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Bataille, Georges (1897-1962):

Poeta, ensayista y novelista francés. Fue conservador de la Biblioteca Municipal de Orelans y dirigió hasta su muerte la
importante revista Critique. Encaminó toda su obra hacia la constante búsqueda, en la contradictoria y oscura mente del hombre,
de sus más auténticas y remotas verdades, las más secretas y reprimidas. Entre sus obras se encuentran: El Verdadero Barba Azul,
La Tragedia de Gilles de Rais, Las Lágrimas de Eros, Historia del Ojo, Mi Madre, Madame Edwarda y El Erotismo. Es una
figura clave de la intelectualidad europea del siglo XX, donde confluyen los grandes movimientos contemporáneos: psicoanálisis,
antropología, estructuralismo, hegelianismo, etc.

Sol podrido
El sol, humanamente hablando (vale decir, por cuanto se confunde con la noción de mediodía), es la concepción más elevada. Es también lo más
abstracto, porque es imposible mirarlo fijamente en dicho momento. Para terminar de describir la noción de sol en el espíritu de aquél que, debido
a la incapacidad de los ojos, debe necesariamente emascularla, hay que decir que ese sol posee poéticamente el sentido de la serenidad
matemática y de la elevación de espíritu. En cambio si, pese a todo, se lo fija con suficiente obstinación, hay supuesta cierta locura y la noción
cambia de sentido porque, en la luz, ya no es la producción sino el desecho lo que aparece, vale decir la combustión, expresada bastante bien,
sicológicamente, por el horror que provoca una lámpara de arco en incandescencia. En suma, el sol fijado se identifica a la eyaculación mental, a
la espuma en los labios y a la crisis de epilepsia. Y así como el otro sol (ese que no se mira) es perfectamente bello, éste que miramos puede ser
considerado como horriblemente feo. Mitológicamente, el sol visto se identifica con un hombre que degüella un toro (Mitra), con un buitre que
devora el hígado (Prometeo); con ése que mira con el toro degollado o con el hígado devorado. El culto mitríaco del sol culminaba en una
práctica religiosa muy expandida: desnudo se metía alguien en una suerte de fosa cubierta por un enrejado de madera sobre el cual un sacerdote
degollaba un toro; así, de pronto recibía una ducha de sangre tibia, acompañada de un ruido de lucha del toro y de mugidos: simple manera de
recoger moralmente las virtudes del sol enceguecedor. Es obvio que el toro mismo _claro que degollado_ es por su parte una imagen del sol.

Asimismo ocurre con el gallo, cuyo grito horrible, peculiarmente solar, siempre es vecino de un grito de degolladura. Puede agregarse que el sol
también ha sido expresado mitológicamente por un hombre degollándose a sí mismo y también por un ser antropomorfo desprovisto de cabeza.
Todo esto nos conduce a decir que el summum de la elevación prácticamente se confunde con una caída súbita, y de inaudita violencia. El mito de
Ícaro es singularmente expresivo de este punto de vista: parte claramente el sol en dos, uno que resplandece en el momento de la elevación de
Ícaro y otro que hizo la cera fundirse, determinando la defección y la caída chillona cuando Ícaro se aproximó demasiado.

Esta distinción de dos soles a partir de la actitud humana es de enorme importancia por el hecho de que, de ese modo, los movimientos
sicológicos descritos no son, en su impulso, momentos desviados y atenuados por elementos secundarios. Pero esto indica por otra parte que sería
a priori ridículo tratar de determinar equivalencias precisas de tales movimientos en una actividad tan compleja como la pintura. No obstante es
posible decir que la pintura académica correspondía más o menos a una elevación de espíritu sin exceso. En la pintura de hoy, en cambio, la
búsqueda de una ruptura de la elevación llevada hasta su extremo, y de un resplandor con pretensión enceguecedora, participa en la elaboración o
en la descomposición de las formas, pero esto a lo sumo se manifiesta en la pintura de Picasso.
Traducción de Juan Manuel Garrido W.

