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La arquitectura de la memoria 1

ARQUITECTURA; CONSTRUIR, HABITAR, PENSAR Por Adolfo Vásquez

Rocca

Adolfo Vásquez Rocca

Doctor en Filosofía y Teoría del Arte

Universidad Católica de Valparaíso - Universidad Complutense de Madrid

* Versión ampliada del Artículo

− VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "La arquitectura de la memoria: Espacio e identidad" pp.163 –

176 Revista Cuadernos de Filosofía - Nº 22 - 2004 [Publicación anual]. Universidad de

Concepción – Chile. ISSN 0716-9884 / y En A Parte Rei [Sección HEIDEGGER] Revista de la

Sociedad de Estudios Filosóficos de Madrid Nº 37 – 2005

http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/page47.html

− VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo,"Para hablar con los muertos. Poética de la memoria: Tralk,

Heidegger, Teillier ", En Revista de Diseño Urbano y Paisaje, UNIVERSIDAD CENTRAL DE

CHILE, FACULTAD DE ARQUITECTURA, URBANISMO Y PAISAJE, FAUP, ISSN 0717- 9758,

Volumen III, Nº 9, 2006.

INTRODUCCIÓN

Dr. Adolfo Vásquez Rocca.


La arquitectura de la memoria 2

Este trabajo se propone desplegar una mirada metafísico-existencial –y por

ello también arquitectónica sobre el habitar, entendido éste como un acto –de

resonancias espirituales mediante el cual el hombre afianza su identidad y se

reconoce en el trato que establece con las cosas. Esta mirada se corresponde con

la tesis heideggeriana del habitar poético del hombre en el mundo, entendiendo

este habitar en el sentido tanto físico-residencial de la morada, como espiritual

de la moral.

El desarrollo de las ideas heideggerianas respecto al “ser de lo útil”

rápidamente sitúan ante perplejidades que dieron lugar al planteamiento de

cuestiones tales como: el desmantelamiento postmoderno de la relación entre lo

útil y lo bello, las cuales son desplegadas en este trabajo como una reflexión en

torno al diseño y la arquitectura, todo esto en el intento de articular una poética

de la habitabilidad.

Los temas aquí desarrollados forman parte de las reflexiones que

Heidegger realizó para responder de un modo estricto, precisamente, al

problema de la estética. Estas reflexiones se encuentran principalmente en El

Origen de la Obra de Arte y Hölderlin y la esencia de la poesía. Ambos escritos

fueron leídos por su autor en conferencias pronunciadas con diferencias de

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algunos meses, sucediéndose cronológicamente en el orden citado.

La estética del siglo XIX se dedicó de modo muy unilateral a tratar el arte

como actividad subjetiva, dejando en segundo término el examen profundo y

directo de la obra de arte, la cual es en definitiva el motivo determinante de

aquella actividad. El cambio de dirección del pensamiento estético, que

reclamaba la propia naturaleza de dicha reflexión, no se ha producido hasta

nuestro siglo, y puede considerarse la actitud de Heidegger respecto a este

problema como un exponente temprano de dicho cambio. El punto de vista

heideggeriano es abordar directamente la obra de arte como tema concreto de

su análisis filosófico. Por más que sus trabajos estéticos tengan cierta autonomía

y el propio autor aluda muy escasamente a su obra anterior, es claro que aquéllos

tienen como supuesto de sus ideas centrales Ser y Tiempo. De manera similar a

este libro que es una ontología fundamental, los dos pequeños ensayos estéticos

pueden considerarse como una ontología del arte en el sentido más propio.

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LA PALABRA COMO MORADA DEL SER.

La tarea de la filosofía, tal como es entendida por Heidegger1, consiste en

conservar en su verdad la fuerza de las palabras más elementales en las que

nuestra realidad se expresa a sí misma, y preservarlas sobre todo de los usos

inerciales, los cuales las volatilizan llegando a ser incomprensibles, que es, por

otra parte, fuente y origen de problemas aparentes.

¿Desde cuándo es tarea de la filosofía preservar y conservar en su

primigenia verdad la fuerza de ciertas palabras elementales? ¿Desde cuándo notó

la filosofía que las palabras tienen fuerza, que hubiese palabras elementalísimas

y que fuera faena suya preservarlas y conservarlas en su verdad o primigenio

poder de manifestación? Sin embargo, mejor sería preguntarnos, ¿desde cuándo

dejó la filosofía de considerar como propias estas tareas, y desde cuándo pasaron

al dominio de los poetas?

Primogénitas y gemelas fueron, allá, en sus orígenes, filosofía y poesía. No

es coincidencia, sino natural necesidad, el que la primera obra de metafísica,

madre de todas las demás hasta el presente, haya sido obra de un poeta:

Parménides; y escrita, cantada, en verso hexámetro. La esencia de la poesía

consiste en saber inventar nombres que funden y asienten en la palabra el Ser y

la esencia de las cosas. Y fue el poeta-filósofo Parménides quien dio nombres


1
HEIDEGGER, Martín, Hölderlin y la esencia de la poesía, Ed. Anthropos, Barcelona, 1944.

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fundadores y fundamentales al Ser; y quien inventó las palabras Ser, Pensar,

Identidad… Dichtung ist das stiftende Nennen des Seins (Heidegger). Poetizar es

usar una palabra para el oficio de hablar del Ser; inventarle a un vulgar y físico

sonido el oficio de hablar del Ser. De este modo se puede afirmar que todo

poema supone una metafísica y que, a su vez, toda metafísica implica una

poética, un determinado imaginario.

