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FIESTAS EN ALAEJOS

NAUFRAGOS DE UN TIEMPO PERDIDO.

José Manuel Campos.-Alaejos.

Hay un museo en Alaejos que no aparece en las guías oficiales de turismo. Incluso si
se pregunta por el a sus vecinos, tardan un tiempo en ubicar la demanda del visitante.
Pero una vez que se consigue llegar a este particular "Museo de Aperos", tiene una la
sensación de hallarse inmerso en un gigantesco cajón de sastre. En este museo no hay
orden, pero si concierto. Concierto no sinfónico precisamente, porque cuando
llegamos, nos recibe la potente maquina musical de Félix, escupiendo por sus
altavoces música castellana, de la de siempre, para ir entonando con las fiestas
próximas. Félix Rodríguez Martínez, lleva prácticamente la mitad de su vida
coleccionando aperos agrícolas de todo tipo. En apenas 25 metros cuadrados, se
agolpan mas de mil aperos y cachivaches de las mas diversas procedencias. Collerones
antiguos para los bueyes y las mulas, Arados romanos, de vertedera, de todos los tipos
y tamaños, celemines, fanegas, medias fanegas, Yugos, una descomunal romana de
1835, molinillos de trigo, aperos de segadores, productos de las antiguas tiendas de
coloniales etc, etc.. Toda una preciosa y valiosa colección de antiguos útiles de
labranza y de diversos objetos que han caído en desuso, y que Félix pacientemente ha
ido adquiriendo por los lugares mas variopintos. Y es una afición que le viene de
lejos, aunque en su familia nunca se han dedicado al campo. El fue durante 13 años,
directivo del Real Valladolid, y en sus ratos libres se pateaba todas las almonedas y
rastros de media España..
Hay mas cosas que destacar de este singular museo. Dejando a un lado el grueso de
aperos agrícolas que tiene un valor didáctico impresionante, Félix ha ido montando a
su capricho un autentico bodegón surrealista de una España ya olvidada, con multitud
de objetos de una época no tan lejana. Y al que se anime a acercarse en estas fechas a
Alaejos y al museo de Félix, no se la va ser fácil de olvidar este escenario.
Conviviendo con los aperos de labranza, otra de las aficiones de nuestro anfitrión: La
Caza. La sección taxidermica del museo es digna de destacar. Hay una impresionante
avutarda macho que parece que le va a picar a uno la barriga si se acerca demasiado.
Si no nos hemos recuperado del susto de la Avutarda, la descomunal cabeza de Jabalí
que cuelga del techo, puede ayudar a acelerar nuestro sorprendido corazón. Todos
ellos acompañados de zorros, cernícalos, perdices-incluso hay una encerrada en una
jaula por si la da por resucitar- y toda la fauna que se puede cazar por estos parajes
castellanos.
A Félix le gustaría que toda su colección se organizase un poco. Apenas tiene ya
sitio para mas aperos, pero el sigue coleccionándolos, y cuando no , construye con sus
manos autenticas obras de artesanía rural, como una lámpara hecha con herraduras
viejas y otra hecha con palas y picos.
A el le gustaría que las instituciones provinciales pusiesen algo de su parte para
ordenar su museo, y manifiesta que alguna que otra vez han ido por allí a ver el
museo. No son pocos los que se acercan por este heterodoxo museo. Desde monjas
hasta turistas alemanes, como uno que llego el año pasado y le quiso comprar todo a
Félix. Pero a el no le llama el dinero, sino una afición que ha ido cimentando año tras
años y que ha derivado en una interesantísima colección de aperos y de artilugios que
pueden disfrutar todo aquel que se quiera acercar a Alaejos estas fiestas, y donde Félix
les servirá en su peculiar barra de bar, una limonada y unas sopas de ajo a las cinco de
la mañana que hacen resucitar a la perdiz mas tenazmente muerta.

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