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Ella baja sus intensos ojos negros. -¿Qué tienen mis ojos? Susurra con una
-Secretos...
-Por qué será que cuando estamos “así” tenemos las únicas conversaciones
sensatas.
-Pero mira que ya estas muy mal, he escuchado de relaciones que se rompen
por las drogas pero esta es la primera vez que escucho de una que sobrevive
gracias a ellas.
-¿Y no?...
Ella se levanta desnuda y se dirige al espejo. Se ata su pelo negro y largo con
una cinta blanca. Se pone la ropa mientras lo mira a través del espejo.
pedirle que la perdone pero se detiene porque mira sus ojos y siente que no
hace falta. Ella lo conoce tan bien y él conoce tan bien a Laura, la conoce tan
parece que se aman. Al menos eso se dicen. Pero no saben si lo dicen por que
solos, él con su vida y ella con sus secretos. ¿Cómo se puede vivir en la
realidad cuando todo son mentiras? y ¿cómo se puede amar cuando lo único
Cinco años atrás todo era tan diferente. Escuchaban otra música, se ponían
otra ropa, no tenía esas marcas, él tenías los brazos más firmes y ella aun no
tenía celulitis, no sabían las mismas cosas pero ya tenían los mismos miedos y
hay algo que no se mueve, que siempre está ahí, desde que nacemos hasta
que nos vamos. Sólo cambia de disfraz. Nos miente. Nos dice que ya se fue
Me dice no temas. Yo le creo. Parece que ahora si estaré a salvo pero luego
mezclan con el mecer de los árboles. La fuente que los separa se ha quedado
mujer con un cigarro en la mano y los ojos en un punto invisible. Aferrada a una
mirándola intrigado.
-No creo.
-Suenas convencida.
-Y tú pareces desesperado.
-Las preguntas sólo deberían hacérsele a las personas que no te importan. Las
vestido negro se contonea en una risa que suena más a nervios. Se pone
-¿Que tipo de respuestas son esas? -Son las únicas. Las autenticas. Las que
decimos sin decirlas. Como tú ahora. Tus palabras me dicen que me vaya pero
toda tú me ruegas que me quede, que te bese, que me quede para siempre a
-Eres tan deprimente. Le dice sin inmutarse mientras con una mano lo empuja.
Él baja la cabeza y por un momento parece que no sabe que decir. –En eso
-Ten cuidado. Sólo hay algo en la vida que nos hace capaces de cualquier
nubes que anuncian una tormenta. Los dos ponen sus ojos en el cielo y él muy
sereno la toma de la mano. –Vamos a mi casa que va a llover. Ella lo sigue sin
siempre en las noches lluviosas cuando llega el mismo aroma ambos piensan
era. Muchas veces estuve a punto de sacarla pero sabía que la necesitaba que
no podía desprenderme de ella. Poco a poco me fui acostumbrando a su
Pero yo siempre me preguntaba que había hecho para tener tanto miedo de
escuchaba que un día deje de contarla y ella parecía agradecerlo o tal vez
-¿Cómo puedes amar algo que no conoces? Somos dos extraños cumpliendo
-Tú mejor que nadie sabes que no soy libre. Por eso estas conmigo y por eso
estoy contigo. Tú no podrías estar con alguien libre y yo no podría estar contigo
si lo fuera. Ese es nuestro pacto yo maquillo tu soledad y tú me ayudas a
-Te ves tan desagradable cuando te pones dramática. Pareces tan infeliz.
-Eres un idiota.
necesitas. Por eso no te ha importado nunca quien soy. Te basta con saber que
me tienes. Por muchas semanas ninguno volvió a decir nada. Vivían sus vidas
ignorándose y evitándose. Ella muchas veces pensó en irse pero sabía que no
pasado, todo eran mentiras, él lo sabía y sin embargo quiso creerlas porque no
tenía más opción, sabía que confrontarme con mi pasado era la mejor manera
Hace cinco meses que no tenemos sexo. Creo que ya perdimos esa capacidad.
Antes era el único lugar donde pasábamos un buen momento juntos. Todo el
día podía odiarlo pero cuando estábamos desnudos en la cama sentía como si
lo necesitará. Esos momentos nos daban poder a ambos. Poder el uno sobre el
otro. Cada vez que sus manos rodeaban mi cintura y que sentía mis piernas
rozando su espalda yo sabía que lo tenía por un día más. Es como si yo fuera
cuello, mis uñas perforando su espalda. Y cuándo por fin me tenía sabía que
necesitaría más, sabía que regresaría desesperado por una dosis más de mi
cuerpo.
-¿La dejarás?
-El amor no es lo único que hace que dos personas estén juntas.
Busca sus ojos y pone sus manos en sus brazos -No te entiendo.
El sin moverse le contesta como si estuviera pensando en voz alta. –Lo tuyo es
racional, algo que elegiste por decisión no por necesidad. Pero lo de Laura es
pura necesidad, es instinto. Es tan animal. Es algo que se aferra. Por eso no
puedo dejarla porque necesito alguien que sienta lo mismo que yo. Alguien que
sepa que no puede dejarme bajo ninguna circunstancia. Alguien que este
Y la mujer lo miro como si fuera la primera vez que lo veía y se aterró. Sintió
miedo pero después se dio cuenta que lo único que podía producirle era pena y
se vistió sin decir palabra y al final lo vio y quiso decir algo pero no encontró
sin decir nada y la recorrió con sus labios y toco cada parte de su blanco
cuerpo y se lo hizo primero con dulzura y luego de una manera que se parecía
más a la furia pero ella lo disfrutaba, lo sabía por sus gemidos y por su rostro
de ojos cerrados y mejillas rojas pero no entendía que ella lo disfrutaba más
tenía y luego él le dijo que sentía que no la conocía y ella se rió y le dijo que
estaba drogado pero en el fondo sabía que era verdad y eso la tranquilizaba.
