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ILUSTRACIÓN
John Locke
El Contrato Social
Supongo a los hombres llegados al punto en que los obstáculos que impiden su conservación en el
estado natural, superan las fuerzas que cada individuo puede emplear para mantenerse en él.
Entonces este estado primitivo no puede subsistir, y el género humano perecería si no cambiara su
manera de ser. Ahora bien, como los hombres no pueden engendrar nuevas fuerzas, si no
solamente unir y dirigir las que existen, no tienen otro medio de conservación que el de formar
por agregación una suma de fuerzas capaz de sobrepujar la resistencia, de ponerlas en juego con
un sólo fin y de hacerlas obrar unidas y de conformidad.
Esta suma de fuerzas no puede nacer sino del concurso de muchos; pero, constituyendo la fuerza y
la libertad de cada hombre los principales instrumentos para su conservación, ¿cómo podría
comprometerlos sin perjudicarse y sin descuidar las obligaciones que tiene para consigo mismo?
Esta dificultad, concretándola a mi objeto, puede enunciarse en los siguientes términos:
“Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con las fuerza común la persona y los
bienes de cada asociado, y por la cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y
permanezca tan libre como antes.” Tal es el problema fundamental cuya solución da el Contrato
Social. (…)
Si se descarta del pacto social lo que no es de esencia, encontraremos que queda reducido a los
términos siguientes: “Cada uno pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema
dirección de la voluntad general, y cada miembro considerado como parte indivisible del todo.”
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En tanto que varios hombres reunidos se consideran como un sólo cuerpo, no tienen más que una
sola voluntad relativa a la común conservación y al bien general. Entonces todos los resortes del
Estado son vigorosos y sencillos, sus máximas claras y luminosas, no existe confusión de interés, ni
contradicción; el bien común se muestra por todas partes con evidencia, sin exigir más que buen
sentido para ser conocido.
ENCICLOPEDIA
Libertad natural
Derecho que la naturaleza da a todos los hombres para disponer de sus personas y de sus bienes
de la manera que juzguen más conveniente a su felicidad, con la restricción de que lo hagan en los
términos de la ley natural y que no abusen de él en perjuicio de los demás hombres. Las leyes
naturales son, pues, la regla y medida de esa libertad, pues aunque los hombres en el estado
primitivo de naturaleza sean independientes los unos de los otros, todos dependen de las leyes
naturales, según las cuales deben dirigir sus actos.
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El primer estado que el hombre adquiere de la naturaleza y que se considera el más precioso de
todos los bienes que pueda poseer es el estado de libertad. No puede ni cambiarse por otro, ni
venderse, ni perderse, pues naturalmente todos los hombres nacen libres, es decir, no sometidos
al poder de un dueño y sin que nadie tenga sobre ellos un derecho de propiedad.
En virtud de ese estado todos los hombres tienen de la misma naturaleza el poder de hacer lo que
les parece bien y de disponer a su gusto de sus actos y de sus bienes, con tal que no obren contra
las leyes del gobierno al cual están sometidos.
Libertad civil
Es la libertad natural despojada de esa parte que constituye la independencia de los individuos u la
comunidad de los bienes para vivir bajo las leyes que les procuren la seguridad y la libertad. Esta
libertad civil consiste al mismo tiempo en no poder verse forzado a realizar una cosa que la ley no
ordena y en hallarse en ese estado tan sólo porque se está gobernado por las leyes civiles. De ese
modo, cuanto mejores son las leyes, más dichosa es la libertad.
La libertad es el derecho a hacer todo los que las leyes permiten, y si un ciudadano pudiera hacer
lo que prohíben, ya no habría libertad, porque todos los demás tendrían ese mismo poder. Es
cierto que esa libertad se encuentra sólo en los gobiernos moderados, es decir, en los gobiernos
cuya constitución es tal, que nadie está obligado a hacer algo a lo que la ley no le obligue y a no
hacer algo que le ley le permite.
Libertad política
La libertad política de un estado está formada por leyes fundamentales que establecen en él la
distribución del poder legislativo, del poder ejecutivo de las coas que dependen del derecho de
gentes y del poder ejecutivo de las que dependen del derecho civil, de modo que estos tres
poderes queden vinculados unos a otros.
La libertad política del ciudadano es esa tranquilidad de espíritu que procede de la opinión que
cada uno tiene de su seguridad; y para que se posea esa seguridad es preciso que el gobierno sea
de tal manera que un ciudadano no pueda temer a otro ciudadano.