Es así como los poetas han aprendido de los filósofos el arte de las grandes

metáforas –tan desacreditadas por el movimiento de la deconstrucción–, esas

imágenes iluminadoras e inmortales por su valor poético, como el río de

Heráclito, la esfera de Parménides, la lira de Pitágoras, la caverna de Platón.

Esa fusión de movilísimo con río, de identidad con esfera, de sonido con

números, de ideas con luz…, no se mantiene más de un instante, es una visión

reveladora, como un relámpago en el pensamiento, cuyo destello no dura más de

lo que todo presente, urgido por el futuro, arrastrado por la fuerza inmemorial

del pasado convertido en leyenda. Es el lugar del mito como sabiduría proverbial,

el que por la fuerza evocadora de sus imágenes, nos permite retornar a los

tiempos originarios, de modo que resplandezca entre sus fantasmas el verdadero

sentido del ser. Por ello la reflexión filosófica no puede prescindir del mito, así

como el mito de su guardián, el poeta.

Decir la verdad, es expresar, manifestar, articular, la condición de

pertenencia a un desvelamiento en el cual el hombre está (immer schon

geworfen) siempre ya arrojado. La metáfora guía para la noción de verdad no

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queda caracterizada por el acto de captar (begreifen) sino por el de habitar. Por

ello no es casual que Heidegger refiera tan a menudo el verso de Hölderlin sobre

el habitar poético del hombre. “dichterisch wohnet der Mensch auf dieser Erde”

(poéticamente habita el hombre esta tierra). Ahora bien, si la metáfora guía para

el concepto de verdad es el hecho de habitar, la experiencia de la verdad está

destinada a devenir una experiencia poética o estética2.

En la obra de Heidegger se esta constantemente buscando retornar al

origen, ya sea por el camino hermenéutico, ya por las señales de ruta dejadas en

el devenir etimológico de las palabras o mediante la reconstrucción de sentidos

primigenios a través de ejemplos tomados de una vida de aldea, en la cual se

puede percibir una gran nostalgia, la misma que él –Heidegger– reconoce en la

poesía de Trakl. Una nostalgia por aquel mundo del orden inmemorial de las

aldeas y de los campos, en donde siempre se produce la misma segura rotación

de las siembras y las cosechas, de sepultación y resurrección, tan similares a la

gestación de los dioses propios de la poesía de Hölderlin. En las obras de

Heidegger vemos las cosas dotadas de vida, las cosas vividas, el trato con las

cosas cotidianas, con las cosas admitidas en nuestra confianza, esto es lo que

Heidegger entenderá como el ser de lo útil.3

2
Esto es posible verlo en el concepto de hermenéutica de Rorty, que la opone a la epistemología
(En “La reconstrucción de la racionalidad hermenéutica” de Gianni Vattimo, compilado por H. R. Fischer,
A. Retzer y J. Schweizer).
3
RIVERA, Jorge Eduardo, Heidegger y Zubiri. Ed. Universitaria, Chile, 2001, p. 63.

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EL HABITAR POÉTICO DEL HOMBRE EN EL MUNDO.

Heidegger alude, a través de la imagen de la casa, al sentido espiritual

del hogar como espacio en el que se produce la unidad espiritual de los seres

humanos con las cosas. Es así como Heidegger realiza una lírica descripción de su

hogar ideal, una granja, en la Selva Negra:

“Lo que ordena aquí la casa es la autosuficiencia que permite al cielo y la

tierra, a los dioses y a los mortales formar una única unidad con las cosas. Es

eso lo que sitúa la granja mirando al sur, en la ladera de la montaña protegida

por los vientos, entre los prados cercanos al manantial, y la dota de un tejado

con ancho voladizo de guijarros, cuya característica pendiente no sólo aguanta

el peso de la nieve, sino que desciende hasta abajo para resguardar las

habitaciones de las tormentas durante las largas noches invernales. No olvida el

altar en un rincón, detrás de la mesa comunitaria, y halla sitio en la habitación

para el sagrado lugar del parto y para el ‘árbol de los muertos’ –pues así llaman

aquí al ataúd–, y de ese modo determina, para las distintas generaciones que

conviven bajo el mismo techo, el carácter de su viaje a través del tiempo. La

habitabilidad artesana, surgida ella misma de la morada, que aún emplea sus

herramientas y sus estructuras como si fueran cosas, edifica la casa de labor.”4

4
HEIDEGGER, citado por L. McDowell en Genero, Identidad y Lugar, Ediciones Cátedra, Madrid, 2000,
pp. 111 y 112.

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Heidegger, en este texto, vuelve la mirada a un idílico estado

preindustrial, mirada que se corresponde con la sensibilidad neorromántica de

los poetas láricos como Trakl o Teillier, quienes están constantemente intentando

regresar a la aldea –al pueblo natal– como muestra de rechazo (velado o

inconsciente) de la ciudad moderna, creando un mundo imaginario en el cual

declaran verdaderamente habitar, y en donde se da el verdadero arraigo, la

vuelta al mundo de la infancia y la confianza en la memoria y la leyenda.