Cinco años había mantenido lejos a la otra, a la que era antes porque no quería
que la otra, de la que él no sabe ni el nombre, sintiera lo que cada día siente
ésta la que es ahora, la que llegó una noche y no se ha ido desde entonces...
no es la misma pero sus árboles si lo son, y aunque no quiere todo lo que fue
y ella siente que lo puede tocar y lo toca y siente que le puede hablar y le habla
y ella y él tienen esa conversación que nunca llegó, esa conversación en ropa
de nubes y un sol medio cubierto que juega con la luz en sus rostros que lucen
tan felices, con esa felicidad que no se ve todos los días, esa alegría que sale
de los ojos y parece como una explosión que viene de adentro y ella no está
segura si este momento pasó... pero debe haber sucedido por que las palabras
que se dijeron ella jamás las había pensado... y todo eso que dejó porque
aunque tenía muchas cosas había algo que le faltaba y no sabía que era y se
aferró a ese vacío y pensó que el problema era el lugar y todo eso que tenía y
decidió huir y no se daba cuenta que ese vació la seguiría hasta el final del
mundo y aunque las calles no fueran las mismas y aunque toda la gente que la
maneras ese vació siempre la acompañaría en esas calles distintas, con esa
que algo te falta no importa que lo tengas todo y Laura entendió que eso que
falta sólo se tiene cuando uno puede vivir con la idea de que no tiene nada y
siguió caminando por la calle larga que se parece a una por la que ella
caminaba...
quedos de una noche tranquila. La mujer de pelo negro e intensos ojos negros
lado y buscó la luna, parece que entre las dos existía un lenguaje que nadie
más entendía. Cerró los ojos y su rostro quedó expuesto a la brisa nocturna
que la acarició con elegante ternura. Cogió de una silla el mismo vestido negro
que no usaba desde hace cinco años. Un poco más ceñido. Sus formas se
hubiese visto. Todo parecía tan fresco, tan nuevo. Todo tenía un poco más de
brillo. Y se puso los zapatos, los mismos. Y cogió una pequeña maleta negra.
ir a la puerta lo miró. Sabía que esa era la última vez que lo vería. Sabía que al
matado todo lo demás. Lo ya pasado. Lo mataría como se mata a todo eso que
ahogamos con la indiferencia. Lo mataría con el filo del olvido. Con la violencia
como si nunca te hubiera conocido. Y se alejó casi corriendo. Rodrigo abrió los
ojos y su voz retumbó en el silencio: -¿Por qué te vas? Y Laura se detuvo. Sin
voltear a mirarlo dijo con voz que ya no era la que había sido –Porque ya no
tengo miedo a estar sola. Y entonces él supo que ya nada podría detenerla. Y
la puerta se cerró tras de ella y la noche siguió con su danza de luna y
estrellas.
Julieta atraviesa con una perfecta línea recta la actividad marcada con el
número cuatro que corresponde a: hacer un croquis. Analiza detenidamente el
trayecto que tendrá que recorrer desde su casa en Santa Fe hasta la alejada
población de Zacualpan de Amilpas donde se encuentra el SPA cinco estrellas
que viene en la portada de la revista Hotel&SPA. Calcula que el trayecto le
quitará unas tres horas pero se siente satisfecha porque está convencida de
que merece esa experiencia liberadora alejada de las presiones del mundo
moderno que en diez hojas describen los editores de la revista.
Ella siempre se ha sentido alejada de él, nunca han discutido y desde afuera
parecen tener una relación envidiable sin embargo siempre ha existido una
enorme barrera entre los dos. Una barrera hecha de incomprensión pero no
esa incomprensión vulgar y tosca que se vuelve insoportable, sino una más
sutil y casi invisible, esa incomprensión que tenemos por las personas con las
que diferimos en los puntos más esenciales, esos sutiles puntos que parecen
sencillos pero que son los que forjan nuestro espíritu. Es decir: los esenciales.
La idea de un viaje juntos parecía sana y hasta bien intencionada pero Julieta
sabía que Federico quería algo más que una simple convivencia familiar. Lo
sabía porque escuchaba la intención de sus palabras, el sarcasmo en su
mirada. Había algo en las palabras y en la mirada de su hijo que la intimidaban
profundamente. Cómo si la cuestionaran. Es la sensación que tenemos cuando
estamos a lado de alguien que parece entendernos. Pero ese entendernos
profundo que nos enfrenta con esas cosas que no miramos o más bien con
esas cosas que preferimos no mirar. Muchas veces Julieta delante de su hijo
sintió esa mirada que no es provocadora si no más reveladora, había algo en
esos ojos que la hacia sentir un poco menos poderosa.
La primer parte del viaje resultó un poco tormentosa. En el interior del auto
reinaba un silencio que apenas si se perturbaba por los sonidos del exterior, los
dos pasajeros repasaban mudos una lista imaginaria de temas que pudieran
romper esa quietud incomoda. Sus intentos frustrados de generar una
conversación sólo iban impregnando el ambiente de una pesadez cada vez
más notoria. Julieta pensaba en alguna discusión que pudiera resultar
interesante y cuando estaba a punto de iniciarla se detenía por una especie de
freno invisible que la sumía en un juego de muecas y gestos que evidenciaban
su frustración. Federico hacía lo mismo pero él a diferencia de su madre
pensaba en el ¿Por qué? ¿Qué había pasado para que ya no pudiera ni tener
una conversación con esa que era su madre? Muchas ideas le circularon por la
mente y al final se dio cuenta que esa imposibilidad de comunicación venía de
un profundo desconocimiento. Nuestra era presume de ser la de las
comunicaciones. Tenemos un centenar de opciones para comunicarnos pero
irónicamente hemos dejado de hacerlo. Nos relacionamos pero no nos
involucramos. Nuestros mensajes han llegado al límite de la inmediatez.
Hemos confundido mensajes breves con mensajes vacíos. Federico y Julieta
hablaban y hablaban mucho pero desde hace tiempo que no tenían una
conversación. Una de esas que exige tiempo, presencia, interés y una
dispocisión total a la verdad. Nuestra era es también la de las apariencias, nos
hemos aferrado a ese disfraz que nos sostiene en un mundo que encontramos
frió y hostil, hemos aprendido a guardar bajo ese disfraz todo lo verdadero. Lo
que somos. Cargamos con el a todos lados, nos aferramos tanto que a veces
hasta nosotros mismos olvidamos lo que hay detrás. Por eso hemos dejado de
conversar. Porque eso exige desnudarse, arrancar toda esa parafernalia que
construimos alrededor nuestro. Conversar exige decirlo todo, hasta eso que
puede destruirnos. Hasta eso que implica que los demás lleguen a conocernos.
