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REPENSANDO
EL MULTICULTURALISMO
DIVERSIDAD CULTURAL
Y TEORÍA POLÍTICA

Bhikhu Parekh

Traducción de Sandra Chaparro


rialmente concentradas con una historia y unas necesidtOl 1,
rentes podrian exigir, coo toda justicia, que se les conced"
tintos poderes en el seno de una estructum política asi01('11
tampoco es preciso que el Estado cuente con un sistema I
forme, porque puede que las diferemes comunidades qu~ 1
gran no sean capaces de llegar a un acuerdo al respeclo, (1
jan legítimamente el derecho a adaptarlo a sus circun\l,'
necesidades. Obviamente, el Estado debería tmtar por i~I",1
das sus comurtidades, pero igualdad no significa un !TUI"
idéntico. Puede que algunas comunidades confíen en el 1
le autoricen a desempeñar un papel de reforma activo en <1
ESTRUCTURA POLíTICA DE UNA SOCIEDAD
to de sus asuntos internos. Pero probablemente habrá (11 1,
adoptarán el punto de vista opuesto, lo cual haría que lo T1CULTURAL
fuera la neutralidad del Estado en un caso pero no en el
La tarea de explorar nuevas formas de constitución dd
do moderno, e incluso quizá nuevos modelos de funda! 1 IO<leoao multicultural se enfrenta a dos exigencias en
Iftica resulta especialmente necesaria en las sociedadc: debe diseñar una estructura política que le permita
culturales. Es preciso encontrar vías para la pluralizacl de forma justa y colectivamente aceptable. Debe-
Estado sin minar su unidad ni frenar su capacidad par: un fuerte sentimiento de unidad y pertenencia co-
decisivameme a favor de los intereses colectivos. Toda todos los ciudadanos, puesto que de otro modo 110
multicultural debe diseñar su propia estructura política d como una comunidad unida capaz de tomar e im-
ma que case con su historia, sus tradiciones culturales decisiones vinculantes para la colectividad, ni regu-
cance y profundidad de la diversidad existente en ella . k,lvcr conflictos. Por muy paradójico que pueda parecer,
podrá ni empezar a hacerlo sin liberar su imaginación y más profunda es la diversidad en el seno de una
del hechizo de la teoría del Estado dominante y su alirm". mayor es la cohesión y unidad que se requiere para
de que un Estado sólo está correctamente constituido si la unida y nutrir esa diversidad. Una sociedad débll-
ta a un modelo único y universalmente válido. se siente amenazada por las diferencias y carece de
y la voluntad necesarias para darles la bienvenida
ellas.
t Las políticas anteriores a nuestros días fueron más semtibl~ en ,ociedad multicultural tampoco puede ignorar las de-
aspectos a las diferencias cu lrurales. Desde el siglo XlV y hasta 1870,
planteadas por la diversidad. La diversidad es, por de-
ros y residentes en Inglaterm gozaban del derecho de ser juzgados di' m
te linguae, una práctica codificada en el estatuto de Staple de 1351 I • UII becho inevitable de su vida colectiva y no se la
ponía que les juzgaba un jurado cuyos miembros, al menos la mitad. h ni suprimir más que recurriendo a un grado de vio-
su lengua y conocían sus costumbres. Se trdwba de garantilaI que \,c inaceptable, y a veces ni así. Además, los seres humanos
licia. La práctica se abolió en 1870, en parte debido a que se empeló, 1111 grau apego por una cultura que ejerce gran influen-
que implic.aba que sólo los miembros de la propia comun idad cran ca "
juzgar al reo con justicia, y en parte debido a que se suponía que lo .. pn" '1
ellos, 'f el respeto que se tienen a sí mismos suele ir
que regían la justicia debían ser los mismos panl todos. .1 respeto hacia su cultura. Todo lo cual indica que el res-

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peto básico que debemos a todo ser humano parece no se les puede negar sin generar resistencia. Ade-
también a su cultura y a su comunidad cultural. El re'I" '" claro por qué tendrían que ser asimilados. La asi-
los individuos sienten hacia su cultura acaba suscitandt. ' .. !hnphca que la sociedad cuenta con una estructura mo-
lad, les dota de la confianza y el valor necesarios par; unificada, lo cual rara vez se da. Aunque la
tuar con otras culturas y facilita su integración en una NI" moral y cultural de una sociedad tenga algún tipo de
más extensa. Como ya hemos visto, la diversidad CUll lll in terna, no se trata de un todo unificado y homogé-
además deseable para la sociedad en conjunto, es un 1", según las clases sociales, la religión y las regiones.
lectivo valioso. tendencias diversas y a veces incluso contrapuestas,
Puesto que ninguna sociedad multicultural puede o di y prácticas que pueden ser interpretados de modos
norar las exigencias planteadas por la diversidad, la fon .. y relacionarse entre sí de formas diversas. El asimila-
milacionista de inlegración política propugnada por los ( . lodo esto por alto y, o bien ofrece un visión dis-
vadores, nacionalistas, algunos comunitarislas y defenSlH y muy resumida de lo que es la cultura nacional, o
liberalismo omnicomprehensivo resulta inheremement que ésta es exclusivamente la de l grupo dominame.
cuada. El asimilacionista entiende que el ideal a alcanlUI deja a las minorías en libertad para que negocien sus
Estado-nación, y cree que ninguna comunidad político 1 con la sociedad en sentido amplio y se les ofrece in-
ser estable y estar unida a menos que sus miembros para que 10 hagan, puede que decidan optar por la asi-
una cultura nacional común que abarque valores comune . Será más dificil que lo hagan si la asimilación sc les
les de excelencia, creencias morales y prácticas sociale o no les aporta beneficios. Los judios han sobrevivido
partidas. En tanto que custodio del modo de vida de la a la fuerte presión asimilacionista de los cristianos.
se supone que el Estado tiene el derecho y el deber de étrticas y culturales de la Unión Soviética han so-
rarse de que sus minorías culturales son asimiladas por 1ft a la más brutal de las represiones, las formidables pre-
tura nacional prevaleciente y se desprenden de todo VP''I:,iD llt económicas y culturales de los Estados Unidos no han
sus culturas anteriores. Desde el punto de vista asi crear una adecuada fusión y los decididos intentos
la elección para las minorías es simple. Si quieren convclU' r.nhiemos argelino y sudanés no han logrado asimilar a los
en pane de la sociedad y ser tratados como el resto de SU! o a los cristianos sudaneses del sur, respectivamente.
ciudadanos, deben ser asimilados. Si insisten en relener su diversas razones que explican que las presiones a fa-
pia cultura, no deben quejarse si se les considera extranjew la asimilación no siempre tengan éxito. Las culturas son
se les somete a un trato discriminatorio. lIemasiado entreverado en la vida de sus miembros como
No hay nada malo en la asimi lación. Si las minorías eliminarla. a voluntad. Además, la mayoría de ellas
libremente optar por ella y ser asimilados por la cultura IOcardinadas en (o al menos relacionadas con) la religión.
nante, habría que respetar su decisión y ofrecerles toda.· no se puede asimilar a los extranjeros sin hacerles cam-
oportunidades posibles para que puedan hacerlo. La cueslión religión, se suelen suscitar reticencias. Las culturas tam-
no obstante, si este grado de asimilación es necesario para son estructuras de creencias y prácticas sumamente comple-
gurar la unidad política y si debería convertirse en condición ,us matices, asunciones no verbalizadas y sensibilidades
cesaria para la oblención de la ciudadanía. La respuesta es profundas no pueden adquirirse fácilmente si no se ha na-
tiva. Por las razones que analizábamos con anterioridad. en su seno. Por lo tanto, la asimi lación culturallotal supo-
minorías tienen un derecho a mantener y transmitir sus Il'lnÜf 11 asimilación biológica, y muchos foráneos no están dis-

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puestos a pagar ese precio. Además, por lo general, la en un lastre pam los procesos políticos normales de
ción no conduce al cumplimiento pleno de la promesa ti. y adopción de acuerdos.
aceptación total sin cualificación alguna. Aun cuando un .. la «sacralizaciÓn» de sus demandas no arroja los re-
tegre en una cultura dominante tras arduos esfuerzos. ~ h deseados. las minorfas se sien ten en ocasiones tentadas
existe el riesgo de que la diferencia más mínima o el pO'.I, ,nllr l ~t<.
en términos étnicos, acusando a la sociedad en
conviertan en una plataforma para la discriminación poi de minar su identidad étnica e incluso de «etno-
de toda la sociedad o alguno de sus segmentos. La exigell\ ese momento se «etnizan» las prácticas culturales. se
asimilación total surge de la intolerancia ante la difercfIl d~ un fundamento pseudonatural y se les asigna un papel
para el intolerante, hasta las más pequeñas difcrcncias I"tentador de la propia identidad. Ya tenemos reprodu-
convertirse en fuentes de un profundo malestar. proceso que tenía lugar a partir de la «sacraliza-
A veces, la presión asimilacionista genera las conseCUt ll la cultura con resullados similares. Si las diferencias
contrarias a las pretendidas por sus defensores. Cuando UI1.1 ... aceplaran como una parte normal de la vida, los
ciedad se niega a dar cabida a las exigencias legítimas d, no tendrían la necesidad de fundamentarlas en algo
minorías culturales, estas últimas intentan sacar partido d y no sujeto a negociación como la religión o la el-
dos los espacios que la sociedad les brinda para lcgitim/ll Las diferencias étnicas y religiosas persistirían, sin
demandas. Por razones demasiado complejas para disclltll no se politizarlan, no se convertirían en el último
aquí, la sociedad occidental moderna resu lta ser de defensa de la cultura, ni se les daría mayor impor-
mente sensible al tema religioso y no desea parecer illtol,·,," la que merecen.
respecto de creencias y prácticas religiosas profundanlent
tidas. Naturalmente las minorías se ven tentadas a explota t
situación y exigen que se reconozcan sus diferencias pan ...... de integración política
de la base de que son una parte esencial de su religión.
bante de los sijs ya no es un símbolo cultural, sino una gran parte de la literatura sobre el tema se barajan tres for-
la identidad religiosa. La negativa hindú a comer carne, la IIltegración política como las más adecuadas para recon-
zación de altavoces por parte de los musulmanes para lIamlll demandas entre unidad y diversidad. Por comodidad,
los fie les a la oración o las «rastas» de los rastafaris se han ninaré modelo procedimental, modelo cívico,asimila-
vertido en mandamientos religiosos. Las desafortunadas y modelo de mil/el'. Puesto que se trata de modelos
cuencias de esta «sacralización» de la cultura son obvias. L. ocidos bastará con un esquema muy superficial l.
ligión empieza a adquirir un ascendente considerdble sob
cultura en cuestión, los líderes religiosos se hacen con un 1.ltcralmcnte «pueblo" o «nación». Nombre dado durante el imperio
indebido de autoridad, se si lencian las voces de los disidcnlfl n una comunidad organizada sobre una base religiosa y reconocida
y lo que podía baber sido una sencilla negociación en tornll 1.11 por la administración imperial. INola edi torial].
algunas exigencias de carácter cultural se convierte en un I'.xi'iten di scusiones estimulantes sobre la naturaleza y fonnas de inIc-
<le rn;norfas en BAUBOC. ( t996), GRILLO ( t998) Y REx (1 996). S; se
blema de dimensiones estridentes para cuya solución no Ullil solución similar a la mía, véase M ODOOD (1997). En el sistema oto-
ninguna voluntad de negociar. Asustada por el fantasma de 1\), cristianos y los judíos contaban con sus propias escuelas y hospita-
militancia religiosa, la sociedad liberal se muestra más orgullll cabeza de cada comun idad era responsable de la buena conducta y del
sa de su laicismo, y la subsiguiente polarización de la socicdlUl dC' los impuestos. Los miembros de estas comunidades estaban excluidos

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Según el punto de vista procedimentalista, las pl"llI~ que los ciudadanos compartan una CUItUl'd de este
ferencias morales y culiurales existentes en las socicd",'" entablar un diálogo con sentido, formular y re-
ticulturales no pueden resol verse de forma raciono l v lferencias o perseguir objetivos comunes. Some-
que debería preocuparnos es asegurar la paz y la limitaciones que implica una cultura política
Esto requiere de un Estado formal y neutral , que fije l. ciudadanos podrían ser libres para llevar la vida
de conducta mínimas y necesarias que permitan a lo,. , I esfera privada. Para los cívico-asimilacionistas,
nos que se sometan a ellas ser libres para llevar la vhln supone uniformidad y es la esfera privada, que
jan. Si el Estado persiguiera metas esencialistas viohll l familia y la sociedad civil, la que representa la di-
toridad moral de quienes tienen ideas diferentes sobl pnmera asegura la unidad y ofrece los principios
buena, discriminándoles. En opinión de los procedim~nllli determinar cuál debe ser el rango permisible de
un Estado formal y mínimo conjuga la máxima unidad IIOtando a la sociedad de la confianza necesaria para
con la máxima diversidad. Porque se mantiene al marg'" aprovechar las profundas diferencias que pue-
desacuerdos morales y culturales que puedan existir CII' el ámbito de lo privado. Los orígenes de este en-
ciudadanos sin plantearles exigencias que pudieran dOI ~"nlan a Locke y los padres fundadores de la repú-
controversias y, además, apenas li mita el ámbitO de sus si bien se ha retomado con las modificaciones
nes. Este punto de vista, que puede retrotraerse hasta I Rawls (1993a) y Habermas (1993).
ha sido recientemente recuperado con algunas modific . defensores del modelo de millet, los seres huma-
por Michael Oakeshott (1972), Robert Nozick ( 1974) y todo, seres culturales que forman parte integran-
dran Kukathas (1992a). bomunidad. Todo lo que verdaderamente les importa,
El enfoque asimilacionista cívico está a mitad de caml ll' prácticas, valores, sistemas de significado,
tre el procedimentalismo y el asimilacionismo simple'. Al identidad, continuidad histórica, normas de conduc-
de lo que ocurre en el caso de los procedimentalistas, de vida familiar, derivan de su cultura. En tanto
defienden entienden que la comunidad política precisa esencialmente legal y administrativa, el Estado
acuerdo no sólo respecto de su estructura de autoridad .\Iatu. moral y su única razón de ser es el sostener y
también sobre su cultura. Pero, al contrario que los a las comunidades culturales que lo constituyen. No
del asimilacionismo simple insisten en que esta última no de una comunidad de comunidades porque eso impli -
ría ser omnicomprehensiva rIi abarcar todos los ámbitos cuenta con una base moral independiente y sus pro-
vida. Para los defensores de este enfoque la un idad de la sino de una unión o federación laxa de comunida-
nidad política sólo se logra compartiendo una cultura mero marco en cuyo seno las comunidades deberían
que incluiría valores públicos o políticos, ideales, práctica" la libertad de llevar su forma de vida tradicional e im-
tituciones, formas de discurso político y de entenderse a sí en las interacciones económicas, sociales y políticas
Se espera del Estado no sólo que se abstenga de in-
en sus asuntos internos, sino también que reconozca e
del servicio mi litar y no se esperaba de ellos que mostraran ningún lipo de (¡UI'
su autonomía, refuerce sus prácticas y costum-
fonnidad religiosa o ideológica. Hubo individuos aislados procedenTes de
tas minorlas que llegaron a alcanzar posiciones polfticas importantes. etc. Se supone que los individuos deben lealtad en primer
2 El asimilacionismo dvico se parece bastante al liberaJi smo po lflico a sus comunidades respectivas y sólo de forma derivada
Rawls. ~undaria al Estado.

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Si las juzgamos según su habilidad para reconc ll,," " ' lOS a heredar las propiedades del «padre», la
mandas de unidad y diversidad, las tres teorías que aCI,h,II,1II racial, etc. Si no legisla sobre estas materias, bay
ver resultan insatisfactorias en diversos grados. El p". ' 'l"c no las considera lo suficientemente importan-
talista asume que, por muy diferentes que puedan 't, l•• 1biencslar moral de la comunidad como para que haya
cepciones que tengan de la vida buena sus ciudada"" una forma de conduela uniforme y obligatoria. Si le-
ellos podrán ponerse de acuerdo sin problemas sobre ti ell as está decantándose por un punto de vista moral
estructura pública de autoridad que ofrezca mayores oro', l'J<fciendo coacción sobre quienes defienden un pun-
des de alcanzar la paz, Es asumir algo sin fundament.. 1 d"timo. Haga lo que haga, sus acciones tienen in-
tructura de autoridad puede tener una base secular o relia " " una dimensión moral. Esto también se aplica a
el primer Casa puede que se base en el sufragio universal •• política fiscal, la asignación de recursos públicos
sufragio censitario atendiendo a la raza, la clase social" IOrlancia que se debe conceder a los distintos derechos,
nero. El derecho al vOIO puede partir del principio de «un ul llOO de límites que se aplican a la hora de su ejerci-
un voto», escorarse hacia la elite intelectual (como de f, 'mentalista no puede explicar cómo se supone que
J. S. Mili, 1964), o concederse sólo a los licenciados un;"',Ji por sí mismos van a debatir esta~ cuestiones y
rios como ocurría en Gran Bretaña hasta 1948. El sistem cómo se supone que van a resolverlas.
ral puede ser directo o indirecto, partir de l individuo como" moral y cultural mente neutral que no plantee exi-
de base tal como defienden los liberales, o de las corporoc morales a sus ciudadanos y sea igual de hospitalario
como querían Hegel, algunos pluralistas y aun Olros. La las culturas y concepciones del bien es lógicamente
del Estado puede ser absoluta o verse limi tada por un sistcII' , y puesto que toda ley coacciona a aquellos que no
separación de poderes constitucionalmente impuesto. La elel los valores subyacentes, la idea de un Estado no
entre estas diversas alternativas es de naturaleza moral y se en el aspeclo moral y cultural es una mera fantasía.
en nuestros puntos de vista sobre cuestiones como los fundUl ' nemente, algunos Estados pueden ejercer más coacción
tos y límites de la autoridad civil, las funciones del gobien'" pero ninguno está lotalmente exento de preju icios
forma en que el Estado debería tratar a sus ciudadanos, la , y culturales, y todos ejercen cierta coacción sobre aque-
leza del individuo, la importancia concedida a la participal'~ desaprueban su estructura o sus acciones. Incluso un
política, elC. Puesto que existen profundos desacuerdos sob que institucionaliza valores como la libertad o la igual-
tos temas entre los individuos, el procedimentalista hace milI coacciona a quienes se oponen a ellos. Pueslo que la es-
a.umir que las decisiones que se toman respecto de la estru clllr~ y el ejercicio de la autoridad política nunca son moral-
de la autoridad política son de natura1eza puramente inslrumelll neutros, la u.nidad de la comunidad política no puede
o pragmática y que son fáciles de alcanzar, exclusivamente en fundamentos procedimentales. Se
Aunque un ESlado evitara escrupulosamente la lijación \1 ,cre al menos algún tipo de acuerdo sobre lo que debe ser
metas sustantivas, tendría que decidir si permite o no la escla ~, ~n m unidad política y cómo habría que gobernarla. Puesto que
tud, el incesto, la poligamia, la poliandria, las ejecucio ne, pu procedimentalista no explica cómo se puede obtener un
blicas, la eutanasia, el suicidio, la pena capila!. el aborto, lo, d de este tipo en una sociedad multicultura!. su forma de
portes violentos en los que se ven implicados aItimalcs, la unidad del Estado resu lla incoherente.
divorcio a petición de parte, los matrimonios enlre gays y le El procedimental iSla pisa terreno más firme cuando afir ma
bianas, las prácticas sexuales no convencionales, el derecho d e l Estado ofrece un espacio considerable para la diversidad

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cultural. Al no comprometerse con ninguna idea eI ,I'!! culturas de los padres y sus decisiones. Si con-
la vida buena, sus leyes y políticas plantean exigenl',' importancia a la segunda tendIÍamos que llegar
a los ciudadanos, dejándoles en libertad para persel'"'' opuesta. Pero si queremos darle importancia a
pias metas, No obstante, como ya hemos comprobU,h, Iliones (como deberíamos hacer) tal como está su-
do no puede ser moralmente tan neutral como iJ1\il¡'I " vez más en muchas sociedades, la teoría cívico-
cedimentalista, y de ahí que el espacio para la divenlOl no nos puede servir de guía para diseñar la es-
tan grande como imagina. Además, en muchas socic'¡II,1II 'ones de las escuelas.
ticulturales existe una cultura dominante que disf,",. también supone un reto para la diferenciación
considerable poder político y económico. Las dem y lo privado. Las personas religiosas ven la vida
desventajas estructurales y de otro tipo y no puedell "tariamente e intentan vivir sus creencias más pro-
liarse (a veces ni siquiera sobrevivir mucho tiempo) 1'10 personal y lo colectivo. Esto plantea un dilema para
a las ayudas públicas tanto en sentido moral como ell ,'1 ista cívico. Si confina la religión al ámbito de lo
rial. La misma dinámica de la economía competitiv, suele hacer, discrimina a las personas religiosas,
grandes desigualdades económicas y clases bajas de la vida pública, provocando su resislencia y po-
privilegios funciona en la esfera cultural. Por ejempl(l. ~ligro esa misma unidad en cuya defensa sale cuan-
munidades indígenas no pueden esperar mantener su I la religión del ámbito de lo público. Si admite que
vida a menos que el Estado limite los movimientos de de la esfera pública, pondría en entredicho, o al me-
y capital que fluyen hacia sus territorios y les garantic la distinción entre lo público y lo privado y se
mía y el derecho a la autorregulación de su cultura, algt, al agudo problema de cómo hacerse con una esfera
acepta el procedimentalista. Cuando las culluras gozoll se convertiría en multicultural.
poder desigual (como suele ser el caso) el Estado proccollll lugar, el asimi lacionista cívico insiste en la idea
talista existe en detrimento de las culturas minoritarias. bien las comunidades deben ser libres para llevar las
Si bien el enfoque cívico-asimilacionista tiene muchll elijan en la esfera privada, deberían aceptar la cultu-
tajas y en él se obvian algunos de los errores de los de la sociedad en sentido amplio. Pero esto supone
mentalistas, se le pueden plantear tres objeciones. En alto el hecho de que la cultura política es un resulta-
gar, separa demasiado limpiamente la esfera pública que refleja y consagra el consenso político prevale-
privada y así resulta ser incapaz de explicar con cierta un determinado momento. Cuando cambia la compo-
cia aquellas instituciones que constan de elementos de demográfica de las sociedades o surgen nuevas ideas y
Por ejemplo, las escuelas educan a los futuros ciudadanos n,cntos, o cuando los valores y prácticas dominantes de-
nen, por tanto, una dimensión política. Sin embargo, puesto ser innecesariamente pesados para los recién llegados
los niños no son s610 ciudadanos sino también seres humfmi!! aquellos que tienen experiencias históricas diferentes, es
que pertenecen a las comunidades culturales relevantes. su revisar adecuadamente la cultura política establecida.
dres y su comunidad cultural tienen un interés vital en su ¡ grupos de mujeres (no todos ellos feministas) han se-
cación, lo que convierte a la escuela en una institución cull\1I los prejuicios patriarcales de la cultura liberal domi-
que forma pane de la esfera privada o cívica. Si nos fij y han presionado a favor de una revisión radical. No hay
más en la primera de las dimensiones deberíamos considera' alguna por la que hubiera que negar ese derecho a las mi-
la escuela una institución pública sometida al control de 1 Ell culturales.

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Lo que se predica respecto de los valores de la M' o realizaran en público ceremonias religio-
también puede aplicarse a sus símbolos políticos, imágCIIC' 11 po. También afirman que, con el tiempo, acaba-
remonias, identidad colectiva e identidad nacional. Tocio, 'u lengua, su orgullo cultural y, en algunos casos,
también refleja y reproduce un consenso histórico concl ul'ura misma. Este triste fenómeno no ha desapare-
debe ser adecuadamente revisado cuando no rcprcsenta en tiempos más relajados como el nuestro. Hace
tamente a, o ignora la presencia de, experiencias y cont lI"ontras viajaba en tren por Gran Bretaña, estaba
nes de los grupos marginales o cuando pierde pie debid(l ., r~nte de una pareja pakistaní con una hija adoles-
cambios demográficos habidos en una sociedad. Estos lindo el tren repleto salió de la estación, los padres em-
pueden exigir que la sociedad garantice un reconocimieOl' h.. hlar en urdu. La chica estaba nerviosa e incómoda
blico adecuado de la expresión colectiva de su identidad . " hacerles señas. Como siguieran hablando entre sí
reconocimiento confiere legitimidad pública a su pres minutos, se inclinó sobre la mesa enfadada pi-
los reconoce como miembros valiosos de la comunidad que se callaran. Cuando la madre, confusa, le pre-
lita su integración. <<Nosotros» no podemos integrarlos por qué, la chica le espetó: «Al igual que no expones
sigamos siendo nosotros; nosotros debemos aflojar un íntimas en público. no deberías hablar en públ ico esa
para crear un nuevo espacio común en el que ellos puedan ¡" Uno se pregunta si se hubiera sentido así de alterada si
cabida y formar parte de ese nucvo /losotros. hubieran hablado francés. Aunque probablemente
En tcrcer lugar, el intento de los asimilacionistas cívicO In había dicho, sabía que el ámbito de lo público per-
combinar una esfera pública monocultural con una esfera los blancos, y que sólo su lengua. costumbres, valores,
da multicuhural muestra cierta tendencia a discriminar a y fo rmas de hablar eran legítimas en él, de
ti ma. Por 10 general, en todas las sociedades la esfera las identidades étnicas y culturales minoritarias de-
goza de un prestigio y una dignidad mucho mayores que la relegadas a la esfera privada. En una sociedad do-
fera privada. La cultura que se institucionaliza cuenta con e l . por una única cultura, no basta la tolerancia para man-
tronazgo del Estado, el poder, el acceso a recursos valiosO! dIversidad en la esfera privada tal como dan por sentado
respetabilidad política y marca el ritmo del resto de la sociedlli lIacionistas cívicos. Las instituciones púb licas, incluido
Aunque se admita que puedan florecer otras culturas en la deben desempeñar un papel activo de apoyo. Ya ve-
fera privada, éstas existen sólo a su poderosa sombra y se mús adelante lo que implica esto.
considera en gran medida marginales y merecedoras de "'><lelo de mil/el tiene sus virtudes y de ahí su gran pedigri
practicadas sólo en la privacidad relativa de la familia y las En la antigua Grecia y la antigua Roma se permitía a
ciaciones comunales. Sometidas a la incansable presión, idades asentadas de comerciantes, viajeros y demás re-
lacionista de la cultura dominante, sus miembros, especialmen· por sus propias costumbres y prácticas. En la Inglaterra
te los jóvenes, intemalizan su status inferior y optan por los lombardos y los mercaderes bálticos de la Liga
asimilación acrítica, llevan vidas confusas o se retraen a vivían en enclaves separados, solucionaban sus
guetos de sus comunidades. de acuerdo con sus propias costumbres y pagaban un
Las primeras generaciones de judíos inmigrantes que lIeg, a la Corona por su protección. Ésta era tambj ' na
ron a Eu ropa o los Estados Unidos confiesan a menudo qu ica común en la China antigua y medieval, do .~~
cuando eran jóvenes, solían considerar profundamente embar viajero musulmán del siglo XIV encontró u • g!j¡!
zoso que sus padres hablamn yiddish en público, llevaran '" cn los barrios autogobemados de los musul ~ esal!

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la «habilidosa y civilizada» pero «extraña» comunidad "' Desplegaba grandes virtudes, como, por ejemplo,
taria. La India y el Israel contemporáneos han incorporo,I •• ()frrendente de tolerancia religiosa que debería ha-
estructuras poUticas algunos elementos del modelo d Ionlado a Europa, pero también es verdad que «con-
respetan las leyes persOl1ales tanto de las comunidade las comunidades religiosas, impedía el crecimiento
tarias como de las mayoritarias. comunes, y no fue capaz de hacerse con lo que re-
A veces, el respeto a la autonomía cultural de una democracia y la ciudadanía comÚn. Por otra parte,
dad resulta ser la única forma de introducir o mantener uos pertenecen a diversas comunidades étnicas, reli-
munidad en el seno de la comunidad poUtica más ampliu " ~uhurales que no coinciden necesariamente, lo que di-
en el caso de Israel) o de dotarla de la confianza necesan .• más la decisión sobre a qué comunidades conviene
que pueda interactuar con la sociedad en sentido extenS!l Por lo demás, puesto que los miembros de una comu-
sarrollar sus propios modelos de relación con ella (como vez consideran a su propia cultura desde un punto de
caso de la India, Sudán, Nigeria y muchas otras sociedad, ico, al institucionalizar su autonomía se corre el ries-
ticulturales que cuentan con una larga historia de conm~·I .. ~Iuar el papel desempeñado por la elite dominante y
tracomunitario). En ciertos casos, esta opción lambién es 1" riesgo las libertades individuales básicas ante las
justa, como cuando exisle el peligro de que la comunidad que la sociedad en su conjunto permanezca indi-
yoritaria imponga a sus minorías su propia idea de lo qu specialmente cuando los individuos afectados gene-
ser la vida buena. Esto ha ocurrido en la India y en otros o solicitan ayuda. Así, constatamos una vez
en vías de desarrollo. También resulta favorecedor cuarhl .. el modelo de mil/er tiene sentido en economías agrí-
modo de vida de la comunidad minoritaria es especial y .bdesarrolladas, pcro no en sociedades industri alizadas
rreferencial como ocurre en el caso de los amish en los constante movilidad social y económica y las es-
Unidos, los aborfgenes australianos y los pueblos tribales d, interacciones entre los grupos rompen las barreras co-
India. Además, la autonomía cultural es una aportación má: y hacen necesaria la existencia de una vida econó-
diversidad cultural de la sociedad, con todas las ventaja poi ítica compartida con un cuerpo de reg las, normas y
esto implica. comunes.
Sin embargo, cuando los defensores del modelo de
aflfman que han formulado un nuevo principio organizativ' ahora he examinado cuatro puntos de vista diferentes
sico para el funcionamiento de la sociedad en su conjunto, . estructura política de las sociedades multicullurales y
cen ir mucho más allá de la autonomía cultural y el autogobl~' _,¡¡liado que adolecían de defectos en diversos grados. La
no. Cabe hacer aquí varias objeciones. Al escindir la soc i ~11Ij u"milacionista acaba más o menos ignorando las deman-
en comunidades autorreferenciales y desincentivar toda diversidad, al igual que la teorfa del millel las de la uni-
ción que no sea la mínima necesaria, se milita contra el usimilacionismo cívico y el procedimentalismo respetan
rrollo de esos vínculos políticos y sociales comunes sin l o~ y la diversidad, pero son incapaces de apreciar la rela-
ninguna comunidad política puede actuar con eficacia ~Iuléctica que existe entre ambas o de lograr un equilibrio
niendo a la vez su cohesión y unidad. El modelo del miller entre ellas. Quieren mantener a la unidad y la diversi·
mano sólo pudo funcionar durante siglos porque el modo im ámbitos separados y hacen una distinción demasiado es-
rial de gobierno excluía la posibilidad de una vida públl,. entre esfera pública y esfera privada con todas las dificul-
compartida y trataba a los no musulmanes como a ciudadan! que esto implica. Puesto que entienden que la diversidad

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más que un valor a conservar es un hecho al que enc.sl lI", Se Irata de un conjunto de normas y procedimientos
dejan en las precarias manos del mercado cultural y 1,,1 aceptables a lodos aquellos que se silÚan bajo su au-
acaban generando desventajas para las culturas minori ll'" No se pueden deducir normas y procedimientos a par-
crear un clima adecuado para la diversidad cultural. Sil" Imlares abstractos de equidad, porque si éstos resultan
queremos es desarrollar una estructura polrtica cohcrel'h . pl ables para los implicados, no conllevan autoridad po-
una sociedad multicultural, debemos apreciar la importan. s probable que se les respete en la práctica. La Consti-
to de la unidad como de la diversidad y eslablecer una" un documento polftico, fOljado en difíciles negociacio-
satisfactoria entre ambas. Puesto que las diferentes soc" malerializa el tipo de consenso que han sido capaces de
multiculturales tienen historias y tradiciones distintas y CJlI' las panes implicadas. Da forma, estructura y estabilidad
varios tipos de diversidad cultural, es preciso que cada t u político global y. a su vez, adquiere forma y perdura
sarrolle su propia y apropiada estructura polftica. Sin 6 esle último. Su propia autoridad es de naturaleza polí-
puesto que lodos se enfrentan al problema común de de la aceptación popu lar continuada.
reconciliar las demandas de unidad y diversidad. deb( Ioó"m ore es sencillo llegar a un acuerdo sobre los princi-
cienos principios generales que se apliquen a todos. ESt(l de la Constilución en una sociedad multicultural.
cipios que discutiré más adelante no deben prescribir un más sustantivos. mayores las probabilidades de desacuer-
lo, sino cumplir la función de los instrumentos de navega, In tanto, deberían consagrarse sólo aquellos que permi-
una estructura básica de autoridad civil, delimitando
de jurisdicción y la forma de ejercerla. Pero es posi-
2. La estructura de autoridad haya casos en los que, por diversas razones. no sea po-
a un acuerdo ni siquiera sobre una Constitución tan
La paz es el principal desideratum de toda sociedad, isla. Allí donde es posible un acuerdo que previsiblc-
cialmente de las multiculturales, pueslo que e n ellas la va a suscitar problemas en el futuro o a provocar un
al conflicto es mayor debido a su incapacidad para gene,., resentimiento, éste debe lograrse por medio de las
cuerpo de valores compartidos que lemple y regule esos apropiadas. Debe imponerse la obligación moral
tos. Una sociedad multicultural debe enconrrar a cualquier fomentarse la prudencia de respetar esa constitución. Al-
cio la forma de mantenerse unida el tiempo suficiente como Ias grupos ultraortodoxos de judíos israelíes niegan la
que las distintas comunidades que la conforman se acaben de un Estado de Israel que, según su punto de vista,
tumbrando unas a otras y sean capaces de construir intere creado por medio de una intervención mesiánica y no
munes y generar una mínima confianza mutua. Necesita un humano'. Los padres fundadores del Estado de ls-
tructura de autoridad colectivamenle consensuada, legitimadu ganando terreno inteligentemente dejándoles en paz
hablar y actuar en nombre de la comunidad. Precisa dc una ámbitos, eximiéndoles de muchas de las obligacio-
timción que defina la forma en que se debe constituir una t, lo. ciudadanos ordinarios y concediéndolcs ayudas eco-
ridad de este tipo, el modo en que debe ejercer sus func ion,
el ámbito legítimo de su jurisdicción. La constitución no ""
'111 110 señala agudamente O'SUlLlVAN (2000), la autoridad del Estado, en
documento ideologizado que fije de una vez por ladas un
Jlgo di ferente al poder que ejerce, está en función de la aceptación de
junIO de principios políticos. porque en este caso se j¡OJ)C( l),!i de legitimidad, y la mej or fomla de definirlos es la minimalista.
nuevos desarrollos y se limitaría la imaginación política lln:1 buena discusión en relación a lsrael en PALEO (1992).

