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Revista Latinoamericana de PARADIGMAS DE LA SOCIOLOGIA DEL TRABAJO Afio 1 * Numero I + 1995 Asociacién Latinoamericana d Sociologia del Trabajo Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Director Enrique de la Garza Toledo Subdirector Jorge Carrillo Viveros Comité de redaccion lan Bizberg Monica Casalet Agustin Escobar Ludger Pries José Carlos Ramirez Ma. Teresa Rendon Carolina Teran Consejo editorial Juarez R. Brandao Lopes Michael Buroway Juan José Castillo Rainer Dombois Helena Hirata John Humphrey Harry Katz Adriana Marshall Michelle la Rossa Administracion y suscripciones Asociacion Latinoamericana de Sociologia del Trabajo, AC Apartado postal 55-536, 09340 México, DF Fax: ($25) 724 47 89 E mail EGT @ XANUM . uam-mx Precio por ejemplar: 25 nuevos pesos Suscripcion anual México: 50 nuevos pesos América Latina: 15 US délares Resto del mundo: 25 US délares Trapas O STUDIOS del Revista Latinoamericana de PARADIGMAS DE LA SOCIOLOGIA DEL TRABAJO AST Asociacién Latinoamericana de Sociologia del Trabajo Instituciones patrocinadoras de este ntimero Casa aberta al empo Universidad Auténoma Metropolitana Facultad de Economia, UNAM Revista Latinoamerica de Estudios del Trabajo Afio I, num. 1, 1995 © Asociacion Latinoamericana de Sociologia del Trabajo ISSN 1405-1311 Diseno original: Ma. Eugenia Vidales Solis Produccién gréfica y edicién: Héctor R. de la Vega Foto portada: Sergio de la Pena Produccion: Imprimeria Ayotla SC Se permite la reproduccién total o parcial de los articulos de este numero mientras se cite la fuente y se envie una copia 4 la Revista SUMARIO 5 Editorial PARADIGMAS DE LA SOCIOLOGIA DEL TRABAJO 13 Juan José Castillo cA donde va la Sociologia del Trabajo? 43 John Humphrey Nuevas tematicas en Sociologia del Trabajo 73 Lats Abramo y Cecilia Montero La Sociologia del Trabajo en América Latina: Paradigmas tedri- cos y Paradigmas productivos Pl. Rainer Dombois y Ludger Pries éNecesita América Latina su propia Sociologia del Trabajo? EL MUNDO DEL TRABAJO 135 Marcia de Paula Leite Novas formas de gestio de mio-de-obra e sistemas participativos en Brasil 155 Alvaro Diaz Ajustes estructurales y actores sociales en México y Chile 193 Jorge Carrillo La experiencia latinoamericana del Justo a Tiempo y el Control Total de Calidad RESENAS Editorial En noviembre de 1993 se llevé a cabo en la ciudad de México el Primer Congreso Latinoamericano de Sociologia del Trabajo y se fundaron la Asociacién Latinoamericana de Sociologia del Trabajo y la Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo. En América Latina existe ya una masa critica de investigadores de los problemas laborales que desde diversas disciplinas requieren de 6rganos académicos para el intercambio de resultados de investiga- cién, y para la difusién y el debate de interpretaciones tedricas y metodologias. Ei caldo de cultivo actual de estas reflexiones ha sido la reestructuracién productiva y de los Estados en la region a partir de la década de los ochenta. A medida que el interés por investigar las nuevas realidades del mundo del trabajo ha aumentado conside- rablemente en Latinoamérica, la difusién de los grandes paradigmas interpretativos acerca de {a reestructuracién productiva, de los mercados de trabajo y los sistemas de relaciones industriales se ha producido con gran rapidez. Sin embargo, la tradicién intelectual tatinoamericana de exigir de entrada explicaciones globales, el con- vertirlas en una especie de credos politicos y hasta existenciales ha contribuido muchas veces a {a asimilacidn acritica de dichas teorizaciones. Nos hace falta acumular mas resultados empiricos de investigacion, recuperar el espiritu critico que otrora caracterizé también al pensamiento latinoamericano y, sobre todo, atrevernos a proponer nuevos conceptos que capten no sdlo especificidades de nuestras sociedades, sino que leguen a cuestionar a aquellos que con gran suficiencia se presentan como las nuevas verdades de los rumbos productivos para todos los paises. Las economias a nivel mundial han experimentado en [a Ultima década una transformacién slo comparable con la de la Revolucion Industrial o con la del surgimiento dei taylorismo-fordismo. Hay diversas explicaciones acerca de lo que entré en crisis, pero hay consensoO en que se ha producido una reestructuracién en las tendencias de la economia y la produccién a nivel internacional. Para algunas de las teorias en voga se trata de una crisis sobre todo del Estado [keynesiano, interventor, social}; para otros es la parte de 2 Letivoanericona dios del Erab3jo un ciclo largo recesivo, que sera seguido por otro expansivo por medio de la aplicacién de los resultados de la tercera revolucion tecnolégica; hay quienes plantean que ha sido la crisis del fordismo, entendido camo el régimen de acumulacion dominante en las ultimas décadas, y de su modo de regulacidn. En la teoria de la regulacién el fordismo es comprendido en varios niveles: como un tipo de proceso de produccion con un sistema de maquinas en linea continua y una organizacién del trabajo parcializado, con control de tiempos y movimientos, simplificado, estandarizado; también es la articula- cién entre produccién en masa y consumo en masa asociado con formas institucionales que asegurarian su reproduccién mediante la gestion estatal, os contratos colectivos y el salario indirecto La crisis del fordismo implicaria un agotamiento del régimen técnico prexistente (costos del gigantismo, amortiguamiento de la productividad, aumento dei trabajo improductivo en el interior de la empresa]; la contradicci6n entre técnicas productivas rigidas y prospectivas macroecondémicas inciertas; la disgregacién del orden econémico internacional (Bretton Woods); la elevacién de costos salariales no compensados por la elevacién de la productividad, y ademis el crecimiento en la composicién organica del capital que se estarian traduciendo en la caida de la tasa de ganancia y provocando una crisis de rentabilidad Para Piore se trataria de la crisis del modelo industrial de la produccion en serie, caracterizado por el uso de maquinas especiales, trabajadores semicalificados y la produccion de bienes estandar. La crisis se daria en dos sentidos: la de la produccidn en serie, por su rigidez ¢ incapacidad para responder con agilidad a las demandas del mercado; y de regulacion, es decir, de las instituciones que permitian equilibrar produccion y demanda. La produccién en serie tendria un conjunto de rigideces que impedirfan su funcionalidad en el nuevo marco de economia de compradores con demandas fluctuantes: las maquinas especializadas serian restringidas para cambiar de modelo © de producto; rigidez en cl sistema de maquinas (las variaciones de modelo o de producto; serian un limite para aumentar la productivi- dad); los limites de la optimizacién entre tiempos productivos y tiempos muertos de transporte entre etapas del proceso productivo; los limites fisicos 0 siquicos del obrero para aumentar la produccién intensificando el trabajo (ausentismo, rotacién externa, sabotaje, «paros locos»); los limites legales y contractuales a la intensificacién del trabajo; los limites fijados por la cultura laboral. Como contra- parte, las soluciones a los limites del taylorismo-fordismo pueden resumirse en los siguientes términos: 1. Para los que plantean que los obstaculos productivos son tecnicos, la alternativa seria la aplicacion extensiva de la informatica y la computacion en los procesos de produccién Paradigmas de fa Sociologla de! Trabajo 2. Para los que piensan que las causas de la crisis son sociales mas que técnicas, la salida a la crisis seria un nuevo consenso en los procesos de trabajo, con una nueva cultura laboral y nuevas relacio- nes industriales, flexibles pero con mayor control obrero sobre su trabajo, con enriquecimiento de tareas y cordialidad en las relaciones obrero-patronales. 3. La alternativa de la especializacién flexible, que combina aspec- tos de la opcién dos, pero afiade un par de elementos: por un lado, ja tendencia hacia la produccién en pequeiios lotes flexibles mediante formas de organizacion flexibles, con recalificacién de la fuerza de trabajo, consenso entre capital y trabajo y uso de tecnologia microelectrénica reprogramable. Esta circunstancia harfa competiti- vas a las pequenas empresas respecto de las grandes Por otro lado, la creacién de distritos industriales que darfan a las pequefias empresas una ventaja competitiva adicional seria el desa- trollo de la idea de solidaridad entre pequefios empresarios, en tejidos industriales territorialmente densos, con lazos de solidaridad mas alld de los mercantiles y con la creacién de instituciones regionales de apoyo mutuo. Las anteriores visiones de futuro han recibido criticas diversas: a) La produccién en pequenos lotes flexibles no necesariamente resuel- ve el problema del volumen de la demanda agregada a nivel de una economia o internacionalmente; b) La produccién en pequefios lotes de hecho se combina con la produccién de insumos en masa. ¢) Las tendencias hacia la pequefia produccién se combinan en el plano internacional con la fusion de grandes consorcios; d) la subcontratacion impone relaciones de dependencia alas pequenas y medians empresas respecto de las grandes. Conformandose para algunos no sdlo una tendencia en regimenes de acumulacidn, sino varias dependiendo de la rama, pais, region, etcétera: produccién en masa flexible en la industria moderna de alta tecnologia, y en industrias de tecnologia intermedia mas antigua; especializacién flexible en sectores declinantes que cambian frecuentemente de modelo para poder subsistir; viejos métodos fordistas en paises menos industrializados. En América Latina también hay reestructuracién productiva, pero ésta es probablemente més heterogénea que en los paises desarrolla- dos: hay polarizacion de los aparatos productivos; heterogeneidades de las bases sociotécnicas en el interior de una misma empresa; aplicaciones parciales de |a calidad total y, dudas acerca de si hay tendencias a la especializacion flexible o al posfordismo en la region o mas bien hacia neofordismos, neotaylorismos u otras formas productivas no teorizadas. De una u otra manera, las teorias que hacen referencia a los procesos productivos no resultan convincentes en cuanto a la capacidad de articulacién entre niveles extrafabriles y los de tecno- 8 Revista Latinoamericana de Estudios def trabajo logia y organizacién. Ademés, ef tratamiento mas amplio, el de la teoria de la regulacion, parte de supuestos para armar sistemas que juego en Ja realidad funcionaron con contradicciones permanentes 0 con otros componentes no contenidos en su horizonte tedrico. Esto nos lleva a considerar la improcedencia de pensar los modelos de produccién de manera descontextualizada. Es decir, las bases sociotécnicas (tecnologia, organizacién, relaciones laborales, fuerza de trabajo y gestién} no son exitosas en abstracto, sino articuladas con determinadas relaciones industriales (legislacion laboral, institu- ciones y practicas de solucién de conflictos, pactos corporativos, sistemas de seguridad social}; con ciertas relaciones entre fuerzas sindicales y politicas, mas alla de los sistemas de relaciones industria- les, y con determinadas culturas laborales, regionales y nacional. En otras palabras, el andlisis de la crisis de modelos, regimenes de produccién, etcétera, no vale hacerlo en abstracto (sin considerar el contexto), sino tendria que ser un proceso que avanzara de lo mas abstracto {para el caso de las bases sociotécnicas de un nivel semejante a ia polémica entre fordismo, posfordismo, especializacién flexible, etcétera) pero que no se detuviera ahi, sino que incluyera al «sistema de relaciones industriales», en particular la politica laboral del Estado y las estrategias empresariales y sindicales. Es decir, existe la posibilidad de pasar de un enfoque estructuralista de analisis de la crisis y sus alternativas a otros que incluyan, por supuesto, aspectos de las estructuras, pero junto a actores que elaboran estrategias, deciden y actuan, y pensar que de este choque surgen las formas concretas de produccién exitosas o no. Ni estructuralismo ni funcionalismo serian estrategias de investigacidn adecuadas. Al estructuralismo podemos oponerle una visidn de actores (en nuestro casa, productivos} que elaboran sus estrategias con base en estruc- turas cambiantes, pero también por medio de procesos subjetivos, no todos elios dependientes de ta ciencia. Al funcionalismo podemos oponerle !a posibilidad de coexistencias de aspectos de la realidad productiva con contradicciones, discontinuidades, disfuncionalidades, sin suponer ninguna tendencia a equilibrios, ni a canstituirse siste- mas totalmente coherentes. En esta medida, las estrategias empresa- viales pueden optar por soluciones de acuerdo con fas evaluaciones en parte cientificas, pero también en parte subjetivas de la situacién Y, por supuesto, por la interaccién con otros actores. Las evaluaciones no solo comprenden los aspectos abstractos de los procesos productivos, sino consideraciones acerca de los «siste- mas» politicos, la cultura de los trabaiadores, etcétera EI debate esta abierto en América Latina, los modelos cerrados y autosuficientes son sospechosos de parcialidad. La apertura de fa discusién acerca de los grandes paradigmas que hoy disputan en la sociologia del trabajo tampoco creemos que se resolverd mantenién- Paradigmas de Ia Sociologia del Trabajo lentro de limites disciplinarios, sino en interaccion sobre todo con las grandes teorias sociales, la ogia de las ciencias sociales, tal como se crisis de los estructuralismos y del dose estrictamente d con otros enfoques, metodologia y ta epistemol: presentan después de la gran positivismo. : En este numero | de la revist el de los grandes paradigmas Presentamos algunas de las a i como son en la real ue eee a ampliar el horizonte teorice fructifera polémica que estamos esperando. a hemos escogido como tema central de la sociologia det trabajo actual iciones mas importantes, en debate, lad. Esperamos que los articulos que y a abrir una Enrique de la Garza Toledo Paradigmas de la Sociologia del Trabajo CA donde va la Sociologia del Trabajo? Juan José Castillo Los paradigmas, y las teorfas formuladas en su contexto, tienen dos utilizaciones fundamentales: entender ef mundo (...) y ayudar a los que actian en e/ mundo, Amitai Etzioni, The moral dimension (1988:237) |. Presentacion Una ciencia que no se piensa a si misma, que no intenta aplicar lo que conoce, corre el riesgo de permanecer en un perpetuo y anquilosante circulo autorreproductor, sin «ahondar la comprensién reflexiva de sus propios (presupuestos 0) adhesiones»,! lo que le incapacita para intentar un viaje de exploracién de sus fronteras que le permita aventurarse en tierras incdgnitas, para observar, identificar y desme- nuzar el complejo de «enigmas» que plantean los problemas sociales contemporaneos (Gouldner, 1978:270-271). Este texto es una elaboracién e intento de refinar y sustantivar algunos ejes de reflexién que permitan avanzar, justamente, en la direccién de una suerte de «Sociologia de a sociologia del trabajo», que permitan aportar alguna iJustracién o punto de partida para un redresserment, para un balance y punto de partida. Su pretensién es, utilizando la expresiva metafora de Geertz, servir para mirar a la sociologia del trabajo, a través suyo, mas que para ser mirado en si mismo.? La necesidad —y casi la urgencia, habria que decir-— de una tarea semejante se planted, de forma central, en algunas de las ponencias iniciales del Primer Congreso Latinoamericano de Sociologia del Una version de este trabajo fue presentado en ef Primer Congreso Latinoamericano de Sociologia del Trahafo, ent fa ciudad de México, noviembre 22-26 de 1993. Las primeras versiones de este texto se discutieron en detalle con Santiago Castillo y con Alfonso Orti. Los dos me ayudaron mucho a la mejor estilizactén de los argumentos. En ocasion del Primer Congreso Latinoamericano de Sociologia del Trabajo (México, D.F, noviembre 1993), pude discutir y recoger ideas y sugerencias en Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo, ano 1, nis. ly 1995, pp. 13-42 14 Revista Latinoamericana de Estudios del trabajo Trabajo: las ponencias de Humphrey y la de Dombois y Pries, por ejemplo, coinciden en destacar la problematica de una necesaria refundacién critica de enfoques, métodos, Areas «olvidadas», o renovacién y enriquecimiento interdisciplinar.