Y parece que nuestros tiempos: exigentes en utilidad no encuentran
provechoso un quehacer tan dramático. En esos pensamientos estaba
Federico cuando decidió tener una conversación con su madre:
-¿Siempre has sido así? Le dice sin voltear a mirarla pero viéndola por el reflejo
de uno de los cristales.
-¿Así cómo? Contesta ella con una sonrisita diplomática.
-Tan... tan en tu papel de mujer exitosa. ¿Siempre quisiste ser lo que eres?
-Claro toda mi vida me enfoque en lo quería y lo he logrado. Dice ella como si
estuviera dando una lección de vida a su hijo.
-Y ¿Qué es lo que siempre quisiste?
-Esto. Todo lo que tengo ahora. Ustedes, mis logros profesionales, la casa, mi
auto, la gente que me mira con respeto... Y ella busca más cosas porque las
escucha tan cortas, jamás había repetido sus logros en voz alta y por alguna
extraña razón esas metas que le habían llevado toda la vida se escuchaban tan
fugaces. Tan frágiles. Y se puso en silencio abruptamente y así estuvieron un
rato más...
-Creo que es admirable todo lo que has logrado pero se me hace increíble que
no haya algo más... anda haz memoria. Algo que no sea tener una familia ni
nada material.
Y ella se siente nerviosa e intenta pensar algo y repasa y repasa imágenes en
su cabeza, no quiere parecer una mujer de logros efímeros.
-Respeto. Creo que soy una mujer admirable. Las mujeres e incluso los
hombres me miran y piensan que les gustaría ser como yo.
Supongo que desde niño tuve más problemas que los demás. La pinche vida
que vivo. Rápido se murió mi papacito. Ni un año con esa maldita enfermedad.
Bien que me acuerdo, el día que se murió estuve gritando toda la noche, yo me
nomás rezaba, ese día me di cuenta que dios ni existe y si existe esta sordo o
de plano se hace pendejo. ¿Por qué será que cuando más pide uno? Más lo
mandan a uno a la chingada. Yo por eso nunca pedí nada, lo que quería lo
humillo mucho como pa’ que todavía me humille la gente pendeja. Eso lo sé
ahora pero pus de niño, de niño uno en bien menso. Cuando mi Jefe ya no
gritaba pensé que ya se había curado, yo ni sabía que tenía. Nadie supo. Y pa
menos para las pinches medicinas. Mi Jefe lo sabía, movió el taxi hasta que un
día ya no pudo, luego mi Jefa era la que tenía que chingarse, ni modo. Le
lavaba a una que otra vieja de ahí de la unida, pero ni así le sacábamos pal
gasto. Pobre de mi Jefa ese año se puso bien jodida. Estaba aquí bien chula mi
jefa. El día que murió mi Jefe le pidió a mi ama que bajará una foto, de esas
viejas de cuando eran novios, bien acá se veían los dos. Mi Jefe bien galán y
lágrimas, con una mano apretaba la foto y con la otra a mi jefa, mis otros
nomás se oía el sonido, como un gemido. Quién sabe que habrá dicho. Yo
pensé que ya no nos podía ir más mal, pero como a la semana que llega un
pinche licenciado, de esos bien gandallas, bien mierda, Que nomás andan
buscando a alguien más pendejo que ellos pa sacarle hasta lo que no. Habló
cómo media hora con mi jefa, según que mi Jefe le debía una feria. El culero se
escondía. No sólo a él. Con cuatro chamacos y sola la pobre le debía a media
era tanto que tenía que empezar de nuevo. Desde el cero. Así nos
escondíamos hasta que una vez un cabrón llegó con policías y todo y nos sacó
estaban idos.
La última vez que la vi dijo mi nombre: Ramiro. Y se rió conmigo, hasta me miró
pero luego siguió rezando, nos dejo encargados con Doña Lucha, una vieja
gorda y gritona que le tuvo lastima de verla tan jodida, y luego se fue
caminando. Dicen que camino hasta que un día callo muerta. Doña Lucha nos
preguntaba que si teníamos pariente pero pus no. Ninguno. Siempre fuimos
solos. Mi Jefe era del norte, de Sinaloa, nos contaba de cuando vivía allá. Pero
pus su familia lo desconoció porque mi Jefe siempre fue bien orgulloso y nunca
hizo lo que le dijeron. Así como yo. Cuándo escuche que Doña Lucha le llamó a
los del DIF yo me fui. Si ya iba a estar solo pus de una vez. La primera noche
puse unas cajas de cartón alrededor del cuerpo y aun así sentía el pinche aire.
Ni dormí, me la pase llorando como menso. Cerraba los ojos y sentía que mi
ayuda te mueres.
Eso lo aprendí al tercer día de no comer. Buscaba en los basureros, una vez
tengo que comer, de hoy no pasa. Camine hasta que encontré unas calles ahí
medio solas, paso una vieja, taba chamaca, se ve que venía de la escuela. La
seguí como dos cuadras, ni se dio cuenta. En una calle que estaba oscura le
llegué por la espalda y la agarré del cuello, estaba bien pinche flaca. Ni
resistencia puso, le baje 100 varos. Con eso comí tres días, luego me busque
otra vieja, es que son más fáciles, siempre piensan que las vas a violar y
interrumpió con una voz infranqueable. Lo miró con el desprecio que se le tiene
chingada que tú pinche vida sea una mierda. Tú historia vésela a contar a la
pinche Silvia Pinal o a cualquier otra pendeja ridícula que tenga ganas de llorar.
superficie de una mesa de madera. -Yo conozco a los de tu tipo, son animales
y así hay que tratarlos. Como bestias, sin corazón. ¿Cómo llegaste a la banda?
