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Peronismo José Pablo Feinmann

Filosofía política de una obstinación argentina


3 PRIMERA PARTE
Hacia el primer gobierno de Perón
Perón, un estudio sobre la
construcción de poder

Suplemento especial de

Página/12
BORGES: EL “POEMA gobierno de Perón y, al hacerlo, nos revela el arrojaron a la muerte fácil pero infinitamente
CONJETURAL” sello que para las clases pudientes –por decir- despiadada a tantos combatientes que debie-
ra parte de esa oligarquía. Sos- lo así– tenía ese gobierno. “Fascista” expresa ron haber hecho otra cosa, ésa que decía

E tenía su visión de la historia,


señalaba sus linajes en ella
(Laprida, dice, es pariente
suyo), prefería a Sarmiento
antes que a José Hernández y creía que elegir
al primero y no al segundo (como cree que se
eligió) habría cambiado el destino de la
también el esquema “aliadófilo” con que se
empezó (y se siguió en la mayoría de los
casos) interpretando al peronismo. La “tarea”
que realiza Perón desde la Secretaría de Tra-
bajo y Previsión es “demagógica”. Y lleva a
“décadas de odio”. El problema que plantea
el esquema de Vázquez radica en la pobreza
Walsh: acompañar el reflujo de masas. Todo
esto que desordenadamente digo es para
decir que hemos vivido inmersos en una
“maldición china”: la de los tiempos interesan-
tes. ¿Por qué uno está escribiendo sobre la
historia del peronismo, indagando su filoso-
fía política? ¿Por qué un diario la publica?
patria: tanto creía en el poder de los libros, de su interpretación de la “barbarie”. O de lo Porque la historia del peronismo es maldita-
odió toda su vida al peronismo, hizo de ese que Borges –y ella lo retoma– llama en su mente interesante. De donde podríamos extra-
odio una estética, buscó siempre el lugar en poema su “destino sudamericano”. er nuestra primera definición del peronismo:
que el odio estaba y ahí se puso, escribió, con Para Vázquez, el “destino sudamericano” todo él es, como el país, una maldición
Bioy, El matadero del peronismo y lo tituló expresa la incultura, la barbarie, la befa y la china. Sigamos.) El poema se plantea como
La fiesta del monstruo, dijo, por fin, que los muerte. Su enfoque es cerradamente sar- un monólogo interior de Francisco Laprida,
peronistas eran incorregibles. Lo eran tanto mientino. Cerradamente Sur, la revista “asesinado el día 22 de septiembre de 1829,
como lo era él: su pasión antiperonista sólo donde se concentraba el odio al peronismo y por los montoneros de Aldao” (Jorge Luis
podía medirse con la pasión de los peronistas a la “barbarie” del siglo XIX. Es notable que Borges, Obras Completas II, Emecé, Buenos
por sí mismos. Los odió tanto como ellos María Esther –en el fondo: una buena seño- Aires, 1996, p. 245). Es curioso: pero uno no
odiaron a la clase social que lo cobijaba y a la ra– extienda “a la tristemente conocida época puede sino pensar que todo es todavía más
que defendió siempre. Expresó, como pocos, del Proceso” la presencia del peronismo y de complicado de lo que es. Hoy, cuando los
la hoy todavía vigente, todavía paralizante, la barbarie gaucha. En septiembre de 1975, diarios se leen por Internet, imaginemos a
todavía mecanicista, maniquea, toscamente en la celebración que todos los años (ignoro cualquier extranjero en cualquier lugar del
dual, binaria y simplificante contradicción si esto sigue ocurriendo) hacían de la Revolu- mundo con un razonable interés por la histo-
peronismo-antiperonismo. Con todo, en uno ción Libertadora quienes habían luchado en ria de este país. Luego de leer el párrafo de
de sus poemas, fue más allá de sí mismo, de ella o sus familiares o sus continuadores, está Borges que cité (ése: que Laprida fue asesina-
su ideología, de los códigos de su clase, de su presente el Almirante Rojas, el mismo que en do el 22 de septiembre de 1829 por los mon-
amor por la Civilización alla Sarmiento, de los noventa se abrazará con el caudillo federal toneros de Aldao) el buen hombre se pregun-
su odio por los gauchos. Un poeta –como peronista y bárbaro Carlos Menem. En 1975 ta: “¿Cómo, los Montoneros ya mataron a un
todo verdadero artista– se excede a sí mismo. todo era distinto. Había que alimentar el tal Laprida en 1829?” No, a Laprida lo
Supera, en su arte, sus limitaciones concep- clima para el golpe militar. Había que liqui- matan los montoneros de Fray Félix Aldao,
tuales, sus odios ciegos, los condicionamien- dar al gobierno de la heredera de Perón, un “bárbaro” cuya biografía escribirá el “civi-
tos lineales de su inserción de clase, los man- hombre de dejar herencias incómodas y hasta lizado” Sarmiento, que se desvivía por las
datos paternos. O, en el caso que nos ocupa, belicosas. Se reúnen, por tanto, los entusias- vidas azarosas de estos hombres que odiaba.
