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ERTEXTUALIIAI ,
¡.
"fllORíA DE LA INTERTEXTUALIDAD
EN ALEMANIA
Selección y traducción
del alemán y el inglés
Desiderio Navarro
Prefacio
Man'red P'isler
ti
CASA DE LAS AMÉRICAS
UNEAe
Colección CRITERIOS. Antologías representativas de un autor, país, ••
problemática o enfoque que, al igual que la revista homónima,
divulgan en el mundo de habla hispana lo más actual e importante
del pensamiento teórico-cultural que se produce en otras lenguas.
INTERTEXlUALITAT I
Con este, su quinto volumen, la colección inicia la serie
Alemania en el pensamiento actual.
LA TEORíA DE LA INTERTEXTUALIDAD
EN ALEMANIA
Selección y traducción
del alemán y el inglés
Desiderio Navarro
Prefucio
Manfred pfister
Títulos publicados:
Desiderio Navarro
teórica alemana y apenas he podido traducir y divulgar de ese creciente particularmente evidente cuando los confrontaba con los teóricos de lengua
acervo teórico 17 trabajos de estética, teoría literaria y teoría del teatro - alemana que había podido leer por entonces, en su mayoría atentos a la di-
muy pocos si se los compara, por ejemplo, con los 45 trabajos polacos, los námica, las funciones, la pragmática y la recepción de esas formas en el mar-
55 franceses, o los 104 rusos que he traducido y publicado hasta hoy, casi co de los procesos comunicacionales literarios y sociales. Esa diferencia,
siempre a través de Criterios. bien visible en el presente volumen de la antología en los textos de Lachmann
A pesar de las dificultades y obstáculos, me cabe la satisfacción de haber y Pfister, lo será también en trabajos incluidos en el segundo volumen, como
escogido y ofrecido siempre sólo nombres de primera línea en los respectivos los de Bernd Schulte-Middelich y Wolf-Dieter Stempel.
momentos del pensamiento cultural alemán: de Erich K6hler a Dieter Schlen- Ahora bien, si el prólogo a Intertextualité me liberó de la necesidad de
stedt, de Peter Bürger a Erika Fischer-Lichte. Y de que haya sido precisamente comenzar aquí haciendo toda una serie de observaciones y reflexiones his-
con el nombre de un destacado investigador alemán como Manfred Pfister con tóricas sobre el término y el concepto, su destino y sus ecos internacionales
el que se inició la presencia de la teoría de la intertextualidad en Criterios. Ya y locales, el orientador y conciso prefacio del Pro! Dr. Manfred Pfister me
en el prólogo a Intertextualité yo evocaba cómo a fines de la década de los 80 exime ahora de la tarea de realizar una breve presentación inicial de los
Criterios dirigió su atención a la intertextualidad «en retroalimentadora res- avatares alemanes de la teoría intertextual, presentación que nunca hubiera
puesta al creciente interés local por el pastiche, la parodia, el remake, la cita y podido alcanzar la competencia y perspicacia de uno de sus más destacados
otras formas de intertextualidad, determinado sobre todo por la orientación protagonistas.
creadora de la joven plástica de esa década, así como por el encuentro de un Sobre la versión al español, he de advertir que, en consonancia con el
público nuevo con la edición cubana de Borges (1988), El nombre de la rosa y principio seguido rigurosamente por Criterios de no publicar traducciones de
muchas otras muestras del arte postmodernista». y, tras recordar que en 1989, traducciones -a menos que la traducción primera hubiera sido realizada por
como invitado alll Encuentro Internacional de Criterios, Manfred Pfister dictó el propio autor del original o que el texto en la lengua original hubiera des-
en la Casa de las Américas, durante una semana, un ciclo de conferencias so- aparecido-, las traducciones del inglés que aquí aparecen no son re-tra-
bre la intertextualidad, destacaba que, con la publicación, en su nO 29, de una ducciones al español de traducciones al inglés de textos publicados original-
de las conferencias leídas por él, Criterios comenzó a ofrecer en sus sucesivas mente en alemán, sino traducciones de trabajos publicados originalmente en
entregas trabajos recientes sobre la intertextualidad de teóricos de Europa y inglés por autores alemanes que, como anglistas, desarrollan parte de su ac-
América del Norte -Nycz, Hutcheon, Pavlicic, Glowinski, Hatten...-, y, entre tividad cientifica internacional en la lengua de la literatura que estudian.
ellos, algunos de los aquí recogidos, desde hace mucho dificilmente accesibles En los originales escogidos para los dos volúmenes de esta antología,
en números agotados de la revista. tanto en los escritos en alemán, como en los escritos en inglés, aparecen, con
Con esta nueva antología se le presentan al lector los más importantes fines de ejemplificación, citas y títulos de obras literarias en inglés, francés e
pensadores alemanes sobre el tema con textos que han devenido, por así de- italiano. Dada la compleja naturaleza textual e intertextual (en los planos
cir, clásicos, mencionados en las bibliografias de casi todos los artículos y li- lexical, sintáctico, estilístico y hasta gráfico) de muchos de ellos, imposible
bros alemanes posteriores, y a menudo citados y tomados en ellos como fun- de reproducir satisfactoriamente en nuestra lengua, he decidido proceder de
damento o como objeto de discusión. En los siete trabajos aquí reunidos de igual manera que los teóricos antologados: reproducir las citas y títulos en
Renate Lachmann, Manfred Pfister, Heinrich Plett y Ulrich Broich se trazan su lengua extranjera original sin intentar ofrecer una traducción propia. En
niveles del concepto de intertextualidad, se discute la influyente noción de in- cambio, las citas de obras teóricas en inglés, francés o italiano, que no plan-
tertexto universal, se examinan la gradación y los modos de marcación de la tean tales problemas especificas y forman parte esencial de la exposición, las
intertextualidad, y se estudian las relaciones de ésta con fenómenos como la reproduzco exclusivamente en traducción al español -a menos que en el ori-
dialogicidad, el sincretismo y el postmodernismo. ginal el autor llame la atención especialmente sobre los términos o expresio-
En el ya citado prólogo a Intertextualité, yo le reprochaba a la mayoría nes usados originalmente en la lengua extranjera.
de los téoricos de la intertextualidadfrancófonos su ahistoricismo, su desinte- Como bien dice Renate Lachmann en el artículo que da inicio a esta an-
rés por la dimensión comunicacional e histórico-social de la intertextualidad, tología: «Los propios teóricos de la intertextualidad representan un modelo
su atención exclusiva a la ontología de la intertextualidad, a la descripción y de la intertextualidad, en la medida en que el entrelazamiento de sus produc-
taxonomía de sus formas y estructuras. En aquel momento eso se me hacía tos teóricos por citas, alusiones y réplicas ya parece delinear un nuevo tipo
6 Desiderio Navarro
Al lector 7
teórica alemana y apenas he podido traducir y divulgar de ese creciente
'el, te cuando los confrontaba con los teóricos de lengu~
acervo teórico 17 trabajos de estética, teoría literaria y teoría del teatro _ particularmente¡,VI :~ido leer por entonces, en su mayoría atentos a la dl-
muy pocos si se los compara, por ejemplo, con los 45 trabajos polacos, los alemana que ha. la p la pragmática y la recepción de esas formas en el m~r
55 franceses, o los 104 rusos que he traducido y publicado hasta hoy, casi námica, las funcIOnes, . . . nales literarios y sociales. Esa diferenCia,
siempre a través de Criterios. cesos comumcaclO h
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'bl n el presen e vo u u'J e la antología en los textos de Lac mann
A pesar de las dificultades y obstáculos, me cabe la satisfacción de haber bien
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t lo e esera, tam b"len en trabag'os incluidos en el segundo volumen, como
escogido y ofrecido siempre sólo nombres de primera línea en los respectivos y PJIS er, M;ddelich Wolf-Dieter Stempel.
momentos del pensamiento cultural alemán: de Erich K6hler a Dieter Schlen- los de Bernd.Schu~te~ ~ólogo :Intertextualité me liberó de la necesidad de
stedt, de Peter Bürger a Erika Fischer-Lichte. y de que haya sido precisamente Ahora bien, SI ~ ~
con el nombre de un destacado investigador alemán como Manfred Pfister con ' haClenuo toua una sen'e u'J e observaciones y reflexiones
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comenzar aqUl , . nce to su destino y sus ecos internaclOna es
el que se inició la presencia de la teoría de la intertextualidad en Criterios. Ya tóricas sobre e~ termmo y el c~ 'Prejacio del Pro! Dr. Manfred Pfister me
en el prólogo a Intertextualité yo evocaba cómo a fines de la década de los 80 y locales, el onentador y dconClsol'p una breve presentación inicial de los
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::~~:r:s~;:manes teorí~ intertext~al~~:e:::c~ns~;em::n~:s~:c~;:O:
Criterios dirigió su atención a la intertextualidad «en retroalimentadora res-
puesta al creciente interés local por elpastiche, la parodia, el remake, la cita y de la
podido alcanzar la competencia y persplca I
otras formas de intertextualidad, determinado sobre todo por la orientación
creadora de la joven plástica de esa década, así como por el encuentro de un protagonistas. . , 1 añol he de advertir que, en consonancia con el
público nuevo con la edición cubana de Borges (1988), El nombre de la rosa y Sobre la ~ersl~n a esp 'or Criterios de no publicar traducciones de
muchas otras muestras del arte postmodernistQ»). y, tras recordar que en 1989, principi~ seguido ngurosam~nt:r~ducción primera hubiera sido realizada por
como invitado al 11 Encuentro Internacional de Criterios, Manfred Pfister dictó traduccIOnes -~~en~s ~u~ : que el texto en la lengua original hubiera des-
en la Casa de las Américas, durante una semana, un ciclo de conferencias so- el propio autor e ordlgm~ Jell'nglés que aquí aparecen no son re-tra-
bre la intertextualidad, destacaba que, con la publicación, en su nO 29, de una •J las tra ucclOnes u' .. 1
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de las coiferencias leídas por él, Criterios comenzó a ofrecer en sus sucesivas ducciones al eSfan~1 de tr;duc~lOne de trafajos publicados originalmente en
entregas trabajos recientes sobre la intertextualidad de teóricos de Europa y ~en~e en aleman, smlo t;:e;Cq~:n;;mo anglistas, desarrollan parte de su ac-
América del Norte -Nycz, Hutcheon, Pavlicic, Glowinski, Hatten...-, y, entre mgles por autores a e m , r ura ue estudian.
ellos, algunos de los aquí recogidos, desde hace mucho dificilmente accesibles tividad cientifica internacion~l en la le~gu~ de la l::~es d: esta antología,
en números agotados de la revista. En los origi~ales escogl,dos parae:;os ::~tos en inglés, aparecen, con
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dialogicidad, el sincretismo y el postmodernismo. l' t en traducclOn a espano
sobre los términos o expresio-
En el ya citado prólogo a Intertextualité, yo le reprochaba a la mayoría
. . 1 t en la lengua extranjera.
, de los téoricos de la intertextualidadfrancófonos su ahistoricismo, su desinte- nes usados ongma men e 1 t' ulo que da inicio a esta an-
rés por la dimensión comunicacional e histórico-social de la intertextualidad, Como bien dice Ren~t~ Lachman~ en e ar ~~dad re resentan un modelo
su atención exclusiva a la ontología de la intertextualidad, a la descripción y tología: «Los pro~ios teoncos ;~la ~nte:~e::::trelaza~ientode sus produc-
de la intertextuahdad, en l~ me I a ~ /
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taxonomía de sus formas y estructuras. En aquel momento eso se me hacía arece delinear un nuevo tipo
tos teóricos por citas, alUSIOnes y rep Icas ya p
8 Desiderio Navarro
Los Naranjos, diciembre del 2003 tér~i:o yOOel desarrollo de un concepto, selec. y trad. por Desldeno Navarro,
Criterios, La Habana, 1997. En adelante: ""]
10 Manfred Pfister
Prefacio 11
sistencia- por. la vía de la traducción media década más tarde,2 y por
Si bien eso implica cierto estrechamiento del ~oco d~ l~ ~tención,s
la vía de un pnmer résumé crítico de Klaus W. Hempfer una década
3 . d al mismo tiempo, a promover una mayor dlferenclaclOn de con-
más tarde. Sin embargo, fue sólo entre principios y mediados de los tientose, rivalizantes y de diversas formas de mtertextua
. l'd d '1.
1 a , esto u tlmo
años 80 en adelante que la transmigración de la teoría y el análisis in-
tertextuales de la Rusia Soviética a Francia y más allá de ésta hallaron
~p lf'ado a menudo por la obra del crítico francés Gérard Genette, Pa-
msp sestes: La littérature au second degre., 6 E11o. tamb'len
lim , cond' UJO a abm.
un te~en~ part~cularmente receptivo en Alemania. Su impacto en los
el :odelo intertextual ~e análisis a gé~eros prevIamen~e pasad~s .p0~ alto
estudIOs IIteranos alemanes halló su más visible expresión en cierto
por los estudios literanos, como, por ejemplo, los e.scnto.s de vIaJes, y a
n~mero de r~copilaciones de ensayos dedicadas a los conceptos rela- campos más amplios más allá de lo meramente IIterano y.tex~al. En
cIOnados de mtertextualidad y dialogicidad: Dialogizitat de Renate
este contexto, las nuevas formaciones lexicales con el prefijO «mt~r-»,
Lachmann y Dialog der Texte de Wolf Schmid y Wolf-Dieter Stempel, que aluden a la acuñación de la Kristeva, han demostrado ser maravIllo-
ambas concentradas en contextos eslavos y romances; Intertextualitat samente prolíficas. Hasta la palabra «interpretación» consagrada por el
de .Ul~ich Broich y de quien escribe estas líneas, e Intertextuality de tiempo -en el triple sentido de traducción, performance y comenta-
Hemnch F. Plett, ambas proyectos de anglistas alemanes. 4
rio- aparece ahora casi como un neologismo acuñado según el modelo
Lo que caracteriza la mayoría de esas apropiaciones alemanas des- de la intertextualidad: es usada de una manera que destaca cada traduc-
de e~ principio ~s el intento de «contener» o desactivar el principio ex- ción de una lengua a otra, cada performance de un libreto, guión o parti-
P,IOSIVO de una mtertextualidad general de todos los textos, que acaba- tura, cada lectura y cada exégesis, como un nuevo intertexto que, a su
na de una vez por todas con todos los conceptos de intención autoral vez, provoca ulteriores intertextos. En este contexto, Ina Schabert, por
unidad textual o lectura coherente: el intento de alinear los estudios in~ ejemplo, acuñó la palabra <<1nterauktorialitat» (<<interautoralidad») para
tertextuales con los standards filológicos de intersubjetividad analítica llamar la atención sobre las muchas obras de ficción actuales en las que
transparencia racional y responsabilidad hermenéutica. En el centro d~ autores postmodernos participan en un diálogo metaficcional con la
los estudios intertextuales alemanes están, pues, no las visiones vertigi- vida y las obras de un autor del pasado. 8 Lo que es más importante: los
nosas de un universo de textos en el que cada texto resuena con todos diálogos entre obras de arte, que vinculan la literatura a otros med~a y a
los otr~s en un regressus ad iJifinitum que desafia toda exégesis contro- las otras artes han sido subsumidos explícitamente bajo el modelo mter-
lada, smo los más puntuales diálogos entre textos y géneros como se textual con eiiquetas como Interart [interarte] o Intermedialitat9 [inter-
han inscrito en su lenguaje y estructuras en citas, alusiones, ecos in-
o • , • ,
medialidad] yeso ha estimulado la investigación extensiva sobre, diga-
verSIOnes lromcas o reescrituras paródicas. mos, obras dramáticas y novelas puestas en escena, filmadas, televisadas
2 La tra?ucción alemana, «Wort, Dialog und Roman bei Bachtin», apareció por 5 Tal estrechamiento del foco de la atención aparece, por ejemplo, en estudios
vez pnmera en Jens Ihwe, ed., Literaturwissenschqft und Linguistik Frankfurt estructuralistas altamente especializados de procedimientos intertextuales par-
1972, vol. 3, pp. 345-375. ' , ticulares, como el «marcaje» de la intertextualidad; cf. Jorg Helbig, Intertex-
3 K. W. Hempfer, Poststrukturale Texttheorie und narrative Praxis Munich tualitiit und Markierung. Untersuchungen zur Systematik und Funktion der
1976, pp. 53-55. ' , Signalisierung von Intertextualitiit, Beitrage zur neueren Literaturgeschichte,
141, Heidelberg, 1996.
4 Renate Lachmann, ed., Dialogizitiit, Theorie und Geschichte der Literatur
und der SchOnen Künste, A, 1, Munich, 1982; Wolf Schmid y Wolf-Dieter 6 Gérard Genette, Palimpsestes: La littérature au second degré, Paris, 1982.
Stempel, eds., Dialog der Texte. Hamburger Kolloquium zur Intertextualitiit 7 Cf. Manfred Ptister, «Intertextuelles Reisen, oder: Der Reisebericht als Inter-
Wiener Slawistischer Almanach, Sonderband 11, Viena, 1983; Ulrich Broich text», en: Herbert Foltinek et alii (eds.), Tales and 'their telling difference'.
y Manfr~d Ptister, eds., Intertextualitiit. Formen, Funktionen, anglistische FestschriftjUr Franz K. Stanzel, Heidelberg, 1993, pp. 109-132.
Fallstudlen, Konzepte der Sprach- und Literaturwissenschaft 35 Tubin- 8 Ina Schabert, «Interauktorialitat», Deutsche Vierteljahresschrift für Lite-
ga, 1985; Heinrich F. Plett, ed., Intertextuality, Research in Text The~ry / Un- raturwissenschafl und Geistesgeschichte, 57, 1983, pp. 679-701.
tersuchungen zur Texttheorie, 15, Berlín, 1991. 9 Ulla-Britta Lagerroth, Hand Lund y Erik Hedling, eds., Interart Poetics.
Essays on the Interrelations ofthe Arts and Media, Intemationale Forschungen
/
12 Manfred Pjister Prefacio 13
o convertidas en ópera, o sobre la «ékfrasis» literaria, la representación s intertextuales, Y la «condición intermedia [in-betweenness]» de los
verbal de obras de arte visual o música. 10 Inspirados por la teoría foucaul- :pacios en que ellos ocurren es también ~a. condición int~rmedia ~ntre
tiana, los críticos hablan ahora de /nterdiskurse [interdiscurso] o /nter- lenguajes, discursos y textos. De manera SImIlar, los Estudios de Genero
diskursivitiit [interdiscursividad] -una noción que extiende la intertex- emplean con frecuencia métodos y nociones derivadas de la teoría inter-
tualidad más allá de los textos individuales a formaciones discursivas textual: el concepto ampliamente utilizado de una «re-escritura» feminis-
más amplias, tales como el discurso de la razón o de la sexualidad en un ta de los textos masculinos canónicos es aquí un caso ilustrativo. 16
p~ríodo p~rticul~r, co~v~rtiendo así la intertextualidad en un caso espe- El nuevo y acalorado debate sobre los cánones nacionales e internacio-
cIal de la mterdlscurslvldad. 1I Y, apuntando a cuestiones aún más am- nales, que se propagó de los Estados Unidos a Alemania en los años 90,
pli,a~, el término /nter~lturalitiit ~interc~lturalidad] ha devenido progra- invoca constantemente diálogos intertextuales a través de los límites de
matico para los estudIOs de relacIOnes mtertextuales e interdiscursivas períodos y culturas como un medio crucial de formación de cánones. 17
e~tre diferentes culturas, en particular las vinculadas en un pasado colo- Los cánones son una parte central de lo que ha venido a ser llamado
malo un presente postcolonial compartidos.1 2 kulturelles Gediichtnis (<<memoria cultural»), ese archivo de textos, imá-
, ~?mo in~ican estos términos recientemente acuñados, la teoría y genes y rituales compartidos a través de los cuales una cultura particular
anahs~s de la mtertextualidad en Alemania y en otras partes ha devenido defme y proyecta su identidad y que ahora es estudiado muy intensamen-
parte mtegral de algunos de los más vitales proyectos de investigación en te en Alemania. 18 Aquí, la noción misma de un archivo de textos re-utili-
los últimos veinte años aproximadamente: conceptos centrales de los Es- zado, re-performado, re-ciclado a través de los siglos, está endeudada
tudios Coloniales y Postcoloniales como «el Imperio escribe replican- con las teorías de la intertextualidad, como lo está la noción de la cultura
dm>,13 «hibridez»14 o «pasajes»15 implican palimpsestos y negociacio- no como un texto estático, sino como una performance y re-performance
de sus textos e imágenes fundacionales. 19
zur Allgemeinen und Vergleichenden Literaturwissenschaft 24 Amsterdam
Si la teoría intertextual y los estudios intertextuales todavía están
199:; Peter Zima, ed., Literatur intermedial: Musik - Maler;i - Photographi;
- Film, Darmstadt, 1995; Jorg He1big, Intermedialiiit. Theorie und Praxis vivitos y coleando en Alemania en estos días, eso, ciertamente, tiene
eines interdiszipliniiren Forschungsgebiets, Berlín, 1998. mucho que ver con lo que acabo de describir: su dispersión a través del
lO K1aus ~irscherl, ed., Bild und Text im Dialog, Passauer Interdisziplinare amplio espectro de enfoques críticos actuales de textos y culturas en el
KolloqUlen, 3,. Passau, 1~93; Mario K1arer, ed., Word & Image. A Journal of presente. Como esbocé brevemente en el párrafo anterior, la noción de
Verbal and Visual Inqulry, vol. 15, 1: número monográfico especial sobre intertextualidad se presta a ser subsumida bajo una gran variedad
E¡grasis.
de intereses teóricos más amplios. Otra razón para que la intertextuali-
11 Jü~gen ~ink. y I.!lla Link-Heer, «Diskurs/Interdiskurs und Literaturana1yse»,
12 ZeltschrifijUr ~lteraturwissenschaft und Linguistik, 20/77, 1990, pp. 88-99.
dad siga gozando de buena salud hoy ~lía es, seguramente, el hecho de
M.K. Lasat?WICZ, ed., Interkulturalitiit in Literatur und Sprache, Oppeln, que los fenómenos que ella conceptualiza no sólo siguen estando toda-
19.99; ~. Wlerlacher, «Interkultura1itat: Zur Konzeptua1isierung eines Leitbe-
gnffs mterkultureller Literaturwissenschaft», en: Henk de Berg y Matthias 16 Hadumod Bussmann y Renate Hof, eds., Genus: Zur Geschlechterdifferenz in
Prange1, eds., Interpretation 2000. Positionen und Kontroversen Heidelberg den Kulturwissenschaften, Stuttgart, 1995; Ina Schabert, Englische Litera-
1999, pp. 155-181. ' turgeschichte aus der Sicht der Geschlechterforschung, Stuttgart, 1997.
13 William Ashcroft, William Griffiths y Helen Tiffin, The Empire Writes Back. 17 Cf. Maria Moog-Grünewald, ed., Kanon und Theorie, Heidelberg, 1997, y
Theory a~d Practice in Post-Colonial Literatures, Londres, 1989. [N. del T. Renate von Heydebrand, ed., Kanon - Macht - Kultur, Stuttgart, 1998.
~a frase mg1e~a «the Empire. Writes Back» (<<el Imperio escribe replicando») 18 Jan Assmann y Tonio Holscher, eds., Kultur und Gediichtnis, Frankfurt, 1988;
Juega con el titulo del conocIdo filme The Empire Strikes Back (<<El imperio Aleida Assmann y Dietrich Harth, eds., Mnemosyne. Formen und Funktionen
contraataca»), episodio V de La Guerra de las Galaxias.] der kulturellen Erinnerung, Frankfurt, 1991.
:: Mo~ika ~~~demik, ~d., Hybridity and Postcolonialism, Tubinga, 1998. 19 Con respecto a estudios de performance y culturas performativas, cf. Erika
Toblas Donng, Canbbean-English Passages: Intertextuality in a Postcolonial Fischer-Lichte y Doris Kolesch, eds., Paragrana, 711, 1998: número mono-
Tradition, Londres, 2002. gráfico especial Kulturen des Performativen.
14 Manfred Pjister
vía con nosotros, sino que están más bien aumentando que disminu_
yendo: la actual producción estética --en los países de lengua alemana,
por ejemplo, las piezas de Heiner Mül1er o Botho Strauss, las novelas
iveles del concepto .•
de W.G. Sebald o Christoph Ransmayr, la poesía de Oskar Pastior o
Durs Grunbein o las pinturas de Anselm Kiefer- ha permanecido con-
- de intertextualldad
centrada en prácticas y procedimientos intertextuales y continúa así re-
afirmando la validez del paradigma de la investigación intertextual. Y,
últimos en orden pero no en importancia, los cambios históricos que
han recorrido el mundo desde la acuñación inicial del término -la caí-
da del Muro de Berlín, del Telón de Hierro en Europa y una globaliza- Renate Lachmann
ción en dramático aumento-- , por una parte, han abierto nuevos pasa-
jes de intercambio intertextual y, por otra, ponen en peligro tales
negociaciones e intercambio hasta el punto de que la diferencia cultu-
ral es nivelada en una cultura global hegemónica bajo los auspicios de
una industria del entretenimiento dominada por los Estados Unidos. En
este contexto, la noción de intertextualidad, de intercambio dialógico y
negociaciones, ha recuperado en estos días su urgencia política original
de subversión y resistencia. El concepto de «intertextualidad» ha adquirido en los Últim~s ~ñO~
dimensiones inquietantes: ramificándose conceptualmente, des or an
Universidad Libre de Berlín
do terminológicamente. Ha surgido un gran número de ~ubconcePt~s
ue se traslapan, que giran en tomo al fenómeno de la m~e~extua l~
Diciembre del 2003
dad' obsérvese la discusión sostenida en el context~
frances en rela
ció~ con la interpretación anagramática de J. Knsteva2 y J. Sta~o
binskP o la documentada discusión estadounidense en el repr~se~tat1vo
1 d 1 ]V, York Literary Forum titulado Intertextuallty, o los
vo umen e ew . 1" a tomar
análisis de Riffaterre,5 la más reciente pausa termmo oglca par
I
5 ,
M. Riffaterre, . 01 Poetry, Bl ooml'ngton - Londres , 1978, y La
Semiotlcs
production du texte, París, 1979.
I
16 Renate Lachmann Niveles del concepto de intertextualidad 17
~osición y transformación de signos ajenos. Conceptos como «pa- to de «silepsis»12 Riffaterre trata de unir el de sobre-
hmpsesto», «anagrama», «sobredeterminación» y «doble codifica_ En e1 concep . d
' inaclO . , n con el de anagrama'. si el texto de superficIe da o re-
ción», que se ofrecen como conceptos descriptivos preliminares, su-
gieren la latencia del texto (signo del texto) ajeno y, sobre la base de
e otro Pos ible sentido del texto, eso es compensado al. generar . .la
. ación misma un texto, es decir, al aparecer el sentIdo repnmI-
~eterminadas seña~es, al mismo tiempo la presencia de éste. El «pa- secuencia verbal. Por lo demás, ahí se señala un aspecto de
h~psesto», el escnto doble, a través del cual es legible el primer es- como . . d
- . 'n del texto que es constItutIvo e aI ' en a1gunas co n-
teona
cnto, y la «sobredeterminación» (el signo onírico produce un sentido traCIO . . ., .. d 1
" . s de la Knsteva La mterpretaclOn generatIvIsta e ana-
~e superficie lineal y al mismo tiempo registra el sentido reprimido) ·ftibuClOne . · . '
. .• a su asociación con el modelo transformaclOnal generatIvo
mterpretan la constitución de sentido de un texto en el que se encuen- =~calYnadoo
desarrollado por S. Shaumián -con los conceptos del
, l"
tran, unos con otros, signos de dos contextos, signos de un texto más «genotexto» y el «fenotexto~>13 - cond~cen a una ~eona comp eJa, aun
viejo con los de uno más reciente. «Doble codificación» significa que nO satisfactoriamente aprecIada, de la mtertextuahdad como transfor-
la producción de sentido no es programada por las reservas sígnicas
del texto dado, sino que sobre uno llama la atención el otro. También litación. '1 .
El planteamiento de Riffaterre es aquí menos gen~ral. La SI epsIs,
el concepto de «anagrama», en las interpretaciones y adaptaciones como él la entiende, capta el encuentro del texto mamfiesto con aque-
efectuadas por Starobinski, Kristeva y Riffaterre en relación con los lla referencia al texto ajeno que él denomina «intertexto». La conse-
estudios saussureanos, puede ser aceptado como un acercamiento al fe- cuencia que él puede presentar en un gran número de minuciosos aná-
nómeno intertextual. tisis en los que las huellas estilísticas de otros textos son. reveladas
Para Starobinski,9 el anagrama indica un texto escondido, cuyo como formadoras del sentido (formadoras del doble sentIdo), es la
carácter oculto, sin embargo, está marcado por señales legibles. El necesidad de la segunda lectura que sigue a la primera, que, al llegar,
texto escondido puede ser otro texto concreto (como originalmente en encuentra el texto monosémico, unívoco, y lo hace bisémico, equívo-
Saussure),. pero también pura y simplemente el continuum de textos , co. De ambas lecturas resulta una indecidibilidad,14 garantía para la su-
que se extIende a través de un texto, lo precede y en el que todo texto pervivencia semántica del texto, que siempre puede llamar nuevas di-
desemboca. La Kristeva lO perfila el aspecto de la bisignicidad [Doppel- ferencias de sentido.
zeichenhaftigkeit] del anagrama, o bien del paragrama, la cual exige Al parecer, el análisis del texto doblemente codificado debe. tomar
una lectura que, en el rastreo de las huellas de textos ajenos, revuelve en consideración que la sobredeterminación intertextual no es mnguna
la superficie textual conformada linealmente. También para Riffaterre magnitud fija. El complejo sígnico de la codificación latente puede
el sentido no se produce en la comprensión de la secuencia de signo~ desaparecer de la memoria cultural (por lo menos transitoriamente).
leída linealmente, sino fuera del texto con respecto a la oferta de sen- Es decir, el reduccionismo de las lecturas que fuerza a la mono-
tido de otros textos. Contra la idea de anagrama, que parte de una pa- semización de los textos, puede ser rechazado, es cierto, pero no el
labra guía, «mot inducteur» (<<mot-theme»), que, distorsionada, desaco- trato concreto históricamente localizable, con el presupuesto sígnico
plada, desmembrada, se esconde en el texto manifiesto, y que tiene una de un texto, u~ trato que sigue estando necesariamente ligado al hori-
cualidad principalmente fonético-gráfica, Riffaterre propone el concepto zonte.
del «paragrama semántico», que despliega sintagmáticamente en el texto Al analizar el texto organizado intertextualmente (un texto con
,
un dato semántico previo (<<donnée sémantique»).lI «orientación» a la intertextualidad), debería ser cuestión -con inclu-
I
I 9 Les mots.
12 «La syllepse intertextuelle», en Poétique, 40, 1979, pp. 496-501 ""'.
10 «Pour une sémiologie», p. 182 Y s. 13 Le texte du roman, cap. «La méthode transformationelle», pp. 36-78.
11 La production du texte, p. 76. 14 M. Riffaterre, «La syllepse intertextuelle», p. 501.
j
j
18 Renate Lachmann Niveles del concepto de intertextualidad 19
posición y transformación de signos ajenos. Conceptos como «pa- En el concepto de «silepsis»12 Riffaterre trata de unir el de sobre-
limpsesto», «anagrama», «sobredeterminación» y «doble codifica- determinación con el de anagrama: si el texto de superficie dado re-
ción», que se ofrecen como conceptos descriptivos preliminares, su- prime otro posible sentido del texto, eso es compensado al generar la
gieren la latencia del texto (signo del texto) ajeno y, sobre la base de eliminación misma un texto, es decir, al aparecer el sentido reprimi-
determinadas señales, al mismo tiempo la presencia de éste. El «pa- do como secuencia verbal. Por lo demás, ahí se señala un aspecto de
limpsest@, el escrito doble, a través del cual es legible el primer ~s generación del texto que es constitutivo de la teoría en algunas con-
crito, y la «sobredeterminacióm> (el signo onírico produce un sentido tribuciones de la Kristeva. La interpretación generativista del ana-
de superficie lineal y al mismo tiempo registra el sentido reprimido)
interpretan la constitución de sentido de un texto en el que se encuen-
tran, unos con otros, signos de dos contextos, signos de un texto más
viejo con los de uno más reciente. «Doble codificación» significa que
la producción de sentido no es programada por las reservas sígnicas
I, grama y su asociación con el modelo transformacional generativo
biescalonado desarrollado por S. Shaumián -con los conceptos del
«genotexto» y el «fenotexto»13- conducen a una teoría compleja, aún
no satisfactoriamente apreciada, de la intertextualidad como transfor-
mación.
del texto dado, sino que sobre uno llama la atención el otro. También El planteamiento de Riffaterre es aquí menos general. La silepsis,
el concepto de «anagrama», en las interpretaciones y adaptaciones como él la entiende, capta el encuentro del texto manifiesto con aque-
efectuadas por Starobinski, K.risteva y Riffaterre en relación con los lla referencia al texto ajeno que él denomina «intertexto». La conse-
estudios saussureanos, puede ser aceptado como un acercamiento al fe- cuencia que él puede presentar en un gran número de minuciosos aná-
nómeno intertextual. lisis en los que las huellas estilísticas de otros textos son reveladas
Para Starobinskí,9 el anagrama indica un texto escondido, cuyo como formadoras del sentido (formadoras del doble sentido), es la
carácter oculto, sin embargo, está marcado por señales legibles. El necesidad de la segunda lectura que sigue a la primera, que, al llegar,
texto escondido puede ser otro texto concreto (como originalmente en encuentra el texto monosémico, unívoco, y lo hace bisémico, equívo-
Saussure), pero también pura y simplemente el continuum de textos, co. De ambas lecturas resulta una indecidibilidad,14 garantía para la su-
que se extiende a través de un texto, 10 precede y en el que todo texto pervivencia semántica del texto, que siempre puede llamar nuevas di-
desemboca. La K.risteva 10 perfila el aspecto de la bisignicidad [Doppel- ferencias de sentido.
zeichenhaftigkeit] del anagrama, o bien del paragrama, la cual exige Al parecer, el análisis del texto doblemente codificado debe tomar
una lectura que, en el rastreo de las huellas de textos ajenos, revuelve en consideración que la sobredeterminación intertextual no es ninguna
la superficie textual conformada linealmente. También para Riffaterre, magnitud fija. El complejo sígnico de la codificación latente puede
el sentido no se produce en la comprensión de la secuencia de signos desaparecer de la memoria cultural (por lo menos transitoriamente).
leída linealmente, sino fuera del texto con respecto a la oferta de sen- Es decir, el reduccionismo de las lecturas que fuerza a la mono-
tido de otros textos. Contra la idea de anagrama, que parte de una pa- semización de los textos, puede ser rechazado, es cierto, pero no el
labra guía, «mot inducteum (<<mot-theme»), que, distorsionada, desaco- trato concreto, históricamente localizable, con el presupuesto sígnico
plada, desmembrada, se esconde en el texto manifiesto, y que tiene una de un texto, un trato que sigue estando necesariamente ligado al hori-
cualidad principalmente fonético-gráfica, Riffaterre propone el concepto zonte.
del «paragrama semántico», que despliega sintagmáticamente en el texto Al analizar el texto organizado intertextualmente (un texto con
un dato semántico previo (<<donnée sémantique»). II «orientación» a la intertextualidad), debería ser cuestión -con inclu-
9 Les mots. 12 «La syllepse intertextuelle», en Poétique, 40, 1979, pp. 496-501 ~.
\0 «Pour une sémiologie», p. 182 Y S. 13 Le texte du roman, cap. «La méthode transformationelle», pp. 36-78.