> Y ese, como se veri en lo que sigue, es el objetivo que nos propusimos nosotros mismos (Castillo, 1993c). La ubicacion social, geografica y cientifica del autor en Europa es el punto de partida, el lugar donde la reflexidn se lleva a cabo, tejido a base de un conjunto de intereses y preocupaciones que se han visto enriquecidos (¢o esclarecidos?) y potenciados por la mirada puesta en América Latina, y por los debates generales en ocasién del congreso de México, que, sin duda alguna, marcara un hito en la evolucién de la propia sociologia del trabajo.* ll. ¢A dénde va la sociologia del trabajo? No se sabe con certeza la razon de la proliferacién de preguntas que tienen un cierto aire trascendental, como esa de a dénde va(mos) !a sociologia del trabajo, y con ella sus socidlogos. Quiz sea el fin del milenio, quiza la (eterna) crisis del capitalismo, quiza que las cosas se oscurecen porque, mire uno a donde mire, en el centro o en los paises semiperiféricos —como he leido que le llaman a Espafa—; en el Norte o en el Sur, esta sociedad que pretende haber Ilegado al fin de su historia (Fontana, 1992}, no ha resuelto, en muchos casos, ni siquiera ef asegurar un minimo «reino de la libertad» sobre fa necesidad para la mayoria de sus ciudadanos. Sea por lo que fuere el caso es que, desde muchos lugares, la sociologia, y ta del trabajo especificamente, parece preguntarse lacerantemente por su futuro. Desde luego, una forma radical de indagar y poner en duda su propio presente, buscando un nuevo papel, e incluso un nuevo objeto que la ayude a descifrar «los enigmas del trabajo», que ayude a identificar el lugar que ocupan los socidlogos en el debate social.> Aunque a pregunta sea —digamoslo asi—, universal, y uno pueda ofrla en cada una de [as comunidades cientificas nacionales o regionales, desde Espaiia quiza tenga tonos y acentos especificos, que conviene sefialar, aunque sea de forma sumaria, para una mejor inteleccién de lo que sigue. aquella sede. En esas mismas fechas, y gracias al buen celo organizador de Agustin Escobat; del CIESAS de Guadalajara (México), tuve la oportunidad de una sosegada tarde de debate en torno al texto primitivo, el | de diciembre de /9?3, en Ixtapan de la Sal, en el que participaron una docena de personas, antropdlogos y socidlogos: Agustin Escobar, Mercedes Gonzalez de la Rocha, Rati! Nieto, Patricia Torres fmexicanos]; Fernando Urrea (Colombia); Consuelo tranzo, Héctor Lucena (Venezuela); Marcia Leite (Brasil); Beatriz Lovesio (Uruguay). Paradigmas de Ia Sociologia del Trabajo 15 Cuando en 1989 haciamos un balance de la situacién espafola, la sociologia del trabajo estaba en plena expansidn tras diez afos de desarrollo titubeante y voluntarista. El retorno a !a democracia no supuso una «causa» inmediata de la recuperacion de una tradicion ya centenaria y hubo de esperarse al reto de la Comunidad Europea para encarar un resurgimiento que ahora esta consolidado.* En efecto, si tomamos como indicador de esa vitalidad las ponen- cias presentadas en el tiltimo Congreso Espafiol de Sociologia (septiembre de 1992), o 1a difusién e influencia de la revista Sociologia del Trabajo, se puede decir que la comunidad cientifica espafiola ocupa su lugar en {as comunidades cientificas europea e internacional. Que goza de buena salud.’ Esa «gran pregunta», recogida en el titulo de este epigrafe, tiene otra pregunta que estd detras de estas reflexiones, la cual surge de la experiencia propia de investigacién, de preocupaciones desde Espafa. Preocupaciones que luego se descubre que son muy compar- tidas por otras comunidades cientificas, casi estructurales. a) Por ejemplo, uno se sorprende al ver que en Europa o en Estados Unidos el ntimero y la incidencia de los accidentes de trabajo aumenta, incluso en los tan elogiados {y poco conceptualizados) servicios», y, sin embargo, éste no es ya un tema prioritario de investigacion. Es mas, se considera un asunto demodeé. Y sin embargo, ahi estan los datos de Francia, donde «la parte de los asalariados afectados por penosidad y dafos en el trabajo aumenta fuertemente entre marzo de 1984 y marzo de 1991». O de Espafia, donde el ntimero de accidentes se ha practicamente duplica- do entre 1984 y 1990. O de California, donde una reciente encuesta ha mostrado las altas posibilidades para los latinos de perder la vida en el trabajo, en la tierra de las tecndpolis y los distritos de alta tecnologia.® Se tiene la impresién de que los riesgos no desaparecen, sino que se hacen social y cientificamente invisibles. Un problema mas para la propia sociologia: €Qué es lo que en nuestras crecientes sociedades de riesgo (Beck, 1992) oculta la distribucion desigual de los males producidos? éCémo y por qué se ocultan los verdaderos les decir, generales) problemas sociales en estas sociedades de espectaculo? b) Uno se pregunta por qué en Espana, con mas de 3 millones de parados sobre una poblacion activa de 4, prevalece en el imaginario En Madrid, en enero de 1994, he discutido este texto en el Seminario de Investigacion «Charles Babbage» en Ciencias Soctales del Trabajo, con Paloma Candela, Javier Méndez, Andrés Alas, Victoria Jiménee, Julio A. Fernandez, Lota San Roman y Maxi Santos. También me han transmitido largas notas «reflexivas» y «fuertes» Juan Manuel Iranzo y Rubén Blanco, de ly Facultad de Ciencias Politicas y Sociologia. re, —_ 16 Revista Latinoamericana de Estudios del trabajo social, en periddicos, en medios de difusién, y quizd en las cabezas de muchas gentes, que los problemas de esta economia son «el fraude al subsidio del desempleo», cuando cualquier minimo estudio de la situacion dice que esa causa es literalmente ridicula. Y sin embargo, mueve montafias de funcionarios... * c) Uno se inquieta por el porvenir de {a teoria (econémica) si un ministro (socialista, ademas) de economia, declara como si fuera su examen de licenciatura, que los sindicatos son anti-obreros, en Espafia, porque al no aceptar sus medidas de restriccién (0 sea reduccién real) de salarios, son «los causantes del paro».'? d) Mirando la realidad que nos circunda es evidente que los saberes ya consolidados y establecidos de la sociologia del trabajo no se hacen saber comtin de la sociedad. Que no se aplican, como cualquier conocimiento establecido de otras ciencias. Parto, por ahora, de la trivializada asuncién de proponerle a la sociologia la tarea de convertir los problemas sociales en problemas socioldgicos sorteando obstaculos epistemoldgicos que le permiten conceptualizar, teorizar, encontrar la «interna trabazon de la reali- dad», para decirlo como el clasico.!' Est claro, en la practica de investigacién de todos nosotros, que Ilegados a este punto, encontrada esa «interna trabazén», ya no es sdlo cuestién de crear conceptos, sino mas bien de crear consensos, de cambiar ideas para cambiar practicas. O viceversa. En todo caso, esta tarea, desde luego, no es cosa (sdlo) de socidlogos. e)] Uno se pregunta, asistiendo a congresos en Venezuela y Francia, donde se retinen investigadores, practicamente de todo el mundo, como es posible que en todos esos lugares los socidlogos se interesen por temas muy semejantes: la produccién ligera, el justo a tiempo, el modelo japonés, la flexibilidad, et a/ns/ de suite. Simultaneamente con el xx Congreso Latinoamericano de Sociolo- gia en Caracas, en junio, la prensa nos avisa de una importante reunion para divulgar modelos japoneses (con participacién de nipones y espafioles). Y hasta un monografico de £/ Nacional plantea como problema numero uno la falta de formacién de la mano de obra venezolana para llegar a la competitividad (Granell, 1993). En San Juan de Puerto Rico, y gracias a la excelente organizaci6n del Dr. Carlos Alé Santiago, que nos reunid del 15 al 22 de mayo de 1994 en el Primer Encuentro Latinoamericano de Soctologia det Trabajo, hemos continuado algunos filones de este debate con lo que bien podriamos llamar la aplana mayor» de los colegas y amigos que aglutina la recién nacida Asociacién Latinoamericana de Sociologia del Trabajo. Paradigmas de Ia Sociologia del Trabajo 17 Pero, éen todos tos paises y para todos los sectores falta formacién de trabajadores (o de mandos)? Para medrar en la profesién hay que ser cientifista, volver a modelos fosilizados, copiados antafio de las ciencias naturales, pero que permiten la (aparente) distancia objetiva del investigador abstrac- to, No implicado. Nada de mancharse las manos. La mejor sociologia esta asi a merced de ser seducida por los «modelos limpios» de la peor economia.'* Y asi, la organizacién de la profesion marcara, tanto en sus focos de atencién, como en la metodologia, la orientacién de la sociologia del trabajo, como si no existiera mas trabajo andaluz que estudiar que el del parque tecnoldgico de La Cartuja o El Corredor de Dos Hermanas en Andalucia. b) Mirar desde la atalaya de la evolucién de «la disciplina» parece casi un dngulo semejante. La sociologia del trabajo, como es sabido, es tan antigua como la misma Sociologia y esta inextricablemente Jigada a sus propios origenes. Recientemente, como se ha afirmado con autoridad, la sociologia del trabajo ha cambiado su posicién respecto a otras ramas de la sociologia, en la misma medida en que el trabajo, de ser una categoria socioldgica central, ha pasado a ocupar un lugar menos relevante. Pero también, aquella preeminencia y desarrollo la han llevado a su fragmentacién actual: de ella han surgido muchos hijos que han querido desarrollar una vida tan auténoma, que parecen, para afirmarse, necesitar «matar al padre», negandole incluso enjundia tedrica a la rama de la que se desgajaron.'” Primera caracteristica actual de la sociologia del trabajo es, pues, su fragmentacion. La segunda, en la coyuntura presente, es, sin duda la de ser una disciplina «asaltada» por otras disciplinas, con las que discute la sociologia del trabajo, en muchas ocasiones, autoimponiéndose Problematicas y puntos de partida, que se plantean como algo novedoso, contra la mas trivial evidencia del conocimiento acumulado en sociologia y otras ciencias sociales. Quizd los mas flagrantes vengan de las economias de los costes de transaccién o de la escuela de la accién racional, o de la accién colectiva. Como dijimos antes, algunos se preguntan si la sociologia acabara seducida por la economia.'® Una disciplina asaltada, pero también enriquecida por el trabajo realmente interdisciplinar. Asi, en el caso de la antropologia, incluyendo un estilo de investigacion, y no sdlo una mirada nueva.'? O de la nueva «socio- a Paradigmas de la Sociologls del Trabajo 19 logia econdémica», que especificamente considera haber enriquecido ala «vieja sociologia de la vida econdmica», de la que la sociologia del trabajo era una de sus encarnaciones, ampliando sus temas de trabajo y recordando que produccién, distribuci6n y consumo se explican por ta insercién de las personas en relaciones sociales.2? O la ergonomia, rompiendo (y ampliando) o develando y reconstruyen- do el objeto mismo de nuestra pasion cientifica, el trabajo: el analisis del trabajo, no sdlo supone estrategias de investigacion especificas, marcadas metodoldgicamente por el estudio directo, la abservacién participante, etcétera, sine que devela aspectos del trabajo que lo amplian. Por ejemplo, los aspectos cognitivos en los sistemas com- plejos de produccién.?! Fragmentada, asaltada y enriquecida, la sociologia del trabajo ampliara su campo hasta constituirse en una disciplina cuyos objeti- vos son «mostrar el conjunto de relaciones colectivas por las cuales se realiza la produccién de bienes y servicios».*? c) Un tercer mirador hacia el futuro de la sociologia del trabajo lo proporcionan las tendencias, el state of the art, la historia proxima, y la base de los programas de investigacion. Desde ellos y por ellos, obviamente, estan dandose las condiciones de posibilidad, el futuro. d) A donde va el trabajo mismo, «todas las formas de trabajo y actividad», usando una expresiva caracterizacién de Ray Pahl, en su Divisiones del trabajo, delimita o sefiala, si se me permite una pardafrasis de una vieja formulacién de Lucien Goldmann, el maximo de conciencia posible de la sociologia det trabajo.”* EI futuro del trabajo delimita fa evolucion posible de su sociologia. A menos que se haga arqueologia, disefio del futuro, utopias, prescripcién en lugar de descripcién. Y no se piense que esto ultimo es algo insdlito en el gremio de los analistas del trabajo. Mas de una vez le gustaria a uno preguntar a un autor, «cde qué posfordismo me hablas?» (Castillo, 1993). Y no sdlo a futuristas de la enésima ola, sino a académicos de rancio prestigio en el Social Sciences Citation Index. Desde luego, podria afirmarse que a tal trabajo (tal concepcién de lo que sea considerado trabajo), tal sociologia. Basta mirar la historia reciente de la disciplina para detectar cémo el objeto material y tedrico de la misma condiciona métodos, alcance, técnicas de inves- tigacion... Asi, basta ampliar el estudio de! trabajo, del trabajador colectivo, al proceso completo de produccién de un bien o servicio para generar una concepcion de la sociologia del trabajo con un particular perfil epistemoldgico. Un ejemplo entre los muchos que vienen a la memoria. Beneria y Roldan, para estudiar el trabajo a domicilio en la ciudad de México, decidieron seguir la cadena de subcontratacién insertando ese traba- 20 Revista Latinoamericana de Estudios del trabajo jo en el proceso mis amplio al que pertenece, recomponiendo la jerarquia que integra el trabajo a domicilio en una pirdmide, en fa cual las condiciones de trabajo y empleo «se deterioran a medida que se baja en la piramide», afirman. La investigacién analiza, ademés, las trayectorias, las relaciones e intercambios en la casa, el «contrato matrimonial», etcétera, etcétera. La conclusién de esta espléndida investigacidn es que no puede entenderse esta punta de la divisién del trabajo que es el trabajo a domicilio sin estudiar, conjuntamente con los aspectos tradicionalmente analizados por la sociologia del trabajo, la organizacion productiva, la subcontratacion, las dependen- cias de empresas nacionales o internacionales. Por otro lado, tampo- co se puede entender el significado y funcionamiento del trabajo a domicilio sin estudiar los cambios en el papel de la mujer, las relaciones de género en la sociedad, las «ideas hechas» sobre los talentos de las mujeres y los mecanismos por los cuales se convierten en rasgos de beneficio para las empresas, etcétera.?