en paz. Lo molestan
despiadadamente, lo picotean, se burlan de él y lo hacen sentir miserable.
Finalmente, el patito feo decide que será mejor para todos si deja a su familia;
entonces se escapa. Durante el crudo frío del primer invierno que pasa solo, el
pobre patito casi muere de frío, pero se las arregla para sobrevivir. A pesar de
las privaciones que pasa, siente que se está haciendo más fuerte y le encanta
desplegar las alas y levantar vuelo, aun estando solo.

Entonces un día ve volar una bandada de pájaros majestuosos: blancos como


la nieve, sus movimientos son elegantes, tienen cuellos largos y amplias y
elegantes alas. ¡Qué criaturas tan gloriosas y felices! El patito feo anhela volar
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con ellos, pero tiene miedo de que lo maten por ser tan feo; no obstante, luego
decide que eso sería mucho mejor que los eternos picoteos de los otros
animales o que morir de frío en invierno. Así que comienza a volar y los sigue a
un hermoso lago, donde se acomodan sobre el agua.

Cuando aterriza, el patito feo ve en el agua el reflejo de un espléndido cisne.


De a poco, sin poder creerlo al principio, ¡el patito feo se da cuenta de que el
reflejo es suyo! Para su sorpresa, los otros cisnes lo acogen y coinciden en que
él es el cisne más hermoso y majestuoso de todos. Finalmente, descubre su
verdadera identidad.

Las grandes preguntas


Al igual que este cisne, la mayoría de nosotros hemos sentido en algún
momento dado que no encajamos. Mucha de la confusión que tenemos en la
vida proviene simplemente de no comprender quiénes somos. Muchísima
gente va por la vida pensando que son de poco valor cuando, en realidad, son
criaturas elegantes, eternas, de infinito valor y con un potencial que supera la
imaginación.

El descubrir quiénes somos en verdad es parte de esta gran aventura que


llamamos vida. Los genios más grandes de la humanidad han luchado
constantemente con estas preguntas: ¿De dónde vinimos? ¿Por qué estamos
aquí? ¿Qué sucede después de que morimos? ¿Cómo encaja todo y qué
sentido tiene?

Cuando comencemos a entender las respuestas a estas preguntas ---no sólo


con la mente, sino con el corazón y el alma--- empezaremos a comprender
quiénes somos y nos sentiremos como el vagabundo que finalmente encuentra
su hogar. Nos sentiremos como el cisne que finalmente descubre quién es en
realidad. Al final todo tiene sentido.

El desafío radica en que es simplemente imposible que las respuestas a estas


preguntas las descubra la humanidad por medio del razonamiento. Las
preguntas relacionadas con lo espiritual requieren respuestas espirituales. Los
que rechazan la revelación e insisten en que haya pruebas tangibles sólo
pueden especular o negar que hay vida antes y después de esta vida terrenal.
Por tanto, quizá nunca lleguen a comprender quiénes realmente son o cuál es
el verdadero propósito de la vida.

Sin embargo, como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los


Últimos Días, hemos sido bendecidos con las respuestas a estas preguntas, y
las compartimos libremente con los que estén dispuestos a escuchar. Las
sabemos, no por la estimación razonada de nadie ni porque hayamos
encontrado una explicación científica, sino porque mensajeros celestiales
revelaron estos misterios al hombre. Ese mismo conocimiento está al alcance
de cualquier persona del planeta que sea sincera de corazón, por medio del
poder del Espíritu Santo.

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No es cosa insignificante. A lo largo de la historia, emperadores y filósofos
hubieran ofrecido grandes tesoros por lo que Dios ha dado libremente en
nuestro tiempo. Dado que es misericordioso y ama a Sus hijos, Dios ha dado
nuevamente, en estos últimos días, la verdad concerniente a de dónde vinimos,
por qué estamos aquí y a dónde vamos.