II La production du texte, p. 76. 14 M. Riffaterre, «La syllepse intertextuelle», p. 501.
L.
20 Renate Lachmann Niveles del concepto de intertextualidad 21
sión del aspecto de la lectura- de establecer, aunque fuera provisio- lencia formal con una completa revaloración de la función o la equi-
nalmente, varias magnitudes convencionales,15 que sedan sometidas valencia funcional con una completa reocupación de la forma.
a prueba en análisis individuales. Yo podría imaginarme ante todo las Las propias señales de referencia están dispuestas en el fenotexto
cuatro siguientes: de tal modo que en él se pueden leer dos tipos de estructuras de inter-
1) fenotexto; 2) texto de referencia; 3) señal de referencia, y 4) textualidad (programan las correspondientes actitudes de lectura) que
intertextualidad (como aquella nueva cualidad textual que resulta de se pueden describir con conceptos introducidos como «contaminación»
la relación implicativa, garantizada por la señal de referencia, entre en el primer caso o «anagrama» en el segundo (ambos conceptos se
fenotexto y texto de referencia). han de entender recordando el incremento de sus connotaciones en el
La nueva cualidad textual puede concretizarla el receptor sólo so- marco del debate de la intertextualidad).
bre la base de la identificación de la señal de referencia; él la experi- La contaminación aparece como resultado de la selección de ele-
menta como ambivalencia o polivalencia del texto. Parece que la con- mentos individuales de diferentes textos de referencia (o de estrategias
globación de sentido lograda en el fenotexto por la intertextualidad textuales que pertenecen a diferentes poéticas) y su combinación
afecta al texto de referencia; que el proceso dinamizador del sentido -en el sentido de un montaje- o un sobreacoplamiento y entre-
abarca ambos textos, los cuales entran en contacto como evocante- acoplamiento [Über- und Ineinanderschaltung] en el fenotexto. Es
evocado. La señal de referencia -hablando con propiedad: la marca- decir, se abandona el marco de referencia original de un elemento, su
ción- que pone de manifiesto la doble codificación (perturbación de valor posicional en una totalidad textual, y se produce un contacto con
la isotopía del texto), indica principalmente dos relaciones entre feno- otros elementos de textos ajenos. De ese modo surgen series o capas
texto y texto de referencia, que -con conceptos conocidos- pueden heterogéneas; a un proceso de dispersión sigue el de una ensambladura
ser designados como relación de contigüidad y relación de semejan- en un nuevo complejo textual.
za. El anagrama, por el contrario, se compone de elementos dispersos
Estamos ante la relación de contigüidad cuando en el fenotexto se por el fenotexto que, juntados, permiten reconocer la estructura cohe-
repite un elemento constitutivo de un texto ajeno (concerniente a su rente de un texto ajeno; el texto de referencia está presente como
nivel temático, narrativo-secuencial o estilístico) que evoca el texto de anatexto. La señalización anagramática crea una estructura de enigma
referencia como un todo, o cuando se representa una estrategia textual que es descodificada por una lectura combinatoria, que remite hacia
significativa de un texto ajeno que evoca el texto de referencia en su
detrás y hacia delante. La señal contaminadora exige una lectura que
pertenencia a una poética, a una convención poética con modelos es-
restablezca compensatoriamente las respectivas ordenaciones textua-
tilísticos, temáticos o narrativos específicos. Desde luego, esta relación
les originales y remita de regreso en sus marcos los elementos identi-
I
J:
J ~ ,
pars-pro-toto todavía no dice nada sobre el tipo y modo -paródico,
afirmador, etc.- de la evocación. Cúando en el fenotexto se señali-
zan estructuras como equivalentes a estructuras de un texto ajeno, se
ficados, sin demoler, al hacerlo, la conglobación de sentido que se
pudo producir en la heterogeneización (lúdicra) de los elementos.
La determinación de la conglobación de sentido y de los gestos va-
puede hablar de una relación de semejanza. Esta relación no se reali-
lorativos que la integran -esos gestos se han de establecer entre des-
za en elementos o procedimientos citados, sino en la estructura de es-
construcción de un texto individual, de una convención poética, de
trategias análogas que tienen sus correspondencias en determinados
toda la tradición literaria, y la continuación replicante, el re-arreglo
textos de referencia. La analogía puede significar en esto una equiva-
afirmativo- no puede prescindir de los conceptos de comunidad síg-
nica y situación sígnica. Los autores 16 del círculo de Bajtín también
15 Cf. también el planteo descriptivo-analítico en Z. Ben-Porat, «The Poetics of
Literary Allusion», en Journal 01 Descriptive Poetics and Theory 01 Lite- 16 Esp. V. Volóshinov, «Slovo v zhizni i slovo v poezii», en Zvezda, 6, 1926,
rature, 1, 1976, pp. 105-128. pp. 244-267.
22 Renate Lachmann Niveles del concepto de intertextualidad 23
han tematizado este aspecto, y me parece importante tomarlo en consecuencia que se debe considerar: el texto mismo es también pre-
consideración. El contexto sígnico al que el texto se entrelaza es lo que texto, subtexto de un. texto siguiente -una consecuencia que Staro-
todavía no ha devenido texto, lo sobrentendido «<podrazumevaemoe»), 17 binski formula así: «Esto conduce a preguntarse si, recíprocamente,
que posee validez sobre la base una experiencia cultural común. El todo discurso que tenga provisionalmente el status de conjunto no
contexto social como contexto sígnico funciona como un «entime- puede ser considerado como el subconjunto de una totalidad aún no re-
ma»18 de signos y experiencia textual, de los que se sirve el respecti- conocida. Todo texto engloba y es englobado. Todo texto es un pro-
vo texto actualizado. La inserción del texto en el contexto sígnico ducto productivO}}-,22 abandona la ilusión de un cerco sistemático.
marca también el lugar cultural e ideológico que revela las funciones Siempre el texto implícito sólo puede ser definido aproximada-
del cruce sígnico, las funciones de la organización intertextual del tex- mente como lugar de la constitución de sentido plural dinámica que
to mismo. Así pues, el texto aparece en el contexto social como ac- programa la comunicación estética como apertura/ampliación del po-
ción ideológica (para Volóshinov la acción ideológica es siempre yex- tencial de sentido señalizado -en resumidas cuentas- por el recep-
clusivamente una acción sígnica) que interviene en el contexto sígnico tor (el receptor como intérprete, «intertextadoD}, autor), en lo cual se
social. Con las palabras «insertarse» [«s 'insérer»] o «inscribirse}} multiplican los aspectos según lo último que introdujo Starobinski:
[«s 'inscrire}}] 19 la Kristeva define la específica ejecución semántica ¡ 1) La representación de la interferencia de los textos, es decir, la
del texto en el espacio de la historia y la sociedad, del texto en su fun- intertextualidad señalizada, marcada; 2) la autorreflexión textual, es
I
ción como ideologema. decir, la metatextualidad; 3) la implicatividad, lo sobrentendido, es
Del concepto de Volóshinov y del de la Kristeva, que parece ha- decir, el subtexto; 4) la preliminariedad, la implicabilidad, es decir, la
cer suyo el primero, se deriva una consecuencia que permite postular pretextualidad (hablando con propiedad, la subtextualidad in futuro);
una dimensión textual que abarca la función intertextual y la función 5) la autorrebasabilidad [Selbstüberschreitbarkeit], es decir, la transtex-
ideologemática del texto: la dimensión del «texto implícito}}. El tex-
to implícito es el lugar de la intersección del texto presente y el texto
ausente, el lugar de la interferencia de textos que han transmitido y
codificado experiencias culturales como experiencias comunicativas.
Como suma de los intertextos, el texto implícito, en la remisión a los
I
,¡
tualidad.
Sólo los dos primeros aspectos (que dejan ver el hallazgo de la
intertextualidad manifiesta y la intertextualidad latente) pueden plan-
tear la pretensión de analizabilidad. Y precisamente en ese campo se
mueven las investigaciones correspondientes. A él se ha de vincular
textos ajenos, remite a sí mismo y constituye así su propio metatex- la cuestión del tipo de intertextualidad, del modo de constitución del
too La representación de la interferencia y la autorreflexión textual sentido y, por último, de la función de la intertextualidad. La intertex-
(el texto en el texto es texto sobre el texto)20 y el entimema, que ro- tualidad desconstructiva y la conservadora, la «usurpadora-autorita-
dea el contacto del texto con el contexto social, determinan el espa- ria}} y la dialógica, marcan, cada una, una respectiva intención de
cio del texto implícito, así como el siempre sobrentendido fondo de sentido. Es significativo, por lo demás, que los teóricos de la inter-
textos existentes, del subtexto, que J. Starobinski denomina «infra- textualidad siguen procurando mantener en pie el concepto del sen-
estructura}}, «contenido latente}} o «antecedente}}.21 Sin embargo, la tido en resumidas cuentas uno. Jenny introduce el «texto centradom23
para refrenar las estrategias intertextuales; también la praxis analí-
17 Ibídem, p. 250.
tica que rastrea el intertexto de Riffaterre muestra en el señalamiento
18 Ibídem, p. 251.
de las silepsis y las estructuras dobles una constitución de sentido de
19 «Pour une sémiologie», p. 181.
20 ef. la formulación de Volóshinov, «El discurso en el discurso es discurso so- 22 Ibídem.
bre el discurso», en Marxismus und Sprachphilosophie, ed. por S. Weber, 23 «La stratégie», p. 262; recurriendo a M. Arrivé, «Pour une théorie des textes
Frankfurt, 1975, p. 178. poly-isotopiques», en Langages, 31, 1973, habla de «texto (...) que permanece
21 Les mots, p. 153. centrado por un sentido», ibídem, p. 267 "'E:>.
24 Renate Lachmann
somos conscientes de que esto no puede ser más que un esquema muy intertextualidad y está basada en ella)).4 Jonathan Culler parte de «la
provisional que es desconstruido por las implicaciones más ~adica~es naturaleza intertextual de todo constructo verbab),5 y también la lin-
de la propia teoría de la intertextualidad. Dentro de esas dos dImensIO- güística del texto se ha adherido entretanto a este axioma, ha definido
nes de autor/receptor y texto/pre-texto, partiremos en cada ocasión de como intertextualidad las «dependencias entre producción o recepción
las concepciones más vastas y entonces les opondremos concepciones de un texto dado y los conocimientos de los participantes de la comu-
más estrechas y precisas. nicación sobre otros textos)), y ha deducido del «concepto mismo de
la textualidad)) el postulado de la «investigación de la influencia
2.1. Texto y pre-texto de la intertextualidad como una inspección del proceder de las activi-
dades comunicativas en su conjuntO)).6 Al condicionarse así mutua-
La teoría de la intertextualidad es la teoría de las relaciones entre tex- mente textualidad e intertextualidad, para el texto individual vale lo si-
tos. Eso no se discute; se discute, sin embargo, qué tipos de relaciones guiente: «No hay texto que no sea intertextO)) (Charles Grivel), o en
deben ser comprendidas en ella. Y según cuántos se comprendan en una formulación aún más acentuada: «El texto no es un objeto autóno-
ella, la intertextualidad aparece como una propiedad de los textos en
general o como una propiedad específica de determinados textos o cla-
t mo o unificado, sino un conjunto de relaciones con otros textos. (...)
I
Todo texto es intertextO)) (Vincent B. Leitch).7 Esta concepción del
ses de textos. texto como intertexto tiende a disolver el texto como unidad e identi-
La concepción más amplia y más radical en sus implicaciones para dad cerrada: aunque esté cerrado en el plano sintagmático, en el plano
la teoría del texto parte de que en la comunicación no hay tabula rasa, paradigmático de la relación con otros textos está liberado de su carác-
de que el espacio en el que un texto individual se inscribe, siempre es ter limitado. La consecuencia de ello, la negación de la existencia de
ya un espacio escrito. Todo texto es reacción a textos precedentes, y los textos individuales, la extrae, por ejemplo, Harold Bloom, cuando
éstos, a su vez, son reacciones a otros, y así sucesivamente en un establece «que no hay textos, sino sólo relaciones entre textos)).8
regressus ad infinitum -todo texto, es decir, ¡no sólo el texto literario A esta idea de un intertexto universal corresponden, del lado de los
o el texto literario moderno o el texto «dialógico» en el sentido de Baj- otros textos que existen antes del texto, estructuras textuales, códigos y
tín, sino también todo texto discursivo-crítico y todo enunciado del ha- sistemas de significación, de modo que ya tampoco aquí se pueden ais-
bla normal y cotidiana! Todo objeto al que un texto pueda referirse, lar pre-textos individuales. «Yeso es realmente el intertexto:)), escribe
siempre es ya un objeto del que se ha hablado o se ha escrito, y cada Barthes en Le plaisir du texte, «la imposibilidad de vivir fuera del texto
uno de sus elementos estructurales, desde las palabras, pasando por la infinito -sea éste Proust, o el periódico, o la pantalla de televisióm).9
sintaxis, hasta determinados modelos de especies de textos y propieda- La elección de los ejemplos debe dejar claro que aquí ya no están privi-
des generales del texto, no le pertenece solamente a él, sino que lo legiados los textos de la alta literatura, y ni siquiera los textos verbales,
comparte con otros textos, en más de un respecto con todos los otros
textos. Así, para Roland Barthes, todo texto es una «cámara de ecos)),2 4 «Syllepsis», Criticallnquiry, nO 6, 1980, pp. 625-638, aquí: p. 625.
y el mismo estado de cosas lo formulan otros críticos en una argumen- 5 The Pursuit ofSigns, Londres, 1981, p. 101.
tación apodíctica desprovista de metáforas: todo texto es, según Mi- 6 R.-A. de Beaugrande y W. U. Dressler, Einführung in die Textlinguistik, Tu-
chael Riffaterre, «un conjunto de presuposiciones de otros textos)),3 y binga, 1981, pp. 188 Y 215.
por eso, para él, «la idea misma de textualidad [es] inseparable de la 7 Ch. Grivel, «Theses préparatoires sur les intertextes», en: R. Lachmann, ed.,
Dialogizitiit, Munich, 1982, pp. 237-248, aquí: 240 ""', y V. B. Leitch,
2 Roland Barthes par Roland Barthes, París, 1975, p. 78 [N. del T.: Aquí y en ade- Deconstructive Criticism: An Advanced Introduction, Londres, 1983, p. 59.
lante el autor cita directamente en la lengua del respectivo original]; en alemán, 8 A Map ofMisreading, Nueva York, 1975, p. 3.
en: Roland Barthes: Über mich selbst, trad. por J. Joch, Munich, 1978, p. 81. 9 Le plaisir du texte, París, 1973, p. 59; en alemán en: Die Lust am Text, trad.
3 «La syllepse intertextuelle», Poétique, n° 40, 1979, pp. 496-501, aquí: p.496 ""'. por T. Konig, Frankfurt, 1982, p. 53 Y ss.
28 Manfred Pfister Concepciones de la intertextualidad 29
sino que también los textos multimediales o no-verbales pueden ser arquetipos, abstraídos, a su vez, de largas series de textos de
igualmente pertinentes. Él subraya eso también en su autopresentación los que son en cierta manera la invariante. Esos arquetipos, na-
ficcionalizada, Roland Barthes par Roland Barthes, al señalar con én- cidos de otros tantos «gestos literarios», codifican las formas
fasis la importancia de textos no-poéticos, y hasta textos triviales, para de uso de ese «lenguaje secundario» (Lotman) que es la litera-
el juego intertextual: «El intertexto no abarca solamente textos escogi- tura. Con los modelos arquetípicos, la obra literaria entra siem-
dos con delicadeza, amados en secreto, libres, discretos, generosos, pre en una relación de realización, de transformación o de trans-
sino también textos comunes, triunfantes.»lO Y este intertexto como es- gresión. Y, en gran medida, es esa relación lo que la defme. 13
pacio que el nuevo texto comparte con el ajeno y preexistente, deviene
una especie de «nube de sonido» que todo texto, al tejer, emplea a ma- Aquí no se habla ya en general de textos, sino expresamente de textos
nera de un seductor canto de sirena, pues «el intertexto no es necesaria- literarios, y una restricción o focalización semejante ha de ser sobren-
mente un campo de influencias; es más bien una música de figuras, de tendida a menudo en otras definiciones del texto como intertexto. Eso
metáforas, de pensamientos-palabras; es el significante como sirena».ll es aplicable, por ejemplo, a Harold Bloom, que por texto siempre en-
Lo que en Barthes es evocado rapsódicamente, en otros teóricos suena tiende implícitamente el texto poético y en más de una ocasión tam-
bién subraya eso explícitamente:
tal vez más frío, pero encierra lo mismo: en todo texto se inscriben las
huellas -por muy vagas y borrosas que sean- del universo entero de Pocas ideas son más dificiles de disipar que la «dictada por el
los textos, del «texto general» en el que, para Derrida, se ha disuelto la sentido común» de que un texto poético es independiente, de
realidad, o, como dice Charles Grivel en una metáfora que recuerda a que tiene un significado o significados averiguables sin refe-
Borges, «la Biblioteca general».12 Así, pre-texto de todo texto indivi- rencia a otros textos poéticos. (...) Desgraciadamente, los poe-
dual es no sólo el conjunto de todos los textos (en el más amplio senti- mas no son cosas, sino solamente palabras que se refieren a
do), sino, además, el conjunto de todos los códigos y sistemas de senti- otras palabras, y aquellas palabras se refieren a otras palabras
do en que se basan esos textos. más, y así sucesivamente en el mundo densamente super-
Esta concepción global de un intertexto infinito se ve restringida poblado del lenguaje literario. Todo poema es un inter-poema,
allí donde se la reclama ante todo para los textos literarios o poéticos y y toda lectura de un poema es una inter-lectura. 14
de esa manera se la define como lo específico de la literariedad o la En Bloom, el intertexto permanece, pues, en el dominio de la literatura
poeticidad. Precisamente en la obra de arte verbal se condensaría esa y la poesía, tanto el texto como los pre-textos son textos poéticos, y,
intertextualidad universal, y esa condensación sería una cualidad dife- añadirá el conocedor de los trabajos de Bloom, no simplemente textos
rencial del lenguaje hiperconformado estéticamente. Una definición así poéticos, sino los grandes poemas canonizados de una tradición, que se
de la obra literaria como constructo intertextual es la que ofrece, por inscriben unos en otros al tratar de desalojarse unos a otros. Esa misma
ejemplo, Laurent Jenny: restricción a los intertextos literarios se halla en la base de la mayoría
Fuera de la intertextualidad, la obra literaria sería llana y sim- de los análisis concretos existentes sobre la intertextualidad, sea sim-
plemente imperceptible, de la misma manera que el habla de plemente en virtud de la elección del objeto, o sea por razones de prin-
una lengua aún desconocida. De hecho, sólo aprehendemos el cipio en las que más adelante entraremos.
10
sentido y la estructura de una obra literaria en su relación con
Roland Barthes par Roland Barthes, p. 51; en alemán en Über mich selbst, I Mientras que en Jenny y Bloom todo texto literario tiene sus pre-
textos a su vez literarios, Michael Rifaterre, por ejemplo, parte tam-
bién, es cierto, de una intertextualidad general de los textos poéticos,
p.52.
II Ibídem, p. 148; en alemán, p. 158.
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30 Manfred Pfister Concepciones de la intertextualidad 31
cuando escribe que «el poema está compuesto de textos, de fragmentos también aprehensible concretamente de alguna manera en el texto mis-
de textos, integrados, habiendo sufrido o no una conversión, a un nue- mo, a pre-textos individuales, grupos de pre-textos o códigos y siste-
vo sistema», pero, para él, los precedentes pre-textuales no están res- mas de sentido en que éstos se basan, como'hasta ahora ya los ha ma-
tringidos al dominio de la literatura y la poesía. Sus «hipogramas», a nejado la ciencia literaria bajo conceptos como fuentes e influencia
los que un texto se refiere, sólo en casos excepcionales son textos lite- cita y alusión, parodia y travesti, imitación, traducción y adaptación, ;
rarios; en la mayoría de los casos son presuposiciones textuales o como ahora deben ser definidos y categorizados de manera más precisa
clichés, y pueden ser «potenciales, y por ende observables en el len- y concluyente dentro del nuevo marco sistemático.
guaje, o actuales, y por ende observables en un texto anterioD>Y Ése es el concepto de intertextualidad en que se basa la mayoría de
Pero el concepto de la intertextualidad será decididamente más res- los estudios más detallados sobre la misma -y hasta se puede decir
tringido o especificado allí donde ya no designa un aspecto parcial ge- que se volverá dominante en la medida en que los distintos teóricos y
neral, siempre dado, de la textualidad poética o literaria, sino una pro- críticos emprendan análisis concretos de textos. Hasta críticos que,
piedad particular de determinados textos literarios o especies de textos como Jenny, parten enérgicamente del axioma ontológicotextual de un
literarios. En este sentido, Renate Lachmann distingue, con referencia intertexto global, estrechan su perspectiva tan pronto como se dedican
al concepto afín de dialogicidad, entre un aspecto de ontología del tex- a los análisis concretos de la intertextualidad. Esto tampoco sorprende,
to y un aspecto de descripción del texto, entre dialogicidad como una porque un concepto que es tan universal que ya no es concebible nin-
«dimensión general de los textos en general (del texto como parte guna alternativa a él ni, en más de una ocasión, la negación del mismo,
constitutiva de un "universo" de textos que están en correspondencia es necesariamente de exiguo potencial heurístico para el análisis y la
unos con otros, como acumulación de "experiencia" textual), que po- interpretación. Por eso es que da en el vacío, por ejemplo, la crítica de
dríamos designar como la estructura implicativa de los mismos, como Jonathan Culler a la «teneduría de libros por partida doble» de Jenny;18
inmanencia textual abarcadora», y dialogicidad «como forma específi- también su alegato en favor de una perspectiva de análisis lo más am-
ca de la constitución del sentido de los textos», como «el diálogo con plia posible, por más convincente y teoricotextual que pueda ser, ado-
textos ajenos (intertextualidad), el diálogo con diferentes "dialectos so- lece de que sigue siendo un llamado vacío y no puede ser trasladado a
ciales" que compiten en un contexto cultural (pluralidad de discursos) procedimientos de análisis concretos y operacionalizados:
o el diálogo con una posición de sentido ajena, que está registrada en la La «intertextualidad)) tiene, pues, un doble foco. Por una parte,
"palabra bivocal" que fundan dos instancias discursivas que se interfie- llama nuestra atención sobre la importancia de los textos ante-
ren (dialogicidad en el sentido primario)>>.!6 Y Wolfgang Preisendanz riores, insistiendo en que la autonomía de los textos es una
valora esta oposición para los textos poéticos en el sentido de «que la idea engañosa y en que una obra tiene el significado que tiene
intertextualidad no se manifiesta como principio universal de la litera- sólo porque ciertas cosas han sido escritas anteriormente. Sin
tura o de la recepción estética, sino como una posibilidad, una alterna- embargo, en la medida en que se concentra en la inteligibili-
tiva, un procedimiento de la construcción del significado de la obra li- dad, en el significado, la «intertextualidad)) nos lleva a consi-
teraria».!? De esa manera la intertextualidad deviene concepto genérico derar los textos anteriores como contribuciones a un código
para esos procedimientos de una referencia más o menos consciente, y que hace posible los diversos efectos de significación. Así, la
intertextualidad deviene no tanto un nombre para la relación de
15 Semiotics 01Poetry, Londres, 1975, pp. 164 Y 23 Y ss. una obra con textos anteriores particulares como una denomi-
16 Dialogizitiit, p. S @. nación de la participación de la misma en el espacio discursivo
I? «Zum Beitrag von R. Lachmann 'Dialogizitat und poetische Sprache'», en de una cultura: la relación entre un texto y los diversos lenguajes
Dialogizitiit, pp. 25-28, aquí: p. 26 Y ss. Cf. también R. Lachmann, «Inter-
textualitlit als Sinnkonstitution. Andrej Belyjs Petersburg und die 'fremden 18 «Presupposition and Intertextuality», en: J. Culler, The Pursuit 01 Signs, pp.
Texte'», Poetica, nO 15, 1983, pp. 66-107. lOO-lOS, aquí: p. 104 Y ss.
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32 Manfred Pfister Concepciones de la intertextualidad 33
o prácticas significantes de una cultura y su relación con aque- roetatextualidad como la referencia comentadora y a menudo crítica de
llos textos que articulan para él las posibilidades de una cultu- un texto a un pre-texto; (4) la hipertextualidad, en la que un texto toma al
ra. Así, el estudio de la intertextualidad no es la investigación otro como fondo (imitación, adaptación, continuación, parodia, etc.), y,
de fuentes e influencias como se la ha concebido tradicional- por último, (5) la architextualidad como las relaciones genéricas de un
mente; arroja su red con mayor amplitud para incluir las prác- texto. Esas cinco clases son, a su vez, subcategorizadas de una manera
ticas discursivas anónimas, códigos cuyos orígenes están per- diferenciada, en ocasiones excesiva --en 10 cual la hipertextualidad re-
didos, que hacen posible las prácticas significantes de textos sulta particularmente productiva-, y los distintos tipos y subtipos son
posteriores. Barthes advierte que desde la perspectiva de la ilustrados y ejemplificados entonces con una impresionante cantidad de
intertextualidad «las citas de que está hecho un texto son anó- textos de toda la literatura mundial. Aquí no tenemos tiempo para entrar
nimas, de orígenes imposibles de hallar, y, sin embargo, ya leí- a presentar y criticar de manera diferenciada esa red sutilmente urdida
das»; funcionan --esto es 10 decisivo-- como «ya leído».19 desde el punto de vista terminológico. Para nuestro contexto de la argu-
Lo deja lu (¡aquí se ha de sobrentender el ensanchamiento del concep- mentación de una gradación de los conceptos de intertextualidad, 10 úni-
to de «lectura», característico de Barthes!), que en su totalidad global co importante es que la intertextualidad por él llamada transtextualidad
da el horizonte de la producción y la recepción del texto,20 se condensa permanece limitada a relaciones entre textos literarios;23 que éstas son
precisamente en referencias acentuadas [po intierten] a otros textos y relaciones específicas y precisas, y que los precedentes inter- o trans-
sistemas de textos y sólo en éstas ha de ser atrapado analíticamente. En textuales que han entrado en el texto, no están limitados a pre-textos in-
todo caso, la propuesta propia de Culler, que presenta la estructura de dividuales, sino que también incluyen sistemas de textos como los de los
implicaciones universal como un conjunto de presuposiciones lógicas géneros.
y pragmáticas, no resuelve ese dilema. Aquí, pues, en este último punto, divergen de nuevo las opiniones.
El bosquejo más ampliamente diferenciado hasta ahora de una teoría Mientras que teóricos como Genette abarcan bajo el concepto de la
de la intertextualidad como conjunto de las diferentes formas de referen- inter- o transtextualidad tanto las referencias de un texto a pre-textos
cias acentuadas entre textos literarios, es Palimpsestes: La littérature au individuales como las referencias a sistemas que abarcan textos, a mo-
second degré de Gérard Genette. 21 En juego autoirónico con un derroche delos y códigos en que se basan textos, otros distinguen entre inter-
francamente escolástico de nomenclatura, subdivide la abarcadora trans- textualidad, por una parte, y referencia a un sistema, por otra. En esto
textualidad --que él define como la «trascendencia textual del texto», el más decidido es Klaus W. Hempfer, quien, en explícito contraste
como «todo 10 que 10 pone en relación, manifiesta o secreta, con otros con la Kristeva, aplica «el concepto de intertextualidad solamente a re-
textos»22- en cinco subcategorías: en (1) la intertextualidad como la co- laciones entre textos individuales, es decir, entre actos de parole, las
presencia de dos o más textos, la presencia palpable de un texto en otro que han de ser distinguidas de las relaciones entre sistema y actualiza-
(cita, alusión, plagio, etc.); (2) la paratextualidad como las relaciones en- ción».24 Parecidamente restrictiva es la definición del concepto que
tre un texto y su título, prólogo, epílogo, lema y otros por el estilo; (3) la propone Rolf Kloepfer:
19 Ibídem, p. 103.
20 Culler cita aquí «De l'oeuvre au texte», Revue d'esthétique, n° 24, 1971, pp. i 23 Abriendo una perspectiva, aborda también las relaciones «hiperestéticas» entre
poemas y pintura!!, piezas musicales y obras literarias, y así sucesivamente; cf.
225-232, aquí: 229. Palimpsestes, p. 435.
21 París, 1982. La metáfora del título convence sólo a primera vista, porque, en 24 «Überlegungen zu einem Gü1tigkeitskriterium für Interpretationem>, pp. 14-18,
contraste con la intertextualidad, en el palimpsesto la relación entre el texto aquí: p. 15; cf. del mismo autor, Poststrukturale Texttheorie und narrative
básico desvanecido y el texto escrito encima de él es puramente casual. Cf. al Praxis, Munich, 1976, p. 54 Y ss. La distinción de Hempfer entre intertextuali-
respecto K. Stierle, «Werk und Intertextualitat», en: W. Schmid/W.D. Stem- dad y referencia al sistema aparece en L. Jenny como diferenciación entre «ti-
pel, eds., Dialog der Texte, Viena, 1983, pp. 7-26, aquí: p. 26 =. pos de la intertextualidad, a saber, entre explícita e implícita», «La stratégie de
22 Palimpsestes, p. 7. la forme», p. 257 Yss.
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34 Manfred Pfister
Concepciones de la intertextualidad 35
Ante todo, «intertextualidad» no debe coincidir con «código», En esto surgen, sin embargo, dificultades que no se deben pasar
el sistema semiótico virtual del que se nutre toda realización por alto. Así, mediante esa dicotomía de intertextualidad y referencia
textual y cuya forma de vida es la variada praxis textual. Des- al sistema se separa a menudo en dos categorías lo que, según la intui-
pués se ha de separar «intertexto» de «contexto», con el que se ción, forma una unidad. La parodia de un texto individual, por ejem-
ha de designar la situación comunicativa, en la medida en que plo, es cargada en la cuenta de la intertextualidad, mientras que la pa-
se presenta textualmente. Se puede concebir el «contexto» de rodia de modelos genéricos ---como, por ejemplo, en la mock-heroic-
una manera más estrecha: como los textos circundantes en un es asentada como referencia al sistema. En el caso concreto, sin embar-
ciclo poético, como prólogo acompañante o hasta como los go, lo que ocurre la mayoría de las veces es que semejante parodia de
otros escritos contemporáneos del autor (a éstos se los podría todo un género se compone de un gran número de referencias paró-
llamar también el «co-textm», o se lo puede concebir más am- dicas a realizaciones individuales de ese modelo genérico. Además, las
pliamente: como la obra del autor en su conjunto, los textos de transiciones entre texto individual, corpora textuales más pequeños y
sus amigos y enemigos directos o, por último, la tradición a más estrechamente unidos por obra de densas homologías estructura-
partir de la cual él escribe. «Intertexto» sería, entonces, una les, y géneros definidos más ampliamente, son fluidas, del mismo
forma específica y más estrecha de la referencia sintáctica en modo que, en general, la oposición entre sistema y actualización del
el co- y el contexto, sea explícita, como en la cita, la alusión la sistema es enteramente desconstruible. Un sistema, en general, sólo es
estilización o la parodia, sea más bien implícita, como en ~u aprehensible a través de sus actualizaciones, que se basan en él, y todo
chos procedimientos que varían, procesan o desgastan un mo- sistema es simultáneamente la actualización de un sistema abstracto,
delo conocido por la historia literaria. 25 del mismo modo que la actualización misma tiene, a su vez, carácter
Seguramente, no es ninguna casualidad que semejante restricción del de sistema. El propio texto literario individual tiene, pues, carácter de
concepto se halle ante todo en críticos alemanes y todavía muy endeu- sistema y es, al mismo tiempo, la actualización de sistemas abar-
dados con el estructuralismo. A ellos les importa de manera especial cadores como, por ejemplo, el género, y el género es un sistema y, al
por una parte, extinguir gradualmente o, por lo menos, desactivar la~ mismo tiempo, la actualización de sistemas más abstractos, como el
radical~s implicaciones que en materia de epistemología, filosofia del del modo de escribir suprahistórica o ellenguajeY Y, por último, pre-
lenguaje y teoría del texto tiene la concepción postestructuralista o des- cisamente una investigación de la intertextualidad definida de manera
construccionista de la intertextualidad, y, por otra, limitar el concepto a tan estrecha está particularmente expuesta al peligro de degenerar en
una dimensión que posibilite o facilite su operacionalización en la una investigación tradicional de sources-and-analogues [fuentes y aná-
práctica analítica y no ponga en peligro la unidad del texto como obra logos], de estudiar bajo la etiqueta nueva y de moda nexos entre textos
de arte. 26 individuales que siempre se estudiaron, y de seguir practicando eso
también de la misma manera desde el punto de vista del método. Desde
25 «Grundlage~ des 'dialogischen Prinzips' in der Literatur», en: Dialogizitiit, pp. luego, no debe ser así, porque tampoco aquí la investigación de la
85-106, aqm: p. 92 Y ss. Lo que aquí es excluido del intertexto como «co-tex- intertextualidad debe significar simplemente búsqueda de pistas, sino
tQ», Lucien Diillenbach lo tomará en consideración como «intertextualidad in- que la integración de las diferentes referencias intertextuales de un tex-
terna», cf. «Intertexte et autotexte», Poétique, nO 27, 1976, pp. 282-296 "e>. to, la acción coordinada de los diferentes procedimientos intertextuales
T.ambién la diferenciación conceptual de Kloepfer entre «intertextualidad» e
«mtertexto» -{<"intertextualidad como principio e "intertexto" como una de-
y de las funciones de éstos pueden ser eficaces como nuevo foco de
t~~inada relación. entre dos textos» (p. 93)- no coincide con la reglamenta- análisis.