Y Ramiro lo miró sin parpadear y acercó su cabeza hasta donde pudo y con
Y el hombre del traje negro permaneció sin mover el rostro, suspiro como quién
está a punto de enfrentarse a una ardua tarea. –Mira pendejo ya que te gustan
huevos el pendejo. Una vez agarre a un wey, 16 años tenía, era huérfano de
padre. Su mamá se caso con un pendejo que le pegaba a los dos. Les pegó
desde la primera noche hasta la última. Y no creas que les daba unos
golpecitos ahí namas. No. Les ponía unas chingas buenas. El wey este era un
lo fue rebanando poco a poco. Más que matarlo quería que sufriera. Quería
que el maldito sufriera como él había sufrido. Nunca se arrepintió. Hasta
visto en está pinche ciudad. Yo sé que está llena de weyes como tú que andan
por ahí buscando su venganza. Todos como tú han tenido una vida de mierda.
Mira wey te voy a decir algo, aquí entre tú y yo, a veces hasta los entiendo. No
tienen nada que perder. Saben muy bien que en sus vidas hay de dos caminos
una pinche historia triste, pero sabes que wey: eso a la gente no le importa.
Para todos los que andan allá afuera ustedes son unos animales. Si pudieran
mi me pagaban por agarrar a tipos como tú. ¿Sabes por qué los odian tanto?
Porque ustedes les recuerdan que el pinche mundo está de la chingada. Por
eso. A ellos les gusta empaparse el hocico diciendo que vivimos en un pinche
mundo acá bien bonito, bien feliz, donde todos son libres e iguales, donde
todos tienen las mismas pinches oportunidades, pero llegan ustedes con sus
Por eso los quieren matar. A ver si muertos se callan y los dejan seguir
pensando que este pinche mundo está bien. Y ahora si pendejo ¿me vas a
decir como entraste a la pinche banda o vamos a seguir con más pinches
historias?
Atl Mendarte.
El Milagros
El cielo está particularmente negro y tiene miedo de que sea un mal presagio.
de pronto por el sonido de una puerta que se abre. – ¿Qué pedo wey?
luna y supone q
Julio sabe muy bien que tiene que impresionar a los de la banda. De eso
acelerada. Prende un cigarro que ya fue usado más de una vez. Lo mantiene
en su garganta un largo instante. No tiene miedo. Sabe que esa será su noche.
Sabe como impresionar. Ha pasado largas horas planeando lo que hará. Tiene
todos los pasos estudiados. Si todo sale bien lo aceptarán en la banda y todo
será más fácil: ya no tendrá que pedirle dinero a su padre, hasta podría salirse
la luz rojiza que baja de un poste medio chueco. Sólo un brazo alcanza a ser
iluminado por el resplandor: de sus bíceps nace un dragón entre rojo y verde
primero que se hizo. Era una manda: en una pelea callejera lo apuñalaron y
mientras verifica el filo de la navaja. Hace unos movimientos con ella. Apuñala
sabe que una vez que el cuerpo ha sido atravesado debe hacer un movimiento
cuerpo herido frente a él. Desangrándose. Casi puede sentir como perfora sus
hombre gordo lo regresa a la realidad. – Ora cabrón deje ese fogón no te vayas
a quemar.
Y Julio se ríe mientras lo saluda con una especie de juego de manos. –Ni que
fuera tú pendejo.
-Oho luego luego a chingar... a ver wey tan perros los dikis ¡ehe! ¿Ladronde?
¿No qué andabas bien erizo? -Erizo tú pendejo. Yo siempre ando forrado.
-A ora. Ya vas puesto ¿verdad?
-Como puesto pendejo. Eso es después. Ahorita hay que estar bien búhos si
-Nomás un churrito pa los nervios bro. -Como eres pendejo. Ni vas a sentir
-No sé carnal. Pero debe ser algo acá bien machin. No van a meter a cualquier
-No seas cabrón esos tienen un chingo de cámaras y dicen que en la caja
tienen un botón para avisarle a los feos. Un pendejo del barrio: El Panzón. A
-Pues quien sabe Trucha. Pero el Zeus no es pendejo. Ese wey ya debe saber
-No mames wey. Yo la neta estoy que me cago. Casi no vengo wey. El hombre
gordo que viste unos pantalones anchos se agacha avergonzado y voltea a ver
-La neta no quiero acabar en el reclu. Tengo dos carnales ahí wey y no mames
cosa de querer o no. El hombre alto de cara huesuda y ojos certeros se detiene
y su tono de voz se vuelve solemne. –Mira wey yo también tengo miedo, que
más quisiera que poder safarme pero no se puede. Esto es lo que somos y no
tenemos de otra. En este país sólo hay una pinche regla: chingar. A unos les
toca chingar con la ley de su parte a otros nos toca chingar con la ley en
nuestra contra. Pero al final todos chingamos. Uno tiene que ser realista y
entrarle. Muchos nos ven y feo y nos ven como la pinche escoria pero si
pinche cabrón como para ponerse a ver si las cosas están bien o mal. Así que
ay tú wey...
tres mas que están arrinconados, todos con melenas bien recogidas y con el
importante. Miran con cuidado una hoja cuadrada y cuando por fin parecen
-A ver... todos escuchen bien porque no voy a andar repitiendo. Dice el más
alto y fornido de los tres mientras con sus palmas hace un sonido que parece
-Todos los que están aquí vienen porque quieren pertenecer a los Intoxicados.
Pero antes tienen que demostrar que tienen los huevos para hacerlo. Sólo se
van a quedar los mejores. Tienen que demostrar que son capaces de todo por
la pandilla. Hoy los vamos a dividir en tres grupos: uno va a ir con el Güero,
desgracias...
