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El criticismo (del griego κρινω, kríno, "distinguir", "separar" o "dividir") es la doctrina

epistemológica desarrollada por el filósofo Immanuel Kant, que pretende establecer los
límites del conocimiento cierto a través de una investigación sistemática de las condiciones
de posibilidad del pensamiento.

El criticismo kantiano: Kant desarrolló la filosofía crítica en respuesta a los


cuestionamientos que la lectura del filósofo empirista David Hume le había provocado;
previamente, en la que los historiadores de la filosofía llaman su etapa precrítica, Kant
había enseñado la doctrina racionalista de Christian Wolff, un seguidor de Leibniz.

Influencias de Wolff y Hume De acuerdo a la doctrina wolffiana, la filosofía —como


scientia possibilium, "ciencia de los posibles"— era la descripción y clasificiación racional
de los modos del ser; la crítica humana de la inferencia, según la cual es imposible extraer
correctamente principios de validez general a partir de la experiencia, convencieron a Kant
de la imposibilidad de sostener este punto de vista. Sin embargo, la existencia de ciencias
como la matemática o la mecánica —recientemente descubierta por Newton— hacía
igualmente insostenible el extremo empirismo al que llevó Hume esta crítica.

Criticismo trascendental El problema que había que resolver era, por lo tanto, la necesidad
de conciliar la evidencia de la existencia de leyes universales —expresadas, por ejemplo, en
los principios de la matemática, que no parecen ser el resultado de una inducción
contingente; es difícil sostener que existe algún caso en que el resultado de una operación
como 5 + 7 no vaya a ser 12— con la doctrina de que todo el conocimiento proviene de la
experiencia de los sentidos — que, por su propia naturaleza, no pueden conocer principios
generales, sino sólo hechos y objetos individuales.

Juicios analíticos y sintéticos. La formulación kantiana de este problema se corresponde


con su distinción entre las afirmaciones o juicios analíticos —esto es, aquellos cuyo
predicado está implícita o explícitamente contenido en el sujeto, como las tautologías del
tipo "lo blanco es blanco", o las afirmaciones, como "todos los carnívoros son animales", en
que la definición del sujeto ya presupone lo predicado; "carnívoro" es "animal que come
carne"— y los sintéticos —aquellos en que se afirma algo no previamente contenido en la
noción del sujeto, como "este papel es blanco" o "este animal está enfermo".

Los juicios analíticos pueden hacerse de manera universal, e independientemente de la


experiencia; son, por lo tanto, a priori, pero no constituyen un aumento del conocimiento.
Los juicios sintéticos aumentan el conocimiento, pero dependen de la experiencia de un
hecho particular; parecen ser, por lo tanto, a posteriori, algo inadmisible para la ciencia que
debe producir afirmaciones no contingentes. Kant define el problema de la ciencia como la
fundamentación de los juicios sintéticos a priori, es decir, afirmaciones de validez universal
que puedan realizarse independientemente de la enumeración de los hechos constatados.
Formas a priori [editar]La solución kantiana afirma que, si bien nada hay en la inteligencia
que no tenga origen en la experiencia de los sentidos, no todo el contenido del
conocimiento se deriva de lo percibido sensorialmente. Lo conocido es el resultado de la
aplicación de las facultades del intelecto al objeto del conocimiento; esto es, las
características de aquello que se conoce provienen en parte del objeto conocido, pero
también se derivan en parte de la estructura de la inteligencia que conoce, una doctrina
conocida como idealismo subjetivo. Las propiedades del intelecto que permiten conocer
son las que Kant llama formas a priori de la inteligencia; divididas en tres niveles (formas
de la percepción, del entendimiento y de la razón), incluyen nociones como las de espacio y
tiempo, que no se extraen de la experiencia sino que constituyen su condición de
posibilidad. El hecho de que sea imposible pensar un objeto sin colocarlo en el espacio no
indica nada acerca de la naturaleza de los objetos, sino de la mente que los piensa.

Obras de Kant [editar]Kant desarrolla la doctrina de la crítica en tres partes; la primera, la


investigación de las formas a priori de la facultad intelectiva, corresponde a la Crítica de la
Razón Pura (1781). Ésta se continúa con la investigación de los principios a priori de la
moral en la Crítica de la Razón Práctica (1788), y el análisis de la interconexión entre el
ámbito determinista de la naturaleza y el ámbito espontáneo de la causalidad espiritual en la
Crítica del Juicio (1790).

El criticismo kantiano

Ya hemos visto que la filosofía kantiana entra dentro del proyecto ilustrado de una crítica a
la misma razón. Kant pretende establecer cuáles son los límites y las posibilidades de
nuestro conocimiento, único medio por el que el hombre podrá alcanzar su mayoría de
edad, librándose de todas las tutelas, oscurantismos y supersticiones.

