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El Sucre: moneda única para los países asociados en

la Alternativa Bolivariana
para América (ALBA)

Todo proceso de integración económica y monetaria en determinado


momento deberá armonizar las políticas económicas y monetarias de
los Estados miembros con el fin de implantar una moneda única.
René Alberto Langlois
rene.alberto.langlois@gmail.com

Los equipos técnico-económicos de Venezuela, Cuba, Bolivia,


Honduras, Nicaragua, Dominica y Ecuador han preparado uno de los
temas que sus Mandatarios abordarán esta semana en la Cumbre
Presidencial del ALBA: la implementación del Sucre como moneda
común.

El ALBA, como proyecto integracionista, pretende la colaboración a


nivel político, social y económico entre sus miembros como
contrapartida al ALCA impulsada por los Estados Unidos.

El acuerdo que dio origen a la iniciativa anterior es el de la creación de


una Zona Monetaria Común entre los países miembros del ALBA y
Ecuador, Zona que contará con una unidad de cuenta común,
transacciones homologadas y fondos de compensación para finalmente
adoptar el Sucre.

Es evidente que el reemplazo de monedas locales por una moneda


“internacional” multiplica el comercio entre los países que la utilizan,
facilita el acceso a los mercados financieros mundiales y favorece la
integración de los Estados que la impulsan pero, es de advertir, que
todas estas ventajas se logran en el caso de monedas
internacionalmente aceptadas como el euro, el dólar o el yen.

Los procesos de integración, en todas sus etapas, tienen una


característica muy marcada, su gradualidad, la cual hace referencia a
mecanismos escalonados, paulatinos y crecientes: sin prisas pero sin
pausas, con calma pero sin saltar o quemar etapas.

Las integraciones monetarias tienen condiciones y políticas básicas


como son: la total e irreversible convertibilidad de las monedas entre
sí; la plena integración de los sistemas financieros; y la libre movilidad
de personas, bienes, servicios y capitales.

La creación de un banco central común, a cargo de quien estará la


emisión de la moneda común así como el establecimiento de la política
monetaria común, viene a ser la última etapa de la integración
monetaria.

Tanto los países centroamericanos miembros del Sistema de la


Integración Centroamericana (SICA) como los Estados miembros del
ALBA poseen monedas locales que no tienen circulación más allá de
sus propios territorios, salvo El Salvador y Panamá que poseen
sistemas dolarizados y, en casos de devaluaciones frente al dólar, los
precios de los bienes suben “proporcionalmente” de tal manera que las
devaluaciones conducen a las tan temidas inflaciones.

Por cuestiones como las expresadas es que considero que de emitirse


el Sucre solamente podrá usarse entre los países miembros del ALBA
pues su aceptación a nivel mundial sería el mismo que el de sus
monedas existentes.

El Salvador, Centroamérica, 16 de abril del 2009.

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