El Zeus le dicen al líder de los Intoxicados que esa noche parece tan quieto y
tranquilo, mientras habla parece que busca con cuidado cada una de sus
palabras como si temiera decir una que no es la apropiada. Mira con atención a
cada uno de los cuatros que están rodeándolo. Sabe observar a la gente, sabe
identificar a los que sirven y a los que no. Alguna vez mientras platicaba dijo
que lo importante era tener decisión. Busca entre esos cuatro que lo miran con
respeto algún rasgo de los que él busca. Uno le llama la atención: tiene rasgos
atención. –La cosa está así. Vamos a ir a la Farmacia que está a cuatro
cuadras. Todos los días recogen el dinero en la mañana. Eso quiere decir que
a estas horas tienen la ganancia de un día entero. Unos 30 mil pesos mínimo.
vigilantes, sólo uno tiene pistola. El ruco es el que la tiene. Si los encañonan y
empleada y van a vaciar las cajas. Son cajas normales. No tienen ninguna
protección extra lo único que tienen que cuidar es que no presione la alarma.
tenemos que vaciar tres cajas. Los que se quedan con los vigilantes los tienen
que ándense con cuidado. En la cárcel a los maricones ya saben como les va.
Julio voltea a ver a la Trucha que parece dudar. Todos se quedan en silencioso
discurso: -Yo voy a ir con ustedes pero sólo voy a observar como lo hacen. Si
nadie se va a rajar vamos de una vez. Ya saben el que la riegue queda fuera. Y
Zeus se adelanta sin decir palabra y atrás lo siguen los cuatro ansiosos.
Algunos con dudas y miedo pero todos dispuestos a hacer lo que tienen que
van a agarrar a los vigilantes. Los otros se esperan afuera hasta que vean que
ya está hecho y después entran por la cajera. Acuérdense del botón... Vamos.
Y los dos primeros corren nerviosos. Su corazón no deja de latir. Por su mente
tratan de visualizar lo que harán. Uno piensa en lo que dirá. Repite. Visualiza
El más robusto toma la iniciativa y rodea con su brazo desnudo el cuello del
vigilante que tiene más miedo que él. La trucha hace lo mismo con el más viejo,
dos, no se nota bien cual dice: -Quietesitos ya nos los chingamos si se ponen
otros tres y rodean a la cajera que llora y reza una oración que ninguno
reconoce. Julio toma el control y la mira con los ojos bien abiertos. La cajera
llora con más fuerza porque esa mirada la aterra. –A ver reinita ya sabes que
acerca a su cuello tanto que ella siente como brota una chispa de sangre. –No.
Por favor no, les doy todo pero por favor no. Y Julio quita la navaja y la cajera
cada reacción. Es como si oliera las sensaciones de todos los que están ahí.
Julio lo sorprende. Tiene garra y tiene valor. Lo mira con detenimiento. Piensa
única opción. Y mientras toma el dinero con una mano con la otra la cajera
busca el botón rojo que le dijeron debe presionar en caso de asalto. Está
aterrada pero tiene que hacerlo. Por fin lo encuentra. Lo presiona suavemente
y con mucho cuidado, los encapuchados están tan atentos mirando el dinero
que no se dan cuenta. Trata de hacer tiempo. Tira un fajo de billetes y lo recoge
palabras sin sentido. La mira a los ojos y acerca su boca a su cara. Y su navaja
a su cuello. Sus palabras son interrumpidas por el sonido de una sirena que se
los otros más fuertes. Tiembla. Trata de amarrar al viejo pero se mueve mucho.
Su pistola se tambalea. El está a punto de llorar. Quiere correr pero sus piernas
Y Julio mira a la cajera y le da un puñetazo. Las sirenas suenan cada vez más
cerca. Con una mano junta todo el dinero que faltaba. Desenfunda la navaja y
la acerca al vientre delgado de la cajera que ahora grita. Sus miradas se juntan.
Ella siente el frío del metal perforando su estomago, él siente como el filo de su
navaja parte la piel que se resiste. Voltea a ver a Zeus que lo mira atento.
todo pasa: los sonidos de las sirenas, los gritos de los otros, el llanto de la
rápido que puede. Sus piernas lo presionan. Las siente frías pero rodeadas de
ese sudor que hierve. Mientras corre voltea a ver a la trucha. Viene atrás de él,
junto con los otros. Todos ven a Julio que corre orgulloso. Unos policías vienen
Ellos disparan.
voltea, lo mira caer. La Trucha lo busca con los ojos. Dice algo. No lo entiende.
Julio se detiene. Lo mira. Es momento de una decisión que lo cambiará todo.
Trucha llora herido. Julio mueve la cabeza y sigue corriendo. Corre tan fuerte
como puede. Ya es invencible. Nada lo detiene. Una hora después los cuatro
que lo lograron se reúnen alredor del Zeus. Él sólo ve a Julio. Lo mira a los ojos
Y Julio no siente miedo y contesta sin ninguna culpa: -Porque tocó la alarma.
Tenía que hacerlo. Y en sus ojos hay algo extraño que Zeus no entiende. Es
como si Julio tuviera una certeza, animal pero certeza, de que lo que hizo era
-¿Y eso?
-Ta bueno Milagros. Mañana aquí a la misma hora. Esto fue sólo para ver
hacía.
Atl Mendarte
inmóvil. Todo mi cuerpo expulsa un sudor caliente y toxico que me recorre de principio
a fin. Seguramente si me moviera dejaría una marca de sudor hirviente que recordaría
nunca dejaré de hacerlo. Recorreré todo el mundo y conoceré a gente que jamás
verán mis ojos. Mis pies pisarán tierra desconocida y un viento extranjero saldrá a
acariciar mi rostro. Intentará reconocerme con sus manos sabias. Y correré hasta que
mi cuerpo decida ya no hacerlo y entonces podría estar satisfecho porque al menos fui
a donde otros jamás fueron. Pero me quedo aquí. Inmóvil. Con mi sudor hirviente
siempre.
para que me levante y ande. Ande por esos caminos que veo en momentos de
silencio. No basta para que suba esas montañas que sólo viven en mi mente. No basta
para que deje todo lo que tengo y vaya por lo que realmente es mío. ¿Y de quién es
todo esto que poseo? No sé como ha llegado hasta mis manos. No sé en que
momento está vida se apropio de mi. Debió haber sido una mañana lenta en que yo
sido mientras dormía. Y un calor entra por mi garganta y recorre todo mi cuerpo por
dentro. Me quema. Hierve mi sangre. Mis ojos se cierran. Casi pensaría que voy a
morir. Pero es extraño porque jamás me había sentido más vivo. Y me levanto de un
salto y corro a la ventana. Y la luna corona al viejo cielo que cuenta historias
milenarias que ya nadie quiere escuchar. Y el viento frío entra impaciente y pasea por
mi cuerpo. Me toca. Y me quedo ahí tratando de encontrar el valor para salir corriendo.