La vivienda y el hogar, son elementos decisivos que permiten al hombre

desarrollar un sentido de su propio yo, en tanto que perteneciente a un lugar

determinado:

"Todo espacio realmente habitado contiene la esencia del concepto de

hogar, porque allí se unen la memoria y la imaginación, para intensificarse

mutuamente. En el terreno de los valores forman una comunidad de memoria e

imagen, de tal modo que la casa no sólo se experimenta a diario, al hilvanar una

narración o al contar nuestra propia historia, sino que, a través de los sueños,

los lugares que habitamos impregnan y conservan los tesoros del pasado. Así

pues la casa representa una de las principales formas de integración de los

pensamientos, los recuerdos y los sueños de la humanidad. Sin ella, el hombre

sería un ser disperso".5

Aquí podemos notar el paralelismo entre la casa y el cuerpo como depósito

5
BACHELARD, Gastón, La poética del espacio, Ed. FCE., Madrid 1993.

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de memoria. “No sólo los recuerdos, también las cosas que hemos olvidado están

‘almacenadas’ 6. El alma es una morada. Recordando las casas y las habitaciones

aprendemos a mirar dentro de nosotros mismos.

6
BAHLOUL, Joelle, The Architecture of the Memory, Cambridge University Press, 1992.

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COLECCIONISMO Y GENEALOGÍA DE LA INTIMIDAD.

Esta descripción de carácter lírico concede a la casa la connotación

espiritual de refugio y seguridad, por contraste con un vivir expuesto que sería

propio de la existencia a la intemperie-espacio, finalmente, también la casa es el

lugar del goce y del acopio de recuerdos, que forjan una identidad y permiten

reconocerse en una radical intimidad como siendo igual a sí mismo. Las imágenes

de la casa están en nosotros porque nosotros estamos en ellas.

En un sentido práctico, puedo comportarme humanamente hacia un objeto

sólo en tanto el objeto se comporta de manera humana hacia mí. El objeto es

significativo en la medida en que es rico en historia y en asociaciones imaginarias

y reales. Una caja vacía, por ejemplo, es como la idea de una novela7; ambas

son los límites, el contorno y el volumen de una separación, un mundo de

posibilidades frente a la posibilidad del mundo. Si yo, a través de mi vida, he

coleccionado numerosas cajas vacías ha sido por las posibilidades que

encerraban. No por lo que luego encerrasen en concreto, se entiende, sino por la

misma posibilidad que guardaban de encerrar algo, de dotar de límites, de dar

cobijo o componer un orden. Probaba introduciendo ahora unas cosas, luego

otras –fotos, monedas, botones, hallazgos o recuerdos–, y primero en un orden y

7
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Raúl Ruiz; L'enfant terrible de la Vanguardia parisina”, En MARGEN
CERO ©, MADRID, 2005, Fundadora de la Asociación de Revistas Culturales de España, ISSN 1695-4807
http://www.margencero.com/articulos/articulos2/raul_ruiz.htm

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luego en otro hasta que lo reiteraba todo para quedarme fundamentalmente con

el vacío. Porque lo que a mí me interesaba en realidad era que lo posible bullera

en mi cerebro y zumbase en sus entretejidos el abejoneo de sus combinaciones,

era llenar mi cabeza, como queda claro, más que con las cajas, de la idea de

acotar un mundo –de dar un amparo–, de recortar un orden en el caos del mundo

de afuera.

Al respecto, Raúl Ruiz ha señalado en alguna conversación –acerca de

objetos y ficciones– que cuando no está filmando películas, durante sus paseos

compra objetos al azar. Y cuando ya ha juntado una cierta cantidad de objetos

nuevos que excitan su curiosidad, comienza a jugar con ellos. Hace listas, las

ordena, las mezcla…, luego aisla dos o tres objetos y trata de imaginar una

escena con estos tres. Son ejercicios que hace regularmente. Todo eso, según

sostiene, no sirve para nada –en el sentido productivo inmediato– por ello lo pone

de lado cuando escribe un guión, pero constituye un repertorio de historias

hechas únicamente con objetos. Sin embargo, indica, "en el momento de la

filmación, cuando ordeno todo lo que hay en el plano, recuerdo ciertos

automatismos, pongo los objetos de una manera ya dramatizada porque está

atravesada por el recuerdo de éstas micro-ficciones que he elaborado. Todos

estos ejercicios me dan la sensación en un momento de estar listo. No es

improvisación, es incluso lo contrario, pero al mismo tiempo excede el simple

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La arquitectura de la memoria 12

ámbito de lo que se cree querer decir".8

Como la memoria involuntaria, coleccionar es un desorden productivo9,

una forma de remembranza práctica en la cual los objetos se introducen en

nuestras vidas y nosotros en las suyas. Por tanto, en cierto sentido aún el más

simple acto de reflexión política marca una época en el comercio de

antigüedades. Para el coleccionista, el mundo está presente, en realidad está

ordenado en cada uno de sus objetos, sólo que según una relación sorprendente e

incomprensible en términos profanos. Nuestra casa es un escenario para

representar nuestra vida10, de manera que decorar es imaginar una vida. Por ello

a quienes sucumben ante “la moda” –como la producción industrial del “siempre

lo mismo”– ella les prescribe el ritual a través del cual el fetiche de la mercancía

quiere ser adorado11.