maternos, porque sólo a Ella solía escuchar y tas de la Libertadora y el acto se lleva a cabo. Borges elige al perfecto protagonista que
hasta obedecer, a Madre, como Norman Hay –coherentemente– vivas a Rojas, a necesita para su poema: Francisco Narciso de
Bates. Jorge Luis Borges –de él, se habrá ya Aramburu y hay también vivas a otro perso- Laprida fue quien declaró la independencia
advertido, estamos hablando– escribió ese naje que, si bien no participó de la Liberta- de esta patria tramada por los antagonismos.
poema que lo llevó más allá de sí mismo, que dora, pareciera haber actualizado su credo en Y el montonero que lo derrota (un ex fraile, a
lo tironeó hacia la más honda comprensión otro septiembre, no un dieciséis sino un quien también matarán) le entrega, a la vez,
de la patria a la que un argentino haya acce- once. Repetidamente, a toda voz se grita: una certeza inesperada. Sarmiento, al narrar
dido, al punto exquisito en que la totalidad “¡Viva Pinochet!” El cronista del diario La la muerte de Aldao, dice que alguien le
se constituye, en que la comprensión se con- Opinión (cualquiera puede verificarlo en la reprocha las desgracias que le propinó a su
quista, en que el todo se torna traslúcido por- edición del 17 de septiembre del ’75) escribe: patria. Y que Aldao responde: “También le di
que todas las partes confluyen en él, explicán- “Eso revela lo que le espera al país si esta días de gloria”. No podemos saber si uno de
dose, en un poema que escribió el 4 de julio gente se adueña del poder”. Sí: esa gente se ellos fue el que culminó con la muerte de
de 1943, puntualmente un mes después del adueñó del poder. El Proceso de Reorganiza- Laprida, pero es probable y hasta más que
golpe de junio, el del GOU, el que abre la ción Nacional se llamó de ese modo por ins- eso. “La victoria es de los otros”, verifica
senda tumultuosa que el peronismo habrá de pirarse en la Organización Nacional que el Laprida en tanto “se dispersan el día y la
transitar. país emprende después del triunfo de las cla- batalla”. Y añade: “Vencen los bárbaros, los
Se trata del “Poema Conjetural”, que Bor- ses ilustradas en Caseros y de la consolida- gauchos vencen”. Es el triunfo de la barbarie
ges publica en La Nación. Ocupaba la presi- ción de la misma en el ochenta, con Roca sobre la inteligencia. El colonialismo siempre
dencia el general Pedro Pablo Ramírez. Una conquistando el desierto, eso que, muy acer- se adjudicó el valor de la Razón. En la Argen-
señora de la misma clase social de Georgie o tadamente, David Viñas, para marcar a fuego tina, los grandes textos colonialistas fueron
a la que Georgie deseaba pertenecer aunque el genocidio indígena, llama “la segunda con- escritos por la burguesía ilustrada. El mariscal
sólo fuera como un miembro de escaso patri- quista de América”. francés Bougeaud conquistó Argelia y libró
monio, con pocos campos, sin estancias ni batalla contra todos los insurrectos que
peones pero sin duda con un deslumbrante TIEMPOS INTERESANTES defendieron su territorio. Su lema fue:
talento, la señora María Esther Vázquez, que Conducido por los misteriosos arcángeles “Combatir a la barbarie con la barbarie”. En
fue su amiga, entre tantas que tuvo este hom- de la poesía, Borges supera el odio de su una de sus acciones quemó vivos a quinientos
bre que les temía a las mujeres pero no podía clase, de su grupo de pertenencia, de Madre y argelinos. Sarmiento lo admiraba. En sus tex-
vivir sin ellas, escribió una especie de biogra- de las señoras con que tomaba el té, y entrega tos de viajes no dejaba de mencionar su
fía en la modalidad entretenida, chispeante, la comprensión más honda (o, sin duda, una crueldad y su decisión de batir a los bárbaros
