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Una Mujer Perfecta

José A. Rodríguez N.
Copyright 2004 por José A. Rodríguez N.

Ediciones SITUM

ISBN: 1-59608-055-8

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Conventions. Ninguna parte de este libro puede
reproducirse de ninguna manera, sin el permiso
escrito del autor o de sus herederos.
Primera Edición
Arte por Víctor Pérez Serrano
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Para Johanna,
La verdadera
protagonista
De esta historia.
“Era evidente que esta niña poseía un
coeficiente de inteligencia superior al promedio,
puede jugar con la psicología de los hombres…”
-Página 58-

“Por eso se me hace tan fácil conquistar a los


hombres: Los observo, empiezo resaltando sus
buenas cualidades, pasando por alto sus puntos
negativos. Me concentro en elogiar lo bueno…”
-Página 229-

“Me apodero por completo de sus mentes y…”


-Página 230-
ADVERTENCIA

¡Cuidado! Estas técnicas son altamente


efectivas, pueden hacer su vida muy feliz o
completamente desdichada. Antes de aplicarlas
hágase un examen de conciencia.

José A. Rodríguez N.
“Escribe las cosas que has visto,
y las cosas que son,
y las que sucederán después de estas.”
Revelación 1:19.
PRÓLOGO
¿Qué es lo que buscamos?

Y Dios dijo: “No es bueno que el hombre


continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como
complemento de él.”(Génesis 2:18) Podemos
afirmar, sin temor a equivocarnos, que aun
siendo perfecto y poseyendo todo lo necesario en
sentido material, el hombre (Adán) no era
enteramente feliz. En la declaración de Dios,
arriba citada, entendemos por qué. El hombre no
era completo, le faltaba el complemento: Una
ayudante.
Indudablemente, después de conocer a Dios,
ninguna otra cosa puede traer mayor felicidad al
ser humano que la estabilidad de la vida familiar.
La mayor parte de la energía vital del hombre y
la mujer es dirigida, consciente o
inconscientemente, hacia la realización de esta
necesidad. Todos sentimos el deseo natural de
alguien que nos demuestre que nos necesita, que
nos ama, que nos quiere. Volviendo a las
palabras de Dios, arriba citadas, nos
encontramos conque el hombre no es un ser
“dual”, como afirman los mitos. El hombre no fue
partido en dos y su otra mitad lanzada hacia la
vastedad del universo para que se buscaran
hasta encontrarse, después de innumerables
vicisitudes y reencarnaciones. Que me perdonen
los creyentes en mitos y leyendas, los que
sueñan encontrarse alguna vez con su “alma
gemela”. La realidad es otra. Yo mismo,
confesando que abandoné la creencia en este
mito, seguía buscando, quizás
inconscientemente, “la pareja ideal”. Esto
también forma parte del mito. ¿Es decir que la
cruda realidad nos ha dejado así, sin esperanzas?
No. Existe el ayudante, existe el complemento.
Esa es la realidad. Para que el trabajo sea exitoso
tanto el obrero como el ayudante deben estar
debidamente entrenados, deben ejercitarse, para
que uno sea el complemento del otro, sobre todo,
ambos deben estar dispuestos a aprender, y a
complementarse, a acoplarse. No se puede
esperar que una maquinaria funcione
exitosamente si sus partes no se acoplan
convenientemente en un propósito común.
Si la pareja tiene una base y un propósito
común, entonces sus esfuerzos irán en un solo
sentido y dirección; ya el matrimonio deja de ser
un campo de batalla, donde cada uno quiere
arrastrar al otro a hacer su voluntad.
Esta experiencia que les narro, desgarrante y
cruda, por todo su realismo, nos muestra las
técnicas para tener éxito, no encontrando a la
pareja ideal, sino convirtiéndonos, nosotros
mismos, en el complemento de la otra
persona.
Esa persona que nos encuentre llegará a
convertirse en una persona muy feliz, por la
maravillosa energía del amor satisfecho. Por
otro lado, como demuestra esta historia, si
nuestra meta es otra, y se descubren malos
motivos en nuestra forma de actuar, el desenlace
puede ser catastrófico.
Mi advertencia es: Sea honesto, muéstrese tal
y como es, ponga en claro sus propios motivos,
no trate, vea la vida a través de los ojos del
otro. Al hacerlo estará sembrando felicidad, y
como dice San Francisco de Asís: “Dando es
como recibimos”, más aún, como dice San Pablo:
“Segaremos justamente lo que hemos
sembrado”. ¡Aquí está la clave! Como dijo
Jesucristo: “Hay más felicidad en dar que la que
hay en recibir”.

José A. Rodríguez N.
Una Mujer Perfecta

“Soy un pobre hombre


dispuesto a amar
a sus semejantes.”
-Pablo Neruda-

“Lo cotidiano es,


de por sí, maravilloso
yo sólo tengo que consignarlo.”
-Frankz Kafka-

“Ella suelta sobre el aire un hechizo,


hace doblar las ocultas
campanas del deseo.”
-Johnny Durán-

“El hechizo
es el misterio ineluctable
de su cuerpo.”
-José A. Rodríguez N.-
José A. Rodríguez N.

La conocí el viernes 17 de marzo del 2000.


Yo venía de trabajar en Miramar hasta el
medio día y llegué tarde a la parada del expreso
para Baní (ASOMIBA)
Ya había notificado a mi secretaria que
llegaría tarde. Ella había enviado al mensajero a
comprarme la comida de las 12:00 meridiano,
como de costumbre.
Ya cerca de la 1:30 p.m., me gruñían las
tripas, pues no había comido nada desde el día
anterior, en el afán de rebajar unas cuantas
libras a como dé lugar. Aproveché y compré algo
ligero: Dos manzanas y un jugo de naranja.
Justo cuando mordía la primera manzana, ella
subió al minibús, con las manos ocupadas por
dos fundas grandes. Me parece que procedía de
Plaza Lama, “La Súper tienda”, o de La Gran Vía,
“Donde su dinero rinde más”.
Al contemplar su cuerpo perfecto, mis ojos
felinos se aguzaron, y pasó por mi mente un
pensamiento macabro.
Debía aprovechar la ocasión para que se
sentara a mi lado, pero tenía la boca llena, y al
no poder hablarle, hice un gesto al mirarla,
desorbitando los ojos, con una sonrisa pícara, y
echándome notoriamente a un lado para hacerle

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Una Mujer Perfecta
un lugar (Este tipo de psicología siempre resulta),
pero esta vez no me resultó la treta. Ella sonrió
levemente, y se sentó en el asiento que quedaba
a mi izquierda. “Me estoy poniendo viejo y feo” –
Me dije–.
No le quité los ojos de encima y, con amplia
sonrisa, me acerqué y le ofrecí la otra manzana.
Ya se había despejado mi boca lo suficiente para
que pudiera hablar, así que le dije: “Una
manzana para otra manzana”, y me mordí el
labio inferior, haciendo un gesto mientras me
relamía. Ella me miró con sus ojos de ámbar y
fue como si me envenenara el alma. Volví a decir
algo de modo que sólo ella pudiera oírlo, creo
que fue: “¡Dios mío, qué niña tan linda!”
Unos minutos después descubrí que estaba
acompañada por su hermana menor, quien entró
y se sentó a su lado, se quejó de hambre y ella le
ofreció la manzana que yo le había regalado. ¿Y
esa manzana? Me la regaló ese señor. Yo sonreí
como idiota, y le hice una señal de saluditos a su
hermana cuando atinó a mirarme.
Después que el minibús inició su marcha,
estuvieron hablando sobre las cosas que
compraron, y mostrándoselas la una a la otra.
Yo planeaba la estrategia a seguir, ¿Qué
hago? Se me ocurrió una idea (!) Saqué mi
cuaderno y escribí:
Mi nombre es José A. Rodríguez.
Mi número celular es: 856-****
¿Cuál es tu nombre?
¿Tel.: …?

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José A. Rodríguez N.
En realidad no esperaba una reacción positiva
pero, de todos modos, le pasé el cuaderno
abierto en esta página. Lo tomó, sacó su libreta
de apuntes y escribió algo, luego desprendió una
mini-página y extendió su brazo derecho hacia
mí. Tomé el papelito y leí vehementemente:
Johanna M. D.
Tel.: Cel.: ***-****
Intenté concentrarme en el capítulo que
estaba escribiendo de mi novelita más reciente,
(El Despertar) pero el sueño, o mejor dicho, el
cansancio, me venció y me quedé dormido. En
tanto había mantenido la vista fija en ella, no me
había vuelto a mirar.
Me desperté cuando al llegar a “Paya” el
cobrador dijo: “¿Alguien en Paya?” Se bajó una
hermosa joven, cuya belleza de ningún modo se
acercaba a la de Johanna. Esta niña es una
princesa salida de “Las mil y una noches”.
Entre sueño, escuché que alguien pidió
parada al llegar a la fortaleza; era ella. Tomaron
sus fundas y carteras y salieron. No me volvió a
mirar ni una sola vez.
Hice muchas conjeturas, pero difícilmente
acertadas:
• Parece que vive en Fundación de Peravia.
Como si Fundación fuera el único lugar
después de esa parada.
• No le intereso, no me volvió a mirar
siquiera, no se despidió.

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Una Mujer Perfecta

• ¿Por qué me dio su nombre y su número


entonces?
Cuando llegué había más de 10 personas
esperándome. Me esforcé al máximo de modo
que pudiera terminar lo antes posible, y así poder
llamarla.
Me respondió una señora, y me dijo que en
cuanto Johanna llegó de su viaje se había
marchado a su casa. La voz parecía cansada,
como la de una persona de edad avanzada,
¿Será su madre? No, no lo es. La señora me
había dicho que ella no vive ahí. ¿Será ese el
lugar donde trabaja? Quizás, pero es muy
improbable, lo más seguro se hubiera quedado a
trabajar. Además, es posible que la voz fuera, en
este caso, un poco grosera, además de insulsa.
- Dígale, por favor, que llame a José
Rodríguez al 522-****.
- Está bien, se lo diré, pero ella no viene
mucho por aquí. Talvez mañana, o pasado,
vuelva.
El lunes, cerca de las 11:00 a.m., recibí su
llamada.
- Alóu, buenas…
- Es Johanna, ¿Cómo estás?
- ¡Muy bien! Y mejor, ahora que me llamas.
¿Recibiste mi mensaje?
- Sí, llamé, y mi mamá me dijo que me
habías llamado.
- Dime, ¿Nos vamos a ver?
- ¡Uhm…! ¡Sí, por qué no!

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José A. Rodríguez N.
- ¿Dónde estás ahora?
- En el parque.
- Está bien, espérame, voy para allá.
- ¿Vienes?
- Sí.
- ¿En cuanto tiempo?
- ¡Enseguida! Estoy cerca.
- Está bien, te espero.
Me lavé y, después de secarme, me perfumé.
En cinco minutos estaba en el parque. Me dirigí a
los lugares donde están colocados los teléfonos
públicos y no logré verla. Recorrí todo el parque,
y caí en cuenta de que no habíamos hablado
sobre cuál era el nombre del dichoso parque.
Sucede que hay varios parques en Baní pero,
supuestamente, cuando uno habla “del parque”,
uno se refiere al parque Marcos A. Cabral, porque
es el más céntrico y el más grande. “Es posible
que se refiriera a otro parque”. Así que tomé un
moto-concho y recorrí todos los parques del
pueblo.
• ¿Qué habrá pasado?
• ¿Me estará tomando el pelo?
• ¿Habrá otro parque además de estos?
Regresé a la oficina, y en la tarde volvió a
llamar.
- ¿Qué pasó?, Te busqué en todos los
parques y no te pude hallar.

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Una Mujer Perfecta
- Yo estaba en el parque donde se cogen las
guaguas para… (No sé donde, Matanzas,
creo) ¿Puedo yo ir a verte?
- ¡Claro que sí!
¿Estás lejos del parque principal?
- No. ¿Dónde estás tú?
- Yo estoy en…
¿A qué hora vienes?
- Dentro de más o menos media hora.
Cuando vino a verme por primera vez, el beso
fue dulce y prolongado. Ella vestía pantalones
blancos, blusa negra y un sombrero del mismo
color que los pantalones. Ese blanco no era un
blanco liso sino como de flores azul claro. Yo la
apreté fuertemente por la cintura y le susurré al
oído: “¡Qué linda eres!”, la besé varias veces, y
ella me dijo que yo era muy desesperado.
Hablamos de algunas trivialidades, y luego
quedamos en juntarnos para ir a comer el día
próximo.
Estamos juntos y a solas en la habitación. Ella
me besa con violencia, yo aprieto fuertemente
sus nalgas, y a veces toco sus senos, entrando la
mano izquierda por debajo de la blusa, mientras
la sostengo con el brazo derecho de modo que no
se caiga, porque está sentada en mis piernas. Yo
estoy muy excitado, y ella no lo está menos. Ya
tengo yo el pezón de su seno derecho en mi boca
y procedo a desabrochar sus jeans, tratando de
quitarle la correa, cuando ella dice:

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José A. Rodríguez N.
- Eres demasiado desesperado, debemos ir
más despacio, pa’ que dure. Vamos a
comer.
Así que accedí. Comimos, y ella fue muy
tierna al darme de comer en la boca.
Me habló de su “esposo”, Fedro.1
Supuestamente estaban separados, y en proceso
de divorcio. Han estado casados por tres años, y
él había descuidado la relación entre ellos por
dedicarse demasiado al trabajo.
- Esa tarjeta que te di pertenece al negocio
que comenzamos juntos. El negocio ha
progresado, ahora tenemos un buen
capital.
- ¿A qué se dedican?
- Importamos celulares y beepers, luego los
activamos y vendemos.
- ¿Es bueno el negocio?
- Bueno, el negocio deja.
Es cierto que sus ojos de fuego, esos ojos
grandes y amarillos, ese color canela, esa voz
tierna semi ronquita, y profundamente femenina,
en ese cuerpo x de nalgas redondas sólidas, y
cabello largo crespo, me traían más que
patinado. Pero mi mente ajedrecista, hizo
algunas conjeturas, casi inconscientemente:
• Si lleva 3 años de casada y tiene 18,
entonces se casó a los 15 años, y eso
no es permitido si los padres de ella no
están de acuerdo (Según me había
1
Para respetar la confidencialidad, la mayoría de los
nombres han sido cambiados.

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Una Mujer Perfecta
contado ella, su madre se opuso a la
boda, y su padre, quien vive en Ocoa,
rara vez sale de su campito)
Fedro es hermano de la esposa de su tío, el tío
que ella más quiere.
¡Ay mi niña me ha votado! Dice este tío,
cuando ella se acuerda de llamarle. Ella nunca
vivió con su madre, porque era demasiado
estricta y nunca la quiso bien. Se fue a vivir con
su tío y tía política, quienes la querían mucho.
Esta tía le pidió a su hermano (Fedro) que pasara
a recoger a la niña de unos 8 años, y traerla a su
casa.
¡Qué niña tan linda, Dios mío! Le compró
helados y muchas chucherías en el camino, luego
le dijo que le esperara un momentito en esa
casa, para él ir a… Y ella lloró muchísimo. Al fin,
volvió y la llevó a la casa del tío y la tía política,
su hermana.
Ella siguió creciendo, y le tenía un cariño
especial a Fedro. Él era muy bueno con ella. La
tía política empezó a maltratarla, cargándola de
trabajos: Lavado, fregado, etc.
Fedro llamó un día a su hermana, y ésta no
estaba. Johanna respondió el teléfono:
- ¿Está…?
- No. Ella salió.
- ¡Andá! Yo quería desahogarme un poco
hablando con ella.
- ¡Bueno, aquí estoy yo, desahógate
conmigo!