ClOn ha~ta ahora VIgente del uso del lenguaje; ante todo, se desvía del concep- 27 L. Jenny considera la referencia a un código de género como estructuralmente
to del «mtertexto» en Barthes, que fue quien lo acuñó.
equivalente a la referencia a un texto particular, porque en ese caso se trata de
26 Cf. al respecto K. Stierle, «Werk und Intertextualitiit», pp. 7-24. una referencia a un «architexto», cf. «La stratégie de la forme», p. 264.
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36 Manfred Pjister
Concepciones de la intertextualidad 37
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38 Manfred Pjister Concepciones de la intertextualidad 39
Esta misma disolución del sujeto en una «pluralidad de otros "ruptura de todas las reglas" (Rimbaud)>>;36 por una parte, enreda al su-
textos, de códigos infinitos», concierne, naturalmente, también al . to en las palabras, normas y verdades previamente dadas, y, por otra,
autor, sobre todo porque el autor siempre es, a la vez, un lector -el {: ofrece la posibilidad de la desviación, del juego distanc~ador~ del
lector del «texte générah> y el lector de su propio texto. Ambos, au- rovechamiento de la rivalidad entre sistemas y puntos de vIsta dIver-
tor y lector, en esta concepción, en general sólo son concebibles a~ntes y de la différance (Jacques Derrida) como un diferir y diferen-
dentro del universo de los textos, aunque ese universo de textos ~iar que nunca cesa, que difiere una y otra vez la aut~ridad del orige~ y
también está matizado de modo diferente para cada autor individual de una verdad última. Por eso puede ser tanto el sIgno de una «L1te-
y cada lector individual según la respectiva perspectiva. El universo rature of Exhaustion» [literatura del agotamiento] alejandrina del perío-
de los textos, en sí mismo ya en continuo movimiento y transforma- do fmal de una época, como el de una «Literature of Replenishment» ~li
ción, se le presenta, pues, a cada individuo de otro modo, y el indi- teratura del rellenamiento] subversiva e innovativa. 37 0, como escnbe
viduo participa en él no sólo cuando consciente y deliberadamente Vincent B. Leitch, resumiendo con precisión la posición de Barthes:
evoca o cita determinados textos individuales, topoi o códigos, sino Para Barthes, pues, la intertextualidad muestra dos caras: se
que lo tiene inscrito en estructuraciones inconscientes, en reminis- presenta como una cripta histórica, es decir, como una. fo.rma-
cencias semienterradas y en toda reflexión de precedentes huellas de ción de ideología cultural; y aparece como un procedImIento
lenguas ajenas y pensamiento ajeno. Así, también el autor es una táctico para la desconstrucción crítica. En el primer papel, pa-
«cámara de ecos», lleno de la resonancia y el murmullo de textos rece una prisión; en el segundo, una llave de escape. 38
ajenos, y el lector lee el texto en un «acto de intertextualización» «a
Cierto es que esas dos funciones de sentido contrario, basadas en las
través de la Biblioteca (...), a través de estantes enteros de la Bi-
blioteca».34 En todas estas formulaciones llama la atención que las relaciones de repetición y diferencia, se dan siempre simultáneamente,
mismas pueden definir en igual medida al autor, al texto y al lector, pero la dominancia de un~ u otra función co~stitu~e la especificida~
histórica de la intertextuahdad en una determmada epoca. En el clasI-
y que, por ende, en el marco de la teoría postestructuralista esa dis-
tinción elemental se vuelve caduca o es desconstruida consciente- cismo, por ejemplo, domina la función conservador~, afirmad~r,a del
código y el sistema previamente dados; en el modernIsmo, tambIen al-
mente; los tres, autor, texto y lector, devienen «un campo infinito
para el juego escritural».35 tamente intertextual, domina, por el contrario, la función opuesta de la
La ubicación de los sujetos y los textos en el intertexto universal desestabilización y la innovación. 39
En el interior de tales abarcadores modelos funcionales para el in-
no resulta, según la teoría postestructuralista, de un auto-estableci-
tertexto universal, al que toda producción y recepción de textos están
miento o auto-colocación conscientemente deseado, sino que es inevi-
table. Pero no carece de función; sin embargo, es vista como fun- 36 Así lo plantea Rolph Kloepfer, resum.iendo en atención a su am~i~alen~ia las
cionalmente ambivalente: por una parte, intertextualidad significa tesis expuestas en Constanza por Gnvel, en «Grundlagen des dlaloglschen
«compulsión a repetir, a hablar con la voz prefabricada, inautenticidad, Prinzips' in der Literatun>, p. 91 Y ss.
uniformidad resultante de la avasalladora presión social dirigida a lo- 37 Así se titulan dos ensayos de John Barth: «The Literature of Exhaustion»
grar la conformidad de la conducta individual con la de la colectivi- (1967), en The Novel Today: Contemporary Writers on Modern Fic~ion, ed.
M. Bradbury, Londres, 1977, pp. 70-83, Y «The Literature of Replemshment:
dad», y por otra, es «la respectiva diferencia con relación a los otros
Postmodern Fictioll», The Atlantic, 245, enero de 1980, pp. 65-71.
textos, previamente dados, es confusión de las lenguas, es Babel y
38 Deconstructive Criticism, p. 110. Cf. sobre esa ambivalencia R. Lachmann,
«Ebenen des Intertextualitatsbegriffs», en: K. Stierle y R. Warning, eds., Das
34 Ch. Grivel, «Theses préparatoires», p. 240. Gesprach, Munich, 1984, pp. 133-138, aquí: p. 138 @.
35 L. Perrone-Moisés, «L'intertextualité critique», en Poétique, nO 27, 1976, pp. 39 Cf. al respecto P. Zumthor, «Le carrefour des rhétoriqueurs. Intertextualité et
383 ~
Rhétorique», Poétique, n° 27,1976, pp. 317-337, aquí: p. 336.
40 Manfred Pfister
Concepciones de la intertextualidad 41
incorporadas a través de los códigos comunes y los sistemas aún más tIlOS ante «sistemas contextuales verticales», como llama Claes Schaar
abstractos y a través del regressus ad infinitum de los textos, las consi- a la intertextualidad; e «infracontextos», es decir, pre-textos, son sólo
deraciones sobre si un autor conoció un determinado texto y se refiere aquellos a los que el autor alude conscient~, intencional y acentua-
consciente e intencionalmente a él y si el receptor dispone del mismo damente y que él desearía que fueran reconocIdos por el lector y explo-
repertorio de textos que el autor, no desempeñan papel alguno o sólo rados como planos adicionales de la constitución del sentido. Semejan-
un papel subalterno. Las interrogantes sobre los conocimientos y las te «arqueología del texto» se diferencia, entonces, de la investigación
intehciones del autor, sobre la intencionalidad del texto y sobre las de las fuentes y las influencias por el hecho de que no es ya una bús-
existencias de información en el receptor y la conducción de la recep- queda de los orígenes desde el punt~ de vista. de. la genét~~a de la obra,
ción por el texto mismo, que están en la base de las actualizaciones sino «un intento de ampliar y estratificar el slgmficado».
concretas del potencial de referencia intertextual, quedan desprovistas En el sentido de Schaar, también Wolf Schmid distingue entre una
de importancia en vista del descentramiento de los sujetos y de la su- arqueología del texto metódicamente controlada (él emplea ~a mis~a
presión de las fronteras de los textos, y hasta representan una recaída imagen) y una libre asociación de sentidos, que, respecto a la mtenclOn
en mitos humanistas burgueses. Sin embargo, precisamente a tales de la obra, tiene un carácter exclusivamente casua1. 42 Y hasta Michael
preguntas regresan los approaches de orientación estructuralista o her- Riffaterre, a pesar de su amplia concepción de la intertextualidad, con-
menéutica en el dominio de la teoría y la investigación de la intertex- sidera las referencias intertextuales no como un salvoconducto para
tualidad.
cualquier asociación del receptor, sino, por el contrario, como «un
Intentos de semejante diferenciación entre intertextualidad incons- constreñimiento ejercido sobre la lectura», como pilotaje de la recep-
ciente y consciente, entre no-intencionada e intencionada y, por ende, ción por el texto mismo: los hipogramas que sirven de base al texto
entre intertextualidad como potencial de referencia o como actualiza-
siempre están incompletos en el poema: o son señalados por
ción de éste, hallamos, desde luego, también en el interior de la teoría
signos textuales o son actualizados fragmentariamente. (...) La
postestructuralista, pero allí más bien en la forma de una diferencia-
arquitectura original de esos «otros textos», su gramática, la
ción subalterna o subordinada. Así, Charles Grivel distingue «entre las
distribución de su léxico, la secuencia de sus componentes,
clases intencionales y las clases no intencionales de repeticiones» y
son, no obstante, obvias para el lector, puesto que son parte de
cuenta entre las primeras la cita, la parodia, la toma en préstamo de
su competencia lingüística; él está, por lo tanto, bajo una es-
fuentes y (ya problemática) la influencia; entre las segundas, el cliché
tricta guía y control cuando está llenando las lagunas y resol-
y el estereotipo.40 Ambas formas, sin embargo, son incluidas en la in-
viendo el rompecabezas. 43
tertextualidad. El segundo tipo es el decisivo desde el punto de vista de
la teoría del texto, mientras que, a la inversa, tentativas estructuralistas De manera análoga a esos teóricos, también Karlheinz Stierle parte de
y hermenéuticas desearían restringir el concepto de la intertextualidad que, ante todo, entre una obra, sus fuentes que sólo sirven como estí-
precisamente a las primeras formas. Aquí se distingue, desde el punto mulo y sus diferentes versiones, hay relaciones intertextuales relevan-
de vista de la estética de la producción, entre reminiscencias del autor tes exclusivamente desde el punto de vista de la estética de la produc-
casuales y a menudo inconscientes, que, ciertamente, entran en el tex- 41 «Vertical context systems», en: H. Ringbohm y otros, eds., Style and Text,
to, pero cuyo descubrimiento no le concede al mismo ningún significa- Estocolmo, 1975, pp. 145-157, aquí: p. 149. Cf. también del ~ismo autor,
do adicional o acentuado, y la alusión intertextual propiamente dicha, «Linear Sequence, Spatial Structure, Complex Sign, and Vertical Context
que el autor se propone y debe ser reconocida por el lector, si se ha de System», Poetics, n° 7, 1978, pp. 377-388, Y Thefull-voic'd quire below: Ver-
agotar el potencial de sentido del texto. Sólo en el segundo caso esta- tical context systems in 'Paradise Lost', Lund, 1982.
42 «Intertextualitat und Komposition in Puschkins NoveIlen Der Schuss und Der
Posthalter», Poetica, n° 13, 1981, pp. 82-132, aquí: p. 127.
40 «Theses préparatoires», p. 241; cf. también p. 246. 43 «SyIlepsis», p. 628; Semiotics ofPoetry, p. 165.
'1
,J
42 Manfred Pfister Concepciones de la intertextualidad 43
ción, del mismo modo que hay una intertextualidad propia exclusiva- 3. Gradación de la intertextualidad
mente de la estética de la recepción, porque por principio toda obra es
correlacionable con toda otra obra. Con tales referencias intertextuales Nuestra sinopsis de la evolución de la teoría de la intertextualidad y del
relevantes sólo desde el punto de vista de la estética de la producción o estado actual de la discusión ha mostrado que, en lo esencial, dos con-
desde el de la estética de la recepción, respectivamente, contrasta, sin cepciones rivalizan entre sí: el modelo global del postestructuralismo,
embargo, la intertextualidad propiamente dicha, «la relación privilegia- en el que todo texto aparece como parte de un intertexto universal, que
da, puesta de relieve», que se caracteriza por lo condiciona en todos sus aspectos, y modelos estructuralistas o
hermenéuticos más precisos, en los cuales el concepto de la inter-
el hecho de que el texto mismo indica una o más relaciones
textualidad es restringido a referencias conscientes, intencionadas y
intertextuales. El texto tiene la posibilidad de establecer un
marcadas, entre un texto y textos o grupos de textos presentes. Ambos
medio de reflexión en el que él se presenta como una dife-
modelos tienen, lo hemos señalado, su respectivo potencial cognos-
renciadora toma de distancia respecto de uno o más textos e
citivo propio y sus supuestos en materia de teoría del lenguaje, teoría
inscribe esa toma de distancia en la constitución concreta de la
obra. 44 del texto y teoría del conocimiento, pero también son lastrados por sus
respectivos problemas de método. Para el análisis y la interpretación
Desde la perspectiva de ese concepto más preciso de la intertex- del texto, el modelo más fructífero es, seguramente, el más estrecho y
tualidad, la «estructura de remisión potencialmente infinita», de la más preciso, porque puede ser trasladado más fácilmente a categorías y
que parten la concepción de la intertextualidad de la Kristeva y la procedimientos analíticos operacionalizados, mientras que el modelo
idea, lanzada por Derrida, de un juego de la différance abierto hacia más amplio es de mayor alcance teóricoliterario, y ello aun cuando uno
todos lados, sólo es semiótica y estéticamente relevante si la unidad no quiera saber nada de sus implicaciones descontruccionistas radica-
de la obra es rota conscientemente, es decir, como escribe Rainer les -reducción del signo al significante, disolución de texto y sujeto.
Warning, Nos parece que una posible salida de este dilema se halla en la
a condición de que se trate de ficciones que sean, ellas mismas, tentativa de mediar entre ambos modelos. Esto nos parece posible ya
metáforas de la diferencia semiótica. Pero esa condición sólo por el hecho de que ambos modelos no se excluyen uno al otro, sino
la cumple el Moderno, no puede ser generalizada normativa- que, más bien, los fenómenos que el más estrecho quiere abarcar son
mente. Más bien, desde el punto de vista de esta dialéctica [de claras actualizaciones de aquella intertextualidad global a la que
différance intertextual y unidad discursiva del habla] se debe apunta el más amplio. En nuestro modelo de mediación queremos,
diferenciar históricamente el concepto general de intertex- pues, partir del modelo abarcador de la intertextualidad y, en el inte-
tualidad poética, si éste ha de conservar su valor operaciona1. 45 rior de esa intertextualidad ampliamente definida, diferenciarla y gra-
El intertexto universal y su estructura de remisión del regressus ad duarla entonces según los grados de la intensidad de la referencia
irifinitum devienen en esta perspectiva un axioma históricamente espe- intertextual. Trasladado a una imagen espacial, nuestro modelo se
cífico de la poética del Moderno y el Postmoderno. presenta como un sistema de círculos o envolturas concéntricos, cuyo
punto central marca la más alta intensidad y condensación posible de
la intertextualidad, mientras que ésta, cuanto más nos alejamos del
44 «Werk und Intertextualitat», p. 10. «núcleo duro» del centro, tanto más disminuye y se acerca asintó-
45 «Imitatio und Intertextualitat. Zur Geschichte lyrischer Dekonstruktion der ticamente al valor cero. 46 Esto, naturalmente, no es más que una ima-
Amortheologie: Dante, Petrarca, Baudelaire», en Interpretationen: Das Para-
dig~a der europiiischen Renaissance-Literatur. Festschrift ftir Alfred Noyer- 46 De una gradación de la intertextualidad parte también la tentativa realizada desde
Weldner, ed. K. W. Hempfer y G. Regn, Wiesbaden, 1983, pp. 288-317, aquí: las posiciones de la lingüística del texto por R.-A. de Beaugrande y W. U.
p.300. Dressler, quienes ordenan en una escala con arreglo a grados de la mediación:
44 Manfred Pjister Concepciones de la intertextualidad 45
gen visual, y también las expresiones matemáticas las.empleamos so- dad -para adoptar una formulación de los formalistas rusos. Una cita,
lamente de manera metafórica. No obstante, resultará claro que este por ejemplo, cuya función consiste sólo en la ad.opción. de un giro a~e
modelo implica la necesidad de que se den criterios o parámetros no que se incorpora sin costura al contexto propIO, se sIrve de ese gIro
para la intensidad de la intertextualidad. En esto, como ha dejado ver y del texto del que se lo toma, y es, por eso, ~e poca intensida? inter-
claramente nuestro bosquejo del debate sobre la intertextualidad, no textual, mientras que, por otra parte, en la medIda en que el caracter de
basta con un criterio, sino que se debe aplicar un haz de criterios; cita sea realzado y puesto al desnudo y se llame así la atención sobre la
entonces, para determinar el grado de intensidad de una determinada cita y su contexto original, la intensidad de la referencia intertextual
remisión intertextual, se deben tomar en consideración todos los va- aumenta. En esa medida, también el texto subsiguiente deviene el me-
lores de esos diferentes parámetros. También en este caso las formu- tatexto del pre-texto -metatexto aquí no meramente en el sentido
laciones matemáticas se han de entender de manera más bien metafóri- cronológico de «más tarde», sino, además, en el sentido semiótico de
ca, pues estamos muy lejos de la mensurabilidad exacta aquí supuesta, «sobre». Así la intertextualidad siempre hace que surja, en cierto gra-
si es que ésta no es imposible en general. Además, también el proble- do, metatextualidad, una metatextualidad que comenta, pone en pers-
ma de la diferente jerarquización de los distintos criterios es difícil de pectiva e interpreta el pre-texto y así tematiza el establecimiento de
resolver.
una ligazón con él o la toma de distancia respecto de él. Mientras que
Los criterios para la intensidad de la remisión intertextual que que- en este criterio el texto mismo se halla en el centro, el segundo incluye
remos proponer tentativamente, son deducidos de la discusión teórica la pragmática de autor y lector.
y, en lo que a esto concierne, representan también el intento de sinteti- (2) Con el criterio de la comunicatividad ordenamos en una escala
zarla. Distinguimos aquí entre criterios cualitativos y cuantitativos y las referencias intertextuales con arreglo a su relevancia comunicativa,
esbozaremos ante todo los criterios más decisivos, los cualitativos. es decir, según el grado de la conciencia de la referencia intertextual en
(1) Para el primer criterio partimos de la distinción lingüística en- el autor y en el receptor, de la intencionalidad, y de la claridad del
tre use y mention, o, también, refer tO. 47 Así como podemos o mera- marcaje en el texto mismo. Los pre-textos o fondos textuales traídos
mente emplear una palabra o una estructura lingüística, o también lla- al texto sólo por la genética de la obra o sólo arbitrariamente por los
mar la atención sobre ella, también podemos servimos simplemente receptores, constituyen, conforme a este criterio, tan sólo referencias
de textos o tipos de discurso previamente dados, o referimos a ellos. intertextuales débiles, mientras que aquí el núcleo duro de máxima in-
Por eso, a este criterio lo llamamos referencialidad y postulamos que tensidad lo alcanzan los casos en que el autor es consciente de la refe-
una relación entre textos es tanto más intensamente intertextual cuan- rencia intertextual, parte de que el pre-texto le es familiar también al
to más un texto tematiza al otro, «poniendo al desnudO) su peculiari- receptor y remite a él de una manera clara y unívoca mediante un ma~
caje consciente en el texto. Como pre-textos entran entonces en conSI-
«Cuanto mayor es el tiempo transcurrido, y ante todo la actividad de elabora- deración ante todo los textos canonizados de la literatura mundial o
ción, entre el empleo del texto actual y los textos conocidos de antes, tanto precisamente textos de actualidad, de amplia recepción y ampliamente
mayor es la mediación.» Su escala se extiende desde la exigua mediación entre discutidos; los pre-textos esotéricos, por el contrario, sólo pueden de-
un enunciado y los precedentes en la conversación, pasando por la cita y la
alusión a determinados textos, bien conocidos, hasta la mediación expandida
venir comunicativamente relevantes de manera directa para una coterie
en el empleo de especies de textos; así el grado de mediación es inversamente como público lector en el que se puso la mira. Un grado de intensidad
proporcional a nuestro grado de intensidad. Esta ordenación en una escala más alto o más bajo según este criterio no tiene que coincidir -y esto
coincide en gran parte con la realizada según nuestro quinto criterio de inten- vale de manera general para todos nuestros criterios- con un grado
sidad. Cf. Einftihrung in die Textlinguistik, Tubinga, 1981, pp. 188-215, aquí: más alto o más bajo según los otros criterios. El plagio, por ejemplo,
p. 188.
que, según el criterio de la correspondencia estructural con el mo~elo
47 cr., por ejemplo, J. Lyons, Semantics, Cambridge, 1977,1, pp. 5-10.
que debemos definir más adelante y por la precisión de la referencIa a
J
46 Manfred Pfister Concepciones de la intertextualidad 47
un texto individual, es intensamente intertextual, es, según el criterio criterios nuestros. Sin embargo, el fenómeno mismo no está limitado,
de la comunicatividad, así como según el de la referencialidad, tan sólo en modo alguno, al Moderno, sino que se halla ya en la Antigüedad
débilmente intertextual, porque, ciertamente, el autor es muy conscien- (por ejemplo, en la relación del epos de Virgilio con los poemas épicos
te de la dependencia de un modelo, pero no sólo no se propone, sino homéricos) y en formas como la parodia, el travesti y la contrafactura
que precisamente trata de impedir por todos los medios que esa depen- o la traducción, la imitación y la adaptación en todas las épocas litera-
dencia se vuelva consciente también para el receptor. Conforme a este rias. Por doquier aparecen aquí los procedimientos puntuales de la cita
criterio, también son de poca intensidad, en la mayoría de los casos, las o la alusión dilatados para formar modelos que, como fondos estructu-
referencias intertextuales que se asocian a conceptos como influencia y rales, integran partes del texto mayores o, al fin y al cabo, el texto
epigonismo: a menudo no son conscientes para el autor y son experi- entero.
mentadas por él de manera no tanto intencionada como pasiva. (5) Con el quinto criterio queremos abarcar los diferentes grados
(3) El tercer criterio está estrechamente relacionado con los dos en la precisión de la remisión intertextual. Lo llamaremos selectividad,
primeros; desearía llamarlo autorrejlexividad. El grado de intensidad porque aquí se trata de cuán acentuadamente un determinado elemento
de la intertextualidad según los dos primeros criterios todavía puede es escogido de un pre-texto como fondo de referencia y puesto de relie-
ser aumentado por el hecho de que el autor no sólo ponga en un texto ve y cuán exclusiva o inclusivamente es aprehendido el pre-texto, es
remisiones intertextuales conscientes y claramente marcadas, sino que decir, en qué nivel de abstracción éste se constituye. Aquí ya una cita
también reflexione sobre el carácter condicionado y referido de su tex- textual, que aparece como partícula claramente delimitada de un texto
to en ese mismo texto, es decir, de que no sólo marque la intertextuali- ajeno en el nuevo, tiene una mayor intensidad intertextual que una alu-
dad, sino que la tematice, justifique o problematice los supuestos y re- sión, que se refiere globalmente a un pre-texto entero o, por lo menos,
sultados de la misma. El grado de intertextualidad particularmente alto a un aspecto abarcador de éste. Así, por ejemplo, la cita de un verso de
de las literaturas moderna y postmoderna, que hace que éstas devengan Hamlet es una remisión más precisa, más acentuada, al Hamlet de
una y otra vez paradigma de la intertextualidad en general, está dado, Shakespeare que la mención o la caracterización perifrástica del héroe
entre otras cosas, precisamente por la particular importancia de ese as- cuyo nombre le da título a la obra. Y, de manera análoga, la remisión a
pecto metacomunicativo en ellas, y su importancia crece aún más en el un pre-texto individual es más precisa y, por eso, más intensa que la
caso de los textos que fueron escritos ya en el horizonte de la teoría de referencia a las normas y convenciones de un género, a determinados
la intertextualidad, como, por ejemplo, Glas de Derrida (1974) u otros topoi y mitos, o a sistemas de constitución de textos, definidos de una
textos de los desconstruccionistas que suprimen las fronteras entre tex- manera aún más abstracta. 48 El núcleo duro lo señala aquí, pues, la cita
tos teóricos y textos poéticos. El criterio de la autorreflexividad puede textual procedente de un pre-texto individual, mientras que la relación
ser ulteriormente graduado con arreglo a cuán explícita o implícita- entre textos exclusivamente sobre la base de su textualidad representa
mente se realiza esa metacomunicación sobre la intertextualidad. un grado de desaparición, periférico, de la intertextualidad. Y cuanto
(4) El cuarto criterio de la estructuralidad concierne a la integra- más selectiva y precisa es la remisión intertextual, tanto más tiene ella
ción sintagmática de los pre-textos en el texto. Según este criterio, el la estructura y función de una sinécdoque, del pars pro toto: con el de-
citar pre-textos de manera meramente puntual y ocasional da por resul- talle escogido de manera acentuada se evoca el contexto total del que
tado tan sólo un exiguo grado de intensidad de la intertextualidad,
48 Conforme a ello, la serie de textos que D. Schwanitz compone en «Inter-
mientras que nos acercamos al centro de máxima intensidad en la me-
textualitat und Aquivalenzfunktionalismus: Vorschlage zu einer vergleichen-
dida en que un pre-texto deviene fondo estructural de un texto entero. den Analityk von Geschichten», en Dialog der Texte, pp. 27-51, es, en la ma-
Conforme a eso, las obras capitales del modernismo, que entretanto se yoría de sus miembros, de poca intensidad intertextual, porque se basa en una
volvió clásico, como The Waste Land de Eliot y el Ulysses de Joyce, estructura profunda tan abstracta de la historia, que su corpus es ampliable casi
son en alto grado intertextuales y lo son también con arreglo a otros a voluntad. También es de poca intensidad intertextual según los criterios 1-3.
48 Manfred Pjister
Concepciones de la intertextualidad 49
surgió; con la cita breve se incluye el pre-texto entero en la nueva Este haz de criterios cualitativos todavía debe ser completado me-
constitución de sentido.
diante criterios cuantitativos, si se quiere determinar la importancia de
(6) Nuestro último criterio cualitativo conduce de regreso al la intertextualidad en obras particulares, en autores particulares o hasta
punto de partida de la teoría de la intertextualidad, a la dialogicidad en épocas particulares. Aquí son de importancia ante todo dos factores:
de Bajtín. Este criterio dice que -como siempre ceteris paribus- por una parte, la densidad y frecuencia de las referencias intertex~ales,
una remisión a textos o sistemas de discurso previamente dados es y por la otra, el número y espectro de los pre-textos puestos en Juego.
de una intensidad intertextual tanto más alta, cuando más fuerte sea Y también en este respecto la literatura modernista se evidencia como
la tensión semántica e ideológica en que se hallen entre sí el con- intertextual en un grado particularmente alto. Como ejemplo modelo
texto original y el nuevo. Una elaboración del texto a contrapelo del remitimos a los últimos nueve versos de The Waste Land, que, en un
original, el citar un texto relativizándolo irónicamente y minando macarrónico collage de citas, yuxtaponen fragmentos de texto en cinco
sus supuestos ideológicos, un aprovechamiento distanciador de la lenguas (inglés, provenzal, latín medio, francés y sánscrito) y remiten a
diferencia entre el viejo contexto de la palabra ajena y su nueva por lo menos ocho textos que representan la literatura mundial desde la
contextualización - todos esos son casos de una intertextualidad Antigüedad hasta el siglo XIX. La poesía del clasicismo, por el contra-
particularmente intensa, mientras que, por ejemplo, la mera traduc- rio, es también altamente intertextual en lo que concierne a la frecuen-
ción lo más fiel posible de una lengua a otra, la mera transposición cia de citas y alusiones; sin embargo, éstas se refieren la mayoría de las
de un sistema de signos a otro (dramatización, versión cinematográ- veces a un corpus esencialmente más homogéneo de pre-textos.
fica, versión operática) que conserva el sentido del texto, o una imi- Los criterios aquí propuestos para la gradación de la intertextuali-
tación motivada exclusivamente por la admiración por el original, y dad no aspiran, en el espíritu de un positivismo ingenuo, a una «me-
una cita como argumentum ad auctoritatem, son de poca intensidad dicióll» de la intensidad intertextual, sino que son entendidos como
intertextual. Y, por último, cierto es que la pura negación o antítesis constructos heurísticos para la diferenciación tipológica de diversas
del pre-texto es «más dialógica» que la repetición total o afirma- referencias intertextuales. Sólo cuando esté elaborada una tipología
ción, pero ella, por su parte, se queda muy por detrás de una dialéc- tal que tome en consideración tanto la inserción estructural y marcaje
tica diferenciada de establecimiento de una ligazón y toma de dis- de los pre-textos en el texto mismo como la relación entre texto y
tancia como lo óptimo en materia de dialogicidad. pre-textos y las actividades comunicativas de autor y receptor, se
Si aplicamos juntamente esos seis criterios, en el centro de in- pondrá a nuestro alcance el proyecto de una historia de la intertextua-
tensidad máxima se hallan especies de textos como la de la parodia lidad, de sus estructuras, estrategias y funciones.
o textos individuales como The Waste Land: en ellos no simplemen-
te se emplean textos o tipos de discurso previamente dados, sino Traducción del alemán
que se llama la atención sobre ellos (1), las referencias intertextua-
les, intencionales y marcadas, son de alta relevancia comunicativa
(2), se articula en una metacomunicación más o menos explícita una
conciencia autorreflexiva de la intertextualidad (3), las citas y alu-
siones forman un modelo estructural (4), se citan de manera acen-
tuada y precisa textos individuales o estructuras específicas de gru-
pos de textos (5), y, por último, todo eso sirve al aprovechamiento
de la diferencia textual y a la relativización dialógica de las pala-
bras, los textos y los sistemas de normas en que éstos se basan (6).
Intertextualidades 51
mientos alcanzados en el debate de la intertextualidad podrían ser apli- existe realmente. De esa manera, la intertextualidad es sometida a severa
cados provechosamente a sus propios asuntos. En dependencia de su crítica: acusada de ser incomprensible, por una parte, y de ser vino viejo
énfasis crítico, sus respuestas difieren. Los investigadores de inclina- en odres nuevos, por la otra. Un opositor afirma que no entiende nada, el
ción analítica han redescubierto la cita, la alusión y el centón como for- otro insiste en que siempre ha sabido eso. Hay tantos anti-intertextua-
mas intertextuales. Los teóricos del género señalan la intertextualidad listas como intertextuahstas hay ---ése es el resultado.
de la parodia, el travesti y el collage. Los especialistas en traducción y
en los media sostienen que el nuevo enfoque puede ser ventajoso tam-
1.2. Los conceptos
bién para sus respectivos campos de interés. Aquellos estudiosos que .Qué es un intertexto? La respuesta a esta pregunta puede ser: un texto
están seriamente interesados en los avances teóricos en sus disciplinas, ~ntre otros textos. Por lo menos eso es lo que una consideración
usan «intertextualidad)) como un término general para mejorar su ins- etimológica puede sugerir. Sin embargo, de cómo se interprete la pre-
trumental metodológico y terminológico. Así han logrado, al menos posición «entre)) depende enteramente cómo se explica el té~ino. Se
parcialmente, hacer más aplicable el nuevo enfoque. Sin embargo, los pueden concebir varios conceptos. De la naturaleza de los mIsmos de-
peligros de tal empeño son fácilmente visibles. El interés en sistemati- pende sobre cuáles elementos constituyentes se afirma qu~ compon~n
un intertexto y sobre cuáles no. Se le debe conceder gran ImportancIa
zar conduce fácilmente a una manera estrecha de pensar; el énfasis en
al papel del autor y del lector. Ambos (y algunos otros factores comu-
la terminología, a baterías de nomenclaturas escolásticas, en gran me-
nicativos) realmente hacen visible y comunicable el intertexto. Las
dida desprovistas de contenido. Esto obstruye el dinamismo de los
preguntas importantes que un estudioso ha de plantear en este respecto,
procesos sígnicos intertextuales. Éste es reemplazado por una contabi-
son las siguientes: ¿qué marcadores señalan un intertexto? y ¿qué cate-
lidad fenomenológica estática. Es aún peor cuando los estudiosos usan
gorías pueden servir para describirlo? Aquí se hace necesario un siste-
el término «intertextualidad)) sin haber examinado críticamente el con-
ma de indicadores y categorías analíticas. Tal sistema presupone la
cepto, sólo para que parezca que están al día. «Intertextualidad)) como
existencia de un abarcador arsenal sígnico intertextual. Mientras exista
palabra de moda: ésa es la cara negativa de la moneda.
solamente una comprensión rudimentaria de semejante repertorio, al-
1.1.2. Los anti-intertextualistas gunas propiedades pertinentes del fenómeno sólo pueden ser deduci-
Por consiguiente, surge un tercer grupo: la oposición al nuevo enfoque. das tentativamente.