Desde otra perspectiva la noción misma de “colección” puede ser abordada en

claves estéticas y sociológicas, apuntando que el individuo que colecciona desde

sellos de correos hasta alfombras persas, y se siente así impulsado a “realizarse”

8
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Raúl Ruiz; L'enfant terrible de la Vanguardia parisina”, En MARGEN
CERO ©, MADRID, 2005, Fundadora de la Asociación de Revistas Culturales de España, ISSN 1695-4807
http://www.margencero.com/articulos/articulos2/raul_ruiz.htm
9
La verdad posible de la experiencia estética en la tardo-modernidad es probablemente el 'coleccionismo', la
movilidad de las modas, el museo, y, a fin de cuentas, el propio mercado como lugar de circulación de objetos
cuya referencia al valor de uso se ha desmitificado convirtiéndose así en meros objetos de cambio.
10
Es necesario reinventar la vertiente expresiva, sentimental y poética del diseño. El postmodernismo
instaura una novedad metodológica importante, que ha permitido darle un espacio a la emoción –trabajar con
la memoria-, evitando una mirada demasiado técnica y funcional en el diseño y la arquitectura.
11
DEBORD, Guy, La Sociedad del Espectáculo, Cap. II “La mercancía como espectáculo”, Ed. Pre –
Textos, Valencia, 1999.

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en el placer que supone la posesión de un conjunto de objetos, donde la idea

misma de colección está directamente vinculada a la posesión –no funcional– por

encima de la necesidad, es decir, a la riqueza. Respecto de las maneras de “usar”

el excedente cabe la prodigalidad que acelera el caudal de los objetos o

productos en la esfera personal ya sea eliminándolos mediante el regalo, el

desgaste, la destrucción, la eliminación, el trueque –sistema extrovertido en la

terminología de Jung – ya sea mediante el amontonamiento. Al respecto resultan

ilustrativas las opiniones de Andy Warhol: “Creo que todos deberíamos vivir en un

gran espacio vacío. Me gusta la costumbre japonesa de enrollarlo todo y

guardarlo en armarios. Pero yo prescindiría hasta de los armarios, porque es una

hipocresía…Todo en tu armario debería tener fecha de caducidad, al igual que la

leche, el pan, las revistas y los periódicos, y una vez superada la fecha de

caducidad, deberías tirarlo. Lo que deberías hacer es comprar una caja cada

mes, meterlo todo adentro y a final de mes cerrarla. Entonces le pones fecha y la

envías a Nueva York. Deberías intentar seguirle la pista, pero si no puedes y la

pierdes, no importa, porque es algo menos en que pensar: te sacas otra carga de

la mente. -Yo ahora simplemente lo tiro todo en cajas de cartón marrones del

mismo tamaño que tienen una etiqueta a un costado donde poner el mes y año.

Sin embargo, detesto francamente la nostalgia, así que en el fondo espero que se

pierdan todas y no tener que volver a verlas nunca más.12

Ahora bien, la casa, pues, es una extensión de la persona, una especie de

12
WARHOL, Andy, Mi Filosofía de A a B y de B a A, Pág. 155, Editorial Tusquets, Barcelona, 1998

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segunda piel, un abrigo o caparazón, que exhibe y despliega tanto como esconde

y protege. Casa, cuerpo y mente se encuentran en una continua interacción; la

estructura física, el mobiliario, las convenciones sociales y las imágenes de la

casa permiten, moldean, informan y reprimen al mismo tiempo las actividades y

las ideas que se desarrollan dentro de sus paredes, un entorno creado y decorado

como escenario de la habitabilidad. La casa y la habitación se convierten así en

un agente de pensamiento y en un primer agente socializador, que moldea el

carácter de los hijos, a partir de las primeras impresiones de la mirada. Al

moverse en un espacio ordenado –diseñado-, el cuerpo “interpreta” la casa, que

representa la memoria para una persona.

Con las costumbres y la habitación, cada cual construye un dominio

práctico de los esquemas fundamentales de su forma de vida. “No habitamos

porque hemos construido, sino que construimos y hemos construido en la medida

que habitamos, es decir, en cuanto que somos los que habitan”13. Construir es

producir cosas que, al erigirlas, disponen un lugar y otorgan un espacio –pletórico

de sentido– que se abre a la vez al habitar. “La esencia del construir es el dejar

habitar”14. La construcción debe respetar el lugar, el mundo, la tierra donde

nuestra determinada forma de pensar tiene sentido, y esto es una apuesta por lo

diferente frente a la uniformidad (igualitarismo) y el estilo arquitectónico

ramplonamente homogéneo contemporáneo a Heidegger y –que duda cabe–

13
HEIDEGGER, Martin, Conferencia “Construir, Habitar, Pensar”, pronunciada en 1951 y publicada tres
años más tarde.
14
Ibíd.