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José A. Rodríguez N.
Y aunque ella tenía sólo 14 años, le sirvió de
paño de lágrimas y de mucho consuelo, tanto
consuelo que…
¡Bueno! Él le contó sobre los maltratos de su
esposa, y las tantas manipulaciones, lo
deteriorada que estaba su relación matrimonial.
Ella, la esposa, estaba reteniéndolo sólo por
medio de los hijos, a los que ella ni siquiera
cuidaba bien.
Johanna también le contó sus pesares: ¡Tu
hermana ha cambiado conmigo! Ella me carga
todo el trabajo y nunca está contenta. No te
preocupes, yo hablaré con ella. No, prefiero que
mejor no. Está bien, como quieras.
Hablaron por muchas horas, y sobrados
disparates, y como la belleza de Johanna se
estaba desarrollando, y convirtiéndola en una
bella mujercita, se tensó un fuerte vínculo de
amistad, o algo más, entre los dos.
Un año después se casaron. Al menos eso me
ha contado Johanna. Al principio eran empleados
públicos, ambos trabajaban en la Junta Central
Electoral. Fedro es Ingeniero Eléctrico. Más
adelante él cogió un préstamo en el banco para
que, junto con los ahorros de los dos, empezaran
el negocio. El negocio floreció, y él empezó a
dedicar más tiempo al negocio, y menos a ella.
Una niña fogosa y terrible llena de deseo. El
mismo día de la supuesta boda, recibió ella un
duro golpe: La ex esposa de Fedro estaba
embarazada, y el muy descarado, se lo vino a
informar aquella misma noche. No tuvo la
delicadeza de esperar unos días siquiera.

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Una Mujer Perfecta
Ella logró perdonarlo, y la relación duró 3
años. Hasta que él también se convirtió en un
desagradable; egoísta y celoso. Ya no soportaba
ni siquiera ir de compras con ella. Por esa
costumbre que tiene ella de verlo todo en las
tiendas, y de desperdiciar días enteros cuando va
de compras. Ya no quería sacarla a bailar, y
mucho menos soportaba esas canciones de Bob
Marley que tanto le gustan a Johanna. Llegaba
muy tarde, y después de bañarse, se sentaba
frente a la computadora, a chatear por Internet y
revisar sus e-mails. Cuando quería hacerle el
amor ya ella no podía con el sueño, y por más
que él la acariciaba allá abajo, con su lengua, de
ningún modo lograba iniciarla. El sueño es el
más poderoso augurio de la muerte.
Fedro, el amor se me acaba. Fedro
despertó cuando ya era muy tarde. Johanna se
había marchado para Baní, supuestamente a
vivir en casa de su madre, quien ahora la recibe
con los brazos abiertos. El materialismo de la
madre será satisfecho; Fedro debe partir las
ganancias del negocio con Johanna, y esto le
sirve para sustento, y para compartir con su
madre, la que se pone como el diablo cuando
Johanna se atrasa uno o dos días en sus pagos
mensuales.
Vuelve Johanna o lo perderás todo, estoy
cansado de pedírtelo. Las cosas, Fedro, no son
como tú piensas. Tú sabes que yo soy débil
contigo, ¿No te doy yo todo lo que tú necesitas?
Ya es muy tarde para ablandar habichuelas.
¡Bueno, pues haz lo que te plazca, yo sé que
tú algún chulo debes tener por ahí! No debes
pensar siempre lo malo; yo no soy una

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José A. Rodríguez N.
cualquiera. Si tú lo dices, aunque los hechos
demuestran lo contrario. Mira, mejor me voy,
estoy cansada de lo mismo.
Y eso que Fedro no se imagina que existe un
tal Juan Luís, o Neudys, quien es, desde hace un
mes y medio, el “novio” de Johanna. Yo ocuparé
el puesto del amante, conforme a sus cálculos, y
Fedro será el olvidado viejo verde que suelte los
billetes para que Johanna siga dándose la gran
vida, como dice ella: “Después de todo, eso es lo
único que uno se lleva. Cuando Fedro se iba de
viaje para Cuba, o iba a buscar mercancías a
Miami, yo me quedaba aquí en el país, y me iba a
comer a los mejores restaurantes, dándome vida,
como dicen. Pero eso ya es cosa del pasado”.

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Una Mujer Perfecta

““¡Ah, la vida...
cuando amar era un bello destino!”
-Antonio Spencer-

II

Fedro fue víctima de las maquinaciones de su


ex esposa. Luego se inventó que uno de los niños
estaba enfermo, y Fedro fue corriendo para la
casa donde se armó la tángana. El padre de la ex
le propinó severos golpes a Fedro, y la ex le
rompió una pobre botella en la dura cabeza.
Afortunadamente la trifulca no fue en la sala, de
modo que la hermosa alfombra no se manchó de
sangre. Ese fue un día muy amargo para mí.
Cuando lo supe, corrí como una desesperada
para la Clínica Abreu, donde lo habían internado.
Tenía un nudo en la garganta.
A Fedro le habían raspado la cabeza, lo habían
canalizado (Eso se traduce: Le habían puesto un
suero)
Cuando llegué, había una enfermera, jojota y
feísima, limpiando con alcohol, la sangre de los
hombros y espalda de Fedro.
¡Esa maldita mujer está loca! Yo no quiero
encontrarme nunca con mujeres despechadas
como esa. Eso de que tu esposa amenazó con
cortarte el pene, cuando encontró el diario, me
resulta muy extraño. ¿Por qué extraño? Sí,

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José A. Rodríguez N.
extraño, ¿Cómo es que ella averiguó la
combinación de tu maletín? ¡Ah! Eso fue un
error. El niño estaba molestando, como siempre,
con el maletín, y yo recordé que le había traído
unos chocolates a él y a la niña. Luego, olvidé
que la combinación estaba puesta, y no la corrí.
Mi esposa observó este detalle y aprovechó,
cuando me fui a dormir, para registrar todo lo
que yo guardaba en el maletín. Yo tenía la caja
de condones que había comprado para nuestra
cita en el hotel Caribaní, cuando me dejaste
plantado, ¡Buena hija de la gran puta!
No me hables así que tú no sabes lo que me
pasó. Tú no eres comprensivo conmigo.
¡Qué comprensivo del diablo! ¿Por qué no me
llamaste siquiera?
Yo no sabía el número del hotel, además, tú
sabes lo difícil que se me hace llamar, incluso a
mi mamá. Tengo que bajar de mi casa a
CODETEL, porque por ahí donde vivo no hay
teléfonos públicos.

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Una Mujer Perfecta

“El ajedrez tiene sus reglas que se perciben


de manera intuitiva, o trabajando muchísimo.”
-G. Kasparov-

III

Ella siempre tenía una excusa y, la más de las


veces, estrambótica y absurda: Que se le murió
un primo, que tuvo que ir a casa de su madre,
que su novio fue a verla a la zona, que el diablo y
su hermano, su tío y su sobrino.
En mi mente de ajedrecista ya empezaban a
entretejerse los meandros. Hacía deducciones
lógicas: 1, 2, y 3, como las de Sábato en el túnel,
o en la escalera o, al fin y al cabo, donde fuera.
El asunto es que mi mente analítica no podía
aferrarse a tanta felicidad de un solo golpe. No
cuando uno ha mordido tantas veces los garfios
del suplicio.
Pero debo enfrentarme al dolor, quién sabe,
cuantas veces sea necesario. La vida del
guerrero es una senda sembrada de puñales, y
yo he decidido este destino.
Era evidente que mentía, ¿Por qué mentía? Es
difícil saberlo. Quizás porque todos
mentimos, y esa es la naturaleza humana.
Quizás buscaba ella algún destino. Yo no suelo
entregar todo mi corazón. Esa es mi suerte o, mi
desgracia. No soy tan ardoroso como lo es mi

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José A. Rodríguez N.
amigo Johnny quien, por eso, resulta un sufriente
desesperado. ¡Oh, la mano izquierda del amor es
algo horrible!
Yo no me trago la miel del amor a grandes
sorbos, voy comedido, con pasitos de duda.
Quizás no la disfruto plenamente, pero tampoco
me suicidaré por culpa suya.
Es tan bonito eso de estar enamorado. Es
sentirse acurrucado por alguien muy hermoso,
una tarde de lluvia en el tejado, mirando las
gotas caer, a través de la ventana abierta, sobre
el jardín florido.
Ese alguien, una chica despampanante,
hermosa como ninguna otra. Tan linda como ella;
ninguna, ¡Mi Johanna! O ¿Quizás debí decir
nuestra Johanna? Quién sabe si hay más de
nosotros tres en su vida. Es lo más seguro. Esta
niña domina la psicología de los hombres. Ella
siempre me dice que Fedro es débil con ella, y yo
también, muchas veces, abandono mi corazón,
me sorprendo a mí mismo desnudándome ante
ella, poniendo mi corazón entre sus manos,
diciéndole que si los filisteos me cortan la
cabellera…
Son esas cosas que me dice: Que soy un
hombre adorable, que no dejo de hablar sin un
poema, que ella no sabe por qué tengo el alma
de niño, que soy lo que debe adorar cualquier
mujer sensata, que mis ojos no son
completamente negros, sino que tienen un
círculo en el iris, color marrón oscuro, que se
mira y tirita reflejada en mis ojos.
¡Eres lindo José, y te deseo! Tengo que
parpadear y sacudir bruscamente la cabeza, para

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Una Mujer Perfecta
darme cuenta de que no estoy soñando, o para
no envenenarme completamente con esas cosas
que me dice.
“Soy gordo, soy asquerosamente gordo”
(Woody Allen)
No sé cómo puede ella reflejar mis adentros.
Ella es la chica. Es perfecta para mí.
Es que quizás soy un hombre transparente,
debido a los sufrimientos. Cualquier mujer pudo
acercarse a las cuencas vacías, donde estaban
mis ojos, y contemplar un alma terriblemente
sola, sin una gota de amor de mujer.
Tus poemas son lindos, pero demasiado llenos
de muertes y tristezas. Tienes también el don de
la guitarra. Deberías cultivarlo.
¿Cómo es esto? ¡Tú no puedes decirme
adorable, y luego decir que quieres ser mi amiga,
que no quieres herirme, que hay muchos
imposibles, que prefieres mejor dejarme ir!
Mañana quiero verte Johanna.
Dime dónde.
En el parque, ¿Está bien en el parque?
Sí, ¿A qué hora?
A las 10:00 de la mañana.
Ahí estaré.

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José A. Rodríguez N.

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Una Mujer Perfecta

“El ajedrecista debe mantenerse frío,


las sorpresas hay que tomarlas como vengan.”
-M. I. Adelkis Remón-

IV

Te vi mirar el reloj cuando venías. Era casi la


hora de la cita ¡Vaya que eres un hombre
puntual!
Bueno, casi siempre, y más cuando se trata
de una chica tan linda.
¿Nos vamos?
¿Adónde?
Para Santo Domingo. Lo tengo todo planeado,
será un día inolvidable. Nuestro primer día
juntos. Traje la mamajuana. Hoy no puedo.
¿Cómo que no puedes? ¿Por qué no? ¿No quieres
estar conmigo? Claro que sí quiero. Entonces,
¿Por qué siempre tienes un pretexto para
deshacerte de mí? ¡Yo no te entiendo! Pensé que
este domingo lo dedicarías a mí por completo.
Me hubiera gustado, pero es que tengo que ir a
casa de mi madre a resolver un problema. Te
prometo que el próximo domingo será
completamente para ti, me llevarás donde
quieras. ¿Qué problema? Es sobre la relación de
ella y mi hermana menor. Es un asunto delicado.

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José A. Rodríguez N.
¿Eres la mediatriz entre tu madre y tu
hermana?
Algo así, mi madre me escucha, a veces.
¿Eso te tomará todo el día? ¿No puedes ir,
resolver ese problema, y volver para irte conmigo
a Santo Domingo? Es que hoy tengo muchas
cosas que hacer, tengo mucha ropa sucia que
lavar.
¿Por qué mejor no me dices la verdad? ¿Qué
verdad?
¡Que vas a salir con tu supuesto novio!
¡Tú ves como tú eres, José! Yo realmente no
sé qué es lo que tú pretendes, Johanna. Yo misma
no lo sé. ¡Estoy confundida! Debes aclarar tus
sentimientos, si lo quieres a él, yo lo entenderé
¿Lo quieres? No puedo negarte que me siento
muy bien con él, él es muy bueno conmigo, y
siempre está ahí cuando lo necesito. Sí, pero la
necesidad no es amor, ¿Lo amas? Sinceramente,
no. Pero el amor puede nacer luego ¿Te casarás
con él entonces, y tendrás tus hijos? En verdad,
no lo creo.
¿Entonces…? Hay brechas insalvables entre
nosotros. ¿Como cuáles? El no me comprende.
Muchas veces tratamos un tema y él finge
comprender, cuando veo en sus ojos que se
queda en total oscuridad. Yo le pregunto que si
me entendió, y me responde sí, como un idiota.
Yo sé que no me entiende, porque nunca hace un
comentario sobre un asunto importante, cuando
la situación lo amerita. A veces me siento como
si hablara sola.

19
Una Mujer Perfecta
La comunicación es esencial en una relación,
pero esa no es excusa para no amarlo. Tú puedes
educarlo. Sí, pero es un trabajo duro, no creo
soportarlo. ¿No quieres que él sea el padre de tus
hijos? No.
¿Entonces lo quieres para pasar el rato?
¡No, no es eso! Es que me apena tener que
dejarlo. Contigo puedo tener esta conversación,
eres un hombre excepcional, Fedro o Neudys me
matarían.
Entonces, ¿Cuál es mi posición en este
absurdo juego?
Tú tienes un lugar muy especial en mi
corazón, pero debes reconocer que hay muchos
obstáculos, tu esposa y tus hijos por ejemplo.
Bueno, tus hijos no, sino tu esposa.
Ya te he dicho que mi esposa y yo no nos
amamos, y que ha sido siempre un caos nuestra
relación, es sólo cuestión de tiempo para que ella
lo entienda y me dé el divorcio.
Eso no va a suceder, además, hay dos niños
de por medio, eso es más que un lazo férreo que
los mantiene atados.
¿Cuál es tu decisión con respecto a nosotros,
entonces?
No sé qué hacer José, hace muy poco que nos
conocemos, démonos más tiempo.
Yo soy justo así como me ves, si me quieres,
dímelo ahora.
Sí, te quiero. Pero el amor es algo más
profundo. Hay muchas cosas de mí que tú no
sabes, yo no te quiero herir.

20
José A. Rodríguez N.
Pero lo estás haciendo, y muy hondo. Pero no
te culpo. No debe uno culpar al pajarito que,
luego de alegrar nuestro jardín, cantando a
nuestro árbol, tiene que marcharse. No hay
culpables.
No sé, esas palabras tuyas me destrozan, no
me hagas llorar, me haces sentir culpable.
Lo que te digo es cierto, no te sientas
culpable. ¡No vamos a matar al pobre pajarito!
Tú eres como esa avecilla que me hizo sentir
feliz, y aunque por poco tiempo, pude vivir la
eternidad.
Yo quiero ser tu amiga.
Yo tengo muy buenos amigos, y sé apreciar
una hermosa amistad, pero no puedo aceptarte
como amiga, te amo y te deseo.
¿Qué haremos?
Tú quieres ser mi amiga, yo quiero ser tu
novio…
Pero yo pensé que sólo serías mi amante, no
mi novio.
¿Por qué no tu novio?
Porque tú eres casado.
¡Otra vez lo mismo! Como te dije, tú quieres
una cosa, y yo quiero otra, ¿Qué te parece si lo
echamos a la suerte?
¡Ah, sí, y luego te hechas para atrás!
¡No, yo siempre cumplo, soy un hombre de
palabra!
¿Cómo lo haremos?

21
Una Mujer Perfecta
Con una moneda, si tú ganas seremos
amigos, si yo gano serás mi amor.
¿Qué escoges?
Yo cara.
Y lancé la moneda…
¡Perdiste, cayó cara!
¡Nunca tengo suerte cuando apuesto contra
una mujer! ¡Oh Dios mío, perdí, perdí quizás la
única oportunidad de hallar el verdadero amor!
¿Entonces, amigos para siempre?
Amigos.
Me dio la mano y se marchó. En la esquina,
cogió un moto-concho, dio la vuelta en él, pasó
frente a mí, me lanzó un beso, mientras yo,
triste, la miraba alejarse velozmente, y quizás
para siempre, de mi vida.