Y siento como si mi espíritu se elevará y viera mi cuerpo ahí abajo sin movimiento.
Consumiéndose. Y quiero correr pero mis piernas no escuchan. O acaso no son ellas
las que me paralizan. Es este cuerpo que es mi cárcel. Es este cuerpo desde donde
Es sábado. Como odio los fines de semana. Son los más difíciles de llevar. Tengo que
salir a caminar para no ahogarme. Hoy paso algo terrible. No dormí en toda la noche y
sin embargo no podía levantarme de la cama. Me sentía pegado a ella. Había algo que
me mantenía oprimido al colchón que guarda mi olor. Era algo invisible pero fuerte
como el acero. Intentaba liberarme pero era imposible. Una vez más mi cuerpo me
yo.
Y veo esa recamará grande y no reconozco nada. Todo es tan ajeno. Es que no es
mío. Esas fotografías que cuentan una historia que sé de memoria con esa gente que
detesto. Me recuerdan todo lo que no soy. Malditas. Y me paro frente al espejo y miro
mi cuerpo seco...
Un viernes...
No pude dormir en toda la noche. Me siento extraño. Sigo sintiendo dentro de mi esa
fuerza que quiere apoderarse de mi cuerpo. Quizás me estoy volviendo loco o quizás
sólo es amargura. Se parece porque me hace odiar todo lo que me rodea. Odio las
sabanas que me recuerdan donde están mis piernas. Odio su piel cuando roza la mía.
escena. Sentirse tan cerca de ellos. Esa sensación de tener que escucharlos. De no
poder cerrar una puerta que los mantenga alejados. Si al menos pudiera oír la música
de su Ipod. Pero él ha dicho que no. Y está vez lo dijo enserio. Sabe que si lo
M.I.A. va a estar en Pasaje América. Durante un mes ha pensado sólo en eso. Sus
amigos dicen que está obsesionado con ella. Le hacen burla. A él no le importa. De
hecho le gusta presumir todo lo que sabe de ella. Incluso ha copiado un poco su estilo.
Todos en la escuela lo han notado. Esos pantalones entubados y las Tank top largas y
holgadas te hacen ver con mucho estilo le dijo Ariana. No cabía de la emoción. Se
sentía orgulloso. Le gustaba pensar que a pesar de sólo tener 18 años ya se iba
Lo piensa ahora: en este momento. En el auto negro que corre sobre la autopista a
Cuernavaca. Hace una hora que su papá no deja de hablar. Algo debe estar pasando.
Piensa que en hora y media puede crear esos lazos que ya se rompieron desde hace
mucho. No. Otra vez la misma historia. Mi padre siempre cuenta esa historia de
cuando era joven. No puedo creer que sea tan aburrido. Seguramente si hubiera
nacido en está época sería un tetaso. Le gustaría el rock o peor aun el rock mexicano
y en su Ipod tendría a Maná o a los Jonas Brothers. Algo así. Mauro me dijo el otro
día que sólo conoces a una persona cuando ves la música que trae en su Ipod. Es
verdad. Eso no falla. Mi hermana es como cualquier niña tonta de 15 años. Un día
mientras se bañaba me di cuenta que tenía los discos de High School Musical. Al
principio me dio risa pero después se volvió un asunto serio. No podía verla sin
imaginar que escuchaba eso. Seguro cuando se encierra en su recamara juega a que
está en un concierto y canta con Zac X. Con eso es suficiente para que adivine el
y competirá con sus amigas para ver quien tuvo la boda más cara. Y mi papá no se ha
callado. Lo más chistoso es que nadie lo escucha. Bla bla. Si alguna vez tengo hijos y
historia. Pero no. No creo que mi vida sea aburrida. Si es verdad eso de la música mi
gusto musical evolucionará a algo más electrónico. Algo como electro. Entonces
interesante. Una mujer un poco misteriosa. Con mucha personalidad. Al principio voy a
pensar que es sólo atracción y me voy a acostar con ella. Pero un día vamos a
platicar. Quizás en una terraza, después de una comida o mejor aun en la cama
Empezó a fumar cuando dejó la coca. Y entonces vamos a estar los dos acostados. A
lo mejor vamos a tener ganas de ya irnos. De respetar las reglas del sexo casual. Pero
va a hacer que nos quedemos. Yo diré que quiero ser escritor, ¿quién no?, ella no lee
mucho pero sabe cosas. Las ha aprendido viviendo. Se le ven en los ojos. Uno no
puede ocultar las cosas que sabe. Y entonces me preguntará sobre que quiero
escribir.
Al principio le voy a decir alguna frase mamona para sentirme intelectual, después le
voy a platicar esa historia que me ronda por la cabeza. Ella me escuchará con
atención y prenderá otro cigarro. Yo haré igual. Fumando. Hablaremos por horas. Me
dirá cosas inteligentes. No pensé que tuviera tan buenos puntos. Me hará pensar.
Tuve que anotar lo que me dijo en una cajetilla de cigarros. A partir de esa noche la
veré con otros ojos. Ya no será sólo su cuerpo. Descubriré que puedo hablar con ella.
jóvenes. Habrá un momento en que piense que la odio. Ella igual. Nuestras vidas
rozarán el desastre y un día cuando pensemos que ya todo está perdido hablaremos
que siempre podemos hablar. Y lo haremos y otra vez nos entenderemos. Y luego la
Mis hijos me verán como viejo. Cuando les platique sobre la música de mi Ipod
pensarán que anticuado es mi papá. Y seguramente alguna vez les contaré la historia
de mi vida mientras ellos piensan que todo lo que digo suena tan aburrido.