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La arquitectura de la memoria 15

también a nosotros.

Lo que hemos intentado aquí es mostrar cómo el habitar y el construir

están estrechamente vinculados con el pensar. Porque, al igual que el pensar, el

construir le da apertura al ser, crea un mundo, un espacio habitable, y es en el

propio habitar donde se percibe el sentido de este espacio y el pensar acoge e

instala al ser.

A este respecto cabe señalar que el devenir-templo de la casa es, en sí

mismo, obra del proceso postmoderno de secularización, que se corresponde con

la elaboración de "ritos laicos" de carácter doméstico (como la contemplación de

las "obras de arte" que decoran las casas de la clase dirigente); pero tiene como

efecto derivado el agudizar la contradicción entre ese interior que connota

"antigüedad": la propia antigüedad del linaje familiar plasmada en la galería de

retratos de los antepasados que decoran las paredes y el exterior urbano –que

connota la "novedad" y el desarraigo– típicos de la ciudad en contraposición a la

solidaridad orgánica de las aldeas; en suma la contradicción entre la fachada

(exterioridad) y el interior. Esto porque las fachadas de las casas o edificios, al

contrario de lo que pudiera parecer, no están hechas para ser "contempladas" (la

contemplación es sólo posible en el interior de la casa, que es lugar de la "vida

contemplativa"). La calle es una colección de fachadas-significantes, y la casa

una colección de interiores-significados. La fachada, como todo significante,

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La arquitectura de la memoria 16

debe volverse invisible para transparentar el significado: no está hecha para ser

vista, sino para ser leída y obedecida, es un signo o una consigna. De la misma

forma que en la antropología platónica el cuerpo es la exterioridad del alma a la

que envuelve, la fachada es la exterioridad que envuelve la “casa”, y las puertas

y las ventanas son los apertura al exterior, son "forados" de doble trayectoria:

ingerencia e intrusismo que amenazan con la penetración del exterior (de la vida

agoranómica, comercial y política); la disolución que amenaza con el

allanamiento del interior y la profanación de la intimidad (por ello los vidrios de

una catedral gótica no dejan penetrar el rumor multitudinario de la calle por sus

ventanas, sino sólo la luz que procede "de lo alto"15.

Ahora bien, es en torno a nuestro comportamiento ritual y nostálgico

respecto de los objetos en los que nos reconocemos, ante los fetiches que

abarrotan nuestra casa, y en los que –de algún modo esta depositada nuestra

memoria, que podemos reconstruir el sentido de nuestra –hasta entonces

aparentemente dispersa historia y fijar nuestra identidad. Historia que se ha

desplegado en un conjunto de prácticas y estrategias representacionales, las que

dan lugar a una forma de vida, aquella que tiene como principio detentador de

sentido un determinado mito o una historia ancestral a partir de la cual el

conjunto de sucesos –aparentemente dispersos y azarosos que constituyen

nuestra biografía quedan explicados. Esta clave hermenéutica desde la cual, los

atajos, cabos sueltos, recorridos en zig-zag y demás accidentes de nuestro

15
PARDO, José Luis, Formas de la Exterioridad, Editorial Pre-Textos, Valencia 1992, p.209.

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La arquitectura de la memoria 17

ocurrir vital quedan anudados, puede ser un pequeño chiste, una vieja manía

familiar o un azaroso juego numérico, una narración cifrada que sólo cobra

sentido a partir de los hechos que ilumina. Es a esto lo que llamamos mito

fundacional. Sólo a partir de ellos nos volvemos comprensibles.

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La arquitectura de la memoria 18

LA POESÍA COMO NOSTALGIA16.

Los poetas son fundadores del ser; son, por lo mismo, los depositarios de

los mitos fundacionales de un linaje, de una familia y más tarde de un pueblo,

son los únicos capaces de revelarnos el origen y la esencia en cuya pérdida

andamos arrojados en una existencia que nos vela su manifestación. La poesía es

el nombrar fundacional del ser y de la esencia de todas las cosas, un decir por el

cual sale a lo abierto por primera vez todo aquello con lo cual luego tratamos en

el lenguaje cotidiano. Por eso la poesía nunca toma el lenguaje como una

materia prima preexistente, sino que es la poesía misma la que posibilita el

lenguaje17. La poesía es fundación del ser por la palabra. La poesía es el

lenguaje prístino de un pueblo histórico. Un pueblo al que el poeta, como

sobreviviente de un paraíso perdido, quisiera regresar, como testigo visionario –

hoy forzosamente marginal de esa edad dorada de lo humano. El mundo del

verdadero arraigo, donde “la jornada de trabajo en el molino y el lugar de

residencia del campesino reciben el saludo… Donde el molino prepara el grano

que sirve para la preparación del pan”18. En atención al pan piensa el poeta en

ese lugar de trabajo; el lugar del trato cotidiano con las cosas, donde acontece

16
TELLIER, Jorge, Entrevista en Noreste (Periódico de poesía, Santiago, 1989): “Tener nostalgia es tener
patria en el tiempo”.
17
HEIDEGGER, Martín, Interpretaciones sobre la Poesía de Hölderlin, Ed. Ariel, S. A., Barcelona, 1983, p.
63.
18
HÖLDERLIN, Recuerdo, Poema (IV, 61 ss.), aparecido por primera vez en el Almanaque de las Musas de
Seckendorft, el año 1808.