Mis queridos y jóvenes amigos, este conocimiento les permite ver su propio
reflejo en el agua. Les asegura que no son comunes, que no se les rechaza y
que no son feos. Ustedes son divinos: más hermosos y gloriosos de lo que
puedan imaginarse. Este conocimiento lo cambia todo. Cambia su presente,
puede cambiar su futuro y puede cambiar el mundo.

Somos muy conscientes, mis queridos jóvenes amigos de la Iglesia


dondequiera que se encuentren, de que enfrentan muchos desafíos en su
joven vida. Por medio de sus líderes y por contactos personales con ustedes,
me he enterado de la amplitud de sus inquietudes. He escogido, de entre las
muchas preguntas que he recibido, sólo unas cuantas que pienso que son de
las más difíciles y penosas que los están afectando a ustedes, los miembros
jóvenes de todo el mundo. El día de hoy es mi deseo inculcar en su mente y su
corazón la forma en que el conocimiento de quiénes son en realidad les puede
ayudar a conquistar con éxito los problemas más difíciles de la vida.

Ser o no ser
Ésta es la primera pregunta: “Estoy infeliz y deprimido. A veces parece que el
mundo sería mejor si yo no estuviera en él. ¿Para qué continuar viviendo?”.

Permítanme dejar algo en claro: la depresión severa y el considerar el suicidio


no son asuntos triviales y deben tomarse muy en serio. Exhorto a los que
sufran de depresión y que tengan pensamientos suicidas a que busquen la
ayuda de profesionales y de líderes de la Iglesia de confianza. Si saben de
alguien que esté pensando en el suicidio, sean amigos verdaderos y
asegúrense de que reciba la ayuda que necesita. Les amamos y deseamos
que tengan éxito y sean felices en la vida.

Habiendo dicho eso, la mayoría de las personas se sienten tristes o


incompetentes en algún momento de la vida. Es natural tener momentos de
infelicidad y dudar de nosotros mismos. La pregunta: “¿Por qué continuar
viviendo?” es simplemente otra forma de expresar la antigua frase que escribió
William Shakespeare 400 años atrás y que, desde entonces, han pronunciado
millones de Hamlets del mundo entero: “Ser o no ser, esa es la cuestión”1.

Pero Shakespeare estaba equivocado. “Ser o no ser” no es la cuestión. Hay


otras opciones más allá de esa sencilla contradicción. Yo haría que Hamlet se
volviera al público y le dijera: “Sabiendo que soy un hijo de Dios, ¿qué tengo
que hacer y ser para estar a la altura de este potencial? Ésa es la cuestión”.
Comprendo que esa edición arruinaría por completo una de las más grandes
obras maestras literarias de todas las épocas; sin embargo, si yo escribiera un
guión para ustedes, esas son las palabras que usaría.

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Piensen de dónde proceden. Ustedes son hijos e hijas del ser más grandioso y
glorioso del universo. Él los ama con un amor infinito y desea lo mejor para
ustedes. ¿Creen ustedes que nuestro Padre Celestial desea que se sientan
deprimidos y tristes? No. Él nos ha dado los mandamientos, que son el camino
real hacia una vida con propósito, paz y gozo, y lo único que tenemos que
hacer es seguirlo. El conocer los mandamientos de Dios y vivir de conformidad
con ellos realmente nos lleva a la satisfacción y al gozo.

Nuestro destino es más grande de lo que imaginamos. Si tan sólo


comprendiéramos quiénes somos y lo que nos espera, nuestro corazón
rebosaría de tal gratitud y felicidad que iluminaría incluso los pesares más
sombríos con la luz y el amor de Dios, nuestro Padre Celestial. La próxima vez
que se sientan infelices, recuerden de dónde provienen y a dónde van. En lugar
de sumir sus pensamientos en pesar, decidan concentrarse en lo que llena su
alma de esperanza; y se darán cuenta de que todo eso se relaciona siempre
con servir a Dios y a nuestros semejantes. Recuerden que el Señor les ha dado
Su palabra en las Escrituras. Oren a Él con sinceridad; hablen con Él a diario;
aprendan de Él y anden por Su camino. Sirvan a Dios y a sus semejantes.

