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In trod ucción.
La tarea de una introducción a la filosofia
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r sotos y sobre toda la historia de la filosofía, por lo menos en sus líneas
y rasgos fundamentales.
biésemos de emprender e! camino para introducimos en él (cfr. más
abajo, págs. 232-233).
Sólo que no buscamos solamente un conocimiento historiográfico Pero no estamos en absoluto fuera de la filo sofla, y ello no porque
de aquello que la filosofía ha sido, sino que queremos conocer los acaso contemos ya con ciertos conocimientos de filosofía. Aun cuan-
«problemas» del ámbito de la filosoBa, los diversos ámbitos de proble- do no sepamos nada de filosofía, estamos ya en la filosofía, porque la
mas que representan las distintas disciplinas filosóficas (la lógica, la teo- filosofía está en nosotros y nos pertenece y, por cierto, en el sentido de
ría del conocimiento, la ética, la estética), no con todo detalle, cierta- que filosofamos ya siempre. Filosofamos incluso cuando no tenemos
mente, pero sí en sus líneas básicas, de modo que veamos cómo las dis- ni idea de ello, incluso cuando «no hacemos» filosofía. No es que filo-
ciplinas se ordenan entre sí, qué relaciones guardan unas con otras, sofemos en este momento o aquél, sino que filosofamos constante-
cómo constituyen un sistema de filosoBa. La introducción a la filoso- mente y necesariamente en cuanto que existimos como hombres.
fía, aparte de su lado histórico, tiene que tener un lado sistemático y Exsistir como hombres, ser ahí como hombres, da sein como hombres,
ambos pueden complementarse perfectamente entre sí. significa filosofar. El animal no puede filosofar. Dios no necesita filo-
Si al final del semestre hemos logrado efectuar el recorrido que re- sofar. Un Dios que filosofase no sería Dios porque la esencia de la filo-
presenta tal introducción histórica y sistemática, nos habremos conver- sofia consiste en ser una posibilidad finita de un ente finito.
tido en afortunados poseedores de conocimientos pertenecientes al Ser-hombre significa ya filosofar. La exsistencia humana, el ser-ahí
ámbito histórico y sistemático de la filosofía. Ciertamente, no habrá humano, el Dasein humano, está ya como tal en la filosofía, pero por
desaparecido del todo la impresión de que ese ámbito es, desde luego, esencia, no en ocasiones sí y en ocasiones no, o unas veces sí y otras
muy plural, y también muy inseguro y cambiante; y sobre todo se re- no. Pero porque e! ser-hombre tiene diversas posibilidades, múltiples
forzará el sentimiento más o menos confesado de que con lo oído di- niveles y grados de lucidez, puede e! hombre estar en la filosofía de for-
fícilmente podemos saber hacia dónde tirar ni qué hacer. Ocúpense de j
mas diversas. Correspondientemente, la filosoBa puede permanecer
ello los filósofos profesionales, con la intención y creencia de poder oculta como tal, o anunciarse y manifestarse en el mito, en la religión,
poner fin alguna vez a tal caos de «sentencias». en la poesía, en las ciencias, sin ser reconocida como filosofía. Pero
Pero si se suscita tal consideración, ya es mucho. Pues las más de las como la filosofía como tal puede desarrollarse también de forma ex-
veces ya no se suscita nada. Sino que uno se contenta con la idea de presa y propia, parece como si aquellos que no se implican en el filo-
haber seguido alguna vez un curso de filosofía, pues en definitiva uno sofar expreso estuviesen fuera de la filosofía.
no puede descuidar por completo su formación general, su cultura ge- Pero si la exsistencia humana o Dasein humano está esencialmente I
neral universitaria, aunque hoy mucho más importante que e! saber ya en la filosofía, entonces carece de sentido una introducción a la filo-
algo de filosofía sea el tener noticia de los nuevos tipos de coches de sofia en e! sentido indicado, es decir, como un introducir dentro de! ám-
carreras o de las últimas novedades en el ámbito del cine. bito de la filosofia desde una posición fuera de la filosofia. Pero enton- I
Ésta es hoy la actitud respecto a la filosofía y, pese a las muchas in- ces, épara qué una «introducción a la filosofia», para qué esta clase de in-
troducciones, tal situación habrá de seguir siendo siempre así en cier- troducciones a la filosofía? ¿Por qué no romper con esta costumbre?