° Esta sociologia del trabajo esta asi a mil leguas en sus problemas, métodos, objeto y objetivos de otras sociclogias del trabajo «vieias» © «posmodernas». F iguaimente Io estard en el futuro una sociologia del trabajo capaz de seguir al trabajo en sus evoluciones, en sus formas cambiantes, compiejas y a veces casi intangibles, como si las apariencias hubieran dado la razon a los Pindaros de \a «fabrica sin hombres», esa legion que tiene ya, al menos, 150 afios de historia. e) Un ultimo punto de vista que permite prospectar hacia donde va la sociologia del trabaio, es el de la demanda social, concepto que esta lejos de dejarse identificar con claridad Empiricamente se puede reducir con aparente facilidad: qué pro- gramas, areas, proyectos, temas, etcétera, s¢ fomentan o financian por las entidades ptiblicas y privadas. Cudl es el grado de libertad para el socidlogo en la conversién del problema social en socioldgi- co. Pero si queremos ir un poco mis alld hay que hablar de ideologias, de intereses, de retérica, de repeticién, para explicarse por qué, como ha destacado Daniéle Linhart recientemente, muchos de los conceptos en boga en la sociologia del trabajo actual han sido «inventados» por el management, las direcciones de las empresas.?” En una revision de la fiteratura anglosajona sobre «la cultura de empresa y la busqueda de la excelencia», se ha llegado a la conclusién de que esas ideologias del management, machaconamente repetidas en ios medios de difusién, acaban influyendo notablemente en lo que se cree que es la realidad del trabajo. Y, por supuesto, en los temas y problemas que parece relevante investigar.?? La pregunta decisiva es, pues, quién (y como) se decide qué es relevante para la investigacién, cémo se articulan «las preferencias de Paradigmas de la Sociologia det Trabaio 21 cada sociedad». Cémo se convierten en problemas sociales, «cuando las gentes miran hacia un estado de cosas de una manera determina- da».?? Una respuesta, provisional por ahora, es que una buena parte de ello, hoy en dia, depende de la percepcion social, de la insistencia, de mecanismos de convencimiento, de la fabricacién social de problemas que, en el caso de la sociologia del trabajo, pasan a ser dados por hecho, y a partir de los cuales la propia ciencia se orienta. Esta construccién ideoldgica, hecha de metaforas y analogias, plantea al investigador dificultades de des-montaje con obstaculos epistemoldgicos, duros de pelar. Mas dificil todavia si el pensar metaférico o analégico puede pasar a ser el fundamento de la misma explicacion cientifica.® Por ejemplo, équé hay detras de la metaforica palabra flexibilidad que ha ocupado en los pasados aios ochenta a centenares de socidlogos del trabajo? Para empezar, y por lo menos, toda una simulacién de funciona miento de la economia y de la sociedad que encadena con otras metaforas justificadoras del empobrecimiento de los rasgos centrales del trabajo. Una Ultima es la de que en ese mundo flexible, abierto, y cambiante el trabajo no puede ser ya considerado una carrera, sino una aventura. Cuando simplemente se trata de nombres «politicos» para realida- des socioldgicamente identificadas, como es frecuente encontrar en la demanda de instituciones internacionales, el problema es menor. Por ejemplo, que se bauticen como «nuevas formas de trabajo y actividad» lo que es masivamente vivido por los trabajadores como precarizacion. Cada vez hay mis trabajadores part-time, tanto en Estados Unidos como en Espaita contra su voluntad, por imposicion del «mercado». Sin embargo, no dejari uno de ofr canciones a la libertad ofrecida a los trabajadores y, sobre todo, impuesta a las trabajadoras, en esta forma de trabajo.*! Si se deben construir los conceptos tedricos a partir de las vivencias, ideas e ideologias dominantes, el esfuerzo por despegarse del sentido comin, por identificar los problemas de investigacion, debe ser sostenido y vigilante. Porque marca el camino que hay que tecorrer con innumerables trampas y obstéculos peculiares, que dificultan la fabricacién de un sentido comin cientifico a partir de vivencias y concepciones del mundo generalizados.* Pero, también, porque si se sortean esos obstaculos [«los escarpados caminos de la Ciencia»), peligran los niveles de aceptacién por los actores sociales de los conceptos construidos. Objetivo éste que, en el horizonte tictico, o estratégico, del investigador esta presente: para obtener 22 toozmnericana we Estudios det trabajo mas demanda social 0 para cambiar el marco de la accion y generar asi nuevas demandas.*? EI caso es que algunos de estos temas, como sucede hoy con la «produccién ligera», a la que luego se alude, se han convertido en auténticas «leyendas contemporaneas», a veces en tiempos récord, apoyandose sobre estructuras miticas anteriores, yendo incluso contra la corriente del senso conwne. Procesos que bien merecen en si mismos un estudio de sociologia de la ciencia.2 Un ejemplo tlamativo en ta pasada década fue el de las llamadas «nuevas tecnologias» . También en este pais semiperiférico desde el que escribo esta fue ia «fiebre de fos afios ochenta». No hubo —al menos en Espafa— palabras mais usadas (y mal-tratadas). Desde la demanda politica (Planes Nacionales}, hasta el morbo Periodistico y la «modernez» académica, todo contribuyé a que, en titulos, al menos, esas «pala- bras clave» inundaran fas bases de datos. ¥ el caso es que atin es un misterio cémo se impuso un paradigma explicativo tan ingenuamente monolitico a partir de un «saber popular» tan critico como el existente. En efecto, casi con ef comienzo de «la década socialista» un rockero espaitol de gran éxito popular, colocaba una cancion, «Afio 2000», entre los titulos mas escuchados del aio en su album «Rock'n Rios». Que el «micrordenador de tu porvenir», «por lo pronto te quita el «curro» [trabajo], ademis de hacerte fichas sin fin», podia parecer una opinion exagerada. Lo que quizs no sofiaba este «viejo Tockero» era con encontrarse que su cancién era compartida no sélo Por los jévenes que llenaban sus conciertos en Espatia, sino por el 63 por ciento de la poblacién mayor de 18 anos, en cuanto al incremento del paro inducido por la informética, y Por el 69 por ciento en cuanto al mayor control de la vida privada de las perso- nas.35 El caso es que en los mejores trabajos, la estracegia de investiga- cidn estd cruzada por una vision unilineal y no integradora de lo Presuntamente nuevo frente a lo viejo: esa modernidad «posmoderna», se enfrentaba tanto a las maquinas como a los y las trabajadoras, con la idea de que inevitablemente debfan ser sustituidos por algo «nuevon, ellos, sus saberes, su experiencia, su saber hacer, su entorno: el mundo de las tecnologias de la informacién no puede ser asimilado por los trabajadores y trabajadoras adultos, pertenece a los niftos, se llego a escribir Pocas investigaciones se apoyaron sobre lo que en cambio parecia + parece— mis sensato, economico y generador de riqueza: el blending, a mezcla, la fusion, el desarrollo, a partir de lo existente, de {fa cultura material, de los saberes tradicionales, de tecnologias capaces de potenciar el dominio de las personas sobre la naturaleza, Paradigmes de la Sociologia del Trabalo 23 la esencia del trabajo mas general, para poder asi modelarse a si mismos y gozar del disposable time, |a mejor medida de la riqueza de las naciones.7* IV. El malestar de la sociologia del trabajo Hemos visto hasta ahora que existen «temas» que no ocupan la primera plana en la academia, siendo asi que las situaciones reales de trabajo existen: por ejemplo, intensificacién y degradacién de las condiciones de trabajo. Se sabe mucho ya sobre estos asuntos, pero no parecen aplicarse esos conocimientos para terminar con esas situaciones. _ Por otro lado, hemos sejialado ja generalizacién de problematicas que dominan la investigacion en Ja sociologia del trabjo, sean cuales fueran las condiciones socioeconémicas o los sistemas de regulacion social nacionales. Estos universales ocultan mas que desvelan la naturaleza del trabajo y Ia situacién de los y las trabajadoras. Y asi hemos Ilegado a preguntarnos hacia dénde va una sociologia del trabajo que parece no conseguir que sus saberes se apliquen, que no se socializa y «muere de éxito» al disolverse como conocimiento cientifico y pasar a ser sentido comin compartido en cada socie- dad.37 | : Para abordar fa respuesta de hacia dénde va la sociologia del trabajo hemos recorrido en el apartado anterior algunos puntos de vista y, sin que ninguno dé ellos sea menor, el tiltimo presentado, la demanda social nos ha parecido que puede servir de eje central para nuestra respuesta ; Reflexionando sobre si misma, la sociologia del trabajo es cons- ciente de que con lo que sabe y debiera saber todo el mundo hoy mismo sobre el trabajo, la organizacion de la praduccion, etcétera, las opciones politicas (poricy options}, es decir, la aplicacién de conocimientos, debiera abrir paso a un nuevo género de problemi- ticas de investigacién.*® Por eso, a veces, vive la reiteracién de ciertos estudios como obviedades que todo el mundo sabe. Que sdlo falta ponerse a aplicar. : Si como Barnes decia se avanza en las ciencias sociales por modelos y metaforas, una casi poética podia ser ésta: la sociologia del trabajo siente su malestar, se muere, por no ser parte de la sociedad en lo que ya sabe. Quiere trivializarse, convertirse en realidad para todos. Quiere politica. Quiere ser aplicada. Y se pasma de no serlo, como lo fuera en el pasado.3? De ahi le puede venir a !a sociologia del trabajo el afan de convencer, lo reiterativo de muchas masas criticas de conocimiento en determinadas areas. Un ejemplo ilamativo de los afios ochenta son los estudios (ccentenares 0 miles?] sobre «consecuencias» de la 24 Revista catinoamericana de Estudios det trabajo introduccién de Maquinas-herramienta de control numérico, que mostraban hasta la saciedad que esas «consecuencias» no estaban condicionadas por la tecnologia, sino por el diseio mismo del trabajo, por la concepcién, el «alma», que quien toma las decisiones decide imprimir en ella.*° Pero quizd el ejemplo mas expresivo de lo que decimos, y que ademas esta hoy en la primera pagina de las agendas de investigacién y de las ideas recibidas (machaconamente} desde el frente managerial, sea el de ta participacién. Se le puede llamar implicacién de los trabajadores, consenso, confianza o autonomia responsable, segtin el terreno de donde haya partido el investigador y su estadio de fabricacién conceptual.*' Pero, tanto para determinar e! funciona- Miento de esos «mundos productivos» de excelencia que son los distritos industriales, como para optimizar el funcionamiento de los Sistemas complejos de produccién, la confianza entre los interlocutores, las relaciones de produccién participativas parecen consistentemente, dicen algunos, casi inevitables. Y sin embargo... Mj Propia experiencia, participando en un programa internacional sobre «la Participacién directa de los impli- cados en el cambio tecnoldgico», es que, cuando ha terminado lq tarea propiamente de investigacién (al menos Provisionalmente: nunca se acaba una investigacién), se nos pide més persuadir, difundir, socializar, crear consensos que crear conceptos.*2 La investigacion de los afos ochenta muestra, sin duda, aunque con diferencias y dificultades, que el involvement tiene favorables Tepercusiones en [a puesta en marcha, en conseguir el nivel de «crucero», en la mayor productividad Por menores interrupciones, etcétera, de los sistemas Productivos. Incluso por una Mayor entrega de trabajo, por el compromiso de los trabajadores, no sdlo se consigue un mejor «clima laboral», sino mayores cantidades de trabajo Pero la demanda actual a Ja sociologia del tabajo no es mas Investigacion que aclare, berfeccione, muestre los limites de lo ya demostrado, sino Tepetir, con la autoridad que puede tener lo «cientifico» en nuestras sociedades, estos hallazgos Para convencer alos empresarios, 0 quienes llevan a cabo las funciones de Management, de que las cosas son asi, que es rentable tratar a los y las trabajadores coimo personas y ciudadanos. O sea, se trata de incorporarlos, tematicamente, a la comunidad cientifica sociolégica por medio de una retorica perseverante. Visto desde otro lado, el socidlogo parece perder su elegancia distante para predicar Ja buena nueva del hallazgo. La retérica desde luego es ahora mis eficaz que la ldgica. El receptor del mensaje no es en la mente del socidlogo el «actor racional» al que bastaria suministrarle una informacion decisiva y clara para variar su compor- 25 Paradigmas de la Sociologta del Trabajo tamiento, sino un complejo y limitado por sus habitos, hombre de la calle. V. La sociologia del trabajo debe recuperar la definicién de los problemas sociolégicos La sociologia del trabajo tiene vocacién de ser aplicada ee por la sociedad un mayor nivel de complejidad, al a ms reflexiva, la sociologia del trabajo eleva también al gra lo a elaboracién de sus paradigmas 0 estilos de interpretacion eae buye asi a incrementar fa «intefigencia invisible» de cada institucién, i 3 “5 soclolopa del taboo se eve entre a repetiién de lo obo y la penosa desconstruccién de demandas a medio oe r «ideas de aeropuerto» y problemas reales de huestras socie : es. Si acabamos aceptando lo que nos dan como inevitables pro! ae sociales (y sociolégicos), todas las economias oe ee o periféricas, tienen que ser flexibles y legar en el weal 2 oportuno, justo a tiempo, claro. La investigacion parece ee Gnicamente a verificar si estamos en la via de la «produccion lige my si existen cada uno de los componentes/ingredientes de - Mpa sopa: un poco de equipos (semi)autonomos, un fondo ue de control numérico, espolvoreado todo ello con circulos le 2 ne y para que trabe bien, hervirlo en un caldo de participacién y gesti a recursos humanos Sige del trabajo habria llegado asi a perder su capacidad de explicar el mundo [al menos ef del trabajo], ee sal a confirmar si existe o esta en vias de ae lo q a repeticiones ideoldgicas han convertido en inevitable, el tinico ca nor una convergencia ideoldgica entre lo nuevo para el capitalism, el futuro que alivia de hablar del presente; y por otro lado, lo rae para los socidlogos, tal como les exige la academia, ae sl : cosmopolitas, acabamos en la auténtica ironia o ae core quienes debieran abrir ef mundo a las 400 posibilidades de la ‘ a humana terminen postulando que la «opcién racional», la posibil o de los individuos y grupos de decidir y optar, es Unicamente acepta Ce ee = ne parece consecuente proponer que ta Sociologia rabajo debe, en primer lugar, eae mejor posicién en la i jn de los problemas socioldgicos Pe did ante esa petensgn que es puro velurtariand © Ingen dad: équé puede un socidlogo, ni una legion de ellos, ae ee rrestar pongamos por casq, al «iT Productions Inc.», que al e lea a (a contraportada de su lanzamiento mundial de la «producciér 26 Revist Revista Latinoamericana de Estudios del trabajo ligera>, que esa maquina que cambié ef mundo ha supuesto 5 millones de délares de inversion?