liviana y rencorosa del chisme. En ella, del de ellas) de este indescifrable, fascinante país. con sus propios métodos, algo que aquí, tam-
“Poema Conjetural”, escribe: “Resultó, de un (Nota: Digo “fascinante” porque ser argenti- bién para admiración de Sarmiento, hizo el
modo misterioso, profético en cuanto a la no es, si no ser chino, padecer la más impeca- coronel Ambrosio Sandes. No obstante, aquí
conducta que asumiría el posterior régimen ble de sus maldiciones. No hay nada peor no hubo algo similar al general Bougeaud. Se
fascista, encarnado en la figura de Juan que una “tortura china” o una “maldición le hizo la guerra a la barbarie con la barbarie,
Domingo Perón. Perón empezaría a asolar el china”. De las “maldiciones” arriesgo que la pero el país había declarado su independen-
país meses después, cuando se hizo cargo del más elaborada, sabia, esa que expresa más cia. Es Narciso de Laprida, precisamente,
Departamento Nacional del Trabajo, trans- que todas un añoso y hondo conocimiento quien lo hace. Al ser el país independiente la
formado en la Secretaría de Trabajo y Previ- de la existencia humana, es la que dice: “Te tarea de “conquistarlo”, de erradicar a la bar-
sión, desde donde empezó a desarrollar una deseo que vivas tiempos interesantes”. A su barie, de hacerle la guerra “con la barbarie”
tarea demagógica que, entre otras cosas, lle- autobiografía, Eric Hobsbawm la tituló: cae en los círculos ilustrados, que son los que
varía al país a décadas de odio. Se puede con- Tiempos interesantes. Son los peores. Los que se ligan a Europa comercial y culturalmente.
siderar al ‘Poema Conjetural’ como una pieza no dan paz ni tregua. Los tiempos del sonido Nuestro general Bougeaud es Sarmiento, es
‘política’ en la que se denunciaba un pasado y de la furia. De la muerte. Sostengo que Mitre, es Roca. O lo fueron los lugartenien-
que –Borges no podía imaginarlo– sería una todos o casi todos los tiempos de este país tes de Mitre que dirigieron y protagonizaron
forma de futuro. Tras el advenimiento del que llamamos “nuestro” han sido interesantes. la “guerra de policía” que se les hizo a las
peronismo se hizo consciente esta peculiari- Que ninguno dio respiro. Que si de “prima- provincias después de Pavón: Sandes, Irrazá-
dad del poema, cada vez más próximo a veras” se habla uno recuerda dos: la de Cám- bal, Paunero. Un Edward W. Said, en la
nosotros, siempre acorde con el ‘destino pora y la de Alfonsín. Luego, el frío de las Argentina, no tendría que rastrear los textos
sudamericano’ de incultura, de barbarie, de “crueles provincias”. La estética del degüello. colonialistas en los escritores del Imperio. Ni
befa y de muerte que incluye, por supuesto, a La mazorca federal. Los unitarios de Estomba en Dickens ni en Jane Austen ni siquiera en
la tristemente conocida época del Proceso, y de Rauch atando a los enemigos a los caño- la Aída de Verdi. Al ser, desde 1810, un país
entre 1976 y 1983” (María Esther Vázquez, nes y ordenando disparar. La “guerra de poli- poscolonial, la Argentina dio a luz a sus pro-
Borges, esplendor y derrota, Tusquets, Barcelo- cía” de Mitre. La Semana Trágica. La Pata- pios escritores colonialistas. Seré, por el
na, 1996, p. 180). Se trata de una muy pobre gonia Trágica. La Triple A: capucha y zanja. momento, breve: todos los escritos que justi-
interpretación del “Poema Conjetural”. La ESMA: la tortura en tanto “tarea de inteli- fican la necesariedad de la penetración de la
María Esther llama “régimen fascista” al gencia”. Las contraofensivas montoneras que razón europea en el país son textos colonialis-
II
tas. Esto no es “revisionismo histórico”. Me matará, completa su figura, entrega densidad zación/Barbarie. Su totalización superadora.