308 309
nómicas y de Olros tipos. Obviamente se trata de un gru~ , sU conlenido y, cuando la mayoría intente impo-
vilegiado, pero muchos de sus conciudadanos creyeron que, probable es que se exacerbe la situación, como
recia la pena pagar este precio para someterles a la autoridad el caso de la Carta de Derechos y Libertades cana-
nuevo Estado. También consideraban que se trataba de un demás impecable). En situaciones de eSle tipo, la
dencia valiosa en el seno de la cultura judía y acariciaban lu tuda debeña, bien esperar hasta que se alcance un
peranza de que la vida en común junto a los judíos más hien consagrar una declaración de derechos muy
rizados les haña cambiar de vida y forma de pensar en manos de los tribunales la fijación de su
1992, cap. 3). A la hora de redactar la constitución de la letlencial y en las del proceso político normal la cons-
se tuvo una prudencia política similar. Las minoñas cultural un consenso en tomo a ellos. Es lo que ha hecho ls-
religiosas la aceptaron porque les garantizaba el tipo de d, del ampliamente aceptado concepto de dignidad
chos y exenciones colectivas de las que hablábamos con ITambién existe el peligro de que los derechos funda-
rioridad (M ahajan, 1998, caps. 3 y 4). ~ utilicen para silenciar aquellas voces poco conven-
En una sociedad multiculrural se debe hacer una encenet!. ,evitar la expresión pública de profundas diferencias o
defensa de un sistema de derechos fundamentales recogido un cierre prematuro del diálogo imercultural. Aunque
una Constitución. Así se reafirma la igual dignidad y stall/: ninguna forma infalible de evitar esto, se pueden mi-
todos los ciudadanos, se concede un lugar de honor a riesgos limitando la extensión de los derechos fun-
derechos considerados esenciales para la vida buena y se le a aquellos temas esenciales para los modos defen-
cardina en la estructura misma del Estado. Así se control vida buena, sobre los que ex.isla un amplio consenso
también los excesos del populismo y se da a las minorías la Obviamente deberían ser lo suficientemente sust.nti-
guridad de que sus necesidades de igualdad y de justicia no para cumplir el propósito para el que fueron pensa-
penden de los caprichos de la política normal. Constituyen no habría que imponer a través de su creación ningu-
base mínima necesaria para mantener la unidad nacional, m concreta de la vida buena ni subvertir sutilmente las
lran los límites de la diversidad cultural y estructuran el prevalecientes de diversidad cultural.
político sobre las prácticas de las minoñas. Al dOlar a esas mi a la enonne influencia ejercida por la experiencia
ñas de la necesaria confianza en sí mismas y obligar al Eslad, a, se suele pensar que para que exista un sistema de de-
respetar ciertas nonmas. la proclamación de derechos fund amep. fundamentales constitucionalmente garantizado debe ha-
tales contribuye a crear un clima en el que puedan interactu!~ Tribunal Supremo que sea el único autorizado a interpre-
las distintas comunidades de forma relativamente relaj ada en y hacerlos cumpl ir, cuya decisión sea final y no pueda ser
clima de confianza mutua y buena voluntad. Apenas puede en lela de juicio, y entre cuyas competencias se cueme el
sultar sorprenden le que todas las sociedades multiculturale; la legislación en contra. Debemos reconsiderar los cua-
hayan ido viendo forzadas. por sus propias experiencias, a ava especialmente los últimos tres, si no queremos que lo
zar en la dirección de la consagración de una declaración mine los procesos políticos democráticos y usurpe ellu-
este tipo en sus constituciones. de la política. Los derechos fundamentales no consti-
Aunque las ventajas que ofrecen los derechos fundament un ámbito separado sino que forman parte de la política
les sean impactan tes, sus cñticos han señalados ciertos peligro hucrática que debe tutelarlos. Puesto que tienen tanto una di-
que son reales y de los que debemos guardamos. Una sociedad política como una judicial, debemos encontrar la forma
profundamente dividida puede no ser capaz de llegar a Ult los procesos políticos y los judiciales. Podemos con-

310 3 11
ceder al Parlamemo estas func iones u otras similares () ',!tl
parcialidad y que el abuso de esa autoridad está su-
al Tribunal Supremo que reconsidere sus decisio nes rll
y el castigo. También es crucial que sus miem-
muy controvertidos, o dotar al tribunal de la posibilidad d
una muestra representativa de la sociedad (siempre
nunciarse en casos de incompatibilidad y de pedir a l POI 1,
posible) teniendo en cuenta las demandas de pro-
que reconsidere la vigencia de leyes contrarias a los
e integridad. Esto da a las comunidades la posibi-
fundamentales sin que pueda anularlas por sí mismo, etc
ajar juntas, de compensar mutuamente los prejui-
Zelanda, Gran Bretaña y otros países están experimenlll,,,lll
otras y de aprender a contemplarse a sí mismas desde
algunas de estas ideas, y merecen toda nuestra atención.
iva más amplia. También evita el que se identifique
cun una comunidad concreta y permite asegurar que
3. Justicia comunidades se acaben acostumbrando a ejercer la
una, sobre otras.
que fuente úruca de la justicia legítima, el Estado
En toda sociedad el Estado desempeña un papel fund""N "UTarse de que sus ciudadanos gocen de un tratamien-
tal a la hora de generar un sentido de la justicia y de
todas las áreas significativas de la vida, como el em-
cia común. En una sociedad multicultural en la que con
criminal. la educación y los servicios públicos.
uno de los pocos focos de unidad su papel es aun mayor, y"
otra forma, un tratamiento igualitario implica la au-
dota a la vida en común de un centro y se supone que "
discriminación, sea ésta directa y deliberada o indi-
ejemplo de cómo se pueden trasceoder los prejuicios y i
'Institucionalizada. El primero de los casos se da cuando
de vista estrictamente comunitarios. Por 10 tanto. es muy
se encargan de la toma de decisiones 10 hacen movidos
portante que las instituciones sean (y que esté a la vista qur
_. icios hacia ciertos grupos; el segundo, cuando las re-
imparc iales en su forma de tratar a los miembros de l.s
¡procedimientos que siguen se basan en prejuicios discri-
rentes comunidades. Esto reviste una importancia primord,ul
generan sistemáticamente desventajas pam grupos
el caso de la policía. Respaldan la ley y mantienen el
,aaGes concretas. La idea de que el policía debe medir
cumpliendo así dos de las funciones más vi tales del Estado
ochenta, o de que todo candidato a un puesto acadé-
e l principal y más importante eslabón de la larga cadena ti
baber obtenido su título en e l propio país, discrimi-
justicia y deciden lo que debe pasar al sistema judicial.
'át,cos e inmigrantes respectivamente. La ley debería
nen un contacto cotidiano con los ciudadanos que suelen
periódicamente a todas las instituciones públicas a bus-
al Estado (algo remoto e impersonal) eo tértrtioos de
prejuicios que se esconden tras las reglas y los procedi-
riencias con la policía. Y, al ser la única institución del
que siguen, y se deberían crear instituciones adecuadas
que se ve continuamente expuesta a la cara más insegura d
la Comisión para la 19ualdad Racial del Reino Unido, o
sociedad, la pol icía es asimismo la institución que puede
para la Promoción de la Igualdad en el Empleo de
rromperse más fácilmente. Apenas puede así resultar sorpr."
Unidos, a efectos de asegurarse de que estas revi-
dente que en todas las sociedades multiculturales, gran parte
periódicas tienen lugar. Porque si no existen medidas de
descon tento y las protestas de las minorías gire en torn o a
se corre e l riesgo de que ámbitos muy importantes de
conducta. Resulta esencial que nos aseguremos de que el cJr'
., de la gente se conviertan , de forma inmerecida, en re-
cicio de la autoridad por su parte esté regulado por procctlt
para una comunidad conc reta, con la subsiguiente alie-
mientas claramente definidos, que están por encima de tocl ..
y exclusión del resto.

3 t2
3t3
La igualdad positiva exige igualdad de derechos y el, cumplir su función social y poder lograr eficazmente
tunidades. Todos los ciudadanos deberían gozar de los que han elegido. Esto puede suponer que haya que
derechos, entre los que habría que incluir no sólo los d~1 r de ayuda adicional a aquellos que deban superar
torio habitual (derechos civiles, políticos y econÓmiCl), I denvadas de las diferencias culturales o de pasadas
también los culturales. Estos últimos hacen referencia II Este tipo de ayuda no fonna parte de lo que se ha
1I0s derechos que un individuo o una comunidad predi .. " tendenciosamente discriminación compensato-
expresar, mantener y transmitir su identidad cultural. l' nn se trata de compensar a nadie por esas injusticias
que la cultura es parte integrante del sentido de identid",1 de ayudar a estos grupos a superar las desventajas
bienestar de los individuos, los derechos culturales son 1'" heredadas y situarles en un plano de igualdad con
los derechos humanos, y toda buena sociedad debería justificar estas medidas generadoras de igualdad a
zarlos a todos sus ciudadanos. Además, lo normal en la idea de justicia, así como de la necesidad de armonía
dad es que la comunidad mayoritaria imponga su tono social. Si una comunidad se llegara a sentir caren-
y pueda reafirmar y expresar, sin ningún esfuerzo. su id poder, o en una situación de desventaja desproporcio-
cultural. La justicia requiere que, al margen de los límite. ti JlXc\uida del resto de la sociedad, no seña capaz de rea-
que ya hablaremos, se brinden las mismas oportunidades tll su potencial, se sentiría tratada injustamente y no
aspecto a las comunidades minoritarias. Los derechos CI' constituir una fuente constante de tensión. Como se-
les les dotan de una mayor seguridad a la hora de expre',1I' . adelante (capítulo 8) la idea de igualdad de oportuni-
identidad y de interactuar con e l resto de la sociedad, . iere de una gran sensibilidad en su aplicación cuando
su integración y generan por su parte buena voluntad y I implementarla en culturas diferentes.
hacia e l sistema. Los pnncipios de j usticia regulan maten kscentralización del poder desempeña un papel espe-
son esenciales para la vida buena y están relacionados, Ik importante a la hora de asegurar la justicia en socie-
que Rawls llama la estructura básica de la sociedad . ES!1i nulticulturales. Puesto que las diferentes comunidades
tructura básica no sólo es política y económica, como I con otras en la vida cotidiana a nivel local o regio-
Rawls, sino también cultural, y de ahí que los principios d, importa mucho que se respeten sus diferencias a estos
ticia no tengan únicamente que ver con las libertades y I y ese respeto está en la base de la idea que se forjan
cursos materiales, sino asimismo con los derechos y Opof1¡l. otras y del Estado. Resulta más fácil para los cuerpos
dades culturales. Así, la política del reconocimiento , y locales hallar acomodo para esas diferencias que
fonnar parte de una teoña de lajusticia ampliada y con mIli ~nbierno central, porque es más sencillo identificar cuá-
tices, cuya fundamental diferencia estriba en el hecho de qu 10\ ajustes necesarios, éstos son de una escala menor, no
contrario de lo que ocurre con las libertades y los recu",o, costosos y, normalmente, se hace menos publicidad
reconocimiento no es algo de lo que se pueda disfrutar inUI La descentralización ofrece también un mayor espa-
dualmente o que se pueda distribuir de modo centralizado, la experimentación, hace más fácil corregir errores y
que nos lleva a la necesidad de diseñar una concepción rerentes áreas pueden aprender mutuamente de las buenas
compleja de la justicia. Volveremos sobre esto más adelalll. que se hayan podido encontrar. Resulta así crucial la
(caps. 10 y 11). de unidades de gobierno regionales y locales fuertes,
Todos los ciudadanos debeñan tener las mismas oportul su utilización para generar una cultura cívica vibran-
des para adquirir las habilidades y conocimientos necesari se ha demostrado en investigaciones recientes. las ten-

314 315
siones intercomunitarias son menores, menos frecuclIl 1" articulación de una promesa genuina y firme de
fáciles de manejar cuando se da una extensa red 1cx;. II un futuro justo en el seno de un espíritu de res-
informal de v(nculos transcomunjtarios que nulren l"olcctiva5.
social vital de confianza y cooperación mutuas.
Los conflictos intereomunales suelen basarse en '
de actos de injusticia reales o imaginarios. Cuanto mo • ." colecti vos
los recuerdos, más intratables los conmctos y más di,... ,1
ta restablecer las relaciones normales entre las comunl\l.,'14I I en una sociedad multicultural es que las comuni-
plicadas. Por lo tanto, para una sociedad mulricultu ral r e>lijan di versos ti pos de derechos que creen ne-
vital importancia el resolver los conflictos rápidament Illan tener su identidad colectiva. No resulta sencillo
ma justa y humanitaria y prevenir así la acumulación d lat'llmodo para algunos de esos derechos, nonnal men-
dos dolorosos. En lo referente a los recuerdo, heredad de derechos de grupo, colectivos o comunitarios,
sado, una sociedad debe enconlrar la form a de pacil .. ~rudencia liberal. El proceso genera preguntas difíci-
atormentadas conciencias de sus víctimas y de sentar I como, por ejemplo, la de si el concepto de de-
de la reconciliación intercomunitaria a través de un sistc,,, es lógicamente coherente o qué tipos de co-
dadosamente elaborado de justicia reparadora y «de pueden exigir qué tipos de derechos (BaubOck.
cióo>,. Una de las formas de hacerlo pasa por la apologra 11 ; Kymlicka, 1995, cap. 3; Jones, 1999).
ca respecto de alguna injusticia grave cometida en el los derechos individuales pertenecen a los indivi-
siempre que ésta sea gen uina, esté basada en el pleno derechos colectivos son aquellos que pertenecen a las
miento y aceptación de la naturaleza de la injusticia com humanas. Hay colectividades humanas de diversos
vaya seguida de la voluntad de repararla, al menos en unidos por intereses transitorios o permanen-
Esto es lo que ocurrió en Austral ia, cuando en 1992 el pll nnUlidades históricas que comparten un modo de vida. El
ntiniSlrO Paul Keating reforzó sus disculpas a los abongen .. derechos colectivos» es genérico y los derechos de gru-
la violencia que se había ejercido sobre ellos y el robo d ,,,,unales son especies que pertenece a ese género. Al igual
tierras por los colonos blancos con la legislación y la ayuda con las colectividades humanas, los derechos también
nóntica necesarias. Por lo general, los perpetradores de untl un amplio especlro e incluyen derechos de no interferen-
justicia no quieren recordar el pasado y sus víctimas no dc~
olvidarlo, de manera que estas actitudes contrarias convief",j
en algo imposible un futuro común . Es imprescindible perdón resulta ser una cate gorra central para el crisLiani!lmo y cMá prc-
d de una forma en que no lo está en prácticamente ningún OLfO tipo
tanto un rumiar obsesivo del pasado. como una amnesia ".. ,un iento religioso. Esto podría explicar parcialmeme por qué no ha ha-
taria. Tenemos que ser capaces de enfrentamos al pasado. ~'IlI~jones de reconciliación y verdad en las sociedades hindúes. musul-
como de romper con él rectificando las injusticias comet,d contemporáneas, sociedades todas ellas donde hacen falta ur-
para llegar al acuerdo de establecer las futuras relaciones soh introdujo en la india ideas análogas. pero éstas murieron
medida. La filosofía del perdón ha ~ido explorada sobre todo por
la base firme de la justicia. Las peticjones melodramática,
crislianos . El pensamiento cristiano tradicional habla de tres mo-
perdón a unas vrctimas cuya agon ra a veces se ve agravada po, cruciales: confessio oris (aceptación de la verdad y la culpa). contrio
los intentos implrcitos de chantaje moral, no son lo más ad (arrepentimienlo) y sali4ac:tio openlm (enmendar el mal hecho por me-
cuado para borrar el dolor de las humillaciones pasadas. Lo <¡u buenas obms y actos de justicia).

3'6 317
cia, exención de requerimientos nonuales, autogobierno, colectivos derivados se conceden con facilidad
das de participación en los recursos de la sociedad, etc. Al no, porque se parte de la idea de que sólo los
de derechos colectivos debemos tener claro de qué tipo de ., Ífu"dcn ser titulares primarios de derechos y que los
rividad estamos hablando, del sentido en el que estamos lIecllvos deben ser red ucibles a los individuales. Esta
do el término «derecho» y del contenido de ese derecho·. hus" en alguno de los siguientes cuatro motivos:
Existen dos fonnas de adquirir derechos colectivos.
dividuos pueden poner en común sus derechos O cederl ;has presuponen la capacidad de los agentes y la
rondad que sólo pueden ofrecer los individuos.
colectividad. A estos derechos podemos denominarlos
.l/lIndo lugar, son una forma de reconocer el status
colectivos derivados. Los derechos de sindicatos, clubes,
y de mostrar respeto a sus ti tulares y sólo los indi-
son de este tipo. En segundo lugar, las colectividades
al ser fines en sí mismos, participan de este status.
adquirir sus derechos sui generis por lo que son y no de fOl
derivada a través de sus miembros. A este tipo de derech lugar, los derechos son un medio para proteger y
intereses fundamentales, y sólo los individuos
denominamos derechos colectivos primarios. El derecho do
tener este tipo de intereses.
ciudades medievales al auto gobierno, incluido el derecho
~ltimo, sólo se puede conceder derechos a aqueUos
caudar impuestos, a excluir a los foráneos y a presentar pel
rxbten, que son «reales». Los individuos cumplen
nes al rey, o los derechos de cristianos y judíos al aUlogobi
ll'nndición, mientras que las colectividades, o bien son
en el seno del Imperio otomano y los derechos de
lotalmenle fic ticio o sólo son formas tangenciales de
mantener sus lugares sagrados y transmitir sus conocimienll
a los individuos.
esotéricos tradicionales, entran en esta categoría. Estos
chos penenecen a las colectividades qua colectividades y de estos argumentos resulta convincente. Los ani-
pueden derivar de sus miembros individuales por la simple niños pueden ser titulares de derechos aunque no po-
zón de que estos últimos no gozan de estos derechos en tal .cidad de actuar o de entender la reciprocidad reque-
que individuos. Las colectividades son seres humanos que se garantizarnos derechos cuando pensamos que es
lacionan unos con otros de ciena manera y, si bien se compol hacerlo y designamos a los adultos que los ejercerán en
de individuos, a veces forman entidades nuevas e independi~q Tampoco es cieno que las colectividades carezcan de
tes que plantean demandas propias. La distinción entre 3d de acción o del sentido de reciprocidad, porque sue-
chos colectivos primarios y derivados tiene que ver con la con sus propios procedintiemos de toma de decisiones
ma o naturaleza de su adquisición, no con su base lógica o a través de sus representantes acreditados.
forma en que se los justifica. Todo derecho se legitima por 1" que respecta al segundo de los argumentos, no es cier-
contribución al bienestar humano; en este aspecto no existe , ,610 los seres humanos gocen de status moral o tengan
ferencia entre ambos lipos de derechos colectivos. Decir que . A los ojos de los creyentes, Dios cuenta con ambas
derechos colectivos primarios no derivan de, o no son Para los aborígenes australianos, los espíritus de los
bIes a derechos individuales no significa que las colectividadd. y las montañas y fuentes sagradas también tienen un
implicadas tengan intereses al margen de los de sus miembro: 1I10ral. Los hindúes y los budistas consideran que todos
capaces de sentir tienen status moral y merecen respe-
6 Una di scusión estimulante sobre los derechos colectivos en W EINST( K nasión. También las comunidades humanas pueden te-
(1998). moral, ya que dotan de sentido al mundo y ofrecen a

318 319
sus miembros una sensación de pertenencia y arraigaml en generación y se apropian de ellas co.n su ima-
zón Po.r la cual estos último.s se muestran a menudo. di l l' Iponen de individuos pero éstos también se for-
a mo.rir por ellas. Además, sería un erro.r pensar que 11> ellas. Ninguno de los po.lo.s puede ser reducido.
cho.S siempre so.n una fo.rma de reco.nocer y res pelar un ~I.rlld() autosuficiente o ficticio..
moral preexistente. A veces se trata de un mecanismo. pal le que existan derechos colectivo.s que pueden
cederlo y, por lo tanto., su co.ncesión no. tiene nada que VII n de rivados en origen . Derivados cuando surgen a
si las co.lectividades poseen o. no status moral SillO con l. en común de derechos individuales, prima-
guma, distinta, de si deberían tenerlo. ,(In mi geller;". Hay do.s tipo.s de derecho.s co.lecti-
El tercero de los argumentos incide sobre el aspecto. " El primero se otorga a co.lectividades humanas
de que sólo los seres humanos pueden tener intereses, puedan ser disfrutados y ejercido.s por individuo.s.
prosperar, sentirse tristes o felices, etc. Pero el error 1Il" lomo israelí concede a los judío.S en la diáspora el
que se define lo que son los intereses hu manos en térmi lIM' nlarse en Israel. Es la co.munidad judía en la diás-
dividualistas y reduccionistas. Algunos de nuestros inlfl ,,,tenta el derecho. pero éste es ejercido. por sus
son de naturaleza individual. Po.r ejemplo, yo quiero vi vir. Ividualmente. Lo mismo. ocurre con el derecho de
cribir un buen libro o. tener un matrimonio feliz. Otr' turbante, o co.n el derecho. de los funcionarios
compartidos y IDS tenemo.s en tanto que miembro.s de unu a disponer de tiempo libre para la oración. Po.r mo-
munidad, de modo. que sólo podemos persegui rlo.s junto. ~mod i dad llamaré a este tipo de derechos derechos co-
ejemplo, queremo.s que nuestra comunidad po.lítica siga ~rrcidos individualmente. Pero algunos derechos co-
nando., que haya paz y no se vea amenazada po.r lo.s co.nlll<' lertcnecen a las colectividades y son (o. pueden ser)
que sea cultu ralmente rica y vibrante, que se caracterice colectivamente. El derecho. a la autodeterminación
civismo y la confianza mutua, o. que sea respetada y que sea un derecho), el derecho de petición de una
por el resto del mundo.. Esto.s son nuestros intereses en taDl o el derecho a ser consultada en cuestiones de vital
comunidad, y en este sentido son intereses colectivos que ella, el derecho al autogobiemo de una universidad,
guran el trasfondo común y son condición previa para el nivel, el derecho de la Iglesia católica a co.nceder o
miento de nuestros intereses individuales: son nuestros divorcio. o. a expulsar a sus miembros, o el derecho de
comunes. En cualquier caso. se les puede calificar de Inglaterra a o.ficiar la ceremo.nia de coronación y a
mente de intereses de la co.munidad. ~rcsentada en la Cámara de los Lores, también entran en
Por último., no. es cierto que sólo existan los individuDS y Por comodidad llamaré a esto.s derechos dere·
las colectividades. Es cierto que a los individuos se los ~>¡';ctivos ejercidos colectivamenre. Algunos de los dere·
ver, oler, tocar, etc., pero no hay razón alguna para aceptar :Iuidos en cualquiera de las categorías son derechos de
idea de la realidad tan circunspecta y primitiva. Gran Brew I.rlcrencia por parte del Estado. o. cualquier otro o.rganismo
los Estados Unidos la Iglesia católica, la Organización de otros suponen demandas positivas que se hacen, preci-
Naciones Unidas, la tradición fi losófica occidental y la ,a estos organismo.s, y algunos se quedan a mitad de ca·
sidad de Hull existen aunque no. se las pueda ver o. tocar. La, entre un tipo y o.tro..
lectividades humanas existen a través de la co.nciencia, hien las co.lectividades pueden ser titulares de derecho.s, a
cias, prácticas y rituales de sus miembros, y persisten en ,e señala que no. deberían serlo porque lo más pro.bable
tiempo cuando esos miembros las institucionalizan, lransm i' abusen de los derechos que se les co.nfiere y pongan en

320 321
entredicho los derechos individuales. Es un argumenw bl~nestarcomo ya hiciéramos antes. toda comuru-
De todo derecho se puede abusar, también de los dercch" los interpreta y prioriza a su manera, tiene su pro-
viduales. Para que el argumento fuera coherente, tamIJ,,'" de la excelencia humana y sus propias ideas sobre
dríamos que negar la concesión de estos últimos, lo cU1I1 y las condiciones del bienestar de los seres huma-
surdo. Además, este tipo de argumentos favorece a los d, se pueda decir que algunos derechos colectivos
individuales colocándolos por encima de los colectiv!l' universal, otros varían de sociedad en sociedad.
existe ninguna buena razón para hacerlo. Si los derechO!. , las diversas sociedades alcanzarán soluciones di-
tivos pueden utilizarse para oprimir a los individuos, lh problema de qué colectividades deberían gozar de
chos individuales pueden servir para destruir o dañar
dades. No todos los derechos individuales van en contru .n'·opio parece que una colectividad está facultada pri-
derechos colectivos, depende de la importancia de los exigir derechos si cumple alguna de las siguientes
en cuestión, del contexto en el que se ejercen y de las superpuestas:
cuencias que pudiera acarrear su ejercicio. Al adoptar eM ..
tura de hecho se acentúa la diferencia entre derechos ir que la colectividad signifique mucho para sus
les y colectivos, pasando por alto la compleja interrelacioll tmhrns, goce de status moral a sus ojos y quieran pre.-
existe entre ambos. Algunos derechos colectivos son un Los amish, las sectas religiosas y las comunida-
naza para los derechos individuales. Por ejemplo, el dere, tradicionales entrarían en esta categoría.
un grupo a expulsar a sus miembros, a negarles la posi que su existencia sea vital para los intereses fun-
de abandonar el grupo o a exigir la conformidad moral d, linentales de sus miembros, y que estos intereses sólo
miembros. Pero otros son una condición previa necesar; promocionarse, o sólo puedan promocionarse ade-
el ejercicio de los derechos individuales. Por ejemplo, el "da mente si la comurtidad goza del derecho de acción
cho al autogobierno o la independencia de una comunidad ~Iectivo. Los pueblos indígenas del Canadá, Australia, la
tica. Y aun hay otros derechos colectivos que protegen los y otros lugares, así como los vascos, los kurdos y
chos individuales y dan mayores posibilidades a sus mieOlhl minodas nacionales reúnen esta condición.
debido a que los grupos organizados y las comunidades son que una comunidad se sienta muy insegura y no
capaces de defender los derechos que los individuos. Asr, ni quiera integrarse en la sociedad más amplia, si no
ejemplo, el derecho de una comunidad a su cultura, su ~ le garantizan ciertos derechos. Los musulmanes y otras
sus instituciones educativas hace que sea más sencillo ~,norías religiosas de la India tras la independencia, así
miembros el retener su cultura o su lengua que si esto fu era los cristianos de Sudán, Egipto y otros países mu-
una cuestión de derechos individuales. I."lonanes en los que una mayoría fuerte está decidida a
Por lo tanto, no podemos negar sin más los derechos Imponer su idea de la vida buena, entran en esta categoría.
tivos. Tendremos que preguntamos qué colectividades debcr(nl ('"arto, en el caso de una comunidad que haya estado du-
tener qué derechos y bajo qué condiciones. Sólo podremos rante mucho tiempo sometida a opresión sistemática, que
una respuesta tomando en consideración el bienestar hu <arezca de la confianza y la habilidad necesarias para
la base y lógica de todos los derechos, tanto indiv iduales <ompetir con el resto de la sociedad y a la que haya que si-
colectivos. No podemos definir el bienestar en abstracto. lUar en plano de igualdad con ésta, adoptando medidas
que sea posible identificar componentes universalmente adccuadas dc apoyo al grupo. En esta categoría engloba-

322 323
riamos a los an tiguos intocables de la Ind ia O ~ 1" colectividad puede hacerse merecedora de dere-
mericanos de los Estados Unidos. condiciones, esos derechos no tienen sentido a
• Quinto, toda comunidad puede aponar potencittil ", capaz de actuar como un agente colectivo y po-
valioso y único a la sociedad en sentido amplio, , institucional requerida para hacer valer sus de-
en condiciones de hacerlo si se la dota de los del'. Idomás, puesto que es igual de importante o más sal-
cesarios para preservar su identidad y alcanzar Sil 1, derechos individuales, el proceso de decisión
excelencia característica. Los grupos profundalll' , ser aceptado por la generalidad de sus miembros.
giosos y las órdenes monásticas penenecen a esta , contar con una forma colectivamente aceptable de
Sexto, algunas comunidades panen de doctrinas " decisiones y tener el derecho de abandonar la co-
tidas de las cuales se consideran custodios, y s6lt. I 111 pagar por ello un coste excesivo. Si bien no es ne-
funcionar y contribuir al bienestar de sus miemb,,, 1", colectividades celebren elecciones. cuenten con
la sociedad en sentido amplio, si se les otorgan 1" representativas. etc. (esto es algo que deben deci-
chos apropiados. Ésta es la razón por la que, aunll'" Ioolllbros) sí es crucial que en su funcionamiento inter-
da causar mucho sufrimiento y limitar las libenarl, un amplio apoyo. Nunca se sale de una comunidad
viduales, la mayoría de los Estados respetan, por el ya que ninguna comunidad a la que merezca la pena
el derecho de la Iglesia católica a excomulgar a SlIS puede contemplar con indiferencia cómo la abando-
bros o a negarles el divorcio y la exime de cumplll mbros, ni pueden éstos alej arse de ell a sin experi-
gislación contra la discriminación por género. ,ensación de pérdida. Sin embargo, este coste no de-
se vean privados de sus legítimas exigencias
Lo anterior está expuesto de forma muy esquemática. ~ ¡lpación en los recursos O en aquello que muchos con-
que argumentar en mayor profundidad y anicular mejor suyo.
una de estas condiciones que legitima a una colectividad nos enfrentamos a las exigencias de unas comuni-
exigir derechos. Lo único que pretendla era indicar CÓ"'I ' que exigen distintos tipos de derechos debería-
dríamos fundamentar la demanda de derechos colectivos. untarles si éstos servirán para promover el bienestar de
turaleza y el contenido de estos derechos variaría en cada o de la sociedad en sentido ampli o, si la mejor
dependiendo de lo que cada comunidad necesitara para logr", I lograr estos objetivos pasa por la concesión de dere-
metas que se ha propuesto. Puede que algunas comunidades las comunidades cuentan con los recursos insliruciona-
merezcan obtener el derecho de no interferencia, a otras '" I cJercer esos derechos y pueden garantizar la existencia
podría eximir de cienos requerimientos generales, y aun I k"IIlismos aceptables para negociar en caso de conflicto
haber otras que soliciten legItimamente el apoyo del Estud, derechos colectivos y los individuales, y cuáles son los
otras instituciones públicas. Puede que en algunos casos generales sociales y financieros O de otro tipo. Las res-
deremos mejor no conceder derechos colectivos debido a a estas preguntas no siempre resultan satisfactorias.
complicaciones legales y de otro tipo que eUo pudiera com~,r. las exigencias de una comunidad puedan ser legítimas.
tar, y decidamos solucionar el problema mediando o im poniCIt Ible que carezca de los recursos institucionales necesa-
do deberes a otros. Se trata de una decisión sobre la mejor rOl o que tenga una estructura interna opresiva que se niega a
ma de hacer frente a las demandas legítimas de las comunida Tenemos que sopesar éstas y otras consideraciones. Y
implicadas que no afecta a la validez de esas demandas. que no contamos con ningún método infalible o incon-

324 325
trovertible para hacerlo, sólo deberíamos tomar la dc~,
el establecimiento de un diálogo democrático entre ]"
",í una dimensión multicultural. Ad~ás, ha empe-
tina cocina multicultural, que toma prestados ele-
guiado por un espíritu de buena voluntad y comproml," • on,h" integrándolos para llegar a crear algo totalmen-
se parezca a las cocinas primigenias en di versos
sin duda, una identidad y vitalidad propias. Pues-
5. Cultura común diversas formas de integrar los elementos que se
de las dos cocinas, a su vez la nueva cocina revestirá
La sociedad multicultural necesita, al igual que e compartiendo un espíritu común de experirnen-
otra sociedad, una cultura ampliamente compartida qu IItUCu ltural, pero generando distintos resultados.
tente. Puesto que en ella conviven diversas culturas es 1'1 ámbitos de la vida también tiene lugar un proceso
recurrir a la interacción entre todas, respetar y alimenl,, ' parecido. Por ejemplo en el caso de la danza. la
versidad y unirlas en torno a un modo de vida en anes. la literatura y, en menor medida, incluso en
aquellos acostumbrados a pensar que la cullura es algo , Iradicionales y resislentes al cambio como la re ligión,
menos homogéneo y coherenle les puede parecer extraña 1" morales y las formas de pensamienlo. Las diferemes
de una cultura de constitución multicultural. Pero, de he(' cultu rales ejercen una mutua influencia adquiriendo
trata de un fenómeno bastante común en toda sociedad lIimensión multicultural. También surgen nuevas músicas
conste de culturas diversas (Appiah, 1994, 1996). literarias mulliculturales, que transforman de for-
Pensemos en algo tan mundano como la cocina. En un Irinativa los elementos que se han tomado prestados de
pio, la cocina china parecía una imponación exótica e n Oc~ , culturas convirtiéndolos en algo totalmente diferente.
te, pero con el tiempo Uegó a agradar tanto a sus miembros más que pensar en la forma en que la cultura noneame-
convinieron en parte integrante de su cultura. Quienes ha bebido en tradiciones como la irlandesa, la ju-
ban de su comida tradicional en casa, iban a los restaurante I.froamericana y otras culturas minoritarias, para conver-
nos de vez en cuando, moviéndose a gusto entre ambos parte de una cultura indudablemente colectiva. Ambos
tes. En los últimos años hemos asistido a otro tipo de evolo " ,,'" la mulLiculluralización de las tradiciones existentes y
Las cocinas europea y china ya no están separadas. Han kimiento de nuevas tradiciones de base multicultural están
do ingredientes y formas de cocinar de la otra, transforr relacionados y se refuerzan mutuamente. Cuando
mutuamente. Lo cual significa dos cosas. Cada una de las lad,ción se multiculturaliza, considera que forma un conti-
ha incorporado ex.itosamente algunos de los elemenlos de la con la tradición anterior. La nueva tradición se asienta en
y se ve continuamente alimentada por el espíritu de la
7 Aunque la lógica de los derechos colectivos difiera de la del orgull o. v' 'mentación multicultural que eslá temendo lugar.
güenz.a. culpa, responsabilidad, obligación (colectivas), etc., sí hay pumo, una sociedad multicultural, las distintas culturas topan
contacto. A menos que seamos capaces de aprehender la naturalc7.a de las el . IInllamente unas con otras tanto formal como informalmente.
gencias, experiencias. emociones colectivas, etc .. no podemos esperar entcndll .
la estructura de ámbitos de la vida humana tan inherentemente compurti~
en el espacio público como en el ámbilo de lo privado'.
como la política. la cu ltura Oel lenguaje. Dec ir que «Inglaterra te oecesi!:l»
significa que todos o muchos ingleses te necesiten. sino que una comunidli l Por muy paradójico que pueda parecer, los Estados Unidos cuentan con
histórica que abarca generaciones. caracterizada por un modo de vida peculi común que resulta ser multiculturaJ (RAVICH. 1990, p. 339). SPIN·
y que ocupa cierto territorio. te necesita. (1\)94) nos ofrece un análisis dOlado de gr.rn sensibilidad sobre la forma