*5 Con todo el prestigio de «la academia» hoy, La maquina esta en cada mesa de despacho (y de noche] de managers y directivos del mundo entero. Y, por supuesto, también en las mesas de los socidlogos del trabajo. Qué remedio... Si pueden algo los Programas que confrontan punto por punto «argumentos» como el aludido, y que Puedan mostrar o que los Problemas planteados son falsos problemas o que sus conclusiones mayores son equivocadas.*? Hay casos en que se parte de una asuncién establecida y que no Se ha puesto en cuestion hasta el presente. Sobre ciertos postulados se va edificando, tomando como cimientos bases muy débiles que basta (?) someter a una critica interna, o poner en un contexto real para que comiencen a desmoronarse 2 Por ejemplo, Ia repeticién hasta la saciedad de que estamos ante «a emergencia de un nuevo paradigma del desarrollo econémico que enfatiza los servicios, la produccién flexible y el consumo persona- lizado».”” Y |a via probatoria es el cruce de citas: «ya lo dijo fulano», ae : su vez remite al citador. Y todo el peso del argumento es, plemente, que crecen « ici 1 ee 2 los servicios», todo revuelto. Y, en Hay otros casos, como los distritos industriales y el posfordismo eee fa piel mas dura. Y ello, creo, entre otras, por las razones Primera, porque algunos socidlogos del trabajo estén utilizando estos mecanismos retéricos y argumentativos para propiciar un mejor futuro del trabajo a base de invocarlo, de mezclar descripcién con Prescripcion, de proponer mundos que alin no existen, pero que si se invocan Y repiten —aseguran— acabaran por hacerlo. Hace casi 60 afios identificaba bien esta posicion Ludwik Fleck: «el grado mas activo de la tendencia a la persistencia de los sistemas de ideas fo constituye la ficcién creativa, esto es, la realizacién magica de las ideas, el interpretar que se han cumplido los propios suefios cienti- ficos. (...) Podria citarse cualquier teoria, pero todas contienen un cierto porcentaje de ilusiones del investigadory (1986:79). Uno siente —légicamente— una ambivalente atraccién por estos argumentos: cquién no quisiera ver el préximo milenio el mundo convertido en Una oweniana federacién mundial de «pueblos de union © cooperacion» © distritos industriales >#2 Segunda razén de la mayor dureza de estos argumentos: porque cuentan una parte de «la verdad», incluyen, a veces, el lado oscuro de [a realidad social que otras versiones posfordistas deian en la ae Sdlo que lo incluyen de pasada, casi como una vacuna contra a critica. : Paradigmas de la Sociologia del Trabajo 27 Cada realidad nacional, y cada comunidad cientifica, por otro lado, da a estas problematicas sentidos muy diversos, a veces incluso antagénicos, en funcidn del contexto del debate social y de las prioridades politicas. De hecho el «modelo italiano Nec», o Terza italia, para decirlo con e! titulo del famoso libro de Arnaldo Bagnasco, supuso un ejemplo casi ideal de socializacion de los saberes socioldgicos. La Italia det norte asume esos saberes en los tiltimos 20 afios en una especie de circulo investigacién-sociedad reflexiva-difusion-aplicacion. Pero para la comunidad cientifica internacional, (fuera de Italia y Espafia) el debate sdlo ha llegado cuando la experiencia italiana se ha contado en inglés, con The second industrial divide, de Piore y Sabel, otro best-seller de la «mit Productions Inc.». Y ha sido entonces, y en un primer momento, discutido como un modelo prescriptivo, de mundos de posibilidad. El caso de [a recepcién en el Reino Unido, por razones complejas que valdria la pena analizar, es emblemiatico en este sentido.*? Verdades a medias que pueden reconstruirse con mas esfuerzo investigador. Por ejemplo, sobre Silicon Valley. Desde luego, el eje principal del debate actual sobre las posibilidades de prosperidad de Silicon Valley esta directamente centrado en el papel que en el funcionamiento del «distrito» puedan tener las redes y relaciones sociales, hasta el punto de que «optimistas» y «pesimistas» hallan ahi su enfrentamiento. Saxenian (1990) las ve resurgir actualmente, sobre la base y raiz de las que se erosionaron, mitigaron o desapa- recieron en los tltimos ahos ochenta, mientras que Florida y Kenney (1990), creen que aquellas redes cooperativas han sido sustituidas hoy por un clima donde predomina la competencia cruda y dura Pero donde, a nuestro juicio, se puede aportar mas, es en el terreno de las investigaciones —que existen, aunque no siempre estén publicadas— que miran también al otro polo olvidado de la situacién real existente. Que sirve para completar ei analisis en términos de procesos de produccién. Nos referimos al «cuarto trasero» de la fabricacién electronica, con condiciones de trabajo poco «modernas» 0 «posfordistas». Antes bien, con condiciones de trabajo enormemente daiinas para los trabajadores dentra de los centros productivos y, ademés, con condiciones contractuales poco adecuadas al «centro». En su inmensa mayoria se trata de mujeres hispanas.°° Doble confluencia aqui: la perspectiva de los procesos completos de produccién y la del género contribuyen a descubrir y completar ese lado en sombra de la reorganizacion productiva. Incluso si ello presenta «un cuadro pesimista del impacto de la reestructuracion capitalista sobre las mujeres trabajadoras» en Estados Unidos.5! 28 Revista Latinoamericana de Estudios del trabajo Esto por un lado. Por otro hay, a veces, piezas formidables de investigacién que, aunque puedan comentarse al paso, no se toman en su rotunda significacion explicativa En este mismo caso de las «tecndpolis» californianas o de New England en Estados Unidos, ha sido demostrado con contundencia el papel jugado por los encargos de la industria de armamentos en el desarrollo de tales «distritos». El gumbelt, es decir, este conjunto de «enclaves regionales dedicados al armamento de la guerra fria», estos «distritos industrio-militares» no deben su desarrollo —aseguran quienes lo han estudiado a fondo— a ningtin proceso enddgeno sino que «ha sido profundamente marcado y creado por ddlares externos y agencias externas».>? Tercer y Liltimo ejemplo de cémo se puede recuperar la iniciativa en la definicién de los problemas sociolégicos: yendo a favor de la corriente. Desde luego, no hay mejor critica que la que supone la encarnacién en movimientos sociales de las acciones tedricas.>* Un buen ejemplo: fa literatura sobre los jévenes, a mediados de los ochenta, convertidos, por virtud de los mismos mecanismos ideolé~ gicos en objeto —en Europa y en Espaiia al menos—, de centenares de estudios, informes e investigaciones en relacion con el trabajo. Tanto estudio sobre la falta de experiencia, los altos niveles de desempleo, lo bien que les vendria recuperar el «gusto por el trabajo bien hecho» (lema socialista en 1982, recuerdo), la «juvenilizacion» eterna, prepararon el clima, de tal modo que el gobierno espafiol quiso poner en vigor una llamada Ley de Empleo Juvenil que abarataba el coste del trabajo y situaba a los jdvenes como el futuro (negro) de la precarizacién generalizada Los politicos juzgaron muy mal lo convencida que estaba la sociedad, aunque los socidlogos nos habiamos volcado en el asunto: pocos pueblos hay en Espaiia que no tengan su estudio de los jévenes y el trabajo El caso es que cuando ya se iban a plantar las bases del suefio de muchos empresarios de tener una fuerza de trabajo fuerte, joven, en los procesos de produccion, y débil, precarizada, en el mercado de trabajo, los sindicatos, con una plataforma reivindicativa a favor de los javenes, de los parados, de los jubilados, de la vivienda.. convocaron a una huelga general en 1988 que fue masivamente seguida. El pais se paralizo sin que tanto estudio y propaganda le convencieran Desde entonces, los jévenes siguen estando igual o peor en el mercado y en el trabajo, pero muy pocos socidlogos se plantean que ese es un tema prioritaio de investigacion.* SS _ _ __—_XxXx«xC&EgE—«E«&G«g _EGGE «GQ __ i _ 29 Paradigmas de la Sociologla det Trabajo VI. La sociologia del trabajo y el ‘«racionalismo aplicado» la definicion de los problemas sociologi- j superamos la mas grave limitacion y tegorias de pensamiento que impiden Recuperar mas iniciativa en cos sélo puede hacerse s censura socioldgica: utilizar «ca Ss bles» .55 ue ciertas cosas sean pensa : 7 Aunque parezca obvie en otro contexto, no lo es en éste: necesitamos teor{as no triviales y combatir ne a - ersonas. ncias desastrosas sobre las P : pueden tener consecue| et ees i no, pasa cualquier «teoria» hoy, en nuestro terre ee i 5 jtica de un gobernador de un cualquier intervencion poli e \ tral, o cualquier discurso de fin de semana de un ministro de economia.** ; Pero aqui, obviamente, solo recomendamos la critica de las oe que constituyen el substrato de las categorias eee a oe j i ori Tal el libro-manual de directo! bajo apariencias «tedricas» a de directores ave i jas del trabajo con esta meridiana c! F explica las tendencias d ee is an di tos a considerar casi cualq empresarios estan dispues' ¢ 7 are en el trabajo que les proporcione trabajo 4 costes meno: res».27 Mi propuesta positi sefialando brevemente t Necesitamos teorlas a : Una permanente vigilancia epistemolos va podria decirse, casi programsticamente res puntos entrelazados. : abiertas. Una sociologia del trabajo reflexiva. gica en las Investigaciones. abierta en mas de un sentido. La actual eee cion y especializacion, a veces; NO es un Ser ee ce busqueda de un predio particular y exclusive fy lim ae a Abierta en sus conceptos ¥ ee ape ice trabajo. Y con ellos, los métodos y las ca ee a, desde luego, a otras disciplinas en la medida en que ay! tani a en la sombra de nuestro objeto, e incluso oe 2. En segundo lugar, la sociologia del trabajo Uae a miso radical de reflexividad, aplicarse sus propios conoci! eae misma, a nosotros mismos. Un aplicate el a ee Pp decir aquello de «en casa del herrero, cuchillo de pa i ae 3. Y, en fin, en tercer lugar, wna voluntad de evita ee obstaculo epistemoldgico en las Sa ore et ae investigacion fuera la primera evitar 1a famil a cases i influido por el bombardeo ideoldgico: abrir ae a ee eee pensando e investigando pars volver a pensar. E investigar: 1. Una teoria 30 Revists Latinoamerics evista Letinoamericana de Estudios del trabajo VU. Conclusion Cuando, ando, en | ee ae ee Trabajo y Capital Monopolista, los > fan caracteri $ ee zarse, para los socidlogo: ee a ee en los que —segtin la contundente aoe oe ed jouldner— teorizamos bajo el sonido de fe fap ea ; endo alin en nuestros cuerpos las ondas e: a 7 eltas que asaltan el viejo orden.5* a loy, casi 20 aft é i ae al aie los ruidos de la resistencia y de lo: ee ene jesde los lugares de trabajo se han atemperad . Tee Ag como si la insonorizacion de esas hee ee oe ra colocado en el origen, como si a ot ueran problemas resueltas. as gunos socidlogos di lel trabajo, atraid ee ajo, atraidos por esta placidez, co decrse excise 3 ser 0G pastoraes al trabato a ner serenatas ni Sr Gabo inca ‘ jatas nocturnas a la implicacio ee eae ca wagnerianas a la flexibilidad ee a la produccion lig i : fe eee ligera 0 los distritos industriales de Nada par ‘ece llamar 6 ae aes atencién hacia aquellos que fueron, 20 aii nee Hee = su preocupacion, cuando, atraidos por o gor a a, bajaron al campo de on ee ; n po de la division capital Hise Saree Fae del sindicalismo de ie : abajo. Y que si rgo au f ae planteados y abiertos. oe | futuro de iologt. ea ae ee del trabajo esta en su fuerza analitica, epistemolégi 5 eee gico, capaz de hacer i a Pi apariencias cada vez mas densas, du ee seiones sociales que estan en su base. ee futuro ic ice an sociologia del trabajo est en contribuir a | ne eo de mostrar la situacién del trabajo, ae 3 : los y [as trabaj eae trabsios, abajadoras, su verdadera y completa Para ello n i 3 ecesita explorar sus li a imites y fi ie y fronteras, analiza : a gar que ocupa en, entre y con los ie ‘ada concreta sociedad es Para contribl 3 u i é cae Gt a discernir por qué no estamos, alin, en el ré ae a 10, en muchas situaciones, en el mundo, en inst: atina, pa, en Espana, ante : ae afia, ante la i 4 Se dee re la necesidad de arriesgarse a Paradigmas de !3 S ‘ociologis del Trabaje 3) Abstract estion» of contemporary sociologists is based in ions, real conditions of work, d the emphasis of research The «great qu the contrast between work situat and bad working conditions, am programs, in very different countries, in fields very similar and ame: lean production, just in time, postfordism, issues quasithe s etc, Even if these countries have diff and industrial relations For an exploration of the possible future of the Sociology of Work, the author takes different points of view: the organization of the profession, the academic and scientific structure, the future of work, and the social demand. For a better future for the Sociology ‘of Work and of the society itself where this sociology is developed, 2 proposal of better definition of sociological problems, and a theoretical reconstruction is argued ferent backgrounds, history Notas (0), Algo semejante a mi argumento dice fmnente rrabaja en Puebla, México: «El "e tiempo y oportunidad para una reflexion + La atta es de Alvin Gouldner (1978:36 Ludger Pries, sociélogo alemin due 2c ‘socidlogo del trabajo [0 de fa industria] apenas tien cpeervar su propio quehacer desde una dIstanci? que le permiita ejerce fearica y analitica..» (Pries, 1924). F Chtford Geertz (1988:29): «Lévi-Strauss doesn “t want ‘hig. text, he wants him to look at 10>. T aanse Humphrey (1993); Dombobs ¥ Pries u congreso y de los problemas sbordados, Camilo, 1993-1994. Estamos preparando ce evedicion espariola de las principales ponenc’s, ‘gsi como de los «estados de la svestién» por paises presentados en este Prin ‘Congreso, que seré publicada en inmero monogrfico de [2 revista Economia ¥ Sociologia del Trabaio (Madrid), que edita ef Ministerio de Trabaio ¥ Seguridad Soctal. e Véanse, al final, los «Agradecimientos». E53 valuacion, hito en 1a evolucion” ws [a calificacion que en Ia «Carta de! Presidente» hemos hecho en a Newsletter del somite de Investigacion «Soctotogta del Trabafo%, 1994, No. |, de Ia Asociacion Internacional de Sociolog S Gagnon y Legendre, 199i: un nimero monogrifico de Sociologie et Sociétés ‘cobre el asunto; 10 de «enigmas» es de Michel Freyssenet (1992) quien ha oiganizado un conjunto de reflexionts “rrerdiscpliarias sobre el concepto Je trabajo, que refejan, 3 mu juicio esta situacior, Y que, por cierto, suponen un buen a .rrC—S——s “vlos sociologos en ef debate social en Europa» fueron unas muy importantes jornadas, otganizadas en Parts por Sabine tthe reader to ook through 993). ¥, como primer balance del Erbes del IRESCO-CNRS, ent 199). 