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La arquitectura de la memoria 19

el cuidado de lo humano.

Es así como el dominio de la poesía es el de las palabras fundacionales de

lo humano, palabras que preservan una forma de vida. La poesía es, pues, una

ocupación. Su labor, como guardiana del mito, es instalar constantemente al

hombre en su origen, en su pertenencia a la tierra, entendida ésta como la

provincia, en oposición a la vida de la urbe, donde con el advenimiento de la

técnica ha acontecido el oscurecimiento del ser (Ge-stell).

Aquí, la tierra es entendida como aprendizaje. Aprendizaje que tiene lugar

en el trato con las cosas mismas en su cotidianidad y el mundo es comprendido

como la resolución de la “intimidad”. La intimidad se resuelve en el lenguaje, en

el lenguaje sentido a la vez como amenaza y como inocencia. La amenaza a

través de la posibilidad del ocultamiento (pseudos); la inocencia, a su vez, como

la descuidada apertura al natural transcurrir de los días corrientes –en el uso del

mundo del lenguaje, y de las palabras como instrumentos. Ese particular arraigo

y sentido de pertenencia hace del hombre un ser histórico. “El hombre –como

dirá Ortega19 – no tiene naturaleza sino que tiene historia”. El hombre es lo que

conserva en sí, lo que acumula. “El hombre tiene la edad de su primer

recuerdo”20. El hombre es quien hace que dentro de él, eso que fue, siga siendo

19
ORTEGA Y GASSET, Historia como sistema, VI, p. 40
20
BARQUERO, Efraín, En artículo “Los Poetas de los Lares” escrito por J.Teillier y Compilado por Ed.
Sudamericana como “Jorge Teillier, Prosa”, Santiago, 2001.

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La arquitectura de la memoria 20

en la forma de haberlo sido

Aquí, ante el peligro de concebir al hombre como un ser constituido

fundamentalmente de pasado - “el hombre es lo que ha sido”-, cabe aclarar que

en el marco de la concepción existencialista, tanto de Ortega como de Sartre, el

hombre aparece también como proyecto y porvenir. En este sentido son

clarificadoras las afirmaciones de Sartre en El Ser y la Nada, “Soy el ser por el

que el pasado viene al mundo, pues para que ‘tengamos’ un pasado es preciso

que lo mantengamos en la existencia gracias a nuestro proyecto hacia el futuro”

(Sartre, L’etre et le néat, p. 580), de modo que es el futuro el que decide si el

pasado esta vivo o muerto.

El habla es pues, un acontecer que funda, que coloca un mundo, que

“pone” el ser del hombre. Este ser, es un ser dialogante, un ser que porta la

existencia como diálogo porque éste es la unidad del ser histórico, que reúne lo

que permanece con lo que se ha ido 21


. Existir en el tiempo es pues sentir

nostalgia; una gran nostalgia, no sólo del pasado sino también del futuro. Es así

como el poeta no es el que escribe poesía, sino el que habita poéticamente el

mundo. El morar fundante del poeta consagra un modo de vida ya ido, pero que
21
Aquí queda abierta otra reflexión, la de los “no lugares” y su relación con la absoluta simultaneidad –lo que
en otro apartado llamo La era de la llegada generalizada-. Al respecto cabe decir, de manera sucinta (dado
que el paso de lo real a lo virtual nos sitúa en otro imaginario), que “en la realidad virtual, la transparencia
absoluta converge con la absoluta simultaneidad. Esta instantaneidad de todas las cosas en la información
global es lo que –con Baudrillard –llama ‘tiempo real’. El tiempo real puede verse como el Crimen Perfecto
(Baudrillard, J. Barcelona 2000) cometido contra el mismo tiempo: porque con la ubicuidad y la
disponibilidad instantánea de la totalidad de la información, el tiempo alcanza su punto de perfección, que es
también su punto de desaparición.” Y, esto por supuesto, porque un tiempo perfecto no tiene memoria ni
futuro.
BAUDRILLARD, Jean, “La Ilusión Vital”, Pág. 57, Ed. Siglo veintiuno, Madrid, 2002.

Dr. Adolfo Vásquez Rocca.


La arquitectura de la memoria 21

el reproduce y recrea constantemente, todo esto en la esperanza de que algún

día seremos leyenda.

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La arquitectura de la memoria 22

PARA HABLAR CON LOS MUERTOS; TRAKL Y TEILLIER.

[Publicado originalmente bajo el título Para hablar con los muertos.

