En mi casa de Viena, al terminarse las fiestas de Navidad y de Año Nuevo, he cortado las ramas del árbol y lo he puesto sobre dos soportes metálicos sobre mi mesa de trabajo. Lo contemplo a menudo y me encantaría encontrar una analogía existencial. Pero no la encuentro.
En mi casa de Viena, al terminarse las fiestas de Navidad y de Año Nuevo, he cortado las ramas del árbol y lo he puesto sobre dos soportes metálicos sobre mi mesa de trabajo. Lo contemplo a menudo y me encantaría encontrar una analogía existencial. Pero no la encuentro.
En mi casa de Viena, al terminarse las fiestas de Navidad y de Año Nuevo, he cortado las ramas del árbol y lo he puesto sobre dos soportes metálicos sobre mi mesa de trabajo. Lo contemplo a menudo y me encantaría encontrar una analogía existencial. Pero no la encuentro.
En mi casa de Viena, al terminarse las fiestas de Navidad y de Ao Nuevo, he cortado las
ramas del rbol y lo he puesto sobre dos soportes metlicos sobre mi mesa de trabajo. Lo contemplo a menudo y me encantara encontrar una analoga existencial. Pero no la encuentro. Recuerdo que en los bosques de Transilvania, los pastores elgen el pino ms recto y el ms alto, le quitan todas las ramas y los ramos, le sacan la corteza y le sacan brillo al tronco para dejarlo liso, como un monolito. Lo llaman la Columna del Cielo y cual no es el asombro de los pergrinos al encontrarse as de pronto con un espectculo como ese.