32 Revista Latinoamentcons de Estusios det trabajo ¢ Vease el balance de Castillo, 1989, «ta Sociologti...., [P28 fevista etn 2 mil eempares que legen, inberstorios instance ee ote ke, inceinents» nstacones Nuevas Tecnologias,Instturo de Empleo, Centros de Decne nee, Centos. de Suga e Heine en al Tab, extra Estos doe he ca ne sto de spresas: Monde ee deste: centres de frmacton, rama fclen y [ikimo grape io cansttuyen canstorisy fineoeen eo mem guinea fate Franch, ls city es ce Cezard y Dussert, 1982, p. 112, Lo 1 [alter 1982 15, paraelperiodo anterior a 1978-1 984 ce a Hy fos datos se toman delAnuario de Estadisticas a ee ene Castillo, 1993, «Distritos y detritos Industriales...», Para Minton de Tone {epi el taforme Perspactvas de empleo 1989, bison eee ao, 0, P. FO, se concluye que «de hecho en los afk las tasas globales de actidentes no mortzles se ti oe aumentado en la mitad de los atses analizados», oe fara Calforniy, véxse la serie de articulos publierda en 7 de septiembre de 1993, «latinos: dinger of lie in septin las suscripciones fijas . Lo refrenda también “dat d wae agravationy, Laborales, del Ministerio Los Angeles Times, Soy the line», es ef titulo de Ia ‘ pers o ae oe oo Primera bigina: «El Inem retira ef Se oes ee pe . Fara cumplir esta hazana decisiva en ef Plan econdmico del Fe ae toae ae nspectonar 3 836 mil 548 personas le dec ave, of fos tiempos de este ministre, de cuyo nombre no quiero Fobales donde jleat0s espatotes han elsborsdo tres disantes Cane Sanus ae realmente, las sarios erin un punto menor. La enon he Nob 1966, (nites sinc provitanay, puede verge en Plies y soci, antes dena tity «Sin empleo no hay futuro» (1995) puede veroon one” Gee ae del ilamado “acto socials del afio 1923, en los. articulos : fa i ” «Facto y coherencia sindicaly, El Mundo, S$ julio 1993, , Tee aay Ge Jos sindicatosy, E1 Mundo, 8 octubre 199% 9 ok oH bp 74. los consultarse en Martin y Santos, 1994-94 * Véase Bourdieu, 1992, un : x ug ly +r Ulla especte ia fc dhiseo eee specie de puesta al dia def oficio de socie logo. Ef Por sy i otras oe died comparaciones internacionales, cada vez mis entes, en las que se despliega ~al contrario de lo dicho we) especial Sensibilidad ante las diversas formas nacionsley anole Feeulactén social, De forma sintétca y clita véase, y Cee ee ee du Travail et Soctétér, . ‘ongreso de Faris sobre «lz emer: " igencia de nuevos model ‘i | re a felos produ a ae ee ¥ reunio a casi un centenar de investigadores de eo te sanieé el GERPISA, Red Incermacionat, aipido por Mt Fy Cae Bea ig. . Freyssenet, R Boyer y 3 Va , 2 fie roi ae, Withiams y. otros, 1992, «Against Jean Productions. ta «bibl le best way es, sin duds, We Ga eee a i , Womack J. y otros, 1990, Vi Pero valga ahora decir que se extienden categorias ie 5 ahs texto— una @ incluso regionales, de Por todos, M. Maurice Paradigmas de la Sociologia del Trabajo 33 ciencias préximas con un aire de mimesis que «universaliza» los problemas, incluso en le biotecnologie. Véose Fanfani y otros, 1993. 4 Desde luego, algunos socidlogos varones han pasado de la ignorancia a ser mds que feministas, mujeriegos. Otros, muchos, contindan en el viejo paredigma. Véanse Jas excelentes criticas de Jenson, 1288-1989 y McDowell, 1991, Para Espatta, véase fa reseria de P. Candela, 1992. 15 De te febuls narratur, IC, Véase, como efemplo de buen trabajo, Barrera, 1990; y Nash y Fernindez-Kelly, 1983. ‘* Hirsch, Michaels y Friedman, 1987, «Dirty hands». Un Premio Nobel reciente ha llegado a decir de esa capacidad de «abstraccion», que «el objeto de anilisis es un sistema que existe en la mente de los economistas, pero no en la realidad» (Coase, 1995-29). Ut argtmento del mistno tenor, es el elzborado y ensettado en Espa por Alfonso Ort, desde principios de los setenta. Mucha de la vasta e Influyente obra de Orti no ha sido publicads, lo que no mengua para nada su gran influencia en [a sociologia espanola. ” Lo de fragmentacién es de Reynaud, 1991; un buen ejemplo de la negaci6n esté en Crozien, 199; ¥ et su contribuctén, més templads, a tos «30 atiosn de Sociologie du Travail. Las disciplinas desgajadas son, en esta argumentacién, 1a sociologia de las organizaciones, de las relaciones laborales, del mercado de trabajo (0 del Empleo, véase Maruanl y Reynaud, 1993), de la tecnologia, de la empresa, etcétera. “ Leo, por efemplo, con cierta sorpresa (cseré una broma?} en ef texto presentado af IV Congreso Espariol de Sociologia (1992) de Gil Calvo: «Los limites de lt teoria de [a acciOn racionaly, gue, por lo visto lo mejor de la sociologia empitica de los ltimos afios le viene del «fructifero estimulo provocado por los modelos neoclisicos de [a accién racionaly. Casi nada. Una evaluacton socrolégica, que suscribo, en Trigilia, (971 1 Véase, por ejemplo, Wallman, 1979, que retne un sugerente abanico de investigaciones yv propuestas. O Burawoy, 1991. 2 Quien dice lo anterior es Mark Granovetter, en una entrevista que recoge Swedberg, 1990, pp. 105 y 106, Claro esté que estas renovaciones, a nuestro juicio, no han esperado, como en ef caso de la sociologia def trabajo en Espatia (Y creo que lo mismo podria decirse de otros paises), a 1990. La revista Sociologia del Trabajo se ha mastrado no slo abierta al Influjo de otras disciplinas, sino que ha buscado y solicitado colaboraciones y articulos, realizados desde cualquier ciencia social, con tal de que permitieran iluminar y esclarecer los problemas sociales y socioldgicos que nos han parecido fundamentales. Una ofeada a su contenido de los ultimos seis afios habla por st misma, Lo eteja promesa» de reunir lo sepatado, en ef caso de la economia y ls socialogi, es una préctica escasa de «economistas no estindar» como dice Becattini. Pero el esfuerzo sigue. Véanse Bagnasco, 1992 y Salvati, 1993. Sociologia del Lavoro, No. 45, 1992, se dedica, precisamente a «ll contributo dells Sociologia e i rapporti interdisciplinari», editada por M1. Blanco y G. Bonaezi 2! Teiger, 1993; Terssac, 1990. 2 Erbes-Seguin, 1988:6; ver también p. 174. 2 Quizé esta es una visi6n poco utépica: quieé la Sociologia del trabajo, dicen algunos, puede contribuir también a crear el propio mundo del trabajo, actuando sobre ty realidad social, abriendo horizontes que se presentan al espectador como si estuvieran bloqueados. O descubriendo y ampliando la nocién recibida de lo que es trabajo, de lo que lo caractertza. Vet, otra vez, Teiger, 1993. 2# Un panorama de lo que decimos, en Pahl, 1988, On work. En Espafia, por 4 Revista Latinoamericana de Estudios del trabsjo ejemplo, sje ae to pena destacar programs de netecén ae dsr Mai n on escribir: «el reduccionismo del Bana trabajo monetartzado} ha sido uno de los errores eo a : sociotota del abajo y de C sectooet econdmica, ¥ esta ede ae sma, on 1a de desigualdad» (Durén, 1 5 ‘ msn nua de de in, 1992, p. 33, : ied et toro de Ber y Roldin, 1987 (el trabajo de ae es a 1981-1982). aeprlo 5 ep 1-86, reconstruye fos «Subcontracting links and the dynamics pone vl torment Vise cabin el atticula de Beneria, «Subcontracting. co City, ,, Castells y Benton, 198%, in, ee, : y P, pp. 173-188. Ver también, Famindea ely y Cart, en of miso liga pp. 247 : Mis proptos trabajos han ic in ide : 1991. . ido por derroteros semejantes, Vérse Castillo, 1989, Véase, igualmente, Agustin E: Yess lguanenta Ap 'scobar, Con el sudor de tu frente, Guadalajara % Vease la cast clisica é a isica argumentaciin de Marcel Bolle De Bal, 1973:19-39 y 47- ? Linhart, a nha 1261 Por elem cura de mess, «concinon de warten hoy 3 tn ue punado de socleges: fre tnto, conta Lnhr,& person | ratio desaparece, defndo una tes de nade, somo st ya mo a tabaiadoresy rabsidoras a . ae Z soles 1921. Fundamentalmente centrada en el Reino Unido. 2, fe primero ex de arnes, 1985:125; fo segundo de Lindblom, 19904 y, 1983:508; Barnes, 1985, cap. 4, «Expertise i r ae 4, «Expertise in Society», pp. 90- Noy ST 2 Machon y Sepresti, 1990:22, para ios nombres polices» 9 problems sociale, Vise Belen! y otros: New farms of wor, inate: Muncn(Etre , Foundation, Cabin, (973. Fara Epa esr cob lore rion ae ‘stados Unidos, Harrison y Bluestone, 1991, p. 43 | Y Fliky 1992:525. ae Eek : ae sn espa fesotérico) y legos (exorérico}, fo discute - 1935), Yes el fe it ina, cla af Manual de materi tstéico de ae a. ‘0 de «leyendas contemporineas» lo e romo de un estudi 1990 sobre a ebases soles dels its de a % sdnpacto del camblotecnolgco on fas damocracstndestriten, ences del inca Atco para Asante inermactnaes, publicada por! Pais, 30 de mayo Gee is : y?. Principal problema para los espafioles en esas fech: c leo: asi lo estina e189 por ctento de los encuestados, “ is Para una bibliogratia in remito a mi edictor rafla y document j edictor ' rer tacton remito a mi edicton de La automacion y el 2 5 a oe «morir de éxito, en Ramos, 1992. wiamente, fe : ae ee - : fa sociedad inc ‘orpora esos conocimientos, es reflexiva, la es “L ‘onstantemente, utilizar mayor sofisticacién en eb andiisis. de eee comple. “Algo asi es [9 propuesta, el desarraigo que ” filsonm, i, distir it igacior ee ‘inguiendo Investigacion «saturada» de Un buen ejemplo de i i «saturacion» de ia fr foacior poe Investigacion se puede efempli _ eg S A ee a ae 992, de muy alta calidad ee : ‘pus de saberes it ic Cee sobre informatica y trabajo para un » Los Webb, fc , 1932, reivindicaban que fa Sociologia habia estado «detris» de las Paradigmas de la Sociologia dei Trabajo 35 caplicaciones» del «Estado de bienestar». Alemania en Jos atios setenta es un CaSO jomplar de realizacion de este suctio sociologico, SP resumen acertado del debate en Adiery Borys, | 986. Véanse algunos de esos estudios en Castilla, 1991. oT Un par de buenos efemplos en esa direcci6n: Baldissera, 1990y Linhart, 1990- 1991 1 59 Investigacion se ha desarrollado alo largo de fos tikimos et atios para la CEE, para la Fundecién Europea para la Mefora de las ‘Condiciones de Vida y Trabajo, con ‘sede en Dublin (Irland). Opsérvense las palabras «implicaciony finvoWement) ¥ directa que tan s0lo se roftere al ataller» (shopfloor) y nd 2 otras resonance ‘més radicales, y antiguas, Por supuesto.,, (Véanse Castillo, Jimenez, Santos, 1992) 2 Lew, 1990:186 y 163. Un buen ejemplo de 53 PoC reciente y mexicana, on L. Pries, 1993: «El conflict de 17 empresa VW de Mexico] reveld fa gran Saduccién que ejerce sobre numerosos investigadores intelectuales, el sentirse yrorizado para omar rapidamente posicion, e incluso Pars intervenit directamente en el conflicto». oT Vease lo demoledora y sistemitica critica de Etzion’ 1988:7, 2 fos «invasores® de fa economia neoclisica. Los «nuevos economistas» explican «como hacer Gpectones> y «la sociologia nos muestra que no hay ninguna». Este argumento, ae fay que desarrollar, proviene de una charia con Alfonto Ont. Womack otros, 1990. Cinco ates, 5 milfones de dolares, ¥ cientos de cientificos implicados, que se relacionan af final del libro como aureres ide més de 100 estudios distintos. Un efemplar de En busca de la excelenciay editado en Espatia en 1984 ¥ Stdauirido de rebajas en Fl Rastto, dice en su portada- «Mis de 1.000.000 de libros vendidos». asi, fo gulera uno ono, se ve obligado, como recoge Fonians Pir’ da historia, 2 Yecutir sobre el eventual fin dla misma aunque se pregunte one un critico: «¢Por Qué un editor ba podido emplear tanta energie ¥ capital para lanzar u libro tan pueril y de tan escaso interés?» (Fontana, 1992, P- By nota). % Tal es, en este caso, el programa «mergencia de nuevos modelos productivos®, puesto en marcha por GERPISA, Red Internacional. or asi empieza Noyelle, 1987, p. 1, de quien hablsmos conocido textos mas cautos y menos lapidarios en Europa. En Estados Unidos hay que ser categorico inchiso * ando se dude. Por ejemplo, en ia p. 117 se reconoce Que NO todo es upskilling, Gue quizé hay calgin sector» con downgrading. Conste aqui ef buen trabajo de ‘nvestigacion que son fos estudios de caso contenidos et el libro. Y el desacuerdo més radical con las «conclusiones» flex-spec. # El paralelismo con las propuestas de Robert Owen Jo extraigo de un trabajo en curso de realizacion (Castillo, en preparacion). Ge ahorn, por todos, el espléndido texto de Charles Sabel, «Moebius-strip organizations», de 199! Digo «ambivalente atraccion» en el texto poraue une puede imaginarse al socidlogo Je itual a calor de una fogata en Ocean Beachy en La Jolla 06” cualquier otro lugar Jel sur de California donde se alivian del viento del Pacifica un buen puiiado de homeless, que le escuchan embelesados contar la historia del proximo futuro del capitalismo, donde no habrd separacion entre concepcion y sjecucion, todos los trabajactores serin sabios en su oficioy en otros muchos Poraie ahora los mercados Ge trabajo serin Coriat describe con cierto detalle la importancia de lineas en U, concebida por Ohno en la Toyota y sus efectos en el trabajo. La eficacia de la estrategia de Ohno no reside en la agrupacién de maquinas por células, sino en la vinculacién de maquinas y flujos de producto de forma tal que permita un ajuste rapido en los obreros y la gama de funciones que desempefian (Coriat, 1991:62-63}. En este caso, la flexibilidad estd vinculada mucho mas estrechamente a la capacidad del trabajador que a la maquina, y la gama de trabajadores cuya especializacién se incre- menta es mucho mayor que en el modelo de automatizacién. En tercer lugar, el modelo jat/ctc hace especial hincapié en la adaptacién empirica de los procesos de produccién en el momento de la produccién. Los obreros participan mas en el proceso de mejoras. Los grupos de mejoras, circulos de calidad, trabajo en Paradigmas de Ia Sociologla del Trabaio 51 equipo y Kaizen son elementos de la bisqueda de mejoras constantes ‘a nivel de fabrica. Sin embargo, la importancia de estas mejoras para la productividad general esta sujeta a discusidn. Los obreros presentn muchas sugerencias, pero puede que sean de mediana importancia o marginales. Los ingenieros y el personal técnico pueden desempefiar un papel mucho mas importante. Nomura (1933:57] sefala que las actividades de los circulos de calidad en el modelo Toyota son periféricas y se conciben para motivar a los obreros En el modelo jaz/ctc, el vinculo entre eficiencia e intensidad de trabajo no es como era bajo el fordismo, pero tampoco esté roto, como lo arguye Coriat en el caso de la automatizacién. Dejando aparte los logros en eficiencia que provienen de la concepcién orientada a la manufacturabilidad y a otras caracteristicas fundamen- tales del sistema japonés, incluidas las relaciones interempresariales, se dan sin duda avances sistémicos a partir de la reorganizacion misma del trabajo. Estos avances pueden traducirse en Ja reduccion de existencias, mayor velocidad de flujos dentro de la planta, mejores tiempos de uso de las maquinas, y el empleo de circulos de calidad y de Kaizen pueden ayudar a los trabajadores a «trabajar més inteligentemente» conforme van mejorando los procesos. Sin embar- go, se da también un aspecto muy fuerte de intensificacién del trabajo en el modelo Ohno. El concepto de la «fabrica minima» (Coriat, 1991:20-22) implica también minimizar la mano de obra, asi como el trabajo-en-progreso, [a maquinaria, etcétera. El sistema Ohno fue concebido para hacerlo. La transparencia de la produccion que brinda un sistema bajo en existencias con lineas claras de flujo del producto permite la visibilidad del uso de ta mano de obra. Esta inherente visibilidad del 11/ctc se incrementa por efecto de otros elementos concebidos para monitoreo y control del obrero. Resulta claro que las empresas japonesas utilizan mucho los estudios de tiempo y movimiento, e intentan también reducir sistemacicamente las conce- siones de tiempo. De manera andloga, el ctc puede integrar !a elaboracién de sistemas complejos de supervision y formas de rastrear las faflas hasta llegar al obrero. Sewell y Wilkinson (1992:283- 284) describen los efectos de este sistema en una planta de televisores en Gran Bretaha ... [2 capacidad de los sistemas de vigitancia electronica de exhibir en tan corto tiempo a la persona origen de Ia [alla es lo que constituye el poder disciplinario. Asi como el Panopticén dependia de que los sufetos observados fuesen conscientes de esta vigilancia, los opera- dores de Kay [nombre ficticio de 12 planta] trabajan a sabiendas de que su actividad de trabajo bisica estd sujeta a constante escrutinio, factor que, combinado con la certeza de Ia humillacién publica inmediata que seguird a la exhibicion de las fallas, apel2 2 una potente fuerza disciplinaria. 