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Llevadas por la curiosidad, la incomprensión o la W/. respetando la diversidad. No todos los miem-
se interrogan mutuamente, ponen en te la de juiclu 1.. edad aprueban por igual todos sus aspectos, pero
mentas de las demás, toman elementos prestados dt . 'deran suya en un grado suficiente y muestran ha-
consciente o inconsciente, amplían sus horizontes y tl1l niveles de lealtad.
por cambios grandes y pequeños. Incluso cuando 1" modo que una opirtión pública que sea rcalmen-
ción entre ellas es limitada, la misma conciencia d~ 1 Iva sólo puede surgir del diálogo entre ciudadanos
tencia de las demás tradiciones alerta sobre la conti cultura común multiculturalmente constituida sólo
especificidad de la propia, alterando así sutilmente la 1", y ,er considerada legítima si todas las culturas que
que sus miembros la definen y se relacionan con ello t pueden participar en su creación en un anabiente
tiempo se tiende a crear una nueva cu ltura basada en , (Yo ung, 1990, caps. 4, 8). Deberían disfrutar de un
buciones e ideas de las diversas tradiciones que poseen parecido, de igualdad de oportUnidades para la
tipo de difusa pero reconocible identidad propia. No se l. , del mismo acceso a espacios privados y espe-
de un minimo común denominador, ni de una mera s a los públicos. de la misma capacidad de interrogar-
arbitraria de creencias y prácticas, sino de una culturo . y más o menos del mismo grado de poder y re-
menos propia en la que todo se redefine, se relaciona dr vez asegurada la existencia de éstas y las demás
nera nueva y acaba componiendo un todo unido de forma necesarias para asegurar una interacción justa y efi-
Una vez creada se erige en la base de su interacción, ay 19O sigue su propia lógica y no se puede prcdetermi-
crear una vida ética común, y genera un cuerpo de prio tado. Puesto que no todas las cultu ras son igual de
comunes que informan las políticas públicas yestructufll n ricas, puede que sus respectivas contribuciones no re-
discurso político. de convincentes y, por lo tanto, no consigan un lu-
La cultura multicultural creada interculturalmente cree en la cultura común que eventualmente surgiría del
planificación posible, como por lo demás cualquier otra Ademá" no hay sociedad alguna que sea una boja en
ra. Existe un anaplio acuerdo respecto de sus contenidos, lo la interacción no se da en el vacío histórico. Puesto que
no significa que se dé un consenso universal, de modo y largamente establecida en una sociedad está profun-
ra que el contenido concreto sigue siendo objeto de disputa. Incardinada en sus creencias, instituciones y prácticas,
algo relativamente abierto, multifaeético, que empuja en distt <"On ciertas ven tajas estructurales. Por lo tanto, la cultu-
tas direcciones y se rehace a sí mismo continuamente. Tiene multiculturalmente establecida probablemente mues-
ficiente coherencia y estabilidad como para hacer posible la e inclinación a favorecerla.
municación intercultural, pero no la suficiente como para no Mi , racilitar el surgimiento de una cultura común mullicul-
puesta en tela de juicio periódicamente. Puesto que nace de I constituida, se debe favorecer la interacción cultural
interacción entre distintas culturas, goza de pluralidad intem desde la esfera privada como desde la pública. Ambos ám-
IMman panc de un mismo modo de vida y ejercen lIna
influencia mutua. Si la esfera pública fuera monocul-
en que las diferentes cuhuras ejercen una influencia mutua para llegar a erc, desincentivaría la diversidad en el ámbito de lo privado y,
una cu hu ra compuesta. Aunque su «integmción pluralisla~ tenga mucho iJe re
comendable, no acaba de resultar del todo claro cómo se puede justificar su ac
que noreciera el espíritu del multiculturalismo en el
titud ante los amish y especialmente ante los hasidim e n el cap. 5 de su obnt de lo privado, en la esfera pública la diversidad carece-
Véan~ también VEKI'OVl:;C (1996) y BAUBÓCK (I994a). apoyo y vitalidad.

328 329
No se puede «prefabricar oficialmente» el desarroll., 11 un papel fundamental. Los portavoces, oficiales u
cultura común, primero porque las culturas no evoluclClIl"~ de la sociedad más amplia deberían dar la bienvenida
y segundo porque no se puede dotar a ningún Estado d .. I y contribuciones de las distintas culturas, erigirse
der. No obstante, pueslo que la existencia de una cultufIJ 1 linadores de los eventos sociales O de otro tipo que or-
es vital para la unidad y la estabilidad de una sociedad contribuyendo así a fomentar la confianza que tie-
cultural y las buenas relaciones entre sus miembros, el 1 mismos. Los museos y las galerías de arte que definen
tampoco puede permanecer al margen. Además, la neut."IJ. la herencia nacional, deberían incluir e integrar de
cultural o laissezJaire privi legia a la cultura dominante y JI" ~rc uada las contribuciones minori tarias. ya que éstas
ramiza la igualdad de poder, de recursos, etc. que requiCII una parte integrante de la herencia común de una
genuina interacción cultural. Si bien los gobiernos no multiculturaJ. Los comités consultivos a nivel local y
intervenir directamente en la interacción cultural ni intcllIJII compuestos por representantes de las distintas comu-
fluir sobre los resultados de ésta, sí deberían garantizar qll' redes multirreligiosas, ctc., facilitan el diálogo inter-
interacción se desarrolla en condiciones de igualdad. El l· y ofrecen valiosos espacios para la cooperación transcul-
no tiene que ser culturalmente neutral o indiferente, sin exposiciones de arte, eventos literarios, conciertos o
tativo, dotando a todas las voces de la cultura de la posi de cine multiculturales, Crean fuentes comunes de
de participar en el diálogo común (Carens, 2(00). Incentivan el surgimiento de un e/hos multicultural en
En lo que respecta a la esfera privada, el desarrollo d de las sociedades.
cultura común de base multicuhural requiere de la existencin que respecta a la esfera pública, el desarrollo de una
una sociedad civil flo reciente que sirva de base para que la, común de base mu lticultural requiere de un modelo de
versas comunidades gocen de amplias oportunidades para .. cultural diferente. Si lo único que se exige desde la
nocer y perseguir posibles intereses comunes en el terreno d, puouca a sus ciudadanos es que hablen el lenguaje polí-
económico, lo cultural, etc. Este perseguir intereses comulI" Jtablecido con el acento estándar, apelando sólo a los va-
les hace acostumbrarse las unas a las otras, incrementa la políticos prevalecientes en cada momento (como quieren
prensión y confianza interculturales y las dota de las habilid •• : Bruce Ackerman y Joshua Cohen), se desincentiva la
des necesarias para negociar y vivir juntas aunque existan dif, ~Jlación de aquellos que no estén acostumbrados a estos
rencias entre ellas aún por resolver. También se generan 11/11 o no simpaticen con ellos. Habría que acoger nuevos
amistades transcu lturales e intereses materiales compartidos. ltl conceptuales, formas de deliberación, modos de ha-
que convierte en más llevadera la carga ocasional de la incom ,cnsibilidades políticas y crear las condiciones en las que
prensión y la irritación inherente a la mayor parte de los e n interactivo pudiera llevar. con el tiempo, a la creación
cuentros intercuhurales. espacio público plural y de una cultura política de base
Si bien en todas las sociedades vivas tienden a surgir asoci, ada debería considerarse innegociable, ni siquiera los
ciones y actividades interculturales, puede que éstas no adquic ., políticos establecidos. Si se pudiera demostrar que éstos
ran la fuerza y la vitalidad necesarias, que no estén presente, 1\ prejuicios injustos en contra de determinadas culturas
una escala lo suficientemente importante, que sean demasiad se están excluyendo otros valores políticos igualmente vá-
patemalistas como para cumplir su propósito o que funcionen debería emprenderse un diálogo crítico al respecto, al que
en condiciones de desigualdad. Por lo tanto, las políticas públi que considerar un primer paso hacia una cultura moral
cas bien concebidas que tienen la tarea de facilitar esta labor. rica, ya que contaría con un amplio consenso transcultural.

330 331
Puesto que es la esfera pública la que fija el ri tmo del W-nnrtante de su sociedad. La cultura común de ba.e
de la sociedad gozando de un prestigio y poder con, irler, fomenta el sentido de pertenencia entre los ciuda·
debería asegurarse de que las comunidades culturales un lenguaje compartido y un conjunto de valores
cuadamente representadas. Lo ideal sería que sus mien,I •• IPlllpan porque han crecido a partir de un diálogo entre
fueran capaces de encontrar su propio camino a través de lo que están dispuestas a suscribirlos. Al igual que cual-
nales de competición normales. Pero puede que esto no se¡1 ,u ltura, la sociedad multicultural ama y cultiva (a tra·
sible siempre. debido a los prejuicios de la sociedad exten instituciones educativas o de otro tipo) un cuerpo
a los principales partidos políticos. los prejuicios estruct" •• 1 de virtudes morales e intelectuales necesario para su
de las instituciones establecidas, o la baja au toestima de I ~nto. Por ejemplo, bay que educar a la gente en la ba-
munidades minoritarias. En este caso se podría defender descubrir las bases comunes que se ocultan tras las
tipo de cliscrirninación positiva a favor de las comunidade generar la voluntad de aceptar esas diferencias y rc-
cluidas. Esto las dota de visibilidad pública, les da acceso al ellas, fomentar el espíritu de moderación, la curiosi·
der político, les brinda la oportunidad de hablar por sí o la capacidad de convivir a pesar de la existencia
en vez de que otros hablen por ell as y de hacerlo según sus ~n cias aún por resolver. En una sociedad de este tipo la
mas de pensar características. También las integra en la s' y diversidad no se mantienen confinadas a las esferas de
dad, sensibiliza a esta última respecto de temas que, de y lo privado respec tivamente, sino que permean to·
modo, probablemente no tomaría en cuenta y fomenta el ambitos dc la vida. No se trata, por tanto, de una unidad
de la deliberación transcultural. Esto ha sido ampliamente abstracta, sino de una unidad incardinada en una di·
mostrado por la experiencia de los Estados Unidos y espe( que la nutre. Y esta última, al ba.arse en un marco
mente de la India donde, a pesar las obvias dificultades IVO compartido que la regula, no genera fragmentación
cas, el abuso ocasional y las injusticias perpetradas en el (Spinner, 1994. cap. 8).
de individuos concretos, las políticas de discriminación positi va
a favor de los ex intocables y las comunidades tribales han h
cho mucho por remecliar pasadas inj usticias, integrarlos en I . ucación multicultural
corriente social principal e incentivar la creación de una culturA
pública (Parekh, 1992). tipo de cultura de base multicultural del que hemos ve·
Cuando, tanto desde la esfera pública como desde la privad hablando requiere para su correcto mantenimiento de un
se crean las condiciones propicias para una interacción cultural educativo de orientación multicultural. La educación
igualitaria con la ayuda gubernamental precisa y el tipo de in ha sido objeto de acaloradas controversias, espe·
tervencionismo que resulte apropiado en cada sociedad, lo má en los Estados Unidos. Allí, la opinión dominante es
probable es que surja una cultura común de base multicultural una de las principales tareas de la educación debe ser la de
Esta se erigirá en el fundamento de un modo de vida comparti a los alumnos en la «cultura nacional» o (cfe» norteame-
do y apuntalará al Estado dotándolo de raíces emocionales para suscitar en ellos un fuerte sentido de la «identidad
morales. El espíritu multiculturalista flota libremente en todo que pueda dar lugar a una nación unida. Algunos gru·
los ámbitos de la vida y llega a convertirse en una parte 1<1" por ejemplo ciertos afroamericanos, han señalado que este
esencial de la forma en que los ciudadanos se entienden a ,( de educación los margina, suscitando una imagen peyorati·
mismos. que acaban aceptando que la diferencia es un rasgo va· y llue la principal meta a lograr por la educación debe ser el

332 333
mantenimiento de la identidad cultural o étnica de l ., europeos. Su tercera gran fuente la constituyen el
Creen que se debe cultivar cierta sensación de orgullo la secularización, la ciencia, la tecnología. etc.
propia historia y hacia sus aportaciones a la comunhl.,,' se suponen logros exclusivos de la Europa mo-
contribuir así a crear comunidades étnicas cohesionadu de una herencia premoderna. La educación debe
sar de las diferencias obvias, ambos puntos de vista ti objetivo el cultivo de estas capacidades, actitudes,
en común: el defender una filosofía de la educación mientas que crearon a una civilización europea a
da. Ambos grupos opinan que la meta de toda educaci~1I ~Imente fundamentan. Reflejan lo que más aprecia la
ser el mantenimiento de una comunidad (bien sea la com europea, incluyendo el desarrollo de la capacidad
en sentido más amplio o la más reducida comunidad étnoc .• I crítica e independientemente, el individualismo, el
que debe presentarse bajo una luz favorable. Ambos con~ " ífico y secular, y el orgullo por la historia y la cul-
a la educación en términos instrumentales y políticos, palie También los contenidos de los programas educa-
una idea homogénea sobre lo que son las comunid.,des propios de la civilización europea, ya que lo esen-
tes y abogan a favor de la educación monocultural' . literatura, la historia, la geografía, etc., europeas. Este
La educación multicultural pretende ser, básicament que se aprecia en los sistemas educativos tiende
crítica al contenido eurocéntrico (y por lo tanto monocultl y acentuar que la civilización europea es algo único.
al ethos de gran parte de los sistemas de educación prevale, resta mérito o ignora directamente los logros y las
tes. El eurocentrismo se fundamenta en dos tesis principale de los demás.
primer lugar, que la civilización europea moderna (e Imitaciones de un sistema educativo de este tipo son ob-
aquella posterior al siglo XVIl) representa el modo de vidl! parece mu y probable que se pueda despertar así la cu-
elevado alcanzado por la humanidad hasta el presente y que, ntelectual de los estudiantes hacia otras culturas ya que,
lo tanto, debe erigirse en el estándar por medio del cual se se han visto expuestos a ellas, o se les han presen-
da juzgar a todos los demás. En segundo lugar, se afirma qu lénninos peyorativos, o ambas cosas. Tampoco parece
civilización europea alcanzó la gloria sin ayuda de nadie y, potenciar así la imaginación. La imaginación, esa
lo tanto, debe poco (si es que debe algo) a las civi lizacione para concebir alternativas, no surge en el vacío. Sólo
europeas. Se parte de la idea de que sus influencias son tr, uno se ve expuesto a sociedades y culturas distintas, se
todas europeas. Por un lado, sus fundamentos intelectual la imaginación. y la conciencia de las altemativa~ se
políticos provienen de la Atenas y la Roma clásicas, ambas en una parte inseparable de la propia manera de pen-
puestamente europeas. Por otro, sus fundamentos morales y que la educación monocultural no puede evitar el in-
ligiosos proceden de un cristianismo que, si bien no era "",n, la ilusión de que los limites del propio mundo son los lí-
en origen, fue radicalmente reformulado a la luz de la mundo en sí, que las formas de pensar convencionales
grecolatina y fortaleciéndose tras haber pasado por muchos unicas válidas, etc., elimina la conciencia de la existen-
altemativas y convierte en rígida a la imaginación.
educación monocultural inhibe asimismo las facultades
C) Sobre los estrechos vínculos exl.l.lentes entre educación y «fe americun,
. Aquellos estudiantes a los que se les enseña a contem-
o identidad nacional, \léanse SCHLESLNGER ( 1991) y KIMBALL ( 1990). D'Sm
(1992) ofrece una relación tendenciosa pero vivaz. SchIesinger (1991, pp. 127 \' mundo desde las estrechas miras de su propia cultura
muestra la fuerza que tiene el eurocentrisrno incluso en el caso de una mente cmente acabarán rechazando todo lo que no encuentre
finada y generosa. Un pumo de vista equilibrado en GALSTON (1991) . 'Icomodo en sus propias categorías de pensamiento. Lo

334 335
más probable es que juzguen a otras culturas y ". Umportnnte que cultivemos actitudes como la hu-
sus propias normas y estándares y que sean incllp," IIlldectual, el respeto a los demás y la scnsibili-
tar una actitud genuinamente crítica hacia ella, I modos de vida y de pensar y que abramos las
educación monocultural inhibe la imaginación, \1111 ~, l lItJiantes , el sistema educativo debe estar lan
capaz de dotar de filo a la facultad crítica, quienl" "-'lIrismo como sea humanamenle posible. Una
sometidos a ella apenas podrán resistirse a ce lebl ,11 deberfa exponer a los estudiantes a distintas
y el «genio» de su propia civilización o socieduli. u,' la vida huena, de sistemas o formas distintos
vulnerables ante el mortal vicio del narcisismo. ar experiencias familiares y ayudarles a captar
Además, la educación monocultural también tlCI'" nlra, culturas. Debería enseñarles a ver el mundo
rar arrogancia, insensibilidad y racismo. Prisionero l'" "Jos y a apreciar su fuerza y sus limitaciones. A
de su propia cultura, el estudiante es incapaz de Ul llesarrolla la capacidad de pensamiento indepen-
versidad de valores, creencias, modos de vida y I"is, de crftica, etc., deberfan cultivarse también
el mundo como algo que forma parte integranle de lu l mi.Í!<' «suaves» y menos agresivas como la imagina-
humana. No resulta así sorprendente que se sienla la habilidad para meterse en la piel de los demás
por la diversidad, que no sepa cómo tratar con los y para ellos, la voluntad de verse a sí mismo a tra-
eche en cara el hecho de ser diferentes. Puesto que de los otros, la capacidad de escucharles con
mienlo de otras culturas y sociedades es escaso, lo y simpatía. Los estudiantes son miembros de sus
ble es que la idea que se haga de ellas se base en gen" .,,, ,,, idades étnicas y culturales, ciudadanos de sus co-
nes superficiales o estereotipos que probablemente p"lílicas y, también, seres humanos. Un buen siste-
poca justicia. Así es como los victorianos crearon su p' debe atender a estas tres vertientes. Deberfa ayu-
rarquía de las sociedades humanas. En lo más bajo L" Jmnos a enlender la historia, la estructura social. la
sociedades africanas, los asiáticos estaban un poco m lenguas, etc. de su propia comunidad política y cul-
los mediterráneos aún más alto, elC., y así hasta llegar u ""rmitirles emenderse a sí mismos mejor y encontrar
gleses que consideraban representaban el estadio más el en el seno de eSlas comunidades. Sin embargo, limi-
de la evolución humana. Cuando se preguntaban por qu ación exclusivamente a esto es adoptar un punto de
nas sociedades estaban tan atrasadas, la tendencia general empobrecedor y linlitado. La educación se ocupa no
dar algún tipo de explicación racista. El «genio» de la "lCialización sino también de la humaniznción. No sólo
blanca les habría permitido llegar a grandes alturas y la a los estudiames a convertirse en buenos ciuda-
gracias de otras sociedades se deben a su inferioridad «m L.';'bién hay que prepararles para que puedan convenir-
Seguimos detectando actitudes de este tipo, aunque sea en humanos integrados con capacidades y sensibilida-
ma atenuada, en muchos maestros y libros de texto. IIkcluales. morales, etc., bien desarrolladas, de modo que
Por lo lanto, la educación monoc ul tural simplemente nI' de sentirse como en casa en un mundo humano
buena. Si tal como han afirmado correctamente todos los
des educadores, el objetivo de la educación debe ser el de la educación en la que resulta ser más relevante el
buir al desarrollo de capacidades humanas tan vali osas de la educación multicultural es el currículo. Un cu-
curiosidad intelectual, la capacidad de autocrítica, la habi l i ~ l11ulticultural satisfaría dos condiciones. En primer lugar
para sopesar argumentos y evidencias y formar juicios indeot~ ser indebidamente limitado. No hay ningún currículo
~

336 337
que pueda abarcar todo. Si se convirtiera en un Irl'" lt" cánones y que hay que resistirse a la pre-
dedor del mundo, sería necesariamente supcrll\'llll Ilue se incluya una literarura minoritaria de
los grandes eventos, no cumpliría las metas edu~1I1 ",. lilerario aun no ha sido probado por el juicio
mal que bien. Lo ideal sería que los estudiantes" Aunque se trate de una reacción compren-
con las principales formas de representación de 1.. enloquecido que pretende «torpedear el ca-
rudio en cuestión , que se centraran en algunas d.. nn está formulado en los términos correctos.
sintieran estimulados a continuar por su cuenta. un toda razón sus defensores, los clásicos ex-
El informe sobre la enseñanza de la historia el¡¡[" básicos de la condición humana con gran in-
Panel Federal de Educación de los Estados Unid lo que les dota de un valor y un atractivo uni-
en 1992, da una idea de cómo podría organizarse el , gran virtuosismo técnico, explotan el lenguaje
historia. Aunque en él se insista en que la histor&u con una valenúa considerable, y son el mejor
debe seguir siendo parte importante del currfcu lo (i .rir las habilidades literarias necesarias. Tam-
las occidentales y que la historia no occidental qUI formas de pensar, las estructuras de concien-
debe resultar digerible, se hace hincapié sobre el he. 1.. Illdades de su época y se erigen en núcleos moda-
los estudiantes deberían adquirir una idea de cómo 111' para el desarrollo de la comunidad afectada.
nado el mundo y de la posición que ha ido ocupando c" y otros argumentos relacionados con ellos per-
vilización occidental. Por lo tanto, se divide la hist, una fuerte defensa a favor de los clásicos, en
en ocho épocas y el estudio se centra en desarrollo ,c pueden usar en eOll/ra de los no clásicos. Aun
ron a un gran número de personas y tuvieron un "iO'níf.n" seamos capaces de dotar al término ~clá.ico» de
portante para las generaciones sucesivas. Entre coherente y que podamos ponemos de acuerdo
cionar las ciudades-Estado griegas, el Imperio romano a ~riterios necesarios para identificarlos, siguen siendo
moderna de Europa, pero también la dinastía Sung eh in". humanas con sus propios prejuicios y limitaciones.
perio maurya de la India y la civilización olmeea que formas de experiencia y no otras, lo hacen des-
fluyera sobre las civi lizaciones zapoteca y maya de concretas, y siempre son el producto de su pro-
rica. En el informe se especifica que el propósito inmediulo !jue nunca acaban de trascender del todo. Por lo tanto,
se persigue con el esrudio de una historia de base tan Jcomplementarlos con obras que exploren las estructuras
dotar al estudiante de una firme comprensión del pasad de grupos históricamente marginados como las
comunidad, una comprensión razonable e inteligente (J,' los esclavos, los pobres, los oprimidos, los inmigrantes
grandes periodos de la historia de la mayor parte del resl" de las colonias. Puede que estas obras carezcan del
mundo y la capacidad para explorar sirnilirudes, diferencll técnico de los clásicos, pero ofrecen ventajas com-
interconexiones que pudieran existir entre ellos. El prop(,'1 Exploran experiencias nuevas o familiares desde án-
mediato sería estimular la curiosidad y la imaginación de lo: poco habituales o poco tenidos en cuenta, reflejan un es-
tudiantes, ampliar su comprensión, y ayudarles a apreciar de desafío y alegría juguetona, exploran sensibilidades,
la unidad como la diversidad propia de la especie humana. . ' de ánimo y formas de dolor y placer que quedan fuera de
El ámbito literario se ha convertido en objeto de muchos '""riencias narradas en los géneros literarios propios de los
bates innecesarios en los úl timos años. Los defensores del Es más, sólo incluyéndolos en el currfculo y somelién-
rrfculo tradicional afirman que las clases deben seguir r~n' .. a una crítica literaria sena podremos crear un clima en el

338 339
que la literatura de este tipo pueda contar algún día C\lll común, que conduce directamente a la torre de
pios clásicos. Los clásicos ocupan un lugar primordi al rll h lnr"iona la historia y mina la unidad social. Pero,
cación, pero no existe ninguna razón obvia por la qu la educación, diluye a lo étnico en la cultu-
dría que verse forzado a elegir entre ellos y el resto. sta en un capital humano a compartir. Se mantie-
La segunda condición que debería salisfacer un l' ",lores básicos de la sociedad liberal, los amplía
bien concebido tiene que ver con la forma en que se cm, abarcar nuevos principios y ayuda a crear una
basta con ampliar el currículo e incluir en él a diferent plural y más rica. Incentiva el diálogo entre cul-
nes, culturas, textos y sistemas de creencias; también a los estudiantes dialogar en múlti pies lenguas
dar lugar a diálogos fructíferos. Tanto si se trata de e n ita la gestación de esa incomprensión cacofón ica
colonialismo, posición de las mujeres, la familia, la ·li>rre de Babel. Supone un reto para las falsedades
industrial, el surgimúento de sindicatos O guerras civile, " curocéntrica, saca a la luz la complejidad y la plu-
nas, los individuos implicados han experimentado las n,,,raciones que engloba e incentiva la cohesión so-
forma diferente y emútido juicios distintos al respecto. 1 a los esrudiantes para aceptar alegremente la
suceso se puede contar no una si no muchas historias qUl" habérselas con ella. Entendida correctamente y Ii-
lapan, es decir, cada suceso se puede narrar de forma polémicas exageradas planteadas por sus defenso-
pero todas estas narraciones son parciales y están llena, la educación mullicultural sería una educación
juicios, aunque algunas más que otras. Puesto que los SUl en el sentido de libre de prejuicios etnocéntricos
las instituciones son polifacéticos, también lo son las «ve, de libre para explorar y aprender de otras culturas y
que conocemos sobre ellos, y sólo podremos formamos Ambos tipos de libertad son inseparables porque
cio equilibrado sobre las cosas por medio de conversacio liberarse de la perspectiva etnocéntrica a no ser
tre representantes de las diferentes perspectivas. Uno de 11. llcceso a otras, y se carece de ese acceso si se perma-
cipales objetivos de la educación debería ser el formar en los confines de la propia perspectiva.
estudiantes para que sean capaces de participar en conve,
nes de este tipo y ampliar así sus simpatías, ayudándoles
prender la complejidad de la verdad)' la irreducible ..
de las interpretaciones, sin que esto les lleve a buscar
mente una respuesta final. Lo ideal sería que no se enseña"'n que cualquier otra comunidad, una comunidad po-
separado las hisIDrias y experiencias de las comunidades (y por lo general tiende a) desarrollar alguna idea so-
ritarias, sino que se las integrara en la historia general de de comunidad que es, lo que defiende, en qué se di-
munidad. Esto evitaría que sus experiencias y recuerdos de las demás, cómo ha llegado a ser lo que es, etc.;
cos concretos se enseñaran sólo en guetos y se convirticrll toda comunidad genera una idea de su identidad
algo obsesivo. Las experiencias de las comunidades 'TÚ o nacional (M iller, 1995; Walzer, 1992b; Gilbert, 1998).
podrían así ocupar el lugar que les corresponde en la mem, ~lI1cepeión compartida de la identidad sirve a varios propó-
colectiva y la autocomprensión de la sociedad como un tod" Sat,sface la curiosidad intelectual de sus miembros respec-
Si defin imos de este modo a la educación multicultural, lo que la convierte en el tipo de comunidad que es, expli-
remos que las críticas que normalmente se le hacen carece" qué es este tipo de comunidad y no otra y qué implica
fundamento. Se dice que fomenta el culto a la etnicidad, a ella. La comunidad política engloba a mi 1I0nes de

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personas a los que uno nunca ha visto y puede que 110 una imagen concreta, con todas las implicaciones
ca, pero por los cuales se supone que uno debe pagal y represión que esto tiene. El peligro es espe-
hacer sacrificios, e incluso dar la vida. También abul".' en las sociedades multiculturales en las que se
tables generaciones pasadas y futuras a los que UI111 diversidad de valores, de ideas sobre la vida
más, está vinculado por afectos, intereses y obligacio'" Intcrpretaciones de la historia.
sentido de identidad nacional el que vincula entre sI u 1.. nos enfrentamos a una paradoja. Es necesaria la
duos y las generaciones, articulando y explicando poI '1" sentimiento común de pertenencia nacional
ellos forman parte de una única comunidad. Une a sus 1111 es potencialmente peligroso. Se trata de una
en torno a una forma común de entenderse a sí mismo,. ~"ntribuye tanto a la unidad como a la división. Es
y dota de energía a ese sentimiento de pertenencia C0l111il1 necesaria para la cohesión y reproducción de la
bién les da la inspiración necesaria para estar a la aIru,,, puede también alienar a amplios sectores de en-
imagen colectiva de sí mismos y cultivar las virtudes Iri.Janos y convertirse en causa de fragmentación. Si
ú propósitos valiosos y queremos evitar peligros ob-
faci lita la autorreproducción de la comunidad y la COlllll1l¡
intergeneracional , incentiva la creación de lealtades cOllll1111 lener en cuenta ciertas condiciones:
dota de orden a la vida moral y política. No es
cerebral, se encarna en los rituales nacionales, símbolos lugar, la identidad de una comunidad política
monias, y encauza las emociones. Esta idea compartida ut" basarse en su estructura política y no en las carac-
tidad nacional desempeña un papel particularmente más ampliamente compartidas por sus miembros
en el seno de una sociedad multieultural, debido a que lmente considerados. En aquello que comparten
una mayor necesidad de cultivar un sentido común de y colectivamente en tanto que comunidad, no en lo
cia entre las diversas comunidades que la componen. tienen en común en tanto que individuos. Habría que
Aunque toda comunidad política precise de una idea de , por lo tan to, en términos político-institucionales
tidad nacional, ésta también tiene un lado oscuro ya que términos etnoculturales, en términos de institucioncs,
convertirse fácilmente en una fuente de conmcto y formas de discurso público, etc. que se pueda es-
Toda comunidad política establecida desde tiempo atrás, e que todos los ciudadanos compartan en tanto que
ba diversas corrientes de pensamiento e ideas de 10 que nicmbros de la comunidad. No en hábitos, temperamen-
vida buena. Puesto que toda definición de la identidad nacio". actitudes ante la vida, prácticas sexuales, costumbres,
es necesariamente selectiva y toda identidad debe proponer. r Jcturas familiares, lenguaje corporal o aficiones. Las
objetivos que resulten relativamente simples de alcanzar. se ,aracterísticas etnoculturales son algo demasiado vago
len seleccionar algunas de estas corrientes e ideas y se marol". para poderlas especificar y llegar a un acuerdo respecto de
o deslegitima a las demás. La historia de una comunidad cllas, raramente son compartidas por todos, ni siquiera por
bién es necesariamente compleja y se la puede leer de una mayoría. pertenecen al ámbito de la vida privada y,
diversas, de manera que al definir la identidad nacional se corr todo lo más, definen a un pueblo y no a una comunidad
el riesgo de simplificar en exceso y de glorificar el papel de ni política (a alemanes y franceses, pero no a Alemania o a
gunos grupos, denigrando el de otros. Una definición de idenll Francia). Además pueden convertirse fácilmente en un
dad nacional también puede convertirse en un vehiculo para si instrumento apto para suprimir estilos de vida y formas de
lenciar voces disidentes y moldear a la sociedad entera d conducta considerados poco convenientes.