Recuerden que hay “un tiempo de llorar”, pero también uno de “reír; un tiempo
de lamentar y un tiempo de bailar” (Eclesiastés 3:4). Si su corazón ha estado
apesadumbrado durante algún tiempo, quizá sea hora de permitir que la luz del
Hijo de Dios entre en su corazón. Les suplico que simplemente miren al agua ¡y
observen su verdadero reflejo! ¡Dense cuenta del propósito por el cual fueron
creados! ¡Levanten el rostro y eleven la vista hacia el horizonte!

¡Es bueno que rían! ¡Es bueno que estén felices! Eleven sus voces y “alab[en]
al Señor con cantos, con música, con baile y con oración de alabanza y acción
de gracias” (Doctrina y Convenios 136:28).

No puedo imaginar un cielo lleno solamente de seres sombríos que nunca


hablan o que no disfrutan de la música ni les gusta charlar con los demás; para
mí, eso no es el cielo. Estoy seguro de que no fueron creados para pasar horas
y días de su vida aislados el uno del otro, preocupados y desesperados.
Fueron creados para tener gozo (véase 2 Nefi 2:25), así que ¡celebremos las
misericordiosas bendiciones de un gozoso y amoroso Padre Celestial!

No tienen que esperar que alguien les dé permiso para llenar su corazón de
acción de gracias y felicidad; pueden hacerlo muy bien por ustedes mismos.
Reúnanse como jóvenes, en sus barrios o ramas, pero también con los jóvenes
de estacas y distritos vecinos. Bailen, estudien el Evangelio y presten servicio
juntos; presten servicio a sus semejantes y diviértanse al hacerlo. Es mi ruego
sincero que el conocimiento de quiénes son y lo que pueden llegar a ser llene
su alma del apacible amor de Dios y que ello encienda en ustedes una felicidad
digna de su verdadero legado, puesto que en realidad son príncipes y
princesas, reyes y reinas.

¿Encontraré a mi alma gemela?

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Ahora bien, otra pregunta que escuchamos de ustedes, jóvenes, es: “Me siento
tan solo o sola. ¿Llegaré a encontrar a mi alma gemela?”. Tengo varias cosas
que decir al respecto, pero comencemos con el concepto de encontrar a la
persona que fue hecha para ustedes, la que es perfecta para ustedes.

Hay un viejo cuento sobre una jovencita que está en una excavación
arqueológica y descubre una lámpara antigua. Cuando la frota, aparece un
genio que le ofrece cumplirle un deseo. Ella piensa por un momento y le pide
paz mundial: que las personas se amen y vivan en armonía para siempre.

El genio considera su petición y finalmente dice: “Lo que me pides es


imposible. La división entre los pueblos del mundo es demasiado profunda y ha
existido por demasiado tiempo. Por favor pídeme otra cosa. Cualquier cosa,
menos eso”.

Entonces, la jovencita piensa de nuevo y dice: “En algún lugar está la persona
que fue hecha para mí. Lo quiero encontrar: alguien que sea guapo, atento y
que tenga sentido del humor; alguien que ayude con los quehaceres de la
casa, que le gusten los niños, que no vea deportes todo el tiempo, que tenga
un muy buen trabajo, que piense primero en mi felicidad; alguien que salga de
compras conmigo y que se lleve bien con mi familia”.

El genio considera su petición por un momento, suspira profundamente y luego


dice: “Déjame ver qué puedo hacer para concederte la paz mundial”.

Sé que esto será una desilusión para algunos, pero no creo que haya una sola
persona correcta para ustedes. Creo que me enamoré de mi esposa, Harriet, la
primera vez que la vi. Sin embargo, si ella hubiera decidido casarse con otra
persona, creo que yo hubiera conocido a alguien más y me hubiera enamorado
de esa otra persona. Estoy eternamente agradecido que esto no haya sido así,
pero no creo que ella haya sido mi única oportunidad de lograr la felicidad, ni yo
la de ella.