Su actitud básicamente negativa se expresa en dos diferentes estrategias 1.2.1. Texto VS. intertexto
de argumentación. A los progresistas, a los especulativos, simplemente Todos los intertextos son textos ---eso es lo que la última mitad del tér-
no se los entiende; son acusados de subjetividad e irracionalidad y de mino sugiere. Sin embargo, la inversión de esta ecuación no implica
una falta total de cientificidad. Pero aúil más fuerte es la oposición a la automáticamente que todos los textos sean intertextos. En tal caso, tex-
variante tradicionalista, pragmática. Los anti-intertextualistas no se can- to e intertexto serían idénticos y no habría ninguna necesidad de un
san de subrayar que ellos mismos siempre han trabajado intertextual- «intef)) que los distinguiera. Un texto puede ser considerado como una
~ente. Sostienen que toda rama de los estudios literarios serios, espe- estructura sígnica autónoma, delimitada y coherente. Sus límites están
cIalmente los estudios comparativos, que parecen estar particularmente indicados por su principio, medio y fin; y su coherencia, por la conjun-
bien calificados, procede de esa manera. Semejante tradición, después de ción deliberadamente interrelacionada de sus elementos constituyentes.
todo, se remonta a la imitatio auctorum de la Antigüedad greco-romana Un intertexto, por el contrario, está caracterizado por atributos que van
y a la alegoresis tipológica del helenismo y la patrística; en resumen, re- más allá de él. No está delimitado, sino des-limitado, porque sus ele-
sultaría una venerable práctica de más de dos mil años. El cambio en la mentos constituyentes se refieren a elementos constituyentes de otro(s)
terminología, se arguye, no cambió nada sustancialmente. Todo lo con- texto(s). Por lo tanto, tiene una doble coherencia; una intratextual que
trario: tal engañoso rotulado sólo aparenta un carácter progresista que no garantiza la integridad inmanente del texto, y una intertextual que crea
54 Heinrich Plett Intertextualidades 55
relaciones estructurales entre él mismo y otros textos. Esta doble cohe- ejemplo, en un estante de una biblioteca); su elemento consti-
rencia contribuye a la riqueza y complejidad del intertexto, pero tam- tutivo es el atravesar (en particular, puede atravesar la obra,
bién a su status problemático. varias obras).
Podemos imaginar dos formas extremas, que podriamos expresar en En la medida en que el intertexto sólo existe en el proceso comunicati-
la paradoja: un texto que no es ningún intertexto, y un intertexto que no vo real --como un indeterminabile en permanente oscilación-, no po-
es ningún texto. ¿Qué significa esto? El texto que no. tiene ninguna demos hacer afirmaciones definidas acerca de él. Aparece. co~o ~art.e
interrelación con otros textos en absoluto, realiza su autonomía perfecta- de una pragmática que reconoce solamente el acto comumcatlvo mdl-
mente. Es autosuficiente, idéntico a sí mismo, una mónada completa en
vidual.
sí misma -pero ya no es comunicable. Por el contrario, el intertexto co- Esta actitud misma, sin embargo, implica una clara reducción del
rre el riesgo de disolverse completamente en sus interrelaciones con intertexto la cual no puede haber estado en la intención de los que lo
otros textos. En casos extremos, cambia completamente su coherencia propusier~n originalmente. Porque el intertexto se pre~ta a más enfo-
interna por una externa. Su disolución total lo hace renunciar a su princi- ques que el de una pragmática que desca~sa en casos smgulare~ de re-
pio, medio y fin. Pierde su identidad y se desintegra en numerosas partí- cepción. Si lo consideramos como un sIgno -de manera analoga a
culas textuales que sólo tienen una referencia extrínseca. Es dudoso que aquellos procedimientos que los lingüistas del texto emplean ~ara
semejante intertexto radical sea comunicable en modo alguno. constituir su objeto-, podemos analizar el intertexto en u~a tnple
Los ejemplos mencionados son extremos. Los supuestos texto per perspectiva semiótica (Morris 1938): sintácticamente, como SI~~O ba-
se e intertexto per se difícilmente son posibles en la realidad de la co- sado en relaciones entre textos; pragmáticamente, como la relacIon en-
municación sígnica. Pero, con arreglo a las premisas de la definición tre emisor/receptor e intertexto; y semánticamente, con respecto a l.a
que dimos anteriormente, es posible la participación gradual del texto referencialidad del intertexto. El intertexto como un todo no lo constl-
en la intertextualidad y del intertexto en la textualidad. Así, podemos tuye ninguna sola perspectiva semiótica, sino únicame~te la co~bin~
postular una escala de intertextualidad creciente y decreciente. En el ción de las mismas. En este respecto, el intertexto no dIfiere de nmgun
caso de la intertextualidad negada, predomina la idea de autonomía otro signo, lingüístico o no-lingüístico.
textual; en el caso de la intertextualidad intencional, el principio rector Esto significa, por otra parte, que cada perspectiva semiótica aisla-
es: «Todo texto es un intertexto» (Leitch 1983,59). da es una abstracción del intertexto y hasta una distorsión de éste. Un
1.2.2. Reduccionismo vs. totalidad procedimiento científico que trate de no tomar partido. y no seguir im-
perativos ideológicos, debe intentar aprehender su objeto desde todos
Dadas las fluctuaciones a que está sujeto un intertexto, parece que casi
los ángulos.
no tiene ninguna posibilidad de éxito intentar describirlo sistemá-
ticamente. Semejante empresa presupondría que el flujo intertextual 1.2.3. Material vs. estructural
puede ser detenido, por lo menos intermitentemente. Sólo entonces Los intertextos se componen de signos. Los signos forman parte de ~ó
puede un estudioso alcanzar una posición fija desde la cual desarrollar digos. Los códigos tienen dos componentes: signos y reglas. Los SIg-
categorías, clasificaciones, y métodos para descodificarlo. Pero tales nos representan el aspecto material del código; las reglas, el aspecto
procedimientos contravienen fundamentalmente las intenciones de los estructural. Existen tipos de intertextualidad análogos a los componen-
creadores del intertexto, porque éstos mantienen inflexiblemente el tes del código: . .,
principio de que el intertexto no puede ser inmovilizado. Con palabras 1) intertextualidad material (particularizante) -o sea, repetlclOn
de Roland Barthes (1986, 58):
de signos; . .,
[...] el Texto es experimentado solamente en una actividad, en 2) intertextualidad estructural (generalizante) -o sea, repetlclOn
una producción. Se sigue que el Texto no puede detenerse (por de reglas;
56 Heinrich Plett
Intertextualidades 57
Estos elementos requieren un análisis detallado cuyos principios con- textuales prefabricados sin alterarlos, sino que más bien los remodelan y
ductores serán la cantidad, la calidad, la distribución, la frecuencia, la les proporcionan nuevos significados. Por esta. razón, es preciso exami-
interferencia y los marcadores de las citas. El centro de la atención de nar la cita en lo que respecta a su calidad. Para hacerlo es necesaria la
la presente investigación será la cita verbal que se produce en textos siguiente distinción: la forma que habitualmente llamamos cita posee
verbales. una existencia doble: por una parte, como un segmento del pre-texto T2
Una cita muestra varias características inconfundibles que la dis- (= Q ), y por la otra, como un segmento del texto de la cita T¡ (= QJ Q¡
tinguen como tal. Su más obvia característica es, probablemente, la re- = Q 2significa identidad intertextual; y Q¡ + Q2' desviación intertextual.
petición intertextual: un pre-texto es reproducido en un texto posterior. Las 2desviaciones intertextuales, al igual que las desviaciones intra-
Otro rasgo de la cita es su carácter segmental, porque, por regla gene- textuales, pueden ser descritas en una gramática secundaria. Aquí se han
ral, el pre-texto no es reproducido íntegramente, sino sólo de manera de distinguir dos niveles: expresión y contenido, o, para emplear una ter-
parcial, como pars pro toto. En tercer lugar, se sigue que la cita, en minología diferente, estructura de superficie y estructura profunda.
esencia, nunca es autosuficiente, sino que representa un segmento tex- La estructura de superficie de las desviaciones citacionales puede
tual derivativo. Como tal, en cuarto lugar, no constituye una parte or- ser descrita en términos de transformaciones. Éstas son básicamente
gánica del texto, sino un elemento extraño extirpable, o, para formular- idénticas a los tipos de transformaciones empleadas en la teoría estilís-
lo de una manera diferente, un segmento-impropie que sustituye a un tica y la gramática transformacional generativa; la única diferencia es
hipotético segmento-proprie. Para sumar estas características en una que su presente campo de aplicación es definido en términos intertex-
definición provisional: Una cita repite un segmento derivado de un tuales. Las respectivas transformaciones son la adición, la sustracci?n,
pre-texto dentro de un texto posterior, en el cual él reemplaza a un seg- la sustitución, la permutación y la repetición (Plett 1979, 143-149). Es-
mento-proprie. tas se refieren a unidades lingüísticas de longitud variable: fonológicas
2.1.1. Cantidad o morfológicas, sintácticas o textuales. Un ejemplo tomado de Hugh
Con respecto a la cantidad, las citas muestran una gran variabilidad. Selwyn Mauberley de Ezra Pound puede ilustrar las variaciones trans-
Habitualmente consisten en unidades morfológicas o sintácticas, más formacionales de un determinado pre-texto. El texto de la cita del que
raras veces incluyen secciones más vastas de textos, o, en un caso ex- se trata, comprende las dos líneas
cepcional, hasta el pre-texto completo. Algunos títulos de obras litera- Died sorne, pro patria,
rias bien conocidas contienen citas de palabras o de oraciones: The Sot- non «dulce» non et «decor».
Weed-Factor de John Barth repite el título de un poema satírico de que fraccionan y reordenan la bien conocida línea del pre-texto de
Ebenezer Cooke; Eyeless in Gaza de Aldous Huxley se refiere a un Horacio
segmento de un verso de Samson Agonistes de John Milton (41), y
Dulce et decorum est pro patria mori (carm. 1II.2.l2).
Rosencrantz and Guildenstern are Dead de Tom Stoppard cita una lí-
nea de Hamlet (V.2.376). Las líneas de Pound ilustran las siguientes operaciones intertextuales:
2.1.2. Calidad sustracción de la frase verbal latina «Est [...] mori» y sustitución de la
misma por el verbo inglés «died», sustracción del morfema terminal
Hasta ahora hemos supuesto tácitamente que, al pasar del texto original { -um} en «decorum», permutación sintáctica del pre-texto, adición y
al texto de destino, las citas permanecen inalteradas. Sin embargo, esta repetición de la negación «non» que falta en Horacio. Estas operacio-
suposición requiere algunas modificaciones. Es verdad que los textos nes involucran unidades morfológicas y sintácticas del texto. Las co-
científicos o judiciales deberían citar de la manera más exacta posible, o millas efectúan una adición grafémica intersegmental. Revisando estos
sea, sin alterar el pre-texto. Los textos poéticos, por el contrario, mues- procedimientos transformacionales más bien complejos, nos damos
tran su naturaleza específica en el hecho de que no integran elementos cuenta de que sus resultados -las citas- pueden ser designados me-
60 Heinrich Plett Intertextualidades 61
diante las nomenclaturas retóricas clásicas, por ejemplo: elipsis, apóco- ue el título, el epígrafe y la fórmula de conclusión representan citas
pe, anástrofe. Estas figuras retóricas no indican, pues, desviaciones (los pre-textos: Malory; Petronio, los Upa~ishads). La posición ~edia
dentro de un texto, sino las existentes entre textos (Jenny 1976). n un texto (cualquiera que éste sea) permIte una gama tan ampha de
Un enfoque de los aspectos de la estructura profUnda intertextual :ariantes citacionales, que no tendría sentido entrar aquí en más de-
de las citas permite también una comparación con la retórica. El proce- talles.
dimiento de citar se asemeja al de tropificación, puesto que el texto re- 2.1.4. Frecuencia
sultante siempre se presta a dos interpretaciones, a saber: una literal Si sólo se presentan unas pocas citas dentro de un texto, su impacto en
y una no:-literal. Por esta razón, un texto que cita puede ser considerado su estructura y significado puede ser relativamente insignificante. En
como un «signo dual» (Rifaterre 1980), puesto que admite una lectura este caso, la influencia determinante del contexto de la cita resulta
proprie, así como una o más lecturas improprie. El título de Arms and más fuerte que la de las citas mismas. La situación, sin embargo, ca~
the Man de G. B. Shaw, por ejemplo, se refiere en su sentido literal bia cuando las interpolaciones del pre-texto aumentan en frecuencIa.
(primario) directamente a los acontecimientos de la pieza, mientras que En ese caso la influencia del contexto disminuye proporcionalmente.
su sentido adicional (secundario) se deriva del hecho de que el mismo La etapa final en semejante desarrollo se alcanza con un texto comple-
es también una cita (traducida) del verso inicial de la Eneida de tamente compuesto de citas. En ese punto ya no existe un contexto en
Virgilio. Así, por regla general, una cita no incluye únicamente un solo el sentido de una creación original. Su papel es asumido por las citas
nivel (isotópico) de significado, sino dos o más (poli-isotópicos) que que preceden y siguen a cada cita. Como hay una multiplicación de ci-
requieren que el receptor los interrelacione. Esta interrelación, o, para tas, hay también una multiplicación de contextos. El resultado estruc~
emplear el término de Bajtín (1981), este «diálogo», se extiende mu- ral de este procedimiento puede ser denominado collage, y el procedI-
cho más allá del elemento citado y abarca también los contextos prima- miento mismo, montaje (Klotz 1976).
rio y secundario del mismo. Cuanto más citas estén codificadas en un
texto poético, tanto más compleja será su estructura profunda intertex- 2.1.5. Interferencia
tual, tanto más polifónico será el diálogo textual. Una cita siempre está incrustada en dos contextos: el contexto del texto
de la cita C y el contexto del pre-texto C2• Como estos contextos son,
2.1.3. Distribución per definiti~nem, no-idénticos, toda cita implica un confli.ct? entre la
Además de la cantidad y la calidad, hay otros dos criterios relevantes cita y su nuevo contexto. Este conflicto podem?s deSCf1~Irlo como
para la estructura de la cita: la distribución y la frecuencia. Éstas son una interferencia. Para ilustrar los fenómenos de mterferencIa, escoge-
características de la cita que, cuando son tomadas por sí solas, pare- remos el código como un criterio apropiado. Tiene lugar una interfe-
cen relativamente simples, pero, cuando son correlacionadas con rencia de códigos cuando la cita y el contexto C l difieren en cuanto a
otras características, revelan un alto grado de complejidad. Puesto lenguaje, dialecto, sociolecto, registro, manera de escri~ir ~as p~labras,
que tanto a la distribución como a la frecuencia nos hemos referido prosodia, etc. En estos casos hablamos de interferencIa mterh~gual,
implícitamente a menudo en la presente investigación, aquí sólo se- diatópica, diastrática, diatípica. grafémica, prosódica, etc. Las mter-
rán tratadas de manera breve. La distribución de la cita puede ser ferencias códicas de los tipos interlingual y grafémico son empleadas a
descrita con referencia a las posiciones más destacadas del texto de la menudo en los Cantos de Ezra Pound, en los que las citas de literaturas
cita: principio, fin y medio. La posición inicial es lo mismo que el tí- extranjeras son presentadas en los caracteres de ~us lenguas origina~es;
tulo, el epígrafe o la primera oración; la posición final puede ser un por ejemplo, en letras griegas o ideogramas chmos. A vec~s las CItas
aforismo de conclusión. El hecho de que esas posiciones estructura- en lenguas extranjeras son traducidas al in&lés, a veces los Ideogramas
les, cuando están provistas de citas, son importantes para la compren- chinos son reproducidos en letras latinas. Esos son casos .de «~~ns~o
sión de la obra entera, lo ilustra The Waste Land de T. S. Eliot, en la dificacióm> (Eco 1976). Todo procedimiento de transcodIficaclOn Im-
62 Heinrich Plett Intertextualidades 63
plica una asimilación de la cita a su nuevo contexto y, por eso, una dis- Henry V de Shakespeare o el te~iente francés Riccaut de la Marliniere
minución de las interferencias citacionales. en Minna von Barnhelmde Lessmg. . . . ,
2.1.6. Marcadores A causa de la naturaleza ambigua de los marcador~s de CIta l.mph-
't s sólo los explícitos parecen apropiados para indIcar una CIta de
Una gramática de la cita no puede trabajar sin un sistema de marca- CIO , 'd d
una manera confiable. Pero hasta estos últimos han de ser consl .era os
dores que indiquen que tienen lugar citas dentro del texto. Estos mar- con cautela, porque el comentario puede ser un pseudo~omentano, y la
cadores son de naturaleza deíctica, porque hacen visibles las costu- cita marcada como tal puede resultar una pseudoclta (Bol~er ~nd
ras entre cita y contexto (C l ). Hay costuras manifiestas y ocultas; por George 1989). Por lo tanto, le corresponde a la «c~mpetencla clta-
eso existen citas manifiestas y ocultas, en dependencia de si el autor
ional» del receptor decidir si una cita es o no una CIta. La competen-
desea subrayar o disimular la interferencia entre el «marco» y lo «in-
cia citacional se ve desafiada en particular medida cuando un texto ca-
sertado» (Sternberg 1982). El número y tipo de las señales textuales
varía en conformidad. Si se establece una escala de nitidez decrecien-
~ece de marcadores tanto explícitos como implícitos. En este caso el
carácter citacional de un segmento lingüístico sólo aparece sobre la
te, los marcadores de la cita son explícitos, implícitos o simplemente
base de una «presuposición pragmática» (Cul.ler ~ 976; Leps ~ ~79
inexistentes. Los marcadores engañosos o pseudomarcadores consti-
1980), la cual, además del individuo que comumca, mcluye tamblen la
tuyen una clase especial que modifica las categorías primera y segun-
da. evidencia concreta del pre-texto.
Los marcadores explícitos indican una cita de manera directa, o 2.2. La pragmática de la cita
mediante un verbo performativo como «cito», o una fórmula estanda- Las observaciones realizadas en la primera parte han llevado la argu-
rizada como «principio de la cita» - «fin de la cita», o incluso nom- mentación, de la gramática, a la pragmática. En la s~gui~nte explo~a
brando la fuente directamente. En contraste con estos marcadores ción, pragmática significa la comun~cación de ~itas. Esta l~cluye ~~l
intratextuales, las notas, glosas marginales, índices de fuentes, prefa- tiples factores: emisor, receptor, CÓdIgO, lugar, tlem~o, medlO,. funCIO~,
cios y post scripta, así como los comentarios, están situados fuera del etc. En interés de la simplicidad; estos factores seran s~bsumldos baJo
texto propiamente dicho. Si son publicados conjuntamente con el texto, dos aspectos centrales: 1) el emisor como punto de partld~ para modos
tal vez hasta como una parte integral de éste, adquieren el status de un funcionales de citas, y 2) el receptor como punto de partIda para mo-
subtexto.
dos percepcionales de citas. Aunque est?s aspectos no. cubren entera-
Los marcadores implícitos son ora rasgos inherentes a la cita, ora mente la pragmática de la cita, son apropIados para arrojar luz sobre al-
rasgos añadidos a la cita. Como rasgos añadidos, pueden aparecer, en gunas de sus características esenciales.
el nivel fonológico, como pausas antes y después de la cita, o, en el ni-
vel grafémico, como comillas, dos puntos, cursivas o espacios vacíos. 2.2.1. Modos funcionales
Son, sin embargo, ambiguos en la medida en que no sólo señalan citas, Si un emisor, o sea, un hablante o un escritor, hace uso de un~ cita, ~o
sino también otros rasgos textuales (por ejemplo, las comillas también lo hace arbitrariamente, sino con ciertas intenciones. Estas l~tenc.I?
son una señal de ironía). Como rasgos inherentes a la cita misma, los nes, a su vez, son modificadas por las convenciones ~e l~ sltua~lOn
marcadores implícitos sólo se toman efectivos en los casos en que comunicativa escogida. Como hay situaciones comumcatl:as ma.s o
existe una interferencia códica entre la cita y su contexto. A pesar de menos convencionalizadas, se sigue que también hay funclO~es clta-
esta restricción, sin embargo, se le puede atribuir una ambivalencia aún cionales más o menos convencionalizadas. Stefan Morawskl (~970)
más fuerte a este tipo de marcadores implícitos. Porque las diferencias utiliza esa perspicaz observación en su tipología de las funclOn~s
del tipo descrito pueden referirse también a características no-citacio- citacionales que él traza en términos de una escala de. fuerzas non,natl-
nales de textos poéticos, cuando, por ejemplo, una pieza incluye vas decrecientes. Él distingue tres funciones de la CIta: de autonda~,
hablantes de dialectos o lenguas extranjeras, como el galés Fluellen en erudita y ornamental. Estos tipos funcionales, evidentemente, son reah-
64 Heinrich Plett Intertextualidades 65
zados en textos no-literarios, pero, indiscutiblemente, se presentan Si en esos textos se borran completamente las citas ornamentales, el
también en textos literarios. La siguiente discusión comenzará con la acto comunicativo no fracasa, puesto que se preserva la información
tipología de Morawski y después pasará a delinear unos cuantos aspec- básica. Esto se debe a que las citas ornamentales sólo sirven como
tos funcionales de la cita poética. embellecimientos decorativos añadidos a la substancia de un texto. Por
2.2.1.1. La cita de autoridad eso la relación funcional entre texto y cita sufre un cambio decisivo:
«Mientras que en el caso de la función de afirmar una autoridad el tex-
~a cita de aut~ridad se produce en situaciones comunicativas que le
to sirve a la cita, aquí la disposición es la inversa» (Morawski 1970,
Imponen al emIsor una obligación de citar. Tales situaciones comuni-
696). Al ser un estímulo estético para el deleite del receptor, la cita or-
cativasestá~ íntimamente asociadas a instituciones sociales; por eso el
namental muestra la más íntima afinidad con la cita poética. En este
acto de la cIta cobra un carácter ritualizado. Ejemplos ilustrativos son respecto, difiere notablemente del control ideológico de la cita de auto-
los actos sacros y legales, donde los sacerdotes y predicadores, jueces
ridad y de la fuerza persuasiva de la cita erudita.
y abogados apoyan su razonamiento mediante citas de la Biblia o de la
Ley, respectivamente. Dentro de su radio de validez, la autoridad recla- 2.2.1.4. La cita poética
mada para tales libros no admite dudas acerca de la legitimidad de los En comparación con los tipos no-poéticos de cita, la cita poética se
mismos. Éstos mantienen el status de «libros sagrados», sea la Biblia o caracteriza por su carencia de un propósito práctico inmediato. Sin
el Corán, el Corpus Iuris Civilis o el Código Civil, o, para aventuramos embargo, se puede lograr un propósito de esa índole cuando un polí-
en el campo de la doctrina política, la obra de Marx, Engels y Mao tico, un periodista o un vendedor emplea una cita poética en un texto
Tse- T~ng (de ahí el término «la Biblia de Mao»). Por lo tanto, todo no-poético. En este caso la cita poética es despoetizada, es decir, des-
poster~or texto de referencia (por ejemplo, los comentarios bíblicos) y provista de su función autotélica e investida con la función práctica
toda cIta tomada de ellos están sujetos a un radio de aplicación muy es- del respectivo contexto de la cita. Por el contrario, se produce una in-
trech~, comúnm~nte de carácter exegético. Cuando en su pretensión de versión de este procedimiento cuando una cita no-poética es inserta-
auto~Idad una cIta no es cuestionada en absoluto, también se puede da en un discurso poético. En ese caso la cita es poetizada, es decir,
consIderar que su función es «ideológica». liberada de los constreñimientos de una utilidad práctica inmediata y
2.2.1.2. La cita erudita transferida a un estado de «conformidad a un fin sin un fin» que cau-
sa «satisfacción desinteresada)) (Kant). Podemos hallar ejemplos de
La cita erudita se presenta principalmente en los textos científicos que este método en Tristram Shandy de Laurence Sterne, que contiene
se refieren a otros textos científicos. Como la cita teológica, puede ser citas de tratados de medicina (Robert Burton) y de filosofía (John
usada para contar con la autoridad del conocimiento indiscutible. Di- Locke) y hasta de una fórmula medieval de excomunión (Obispo
fiere, sin embargo, de la cita de autoridad en la medida en que también Ernulfo de Rochester). Resultados de un desarrollo moderno son los
puede cuestio~ar ~~ validez..Mientras que la cita de autoridad exige «poemas hallados)) del autor canadiense John Robert Colombo, com-
una contextuahzaclOn afirmatIva, la cita erudita está abierta a una dis- puestos enteramente de citas de textos no-literarios, como reportajes
cusión de lo~ pros y los contra. Admite más de un punto de vista y has- de periódicos, discursos políticos, artículos de diccionarios, etc. Tan-
ta su refutaclOn. En cuanto a la pluralidad de funciones que es probable to la poetización como la despoetización de una cita representan
que asuma, esta cita también puede ser llamada «argumentativa». cambios funcionales que son condicionados por la influencia domi-
2.2.1.3. La cita ornamental nante del contexto de la cita.
La cita ornamental está todavía menos subordinada a las fuerzas nor- El autor que reemplea fragmentos de (pre-)textos poéticos en su
mati~as de una .situación comunicativa. Su espectro de aplicación es propio texto poético, actúa así con ciertas intenciones. Sin embargo, re-
ampho, po.rque mcluye numerosas especies de discurso ocasional: car- sulta difícil cualquier afirmación de índole general, puesto que signifi-
tas, anunCIos, discursos ceremoniales, obituarios, folletines, ensayos. ca una reducción de las alternativas posibles. Un común denominador
66 Heinrich Plett
Intertextualidades 67
He aquí un ho~bre que roba y alardea de sus hurtos: cubre sus 2.2.2.2. Etapas de la percepción
paredes con pmturas, y proclama abiertamente que fueron sa- La recepción de los textos que citan no transcurre parejamente, sino
cadas de una Galería Nacional. No es como el muchacho que es retardada una y otra vez por <<umbrales de cita». Las citas
espartano que rob~ba y ganaba gloria si no era descubierto: él constituyen obstáculos de recepción que estorban el proceso de co-
de~ea ser descubIerto, y deliberadamente deja indicios para municación del texto. Las costuras entre la cita y su contexto no sólo
gUIar a sus perseguidores hasta la presa. ponen en peligro la homogeneidad de la estructura literaria, sino tam-
Autores como James Joyce y Amo Schmidt, sin embargo no siempre bién la unidad de la percepción. La percepción es distraída por algo
~ermanecen fieles a esta máxima, sino que ocultan sus cit~s tan cuida- extraño e inesperado que requiere integración. Colocada en un esque-
J~samente que se ha escrito. un sinnúmero de libros y artículos sobre
ma simple, la recepción de las citas avanza en tres etapas:
J'
t ~ce ~n el caso de SchmIdt, una «agencia descifradora» ha estado
ra an o urante .años de verificar hasta citas y alusiones remotas en
Etapa 1: Desintegración del continuo de la percepción (contexto de la
cita) por la intrusión de un elemento extraño (la cita);
sus novelas. ~a lIteratura de esta especie tiene como autor a un oeta Etapa 2: Verificación (e interpretación) del elemento extraño (cita)
doctus y reqUIere como receptor a un litteratus doetus. P mediante una digresión en la «arqueología del texto» (el pre-
2.2.2.1. Depósitos de memoria texto);
Etapa 3: Reintegración del elemento extraño (cita) y reasunción del
Porh·esa
de t razón
. rambos
· deben est aprovIstos
r· .
de suficIentes conocimientos continuo de la percepción (contexto de cita) en un nivel de
lS ona lterana. Estos conocimientos son almacenados en tres tipos
conciencia avanzado (enriquecido).
11I
Si la cita permanece inadvertida, no se pone en acción en absoluto esta deviene el precursor de textos subsiguientes. L~ ,que se puede
secuencia de etapas de la Percepción, Si la cita no es verificada, no se ~u ~e~ propósito de la producción de textos, v~le tamblen para su re-
realizan las etapas 2 y 3 , Si la cita no puede ser integrada en el texto, eCl~ , Ningún acto hermenéutico puede conSIderar ~ sol?, texto se-
se ha de descartar la etapa 3. En los dos últimos casos el proceso de cepclOn. t Más bien es una experiencia con una dlmenslOn retros-
percepción poética se interrumpe en la etapa de alienación. La inte- para~amen, e. o con una dimensión prospectiva. En lo que respecta
pectlVa, aSl c~m , e el mismo es un intertexto, es decir, simultá-
a~~:~~t:~~:;~~~~~ ~~e-texto. Stephen Heath percibe aquí ~~ a~c~ón
rrupción del proceso comunicativo deja el texto de la cita en una con-
dición de fragmentación que ya no merece el epíteto aristotélico de
«hen kaihólon». La unidad de la obra de arte deja entonces de existir. n roceso continuo de transformación: «Lejos de ser la creaClOn unlca
Semejante fracaso puede que incluso no se deba a la incapacidad un p fuente originaria todo texto es siempre otro(s) texto(s)
perceptiva del receptor, sino que a veces concuerda con las intenciones ~~a~~~:,:ocomenta, (1972~~~:::~
de,pl"':, prolonga, reasume."
artísticas del autor.
2.2.2.3. Estancamiento C?~sigEui:~~e~;~~o U:::e;:~~~:~~:c~:~:~:~r:
Clono x l'd d
i~:~~~~~~ diferencia.
Si los textos se vuelven tan bien conocidos que se desarrollan hasta Eso es lo que constituye su intertextua 1 a .
convertirse en almacenes de citas, el usuario de esas citas puede perder 3.1. Repetición . "
de vista fácilmente sus contextos originales. Las citas entonces se Si los intertextos están basados en el principio de la repetlclon, surgen
vuelven unidades de lenguaje autónomas y asumen el status de adagios 1 S siguientes interrogantes: 'd 'd d
y aforismos. Eso les ha estado ocurriendo a las citas durante siglos.
Con gran frecuencia el resultado es que, estando faltas de sus pre-tex-
t ¿Qué tipo de repetición es suficiente para asegurar la «1 entl a
intertextual» (Miller 1985)?
tos, se toman manidas como las «metáforas muertas». Por esa razón .Quién decide si una repetición es intertextual? . " 't
han de ser revitalizadas mediante técnicas específicas (<<desfamilia- ;: ~A qué convenciones evaluativas es sometida una repetlclOn m er-
rizantes») a fin de recuperar su energía semántica. No obstante, el texto
de la cita carecerá en gran medida de la fricción que tiene su origen en Ni:=a~: esas interrogantes puede ser respondida de manera exhaus-
una colisión de Cl y Cl (que ahora ya no se produce). El descenso en la tiva en el marco del presente artículo.
espontaneidad puede incluso afectar a un pre-texto todavía no olvida-
do, como lo atestigua el soliloquio de Hamlet que comienza con la lí- 3 1.1. Decisiones
.. " re etición constituye un texto en interte,~tual? Una ~es
nea «Ser o no ser: esa es la cuestión» (Bloomfield 1976). El resultado ¿ Que tlpo de p d rtir de una consideraclOn de los cnte-
es que este discurso es uno de los textos más frecuentemente parodia-
dos en la literatura mundial. Por eso hay un gran peligro de que la ~~:s: ~::i~:~~:~:x;efr:::encia, A éstos los hallamos t~m~ién ~~
humoristización invada también la fuente de la cita. La carencia de sig- la gramática de la cita, donde, evide~temented no plan~ea~ :::;~o~;e
nificado y el ridículo: ésos son los tributos que una cita a menudo tiene blema. Sin embargo, en casos especl~l~~ pue en surgIr c~e --como
que pagar por su fama. mas Así es cuestionable si la repetlclon de un SOdlOEgr~ ~:a es ya
. , T b ' que se refiere a la Medea e unpl es-
3. Intertextualidades en M.~: ~~~::ees ~o::so de identidad mínima, la rep~tición de un te~
una Cl . , Pla de Beckett- constItuye un caso .e
to entero -por ejemplo, en ~. tu l'dad o sólo llana y sim-
La sentencia de Charles Grivel, «No hay texto que no sea intertexto» . 'd d " .Eso es todavIa mtertex a l , .
(1982, 240), sostiene que ningún texto existe aislado, sino que siempre ldentl a maxlma. ¿ " litativos las dificultades m-
pIe repetición? Al pasar a los cntenos cua l' identidad material
está conectado a un «universo de textos» (Grivel 1978). Cada vez que t P rque uno podría sostener que a
un nuevo texto viene al mundo, se relaciona con textos anteriores y, a cluso aumen ano o ' 1 1 1 ngua inglesa- ya propor-
de los signos empleados -por eJemp o, a e
70 Heinrich Plett Intertextualidades 71
ciona suficientes condiciones para pennitirnos hablar de intertextuali- nistradores concebibles que podrían definir la nonna intertextual: (1) el
dad. Si este nivel cualitativo parece difícilmente aceptable, cuánto más intertextualista individual, (2) el empírico, y (3) el ideal. Están ligados
dudoso es el intento de algunos críticos de demostrar que la realidad a tres conceptos: (1) impresionismo subjetivd, (2) positivismo históri-
como tal es un texto general o macro(inter)texto. En ese caso se presu- co, y (3) automatismo generativo. Cada uno tiene sus ventajas y des-
pone una naturaleza del signo que, en última instancia, tiene sus funda- ventajas que no tienen que ser descritas aquí en detalle.
mentos en el.conce~to medieval de mundus symbolicus. Un concepto 3.1.3. Evaluaciones
de esta especie es, sm embargo, totalmente incompatible con la noción
La intertextualidad no existe en un reino exento de valores, sino que
de la arbitrariedad del signo de la semiótica moderna. En cuanto al ter-
depende de las convenciones culturales reinantes. Éstas dan por resul-
cer criterio, la frecuencia, queda por decidir qué número de repeticio-
tado, entre otras cosas, cuatro actitudes evaluativas: afinnación, nega-
nes de un tamaño y calidad específicos hacen que un texto se vuelva un
ción, inversión, relatividad. La intertextualidad afirmativa surge de la
intertexto: ¿una, varias, múltiples? El mismo criterio puede también suposición de que la repetición intertextual es una característica positi-
ayu~ar a ~ecidir si, en relación con la cantidad de intertextos, un perío- va del respectivo texto. El ideal de la imitatio veterum de la poética
do lIterano puede ser catalogado de «intertextua1>} o «anti-intertex- clasicista realiza esta posición en su fonna más pura. De acuerdo con
tua1>}. Todas esas son interrogantes que sólo pueden ser respondidas él, la calidad estética de un texto está detenninada por el grado en que
por un~ acción nonnativa. Pero, al fin y al cabo, todas las respuestas éste reemplea las reglas estructurales y pre-textos del canon clásico -
concebibles apenas ocultarán aporías insolubles. con el propósito, sin embargo, de superar a los antiguos en su oficio.