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• En segundo lugar, los miembros de una socied .. ,1 1", Repúblicas bálticas, de Fidji, Trinidad, Guaya-
cultural pertenecen a grupos élnicos, religiosoS) L países definen su identidad nacional en lérminos
les distintos, y estas identidades les importan OIlIL Indígenas o de la comunidad numéricamente domi-
idea prevaleciente de identidad nacional deberlo definición excluye a minorías como los rusos, los
pacio a eSlas identidades múltiples sin obligar a lo l." chinos y los antiguos colonizadores.
cados a oplar por lealtades divididas. No existe mIl'" Indos estos casos se ha dicho que, puesto que algu-
na por la que uno no pueda ser a la vez escocés y b" lo, grupos habían llegado sólo recientemente. bien
quebequés y canadiense, vasco y español, bretón mano de los poderes coloniales, bien a través de un
cés, o hindú o sij y americano. Aunque en prin~, dominanle. no tenían lanto derecho al país como los
exista conflicto entre, por un lado. las identidades El argumento es incorrecto. A menudo. son los
religiosas y de otro tipo y la identidad nacional po, indígenas los que acaban recibiendo trato de ex-
el confl iclo puede surgir en la práctica si alguna de 1" en otros casos, los «nuevos» únicamente se dife-
se autodefine de forma que excluye o mina a la otro de los demás por el hecho de baber llegado al país
americano significa ser protestante y anglosajón, décadas antes. Además, si bien es cierto que algunas
los cristianos de otras obediencias, los no erisl empezaron siendo colonos o fueron reclutada.
asiáticos y otros nunca podrán ser plenamenle amerknn poderes coloniales, esto es un legado irreversible de
y si ser escocés implica ser antiinglés o si ser mu;" lit que no puede esgrimirse en contra de sus aetua-
supone generar lealtades poi íticas y compromisos i descendientes que no han conocido otro hogar, han
patibles con los de Gran Bretaña y su forma de vi raíces en el país, se identifican con él. y cuyas exi-
tica, no cabe acomodarles ni siquiera en la defi políticas y morales son, por lo lanto, tan legítimas
amplia de identidad nacional británica. Para que la las de los demás. El término «inmigrante de segunda
dad nacional deja suficiente espacio a las demás, es generación» induce a error porque los hijos e hi-
so definir ambas de forma abierta e inclusiva para de los inmigrantes ya no son inmigrantes.
al menos, una armonización mínima. último, en la definición de identidad nacional no sólo
• En tercer lugar, la identidad nacional de una comunidud incluirse a todos los ciudadanos, sino que también
becía definirse de talmanem que incluya a todos sus que aceptarles como miembros igual de válidos y
danos y haga posible que todos se identifiquen con el . mas de la comunidad. Aunque en muchas sociedades
identidad nacional define quién forma pane de la comunldoM. ~l1l1lticulturales la comunidad mayoritaria esté dispuesta a
y eSlá legitimado para plantearle exigencias. Las minoonl I~arantizar a todos sus ciudadanos los mismos derechos, se
no pueden sentirse pane de la comunidad si su defin ic~lCI Slcnte en posesión del país por razones históricas, demo-
misma les excluye tratándolos como si fueran extranjer."J cráticas y de aIro tipo. e insiste en que la definición de
Cuando algunos de los líderes de la comunidad malaya identidad nacional debe reflejarsu statusprivilegiado lO Si
sistían en que su país em Malay y no la Malasia malaya
!aban convirtiendo a los malayos en los únicos miembros ti
Al insistir sobre la idea de que los serbios <1< 0 0 aceptarían» ser meros
pleno derecho de la comunidad y tratando a los indios, ehi. lanos en su «propio)!. Estado. algunos de sus líderes afinnaron que . Ser-
nos y demás como extranjeros a los que debían lolerar perlO \Cria un Estado de ciudadanos iguales. sino el Estado de Serbia y sus
no conceder igualdad de derechos ni ciudadanía. Cuando I~ ciudadanos•. Citado en KISS (1998).

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bien garantizaba los mismos derechos a todos . " ",ata. Y las definiciones de la identidad nacional
danos, incluyendo la minoría serbia y otras, en l. y tai landesa han provocado objeciones similares
rución croata de 1990 se afirmaba que se tratab\! • us respectivas minorías. Las minorías entienden
tado nacional del pueblo croata» y se hacía así . se declara que el Estado es el hogar nacional de
«sueño milenario» de contar con un Estado indej>' mayoritaria, se les considera «hijos de la tierra»
propio. En la Constitución de Macedonia se habl u d menos de fiar y pauióticos que el resto, me·
tado nacional del pueblo macedonio» que se de fi,,,· exigir un respeto hacia su c"lrura y su re·
tanto no en términos políticos sino étnicos. La llorados para ocupar cargos políticamente compro·
ción rumana va aun más al lá. Aunque en e ll a se temores no carecen de fundamento. En Malasia
los mismos derechos a todos las minorías. ha el convertir el islam en uno de los pilares de su
unión de los émicamente rumanos el fundame ntll bl'lonal ha dado lugar a una desconfianza generali-
Estado cuya lengua oficial es el rumano, el lema dd no musulmanes, y han surgido exigencias genera-
no nacional es «despertad rumanos», etc. En el Estado sea declarado un Estado islámico. Los
existen tres «pilares» que se consideran centrales de las minorías también afirman que gozan de igua-
identidad, bahsa (la lengua o malay), agama (la • en tan to que individuos pero no como comunida-
el islam) y el dan rajá (la monarquía), los tres ínt imll'" que, al contrario que la comunidad mayoritaria, ca-
te vinculados a la mayoría. En Tailandia los tres s derechos colectivos de aU({)expresión cultural. de
tos centrales» de la identidad nacional son el sasana .\ recursos públicos, o del reconocimiento de su pre-
gión budista), el mahakasat (la monarquía) y e l de los sfmbolos del Estado y de la definición de
nación), siendo así que el primero de ellos es la ~ nacional .
el segundo la dinasúa real de la comunidad mayoril.,j de estas crílicas de las minorías y aun otras rela-
Israel es oficialmente el Estado de su mayoría judrl con ellas están justificadas, y existen muchas razones
nombre y todos sus símbolos nacionales son judío", bomiendan definir la identidad nacional de forma am-
Ley de Retorno privilegia a los judíos, etc. Si bien la ~olectivamente aceptable. Al incluir a las minorías en la
noría árabe que constituye aproximadamente un 20 que la comunidad se da a sí misma y dOlarlas de re-
100 goza de los mismos derechos civiles y políticos Imiento oficial. una definición de este tipo valora y legi-
resto y cuenta con un espacio cultural propio razonabl. presencia y hace posible que ellos la acepten con en-
mente seguro, se ve «exenta» de formar parte de las También protege al Estado ante las presiones que
zas armadas y se les niega el empleo en empresa, ejercer los nativos o las mayorías sin minar el status
ladas al ámbito militar. Itablemente dominante de una mayoría que, de todas for-
,e reafirma en el proceso político normaL Es precisa-
En todos estos casos las minorías se sienten agraviadas debido a esto por lo que está en su propio interés el no
alienadas, y protestan a menudo contra su status inferior de cil! sobre el tema, consagrando explícitamente su dominio
dadanos «de segunda». El 30 por 100 de la minoría albanesa , de la definición de identidad nacionaL Cuando una co-
opuso enérgicamente a la aprobación de una Constituci6n 1116 mayoritaria se define a sí misma como nación e in-
cedonia que, de hecho, se aprobó sin su consenso. Las minorr, monopolizar el Estado, provoca a sus minorías para que
serbia, eslovena, eslovaca, húngara y musulmana criticaron 1" nan a sí mismas como naciones o grupos étnicos. A me-

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nudo, la etnicidad minorilaria no es más que una rCurt ele Inca. No existe ninguna forma sencilla de re-
fensiva contra el nacionalismo mayoritario. Tanto Id I y otras exigencias, y cada comunidad polftica
como la prudencia política aconsejan que la comul1lduoli ' u propio equilibrio. Pero sí se pueden plantear
yori taria resista la tenlación de proclamar la propied",1 ~raciones que podrían servir de guía a la hora de
ral de la comunidad política. 1'193, pp. 162 ss.).
Si bien se trata de un ideal hacia el que tender no comunidad política no pueda negar O rechazar
sulta práctico. La historia de la mayoría de los paíse& C,I hi' lóricamente heredada, sí puede declararse ofi-
culada a la de grupos étnicos o cultumles concretos 11" It icultural, como han hecho Australia, Canadá y
desempeñado un papel decisivo en su desarrollo, han dbd, bto reafirma la pluralidad cu ltural, legitima a sus
ma a su carácter nacional, y cuyos valores y creencias eSII,,, l'IIntrarresta las desviaciones que inevitablemente
fundamente incardinados en sus principales institucion autodefiniciones, los símbolos y las instituciones.
caso. por ejemplo, de los ingleses en el Reino Unido y 111 una autodefinición concreta, se la puede dotar
glosajones en los Estados Unidos. Además, algunos paíse&. 1 .... nido más amplio, como hiciera el príncipe Carlos
por ejemplo Israel, sólo han llegado a existir para satisfOr., que, como monarca. más que ser un «defensor de
aspiraciones nacionales de una comunidad dominan te a 1" Mkional, le gustaría ser un «defensor de la fe» tanto
no se le puede pedir que haga cambios radicales (como de otras religiones. Aunque no se pueda evitar
nombres y autodeliniciones diferentes) sin alienar a sus el que la identidad nacional se refiera más a la co-
rías y crear una profunda crisis de identidad. Incluso en mayoritaria, la comunidad política puede contrarrestar
1I 0s casos en que los países definen su identidad en términu' simbólico y práctico que esto genera dotando de un
comunales, la influencia de la comunidad mayoritari" se ti ~.pac i o de autonomía culmr_l a sus minorías y convir-
cia en sus instituciones, sus prácticas y símbolos de de ipso en pane de su identidad nacional. Aunque el
tiles. Aunque los padres fundadores de la República de la . 'Ca pane de la identidad nacional tailandesa y ocupe
evitaron cuidadosamente una definición nacional en térmi n,~ destacado en sus rituales nacionales, el Estado se ha
hindúes, el nombre (<<India, es decir Bharat>, como enunei dispuesto a respetar los derechos de los musulmanes
primer anículo de su Constitución), el himno nacional (eser que pueden así mantener sus escuelas religiosas y los
en bengalí «sanscritizado»), el lema nacional (extraído de de los kahdi para la resolución de conflictos matri-
épica hindú, el Malulbhtirata) etc., provienen de la tradiei~1\ y de familia. Otra de las forma~ (si bien limitada) de
mayoritaria hindú. efectiva una identidad nacional plural es la adoptada por
Todo lo cual significa que definir la identidad de una soci que se ha comprometido a respetar la identidad cultural
dad multicultural es una empresa terriblemente difícil que 11 y su ley personal, a dotar de recursos a sus escuelas, etc.
plica la necesaria reconciliación de exigencias encontrada, tllno término, la definición que se haga de la identidad na-
(Masan, 1999, pp. 271 ss.). La definición ni puede ni debe .e es algo imponante para las minorías porque puede des le-
culturalmente neutral , puesto que en este caso no satisfará a nu In"lrlas, dañar sus intereses materiales y de otro tipo, y hacer
die y carecerá del poder de evocar profundos recuerdos históri difíci l que realmente se identifiquen con la comunidad po-
coso Pero tampoco puede inclinar la balanza _ favor de una cn Si se las tiene en cuenta, tampoco debería tener tanta re-
munidad concreta porq ue entonces deslegilima y al iena a la, el que la detinición se escore hacia lo que es la comu-
demás, ni puede ser culturalmente tan ecléctica que carezca de mayoritaria dominante.

348 349
8. Condiciones para el éxito u, límites y su imponancia relativa para la vida
comunidad. especialmente en el caso de socieda-
He dicho que. bajo ciertas condiciones, es probable '1" des. Además no es más que uno de muchos va·
sociedad multicultural tienda a ser estable, vibrante y " y hay que cOnlrapesarl a con cienos requerimien.
unida. Es preciso que la estructura de autoridad esté bu.", ,ocial, integración de grupos excluidos en el
el consenso, que los derechos constitucionales sean col... ,ociedad, una vida cultural rica y vibrante y cierto
mente aceptables, que el Estado funcione de manera jUbl l. ,ulidaridad social. Ésta es la razón por la que. aun-
parcial , que haya una cultura común de base multiculturll l. inlusto para algunos individuos. a veces sí es de jus-
educación multicultural y una idea de la identidad nacionul políticas de discriminación positiva si conduce a
ral e inclusiva. Ninguno de estos requisitos basta por sí éstos y otros valores con los que merece la pena
Por muy legítima que sea su base. no hay ninguna estrucIII' e,te motivo la justicia no puede erigirse en el fun-
autoridad que consiga mantener unida a una sociedad y t " de la comunidad política, ni siquiera podemos
con su lealtad de forma constante, a menos que actúe con ,ca la «primera» y más elevada de sus virtudes. De-
cia y asegure a sus ciudadanos las condiciones mínimas hacer justicia a la justicia misma y mantenerla en el
sarias para llevar una vida buena. No obstante, la justicia en sin subestimarla ni exagerar su importancia.
tampoco es suficiente, al tratarse de lo que denomino una v, de asegurar que se hace justicia a todos los ciuda-
fría e impersonal. Previene la acumulación de resent una sociedad multicultural precisa una
frustración e ira y genera una sensación de satisfacción kllcctiva plural del tipo descrito anteriormente y un sen-
comunidad política, pero es incapaz por sí misma de dar compartido de identidad nacional. La primera surge a
a un compromiso entusiasta o una identificación moral y un diálogo continuo entre las diferentes culturas a las
cional con eUa. Sin esta identificación, la comunidad no ~,peta y dota de un vocabulario compartido que sirva
aguantar en tiempos de crisis, ni siquiera puede exigir el cotidiana, exprese intereses comunes y sea una
ficio del interés personal en tiempos corrientes. Uno puede disfrute. La identidad nacional permite que los dife-
zar de todos los derechos inherentes a la ciudadanía e incl ~nd,viduos y comunidades se identifiquen con la comuni-
ser formalmente miembro de una comunidad y aun así sentil'll4l flica, la reconozcan como suya y generen un sentimiento
un extranjero que no acaba de encajar bien en el ethos cu hacia ella. Aunque ambos aspecLOs sean importantes,
que pane de una autodefinición en la que no hay lugar para relativamente ineficaces a no ser que vayan de la
propia comunidad de origen . Así se sienten o han sentido ha una justicia que proceda de una estructura de autoridad
muy recientemente respecto de sus comunidades muchos afrl: y basada en el consenso.
americanos en los Estados Unidos, asiáticos y afrocaribeños e ,e dan en una sociedad multicultural éstas y otras condi-
Gran Bretaña, los árabes en Israel y los musulmanes y sijs en I relacionadas con eUas, lo más probable es que surja un
India. Pertenecer implica una aceptación plena, sentirse en casu. &miento de pertenencia común entre las diversas comunida-
y la justicia, que es la que trata con derechos e imereses, sólo c, Puesto que todas se someten a una autoridad civil que acep-
una condición previa en este caso. legítima, tienen garantizados sus derechos básicos, se
La justicia también es inherentemente conflictiva y, en con. con justicia y no se les priva de sus respectivas identi-
tra de lo que aflrma Rawls. no eJUste una única forma raciona' , culturales, no tienen motivo para el descontento. Dado
de resolver profundos desacuerdos respecto de los criterios que la cultura colectiva valora y refleja su contribución a ella y

350 35 t
aporta un vínculo con los demás, y el senti miento comp¡II
de identidad nacional arropa Su presencia, tienen lodos 1..
centivos posibles para ofrecer a la comunidad su lcallad VIII
laria e incluso para sentirse orgullosas de perlenecer a eJl
que amen sus respectivas identidades culturales, los mi,
de las disLintns comunidades tnmbién comparten una idenll'~
común, y no sólo en tanto que ciudadanos, sino como micnlb"
que forman relajadamente parte de una soc iedad más atlll
siendo elementos de un O(IJOSOIrOS» colectivo libremente nee
do y en constante evolución. Esto no significa que los micnl!."
de una sociedad de este estilo no eSlén profundo desacu
res peCIO de temas importantes, o que en ocasione< se ,l iALDA]) EN UNA SOCIEDAD MULTICULTURAL
ren mutuamente ex.asperantes e incomprensibles, sino más
que es probable que se sientan lo suficientemente compr0l11
dos como para vivir con sus diferencias y no querer ponel
pane de la discusión Iradicional sobre la igualdad in-
peligro su bienestar. Como demuestra la historia, es muy
una fal acia. derivada de la teoría sobre la naturaleza hu-
mantener unida a una comunidad política y no hay forma d
la que pal'(e. Como hemos tenido ocasión de ver, mU-
ber qué es lo que puede precipitar su ruptura. Una soei,
lIó,ofos intenlan comprender al ser humano a partir de
muhieuhural que sea capaz de crear las condiciones que
eseneialista de la naturaleza humana y consideran
mos de analizar ha hecho todo lo que cabía esperar a eSle
Icultura es algo que sólo tiene una importancia marginal~
pecto. Si resultara ser inadecuado, tendría que evitar la
gener"les Suelen afirmar que lo que caraclenza s
sión violenta y aceptar su mala suerte entendiendo que es
humanos son dos tipos de rasgos. Unos Son cOmune
inevitable de la fragilidad de todas las instiluciones humana.
. en la medida en que todos los hombres están hechos a
Como señalara sabiamente Maquiavelo, la vimí minimiza
y semejanZa de Dios, tienen alma. son seres espintua-
no elimina el poder deJarrullo.
capacidqdes y necesidades comunes y una conS UlU-
, . similar. Otros rasgos varían de culrura en cultura Y
llli\lduo en individuo. Los primeros se supone que consll-
'u humanidaq y gozan de un srOllls ontológico privilegla-
cree que los seres humanos son iguales debido a estoS
companidos, y se entiende que la igualdad consisle e~
, más o menos de la misma manera y en concederles má
el mIsmo ~onjunto de derechos.
Ile señalado qu~ esta idea de los seres humanos es profun-
equivocada. Los seres humanos son seres naturales Y
a la vez, ~ompanen una identidad común pero de for~
"u lt uralmente O)ediada. Son similares y son diferenteS , sUS
",ililudes y diferencias no coexisten pasivamente sino que se

352
353
interpenetran, y ninguna de ellas es ontológicamente SUpe l1 ,"tamiento uniforme o idéntico; cuando lo son se re-
moralmente más imponante. No podemos fundamentar la 11'1 tratamiento diferenciado. Igualdad de derechos no
dad en la unifonnidad de los seres humanos porque estu II que estos derechos sean idénticos, porque los indivi-
resulta ser inseparable de las diferencias que existen entre ,distintos trasfondos culturales y necesidades pueden
y ontológica mente no es más importante. Además. bao", derechos diferentes para gozar de igualdad en rela-
igualdad en la uniformidad tiene consecuencias desafonun ~esquiera que sea el contenido de esos derechos. La
Supone que debemos tratar igual a los seres humanos en a implica el rechazo de las diferencias irrelevan-
1I0s aspectos en los que son similares y no en aquellos en se suele decir, sino también un pleno reconocimiento
son diferentes. Si bien se les garantiza la igualdad a nivel IRltimas y relevantes.
naturaleza humana compartida, se les niega a nivel cultu rul Jualdad se articula a distintos niveles interrelacionados
el que es igual de importante). En nuestras discusiones sobl Al nivel más básico implica igualdad en el respeto y
griegos, los cristianos y los filósofos liberales tumbién a un nivel ligeramente más elevado, en las opor-
comprobado lo fácil que resulta pasar de la uniformidad , autoeslima, valoración personal, etc. y a nivel aún
nismo. Puesto que se supone que los seres humanos son igualdad de poder, de obtener bienestar y de desarro·
mente lo mismo, sólo se considera digna de ellos un tipo I capacidades básicas requeridas para alcanzar la exce-
minado de vida, y aquellos que no sean capaces de vivirla o Ioll mana. La sensibilidad ante las diferencias tiene im-
no merecen la igualdad, o bien sólo la merecerán tras haber en cada uno de estos niveles. A duras penas podemos
debidamente civilizados. Así, la idea de igualdad se conv,o, respetamos a una persona si la tratamos con despre·
en un mecanismo ideológico que permite llevar a la privamos de todo aquello que da sentido a su vida y la
dad en detenninada dirección. Una teoría de la igualdad en el tipo de persona que es. Por lo tanto, el respeto
en la uniformidad humana es a la vez filosóficamente i persona implica situarla en su trasfondo cultural, en-
rente y moralmente problemática. simpatía en su mundo de ideas e interpretar su con-
Los seres humanos comparten ciertas capacidades y t términos de su sistema de significados. Podemos
necesidades comunes, pero las definen y estructuran de este punto con un ejemplo sencillo. Se ha descubierto
diferente y desarrollan nuevas que son exclusivamente lemente que los candidatos asiáticos a ocupar puestos de
Puesto que los seres humanos son a la vez similares y en Gran Bretaña puntuaban sistemáticamente más bajo
tes, deberían ser tratados igual teniendo en cuenta ambos a que su hábito de mostrar respeto hacia quienes les en-
pectos. Un punto de vista como éste, que fundamenta la no mirándoles a los ojos, hacía que éstos llegaran a
dad no en la uni formidad humana, sino en el juego cruzado usión de que eran sospechosos, taimados, y probable-
igualdad y diferencia, inserta la diferencia en todo conce, de fiar. Al no ser capaces de apreciar el sistema de
de igualdad, es inmune a la distorsión monista y rompe y las prácticas culturales de los candidatos, los en-
ecuación tradicional según la cual igualdad es igual a sim ,lllllIl ~1,,,lores acababan tratándoles igual que a sus homólogos
Cuando cambia la base de la igualdad también lo hace su De forma comprensible pero equivocada asumían que
tenido. La igualdad implica igual libertad u oportunidad de los seres humanos comparten, o incluso quizá que deben
diferente y, si queremos tratar igual a todos los seres . " un sistema de significados idéntico que predecible-
debemos tener en cuenta tanto sus similitudes como sus resultará ser el suyo propio. Este ejemplo relativamente
rencias. Cuando estas últimas no son relevantes, la igualdad Ilustra los estragos que podemos crear fácilmente al uni-

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versalizar acríticamente las categorías y normas de nUCSlI"It definir tanto la igualdad ante la ley, como la
pia cultura. la prolección brindada por la ley, de fonna cultu-
Al igual que el concepto de igualdad en el respeto, rl • IIn"l1le. Desde el punto de vista formal, una ley que
cepto de igualdad de oportunidades también debe ser inl\'1 uso de drogas trala a todos por igual, pero de hecho
lado de una forma cultural mente sensible. La oponunid .• u aquellos para quienes el uso de ciertas drogas es un
un concepto que depende del sujeto al que se aplica ya qlll 1t " ~ I OSO o cultural , como sucede en el caso del peyo-
posibilidades, los recursos, o un curso de acción úni can respectivamente para los indios norteamerica-
constituyen una posibilidad pasiva y muda y no una opOI 'm,tafaris. Lo que no significa que no podamos prohi-
dad para una persona que carece de la, capacidad, la '"10 más bien que lenemos que tener en cuenta el
ción cultural o el conocimiento de la cultura necesario ~ll1Iracto generado por esta prohibición y contar con
extraer alguna ventaja de ello. En principio, un sij es Iib" adicionales para exceptuar a eSlos grupos de su
enviar a su hijo a un colegio en el que se prohíba el uso d El gobierno de los Estados Unidos mostró la
bantes, pero en el fondo, a efeclOs prácticos. no se trata d cu ltural debida, cuando exceptuó de la prohibición
posibi lidad real. Lo mismo cabría decir de un judío ortod, de alcohol a judíos y católicos que estuvieran cele-
al que se le pide que renuncie a su yarmLllke o de una ritos ceremoniales durante la Ley Seca.
mana a la que se le sugiere que se ponga una falda corta, " la ley proteja por igual también puede requerir de
un hindú vegetariano al que se exige que coma carne CU diferenc iados. Teniendo en cuenta la horrible rea-
condición necesaria para acceder a ciertos puestos de holocausto y la persistente tendencia al antisemi tismo
Aunque la incapacidad implicada sea de lipa cultural y cultural alemana, tiene mucho sentido en ese país
naturaleza fís ica y, por lo tanto, esté sometida al cOl1lrol ues físicos a los judíos se castiguen con mayor du-
mano, el grado de control varía enormemente. En alguno na se admila que nadie niegue el holocausto. Puede
sos se puede vencer una incapacidad cultural con rclativ (ltras sociedades se haya eSlado demonizando durante
cilidad reinterpretando de forma adecuada la norma o a otros grupos como gi tanos, negros o musulma-
cul tural relevan le. En otros, forma pane del sentido de se han visto expuestos alodio y la hostilidad a lo
dad del sujelo, incluso de su forma de entender el respelo tiempo puede que precisen asimismo un tratamiento
se debe a sí mismo y no se la puede superar sin experimellll Aunque en principio parezca que el tratamiento di-
una fuerte sensación de pérdida moral. Manteniéndose a estos grupos viola el principio de igualdad, de hecho
igual, cuando una incapacidad cultural es del primer tipo, hace es colocarles en situación de igualdad respecto del
les puede pedir a los individuos implicados que la superen. sus conciudadanos.
al menos que carguen con el coste económico que supone una sociedad culturalmellle homogénea los individuos
liarle acomodo. Cuando es del segundo tipo, se aproxima en términos generales necesidades, normas, motiv3-
lante a una incapacidad natural y la sociedad debería . costumbres sociales y modelos de conducta similares.
cargo, al menos, de la mayor pane del coste que supone la caso, igualdad de derechos puede significar tener más O
cesidad de su mantenimiento. A menudo lo que acaba los mismos derechos, y gozar del mismo trato implica
objeto de discusión es qué tipo de incapacidad entra en más o menos igual. Así, el principio de igualdad pa-
tegoría, algo que sólo puede resolverse recurriendo al d i á l o~ (I relativamente fáci l de definir y de aplicar y las desviacio-
entre las partes implicadas. I"crirninatorias se idenüfican sin que haya grandes des-

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acuerdos. Pero esto no ocurre así en sociedades c ultu", violando la ley continuamente y fue detenido
diversas. En términos generales la igualdad con siste ell entre 1973 y 1976 por negarse a llevar el casco. Los
por igual a aquellos que juzgamos iguales en aspectos , los sijs afirmaban que el turbaote garantizaba la
tes. Lo más probable es que en una sociedad cultural""·,,,. y que si habían podido luchar por Gran Bre-
versa los ciudadanos se muestren en desacuerdo resJX:ctll dm Guerras Mundiales sin que a nadie le pareciera
aspectos que deben ser considerados relevantes en un epn no brindaba la seguridad suficiente, seguro que
dado, respecto de las respuestas adecuadas, y sobre lo qrr conducir motocicletas con su turbante. La ley se
nifica un trato igualitario. Además, una vez que tenc"," 1976 y les eximió de la obligación de tener que lle-
cuenta las diferencias culturales, tratamiento igualitario ¡". Aunque la medida no fue bien aceptada por todo el
nifica tratamiento idéntico, sino diferencial. Llegado; o Parlamento hizo bien en enmendar la ley. Su principal
punto surge la cuestión de cómo aseguramos de que era aseguran;e de que la gente no muriera o su-
se aplica el principio traosculturalrnente y no se está uliliL.,M \Crias por llevar vehículos peligrosos, razón por la
como plataforma para la discriminación o el privilegio. que el exigir que el casco se ajustara a unos están-
En este capítulo voy a hablar de los distintos tipos de , era la mejor medida de seguridad. En vista de que
tades suscitadas en la aplicación del principio de igualdad ,ij se ajustaba a esos estándares, se aceptó la posibi-
sociedad multicultural. Más que discutir sobre ellas en fuera una alternativa viable al casco'.
abstractos y teóricos o proponiendo ejemplos hipotéticos k~baron ahí los problemas relacionados con el uso del
vez logran captar su complejidad, voy a analizar dilemas p lanteados por los sijs. Aunque las normas sobre cons-
los que han tenido que enfrentarse sociedades multicu de 1989 exigían que todos los trabajadores de este sec-
Veremos cómo los hao resuelto, e intentaremos extraer de ahe cascos seguros, el Acta de Empleo de 1989 eximía
forma esquemática, importantes implicaciones teóricas. ~pli miento de esta norma a los sijs que llevaran turbante.
esta posibilidad después de que las pruebas científi-
¡""","ran que la protección que ofrece el turbante. sin ser
1. Igualdad en la diferencia igual a la protección que da un casco, era una alter-
aceptable. Una de las implicaciones fundamentales de
A menudo la forma de vestir da lugar a los más acalora"- .""mento ef'd que si un trabajador sij con turbante sufría un
e intransigentes debates en las sociedades multiculturaJe,. en una obra como consecuencia de la negligencia de
trata de un símbolo visible y condensado de la identidad cult .... ,-"ona. sólo podía reclamar una indemnización equivalen-
ral que significa mucho para las personas implicadas y que. PI que hubiera podido exigir de haber llevado un casco re-
esta misma razón, suscita todo tipo de resentimientos y m,cd, !.rntario. La ley no pemlite que nadie trabaje en la conslrUC-
conscientes e inconscientes en el seno de la sociedad . No scrll , in una protección adecuada para la cabeza. Sin embargo
temerario sugerir que la aceptación de la diversidad en el ve,tl se puede llegar a un acuerdo si se cumplen dos condi-
es un buen indicador de si una sociedad mullicultural se sient En primer lugar, que la alternativa ofTezca un nivel se-
o no cómoda consigo misma. o al menos aceptable de protección. Y, en segundo lugar,
En 1972, el Parlamento británico aprobó una ley que facu lta
ba al ministro de Transportes a exigir a los motoristas que IIc\a
ran casco. Cuando el ministro lo hizo, los sijs protestaron. Uno I Una discusión concienzuda de algunos de estos casos en POULTl!R ( 1998).

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que quienes opten por esta alternativa carguen con la re,,"p'" la; objeciones al turbante pequen de intolerancia
bi lidad de las heridas adicionales que pudieran sufrir. La I u aceptación suponga dar un tralO desigual a los sijs,
un nivel mínimo de protección y lo utiliza para regular el .1 no está exelllO de ciena razón. La Po licía Monta-
to permisible en el caso de diversidad cultural. Respettuh, es una institución nacional muy querida y, puesto
mínimo, hace recaer la carga de las lesiones sobre aquellc" cuenta con pocos símbolos nacionales, se podría ar-
las causen. Pero la carga adicional de las lesiones debe rec~ ,1 " lavor del tocado tradicional. Sin embargo, tambié n
bre quienes, por razones culturales. han optado por cumrl" decir que, precisamente debido a que la Policía Mon-
mínimo a su modo. Este tipo de arreglos respeta las diferc",' Institución nacional, debería admitirse en ella el uso
sin violar el principio de igualdad y permite que cada indl'" de forma que éste pudiera convertirse en un sím-
efectúe su elección personal sin imponer cargas financier~: Iorcscntativo de la identidad multicultural, oficialmente
otro tipo al resto de sus conciudadanos. la. del país. Además, en otras fuerzas de seguridad
En Oran Bretaña se permite a los sijs que forman pan los, así como en los tribunales canadienses y el Parla-
policía y las fuerzas armadas que lleven sus turbantes. En ( permite a los sijs llevar turbante sin que nunca se haya
dá este problema ha suscitado un acalorado debate. Si bien que esto suponga un compromiso para el desempeño
mayor parte de las fuerzas policiales del país se permitín u heres oficiales, haga dudar de su lealtad hacia el Esta-
sijs llevar el turbante, la Policía Montada del Canadá no 111 contra su carácter laico. No existe ninguna razón por
milÍa. Cuando finalmente decidió permitirlo, un grupo de Policía Montada deba ser un caso distinto. Además,
les retirados organizó una campaña en la que se cscnh .." turbante no significa que quien lo lleva valore más su
9.000 canas, y firmaron una petición 210.000 personas. "ue su integridad profesional, como tampoco el susti-
ban que la Policía Montada del Canadá debería manteners, el tocado tradicional implica lo contrario. Si llevarnos
blemente al margen de prejuicios religiosos y políticos y qu hasta sus últimas consecuencias lógicas habría
turbante sij, al ser un símbolo rel igioso, «minaba la natu que los que llevan el tocado tradicional probablemen-
laica de estas fuerzas» y violaba el «de recho constituciomli parciales favoreciendo a los blancos y hostiles a los de-
otros canadienses a vivir en el seno de un Estado laico lib habría que reemplazar ese tocado tradicional por otro
símbolos religiosos •. También afirmaban que, puesto que lo: IIlmente neutro, con la doble desventaja de que no se sa-
insistían en llevar su turbante, daba la impresión de que ni a los sijs ni a los blancos, y se dejaría sin resolver el
dían más valor a su religión que a sus deberes policiales y . básico. Además, no es cieno que Canadá haya optado
por lo tanto, no inspirarían confianza respecto de su imparchl forma de laicismo cerrada. Si fuera así habría que cam-
dad y lealtad al Estado. A los ojos de sus críticos, Canadá los escudos de armas, prohibir la oración en el Parla-
ido demasiado lejos en su multiculturalismo y lo que había Fedef'dl, eliminar las referencias a Dios en las ceremo-
hacer era insistir en la necesidad de llevar el tocado tradicio".1 de juramento de los miembros del gabinete, etc. Como a
El asunto llegó hasta los tribunales federales de Canadá se oponen al uso del turban te no les gustarían estos
afirmaron que la objeción al turbante era «bastante especu sus objeciones son especiosas y discriminatorias.
y vaga» y que no ponía en entredicho el carácter laico de la diversidad de tocados también ha generado problemas en
licía Montada del Canadá. Tres oficiales retirados del sociedades, especialmente en relación con las fuerzas ar-
apelaron esta decisión ante el Tribunal Supremo, que recha/ó Ia policía, los símbolos oficiales y los guardianes de la
apelación y mantuvo el derecho de los sij a llevar su turbanle, nacional. A Samcha Ooldman, un judío onodoxo que