82 Revista Latinoamericana Je Estudios del trabajo En esta planta se exhibian los errores colocando una marca negra encima dei puesto de trabajo del operario. Mas de tres fallas implicaba tener que revisar el lote completo, y luego el jefe del grupo discutia el «problema» con el obrero en cuestion (Sewell y Wilkinson, 1992:280) En conclusion, el modelo 1at/ctc impone nuevas exigencias a la mano de obra: el método jat se suele implantar a través del Kanban u otros sistemas incentivadores que acttian por efecto de tira (pulf- system) y que exigen a los trabajadores que elaboren los productos en un tiempo determinado. El método ctc hace hincapié en la calidad y en el rastreo de fallas hasta sefialar al operario causante. El Kaizen requiere la participacién activa de los obreros en la implantacion de mejoras, y dentro del sistema se ejerce una presién considerable. El trabajo de equipo puede acrecentar este control y disciplina en lugar de mejorarlas. Dentro de los equipos, el rendimiento de cada individuo estd regulado por los demas miembros del equipo. Cuando se vigila de cerca al equipo y éste tiene metas imperativas, los obreros se vigilan entre sj. Lo mismo ocurre entre equipos. EI enfoque japonés reconoce y utiliza !os aportes de {os obrers al proceso de praduccion. En lugar de tener por ideal una planta llevada por obreros sin voluntad, ejecutando érdenes al pie de la letra —la moraleja de la historia de Schimdt, relatada por Taylor— o el ideal de una fibrica sin obreros, como Ebel sefiala y critica (1990), el modelo japonés parece procurar una mano de obra activa y participativa como medio para lograr mejoras continuas y flexibilidad. Sin embar- go, esta ruptura con aspectos clave del taylorismo y fordismo no significa sencillamente una negacion de todos tos males que sefialaba Braverman. En primer lugar, aunque se da menos importancia a la prescripcién de los procesos, y mas a los sistemas de mejoras empiricos, de prueba y error, se sigue usando mucho el estudio de tiempos y movimientos, y sigue siendo una forma Unica y aceptable de realizar un trabajo (Ludger). Los obreros pueden sugerir mejoras, pero éstas deben ser aceptadas por la patronal. En segundo lugar, en un sistema jat/cic, las ocupaciones pueden establecerse de una forma mas amplia, de modo que hasta un obrero de linea de ensamblaje rapida puede moverse entre distintas funciones dentro de un periodo de tiempo y asumir otras funciones, como ja de solucién de problemas o mantenimiento de rutina. Ello es perfectamente compa- tible con ciclos de trabajo bajo presion y trabajo repetitive. Los ciclos, en muchas fabricas japonesas, son cortos, y los obreros trabajan bajo fuertes presiones de horario. En tercer lugar, en algunas formas de linea de ensamble o produccién celular, no hay «puestos» ni lugares fijos. Se divide una serie de distintas funciones segtin el nivel de produccién y el nimero de obreros disponibles. La division de{ trabajo puede ser determinada por un equipo o grupo, que puede Paradigmas de la Sociologia del Trabsio 53 también tomar decisiones en cuanto a rotacién de trabajos. Sin embargo, es perfectamente normal que a la vez se den fuertes Presiones para incrementar la intensidad del trabajo. Bonazzi lo explica con toda claridad Ohno —inspirador de la revolucién Toyota— admite no haberse Propuesto nunca superar el taylorismo, sino spensarlo al revéss. ... Ohno sustituyéd el principio taylorista del one best way por el principio de la reduccidn de las existencias. Mientras el one best way imponia por via burocrdtica los espacios, los tiempos y los gestos del trabajo, la reduccién de l2s existencias se aloja en ef interior del proceso productivo como un duende que influye sobre la inteligencia de los obreras en el juego de eliminar redundancias y tiempos muertos. De este modo, el one best way no seré nunca definitivo ni impuesto desde arriba, sino que existirén sdlo las etapas de un indefinido perfeccionamiento buscado interactivamente por todos (Bonazzi, 1993:10-11) Al combinarse a !3 vez con {a vigilancia y con metas claras y cada vez més colectivas, un sistema menos definido puede set mas exigente que un sistema impuesto desde arriba. éCémo es posible ampliar el trabajo y conservar el control? O mas bien, si se da a la mano de obra los medios para trabajar colectiva- mente o con una gama mas amplia de funciones complejas, ¢cémo puede garantizar el capital que fos obreros trabajaran para la empresa y no contra ells?, y ¢cémo puede imponerse condiciones duras de trabajo si se requiere una participacién e implicacién activa del obrero? En parte, !a respuesta nos la da Coriat al referirse a las compen- saciones (comtrepartie}. Coriat aduce que a los obreros en Japén les favorece el sistema. El sistema de empleo vitalicio y los mercados internos de trabajo proporcionan al trabajador la seguridad y los incentivos para procurarse capacitacién y ascensos. Ei sistema de negociacién salarial brinda niveles de vida en constante mejora (Coriat, 1991:78-93). Esto crea un circulo virtuoso no-fordista de inversién en recursos humanos que Ileva a la polivalencia y a la multifuncionalidad, a innovaciones organizativas y a mayor producti- vidad que, a su vez, lleva a mayor inversion en recursos humanos (1991:9899). Coriat sostiene que los aumentos en productividad en las empresas japonesas proviene de la recomposicion de funciones, {a multifuncionafidad y las economfas de alcance. Este aumento de la productividad constituye la base de auténticos y sustanciales benefi- cios para los obreros (1991:100-102]. Sin embargo, la respuesta que da Coriat en esta discusion de la relacién salarial en el modelo japonés no lo es todo. Un elemento igualmente importante es el control que ejerce la patronal dentro de 54 Revista Latinoamericana de Estudios del trabajo la fabrica. El modelo japonés no solo motiva e implica al trabajador sino que lo controla y presiona. Parte de este control proviene directamente del propio sistema de produccidn, como ya se ha dicho. La visibilidad del trabajo, el empleo de sistemas de vigilancia tecnificados y la disciplina impuesta por las relaciones dentro de los grupos y entre ellos pone el poder del control en manos de la patronal. Ademés, hay otros dos elementos importantes en Jap6n. En primer lugar, los sistemas salariales y de evaluacion estan concebidos para dar a la patronal el control sabre fos obreros. La evaluacion def rendimiento personal se realiza minuciosa y regularmente, y estas evaluaciones tienen un impacto directo sobre las primas e incremen- tos salariales. Ogasawara (1992:5), por ejemplo, examino las estructu- ras de pago en una serie de empresas japonesas, poniendo de relieve en cada caso el elemento relacionado con el rendimiento —en una planta tipica, el elemento de rendimiento afecta, directa o indirecta- mente, a 70 por ciento de los salarios— y sugiriendo que este modelo forma parte de la tendencia a dar cada vez mds importancia al elemento de rendimiento. También fos ascensos, uno de los rasgos principales del sistema japonés, segun Coriat, dependen significati- vamente de Jas evaluaciones. EI segundo elemento que incrementa el control de la patronal en Japon es la estructura sindical. Los sindicatos de empresa que tienen fuertes vinculos con la patronal no se oponen a las politicas de la empresa. La ética dei sistema sindical consiste en decir que un firme crecimiento de ta empresa es lo que mas conviene a los intereses de Jos obreros. Aunque este apoyo esta en cierto modo «comprado» por yentajas como salarios en aumento, ascensos y fa expectativa de un empleo vitalicio, el hecho es que individual y colectivamente el sindicato no proporciona a los obreros ninguna proteccién contra la empresa. La importancia de este amplio contexto de relaciones industriales ha llevado a los estudiosos a distinguir entre los principios organiza~ tivos estrictos del modelo jat/ctc y el contexto mas amplio. Se usa el término toyotismo para denotar los principios organizativos (Wood, 1992; Durand, 1993) mientras que «japonizacién» (Wood) o nipo- nismo (Durand} se usan para referirse al contexto amplio. Cabe establecer una comparacion con el fordismo como sistema de pro- duccién y él sistema social que lo hizo posible en Estados Unidos. Las relaciones laborales son una parte importante de este sistema amplio, pero Jos patrones de mercado y de relaciones entre empresas pueden ser igualmente importantes. Qué es lo que cambia y qué es lo que permanece cuando se transfiere un modelo? Estas interrogantes son fundamentales para entender el impacto del modelo jat/ctc en América Latina y las cuestiones que plantea para la sociologia del Paradigmas de la Sociologia de! Trabajo ss trabajo. Es sabido que el fordismo [en el sentido estricto de la palabra) en América Latina no tiene relacién con las caracteristicas del fordismo en Estados Unidos o Europa. En Brasil, por ejemplo, las empresas fordistas en los afios setenta se parecian mas a las plantas automotrices de Estados Unidos en la época presindical que las empresas transformadas por ta emergencia de (a United Auto Workers en los afios treinta (Humphrey, 1982:105-107). Puede que prevalez- can contrastes similares en los afos noventa. Parece oportuno ahora abandonar el uso del término «modelo». Con demasiada frecuencia un modelo se representa como mezcla de un ideal que debe alcanzarse y una estilizacién de las practicas vigentes (Hirata, 1993). Resulta util para los que lo propugnan — puede representar un conjunto de practicas interrelacionadas— como algo real y a la vez ideal. El modelo nos ayuda a captar los elementos centrales, interrelacionados, de un sistema productivo. Sin embargo, también causa problemas. Un modelo es estdtico, mientras que un sistema productive esté en constante desarrotio. Un modelo recaica (a interdependencia de las partes, mientras que la transposicién de un modelo a un contexto distinto requiere inevitablemente adaptacion —un cambio en la relacion entre las partes (Hirata, 1993:5)—~. Los problemas lIlevaron a una gran confusion acerca del alcance del madelo —en el que se definen las fronteras del sistema— y acerca de sus principios fundamentales. Para salvar estos problemas, hablaré de tendencias. Las empresas japonesas estén logrando importantes mejoras en productividad, calidad, tiempos dptimos, etcétera, por medio de tres dreas de cambio relacionadas entre sf: organizacién de la produccién, jerar- quias de gestion niveladas y relaciones interempresatiates. Los princi- pios que subyacen a la organizacién de la produccién son el flujo del producto [jar], calidad en la fuente (ctc) y Kaizen. Estos principios, al implantarse, permiten lograr reduccién de costos, apego a normas, tiempos ptimos mas cortos, etcétera, que son las metas del sistema productivo dentro de la empresa. La implantacion implica seleccion de técnicas (Kanban, sme, pruebas basicas de calidad), preparacion de (as tecnofogias adecuadas, preparacién de la mano de obra y relaciones obrero-patronales. Estas, a su vez, dependen de ciertas condiciones institucionales como fas sefialadas anteriormente. La cuestién del traslado del modelo se convierte entonces en una cuestién de introducir los principios fundamentales y lograr los resultados deseados. La medida en que varia la implantacion y la medida en que las técnicas, tecnologias, preparacién de mano de obra y relaciones obrero-patronales difieren también segtin los contextos es ante todo una cuestién empirica. Con todo, hay algo que si es cierto: la realidad esta siempre llena de sorpresas. 56 Revista Latinoamericana de Estudios del trabajo IV. Transferencia del método yat/ctc Es sabido que el iat/ctc ha sido adoptado en muchas partes del Mundo, en situaciones en que el marco institucional es muy distinto. ¢Coémo debe interpretarse esto? Una forma de enfocar el problema es considerar el tema en términos de los problemas mas importantes que afronta la industria actual y las soluciones que se adoptan. Seguin Boyer y Freyssenet (1993:23-25): En cada periodo histdrico importante se da un pequefio mimero de problemas que captan Ia atencion de los empresarios e ingenieros: puede que una vez se trate de la estandarizacion, en otra de mecanizacion, tal vez otra de control del trabajo, o més tarde de diversificar la produccion, luego de mejorar la calidsd..., los principios de un modelo industrial definen de manera precisa las cuestiones que deben explorarse y las que deben dejarse de lado. Ademés, proporcionan clertas indicaciones acerca de los métodos que deben emplearse. Boyer y Freyssenet (1993) sugieren que los estudios realizados Proponen cuatro opciones, como se resumen en el cuadro 1. Cuadro 1. Opciones de nuevos modelos productivos Soluciones idénticas Soluciones diferentes 1) El «one beste way en 3) Adopcién mimétrica de un contexto de soluciones que correspon- globalizacién. Restricciones den a otras situaciones en Problemas y oportunidades el contexto de diferencias Idénticos convertgen a nuvel interna- nacionales persistentes. cional. Ejemplo: adopcién de Efemplo: proyecto delmit —Circulos de Calldad en sobre Produccién Delgada Francia. 