3.1.2. Normas La intertextualidad negativa está estrictamente opuesta a esa actitud,
La, acción nonnativa qu.e ha de decidir cuál repetición es intertextual y ora explícita ora implícitamente. Inmediatamente después del romanti-
cual no, p~ede ser localIzada en diferentes especies de emisores/recep- cismo, ella insiste en la inalienable originalidad de los textos, en su ca-
tores. El tipo subjetivo es el individuo productivo/receptivo cuya ars rácter separado con respecto a cualesquiera otros textos. El objetivo úl-
combinatoria mnemotécnica es una fuente de continuas intertex- timo es un texto autosuficiente, libre de intertextos, que -como lo
tualidades. Pe~o. ~sta .acción no nec~sariamente distingue entre los sig- conciben algunos lingüistas generativos- tiene su propia gramática y
nos y su repetIclOn, smo que en realIdad recurre a un macro(inter)texto su propio vocabulario. Sin embargo, parece casi imposible una reali-
fluctuante de significantes libremente disponibles. La nonna intertex- zación de este postulado. Ni siquiera Wordsworth y Mallanné pudieron
tual está basada, en este caso, en la experiencia personal de uno. El re- prescindir de modelos. La intertextualidad invertida es un tipo más
su~tado e.s a menudo la arbitrariedad combinatoria. Para limitarla, po- lúdicro. La hallamos de manera más visible en la parodia, que transpo-
dna~os idear un «archi-intertextualista}} -análogo al «archilecteun} ne tópicos, personajes, motivos y acciones «bajos}} a un estilo «eleva-
de Rifaterre (1971)- que abarcaría todas las experiencias intertextua- dm}, y en el travesti, que, a la inversa, transpone tópicos, personajes,
les d~ ,todos l?~ emisores:receptores pasados. Sin embargo, esa recons- motivos y acciones «elevados}} a un estilo «bajO}}. Tales procedimien-
trucclOn empmca de un mtertextualista trans-individual sería bastante tos causan una reconsideración de los valores y por eso participan tanto
com~licada, ya que no está claro si éste debiera ser una persona culta o en la intertextualidad afinnativa como en la negativa. Si las convencio-
algUien con conocimientos promedios. Una tercera posibilidad sería la nes fijas dejan de existir y dan paso a una multitud de posiciones igual-
construcción de un «hablante/oyente idea1>} que haría caso omiso de mente válidas, la evaluación positiva y la negativa carecen, ambas, de
ca,d~ caso i~tertextual concreto. Éste operaría como un generador elec- importancia. Cualquier cosa puede ser combinada con cualquier cosa.
tromco de mtertextos que muestra todas las repeticiones intertextuales Éste es el campo de la intertextualidad relativista. Sus manifestaciones
de a~ue~?o con .instrucciones específicas. Aquí se podría objetar que su son el collage y el montaje, que cuestionan todo, hasta su propio status.
restncclOn al ~ivel de la competencia le impide hacerles justicia a las Hallamos esta posición de intertextualidad sin posición en ciertos as-
perfonnances mtertextuales individuales. Para resumir, hay tres admi- pectos del modernismo, pero aún más en el postmodernismo, que es un
72 Heinrich Plett
Intertextualidades 73
que tales «traducciones» consisten no solamente en la substitución de textos se les puede asignar un status secundario, puesto que dependen
signos, sino. también en la substitución de estructuras. Ambos tipos de de su predecesor para una comprensión plena.. La suya es una autono-
transformacIOnes van de la mano. Esto es particularmente obvio en el mía limitada que a menudo halla expresión en el hecho de que el pre-
tipo de texto ~e la paráfrasis (Nolan 1970; Fuchs 1982). La paráfrasis texto y el post-texto están contenidos en una misma publicación; si ese
de textos arcaICOS, poéticos o médicos requiere más que una conver- no es el caso, con frecuencia se provee al post-texto de un título o sub-
sión de significantes uno por uno: requiere una estrategia lingüística. título que indique su carácter derivado. La modalidad referencial del
3.2.1.3. Substitución estructural intertexto puede ser de coordinación o de subordinación., Coordinación
quiere decir una extensión espacial del texto original. Esta puede ser
La substitución estructural tiene lugar cuando un conjunto de reglas es
situada en el final del mismo (p. ej., el Faust 11 de Goethe) o en su
reemplazado por otro. En literatura la transformación más visible de esta
principio (p. ej., King Lear's Wife de Gordon Bottomley). Más raras
especie es el cambio genérico. Partiendo de la tríada clásica de lírica
veces semejante suplemento retoma y expande la parte central de un
épica y drama, se pueden revelar los siguientes cambios genéricos: '
texto (p.ej., Ophelia und die W6rter de Gerhard Rühm). Las adi~iones
(1) lírica -7 (a) épica, -7 (b) drama;
coordinadas ocurren a menudo en la novela, donde producen senes en-
(2) épica -7 (a) lírica, -7 (b) drama;
teras de textos (p. ej., The Forsyte Saga de John Galsworthy).
(3) drama -7 (a) lírica, -7 (b) épica.
Adiciones subordinadas son los prefacios, epígrafes, epílogos,
Sem~jante paradigma, sin embargo, no deja ver las múltiples dificulta- post scripta, apéndices, notas, glosas al margen, solapas y otros textos
des mherentes a la substitución estructural. Porque no da cuenta de suplementarios. Genette (1987) denomina tales adi~iones «ep~textos>~ y
s~?divisiones ge?~ricas como el epigrama, el soneto y la balada (en la las distingue de los «peritextos», esto es, los anuncIOs, entrevIstas, ~I~
ltr1~a); el ver~o epIco, la novela y el cuento corto (en la épica); la tra- rios y reseñas que, aunque íntimamente relacionados con el,texto ongI-
gedIa, la tra?Icomedia y la farsa (en el drama), todas ellas regidas por nal, no son publicados necesariamente junto con éste. El s~bsume
r~gl~s propIas. Esas subdivisiones, a su vez, están sujetas a subs- ambos tipos de texto bajo el término «paratexto» y llega a la fo~ul~:
tItucIOnes que aumentan considerablemente el número de transforma- paratexto = peritexto + epitexto. Los peritextos pueden devemr ~pI
ciones (p. ej., épica en verso -7 novela, novela -7 tragedia, tragedia -7 textos, y los epitextos, peritextos, según la manera en que sean pub~I~a
balada). Así la intertextualidad genérica o intergenericidad adopta un dos. Aquí parece apropiada otra observación terminológica. Las adICIO-
carácter sumamente complejo al que los estudios del género casi no le nes subordinadas o paratextos asumen a menudo el status de lo que es
?an dado la debida atención. Los asuntos se vuelven aún más comple- conocido como metatextos por los estudios literarios. Un metatexto es
JOs cuando la tríada tradicional es abandonada en favor de un sistema un texto que comenta otro texto. Por eso, todo artículo o libro erudito
~eno~ jerár~uico, más democrático, de tipos de textos literarios y no- que trate sobre textos literarios pertenece a esta categoría, p~ro ta~
ltteranos. Sm tomar en ~onsideración tales divisiones y subdivisiones, bién los prefacios, notas y reseñas antes mencionados. Semejante ~n
se puede afirmar que la mtertextualidad genérica no puede ser separada vención continua de nuevas terminologías puede parecer una faena m-
de su contraparte material. Esto se hace tanto más evidente cuando las necesaria y hasta onerosa; sin embargo, aparece a una luz diferente
reglas estructurales del sistema sígnico verbal son parcialmente reem- cuando es relacionada con los diferentes tipos de énfasis -transforma-
plazadas por las de un sistema no-verbal (p. ej., pictórico -7 verbal en ción, publicación, reflexividad- puestos en el mismo fenómeno. Así,
~os carmina figurata o la poesía concreta). Dan por resultado híbridos como un camaleón, la intertextualidad cambia constantemente de as-
mtertextuales tanto en materia como en manera. pecto, siguiendo la perspectiva escogida por el receptor.
3.2.2. Adición 3.2.3. Substracción
Las transformac~ones aditivas generan otros textos a partir de un pre- Una transformación substractiva puede afectar al texto completo o sólo
texto dado que sIrve de fuente material de los mismos. Por eso a tales a parte de él. Si afecta al texto completo, el resultado puede ser un tipo
L
1I
_
76 Heinrich Plett Intertextualidades 77
de texto como el resumen o la sinopsis. Es generado ora como una res (The Importance of Being Earnest de O. Wilde, el Ulysses de
pará~rasis a~reviad~ o como una excisión de segmentos de texto. Joyce, etc.). Los textos lindan con textos, se basan en textos, transfor-
Un ejemplo tlustratIvo de la primera lo constituyen los Tales from man textos, se refugian en textos: un perenne proceso de inter-
Shakespeare de Charles y Mary Lamb ; y de la segunda, The Fifteen textualización.
Minute Hamlet del último Tom Stoppard, que condensa la pieza de
Shakespea~e hasta llevarla a una extensión de diez páginas y, en un
3.2.5. Complejidades
«encor~;>, mcluso a una extensión de dos páginas, lo cual es una con- Las transformaciones intertextuales tienen lugar dentro de los ejes ho-
densacIO~ ~,e una condensación. El proceder de Stoppard está basado rizontal (sintagmático) y vertical (paradigmático) de la comunicación
en la eX~lSlon de segmentos de texto y la unión de los fragmentos res- sígnica. La intertextualidad sintagmática, cuando es multiplicada, da
tantes. SI es ma~ejado hábilmente, semejante collage le permitirá al re- por resultado series de intertextos; la intertextualidad paradigmática,
ce~t~r recons,trUlr el pre-texto. La omisión de detalles textuales es una cuando es multiplicada, crea condensaciones de intertextos.
practIca comun en las representaciones teatrales, en las que el texto del 3.2.5.1. Serialización
drama sufre cortes de líneas y oraciones, de monólogos y diálogos, y La intertextualidad sintagmática es modelada según el siguiente para-
hasta de escenas enteras. Por regla general, al receptor no se le pide en
digma transformacional:
este caso qu~ ent~e en un ~iálogo intertextual entre el pre-texto y el
P?st-texto, smo solo que dIsfrute una buena noche de diversión. Un (1) un texto ~ un texto
o sea, el prototipo de la intertextualidad que, sin embargo, si-
ejemplo entre ~uchos e.s The War ofthe Roses de John Barton y Peter
Hall, una versIO.n consIderablemente abreviada de las tres partes de gue siendo una abstracción en su unidimensionalidad.
Henry VI y de RIchard I!1. Aunque en ella se omitieron y transpusieron (2) un texto ~ muchos textos
segme.nto~ de .t;xto d.e dIverso tamaño, no se tenía el propósito de enta-
o sea, una serie de intertextos provenientes de un texto.
blar nmgun dIalogo mtertextual con el auditorio, excepto quizás en lo (3) muchos textos ~ un texto
que res~ectaba a aquellos estudiosos a quienes les gusta analizar las o sea, un collage o centón, si está compuesto de segmentos
adaptacIOnes de Shakespeare. heterogéneos de pretextos.
(4) muchos textos ~ muchos textos
3.2.4. Permutación
o sea, la experiencia promedio de la intertextualidad.
Esta transf?rmación divide un texto en fragmentos y los redispone en El tipo (2) es la base de la serialización intertextual. La novela
un orden dIferente. El poeta dadaísta Tristán Tzara en los Travestis de
Robinson Crusoe de Defoe, por ejemplo, dio origen a una multitud de
Tom Stoppard da una demostración palpable del principio de trabajo
sucesoras que forman un grupo específico de textos, las «Robin-
d~ la permutación. Corta en pedazos el soneto 18 de Shakespeare, es-
sonadas». La Utopia de Thomas More hasta inició un subgénero na-
c.nt~. ~o?re pap~l, y une los pedazos de manera aleatoria. Ningún signo
rrativo, la novela utópica, que marca un viraje de la intertextualidad
lmgUlstIC?,partIcular conserva su posición anterior, sino que sufre una
material a la estructural. Un solo texto puede ser también la fuente
pe~utacIOn. La, r~-écriture resultante es un collage que no significa
de una inversión intertextual (parodia, travesti) y una negación inter-
(C~~I) nada. Esta mcrustado -como una mise en abyme estructural
textual (antinovela, counter-blazon) y por ello crear alternativas ge-
(Dal~enbach 19!6)- en otro collage de citas shakespearianas tomadas
de dIferentes pIezas. ~e pued~ considerar que la téc!1ica del collage- néricas y subgenéricas.
Una bien conocida serie intertextual puede ilustrar la complejidad
dentro-~el-collage esta extendIda por toda la pieza. Esta, en su totali-
de la intertextualidad sintagmática. La interpretación de Salomé como
dad, esta compuesta no sólo de permutaciones de un texto de un autor
<ifemme fatale» puede ser seguida a través de varias etapas sucesivas:
(el soneto 18 d~ Shakespeare) o de varios textos de un autor (piezas de
Shakespeare), smo de permutaciones de varios textos de varios auto-
t
Intertextualidades 79
78 Heinrich Plett
(a) la versión poética de Heinrich Heine en su épica satírica Att re, por ejemplo, a pre-textos musicales (por ejemplo, una fuga) o
Troll (1847) a coreográfico (por ejemplo, una danza oriental). Si se los toma junta-
(b) los cuadros de (a) por Gustave Moreau (por ejemplo Salomé mente, esos estratos producen una intertextualidad material de muchas
L 'Apparition [1876]) , , capas. Lo mismo vale para la intergenericidad dramática y operática.
(c) la des~ripción pictórica de (b) por Joris K. Huysmans en su no- La intertextualidad material y la estructural no existen sucesivamente,
vela A Rebours (1884) sino simultáneamente. Sus diversos estratos o isotopías están super-
(d) la dramatización de (c) por Oscar Wilde en su pieza -versión puestos. Engendran así una condensación paradigmática de poli-
francesa- Salomé (1893) isotopías intertextuales.
(e) la traducción inglesa (1894) de (d) por Lord Alfred Douglas Cada vez que los miembros de un híbrido intertextual como la
(f) las ilustraciones de (e) por Aubrey Beardsley ópera estén en desacuerdo entre sí, la armonía de sus complejas rela-
(g) la trad~cción alemana (1903) de (d) por Hedwig Lachmann ciones se ve perturbada. El principal medio de efectuar esa perturba-
(h) la verSIón operática (1905) de (g) por Richard Strauss ción es la ironía. Sus resultados son la parodia, el travesti y la sátira.
Destacadas muestras de esa inversión intertextual son las óperas cómi-
. Los eslabones de esta cadena muestran las siguientes transforma- cas de Jacques Offenbach y las Savoy Operas de Gilbert y Sullivan, y,
CIOnes:
además, The Beggar's Opera de John Gay y Johann Christoph Pepusch
A. en el campo de la intertextualidad material: y su intertexto del siglo XX, Die Dreigroschenoper de Bertolt Brecht y
1. intermedial: 1. verbal -7 no-verbal Kurt Weil. Todas ellas ridiculizan topoi, motivos, frases, estructuras y
a) pictórica (a -7 b, e -7 f) géneros literarios y musicales y crean así complejos intertextos iróni-
b) acústica (g -7 h)
cos. La desarticulación y la discontinuidad son consideradas a menudo
. . 2. no verbal -7 verbal (b -7 c) como síntomas de modernidad intertextual. Los ejemplos de Gay,
n. mterlmgual: l. francés -7 inglés (d -7 e) Offenbach y Gilbert y Sullivan corrigen esa opinión e indican que esa
2. francés -7 alemán (d -7 g)
pretendida modernidad se remonta hasta tiempos remotos.
B. en el campo de la intertextualidad genérica:
épica -7 drama (c -7 d). 3.3. Olas de intertextualidad
~ste cuadro analítico ~ev~la ~~lamente una parte de las complejidades La temporalidad es un factor de primera importancia en la intertextuali-
mvolucradas en la senaltzaclOn intertextual. Se ha hecho caso . dad. Es interpretada desde dos perspectivas radicalmente opuestas, una
d t d 1 d" omISO
e o as as a IClOnes, substracciones y permutaciones que acompañan sincrónica y la otra diacrónica. La perspectiva sincrónica sostiene que to-
ca~a etapa de la transformación. El espectro de los intertextos se am- dos los textos poseen una existencia simultánea. Esto ocasiona la nivela-
pIta con ca~a prolongación de la serie existente (por ejemplo, por las ción de todas las diferencias temporales; la historia es suspendida en fa-
representacIOnes teatrales, las versiones filmicas). Tanto más dificil es vor de la ca-presencia del pasado. Siempre que se acepte esta opinión,
para el receptor la tarea de desenredar los hilos del tejido intertextual. cualquier texto puede ser interrelacionado con cualquier otro texto. Una
3.2.5.2. Condensación interminable ars combinatoria tiene lugar en lo que ha sido denominado
«museo imaginario» (Malraux), «cámara de ecos» (Barthes) o «Biblio-
De ninguna ~anera es ~na casualidad que la ópera de Richard Strauss
teca general» (Grivel). La localidad designada por esas metáforas -la
resulte, el mas complejo eslabón en la cadena de los intertextos de
memoria- puede ser concebida como personal o como colectiva. En la
Salome. Ella da cuerpo a una intertextualidad múltiple, tanto material
primera posibilidad de la alternativa el canon de textos está basado en la
com.o estructural. La parte material está compuesta entre otras cosas
d.e sIgnos li?güístico~, musicales, coreográficos, escénicos y de vestua~
experiencia individual; en el segundo caso, quizás en instituciones cultu-
no. Cada tIpo constItuye un estrato intertextual propio que se refie- rales. A pesar de esta diferenciación, el intertextualista es absolutamente
80 Heinrich Plett Intertextualidades 81
libre de descubrir relaciones entre textos. Esta libertad causa un «placer Barth, él mismo un autor de cuentos y novelas intertextuales, escribe
del texto» (Barthes 1973), o más bien del «intertexto». Semejante actitud en su ensayo «La literatura del agotamiento» (1982, 1):
es convenien~e para. el artista creativo, no para el estudioso perspicaz.
Con· «agotamiento» no quiero decir algo tan cansado como el
Una perspectIva radIcalmente sincrónica establece al artista como inter-
textualista, sea en calidad de escritor o de crítico. sujeto de la decadencia física, moral o intelectual, sino sola-
mente lo gastado de ciertas formas o el agotamiento de ciertas
. ~n contraste c?n esa opinión, la perspectiva diacrónica propone al
posibilidades ---en modo alguno necesariamente un motivo de
hIston~dor (de .la lIteratura, el arte, la música, la danza) como inter-
desesperación.
textualIsta. Temendo ~ás de tradicionalista que de progresista, éste no
a~da en busca de somdos en una difusa cámara de ecos, sino que más El escepticismo inherente a semejante afirmación suscita las siguientes
~Ien prefier.e «archivos» bien ordenados (Foucault) de intertextua- preguntas: ¿se puede considerar que intertextualidad es igual a deca-
~Idades metIculosamente investigadas. Éstos contienen las crónicas dencia cultural? ¿Estamos aquí ante un alejandrinismo, ante un mero
mte~ex~ales de todos los códigos y registran las continuidades y dis- epigonismo? En su libro Statt einer Literaturgeschichte, Walter Jens
c?ntmUldades de estos últimos. Semejante concepto, sin embargo, en- (1978, 13) hizo un acertado comentario sobre la historicidad y valor de
CIerra algunos peligros. Aunque proclamada en una fecha tan temprana una cultura de citas:
como 1968, «la muerte del autor» (Barthes) no ocurrió realmente en la En una cultura tardía el mundo deviene abarcable con la vista.
teoría i~tert~x.tual, porque el autor y el lector habían sido siempre, al Se ordena y se recopila, se buscan paralelos y se hallan analo-
~enos ImplIcItamente, un asunto de consideración. De mayor peso, gías por todas partes. La vista se desliza hacia atrás; el poeta
sm embargo, ?are~~ ser l~ desatención del contexto sociocultural (Ette cita, saca a la luz una vez más el pasado, irónicamente refrac-
1985). Esta. s~~aclOn estImula una tendencia estética comparable a la tado, parodia los estilos de los milenios, repite y fija, se esfuer-
del New CntICIsm. Se la puede evitar integrando la tercera dimensión za por representar y muestra a una nueva luz lo ya olvidado.
semiótica, .l,a s~mántica. Desde semejante posición metodológica una Alejandría es el El Dorado del redescubrimiento; el helenismo,
r~modela~lOn mtercultural del concepto de intertextualidad parecería la hora avanzada de las necrologías póstumas. En vez de plan-
lIberar al I~t~rtexto de su cárcel de signos y estructuras y hacerlo re- teamientos se dan referencias: Anfitrión 38, Ulises, los idus de
anudar s~ dIalogo c~n la realidad (Morgan 1985, 8-13; Orr 1986). marzo. Cuando el presente ya no proyecta ninguna sombra,
La mtertextualIdad no es un rasgo ligado a un período en la litera- para definir la situación propia se necesita la silueta del preté-
~a.y las artes. No obstante, es obvio que ciertos períodos culturales se rito perfecto; cuando ya no existe el estilo, se deben dominar
m~lman a él ~ás que otros. El siglo XX ha sido testigo de dos fases los estilos: también la cita y el montaje son artes, y hacer pro-
~SI: el modernIsmo y el postmodernismo. En el período modernista la ductivo el legado nos parece un oficio digno de todo respeto.
mtertextualidad es visible en todos los sectores de la cultura: la lit;ra- Casi no hay nada que añadir a esta justificación de una literatura que
tura (Eliot, Joyce), el arte (Picasso, Ernst), la música (Stravinsky, no se refiere a la vida, sino más bien a sí misma. En la literatura de
Mahler), ~a fotografía (Heartfield, Hausmann), etc., aunque es interpre- vanguardia de hoy la ré-écriture aún domina a la écriture; el ingeniero
tada de dIferentes maneras. El postmodernismo muestra un aumento de textos, al inspirado visionario; el «citacionista» (Milton), al autor
de e.sta tendencia que ahora incluye al filme (por ejemplo, Play it que procura escapar a la «angustia de la influencia» (Bloom). La inver-
Agam, Sam de Woody Allen) y la arquitectura (por ejemplo la Piazza sión de esta tendencia no es más que una cuestión de tiempo.
d'Italia d~ Charles Moore, en New Orleans). Se puede ~onsiderar
1 como el clImax de esta moda la pseudo-intertextualidad, lo que signifi- Traducción del inglés
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I
86 Ulrich Broich
Formas de marcación de la intertextualidad 87
[...] en las notas siguientes no se le señalarán al lector los nu- gaciones lingüísticas correspondientes. 9 Sólo d~s artículos de Ziva
merosos préstamos, a veces de varias páginas, que toma el au- Ben-Porat y CarmelaPerri se han ocupado detemdamente de ese as-
tor de las obras más diversas (de Fénelon a Jules Lermina), a pecto, y en su caso se trata de contri?uciones estructural.ist~s y no
fin de procurarle el placer de descubrirlos por sí mismo [y] re- postestructuralistas y el objeto de las mIsmas es una forma hmItada de
gocijarse con su propia erudición. 7 la intertextualidad, a saber, la alusión.
Naturalmente, ¡también esa nota al pie puede ser considerada como Desde luego, esos artículos no conducen mucho más lejos ni si-
una especie de marcación! quiera en lo que respecta al caso especial de la alusión. Be~-P~rat de-
De todos modos, se ha de partir de que la intertextualidad a me- fine el marker como referencia a otro texto de la manera SIgUIente:
nudo es marcada y de que esa marcación se realiza con mayor o El marcador siempre es identificable como un elemento o pa-
menor fuerza y en el caso extremo puede estar constituida solamen- . depend'lente. 10
trón perteneciente a otro texto In
te, por así decir, por unas comillas invisibles, que, por ejemplo, al
Aquí, pues, por marcación no se entiende sino una repetición de ele-
leer en alta voz se deben insinuar mediante la entonación. Para la
fuerza de la marcación existen criterios indudablemente objetivos, mentos o estructuras del pre-texto en un nuevo texto. Pero ahora la
como, por ejemplo, el número de los markers. Así, la referencia intertextualidad puede ser definida como una asunción de elementos
al Don Quijote de Cervantes en Monsignor Quixote de Graham de un pre-texto en un texto. Intertextualidad (es decir, lo marcado) y
Greene es marcada mucho más a menudo que en Joseph Andrews marcación serían, pues, en gran parte lo mismo. Más allá de la refe-
de Fielding. Pero, además del número de los markers, también la rencia a la mera repetición de elementos o de estructuras, para una
explicitez o la localización de los mismos en la obra desempefian un definición diferenciada se deben, pues, nombrar las posibilidades de
papel. Por ejemplo, una remisión en el título de un texto al pre-tex- marcación adicionales que le advierten a los receptores más explíci-
to resultará, según las circunstancias, más eficaz que varios marca- tamente de la presencia de intertextualidad.
dores «escondidos» en el texto. Además, la reconocibilidad de la La Perri, por el contrario, define el marker en las alusiones litera-
marcación también depende en muchos respectos del receptor. Así, rias mediante su carácter de referencia o índice: «marcador es el signo
para un lector muy leído los «umbrales de sefial»8 en las marcaciones -simple o complejo- que apunta a un referente repitiéndolo de cier-
de la intertextualidad se hallan mucho más abajo que en los lectores ta manera», «un signo que denota un texto-fuente».ll La Perri mencio-
ocasionales. Por otra parte, con la creciente distancia temporal del na acto seguido tres formas de la marcación: «el nombrar propiamente
texto o del pre-texto el (<umbral de sefial» está, por el contrario, más dicho» , las «descripciones definidas» y la «cita~~. Sin embargo, estas. ca-
alto en muchos receptores posteriores, cuando el contexto contem- tegorías, excepto el «nombrar propiamente dicho» son, problemátIcas.
poráneo no está ya directamente presente. Lo que la Perri entiende por «descripciones definidas» queda ~scuro. La
«cita» como marcación de una «alusión» es dudosa en la medIda en que
la cita y la alusión son formas verdaderamente diferentes, y hasta opues-
2. Estado de la investigación tas, de intertextualidad. Pero, ante todo, hay con toda seguridad muchas
En los numerosos trabajos sobre la intertextualidad la cuestión de la más formas de marcación que las mencionadas por la Perri.
marcación apenas ha sido tratada; esto vale también para las investi-
9 Cf. R.-A. de Beaugrande, Text, Discourse, and Process: Toward a Alultidis-
ciplinary Science ofTexts, Norwood. N. J., 1980, p. 2.0' .~96 Y P~SS1~, pero
7 Les aventures de Télémaque, París, 1966, p. 107 Y s. ante todo R.-A.- de Beaugrande y W. U. Dressler, Emfuhrung m dIe Text-
8 Cf. sobre este concepto ya a R. Warning, «Ironiesignale und ironische Soli- linguistik, Tubinga, 1981, en particular pp. 188-215.
darisierung», en Das Komische, ed. R. Warning y W. Preisendanz, Poetik und iO «The Poetics ofLiterary Allusiom>, PTL, 1, 1976, pp. 105-128, aquí: pág. 108.
Hermeneutik, 7, Munich, 1976, pp. 416-423, aquí: pp. 420-422.
11 «On Alluding», Poetics, 7, 1978, pp. 289-307, aquí: pág. 290 Y 295.
90 Ulrich Broich
Formas de marcación de la intertextualidad 91
Visible de William Golding cita un conocido pasaje de Paradise Lost referencias intertextuales. En Les gommes de Alain Robbe-Grillet, el
de Milton, el cual es de importancia decisiva para la comprensión de molto procedente del Edipo de Sófocles -
la visión del mundo de la novela. El filme de Helmut Kautner, que em-
prende una transposición del Hamlet al período de postguerra alemán El tiempo, que vela por todo,
pone en claro esa referencia mediante la elección de una cita de Ramle; dió la solución a pesar tuyo.
como título: El resto es silencio. Por último, un título como Travesties - es hasta casi la única indicación que induce al lector a leer la his-
de Stoppar~ se rela~iona no co.n el título de los textos que son objeto toria de un detective que, al final, sin saberlo, mata de un tiro al pre-
de referencIa de la mtertextuahdad en esa pieza, sino con la forma de sunto asesinado, sobre el fondo del drama de Sófocles, en el que el
la intertextualidad. hijo, también sin saberlo, mata a su padre.
También el subtítulo puede servir para marcar referencias intertex- Como ejemplo de una marcación mediante un prólogo pueden ser-
tuales. Como ejemplo mencionemos aquí solamente el subtítulo de vir The Ides 01 March de Thorton Wilder y Dogg's Hamlet, Cahoot's
Joseph Andrews de Fielding: «Written in Imitation of the Manner of Macbeth de Stoppard. Así, Wilder escribe, en el prólogo a su novela
Cervantes, Author of Don Quixote». sobre el Caesar, que, en verdad, la mayoría de los documentos en ella
Pero, además, el título o subtítulo de un texto puede marcar tam- son ficticios, pero en los poemas y el pasaje final se trata de citas de
bién la referencia a un grupo de pre-textos. Ése es en particular el caso la lírica de Catulo, o de De vita Caesarum de Suetonio. y mientras
cuand? al l~ctor se le debe señalar la referencia de un texto a un gé- que Stoppard en Jumpers, uno de sus primeros dramas, había dejado
nero .hterano, y el texto, naturalmente, puede tanto cumplir como de- sin marcar la referencia a la filosofía del lenguaje de Wittgenstein, en
cepcIOnar las expectativas genéricas del lector. Así los títulos de A el prólogo a su posterior drama indica inequívocamente que su pieza
Modern Utopia de H. G. Wells, News Irom Nowhere de William ha de ser leída como una juguetona discusión con las Indagaciones fi-
Morris, Erewhon de Samuel Butler y Ecotopia de Ernest Callenbach losóficas de Wittgenstein: <<Dogg's Hamlet se deriva de una sección
remiten no sólo a Utopia de Morus, sino también, al mismo tiempo, de las investigaciones filosóficas de Wittgenstein»;14 y seguidamente
a la utopía como género literario. Lo mismo vale para un subtítulo Stoppard ilustra hasta de manera explícita esa referencia tomando
como, por ejemplo, «Una novela utópica». Los títulos de las novelas como ejemplo una escena.
policiales, por el contrario, señalan siempre exclusivamente la referen- Umberto Eco, por el contrario, sólo con posterioridad marca unas
;.
H c~a del tex~o al género. Todo el que quiere comprar una novela poli- referencias menos manifiestas de su novela 11 nome della rosa a pre-
n cIal y adqUIere en la librería una novela con el título The Murder of.. , textos. En las Postille a Il nome della rosa publicadas separadamen-
I~ por regla general ha entendido correctamente la señal intertextual del
título -ja menos que compre por equivocación Murder in the Cathe-
te, declara que la escena de amor central de la novela «está montada
juntando puras citas religiosas, desde el Cantar de los Cantares hasta
1;
li dral de T. S. Eliot! Por último, sólo al margen remitamos al conoci- Bernhard von Clairvaux, lean de Fecamp e Hildegard von Bingem>, y
ji
do hecho ~e que tam~ién el título de una serie (como, por ejemplo, él ha «ligado» (<<collegare») lo mejor posible las suturas para «disi-
1 rororo thnller o Los lzbros de medianoche) o la presentación externa mular» la intertextualidad de esa escena (<< [...] perché si vedessero
de la ~isma puede ser una señal de intertextualidad que marca la re- ancora meno le suture»). 15 Asimismo, sólo en sus Postille indica que
ferenCIa de un texto a un género de textos. 13
Ade,más del título y el subtítulo, a menudo un morto, un prólogo 14 Londres, 1989 [1" ed., 1979], p. 7.
o un epIlogo del autor o un texto de solapa es empleado para marcar 15 Nachschrift zum Namen der Rose, trad. B. Kroeber, Munich, 1984, p. 51.
Postille a Il nome della rosa, Mailand, 1984, p. 27: «E chiaro che la scena
dell'amplesso in cucina e costruita con citazioni da testi religiosi, a partire dal
13 Cf. U. Broich, «Der 'entfesselte' Detektivroman», en: U. Broich, Gattungen
Cantico dei Cantici sino a san Bernardo e a lean de Fecamp, o santa Hilde-
des modernen englischen Romans, Wiesbaden, 1975, pp. 17-56; aquí: pág. 18.
garda di Bingen.»