Otro error que pueden cometer al salir en citas es esperar encontrar la


perfección en la persona con la que estén. La verdad es que las únicas
personas perfectas que conocen probablemente son las que no conocen bien.
Todos tenemos imperfecciones. Ahora, no estoy sugiriendo que rebajen sus
normas y que se casen con alguien con quien no podrán ser felices. Pero me
he dado cuenta conforme he madurado en la vida que, si alguien está
dispuesto a aceptarme ---tan imperfecto como soy--- entonces yo también
debería estar dispuesto a ser paciente con las imperfecciones de los demás.
Ya que no encontrarán la perfección en su compañero, y él o ella no la
encontrará en ustedes, la única oportunidad que tienen de obtenerla es crear la
perfección juntos.

Hay quienes no se casan porque sienten una falta de “magia” en la relación.


Por “magia” supongo que quieren decir chispas de atracción. El enamorarse es
un sentimiento maravilloso, y nunca les aconsejaría que se casen con alguien a
quien no aman. Sin embargo ---y esto es algo que a veces es difícil aceptar---
esa chispa mágica debe ser pulida continuamente. Cuando la magia perdura
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en una relación es porque la pareja hizo que así fuera, no porque apareció de
forma mística impulsada por alguna fuerza cósmica.

Francamente, requiere esfuerzo. Para que una relación sobreviva, ambas


partes aportan su propia magia y la usan para sostener su amor. Aunque he
dicho que no creo que haya una sola alma gemela para alguien, sí sé esto: una
vez que se comprometan a casarse, su cónyuge se convierte en su alma
gemela, y es su deber y su responsabilidad esforzarse cada día para que así
sea. Una vez que se hayan comprometido a esto, la búsqueda del alma gemela
se acabó. Nuestros pensamientos y acciones cambian de buscar a crear.

¿Y qué sucede con aquellos que abandonan la esperanza de encontrar a un


compañero eterno? Primero, no se den por vencidos. Vayan a actividades,
conozcan a personas y hagan su parte. Sé que salir con personas del sexo
opuesto puede ser difícil. El rechazo es una de las cosas más dolorosas que
podemos pasar. Créanme que sé lo que se siente. Yo me enamoré de Harriet
mucho antes de que ella se enamorara de mí.

Pero eso no me detuvo; para nada. Buscaba maneras de estar en el mismo


lugar donde ella estaba. Cuando repartía la Santa Cena en la capilla, me las
arreglaba para repartírsela a su familia. Me esforzaba por impresionarla, pero
creo que me consideraba un poco inmaduro. Ella simplemente no sentía la
chispa. Perdí la esperanza de algún día convencerla de que yo podía ser más
que un amigo.

Así que me fui; me uní a la Fuerza Aérea y luego me fui al otro lado del mundo
para aprender a ser piloto en los Estados Unidos. No fue sino hasta que
regresé a Alemania, tras haber completado mi entrenamiento como piloto de
guerra, años después de haberla conocido, que esta hermosa jovencita me vio
y dijo las palabras mágicas que, durante tanto tiempo, había anhelado
escuchar: “Maduraste desde la última vez que te vi”.

No perdí el tiempo después de eso, y, a los pocos meses, me casé con la


mujer que había amado por mucho, mucho tiempo.

Así que no se den por vencidos, hermanos y hermanas. Sólo porque los han
rechazado una o dos veces ---o tres o cuatro o doscientas veces--- no se
desesperen. Hermanos, el secreto de encontrar a la mujer de sus sueños es
conocer a muchas y entonces, cuando se enamoren y sientan que es lo
correcto, pídanle que se case con ustedes. Si dice que no, continúen su
búsqueda y oren hasta que finalmente lleguen con una joven al altar del
templo; así que, no se den por vencidos.

Ahora, hermanas, tengan delicadeza. Está bien si rechazan peticiones de citas


o propuestas de matrimonio, pero háganlo con delicadeza. Y hermanos, ¡por
favor comiencen a invitarlas! Hay demasiadas de nuestras jóvenes que nunca
salen en citas. No supongan que ciertas chicas nunca saldrían con ustedes. A
veces ellas se preguntan por qué nadie las invita. Simplemente pregúntenles, y
estén preparados para seguir buscando si la respuesta es no.