refiero a otra cosa: la racionalidad europea a su destino, dibuja su totalidad impensable Ser argentino es ser hombre de cánones y
–la que nace con Descartes y se consolida sin ese duelo. “Al fin –piensa Laprida– he hombre de cuchillo y de cielo abierto. Si el
con la razón iluminista y se fortalece en descubierto la recóndita clave de mis años. cuchillo del montonero le es “íntimo” a
Nietzsche en tanto voluntad de poder– ha (...) En el espejo de esta noche alcanzo/ mi Laprida es porque completa su figura. No se
sido puesta en el banquillo de los acusados insospechado rostro eterno. El círculo/ se va es sudamericano sin incluir al otro, al bárbaro,
por la mayoría de las corrientes de la filoso- a cerrar. Yo aguardo que así sea. (...) Pisan al diferente.
fía. O como razón instrumental que se apro- mis pies las sombras de las lanzas/ que me Algo cuya infrecuencia será agobiante. Aún
pia de la naturaleza y lleva ese dominio, buscan. Las befas de mi muerte,/ los jinetes, hoy la contradicción está. Cuando la candi-
luego, al de los hombres. O en tanto sofoca- las crines, los caballos,/ se ciernen sobre mí... data de la Coalición Cívica habla del voto
miento de los instintos para crear una cultura Ya el primer golpe,/ ya el duro hierro que me lúcido, ilustrado de los “centros urbanos” y
del malestar. O en tanto razón que instaura raja el pecho,/ el íntimo cuchillo en la gar- propone marchar al rescate de “nuestros her-
la injusticia de clases. O el colonialismo. O ganta”. El “íntimo cuchillo” cierra el círculo. manos los pobres” apresados por el clientelis-
(como dice Heidegger en su célebre párrafo ¿Por qué ese cuchillo es “íntimo”? Porque ese mo peronista retrocede a los tiempos de “El
final de La frase de Nietzsche “Dios ha muer- cuchillo es el de la barbarie. Y ese cuchillo lo Matadero” echevarriano. Sin el talento de
to”) como “la más tenaz adversaria del pen- completa a Laprida. Totaliza su figura de Echeverría. El sistema de libremercado –que
sar”. O, como en Walter Benjamin, la razón sudamericano. Morir así, a manos de la bar- sigue funcionando– crea una y otra vez, sin
que ha construido una historia de ruinas, una barie, no le hace perder su condición de ilus- cesar, espacios de “barbarie”. El “bárbaro” es
historia-catástrofe ante la que se horroriza el trado, pero le señala el territorio en que vive: el que no pertenece a la centralidad, a la
Angelus Novus. O, como en la Escuela de es un sudamericano como los gauchos que lo polis, a la civitas. El “bárbaro” es el que está
Frankfurt, la razón capitalista burguesa que ultiman. No hay Civilización y Barbarie. afuera y su verdadera peligrosidad reside en
lleva de las certezas de la Ilustración a los Hay una geografía urdida por los cánones y su deseo de “entrar”. La civilización es todo
campos de exterminio. los jinetes, las crines, los caballos. Este hom- aquello que la barbarie no es. La barbarie es
El Facundo de Sarmiento es el más grande bre culto, este hombre a la europea no es un todo aquello que no es la civilización. Si
de nuestros textos colonialistas. El más nota- europeo. Un europeo no muere así. “En arra- Roma sucumbe ante la barbarie es porque
ble y hasta genial esfuerzo para demostrar bales últimos.” El cuchillo es “íntimo” (gran ésta la ha penetrado. No hay mayor amenaza
que la racionalidad europea era el Progreso, adjetivo borgeano) porque totaliza su identi- para la civilización que
la Civilización. Este esquema va a seguir y va dad. Como hombre de libros y sentencias la amenaza de la
a penetrar también a las interpretaciones del Laprida era una parcialidad. El cuchillo de la barbarie. O la
peronismo. No queríamos sino dejarlo plan- montonera lo entrega a la historia áspera, civiliza-
teado desde ahora. Desde aquí: en que tene- bárbara del país que habita. El círculo se cie- ción eli-
mos a Laprida, el ilustrado, a punto de morir rra. Ahora, él, Laprida, es una mina la
a manos de los bárbaros de Aldao, el monto- totalidad, la barbarie ha
nero. “Yo –piensa Laprida–, que estudié las hendido, ha rasgado
leyes y los cánones.” El, el hombre de razón, con su puñal el
el que representa los intereses de la cultura, pecho del civiliza-
que es, desde luego, la cultura de los cánones, do, haciéndolo
de las leyes, huye sin esperanzas hacia el Sur, suyo.