ta medida. Pero, épor qué, pese a todas las introducciones, tiene que I
ser así? Porque una introducción a la filosofía del tipo comentado no
hace sino sacar de la filosofía, y no sólo eso, sino que además suscita § 2. INTRODUCIR SIGNIFICA PONER EN MARCHA EL FILOSOFAR
la opinión de haberse introducido uno en la filosofía. ¿y por qué tie- I
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nen necesariamente que fracasar ese tipo de introducciones habitua- Si, pese a ello, nos proponemos como tarea una introducción a la
les a la filosofía, que acabamos de caracterizar? Porque por su propio filosofía, entOljlces esa introducción tiene que tener otro cará·~ter. Cier-
planteamiento descansan en una equivocación básica. El plantea- tamente, todo parece como si por de pronto estuviésemos fuera de la
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miento parte del supuesto de que nosotros, que tenemos que ser in- filosofía. La pregunta es: (En qué se origina tal parecer y apariencia? Si
troducidos en la filosofía, por de pronto estamos situados fuera de la
filosofía, y de que la filosofía misma es un ámbito respecto al que hu-
la filosofía está y radica ya en nuestra exsistencia como tal, entonces
esa apariencia sólo puede brotar de que la filosofia está, por así decir,
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dormida en nosotros. Está en nosotros, aunque encadenada y atada. filosofar pertenece a la exsistencia humana como tal: en ésta como
Todavía no está libre, todavía no está en e! estado de movimiento que tal sucede el filosofar y tiene el filosofar su historia (cfr. más abajo
le es posible. Es decir, la filosofía pasa en nosotros, sucede en nosotros, pág. 240).
pero no como al cabo podría pasar y.debería pas~~. Por eso es menes- En la exsistencia ha de ponerse en marcha e! filosofar. Pero la exsis-
ter una introducción. Pero imrodccción no significa ahora ya: desde tencia humana, e! Dasein humano, no existe nunca así en general, sino
una posición fuera de la filo~oHa llevar ~1alguien adentro del ámbito de que, cuando existe, cada exsistencia existe como ella misma. En nues-
la filosofía, sino que introducir significa ahora: poner en marcha el ,fi- tra exsistencia o Dasein mismo tiene que hacerse suceder el filosofar.
losofar, hacer que en nosotros pase o suceda la filosofía. 1I:trod~c~10n En nuestra exsistencia -pero tampoco así en general, sino en nuestra
a la filosofía significa: introducir (poner en marcha) el filoso~ar.Y,.(como exsistencia aquí y ahora, en este instante y en las perspectivas que ofre-
conseguir tal cosa? Pues ciertamente no podemos .recur:lr a nmguna ce este instante en que nos disponemos a tratar de filosofía. En noso-
traza, técnica o magia para ponernos en estado de filosofar. tros ha de quedar libre la filosofía, en nosotros y en esta situación. ¿En
La filosofía ha de quedar libre en nosotros, es decir, ha de conver- cuál situación? En aquella que ahora determina primaria y esencial-
tirse en íntima necesidad de nuestro ser más propio, de nuestra más mente el existir de nuestra exsistencia, es decir, nuestro elegir, nuestro
propia esencia, de suerte que dé a ese ser o a esa esencia su más propia querer, hacer y omitir,
dignidad. Ahora bien, lo que así ha de quedar libre e? nosotros hemos
de asumido en nuestra libertad, somos nosotros mismos los que he-
mos de tomar y despertar libremente e! filosofar en nosotros. § 3. PRECOMPRENSJÓN DE LA FILOSOFíA
Pero para eso, he aquí que de nuevo necesitamos ya conocer; he-
mos menester de una precomprensión de la filosofía. Y así podría ser ¿Por qué viene determinado ahora decisivamente todo nuestro
que al cabo hayamos de recurrir y atenernos. a la historia de l~ ,filoso- existir? Por nuestra voluntad de ubicarnos e integrarnos en la empresa
fía. Quizá la historia (pero no sólo en el sentido de la p,roduc~JOn y la de la que en la Universidad se trata. Pero con esta pretensión hemos
bibliograHa filosóficas, sino en un sentido mucho mas original) s~a dado a nuestra exsistencia o Dasein un vínculo o ligadura o compro-
esencial para el filosofar. Pues por razones que todavía veremos sena miso; y con ese vínculo nuestra exsistencia ha tomado una cierta direc-
un elemental error suponer que podríamos hacer filosofía, desarrollar ción; en nuestra exsistencia ha quedado decidido algo. Esto puede su-
filosoHa, rechazando por completo la tradición histórica, ignorándola ceder, o bien con claridad sobre nuestra exsistencia, o bien sin claridad
por completo, tirándola por la borda. Pero de e!lo no se Slg~e q':le la sobre ella, podemos haber caído en e! ámbito de la exsistencia univer-
vía habitual de una visión historiográfica de! conjunto de la historia de sitaria simplemente por convención o incluso por no saber muy bien
la filosofía pudiera aportar nada esencial en lo que se refiere a ?uestra qué otra cosa hacer.