22
José A. Rodríguez N.

“Diez años en la música y sería un maestro de la


música,
veinte años en el ajedrez y soy el mismo
chambón.
¡Qué difícil es el ajedrez!”
-César E. González-

Fue una sorpresa súper agradable cuando


llegué el lunes y encontré a Johanna hablando
con mi secre…
Buenos días, con amplias sonrisas, y entré a
mi consultorio. Después de terminar con el último
paciente ella sugirió que fuéramos a “Mi
Estancia”, una vez allí, grande mi sorpresa:
Largos besos, lágrimas... ¡No sé, me estoy
volviendo loca, me siento culpable! ¿Culpable por
qué? Tú tienes una familia, y me siento como si
yo la estuviera destruyendo. Tú no estás
destruyendo nada, sólo mi esposa ha socavado
los cimientos de nuestro matrimonio; ahora, sin
embargo, no quiero hablar de eso mi amor,
quiero hablar de nosotros.
¡Qué sorpresa más agradable que estés aquí!
Yo me sentía muy mal por como nos dijimos
adiós ayer.

23
Una Mujer Perfecta
Yo pensé que no te volvería a ver. Yo perdí y
estaba dispuesto a cumplir, por mucho que me
doliera.
Yo no soporté la agonía, por eso vine.
¿Significa eso que me quieres?
¡Sí!
¡Te amo, mi Johanna, mi princesa! ¿Me darás
el domingo que viene?
¡Claro que sí, mi amor!
¡Ya verás que bien la vamos a pasar!
¡Ven a comer conmigo mañana!
Déjame pensar…
No pienses tanto y ven.
La noche parecía interminable, sentía
maripositas en el estómago. (¡Si el sol no sale iré
a buscarlo!) Eran casi las 10:00 a.m. cuando
llegué a mi consultorio.
¡Buenos días!
¡Buenos días!
¿Me ha llamado alguien?
No, doctor.
Después de terminar el trabajo, fui a comprar
la comida. Mi secretaria se marchó justo al medio
día. A las 12:25 llegó Johanna.
¿Nos vamos?
Fuimos a nuestro lugar preferido. ¡Besos
apasionados! Diálogos triviales, toques profundos
sin llegar al fondo.

24
José A. Rodríguez N.
Yo que sí, y ella que no, pero logré
desabrochar su blusa, ella se cubrió los senos
con sus manos. ¡No! Sí, por favor mi vida. ¡No!
¡Todavía no! ¿Cuándo entonces? Cuando sea más
propicio, en otro lugar ¿Por qué no aquí? En
cualquier otro sitio, pero no aquí. Está bien, pero
no sé qué tiene de malo este lugar, vamos a
comer entonces.
Fue bella la Estancia: Diálogos, besos, toques
mientras nos mirábamos a los ojos, yo nadaba
hechizado en los mares del sueño.
¿Será el domingo, para mí?
¡Claro mi vida!
¿Haremos el amor?
¡Lo que tú quieras! Voy a ser enteramente
para ti el domingo.
Yo tocaba sus muslos y sus nalgas,
contemplaba su cuerpo fascinado. Es perfecta,
un cuerpo de diseño, una escultura viva.
Es mejor que nos vayamos, quizás ya haya
pacientes esperándote.
Está bien. Llámame, por favor.
Sí, te llamaré mañana desde CODETEL.
¡Te quiero vida, cuídate!
¡Hasta mañana!
¡Bye!

25
Una Mujer Perfecta

“¿Quién, si yo gritara, me oiría


desde las jerarquías de los ángeles?”
-Rainer M. Rilke-

VI

Ella solía coleccionar memorias, guardó una


servilleta de la primera vez que fuimos al Yarey.
Habíamos comido pizza y nos bebimos dos
cervezas. Yo ya estaba borracho y loco con estas
dos cervezas. Ella sonreía deliciosamente.
La próxima vez fui yo solo, el que regresó al
Yarey. Ella me dejó solo en el parque y se fue con
donaire, con su caminar de diosa, con ese
poderoso magnetismo de su absoluta belleza y
juventud. La había esperado toda la semana, y
había llamado dos veces a su madre cada día.
Creo que la madre ya estaba hastiada de mi
insistencia.
¿Por qué me tratas así Johanna? No es mi
culpa, tengo mucho trabajo.
¿Qué es eso de que estás trabajando en la
zona? Tú no me habías dicho nada ¿Quién te lo
dijo? Fue tu madre.
La he estado importunando la semana entera.
Sí, estoy trabajando como operaria en la zona,
y salgo tarde.

26
José A. Rodríguez N.
¿Qué tan tarde? A veces a las 5:00 otras
veces más tarde aún. Es por eso que no he
vuelto a visitarte al medio día. ¿Y por qué no
vienes en la tarde, cuando sales del trabajo? Es
que estoy cansada y sin bañar. Tú me dijiste que
tu novio, Neudys, trabaja en la zona también. Así
es, pero él trabaja en otra nave, lejos de la
sección donde yo laboro.
¿Y no será que él se encuentra contigo, y se
van juntos por ahí? Sí, a veces. Él se molesta
mucho cuando yo lo dejo plantado.
¿Y por qué lo plantas? ¡Para venir a verte! ¡Ah,
pues está bien!
¿Está bien qué? ¡Que lo plantes para venir a
verme!
¿Has hecho el amor con él?
¡Claro que no! Sólo tenemos un mes de
amores.
¿Y cómo va esa relación? Él es muy chévere
conmigo, pero… ¡No sé!
¿Cómo que no sabes?
¿Lo amas?
No. Yo me siento atraída, y él me ayuda
mucho, pero no lo siento como el amor de mi
vida. Es muy celoso y posesivo.
¿Sabe él que tú estás casada?
¡Claro que sí! Yo no oculto mi verdad.
Yo no sé si pueda soportar esta situación por
mucho tiempo.
¿A qué te refieres?

27
Una Mujer Perfecta
¡Me refiero a que debes dejarlo, si no lo amas!
José, tú tienes tu esposa, yo jamás te pediría a
ti que la dejaras.
Eso es diferente.
¿Por qué?
Porque, aunque yo no la amo, tenemos dos
hijos.
Tú ves, eso siempre va a pesar más que
cualquier sentimiento tuyo hacia mí.
Eso no es cierto, porque yo te dije que muy
pronto la voy a dejar, ella me maltrata mucho, no
hay amor entre nosotros. Yo no quiero que te
enredes más, quiero que te divorcies, y cuando
estemos libres los dos, nos casaremos.
Eso no es tan fácil cuando la otra persona no
está de acuerdo.
¿Tú no me dijiste que tu esposo estaba de
acuerdo en darte el divorcio?
Él dice que sí, pero a la hora de la verdad
siempre se echa para atrás, me pide que vuelva,
que va a ser todo distinto, que le dé otra
oportunidad…
Entonces, ¿Por qué no vivimos juntos y
realizamos nuestro amor?
No lo sé José, eso hay que pensarlo muy bien.
¿Qué es lo que hay que pensar? ¡Yo estoy
seguro de que eres el amor de mi vida!
Yo no sé cómo puedes estar tan seguro, si
apenas tenemos unas semanas conociéndonos.

28
José A. Rodríguez N.
Lo sé porque yo me conozco, y sé qué es lo
que quiero y lo que siento. Yo sé que sería
maravilloso para ambos estar juntos.
Yo no estoy tan segura, yo necesito más
tiempo para conocerte mejor. Hay muchas cosas
de mí que tú ignoras, José. Eres una persona
especial, eso lo sé. ¿Sabes lo que en verdad me
encantaría?
¿Qué?
Que pudiéramos ser amigos y nada más.
¿Amigos y sólo amigos?
Sí, sería todo mucho más fácil.
¡Ya veo! Está bien, si así lo deseas.
Entonces… ¿Amigos?
Amigos.
¡Amigos para siempre!
Fue cuando se marchó, dejándome devastado,
sentado en aquel banco del parque, mirando la
silueta de la felicidad en aquella que había
decidido ser sólo mi amiga, aun cuando yo sabía
que me amaba.
Dos cervezas en El Yarey son más que
suficientes para embriagarme. Me las tomé como
un desesperado, como si hubiera salido de un
desierto aquella misma tarde. Afortunadamente,
me empezaron a hacer efecto cuando ya estaba
en el expreso de ASOMIBA.
Hablé sobre diversos temas con los
estudiantes que viajaban hacia sus recintos de
estudio y, por extraño que parezca, mis ideas
causaron sensación entre ellos ¡Como si hubiese

29
Una Mujer Perfecta
estado sobrio! Pretendí saber más de todo lo que
sé de cualquier cosa y, al parecer, dio resultado.
Cuando me quedé en Herrera no quise caminar
hasta que el minibús se hubiese marchado, esto
porque las rodillas me flaqueaban. Estaba
definitivamente borracho.
El día 2 de abril escribí una nota, la metí en un
sobre, y me decidí a llevarla a la casa de la
madre de Johanna. Le decía acerca de mi pasión
y locura por ella, ¿Por qué me dejaba solo? Lo
sucedido el día que me rompió el alma en el
parque, cerca del atardecer.
Volvió el viernes por la tarde, y casi me
reprochó el haber llegado hasta la casa de su
madre. Con todo, notaba cierta ironía y una semi
sonrisa en sus labios. ¡Eso significa algo bueno!
Yo no te abandoné.
¡Sí lo hiciste!
¿Por qué no me llamaste siquiera?
Es por mi trabajo, además, todos los días está
Neudys, asediándome.

30
José A. Rodríguez N.

“No estoy jugando con piezas y peones de


madera,
estoy jugando con hombres y mujeres de carne y
hueso.”
-Emanuel Lasker-

VII

Es domingo, y como siempre, la espera me


desespera.
Estoy en Santo Domingo, sentado en la
parada del expreso de ASOMIBA. Los choferes y
cobradores dialogan mientras mi mente divaga:
“Son las 10:30 a.m., Johanna prometió llegar a
las 10:00 a.m.”
¡Por fin llegas! ¡Son las 11:00 ya!
¡Venía con un chofer más lento, muchacho,
pensé que ya no ibas a estar aquí!
¿Adónde iremos? ¡No sé, tú eres el anfitrión!
¡Déjame pensar…! Está bien, iremos a comer
algo. ¿Tan temprano? ¿No tienes hambre? No, yo
me desperté tarde, como a las 9:00 y… ¡WOW!
¡Dios mío que tarde es! Me bañé en menos de lo
que canta un gallo y tomé un moto-concho hacia
el expreso, en el camino, desayuné algunas
chucherías. Es por eso que no tengo hambre.
¿Cómo te fue anoche en la velada? ¡Muchacho
tengo una resaca! Casi amanecimos anoche ¿Y
con quién estabas? Con mis amigas ¿Con quién

31
Una Mujer Perfecta
más iba a estar? ¡Uff por qué será que no te
creo! Una noche bebiendo y fiesteando sin uno o
dos chicos que se acerquen, no es factible.
Bueno, sí bailé con algunos amigos, pero no
había nadie para mí, yo soy sólo para ti. ¿Sí? ¡Sí!
Pero tengo un sueño, creo que me va a doler la
cabeza, y eso que me tomé una rapidita. ¿No
quieres una cerveza? ¡No, muchacho! Yo no
puedo beber con esta resaca. ¡Tienes unas ojeras
que Dios te las bendiga! ¿Por fin, para dónde
vamos? Primero, iremos a caminar por la zona
colonial, para hacer hora hasta el medio día,
luego, iremos a comer a un restaurante, cerca
del malecón ¿Qué te parece? ¡Me parece bien!
Visitamos el “Alcázar de Don Diego Colón”,
caminamos solos por los pasillos y aprovechamos
para darnos largos besos, mientras subíamos por
las escaleras. Sentía su aliento pesado de noche
de cerveza fermentada. Después, fuimos hasta el
parque frente a la estatua “Fray Antón de
Montesinos”.
Aquí estuve hace unos meses junto con los
poetas, leyendo nuestros poemas. Nuestro grupo
poético se llama: “Alma Secreta” (Ángela
Hernández), esa noche la pasamos súper chévere
¿Habías estado antes por estos alrededores?
Creo que sí. La Avenida del Puerto está por
aquí cerca, ¿No?
Sí, es esta misma al doblar.
En la distancia divisé a un amigo del
bachillerato, bueno, no a un compañero, sino a
un joven a quien llamamos Maceíto en el círculo
de ajedrecistas, para diferenciarlo de su hermano
Rafael Maceo, quien es un renombrado maestro

32
José A. Rodríguez N.
internacional de ajedrez. Maceíto se sonreía al
verme acompañado de tan bella chica, y no hizo
caso a las señas que le hice de que no se
acercara (¡El muy malvado!) Habló hasta por los
codos, desde los años en que nos conocimos,
hasta los años actuales, en que dirige un grupo
de programadores, en una importante compañía
de procesamiento de datos. Yo estaba hasta el
copete, y varias veces me puse de pie, con gesto
de: ¡Déjame ir! Luego de varios intentos fallidos,
el muy malvado cedió, y se dispuso a despedirse,
me dio la mano y luego se acercó mucho a
Johanna como quien se dispone a besarla. Ella
permaneció impasible, sin un solo gesto, sólo
estrechó la mano que se le ofrecía. Maceíto se
alejó.
Fuimos al restaurante la Bahía. Almorzamos
la especialidad de la casa: “Espaguetis a la
Cañona”, para nosotros: “Ración de Ángel”
Nuestro primer día juntos, por eso todo tenía
sabor a cielo. A mí, normalmente, no me gustan
los espaguetis, pero los hacen de una manera
especial en este restaurante. Lo supe aquella
noche de locura y pasión, con los poetas del
grupo “Alma Secreta”.
Leans fue su primera ilusión de amor. Ella
vivía en Santiago en ese entonces. Las causas
del rompimiento, aunque él sigue loco por ella
todavía, fueron, que él era adventista, que quería
meterle la religión con cucharita, etc. Aunque
ella lo quería mucho, porque era delicado con
ella, tuvo que dejarlo.
Luego de reposar un rato, terminó la historia
de Leans, pero antes de irnos tuve, desde luego,
que pagar la cuenta. Salimos, cruzamos la

33
Una Mujer Perfecta
George Washington, y nos sentamos en la silla
del vigilante de la estatua a Fray Antón de
Montesinos.
El mar, con su pupila azul, nos miraba de
reojo, y se dejaba sentir, con su brisa de sal y su
bramido.
¡Hablamos de tantas cosas! Siempre saltan
Fedro y Arielys en nuestras conversaciones. Un
poco desagradable este asunto, pero luego,
regresábamos a los besos largos y tiernos.
¿Adónde iremos?
No sé, tú decides. ¿Tú no te sientes culpable?
No. Ya te he dicho que no existe amor entre
ella y yo. Y tú, ¿Te sientes culpable?
Claro que no, yo estoy separada de Fedro.
Fueron muchas las cosas que hizo mi esposa,
la principal, la que mató el último hálito de amor
entre nosotros, fue la amenaza de matar a
nuestros bebés, si yo la abandonaba.
A mí se me hace difícil creer que haya una
madre como tu esposa, capaz de amenazar a
unas cositas tan lindas como son sus bebés. Ella
es una persona enferma. Que raro que tú, tan
inteligente que eres, no te dieras cuenta de eso
en el noviazgo.
Fui torpe en mis conclusiones. Muchas veces
amenazó con suicidarse, cuando éramos novios,
incluso se fue de su casa. Me dije a mí mismo:
“Bueno, si ella amenaza con suicidarse es porque
me quiere más que a su vida”. Cualquiera
llegaría a una conclusión semejante, si es joven e
incauto como lo era yo entonces.