Preguntas

• Poeta, novelista, ensayista, sociólogo, filósofo, economista, Georges Bataille era un escritor profundamente nietzscheano, y fue
tremendamente influyente para los llamados "pensamientos postmodernos", que se desarrollaron después de la segunda guerra mundial. En
este artículo temprano ya se perfilan las cuestiones que siempre le preocuparon: la muerte, el erotismo, la crueldad, la mitología, etc.

• ¿Qué aspectos del estilo de este texto te llaman la atención? ¿Son, a tu juicio, arbitrarios, o son necesarios para expresar sus contenidos?

• ¿Qué te sugiere la imagen que titula este artículo: "sol podrido"?

• ¿Qué relación establecerías entre, por una parte, la cabeza, la "serenidad matemática", la luz, el espíritu, etc. y, por otra parte, la sangre, la
falta de cabeza, los desechos, la inaudita violencia, etc.? ¿Por qué crees tú que el autor escogió la imagen o la metáfora del sol para
presentar esta relación?

• ¿En qué sentido este sol podrido expresa o representa lo humano?

• ¿Qué relaciones establecerías entre este texto y los de Nietzsche y Freud?

Lecturas Sugeridas

• Caillois, Roger. El hombre y lo sagrado.


• Eliade, Mircea. Lo sagrado y lo profano.
Lecturas Complementarias:

Meister Eckhart

LA ETERNA JUVENTUD DE NUESTRA ALMA


Tenéis que saber que en todo hombre bueno está Dios totalmente. Hay un algo en el alma, donde vive Dios, y hay un algo en el alma por lo que el
alma vive en Dios. Pero si el alma se aparta de ello y se vuelve a cosas exteriores, muere, y Dios muere para el alma. No por esto muere Dios,
ciertamente, en sí mismo, y en sí mismo permanece igualmente vivo. Cuando el alma se separa del cuerpo, el cuerpo está muerto y el alma en sí
misma permanece viva; del mismo modo puede también Dios estar muerto para el alma, pero permanecer vivo en sí mismo. Ahora, sabed, hay
una fuerza en el alma que es más grande que el ancho cielo, el cual, sin embargo, es inabarcablemente grande, tan grande, que no se puede
expresar, ¡y esa fuerza es mucho más grande aún! (...)

El alma es tan joven como su primer origen, y la edad, con la que parece decaer, es sólo por parte del cuerpo, a cuyos sentidos se aplica. Un
maestro dice: "Si un anciano tuviera los ojos de un joven, vería tan bien como un joven." Yo estaba sentado ayer en un lugar y decía una palabra
que suena de modo increíble; decía yo así: "Jerusalén está tan cerca de mi alma como el lugar donde estoy ahora." Sí, con toda seriedad, hasta lo
que está a más de mil leguas más allá de Jerusalén, también eso está tan cerca de mi alma como mi propio cuerpo; estoy tan cierto de ello como
de que soy un hombre, y clérigos entendidos lo comprenderán fácilmente. Creedme, mi alma es tan joven como mi origen; ¡sí, es todavía mucho
más joven! Y creedme, me parecería despreciable si mañana no fuera aún más joven que hoy.

El alma tiene dos fuerzas que no tienen nada que ver con el cuerpo y actúan por encima del tiempo: la razón y la voluntad. ¡Ah, si los ojos del
alma estuvieran abiertos, de modo que la razón contemplara la verdad, creedme, el hombre sería capaz de abandonar tan fácilmente todas las
cosas como un guisante o una lenteja; sí, en mi alma, el mundo entero sería para un hombre semejante como una nada! (... ) Para aquel hombre
que conoce realmente la verdad, no tiene el menor valor renunciar al mundo entero y hasta a sí mismo. ¡Oh, para el hombre que vive así, el
mundo entero es en verdad demasiado propio!
(Von der ewigen Jugend unserer Seele.)

