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El día 22 de Mayo de 2009 el Dr. Miguel Angel Beltrán Villegas, sociólogo, historiador,
latinoamericanista y sobre todo un humanista comprometido, fue víctima de la flagrante violación
de sus derechos humanos y de sus garantías individuales en una acción presuntamente organizada
por los gobiernos de Colombia y México.
Miguel Ángel Beltrán Villegas estaba en México de manera legal realizando una residencia
posdoctoral en el CELA de la Universidad Nacional Autónoma de México; acucioso y metódico
investigador de la realidad latinoamericana, su estancia formaba parte de ese proceso de
consolidación del gran analista de la realidad social que ya es. Un proceso trunco de hecho porque
el gobierno mexicano, a través del Instituto Nacional de Migración, optó por cancelar de manera
expedita sus derechos, expulsándolo directamente a Colombia. Con ello se violaron de manera
grave las garantías de derecho de audiencia, de inconformarse ante una resolución de la autoridad y
sobre todo, la presunción de inocencia en el caso de una petición de un tercero frente a un
ciudadano. Un estado que vulnera derechos fundamentales pone en grave riesgo su calidad
democrática y siembra la duda sobre la fortaleza de sus instituciones judiciales, cuando estas se ven
compelidas a actuar bajo la presión mediática del discurso seguritario.
Miguel Ángel Beltrán Villegas es un analista crítico de la vida social; un fino y sensible
Investigador que, para fortuna de quienes hemos compartido con él la formación académica, es
además generoso. Y esa generosidad hace que sea en el debate abierto donde Miguel ha expresado y
expresa su opinión informada, ilustrada, basada no en fines últimos sino en tercas realidades; las
nuestras, las de esta América Latina desigual, excluyente, violentada por la retórica del miedo que
también es una derrota del estado de derecho. Si como señala el gobierno colombiano, tenían
información que comprometía la actividad de Miguel, ¿cómo así salió para hacer su estancia
posdoctoral sin impedimento alguno?, ¿cómo fue que transcurrió un largo año y algunos minutos
antes el día 22 para que cayeran en la cuenta que “era un terrorista sofisticado”? Esta fragilidad
institucional ratifica únicamente que cuando se abandonan las prácticas democráticas para ceder el
espacio a la retórica del terror, hasta el ciudadano común y corriente está expuesto a las veleidades
del autoritarismo.
Miguel Ángel Beltrán Villegas es además un hombre bueno. A quienes nos ha honrado con el
privilegio de su amistad y la discusión académica, no nos queda la menor duda que es una persona
moralmente intachable, solidaria, sencilla y pacífica; un hombre bueno que no merece el
linchamiento mediático del que ha sido objeto, como tampoco merece la amenaza que se cierne
sobre él.