Poética de la memoria: Tralk, Heidegger, Teillier- Vásquez Rocca, Adolfo, En DU &

P: revista de diseño urbano y paisaje,Universidad Central de Chile]

De igual forma la poesía de Georg Trakl, de estilo abrupto y violento –con

una rara densidad– une la nostalgia del origen con el presagio del fin del mundo.

Sus premoniciones de desolación no podían ser comprendidas por sus coetáneos,

confiados todavía en las apariencias del esplendor finisecular. Tampoco se podía

comprender la videncia del poeta ruso Andrés Biely, el que escribía en 1921: “El

mundo volará / por el estallido de una Bomba Atómica / en gavillas de

electrones. / Descarnada hecatombe!”. En Trakl aparece un mundo de nostalgia

y decadencia. Ya en 1917 Rilke escribía: "la poesía de Trakl es para mí el más

conmovedor de los lamentos ante un mundo imperfecto".

La de Trakl es una poesía que alude con melancolía a la casa de sus antepasados;

a su ciudad natal, al paisaje de la comarca. Allí aparece un mundo de nostalgia y

decadencia, propio de una ciudad que durante la Edad Media había tenido un

gran esplendor, y que vivía de un pasado irrecuperable. Por oposición a la ciudad,

Trakl se vuelve a la naturaleza, a la que ve exenta de la culpa de la caída.

Dr. Adolfo Vásquez Rocca.


La arquitectura de la memoria 23

Así la ciudad de Trakl es imagen de la decadencia del mundo occidental que está

relacionado con la figura poética del forastero, el solitario, el apátrida, cuya

culpa radica sólo en el hecho, por lo demás inevitable, de existir en este mundo

donde sólo habitan exiliados.

En contraposición a este tipo de nostalgia, la obra del poeta Jorge Teillier -el

fundador de la tendencia conocida como poesía lárica, giro que denomina un tipo

de escritura que pone énfasis al recuerdo del "paraíso perdido" de la edad

primigenia, en la tierra ancestral, indagando los orígenes primordiales del ser

humano- hace alusión constante al terruño, a la infancia, al hogar y al paisaje

rural, pero como el lugar idílico al qué volveremos, de allí su particular

nostalgia, la nostalgia del futuro. La forma de representación del mundo lárico

es, en Teillier, el idilio, que se despliega como representación estática de una

particular forma de vida -donde los habitantes de la aldea establecen relaciones

de cooperación, correspondencia y armonía consigo mismo, con la colectividad y

la naturaleza. Una unidad de vida y paisaje preservada sólo por el poeta, por el

guardián del mito.

Para Teillier “el poeta debe dar cuenta primero del mundo que lo rodea a

trueque de convertirse en un desarraigado". Este esfuerzo de arraigo comporta

una doble y simultánea operación: Por una parte una integración al paisaje al

cual el poeta pertenece y por otra, la comparecencia de los antepasados que

actúan en el proceso integrador como figuras míticas capaces de revelar en la

Dr. Adolfo Vásquez Rocca.


La arquitectura de la memoria 24

realidad invisible un rango más alto de realidad, y por ello posibilitando

reconocer lo que aún perdura en ella de auténtico a pesar de la ruinosa y

desoladora cotidianidad. Como indica Rilke. "Para nuestros abuelos... cada cosa

era un arca en la cual hallaban lo humano v en la cual agregaban su ahorro de

humano". En este sentido puede hablarse de lo lárico teillieriano como una

poesía genealógica que salva la paradoja entre la aparente ahistoricidad del mito

y la historicidad concreta de la existencia humana, una realidad impregnada de

trasfondos arquetípicos, que posibilitan al lenguaje transfigurar la anécdota en

mito.

La instalación del poeta en la patria de su infancia, en el universo mítico de los

ancestros, se cumple mediante las coordenadas espaciales del viaje, en un caso

en ferrocarril desde la capital al pueblo sureño natal y en otro mediante el

retorno poético al dominio perdido del sujeto, la infancia tutelada por sus

antepasados.

"La muerte

esa manzana llevada por la bruja

ahora golpea los muros

sin dejarnos dormir

Dr. Adolfo Vásquez Rocca.


La arquitectura de la memoria 25

La muerte será una hoguera junto

a la cual nos agruparemos

Quizás alguna vez he muerto. Y era otro

Todos seguimos alguna vez nuestro cortejo

y hemos resucitado tantas veces

en el moscardón que ronda las casas”.

Así, desde los primeros inmigrantes colonizadores de la frontera, van

compareciendo los seres y los objetos que poblaron ese dominio perdido de la

aldea con sus generaciones y sus pequeños acontecimientos locales (juegos,

amoríos, festejos, vendimias, paseos, etc.), que descuellan únicamente por

contraste con la cíclica repetición de siembras y cosechas que acontece según el

imperecedero orden agrario.