Está autocrítica de la razón intenta resolver los antagonismos a los que habían llegado las
anteriores concepciones antropológicas y epistemológicas que, según el filósofo, pueden
unificarse en dos posturas divergentes:

El dogmatismo racionalista, inaugurado por Descartes y cuyo máximo exponente en


aquel momento era Wolf y su escuela, pretendían obtener la certeza a partir de ideas y
principios innatos de la razón deducidos acríticamente, rechazando el valor del
conocimiento que aporta la experiencia.

El escepticismo o el empirismo radical de Hume que, reduciendo todo el ámbito del


conocimiento a la experiencia, había imposibilitado la obtención de certezas universales y
necesarias en el ámbito de las ciencias no formales (física, ciencias naturales, etc.),
quedando sumergido todo ello en la mera probabilidad y contingencia.

El criticismo kantiano supone un intento de conciliación y superación de ambas


posturas, el racionalismo y el empirismo: aunque todo conocimiento ha de provenir de la
experiencia, sin embargo no todo conocimiento se agota en ella, ya que si no, no
obtendríamos nunca certezas con carácter universal y necesario.
Los usos teóricos y prácticos de la razón

Kant compartió los presupuestos que caracterizaron al movimiento ilustrado. Es la


razón la instancia suprema y la ausencia de racionalidad la responsable de todos los males
del pasado, de nuestra minoría de edad. Ello implica la idea de un progreso de la
humanidad que se hace posible, gracias la autocrítica de la propia razón. Ésta, desde sí
misma, ha de responder las siguientes preguntas:

• ¿Qué puedo conocer?

• ¿Qué debo hacer?

• ¿Qué me cabe esperar?

Estas preguntas, que sintetizan la labor de toda filosofía en la pregunta ¿Qué es el


hombre?, responden a distintos usos de la razón.

En su uso teórico, la razón se dirige a aquello que puede conocer, ya sea científica como
metafísicamente. El uso teórico de la razón responde a la primera pregunta ¿Qué podemos
conocer?

Se trata de determinar la estructura de todo conocimiento en general, fundamentalmente


del conocimiento científico.

En su uso práctico la razón ha de determinar los principios que rigen nuestros


comportamientos y todas aquellas acciones en las que intervenga la libertad. Este uso
responde la segunda pregunta ¿qué debo hacer?

La razón humana, en sus distintos usos, se estudia desde una perspectiva trascendental o
crítica. Es decir, interesan las condiciones de posibilidad de todo conocimiento, así como el
establecimiento de sus propios límites. El desarrollo del método trascendental se encuentra
en las tres críticas kantianas: Crítica de la razón pura, Crítica de la razón pura práctica y
Crítica del juicio.

No podemos negar que la etapa de la Ilustración en el siglo XVIII es uno de los


momentos más importantes de nuestra historia y más aún porque seguimos manejando
cotidianamente los conceptos de cada uno de los autores que escribieron o desarrollaron
doctrinas en esos años. Así, la concepción de Estado de Montesquieu es la más empleada,
el modelo económico adoctrinado por Adam Smith y ni que hablar de los pensamientos
filosóficos de decenas de autores que se destacaron.

Entre ellos encontramos a Immanuel Kant, sin dudas el autor fundamental no del siglo de
las luces, sino de la posterioridad y sobre todo, de nuestro día a día. Todos, sin saber o sin
darnos cuenta aplicamos su pensamiento cediéndole al autor una vigencia por demás
importante. Sus doctrinas sobre la ética y la moral se destacan y sobre todo las solemos
aprender en las aulas de Filosofía durante nuestra adolescencia.

Pero incluso la ética y la moral kantianas se enmarcan dentro de su propia doctrina


denominada criticismo. Mediante el criticismo Kant lo que pretende es establecer los
alcances de nuestro propio conocimiento y por supuesto sus límites. ¿Cuál es la intención
final de todo esto? Que el hombre pueda alcanzar la mayoría de edad.

Pero la mayoría de edad la alcanzamos todos en alguna oportunidad (dependiendo el


país, depende la edad necesaria), podrán afirmar ustedes. Si es verdad, eso marca nuestro
documento de identidad…pero, ¿sómos realmente libres y mayores? Kant con el criticismo
pretende que alcancemos no sólo la libertad de estar bajo la tutela de un mayor, sino
liberarnos desde el punto de vista del conocimiento quitándonos las supersticiones y
razonando todo por nuestra cuenta.