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Una de las tendencias que vemos en algunas partes del mundo es que nuestra
gente joven sólo se junta para “pasar el rato” en grupos grandes en vez de salir
en citas. Si bien no hay nada de malo en reunirse con frecuencia con otras
personas de su edad, no sé si realmente puedan llegar a conocer a las
personas cuando siempre están en grupo. Una de las cosas que deben
aprender es cómo tener una conversación con una persona del sexo opuesto.
Una forma magnífica de aprender esto es estando a solas con alguien,
hablando con ella o él sin una red de seguridad, por así decirlo.

Las citas no tienen que ser ---y en la mayoría de los casos no deberían ser---
ocasiones costosas y de grandes planes. Cuando mi esposa y yo nos
mudamos de Alemania a Salt Lake City, una de las cosas que más nos
sorprendió fue el proceso detallado y a veces estresante por el cual los jóvenes
tenían que pasar para pedir y aceptar citas.

Relájense; busquen formas sencillas de estar juntos. Una de las cosas que
más me gustaba hacer cuando era joven y buscaba una cita, era acompañar
caminando a alguna jovencita a su casa después de una reunión de la Iglesia.
Recuerden que su meta no debe ser tener una filmación de su cita para que la
vean un millón de personas en YouTube. La meta es llegar a conocer a una
persona particular y aprender a desarrollar una relación significativa con el sexo
opuesto.

Ahora, hay algunos entre ustedes, excelentes jóvenes de la Iglesia, que tal vez
nunca se casen. Aun cuando sean dignos en todo sentido, es posible que
nunca encuentren a alguien con quien sellarse en el templo del Señor durante
esta vida. No hay manera de que alguien que no haya sentido esta
desesperación realmente comprenda la soledad y el dolor que ellos
posiblemente sientan. Sé de muchas mujeres que lo que más desean en esta
vida es ser esposa y madre, y no pueden comprender por qué sus oraciones
nunca han sido contestadas. También hay muchos hombres solteros que, por
alguna razón, también se encuentran solos.

Primero, permítanme decirles que nuestro Padre Celestial escucha sus


oraciones; Él conoce los deseos de su corazón. No puedo decirles por qué las
oraciones de una persona se responden de cierta manera mientras que las de
otra se contestan de otra. Pero sí puedo decirles esto: los deseos justos de su
corazón se cumplirán.

A veces es difícil ver lo que está más allá del sendero que está frente a
nosotros. Somos impacientes y no queremos esperar el cumplimiento futuro de
nuestros más grandes deseos. Sin embargo, el breve período de esta vida no
es nada en comparación con la eternidad. Si tan sólo tenemos esperanza,
ejercemos la fe, y perseveramos hasta el fin con alegría, y digo perseverar
hasta el fin con alegría; allí, en ese futuro celestial se cumplirán los deseos
justos de nuestro corazón y muchísimo más de lo que podemos comprender
ahora.

Mientras tanto, no esperen que alguien más complete su vida. Dejen de dudar
de ustedes mismos y de preguntarse si tienen algún defecto. Por el contrario,
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procuren lograr su potencial como hijos de Dios; esfuércense por aprender;
ocúpense en una profesión significativa y busquen la satisfacción en el servicio
a los demás. Utilicen su tiempo, sus talentos y sus recursos para mejorarse a sí
mismos y para bendecir a los que los rodean. Todo esto es parte de su
preparación para tener una familia. Participen activamente en su barrio o rama,
y procuren magnificar sus llamamientos, sin importar cuáles sean.

El gran propósito de esta existencia terrenal es aprender a amar plenamente a


nuestro Padre Celestial y a nuestros semejantes como a nosotros mismos. Si lo
hacemos con todo nuestro poder, mente y fuerza, nuestro destino eterno será
grande y glorioso más allá de lo que nos podemos imaginar. Sean fieles, y todo
saldrá bien. Ésa es la promesa eterna que se da a todos los que lo aman y
honran.