En Chile la palabra “agrario” no puede sino remitir al proyecto utópico-

socialista que el gobierno de Salvador Allende intentó implementar –la reforma


22
agraria – pero curiosamente, en la obra de Teillier no encontramos referencias
22
En las primeras décadas del siglo XX la sociedad rural chilena mantuvo la agraria tradicional, fundada en el
predomino del gran latifundio y una jerarquía social rígida, autoritaria y paternalista. En vista de esta
situación las demandas por una reforma agraria fueron desde comienzos de siglo una propuesta permanente de
los sectores progresistas del país, como fue en el caso de la campaña presidencial del Frente Popular en 1938.
Sin embargo, una vez en el poder los gobiernos radicales decidieron privilegiar la industrialización en el
mundo urbano, postergando al rural. Como consecuencia, cientos de miles de campesinos emigraron a las
ciudades en busca de un mejor futuro, mientras que la economía agraria comenzó a experimentar una crisis
profunda caracterizada por su incapacidad productiva, siendo necesaria la importación de alimentos en los
años cincuenta. A mediados de la década de 1960 con la llegada al poder de la Democracia Cristiana, a través

Dr. Adolfo Vásquez Rocca.


La arquitectura de la memoria 26

de orden político. Su inspiración -de carácter no ideológico- ligada más bien a

experiencias universales de la naturaleza, la infancia y la muerte; el carácter

"arcaico" del poeta como sobreviviente de un paraíso perdido, como testigo

visionario -hoy forzosamente marginal- de esa edad dorada de lo humano, y como

"guardián del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores", evoca más

bien a Hölderlin y a cierto clima neorromántico propio del influjo telúrico de

Georg Tralkl. Los lares de Teillier, la Frontera en cuestión parecen ser una

trasposición de mundos eslavos y germánicos sobre la experiencia nativa del sur

de Chile.

En relación con lo anterior, la investigadora Carolyne Wright en "In Order

to Talk with the Dead: Selected Poems of Jorge Teillier" señala que a diferencia

de otros poetas latinoamericanos, en la obra de Jorge Teillier hay una curiosa e

interesante ausencia de tópicos políticos. La violencia sobre el históricamente

(re)fundado mundo de La Frontera - los conflictos con las comunidades indígenas

que habitaban esas tierras y que fueron relegadas a territorios marginales,

de la Presidencia de Eduardo Frei Montalva, el proceso de reforma agraria alcanzó un impulso vertiginoso.
Bajo el lema “la tierra para el que la trabaja” el programa reformista del nuevo gobierno buscó la
modernización del mundo agrario mediante la redistribución de la tierra y la sindicalización campesina. El
nuevo gobierno Socialista de Salvador Allende continuó el proceso de reforma agraria, utilizando los
instrumentos legales promulgados por el anterior gobierno, con el fin de expropiar todos los latifundios y
traspasarlos a la administración estatal, cooperativas agrícolas o asentamientos campesinos. Este proceso
también estuvo acompañado de una gran efervescencia campesina que se expresó en la ocupación o tomas
masivas de predios, desatándose en el mundo rural un clima de violencia y enfrentamiento. Al producirse el
Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 la Unidad Popular había expropiado cerca de 4.400 predios
agrícolas, que sumaron más de 6,4 millones de hectáreas. El viejo orden latifundista que había prevalecido por
más de 400 años había llegado a su fin. En las dos décadas siguientes el modelo neoliberal irrumpió en el
mundo rural, produciéndose el traspaso de la tierra a nuevos capitalistas, quienes modernizaron la producción
agrícola y convirtieron en proletarios a los campesinos del campo.

Dr. Adolfo Vásquez Rocca.


La arquitectura de la memoria 27

sintomáticamente llamados reducciones, de manera análoga a la reducción de los

restos humanos en las tumbas, para hacer lugar a otros- no aparece en la poesía

de Teillier. Esta ausencia no puede atribuirse a un descuido del poeta - que era

profesor de historia- , sino a una condición poéticamente necesaria para hacer

posible y verosímil el ensueño de una comunidad en que estén conciliados la

naturaleza y la cultura, el pasado y el presente, el hombre y su prójimo.

Las preocupaciones políticas y sociales con las que se han comprometido

tantos escritores, no juegan, pues, en Teillier un papel relevante. Aunque

"Retrato de mi padre, militante comunista" revela la afinidad de Teillier con el

ideal revolucionario, él ha aclarado explícitamente que su poesía no ha de ser

plataforma para polémicas ideológicas (sintomáticamente, aun en "Retrato"

describe la utopía revolucionaria de su padre en términos bucólicos). En el

prólogo a Muertes y maravillas, que constituye su ideario poético, escribe:

“... a mí me parece que la poesía no puede estar subordinada a ideología alguna

... Ninguna poesía ha calmado el hambre o remediado una injusticia social, pero

su belleza puede ayudar a sobrevivir contra todas las miserias”.

Pese a todo, en su crítica a la modernidad –Teillier– rechaza las valoraciones de la

sociedad capitalista y sus consecuencias –el exacerbado consumismo y la

Dr. Adolfo Vásquez Rocca.


La arquitectura de la memoria 28

desigualdad social– y propone excluirse de la vida ciudadana o, más bien,

convertirse en “poeta residente” en la Provincia, en "comunidades" que, en su

caso, afirman una forma de vida generosa, la propia de la aldea.

Adolfo Vásquez Rocca.

Dr. Adolfo Vásquez Rocca.

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