Este criticismo, Kant lo desarrolla con la firme intención de resolver los antagonismos
que habían surgido de dos autores anteriores, Descartes y Hume. Descartes por un lado crea
el Dogmatismo racionalista, quienes procuraban obtener resultados certeros en una
experimentación basándose únicamente en sus principios innatos de la razón y sobre todo
de las ideas, sin imponerse siquiera una autocrítica. De más está decir que rechazaban de
plano el conocimiento obtenido de propias experiencias, ya que confiaban en demasía en su
razón.

Pero por otro lado, el escepticismo o empirismo radical de Hume procuraba basarse
únicamente en las experiencias pero este dogma le habían imposibilitado llegar a resultados
universales y verídicos pasando a ser meras suposiciones y probabilidades.

Kant estudiaría estas dos escuelas filosóficas e intentaría llegar a una forma que las
conjugue a las dos en una sola teoría, limando asperezas entre ambas. De esa forma nace el
criticismo kantiano, influenciado por ambos autores y logrando crear una teoría que supere
a las dos planteadas por sus antecesores.

¿A qué conclusión llego Kant entonces? A la siguiente definición: “Aunque todo


conocimiento ha de provenir de la experiencia, sin embargo no todo conocimiento se agota
en ella, ya que si no, no obtendríamos nunca certezas con carácter universal y necesario“.

El filósofo se basa en la diferenciación de dos afirmaciones o juicios, el analítico y el


sintético. Kant señala que el juicio analítico es aquel que puede realizarse de manera
universal que no tiene ninguna relación con la experiencia. Es decir que puede realizar un
análisis por pura razón innata y con un mínimo de conocimiento, basándose en lo que sería
algo, digamos, “obvio“.
Por otro lado, tenemos los juicios sintéticos que son los que terminan aumentando el
conocimiento de una persona, pero para ello es inevitable que debamos partir de la propia
experiencia sobre un hecho particular. Es decir que este juicio es a posteriori de la
experimentación y no a priori como sería el juicio analítico.

De aquí que el problema de la ciencia para Kant la defina como la fundamentación de


validez universal los que pueden realizarse sin ninguna relación con la cantidad enumerada
de los hechos constatados, es decir, de los juicios sintéticos a priori.

De aquí derivan las formas a priori, que son las propiedades del intelecto que permiten
conocer, y comprender lo siguiente es, creo, lo más complejo en las doctrinas de Kant. El
filósofo cree que no existe nada en la inteligencia que no se origine en la experiencia, pero
al mismo tiempo no todo el contenido de ese conocimiento proviene de la misma forma.

La definición más clara sobre esto sería: “lo conocido es el resultado de la aplicación
de las facultades del intelecto al objeto del conocimiento“. Es decir que todo lo que se
conoce proviene en parte del objeto conocido, pero al mismo tiempo se alimenta de la
estructura de la inteligencia que conoce, relacionando así las dos corrientes de Descartes y
Hume en una sola idea, el idealismo subjetivo. De aquí que nuestro conocimiento sobre
algo es el resultado de lo que ya sabemos sobre ese objeto empleando la razón, y lo que
conocemos luego a través de la experiencia.

Es verdad, no es un tema sencillo de comprender ya que aquí se abarcan años de


estudio de Kant, pero a grandes rasgos está clara la idea que intentó plantear el filósofo y si
lo analizamos más profundamente intentando poner ejemplo sencillos, nos daremos cuenta
que su doctrina aún hoy la empleamos. Para ejemplificar esto hay dos expresiones que nos
pueden ayudar.

Una es “un animal es carnívoro“. Por una cuestión lógica con un mínimo de
conocimiento, sabremos al instante que todo aquel animal que come carne es carnívoro, por
lo que no estaremos agregando absolutamente nada nuevo al conocimiento que ya tenemos
del asunto.

¿Pero que pasa si decimos “ese animal está enfermo“? Sí sabremos que no actúa de la
misma forma que de costumbre y por ello aducir esa idea, pero si no conocemos algunas
cosas no podríamos darnos cuenta, por ejemplo, si no está cansado, por ejemplo. Esta
afirmación, no está contenida en lo que son las nociones del sujeto, por lo que la
experiencia es lo que nos servirá en este momento.

Para quienes deseen continuar estudiando el criticismo de Kant, aquí les dejo enlaces para
que descarguen los dos libros que comprenden esta doctrina, presionando encima de ellos
se les abrirá un nuevo enlace donde está contenido el texto en cuestión: el primero es
Crítica a la Razón Pura y el segundo es Crítica del Juicio.

http://www.slideshare.net/rafael.mora/el-criticismo-de-kant-y-las-paradojas-gnoseologicas-
presentation

• Software Libre: Hacia la Libertad del Compartir.

• Software Libre y Educación

• Occidente en su límite: Por una Metafísica del Sur.

• El Sistema Kantiano: Pregunta Fundamental

• Presentacion Personal

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