34
José A. Rodríguez N.
Te entiendo.
Ella nunca cuidó bien de los niños, y ni
siquiera quiso darle el seno a ninguno de los dos.
La otra noche, le pregunté si pretende hacer lo
mismo con el que viene.
¿Con el que viene? ¿Es decir que tu esposa
está embarazada?
Sí, ¿No te lo había dicho?
No, tú sabes que no. No te hagas el inocente,
tú me lo ocultaste a propósito.
No lo consideré, quizás fue de manera
inconsciente.
¡Dime la verdad! ¡Te digo la verdad!
La señal de las lágrimas afloró a sus grandes ojos
amarillos.
¿Cuántos meses tiene?
Más o menos tres.
Mira, por muy deteriorada que esté una
relación, un embarazo de tres meses es
indicación de que ustedes se aman todavía.
Creo que confundes una cosa con la otra. Con
este embarazo mi esposa hizo lo mismo que
cuando quedó embarazada de Perlita.
¿A qué te refieres?
Me refiero a que me dijo que se había
planificado.
Sí, pero eso no te exime de culpa.
Yo lo sé, pero debes también entender que yo
no te conocía hace tres meses.

35
Una Mujer Perfecta
Yo eso lo entiendo. Creo que con todo, debes
de darle oportunidades.
Creo que en los cinco años que llevamos
juntos le he dado tres oportunidades por día.
Sigue intentándolo, hazlo por los tres bebés,
en especial por el que está en camino.
¿Significa eso que vamos a romper?
No, yo… Yo creo que ya te quiero, estoy
enamorada de ti. Tú me hieres con la verdad y
aunque me haces llorar, creo que es por eso que
te quiero más.
¿Nos vamos al hotel?
No. Perdóname, pero hoy no me siento con
ánimos, y así no te sentirás bien; ni yo. Mejor
otro día. ¿Cuándo entonces? Será mañana,
porque no quiero que ese día se vea empañado
de la misma manera que mi primer día de bodas.
Te comprendo. ¿Quieres ir de vuelta a Baní?
Sí, por favor, llévame a la parada de
ASOMIBA.
¡Vamos!

La huelga de la zona sur estaba programada


para el martes 16 de octubre, así que decidí
quedarme el lunes en el hotel Caribaní, para
evitar percances con el transporte. Johanna y yo
habíamos acordado juntarnos el lunes en el
parque, frente a la puerta de la iglesia.

36
José A. Rodríguez N.
El día lunes transcurrió pesadamente, y eran
ya las cinco y treinta. Recogí mis motetes y me
fui al parque. Johanna llegó por el otro lado, unos
veinte minutos tarde.
¿Cómo vas vida? Todo bien, ¿Y tú? Un día
pesado, mucho trabajo. Yo estoy exhausta. Este
trabajo de la zona, bajo ese calor insoportable,
está acabando con mi existencia. Es duro amor,
pero hay que sobrevivir.
¿Qué haremos?
¿Con relación a qué?
¿No recuerdas que tienes un motivo conmigo
para hoy?
Hoy no puedo
¡¿Cómo que no puedes?! ¡Diste tu palabra!
¡Sí, eso fue porque quería irme rápido!
¡Ah, ya entiendo, me estabas sacando pie!
No es eso José, lo que sucede es que me
parece que no debes dejar a tu esposa
embarazada. A mí no me gustaría que algo así
me pasara.
Sí, pero no es tu culpa, ni la mía. Ella pretende
atarme por medio de los niños, y no por medio
de un buen trato. Yo estaba dispuesto a soportar
esta situación, hasta que te conocí y desperté a
otra realidad, pero tú pones muchos obstáculos.
No es que yo los pongo, es que están ahí, y no
hay forma de evadirlos.
¿Te refieres a Fedro?
No,

37
Una Mujer Perfecta
¿A Neudys?
Yo no los amo a ellos.
¿A quién amas entonces?
Tú sabes que es a ti a quien amo.
¡Mi amor! Un abrazo…
Y luego le mostré mi “Libro Amargo” inédito,
dedicado y autografiado, junto con una copia del
libro “Tesoros de Sabiduría Femenina”,
también dedicado y autografiado.
La dedicatoria del libro “Tesoros de Sabiduría”
lee…
Y de la copia “El Libro Amargo”
¡Ay, qué lindo mi amor!
¿Te gusta?
¡Claro que sí!
¿Te quedarás conmigo esta noche?
¿No tienes que irte para Santo Domingo?
No. Esta noche rentaré una habitación en
Caribaní, mañana hay huelga, y no quiero faltar
al trabajo.
¿Qué me dices?
Está bien, me quedaré contigo, pero déjame
llegar a mi casa y asearme. Me siento sucia. Un
día en esa zona franca es un infierno ¡Muchacho!
Bueno... ¿Cómo a qué hora vendrás?
Como dentro de hora y media.
Luego de rentar la habitación #17, cómoda, TV,
teléfono, cama grande de dos plazas, agua

38
José A. Rodríguez N.
caliente. Tomé un baño fresco, con mi
acostumbrada lentitud. Las 9:00 p.m. ¿Dónde
diablos estará Johanna? Bajé a la recepción: “Por
favor, si alguien viene por el Sr. José A.
Rodríguez, que me espere”.
Las 10:00 p.m., estoy cediendo a la cólera. He
caminado este maldito parque tantas veces esta
noche, que hasta me parece un laberinto. ¡Tengo
que calmarme! Iré por una cerveza. He dejado
una nota a la recepcionista: “Johanna, estoy en la
habitación #17, espérame.” Señorita, va a venir
una joven, de nombre Johanna, ¿Le entrega esta
nota, por favor? ¡Desde luego señor!
Una cerveza es poco cuando el alma delira y
el corazón se estremece de rabia ¡Coño ya me
plantó esta hija de la gran puta! Y todo se repite,
¡Como la maldición de tutankamen!
La cerveza bastó apenas para dos largos
sorbos, la había perfumado con ciclón
(Enseñanza de ella) cuando caminé fuera del
colmadón ya estaba un poco anestesiado.
Recordé que aún no había cenado. Habíamos
planeado cenar juntos cuando ella regresara;
pero no. Entré por enésima vez a la recepción y
pregunté: ¿Ha venido alguien preguntando por el
Sr. José A. Rodríguez? ¡No señor, lo lamento! ¿Me
han llamado? ¡No señor!
Compré un jugo de naranja 100% rica
mediano, y me lo cobraron a precio de grande.
Subí rápidamente a mi habitación. Recorrí varios
canales, hasta que encontré un canal de
películas xxx. Logré calmarme un poco después
de mis más y mis per turbaciones. Estuve
uniendo todos los cabos sueltos, en mi

39
Una Mujer Perfecta
deplorable condición de insomne. A veces el
sueño me vencía, por lapsos de 5 a 10 minutos.
El aire acondicionado me hacía recordar las
noches de Constanza.
Deducciones al estilo Sábato:
• Ella no está casada con Fedro (Ella dice
que lleva 3 años de casada y sólo tiene 18
años de edad) Las leyes no permiten que
una niña de 15 años se case.
• Existe alguien (O algunos) en su vida, por
el cual ella siempre me planta.
• Existe algún interés de ella hacia mí,
aunque sea, por el momento de índole
indeterminado.
• Ella es linda y joven, yo soy viejo y feo;
además gordo. No puede estar enamorada.
• La conclusión es inevitable: Es una
meretriz, muy astuta para su corta edad
pero inmadura.
¡Juega un ajedrez de doble filo! Me refiero al
ajedrez de la vida, desde luego. Digo que es muy
inmadura porque si juega con los sentimientos de
un hombre y le da resultado puede caer en su
propia trampa, seduciendo a un maniático, o
puede uno de estos hombres perder los estribos,
y aprovechar, una vez que estén solos,
apretándole amorosa y fuertemente la garganta,
hasta que la lengua se le convierta en una linda
corbata rosa.
¡Hay cosas que le llegan a uno a la mente!
Juega con esta espada de dos filos y se puede
auto acuchillar.

40
José A. Rodríguez N.
Si a mí me dicen media verdad, ¿Dónde
encontraré la otra mitad?
Ella ve algo en mí, o busca algo de mí. Estoy
seguro de que amor no es. Yo soy un hombre
casado, con dos hijos y otro en camino. No tengo
dinero.
¡Ah, ya sé! Yo soy sólo un conejillo de indias,
me está utilizando como experimento. ¿Estará
sólo practicando sus conocimientos, para
aguzarlos, o simplemente desarrollando nuevas
teorías psicológicas de manipulación?
Es fácil darse cuenta de que lo cierto es la
primera parte de las interrogantes. Sólo una
persona de vasta experiencia se precipitaría con
tanta frialdad por los laberintos del peligro.
En otro orden de ideas, es posible que ella
crea que poseo dinero, yo, al menos, eso
aparento, y aparentar es equivalente a ser, o a
tener (Conforme a las reflexiones del espejo).
¿Cómo debo abordar esta situación?
A un ajedrecista le encanta eso de frustrarle
los planes al adversario.
Esta niña cree que está jugando con un ratón,
sin percatarse de que es un ogro en realidad.
¡Bien que lo decía Papá Ogro!: “Hay que
mantenerse sumamente alejado de las niñas, en
particular de las bonitas, son las más perniciosas
y malvadas”
Ya es un poco tarde para practicar este
consejito. Es necesario secarse uno las mejillas y
enfrentarse al dolor irrevocable. Debe uno sufrir

41
Una Mujer Perfecta
hasta la muerte. Pero, por ahora, lo que me luce
es vengarme. ¡Sí, tramaré mi venganza!
Fase I
• Hay que documentarse bien (Enseñanza
de Fausto)
¿Contra quién me enfrento? Lo más
importante es definir al adversario. Así jugaba
LASKER. Parecía tener una suerte increíble. En
los torneos, llegaba primero ganando casi todas
las partidas a pesar de que en casi todas ellas se
había encontrado a punto de perder. Muchos
hablaban acerca de una extraña influencia
hipnótica de LASKER sobre sus adversarios.
¿Cuál era la verdad?
Su secreto consistía en una lucha de nervios,
atacaba principalmente la psicología de sus
adversarios, estudiaba profundamente sus
partidas para así desenmarañar el complicado
proceso intelectivo de ellos. Así guiaba la partida
por caminos que no eran propiamente correctos,
desde un punto de vista técnico, pero que
resultaban bastante desagradables para sus
adversarios.
LASKER: “Esto es natural y cabe totalmente
dentro de mis concepciones teóricas acerca de
las luchas. Una partida de ajedrez es una lucha
en la cual deben aprovecharse todos los factores.
El factor de más valor es el conocimiento de las
buenas y malas cualidades del adversario. Así
por ejemplo, de las partidas de RETI,
aprendemos que éste juega mejor con las
blancas que con las negras; de MAROCZY, que
se defiende con cuidado y que cuando ataca es
porque se ve precisado a hacerlo; JANOWSKI

42
José A. Rodríguez N.
tendrá la partida ganada por seis veces, pero le
gusta tanto saborear la victoria que lamenta que
la partida haya de terminar, y por esto acaba
perdiéndola.”
Un joven Gran Maestro meditó su jugada por
casi una hora, luego ofreció un complejo
sacrificio de peón a su adversario. LASKER
meditó por diez minutos y declinó el sacrificio. Al
final de la partida, el joven maestro preguntó:
“¿Por qué no ha aceptado usted el sacrificio?”
“He visto que hay ciertas complicaciones,
además usted es un maestro respetable, y si ha
meditado tanto tiempo, sospecho que debe
haber llegado a ciertas conclusiones. Confío en
sus juicios.”
En ajedrez muchas veces hay que
detenerse y tratar de pensar por el
adversario ¿Qué pretende?
Definitivamente, me enfrento a una especie
de LASKER femenino.
Voy a investigar quién es esta niña-bruja.
Enviaré un e-mail a Fedro, haciéndome pasar por
mi esposa. Luego podré llegar a algunas
conclusiones.
No procedí a asesinarla, como es lo justo en
estos casos, porque estaría plagiando a Juan
Pablo Castel. (Además, debo ser más elegante)
Fase II
• “Concentración para desconectar a esa
mujer”
Fase III

43
Una Mujer Perfecta
• “Concentración para hacerme
impasible”
Fase IV
• Debo ser un chico agradable: Me dejaré
engatusar, seré como ella quiera, iré
donde a ella le plazca, trataré de ser su
propio reflejo. Después que se haya
enamorado locamente... ¡Le daré la
patada!

44
José A. Rodríguez N.

“El ajedrez no es tan sencillo como aparenta.”


-Francis Argomániz-

VIII

El lunes lo pasé en estado agónico: Grandes


ojeras, falta de apetito, cara grasosa. Mi
secretaria me preguntó que si estaba enfermo.
Le referí lo que me había pasado la noche
anterior, y sonrió compadecida.
¡Ay José, te enamoraste, pobrecito!
¿Se me debe culpar por eso?
¡No, claro que no! Sólo trato de ser un poco
condescendiente contigo, disculpa si te he
molestado. No me molestas, la verdad es que me
dejé llevar. Es para mí una experiencia dura y
amarga, y eso que nunca entrego mi corazón
completamente.
(Siempre había dicho que una mujer era el
peor lugar para poner el corazón. Esta mujer
logró descentralizarme un poco)
¡Pero ya verás cómo me vengaré
horriblemente! (Fischer)
¿Qué vas a hacer?
¡Haré que se enamore y luego, le daré la
patada!

45
Una Mujer Perfecta
Es difícil que si ella tiene tanto mundo, y tanta
calle, vaya a caer en una trampa tan ingenua.
No lo pongas tan difícil, los malvados muchas
veces son víctimas de sus propias
maquinaciones.
¡Bueno, suerte! Es lo único que te puedo
desear.
Johanna se apareció el martes, como a las
2:00 p.m., con un cuento insustancial: Quiero
hablar contigo ¿De qué quieres hablar? No queda
mucho de que hablar, después de lo que me
hiciste. Si he venido es porque quiero
disculparme. ¿Me dejarás hablar? ¡Mira, si fueras
a decirme la verdad yo estaría dispuesto a
escucharte, pero como sé que no va a ser así...!
Yo sé que tú estás muy molesto conmigo. ¿Y
cómo esperabas que estuviera? ¿Cómo habrías
estado tú? ¡Mira José, debes tomar en cuenta que
he tomado un permiso de mi trabajo para venir a
verte! Estoy cansada y con mucho calor…
¡Ah, ahora tú eres la sufrida! Yo sólo te puedo
decir una cosa…
¿Qué?
¡Fuera de mi vida!
¡Está bien José, se ve lo injusto que eres! Si no
me quieres escuchar, adiós.
Se marchó y no hice siquiera un gesto para
detenerla. Escuché cuando se despedía de mi
secretaria, y esta le inquirió sobre si volvería más
tarde; le dijo que sí, que volvería más tarde, pero
yo sabía que era sólo una más de sus mentiras.

46
José A. Rodríguez N.
Algo que olvidé mencionar, Johanna siempre
dijo que lo mejor es no querer a nadie. Esa tarde,
con todo mi dolor, le dije: “Ya no sufriré por
nadie”, ella me respondió: “¡Ves que te lo dije!”
Pasaron dos días. El viernes llamó, y habló con
mi secretaria. José, dice Johanna, que si puede
pasar a dejarte los libros que le regalaste. Esas
palabras me dieron mucha alegría. Yo le había
regalado EL LIBRO AMARGO, un libro todavía
inédito. ¡Uno nunca sabe! ¡Gracias a Dios que
pensó en devolvérmelo! Yo le había comentado
este asunto a mi secretaria, así que ella me pasó
el auricular con presteza, ¡Alóu, sí...! Hola José,
¿A qué hora puedo pasar a dejarte los libros?
Puede ser en la tarde antes de las 5:00 ¡Está
bien, hasta luego! ¡Bye!
En la tarde, llegaron algunas personas amigas
de mi secretaria, y ella se vio muy ocupada,
también estaba la bella Taíra, así que cuando
Johanna llegó yo tuve que recibirla. Esther me
había referido ya la historia de Johanna: Que esa
noche su novio encontró los libros con la
dedicatoria, y se puso como el diablo, que
además encontró una fotografía mía dentro de
uno de los libros, y que decidió terminar con ella.
Yo me compadecí mucho, y conforme a mi
plan, la perdoné. Fui un poco más comprensivo,
escuché con atención: ¡Qué mal me hiciste
sentir, José! ¡Discúlpame, es que no sabía nada
de eso que te había pasado con tu novio!
¿Crees que te perdone?
No lo creo, estaba muy molesto. Creo que es
mejor así, yo no lo amo.