intención de introducir e! filosofar. Adquirir conocimientos, e incluso Pero si no nos limitamos a danzar por la Universidad en parte para
adquirir una vasta erudición en lo que respecta a lo que los filósofos aprender toda clase de cosas útiles y en parte para divertirnos de una
han pensado, puede ser de utilidad, pero no para e! filosofar. Al c~n- forma nueva, entonces tiene que haberse decidido algo en nosotros.
trario: la posesión de conocimientos sobre filosofía es la causa pnn- Toda decisión relativa a nuestro existir es siempre un irrumpir en el fu-
cipal de la errónea suposición de que con ello se ha llegado ya a filo- turo de nuestra exsistencia.
Pero, ¿qué se ha decidido? Nuestra profesión, nuestra vocación.
sofar.
Pero, «íe qué otro modo podremos obtener es~ precomprensión Pero por profesión, por vocación, no entendemos la posición externa .
de la filosoHa, de la que hemos menester, si el filosofar no ha de ser un en la vida ni mucho menos la inserción en una determinada clase so-
proceso ciego sino una acción asumida en libertad? Manifiestamente, cial, y por cierto acomodada o alta. Nuestra profesión la entendemos
esta precomprensión de la filosofía habremos de buscarl_a de una for- como la tarea interna que la exsistencia se propone de antemano en el
ma que en cierto modo nos venga ya de antemano senalada por I~ conjunto y en lo esencial de su existir. La manera fáctica e histórica en
esencia misma del filosofar. De tal esencia sólo sabemos ahora lo SI- que opera una profesión necesita siempre de una posición externa en
guiente, y ello sólo en e! sentido de una simple afirmación, a saber: el la vida, pero tanto en primera instancia como en última esa posición
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es de una importancia subordinada. Pero, éen qué medida con nuestra posee alguna claridad sobre sÍ-, no en el sentido de un episodio fu-
pretensión de algo así como una ciudadanía académica, es decir, de ra- gaz, sino como un estadio que sólo se produce una vez y que determi-
dicamos en aquello de que en la Universidad se trata, hemos dado a nará esencialmente la unicidad de nuestra exsistencia, es decir, lo que
nuestra exsistencia una profesión, una vocación? Con tal pretensión es siempre la unicidad de cada exsistencia. Y si es en nuestra exsisten-
-si es que la entendemos- hemos implantado en nuestra existencia cia aquí y ahora en la que queremos dejar libre la filosofía, liberar el fi-
la obligación de asumir algo así como un liderazgo en el todo del ser- losofar, y si la tarea de esta introducción es poner en marcha la filoso-
unos-can-otros, siempre histórico, en el que nos acontezca quedar si- fia, entonces es a partir de esta nuestra situación como habremos de
tuados. Por tal cosa no entendemos el ocupar externamente un puesto obtener también una cierta comprensión de qué significa filosofía.
directivo en el ámbito de la vida pública, no entendemos el que acá o Esta precomprensión, que empezamos necesitando, habremos de ob-
allá nos toque desempeñar el papel de jefe o de director, sino que el li- tenerla de una aclaración de la esencia de la filosofía en su relación con
derazgo consiste en obligarse a un existir que en cierto modo entienda la ciencia y con el liderazgo.