4) Principio de racionalidad 2) Concepcion situada en un contexto de Problemas _¢Volucionista del pluralis- _transnacionalizacién. Si el diferentes Mo tecnolégico. Un contexto cambia también problema puede tener cambian las soluciones. distintas soluciones. Ejemplo: los tranasplantes Ejemplo: Saturno es un japoneses no adoptan las caso distinto del de mismas relaciones salariales NUMMI, que en japén. FUENTE: Boyer y Freyssenet (1993:24) : ee A ip Paradigmas de Ia Sociologia del Trabajo 87 En la primera opcién, el marco institucional fuera de la empresa es indistinto. En este caso todos los elementos sistémicos pertinentes, necesarios para que funcione el jat/ctc, caen bajo el control de la patronal. Las empresas, si asi lo desean, pueden introducir el nuevo modelo. Una variante de este enfoque es la que usan los adeptos del jat/ctc que sugieren que los marcos institucionales s{ tienen importan- cia, pero que los imperativos del jat/ctc son tan fuertes que el marco debe ser establecido por los patronos y el Estado. Este es el enfoque que Boyer y Freyssenet (1993) identifican como el one best way. Supone que en todos los contextos puede darse el mismo modelo, con el mismo marco institucional y los mismos resultados —una japonizacién universal, como proclaman Womack, Jones y Roos 1990). La segunda opcién es que los elementos sistémicos generales son importantes pero que no deben reproducirse porque existen equivalen- tes funcionales. Como resultado, contextos distintos pueden produ- cir el mismo resultado. Boyer y Freyssenet citan los distintos enfoques de las plantas Saturn y NuMmi ante la participacién de los obreros y la eficiencia de la produccién. En este caso, los mismos principios de gestion pueden darse en distintos marcos institucionales, pero los resultados son los mismos mientras existan contextos funcionalmente equivalentes (Boyer y Freyssenet, 1993:20). La tercera opcién es cuando se adoptan soluciones sin referencia al problema que se enfrenta. Es lo que suele suceder cuando no se diagnostica un problema o cuando se intenta dar una solucién «magica» a un problema de la empresa. A este respecto, Boyer y Freyssenet citan a los circulos de calidad en Francia, y en América Latina se sefialan experiencias similares. En la cuarta opcion, el marco institucional general tiene pertinen- cia, pero no es reproducible. Como resultado, el rendimiento de un modelo nunca puede ser igual en un marco nuevo. Los modelos no son transferibles. Seguin cierta forma de relativismo, los principios comunes de sistemas de produccién dan resultados distintos en diferentes contextos (como sucede cuando se adopta el jat/cTc en condiciones distintas alas de Japon); otra forma mas extremista niega que existan principios o instituciones comunes, con lo que cada situacién es unica (Boyer y Freyssenet, 1993:20). El debate sobre estas cuestiones tiende a polarizarse en torno a la primera y la cuarta opciones. Los economistas se inclinan hacia el primer enfoque —recalcando los efectos homogeneizadores de la competencia— mientras que los socidlogos favorecen a menudo un relativismo parcial que hace hincapié en las especificidades nacionales de las instituciones, que inhiben la transferencia simple de modelos. Ambos tienen fundamentadas razones para sefialar deficiencias en la posicién contraria. El modelo 1at/ctc se difunde con rapidez, y 58 Revista Latinoamericana de Estudios del trabajo aparentemente con cierto éxito. Al mismo tiempo, el jat/ctc en América del Norte y Europa no es una copia exacta de la practica japonesa, y esta alin por verse si sus resultados se equiparan a los que se dan en Japén. Este argumento implica la posible pertinencia de la opcidn segunda —mismos resultados en distintos contextos institucionales—, con adaptaciones al modelo. Sin embargo, no deja de ser problematico. No puede decirse que los resultados sean las mismos, y de todas formas, la medicién de los resultados es en si compleia. Boyer y Freyssenet sugieren que en Jos afios noventa es mucho mas probable una convergencia parcial que una convergencia total de los sistemas industriales, y aducen que «entonces, la discusién sobre universalidad o diversidad de modelos industriales se convierte en una cuestion de caracter esencialmente empirica» (1993:27). Esto indica que hay que ser sumamente cautos cuando los nuevos sistemas se encuentran en etapas tempranas de implantacién. Este enfoque puede usarse como base para considerar el desa- rrollo def jat/ctc en América Latina y sus implicaciones para el sector obrero. En primer lugar, examinaremos los factores que favorecen la convergencia, después, los inconvenientes, y luego, la posibilidad de soluciones plurales, igualmente validas. Finalmente, consideraremos sus implicaciones para el sector obrero. V. JAT/CTC en América Latina En ef momento actual existe un enorme interés en América Latina hacia el uso de la gestion productiva japonesa, fendmeno muy visible en las economias de mas peso. En el norte de México, las pioneras en el uso del jat/ctc han sido las empresas trasnacionales, pero son cada vez mas las empresas que se integran al sistema (Ramirez, 1993; Carrillo, 1990}. En Brasil los métodos japoneses han sido recibidos con entusiasmo y apasionado interés impulsado por la liberalizacién comercial y el apoyo activo del gobierno central (Ferraz, Miles y Rush, 1992; Fleury y Humphrey, 1993). Roldan ha realizado amplios estudios sobre el uso del jat/ctc en Argentina (1993a; 1993b). Ei proceso es mucho mas difundido de lo que parece. Murray (1993) sefala que hay gran interés en el CCT en {a industria alimentaria hondurefia. Deming y Juran se han convertido en las nuevas biblias de la administracion en América Latina. Al mismo tiempo, resulta claro que en general, este entusiasmo por los métodos japoneses no se traduce en la practica. Lejos de pensar «de atras hacia delante» (4 /‘envers), las empresas estan buscando formas de hacer mas Viables fos procesos de produccién haciendo los menos cambios posibles. En América Latina, como en Europa, existe un malentendido muy difundido acerca de lo que Paradigmas de fa Sociologia de! Trabsfo 5? significa el jat/ctc y cémo puede introducirse. Se encuentran muchos ejemplos de la tercera opcién a que se refieren Boyer y Freyssenet. La empresa busca una solucién facil y rdpida a sus problemas, centrandose en una técnica en particular, y sin comprender sus principios. Los capitalistas son mucho més ignorantes y dubitativos acerca de los cambios de io que supone la teoria de procegos laborates. En el contexto de una creciente competencia en todo el mundo, muchas empresas, incluidas las grandes, avanzan por el método de prueba y error, sin saber qué hacer. Las que han aplicado con éxito el jat/ctc lo han hecho después de haber experimentado uno 0 mas fracasos (Fleury y Humphrey, 1993}. Aprender por medio de las caidas parece ser un método muy comtin para reconocer la limitante de la tercera opcién que se sefiala en el cuadro 1. Sin embargo, esta no parece ser la Unica explicacton de la diversidad de aplicaciones que encontramos en América Latina y en otras regiones. Existen diferencias sistematicas en las aplicaciones del jat/ctc en distintos sectores de la economia, como Jo sefiata Roldan (1993a) y Ruas (1993). ¢Como, entonces, podemos com- prender y explicar casos del jat/ctc que no parecen ni siquiera moverse en la direccién de adoptar los principios de flujo de productos, calidad en la fuente, etcétera? El primer impulso del socidlogo, impulso que he seguido a menudo, consiste en celebrar esta diversidad. No obstante, esta actitud merece dos criticas justificadas. La primera es que [a expe- riencia empirica tiene que ser diversa, sobre todo en las etapas tempranas de! desarrollo de un nuevo modelo. Las empresas adopta- rdn nuevos principios de trabajo con diversos grados de eficiencia y competencia. Un estudio de {a temprana difusién de los principios tayloristas en la manufactura de bienes de equipo en Estados Unidos revelaria probablemente que hubo empresas que entendieron mal los principios o que fueron incapaces de aplicarlos por problemas en la administracion, 0 por problemas técnicos o de relaciones laborales. Esto no invalidaria los principios tayloristas ni sugeriria que no podian ser adoptados en la industria de bienes de equipo en Estados Unidos. De forma andloga, la comprensién errénea y las fallas en la aplicacién del 1at/ctc no son prueba de que sea intransferible o ineficaz. La segunda critica contra el «viva la diversidad» es que en un medio competitivo no todas las opciones son iguales. Los sistemas de produccién mas capaces de producir bienes con las caracteristicas preferidas por los compradores —bajo precio, mejor rendimiento, mayor fiabilidad, etcétera— tenderan a sobresalir. Las empresas que no pueden competir con las mejores tienden a desaparecer a menos que adopten el nuevo sistema de produccion. Estos argumentos tienen alguna fuerza, pero no proporcionan suficientes pruebas en favor de aceptar la postura del one best way. 60 Revista Latinoamericana de Estudios del trabajo Como aducen Boyer y Freyssenet, una convergencia total de sistemas industriales requiere hipotesis radicales acerca de la globalizacién de los mercados financieros, laborales, tecnoldgicos y de productos. Las prdacticas convergeran s6lo si las empresas tienen las mismas condicio- nes (econémicas y sociales) para competir en mercados homogeneizados. Un resultado mas probable es la globalizacion parcial de los mercados financieros, laborales, tecnoldgicos y de productos, capacidad tecnolégica dispar y condiciones sociales dife- rentes. Todo ello restringiria la convergencia, limitaria la competen- cia y posiblemente daria una multipticidad de formas institucionales y modos de regulacién (Boyer y Freyssenet, 1993:26). El resultado no puede determinarse a priori. Es necesario tomar en consideracién las presiones competitivas de que son objeto los industriales latinoamericanos y su capacidad (administrativa, tecno- légica) de hacerles frente, asi como los contextos institucionales en que se daran estas respuestas. Estos son los factores que determina- ran el alcance y la naturaleza de [a diseminacién del tat/ctc en América Latina Actualmente, en América Latina los problemas con que se enfrenta ta industria son probablemente mas similares a los del mudo desarro- llado que en cualquier otro momento de su historia reciente. La creciente orientacion exportadora de la industria latinoamericana significa que {as industrias estan mas abiertas a la demanda de las naciones importadoras. Tres cuartos de las exportaciones manufacture- ras de estos paises se destinan a naciones que no estan en la region de Latinoamérica, sobre todo a los mercados sumamente competiti- vos de Estados Unidos y Canada, y a los paises europeos mas ricos (BID, 1992:237). Enlos mercados de las naciones mas industrializadas, sus exportaciones manufactureras también hacen frente a una cada vez mayor competencia de los paises proveedores del sudeste y este asidticos. Este factor imprime una gran presién sobre los exporta~ dores para que reduzcan costos e incrementen calidad, y también para que produzcan articulos mas especializados, no sujetos a la competencia de los bajos salarios de paises como China e Indonesia.* Finalmente, la apertura de mercados internos por medio de la liberalizaci6n comercial ha orillado a las empresas que surten al mercado interno a mejorar precios, fiabilidad, calidad, variedad y tiempo de entrega. No cabe duda que estos factores tienen un gran impacto sobre la industria latinoamericana. En el caso de Brasil, por ejemplo, no cabe ninguna duda de que la actual obsesion de los gerentes por la calidad y el precio se deriva directamente de la liberalizacidn. Los métodos japoneses se consideran como un medio para garantizar las mejoras necesarias que permitan mantener al mercado libre de importaciones. En el caso de la industria automotriz, se obliga a los proveedores a Paradigmas de !a Sociologia del Trabajo 61 cumplir con estandares internacionales de precio y calidad si no quieren verse desplazados por la importacién de componentes, y la importacién de automdviles armados empieza ya a tener impacto en las expectativas de los clientes acerca de sus caracteristicas y su calidad. En algunas circunstancias, esta presién en favor del cambio es lo bastante fuerte para obligar a cambios institucionales. Ha habido reestructuracién de modelos establecidos de relaciones laborales a la luz de la nueva situacién competitiva —México es un claro ejemplo de ello (Bizberg y col., 1993)— y las relaciones entre empleados y el Estado también se estan reestructurando (como ocurre en Brasil). Algo semejante se ha observado en los paises mas industrializados. En el Reino Unido, por ejemplo, los trasplantes japoneses han tendido a redefinir tas bases de las relaciones obrero-patronales en vez de aceptar las condiciones institucionales existentes (Oliver y Wilkison, 1992). Atin asi, y a pesar de todo, hay fundadas razones para dudar de que las economias latinoamericanas, incluso las mas avanzadas, se embarquen en una «japonizacién» al por mayor: a) Los efectos de la liberalizacién se sentiran sobre todo en los sectores de bienes comerciables. Desde luego, no todo lo que se manufactura es comerciable. Fuera de ese sector, las presiones en favor de soluciones japonesas seran mas limitadas. Sin duda habré imitaciones, y el efecto de demostracién operard hasta cierto punto —pero la velocidad del cambio sera mucho mis baja, y el alcance del cambio mas reducido b) Ef sector manufacturero en América Latina es muy heterogéneo. Existe un gran desfase entre las grandes empresas de los sectores de mas avance tecnoldgico y la mayoria de las pequefas empresas. Este desfase puede verse en términos de tecnologia de productos y procesos, capacidad administrativa, tasas salariales, etcétera. Las empresas mas avanzadas poseen la capacidad necesaria para introdu- cir el 1at/ctc, pero no puede decirse lo mismo de las compafiias de tamaiio reducido y empresas familiares de todos tamafios. Por este motivo, puede que la introduccién de innovaciones exhaustivas que comprenden cambios de productos y procesos, reestructuracion gerencial y cambios en las relaciones laborales y en las funciones de la mano de obra se encuentre limitada a las grandes empresas. La excepcién a ello puede darse en las pequefias empresas que aprove- chan la circunstancia de encontrarse agrupadas en zonas industriales ‘9 que reciben ayuda de empresas mas grandes para actualizarse.> En la mayor parte de pequefias empresas, la opcién mas adecuada ta ofrece la adopcion de algunos métodos ja/ctc de alcance limitado, con una definicidn estricta. Esta es la ruta que sefialan Ruas (1993) y Roldan (1993a), que serd mas viable si hay nichos de mercado Revis Latinoamericana de Estudios det trabajo disponibles. Marx (1993) observa que en Brasil hay pequefas empresas en el sector de partes automotrices que quieren salir del sector © suministrar solo al mercado de partes como resultado de la creciente exigencia de los ensambladores de que se cumplan estandares internacionales de precio y calidad. Grandes regiones de América Latina pueden convertirse en nichos para ciertos productos —en particular si los exportadores de paises desarrollados consideran que no merece la pena penetrar en esos mercados, o si los problemas de balanza de pagos conducen a la restriccion de importaciones. c) Como resultado de esta heterogeneidad, la via de la promocion de calificaciones y la integracién de funciones serd adoptada por un numero relativamente pequefio de empresas. En otras, la integracion de funciones serd mas limitada, ia aplicacién del jat/ctc sera mas desigual, y puede que algunas funciones sean trasladadas hacia técnicos y supervisores. Asi sucede con el Control Estadistico de Procesos (CEP) en algunas empresas brasilefias. Esta tendencia se ira extendiendo si las irregularidades en la ensefianza y capacitacion limitan la oferta de mano de obra debidamente capacitada (Fleury y Humphrey, 1993:42-49). d) Dada la tendencia hacia elevados niveles de integracién vertical en las economias latinoamericanas, y también la tendencia a conglo- merarse las grandes compaiiias, la difusion del 1at/ctc por medio de cadenas de empresas vinculadas seré lenta. A corto plazo, la preacu- pacién por los suministros puede incluso reforzar el verticalismo. En Parte, las estrategias de integracion vertical se deben a la falta de suministros, y las empresas que se preocupan por la calidad de los mismos tienden a absorber més trabajo. La preocupacién por la calidad puede también llevar a una marginalizacién de las pequefias empresas suministradoras. En general, habrj que ver si las empresas en Latinoamérica lograran crear contactos mas estrechos entre si sobre la base de relaciones de cooperacién a largo plazo. e) El