Formas de marcación de la intertextualidad 95
94 Ulrich Broich
mayores para identificar ese texto de referencia que la Suzanne de reconoce para su sorpresa en el que 10 saluda a «Wilhelm Meister».21
Giraudoux. y en la novela JI barone rampante de Halo Calvino el protagonista ve
De una manera un poco menos fuerte está marcada la remisión desde su árbol no sólo a Napoleón, sino también al príncipe Andrei de
intertextual en el drama Comedians de Trevor Griffith. Aquí el come- La guerra y la paz de Tolstoi. Theodore Ziolkowski ha reunido en una
diante Price saca de un bolsillo un pedazo de papel y le dice a su maes- disertación una serie de tales «figuras fiadas», que no en último tér-
tro Waters: mino sirven a la marcación de las referencias intertextuales. 22
1 found this in another book. 1 brought it to showyou. Sorne
say the world will end in fire. Sorne say in ice. From what I've 5. La marcación en el sistema comunicacional externo
tasted of desire 1 hold with those who favour fire, but if 1 had
to perish twice, 1 think 1 know enough of hate to say that for La marcación de referencias intertextuales se produce con más fre-
destruction ice is also great and would suffice. cuencia en el texto propiamente dicho que en paratextos, y, con más
(He folds the paper, puts it back in his pocket [...])20 frecuencia que en el sistema comunicacional inmanente a la obra, ocu-
rre manifiestamente de una manera de la que el lector tiene conoci-
También en este caso el personaje de ficción es consciente del he-
miento, pero no los personajes del texto. A menudo en esos casos la
cho de que está tratando con otro texto, y también en este caso ese
marcación será menos fuerte o evidente, pero no ocurre así necesaria-
pre-texto está presente como objeto físico. Pero, como Price no tiene
mente.
las obras completas de Robert Frost en la mano, sino sólo un peda-
Como primera de las numerosas posibilidades para una marcación
zo de papel y, además, no menciona el nombre del autor (tal vez ni
que se producen exclusivamente en el sistema comunicacional exter-
siquiera él mismo 10 conoce), sólo el conocedor de Robert Frost iden-
no, se debe mencionar la elección de nombres. A continuación ofre-
tificará el texto de referencia. Sin embargo, por 10 menos la referen-
cemos dos ejemplos cuya marcación es tan vistosa que difícilmente un
cia de ese pasaje a un texto lírico ajeno está suficientemente marca-
lector pueda pasarla por alto. En la novela Il nome della rosa de Eco
da también para otros receptores, gracias a que Price lee en una hoja
que se desarrolla en la Edad Media, en verdad se marcan numerosas
las líneas arriba citadas -y a que esas líneas riman, por 10 cual en
referencias intertextuales -como, por ejemplo, las que se hacen a la
la superficie del texto se produce una ruptura reconocible por todo
Poética de Aristóteles y al Apocalipsis- en el sistema comunicacional
oyente.
inmanente a la obra, pero, comprensiblemente, no la referencia a las
Por último, estamos ante una forma particularmente extrema de
historias policíacas de Conan Doyle: aquí se produce la marcación, ha-
marcación de una referencia intertextual en el sistema comunicacional
ciendo caso omiso de las evidentes analogías entre la acción policía-
inmanente a la obra cuando un autor hace presentarse en persona en
ca de la novela de Eco y una típica plot de Conan Doyle, sólo mediante
su texto a figuras de otros textos literarios. Así, en Joseph Andrews de
la elección del nombre del detective monacal y su acompañante:
Fielding la Pamela de Richardson, que al principio del libro actúa sólo
como destinataria de cartas de su hermano José inventado por Fielding,
21 Facsímil de la edición de 1808, en Der Doppelroman der Berliner Romantik,
hacia el final se presenta personalmente -y, por añadidura, también ed. por H. Rogge, dos tomos, Leipzig, 1926, 1, 168 Y ss. Son autores de esa
su marido y sus padres, igualmente conocidos de la novela de Richard- novela K. A. Varnhagen, W. Neumann, A. F. Bernhardi y F. de la Motte-
son. En la novela Die Versuche und Hindernisse Karls, de la litera- Fouqué.
tura romántica alemana, el héroe cuyo nombre figura en el título del 22 «Figuren auf Pump. Zur Fiktionalitat des sprachlichen Kunstwerks», en Akten
libro da con un carruaje, es saludado por un pasajero y repentinamente des VI. Internationalen Germanistenkongresses Base11980, Berna, 1981, pp.
166-176. Cf., además, una versión cómica de este procedimiento en: Woody
Allen, «The Kugelmass Episode», en The Penguin Book 01 Modern Humour,
20 Comedians, Londres, 1976, p. 67. ed. por A. Coren, Hardmondsworth, 1983 [la, 1982], pp. 15-27.
98 Ulrich Broich Formas de marcación de la intertextualidad 99
¡Baskerville y Adso! También en Die neuen Leiden des jungen W. de Un autor puede, además, primero marcar ciertas referencias in-
Plenzdorf los nombres encierran tales alusiones. El nombre Wibeau tertextuales en el sistema comunicacional inmanente a la obra y,
recuerda por su letra inicial a Werther, mientras que el nombre de su cuando la conciencia de la intertextualidad que posee el lector está
amada, Charlie, representa una forma corta de Charlotte y de esa ma- aguzada, renunciar a una marcación en ese plano. Sirva como ejem-
nera alude a la Lotta de Werther. plo de ello la escena de amor entre Tristan Tzara y Gw~ndolen en
Además, las referencias intertextuales pueden, por ejemplo, ser Travesties de Stoppard, que se caracteriza por sus referencIas al texto
marcadas únicamente mediante el empleo de comillas, otros tipos de de Shakespeare. En esa escena Gwendolen cita ante todo el soneto
letra u otro ojo de letra. Antes de que T. S. Eliot en una edición pos- 18 de Shakespeare, que es identificado expresamente como tal por
terior identificara expressis verbis en notes las referencias intertextua- Tzara.26 Poco antes Tzara ha cortado en trozos el texto de ese sone-
les de The Waste Land, una serie de pasajes tomados de otros textos to y acto seguido ha montado los pedacitos en un poema nuevo, da-
fue marcada solamente mediante cursivas -y, además, mediante la daísta. El mismo procedimiento lo escoge ahora Stoppard al confor-
lengua extranjera. Así, Eliot cita al final del poema, en tres líneas su- mar el diálogo que Tzara y Gwendolen sostienen entre la lectura del
cesivas, a Dante en italiano, el Pervigilium Veneris en latín y a Gérard soneto original de Shakespeare y la lectura de su versión dadaísta:
de Nerval en francés y, además, pone en cursiva esas citas: GWEN: Truly I wish the gods had made thee poetical.
Poi s 'aseose nel foeo ehe gli affina TZARA: I do not know what poetical is. ls it honest in word and
Quando fiam uti ehelidon - O swallow swallow deed? ls it a true thing?
Le Prinee d'Aquitaine a la tour abolie {.oo} 23 GWEN Sure he that made us with such large discourse, looking
Un ejemplo parecido son las citas del Werther de Goethe en Die neuen before and afier, gave us not that capability, and god-like
Leiden des jungen w.: Ahí las citas de Werther son ante todo marca- reason to fust in us unused.
das sólo gracias a que, en contraste con el texto restante, sólo se em- TZARA: I was not bom under a rhyming planet. Those fellows of
plean minúsculas y se colocan trazos oblicuos en el lugar de los pun- infinite tongue that can rhyrne themselves into ladies'fa-
tos y comas (lo que se fundamenta en el texto con que el protagonista vours, they do reason themselves out again. And that would
dice esas citas a una cinta magnetofónica y le envía entonces las cin- set my teeth nothing on edge - nothing so much as minc-
tas a sus amigos para conmocionarlos). ing poetry.
A esto se añade que el héroe y narrador de Plenzdorf habla un slang GWEN: [.oo] Thy honesty and love doth mince this matter - Put
que en la investigación ha sido designado repetidamente como «prosa your bonnet for his right use, 'tis for the head! [oo.] I had
de jeans», y al principio se burla del estilo de las citas del Werther una rather than forty shilling rny book of songs and sonnets
y otra vez como «presuntuoso» e «imposible».24 Así pues, también un here.
contraste de estilo puede ser empleado como señal de intertextualidad [oo.]
(y, además, marcar la «polifonía» de un texto en el sentido bajtiniano). TZARA: [oo.] But since he died, and poet better prove, his for his style
Fielding se contenta en todos los casos con una marcación así en los you'll read, mine for my -loveY
moek-heroie passages de su novela, , «conmutando» cada vez de ma- Este diálogo es un collage de citas de Shakespeare; por ejemplo, de
nera francamente audible al plano estilístico más alto, al pasar del es- Hamlet IV, 4, 36; Mueh Ado About Nothing V, 2,40; Hamlet V, 2, 94;
trato estilístico del narrador al sublime style del epos.25 The Merry Wives of Windsor l, 1, 205, Y el soneto 32. En contraste
con el soneto 18, estas citas no son identificadas en el sistema comu-
23 Collected Poems 1909-1935, Londres, 1958 (hay ediciones posteriores), p. 77.
24 Suhrkamp Taschenbuch, 300, sin indicación de lugar, 1980, pp. 9 Y 19. 26 Travesties, Londres, 1975, p. 53.
25 er. el capítulo VI, 2. [N. del T.: Véase nota 5.] 27 P. 54.
100 Ulrich Broich
Formas de marcación de la intertextualidad 101
I
l'
j:
Y otra vez, de manera abierta f¡
a uscar tambié .t
abIertas o hasta no marcadas E t d
CI ar en sus novelas una
fuentes, Amo Schmidt crea y recuente, otros textos indicando las
un contexto de . t rt .
m e extualIdad permanen-
.
n CI as y alUSIOnes menos
Hasta aquí hemos descrito separadamente los diferentes lugares en los
que puede producirse una marcación de referencias intertextuales, así
como algunas formas de marcación. En el texto aislado, sin embargo,
a menudo una referencia intertextual es marcada simultáneamente en di-
. ,
marcacIOn, como en el . . . n o o caso , p r o c ed"Imlento de
en este ferentes planos y mediante diferentes procedimientos. Esto ocurre en
sIgUIente se trata 'b'
cua~do se toman como base los ' . . mas len .de casos límites, particular cuando el autor quiere asegurar que el lector reconozca de
prelIminar. cntenos de la tentatIva de definición todos modos una referencia intertextual. Así, Plenzdorf no se contenta
Como último ejemplo para una ., con marcar la referencia de su novela al Werther de Goethe mediante
mediante el contexto sirvan las ana~ar~acIOn de la intertextualidad el título de la misma, sino que emplea, además, un gran número de otras
Andrews y la Biblia 28 En e l ' l' ogIas entre escenas de Josenh formas de marcación -desde la mención del título de la novela de
. pnmer Ibro de t 1 r
Goethe, pasando por citas marcadas del Werther y un sumario en «pro-
nombre figura en el título es d l" d es a nove a, el héroe cuyo
y se dirige a los ocupantes de esvad~Jl~ o P?r salteadores de caminos sa de jeans», hasta las semejanzas de los nombres de los personajes.
V' " una 1 Igencla con 1 También Fielding marcó de múltiples maneras las referencias de su
anos VIajeros niegan ayuda po d'f¡ e ruego de auxilio.
pobre de. los ocupantes, un postilló: l~ :rentes razones, y sól? el más Joseph Andrews a Pamela de Richardson, pero, probablemente, no tanto
mada eVIdentemente en analo' '1 yuda. Esta escena esta confor- porque él temiera que, de 10 contrario, su lector no reconociera las re-
t .c " gIa con a parábola d 1b . ferencias a Pamela, sino porque su intención crítico-paródica no hubiera
es a relerenCla mtertextual' e uen samantano'
. , es cIerto no es m d ' llegado a ser suficientemente clara y por eso no se lograría el efecto que
cIta, pero es puesta de relieve c '1 arca a de manera explí-
la repetición de determI'nad lomo c aramente reconocible mediante él se proponía. 29 En contraste con eso, renunció, como ya se expuso, a
os e ementos de
de la parábola bíblica de todos t' una marcación explícita de la referencia de escenas aisladas a la pará-
c 'd con emdo y estructurales
de 1a novela retoman au'n ' onOCI a Desp , 1 bola del buen samaritano. Una razón para ello es, seguramente, que,
. ues, en e curso ulterior
11 ' vanas escenas en 1 para él, en este caso no se trata de parodia y crítica; otra, que él po-
a en apuros, varios hombres l ' as que un hombre se ha-
e megan su ayuda '1 1"
ayu da -por ejemplo cuando F y so o e ultImo lo
, anny parece ser secuestrada por los 29 Probablemente, determinadas formas de la intertextualidad --como, por ejem-
28 Cf. el capítulo VI, 2 [N. del T.: Cf. nota 5.J plo, la parodia, el travesti o el motta-- siempre están marcadas con más fuerza
que otras -como, por ejemplo, la alusión.
102 Ulrich Broich Formas de marcación de la intertextualidad 103
f QUlslera, ante. todo, explicar eso: a la palabra univocante identi- En las novelas de Dostoievski -que Bajtín quiere ver dentro de
l~an~e, que. fu.nclOna sobre la base de un proceso sí nico 'binario una tradición, que se remonta a la Antigüedad, de un género que ha
(slgnifiant/slgnifié),
b' , es decir' a la palabra monol"oglca que
g no es tam- asimilado tanto principios estructurales del diálogo polémico de la
len «respuesta», a un establecimiento [Setzung] que no es también sátira menipea como formas del carnaval que han penetrado en la lite-
* «Dialogizitat und poetische Sprache» e n D' 1 .. ..
ratura prosística-, él investiga la dialogicidad como principio de
mann, Munich Wilhelm Fink V 1 '1g 82 la oglZltat, ed. por Renate Lach- construcción que no admite una «palabra definitiva, concluyente, deter-
1 ' er ag, , pp. 51-62.
Probleme der Poetik Dostoevskijs Munich 1971 pp 222 ef. la interpretación crítica, que pone acentos propios, de J. Lehmann, «Am-
** N . del T. En alemán: Rollensprechen'
"
di
,. y ss
.
2
bivalenz und Dialogizitat - Zur Theorie der Rede bei Michail Bachtim>, en
un personaje típico, con una manera ~oc~~~~ohq~~ representa el monólogo de
sentar. a ar y pensar, de ver y repre- Urszenen, ed. por F. A. Kittler y H. Turk, Frankfurt am Main, 1977, pp. 355-
380, aquí: p. 369.
108 Renate Lachmann
Dialogicidad y lenguaje poético 109
minante de una vez por todas».3 «La palabra fija, muerta, conclusa
dialógico refleja esa interacción entre a~tor y oye~te, los que no ~on
respond1'da, que ya h '
a dIcho , no
lo últimO»,4 no existe en el mundo de len-
guaje de Dostoievski. delineados, en ningún caso, como magmtudes .exte:r:~res al texto, s~no
como instancias constitutivas del texto (autor. ImphcIt?, - oyente ..m-
El diálogo en Dostoievski no es ya un medio, sino un fin último
lícito). La estructura hablante/oyente, como mterseCClOn de expenen-
no un umbral hacia la acción, sino acción misma; la infinitud potenciai pcias sociales y textuales y punto de interseCClOn
., de d'ISCurSOS ext ernos e
del diálogo suspende también al sujeto. Y en una formulación aún más
internos, marca el texto. . ,
aguda: «Todo es medio, sólo el diálogo es fin. Una voz individual no
Los discursos presentes y ausentes son conducIdos aSI en el texto
termina nada y no decide nada. Dos voces son el mínimo de la vida.»5
dialógico a constituir la ambivalencia, una am~~valencia que res~l~a
El punto de partida de Bajtín es la estructura conversacional del
del carácter procesual de la inconcluible formaclO~, de la co~pre~slOn
mundo, en la que la palabra se imprime como respuesta y para todo ha-
y crea una insuprimible diferenci~ para. la reducclOn .a .la unIvocIdad.
blar es válido lo siguiente: «La comprensión que responde es un factor
Ambivalencia que se sustrae a la ngurosIdad y normatIvIdad de la pun-
esencial que participa en la formación de la palabra, y es, al mismo
tiempo, una comprensión activa que es experimentada como una resis- tuación oficial. . .
No es por casualidad que los conceptos de «enuncIadQ}}~ «bIV~
tencia enriquecedora o como apoyo enriquecedor a la palabra». 6
calidad}} (que se ve aumentada en el concepto de la «plunvocah-
En su contribución «Bakhtine et l'alterit6}, T. Todorov ha tratado
dad}}, de la «polifonía}}, en el espacio de la nov~la e~ que se c~zan
de fundar la dialogicidad bajtiniana en el concepto de la subjetividad
muchas voces), y, además, «réplica}} en un sentIdo dIrecto, «dI~CU~
como alteridad, del autor como el «otro», y ha reducido eso a la fórmu-
so interiom/«discurso exteriof}}, autor o hablante/oyente, constItutI-
la paronomástica: «etre/autre}} [«ser/otrO»V El discurso del otro no es
vos de la concepción de Bajtín/Volóshinov, perfila~ el terreno de la
el del inconsciente (en el sentido de Lacan), sino que significa el «cam-
voz, no el de la escritura, écriture. Esto se puede mt.erpretar de la
po social de todos los hablantes}}, de todos los «sujetos}} participantes
manera siguiente: en la voz como réplica al otro s~ art~cul~ ~l yo del
~n la comunidad sígnica. 8 Una comunidad sígnica en la que el lengua-
hablante, surge el espacio libre contra la escntunzaClOn [Ve~
Je no está en circulación ni como el sistema abstracto de formas lin-
schriftung). Contra las letras arremete la bivocalida~; .con~r~ la «h-
güísticas, en el sentido de la langue saussureana, ni como enuncia-
teratura}}, la forma del «skaz}}, que realiza una estIhzaclOn de la
ción monológica aislada, en el sentido de la parole, sino como el
oralidad. La novela, como lugar de una praxis sígnica carnavalesca,
acontecimiento social de la interacción lingüística, que se realiza me-
diante enunciación y contraenunciación. infringe, en su polivalencia genérica, el canon de la literatura, en. la
medida en que hace «sonam las voces de otros textos, rompe la Je-
Este acontecimiento es concebible como proceso de compren-
rarquía establecida del lenguaje literario media~te el ~aos de l~s
sión que se efectúa como respuestas con signos a signos. 9 El texto
discursos vivientes. El descubrir las voces como bIvocahdad y poh-
3 Probleme der Poetik Dostoevskijs, p. 284. fonía la vocalización [Verstimmlichung) del texto leído como ac-
4 Ibídem. ción ~ontra una lectura fijadora, el oír en vez del leer, encierran una
5 Ibídem, p. 285. oposición, que parece invertir aquella de la que se deriva el concep-
6 ..
Die Asthetik des Wortes, ed. R. Grubel, Frankfurt, 1979, p. 173. Bajtín habla
en otra parte del mismo problema de la «hermenéutica de la .cotidianidad», formulada de una manera aún más precisa en el siguiente pasaje (p. 1.24): «V~
ibídem, p. 226. remos más tarde que precisamente semejante comprensión en el sentIdo prop~o
7 En Poétique, núm. 40 (1979), pp. 502-523. Aquí: p. 504. de la palabra, la comprensión del devenir, sirve de base a la respuesta, es deCIr,
8 1. Lehmann, «Ambivalenz», p. 370. a la interacción verbal. Entre la comprensión y la respuesta no se pued~ trazar
en modo alguno una frontera clara. Toda comprensión responde, es deCIr, tras-
9 Marxismus und Sprachphilosophie, ed. S. M. Weber, trad. de R. Horle- lada lo que se ha de comprender a un nuevo contexto, al posible contexto de la
mann, Frankfurt, 1985, p. 57. La vinculación de comprensión y respuesta es respuesta.»
110 Renate Lachmann Dialogicidad y lenguaje poético 111
aquí, e~idente~ente, el l~nguaje establ.ecido, oficializado, de la lírica, . 'dad desplegada por una parte ya una refrenada, por otra. La meta-
gICI '.'. . . , . .,
que. esta sometIda a los ngores de un sIstema de estilos dividido J'erar-' fórica topológica ya no deja perCIbIr como dlaloglca la tensIOn ~n~e
qU1ca~en~e, a una doctrina de las figuras y los tropos, y que se halla en onrium e improprium; .esta última está reglamentada. La metafonca
. d' l' .
~a contmU1da~ de, ~a concepción del lenguaje, orientada de manera ta- pr r
innovadora, en cambio, intensifica la referencIa la ogIca me.d'Iant e 1a
~antem~nte dlcotomlca, que distingue entre trivial y sublime, propio e . fracción de las reglas. En la doctrina poetológica del concettIsmo ~el
ImpropIO. Pone al descubierto, por así decir, toda la tradición oficial ~ lo XVII la evasión de la regla monológica
SIg, .
hacia la regla de la «SIg-
. 1 A' l'
global ~el len~uaj~, ~ue Bajtín rechaza tanto en Saussure como en el nificatione ingegnosa», como dIce en el Cannochw e nsto~e lC~
pens~mle~to dlcotomlco de los formalistas, cuya contraposición con- (1655) de Ernmanuele Tesauro,u dev~~ne un aumento d~ la eqUIvocI-
v~ncIOnah~t~ de los lenguajes poético y práctico participa en un pensa- dad aumentada, precisamente en relaclon con formas eqUIvocas ya ha-
mIento retonco estable. lladas encontradas al llegar.
Es .compren~ible que el binarismo de la teoría bajtiniana no pueda Ei programa de Bajtín se cierra a las posibilidades dialógicas de
renunCIar a la dIcotomía monológico/dialógico, pero la cuestión es si una poética así. «El mundo de la poesía em~ie~a a resplan~ecer (...) en
entonces el lenguaje poético sensu stricto, el lenguaje del texto lírico una palabra unitaria e indiscutida. ContradICCIOnes, co~fhct?s y duda
e~tá excluido' como lugar del discurso ambivalente. Ya el planteo retó~ permanecen en el objeto, en los pensamientos,. en las vlven~taS, en re-
n.c~ del lenguaje permite una determinada posición ante la dialo- sumen' en el material' pero no pasan al lenguaJe. En la poesta, la pala-
gICIdad. Ante todo: las estrategias de desviación que una retórica bra sobre la duda debe estar libre de dudas como palabra».l3 Aquí n~
(~?mo .gra~á~ica secundaria) describe y prescribe, ratifican la concep- ha sido tomada en cuenta aquella importante estructura de doble sentI-
CIOn dlcotomlca del lenguaje, sin aprehender como tensión de ambi- do como sólo puede producirla precisamente una lírica que avance pa-
val~ncia la int~~acción en~re los ~os polos que ellas constituyen; es sa~do por muchos grados de refinamiento semá~tico (y que mire atrás
deCIr, la. relacIOn de a~blvalencla entre código primario y código una y otra vez), una lírica del tipo de~ que preclsam~~te se trataba. El
secund~no no es tematIzada. Sin embargo, una relación semejante es orden ingenioso de los signos lingüístIcos que .esta hnca c~ea, pone de
concebIble como contacto dialógico entre los dos códigos (entre manifiesto el doble sentido en la duda que se tIene del sentIdo uno con
propri~m e improprium): el signo de lo improprium del lenguaje se- que ella se encuentra. El doble sentido como sentido de duda se des-
cundano ~parece como réplica al primario, que, por su parte, es revo- pliega en las formas de la ambiguitas, la eq.~ivocatio (hasta l~ega~ a la
cado por. este y pe~anece encerrado en él. La dialogicidad del signo obscuritas), en las formas de manifestacIOn de la a.nnomznatl~, l.a
secundano -por ejemplo, del tropo- puede constituir la poeticidad traductio, la paronomasia, etc. En el tratado concettlsta de CaSImIr
de un texto como ambivalencia semántica (ambigüedad). Sarbievius, De acuto et arguto (1627), ~4 el «lusus verborum>~ aparece
El tropo se vuelve contra la palabra hallada al llegar y acostumbra- como puesta al descubierto de la «dubia significatio» que es mherente
da d~ la consuetudo (contra la palabra otra, ajena) y la incluye al mis- al lenguaje; y el «oxímoron homónimo», como forma suprema de la
mo Y~~po. En esta «doble orientación» de la palabra trópica reside la exhibición de su ambigüedad. La «dubia significatio» se presenta como
poslblhdad de construir un texto «doblemente orientado» (el «double- deformación del lenguaje normal, como sincretismo semántico q~e, en
s~nsed mess~g~» de Jakobson), en el que el grado y el modo de lo tró- su negación del automatismo (consuetudo) semántico d~llenguaJe C?-
pICO (la troplcldad) y la dialogicidad se condicionen mutuamente. La tidiano que reprime la ambigüedad, penetra en el espacIO del lenguaje
retórica como instancia que apoya la implantación de un sistema esta-
ble, jerárquicamente ordenado, de formas de comunicación decide 12 Ci1. según la edición de A. Buck, Bad Homburg - Berlín - Zurich, 1968, p. 113.
tambié~ ~obre la admisibilidadlinadmisibilidad de determinados tipos 13 Asthetik des Wortes, p. 178.
d~ troplcldad, con lo cual se restringe y regula la dialogicidad. En el 14 En Wyklady poetyki (Praecepta poetica) , ed. y trad..de S1. Skimina, Biblioteka
ejemplo de la metafórica se puede mostrar la tendencia a una dialo- pisarzów polskich, Seria B, n° 5, Wroclaw - CracovIa, 1958, pp. 486-492.
114 Renate Lachmann
Dialogicidad y lenguaje poético 115
no es ninguna ambivalencia que construya un contramundo n' r otra, en la poesía metalógica futurista como neologismo poético
' l' . ' tnguna \(palabra que está sola consigo misma). ,
amb lva encI~ ~urglda de la competencia entre dos voces).
Para Bajtm, el neologismo poético es extremadamente m I ' ; Bajtín ha asociado tan rigurosamente su concepto co~ ~a Idea ?el
" 1b ' ono 0- .• énero prosístico sincrético (que infringe la estructura genenca oficlal)
gICO. una pa a ra que solo se toma en consideración a sí misma E
característico que el poeta, si no acepta el lenguaje elevado dado '« ~ s : la idea de la pl.uridi.sc~rsividad (que infringe ,e.l principio cen-
, b' 1 .., " ' suena tralista del lenguaje umtano, al que se somete la hnca), que rechaza
mas len con a producclOn artlficlal de un lenguaie nuevo espec'fi
t ' ' ., ,, : J ' 1 lca-
como potencial para su concepto las tendencias de la lírica futurista an-
men e poetlco, que con la utlhzaclOn de dialectos sociales reales d'
'bl
pom es».
wEs basta~te sorprendente que Bajtín no se deje afectar,~ por tes señaladas. No reconoce correctamente la pluridiscursividad lírica
el cama~al de lenguaje de la poesía metalógica futurista del «zaum'» en Maiakovski (la absorción de estilos lingüísticos sociales ajenos, el
y no qmera tomar nota de lo no-oficial y subversivo y lo no-cl' . cruce de estilos genéricos), ni la concepción y la praxis de la lírica del
,. d Woo acmeísmo, que parece cumplir francamente todas las exigencias de su
~ no-canomco e ~se concepto y de esa praxis de lenguaje. Así, él no
mtegra, en su afimdad conceptual, la definición de JIébnikov: «Crear ideología del lenguaje y las supera, si es posible, en la dialogización de
palabras es, romper el silencio del lenguaje, de las capas sordomudas formas de lenguaje. 24
d,el.lenguaje»,21 .c?mo tampoco reconoce, en sus implicaciones dia- La vehemente articulación de la doctrina bajtiniana del lenguaje
loglcas: l~s defimclOnes, referidas a la praxis poética concreta, de los está dirigida contra el formalismo, como si se tratara de la doctrina
pro~edlmlentos del «zvukovoi sdvig» (desplazamiento en el nivel del oficial dominante a la que se le debería imputar aquel objetivo de
somdo como fusión de dos palabras o elementos de palabras en una centralización que (desde la poética aristotélica, la «poética» car-
nU,ev~ palabra) y el «smyslovoi sdvig» (desplazamiento en el nivel se- tesiana, la gramática universal de Leibniz y el ideologismo conc~eto
mantlco como equivocidad, construcción de un contexto paralelo, de de Humboldt) «esclaviza» con el concepto de sistema de lenguaje a
un se~ndo contexto, etc.) en la Sdvigologuiia22 de Kruchionyj.23 A la los otros lenguajes. 25
negatl:a a :e~~tir, el significado encontrado al llegar (comprometido), a Ambos, el formalismo (que, por lo demás, en el marco de la ideo-
la p~hsemla lhml~a,da (el significado liberado), Bajtín opone el cruce logía oficial del lenguaje en los años 20 ya había llegado a ser altamen-
de ?lferentes pOSlClOnes de significado que representan experiencias te sospechoso) y la Escuela de Bajtín, tienen su raíz de una manera
socIales y culturales, opone la lucha, la suma, la réplica, les reconoce oblicua y polémica, para tomar una idea de mi trabajo «El concepto ~e
s~ ?erecho una y otra vez a las voces ajenas, exige la infinita inclu-
imagen de Potebniá», en la teoría estética del lenguaje de Potebmá.
slvldad ~e todos los enunciados, para detener el proceso de aislamiento Los aspectos de la ambivalencia, del dinamismo semántico, del alma-
de los mIsmos en lo unívoco, claro y finito. cenamiento de experiencia cultural y semántica en los signos-palabras,
así como el concepto central del responder, por una parte, y la oposi-
Al no tomar en cuenta todos los aspectos que pudieran marcar los
ción entre lenguaje de la prosa y lenguaje de la poesía (prozaichnost' y
con~actos de ambos conceptos, resulta una oposición en el uso del len-
guaje que ~e destaca significativamente, por una parte, en la prosa co- poetichnost '), como los polos del lenguaje de,sgastado, endure~i~?, y el
lenguaje viviente, creativo, por la otra, prOVIenen de esa tradlclon (en
mo skaz (dIscurso con orientación a un medio lingüístico oral ajeno) y,
resumidas cuentas, humboldtiana). El formalismo (ante todo, V. Shklov-
20 ..
Asthetik des Wortes, p. 179.
~~ «Nasha ~snova», e~ ~obranie sochinenii, t. 5, Leningrado, 1933, p. 229. 24 Cf. dos intentos de definir las estructuras dia1ógico-intertextua1es en la líri-
ca: R, Lachmann, «Intertextualitat in der Lyrik - Zu Majakovskijs 'Oda
So~~e la mterpr.et~clOn de la teoría del zaum ' de Kruchionyj y J1ébnikov en re-
revoliutsii'» en Wiener Slawistischer Almanach, nO 5, 1980, pp. 5-23, Y
laclOn ~on los UltlI~OS aspectos mencionados, cf. los resultados del trabajo de
maestrla de W, Bellenhoff, Zur Theorie des russischen Futurismus Bochum «Bachtins Dialogizitat und die Akmeistische Mythopoetik als Paradigma
1971. ' ' dia10gisierter Lyrik», (próximamente en Poetik und Hermeneutik, XI).
23 Sdvigologuiia russkogo stija, Moscú, 1923. 25 Asthetik des Wortes, pp. 164 Y ss.
118 Renate Lachmann Dialogicidad y lenguaje poético 119
ski) y la Escuela de Bajtín se han remitido a esa tradición. En el pensa- 'entación del compacto complejo bajtiniano de la dialogicidad:
miento poetológico de R. Jakobson ella, sin duda, ha dejado huellas. una on d' '1 lIbra
diálogo entre los textos -intertextualité-, y .la ogo en .a pa a -
Jakobson le debe a la estética del lenguaje de Potebniá el concepto de - l'ndl'can la posibilidad de contmuar, es CIerto, el pen-
la «poetichnost'» (poeticidad), así como la idea, importante para este paragram me , . . .d d
samiento bajtiniano del lenguaje y el géner.o .en su OP~Sltlvl a
contexto, de la «esencia simbólica, múltiple y polisemántica» de la " t a"t] , es decI'r , de conservar las 0poslclOnes oficlal/no-ofi-
[ O'PPOSIVl . .,
poesía, o de la «plurivocidad como consecuencia absolutamente nece- cial, monovalente/ambivalente, pero desprendiéndolas de la OpoSlclon
saria, inalienable, de toda comunicación centrada en sí misma», es de-
prosa (novela)/lírica. . 11
cir, el «mensaje de doble significado» 26 (double-sensed message), que,
La «ciencia paragramática» que la Knste:a pro~~n~ desarro ar,
ciertamente, en el marco de su concepto de la proyección sobre ejes es odría cumplir la exigencia de la «metalingüístIca» baJtImana de hacer
objeto de una nueva fundamentación. El aspecto de la duplicación y de
la plurivocidad puede ser trabajado, más allá de la restricción genérica,
~e la doble orientación de la palabra (a sí misma y a la otra palabra)
el objeto de investigación, por ende: el signo doble ~(~parag~am~e»)
para un determinado tipo de empleo del lenguaje, como lo trata de des-
substituye al signo simple (<<signe»). La paragramatIca knstevlana
cribir después J. Kristeva en sus bosquejos de teorías dedicadas al · . l'ma de una poética dialógica) reune .de nuevo. al1 fin
«double» y la «ambivalence».27 (como nueva dISClp .
al cabo los aspectos -elaborados ante todo a partir de la dla Ogl-
y. d d bajtiniana- de lo doble y la ambivalencia en el nivel del text~ y
El concepto de paragrama de la Kristeva, que empalma con la dia-
logicidad de Bajtín y los «anagrammes» de Saussure, generaliza,
más allá de las fronteras genéricas, el lenguaje poético como lenguaje
:1
~~ nivel de la palabra: «el lenguaje poético es u~ diál~fo de dos ~IS-
n texto extraño entra en la red de la escntura.» El texto hte-
dialogizado. Es decir, ella llama «langage poétique» a aquel tipo de cursos. U . . , d t es
empleo dialogizado y ambivalente del lenguaje que puede realizarse rario aparece como «reminiscencia», es deCIr: ~~evocaclOn e. ora 31-
tanto en la lírica como en la novela. No se trata de una hipostasiación critura» y como «suma», es decir, «transformaclOn d~ esa .esc~ltura».
Me parece que el dialogismo bajtiniano con sus ImphcaclOnes del
de la poésie (por así decir, como lo contrario de la hipostasiación de la
novela por Bajtín), sino de la colocación del lenguaje poético en el fin diferido y de la última palabra denegada, de la protesta c?ntra la ~a-
conjunto de los «gestos significantes de la colectividad productora».28 nomza. da verdad una, el código lingüístico uno y el. texto., fimto, es rem-
Al concepto de la «intertextualité», que es desarrollado en el ejem- terpretado consecuentemente en la siguiente defimclOn: ,
plo de la novela medieval, se acerca el de «paragrarnme», que en el ar- El lenguaje poético en el espacio interior del texto, aSI com~.en
tículo citado, así como en el libro La révolution du langage poétique,29 el espacio de los textos, es un «doble». El par~grama poetIco
es mostrado en la lírica. No obstante, ambos conceptos, que perfilan de que habla Saussure (<<Anagrammes») se extiende de cero a
dos: en su campo, el «uno» (<<la definición», «la v~rda~>;) no
26 «Linguistik und Poetik» (1960), en R. Jakobson, Poetik, ed. E. Holenstein, existe. Eso quiere decir que la defini~ión, la determmaclOn, el
Frankfurt, 1979, pp. 83-119. Aquí: pp. 110 Y ss.
signo «=» y el concepto mismo d~ SI~O que s~po~e una seg-
Kristeva desarrolló de manera particularmente precisa su concepción continua-
27
mentación vertical (jerárquica) slgmf¡cante-slgmfi~ado:no
dora de Bajtín y de Saussure en «Le mot, le dialogue et le roman» (1966), en
Semeiotiké. Recherches pour une sémanalyse, París, 1969, pp. 143-173 """, Y pueden ser aplicados al l~ngu.aje p~~tico, que es una mfimdad
«Pour une sémiologie des paragrammes» (1966), ibídem, pp. 174-207. de acoplamientos y combmaclOnes.