¿Puedo permanecer fiel?


Una tercera pregunta que los jóvenes se hacen es: “¿Puedo permanecer fiel?”.
Hay quienes tienen dudas en cuanto a Dios o la Iglesia. Otros ceden a la
tentación que los aleja de la seguridad del sendero estrecho y angosto del
discipulado.

Cuando era piloto, con frecuencia veía un interesante fenómeno meteorológico


al volar entre Europa y África. Se llama convergencia intertropical, y es un
conjunto de tormentas eléctricas que se desplazan al norte y al sur del ecuador,
y que llena el horizonte de enormes y amenazantes columnas de nubes.

No podía mirar esas nubes sin quedar fascinado por su belleza y majestad. Se
extendían y formaban enormes figuras negras, dentro de las cuales los rayos
brillaban con luz resplandeciente de una punta a la otra en una furia de fuego
indescriptible. ¡Qué panorama tan glorioso y fascinante!

Pero ¿qué piensan que hacen los pilotos cuando se acercan a esas tormentas?
Las evitan, sin importar cuán hermosas e intrigantes parezcan ser. Conforme la
humedad se eleva en esas nubes, comienza a congelarse, formando granizo
del tamaño de pelotas de fútbol que pueden perforar el metal y destruir un
avión. La turbulencia severa y las descargas eléctricas pueden incapacitar los
aviones y sus sistemas.

¿No es acaso verdadero el mismo principio cuando ven cosas que pueden
causar daño espiritual? La tentación no sería tentación si no pareciera
atractiva, fascinante o divertida. Pero, tal como el piloto que se acerca a la
tormenta, hay que aprender a evitarla, sin importar cuán hermosa o intrigante
pueda parecer.

Puesto que nuestro Padre Celestial ama a Sus hijos, nos ha dado
mandamientos para mantenernos a una distancia segura de esas tormentas
dañinas. Él no obliga a ninguno de Sus hijos a caminar en Su senda. Él permite
y espera que nosotros tomemos la decisión. Pero deben saber esto: algunas
decisiones llevan al desastre; por lo tanto, escojan lo correcto.

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Agrego mi testimonio al coro de advertencias en contra del terrible problema de
la pornografía. Evítenla; manténganse alejados de ella. Las mismas palabras
que usábamos para entrenar a los pilotos en cuanto a las tormentas eléctricas
se las digo en cuanto a la pornografía: “Eviten, eviten, eviten”.

No supongan que pueden poner la trompa del avión sólo un poco dentro de la
tormenta; no coqueteen con la pornografía. Recuerden que con frecuencia las
cosas más repugnantes y destructivas pueden parecer atractivas al principio.
Eviten las cosas que puedan ponerlos en peligro.

¿Es verdad?
Vayamos al siguiente punto: ¿Qué sucede con las dudas y las preguntas?
¿Cómo llegan a saber que el Evangelio es verdadero? ¿Está bien tener
preguntas en cuanto a la Iglesia y su doctrina? Mis queridos jóvenes amigos,
somos personas que hacen preguntas, porque sabemos que el preguntar
conduce a la verdad. Fue así que comenzó la Iglesia, por un joven que tenía
interrogantes. De hecho, no estoy seguro de cómo se puede descubrir la
verdad si no se hacen preguntas. En las Escrituras, rara vez encontrarán una
revelación que no se haya recibido en respuesta a una pregunta. Cuando
surgía una pregunta y José Smith no sabía la respuesta, le preguntaba al
Señor, y el resultado de ellas son las maravillosas revelaciones de Doctrina y
Convenios. Con frecuencia el conocimiento que José recibía iba más allá de la
pregunta original, y eso se debe a que el Señor no sólo puede contestar la
pregunta que hacemos, sino, más importante aún, puede darnos respuestas a
las preguntas que deberíamos haber hecho. Prestemos atención a esas
respuestas.