Atl Mendarte
No recuerdo como llegué a la fiesta. En esa época nunca planeaba las cosas
lo soy. Siempre me gusta creerme las cosas que no soy. No es que me engañe
concluyo las cosas. Me dan miedo los resultados. No sé lidiar con los finales.
Por eso mi editor me odia. Siempre tengo una novela o un cuentesillo que
por primera vez supe que no podría dejarte a medias. Tal vez por eso te llegué
Las fiestas me resultan tan entretenidas porque hay mucha gente y me encanta
ver gente. Las personas entre más complejas más divertidas. Hoy he hablado
con algunas mujeres. En general han sido aburridas. Había una que me
pareció interesante porque tenía mucha culpa. Era una de esas mujeres que lo
tienen todo pero están tan vacías. Es guapa. Alta. Con una mirada tan triste y
unos ojos tan bellos. Siempre me han intrigado las mujeres hermosas. En lo
personal creo que están malditas. Su belleza las supera. Es lo único que tienen
y llega un momento en que se dan cuenta. Y que duro es saber que lo único
que tienes no es suficiente. A está pobre mujer su marido la dejó por otra. Ella
dice que lo ha superado pero es su único tema. Uno habla de lo que es. No hay
mejor forma de conocer a alguien que escucharlo hablar. Por eso es que casi
más me decía más me daba cuenta que lo único que hacía era preguntarse:
o al menos lo más interesante. Ahora que escribo esto me doy cuenta que
estaba necesitando a alguien como tú. ¿Te has preguntado por que de entre
cara. Es el rostro más misterioso que he visto. Pensé que no habías dormido
pasado muchas veces: hay gente que aparenta ser interesante y en cuanto
habla resulta tan aburrida. Por eso he aprendido a no fiarme de las apariencias.
No hay nada más falso que las apariencias. Tenías ese vestido negro tan
natural. Tan diferente. Dejaste a la mujer gorda hablando sola y fuiste directo
Quejándote de todo. Movías las manos sin control. Me salpicaste algunas gotas
de lo que bebías. Al principio te ame porque eras tan diferente a todo lo que
conocía. Casi pude haber pensado que eras molesta. Si cierro los ojos puedo
atreverían a contar.
-Yo no lo veo así. Creo que todos están muy orgullosos de su vida. No hay
nada más aburrido que la gente orgullosa de todo lo que ha vivido. Uno
en mi vida.
-Eso es para más tarde. Ahora tengo que hacerte creer que no me interesas.
-Veo que sabes de amor. Le dice ella mientras con una mano alcanza un
martíni.
-Sé muy poco de amor. El amor es de esas cosas en las que hay que ser muy
ignorante. Entre más sepas más te das cuenta que es una mentira.
-Dame un ejemplo. Y lo miro con cierta emoción como quien lanza un reto que
-Soy escritor. Estoy enamorado del hombre por eso me gusta conocerlo.
Entenderlo.
entender.
digo que es la curiosidad. Hace poco deje al hombre con el que estuve cinco
-Hasta este momento había pensado que el amor era exactamente lo contrario.
rutina.
decías. Pocas veces siento que alguien dice cosas dignas de ser escuchadas.
Supongo que mi madre se dio cuenta de que lo miraba con mucha curiosidad.
Rufino de joven era muy guapo. Se refería al hombre que iba caminando hacía
mi análisis podría argumentarle que buscaba esa belleza perdida en ese rostro
que resultaba tan agresivo a la vista. No es que el hombre tuviera rasgos mal
Quizás por que era demasiado delgado y un tanto chupado. O tal vez por sus
arrugas que parecían surcos desordenados. Pero más bien era por sus ojos.
Tenía una mirada pesada. No era nostálgica porque no había añoranza. Era
una especie de resentimiento algo que había sido frustración y ahora tan sólo
era resignación.
Los tres caminábamos sobre una de las calles que lleva a la plaza principal del
tenía yo nunca me entere. Era una calle medianamente larga con casas a cada
Muy mexicanos. Azul, rojo, blanco y algún verde atrevido que resaltaba de
Árboles verdes con unas flores lilas que emergían curiosas y unas bugambilias
rojas y moradas que aparecían en casi cada pared. Cuando el hombre estaba
más cerca de nosotros yo camine más despacio quería captar todo lo que me
no son tan profundas. Lo que sí sé es que ese “algo” era para él como un ancla
casi con la misma curiosidad con la que yo lo veía. Al principio fue algo erótico.
amenazante. Estoy seguro que de haber ido sólo, se habría detenido a decirme
algo: cualquier cosa. El momento plantaría las palabras. Habrían sido mensajes
con un sentido vital y profundo. Palabras que esa tarde él estaba listo para
pronunciar pero que tuvo que callar una vez más. Le dolían de no decirlas.
Fueron unos segundos los que estuvimos casi de frente, nos miramos a los
alejaba. Pensó en todo lo que quería decirme pero no pudo adivinar lo que yo
le contestaría. Esas palabras no las conocía. Sabía que existían pero le eran
aceptado. Tal vez pensó que era la comida preparada en ollas de barro, o los
tenía que decirme porque yo estaba seguro que había algo que necesitaba
saber.
Desde nuestro fugaz encuentro me obsesione con saberlo todo sobre él.
Pregunte a quien lo conocía. Trate de parecer ocioso. Un hombre que dice ser
mi tío pero que es más bien un amigo de la familia me dijo que todos en el
pronunció queda pero burlonamente. Su boca se abrió por completo para decir
divertido contarme la historia de Rufino Guerra. Pensó que no tenía nada mejor
Buscaba detenidamente cada palabra parecía que con cada adjetivo fijaba su
posición hacía la vida. Algunas partes de la historia las mezclaba con una
especie de filosofía popular que no entendía del todo. Su monologo fue largo y
al final me di cuenta que aquel extraño me había contado parte de su vida entre
las líneas de una historia que no era la suya. Me dijo tantas cosas pero tan
pocas sobre Rufino: que era homosexual ya lo sabía lo supe desde que lo vi.