28 «Paragrarnmes», p. 175.
29 París, 1974. El concepto de la «intertextualité» aquí es sustituido por el de
«transposition» (pp. 59 Y ss.), por una parte, para suprimir la degeneración 30 «Paragrammes», p. 181.
«hacia la crítica de las fuentes» que el primero ha experimentado en su aplica- 31 Ibídem, pp. 181 Y ss. t .
ción, y, por otra, para definir el contacto y la transposición (en el sentido de 32 «Le mot», p. 150. En «Paragrammes», p. 182, en lo que respe~ta~ ;:u rea-
Lotman, que emplea el mismo concepto) de diferentes sistemas sígnicos. mont en este sentido se constata: <<Así son, por ejemplo, Les Chants e a orar y,
120 Renate Lachmann
Renate Lachmann
A Wolfgang Iser,
en ocasión de su 60 cumpleaños
1 Ejemplar en lo que concierne a la retórica del decorum (bajo cuyo influjo se genéricas. ,. mecanismo cultural determinado
La idea de un modelo cultural bmanlo Y un I Lotman (Lotman, Iu., 1974;
halla también la tradición rusa de este tipo) es De eloquentia sacra el humana, . l ' l gía cu tura I d e , .
libri XVI (París, 1619) de Nicolás de Cusa. por él se denva de. a tIpo o licada al complejo que aquí nos mteresa,
Lotman, Iu./UspenskI, B., 197.7). ~~
resulta el siguiente esquema bmano.
126 Renate Lachmann El sincretismo como provocación al estilo 127
los dos modelos, porque ninguno de lo d '. . ezcla de los teoremas procedentes de los dominios mencionados y se
todo. ~ientras el paradigma cultural cent~ ~:o es eh~llla~o nunca del boza una estructura plurívoca mediante la sorprendente absorción de
y «esttlocéntrico» empuia a 1 'fi . P o, mejor dIcho retón' lementos de la cultura popular de la risa, de la cultura carnavalesca.
l' , . ,~a Ulll lcaclón y p ..' eo
po lsemlcos, el paradigma centrífu o . or eso ImpIde procesos La novela de Rabelais es, como ha demostrado Bajtín (Bajtín, M.,
espacio para la conformacl'o'n 1~1":' propIamente poli-isotópico da 1986), una obra dentro de la tradición de la «menipea», el género
Ofr pro llerante y 1 .d '
ece cada vez más interpretaciones d I l e sentt o proliferante. sincrético par excellence, que permite todos los híbridos. Precisamente
ble. e a cu tura a la cual es apl'lea-
con esa obra se puede documentar la pertinencia del modelo cultural
La tendencia a la creación de forma . ,. centrífugo, poli-isotópico. En la interpretación de Bajtín, el Renaci-
«creolización»" Baitín de «h'b 'd' . ,s Slllcrettcas (Lotman habla de miento aparece como las nupcias de un sincretismo cultural que fusio-
. ,~, 1 n IzacIOn») c
e1 RenacImiento, en el manierismo d I " omo es comprobable en na la cultura del pueblo -y ésta es ya una forma mixta por lo arcaico
cismo, etc., se manifiesta en una seri: leno~o barroco, en el romanti- de su origen- con la alta cultura. En la obra de Rabelais se vuelve
que, sin embargo esta'n en e aCCIOnes culturales diferentes manifiesto ese cruce de las culturas, de sus funciones (como oficial y
. ' correspondenc'
praXIS teórica del Renacimient . la unas con otras. En la como no oficial) y sus tradiciones (neoplatonismo, hermetismo, mito-
" o, por ejemplo pod d"
absorCIOn de teoremas filo 'fi h ,emos IStlllguir la logía). El sincretismo de Rabelais deja ver claramente, en particular en
. so ICOS eterogéne (d 1
l~ gn~sls, de la Cábala, del aristotelismo os e neoplatonismo, de el trato con los estilos ajenos absorbidos, que todo estilo individual que
CIenCIas exactas, la medicina la' . ) que ~onvergen con los de las es transformado, parodiado y elaborado de cualquier manera que sea,
contacto, cruce y solapamie:to ~~~~sprudencla. L~ m~sma relación de adquiere carácter de rol. Al practicar ese juego de roles, el sincretismo
puede documentar eiemplarm t para la praXIS hteraria. Esto lo no sólo exhibe las «sedimentaciones» semánticas que transporta un es-
en e un texto com G '
~ argantua y Panta-
;¡
gruel, en el que, en el nivel te 't' tilo como estilo histórico, sino que también saca de las incongruencias
ma ICO, se parodIa, en la inversión, la
semánticas que surgen en el contacto de estilos formas de la pluri-
Mecanismo cultural (modelos d vocidad. Por esa razón se toma comprensible el elemento generalmen-
Jerarquización e repres~ntación y transformación)
" DesJerarquización te lúdicro, lo carnavalesco de este tipo de textos, del cual también sur-
E xc 1USlOn
'fi
U nI IcaClOn
', Inclusión ge la risa.
' ,, '
DIversificación Por el contrario, la producción de textos purista, jerárquica-seria,
C anOnIZaClOn
, " Descanonización que es fundamentalmente agelásica, le reconoce a la risa, al risus como
Tota1IzaClOn .
Destotalización afecto que ocupa un lugar después del ethos y el pathos, un espacio li-
Consenso oficial '
M d'd TendencIa al esoterismo bre estrechamente delimitado -sus licencias controladas retóricamen-
e 1 a H' ,
Positividad Iper~o,le, refinamiento te permiten hasta formas de la exageración y la mezcla. El iocando ad
' NegatIvIdad
Te1eo 1ogIa risum movere permite salirse de la relación de correspondencia regula-
Ateleología
Monovalencia A m b'Iva1enCIa.
da entre res y verba, precisamente para posibilitar el afecto de la risa.
M.
etatextos culturales Así la comicidad del lenguaje consigue una oportunidad: la amphi-
Retórica aristotélica bolia, la metáfora cómica, el barbarismo, el soloecismus, la ridicula
«Anti-retórica», Rhétorique noire
hyperbola y la ridicula amplificatio son formas en las que tiene la oca-
Estética del bon-goút (Barthes, R., 1970) sión de actuar, al igual que en el ornatus empleado irónicamente, es
F l' Concettismo
orma Ismo } Neo- ' ' decir, inadecuado al objeto. Pero también las instrucciones retóricas
New Criticism} aristotelism EstetI(ca dell~nguaje de Humboldt aflojadas bajo el afecto del risus son, al fin y al cabo, sujetadas por el
Estructuralismo o en RusIa: Potebniá ~ Bajtín)
Post-estructuralismo decorum. Entre las dos posibilidades del iocandi genus: el honestum,
(estructura, sistema) urbanum genus y el indecens, scurrilum genus, la regla de la adecua-
(dialogicidad, intertextualidad, sincretismo)
128 Renate Lachmann
El sincretismo como provocación al estilo 129
ción le da la preferencia a la primera, La contraposición de urbanit
(o sea, el ideal estilístico aristotélico del asteion) y Scurrilitas de~s , , , S de crítica del estilo de la Antigüe-
topología negativa de los JUICIO t la exigencia del decorum de la
ver claramente que sólo la última sería la verdadera transgresión· de 1Ja dad. Los argumentos del buon gus °dlasicizantes del finalizante siglo
límites: el juego de palabras chocarrero. os
Arcadia y de las restante,sescu~las una ar umentación como las que
En los marcos del manejo sincrético del lenguaje, el elemento lú. XVII, emplean una te~molO~la y toribu~ de Tácito (cf. Heldmann,
dicro está ligado no sólo a lo cómico, sino también, como forma eStán trazadas en el Dwlogus e ora
hipertrofiada, a lo grotesco, monstruoso y excéntrico, Lo monstruoso
en su doble acepción de «descomunal» y «que-se-muestra», es u~
K., 1980). "ositivizado, cae ya en el campo de la
El concetto, el smcretlsmo p rtun'dad en el nivel de los meta-
rasgo en particular de la lírica manierista, En el procedimiento princi. ' 'nguna opo 1
falta de gusto y no tIene m b' su acción en el terreno de la
pal de la lírica manierista, el concetto, las estrategias sincréticas de la d' 't' pero en cam 10, 1d
textos para 19ma lCOS, , cias La cuestión de es-
producclOn de tex~os no.
violación del decorum, la polisemia, la hipertrofia, son concentradas ', carece de consecuen, ,
1 ' 1 de los metatextos se Impone.
hasta formar un contra-estilo, que también es sometido a reflexión y tino ulterior del smcretIsm,o,en e m~~s tarde en las del simbolismo,
representado en una teoría propia: en la doctrina del acumen (Lach- En las poéticas del romanocl~mo y, t -met~textos, pues, que no se
mann, R., 1983 b), Cierto es que ésta es parte de la doctrina retórica, ' b l' el surreahsmo, e c. d
el postslm o lsmo, ,, ' a con la doctrina retórica orto oxa----:-,
pero -como demuestran los más prominentes tratados de los con- hallan ya en confrontaclOn dlrect (trasladado a los fenómenos h-
cettistas- la deroga conceptualmente. El procedimiento del anties- esco
conceptos como grotesco, arlab o'cl'smo) símbolo el absurdo, ex-
tilo, elevado a estilo, es capaz de establecer durante cierto tiempo un ' 1 s desde e roman , , "
«standard», aunque sea esotérico. teranos, por o meno 'd on la tradición sincretIca, Descen-
trañamiento, pueden ser aSOCIa ~sdc onglobación [Komplexion] del
I r ' , del sentl o, c
tramiento, p ura ~~aclOn
En el concepto del concetto se ve fundamentada por vez primera b' ,
'd formulan aspectos parciales; tam len
sentido y disperslOn de~ ~entl o, rt tualidad están dentro de la tra-
en la historia de los estilos una idea estilística que Suspende el concep-
to del stilus, del genus dicendi, de la retórica transmitida en el curso los conceptos de dialogl~lda~ ~ mte ex
del tiempo. Puesto que en los correspondientes metatextos el concetto dición del pensamiento smcreoco, tos centrales le corresponde
Ciertamente, a aJt~n: ,co
es perfilado como forma de la hipertrofia, de la metáfora monstruosa B ., n sus concep , .,
h R 1984): su interpretaclOn
que deroga el código de la semejanza establecido, como forma del ex- estar dentro de esa tradlclOn (Lac m~~, t'o' como cultura sincrética
' " d 1 RenaClmlen
tremo verbal, de la mezcla, pero, ante todo, del juego de palabras
polisémico, asciende hasta el rango de un contraconcepto respecto a
de
(p Rabelais, su' defimclOn ~ 'd 1) y su historiografía de la, sátira
1 'a un tIpo 1 ea
ara nuestra tIpo Ogl , 1 h' t ' de la mezcla de generos o
stilus, un contraconcepto que está asegurado teóricamente y que recla- ' t ) como a lS ona ,
menipea (satlra - sa ura.., d h t 1 siglo XIX (una histona que
ma un status metatextuaI. Es decir, sólo con el siglo XVII hay en el ni- de discursos desde la Anogueda as a e umentalmente que él tiene
vel de los metatextos una simetría entre los términos de la retórica que . 'b' d) demuestran doc
se puede seguIr escn len o , . ortodoxa y no ortodoxa. La
favorece a la tríada de estilos y a su restrictiva estética de procedimien- 1 d' t entre las pOSIcIones . "
su lugar en a lSpU a . 1 el dominio de la defimclOn
tos y los términos de una tratadística que positiviza el contraconcepto, .. , destaca en partlcu ar en ,. d
teoría baJtImana 1se . ro . ll'ngu"ística. En Estetlcad e
Así el concetto como concepto positivo sustituye aquellos conceptos . s y la mte erenCla
de la mezcla de enguaJe . 1 como fenómeno de or en
que califican de manera puramente negativa como falsa o corrupta ., b 1 B 'tín aSOCIa la mezc a . , .
la creaClOn ver a, aJ to de la palabra dlaloglca.
lingüístICO, textu~ !, cu
eloquentia, con los que en la historia de la retórica y de la doctrina de . 1 ltural con su concep ., 1
1 b híbrida se refiere tamblen a a
los tres estilos se caracterizaron las infracciones, y éstas eran siempre Por eso su defimclOn de la pa a ra
las del sincretismo. Es, ciertamente, significativo que en el curso de la
dialógica. He aquí la cita: . , , . a a a uel enunciado que por sus
creciente crítica al concettismo y del gradual desmantelamiento del
Llamamos construcclOn hlbnd. ,q. as) composicionales
mismo se revitalizaron argumentos que en nada se diferencian de la
características gramaticales (smtac~~ el :ue en realidad, se
pertenece a un único hablante, pero ,
130 Renate Lachmann
El sincretismo como provocación al estilo 131
Dostoievski, al que Bajtín presenta como continuador de la trad' z más en estructuras explicativa,s, que se c~-
ción menipea (que se ha vuelto críptica y ha caído en el inconscient otroS conceptos, una ve, C 't el doble la poseslOn, 10 extati-
literario) y como un hiperbólico del principio polifónico en el co~
zan. Son los de la bufonena en ns o, ,
co etc. s un sincretismo semántico de los
' En suma, 10 que encontrdamo~ e nos a otros alternativamente, en
mienzo de la novela europea moderna, ahora, en efecto, puede ser ca-
lificado de sincretista de corte (mezcla) especial. No sólo la dimen_ "1 que se omman u " d
sión macrotextual de sus novelas (y relatos) es afectada por un trazo significados mOVl es, 1 ntradicen toda formaclOn e
., 1 ente los cua es co , '
mezclante, que amalgama los más diferentes modos narrativos cada ocaSlOn tempora m " d fondos de sentido en un unlCO
sentimentalista-realistas contemporáneos y hagiográficos obsoletos; J.erarquía, Se llega a estratifid~aficlOn,es es mu'ltiples Son los protagonis-
, d a co 1 lcaClOne, d
la poética del asesinato, el suicidio, el secreto y la tensión de la sigmficante; por en e, , nes excéntricas poseedores e
l redados en acclO "d 1
gothic novel en la versión purificada y enturbiada a la vez de la école tas de sus nove as, en d" Bajtín) expresadores de 1 eo 0-
franr;aise (Víctor Hugo, Eugene Sue, Jules Janin) y en la continua_ psiques excéntricas (<<grote,sca~» sm~os ue ~sumen esos papeles de
ción refinada (E, A. Poe) se encuentra con el estilo sensacionalista y gemas, mitologemas excentncodificaci~nes múltiples. Todo persona-
anecdótico de la prensa callejera, absorbe elementos de la novela rusa significantes y «padecen» esas cOL d' bios) aunque entone su respec-
, 1 ente para os la , d
sentimental y del realismo, y, para ser más precisos, de un realismo J'e (esto vale especla m delo heterogéneo, y to os
' t' netrado por ese mo
que tra~lada un concepto de realidad de lo extremo, fantástico y gro- tiva «voz» propla, es a ~e t un tipo de «trans-sujeto» que
los personajes, en el conjunto represen " , an Cada personaje m , d'lVl'dua l
tesco, Esta es la confirmación de la formación de híbridos inmanente " y multlphcaclOnes, ,
al género de la novela, argumento en favor de las raíces menipeas de une las duphcaclOnes ' t 'a que trasciende su propla voz en
'b 'd y como ms anCl 1b
la misma. Dostoievski funde esos modos en el trazo de tratados aparece como h1 n o 1 Así pues 1a po l'ti 1 o
nl'a -una de las pa a ras
historiosóficos del siglo XIX, de disputas religioso-filosóficas, deja la polifonía de la nov~ a, , ' t ' central del sincretismo, Para
oir la entonación de los manifiestos que tratan sobre terrorismo, anar- . clave de Bajtín- devlene aqm estr~ ~glade posiciones competidoras,
' orquestaclOn»
quismo y socialismo y deja que se trasluzca un fondo -y este sería ser más preclsos: como« ' 1 t puestas ninguna de las cua-
, " o slmp emen e o , 1
el modo obsoleto- que inserta modelos narrativos de las vidas de rivalizantes, antmomlcas, ' 1 ' , de la verdad y ninguna de as
'mca artlcu aClon , b'
santos rusas antiguas y de la literatura herética. (Aquí no es preciso les se presenta como u , fi l (acorde armonía), Mas len,
t la úmca nota m a , , , '
tratar, en absoluto, sobre cómo Dostoievski emplea esas diferentes cuales puede p~o~e er , l s los religiosos, políticos, aXlOlogl-
tradiciones al parodiar géneros serios, nobilitar géneros triviales, los distintos «ldlOmas» especla e , rtarse sin eliminar a ninguno
Y de nuevo a a p a , , '
etc,), Ahora bien, esta mixtura de formas que asocian distintos géne- cos, tienden a acercarse d Toda voz está en Sl escm-
ros, que constituye la macroestructura de la novela, tiene también de ellos y sin establecer un orden, e rango~ dialógico del habla en el
consecuencias para la microestructura de ésta, en particular en el do- dida, es una voz doble, logra r~~~z:::~~~o (Bajtín, M" 1971).5
que por 10 menos dos voces en ' k ' o un todo tiene una doble
minio de lo semántico. Los estilos de representación a que ha apelado "1 l de DostOlevs 1 com , '
Dostoievski transportan, para él, un modelo de interpretación para la Tamblen a nove a , ' l 1 tra es semántica, reiterativa,
elaboración de la historia, de la realidad, del mundo, cuyo substrato orientación: ~na es, ?arratlVa; lm;:s' li:g: en su enfoque teleológic? a
mítico él sabe liberar. Pero son eslabonados unos con otros de tal ma- cíclica, La onentaclOn na~~ti:a y Pprecisamente en ese plano sem~n
nera que se interpretan mutuamente. El modelo herético interpreta el la semántica, que es ateleo :~l:a el refinamiento extremad~ del sm-
anárquico; el de novela de horror, el apocalíptico, Pero eso dista de ticamente estructurado se , n depositadas en un slstema de
' ñales Cltas so
ser todo, Dostoievski hace suyos también modos contemporáneos de . cretismo: las aluslOnes, se .', 'inversiones escaladas, etc" en
cruces, tras1apam, l'entos repeticlOnes, lto grado de 'orgamzaclOn
" , - la
interpretación (ante todo, los que pueden ser considerados como anti- un sistema que, desde luego, posee un a
cipación de conceptos psicoanalíticos -concernientes a los fenóme-
nos de la histeria y la epilepsia-) que él, no por casualidad, asocia a , . que aparece en W. Schmid (1973).
Cf, sobre esto el examen cntico
134 Renate Lachmann El sincretismo como provocación al estilo 135
regularidad de lo irregular. Esta estructura ., Saturno o de los mitos de Apolo y Dionisos se intercalan 10 mismo
también a otras novelas de Dost' k' semantIca, como caracteriza mitologemas de la tradición hermética que la oposición nitzscheana de
. ,. Olevs 1 vale para u . d
smcretIcos, en particular para los d I ' na sene e textos apolíneo y dionisíaco; antroposofismos steinerianos se fusionan con
t~leológica está siendo reducida ene present~, en los.que la orientación elementos significativos de las mitologías hindú, persa y egipcia y, no
cldad del texto sincrético, ue do ~na medIda crecIente. La excentri_ en último término, con «dogmas» de la tradición herética rusa.
q
excentricidad del sentido E 1 mmda el «telos» narrativo, revela la Este bricolage no almacena los citados mitologemas unos al lado de
. n e caso e Dosto' k' 1 .
una clara expresión de una e t 't' . Ievs 1; e smcretismoes los otros, sino unos dentro de los otros, y produce una peculiar transpa-
" s e Ica negatIva.
AndreI BelYI, teórico de la intertex l' rencia de sentido. Sí, sugiere la idea de una reencarnación del sentido,
de sus más artificiosos practicant d tua Idad «avant la lettre» y uno una idea que, por la ludicridad paródica de la novela, pierde, desde lue-
go (1913) un sincretismo que -a~~ esarro~la en su novela Petersbur- go, su peso patético. El pronunciado aspecto diacrónico del mezclar, que
sofía de la cultura en la t <' que basandose en una «seria» filo-
. - ranslormación d '1 . posibilita hasta cierto punto (en la reencarnación) una conglobación, una
practIca un juego predominantemente 'd' e estI os ajenos y mitos intensificación (lento aumento del potencial de sentido), es despoten-
no es evocado como represent t d paro IC~ ~on ellos. El estilo aje- ciado por uno de sentido contrario, el de la difusión y la dispersión. Am-
. an e e una tradlcI' ,.
lIteraria o un autor mediante 1 .t d N on poetIca, una época bos valen para la praxis de Belyi y ambos hallan su posterior eco teórico
por ejemplo, etimologías pOéti~a~I a 1 e .sus senales ~aracterísticas. Así, en la teoría de la novela de Bajtín. La idea de las huellas que todo signo
de sonidos y procedimientos d ' .a ~gIsmos, retruecanos, repeticiones trae de los contextos en que estaba activo e introduce (almacenándolas)
lo de Gógol. La estructura narr::~nP~Ivos evocan la «imagen» del esti- en el nuevo contexto, compite con la de la atomización del sentido en el
Los diablos de Dostoievski (e t I~a ~ su novela resulta un montaje de contacto con otros signos. Por ende: la dispersión en la acumulación, la
de El jinete de bronce de P ~~ os os aspectos antes mencionados),
composición en la descomposición del sentido. Ambos movimientos, el
ópera La dama de pique de ~hai:¿v~~iel:mentos reverbalizado~ de la del sincretismo, la suma y la acumulación, y el de la dispersión y la diso-
base el texto de Pushkin) d 1 ( la que, a su vez, le SIrve de
, e e ementos de obr d T I ' . lución, no admiten consolidaciones.
(Holthusen." J. 1979', del mIsmo
. as e o StOl y ChéJov
autor, 1985' Stei b Maiakovski, en la «Oda a la Revolución», se sirve del sincretismo
Este smcretismo no es adI't'IVO, smo . Imphcati
. ' . n erg, A., 1977).
. persuasivamente para hacer prevalecer una tesis de crítica del lenguaje
cer, a través de la parodiza " vo, y permIte recono- y del estilo, que está dirigida al panegírico contemporáneo de la Revo-
.. Clon, un concepto q ...
ta b Ihdad de textos en text d ue posltIvlza la proyec- lución. La confrontación demostrativa de dos estilos y dos capas de
1983 c). O en otras palabr:s~' la ee~ult~ras ,en cu~turas (Lachmann, R., lenguaje que parece reflexionar alternativamente sobre la función ideo-
los modos de codificación q' 1 penencIa codIficada en los textos y
. ue a macenan esa e . . lógica de éstos, pasa a ser el verdadero tema. La antítesis empleada re-
una dImensión textual en e ., xpenencla, construyen tóricamente entre el más alto nivel de la tríada de estilos, como era
xpanslOn que pe 't
texto ~ean escritos simultáneamente 'd rmI e que en todo nuevo
tos mas viejos, casi muertos. Todo J es~ertados .nuevamen~e los tex-
cultural se refleja en la mem . dIgno mtroduCI?O en la cIrculación
obligatoria para la lengua literaria rusa del siglo XVIII, y los vulga-
rismos de los sublenguajes, aún no admitidos como lengua literaria,
del mundo del trabajo y del ejército, es 10 que deviene el princi-
consiguiente, el acto sincréti~~a e la c~ltura .y esta así disponible. Por pio organizador de la oda a la Revolución. La confrontación de los
es, a mIsmo tIempo t .
que se realiza a lo largo d e n ' ' un ac o sumatIvo, campos lexicales admite la «creolizacióm> de los mismos (el propio
aquí de un sincretismo de c: eje temporal. Tal vez se puede hablar
as Maiakovski habla de «mezcla», smes'). La lengua creolizada de un tex-
cada una de las cuales reflexi: c~turtles representadas por textos, to, que no hace caso de ataduras estilísticas y genéricas, la entiende
sincretismo de capas con orO nta s~, re as «subyacentes», es decir, un
len aClOn fuerte t d' ,. Maiakovski como una reacción a las «palabras congeladas» (zastyvshie
vuelve particularmente perceptible en lo men ~ ?aCroDlca. Esto se slova) de una lengua a la que le está negado el contacto dialógico con
dores de mitos A s í ' s procedImIentos transforma-
. , por ejemplo, en la reconstrucción del mito de toda otra. La fricción de un material de palabras heterogéneo, cuyo
136 Renate Lachmann
El sincretismo como provocación al estilo 137
HOLTHUSEN,1. (1979), «Andrej Belyj, Petersburg», en: Zelinsky, B., ed., Der
russische Roman, Düsseldorf, pp. 265-289.
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. t mo esa mI con d 1
rio Navarro, 1. n, Cátedra, Madrid, 1998.] Para blandir una etlque a c~ . ;es ecto a tales construcciones e a
- - - - y USPENSKI, B. (1977), «Die Rolle dualistischer Modelle in der tales rotulados y mi escepttclsmo ' p que estar menos desarrollados.
b n todo ten dnan .
Dynarnik der russischen Kultur (bis Zum Ende des 18. Jahrhunderts)>>, en Poetica, historia que 1o a arca. de este concepto están inspIradas por ac-
9/1, pp. 1-40.
Sobre todo, algunas verSlOnes , ue hallo extremadamente du-
MAIAKOVSKI, V. (1966), Ode an die Revolution, trad. por H. Huppert, en: V. titudes hacia la realidad contem~oranedalqpostmodernismo cubre cons-
de verSlOnes e . d
Maiakovski, Ausgewiihlte Werke, ed. por L. Kossuth, tomo 1: Gedichte, Berlín. dosas y la gama entera d presente que son demasla o
' 1 ., ntre pasa o y ..
NABOKOV, V. (1955), Lolita, Reinbek bei Hamburg. trucciones de la re aClOn e . , 1 por mayor (Putz/Freese
.' una aceptaclOn a 1
SCHMID, W. (1973), Der Textaujbau in den Erziihlungen Dostojevskijs, Munich. divergentes para mVltar a este concepto ha sido acuñado y ~or, ~s
VESELOVSKI, A. (1913), «Tri glavy iz istoricheskoi poetiki», en: A. Veselovski,
1984). Las razones por las que liamente como etiqueta pen.odlstt-
Sobranie sochinenii, San Petersburgo. que ha llegado a extenderse ~an a~~es ués de todo, el «modernIsmo»,
VOLOSHINOV, V. (1975), Marxismus und Sprachphilosophie, Frankfurt. ca, son fácilmente compr~ns~bles~nte ~ ser contemporáneo Yde actua-
que se ha dedicado tan energlcam. ho o diez décadas sin perder
ecer por seIS, oc .
lidad, no puede perman ., <deteriorarse» hasta convertIrse en
sus facultades de provocaclOn y (t hasta donde puedo entender la
. l' . o» No ob stan e,
«modernIsmo c aSlC . 't texto de una de las cinco
. t l'ty?» manuscn o, . 1
* H
« ow
Postmodem lS Intertex ua 1 . ,
1 tor en el marco e
d 1 II Encuentro IntemaclOna
, d
conferencias ofrecidas por e au de 1989). Fue publicado mas tar e en
de Criterios (La Habana, febrero-ml'tyarz~erlín_ Nueva York, de Gruyter, 1991,
. . h F Plett, ed. , Intertextua 1 ,
Hemnc.
pp. 207-224.
¿Cuán postmoderna es la intertextualidad? 141
necesidad de un nuevo conce to
neidad, hallo difícil incluir co~s~:;~:~evas espec~es de contempora_ más avanzadas, están pasando cada vez más a ser consideradas inacce-
S Por
la contemporaneidad bajo el solo epígrafie d comp edto ~ivergentes de sibles al análisis racional y a la planificación instrumental e insolubles
E e pos tmo ernlsmo mediante estos; en un nivel de conciencia que ya no nos permite consi-
n cuanto a la relación entre modernismo ostmo ..
lo me.n~s tres concepciones diferentes y del t Ydp h de~llsmo, Por derar la realidad como algo que ha de ser experimentado de manera di-
compItIendo entre sí. La primera ue f d o o . eterogeneas están recta e inmediata, puesto que nos llega siempre pre-estructurada por el
len
como su paradigma, considera el P'o;tmod ~ a tomar la arquitectura lenguaje, pre-formada por la cultura y filtrada a través de los medios
'"
to reVISIOnIsta ernlsmo como un m . . masivos; en tal situación, en la que «algo así como un espacio natural
como el intento de d h 1 OVlmlen_
.' es acer e modern' sobre el que no se haya hablado, libre, se ha vuelto tan bueno como in-
cas.o, el funcIOnalismo de la Escuela de 1 B h Ismo -en este
estIlo sincrético que vuelve a r f 1 a ti au aus- ~ regresar a un concebible» (Schopp 1985, 333), tiene que surgir un nuevo alejan-
períodos anteriores e incluso vu:fvee Ir as lormas arqUItectónicas de drinismo de la cita, la parodia y el travesti, * que juegue sus serenos,
otro tiempo, en el apogeo del modern~~mp ear el ?rnamento, que en embriagados o desesperados juegos con los sobrantes de la herencia
men por el influyente Adolph Loos Una o, era castIg~~o como un cri- cultural y los desperdicios de la industria cultural. «Perdido en la casa
dernismo, de la cual Leslie Fiedl~r s¡gunda. versIO~ del postmo- de espejos»: ésa es la metafora de John Barth para ese estado de con-
postmodernismo no como un mod ~ue e serVIr de ejemplo, ve el ciencia, que es, a la vez, de euforia y de desconcierto (Barth 1968).
ruptura con el modernism ern~s~o deshecho, sino como una Perdido en un laberinto de espejos: así Ambrose, héroe de Barth, va
igual que con todas las cosa~' d~~ rompImIento con el modernismo al haciendo eses a través de un laberinto de ficciones que se reflejan unas
da hacia el futuro y tI'ene su pasado'luna revuelta que está orienta- a otras, a través de un mundo en el que «espejos reflejados en espejos
s ralces en as .t I ' " son todo el espectáculo» (Yeats 1950,375). En tal situación, el arte y
medios masivos y la cultur mI o ogIas tnvlales de los
rosa car a d I ' . a pop, y no, como el modernismo, en la one- la literatura no pueden seguir siendo un simple reflejo de la realidad,
La t g e a. ?Istona y su herencia cultural (Fiedler 1965 y 1975) los tradicionales speculum vitae y espejo sostenido ante la naturaleza,
ercera verSIOn la de or' 1 .
Jean-Fran~ois Lyot~rd (H~~an e¡;~p dr~:;~9~;s~n, Gerald Graff y puesto que se vuelven espejos distorsionadores que reflejan otras imá-
genes de espejo y proyectan más reflejos en este páramo de espejos.
senta el postmodernismo como 1 1'" . ~ yotard 1979), pre-
modernismo, como una vuelta ad~i~:~~a extensIOn y culminación del La producción de arte y literatura bajo estos auspicios deviene
ceso de modernización que co ' ~ fi?al de la tuerca de ese pro- más bien un reciclaje de material de desecho que un acto de crea-
Si hay algún d . d menzo en e SIglo XIX, si no antes. ción; se convierte en una «tecnología de saber simbólico gastado» y un
enomma or común par t d' «reciclaje de los desechos semánticos», para citar metáforas de Botho
ciones del postmodernismo t' 1 1 a es as Iferentes construc-
cultura postmodernista se p' es a en e e emento de lo parasitario: la Strauss tomadas de la tecnología nuclear (Strauss 1977, 85). Este desa-
resen ta como una . t . , rrollo no ha tenido lugar en un vacío teórico; en realidad, ha estado
de materiales y procedimientos dados d Jugue on~ mIse en scene acompañado por una teoría particular que lo legitima y que redefine el
tomados del museo imaginario de los e ~nte~an~,. y estos pueden ser
status de los textos y de sus productores. Esa teoría es la teoría de la
de artefactos pop todavía no tocad estIlos hlstoncos, o del almacén
intertextualidad, que surgió en Francia en el contexto de la revolución
1984), o del repertorI'o de la t 't' os pOIr la Alta Cultura (Jameson
un mundo que es ex . s es e Icas y as p rac , t'Icas mo d '
ernlstas En cultural del 68 y de la que ávidamente tomaron posesión los postmo-
to; bajo el sol ponie~;:I:~n~:d~ co~o, tot~lmente contingente y fo~i dernistas norteamericanos. En el mismo año de 1967 en que Julia Kris-
haber llegado a su fin y cua{~ te dm/~lenQlre, cuando l.a historia parece teva acuñó, o más bien puso en circulación, la palabra intertextualité
nete [afterpiece] posthistóricooa~ ,o o que p~rece posIble es algún sai- (Kristeva 1967), el novelista y profesor estadounidense de literatura
John Barth anunció que habíamos entrado en una nueva fase en la his-
llejón sin salida político en el' ~n post1ud~o ~arnavalesco; en un ca-
lógicas e ideológicas parti fue as contradICCIOnes económicas, eco-
* N.
del T.: Burla satírica de una obra, en la cual (a diferencia de la parodia) se
, cu armente en las sociedades occidentales
mantiene el contenido y se cambia la forma.
142 Marifred Pfister
¿Cuán postmoderna es la intertextualidad? 143
e~p~cífica, con estrategias y funciones es ecíficas . sobre su texto, la unidad y la autonomía del texto permanecen intactas
dls~mguir la intertextualidad postmode~sta d l' q~e nos permitirían y el lector no se pierde en una red laberíntica de referencias posibles,
de mt~~extualidad, yen particular de las del e das ,ormas anteriores sino que se da cuenta de las intenciones del autor descodificando las
ma adICIOnal implicado en mi pregunta es mOl ernlsmo, Un proble_
señales y marcas inscritas en el texto. En su impresionante estudio
tu al1'dad es por lo menos tan deb t'd que e concepto de '
a 1 o como el de post . d mtertex_
' Palimpsestes: La littérature au second degré (Genette 1982), Gérard
que tenernos que tratar de nuevo con v ' ,mo ernlsmo, y Genette ha seguido este enfoque estructuralista de la intertextualidad
Por lo ~anto, primero trataré de separar l:;l~~sn~~~~:les rivalizantes, con más rigor sistemático y fuerza argumentativa que cualquier otro,
pensamIento, antes de pasar a la cuestl'o' d ' as ~ayores de ideando una clasificación coherente de los diversos procedimientos
'f' n e una mtertextual dad
CI lcamente postmodernista (El " , 1 espe- intertextuales e ilustrándolos con ejemplos tomados de una vasta gama
Pfister 1985, 1-30,) . slgUlente capItulo está basado en
de textos de todos los períodos y de muchas literaturas nacionales dife-
rentes.