La obra misional de la Iglesia se basa en investigadores sinceros que hacen


preguntas sinceras. La indagación es la cuna del testimonio. Algunos quizá se
sientan avergonzados o indignos porque tienen preguntas en cuanto al
Evangelio, pero no deberían sentirse así. El hacer preguntas no es señal de
debilidad; es el acto precursor del crecimiento.

Dios nos manda buscar respuestas a nuestras preguntas (véase Santiago 1:5–
6) y sólo nos pide que las busquemos “con un corazón sincero, con verdadera
intención, teniendo fe en Cristo” (Moroni 10:4). Cuando lo hacemos, la verdad
de todas las cosas nos será manifestada “por el poder del Espíritu Santo”
(Moroni 10:5).

No teman; hagan preguntas; ¡sean curiosos, pero no duden! Siempre aférrense


a la fe y a la luz que ya han recibido. Puesto que nuestra visión es imperfecta
en la vida terrenal, no todo va a tener sentido en este momento. De hecho,
pienso que si todo tuviera sentido sería prueba de que todo había sido
inventado por una mente terrenal. Recuerden que Dios ha dicho:

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos


mis caminos…

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“Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos
que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”
(Isaías 55:8-9).

Sin embargo, ustedes saben que uno de los propósitos de la vida terrenal es
llegar a ser más parecidos a su Padre Celestial, en sus pensamientos y en sus
caminos. Desde esta perspectiva, el buscar respuestas a sus preguntas puede
acercarlos más a Dios, lo cual fortalecerá su testimonio en vez de debilitarlo. Es
cierto que “la fe no es tener un conocimiento perfecto” (Alma 32:21), pero al
ejercitar la fe, aplicar los principios del Evangelio todos los días, bajo cualquier
circunstancia, probarán el dulce fruto del Evangelio, y por este fruto sabrán de
su verdad (véase Mateo 7:16-20; Juan 7:17; Alma 32:41-43).

Ustedes son eternos


Siempre habrá voces que les dirán que son insensatos por pensar que son
cisnes; que insistirán en que sólo son patitos feos y que no pueden esperar
llegar a ser ninguna otra cosa.

Pero ustedes saben que no es así. Gracias a la palabra revelada de un Dios


misericordioso, han visto su verdadero reflejo en el agua y han podido sentir la
gloria eterna de ese espíritu divino que forma parte de ustedes. Ustedes no son
seres comunes, mis queridos jóvenes amigos de todo el mundo; ustedes son
gloriosos y eternos.

Sin importar cuáles sean las circunstancias o las pruebas de su vida, los
exhorto a que recuerden quiénes son, de dónde provienen y a dónde van, ya
que las respuestas a esas preguntas realmente brindarán confianza y dirección
a su vida.

Su Padre Celestial vive; Él los conoce. Él les habla en estos últimos días por
medio de profetas y apóstoles. El presidente Thomas S. Monson es el profeta
del Señor en la tierra en la actualidad. La Iglesia es dirigida por el Salvador
Jesucristo; yo lo sé; Él está a la cabeza de esta Iglesia.

En el día de hoy les hablo con imperfección y con acento alemán, pero les
prometo que las palabras que sienten en el corazón y en la mente y en el alma
les llegan por medio de la elocuencia, la pureza y el poder del Espíritu Santo; y
por el poder del Espíritu Santo pueden saber la verdad de todas las cosas.

Hermanos y hermanas, mis queridos amigos: los amo, los amo con todo mi
corazón; estoy agradecido por ustedes; estoy agradecido por su bondad. Como
apóstol del Señor Jesucristo, nuestro Salvador, los bendigo en forma individual
y colectiva, para que aprendan a saber quiénes son en realidad y qué deben
hacer y ser para llevar una vida feliz y satisfactoria.

Es mi ruego y bendición que, cuando vean su reflejo, ver más allá de las
imperfecciones y dudas, y que puedan reconocer quiénes realmente son: hijos

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e hijas gloriosos de Dios Todopoderoso. En el sagrado nombre de Jesucristo.
Amén.

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