47
Una Mujer Perfecta
Lo que no entiendo es, por qué no me dijiste
lo sucedido de inmediato, y esperaste que pasara
un día para venir a verme, y ni siquiera ese día
fuiste lo suficientemente explícita. Tú sabes que
lo intenté. El martes yo estaba muy deprimida,
por lo que había pasado, y el miércoles pedí un
permiso para venir a verte, y mira cómo me
trataste ¿Cómo te traté? Tú sabes; como si yo
fuera una mierda. Diablo, nadie me había hecho
sentir así José, tú eres muy duro conmigo. Creo
que cualquier persona habría reaccionado así
estando en mi lugar. Sí, pero al menos debiste
darme la oportunidad de hablar. Claro que te la
di, yo no te tapé la boca para que no hablaras.
No directamente, pero sí con tus palabras
cortantes: “Hay tiempo de buscar y tiempo de
darlo todo por perdido”, “¡Fuera de mi vida!” Con
palabras tan cortantes como esas no digo yo
callarme, eso es para que uno no vuelva a hablar
nunca. Eso es echar a uno como un perro.
¿Sentiste herido tu orgullo?
¡Uff…! ¡Sí! Tú eres demasiado orgullosa. Yo
observé el donaire conque te marchabas. En mi
opinión, debiste ser más humilde e insistir en
darme una explicación. ¡Diablo, yo me sentía
muy mal! Por eso me fui. Tú eres demasiado
orgulloso también, José, aunque no lo quieras
reconocer. Lo mío no es orgullo, sino dignidad. Yo
fui el agraviado, así que tenía derecho a
portarme así. ¡Tá bien, ganaste!
¡Esta vez hemos tenido suerte ambos! Y…
¿Qué vas a hacer con tu vida?
¡No sé que haré!
¿Te quedarás conmigo?

48
José A. Rodríguez N.
¡Tú no me quieres!
¡Claro que sí te quiero!
Lo único que no te acepto con los tantos
plantes que tú me haces. Uno también debe
tener su chin de dignidad. Yo no podía aceptar
una relación como esa, ¿Comprendes?
Claro que comprendo.
Nos miramos a los ojos, y entonces vinieron
los abrazos y los besos.
Era ya la hora de partir, así que me acompañó
hasta el parque. Nos despedimos, luego de
charlar un poco, sentados en el banco que está
frente a la iglesia. Me dio sólo un beso en la
mejilla al despedirnos.
El lunes volvimos a comer juntos. Todo estuvo
muy chévere. Compartíamos cucharadas, nos
dábamos besos, y yo me aprovechaba, tocando
maliciosamente sus senos, y a veces sus nalgas.
Luego de la comida, y de la higiene bucal, los
besos fueron largos y los abrazos apretados.
¿Comemos juntos mañana? Mañana no puedo.
¿Por qué no? ¿No me dijiste que habías dejado el
trabajo? Sí, lo dejé, pero tengo que ir a casa de
mi mamá, a resolver un asunto con ella. ¡Bueno!
Y, ¿Cuándo nos veremos entonces? Ya será
cuestión del jueves o el viernes. ¡Diablo! ¿Tanto
tiempo? ¡No te apures, que este domingo sí nos
podremos ver en Santo Domingo! ¿De veras? Ah,
pero yo estoy jugando en un torneo de ajedrez.
¡Ah sí, me había olvidado! ¡Pues entonces
será el otro domingo de arriba! No, yo haré los
arreglos para que sea este domingo. ¡No, váyase
a jugar su torneo! ¡No importa, yo puedo jugar en

49
Una Mujer Perfecta
la mañana, y nos vemos al medio día! ¿Te
alcanzará el tiempo? Sí, lo único que tienes que
hacer es llamarme cuando llegues. ¿Adónde?
Llámame a la Federación de Ajedrez ¿Cuál es el
número? El número es: 683-4712.
El domingo me tocó jugar contra la Chata de
Brunildo Vélez. Jugué un tollo de partida, con el
fin de acabar lo antes posible. Estaba tan
emocionado que no me pude concentrar ni un
momento. El brutazo tenía 50 formas de ganar, y
no hallaba una. Al fin, logró ganar.
Un sabor amargo me subía por la garganta.
¿Por qué no ha llamado Johanna?
Maceo llamó con voz fuerte: “¡Llamada para
José Rodríguez!” Y luego me amonestó: “Apúrate,
que estamos en una reunión.”
¡Hola!, ¿Cómo estás? ¡Estoy bien! ¿Dónde has
estado? Aquí, he estado esperando tu llamada.
¡Mira muchacho, yo he llamado como cincuenta
veces y siempre me dan una versión diferente:
Que estás jugando una partida importante, que
ya te has ido, que el diablo y su hermano! ¡Toy
quillá! ¡Ya cálmate, por favor! ¿Dónde estás?
Estoy aquí en TashCom ¿Está tu esposo ahí? Sí.
¿Vas a venir? Sí. ¿Cuánto tiempo te tomará llegar
a ASOMIBA? Creo que, como media hora. Está
bien, yo te espero allá. ¡Nos vemos! ¡O.K.!
(Deducción mental sobre la falta de tiempo
para llegar desde Herrera a la Duarte)
¡Diablo, ya es casi la 1:00 p.m., y Johanna no
aparece!

50
José A. Rodríguez N.
Llamé a la casa de Doña Inés, la madre de
Johanna, y ella no había aparecido por allá, ni
había llamado en varios días.
¡Coño, el mismo show de Johanna!
El lunes, no apareció por ningún lado, ya me
estoy cansado de sus plantes. ¡Es cierto que
cuando lo hace siento deseos de matarla, la muy
desgraciada!
El martes vino a visitarnos Taíra, la hermosa
hermanita de Esther, mi secretaria. Ella, además
de deliciosamente hermosa, es muy divertida.
Siempre que viene la pasamos muy bien,
hablando y bromeando. Casi entrando Taíra, hizo
su aparición Johanna, vistiendo sus shorts y
blusita negros, dejando ver su voluptuoso
ombligo.
¡Que me salude primero, la que nunca me
deja plantado! –Dije en voz alta– Todas se
echaron a reír. Taíra se aproximó, me dio un
abracito, y un beso en la mejilla. Luego vino
Johanna, para repetir la operación.
Luego de los reproches de Esther para
Johanna, porque me había dejado plantado, (“Yo
te he dicho que no me plantes a José, Johanna”),
vino la discusión entre Johanna y yo: ¡Yo no te
planté, yo fui, lo que sucede es que duré muy
poco! Se veía la hipocresía en su rostro. ¡Bueno;
que siga su jueguito, si lo encuentra divertido! Ya
me había cansado del asunto. Mi interés había
menguado hasta cero, por la brusquedad de esa
mente retorcida. ¡Que cada cual haga su vida a
su manera! Claro que, las vidas como la de
Johanna debían hacer su existencia sin mí, por
más lindas que fuesen.

51
Una Mujer Perfecta
Yo realmente no sé qué es lo que ella
pretende, ni a dónde quiere llegar. Conmigo ha
pasado sólo un día, y las cosas lucen normales.
Pero yo no me fío de sus palabras, sé que no me
quiere; la mujer descarada. Hemos hecho
planes para vernos mañana martes, en Santo
Domingo.
Ella tiene que ir para que Fedro le active un
celular.
En la tarde llamó mi jefe. Debo ir a trabajar a
La Romana, sólo por el día de mañana. ¡Diablos,
qué mala suerte! Parece que no conviene que
nos juntemos, José. ¿Cómo que no conviene?
Sólo que debes darme un poco más de tiempo.
En lugar de vernos a las 6:00 p.m., nos veremos
a las 7:00 p.m. ¿De acuerdo? De acuerdo; pero
yo te voy a llamar a La Romana, como a eso de
las 4:00 p.m.
Como a las 4:00 p.m. del martes, me llamó
Johanna al consultorio de La Romana.
Nos veremos a las 7:00 p.m., pero por si
acaso, espérame media hora más.
No, ese lugar es muy peligroso.
¿Quién dijo? Tú me esperas ahí, cerca del
panel donde se reúnen los choferes.
¡Bueno, date prisa!
¿Te activaron el celular?
Sí, entra en función dentro de unas horas.
Mira José, está haciendo mucho frío, y está
lloviendo ¿Por qué no lo dejamos para otro día?
¡No, nos veremos hoy!

52
José A. Rodríguez N.
Bueno, está bien.
Llegué a Santo Domingo a las 6:30 p.m., y
esperé hasta las 8:00 p.m. ¡Diablos, yo no puedo
creer esta vaina! Llamé a doña Inés, y no hubo
nada nuevo acerca de la diva. Varias veces
intenté el número de celular de Johanna, hasta
que, a la cuarta vez me respondió: ¡Diablo,
bárbara! ¿Dónde estás? Estoy aquí, en Baní
¡Diablo Johanna! ¿Por qué me haces esto? Es
que, estaba lloviendo, y Fedro se empeñó en
traerme, así que no pude resistirlo. ¿Johanna, tú
estás dispuesta a seguir con nuestra relación?
¡Claro que sí, yo te quiero!
¿Estás dispuesta a verme esta noche? Sí ¿Por
qué no? ¿Estás segura de que no me vas a
plantar otra vez? ¡Claro que no, yo te dije que fue
lo que pasó!
Bueno, yo voy a coger el último expreso para
Baní, nos juntaremos en el “Caribaní”, en más o
menos, hora y media, ¿De acuerdo? ¡De acuerdo!
Deja el teléfono disponible para que yo me pueda
comunicar contigo cuando llegue. Está bien.
Tomé rápidamente el último expreso en
ASOMIBA. ¡Hoy se le acabará el jueguito a
Johanna! ¡Ya estoy hastiado de esto! ¡Cualquiera
la mata, a esa desgraciada! ¡Yo quisiera que me
hiciera la misma jugarreta otra vez, que tú verás
lo que le haré!
El expreso se tomó el tiempo record de 45
minutos para llegar a Baní. Pasé como un bólido
frente al “Caribaní”, y entré a CODETEL. ¡Alóu,
Johanna! ¿Cómo estás? Yo bien, ya llegué. Sí, yo
te vi cuando pasaste. Yo estoy aquí en el hotel,
esperándote. ¿Dónde, en Caribaní? ¡Sí, estoy

53
Una Mujer Perfecta
aquí con la recepcionista, viendo la novela! Está
bien, voy para allá.
Salí tan apresurado que olvidé pagar la
llamada. Afortunadamente el cajero me conoce, y
le dijo al watchman que fuera a notificarme el
descuido, justo cuando yo me daba cuanta del
lapsus mental y regresaba a pagar. ¿Cuánto es?
¡Dos pesos señor! Ambos sonreímos, y luego nos
despedimos amistosamente.
¡Hola! ¿Cómo vas? Aquí, pasándola. Hola Srta.
Ésta es la Johanna que me plantó la otra noche.
¡Ah, Sí! ¡No le hagas eso por favor, ese hombre
estaba desesperado! ¡Prometo no volverlo a
hacer!
¡Vamos arriba, y terminemos de ver la novela
allí!
Me habían dado la habitación 32, y luego de
un rato la ubicamos, pero no me pareció tan
acogedora como la 17, así que le sugerí a
Johanna que volviéramos, para ver si nos daban
la 17, y lo logramos.
¿Qué hacemos, vamos a cenar luego de…? Sí,
pero yo tengo que ir a casa esta noche. Esta
noche es para mí solo. ¡No José, yo voy a ir y
volver, es que se lo prometí a mi vecina! ¡Otro
cuento! No es cuento, es que yo le prometí
quedarme con sus niños. Ella tiene que cuidar a
su amiga, que vive enfrente, porque la
apuñalaron. Hubo un pleito muy feo entre las
mujeres que yo siempre te cuento que se están
matando por celos. Y, ¿Tú tienes que quedarte
con los niños? Mira, yo iré contigo, y traeremos a
los niños, para que duerman con nosotros aquí
en el hotel (Esto lo dije con cierta sinceridad,

54
José A. Rodríguez N.
pero con el plan de entramparla. Esa historia de
que una madre, que no es médica, va a pasar la
noche cuidando a su amiga que está herida, y no
podrá vigilar a sus hijos de enfrente, me pareció
una historia absurda) Yo voy a volver ¡No
podemos traer a los niños para acá, eso nos
impedirá maniobrar con libertad! ¡Yo no te
entiendo Johanna! Se me acercó con su habitual
hipocresía, me abrazó y me besó. Empecé a
desabrochar su camisa blanca y pude ver sus
hermosos senos redonditos y firmes, no traía
sostén lo que facilitó bastante la operación. Nos
encendimos momentáneamente de pasión, y
sentí por un rato su lengua combatiendo con la
mía. Era su paladar ágil y delgado; manejado con
soltura y maestría.
Quería demostrar cierto pudor de inocencia
pero el reflejo era lejano. Se cubría los pechos
con sus manos y reía, como quien no quiere
dejarse ver lo ya tan visto. Esto me dejó un poco
perplejo, pero enseguida capté la psicología del
momento.
¡Ah, lo que quiere es que insista un poco!
¡Parece que quiere excitarme con este jueguito
de coquetería!
¡Desnúdate! ¡No, quiero verte a ti primero
totalmente desnuda! ¡No! ¿Por qué no? ¡Me da
vergüenza! ¡Apaga la luz! ¡Claro que no! ¡Yo
quiero disfrutar de ver tu desnudez a plena luz!
Sí, pero yo también quiero verte. Yo no tengo un
cuerpo esbelto, soy gordo y feo. No sé qué puede
gustarte. Tú cuerpo me gusta, y tú sabes que me
disgusta oírte hablar así. Tienes que
acostumbrarte a mirar tu figura al espejo cada
día, y decir: “Soy un hombre apuesto”.