LA CHISPA DEL ALMA


He hablado a veces de una luz en el alma, que es increada o increable. Precisamente suelo aludir una vez y otra a esta luz en mi predicación, pues
toma a Dios de un modo inmediato, no encubierto, y desnudo, como es en sí mismo; y esto hay que entenderlo de la obra de la generación del
Hijo único. Pues puedo afirmar en verdad que esta luz tiene más unidad con Dios que con cualquiera de las fuerzas del alma, con las cuales, es
una, sin embargo, según la esencia. Tenéis que saber que dentro del ser de mi alma esa luz no es más noble que la facultad más inferior y grosera,
como el oído o la vista o cualquier otra energía que puede ser afectada por el hambre o la sed, el frío o el calor; y esto procede de que la esencia
del alma es una unidad. Si se toman, por tanto, las energías del alma dentro de la esencia del alma, todas son una sola y son igualmente nobles;
pero si se toman las energías del alma en su operación, es una mucho más noble y elevada que la otra.

Por esto afirmo: cuando el hombre se aparta de sí mismo y de todas las cosas creadas, en la medida en que haces esto, te trasladas en unidad y
beatitud en la chispita del alma que nunca ha tenido aún contacto con el tiempo ni el espacio. Esta chispa se contrapone a todas las criaturas y no
quiere nada sino Dios, como es en sí mismo. No le basta con el Padre ni con el Hijo ni con el Espíritu Santo, ni en general con las tres personas,
en cuanto cada una permanece en su propio ser. Sí, afirmo que esa luz no encuentra tampoco satisfacción en la unidad de la naturaleza divina
creadora, que unifica las tres personas. Quiero afirmar aun más, lo que suena de un modo todavía más extraño: digo con plena seriedad que esta
luz ni siquiera se contenta con la simple esencia divina, que permanece en total reposo, que ni da ni recibe, sino que quiere saber de dónde viene
esa esencia, quiere entrar en el fondo simple, en el tranquilo desierto, en el que nunca asomó nada distinto, ni Padre. ni Hijo ni Espíritu Santo.
Sólo en lo más íntimo, donde nadie reside se contenta esa luz, y en ello está más íntimamente en su casi que en sí misma, pues este fondo es una
pura quietud, que permanece inmóvil en sí misma, y todas las cosas son movidas por esta inmovilidad. De ella recibirán la vida todas las que viva
bajo la dirección de la razón y se han recogido en si misma. Que también nosotros vivamos racionalmente de este modo, ¡que Dios nos ayude!

Si quieres encotrar consuelo y alegría completos. procura vaciarte de todas las criaturas, de todo consuelo de las criaturas, pues, en verdad, no
encontrarás jamás un autén tico consuelo mientras lo busques en las criaturas.

Nadie más que dios puede controlarte y sólo Él y con Él encontrarás plena felicidad. Si buscas el consueIo en lo que no es Dios, no hallarás en
ninguna parte; en cambio si no buscas el consuelo. en la criatura ni te deleitas en ella, encontrarás e consuelo por doquier.

Digamos algo más que también puede consolar al hombre. Si alguien había alcanzado determinado año su pleno bienestar y después lo pierde por
una mala fortuna, procediendo cuerdamente debería dar as gracias a Dios por la desdicha que ahora sufre el sabe ahora, ante todo, cuanto
bienestar y cuanta comodidad disfrutaba antes y podrá dar las gracias a Dios por los beneficios que Ie dispense en aquella ocasión, en vez de
renegar a su suerte.

Debe considerar que, por naturaleza, el hombre nada tiene, a no ser la maldad y la deformidad todo lo que tiene de bueno se lo ha prestado Dios,
pero no se lo ha dado. El que conoce la verdad sabe que el Padre celestial sólo al Hijo y al Espíritu Santo ha dado lo que es bueno; en cambio, a la
criatura no Ie dio el bien sólo se lo ha prestado.

El sol da al aire el,calor,pero la luz, solo en calidad de préstamo, ya que tan pronto, el sol se oculta, pierde el aire la luz, aunque el calor
permanezca por haberlo recibido en propiedad.