“por arrabales últimos”. La palabra “arrabal” Como vemos, el
es anacrónica (no había “arrabales” en 1829) Poema conjetural va más
pero plenamente borgeana. Expresa la perife- lejos del golpe del ’43 y
ria, lo que se aparta de la civilización. En de todas las burdas
suma, el Sur. Este territorio es, en Borges, el interpretaciones sobre
territorio de la barbarie. Su mejor cuento (es el antiperonismo de
sólo mi opinión) se llama así: “El Sur”. Y la Borges y de su proféti-
historia es también la de un hombre de la ca visión de la “barba-
ciudad, un hombre de libros, tal vez el rie peronista”. Civili-
mismo Borges, un hombre llamado Juan zación y barbarie se
Dahlmann que sale de una clínica luego de diluyen en el
una larga postración y se dirige hacia el Sur. poema,
Entra en un Almacén y lo provocan unos son
muchachones. Un viejo, que es una cifra del categorí-
Sur, le hace llegar un puñal, para que pelee. as desleí-
Dahlmann sabe que si agarra el puñal es das, moribundas
hombre muerto: está, todavía, débil, no o definitivamente
podrá pelear. Vagamente piensa: en la Clíni- muertas. Nadie
ca no habrían permitido que esto me pasara. ignora que Borges
Sin embargo, agarra el cuchillo y sale a pele- habrá de ejercer luego
ar. Va a morir acometiendo y a cielo abierto. un apasionado antipe-
Va a morir inmerso en la cultura bravía del ronismo. Aprobará los
Sur. Borges, no tan secretamente como suele fusilamientos del ’56. Hará
suponerse, sino con claridad, con lucidez, todos los rituales del odio
amaba el Sur. El Sur era lo Otro. Amaba su de clase. Pero –aquí– en
Otro. Su Otro lo completaba. No pretendo este poema luminoso, la
decir nada original con esto. También podría contradicción que estructu-
sugerir unas disculpas por si alguien se inco- ra este país se conjura en
moda ante la palabra “Otro” escrita así: con una totalidad que las contie-
mayúscula. Pero necesito desarrollar estos ne a ambas. El Poema conje-
temas. Si la filosofía política que vamos a ins- tural es el auf-
trumentar se basa en el antagonismo amigo- hebung a la
enemigo acordemos que la palabra “Otro” contradic-
tiene relevancia. El “amigo” es el Otro del ción Civili-
enemigo. El “enemigo” es el Otro del amigo.
Volvemos a Laprida: huye hacia el Sur,
donde Dahlmann murió de cara al sol y
sobre la tierra, en territorio ajeno. “Oigo los
cascos/ de mi caliente muerte que me busca/
con jinetes, con belfos y con lanzas”, piensa
Laprida. Y su muerte, sabe, está cerca, ya
sobre él. “Yo que anhelé ser otro, ser un
hombre/ de sentencias, de libros, de
dictámenes/ a cielo abierto yaceré
entre ciénagas.” Pero algo inespera-
do sucede: un hecho extraordinario.
“Me endiosa –piensa Laprida– un
júbilo secreto.” ¿Cuál es? ¿Cuál es
el “júbilo secreto” del hombre de
libros, de dictámenes? “Al fin me
encuentro con mi destino sudamerica-
no.” Como Dahlmann: pelear ahí, en la
llanura, con un cuchillero que, sabe, lo
III
barbarie incluyéndola, es decir, incorporándola a tutelar ese enfrentamiento y conciliará a obreros político que nucleó carecía por completo de expe-
la civilización. O la elimina por medio de la gue- y patrones. La lucha de clases, escribe, no se deja- riencia política y sindical. Recién entraba a la
rra, exterminándola. Actualmente la única medi- rá abolir. Pero, de esa lucha, habrá de aprove- industria. Recién llegaba a las ciudades. Aquí, los
da que parece tomar el Imperio es destruir a los charse el “coronel sindicalista”. Señala el carácter esperaba el “coronel sindicalista”. Un astuto flau-
bárbaros, ya que no puede incorporarlos. Pero los virginal del nuevo proletariado. De los migrantes tista de Hamelin que habría de seducirla con
bárbaros amenazan doblemente al Imperio: A) que llegaban intocados a la gran urbe. Sobre ellos beneficios que les llegaban, a los silvestres, ino-
Quieren entrar en él. Sobrepoblarlo. Algo que el habrá de construir Perón su liderazgo. “La mayor centes migrantes, verticalmente, desde el Estado.
