Professional Documents
Culture Documents
Meditación 4 Desprogramarse y
Mello
¿Has pensado alguna vez que has sido «programado» para ser infeliz y
que, por lo tanto, hagas lo que hagas para obtener la felicidad, estás
abocado al fracaso? Es como si introdujeras una serie de ecuaciones
matemáticas en un ordenador, y éste fallara cada vez que pulsas el teclado
para obtener un pasaje de Shakespeare.
Hay algo aquí que conviene meditar: siempre que te encuentras inquieto o
temeroso, es porque puedes perder o no conseguir el objeto de tu deseo,
¿No es verdad? Y siempre que sientes celos, ¿No es porque alguien puede
llevarse aquello a lo que tú estás apegado? ¿Acaso tu irritación no se debe a
que alguien se interpone entre ti y lo que deseas? Observa la paranoia que
te entra cuando ves amenazado el objeto de tu adhesión o de tu afecto: no
eres capaz de pensar con objetividad, y toda tu visión se deforma, ¿No es
así? Y cuando te encuentras fastidiado, ¿No es porque no has conseguido en
suficiente medida lo que tú crees que puede hacerte feliz o aquello por lo
que sientes apego? Y cuando estás deprimido y triste, ¿Acaso no ve todo el
mundo que es porque la vida no te da aquello sin lo que estás convencido de
que no puedes ser feliz? Casi todas las emociones negativas que
experimentas son fruto directo de un apego de este tipo.
Cuando uno descubre esta palmaria verdad, le aterra pensar el dolor que
puede suponerle el liberarse de sus ataduras. Pero lo cierto es que no se
trata de un proceso doloroso, ni mucho menos. Al contrario: liberarse de las
ataduras constituye una tarea absolutamente gratificante, con tal de que el
instrumento empleado para ello no sea la fuerza de voluntad ni la renuncia,
sino la visión. Todo cuanto tienes que hacer es abrir los ojos y ver que, de
hecho, no necesitas en absoluto eso a lo que estás tan apegado; que has sido
programado y condicionado para creer que no puedes ser feliz o que no
puedes vivir sin esa persona o cosa determinada. Seguramente recuerdas la
angustia que experimentaste cuando perdiste a alguien o algo que era para
ti de incalculable valor; probablemente estabas seguro de que nunca más
volverías a ser feliz. Pero ¿Qué sucedió después? Pasó el tiempo, y
aprendiste a arreglártelas perfectamente, ¿No es así? Aquello debería
haberte hecho ver la falsedad de tu creencia, la mala pasada que estaba
jugándote tu mente «programada».