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servía en la consulta de un psicólogo clínico de las Fuer si las meras diferencias de tocado ntinaran la soli-
reas de los Estados Unidos se le pidió la dimisión cua n,I., IIolcctiva y la unidad o cohesión, las diferencias de co-
tió en seguir llevando su yarmulke. Las Fuerzas Aén I..dales y acentos probablemente las minarían aún
deraban que su negativa iba en contra de los requeri",,'" tendríamos que excluir a los negros. asiáticos y
sobre estándares en el vestir. Cuando el asunto llegó al léndoles ingresar en las Fuerzas Armadas. En resu-
Supremo, éste mantuvo la decisión de las Fuerzas Aér, no se deben descanar los uniformes, sí se pueden
voto, afirmando que <<la esencia del servicio mili tar es I ~ 1I1"di ficaci on es adecuadas que permitan cumplir reque-
dinación de los deseos e intereses de los paniculares a 1.. religiosos, culturales o de otro tipo, siempre que, por
cesidades del servicio». Resulta sorprendente que e l no pongan en entredicho la eficacia militar.
considerara el yarmulke un asunlO de deseo o preferenel !controversia sobre los uniformes se da asimismo e n el
sonales, más que un requerimiento religioso que Ooldm:", donde se suscitan cuestiones que son, a la vez, si-
era libre de rechazar (Sandel , 1996, pp. 96 ss.). Al justifil di ferentes. Puesto que en este caso no hay implicado
decisión del tribunal, el secretario de Estado afirmó que I de unidad nacional o simbología, la controversia
formes de las Fuerzas Armadas eran «símbolos muy que. Im ponancia politica. Sin embargo, afecta a muchas
del servicio, orgullo, historia y tradiciones» y que penn ili, por lo general mujeres, y tiene fuenes implica-
riaciones en este aspecto suponía un «detrimento para el ~()nómicas.
y la disciplina», generaría «resentimientos y divjsiones ~ , mujeres asiáticas se niegan a llevar los uniformes de
gradaría la unidad y la cohesión» y reduciría la eficacia el tiendas y colegios, lo que ha dado lugar a un gran
combate. La decisión del Tribunal Supremo indignó, con de arbitrajes y litigios en Gran Bretaña. Una mujer sij,
razón, a muchos ntiembros del Congreso que aprobaron. " cualificada, intentó usar su vestimenta tradicional
una imponante mayoría, una ley que permitía el uso de te en una falda larga (quemizJ sobre los pantalones an-
religiosos siempre y cuando no interfiriera con los deberes th" /rvar) en lugar del uniforme requerido y las autorida-
litares y fuera «decente y conservadOr». negaron la admisión a un curso de enfermería.
Se pueden decir muchas cosas a favor de los uniformes en I al Industrial atendió a sus quejas argumentando que,
FuerlllS Armadas. Se los identifica estrechamente can el su vestido tradicional era un requisito cultural y no
y simbolizan su unidad. Así. los uniformes refuerzan la concitll el cumplimiento de sus obligaciones, no estaba justifi-
cia del papel que desempeñan a nivel nacional y crean un se le exigiera renunciar a él. Pero la decisión del tri-
corporativo adecuado. Y no hace falta mencionar aquí que revocada por el Tribunal de Apelación en el Empleo
luego deben ser adecuados para el combate. Sin embargo. el punto de vista contrario y fue muy criticado por
que tener en cuenta otras consideraciones igual de importantCl \ que las normas referentes a los uniformes de las en-
Si se prohibiera el uso del yarmulke, el turbante y otras prend~. las fija el Consejo Nacional de Enfermería, éste intervi-
de carácter religioso, se negaría a los judíos, sijs y otro", el cm lP,damente debido a la presión gubernamental y flex ibilizó
pleo y, con él, la oponunidad de servir a su país. Además, lo; F Lo cual permitió a las autoridades sanitarias ofrecer
tados Unidos son una sociedad cultural mente diversa, compue afectada una plaza en el curso, eso sí, exigiéndole que
ta por gentes que penenecen a distintos credos religiosos. \ !'Intalones fueran grises y la falda blanca.
existe ninguna razón obvia por la que los símbolos nacionalc. es uno de los muchos casos en que los tribunales su-
entre ellos los uniformes nti litares, no debieran reflejar este h defienden la postura opuesta a la mantenida por los de

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instancias inferiores. También es frecuente que un m""" conjunto. Por lo tanto, habría que definir el concep-
bunal se decante por soluciones diferentes en casos ~ '" objetiva de una forma cultural mente sensible
La discrepancias se suelen deber a que pueden utilizar ,1" hacer justicia tanto al modo de vida de la minoría
terios diferentes a la hora de decidir en estos casos. A VI' la mayoría. Lo que significa que se deben mamener
preguntan si lo que se requiere para desempeñar el pu en hospi lales, colegios y allí donde sean una tra-
plausible o comprensible. es decir, si se pueden aducir cumplan una función simbólica, eslética, evocadora,
razones a favor de estas disposiciones. Pero otras vece' 11 quc hay que es lar abiertos a la posibilidad de intro-
ron a pensar que utilizando este criterio se podriajustilk il' cuando sea necesario. Un arreglo de este tipo ni
cualquier demanda, e insistían en que la necesidad de~11I a las organizaciones implicadas haciéndolas cul-
objetiva, es decir, indispensable para llevar a cabo las ta r~ .1 lenues, ni las multiculluraliza de fonna ecléctica
queridas. Parece plausible pensar que, puesto que los ~!ldolas en algo cómico, sino que las preserva y adapta
caídos puede causar infecciones o suponer un riesgo par" Iones a las circunstancias cambiantes, facilitando la
lud pública, los cirujanos y quienes trabajan en fábric as de l de una mi noría en una sociedad de conjunto ade-
colate no deberían llevar barba. Sin embargo, eSle requisilli abierta.
suIta ser objetivamente innecesario, ya que el llevar ban
significa necesariamente que se desprenda pelo y, adem
fuera necesario siempre se las podría cubrir con una protecl' " miento igualitario
adecuada. Después de todo, tampoco les pedimos a las
nas que realizan este tipo de trabajos que se afeiten los lodos los ejemplos de los que hemos hablado hasta el
y la cabeza. ha resultado relativamente fáci l identificar los aspec-
Aunque sea razonable hacer una prueba de necesidad IIvantes y definir en qué consistía la igualdad. Pero a ve-
va, se corre el riesgo de adoplar un punto de vista estriclamellll situaciones en las que no es lan sencillo emitir eSla
instrumental respecto de los requerimienlos de un empleo y Juicios.
discriminar así a aquellas organizaciones preocupadas por muchas sociedades la ley declara nulo un matrimonio
identidad cultural. Pen semos en el caso de los uniformes de sido contraído por la fuerza, algo d ifícil de definir de
enfermeras. Se podría decir, que puesto que éstos no son cullUfalmeme neutro. Una muchacha asiática británica,
trictamente necesarios para realizar las tareas médicas requerl había casado con el hombre que sus padres habían ele-
das, cualquiera debería poder llevar cualquier cosa. Pero al h para ella al ser amenazada por su familia con el ostracis-
cerio pasamos por alto un punto de vista crucial y es que 1 pid ió a los tribunales que anularan su matrimonio alegan-
uniformes simbolizan y refuerzan el espíritu coleclivo de I se había casado obligada. El tribunal rechazó la petición
profesión de enfermera y estructuran las expectativas y con que sólo había falla de voluntariedad cuando se
ductas de los pacientes. El punto de vista de la racionalida, una «amenaza inmediala de daño a la vida O la Iibertad»_
instrumental implícito en la prueba de necesidad objetiva pm Interpretación es culruralmente poco sensible y fue criti-
bablemente también genere resentimientos hacia unas minorí", con toda razón. No sorprende así que el tribunal diera un
cuyas exigencias culturales parecen estar minando una Iradi.. completo pocos años después declarando nu lo un ma-
ción antigua y muy querida. También es injusto porque, si bien io de otra chica asiática contraído en circunstancias si-
se respeta la identidad cultural de la minoría. se ignora la de la En eSle caso se afirmó que, si bien la presión social

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aguda no suponía falta de consentimiento en el caso de 11 en contexto
jer británica blanca, sí lo implicaba cuando se traUl1> .. ,
muchacha asiática. 'abemos lo que es relevante en delerminado con-
Puesto que a la chica asiática se la trata de una fon", no, resulta difícil decidir si dos individuos son igua-
mente distinta surge la cuestión de si la diferencia la pi. a ese contexto. Pensemos «en el conaicto del
En principio parece que se le está ofreciendo una caus se planteó por vez primera en Francia en 1989 y
nal de disolución del matrimonio y que, por lo Lanto, ~~ l.• de darse desde entonces2 . Tres chicas musulma-
privilegiando. No es así. Lo que la ley mantiene es quc 1.. de África, dos de e llas hermanas, llevaban el hi-
lución del matrimonio válido se debe a la falla de ,.nuelo en la cabeza) a su escuela, una escuela étnica-
miento. Puesto que el ostracismo por parte de la familia ta de Creil, a unos 60 kilómetros al norte de París.
le prácticamente a la muerte social, implica fuerza mayo. anteriores, 20 estudiantes judíos se habían negado a
sociedad asiática, algo que no sucede en la británica. Asr, el ela,e los sábados por la mañana y las lardes de los
la chica blanca y la asiática reciban un trato diferente no oloño, cuando el Sabbath comienza antes del cierre
contra el principio de igualdad. No se está concediendo a 111 El di rector, un francés caribeño y negro había te-
chacha asiática una causa de divorcio adicional, lan sólo " aceptarlo tras oponer inicialmente ciena resistencia.
wrpretan las existentes de una mane ra cultural mente senslhlO, por cómo se desarrollaban los acontecimientos, se
A veces, el reconocimiento de las diferencias cu l turale~ las chicas llevaran el hijab en clase alegando que
de facu ltar a una persona a hacer cosas que otros no puedcn contra la laicitée de las escuelas públicas francesas.
cer sin que ello atente necesariamente contra la igualdad d la.. chicas se negaban a obedecer, les prohibió la en-
rechos. En muchos países se permite a los sij que lleven escuela. Como geslo de solidaridad muchas chicas
kirpan (una pequeña daga) debidamente enfundada en sitios 1 de todas las escuelas de Francia comenzaron a Ile-
blicos porque es un símbolo obligado de su religión. Si hijabs al colegio, y el asunto se convirtió en un proble-
ciudadanos solicitaran lo mismo se les denegaría el perOli" terés nacional. Para normalizar la situación, el minis-
Esto hace surgir la cuestión de si los no sijs pueden quejarse Lionel 10spin, hizo una consulta al Consejo
gítimamente de discriminación o tratamiento desigualitario. NI! El Consejo decidió, en noviembre de 1989, que los
existe discriminación porque los requerimientos de su religidn tenían derecho a expresar y manifestar sus creencias
se respetan al igual que se respetan los de los sijs. En lo que I en el seno de las escuelas públicas, y que el hijab no
refiere a las quejas de desigualdad, existe a primera vista un, e l principio de laicismo siempre que este tipo de insig-
desigualdad en los derechos, ya que los sijs pueden hacer ca' «constituyeran un aclo de presión, provocación, prose-
que no están permitidas a los demás. Pero la desigualdad surg' o propaganda ni por su carácter, ni por las circunstan-
a partir de distintas exigencias planteadas por el mismo derech las oue se llevaba». El decidir sobre este último matiz
básico a tener una religión y, por lo tanto, no confiere a los sij a las autoridades educativas locales que debían
un derecho nuevo. Puede que algunas religiones exijan más de el tema caso por caso.
los creyentes que otras y.•• í, el mismo derecho engloba una
gama de actividades más amplia. Quienes practican esa religión j:!I;iste una buena discusión sobre la controversia suscitada por el pañuc·
tienen e l mismo derecho que los demás a hacerlo y el ámbito c' (j,\LEOTTI (1993) Y MORU2Zl (1994). Sobre una controversia similar en
idéntico, lo único que es más amplio es el contenido. l., véase MAJ,OEL ( 1989).

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La vaguedad de la normativa no sólo no ofrecía ninM"" ay que decir que sólo una minoría defendía estos prin-
de guía al director de la escuela, sino que además puso d, punto de vista dominante se inclinaba por la práctica
ve las ambigüedades de la política oñcial. Pronto hubo "' y se mostraba hostil ante la posibilidad de cual-
cidentes relacionados con los hijabs y protestas por parh , !mpromiso con las chicas musulmanas. Todo ello se re-
musulmanes, lo que a su vez provocó protestas por )11 en una carta enviada al NOllvel Observateur el
los franceses laicos. El compás de espera se solventó ti 11 11 I "Irmbre de 1989, firmada por varios eminentes intelec-
te cuando una de las chicas voluntariamente, y las otras dI'" • la que se urgía al gobierno a no Crear un «Múnich de
vés de la presión del rey Hassan n de Marruecos, decidic'JlII republicana». La escuela, al ser «la única institución
var el pañuelo alrededor de los hombros en las aulas. [1 a lo universal» debía ser «un lugar de emancipación»
volvió a cobrar virulencia en 1993, cuando el director de till ame las «presiones comunitaristas. económicas y re-
tituto de enseñanza media de otra ciudad expulsó a dos chk con «disciplina» y «coraje». Para los ñrmantes de la
la cscucla por llevar el hijab. Como respuesta, cientos de Igual que para muchos franceses, Francia era una na-
musulmanas (en un determinado momento llegaron a ser e indivisible que se basaba en una cultura única. La
dos mil), comenzaron a llevar el hijab a la escuela. EllO ti< la más fundamental de las herramientas y había sido
tiembre de 1994, el ministro de Educación, Francois BayrOIl para que se asimilara la cultura francesa, por lo que no
terminó que si bien era aceptable llevar símbolos religioso. to lerar en ella la autoexpresión étnica. El hijab era es-
cretas», no lo era que se hiciera ostentación llevando negativo porque simbolizaba una cultura totalmen-
que, por sí mismos, constituían elementos de «proseli ' además del Slatus subordinado de las mujeres. Llevar-
discriminación», entendiendo que el hijab entraba en esta negarse a hacerse francesa, a integrarse, a ser como
categoría. A panir de ese momento, la prohibición del uso d Puesto que la laicilée era un principio que hisTórica-
pañuelos formaba parte la política pública y toda deci si había consagrado con grandes sacrificios, el Estado
contra adoptada en los colegios se consideraba nula'. podía negociar con quienes no lo reconocían sin po_
El debate nacional sobre el uso del hijab afectaba al igro, a su vez, su identidad. En palabras de Serge July,
del concepto francés de ciudadanía e identidad nacional y del Ubératioll: «[ .. .1tras el pañuelo está la cuestión
dió al país. Algunos abogaban por una laicitée Ollverte qu ~migración, trdS la inmigración el debate sobre la ¡nte-
ponía en gran medida la búsqueda de una solución negoc y tras la integración el lema de la laicitée».
con los musulmanes. Otros, entre ellos Madame Millerranu, el principal argumento que se esgri mía en contra de que
veían razón alguna para prohibir el hijab, se manifestaban musulmanas llevaran el hijab era que violaban el
vor del derecho a la diferencia y se mostraban a favor de " de laicitée, lo cual iba en contra de la función asimi-
brar la pluralidad. Aún otros ponían en cuestión la aplicación a y secularizante que debían cumplir las escuelas pú-
gida del principio de Úlicitée y aducían que habría que i Si los portavoces de los musulmanes querían argumentar
clases de religión en las escuelas porque era culturalmel1le de forma persuasiva, tenían que superar este argu-
portante y porque si no los alumnos no serían capaces de Algunos lo intentaron, pero la mayoría se dio cuenta de
contrarIe sentido a los conflictos globales contemporáneos. trataba de una cuestión importante y compleja que no ad-
respuestas fáciles ni concluyentes, y que estaban ante un
) Existe un interesante resumen e interpretación en «La saga de ... que duraría años sin ofrecerles soluciones a corto plazo.
lards». Le Monde. 13 de octubre de 1994. ¡dad, las escuelas francesas no se adherían estrictamente

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al principio de laici/ée permitiendo, por ejemplo, n l.. religioso. Hay que contexlUalizarlos y compararlos
católicas que llevaran cruces y otras insignias pror'" ilbstracta o «en sí mismos» sino teniendo en cuenta
identidad religiosa, así como a los judíos llevar el kipa 1, y ,ignificado que pueden haber adquirido en un deter-
sulmanes decidieron expresar su exigencia en el leng ""1 del tiempo. La cuestión no es saber si el hijab es el
igualdad y alegaron que, puesto que se les negaba un , islámico de la cruz cristiana, sino si en la Francia ac-
que se concedía a otros grupos religiosos, estaban recih" o no un hijab tiene un significado religioso similar
trato desigualitario. manes que el llevar una cruz para los cristianos.
Quienes defendían la prohibición, entre ellos el mi""I" 110 podemos rechazar la prohibición en nombre de un
Educación. rechazaban la alegación de trato desigual d ~Iractoa la igualdad en lo que respecta a la libenad re-
sulmanes alegando que el hijab no equivalía a la cruz, y Itilemos lomamos en serio los tres argumentos que se
bos grupos de chicas no eran iguales al menos en dos a favor y confirmar su validez.
imponantes. En primer lugar, la cruz se llevaba "discft""tI ~lIC se refiere al primero de los argumentos. el hijab
te» mientras que el hijab lo haera de «forma ostentosa_, ,e ve, pero no existe ninguna rdZón obvia por la que
así que además estaba pensado para ejercer el proseliti.IIII religiosos deban estar ocullos o ser del mismo tipo.
bre las demás chicas musulmanas. En segundo lugar, al tampoco contarnos con evidencia a favor de que con el
rio de lo que ocurría en el caso de las cruces que se lIevah,," klretcnda hacer proselitismo entre los no musulmanes o
propia voluntad, el hijab simbolizaba y reforzaba la opre~ , _ una presión religiosa sobre las demás mu-
la mujer. En tercer lugar, en contra de lo que ocurría, ~usu l manas que vaya más allá del mínimo inherente al
cruces, que se exhibían inconscientemente, el hijab era lu religiosos. Por su lado, la cruz no es algo nece-
mación, ideológicamente motivada, de una identidad discreto en el caso de las chicas católicas que a ve-
inspirada en un movimiento fundamentalista de más m.eilan, presumen y hablan de ella, además de que es
cance que debía ser combatido por las escuelas". visible cuando hacen depone, nadan o realizan otras
Si bien estos argumentos están plagados de disparates, similares. Es visible incluso en otras ocasiones aun-
ansiedad fuera de lugar y de falso alarmismo, no carecen del veamos debido a lo familiar que nos resulta. Si se per-
de fundamento. Tanto la cruz como el hijab son símbolos I uso del hijab también se volvería invisible.
giosos y, por tanto, un fundamento válido para ambas exige ~~undo de los argumentos, a través del cual se pretende
Pero no se puede comparar a los símbolos religiosos enlre una cruz llevada voluntariamente con un hijab im-
abstracto, porque rara vez tienen un significado equivalenl obligatoriamente, tampoco acaba de resultar del todo
porque adquieren un significado bien distinto en contextos Presupone que la presión por pane de los padres es
riodos históricos diferentes, pudiendo a veces incluso dejar ~namente mala, un punto de vista extraño e insostenible y
elecciones que hacen las propias chicas siempre deben
" La decisión del COfJseiI d'E/al del 14 de abril de 1995 permitió a ~lIclante de las preferencias de los padres, algo igual de in-
tudianles judíos dejar de asistir a clase Jos sábados para poder obscl"\'ar le. Además, no tenemos forma de saber si el llevar una
bath. Puesto que esto parecfa violar el principio de laic:ilée, resulta lJ~umhI11.
algo libremente decidido por las chicas católicas o el
la actitud adoptada por el Consejo ante los musulmanes. Véase Le
17 de abril de 1995, pp. 1 Y 9. El Gobierno francés concede impon a n t c~ musulmanas lleven el hijab se debe sólo a la presión pa-
sidios al sistema «privado,. de escuelas católicas romanas, pero ni comunitaria. Es cieno que, hasta ese momento, las chi-
ción pública a judíos, musulmanes e incluso a otras escuelas cristianas. optado por no llevarlo. Sin embargo, 00 se sigue de

370 371
ello la imposibilidad de que. a partir de cierlo mome nlu pudieran Uevar una vida aUlónoma. Hay algo de ver-
nan su identidad de forma diferente o muestren una mayol
argumento, puesto que la igualdad es un valor entre
fianza en sí mismas a la hora de expresarla. De hecho, el y hay que buscar el equilibrio entre todos ellos. Sin em-
de las dos chicas de Creil afirmó que la decisión de lIe\'1I1 le pueden hacer cienas críticas. En primer lugar, se
jab la habían tomado ellas y que él había intenlado con~,' prueba alguna que la decisión de llevar el hijab por
las para que no lo hicieran. Puesto que pudo hacer estas ,1 lu, chicas no fue una decisión libremente adoptada.
mciones bajo presión o simplemenle para evitar si!Un", lu aUlonomía es algo difícil de definir e imposible de
embarazosas, podemos transcribir aquí las declaraciones 1I. demostrar, de manera que cualquier intento de violar la
joven que se sintió inspirada por las tres chicas de Crei I qu c'n su nombre puede dar lugar a todo tipo de razona-
pezaron a llevar el pañuelo en 1994: l' <.le interferencias arbitrarias en el modo de vida de los
Me sielHo completamente liberada por el pañuelo. En cuunl,' . b más, si la escuela comenzara a promocionar la au-
lo lxmgo me siento florecer. El pañuelo pennite a una mu, I de forma agresiva, podría llegar a crear un entorno
jar de ser esclava de su cuerpo. Simboliza la creencia de qUI y amenazador en el que las chi cas no se sentirían lo
mujer puede llegar lejos por medios distintos a su cuerpo menle relajadas como para poder proseguir allí su
También los padres perderían la confianza en la es-
El lercero de los argumentos a favor de la prohibición le negarían su apoyo y cooperación.
ta igual de poco convincente. Llevar el hijab no es neCI ~cncia, ampliamente difundida. de que el hijab simbo-
mente una forma de aUloafirmación, al menos no en may la subordinación femenina , olvida por comple-
dida de lo que pueda serlo llevar una cmz. En lo que resp dialéclica cultural que hay detrás. Los inmi-
temor a un resurgir del fundamentalismo (un lérmino que musulmanes en Francia, Gran Bretaña y otros lugares
ha sido claramente definido) es algo especulativo y que no 1 ~ran temor a que sus hijas vayan a la escuela pública.
ninguna importancia en relación al argumento. Sólo se 4ue las niñas lleven el hijab intentan reforzar su COn-
tres musulmanas que querían llevar el hijab, y del padre que las escuelas no son lugares que pongan en peli-
de ellas, quien no sólo no tenía un pasado de activismo Quieren la seguridad de que en ellas sus hijas no
so, sino que consideraba embarazosa toda la publicidad qu,
por otras nOrmas y otros valores. Ade-
bía levantado el asunto. Tampoco existía mucha evidenci chicas quieren remodelar el mundo semipúblico de la
indicara que la mayor pane de la comurlidad musulmana y protegerse a sí mismas contra las lentaciones y pre-
sa se es!Uvief'd decantando por la militancia religiosa. de una manera sutil que haga que los chicos blancos y
mostraban una simpatía considerable hacia los valores las mi ren de forma distinta a como miran a las
nales, pero no eran contrarios a la ley, y representaban un 1 hlancas. El hijab «libera» a las niñas permitiéndoles de-
conservadurismo compartido por muchos franceses que forma en que quieren ser lratadas. Si bien es tradicional
mente indicaba la existencia de una militancia fundamental n.~ nivel, el hijab es transgresor a otro y permite a las chi-
Permitir que se lleven cmces y otros símbolos crislinlld ~u,"lmanas transformar lanto a la cultura de sus padres
pero no el hijab suponía dispensar a las muchachas un lralo a la cultura pú blica. Considerarlo un mero signo de suje-
igualitario. Algunos de los líderes franceses lo adm itieron. :OmO han venido haciendo la mayoría de los franceses
insistían en que era algo necesario para liberar a las chica, y de las feministas , supone eslar atrapado en burdos es-
sistema patriarcal tradicional de su comunidad y preparurl culturales y ser incapaz de apreciar los complejos

372
373
procesos de cambio social y de negociación intercuhurnl as religiosas ya exislentes, lo que sí puede hacer,
simboliza y catal iza. Lo cual no significa que las mue <1 Estado británico, es no perpetuar el problema ne-
musulmanas consideraran el hijab bajo eSle punto de línanciar más.
pero sí es el signiticado que le olorgaban algunas de lanto, quienes se oponen a las escuelas musulmanas
Puesto que ni las escuelas ni las autoridades locales len ían que el negar fondos estatales a escuelas musulma-
medios para decidir de forma fiable quién lo llevaba por se conceden a otras escuelas religiosas. no im-
razones, y dado que el tema de la subordinación remenina gualdad. La igualdad requiere que se trate igual a
un problema demasiado grave como para poder ser In iguales en aspectos relevantes. Y aquí. el aspecto
prohibiendo el uso del hijab, deberían haber reprimido su ~s la capacidad para ofrecer una educación equilibra-
republicano y haber dejado a las chicas que hicieran su
tad, siempre y cuando no se dedicaran al proselitismo. ' aspectos religiosos y en los laicos. Puesto que las es-
u,ulmanas carecen de esa capacidad, no se las puede

Los problemas suscitados por el uso del hijab no se


sólo en Francia. En Gran Brelaña, el Estado financia I
E al que a las demás escuelas religiosas. El segundo de
lcnlos tiene un cariz 10lalmente distinto. En él no se
sobre si ambos tipos de escuelas son iguales o no en
escuelas anglicanas, católicas y judías, pero hasta muy relevantes; simplemente se afirma que el Estado ha
temente se ha negado a colaborar en la financiación de ' cambiar su política de financ iación de escuelas reli-
musulmanas. Las razones reales que se ocultan tras esta Puesto que no puede renunciar unilateralmente a sus
sión (a veces confesadas en privado y en ocasiones mene; pasados, debe seguir financiando escuelas cris-
das en público) san básicamente dos. En primer lugar, el judías. Y aunque esto implique un trato desigualitario
do financia escuelas religiosas porque espera que, además musulmanes, se trata de desigualdades inherentes a la
enseñar a sus pupilos los principios básicos de s u reHgión. sociedad que no pueden evitarse. Es frecuente que
tribuyan a desarrollar sus facultades críticas y analíticas. gru pos largamente establecidos en un país gocen de
ofrezcan conocimientos puramente seculares. y les p,..",nM... cuyo origen hay que buscarlo en compromisos pasa-
para la vida en una sociedad democrática y laica. Es di políticas anteriores. Cuando cambian las polílicas pro-
grar un equilibrio así, y las escuelas no musulmanas sólo retienen derechos que ya no están, sin embargo, a
sido capaces de lograrlo tras una lucha de largos años. La de los recién llegados.
nión generalizada es que, pueslo que lo que cabe esperar es se oponen a la financiación pública de escuelas mu-
las escuelas musulmanas se acaben conviniendo en guarderr.~ hacen hincapié sobre el imponante argumento teórico
de las ideas reaccionarias propias de la fase fundarnenla"il~ no cabe entender la igualdad en términos puramente for-
por la que atraviesa actualmente el islam, no resulLa probabld y abstractos. El hecho de que algunas comunidades reli-
que puedan lograr los objetivos educativos básicos del lengan escuelas financiadas con fondos públicos, no im-
En segundo lugar, en Gran Bretaña el Estado ha financiado 'I<'cesariamellle que negar eSle derecho a los musulmanes
cuelas religiosas debido a cienas condiciones históricas es . tratarles desigualitariarnente, porque puede que no
cíficas. Acrualmente, la sociedad británica empieza a ser con 1'!ln~l~es de cumplir los objetivos educativos socialmente
ciente de que este ti po de escuelas conduce a la creación También puede ser que el Estado desee sinceramen-
guetos y de que, por lo general, son poco deseables. Pero pu de financiar este tipo de escuelas. Más que acusar a
to que no puede negarse a cumplir compromisos adquirid se oponen a la financiación de racistas, antimusulma-

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nes, etc .. a partir de una forma abstracta e insostenible de v{¡lido, la negativa a financiar escuelas musulmanas
tender la igualdad, tendríamos que preguntarnos si sus u\liricada.
mentas tienen algún peso.
El primero de sus argumentos resulta sospechoso. A , de nuestra discusión sobre la controversia suscitada
que actualmente el islam está atravesando por una fase fu por el hijab y la falta de financiación pública de las
mentalista es una burda exageración, algo que se puede n""ulmanas en Gran Bretaña, debería haber quedado
de algunos países islámicos. pero no de todos. Es más, el tratamiento igualitario que debe dispensarse a las
luego no se aplica al caso del islam británico. Puesto que culturales es lógicamente diferente del que se di s-
gobierno británico permite la existencia de escuelas islámi individuos. Al contrario que en el caso de estos úl-
privadas, evidentemente comparte este punto de vista y no trato igualitario entre comunidades está profundamen-
correcto sacar a la luz la amenaza del fundamentalismo ~1I1ado y es inseparable de las relaciones políticas y
mente cuando lo que está en juego es la financiación públ i/t& existentes entre ambas comunidades. Ademá~, es fre-
También han aumentado el fundamentalismo cristiano en las comunidades culturales se de una gran varie-
pero el gobierno británico no ha mostrado el menor interé, de vista sobre un tema y que no quepa homoge-
adquirir un mayor control sobre estas escuelas ni ha hecho 1 ni fijarlos. Así, la defensa de la igualdad intercultuml
advertencias adec uadas a las escuelas crist;,mas y judías hacerse sobre la base de términos abstractos y ahistóri-
ciadas con fondos públicos. Evidentemente, existe la posibillo ,Qnoren las auténticas diferencias existentes entre las
dad de que las escuelas musu lmanas se conviertan en guarded. implicadas o que no lleguen hasta ese punto en el
del fundamentalismo y no alcancen los objetivos educati vO¡ a la luz las auténticas ansiedades y miedos de las so-
prefijados. Pero siempre hay formas de prevenir esta su conjunto. Deberíamos adoptar un punto de vista
ción. El gobierno tiene derecho a inspeccionar los colegios l, izado de la igualdad, identificar los aspectos relevan-
fijar las normas por las que se rigen, incluyendo el curríenl .. un tratamiento igual para quienes demuestren ser
dirección pedagógica y ethos general y tiene el poder I.'n esos aspectos. Si realmente existe una direrencia eo-
ciente como para contrarrestar las formas de fundamental y la cruz (y no la hay) se les puede negar legítima-
que pudieran surgir en las escuelas musulmanas. Este poder derecho a las chicas musulmanas a llevarlo. sin que se
control será mayor y su aplicación más aceptable, si el :eir que esto supone discriminarlas. Y si al financiar es-
financia las escuelas . musulmanas realmente se corre el riesgo que sus críticos
El segundo de los argumemos no es mejor. Evidenteme nt~. que existe (y no existe), o si verdaderameme el Estado
el Estado británico tiene derecho a cambiar sus políticas en desea discontinuar la financiación de las escuelas reli-
que hace a la financiación pública de escuelas religiosas. (algo que no desea hacer) entonces el Estado puede ne-
implica no sólo negar esta financiación para escuelas nueva kgít.imamente a fi nanciar con fondos estatales esta. es-
sino también acabar con la financiación ya existente fijando r ,in atentar contra el principio de igualdad.
riodos de transición mutuamente acordados, algo de lo que di (abe duda alguna de que adoptar un punto de vista sobre
Estado británico no ha dado la menor muestra. Tampoco exi, tan política e históricamente sensible conlleva sus
prueba alguna de que vaya a presionar a estas escuelas para qu problemas. Dejamos demasiado espacio a los argumen-
se secularicen o reduzcan el contenido religioso de su currícu ~ul11ltencionados y a los miedos alarmistas y acabamos co-
lo. Puesto que ninguno de los dos argumentos dados por el g< el riesgo de no saber cómo comparar lo diferen te, cómo

376 377
detenninar y evaluar el contexto, etc. Parece así tentm!t·1 y ,igue sin resolverse, por la sencilla razón de que los
por el camino más fácil e insistir sobre el derecho gen.." ,1 no tenían acceso a este tipo de organismos. Ningún
igualdad para af1J111ar que, pueslo que los cristianos y \1" 1" con una comisión de derechos humanos, aunque
tienen sus escuelas, los musulmanes también deben tC'"" . ~ _ ___ estar haciendo algo en esta dirección y ad-
cho a contar con escuelas financiadas con fondos públ"", r.,pc laciones en «asuntos adminisrralivos.» como éstos.
luz de lo que he venido exponiendo, deberíamos resill',
caer en esta tentación. Si pedimos a la ley que adopte UII
de vista sobre la igualdad tan simplista y mecánico, tampe_ , de la igualdad
demos exigir al legislador que tenga en cuenta las dife,
culturales en los casos de los sijs o los matrimonios de 1'" resulta dificil decidir qué significa un tratamiento
chas asiáticas que habíamos visto antes. Por lo tanto, la el porque hay vanas fonnas posibles de tratar a los im-
no es si los musulmanes tienen derecho a la libertad n:1o que se ajustan a esta descripción. Inglaterra cuenta con
sino qué (si es que hay algo) da ese derecho en un comea '" establecida desde antiguo que goza de derechos que
pecífico y qué implica decidir qué rasgos del contexto SOIl " • disposición de las demá, religiones. Dos arzobispos y
vames y si los musulmanes son iguales en relación a ello" se sientan en la Cámara de los Lores, la Iglesia de In-
desplazamiento de un derecho general a la igualdad a un 11 la única facultada para oficiar ceremonias estatales
miemo concreto en un contexto específico, es decir. de un coronación, bodas reales, para cumplir deberes pastora-
cho general a la religión al derecho a llevar ellrijab en la Fuerzas Armadas y el monarca reinante es el «defensor
la, no es directo o deductivo, sino algo mediado por el lun título conferido por el papa a Enrique VIll), sus hijos
Existe el peligro real de que esta forma contextu, desposar protestantes, etc. Inglaterra cuenta asimis-
entender la igualdad genere discriminación y razonamirlll ley que proscribe la blasfemia contra el cristianismo.
poco ingenuos. La prohibición francesa del hijab y la I de estos privilegios. el monarca, o más exactamente, el
británica a la financiación de las escuelas musulmana; se de tumo. ejerce cienos poderes sobre la Iglesia. Nom-
al menos en parte, a sentimientos ami musulmanes. y debc~. y tiene el derecho a intervenir en sus asuntos inter-
guardarnos de esta dinámica. Lo podemos hacer de dos obispos hacen juramento de fidelidad al monarca, todo
Deberíamos insistir sobre el hecho de que la igualdad en la constitución de la Iglesia debe ser ratificado por el
de un tratamiento idéntico y hacer recaer la carga de la etc. También le está prohibido al clero anglicano
sobre quienes quieran saltarse este principio. Así, debe en miembros del Parlamento de Westminster'.
mirse que los musulmanes británicos tienen derecho a el affair Rushdieen 1989, los líderes de las religiones no
con escuelas financiadas por el Estado, y exigir al gobierno especialmente del islam, comenzaron a quejarse de
demuestre a la entera satisfacción de todas las partes impl icu"~ Iglesia establecida y la ley antiblasfemia eran un privile-
que se les debe negar legítimamente el derecho a contar con la cristiandad y les sometía a un trato desigualitario.
tipo de escuelas. En segundo lugar, las minorías insati : dos tipos de respuestas a sus quejas. Algunos. bási-
deberían poder contar con la posibilidad de apelar las dec"r... conservadores. rechazaron las quejas afirmando que
nes gubernamentales ante otros organismos públicos como
tribunales o una comisión de derechos humanos . La conlrover MOD(X)D (1997) Y PAREkH ( l990a) sobre diferentes pen;pcclivas
sia ha proseguido durante anos tanto en Francia como en