Imperio vive en el modo de la invasión. B) Los parte del nuevo proletariado (anota), de los traba- Tuvieron los beneficios pero no tuvieron que
bárbaros atacan al Imperio por medio del terro- jadores de origen rural recién ingresados a la luchar por ellos. De este modo, se conforma un
rismo. industria, permanecía fuera de los sindicatos y era proletariado pasivo, que lo espera todo de la bon-
De esto estamos lejos. Volvemos a la sociedad campo virgen para el proselitismo de los sindica- dad de su líder, el “coronel sindicalista”, y del
argentina del cuarenta. Ahí, Borges escribe el listas peronistas” (Masas, caudillos y elites, Edicio- Estado que el líder controla. Una clase obrera es
Poema conjetural. No hay verdadera civilización si nes Fichas, Buenos Aires, 1971, p. 61). Pero autónoma cuando crea sus propias organizacio-
no se le entrega la complejidad de la barbarie. Un resulta apresurado hablar de “sindicalistas pero- nes. Cuando conquista sus derechos. Cuando sus
país como la Argentina tiene dos fuentes, dos nistas”. Quien mantiene, desde la Secretaría de organizaciones son controladas desde el Estado,
brazos, dos rostros que deben fundirse. El rostro Trabajo y Previsión, un diálogo directo, abierto, cuando sus derechos se le conceden como “bene-
final de Laprida no es ni el del bárbaro ni el del con los migrantes es el propio Perón, cuya estruc- ficios” es heterónoma. Algo es “heterónomo”
civilizado. Tampoco es una suma de los dos. Es tura, hasta el momento, es sólo la que le aseguró cuando lo que tiene le ha sido dado. No lo con-
la compleja trama que origina una nueva figura: su pertenencia al GOU. Peña, a renglón seguido, quistó desde la lucha. La “lucha” contra las clases
la del hombre sudamericano. lo reconoce: “Desde las oficinas de la Secretaría que la oprimen es central para la clase obrera. Si
de Trabajo y Previsión se fue estructurando así hay un Estado que le “concede” beneficios sin
MILCÍADES PEÑA, LA una nueva organización sindical que culminaría impulsarla a luchar por conquistarlos, ese Estado
INTERPRETACIÓN BASADA EN en la CGT del período 1946-1955 y cuya prime- la condena a la pasividad, a la mansedumbre, eli-
LA LUCHA DE CLASES ra y fundamental característica era depender en mina en ella la “lucha”. Al eliminar la “lucha” eli-
La mejor, la más impecable interpretación que todo sentido del Estado que le había dado vida” mina el conflicto de clases. Es el Estado, enton-
el marxismo argentino ofreció del peronismo sur- (Ibid., p. 61). El proceso es simultáneo: Perón ces, el que se transforma en el árbitro entre las
gió de la pluma de Milcíades Peña. Milcíades forma su organización sindical en la medida en clases. A esto se le llama bonapartismo. (Volvere-
nació el 12 de mayo de 1933 y murió, suicidán- que atrae a quienes conforman el nuevo sujeto mos sobre este tema.)