Por,eso dicen los maestros que el Padre celestial es padre del Hijo, pero no es su Señor, como tampoco lo es del Espíritu Santo; pero Dios, Padre,
Hijo y .. Espíritu Santo son ; Señores de todas las criaturas. Y por eso decimos que Dios, siendo Padre desde toda la eternidad, se hizo Señor por
haber creado a las criaturas.
San Agustín

Para qué aprovecha la confesión de los pecados

3. Pues ¿qué tengo yo que ver con los hombres, o qué provecho me puede venir a mí que ellos oigan mis confesiones, pues no pueden sanar todas
mis dolencias? Curioso por cierto es el linaje de los hombres en querer saber las vidas ajenas y perezoso en enmendar las suyas. ¿Para que
quieren oír de mí quién soy los que no quieren oír de vos, Señor, lo que ellos son?, y cuando me oyen hablar de mí ¿cómo saben que digo
verdad?, pues no hay hombre, sino el espíritu del mismo hombre, que sabe lo que hay en sí; pero si os oyeren hablar a vos de sí mismos no
podrán decir que miente el Señor, porque ¿qué otra cosa es oír de vos lo que ellos son, sino conocerse? ¿quién hay que se conozca y diga "falso
es" sino mintiendo?

Mas, porque la caridad todo lo cree entre los que allí tiene unidos y trabados como si fuese un corazón, yo también, Señor, de tal manera me
confesare a vos que los hombres me oigan: ya que no les puedo probar que digo verdad, a lo menos me crean aquellos a quien la caridad abre los
oídos.

4. Pero querría mucho saber, Señor Dios mio y íntimo médico mío, ¿qué fruto puedo yo sacar destas mis confesiones? Cierto, Señor, que las
confesiones de mis pecados pasados (los cuales me perdonasteis por hacerme bienaventurado, y cubristeis con el velo de vuestra misericordia),
cuando se leen o se oyen, despiertan el corazón para que oprimido del sueño de la desesperación no diga "no puedo", antes se despierte y vele en
el amor de vuestra misericordia y en la dulcedumbre de vuestra gracia, por la cual cualquiera hombre enfermo que conoce su enfermedad y
flaqueza cobra fuerzas y vigor y se hace robusto. Y los buenos se deleitan de oír los males pasados de los que ya carecen de ellos, y no se deleitan
porque son males sino porque lo fueron y ya no lo son.

Pues ¿con qué fruto, Señor Dios mio (al cual mi conciencia cada día se confiesa, estando más segura con la esperanza de vuestra misericordia que
con su inocencia), decidme, yo os suplico, con que fruto delante de vos me confieso a los hombres por esta mi escritura y descubro lo que soy y
no lo que fui? Porque el fruto de confesar lo que he sido ya yo lo vi y he hecho de el mención; pero lo que ahora soy en este tiempo de mis
confesiones muchos de los que me conocen y de los que no me conocen lo desean saber: los cuales de mi mismo o de otros han oído hablar de
mi, pero sus orejas no estan en mi corazón, adonde yo soy el que soy. Estos tales quieren que yo me confiese y que diga lo que soy acá dentro de
mí, adonde ellos no pueden llegar con la vista, ni con el oído, ni con su entendimiento; y están aparejados para creerme, pero pregunto yo si me
podrán conocer; mas aquella caridad mediante la cual ellos son buenos les persuade que yo no miento en estas mis confesiones, y esta misma
caridad es la que en ellos me cree.

Capítulo 27
Cómo Dios lleva tras sí al hombre
38. ¡Tarde os amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde os amé! Vos estábades dentro y yo fuera, y en las cosas exteriores os buscaba; y
estando mi alma fea se iba tras estas cosas visibles y hermosas que vos hicisteis. Vos estábades conmigo y yo no estaba con vos; y las mismas
cosas me tenían apartado y lejos de vos, que no tendrían ser si no estuviesen en vos. Llamásteisme, dísteisme voces y rompisteis mis orejas
sordas; enviasteis sobre mí vuestro relámpago y vuestra luz, y alumbrasteis mi ceguedad; derramasteis vuestra fragancia y suave olor y respiré y
anhelé por vos; gusté y tengo hambre y sed; tocásteisme y abracéme con un vivo deseo de vuestra paz.

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