rezago en la tecnologia de procesos en muchas industrias latinoamericanas favorecera que haya cambios organizativos més que cambios combinados en ia organizacién y nuevas tecnologias. Las empresas trasnacionales, sobre todo las de nueva planta, seran una excepcion a esta tendencia. f} Dadas la velocidad y gravedad de la reestructuracién en algunos paises latinoamericanos —Argentina, por ejemplo— las empresas tenderan firmemente a buscar soluciones de aplicacion rapida y a corto plazo, que se centraran en la prioridad de reduccién de costos a corto plazo, como medio de supervivencia, como sefiala Roldan (1993a-1993b). De manera mas general, resuita claro que la liberali- zacién puede lograrse mucho mis rapidamente que la promocién de la industria. El comercio puede liberalizarse casi de la noche a la mafiana. Pero crear mejores condiciones para que la industria se haga 63 Paradigmas de la Sociologla del Trabs competitiva es lento y costoso. Puede que los Estados carezcan de los recursos y de la motivacién ideoldgica para una politica industrial adecuada —sobre todo porque las politicas industriales anteriores estan desacreditadas. g) No hay garantia de que las empresas logren hacer frente a la creciente competencia internacional. Muchas empresas no generaran la respuesta necesaria ante la situacion tan cambiante, y simplemente pueden dejar de existir. VI. El impacto sobre la fuerza laboral El impacto del yat/ctc en América Latina seré muy variado. En grandes sectores de tas economias no tendrd ninglin Impacto. Los sectores afectados lo seran de maneras distintas. Hay que puntualizar dos cosas en relacién al impacto del jat/ctc sobre la mano de obra. La primera es, simplemente, que no se sabe {fo bastante al respecto. El argumento de que el 1at/ctc lleva a la multicalificacion ya la promocion de calificaciones se suele basar en una combinacién del razonamiento légico de que el jat/crc debe implicar una multicalifi- cacién porque la flexibilidad se lo exige con la informacion recogida en las visitas a las fabricas. En cuanto a fuentes de informacién, éstas dependen mucho de fa gerencia, y no es frecuente que permitan ‘acceso abierto a los archivos o platicas con los trabsjadores, que pudieran sustentar lo que se afirma. En la practica, a promocién de calificaciones puede que sea limitada. Cuando se hacen estudios detallados, los resultados suelen ser poco interesantes. Un estudio sobre el trabajo en una planta de partes automotrices en el Reino Unido que habia introducido el 1at lego a fa conclusion de que «pese 3 la mayor flexibilidad y a la erosion de demarcaciones tradicionales, no existe prueba sistematica de que haya recalificacion © promocion de calificaciones» (Turnbull 1988: 13). Era una planta reconocida por ser de las pioneras en la introduccién de métodos japoneses y una planta en la que se obtuvieron sin lugar a dudas los resultados usuales de productividad, tiempos optimes, trabajo-en-progreso, reservas de existencias, etcétera. (1988:13) Este ejemplo llama a [a cautela. Los investigadores no deben dejarse obnubilar por lo que afirma la gerencia; deben procurase las pruebas fehacientes que fo corroboren. El que haya buenos resultados en productividad, trabajo-en-progreso, etcetera. no debe, en si, tomarse como prueba de que se ha implantado plenamente ° tat/ctc, ni de que las calificaciones de los obreros se han promovido. La segunda cuestién es que el jat/ctc no es un sistema fijo, y las relaciones laborales pueden afectar la forma en que se desarrolla. En el caso de Japon, Nomura sostiene que el modelo Toyota es una variante del iat/ctc, centrado en la reduccion de costos laborales, 64 Revista Latinoamericana de Estudios de! trabajo «incrementalismo» (Ludger), eliminacién de desechos y construccién del sistema desde abajo. Sostiene ademas que este sistema no es sostenible por la resistencia que ofrecen obreros y gerentes y que la Toyota se vera obligada a prestar mas atencidn a la automatizaci6n y otros medios de mejorar la competitividad (Nomura: 1993:55-58) En el mismo orden de ideas, Bonazzi ha sugerido que surge una version europea de la produccién delgada que recurre mas a la automatizacién, procura acuerdos con los sindicatos y favorece la produccién modular (1993:17). €Cual puede ser el impacto del jat/ctc sobre la mano de obra en América Latina? Resumiré brevemente los factores de este impacto: a) El mayor impacto se dard en las empresas grandes y en aquellas. que estan més directamente afectadas por la liberalizacion comercial. Es importante, por lo tanto, no limitarse a éstas. Las empresas grandes y sobresalientes, sobre todo las que pertenecen al sector automotriz, son el objeto predilecto de estudio de la sociologia det trabajo. Seguir en esta linea conducira a interpretaciones tendencio- sas. b) Es probable que el jat/ctc amplie el desfase entre las empresas que lo adopten y las que no lo hagan. Si conduce a mayor estabilidad del empleo, creara o reforzara atin mas los mercados laborales duales, ya que la mano de obra en las empresas que lo hayan adoptado ser mas estable que antes. Una vez mas, este hecho apunta hacia la necesidad de estudiar no sdlo a las empresas de punta en cada sctor o economia. c) Esta muy claro que las empresas japonesas transfieren practicas «japonesas» a occidente en mucho mayor medida en la industria automotriz que en la industria eléctrica para el consumo (Kenney y Florida, 1992b). Un gran numero de estudios de empresas japonesas en las industrias eléctricas han revelado un uso reducido de los circulos de calidad, grupos de Ka/zen, trabajo en equipo o rotacién sistematica de mano de obra. Puede que estas plantas apliquen calidad en la fuente y jat, pero dejando algunas de las caracteristicas asociadas con estas practicas en la industria automotriz. Esto tiene especial importancia para las operaciones internacionales de ensam- blaje, en las industrias electronica y eléctrica. Se ha observado en el norte de México (Kenney y Florida, 1992a; Shaiken y Browne, 1991) que algunas caracteristicas del iat/crc no se aplicaban. La cuestidn de las diferencias sectoriales en !a operativa del jat/crc es de consi- derable importancia, y refuerza una vez mas la idea de que no hay que centrarse exclusivamente en la industria automotriz. d) Los resultados del jat/ctc dependerdn evidentemente de como se aplique. Aplicando seriamente el trabajo en equipo, el CEP, la manufactura celular, la rotacién de trabajos, etcétera... se potenciara Paradigmas de la Sociologia del Trabajo 65 la capacitacidn, la estabilidad del empleo, etcétera. Pueden obtenerse buenos logros, especialmente para los obreros de produccidn semi- calificados, cuyas perspectivas laborales y estabilidad de empleo pueden mejorar sensiblemente, fendmeno que no se logra con un uso mas parcial del jat/ctc, o de variantes del jat/ctc como la sugerida en el apartado 3. e) La forma en que el obrero perciba los beneficios del jai/ctc dependera en parte de las condiciones de trabajo y empleo antes de su introduccion. En la medida en que el jat/ctc implica capacitacién mayor y mayor estabilidad del empleo sera benéfico para quienes no han tenido un empleo estable hasta ese momento. En Argentina, donde los trabajadores tienen ciertos derechos de estabilidad de empleo, el jat/ctc puede verse acompajiado por presiones de la patronal para disolver estos derechos. En Brasil, en cambio, la ausencia total de proteccidn al empleo significa que cualquier com- promiso, aunque sea implicito, de la gerencia con miras a estabilizar ala mano de obra puede verse como una ventaja. Este contraste entre la situacién antes y después del jat/ctc variaré también segtin la calificacién. Es posible que los obreros no calificados 0 semicalificados sientan que les es ventajoso el trabajo flexible y la reintegracién de funciones, mientras que los calificados pueden considerar que el trabajo flexible implica, por una parte, un ataque contra la rigida separacién de funciones que habia sido un fuerte instrumento de negociacién y, por la otra, una degradacién de sus calificaciones por el hecho de que se mezcle trabajo calificado y no calificado.” f) Estos logros vendran apareados con presiones cada vez mayo- res. Si la patronal puede desarrollar los tipos de evaluacién y sistemas de control antes mencionados, los obreros se encontrardn sujetos a regimenes de gran exigencia y presidn. Tuve recientemente la ocasién de ver un claro ejemplo del potencial de control sobre la mano de obra que contiene el jat/ctc en una empresa que establecia nueva planta en el interior de Sao Paulo. Se evaluaba a los traba- jadores una vez al aio sobre la base de tres factores: cursos de capacitacion, desarrollo de sus calificaciones operativas, y actitud y comportamiento (contribuciones a los programas de sugerencias, esfuerzo, ausentismo, espiritu de equipo, etcétera). Si la puntuacién era baja, significaba despido, si era alta, significaba ascenso. Al mis- mo tiempo, la empresa estaba considerando la posibilidad de delegar en los equipos !a responsabilidad de aceptar nuevos miembros del equipo y despedir a aquellos cuyo desempefio no fuese satisfactorio. Eso ocurria en un contexto en el que el propio equipo se habia propuesto metas claras de calidad y productividad. Era evidente que el equipo sufriria grandes presiones para castigar a los trabajadores de bajo rendimiento, hasta el punto de expulsarlos del equipo, !o que significaria la pérdida del empleo. La severidad de estos castigos 56 Reviste Latinoamericana ee tudios del trabajo proviene del hecho de que el peso del bajo rendimiento, ausentismo, etcétera, cae directamente sobre los demis trabajadores. g) En los paises de América Latina que tienen una historia de regimenes laborales opresives, las nuevas relaciones a nivel de planta pueden presagiar un periodo de participacin y democracia. La inestabilidad del empleo y el autoritarismo de los capataces puede que mejore (Fleury y Humphrey, 1993]. Sin embargo, la adopcién del jat/crc no Hevara a las empresas a establecer mejores relaciones con los sindicatos. En la medida en que el jat/ctc se asocia con una relacion mas cooperativa entre el obrero y la gerencia, ésta procurara que la relacidn sea directa, soslayando al sindicato y adoptando una ideologia de comunidad de intereses que niegue legitimidad al sindicato. Asimismo, con el jat/ctc, las empresas son mas agresivas acerca del «derecho a administrar» de la gerencia que con el fordismo. En la fase inicial de la 1at/crc, si hay resistencia ante nuevas formas de flexibilidad, puede desencadenarse una embestida antisindi- cal. Carrillo (1993) describe una situacion similar en ta planta Ford en Cuautitlin. Mas adelante, las empresas procurarén limitar la intervencién sindical en el funcionamiento diario de las plantas. Esto se vio claramente en el contrato firmado en la planta de Hermosillo antes de su apertura (Carrillo y col., 1990). Esta estrategia se ha usado profusamente en Estados Unidos (Nummi, por ejemplo) y en el Reino Unido (Nissan, entre otras). h) Ef yat/ctc plantea también importantes cuestiones de género. Se trata sin duda de una cuestion importante, pero que ha recibido poca atencion tanto en el primero como en el tercer mundo. Como Jenson (1989:141) sejiala, la mayor parte de las discusiones acerca de la especializacion flexible son ajenas a asuntos de género, pero los cambios que contleva a multicalificacion, la multifuncionalidad y el trabajo en equipo apuntan al meollo de la division sexual del trabajo, planteando cuestiones como las de los estereotipos de trabajo masculino y femenino, competencia técnica de la mujer, acceso a capacitaci6n y patrones de rotacién. La transformacién dei trabajo implica también una transformacién de practicas de empleo. Las empresas que adoptan la multicalificacion y multifuncionalidad tien- den también a cambiar sus patrones de contratacién, niveles de capacitacion y actitud ante la rotacién de personal. Si se dan estas transformaciones, ¢se favorecera al obrero por su supuesta capaci- dad técnica y mayor estabilidad de empleo? Pueden sefalarse varias posibilidades. En las empresas en las que se introduce el trabajo de equipo y la multicalificacién, puede que las trabajadoras sean sustituidas por varones (como senala Roldan, 1993:48-49). De manera alternativa, se puede introducir un sistema de multicalificacién a dos tercios, con varones en los puestos altos y de mediano nivel, y mujeres en los niveles medio y bajo. Roldan cita Paradigmas de la Sociologia del Trabajo 67 un caso de este tipo (1993:49), aunque la empresa en cuestidn lo consideraba como una fase de transicion hacia la primera opcion. Parece menos probable que se dé a hombres y mujeres las oportuni- dades de desarrollar calificaciones y garantizar oportunidades de ascenso. Es cosa sabida que anos atras, hombres y mujeres tenian un acceso muy dispar a la capacitacién y a las oportunidades de ascenso (Humphrey, 1987]. ¢Se desarrollaran nuevos patrones de diferencia y discriminacion, o nacer un tratamiento mas equitativo del predo- minio de la capacitacién en el lugar de trabajo y ‘a necesidad de fomentar e! ascenso de nivel de la fuerza laboral? Es probable que lo primero ocurra mas. Implicara, por ejemplo, que las mujeres queden excluidas del control estadistico de procesos y de las tareas de mantenimiento de rutina. Esto puede hacerse en departamentos enteros —pueden asignarse estas tareas al personal técnico o a los supervisores en departamentos mayoritariamente femeninos— o por una division de tareas en departamentos mixtos i) Existe considerable margen de adaptacién del jat/ctc ante la resistencia y la negociacién laborales. La medida que el obrero puede negociar en torno al 1at/ctc depende de factores como la ubicacion de la planta, de si se introduce este sistema en una planta nueva o en una ya establecida, de la fuerza y los derechos sindicales y de 1a situacin del mercado faboral local (Humphrey, 1993). No obstante, existe una clara posibilidad de que en las etapas iniciales de su implantacién, las empresas no ejerzan demasiada presién sobre el obrero, para atraerlo y asi marginar al sindicato (como deciamos antes). Una vez desmovilizada la organizacion colectiva de la fuerza laboral, se aplica [a presién. Esto presenta un reto importante para la organizacién laboral en América Latina VII. Conclusiones El jat/ctc se esta implantando rapidamente en algunas regiones de América Latina. Para estudiar su impacto sobre la mano de obra y la organizacién laboral, conviene ir mAs alla de simplificaciones como la del one best wayy la polarizacion del debate entre quienes ven el jat/ cTc como un método que mejora la calidad del trabajo y los que lo ven como un auténtico desastre para el sector obrero. El tat/ctc se implantard con un numero limitado de variantes y, en cada caso, su impacto sobre el trabajador sera compleio y ambiguo. La sociologia del trabajo en América Latina debe estudiar estas variaciones, complejidades y ambigiiedades con suma atencion, lo cual implica investigaciones intensivas, que eviten basarse en los datos de la gerencia o de los militantes sindicales como fuente basica de infor- macién. Hacen falta estudios del trabajo y de los trabajadores, que requiere grandes esfuerzos no sdlo para obtener acceso a los lugares

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