378 379
puesto que Gran Brelllña era una sociedad cri stiana, ell .1 • su abolición. Creían que la derogación tan sólo les
do de que el cristianismo significaba mucho para la mil una igualdad fomoal y negativa, no de una positiva y
sus miembros y era la fuente de la mayor parte de sus pllll puesto que exisua una gran diferencia de poder
morales, se tralllba asimismo de un Estado cristiano, en d comunidades religiosas, parecía probable
do de que existía un acuerdo histórico eotre cl Estado y 1.. .u.ación no fuera a suponer <tifereucia para el cristia-
sia de Inglaterra que había convertido al cristianismo cn 1" cuño, aunque tuviera efectos desproporcionada-
tegrante de la identidad corporativa de éste. Por lo ""'rsos para las religiones minoritarias. Algunos de los
cristianismo gozaba legítimamente de un stalus polític musu lmanes también afirmaron que su religión se
giado. Formaba parte de la estructura misma de la identhl'hl especialmente amenazada en el clima actual, y que
cional británica y no se le podía ni se le debía tratar coml', contra el principio de igualdad el dotar de una ma-
religión más entre otras. Otros (básicamente aunque no a los má. débiles.
liberales, aceptaban las quejas de discriminación de los Irncontramos con una gran variedad de puntos de viSlll
manes y se mostraban mayoritariamente de acuerdo en a lo que implica e l principio de igualdad religio-
principio de igualdad requería que la Iglesia anglicana tanto al hecho de que exista una religión oficial
ser la Iglesia oficial del ESllldo, pero no se ponían de aellerol .. I como a la presencia de una ley antiblasfemia, y
lo referente a la ley antiblasfemia, siendo así que unos decidir cuál de todos ellos nos convence más. Pode-
tidarios de abolirla y otros de extenderla a todas las rel iginllll la igualdad religiosa de formas distintas. Podría
La mayoría de los ponavoces de los musulmanes re~ respeto hacia todas las religiones en sentido colecti-
ban las razones dadas por los conservadores, En primer las creencias y prácticas religiosas de los individuos.
entendían que no había acuerdo histórico que pu<tiera se. podemos estar hablandó de igualdad entre religiones o
manente, ya que todos eran producto del tiempo en que s' a la religión. Este último está más allá de cualquier
ducían y debían ser susceptibles de revisión a la luz de las argumentación en una sociedad liberal y, de hecho, en
vas circunstancias. En segundo lugar, no cabía en su . sociedad decente. La cosa no es tan sencilla cuando
justificar privilegios ex.istentes y negar la justicia a los re de la primera de las formulaciones. Al igual que cual-
llegados, recumendo a un argumento llln positivista. En sociedad, Gran Bretaña tiene su historia, sus tradicio-
lugar. el principio de igualdad, que Gran Bretaña aflTlllaba modo de vida y, por lo tanto, un carácter cultural espe-
fender, requería que todas las religiones fuerdll tratadas la convierte en el tipo de sociedad que es y la
margen de su antigüedad o del papel histórico que hubieran de las demás. Entre otras cosas se ve profundamente
empeñado. En lo referente al punto de vista liberal , la reacc[Cli por el cristianismo, algo evidente si se echa un vis-
musulmana volvió a ser. por 10 general, hostil. Mientras que su vida moral, sus mitos, su discurso moral y político, li -
gunos se adherían a la exigencia de hacer que la Iglesia forma de entenderse a sí misma y arte. Puesto que
cana dejara de ser la Iglesia oficial del Estado, la may. Bretaña no puede salir de su piel cultural, resulta desacer-
oponía. Desde su punto de vista, el que una religión fuera la negar un slalus privilegiado al componente cristiano de
cial del Estado la dotaba de un valioso stalus público, algo Itlllidad (porq ue se acabaría negando al grueso de sus ciu-
habría que extender a las demás re ligiones. En lo referente u historia), algo que, además, provocaría profundos
ley antiblasfemia, la mayoría de los portavoces musulmane, e .limientos. También puede ser peligroso, porque cuando se
taba dispuesta a apoyar su extensión y se mostraba fuertemcl) sentimientos y sensibilidades que están profundamente

380 38 1
incardinados en una forma de vida y se niega el der, " igual) y representación en las instituciones, ri-
presarlos públicamente, tienden a reaparecer a olrO_ "' ~mon ias del Estado. Por ejemplo, aparte de los obis-
adoPlan formas más feas. Además. si se respetan las" podrfa haber representantes de otras religiones
religiosas de todos los ciudadanos por igual , no paree, de los Lores. Las ceremonias estatales como co-
haciendo injusticia alguna a las minorías si se dota a 111 ,. n la festividad del Remembrance Day podrían tener
aplastantemente mayoritaria de algún tipo de precede", • no cristiano, y el monarca reinante también pa-
pecialmente cuando forma parte desde antiguo de la el" , ivales y eventos no cristianos. Al hacerlo, la socie-
del Estado. y estos privilegios no tienen efectos adversll mantendría su identidad religiosa históricamente
los derechos o intereses de los demás. y reconocería públicamente su composición multirre-
Si bien todo lo anlerior es cierto. también sucede que t u Evidentemente. Gran Bretaña podría decidir que
Bretaña se han dado importantes cambios demográfic IInglicana dejara de ser la Iglesia oficial del Estado
últimas décadas. Actualmenle cuenta con un número muchos dentro y fuera de esa Iglesia consideran con-
ble de minorías religiosas que tienen su propia h.isloria pero eso es ~ cuestión y no tiene que ver con la
ciones a las que aman tan fuertemente como el reSlO de 111' del principio de igualdad religiosa. Mientras siga
dadanos británicos aman las suyas propias. Las minorf", Iglesia oficial, el cristianismo puede exigir legítima-
pasado a ser una parte integrante de la sociedad británic; rtos privilegios, siempre que las demás religiones ob-
sólo merecen tener los mismos derechos religiosos y de Olfll I. mbién lo que en justicia se les debe.
que los demás, sino también que se reconozca oficialmclll refe rente a la ley antiblasfemia, sólo guarda una rela-
presencia a través de los símbolos del Estado y la definicll on in~enle con el tema de la oficialidad de la Iglesia. En
identidad nacional. Este reconocimiento no puede ser iguallla ambas cosas iban de la mano; en el marco del c1i-
porque no han contribuido a dar forma a la identidad británic.· actual, no necesariamente. Existen cuatro formas po-
la misma medida que el cristianismo, ni tampoco su presenCI. ,olucionar el problema de la ley: mantenerla tal cual,
tan constante y profunda en la política cultural británica c'tenderla a lodas las religiones o proteger sólo a las
constituyen una parte integrante tan nuclear para la sociedad que se vean amenazadas. La ley antiblasfemia guar-
tálica como el cristianismo. Puesto que no son iguales en in con las creencias y prácticas religiosas de la gente a
aspecto, no pueden exigir el mismo reconocimiento en la ' tende proteger de ataques abusivos u ofensivos. Pues-
definición de «británico». Pero son parte integrante de la : creencias y prácticas religiosas de todos los ciudada-
dad británica y pueden exigir legítimamente al menos alglÍlI el mismo respeto, la primera de las alternativas pri-
de reconocimiento público por parte del Estado. a los cristianos, es discriminatoria y debemos rechazarla.
Cualquier interpretación razonable de la igualdad religiO' de que el cristianismo sea la religión mayoritaria re-
entendida como igualdad entre religiones, debe tener en L..'o>vante en otros contextos, pero no en éste, porque aquí
estos hechos. La única forma de hacerlo es aceptando por que habérnoslas con derechos civi les y no con la ex-
lado el status privilegiado del cristianismo y dotando a las d· política de la identidad nacional. Puesto que toda reli-
más religiones de algún tipo de reconocimiento públ ico. El cri afirmar encontrarse amenazada y no hay fo rma de
tianismo puede seguir siendo con toda justicia el componen a sus exigencias de un modo colectivo aceplable, tam-
central de la identidad colectiva británica, siempre que el w:mos rechazar la cuarta de las alternativas. Lo que nos
de las religiones reciba un reconocimiento adecuado (aunquc la segunda y la tercera de las soluciones. Puesto que el

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cristianismo goza de preeminencia cultural y política y 1" nllltrafdo bajo amenazas de ostracismo por pane de los
giones minoritarias carecen relativamente de poder, la lbe el mismo trato, aunque diferente, que una mucha-
de la ley antiblasfemia tendría un efecto desproporcio cuyo matrimonio, contraído en circunstancias simi-
te negativo en su caso. A no ser que se aduzcan otras I ,e anula, porque ambas se someten a la misma ley se-
para derogar la ley, la tercera de las interpretaciones, qu I la falta de consentimiento anula un matrimonio. En
ne que habría que extenderla a todas las religiones, tiene I casos debemos tener en cuenta la naturaleza y el
a su favor, en lo que respecta al principio de igualdad. i usticia de la nonna que está en juego para demostrar
bargo, la igualdad no es el único valor a defender. Tamhl/'u justificar el tratamiento diferencial en sus térmi-
bemos tener en cuenta la imponancia de la libenad de normal será que surjan desacuerdos. Puesto que no hay
las exigencias de los ciudadanos no creyentes, las dillCUll1 de resolverlos de fomla concluyente, la aplicación
que comporta el definir lo que es religión y lo que es Unll I de la igualdad siempre resultará vulnerable a los
fem ia, las ventajas y desventajas de que el Estado privilegio o discriminación de grupos concretos.
ligión, etc. Si lo hacemos, quizá lleguemos a la conclusllln sociedad multicultural a veces es preciso ir más allá
que, después de todo, la ley debería abolirse. ~"'"tizar a algunos grupos o individuos no sólo derechos
sino también adicionales. Puede que sea necesario
los en un plano de igualdad con el resto, o para lograr
S. Implicaciones politicos tan meritorios como la integración, la armo-
O el incentivo de la diversidad cultural. Si cienos gru-
A la luz de nuestra discusión sobre los problemas ' visto aislados o marginados durante mucho tiempo,
dos en la aplicación del principio de igualdad en una de la confianza y las oponunidades necesarias para po_
multicultural, podemos extraer diversas conclusiones. Si leipar como iguales en la sociedad en sentido amplio, o
mas en cuenta (como deberíamos tener en cuenta) las objeto de un fuene proceso de asimilación, puede
diferencias culturales, lo más probable es que un tralarnie~ ~gamos que concederles derechos que no estén al alcan-
igualitario implique un trdtamiemo diferenciado o difere n Pueden precisar, por ejemplo, de un grado despro-
siendo así que surge la cuestión de si podemos asegurarn de representación parlamentaria, en el gabinete u
que este proceso no campana discriminación y privilegi, ~rganismos de gobierno, del derecho de consu lta, puede
es fáci l dar una respuesta. Parece que la regla general de vela de cienas leyes relacionadas con ellos. Con
ser que no impona que los individuos o grupos reciban un I de eSlOs derechos adicionales se pretende integrar
diferente siempre que se trate de diversas fonnas de hacer implicados en la sociedad global y dotar de sus-
Iidad los mismos derechos, oponunidades o lo que ipio de igualdad ciudadana.
sea que está en juego, y que ninguna de las panes implic¡'d.I pude haber grupos en el seno de una sociedad que
salga mejor parada que las demás. El sij al que se le pennite traumatizados por su hisloria reciente, o se sientan cultu-
var su turbante y el cristiano al que no se le permite no c\ inseguros, o se encuentren en ese momento bajo una
siendo tratados de forma distinta sino igual, porque ambo, concreta. Puede que en estos casos lengamos que con·
tán ejerciendo el mismo derecho de fonna distinta, y porque derechos que no están al alcance de la mayoría para
primero no obtiene ninguna venlaja a expensas o por encima I.""bren la seguridad, para promocionar la armonía social,
otro. Y la chica asiática cuyo matrimonio se declara nulo al participar en la estabilidad política del pats y crear un

384 385
sentido común de pertenencia. Nacida en medio del trauJl'" entre ellos allí donde las exigencias que surjan a par-
supuso la partición del país y la enonne violencia i nterC\HII y otro sean incompatibles.
taria que ésta generara, la Constitución de la India garanl". la sociedad tenga el deber de tratar a lodos sus ciu-
sabiamenle varios derechos adicionales a sus mi nor'as. E" por igual, su habilidad para hacerlo es necesariamente
nadá y los Estados Unidos, los pueblos indígenas nativos ~ .. Tiene una lengua dominante, y no hay lengua que sea
de exenciones y derechos positivos que protegen su m ,ente neutral. Si bien debería apreciar y cuidar las len-
vida y no están a disposición de los demás. En algunos las minadas y ayudar a quienes las hablan a que ad-
como Australia, Canadá y la India se concede un gran lambién compelencia lingüfstica en la lengua dominan-
diversidad cullural y se otorgan recursos y derechos extru,," siempre puede conceder un status idéntico a las lenguas
narios a sus minorías culturales para contribuir a su desarml !rilarías. Porque loda sociedad cuenta también con una es-
fomentar el surgimiento de una sociedad rica y plural. En cultural históricamente heredada que determina su con-
yen otros casos se favorece claramente a las minorías (en en la vida pública. Aunque lenga el deber de modificarla
nos aspectos incluso se las privilegia), pero se entiende qu cabida a las demandas legítimas de sus minorías, no
está justificado porque es un interés general de la socieda hacerlo más allá de cieno punto sin perder su coherencia
fácil que estos recursos y derechos adicionales generen una una difundida desorientación, ansiedad e incluso resis-
sación de injusticia y resentimiento entre la mayoría, ESIO, a su vez, probablemente generará un tralo desigual
que se conviena en moneda de cambio para comprar los las minorías culturales en cienas áreas, algo para lo que
de las minorías. Por eso sólo se deben conceder cuando haber pocas soluciones a pesar de toda la buena voluntad
tificado hacerlo, y habría que explicar claramente el prov&11 En todas las sociedades occidentales el dla de des-
de la medida. es el domingo por razones obvias culturales y religiosas.
Aquellos liberales que insisten en que todos los ciudadal" coloca en desventaja a los musulmanes porque, al contrarío
deberían gozar de los mismos derechos se ven en apuros cristianos. no pueden acudir a la oración comunal de los
do se enfrentan a la necesidad de conceder eSlOS derechos su día santo. Aunque habría que tomar medidas para
cionales a las minorías y, o bien desaprueban la medida, a los trabajadores musulmanes y reducir la desigualdad,
justifican alegando que están pensados para situar a eslos dificil ver cómo se puede solucionar el problema sin da-
pos en pie de igualdad con el reslo de sus conciudadanos. estructura cultural prevaleciente e incurrir en enonnes cos-
primera de las reacciones es el triunfo del dogma sobre la ,ancÍeros y sociales. Estas desigualdades existen y son in-
dencia y a veces incluso una buena receta para crear falla de también en otros ámbitos de la vida. No ex iste tampoco
manía social y desórdenes en una sociedad multicultural. La respecto a qué desigualdades son sol ventables, a qué
gunda de las reacciones tiene sentido moral y polfticame o quién debe cargar con éste. Puesto que a menudo no exis-
hablando, pero parte de una idea equivocada sobre el fonna racional de acabar con estas disputas, 10 mejor es
mento de los derechos. Si bien algunos de los derechos siempre a la negociación, la discusión y el compromiso.
didos a las minadas están pensados para igualarles con el
otros se supone que deben servir para promocionar objel
colectivos tan merilorios como la armonía social, la diversid
cultural y un sentido de pertenencia común. Estos valores sO
tan importantes como el de la igualdad y habrá que buscar U

386 387
LóGICA DE LA EVALUACIÓN INTERCULTURAL

_ probable que en una sociedad multicultumllas prácti-


.l l1 l1n~s
minoñas resulten ofensivas para los valores de la
no puede tolerarlas indiscriminadamente puesto que
deber de alzar su voz contm práctica. que le resulten mo-
maoeptables y de salvaguardar la integridad de su propia
moral. Sin embargo, si se prohibiera todo lo que desapro-
caeríamos en el dogmatismo moral y la intolerancia exlre-
perderíamos la oportunidad de echar un vistazo crílico a
propios valores y prácticas_ Esto hace surgir la cuestión
debería decidir una sociedad mullic"ltural qué valores y
de sus minorías tolera y dentro de qué límites.
nalicemos algunas de las prácticas que han suscitado dis-
~rados de preocupación pública en estos últimos años:

La circuncisión femenina.
La poligamia.
Las formas religiosamente correctas de sacrificar anima-
les según judíos y musulmanes.
Los matrimonios concertados que casi siempre (aunque
no siempre) afectan a los asiáticos. La práctica va desde
una aquiescencia de los padres puramente formal ante la
elección de sus hijos, hasta la elección directa de las pa-
rejas de sus hijos.

389
5. Los matrimonios que cuentan con impedimell lp k"tamos principios que nos indiqucn si debemos o no
consanguinidad. Por ejemplo los musulmanes I algu nas de estas prácticas. Lo normal, tanto en el dis-
desposar a sus primos hermanos y los judíos como en el popular es sacar a colación cuatro
nas, algo no muy bien visto en algunas sociedad.' . Pues to que son bien conocidos sólo voy a mencio-
cidentales. ahondar en ellos. Algunos autores apelan a los dere-
6. La práctica (común en algunas comunidades ¡ti, h nnn nc O a unos valores morales de tenor aún más gene-
nas) de herir las mejillas de sus hijos o alguna 011 •• que éstos constituyen un mínimo moral y son
te de sus cuerpos como parte de una ceremonia d. Así, habría que hacer de ellos estándares univelSales
elación. de evaluación '. Otros creen que las sociedades tienen un
7. La práctica musulmana de prohibir a las hijas qu o una identidad históricamente adquirida que se encar-
la escuela realizar ciertas actividades como del" " valores centrales compartidos. Puesto que estos valo-
atletismo o natación que implican llevar pantalone Huyen la base de su modo de vida, tienen el derecho e
lOS y exponer públicamente partes del cuerpo. el deber de prohibir aquellas prácticas que atenten con-
8. El que las chicas musulmanas lleven el hijab o . A este principio le llamaré principio de valores funda-
a las escuelas. Aunque está pennitido en la mayal ". O comunes'. Algunos autores mantienen que, puesto
los países occidentales, sigue generando di verso valores morales tienen una incardinación cultural, la so-
dos de oposición en algunos de ellos. debería prohibir sólo aquellas prácticas que dañan a los
9. La negativa de los sij a llevar cascoS en vez de Sll ir más allá sería <<i mperialismo» cultural. A este
bantes tradicionales al montar en moto o trabajar le llamaré el principio de «daño a terceros»'. Por últi·
construcción; a quitarse los turbantes al prestar qu ien dice que puesto que no disponemos de valores de
mento en los tribunales o inclinarse ante el Speal uni versal, puesto que el concepto de valores fundamen-
la Cámara de los Comunes, o a afeitarse la conflictivo, y puesto que no siempre podemos delinir
cuando su trabajo consiste en la manipu lación de de fonna culturalmenre neutra, el curso de acción más
mentos. (de hecho el único posible) pasa por el establecimien-
10. La negativa de los gitanos y las comunidades ami,¡, diálogo moralmente serio con los portavoces de las mi-
mandar a sus hijos a la escuela. La negativa puede a efectos de lograr un consenso. Si bien un consenso de
rotunda o darse s610 al alcanzar los muchachos . puede suponer que haya que llegar a compromísos y
minada edad, ya que sus padres consideran que la concesiones que desagraden a muchos de sus míembros,
cación moderna no les será de ninguna utilidad y. que se puede hacer en una sociedad profundamente
más, les aliena de sus comunidades de origen. A esto lo llamaré el principio del consenso dialógico'.
11. Las exigencias de aquellos hindúes que desean
a sus muertos en piras funerarias , arrojar las ceniza Sr trata del enfoque eslándar basado en los derechos humanos. Está co-
los ríos y, en raros casos, sumergir directamente lo, ronnulado en PoULTER (1998).
dáveres en vez de incinerarlos. r1 ¡l\ argumentos en PAREKH (l994a, 1995a).
(;, tc es el punto de vista liberal estándar cuyos orígenes se remontan a
12. El stal"s subordinado de la mujer y todo lo que impli
en el sentido de negarles oportunidades que favore/c~1 WILLIAMS ( 1995); si se busca un e nfoq ue más cuali ficado. véan-
su propio desarrollo personal. \tAN" ( 1993) Y YOU"G (1990),

390 39 1
Aunque cada uno de estos enfoques se centre en que compane cienos valores, es posible que éstos re-
ponantes --<le ahí su atractivo- todos presentan defeCI" moralmente inaceptables. La desigualdad es un valor
versos grados. Como hemos tenido ocasión de ver, se en sociedades esclavistas. racistas y basadas en el
canzar un corpus de valores universalmente válidos y 1'" de castas, pero no queremos defender por ello que sea
señalar legítimamente que las prácticas que atentan COIII'., ''' gno de ser protegido, mucho menos que dcban acep-
resultan inherentemente sospechosas. Sin embargo, eMII minorías igualitaristas. Además, los valores funda-
res son demasiado escasos y tenues como para cubrir 11111" de una sociedad pueden incluir el respeto a los valores
ámbitos imponantes de la vida. Tratan de los aspectos 11111 norías, como ocurre en el caso de las sociedades libe-
sicos de la vida humana, respecto de los cuales suele hAI otras, y en este caso, no se los puede utilizar corno es-
cos desacuerdos y no pueden gu iarnos más allá. No puc' al no negociable. También los valores fundanaenwles
sorprender que, si bien nos permitirían solucionar lo; p,' , ,ciedad pueden ser definidos, jerarquizados, relaciona-
mas planteados por un par de las prácticas de nuestra li'III ,r o eliminados de diversas formas. Puesto que es pro-
sulten totalmente irrelevantes en el caso de las demás. Ad., sUljan desacuerdos entres sus miembros en estos ca-
los valores universales y los derechos humanos están un llamamiento a estos valores no parece llevarnos
interpretación, deben adecuarse a las circu nstancias conen.: Evidentemente, sirven para estructurar los debates
tradiciones culturales de cada sociedad, y hay que jerarqlll temas en disputa, pero no para resolverlos.
los en caso de conflicto. Puesto que los desacuerdos que J" que respecta al principio de «daño a terceros», no re-
en torno a estos puntos y otros relacionados con ellos no n,blemático cuando lo que está en juego es el daño físi-
den resolverse apelando a los valores mismos, elllnivpr(.~l en este caso, la sexta de las prácticas mencionadas
moral resulta de una utilidad limitada. surgir temas de discusión interesantes. Pero no es
Si bien. como tendremos ocasión de ver, hay mucho que útil cuando se trata de prohibir o no prácticas como el
cir a favor de los valores compartidos o fundamentales de la poligamia, los matrimonios concenados, la eutanasia
sociedad, éstos también generan dificultades. En la medida otras del listado anterior. Estos casos implican nocio-
que se los formula de un modo general y se suponen comparlll anales, morales y de otros tipos muy complejas en las
dos por todos o al menos la gran mayoría de los miembros í en juego el dañar o no a los demás o el daño que se pro-
una sociedad, deberían formar el núcleo de sus vidas personR' Ulos agentes mismos. Es muy difícil pensar en un consen-
les y colectivas. Resulta dudoso si hay alguna sociedad, exce" e,tas circunstancias, apane de que surgen temas que no
to las más tradicionales, que cuente con valores fundamenwl cODceptualizarse adecuadamente ni ser discutidos por
en este sentido. Pensemos en la sociedad liberal. ¿La igualdo" del concepto simplista de «daño».
entre los sexos es un valor fundamental? No para los fascislllj lo que respecta al principio de consenso dialógico, cier-
ni los sexistas, ni tampoco para muchos conservadores o per>G es necesario algún tipo de diálogo para resolver pro-
nas muy religiosas. Es, sin duda, un valor liberal imponanl' desacuerdos morales y culturales, y ya veremos más
pero no todos los miembros de las sociedades liberales son 11 cuál puede ser la forma de proceder en este caso. Sin
berales. ¿El respeto hacia las personas es un valor nuclear? Lo no es probable que nos lleve muy lejos si pretendemos
fascistas, racistas, antisemita~ y otros no estarían de acuerdo. de la forma abstracta y descontextualizada que pro-
sólo lo estarían si el principio se definiera de una forma tan vag sus defensores. Al contrario de lo que ocurre en el caso
que perdiera su sentido. Además, aunque una sociedad pueda deliberaciones filosóficas en tomo a la política, un diálo-

392 393
go político liene lugar en una sociedad concreta que eu, I4nlo, sigan siendo puestos en entredicho por grupo
una determinada estructura moral, historia y tradiciOIl" que recurren a una resistencia bien activa, bien pasi-
participantes no son seres humanos abstractos, sino '1'" cualesquiera que sean sus orígenes, hisloria y
constituidos de alguna manera. Sus desacuerdos no giruII " reproducción, con el tiempo acaban formando parte
no a si la práctica objeto de disputa es deseable «en g~ Il'" "lura moral de la sociedad y encarnándose en sus
«en principio», sino a si es deseable en su sociedad, pIII., instituciones sociales, económicas, políticas y de
bres y mujeres iguales que ellos, si casa con sus valore~ y 1" Puede que sus miembros defiendan personalmente otros
ma que tienen de entenderse a sí mismos. Por lo tanto, 11" I arreglo a los cuales deciden vivir, pero en sus rela-
de tratarse de un diálogo abierto que flote en el vacío, ~II'" Intcrpersonales se espera que se atengan a aquellos valo-
hay que partir de los valores prevalecientes que tienen su 1" ~~ nados por la sociedad en conjunto. Al contrario de lo
vocabulario, estructura y contexto, y que imponen una d en el caso de los principios fundamentales a los que
ción, unos límites y unos resultados probables. alusión anteriormente, este tipo de valores es Iimita-
Quisiera sugerir que no existe ningún principio Únl C" ámbito, y su relevancia y observancia se circunscribe
cuyos términos se puedan evaluar las prácticas en medida a las áreas públicamente reguladas y relevantes
Empezamos (y lo único que podemos hacer es empezar) pm individual.
que he denominado los valores públicos operativos de I~ en común se divide en tres niveles y, por lo tanto, los
ciedad en cuestión, que son los que brindan el contexlO , públicos están pensados para articular cada uno de ellos.
norte de orientación en todo este tipo de discusiones. Sin lugar, están recogidos en una Constitución que refle-
bargo, estos valores no son sacrosantos o no negoci abl legal y moral básico de la comunidad, incluye los
pueden ser a su vez puestos en tela de juicio. El diálogo fundamentales y, en ocasiones, también las obligacio-
tante, en el que los distintos valores interactúan entre sí de los ciudadanos. En segundo lugar, estos valores también

~
ma creativa y se equilibran unos a otros, conduce a un ' resentes en las leyes que dan consistencia a los valores
senso inherentemente tentativo que nos ayuda a decidir radas en la Constitución poniéndolos en relación con la
cuál pudiera ser una respuesta generalmente aceptada ante olidiana de los ciudadanos. Aunque los valores legales y
tas prácticas objeto de disputa. nstitucionales estén estrechamente relacionados entre sí,
naturaleza diferente. Los primeros son generales y regu-
las segundos concretos y sustantivos y están sujetos a
1. El diálogo intercultural fijados por la Constitución sin que esto signifique
derivan de los valores constitucionales. Un ejemplo: la
Excepción hecha de aquellos casos en que estamos ante un a.til ución puede exigir que todos los hombres y mujeres re-
sociedad profundamente dividida (y puede que ni siquiera en el mismo trato. Esto no implica necesariamente una exi-
este caso), una sociedad que quiera sobrevivir haciendo que de monogamia, porque lo único que supone la igualdad
todo funcione f1uidamente debe llegar a algún tipo de acuerdo los sexos es que hombres y mujeres deben tener el mismo
sobre los valores y prácticas que van a informar las conducla' a elegir esposo o esposa, no que sólo deban casarse con
en la gestión de los asuntos colectivos. Es frecuente que e SIO' única persona. Cuando la ley prescribe la monogamia, por
valores y prácticas sólo adquieran una posición dominante a tra- lado respeta el valor constitucional de la igualdad entre los
vés de un largo proceso de adoctrinamiento y coacción, y que. pero por otro va más allá.

394 395
Los valores públicos de una sociedad también se C/I, \u vida pública. Aunque sea inevitable que influyan
las normas que rigen las relaciones cívicas entre sus /"10 vcan a su vez influidos por los valores personales de
Estas relaciones ocupan un ámbito intermedio entre lu\ 1 se trata de cosas distintas por su natul'llleza, au-
nes estructurada. de la vida pública organizada y las 1 ronnas de legitimación.
íntimas de la vida privada y personal. Si bien algunos ,1' los valores públicos operativos de una sociedad es-
de las relaciones cívicas se regulan a través de las leyCl t relacionados entre sí, no conforman un todo coherente
yoría de ellos ni pueden ser ni son regulados por éstas. I .1 empujan en direcciones diferentes. Y aunque se pue-
ciones entre vecinos, entre personas que viajan en tran'ld lar de manera general y abstracta, pierden gran parte
públicos. entre conductores de automóviles, entre esmlll ticado cuando se los disocia de los procedimientos y
entre colegas o entre extranjeros entran en esta categon" . de los que forman parte. No son estáticos y cambian
reguladas por un conjunto de valores y prácticas cívicos y , a a los cambios que se dan en las circunstancias 50-
tituyen la cultura cívica de una sociedad. Cuando llegaron en la forma que la sociedad tiene de entenderse a sí
rael inmigrantes nuevos del norte de África, discutían slll" o están más allá de toda crítica y a menudo se les re-
precio con el conductor de autobús O pretendían que les algunos de sus miembros los aceptan únicamente por
cerca de sus casas, se les explicaba que éstas no eran coso ~~m atismo. Tampoco son rígidos y, por 10 tanto, son sus-
se hicieran en Israel; es decir, que la cu ltura cívica de Israel de interpretaciones, en ocasiones contradictorias. Es-
distinta a aquella a la que estaban acostumbrados. Y cuandn jlrconectados en el sentido de que cada uno limita y, en
le rlijo a un profesor pakistaní que estaba de visita en una ine el contenido de los demás, de manera que no se
versidad británica que no podía perlir a sus estudiantes que l catalogar o resumir claramente. Presentan diveI>ios gra-
cieran la compra semanal, lo que se le estaba diciendo en ~cneralidad, se interpenetran, no es fácil individualizar·
dad era que en Oran Bretaña este tipo de relaciones se regían general, forman un todo laxamente entretejido y cuen·
valores cívicos diferentes a los prevalecientes en su propio una estructura, pero el rliscurso público que surge de
Los valores constitucionales, legales y cívicos representan . maleable.
cultura pública de un país, dan forma y sustancia a una concel) que la sociedad tiene un compromiso público y co-
ción de la vida buena necesariamente vaga y constituyen lo con sus valores públicos operativos, su autoridad no se
he denominado sus valores públicos operativos' . Son por el hecho de que algunos de sus miembros no los
porque una sociedad los defiende, quiere vivir ateniéndos personalmente. Algunos miembros de una sociedad
ellos y juzga la conducta de sus miembros en sus ténninos. SIl" pueden no creer en la igualdad de los sexos o de las ra-
públicos porque están recogidos en sus instituciones y práctico que no evita que deban respetar estos principios en su
constitucionales, legales y cívicas, regulando así la cnnduc pública. Si esto es así, se los somete a coacción mo-
pública de sus ciudadanos. Y son valores operativos porque nO l;n toda sociedad caracterizada por el desacuerdo moral
se trata de ideales abstractos sino de una realidad moral y social; que sucede en la mayor parte de las sociedades humanas,
realmente vivida y generalmente observada. Los valores públJ· en las liberales- este tipo de coacción es inevitable y
cos operativos de una sociedad constituyen la estructura moral reducirse, pero nunca evitarse del todo. Quienes están so-
a ella acaban por hacer suyos estos valores, O al menos
s TYLER ( 1996) critica mi postura y existe una réplica hecha por SEIXiF.1 ()W entender por qué son importantes. Si esto no ocurre, no su-
( 1997 ). En lo que afirmo en este capítulo tengo en cuenta las criti cas de Tylcr transformación alguna y viven con un hiato entre sus creen-

396 397
cias públicas y personales. Ambos fenómenos no~ ,. en conjunto no la hubiera desaprobado partiendo de
miliares y toda sociedad convive con ellos lo mejol '1" públicos operativos. Así, el diálogo es bifocal y debe
Puesto que los valores públicos operativos represr, mnto en Ja práctica minorimria, como en los valo-
tructura moral compartida de la vida pública de UI1I1 " operativos de la sociedad, en el modo de vida de la
son el único punto de partida aceptable para un debulI' ,-"clada y en el modo de vida de la sociedad general.
prácticas minoritarias. Podemos reaccionar aDle es!, necesario que el diálogo se polarice y, de hecho, por lo
de fonnas distinrns; prohibiéndolas, desincenLi vándlll.. ocurre así. El debate público sobre Jos méritos y de-
rándolas, incentivándolas, incluso aplaudiéndolas y 1" la práctica sobre la que se disputa tiende a catalizar a
las de ejemplo para el resto de la sociedad. En cada UIIII debate interno de la minorfa. Puesto que el resto de la
tos casos nuestro juicio inicial se basará en los valores <uestiona una de sus prácticas y pide a la comunidad
operativos de la sociedad. Cuando una práctica minoritOI '" que la defienda o abandone, puede que algunos de
ta contra ellos, incita a la desaprobación. Sin embargo, el.l. de esa comunidad aprovechen Ja oportunidad para
aprobación no es razón suficieDle para prohibirla. La práclI si realmente es fundamental para su modo de vida y
cuestión fonna parte del modo de vida de la minoría y ItI en cuenta toda la situación, realmente merece la
dad tiene el deber de explorar cuál es el significado de estll con elJa. También es probabJe que personas externas
tica para ella, qué lugar ocupa en su modo de vida y por ~unidad entren en eJ debate bien para defender, bien para
considera valiosa. Además, no es que los valores públic práctica en cuestión. Es asimismo probable que surja
rativos estén en sí más allá de la crftica y el cambio. Puesl" simiJar en el seno de la sociedad en conjunto. Mien-
suelen representar una concepción de la vida buena, y que algunos defiendan con vigor los valores públicos
que toda concepeión de la vida buena es parcial, lo más relevantes. otros pueden aprovechar la ocasión para
ble es que discriminen y resulten ser una carga indebidamcnl críticamente y preguntarse si realmente merece la
pesada para aquellos cuyas experiencias históricas y conce)XIG km",rvarlos, o si se tram de meras excrecencias histórica.
nes del bien son di rerentes. Por lo tanto, toda sociedad sobrevivido debido a la inercia mor.u y no hacen sino re-
alinnar periódicamente sus valores públicos operativos, y el consenso moral antiguo ya superado. Es más que pro-
cho de que una práctica minorimria atente contra ellos puede, los portavoces de las minorfas quieran participar en los
una buena oportunidad para hacerlo. suscimdos en la sociedad en conjunto para intenmr in-
Más que recurrir a los valores públicos operativos como si él de alguna manera.
tramra de un estándar neto y no negociable para evaluar las pr el debate en tomo a esa práctica minoritaria se acaba
ticas minoritarias, la sociedad deberfa partir de ellos para enUl liando a varios niveJes y ejerce un profundo efecto trans-
blar un diálogo con esa minorfa. Puesto que desaprueba una d sobre todos los implicados. Cataliza debates en el in-
sus prácticas, será capaz de razonar esa desaprobación, lo qu de la comunidad minoritaria, en la sociedad en conjunto
implica defender los valores prevalecientes y demostrar que I entre ambas. Y en todos los casos resulm poco pro-
práctica cuestionada atenm contra ellos. La minorfa, por su par- los participantes pertenezcan exclusivamente a las co-
te, debe demostrar por qué sigue esa práctica y defenderla. Por afecmdas. Además, aunque el debate comience de-
su propia naturaleza el diálogo no puede esmr centrado en los u una práctica concreta, se amplía hasta poner en cuestión
méritos y desventajas de la práctica concrem, porque bien pu- e l modo de vida de la minorfa como el de la sociedad ma-
diera ser que nunca se hubiera convertido en objeto de disputa si y acaba abriéndose a toda una serie de temas que sur-