dose, el 29 de diciembre de 1965. Fue un hom- político, los migrantes. Acude a viejos sindicalistas
bre de una inteligencia luminosa. Si, sobre todo, de todo origen. Pero el sindicalismo peronista no EL TAN INVOCADO
entendemos inteligencia en tanto rigor para estaba “esperando” a los migrantes. Se forma con “PUEBLO PERONISTA”
seguir una teoría y aplicarla. Por medio –y esto es ellos, se nutre de ellos. El proyecto es uno. Es Sin embargo, Peña detecta que las clases pro-
muy importante– de una escritura ágil, lúcida, paralelo. Perón capta al sujeto desde la Secretaría pietarias están indignadas con “el coronel sindi-
irónica, precisa, rigurosa. Muy tempranamente de Trabajo y, una vez realizada esta tarea o para calista”. Lejos de agradecerle el evitar un conflic-
descubrí a Milcíades en las viejas ediciones de completarla, para darle forma, encuadra al Sujeto to de clases. Impedir que el proletariado luche
Ediciones Fichas, a fines de los años sesenta, en un sindicalismo que él, Perón, controla y por sus verdaderos derechos contra quienes lo
comienzos de los setenta. Uno elige sus conten- habrá de controlar desde el Estado. Un Estado explotan. Lejos de agradecerle a Perón el sagaz
dientes y hay en eso, ciertas veces, una oculta –señalemos ya esto– que la nueva clase obrera control del posible alzamiento obrero que habría
admiración. Admiré a Peña hasta el plagio. De jamás dejará de ver, sentir o interpretar como su provocado la concentración urbana creada por la
hecho, el primer trabajo que publiqué en la revis- Estado, el Estado que habrá de darle trabajo, industria, se le enfrentan, le dicen nazi y demago-
ta Envido –en 1970– se llamó El extraño naciona- derechos, el Estado que habrá de estar ahí sobre go. “Por cierto (escribe Peña), las positivas mejo-
lismo de José Hernández. Había tomado la idea todo y ante todo para beneficiarla. Claramente: ras que la clase obrera recibía fueron inclinándola
central de un texto –breve, tendría no más de desde el inicio la clase obrera peronista ve al Esta- poco a poco en favor de Trabajo y Previsión y
una página y media– de Milcíades. Escribí un do de Perón como su Estado benefactor. Sin muy particularmente del Coronel Perón. Pronto
trabajo largo, fundamentado por otras fuentes. haber leído a Keynes. las organizaciones de la burguesía argentina
Dos cosas me llevaron a no reconocer mi deuda Peña señala que la Secretaría de Trabajo empu- –Unión Industrial, Sociedad Rural, Cámara de
con él: 1) Mi inexperiencia. O mi joven vanidad: ja a los obreros hacia los sindicatos que ella con- Comercio, etc.– comenzaron a indisponerse con
quería ser original. Me moría por ser original; 2) trola. Sugiere –o más que sugiere– que la “pre- el secretario de Trabajo y se empezaron a escu-
El mayor desarrollo que mi trabajo tenía sobre el sión” llega a ilegalizar o condenar “a la clandesti- char acusaciones de demagogia” (Ibid., p. 63).
tema que ya Peña había tratado. ¿Por qué recono- nidad” a los otros sindicatos. Un punto muy dis- Lejos de advertir que Perón les estaba haciendo el
cer como fuente una anotación suya casi fugaz? cutible sobre el que no abunda. Por el contrario, inmenso favor de frenar una “revolución social”
Grave error. Al salir, mi trabajo fue bien acepta- escribe: “Pero el énfasis no se puso en la repre- o, sin más, “socialista”, la oligarquía, aliadófila
do y recogí los reconocimientos que buscaba. sión, sino en las concesiones reales a la clase obrera ella, veía al coronel como un fascista y cantaba
Incluso el de la originalidad. A lo largo de los efectuadas a través de los sindicatos estatizados” “La Marsellesa” el día de la liberación de París,
años me fueron señalando mi silencio: Peña (Ibid., p. 62. Cursivas nuestras). Pero, ¿termina- algo que llevará a Borges a decir una frase famo-
había escrito antes que yo sobre las contradiccio- rán esas concesiones beneficiando realmente al sa: que una emoción colectiva puede no ser
nes o los fundamentos ideológicos de Martín Fie- joven proletariado? En principio, son muchas: indigna. Como la oligarquía no suele equivocarse
rro y de su autor, Hernández. Esa crítica, sobre “Mejoras apreciables en los salarios y en las con- en sus odios, convendrá mantener entre parénte-
todo, la hizo Horacio Tarcus en un libro que diciones de trabajo, una marcada tendencia a sis la teoría que hace de Perón el abortista
dedicó a Peña y a Silvio Frondizi y cuya lectura favorecer a los obreros en los conflictos gremiales, maquiavélico de una revolución obrera. Parecie-
recomiendo vehementemente. (Nota: Horacio el amparo concedido a los dirigentes y delegados ra, por el contrario, que el “control social” del
Tarcus, El marxismo olvidado en la Argentina: Sil- frente a la tradicional prepotencia patronal en el líder obrerista implicaba un costo excesivo que la
vio Frondizi y Milcíades Peña, Ediciones El Cielo trato con los obreros, todo esto facilitó que los oligarquía no estaba dispuesta a pagar porque,
por Asalto, 1996. Se verá que Peña jamás fue un obreros se dejaran afiliar en los sindicatos estatiza- sobre todo, lo consideraba innecesario. Si así
marxista que yo haya olvidado. Incluso suelo dos” (Ibid., p. 62. Cursivas nuestras). Peña, aquí, fuera sería recomendable no insistir con una
intentar convencer a más de un editor acerca de habrá de señalar que este proceso debió tener un famosa bobería: que Perón impidió, frenó o con-
la necesariedad de reeditar su obra. Mis alumnos signo contrario. Con Perón (es apresurado hablar troló un inevitable alzamiento revolucionario en
saben el respeto con que lo trato en clase. Incluso aquí de “peronismo”), los obreros no fueron hacia la Argentina de los ’40.