2. Intertextualidad: estructuralista Vista desde la perspectiva postestructuralista co-inaugurada por la
Kristeva, semejante reducción de la intertextualidad a las referencias
y postestructuralista
nítidas y señaladas de un texto particular a otro se opone a la naturale-
Para empezar, se ha de tener
dad de la Kristeva es más bie~r~sent~ ~ue el concepto de intertextuali- za vitalmente expansiva de este principio. No es más que un vano
tingue el significado original d 1escnptlvo que programático. Esto dis- intento académico de domar lo indomable, un intento burgués de
de él en el contexto del deba~e ce~~~~Pto ~~specto del uso que se hace
desactivar su potencial explosivo y revolucionario que aspira a desen-
nismo. Segun la teoría de la K . t oum ense sobre el postmoder- mascarar todas las nociones de autonomía y unidad del sujeto y del
tuales, no sólo los textos mode~~:t=:~ todos los t~xtos son intertex- texto como ficciones ideológicas, Después de todo, cuando la Kristeva
to, por lo tanto, aspira a caracterizar el postmodern~st:as, y su concep-
acuñó este término, su intención no era proporcionar un nuevo epígrafe
en general. En el debate est d 'd status ontologlco de los textos para las diversas formas de alusión y cita y estimular clasificaciones
a Ounl ense por el c tr ' h h ' más útiles y sistemáticas, sino revolucionar nuestras nociones de arte,
desplazamiento del énfasis de lo d '' , on ano, a abldo un
?ntológico a lo histórico: la intert:~~~~:d a~o pr~gramático y de lo
literatura, texto y subjetividad.
Este potencial radical y explosivo caracterizó ya la prehistoria
Ideal a la que aspira el texto postmod' a ora enota una norma
T b' , ernlsta. del concepto, sus raíces en el concepto de «dialogicidad» o «dialo-
am len en Europa se ha producid gismo» de Mijaíl Bajtín. La Kristeva acuñó su propio concepto a la
pero de una índole algo diferente ,o un :~enfoque del concepto,
objetado contra la Krist . AqUl, ,los cntlcos estructuralistas han luz de un modelo teórico que el estudioso ruso-soviético había ideado
abarcante de la intertex~~~~ds~: segUl~O~eS que un concepto omni- durante la revolución cultural de los años 20 y había elaborado en va-
textos individuales o grup ,~oco utll cuando le toca interpretar rios estudios históricos sobre la sátira menipea, sobre el carnaval y
55; Hempfer 1983 14_18~s~tPec~ IC~S de tex~os (Hempfer 1976, 53- sobre la novela. Lo que más le interesaba a Bajtín en esto era el «diá-
este término han ~strech~d oep ~r ,~82; Stlerle 1983). Al adoptar logo de voces~~ dentro de un texto -un diálogo que socava la autori-
principio ge;eral de lo o su slgm lcado desde el kristeviano de dad de toda voz única- y la «polifonía» de cada enunciado, la cual
junto de procedimient~st~~tos que presuponen otros textos, al de con- resulta de que «cada palabra concreta (el enunciado) siempre halla
otro, su «pre-texto>~ Sólo c~ q~e un text~ se refiere señaladamente a los objetos a que se refiere ya cubiertos por anteriores enunciados,
que el autor se prop~so cIar en ~n como m~ertextuales las referencias discusiones y evaluaciones», «sombreados por una vaga niebla de pa-
el texto y son reconocidas amen e, qUd~destan marcadas con nitidez en labras o, por el contrario, iluminados por otras palabras dichas sobre
., y compren 1 as por el 1 t E los mismos anteriormente» (Bajtín 1979, 169). La novela polifónica,
Slon estructuralista de la intert tu l"d d ec oro n esta ver-
ex a 1 a , el autor conserva la autoridad por ejemplo, establece un «microcosmos de la pluralidad de voces»
146 Manfred Pfister
¿Cuán postmoderna es la intertextualidad? 147
~5;1~:~:s;;:~e:eC~:;~::á:ti:~~:n~~C~:~:~:~:S:~ ~~
volucionar dinámicamente era no sólo el estructuralismo, sino la
política cultural en general. Al propagar la relatividad de cada posición
individual, la autocrítica de cada palabra, el socavamiento de todo un sUjeto au~?nodmlo, ~ t del texto. En el marco de esta teoría, el
monologismo dogmático y oficial, la profanación carnavalesca de todo desconstrucclOn e SUje o y . . d' r
un texto en otro tiempo un creador y un gemo, ~~er e lmpo. -
lo sagrado y la subversión de toda autoridad, Bajtín estaba luchando auto~ de , ducido al de proporcionar el SItIO o espacIo
contra la creciente rigidez de la política cultural soviética postrevolu-
cionaria y la canonización doctrinaria del realismo socialista. De he-
~a;~l~a~:~~~~~¿ns~ev~o:etextos. La creatividad y la productividad son
cho, estaba continuando la lucha revolucionaria contra la represión cre- transferidas del autor al texto: . .
ciente. Así ues, el texto es una productividad, 10 q~e, qUlere ~ec~r
Fue el potencial explosivo de la crítica bajtiniana del monologismo q ue'~) su relación con la lengua en la que se SIma es redls~~l
. (destructivo-constructIva
. ) [... ] 2) e'1 es una permutaclOn
ideológico lo que fascinó a la Kristeva y a otros escritores y críticos del butiva .
círculo de Tel Quel a fines de los años 60, y ellos, a su vez, emplearon de textos una intertextuah a : en e1 espacio de un texto vanos
'd d l'
el concepto bajtiniano de dialogismo en su propia lucha contra la ideo- enunciados, tomados de otros textos, se cruzan y se neutra I-
logía «burguesa» de la autonomía y unidad de la conciencia individual zan. (Kristeva 1969, 113) .
y el significado completo en sí mismo de los textos. En eso fueron in- En la medida en que la creatividad y la productividad ~n ~r~~s~e~:~~
cluso más allá de Bajtín: mientras que para Bajtín el dialogismo era 1 texto o más bien a la interacción de los textos, la su ~etI~l a
una cualidad de textos particulares, y particularmente valiosos (la sáti- ~idual del autor desaparece y su autor~dad sobre el textoe:~ :~v;7:~:
Según la. Kristeva, esto ocurren~id:~~l::~~~~ae;;:::side:ado el últi-
ra menipea, Rabelais, Shakespeare, Dostoievski), para ellos es una ca-
racterística de todos los textos:
tipo de dl~CU~solque
e a ~~ ~~:~d~~ no alienada y auténtica: «Ellen~uaje
todo texto se construye como un mosaico de citas, todo texto
es absorción y transformación de otro texto. En el lugar de la
mo, ~efuglO
poetIco, el e~~Pleo de marcas y huellas, disuelve al sUjeto.»
me d.lante sU
(citado segun Grübel 1983, 221).
148 Manfred Pfister ¿Cuán postmoderna es la intertextualidad? 149
~l, sujeto que aquí está siendo disuelto es no sólo el del aut . za, amados en secreto, libres, discretos, generosos, sino también textos
tamblen el del lector" Ambos autor y lector, deVlenen. una m or, SIno
' comunes, triunfantes» (Barthes 1975, 51). Para Barthes, el intertexto
mara
.d de ecos» (Barthes 1975" 78) cque resuena
o n 1as resonan era . «ca- quiere decir no sólo el texto mismo, sino también el espacio entre to-
ruI o d.e otros textos, y tanto el yo del autor como el dellecto ~I~S y el dos los textos, en el que nos movemos, y tenemos que movemos, todo
ser entIdades estables y dadas de antemano' «yo no r. eJ~ de el tiempo. Como escribe en Le Plaisir du texte:
cente, anterio~ al texto [...] Ese mismo «yO); que se a~:: :~J::o mo-
Yeso es realmente el intertexto: la imposibilidad de vivir fuera
ya una plur~bdad de otros textos, de códigos infinitos o m' xto es
mente: perdIdos (cuyo origen se pierde)>> (Barthes 1970 16) a\ex~ct~_
del texto infinito -sea ese texto Proust, o el periódico, o la
pantalla de televisión. (Barthes 1973, 59)
l~~tura corniola escritura son, por lo tanto, «actos de intert'extuaanII?z a
Clon» y se ee y se escn'be -para emplear una imagen de Charles Gria- El «descentramiento» del sujeto depone el viejo discurso de un «yo» o
vel que recuerda una de la biblioteca de Babel de B '- de la «identidad personal» como gastados autoengaños idealistas; la di-
de 1 B'bl' orges- «a traves solución de los límites de los textos abre cada texto a todos los otros
vel ~98~, ~~~~a [...], a través de paños enteros de la Biblioteca» (Ori-
textos, incluso al ruido de la maquinaria ideológica, al aturdidor estré-
Correspondiendo a la disolución de los sujetos hayal mism f pito de los medios masivos y a los dictados subconscientes o el clamor
p~ una dis~luc.ión del texto como unidad cohere~te y complet~ ;:~~ del consumismo. Tomados juntamente, estos componentes invocan la
mIsma d~ S.I~Ificado. <<No hay textos, sino sólo relaciones entre tex- imagen de un «universo de textos» (Orivel 1978) en el que todos esos
t~s~>, escnblO de manera categórica Harold Bloom (Bloom 1975 3 re- textos sin sujeto se refieren, en un regressus ad infinitum, a otros tex-
hltIen~O s?l~~nte lo que antes que él había dicho Michel But~f" );<No tos y, en principio, a todos los otros textos. Todos ellos, meros frag-
ayo ra mdlvldual. La obra de un individuo es una especie de 'nudo mentos del único «texte générab> (Derrida 1973, 310), convergen con
que se produce dentro de un tejido culturab> (Butor 1969 2) P 1 la historia y la realidad, las que, a su vez, sólo existen para nosotros en
tanto, l~ metáfora de una cámara de ecos se aplica de la mi;ma 'ma:er~ forma textualizada. Este modo de ver excluye dos ideas: en primer lu-
al ~o~o texto que a los sujetos del autor y el lector. El justamente lla- gar, la de un signo que se refiere a la realidad, y, en segundo lugar, la
ma o ~berto Eco hizo el mismo descubrimiento de los «ecos de in- de la realidad misma que existe de modo natural y no textualizada, in-
tertextualIdad» cuando escribió 11 Nome della Rosa: dependiente de los procesos semióticos. No es sorprendente, pues, que
He descubierto así lo ~ue los escritores siempre han sabido (y los más avanzados desconstructores, Derrida y sus seguidores estado-
t~tas veces n~s h~n dIcho): los libros hablan siempre de otros unidenses, reduzcan la relacion semiótica bipolar de significante y sig-
lIbros y toda hlstona cuenta una historia ya contada. nificado al solo significante, con la consiguiente reducción de toda co-
municación a un libre juego de los significantes (CowardlEllis 1977,
Es~o puede ol~r demasiado al sofocante aire de las bibliotecas . 122-126; Warning 1983,298-300). En efecto, una perspectiva vertigi-
l~ mtertextuabdad sólo tuviera que ver con libros, volúmen~sc;~~:~ nosa, una visión apocalíptica -y, por esa misma razón, tan fascinante
nento~ engendrados a partir de otros volúmenes polvorientos Pero
para una conciencia postmoderna, que se ve a sí misma en el fin de
despues de todo, el perdido. segundo libro de la Poética de Aris~óteles' toda la historia, privada de todo futuro imaginable que fuera más que la
el que versa sobre la co~edla, está situado en el misterioso centro de l~ prolongación del final de partida que avanza, ¡el postludio a la historia!
~ovela de ~,co, ~ s~ ~stóteles bajtiniano abre el texto, en la teoría de
a subverslOn dlaloglca y carnavalesca, a todas las voces no sólo a 3. La intertextualidad postmodernista
aquellas. de las bibliotecas, de la poesía y la erudición (cf Schick
1984). Sm duda, Eco, el docto profesor de semiología, estaría de acuer- Mi tesis es la siguiente: la intertextualidad postmodernista es la inter-
do con.su colega Roland Barthes cuando éste recalcaba una y otra vez textualidad concebida y realizada dentro del marco de una teoría post-
que el mtertexto «no abarca solamente textos escogidos con delicade- estructuralista de la intertextualidad. Con esta definición la especifici-
150 Manfred Pfister
¿Cuán postmoderna es la intertextualidad? 151
dad ~i~tó~~a de, la i~tertextuali.dad postmodernista se vuelve un asunto poético y discurso teórico, entre práctica estética y reflexión teórica.
de dIstmcIOn mas bIen categonal que cuantitativa. Si, por el contrari El texto postmodernista del tipo ideal es, pues, un «metatexto», ~ sea,
tratáramos de definir la intertextualidad postmodernista sólo en térm~~ un texto sobre textos o .sobre la textualidad, un texto autorreflexIvo '!
n?s de un au~ento en la~ referencias intertextuales, la diferencia entre, autorreferencial, que tematiza su propio status text~al y los procedI-
dI~amos, la m~ertextu~lIdad modernista y la postmodernista sólo po- mientos en que éste está basado. En el centro temátIco de esta meta-
dr~a. ser una dIferencIa relativa, y obras centrales del modernismo comunicación del texto postmodernista sobre sí mismo hallamos una y
clasIco como The Waste Land de Eliot, los Cantos de Pound o el otra vez su intertextualidad. Esto no ocurre por sorpresa, puesto que,
Ulysses de Joyce tendrían que ser promovidas al status de obras por una parte, la intertextualidad es uno de. sus pr~cedi~ientos centra-
postmodernistas avant la lettre.
les y, por la otra, la intertextualidad, que SIempre Imph~a alguna, re~e
La intertextualidad postmodernista dentro del marco de una teo- rencia interpretativa y perspectivizante a otros textos, tIene en SI mIs-
ría postestructuralista quiere decir que aquí la intertextualidad no es
ma un aspecto metatextual. , .
meramente ~sada como un procedimiento entre otros, sino que es Unos pocos ejemplos deberán bastar. El cuento que da tItulo al lI-
pu.est~ ~n pnmer plano, exhibida, tematizada y teorizada como un bro Lost in the Funhouse (Barth 1968) de John Barth, trata sobre una
pnncIpIO constructivo central. Un contexto sociológico relevante familia que va de excursión a Ocean City. El cuento, sin embargo, es
para es~a autoconcienci~ autorreflexiva de la intertextualidad post- interrumpido una y otra vez por la reflexión del.na~ador sobre su ma-
modermsta es el boom sm precedentes de los estudios literarios la nera de narrarlo, y esas digresiones metacomumcatIvas. amenaza~ con
crítica y la teoría en la mayoría de los establishments académicos del impedir que se lo cuente en su totalidad. El ~arrado~ pIerde contmua-
mundo occidental, y en particular en los Estados Unidos. En este mente su hilo narrativo y se extravía en reflexIOnes sIempre nuevas. so-
context~, una literatura ingenua teóricamente, menos autoconsciente bre los diversos métodos y estructuras de la narración que él pudIera
-una lIteratura «cruda» en contraste con una «cocinada»- difícil- emplear. De ese modo, las confusiones y la pérdid~ de la ident~dad que
mente podría sobrevivir o sería marginalizada como trivial. Un siste- Ambrose, el héroe de la historia, sufre en el labennto de espejOS en el
ma académico que produce más teoría literaria, o incluso más inter- parque de diversiones, devi,enen la metáfora central p.ara los enredos
pret~ciones de Hamlet, que lo que cualquiera puede digerir, alienta intertextuales del narrador. El, del mismo modo que el Joven Am~rose,
un tIpo d~ producció~ literaria que es igualmente autorreflexiva y se pierde en un laberinto de espejos: en su caso, son los espejOS de
autoco~scI~nte, u~a h~er~tura que, por así decir, tiene su origen en otros textos -escritos por Aristóteles, Gustav Freytag, ~os Passos,
los. semmanos umversItanos y les vuelve a proporcionar a éstos ma- James Joyce y muchos otros- que están hechos para re~eJar sus pro-
tenal nuevo para análisis e investigación.
pias opciones, decisiones y dilemas narrativos. L~ coleccIOn ~e cuentos
Las figuras claves del postmodernismo literario estadounidense como un todo también coloca en primer plano la mtertextualIdad, cam-
-Barth, Barthelme, Federman, Pynchon y Compañía- pertenecen, biando sistemáticamente, de un cuento a otro, la matriz ge~érica sub-
todas, al establishment académico o por lo menos provienen de él.
yacente, del mito, la poesía épica y la meditación a la a~tobIOgrafia, la
Como nU,evos unive~sity ~its, * estos poetae docti postmodernos produ- novela y el cuento corto. Además, los dos textos que estan e? el cent~o
~en no solo. textos lIteranos, sino también textos críticos, y hacen que de la colección tienen títulos que se refieren a las dos metaforas mas
estos re~~xIOnen unos sobre los otros. Sin embargo, van más allá de la corrientes de la teoría postestructuralista de la intertextualidad: el labe-
~era umon personal del tradicional poeta-crítico al aspirar a un nuevo rinto de espejos en «Perdido en la casa de espejos» y la cámara de. ecos
tIpo de texto que desconstruiría todas las distinciones entre discurso en «Eco». Sin embargo, la referencia más explícita a la teoría mter-
textualista está contenida en el texto titulado «Título» ----:-un ~exto que
• N. del T. University wits: ingeniosos con educación universitaria en la época de tematiza de manera autoconsciente su propia «autoconCIenCIa» (110)
Shakespeare.
y se pierde de manera tan completa en el «laberinto de espejos» (108)
150 Manfred Pjister
¿Cuán postmoderna es la intertextualidad? 151
' mas a a e la
tIpo de texto que desconstruiría tO:oelta-cdr~tI~o ~l aspIrar a un nuevo
o ' •
linger~d in the chambers of the sea». Una superposición similar de ni- una parte de lo moderno», o, para citar la interpretación que de Lyotard
veles mtertextuales se produce cuando Laughlin inicia su poema ci- ha hecho Fredric Jameson, «un momento en la "revolución" e innova-
tando, del «Carmen 10 1» de Catulo, el verso «Multas per gentes et ción perpetua del alto modernismo (...), un momento cíclico que ret?r-
multa per aequora vectus» (<<He viajado desde lejos por mar a través na antes de la aparición de modernismos siempre nuevos en el sentIdo
de muchos países»), y después continúa con «et multas per vias más estricto» (Lyotard 1984, 79 Y XVI). Una definición de esta espe-
quoque aereas» (<<y con muchas líneas aéreas»). La referencia inter_ cie al estar enteramente ocupada con la relación diacrónica inmanente
textual a Catulo es aquí mediada y refractada a través de un prisma en:re postmodernismo y modernismo, no toma en consideración, sin
moderno -el de Robert Fitzgerald, el traductor estadounidense de embargo, el contexto social y las afinidades ideológicas del arte post-
Catul,o, a quien Laughlin le debe esta continuación del verso original modernista. Nos ocuparemos ahora de esa cuestión, examinándola de
relacIOnada con la actualidad. La mayoría de las citas que son cita- nuevo desde el ángulo de la intertextualidad. .
das de nuevo por Laughlin vienen de Ezra Pound. Laughlin cita los Arriesgándonos a cierto grado de simplificación, podríamos deCIr
poemas de Cavalcanti y Bertrand de Born (192, 194), traducidos que los pre-textos del texto modernista son canonizados y no~ativos.
y frecuentemente citados o aludidos por Pound, y las palabras homé- El diálogo intertextual puede involucrar pre-textos de. una ampha ~ama
ricas «periplum» y «polumetis» también son mediadas a través de los de épocas y culturas, pero incluso dentro de esa amph~ ~am~ son SIem-
Cantos de Pound, donde se destacan como conceptos claves. Hasta pre los textos canonizados y «clásicos» los que son pnvIlegIados clar~
n:aitingjor Godot y Endgame de Beckett entran en el texto de Laugh- mente. Si se hace alguna referencia a la cultura popular contempora-
1m por la puerta trasera del comentario poundiano: «C'est moi dans la nea, tiende a ser con un tono despectivo o denigrante. Cuando, por
poubelle» (194). A medida que el poema se desenvuelve, nos damos ejemplo, T. S. Eliot en The Waste Land (líneas 128-130) alud~ a «that
cuenta de que es, por lo menos en un nivel, un homenaje a Ezra Shakespeherian Rag» «so elegant / so intelligent» --:-una can.cIón esta-
Pound, o~ro «hombre desconstruido». Por lo tanto, resulta apropiado dounidense en ragtime, que fue un éxito de los Folhes de ZIegfeld e~
que termme con una plegaria hasta su tumba: «líe quiet Ezra there in 1912- lo hace con la principal intención de desenmascarar como tn-
your camp? santo on San Michele» (194). E incluso este gesto final da viales; banales los productos de la industria del entretenimiento. La
acceso a vIstas enteras de niveles intertextuales:el primer «Canto» de canción no alcanza el nivel de los otros pre-textos que la rodean; com-
P~und, que concluye con un homenaje a Andreas Divus (<<Líe quiet parada con Shakespeare, Keats, Baudelaire y Wagner, es desechada
DIVUS»); estas traducciones latinas de Homero por un humanista del como demasiado ligera, demasiado superficial.
Renacimiento; el ensayo de Pound sobre «Los primeros traductores Este acto de concederle una prerrogativa a las piezas más presti-
de ~omero» y, por último, el texto de Homero, especialmente el epi- giosas de nuestra herencia cultural es elimi~ado eleg~nte Y, r~suelta
SOdIO del Hades en el onceno canto, el cual, según Pound, se remonta mente en el texto postmodernista. Hemos VIStO ya cuan enfatIcamen-
a los más antiguos mitos de la humanidad, al «trastiempo» [«hinter- te abogaba Roland Barthes por la igualdad de derechos intertextuales
time»] más allá de toda la historia y de todos los textos. Eso no es del ruido de los medios masivos Y el canto de las musas. El postmo-
exactamente una «cita a la segunda potencia», sino por lo menos a la dernismo estadounidense da un paso más allá Yhasta les da prioridad a
cuarta.
los mitos Yclichés de la cultura pop sobre las obras de la Alta Cultura,
Al definir la intertextualidad postmodernista como intertextualidad respetadas por su antigüedad. La basura verbal y.la inundación .de imá-
puesta en primer plano de manera autoconsciente, como intertextuali- genes producidas por una industria siempre creCIente, establecIda para
dad teóricamente conceptualízada dentro de las obras mismas hemos entretener a nuestra sociedad de consumo, devienen así los pre-textos
definido a la vez el postmodernismo como un ulterior desarroll~ y radi- privilegiados del arte postmodernista. En la ~ovela Snow White ~e Do-
calización del modernismo. En esto nos hallamos de acuerdo con Jean- nald Barthelme, Dan, uno de los Siete Enamtos en este travestl de un
Franyois Lyotard, para quien el postmodernismo es «indudablemente cuento de hadas, diserta extensamente sobre la basura verbal Yel modo
156 Manfred Pfister ¿Cuán postmoderna es la intertextualidad? 157
de deshacerse de los desechos, para llegar a la conclusión de que «la «No hay mensaje, sino sólo mensajeros, y ese es el mensaje» --:-
cuestión se convierte, de cuestión de deshacerse de esta "basura" en así es cómo Rayrnond Federman resume la situación en una p~radoJa
cuestión de apreciar sus cualidades» (Barthelme 1972, 97). Estas e~té elegantemente incisiva (Federman 1981,25). Ni siquiera el medlO.es el
ticas de la pila de desechos derivan sus nouveaux frissons*de los ma- mensaje, como era todavía el caso con McLuhan; ahora el men~aJe es,
teriales mismos que los poetas del modernismo clásico habían desaten- más bien, que todos los medios y todos los portadores de mensajes son
dido y desaprobado en sus reivindicaciones culturales elitistas, y cuyos intercambiables, puesto que sus mensajes no son más que constructos
atractivos estéticos propios sólo el Pop Art de los años 50 y posteriores hechos al azar y arbitrariamente desechables sin referencia alguna a la
descubrió. «Entre basura, salga arte»; ese es el lema proclamado por realidad o a alguna verdad obligatoria. Con arreglo a este modo de ver
Barthelme en una entrevista (Barthelme 1981, 202), Y sus propios es que Paul, el poeta entre los Siete Enanitos e~ Snow White de ~~r
cuentos demuestran brillantemente cómo desperdicios entrantes pue- thelme, considera la palinodia, el género POétICO de la retractaclOn,
den ser reciclados para obtener arte a la salida. como su más alta aspiración y su forma favorita:
Sin embargo, Barthelme sería gravemente mal entendido si se con-
siderara que su lema quiere decir que bajo la directiva del postmo- «Tal vez está mal tener favoritas entre las formas», pensó.
dernismo la basura está «dentro» y el arte está «fuera». La cuestión no «Pero la retractación tiene una atracción especial para mí. Yo
es «el Pato Donald o Dante», «comerciales de la TV o Corneille», «fast desearía retractarme de todo si pudiera, de modo que todo el
food o haute cuisine». Esta cuestión está fuera de lugar en el contexto de mundo escrito fuera...» (Barthelme 1972, 13)
una est~tica que, después de todo, se propone desconstruir las jerarquías Tal palinodia omniabarcante y universal haría una vez más. U? ~ase .de
evaluatIvas de esa especie. Es más bien un asunto de «Pato Donald y revista de toda la poesía y el arte, sólo para descartar sus re1ViDdIcacIo-
Dante», «comerciales de la TV y Corneille», «fast food y haute cuisine», nes de autenticidad y verdad de una vez por todas -quizás con ~ ape-
porque, según ese modo de ver, lo uno es desechos y desperdicios en la sadumbrado encogimiento de hombros, pero también con .un suspIro ~e
misma medida que lo otro. La yuxtaposición serenamente despreocupa- alivio. Así, por ejemplo, el narrador hace un pase de reVIsta ?e la~ dI-
da que el postInodernismo hace de lo pop y lo clásico, de los desperdi- versas unidades del curriculum de Blancanieves en una umversIdad
cios de los medios masivos del presente y de los desechos culturales del moderna, que se extiende desde «La mujer moderna, sus privilegios y
pasado, tiene como su verdadero propósito nivelar, bajando lo alto, todas responsabilidades», pasando por «Guitarra c!á.sica 1» y «Po~tas ro~án
las distinciones tradicionales entre alto y bajo. A un Andy Warholle da ticos ingleses lb>, hasta «Fundamentos teoflCOS de la pSIcologla» y
lo mismo usar para sus propios fines la imagen cliché de Marilyn «Realismo e idealismo en la novela italiana contemporánea» (25 y s.).
Monroe que la de Karl Marx -para él, ambos son iconos triviales de la La forma puramente enumerativa y aditiva del catálogo y la. het~
mitología popular, intercambiables y sin profundidad histórica. La visión rogénea abundancia de sus unidades sugiere una imagen de la umv~r~l
de T. S. Eliot de una «existencia simultánea» y un «orden simultáneo» dad estadounidense como un enorme supermercado de autoservlClO:
de las grandes obras artísticas de todas las épocas y culturas (Eliot tanto en ésta como en aquél los estantes rebosan de mercancías, y en
1953, 23) es reproyectada aquí en una distorsión perversa que borra no ambos casos eso no crea saciedad ni tedio, sino la febril euforia del
sólo todas las diferencias históricas, sino también, junto con ellas, todas las consumismo. El arte es reducido al status de una mercancía entre
distinciones de valor. El museo imaginario del postInodernismo es una muchas otras yse somete gustosamente no sólo a las leyes de la
mezcla al azar de pasado y presente, clásico y pop, arte y comercio, to- «Warenastheti1o>* (Haug 1976), que exigen envases siempre nuevos y
dos ellos reducidos al mismo status de materiales desechables y estí- atractivos para lo que sigue siendo esencialmente la misma mercancía,
mulos de superficie. sino también a las leyes económicas de una circulación de mercancías
" N. del T. En francés: «nuevos estremecimientos». "N. del T. En alemán: «estética de la mercancía».
158 Manfred Pjister
¿Cuán postmoderna es la intertextualidad? 159
siempre creciente y cada vez más rápida. Donde todo tiene el mismo
popular -el protagonista del psicoanálisis en The Li.(e and Ti.mes of
valor, nada es de valor alguno al fin y al cabo. Es coherente con esto el
Sigmund Freud (1969), el tirano monstruoso en The Life and Tl1:zes ~f
que F~de~an se niegue a r~velar sus fuentes y pre-textos. Tal gesto Joseph Stalin (1973), la reina virtuosa en A Letter for Queen Vlcto~za
les atnbuma un rango especIal, un valor y originalidad auténticos los (1974), el genio de la ciencia en Einstein on the Beach (1976), el In-
cuales sól~ podrían ser ilusorios «porque no hay fuentes sagradas ~ara
ventor arquetípico en Edison (1979) y Henry Ford y ~udolf H.ess e~
el pensamIento y la escritura» (Federman 1975/6, 566).
Death Destruction & Detroit (1979). Nada es demaSIado sublIme m
«Vale. todo» [<<Any,th.ing goes»]: esta fórmula, con la que Lyotard demasiado baladí para ser recibido en el panteón pop de Wilson, que
ha resumIdo el eclectIcIsmo de la intertextualidad postmodernista compite con el museo de cera de Madame Tussaud y Disneylandia en
(Lyotard 1984, 76), está escrita también con grandes letras de una parte
su serena desatención a la perspectiva histórica. Por ejemplo, en la
a otr~ de las «Ventanas de oro» del teatro de Robert Wilson. Su teatro
parte correspondiente a Colonia del proyecto CIVIL WarS, pla?eado
e~ el teatro de Babel, el teatro de una plétora heterogénea de diferentes para los Juegos Olímpicos de Los Angeles en 1984, Fedenco el
dIsc~rsos. De ahí que su obra en particular se preste tan fácilmente Grande iba a la deriva sobre un hielo flotante en un marco que suge-
p~ra tlustrar la naturaleza de la intertextualidad en el teatro postmoder- ría pinturas de Caspar David Friedrich, o cantaba, montado a c.abaIlo,
?IS~a. Los ensu~ños puestos en escena por él son collages de palabras, el «ErIkonig» de Goethe y Schubert. En la parte correspondIente .a
I~agenes ~ somdos tomados de muchas fuentes y combinados con me-
Roma Abraham Lincoln caminaba con calma por entre una multI-
tIculoso cUIdado. La selección de los pre-textos está hecha casi al azar
tud de' indios hopi que bailaban al son de una música nada pretencio-
el ordenamiento de los mismos, sin embargo, es de gran precisión for~
sa de Philip Glass, y Garibaldi, respaldado por un coro de animales y
~~I. Después d~ to~o, Wilson no cita o alude a ellos para entablar un con la antorcha olímpica en una mano, cantaba versos de Séneca
dIa~ogo con su sIg~I~Cado o significatividad históricos, sino para poner que proclamaban la paz mundial. 1986 fue el turno de Alcestes:
~n Juego su sugestIvIdad que apela a los sentidos. Apelación a los sen-
primeramente, el drama de Eurípides en Cambridge, Massachusetts,
tI~os, y no sentido, es lo que le interesa al bricolage intertextual de
Wtl~on, y por ende las cualidades de sus materiales que apelan a los en una mise en scene que conectaba en corto circuito la alta tecnolo-
gía del láser con las resonancias del mito y mostraba a la heroína, en
S~?tIdos s?n acentu~das mediante yuxposiciones calculadas con preci- una négligée neoclásica, en el proceso de morir sobre una cama ma-
slOn, medIante repetIdos efectos de movimiento lento o la hipnótica in-
movilidad de los tableaux (Pfister 1985 b). trimonial moderna con el acompañamiento de música country-and-
western procedente del radio transistor; después, la ópera de Gluck
Las presentaciones de Wilson equivalen a una nueva especie de
«Gesam~kunstwerl(»* y, como tales, emplean todas las formas, géne- en Stuttgart, situada en una extraña Arcadia en estilo Bauhaus bañada
de colores de Schlemmer y veteada con diseños de Feininger por una
ros y estIlos del a~e -la pantomima, el ballet, la música, la ópera, el
sofisticada coreografía de luz, y que destacaba a personajes que se
filme y las arte.s vIsuales; el cuento de hadas, la ciencia ficción y el
oeste; la tragedIa elevada, la pieza histórica, el drama de boulevard y movían con gestos distinguidos en sus trajes del Trecento, entre ellos
la masque;** el surrealismo, el minimalismo, el environment el es- Hércules, mitad tosco patán del campo, mitad héroe barroco (o la pa-
rodia de un héroe barroco).
pectáculo o?~rático y el performance. Al igual que Andy Wa;hol, él
gusta de utIlIzar personajes o motivos tomados de la historia o del La colaboración entre Wilson y el dramaturgo Heiner MüIler -él
presente que ya hayan sido transformados en mitos de la imaginación también un gran intertextualista- desde el proyecto CIVIL WarS, ha
intensificado más el carácter intertextual de su trabajo teatral y ha am-
* N.del T. En alemán: «obra de arte total». pliado la gama de los pre-textos puestos en juego. Al mismo tiempo,
** N.. del T. Masque: drama en verso, a menudo con música,baile, trajes esplén- tanto la participación de MüIler en el Alcestis de Cambridge como la
dIdos. y pompa, especialmente como se presentaban en los castillos y grandes de Wilson en las producciones de Hamletmaschine de MüIler en Nueva
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Desiderio Navarro
Al lector /5
Manfred Pfister
Prefacio / 9
Renate Lachmann
Niveles del concepto de intertextualidad / 15
Manfred Pfister
Conceptos de la intertextualidad / 25
Heinrich Plett
Intertextualidades / 50
Ulrich Broich
Formas de la marcación de la intertextualidad /85
Renate Lachmann
Dialogicidad y lenguaje poético / 106
Renate Lachmann
El sincretismo como provocación al estilo / 121
Manfred Pfister
¿Cuán postmoderna es la intertextualidad? / 139
Desiderio Navarro
Trabajos sobre intertextualidad escritos por autores
alemanes o publicados en alemán. Bibliografía / 165