las posibilidades de la exsistencia humana tomadas en conjunto y en El liderazgo define o determina o concierne a la profesión o voca-
última instancia, y que en tal comprensión resulte ejemplar. Para ser tal ción de la exsistencia de ustedes, por el solo hecho de que ustedes exis-
cosa no es menester que alguien ocupe puestos altos. Ni mucho menos ten en la Universidad, desenvuelven ahora su existir en relación con
ese liderazgo incluye, ya sin más, algún tipo de superioridad moral so- ella. Pero liderazgo significa aquí: el disponer sobre posibilidades supe-
bre los demás; al contrario la responsabilidad que precisamente talli- riores y más ricas del existir humano, que no es que se las acabe impo-
derazgo, incontrolable y en definitiva no público lleva consigo, repre- niendo a los demás, pero que sin notario, y de ahí su tremenda efica-
senta una constante y agudizada posibilidad de fracaso moral para el cia, les quedan puestas por delante a título de ejemplares, les quedan
individuo. propuestas a éstos como ejemplo. Esta oculta ejemplaridad del autén-
Pero, épor qué la pertenencia real a la Universidad comporta algo tico liderazgo necesita, empero, de su propia claridad y seguridad, es
así como una pretensión a tal liderazgo? Tal pretensión por parte de decir, la exsistencia ha menester ella misma de una reflexión constan-
cada implicado es resultado de que la Universidad, mediante el cultivo temente renovada acerca de las posiciones básicas o posicionamientos
de la investigación científica y la transmisión de una formación cientí- básicos o actitudes básicas de la exsistencia respecto al conjunto del
fica, suministra a la exsistencia la posibilidad de una nueva posición en ente, pero una reflexión y consideración que se determine directamen-
el conjunto del mundo, en la que todas las relaciones de la exsistencia te a partir de la posición histórica en que a la exsistencia le acontece es-
con el ente pueden (aunque no tienen por qué) experimentar un cam- tar y que acabe refluyendo sobre, y operando en, el interior de esa si-
bio y la existencia puede convertirse en más próxima a todas las cosas tuación. Este requisito o implicación delliderazgo, aunque no sólo sea
(aunque ello tampoco tenga por qué ser necesariamente así) por vía de una implicación o requisito de él, es lo que llamamos cosrno-visión, vi-
ql~e la exsistencia cobre una mayor transparenci\ y luz respecto a sí sión del mundo, Welt-anschauung. Y aSÍ, la tarea de obtener una pre-
misma. comprensión de la filosofía a partir de los poderes que determinan
El que sepamos más cosas que los demás y también mejor, el que nuestra exsistencia no significa otra cosa que plantear la cuestión de
estemos en posesión de títulos y diplomas, ello carece por completo de cómo se relaciona la filosofía con el liderazgo, con la cosmovisión y
importancia. En cambio, el que nuestra exsistencia en conjunto venga con la ciencia.
dominada por una interior superioridad y ventaja, que en sí ninguno
de nosotros ha merecido, el que precisamente por ello la ciencia desa-
rrolle en nosotros sobre una base más original la posibilidad de un li- § 4. ¿C6MO SE RELACIONA LA FILOSOFíA CON LA CIENCIA,
derazgo en el conjunto de la comunidad humana que, precisamente CON LA COSMoVIsr6N y CON LA HISTORIA?
por pasar desapercibido, resulta tanto más eficaz, es ello lo que define
y determina el instante de nuestra exsistencia presente. Tendremos que preguntar en particular: ¿Es la filosofla una ciencia
Ciencia y liderazgo, ambos en esta unidad, son, por tanto, los po- entre las demás ciencias, o es una ciencia «universal» en contraposición
deres bajo los que ahora está puesta nuestra exsistencia -si es que ésta con las ciencias particulares, o es la filosofía la ciencia básica frente a
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está en su propio centro, lo que de verdad resulta es que, conforme.a
lo más íntimo de sí, ese ente es excéntrico, es decir, que por la propIa
esencia de su existir de su Existenz, nunca puede estar objetivamente
en el centro del ente. Pues esto es precisamente lo que el filosofar pon-
drá de manifiesto, a saber: que es precisamente en virtud de esa su más
íntima esencia por 10 que el hombre se ve arrojado fuera de sí mismo
y más allá de sí mismo y no puede ser en absoluto propiedad de sí mis-
mo. Pero para llegar realmente a percatamos de que la exsistencia no
se tiene a sí misma por centro, hay que intentar en cierto modo llegar
al centro.
El subjetivismo no se supera porque uno se indigne moralmente
contra él, sino planteando de verdad y radicalmente el problema del
sujeto, es decir, la pregunta por la subjetividad del sujeto. Y así, hay
una gran verdad en la exigencia que ya la filosofía antigua planteaba:
SECCIÓN PRIMERA
lvw8l osrrotóv (gnothi seautón), conócete a ti mismo, es decir, cono-
ce lo que eres y sé aquello como lo que te has conocido. Este autoco- Filosofía y ciencia
nacimiento en tanto que conocimiento de la humanidad en el hom-
bre, es decir, en tanto que conocimiento de la esencia del hombre, es
filosofía, y está tan lejos de la psicología, el psicoanálisis y la moral que,
ciertamente, no podría estado más. Y sin embargo es en tal hacer me-
moria de (y reflexión y consideración y reconsideración sobre) nuestra
propia exsistencia donde puede suceder que aprehendamos de raíz la
completa y total nihilidad de la esencia humana.
El primer estadio de nuestra introducción viene, pues, determina-
do por tres cuestiones: la relación de la filosofia con la ciencia, con la
cosmovisión, con la historia. Empezamos por la primera cuestión.
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