Que estaba casado con una mujer deprimida, quizás porque se sentía culpable
de los exóticos gustos de su marido. Que tenía dos hijos que los visitaban con
Que la gente rumoraba que había tenido un romance con un fuereño que vestía
su casa por dos meses. Y que invita a su refugio a jóvenes viriles y les da
alcohol a cambio de meter su boca en su verga. Y que los huele. Y que se pone
vestidos... y me dijo más cosas que no creí porque sonaban a historias que el
contarme otro detalle que parecía interesante pero de repente como si se diera
una calle larga que conectaba a un lugar que parecía el fin del mundo. Yo lo
embargo estaba decidido a hablar con él. La última vez que salí en su
casualidad no nos topaba tendría que intervenir en el trabajo del destino. Volví
a la casa con esa determinación. Dentro se estaba llevando a cabo una reunión
familiar que incluía alcohol y unos platillos que al principio no reconocí pero que
sin embargo no dude en probar. Mi familia, tradicional como es cumplía con
Rufino Guerra y en lo poco que sabía de él. Traté muchas veces de retener la
posibles para llegar a un silencio apresurado que sólo originaría una tanda más
de temas que al final no eran más que los otros disfrazados con palabras
aderezados con comida de cuaresma. Un hombre que sólo había visto una vez
un lugar oscuro que poco a poco se iba iluminando con los pequeños detalles
una voz que se iba volviendo más real y luego desaparecía y se convertía en
una más suave y luego en una más aguda y al final era una voz que se parecía
Palabras que tal vez no existían. Y luego palabras que se colaban del comedor
luego la cara resplandecía y sólo quedaban los ojos. Unos ojos que eran como
algo que debía ser política. Y yo los veía y me reía como si asintiera. Y
después seguía comiendo los platos de cuaresma. Y bebiendo algo que ya no
sabía que era. Y cuando el comedor quedó vació me levanté y fui a la cama.
Tuve un sueño muy extraño. No soy de esas personas que les de mucha
que es una idea muy elaborada. Además aunque creyera casi nunca recuerdo
mis sueños será porque mi subconsciente es muy huraño. Sin embargo ese
sueño me sigue resultando tan claro y tan detallado. Era la misma calle larga
que llevaba a la plaza principal del pueblo. Vacía. Con un viento llorón que
llevaba en sus faldas hojas secas pegadas. Dos personas caminando. Hombre
y mujer. En silencio y con una marcha que parecían saber de memoria. Sus
ropas eran iguales y parecían uniformes. Al principio pensé que los que
una cámara los enfocará con esmerado detalle. No tenían rostro. No había
nariz ni boca ni mucho menos ojos sólo una mancha de color piel que cubría
por unos cien metros aparecía un tercer hombre. Con unas ropas diferentes.
con un paso decidido. No podía ver los detalles que me rebelarán su identidad.
Y entonces cuando estuvo frente a los personajes sin rostro pude ver el suyo:
era el mió. Entonces lo entendí. Sentí mi cuerpo mojado en sudor. Abrí los ojos.
impulso que sentía por tocar la puerta y terminar de una vez con todo era más
para tocar esa tarde su puerta. ¿Cómo explicaría mi presencia? Muchas ideas
dejándome en la misma situación: sin ninguna razón lógica para estar ahí,
frente al portón negro. No podía evitar pensar que el hombre pensaría que mis
razones eran eróticas. Lo que menos quería era que Rufino Guerra confundiera
mi visita puramente existencial con una de fin sexual. Una decena de veces
pretexto que después se desvanecía y repetía la secuencia, así fue hasta que a
como fingiendo que la situación me sorprendía. Dije una oración torpe que ni
dándome la mano. Una mano suave que no quise apretar en exceso porque
de frutos, que parecían puestos a propósito para formar una pintura armoniosa
y campirana, una llave que compartía con otras un llavero que me pareció
femenino. No pude evitar mirarlo con cierta ironía y él se dio cuenta y lo ocultó
con su mano que ahora me pareció más vieja y después declamó una nerviosa
bonito. No dijo nada pero suspiró como si mis palabras le dieran tranquilidad.
Por fin logró abrir la puerta y yo me ofrecí a ayudarlo con la bolsa de frutas que
parecía más ligera de lo que en realidad era. Dimos unos pasos y nos
hizo un comentario acerca de ellas y me pude dar cuenta que eran su orgullo.
pensé en algún cumplido. Compuse algunos pero todos sonaban tan vacíos.
acerque a una de las rosas que reposaba junto a una maceta blanca que
misma expresión de admiración. La repetí hasta que se dio cuenta que estaba
gesto que parecía temor a que me aburriera y lo dejará. Entendí que no tenía
pensar que había sido decorada por su esposa. Pero él miraba cada detalle
como si lo entendiera profundamente. Buscar un estilo que definiera la
una pose poco creíble que vestía una camisa de seda y dejaba ver su
prominente pelo en pecho. No lo conocía pero sabía quién era. Rufino esperó
detrás de mi como esperando a que me surgiera alguna duda que él sin duda
vinilo que salió de un empaque que tenía de imagen central el rostro de una
sonaba de fondo. Pensé que recordaba pero me di cuenta que en realidad veía
la foto del hombre de las camisas de seda. Hice lo mismo y quise decir algo
alguna historia. No dijo nada. Me quedé frente a la fotografía y la miré con tanto
había sentado en un sillón que estaba frente a una ventana. Su voz adquirió un
tono verdoso: ¿Te ha pasado que hay cosas que no sabes cómo decir? No
supe que contestar pero presentí que no esperaba respuesta. Deje de mirar la
y lo sustituyó por otro que no supe distinguir. Él me dijo que le gustaban los
Atl Mendarte
EL SUEÑO.
EL ENCUENTRO.
LA CONVERSACIÓN.
Pensó que debía ser el más perverso miembro de la curia. Había escuchado de
curas que sodomizaban niños, curas que se sodomizaban entre ellos, curas
de Dios, curas que rompían el voto de castidad pero jamás había escuchado de
En realidad ni siquiera estoy seguro de lo que significa tener una mente abierta, pero
sentí que era mi deber hacer tabla rasa y despejar nuestra futura relación de
Uno nunca termina de leer, aunque los libros se acaben, de la misma manera que uno