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(© http://casasdeorellana.blogspot.com/ ©)
Como venimos defendiendo en esta página, el embalse de Orellana puede suponer un recurso
con enorme potencial para el desarrollo de los pueblos del entorno, lo que, a la vista de la evolución
de algunos de sus indicadores económicos y de población, les sería se de gran ayuda en la mejora de
su presente y futuro.
En primer lugar hemos de referirnos al contexto, esto es, a la situación de nuestra querida
Extremadura, que debido entre otras cosas a su secular depresión, no consigue levantar cabeza y
cada año aparece en las estadísticas oficiales en el grupo de cola, si de lo que se trata es de
comparar variables económicas y de desarrollo.
El gasto medio anual por persona en 2006 es de 10.632 euros, con Madrid a la cabeza con
12.112 euros y Extremadura en la cola con 8.566.
Los ingresos medios netos por hogar en 2005 fueron de 23.442 euros, con Navarra a la
cabeza (27.718) y Extremadura en la cola (17.910).
El salario medio anual por trabajador es de18.677 euros en 2005, con Madrid en primer
lugar (22.974) y Extremadura en último (15.242).
El coste laboral por trabajador fue en 2006 de 23.361 euros. Los más elevados son los de
Madrid (31.408) mientras que los más bajos son los de Extremadura (21.411).
El PIB per cápita en 2007 fue de 23396 euros, con el País Vasco a la cabeza (30.599) y
Extremadura en la cola (16.080)
Podríamos seguir comentando indicadores económicos, pero no parece que haga falta, pues
con estos se observa con claridad la tragedia económica extremeña. (En otra ocasión podríamos
profundizar en las causas y en las posibles soluciones, aunque no parece que esta página sea el lugar
más apropiado).
Resulta cuando menos curioso comprobar con cierta envidia, que en esos lugares de nuestra
geografía española que muestran una situación económica saneada y casi ejemplar, miles de
extremeños aportan con su trabajo lo que su tierra no les ha permitido hacer en ella, pues esa es la
otra tragedia de la región, la pérdida histórica de personas que han tenido que irse porque aquí no
podían vivir.
Ahora bien, si el potencial económico ligado al embalse es indudable y el beneficio que puede
reportar a los pueblos del entorno también, hemos de preguntarnos si las actuales figuras de
protección medioambiental que en estos momentos abarcan toda la zona, son compatibles con tal
aprovechamiento. Nosotros pensamos que no lo son y que en la actualidad hacen peligrar el futuro
de estos pueblos. En efecto, no es que el hecho de que el área sea una ZEC, una ZEPA, etc.
implique la miseria automática de los pueblos, sino que unas poblaciones en franco declive
económico y poblacional, debido a otras causas, y abocadas a un fututo económico incierto, tienen
la obligación y el derecho de utilizar cualquier herramienta que esté a mano para mejorar tal
situación, y en el caso que nos ocupa el potencial del embalse es una poderosa herramienta que está
a su alcance, pero que no pueden gestionar adecuadamente para el beneficio de sus gentes, por las
limitaciones y restricciones que impone la normativa medioambiental que les han impuesto desde
algún lugar probablemente lejano.
Parece razonable pues, pedir una vez más que no se anteponga la supuesta salvaguarda del
medioambiente, al derecho de los pueblos a lograr un desarrollo económico y social adecuado, que
se apliquen los más elementales principios del desarrollo sostenible, que implican que la defensa de
la naturaleza debe ser compatible con el bienestar de las gentes. Extremadura en general y esta zona
en particular tienen el derecho de mejorar sus niveles de renta, su PIB, su disponibilidad económica
familiar, de disminuir sus tasas de paro y de generar un tejido económico que si no permite volver a
los miles de extremeños que tuvieron que irse, al menos, permita que el que desee quedarse en su
tierra pueda hacerlo.