55
Una Mujer Perfecta
Entre besos y abrazos, ya estábamos casi
desnudos. Eran sus tanguitas azules, y yo le
rogaba que se pusiera de pie, para que mis ojos
se extasiaran en la percepción de la absoluta
belleza de sus formas. Era la hora de la magia. La
habitación flotaba como en la atmósfera de un
sueño.
No tienen parangón, ahora, mi agitación y mi
delirio de esa noche. Aunque se veía perfecta
con sus tangas, tuve que desnudarla totalmente.
Ella sonreía con malicia. Me acerqué para besar
sus fuentes, pero una fetidez inesperada me hizo
recordar que todo es más delicado después del
delicioso baño. Ella se metió primero a la bañera,
cerró la puerta, de manera que yo no pudiera
verla ¡Diablos, qué mal, qué tortura!
Salió fresquerita, como una mandarina, y yo
ansioso por devorar cada gajo de su cuerpo. Bien
afilados los colmillos del deseo.
Yo no cerré la puerta del baño, y ella miraba
mi pene erecto, y mi sangriento glande, en el
ritual sagrado de la purificación. Ella charlaba
sobre no sé que cosa, mientras mi mente
proyectaba su figura, a través de la delgada
toalla blanca, tan corta, que dejaba ver el
comienzo de sus glúteos, deliciosamente
redondos, porque Dios lo quiso así. Dios quiso
que esta india taína, fuera caribe, con sabor a
menta y canela.
Salimos hasta la habitación. Yo no aguantaba
más mi pene, a punto de estallar, y mi lengua
revolcándose en su boca, o viceversa.
Mordisqueaba mi pecho, jugaba con la punta de
su lengua en mis tetillas. Yo apretaba sus nalgas
con furia desmedida, y besaba sus ojos amarillos

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José A. Rodríguez N.
de ámbar, de miel, de fuego ¡Qué sé yo! Acaricié
sus senos firmes y redondos.
¿Eres tú o soy yo? –Me interrumpió con cierta
brusquedad–. ¡Somos los dos! –Le respondí– (Mi
respuesta no fue automática. Este tipo de
preguntas no es fácilmente digerible, y mucho
menos en la situación dada).
Evidentemente se refería a que el acto sexual
debía ser acompasado, uno de los dos debía
hacer el trabajo, mientras el otro disfrutaba. Yo
nunca había enfocado el asunto de este modo.
Quizás mi respuesta fue desacertada, pero fui
sincero, conforme a mi poca experiencia. Ella
sonrió, y cuando estaba ya su paladar allá en mi
monte, levantó la cabeza y preguntó:
¿Trajiste los condones?
¡No!
¿No? Entonces, ¿Cómo lo haremos?
Lo haremos sin condones.
No, no debemos arriesgarnos.
Yo tengo suficiente dominio, ¿No tienes tú
dominio?
Sí, pero a mí no me gusta dominarme. ¡A mí
me gusta que cuando estoy caliente mi tiguere le
dé pallá!
Estas palabras dejaron una impresión muy
negativa en mi estado de ánimo. Me daban la
certeza de que estaba a punto de hacer el amor
con una meretriz; no sexo, sino amor. Bueno, al
menos desde mi punto de vista. Es evidente que
no me ama. Bueno, al menos se protege, me dije,
como para olvidar mi miedo. Pero se formó un

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Una Mujer Perfecta
nudo de amargura en mi garganta. Hube de ser
lo suficientemente astuto para disimular.
¿Quieres que vaya a comprarlos? ¡No, yo iré! ¡Ah,
seguro que no volverás! ¡Claro que voy a volver!
Me tomaré unos veinticinco minutos. Se vistió
rápidamente, y salió.
Todos sabemos de la amargura de una noche
en la soledad de una habitación. Esta amargura
se torna en agonía si la habitación es de un hotel,
y esperas a una mujer perfecta en hermosura,
que ha jurado regresar, y no regresa.
Pero yo, ya estaba preparado, mejor dicho,
curado, de los muchos plantes, e incluso, uno en
esta misma habitación, y en circunstancias más o
menos parecidas. “Puede ser que le haya pasado
algo” –Pensé– Como quien quiere consolarse,
justificando a quien no se lo merece.
Bajé dos horas después de haber ella salido,
eran las 11:30 p.m. Evidentemente no regresaría.
La llamé al celular, me respondió la grabación
del buzón de mensajes: “La persona que usted
ha llamado no puede contestarle, por favor, deje
su mensaje después de la señal”.
Johanna, es José Rodríguez, si te es posible
devuélveme la llamada al hotel, el número es: ….
Adiós.
Varias veces bajé, subí, bajé, subí…
Todas mis deducciones fueron ciertas. Tiene
otro, u otros. Es extraño que él, o ellos, jamás lo
haya notado ¿Cómo es posible que nos
mantenga atados con el mismo hechizo? El
hechizo es el misterio ineluctable de su
cuerpo.

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José A. Rodríguez N.
Debo tratar de descansar. Aunque siempre me
sucede que no puedo dormir en estos casos (Se
acumula en mi ser el sufrimiento, y tengo que
vivirlo, haciendo deducciones, o nuevas
conjeturas, o puliendo las antiguas).

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Una Mujer Perfecta

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José A. Rodríguez N.

“…estas derrotas, anudadas


a mi cuello como alambres de púa.”
-Ángela Hernández-

IX

A través del cristal de la ventana del hotel,


contemplo la sinuosidad de la montaña. Tiene
promontorios verdes, y oscuras concavidades.
Una montaña es igual a una mujer, sólo es
hermoso contemplarla de lejos, es un
trabajo difícil internarte en ellas.
¡Alóu, buenos días!
¡Buenos días! Señorita, ¿Me puede pasar una
llamada?
Claro señor, dígame el número.
El número es: ***-****
Cuelgue, por favor, y vuelva a levantarlo
cuando timbre.
Bien, gracias.
- Centro Óptico, Buenos días
- ¡Hola, bella Esther!
- ¡Buenos días, galante caballero!
- ¡Ha ha ha! ¡Qué cherchosos somos
nosotros!

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Una Mujer Perfecta
- ¡Diañe, Sí!
- Dime, ¿Hay pacientes?
- Por ahora no. ¿Dónde estás tú?
- Yo estoy aquí, en Santo Domingo.
- ¡Mira jablador, tú estás aquí en Baní!
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque lo sé.
- ¿Me ha llamado Johanna?
- No. ¿Tú dormiste con Johanna en el hotel?
- Te contaré todo con lujo de detalles cuando
llegue, ten paciencia, sólo te diré que la
muy desgraciada volvió a plantarme.

- ¡Alóu!
- ¡Alóu, buenos días! ¡Bárbara! ¿Dónde
estás?
- Estoy aquí en la fiscalía.
- ¿Qué estás haciendo ahí?
- Tú sabes, anoche te dije lo del pleito, y
también, que yo tenía que venir a dar
declaraciones de lo sucedido.
- ¿Vas a venir?
- Sí, pero más tarde.
- ¿Cómo a que hora?

62
José A. Rodríguez N.
- Como a eso de las 11:00 a.m.
- No, creo que mejor iré yo a donde tú estás.
- ¿Vas a venir? ¿Cuándo?
- Ahora mismo, voy a coger un moto-
concho, déjame comprarle unas frutas a
Esther primero.
Fui hasta la fiscalía, y me encontré a Johanna
hablando con algunas personas en la entrada.
Nos saludamos, le sonreí ocultando mi amargura
lo más que pude. No quise mostrarle mi disgusto,
para no alejarla. Quería que viniese a darme una
explicación plausible de por qué me había
plantado la noche anterior. Bueno, y si decidía
decirme la verdad… Yo ya lo sabía: Me diría que
no me ama, que nunca me amó en realidad. Me
diría que su vida es así, asá y asó, que yo era
sólo una pequeña alegría, un juego que estaba a
punto de desencadenar en algo que sería
demasiado… Quizás que tenía un marido y/o,
quién sabe qué más. En fin, yo ya estaba
preparado para recibir el golpe, yo nunca me
aferro a nada, soy áspero y difícil. Ya he
madurado lo suficiente, ¿Qué puede buscar una
chica tan linda como ella, en un hombre feo
como yo? Yo no tengo dinero, como Fedro. Esto
debí preverlo.
Bueno, Johanna me recibió con una sonrisa,
un poco burlona desde mi punto de vista, me
saludó, y luego, con mucha alegría, me llevó a
dentro, a conocer a su cuñado Payén, un cabo de
la policía que trabaja en la fiscalía.
Payén es una de esas personas de buena
sangre, que le caen bien a uno desde que uno los
conoce.

63
Una Mujer Perfecta
Luego salimos, y ella me dijo que Payén le
había preguntado que cómo andaba su vida, ella
le contestó: ¿En qué especto? Tú sabes cuñá,
dizque que hay un doctor enamorado de ti. Así es
cuñao, un día de estos se lo voy a presentar, es
un gordito adorable. ¡Uté tá acabando cuñá!
La gran sorpresa para Johanna, lo que ella
dice fue una de las experiencias más agradables,
fue lo espontáneo de lo sucedido.
Yo me aparecí casi en el mismo instante de la
conversación de ellos, y eso le permitió
presentarnos. Yo me porté muy cortés, a pesar
de que quería estrangularla. Ella le había contado
a Payén lo que había hecho la noche anterior,
dejándome plantado. Yo creo que él está muy
molesto. ¡Molesto na’ ma’, yo la mato si uté me
hace una cosa así cuñá!
Al fin salimos de la fiscalía.
¿Vas a venir? ¡Sí! ¿A que hora? En 20 minutos.
Te esperaré. Adiós. Bye.
Cogí el mismo moto-concho en el que vine, y
regresé a mi consultorio.
Ella vino a verme faltando sólo media hora
para el medio día. Ella estaba muy contenta, y yo
muriéndome por dentro. Nada, yo debía ser lo
suficientemente hipócrita. Ella no era para mí.
¡Odio a los farsantes!
Intentó besarme, pero una fetidez horrible
salió de entre sus labios, algo parecido a la
hediondez de mi pene sin lavar. Se me colgó del
cuello y tocó mis labios con los suyos.
¡Déjame, tú no me amas!

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José A. Rodríguez N.
¡Yo sí te amo, lo que pasa es que tú eres muy
incomprensible!
¿Yo, incomprensible? ¡Diablo Johanna, qué
bárbara!
¡No me digas así, que no me gusta!
¡Bien!, ¿Por qué no volviste?
Yo te dije ya, lo que pasa es que no encontré
condones, ya era muy tarde y no había farmacias
abiertas y me daba apuro venir porque yo sé lo
que tú querías, y yo no podía dártelo. Pero yo te
dije que podíamos quedarnos juntos sin tener
relaciones. Esa excusa tuya no es válida. Ponte
en mi lugar José, yo tenía que cumplir con la
vecina. A mí me gusta cumplir con la gente,
además, ella se porta muy bien conmigo, me
pasa la comida incondicionalmente cuando yo no
tengo dinero, tú sabes que personas así,
bondadosas, uno debe tenerlas en alta estima.
Sí, yo lo entiendo, pero tú debiste volver. Es que
era muy tarde, y por donde yo vivo es muy
peligroso, hay muchos ladrones y atracadores.
Escuché todas sus excusas baladíes, sólo por
cortesía. Ninguna tenía una pizca de acierto. Fui
al baño de mi oficina y me lave los dientes, para
arrancar la fetidez que sentía de ese beso
maldito, volví a lavarme los dientes, y a
enjuagarme la boca con Astringosol.
Cuando salí del baño, ya estaba decidido a
deshacerme de ella. ¿Cómo lo haré? Esta
chiquilla lo que quiere es sentirse halagada, con
un imbécil como yo detrás de ella, uno que se
derrita como la mantequilla al sol.

65
Una Mujer Perfecta
¿Nos vamos? Está bien. Caminamos con
dirección al parque y se me ocurrió la maravillosa
idea de invitarla de vuelta al hotel. Ella de seguro
no va a aceptar. Ni siquiera a las prostitutas les
gusta entrar a un hotel a plena luz del día, y
menos cuando su acompañante no sabe la
calaña de mujer que es ella. Pero el problema
está en que yo ya entregué la habitación del
hotel, ¿Qué pasaría si aceptara venir? ¡No, ella
no aceptará! ¡Estoy seguro! Si acepta le diré que
fue sólo una broma, y que ya había entregado la
habitación.
Me siento muy triste, pero debo acabar de
una vez por todas este maldito juego.
- Johanna, ¿Quieres venir conmigo al hotel?
- ¡Tú eres loco José! ¿A esta hora? ¡Son las
12.00 del día, yo no puedo hacer algo así,
Imagínate!
- Sabía que tú no ibas a aceptar, siempre
vas a poner un pero. Yo, te dejaré libre.
- ¿Quieres terminar conmigo por eso?
- No es por eso, es por muchas cosas.
- ¡Tú eres un hombre incomprensible!
- ¡Sí, yo soy el incomprensible! De todas
maneras, eres libre de mí. Sigue tu vida,
y sé feliz, pero ten mucho cuidado, tú
juegas un juego muy peligroso.
- Bueno, pues, ¡Adiós!
- ¡Adiós!
Ella siguió rumbo a la parada de los moto-
concho, y yo hacia el hotel, dizque con la

66
José A. Rodríguez N.
pretensión de quedarme. En ningún momento
volteé a mirarla, por eso, entré al hotel, saludé a
la recepcionista y hablé un rato con la
administradora, acerca de canciones viejas. Salí
del hotel, miré a mí alrededor, no había ningún
rastro de ella. Estaba empezando una llovizna, y
me detuve frente a la entrada del banco hasta
que la lluvia pasara.
Sentí una profunda tristeza, pero también un
gran alivio. ¡Esa maldita mentirosa se había ido
para siempre de mi amarga existencia!

67
Una Mujer Perfecta

“He mirado…
y me he dado cuenta
de que todos llevamos una herida.”
-Arthur Rimbaud-

Ya mi espíritu no es tan fuerte como antaño.


En estos días, después que despedí a Johanna,
la farsante que se había hecho pasar por la
chica de mis sueños, he tenido que hacer
acopio de mi hombría, para no marcar su número
telefónico. Casi una semana después, la ansiedad
se hizo dueña de mí, y marqué su número.
¡Alóu! ¡Alóu! ¡Alóu!
Pero no respondí. Permanecí cubriendo el
emisor con la palma de mi mano. Ella
permaneció por un momento silenciosa, y al final
yo colgué.
¡Diablos qué estúpido, ahora mi número sale
registrado en su celular!
¡Sabrá que fui yo quien la llamó!
¡Bruto, bruto, bruto!
¡Ah! ¡! ¡! ¡! ¡!
Por suerte estaba solo en mi oficina.

68
José A. Rodríguez N.
Ahora, ella podrá cantar victoria. Yo he caído
en llamarla. ¡Dios mío! ¿Qué haré si ella viene a
reclamarme por la llamada?
¡Ya sé! Le diré que fue un lapsus mental, por
la costumbre de marcar su número, que yo
estaba tratando otro número, y se me cruzaron
los cables, que esas cosas son raras pero a veces
suceden.
Para mi fortuna, o mi desgracia, ella no vino,
ni llamó.
Ella reapareció el miércoles de la “semana
santa”. Habló con mi secretaria acerca de traer a
su padrastro a consultar, que estaba planeando
una gira bárbara para que sé yo donde, que la
mujer esa que estaba planeando la gira con ella,
la estaba volviendo loca, que por aquí, que por
allá…
Yo estaba atendiendo un caso complicado, y
me estaba apurando por terminar, para pasar,
supuestamente, al baño, y saludarla secamente
de lejos, para ver su reacción. El caso me tomó
mucho tiempo y cuando salí ya se había ido.
¿A qué vino Johanna? A saludarme. Ella y yo
somos amigas todavía. ¡Sí, ya lo sé Esther, no
tienes que recordármelo! Dice ella que la semana
que viene va a traer a su padrastro. Que lo traiga
será tratado bien, como cualquier paciente.
¡Hay José, no seas ridículo! Al menos lo vamos
a exonerar de pagar la consulta. No sé, si tú
quieres, hazlo tú. No, lo haremos ambos, sería
una indelicadeza de nuestra parte no hacerlo.
Tienes razón, Esther.

69
Una Mujer Perfecta
En la siguiente semana, me parece que la vi
una vez, el miércoles, cuando llevaba un envío a
ASOMIBA. Iba cruzando la calle, desde el parque
hacia el edificio de Los Serret. Iba acompañada
de un apuesto y gallardo joven, pelo negro lacio,
fornido, alto, sin un gramo de grasa en todo el
cuerpo, brazos musculosos, piel blanca.
Caminaba con garbo y bizarría. Ella llevaba una
mini falda blue jeans, un sombrero de tela del
mismo color, y el pelo suelto, junto con una
blusita que me pareció haber visto antes. Ella se
colgaba de él con alegría, y no dejaba de mirarlo
mientras caminaban.
Ese no es Neudys, es otro. ¡Vaya, otro
levante! Esta muchachita es súper rápida. Me
devolvía, con la intención de ver a donde iban,
pero luego me dije: “No tiene caso, ella es dueña
de su vida, que sea feliz con esa vida, hasta que
la mate el sida”. Retomé mi camino, con toda mi
amargura, y, cuando volví, le dije a Esther lo que
había pasado.
Quizás era su marido. No, el maridito es
moreno, según ella. Ese era uno de paso, estoy
seguro.
A la semana siguiente, como el miércoles,
llegué a mi consultorio y estaba casi repleto de
pacientes. Vi a Johanna frente al escritorio de
Esther, y sólo la miré levemente, di los buenos
días, y entré como un bólido.
“Páseme el primero, por favor”
Ausculté varios pacientes, y el padrastro de
Johanna resultó ser el último. Luego, permanecí
todo el tiempo en mi consultorio, hasta que ella

70
José A. Rodríguez N.
se marchara, para no verla. A pesar de las ganas
que tenía yo de salir, me contuve.
Cuando se hubieron marchado salí, casi
ahogándome. Evidentemente aún estaba loco
por ella. Pero nada, cada cosa en su lugar, y ella
no era para mí.
En la tarde, después de comer, volví a mi
oficina.
¡Johanna volvió!
¿Bajo qué pretexto?
Vino a comprar las gotas oftálmicas para su
padrastro. ¡Ah, bueno!
Y me encerré en mi consultorio.
En los días siguientes, ella volvió sólo una vez,
y Esther me dijo que fue sólo a pagar por los
lentes de su padrastro. Otro día, fue a visitar a
Esther, y Esther me dijo: “Johanna dice que a su
papá no le ha ido bien con las gotas, que los ojos
se le ponen rojos”.
Johanna asintió con la cabeza.
- ¡Pues entonces tráelo de nuevo, para
chequearlo!
- ¿Traerlo otra vez? ¡Uff!
- Bueno, es lo único que yo puedo hacer.
Dile que deje de usar las gotas, y que
venga a verme.
Eso fue todo lo que hablamos. Ella parecía
indiferente, y yo permanecí con la puerta abierta,
reproduciendo una partida de ajedrez, como a
quien le da tres pitos y una flauta la presencia de
otro.