398 399
gen de forma inesperada, También obliga a cada un a lk 1" de un modo de vida, sus portavoces deben salir
les a hacerse consciente de los valores que defiende y 1.. I cultura y apelar a valores que suscriba la sociedad
nes con las quelos defiende, lo que contribuye, a su v,' I que ésta pudiera compartir. Por ejemplo, podrían decir
conocimiento crítico de sí mismas, Si bien en ocasione~ I'i entendida, la práctica cuestionada no difiere tanto de
texlO de debate público les obliga a cerrar filas y mostnll >c admiten por parte de la sociedad en general o bien
defensiva en lo refe rente a su modo de vida, a menudo 1" encarne valores diferentes, éstos pueden acabar por
tes necesidades planteadas por la vida cotidiana tienden ,1 la sociedad y deberían ser respetados, Si son capaces
valecer y persullirles de que exploren la existencia de int con sus argumentos, la práctica debería respetarse,
y valores comunes, lDo"guen convencer a la mayoría que no consigue encon-
Por 10 general, el debate en el que se cuestiona una pi h a los valores que se pretenden materializar a través
minori taria se lleva a cabo en tres fases, Éstas ni son suc. en cuestión, se suscita una situación difícil. Pues-
ni todas estrictamente necesarias; se solapan y puede (JII ..., puede debatir o argumentar en LOmo a valores mo-
omita cualquien de ellas, Puesto que la práctica contro\', una forma objeti va y concluyente, y dado lo difícil que
ofende uno O más de los valores comunitarios de la socied:1I1 objetivo y tener una mentalidad abierta respecto de
tensa, se exige a la comunidad minoritaria que la defiendn valores, el diálogo atravesará por fases de incom-
respuesta inicial puede ser una apelación a la autoridad cu intransigencia y por el planteamiento de diferencias
de la práctica en cuestión afirmando que ésta es vincula11l. k,lIiables, Así. podría ser mejor posponer la decisión sobre
no viola los valores públicos operativos de la sociedad se objeto de disputa, en la esperanza de que el paso del
admitir su ejerticio, Si no, la sociedad querrá recordar qu y la fusión de ideas que suscitan las discusiones públicas
hay ninguna cultura capaz de autentificarse a sí misma y qu e informales, crearán tanto una base común como esa
siquiera una pri<tica avalada por la autoridad cultural puede necesaria para obtener un consenso o, al menos, nego--
tolerada si resulta moralmente inaceptable, También solución de compromiso en el futuro, Si el tema es ur-
adoptarse un enfoque diferente y afirma r que la práctica es y la práctica en cuestión moralmente inaceptable, deben
mera costumb~, una excrecencia histórica que no forma PQI los valores públicos operativos de la sociedad en can-
de la cultura minoritaria, al menos a tres razones importantes, En primer lu-
Llegados a este punto, probablemente el portavoz de la parte de sus instituciones y prácticas, y no se les
ría dirá que, si bien puede que no sea aceptable en sí misma, 1 cambiar radicalmente sin causar una desorientación moral
práctica está íntimamente relacionada con otras prácticas valioMI considerable, En segundo lugar, si bien una sociedad tie-
que resultan fundamentales para su modo de vida, que se verAl obligación de acomodar a los modos de vida minoritarios,
minado si la plÍCtica se prohibiera. Puede que el resto de la ; obligación de hacerlo a costa del suyo propio, especial-
ciedad se deje convencer por este argumento y decida tolerar I si no está realmente convencida de la defensa que hace la
práctica, Pero si considera que es demasiado ofensiva para de la práctica en cuestión, En tercer lugar, cuando se tra-
der ser tolerad~ afirmará que no hay ningún modo sacrosanto d, una ntinoría de inmigrantes, éstos deberían ser capaces de
vida y que la romunidad minoritaria debería cambiar un mod ar que, puesto que no están fami liarizados con el modo de
de vida que dep:nde para su supervivencia de prácticas de este tilXI de la sociedad extensa, deberían diferir los juicios que emi-
Puesto que la minoría ya no es capaz de defender la práctic ,obre temas connictivos, También precisarán de su apoyo
ni en térrninosde su autoridad cultural, ni en tanto que prácti contrarrestar el resentimiento que, por lo general, provoca

400 40 1
su presencia en algunos sectores de la sociedad; npov" los valores públicos operativos de la sociedad liberal ,
tendrán con un mayor grado de probabilidad si, tra ld/1l1ti rse la práctica en recintos cerrados y oficialmente
opinión. aceptan con elegancia su decisión , como ocurre en la India, Guayana, Trinidad y los

judía y musulmana de sacrificar animales ha sido


2. La circuncisión femenina y otras prácticas debates continuos en muchas sociedades occidentales.
toda una serie de valores religiosos que tienen que ver
Hasta aquí nuestra discusión ha sido abstracta y rC~IIII..,j . turaleza del sacrificio y el significado simbólico de los
utilidad que nos centráramos en algunas de las práctlc" ambas comunidades opinan que los animales deben
ritarías (de menos a más controvertidas) para mostrar e'" ."cientes, y no aturdidos o inconscientes. antes de ser
demos aplicar nuestro análisis· , , Algunos activistas pro derechos de los animales y
En la India existe la práctica generalizada de arrojar .1 han afirmado que, aunque el método de sacrifi-
cenizas de los muertos, incluso en algunos raros casos d, sea rápido y eficaz, el animal es consciente de que
gir los cadáveres en aguas profundas en vez de cremarlo~, sacrificando y sufre antes y durante el sacrificio, de
prácticas, especialmente esta última, suscitaron desazón y que esta práctica debería prohibirse, No se trata de una
contraron con cierta resi stencia inicial en Gran Bretaña. Sm tan sencilla de solucionar como la de la práctica hindú
bargo, muchos emn conscientes de que se trataba de las cenizas de sus muertos, pero existen buenas ra-
centrales para el modo de vida hindú, que significaban 111 admitir su ejercicio, Aunque no sea algo fundamen-
para los hindúes y no atentaban contra los valores públicO/, modos de vida judío y musulmán Cen el sentido de
rativos de la sociedad británica (el único interés público una profunda desorientación si se les prohibiera),
zado era el de la salud pública), De forma muy sensible, la práctica religiosamente sancionada, significa mucho para
ACI de 1989 permitió ambas prácticas, siempre que los afecI," comunidades y está estrechamente vinculada a otras
solicitaran una licencia previa. Esta licencia se conced.ía si y creencias suyas, Los portavoces de ambas comuni-
que las cenizas se arrojaran en las costas o al mar dentro d pueden defender su postura razonablemente, afirmando
doce millas de línea de costa. También se admitía el hundin sufrimiento del animal, cuando existe, es mínimo y que
to de aquellos cadáveres que llevaran el lastre adecuado y se el sacrificio de animales en general. no se debería
día a los marineros locales que hicieran los arreglos neo"I:.flnj moral a un dolor que dura pocos segundos que
Muchos hindúes prefieren cremar a sus muertos en sentimientos culturales de las dos comunidades, Además,
nerarias y no recurrir a medios eléctricos, Esto es algo pro ha". no viola ninguno de los valores públioos operativos
do en la mayoría de las sociedades occidentales por moti vo~ sociedad general y la sensibilidad popular ante el dolor de
téticos e higiénicos, Pero las objeciones están mal concebidu lanimales no es tan intensa ni está tan difundida como para
Las consideraciones estéticas pertenecen al ámbito del gustO en moralmente ioaceptable o profundamente ofensi-
no deberían regularse por ley, y la práctica hindú no supone nin las cosas cambiaran radicalmente, puede que hubiera que
gún riesgo para la higiene pública. Puesto que no se atenta conUI iderar el asunto como ha ocurrido recieotemente eo No-
donde, tras mucha discusión pública y garantizar la pro-
de comida kosher y halal, se ha decidido prohibirlo con
(1 Una valiosa discusión sobre estas práctica... en POIJLTER (1998). ¡miento de las comunidades judía y musulmana,

402 403
La práctica asiática de los matrimonios concertado! h Imnucstos o aquellos conlraídos en una situación de
rado cierta desazón en muchas de las sociedades Iibernl, (aunque ésta se defina de forma culturalmente
un amplio .speCIrO que va desde la aceptación casi all ir más allá es hacerse culpable de dogmatismo y
por parte el: los padres de la~ esposas y esposos librem\' "'frrcncia cultural injustificada.
gidos por sus hijos a la imposición tOlal por parte de lo
nito res. Si bien se trata de una práctica que no tiene "'",cmos los orígenes de la circuncisión femenina,
religioso, está íntimamente relacionada a otras práctic J{,rma u o tra parece haber existido desde hace siglos .
ITalia un papel fundamental en el mantenimiento del m a Roma se pasaban anillos de metal por los labia mi-
vida asiático y significa mucho para sus defensores . esclavas para evitar la procreación. En la Inglaterra
puede ofre:er una defensa razonable de esta práctica. e obligaba a las mujeres de ciertos segmentos socia-
que es más probable que los matrimonios sean felices cinturones de castidad para prevenir la promiscuidad
más si cuentan con el consentimiento de los padres y ausencias de los maridos. Evidencias encon-
sienten moral y emocionalmente comprometidos con el éx I "",minar momias del antiguo Egipto demuestran que
matrimonio. Desde el punto de vista asiático, los individUII tanto la circuncisión como la infibulación. En la
parte integrante de su familia, y sus vidas no les pertentlll'. la Inglaterra decimonónica, Francia y los Estados
exclusivida:1, sino también a sus familias. Por lo tanto. tielll' . practicaba la c1itoridectomia como «cura" para la
cho sentido que los padres tengan algo que decir respecto d.. la histeria y la locura.
quién se casan sus hijos y cómo deben vivir su vida. Los ~Ircuncisión femenina puede hacerse de tres formas di-
voces asiáticos tamhién señalan que muchos de sus j . La circuncisión tradicional o Slwna supone la elimi-
decen tan to los consejos paternos COmo la amplia red de del prepucio y la punta del clítoris. La ablac ión o elite-
social que brindan los maurimonios concertados. ia implica la extirpación del cl ítoris y, a menudo
A muchos liberales les gustaría prohibir o al menos de partes o la totalidad de los labia minora. La infibu-
cenlivar la práctica partiendo de la idea de que atema contra 11 circuncisión faraónica supone la extirpación del c1íto-
lores como la autonomía personal y la libertad de elecCI'~ labia minora y parte de los labia ma;ora, así como la su-
Como hemos tenido ocasión de ver. no existe razón alguna ambos lados de la vu lva, siendo así que sólo se deja una
hacer de la autonomía personal y la li bertad de e lección ., apertura para permitir la expulsión de orina y sangre
universales. especialmente cuando entrarnos en el ámbito De las Ires, la primera sólo supone un daño físico
mas tan sensibles como el matrimonio. Si los jóvenes as i áti~.. y no se diferencia gran cosa de la circuncisión mascu-
se sienten f,lices cuando sus pad res les ayudan a elegirespo" •• Itradicional. Si bien se la ha criticado por motivos médicos
también debería respetarse su decisión. Incluso aunque no h ub recientemente, psicológicos e implica cierto grado de
gan este tipo de elección de forma consciente y simplement, física, se la admite muy a menudo. A no ser que se
acepten la práctica como parte de una rutina social (en este caMI que este tipo de circuncisión femenina causa males
dejando la elección en manos de sus padres), deberían tener ,1 no existe ninguna razón obvia para Iratar el problema
mismo derecho que los demás a llevar su vida como quisieran, distinta a como se ha venido haciendo. Lo único que
Evidentemente, resu lta crucial que no se les obligue a contraer iedad puede hacer legítimamente es insistir sobre el he-
matrimonio en con tra de su deseo personal expreso. En estol de que debería hacerse por personal cualificado bajo su-
casos. la sociedad en conjunto tendría razón al prohibir los Ola isión médica y en condiciones médicamente aceptables.

404 405
Las otras dos formas de circuncisión son de naturalez, con el sexo durante la adolescencia y les brinda por
distinta y vaya centrarme en ellas. una vida psicológicamente saludable. A veces se ha
La circuncisión femenina se practica en cualquiera de " mcluso a defender la circuncisión femenina por motivos
formas en al menos 25 países de África, Oriente Medio y Se dice que los genitales femeni nos son feos y mal-
del sureste asiático. Es una práctica común en algunos y que la circuncisión les dota de una mayor simetría
musulmanes pero no en otros, y en aquellos países más atractivos. Se invocan asimismo nociones de
practica va más allá del islam y es practicada asimismo . xtraños mitos sobre la naturaleza y el significado
musulmanes. Se practican unos dos millones de circuncisl ..'" . Puesto que en este caso no se trata de argumentos
femeninas al año y más de 80 millones de mujeres todavll rara vez se habla de ellos en público y resultan por
vas hoy han pasado por ella. Está prohibida en todos los . ginales para el tipo de defensa más extendida de la
occidentales, lo que ha causado una inquietud considerable así que vaya ignorarlos.
tre los inmigrantes musulmanes . La práctica atenta gravemf' de estos argumentos parece compensar la gravedad
contra algunos valores universales básicos así como contra causado ni resultan razón suficiente para pasar por alto
valores públicos operativos de la sociedad liberal. Inflig, iones que se hacen. El hecho de que se trate de una prác-
daño físico irreparable, es de naturaleza sexista, viola la . ionada por la religión o la cultura es ulla razón, pero
dad de las niñas, supone una decisión irrevocable para su una razón concluyellte para permitirla. No se habla de ello
pone en riesgo esa vida y elimina una importante fuente de Corán y tan sólo existe una fugaz referencia hecha de pasa-
cer. Por todo ello merece ser prohibida, a no ser que se los hadiths. En muchos países musulmanes no se pmctica
aducir razones convincentes que compensen la enormidad '.oscitado una fuerte oposición entre algunos de los sectores
daño causado. mismas comunidades en las que practica normalmente.
Quienes la defienden lo hacen siguiendo líneas de amum"h lo que respecta al segundo de los argumentos de defensa,
tación que ya hemos tenido ocasión de comentar. En enormemente el valor social de esta práctica. Ni garan-
gar, se dice que lo requieren su religión o cultura y que, por la virginidad como demuestra la práctica premarital de la
tanto, para ellos es una práctica vinculante. En segundo lugllr, :norrapia, ni protege a las muchachas de las sospechas o in-
se afirma que se trata de una práctica íntimamente relaciona, !reciones. Además, genem un profundo trauma psicológico,
con su moral y las prácticas y creencias sociales que son pa una vida sexual normal en algo imposible al producir
integrante de su modo de vida. Garantiza la virginidad de I posmarital. irritabilidad, tristeza, depresión y ansiedad.
chicas evitando toda posibilidad de relación sexual en el caso d, que otras sociedades que también conceden un alto valor
la circuncisión faraónica, las exime de toda sospecha social virginidad pueden mantenerla sin recurrir a medios lesivos,
hace más fácil para ellas el encontrar un marido adecuado. pr' razón alguna que impida que los musulmanes puedan ha-
tege a la familia de la ignominia que resultaría de sus probable:
indiscreciones y así, de éstas y otras maneras, desempeña un pa
pel crucial a la hora de mantener su modo de vida tradicional , Entre las razones que alegan se cncuc·ntra la primitiva creencia según la
el c)(toris no es sino el residuo de un pene que indicaría así «falta de fe-
En tercer lugar, según sus defensores, esta práctica promuev, y que crecería hasta alcanzar el tamaño de un pene masculino si no
valores importantes que todas las sociedades deberían compar- el proceso. Véase al respecto Joumal 01 Ihe Amuican Medical Asso-
tir o al menos respetar. Regula la sexualidad de las muchacha, 274,2 1 (diciembre de 1995) pp. 17 t4- 1716. Véansc también DoRKE-
jóvenes, facilita la disciplina y el autocontrol, las protege de la y ELWORTIIY (1992) y BOODY ( t 989).

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cer 10 mjsmo. Lls opiniones tremendamente críticas al h entre los inmigrantes y sus comunidades de origen,
de mujeres a las que se les ha practicado la circuncisión ~ llevar a cabo la prohibición con compasión y sensi-
defendible de las creencias sobre la sexualidad lemeni"" , hacer que sus líderes emprendieran, a la vez, una cam-
que esta práctica hace derivar su legitimidad, también rclormas .
su contra. Sí es cierto que existe normalmente una ruerte a~í negar la defensa de la circuncisión femenina
social para que no decaiga, y las familias que disienten (" la a las niñas. Pero, ¿qué hacer en el caso de un miem-
aspecto a menudo pagan por ello un precio muy alto. Sil' Ito de una comunidad minoritaria que quiere que se le
bargo, la solución no está en el mantenimiento de la pr,,, la circuncisión estando en plena posesión de sus fa-
sino en una refonma cuidadosa dcl modo de vida que la o hablamos de una situación puramente hipotética.
te en algo necesario. Las presiones sociales generan un ' ~"fcsora nigeriana de treinta años que me oyó hablar en
vicioso forzando a los individuos a hacer cosas que prcfclI de esta práctica en una conferencia me comentó después
no hacer y sólo se puede evitar que tengan que hacerlo que grupos enteros de mujeres de su comunidad se
biendo legalmente una práctica inaceptable. normalmente a la c1itoridectomía tras el nacimiento de
El tercero de los argumentos que se aduce a favor dI' hijo, algo que ella misma babía hec ho a los 26 años.
práctica no es mucho mejor. Ciertamente, la disciplina que esgrimía para hacerlo tenía que ver con la regula-
el autocontrol son valores importantes, pero también lo MilI 'u sexualidad, un rito de pasaje, una ruptura simbólica
defensa de la salud fisica y mental y de la plenitud sexUl,1 pasado, una forma de recordarse a sí mismas que, a par-
la defensa de los primeros se asegura de ulla manera brutul momento, eran fundamentalmeme madres más que es-
expensas de los segundos, su valor se ve considerablementl' y que los deberes maternales debían estar por encima de
ducido. Lo que es más, bloquear físicamente la posibilidad 111 personal.
ma del vicio apenas se puede decir que conduzca a algún tin" deberíamos responder a esta petición? Evidente-
virtud relevan te. Nuevamente encontramos evidencia qll una mujer adu lta y en plena posesión de sus facultades
muestra que, lejos de reducirse o eliminarse la obsesión tener la libertad de hacer lo que quiera con su cuerpo.
cente con la sexualidad, la circuncisión tiende a intensi ficarla ~almente no se trata de un derecho absoluto. Si alguien qui-
puesto que convierte en algo imposible las formas normale que se le amputaran los brdzos o se le sacaran los ojos
sexualidad. se sabe que incentiva prácticas perversas y lesiva forma de penitencia, debido a un sentimiento de culpa o
Podemos así negamos a defender la circuncisión remen ev itar ser tentado por el mal, no se lo permitiríamos ale-
cuestionando aquell as asunciones que se dan por supuestas,
gando los valores que subyacen a esta práctica, negando que
Según una encuesta realizada entre 3.210 mujeres y 1.545 hombres en
nere consecuencia beneficiosa alguna. que tenga una importa el porcentaje de mujeres que favorecfan la práctica frente a aquellas que
cia cultural incuestionable. y mostrando que los argumento•. , h..dan era de 5 a 1 y. en el caso de los hombres. de 7 a l . Sin embargo. la
su favor que se alegan no bastan para superar las fuertes obj iI ~ oponfa al tipo más completo llamado farJónico. EL D AREER ( 1983).

ciones morales y de otro tipo que hemos enumerado con ant En Gran Bretaña. lras la ley de 1985. una mujer adu lta no puede somc-
" la circuncisión ni por motivos estéticos. ni sociales ni de otro tipo. En
rioridad. Es cieno que esta discusión es un tanto esquemática Unidos lo intentó prohibir el Congreso en octubre de 1993, pero no
apresurada y que sólo está pensada como ejemplo de cómo s' a volar el proyccto de ley y no se ha vuelto a inclui r en el orden del
podría desbrozar el tema y proceder a entablar y resolver un dc, embargo, en algunos Estados de los Estados Unidos de América se lo
bate sobre la cuestión. Puesto que se trata de una práctica mll un delito punible.

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gando que la incapacilaría para cumplir con sus (lb" dccisión respecto de si debemos o no permitir la cir-
sociales nonuales, que exigiría recursos sociales y qu, l. d" mujeres adultas debe IOmarse partiendo de la nece-
que se propone llevar a cabo alenta contra ladas nU\'\I',,' " aguardar el equilibrio entre sus necesidades y otras
sobre cómo los seres humanos deberían tralar sus cu, '1'" . Tenemos cuatro opciones. Primero, podemos admi-
guna de estas razones (excepto quizá la última) se al' l" lCa sin restricciones. Segundo, podemos admitirla pero
caso de la circuncisión de adultos. 11 casos claramente especificados y con ciertas condi-
La mujer implicada también podría alegar que In por ejemplo, que se trate de algo voluntario y de
occidental admite los trasplantes, el aumento o reducci(,,, basada en profundas creencias. Tercero, podemos
lumen de los pechos, la reconstrucción de nariz y labl" • lotalmente. Y cuarto, podemos prohibirla pero hacien-
rostro completo, los latuajes y los piercings. Si las mul .... It""ones cuando la solicitud es realmente voluntaria y
cidentales dan tanta importancia a sus caras, ella le da 1.. H necesidades generadas por creencias morales profun-
a sus genitales y podría preguntarse dónde está la dif, arraigadas. Debemos descartar el primero de los cursos
Podría incluso ir más allá y alegar que, puesto la socicll,,"
1 posibles porque no evidencia la desaprobación social
mite a los hombres someterse a operaciones que alargll"" esta práctica. Puesto que la tercera opción no respe-
penes, negarle a ella el derecho a la circuncisión es discl" de la mujer a la hora de elegir también debemos
torio. De hecho, si se tratara de una feminista compromCI Lo que nos deja con la segunda y la cuarta de las op-
dría incluso decir que la sociedad machista desaprueba 1" En la práctica ambas vienen a ser más o menos lo mis-
ridectomía porque los hombres definen la sexualidad el mensaje que se difunde al optar por una o por otra,
de cierto modo, prefieren a las mujeres que les dan o El segundo de los cursos de acción implica que la sa-
mentan ellas mismas ciertos tipos concretos de placer no ve nada malo en la práctica y sólo se opone a los abu-
que negarle el derecho a la circuncisión es algo sexisla Inlll pudiera suscitar, la cuarta opción supone lo contrario.
lo que se asume como en lo que implica y supone un per . se trata de una práctica objelable por los motivos an-
para su derecho elemental a definir su identidad sexual. Inalados, la cuarta opción parece la más defendible.
Aunque todo lo anterior parezca indicar que una mujer aquí he estado hablando de la circuncisión femenina
la debería lener libertad para someterse a una clilorideclollll. contexto de las comunidades minorilarias en las que re-
incluso a una infibulación, hay argumentos que apuntan ser una práctica estándar. Pero, ¿y si lo solicitara un
dirección opuesta. Si bien podría tratarse de una elección de la comunidad mayorilaria por motivos morales o
lambién podría ser una reacción ante una fuerte presión En este caso la cullura no entra en juego para nada y
quizá no en todos los casos pero sí desde luego en mucbn¡ de la mujer debe defenderse al margen de lo anterior.
aunque se tralara de una elección libre, habría que pregu ,,"uestión es cuánto peso estamos realmente dispuestos a dar-
si de verdad las personas son libres para hacer lo que una decisión individual, y hasta qué punto puede la socie-
con sus cuerpos. Teniendo e n cuenta la hisloria de las comUIII' en conjunto poner límites a esa elección personal. La deci-
dades implicadas, también es probable que si se admitiera no es fácil. Por un lado, habría que respetar las elecciones
práctica, se acabara empleando para propósitos que claramen! I,..mente lomadas y, puesto que la sociedad admite los im-
suscitarían nuestro desagrado, extendiéndose a mujeres muy JiI de mama y cosas similares, quizá también debería per-
venes o niñas. Existe asimismo el peligro de que otras muje la circuncisión femenina. Por otro lado, también restringi-
adultas fueran presionadas para someterse a esta operación . (yen ocasiones con mucha razón) las elecciones adoptadas

410 4 11
por las personas en relación a sus propios cuerpos. POI circunslancial parece sugeri r que había sido droga-
no admitimos la compraventa de órganos. Además, ., " ualquier caso, el incidenle SUScilÓ fuenes pasiones a lo
decir que la circuncisión no es como un implan te 111... ancho de la India, siendo así que unos defendían vehe-
una liposucción, puesto que implica un grado de muIII", la decisión de la chica mientras que otros la can-
sica que la cirugía estética no supone. También podrrul"" ean la misma intensidad. A juzgar por la magnitud de
la sensación de que habría que desincentivar ciertas f¡" 11 ,festaciones públicas a favor de la deci sión de la j oven,
tratar al propio cuerpo, que la circuncisión hiere las sen" que un buen número de hindúes estaba a favor de la ac-
des médicas y morales de quienes la, practican, etc. ~no prendida por la mujer. Si bien se trataba de una prácri-
con las mismas cuatro opciones que en el caso de la~ bh, bida, la presión que se ejerció sobre el Gobierno para
pencnecientes a comunidades minoritarias y debemos ~nntara alguna medida fue considemble. Pocos meses des-
tras sopesar cuidadosamente todas las consideraciones incidente el Parlamento indio aprobó una ley cande-
dieran ser relevantes. Podríamos llegar a la misma con la «glorificación» que se había hecho del tema. Los in-
que en el caso anterior (yo creo que deberíamos llegar al" libres de argumentar a favor, pero no se debía idealizar
ma conclusión), pero por razones ligeramente diferenle8, celebraciones públicas.
Nuestra decisión sobre si permitir o no una práctica CII I prohibición del Gobierno suscitó oposición entre secto-
no deberra basarse sólo en principios morales abstractos (1 rI' . 'luyentes de la opinión pública, entre ellos el liberal. Des-
derecho a la auto nomía, ya que habrá que tener en cuell' punto de vista, restringía la libertad de las mujeres para
contexto histórico y cultural junto con las posibles conse. lo que quisieran con sus vidas, les negaba la posibilidad
cias. Algo que queda muy claro si pensamos en el caso del de acuerdo con creencias religiosas profundamente
la extinta tradición hindú según la cual las viudas se in mol .. ". e interfería con el modo de vida hindú. Si bien estas
sobre la pira funeraria del marido 'o. Se desconoce el origen suscitaron importantes cuestiones relativas a la li-
esta práctica pero, de un modo u otro, se practicó durante mUl religiosa, la autonomía individual, etc., q ue no se pueden
tiem po. En los primeros tiempos del gobierno británico se por alto a la ligera tal como hicieran los panidarios laicos
virtió en algo bastante común en muchas zonas del país, y I femin istas, se Irata de argumentos objetables. La vida de
lideres hindúes mismos empezaron a hacer campañas en ~dlviduo no le penenece en exclusiva a él o a ella. Hay más
creando así un clima que facilitó que los británicos declarar,,1 que pueden plantear exigencias al respecto, por ejem-
su ilegalidad en 1829. Sin embargo, el sati se siguió praclic_n. más cercanas a los implicados. Esta es la razón por la
do, incluso en la India de después de la independencia, si bftl el suicidio se considera moral mente objetable. Además, la
se tralaba de casos raros que no suscitaban gran preocupaci6n religiosa, al igual que otras libenades. nunca puede ser
pública. La situación cambió en 1987 cuando Roop Kanw~1 y se la puede linutar cuando se la usa con propósitos
una chica culta de 18 años de Rajput que habra estado casudn Iccptables. No se mata a un infiel o a un idólatra porque así
durante ocho meses con un joven bien educado, se subió a 1.. ija la propia religión. Puesto que la práctica del sati sólo
pira funeraria de su marido siendo observada por miles de en con la li mitada autoridad q ue le brinda el ser una antigua
rusiastas admiradores. Si bien el relato de los incidentes varill supone una presión intensa para una mujer embarga-
por el dolor, confusa y socialmente vulnerable. El hecho de
' u muene sup usiera además unos ingresos considerables
10 Hasta el momento no contamos con ninguna narraci6n definiLiva. su familia política aumenta, si cabe, esa presión. Quedaba

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eliminada así una de las personas legitimadas para Ik" Ii mujeres en todos los ámbitos de la vida. si éstas fueran
bienes del difunto y el resto de los recursos familiares. , Je pensar de forma independiente y decidir por s( mis-
crificio permitía además a los familiares convertir su cu-., formas alternativas de entender sus propias tradicio-
santuario económicamente muy productivo. La prácti 1I'"rales, si se pudiera contar con que actúan libremente,
za además la inferioridad de la mujer, devalúa la vida hll" defender la posibilidad de hacer excepciones. Pero
produce un miedo cercano al terror entre las mujeres (e "" actual no se da ninguna de estas condiciones. Y no
entre los hombres) recién casadas y priva a los niños dl'l tanto de patemalismo como de contextualizar derechos
y ayuda de sus padres. y de crear las condiciones apropiadas para que se
Por ésta y o tras razones se trata de una práctica qu ejercer de manera inteligente. Incluso el paternalismo,
prohibirse. Evidentemente, esto causará profunda inqul como una restricción de las opciones individuales
una viuda que cTeyera sinceramente que era su deber mOl" . que sea por el interés colectivo de los propios afecta-
el marido, o que iría al infierno si no lo hiciera. Sin embarw" un lugar legítimo en todas las sociedades que aún no
hay muchas mujeres que encajen en esta categoría y calx' Ii il&:anzado la perfección, 10 que incluye a todas las actuales
lar su libertad religiosa si es en interés de las mujeres en g( son previsibles en el futuro.
y de los valores públicos operativos de la sociedad. Se 1
alegar que la ley, aun prohibiendo la práctica, podría garullt
una especie de «exención de conciencia») en el caso de
mujeres que se sometieran a eJla voluntariamente y
profundas creencias religiosas, siempre que los funcion",l. las sociedades occidentales prohíben la poligamia,
públicos comprobaran estos extremos. Se podría proceder el sentido de poliginia (más de una esposa), como de
que en e l caso de la circuncisión practicada a mujeres (más de un marido). Puesto que algunas comunida-
Aunque este tipo de compromiso siempre sea defe ndible, ~usulmanas practican la poliginia, sienten que se les di.-
cienos factores en este caso que complicarían su aplicación un trato injusto y han hecho campañas para conseguir que
contrarío de lo que ocurre con la circuncisión, la inmolación te la prohibición basándose en dos motivos, uno posili-
las mujeres es una fuente de beneficios económicos y de litro negativo. En el primer caso ofrecen una defensa arti·
tipo para sus fami lias políticas e incluso pam sus propios de su postura, en el segundo califican la prohibición de
y, por lo tanto. la situación se presta a muchos abusos. Adel1lti~ IIere nte, hipócrita, e incluso de racista (Cligen!, 1970; Oba-
es algo que debe hacerse en uno de los momentos más lO, 1993).
santes de la vida de una mujer, en una situación en la que musulmanes hacen una quíntuple defensa de la poligi-
ser muy vulnerable, por lo que difícilmente el compromiso panir de las tres fases de las que hablábamos antes. En el
se asuma puede ser adoptado libre y mcionalmente. Por lo de los argumentos se invoca la autoridad de la práctica,
más, la solución de compromiso que se propone no pone 1" demás se señala la impottancia que tiene para su modo de
cuestión el prejuicio sexista de la práctica. ni contrarresta la po y los valores supuestamente valiosos que encama:
sible influencia de líderes religiosos sin escrúpulos ansiosos ]lc"
manipu lar las sensibilidades religiosas de gentes analfabetas \ En primer lugar, la poliginia es una práctica cultural y re-
crédulas. Teniendo en cuenta todos estos factores, lo mejor ligiosa sancionada por el Corán y la tradición, respectiva-
prohibir la práctica. Si la sociedad hindú asegurara la igualdOl1 mente.