este año –sin saber yo que estaba presente– me lo los sindicatos, no se movieron hacia ellos. Esto Aquí, con todo, se agita algo más importante.
agradeció, al final de una larga exposición de habría sido lo correcto: una clase obrera que, En un documental sobre la organización Monto-
Masas, caudillos y elites, su hijo Milcíades.) Aclaro desde sí, organiza su propio sindicalismo. Digá- neros, una ex militante desecha toda posibilidad
que, en ese libro, Tarcus ataca duramente mi moslo ya: una clase obrera autónoma, no heteróno- de retornar a la violencia. Y, amargamente, dice:
libro Filosofía y nación. Defiende a su biografia- ma. Por el contrario, “los sindicatos –la Secretaría “¿Con este pueblo?” Acaso le había llevado tiem-
do. No importa si tiene o no razón. Quiero seña- de Trabajo– fueron hacia los obreros. Así se creó po conocer –conocer verdadera, hondamente– la
lar otra cosa: si yo discutí con Peña en ese tem- la nueva Confederación General del Trabajo naturaleza del tan invocado “pueblo peronista”.
prano ensayo (Filosofía y nación) fue porque lo (CGT) que pronto unificó en su seno a la totali- Porque si el “pueblo peronista” surge a la historia
admiraba. No me hubiera medido con otro. dad de la clase obrera” (Ibid., p. 62). Se crea una nacional como Peña lo plantea, pedir, en los
Hoy, tantos años después, lo elijo para ejemplicar organización poderosa. Pero ese poder es el poder setenta, a ese “pueblo” que transforme sus casas
una perfecta interpretación marxista del peronis- de la organización, no el de la clase obrera. Esa en “fortines” (A la lata, al latero, las casas peronis-
mo. Habrá acuerdos o desacuerdos, pero es el CGT es fruto del proyecto de construcción de tas son fortines montoneros) implicaba un grave
primer texto del que me ocupo. Está lleno de poder de Perón pero no es fruto de las conquistas desconocimiento de su historia. Grave, porque se
libros que diversos periodistas han escrito o escri- obreras. Los obreros no conquistan nada. El Esta- trabajaba con una materia prima inadecuada para
PROXIMO ben sobre el peronismo. Ninguno araña el rigor do, por medio de la CGT, habrá de concederles el proyecto político revolucionario en que se la
DOMINGO de Peña. Nada más saludable que encontrar las mejoras que necesitan y por medio de esas quería incluir. O grave –también– si se buscaba
alguien sólido con quien discutir. Eso fue y es mejoras habrá de conquistar su respaldo político. construir el mito de un pueblo peronista combati-
PRIMERA PARTE Peña para mí: un contrincante de lujo. Y muchas Se plantea un problema: ¿qué grado de combati- vo, que si había estado, en los cuarenta y en los
veces un aliado. vidad, de lucha, podrá tener una clase obrera cre- cincuenta, dispuesto a “dar la vida por Perón”,
Hacia el primer Peña –en el citado Masas, caudillos y elites– ini- ada en exterioridad, desde el Estado y los sindica- estaría ahora, en los setenta, dispuesto a “dar la
gobierno de Perón cia su análisis del peronismo en el capítulo Un tos del Estado? Lo esencial de la nueva CGT es vida” por un proyecto socialista, emancipatorio.
Pueblo peronista coronel sindicalista. Perón, dice, ha venido a ter- que no ha surgido de una movilización autónoma Un proyecto que formara parte de los movimien-
y conciencia de clase minar con la lucha de clases. El Estado habrá de de la clase obrera. Pudo ser creada porque el sujeto tos de liberación del Tercer Mundo.

IV Domingo 9 de diciembre de 2007

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