71
Una Mujer Perfecta
¡Johanna llamó!
¿Bajo qué pretexto?
Para saber si ya los lentes de su papá están
listos.
¡El no es su papá, es su padrastro!
¡Ay José! Y para los fines de lugar, ¿No es lo
mismo?
¡Bueno, sí!
Ésta fue la breve conversación que tuvimos
acerca de Johanna, por varios días.

- Hoy hablé con esa mujer.


- ¿Con cuál mujer?
- ¡Con la tal Johanna esa!
- ¿Cómo que hablaste, y eso?
- Yo encontré el número de celular de ella en
tu libreta de teléfonos.
- ¿Qué hablaron?
- Hablamos muchas cosas, acerca de ti, y
acerca de los hombres en general.
¡Déjate de imbecilidades Arielys, tú no has
hablado con Johanna! ¡A mí me importa poco lo
que tú pienses, yo hablé con ella y ya! Eso tú no
puedes cambiarlo. ¿A qué número celular la
llamaste? Yo no anoté el número del celular de
ella en mi libreta, yo lo grabé en mi memoria.

72
José A. Rodríguez N.
¡Ay, yo no sé, yo marqué ese número y me
salió una señora! Le dije que me comunicara con
Johanna, y ella me dijo que esperara un
momento, luego respondió una voz que me
pareció más joven:
- ¡Sí, Buenas! ¿Quién me habla?
- ¿Es usted Johanna?
- ¡Para servirle, dígame!
- Yo soy Arielys, la esposa de José. Estoy
segura de que ha oído hablar de mí.
- Claro que sí. José me habla mucho de
usted, y de sus niños.
- Yo supongo que nada bueno le habrá dicho
de mí.
- Él me ha dicho cómo lo trata usted, que
usted es la villana de la película.
- Hay una sola cosa que yo quiero saber,
¿Ustedes están viviendo?
- Y, ¿Por qué no se lo pregunta usted a él?
- Él me lo ha negado.
- ¡Qué ingenua es usted! ¿Cree usted que él
se lo iba a confesar así por así? Se ve que
usted no tiene la experiencia de tratar con
los hombres.
- ¿Eso quiere decir que ustedes sí tuvieron
relaciones?
- ¡Claro que sí, “señora”, Y no una, ni dos
veces!
- ¡Usted es una mujer que no vale la pena!

73
Una Mujer Perfecta
- ¡Quizás no valgo la pena, pero muchos
hombres vienen a mí, porque yo sí sé
tratarlos!
- ¿Cuál es el trato tan bueno que usted le da
a los hombres?
- A los hombres hay que saberlos manejar,
hay que escucharlos, para una saber lo
que les gusta, luego se inventa una, una
historia dramática, pa’ que le cojan pena, y
ya se piensan ellos que son dueños de una.
En realidad, es una que los convierte en
esclavos.
Quedé frío, escuchando el relato de esta
supuesta conversación. Al parecer sí habían
hablado, y, si fue así, todo esto no hacía más que
corroborar mis conjeturas: Johanna es una
meretriz. Se mezcló en mi sangre un sentimiento
de rabia y de extrañeza. Era evidente que esta
niña poseía un coeficiente de inteligencia
superior al promedio, puede jugar con la
psicología de los hombres, incluso los de edad
avanzada como Fedro, como yo, que le llevo
trece años.
Me sentí un poco apenado por ella. Tantas
potencialidades desperdiciándose. Si ella supiera
que le iría mil veces mejor si estudia alguna
carrera, o se entrena en algún arte. ¡Vaya,
escogió el mal camino!
Esta carajita hubiera sido excelente en
ajedrez. ¡Qué desperdicio! Hubiera aprendido
música en un santiamén, quizás pudo haber sido
concertista de piano.
Ella no me engañó, se engañó a sí misma. Yo
le di todo mi amor, y estaba dispuesto a empezar

74
José A. Rodríguez N.
una nueva vida con ella. No es mi culpa
haberme enamorado. Eso jamás será un
error. Debo repetirme esto, para no endurecer
mi corazón, quizás aún haya esperanzas de
encontrar el verdadero amor.
En los días subsiguientes, mi esposa no hizo
más que hostigarme. Cada tarde, cuando yo
llegaba, introducía una nueva parte a la antigua
conversación, de manera que me estaba
amargando la existencia.
Yo veía que ella se desvivía hablando de la
filosofía Johannesca, como si fuera de universal
dominio entre las mujeres: “Que los hombres no
saben valorar a una mujer, que así es como a los
hombres les gustan las mujeres: Putas, cueros,
que los engañen diciéndoles: “Papi tú tá bueno”
Y sacándoles dinero”.
Yo estaba hasta el hartazgo con esta diaria
letanía. Siempre que mi esposa tocaba este tema
había algo que volvía a mi memoria: Johanna…
¿Qué buscaba Johanna, o qué pretendía ella
conmigo? No era dinero, nunca mencionó que
necesitara dinero, u otra cosa material. Esto no
concordaba con lo que decía mi esposa de las
supuestas conversaciones sostenidas con
Johanna. En realidad nunca pude comprobar
cuáles eran las pretensiones de Johanna, quizás
esperaba el momento más propicio, y luego se
dio cuenta de que soy un pobre diablo, quizás
apostó todo a una sola carta. Si es como dice
Arielys, entonces ella me plantaba por la simple
razón de que no le ofrecí dinero; pero tampoco lo
insinuó, y las prostitutas son ñoñas con su
negocio. Todo eso tiene que ser otro cuento de

75
Una Mujer Perfecta
Arielys. Johanna no encaja en ese patrón de
conducta.
Recuerdo las pestes, amenazas y maldiciones
de Arielys, la noche que encontró la primera
parte de este diario. Cuando llegó a amenazar de
cortarme el pene y hacerlo picadillo, de modo
que no fuera posible una reinserción. No pude
pegar un ojo en toda la noche. Al día siguiente,
me fui a dormir a casa de Johnny.
Yo andaba fugitivo, de casa en casa, de hotel
en hotel. Le dije a Johanna que se buscara una
habitación donde pudiéramos estar juntos, pero
ella nunca lo hizo. Tuve que volver a mi casa. Mis
niños no pueden irse tranquilos a dormir si no me
han visto.
Arielys vino con los niños a Baní. Quería saber
si yo estaba viviendo con Johanna. Le dije que
me fui de la casa por todas sus amenazas, y que
Johanna y yo no nos habíamos vuelto a ver. Los
niños estaban súper felices, jugaron con los
toboganes del Pica Pollo Rey, y comieron pollo
frito, fuimos al frente, a Helados Bon, y comimos
helados y jugamos, luego nos dirigimos a
ASOMIBA, pero antes, fuimos a la dulcería Las
Tres Rosas, y compramos dos tarros de dulce, y
uno en pasta, pasamos por el colmado antes de
ir a ASOMIBA, y comimos queso de hoja, y
jugolitas. Nos fuimos a casa. Arielys estuvo
tranquila. Me había pedido otra oportunidad. Esta
vez me iba a tratar bien: Me lavaría y plancharía
la ropa a tiempo, me haría mi jugo de naranja sin
protestar.
El dolor fue cediendo poco a poco. La herida
que había dejado Johanna en mi corazón habría
cicatrizado en unas semanas, si no hubiese sido

76
José A. Rodríguez N.
porque ella venía a mi oficina, a veces,
supuestamente a visitar a Esther, mi secretaria.
Yo sabía que ella venía también a torturarme, o a
burlarse de mí, a saborear su victoria.
¿Y si es cierto que Arielys habló con Johanna?
Entonces, Johanna viene para ver mi reacción, y
contarle a Arielys.
Arielys dice que cuando habló con Johanna,
ésta le dijo que yo la hostigué, que me le lancé, y
que no la dejaba tranquila, que ella no tuvo más
remedio que aceptarme, que yo parecía un
maniático.
Eso es porque yo pensaba diferente de ella. Es
verdad, yo fui quien la buscó primero, pero ella
también vino a verme varias veces, yo sentía
necesidad de alguien que me diera un poco de
amor, yo también soy humano.
Tú sólo piensas en ti, y en dos palabras:
“Dinero, compras”. Tú no me cuidas bien, y ni
siquiera a los niños cuidas bien, no quieres
estudiar… ¡Yo no sé qué diablos haces con tu
tiempo, tú debes tener algún chulo al que le
estás dando mi dinero! Cuando una persona ama
a otra busca complacerla, y no busca siempre
una excusa para no hacer lo que debe hacer.
Andas acabándome, hasta con la vecina, dizque
porque estás harta de exprimir naranjas, y eso,
que es lo único que yo te pido, porque yo no
como aquí, y tú rara vez te levantas a hacerme el
desayuno. ¡Con una gente así como tú, no digo
yo buscarme un cuero que me diga, o me
demuestre, cariño!

77
Una Mujer Perfecta
Yo te haré tu jugo, y tu desayuno, y te tendré
tu ropa limpia y planchada. ¡Voy a ver de qué te
vas a agarrar ahora!
Recuerdo que Johanna me dijo que podíamos
ir al campo, a visitar a su padre, ir a la playa
juntos, la íbamos a pasar muy bien. Pero eso fue
dos semanas antes. Ahora, ya nuestra relación es
cosa del pasado.
La “semana santa”, tuve que trabajar hasta el
medio día del jueves. Yo llevé a José Raúl a Baní,
y Arielys fue con la niña, a llevar a su tío para
que le revisaran la operación. Luego, Arielys se
fue al campo, a ver a su abuela, quien
supuestamente estaba muy enferma, y nadie
había ido a verla. En el camino nos encontramos,
cuando José Raúl y yo veníamos de Baní, y ellos
salían del MORGAN.
Arielys decidió irse ese mismo día para
Bayaguana, ya eran casi las 4:00 p.m., se llevó a
José Raúl, y me dejó a Perla Mariel, para que yo
pudiera descansar un poco más, ya que debía
cuidar al tío Chino quien había sido operado de la
vesícula.
El tío Chino tiene unos 48 años de edad, y se
portó como un niño llorón, dizque hasta el jugo
de papaya le hacía daño, no quería ni la sopa que
le preparaba. Siempre que le preparaba una
comida quería otra cosa, y la Chichí quería
cocinar, y lavar los platos conmigo. Así me pasé
la “semana santa”, hasta que Arielys llegó el
domingo por la tarde.
El lunes regresé a mi lugar de trabajo en Baní.
No había descansado bien en el fin de “semana

78
José A. Rodríguez N.
santa”. Después de todo, lo que necesito son
unas buenas vacaciones.
Johanna volvió, más hermosa que nunca. Con
ajustados pantalones caquis y un suéter blanco.
Esa tarde, me saludó y me sonrió, yo le
correspondí la sonrisa, y entró a mi consultorio.
Quiero darte un abrazo de amigos ¿Puedo? ¡Claro
que puedes! Me abrazó, y desfallecí, casi a punto
de desmayar, afortunadamente estaba sentado,
y este hecho no fue notorio. Era evidente que
aún no me había curado de su veneno.
¡Es tan linda!
Me miró a los ojos con inusitada fijeza, ¿Cómo
te está yendo? Muy bien, Arielys me pidió una
nueva oportunidad, y decidí dársela, más por
nuestros niños que por otra cosa.
Y tú, ¿Cómo estás? Yo estoy igual, quizás un
poco feliz de saber que a ti te está yendo bien. Tú
te mereces lo mejor del mundo. ¿En verdad lo
crees? Sí José, tú eres muy bueno.
No tuve más remedio que abrazarla.
Entonces ¿Por qué no te quedaste conmigo?
Yo no estaba segura, sentía mucho cargo de
conciencia, por tus niños, por tu esposa
embarazada.
Al menos, debes agradecerme porque tu
esposa está cambiando, y te está tratando mejor.
Espero que siga así, aunque hace años que perdí
la fe en sus supuestos cambios. Ella ha cambiado
muchas veces, pero sólo por una o dos semanas.
Johanna nunca supo que este tipo de actitud
fueron las que despertaron el amor en mí. Jamás
vi a una persona capaz de sacrificar su amor,

79
Una Mujer Perfecta
sólo para que la persona amada fuera feliz, y no
perdiera su bienestar. Se requiere mucho amor,
sensibilidad y abnegación para llegar a ser una
persona de este calibre.
¿No es éste el amor verdadero?
Conforme con 1 Cor. Capítulo 13:1 en
adelante, es así.
Mi temor siempre fue que ella estuviese
fingiendo, aunque es muy difícil fingir, ser una
persona que uno no es. Si está fingiendo, es la
mejor actriz del mundo y tiene una súper- hiper-
mega memoria.
Si no está fingiendo, esta mujer es el
perfecto reflejo de mí mismo, es una mujer
perfecta para mí.

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José A. Rodríguez N.

“Todos, cuando niños, necesitamos


un poco de cariño…”
-Canción popular Dominicana-

XI

No me digas esas cosas Johanna, esas son las


cosas tuyas que me han hecho enamorarme
desesperadamente de ti. Ninguna persona jamás,
ha sabido valorar mis sacrificios, y ahora tú
pretendes inmolarte. Yo tengo que pellizcarme
para saber que no es un sueño, que eres una
persona real.
Tú te das cuenta de mí porque eres especial.
Sí, pero no sé por qué me dices estas cosas si
no me amas.
¡Yo te amo!
¿Por qué me plantaste tantas veces entonces?
No estaba segura de mis sentimientos. Pero
ahora sí lo estoy.
Y, ¿Qué te hizo cambiar?
He pensado mucho en ti, en lo maravilloso
que eres, eres sentimental, poético, simpático,
muy educado, eres todo lo que una mujer
debería amar en un hombre. Eres un hombre
adorable, que ama mucho a sus niños.

81
Una Mujer Perfecta
Tuve que abrazarla, y los besos fueron
inevitables. Sacudí fuertemente la cabeza, como
para desajustarme. Sólo unas palabras, y ya
estaba otra vez a su merced. ¿Y si pretende
volver al mismo juego? ¡No, no debo entregarme!
Me parece que vamos a volver al mismo
juego, ¿Verdad?
¡No José, ahora será muy diferente! Yo te amo
y te lo voy a demostrar. Sólo te pido, por favor,
no me hieras, mira que me estoy poniendo
en tus manos, no me hagas sufrir.
Estas palabras me conmocionaron. Yo la
miraba fijamente a los ojos, y eran dos ventanas
abiertas a su corazón. Bueno, al menos así me
parecían. Espero no estar equivocado.
¿Cómo me lo vas a demostrar?
Dame este domingo. Ahora soy yo quien
quiere un domingo para nuestro amor.
¡Oh, no!
¿Qué sucede?
¡Este domingo no puedo!
Se lo prometí a mi familia.
¿Qué tal el sábado, entonces?
El sábado tengo que trabajar hasta las 12:00
meridiano, si no te importa que sea en la tarde…
Claro que no me importa. De todos modos, yo
llego tarde, puesto que tengo que arreglarme, y
además, el tiempo que se toma el expreso en el
trayecto de Baní a Sto. Dgo.
Entonces, te espero el sábado, a eso de las
12:30 p.m., ¿Bien?