414 4t5
o En segundo lugar, en la mayoría de las sociedad. 1.1V0ces de los musulmanes alegan que, aunque su
mite la posibi lidad de divorciarse de una mujer hl la poligamia no resultara convincente, la sociedad
ril O sexual me nte incapaz, o si los miembros de 1" 1 harra mal en prohibirla. En primer lugar, la ley y gran
resul tan ser emocional o sexualmeote incom patibk lu opinión pú blica adrrtiten que los individuos cohabiten
to que el divorcio causa un sufrimiento consideruhlr de una mujer (u hombre) siempre que no oontraigan
dos los implicados, resulta más humano permitlt .11 io Puesto que la cohabitación apenas se diferencia
rido que tome una segunda esposa sin tener que div"" "¡mllnio, de hecho, las sociedades aceptan la poligamia.
de la primera. lugar, un hombre casado es libre de buscarse una
o En tercer lugar, todos los hombres tienden a desvlIlI (o varias amantes). Si bien existen importantes diferen-
la senda de la fidelidad matrimonial y a veces acntlO," una amante y una esposa. tampoco habría que exage-
volucrados en aventuras extramaritales con la inseElI1 En ambos casos se trata de una relación a largo plazo y
y las tensiones que implica este tipo de engaños. Se " tamcnte incidental. en la que no median las transacciones
gran ayuda para todos los afectados -además de se . Icas características de la prostitución y call-gir/s, supo-
honesto- el que se permitiera al hombre contraer I IInpl icación emocional y obligaciones mutuas y no es fá-
monio con la mujer con la que mantiene relacione~ Sin '. En opinión de los musulmanes, un hombre que tie-
ner que romper el matrimonio anterior o llevar unu amante es, a todos los erectos prácticos, alguien que
de engaños . la poligamia sin que ni la ley ni la opinión pública oc-
• En cuarto lugar. en ocasiones nacen niños como se preocupen muc ho dcltema.
cuenc ia de las relaciones extramaritales que llevan Icreer lugar, al contrari o de lo que ocuma en la mayoría
ligma de la baslardía durante toda su vida. Ademá" sociedades del pasado y actuales, las leyes de las socie-
hombres impl icados en estos procesos no tienen obl liberales no ponen dificultades ni al hombre casado ni a
ciones ni soc iales ni económicas para con ellos o sus Puede legarle sus propiedades, ella puede adoptar su
dres. En estos casos, parece una muestra de mayor goza de todos los derechos civi les o de otro tipo, no se
bilidad. no ya el permitir, sino incluso el exigir al in\i.irlera «vacía de carácter» ni se rechaza o se concede me-
que se case con la mujer embarazada y acepte la plena a su testimonio ante los tribunales. En cuano lugar, la
ponsabilidad por los hijos que pudiera tener con ella. el divorcio con fac ilidad. Teniendo en cuenta las ta-
o En quinto lugar, en algunas sociedades el número de .c''''les de rupturas matrimoniales, una media de cerca de
jeres es más elevado que el de los hombres. Esto de los hombres (y mujeres) contraen al menos dos ve-
generando una soltería obligatoria para muchas de ell matrimonio a lo largo de su vida. Los musulmanes se pre-
que desemboca una presión poco deseable sobre los m qué esto no se considera poligamia. En su opinión,
trimonios monogámicos, y acaba llevando incluso a I significa tener más de una mujer al margen de si el
prostitución. En estas situaciones tal vez fuera mejor d tiene lugar de forma simu ltánea o consecutiva. Decir que
fender la poliginia. Tras la guerra civil nigeriana, cuandl ,e refiere al hecho de contar con más una pareja simultá-
la ciudad de Calabar estaba llena de mujeres soltera, es dar una defi nición prejuiciada. Incluso si se acep-
viudas, incluso los ancianos tribales cristianos prefiri eron esta definición, tampoco ven razón alguna por la que de-
dar carta blanca a sus miembros para que practicaran I considerarse moralmente superiores a quienes tienen más
poliginia que arriesgarse a correr peligros obvios. una pareja consecutivamente en vez de simultáneamente .

4 t6 417
Alegan los musulmanes que, a menudo, el trasfondo ,1 no hay creencia alguna que no se pueda corregir o
vordo es una nueva relación, siendo así que durante un a sí misma. Si carece de un buen fundamento y ge-
ambas relaciones se mantienen a la vez.. Esto es vlrtlloll ",.~cuencias indeseables patentes, no tenemos obliga-
poligamia y muestra lo difícil que resulta trazar una I(m., de respetarla.
marcación entre poligamia y monogamia. de rechazar la defensa musulmana de la poligamia
Hasta aquí he intentado hacer un esquema tanto de 1" , • ha ,e del sexismo, también podemos demostrar que to-
sa que hacen los musulmanes de la poligamia como de )., uno de los cinco argumentos que alegan adolecen
ticas que plantean a la prohibición occidental de su p' en diversos grados. Respeclo del primer argumen-
Aunque se esgrimen argumentos interesantes, ninguno no requiere sino sólo permite la poligamia yeso
muy convincente. A la defensa musulmana se puede plalllo. 4ue se den dos condiciones. El motivo no debe ser la
objeción fundamental de que viola el principio de iguahl",1 ,no la compasión hacia vi udas y huérfanos. Y el mari-
tre los sexos que, por si fuera poco, resulta ser uno de 1 ,cr capaz de tratar a todas sus esposas con el mismo
res públicos operativos de la sociedad liberal, lo cual d y amor, una condición que la gran mayoría de los
ya es una buena razón para insistir en el mantenimiento no puede cumplir y que, como veremos, resulta cada
prohibición. Se puede ir incluso más allá y alegar que n difícil debido a la misma dinámica de la relación es-
ta únicamente de un valor liberal, sino de un valor moral a través de la poligamia. De hecho, como se puede
salmente defendible. Hombres y mujeres comparten capul el mismo Corán: «Nunca serás capaz de ser justo y
des y necesidades humanas, tienen un potencial prácticBmotl con las mujeres aunque sea tu deseo más ardiente.»
idéntico. son igualmente capaces de tomar decisiones aUl(ln una de las razones alegadas por las autoridades reli-
mas y de autodeterminarse, etc. y, por 10 ta nto, están legili de Túnez para prohibir la poligamia. Además, el hecho
dos para tener los mismos derechos e igual dignidad . Y, algll el Corán la permita es, en todo caso, una razón pero no
menos importante, resulta extremadamente difíci l defende, mento concluyente para permitirla. El Corán condena
postura comraria. Hasta ahora no ha habido ningún musullll. la usura, la lujuria, el consumo de alcohol, la acu-
capaz de defender la desigualdad de la mujer más que a I de riquezas e incluso los Estados-nación y el nacio-
de argumentos tan desacredi tados como que su capacidad . Puesto que la mayoría de los musulmanes pasan por
cional es limitada y está poco desarrollada, que su fi siol prohibiciones. su apego selectivo a la poligamia pa-
hace poco fiables sus juicios o que garantizarles la igualdad ~sado
naria la institución de la familia subvirtiendo el orden , lo referente a los otros cuatro argumentos, podemos ad-
(Goodwin, 1995). Puesto que podemos insistir con toda con facilidad el último de ellos. Cuando hay muchos más
en la igualdad de los sexos, podemos igualmente prohibir la ; que mujeres, la poligamia cobm sentido como una
ligamia sin tener ni siquiera que llegar a justificar la monos' de establecer algún tipo de orden moral en las relaciones
mia. Si los musulmanes dijeran que no aceptan la igualdad los géneros. No obstante, no es la única alternativa a dis-
los sexos y que imentar imponérsela es imperialismo culturQI de las sociedades necesitadas que pueden encontrar
podríamos alegar que hemos ofrecido una defensa adecuada otras soluciones. El hecho de que sea moralmente efl-
razonablemente persuasiva del argumento mientras que ello,. no significa que sea moralmente recomendable. En todo
su vez, no han brindado argumentos en contra convincente puesto que ninguna de las sociedades actuales se enfrenta
Puede que estemos atentando contra creencias suyas mu y arral problema, el argumento carece de relevancia práctica.

4t8 4 t9
y si bien los tres argumentos restantes pueden IC'" , lo lanto, debería extender ese respeto a la poligamia.
sentido en sociedades que se muestran fuenemente COIIII. la competición sana entre distintos modos de vida
divorcio, la infidelidad y la bastardía y que confinan 11 1, io para descubrir la verdad sobre ellos y no puede in-
jeres implicadas en condiciones degradantes, no son 11' ~'II que la monogamia es la úniea forma válida de matri-
tos válidos. La poliginia mantiene la subordinación de 1.. ,1 menos no hasta que no se hayan probado otras. A la
jeres y las hace depender de la gracia precaria de sus "", ,.<10 esto, ¿podemos asumir una defensa razonable de la
Implica explotación sexual y emocional y genera un al 'a?
insano de celos, intrigas e inseguridad. No resulta obvio IJ" _ defender la monogamia debemos tener cuidado
!aS consecuencias y otras relacionadas con ellas sean mCII" llkntificamos sólo con una de las mú ltiples formas que
ñinas que aquellas que se intentan prevenir con la poli, 1••Joptar. Los matrimonios pueden ser concenados o libres,
que las mujeres mismas no prefieran la dureza de un diw" ~"os o no, pueden estar basados en el amor, el deber o
el estigma de tener hijos ilegítimos a las ventajas que les ",cniencia, y nuestra defensa de la monogamia debería
ra ofrecer la poliginia. Aunque se pudiera demostrar ' neutra posible sin decantarse por una o varias de es-
cienas sociedades es un mal menor. sólo 10 es porque re, La monogamia es una práct ica común en muchas
el divorcio. los hijos ilegítimos. etc., y porque tratan a lu la defienden por motivos distintos. En una socie-
jeres como a parias sociales. Lo mejor que se puede hu,." licultural. deberíamos defenderla de una manera inte-
cambiar estas actitudes atacando la estructura de autoridlO" (l esperemos que aceptable) para las distintas comuni-
triarcal que da lugar a estas disfunciones y las nutre. incluida la musulmana. La defensa cristiana estándar O
es relativamente sencilla de plantear, pero no sir-
Hasta aquí me he centrado en la crítica de los argumCI propósito. A continuación, expongo un breve esque-
presentados por los musulmanes a favor de la poliginia, e,ta defensa.
pasaría si los musulmanes admitieran el principio de cual fuere la forma que adopte, en el matrimon io hay
entre los sexos y extendieran a las mujeres el derecho al menos dos personas que desean vivir juntas y es-
monio poligámieo? También podría haber solicitudes ~ ue sea para siempre (aunque luego no sea así necesaria-
de no musulmanes. y habría que garantizar a todos el . Si bien la relación que se establece entre ellos ni es ni
recho. No es fácil rechazar la poligamia porque no atenta necesariamente más importante que la que mantienen
tra ninguno de los grandes valores universales, ni siquiera lanas, padres, amigos, etc., sí es significativamente di s-
los valores públicos operativos de la sociedad liberal. Si se b. rn la forma. El matrimonio implica intimidad sexual y
en una decisión libre de las panes implicadas, la sociedad Ji In que ésta conlleva. Las panes de un matrimonio se eo-
ral debe, en principio, respetarla. Esta misma sociedad liberal como nadie más las conoce, de forma consciente o ¡o-
precia asimismo de incentivar los experimentos referidos a se revelan mutuamente aspectos de sí mismos que no
dos de vida, y la poligamia es uno. Afirma no ser patemalista revelar a los demás. Están emocionalmente unidos de
por lo tanto, no debería ir por ahí diciéndole a la gente cómo 11 distinta a como están un idos a los demás y su re lación re-
var sus vidas. Admite la ex.istencia de diferentes gustos, tcm una intensidad única. Comparten sus sentimientos más
ram en tos y necesidades emocionales, por lo que debería pe rl1\l hacen planes para sí mismos y sus niños yen su re-
tir la poligamia a aquellos que muestren su preferencia por c~ , con los demás figuran como una unidad. Todo esto es
inc1inación. Respeta las orientaciones sexuales no convencion tanto si se !rata de un matrimonio concenado como si ha

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sido una elección libre, si se trata de un a boda r0l11lll,l1 que les disciplinen y les doten de la capacidad de
si no, y tampoco importa si el matrimonio da lugar 11 "",nación educando su voluntad. Los niños también
tia nuclear o se inscribe en una extensa. .•'ntirse valorados para adquirir el sentido de autoes-
Teniendo en cuenta la naturaleza de esta relac ión, ¡" ,aber que son únicos e irreemplazables a los ojos de
deben desarrollar al menos cierto grado de confiam.1 Una familia monogámica es la ideal para generar es-
compromiso, afecto y una comprensión instintiva de )" lOes.
necesidades y estados de ánimo del otro. Aunque se t i que el matrimonio monogámico exige mucho, a ve-
ya antes de casarse, su relación adquiere un cari z disli . Sin embargo, lo sorprendente es que, cuando esto
el matrimonio, y deben aprender a conocerse a otrO nlv,·1 implicados no rechazan la monogamia sino que se
caso de algunas formas de matrimonios concertados, cambiar de parejas. Cuando la gente pasa por más de
comienza de nuevas tras el matrimonio, lo cual es aún _monio, cada matrimonio forma una unidad, tiene vida
toso. Llegar a conocer a orra persona lo suficiente como exige un compromiso mutuo exclusivo. Por lo tanto,
vir con ella es un proceso largo y difícil que requiere esposas de forma consecutiva es algo cualitativamen-
energía, ocio, una relativa ausencia de interferencias a tenerlas simultáneamente. Puesto que la naturale-
un entomo emocionalmente relajado. La relación mono ~ relaci ón es totalmente distinta en cada caso, llamar a la
cubre estas condiciones mejor que la poligámica. No e' poligamia serial es tan perverso en su acepe ión como
puedan reunirse estas condiciones en la segunda, pero no a la poligarrtia monogamia plural.
bable que ocurra en circunstancias normales. Itnonogamia implica además una disciplina sexual que
Ya es suficientemente difícil desarrollar una relación d, algunos que, de cuando en cuando, intentan escapar de
fianza, compromiso y comprensión con una persona; . "o".nri~s. Sin embargo, estos lapsos suelen ir acompaña-
a un tercero -por no hablar de más de un tercero-- probablel11~ ientos de culpa o al menos de desazón y susci-
te acabe con la relación. El tiempo, la energía, la pacienci niveles de desaprobación social. Ésta es la razón
buena voluntad son limitados, y cuanto más haya que COIl1)l1," que se hace en secreto, se generan acusaciones de trai-
menos quedará a disposición de cada una de las personas. engaño y se piden explicaciones. Nada de es 10 ocurriría
más, como ya sabemos a través de los matrimonios por ÍIlonogamia no fuera algo muy valorado por la práctica Ii-
que se dan en otras sociedades y de los triángulos amoro, Puesto que se dan los casos de infidelidad, la sociedad
los que estamos acostumbrados en la nuestra, suelen ser un decidir cómo reaccionar ante ellos. Puede reprobarlos
de cultivo para los celos, la rivalidad, la ansiedad, la insegurilliol r.'meza e imponer castigos sociales y legales, como ocunía
la. comparaciones insidiosas y la manipulación mutua. sociedades premodernas o en las sociedades musulma-
que cada esposa (o marido) sabe que es sustituible y, por lo actuales, o puede tolerarlo manifestando diversos grados
to, dispensable, carecen de esa especial unidad y lo más prot k,aprobación. Los musulmanes tienen razón al afirmar que,
es que la relación no pase nunca de ser superficial e insegu ra. ctos, la única vía de acción a disposición de una
El matri monio implica niños y éstos precisan de condicion profundamente comprometida con la monogamia es
ideales para crecer y convertirse en adu ltos sanos y reSPOI1\ .
bIes. Necesitan un entorno seguro, estable y amoroso, un a aten una visión tan punitiva comporta sus peligros. No ha
ción personal constante, oportunidades para establecer una e k- Ionado en las sociedades tradicionales, incluidas las musul-
trecha relación con sus padres y entre sí, y figuras de amorid" donde las infidelidades no es que sean algo poco común.

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y puesto que suponen severos castigos se acaba en 1,1 personas casadas se ven inmersas en una red de relacio-
sía, el chantaje social y la caza de brujas. Además, [1 más amplia y se supone que su matrimonio no debe
ciedad liberal valore la monogamia, también valorll 1" o poner en peligro estas relaciones sino, por el con-
la autoexploración, la tolerancia, el aprender de h. bntribuir a su mantenimiento. Además de ser una buena
errores, la plenitud, etc., y debe buscar un equilibrio t ll la mujer también debe ser una buena nuera y cuñada y
estos valores. Prefiere que sus miembros respeten 1 cuidar a los padres, hermanos y hermanas menores
mente las limitaciones que impone la monogamia Al contrario de lo que ocurre en el caso de la idea
amenazarles con la muerte o la pérdida de derechos 1,,\ occidental del matrimonio, en este caso las relacio-
incentivar a los esposos para que sean honestos los Ul1\l ~ritales no se consideran moralmente privilegiadas rti
otros en vez de limitarse a ser fieles manteniendo senl ", Ionalmente más intensas que otro tipo de relaciones. Se
adúlteros o pensando en el adulterio. Una vez más dcb"I"" que no tienen nada de especial y que no requieren de
ner en cuenta la compleja lógica social de las institu~" romance o un compromiso mutuo y exclusivo. Puede
prácticas. Estabilizan la vida social fijando el mínimo 01'" matrimortio romántico precise de la monogamia, pero no
cialmente necesario, refuerzan los valores defendidos PI" I ninguna razón obvia por la que todos los matrimonios de-
ciedad y dan un norte moral imponiendo al menos algún ser románticos. Una sociedad puede ver el matrimortio
disciplina sobre la conducta humana. Sin embargo, tamb"'n una forma de sustentar a la comunidad más que como
ben ser capaces de adaptarse a los fallos humanos y puedrn pensado para la plenitud personal o la expresión de víncu-
der fácilmente credibilidad y au toridad si se convienen en ~ocionales profundos. Cuando la mayor pane de una so-
excesivamente rígido e intoler_nte con la. desviaciones. t acepta esta idea del matrimonio, se socializa a sus miem-
la razón por la que nos impacientamos ante la disciplina forma consecuente, de modo que acepten la disciplina
puesta por la monogamia y, a la vez, insistimos en retenerl" y desarrollen las aptitudes requeridas. El resultado es
críticas musulmanas exponen con toda razón los defecto! relaciones poligámicas que se establecen se ven libres
hipocresía de la sociedad liberal, pero no hacen una lectura excesivos sentimiemos de posesión, de esos celos que ca-
rrecta de su naturaleza y racionalidad. a las relaciones de trío o a cuatro bandas que se dan
¿Qué tipo de respuesta podría ofrecer un crítico Occidente individualista.
al que planteáramos el primero de nuestros argumentos a lo que se refiere al segundo de los argumentos según el
del cual queremos defender la monogamia? Se trataba de UI1 la monogamia crea las condiciones ideales para el desarro-
gumento doble. En primer lugar, la monogamia establece UI y emocional de los niños, un musulmán podría alegar
relación no manipu ladora, de confianza, afectiva, y basada en · matrimonio polígamo puede crear un entorno igual de
mutuo apoyo entre dos personas. Segundo, crea un entorno o incluso mejor. que uno monogámico. Ofrece más mo-
picio para la crianza de los niños. El crítico musulmán podr de rol, porque hay más adultos que despliegan diferentes
rechazar uno de estos dos argumentos o tal vez los dos. y caracteres con los que identificarse y hay más niños
En contra del primero de los argumentos podría alegar q los que jugar. Al contrario de lo que sucede en el caso del
propicia de forma acrítica la idea del matrimonio individual i, IInmonio monogámico, los niños de un matrimonio poligá-
occidental. Las distintas culturas tienen conceptos diferent til no están tan intensamente unidos a sus padres y no buscan
sobre el matrimonio, y en algunas de ellas se lo considera al. ¡atcnción exclusiva ni se ven amenazados por el fantasma del
comunitario o familiar y no un acto individual. En estas cuh no se sienten anonadados cuando mueren y, por lo tan-

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lO, tienden a desarrollar un mayor sentido de se~ '"li que no se identifica intensamente con ninguno de ellos.
fianza y autonomía. una familia de este ti po, en el mejor de los casos,
Aunque la réplica musulmana resulte interesanl,·'" • una pareja más de adultos que su homóloga monogá-
aspectos y señale las dificultades inherentes a la (,"""" ape nas llega a formar el tipo de comunidad en la que
intercultural, no resulta convincente. Al contrario de 1.. ~sando el crítico musulmán. Y aunque la pluralidad de
roa el musulmán, no existe necesariamente una con de rol tenga sus ventajas, también tiene desventajas.
matrimonio monogámico e individualismo. Históri, ilidad de enfrentar a nnos adultos con los otros, la ri-
primero precedió al segundo en siglos, ) no hay ra, .. " que surge entre ellos por el afecto del niño, la ausencia
por la que no se pudiera incardinar el matrimonio mo", de un estructura c lara de au toridad, etc., implica que
en una red comunitaria. Además, si bien se puede s\I\' L,1 carecen de un foco moral y emocional, que se ven so-
los seres humanos para casarse y vivir con múltiples CUl a exigencias morales y emociona les contradictorias y
ros, toda la evidencia de que disponernos procedente d, menos probable que desarrollen capacidades de auto-
dades poligámicas indica que este tipo de relaciones nUII y autodisciplina.
fáciles y, desde luego, no corresponden al ideal dibuJP'¡o el principio de igualdad entre los sexos sea en prin-
nuestro musulmán. Un ideal que, en todo caso, se ba', en lo que se refiere a monogamia y poligamia. la
idea de los matrimonios poligámicos y no en la plena contribuye mejor a su realización, un argumento
entre los sexos. Además, cuando las sociedades se induwll su favor, La cultura musulmana, así como la hindú, la
zan y urbanizan, las redes comunitarias tienden a desinl"" '" y la mayor parte del resto de las culturas tienen un pre-
y los matrimonios a crear unidades separadas. Si quieren sexi sta fuertemente asentado y han sometido a las muje-
matrimonio sea un éxito, tienen que crear una relaci ón siglos a desigualdades económicas, sociales y de
en la confianza mutua, la comprensión y la amistad de 1;, Si se permitiera la poligamia, sería más probable que
hablábamos antes. Una vez más hay que decir que, cuando ventajas de ella los hombres que las mujeres, refor-
comunidades se rompen, la mayo, pane de las relacion e incluso incrementando así la desigualdad entre los gé-
convierten en impersonales y carentes de calor e inti midad, y devaluando aún más el status de la mujer. Además, la
este caso, el matrimonio adquiere una importancia inusual. 1 ~gamia tiene una fuerte influencia igualitaria. Dota a la mu-
miembros de un matrimonio pasan a considerarse mutuam. un sentido de la dignidad, autoestima y seguridad, le con-
generadores de sentimientos de seguridad, de intimidad, de un espacio propio relativamente inviolable y más o menos
prensión intuitiva, de fuertes refuerzos emocionales y de ismos derechos sobre las propiedades del marido y los hi-
sensación de ser valorados que la sociedad en general les ha~1 AIgunos han alegado contra este argumento que la poliga-
brindado hasta entonces. Una relación monogámica ofrece de hecho, incrementa el status y el poder de las mujeres
tas seguridades más fáci lmente que una poligámica, cuentan con la seguridad y la fuerza que ofrece la soli-
Además, puesto que es muy probable que el matrimonl pueden compartir las tareas domésticas, e incluso ayu-
poligámico se vea marcado por los celos, una competitividall mutuamente para estudiar una carrera". Pero exisle esca-
poco sana por el afecto, por la inseguridad, por las intrigas y 1ft
manipulación mutua, no es muy probable que pueda dar luga! 1I El Antiguo Testamento admite la poliginia. y Jesús ataca el adu lterio y
a un entorno propenso al desarrollo de los niños. Sí es ciert Mllvorcio, pero mantiene silencio respecto de la poliginia. V6anse CATRN-
que en una familia poligárnica el niño cuenta con más modelo: (1974) y HASTlNGS ( 1974). Si se busca una buena disc usión en torno a

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sa evidencia que permita colegir que esto sea asf. Pu~ ,1" relatadas por sus propios escritores. Una vez reducidos
puede enfrentar a unas mujeres con otras yes fácil rq'" "cuerdos existentes en torno a los válores y las generali-
ni tienen sensación de seguridad ni los suficientes I empíricas, ya se ha preparado el terreno para buscar un
común como para crear vínculos de solidaridad, La 1" ,obre la deseabitidad de la monogamia. A efectos de
reduce las exigencias que se plantean a cada una de lu' la acusación de que nuestros argumentos se basan
pero las ventajas que esto pudiera generar se ven conu·o¡ ... . JUlcios culturales, podemos señalar el hecho de que mu-
por las tensiones psicológicas y ansiedades de las qu musu lmanas han empezado a abandonar la po-
mos ames, siendo así que hay formas más aceptables ti Aunq ue la prohibición de estos matrimonios sólo se dé
de seguridad a las mujeres casadas. (1In"~n te en Túnez, en muchos otfOS países se desincentiva
Si bien esta respuesta y otras probablemente no con\ activa". Puesto que podemos asumir que su religión y
plenamente al crítico musu lmán, deberían conducirle ni les preocupa profundamente y también que contarán con
a apreciar de alguna manera el valor de la monogamia, ",
según ciertas generalizaciones empíricas, ésta parece I
mejor determinados valores. Aquellos valores que reclam,"1
t periencia considerable respecto de los efectos sociales de
.gamia, su forma de actuar no es sino un argumento más a
de la monogamia.
relación de confianza, afectiva y no manipuladora, son lo tanto, la sociedad liberal hace bien al prohibir la poli-
generales y probablemente serán compartidos por la maY"I" . La práctica atenta contra el principio de igualdad entre los
los musulmanes, Existen algunos desacuerdos sobre y genera las desafortunadas consecuencias de las que ya
lizaciones empíricas, pero se pueden minim izar apelandl' hablado. En lo que se refiere a la poligamia, las coneJu-
vestigaciones psicológicas y sociológicas, a relaciones anl! no resultan tan evidentes. Si bien moralmente la monoga-
lógicas sobre los matrimonios polígamos y, sobre todo, más defendible que la poligamia, esta última no constitu-
experiencias de las sociedades musulmanas mismas tal mal sin paliativos porque e1l sí misma no viola la dignidad
ni la libertad ni ningún otro de los grandes valores mo-
Si se pudiera demostrar que no tiene consecuencias inacep-
la poligamia, véase Eugene HJLLMAN (1975). J. S. MIU- en su ensayo Sob" si se acabara la desigualdad actual en lo que se refiere a lo
libertad, cap. 4, alega que la poligamia es una «infracción indirecta» del
cipio de libertad porque subordina a la mujer al hombre . Esto sólo es
rUco, el status social y la autoestirna entre hombres y mu-
peCIO de la poliginia y no se aplica a la poligamia. Mili admite la ooli1!lnlj, si las mujeres pudieran tomar sus decisiones tan libremen-
los mormones porque se trata de una religión voluntariamente los hombres y si importantes sectores sociales estuvieran
cualquier mujer se convierte por voluntad propia y condena el que se LiMando a favor de la poligamia, deberíamos reconsiderar
da una «cruzada civiliz3tOria» en eonLen. La rama de Utah de la punto de vista. Puesto que, hoy en día, no se dan esas
bcrtadcs Civi les Americanas» sol icitó a esta últ ima que ~co n"iniera el
cimiento legal de la poligamia en una causa nacional al igual qu~ se
~di ciones, hacemos bien al seguir prohibiéndola.
hecho anteriormente con los derechos de los gays y las lesbianas» basánc1
en el hecho de que una sociedad liberal debe respetar ~ l a diversidad en lo, Aunque muchos paises musu lmanes admiten la poliginia. se la somete
li los de vida». El alcalde Dan Barlow, que tiene cinco esposas, señaló que .' restricciones. En Siria se prohíbe si el marido no parece contar con los
una em liberal que condona todo tipo de estilos de vidu alternativos parece II suficientes para mantener a más de una esposa, yen Marruecos e lraq,
locura censurar a un hombre por tener mis de una fami lia». Una abogada ti parece probable que las trate con igual justic ia. En Pakistán y Bangladesh
era, ella misma, una de nueve esposas, pensaba que «es la forma idea l para u -.e permite si se cuenta con el permiso de un tribu nal de arbltraje. En Jor.
mujer de criar a sus hijos y tener una carre ra a la veZlt. Todo esto en New Yo una mujer puede estipular al ca.o¡an;e que su esposo no debe tOlllar otra
Times, 9 de abril de 1991. mientras dure su matrimonio.

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4. Observaciones generales un grupo de valores gane al otro automáticamente y.
existe entre ambos una relación dialéctica y mutua·
He esbozado el esquema de una posible teoría d ladora.
ción intercultural y lo he aplicado a casos concretos, ,Irll . uno de los aspectos de la evaluación intercultural
que sería imponame señalar algunas de las más im, ... 1 ¡carácter moral. ésta no reviste una naturaleza exclusiva-
complicaciones que presenta. La evaluaci6n de las 1".' moral. Una práctica cultural tiene una naturaleza tridi-
minoritarias es necesariamente contextual en el sentid!> ,1 Se basa en una autoridad normativa. es pane de un
ha de hacerse en el contexto de una comunidad pol(tl<.' vida relevante que contribuye a sostener y tiene un
creta cuyos valores públicos operativos conforman lIIIII específico que implica determinado tipo de conduc-
punto de partida como el marco de referencia. Los valor, se le quiere hacer justicia hay que tener en cuenta sus tres
dan a distinguir las prácticas moralmente relevantes d y no limitarse a considerar su contenido. que es lo
lIas que no lo son. e indican por qué algunas de es las ÚII" a hacer una evaluaci6n de tipo moral. Aunque consi-
resultan prima Jacie inaceptables. Si bien los valores publ que. moralmente. una práctica es poco deseable o pro-
operalivos estructuran y dan forma al discurso. no por ell,. podemos decidir permitirla debido a la fuene autori-
sultan ser no negociables. Si el ponavoz de una minoría la sustenta o al papel que desempeña en la conservación
demostrar que estos valores al series aplicados generan modo de vida. Hay que equilibrar las dimensiones cultu-
minación. o que descansan sobre un concepto del bien morales de la práctica. lo que a su vez depende de lo cen-
vamente cermdo. o que son incoherentes. etc .• el resto de 111 resulte ser la práctica en cuestión para el modo de vida
ciedad debe ofrecer una defensa persuasiva de ellos o y de su grado de inaceptabilidad moral.
revisarlos e incluso abandonarlos. En un diálogo inlercul forma de práctica cultural puede ser juzgada al
no escapan al escrutinio muluo ni el modo de vida de la contexto social más amplio y de las probables con-
ría ni el de la mayoña_ a largo plazo que genere. Si la juzgamos en sí mis-
Aunque la evaluación intercultural sea conlextual . no hay l.' ipodemos llegar a la conclusión de que no hay nada malo en
zón alguna por la que quienes participan en eUa no puedan ni, Ircuncisi6n voluntaria de mujeres adu ltas. en la poligamia.
gar a sus favor valores universales. Como ya hemos ten ido venta de órganos. o en el sali. Sin embargo. podemos que-
si6n de ver. estos valores exislen y conforman la base de 1 con la sensación de que. a la luz de la historia. las tradi-
argumentos morales. Si los valores púbLicos operativos de un .. o las desigualdades existentes en la moral cultural de una
sociedad atentan contra eUos. tal como ocurre en el caso del rn, dada. es fácil que se abuse de estas prácticas. que no
cismo, el fascismo. los regímenes tiránicos o sexistas. se I lalcancen los propósitos que se perseguían con su implanta-
puede poner en entredicho con toda razón. Sin embargo. hu . o que generen consecuencias inaceptables a largo plazo.
que interpretar esos valores universales en sintonía con las cir lo tanto habría que prohibirlas. Puesto que las consecuen-
cunstancias locales y en relación con la estructura moral y cul son una pane imponante de nuestra aquiescencia. y puesto
turdl de la sociedad afectada. Resumiendo. si se quiere que re. ~e trata de algo históricamente contingente. existe la posi-
sulten convincentes hay que contextualizarlos. Aunque se pueda de que prohibamos algo en una sociedad. o en un mo-
recurrir a ellos para poner en cuestión los valores públicos ope- histórico determinado. o bajo cienas circunstancias. pero
rativos de una sociedad. los valores universales también depen- en otras. sin que por ello incurramos necesariamente en al-
den de estos últimos para adquirir relevancia. sentido y eficaci". ti po de inconsistencia.

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Al igual que cualquier otro discurso político. el dj¡il"~d
tercultural es necesariamente polifacético. hetcrogéne
ca la utilización de argumentos de tipo diverso. así COtll"
rentes niveles de general idad. En algunos casos el argu l1""
analógico: puesto que permitimos la cirugía de mamas 11 1
habitación con diversos compañeros, también deberfal1l11
milir la poligamia o la circuncisión femenina. A veces
a valores universales: no habría que someter a los niño, ,,
irreversibles y hab ría que tratar igual a las mujeres qu, .,
hombres. En otras ocasiones la última instancia resolutOll11
los valores públicos operativos: no pennitiremos la cenMII
, RELIGiÓN Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN
obras creativas o los actos de sati porque atentan contro
IrOs valores más centrales y constitutivos. Y aun en Olro'
mentos recurriremos a la identidad cultural o histórica de 1..
ciedad: no vamos a tolerar la poligamia porque va contra versos satánicos
aquello que defende mos y niega el resu ltado de años de
En resumen, cada una de las partes en disputa utiliza el tip" veces se dan situaciones en una sociedad multicu ltural
argumento que le resulta más fácil defender. o que parezca l' a la luz los profundos desacuerdos morales y cultura-
ducir mejor a los resultados deseados. A no ser que se tral, existen entre las distintas comunidades que la componen
un argumento patentemente irrelevante o totalmente inintel"l que se suscite una crisis. En los últimos años, el suce-
ble para los otros, no se lo puede pasar por alto. Así, la lejor ilustra este tipo de tensiones es la controversia que
ción intercultural es, necesariamente, caótica e implica ~usc itado ÚJs versos satállicos de Salman Rushdie ( 1988).
nuoS cambios de nivel, estilo y lenguaje. Lo que a vece contr.uio que en Hijos de la medialloche (1981), en el que
convierte en algo exasperame que requiere de una dosis ie exploraba sus raíces en Bombay, y al contrario también
derable de paciencia y comprensión . lo que escribiera en Vergüell:a ( 1983), un trabajo menor que
sobre Pakistán, Los versos satánicos es casi una meta-
en la que se explora la naturaleza del Yo. Utilizando el
de la migración como metáfora de la muerte y resurrec-
Rushdie analiza las formas en que el Yo, inevitablemente
hnado en un lenguaje concreto que fija el modelo acepta-
de relaciones y describe el entorno natural y social. se re-
¡tuye a sí mismo como reacción ante los cambios.
Al igual que cualquier método científico por el que se opte
ser el adecuado en relación al tema de estudio, una técnica
deberfa ser la adecuada para poder realizar una explora-
sensible de un área relevante de la experiencia humana. Al
desde la Primera Gu~rra Mundial, muchos escritores han

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