82
José A. Rodríguez N.
Sí, pero por favor, no te vengues dejándome
plantada.
Yo nunca haría eso, tú sabes que yo no soy
así. Además, yo soy el más interesado, aunque tú
no lo creas. Ella sonrió complacida.
Así quedó todo arreglado para el próximo
sábado, pero el sábado no llegaba, y parecía que
el viernes había hecho un oscuro pacto con el
jueves, para que éste reinara por tiempo
indefinido. Yo estaba dispuesto a recurrir a
cualquier artilugio, hasta que me informaron que
era viernes por la noche. Con todo, la emoción no
me dejó dormir.

Alóu, sí…
Hola vida, ¿Cómo estás?
Estoy bien, ¿Y tú?
Todo bien, ¿Vienes?
Sí, ya estoy por aquí, por Herrera, llegaré a
ASOMIBA en unos veinte minutos.
Yo creo que llegaré primero que tú, entonces.
¿Dónde estás tú?
En el trabajo.
Uh, yo no creo que llegues primero.
De todos modos, me esperas. ¡Hasta luego
mío amore!
¡Bye!

§
83
Una Mujer Perfecta

¡Hola amor!
¡Hola!
¿Hace mucho que me esperas?
No, llevo unos quince minutos esperando.
Si me hubiera tardado media hora más, ¿Te
habrías marchado?
¡Claro que no! Yo planeaba esperarte hasta la
1:00 p.m.
Me tardé más porque hice una parada en la
farmacia para comprar condones. Espero que
esta vez no haya imprevistos.
Fuimos a comer al BUEN SABOR: Chofán de
camarones, res con brócoli, y arroz. Fue
demasiada comida para nosotros, así que el resto
pedimos que lo arreglaran para llevar. Johanna
dijo que era buena idea llevarlo al hotel, para
más tarde.
Reposamos un poco, después de comida,
sentados en el restaurante, conversando
amenamente. Después, salimos a caminar.
Bajamos por la calle José Martí, hasta la Mella,
entramos por las ruinas de esa vieja fortaleza, y
bajamos hasta la calle arzobispo Meriño.
Caminamos por ésta, hacia el malecón. Poco
después de cruzar la calle El Conde, vimos a una
anciana indigente. En el rostro de Johanna se
dibujó la tristeza, y dijo: “Por eso es que no me
gusta caminar por aquí. Es tan triste ver cosas
como esas”. Yo regresé donde la señora, y le
entregué la funda con la comida. “¡Gracias mis
hijos, que Dios los bendiga!”.

84
José A. Rodríguez N.
Llegamos al monumento a Fray Antón de
Montesinos. Había un moreno distinto al que
vimos la primera vez.
¿No vas a cocinar allá abajo?
– Le dije–
No, yo sólo vengo a estudiar inglés. Este lugar
es muy bueno para estudiar.
Sí, es bien tranquilo, y fresco.
Intercambiamos unas frases en inglés y luego
me pidió dinero para comprar una cerveza, le di
dinero para dos, y desapareció dejando su
camisa azul sobre la silla. Yo me senté y Johanna
en mis piernas. Disfrutamos de la frescura de la
brisa haciendo planes para nuestro amor,
mirando el mar y hablando de gaviotas, de
noches de playa, de paseos, de hacer el amor en
un jacussi, y por fin, de aerofobia y claustrofobia.
El moreno regresó. Cuando salíamos, lo vimos
bajar las escaleras. No tenía intención de
comprarnos la cerveza. Nos despedimos del
maldito, que nos dio la mano, muy sonriente y
nos invitó a volver.
Al Salir, venía un carro sin letrero de taxi.
¡Hola chofer! ¿Por cuánto nos llevas al…?
¡Date $50.00 ahí! Está bien.
¡Sube amor!
¿Qué compramos para beber, amor?
No sé, decide tú.
Trataré de conseguir aquel licor dulce del que
te hable.
¡Uy, qué bien!

85
Una Mujer Perfecta
Bueno, no logré encontrar el buscado licor,
pero traje un J.B.
¿Qué te parece?
¡Uff, demasiado caliente! Yo no lo aguanto.
¿Y entonces?
Yo me bebo una cerveza, no hay problema.
Luego de subir a la recepción, hubimos de
bajar con la camarera. Nos asignó la habitación
#30. ¿Puede traernos hielo, por favor y una
cerveza?
¡Desde luego señor!
Johanna aprovechó y entró al baño, yo
busqué un canal xxx, la camarera regresó con la
cerveza y el hielo, le di su propina y cerré la
puerta, Johanna salió del baño con sus tangas
azules, y a la locura se le fue la mano.
Quedé extático, logré recuperar el tino, fui al
baño lavé mi pene y regresé con él erguido. Sonó
la campana anunciando el primer round:
Son gloriosos sus besos, sus abrazos, es
mágico el contacto con su cuerpo. Dos lagos de
fuego son sus ojos. Acaricié su rostro, conduje
mis manos a sus senos redondos, los apreté con
dulzura, con furia desmedida combatían nuestras
lenguas. Mis manos descendieron a sus glúteos,
y mis labios a sus pezones. Acaricié sus muslos,
su zona genital. Contemplé ese triángulo oscuro,
una flor grisácea con su centro rosa. Fue corto el
tiempo de mi paladar sobre su ombligo. Largo el
roce de mis labios por sus ingles, y mi lengua
enloqueció en su rosa de fuego.
¡Ay José! ¡Ay mi vida! ¡Qué bueno tú lo haces!

86
José A. Rodríguez N.
¡Ay, así, mi vida!
¡Yo te amo, mi vida!
¡¿Tú no sabes que yo te amo?!
Yo había hecho planes para todo esto, pero
nunca pensé que mis ensayos mentales
resultarían tan bien. No dejé de mirarla mientras
realizaba mi labor: Recostaba la cabeza, me
miraba como una estrábica, y se mordía los
labios. Yo le daba pequeños mordiscos delicados,
y la levantaba por encima de la cama, cogida por
los glúteos.
¡Ay ya, mi amor, me vas a matar!
Ya. Ahora quiero que seas tú el que disfrute.
Y, se dio a la tarea de recorrer mi pecho con sus
labios y lengua. Apretó mis tetillas con sus
dientes. Estaba evidentemente encariñada con
mi pene. El roce de su lengua con mi cosa roja
me causaba, por su fuerza, una sensación
confusa, pero excitante, de todos modos, iba a
ser difícil lograrlo de este modo. Lo único que no
me gustó fue que no me miraba durante la
faena, le acaricié la cabeza y la levanté para
regresarla a la cama. Fui un torpe al colocarme el
condón al revés, y ella trataba de ayudarme,
hasta que lo logré; quiero decir, colocarme el
condón. Entonces penetré por sus secretos.
¡Sentí los efluvios de un manantial, como de
néctar!
A lo lejos, escuché nuevamente sus gemidos,
¡Otra vez en éxtasis! Justo al instante de arrojar
todo mi placer, salí de su fuente de alegría, y
penetré en su boca. Lo mágico del acto fue, que
succionó mi pene, como con furia, y no logré ver

87
Una Mujer Perfecta
ni una sola gota del extracto de mi placer. Quedé
enloquecido luego de este acto maravillo.
Entrecerré los ojos, y suspiré profundamente,
para que volviera a existir el universo. Una luz
distante penetró por las cuencas vacías de mis
ojos, entonces me di cuenta que estaba en un
cuarto de hotel. Junto a mí, la mujer más
hermosa. Hice el intento de levantarme, pero ni
un sólo músculo fue capaz de responderme.
¡Te amo José, jamás había sido tan feliz!
¡Yo te juro, es la primera vez que hago el
amor, y estoy planeando hacerlo muchas veces,
si es que sobrevivo a este comienzo!
Me sonrió retorciendo el lado izquierdo de sus
labios, de esa forma tan mágica que solo he visto
en ella.
Se puso de pie, aún desnuda, caminó hacia la
mesita, tomó la botella de cerveza y un vaso.
¡Toma, bebe un poco!
¡Gracias mi amor!
Yo bebía del vaso, mientras ella lo hacía a pico
de botella.
¡José, mi vida, yo no quiero ver la hora en que
te vayas de mi vida!
Me han pasado muchas cosas, pero tú eres lo
mejor que me ha pasado en la vida.
Vi sus ojos llenarse de lágrimas, me incorporé
para abrazarla. Volví luego a mi antigua postura:
De espaldas sobre la cama, una almohada donde
recostaba la cabeza, la pierna izquierda

88
José A. Rodríguez N.
extendida y la derecha recogida, de modo que
ella la usaba de espaldar.
- ¡Háblame de ti, vida! Háblame de tu niñez
y de tus cosas. Quiero saber de tus
impresiones acerca de la vida y de los
seres.
- Mi vida ha sido muy dura. Mejor dime tú la
tuya.
- ¡Ah no, yo lo pedí primero!
- Pero dime algo de ti, de tus secretos.
- Yo, yo casi no tengo secretos. Soy así como
me ves. Yo soy un hombre transparente,
como tú dices.
- Quizás un día te cuente por qué soy como
soy.
- ¡Ah no! Yo he sido sincero contigo, porque
te amo, pero tú no me tienes confianza.
Eso quiere decir que no me amas.
- ¡Diablo José, tú me estás acorralando, para
que yo tenga que decirte! ¡Qué malo tú
eres!
- O.K., yo te ayudaré a empezar: Tu primera
ilusión de amor fue Leans, ¿Verdad?
- No. Fue alguien que entró a mi vida antes
que él.
- ¡Diablo! ¿Y a qué edad fue eso? Porque tú
me dijiste que Leans fue de los catorce a
los quince.
- Eso fue, Uff, de trece a catorce. Yo vivía
con mi tío, en Santiago, pero en las
vacaciones, ellos se iban para Puerto Plata,

89
Una Mujer Perfecta
y mi malvada tía no quiso que yo fuera. Me
mandó para donde mi mamá, a Baní. Allá,
la pasé muy bien con mis cuatro
hermanas. Karla, fue la que un día me
presentó a Iván. Iván era pelotero, y muy
bueno. Desde que nos presentaron, vi ese
brillo en sus ojos. Me encantaba su forma
de tratarme, era un caballero conmigo.
Pero llegó el día en que se acabaron las
vacaciones, y yo tuve que volver a
Santiago.
- ¿Perdiste contacto con él?
- No. Él me llamaba por teléfono con
frecuencia. Esa relación no se iba a borrar
tan fácilmente. ¡Ay, qué día más amargo
fue ese día que tuve que regresar a
Santiago!
- ¿Lloraste mucho?
- ¿Y me lo preguntas?
Un día, me llamó y me dijo que si podíamos
vernos en Baní. Yo le respondí que no me lo
permitirían, que tendríamos que esperar hasta
las próximas vacaciones, y eso era dentro de
unos cuatro meses. Él se iba a jugar a Puerto
Rico. Lo habían firmado. Me dijo que lo esperara,
que volvería por mí.
¡Diablo, sentí que el mundo se me venía
abajo! Siempre me sucede lo mismo con las
personas que quiero.
- ¿Qué te sucede?
- Las pierdo, de una u otra manera.
- ¿Es decir que no volviste a verlo?

90
José A. Rodríguez N.
- Sí, pero te lo contaré luego. Cuando
terminaron las clases, volví a Baní, y
pregunté por él.
- ¿Y qué pasó entonces?
- Karla me dijo que Iván se había casado.
Embarazó a una muchacha, y tuvo que
llevársela. Pero me dejó el mensaje de que
jamás me olvidaría. Que me amaba.
- ¡Esa sí que es una historia triste, amor!
- Sí, pero no lo más triste y desastroso que
me ha sucedido.
- ¡Pues dímelo!
- ¡No, eso no se lo he dicho a muchas
personas! ¡Es demasiado triste!
- ¡Yo quiero saber todo de ti, vamos, dime!
- Fue cuando las cosas se complicaron en
casa de mi tío. La esposa de él ya no me
soportaba, me trataba muy mal. Me
cargaba de labores difíciles para una niña.
- ¿Y tu tío, no decía nada al respecto?
- Mi tío no paraba en casa, siempre
trabajando. Cuando llegaba me saludaba
con mucho cariño. Mi tío es uno de los
recuerdos más lindos de mi vida. Él era un
amor, recuerdo una vez en que había unas
personas en casa, además de los
familiares, yo le había preparado su plato
favorito, a él le encantaba que yo cocinara.
En aquella ocasión dijo en voz alta, como
dirigiéndose a todos: “Jova va a amarrar a
su hombre por la boca, además de sus
otros atributos”. No supe que decir de la

91
Una Mujer Perfecta
emoción, sólo me lancé sobre él, lo abrace
fuertemente, y le di un beso en la mejilla.
- Creo que tú tía política te trataba mal
porque sentía celos del cariño que tú tío te
expresaba. ¿Trababa él a sus otros hijos
con igual cariño?
- Ellos no tenían hijos. La esposa de mi tío es
estéril. Luego, adoptaron un lindo bebé.
Ese bebé fue como mi hermanito.
- ¿Qué fue lo tan terrible que te sucedió?
- Fueron dos cosas. La primera: Mi tío tenía
un mejor amigo, se llama Cuqui, a Cuqui
yo lo quería como un tío. Él me había visto
crecer, y siempre fue bueno conmigo. Me
daba mucho cariño, y me compraba
helados cuando la familia iba a pasear los
domingos. El problema empezó cuando yo
cumplí los trece. Ese día, mi tía me ayudó
a maquillarme, creo que fue la primera vez
que usé maquillaje. Yo tenía puesto un
lindo vestido que mi tía me había regalado.
Me quedaba ajustadito. Ya mi cuerpo se
desarrollaba con formas de mujer.
- ¡Pero con inocencia de niña!
- Ni tanto, yo siempre fui muy viva, mi tío
decía que delante de mí no se podía decir
nada, porque yo me las llevaba todas.
Cuando hacían un chiste de doble sentido,
de esos que sólo los adultos entienden,
aún antes de terminar, yo ya estaba riendo
a carcajadas.
- ¿Qué fue lo tan terrible que te sucedió?
- ¡Diablo, a ti tampoco se te va una!

92
José A. Rodríguez N.
- Yo no soy un niño amor, yo sé fijar mi
atención.
- ¡Ay mi amor, yo no te quiero contar eso!
- ¡Vamos, que tú no me dejarás a medio
talle!
- ¡¡Aaahh!!
- ¡Ya mi vida, no llores! ¡Sigue, sigue!
- Está bien. Esa noche, mi tío y mi tía
salieron a pasear, y dejaron a mi tío Cuqui
cuidándonos a mí y al niño. Yo puse una
película en la T. V., y cuando regresaba a
sentarme, me encontré con la mirada fija
de tío Caqui, una mirada que no era
normal en él:
- ¡Qué linda tú estás Jova!
- ¡Tío Cuqui no me aprietes así que me
molesta!
- ¿Trató de violarte?
- Hizo intento de besarme: ¡No tío Cuqui! ¡Tú
eres un hombre y yo soy una niña!
¡Búscate una mujer! ¡Yo no te voy a querer
tío Cuqui!
- ¿Desistió?
- Al menos en ese momento. Pero noté como
en él se desarrollaban unos sentimientos
enfermizos, mezcla de ternura, pasión,
amor, deseo, ¡Qué sé yo! Me hostigaba,
aprovechaba cualquier momento en que
me encontrara a solas, para tocarme los
senos o abrazarme.
- ¿Por qué no se lo dijiste a tu tío?

93
Una Mujer Perfecta
- Tenía miedo. Una vez se lo conté a mi tía:
“Tía, yo quiero que tú sepas que tío Cuqui
me pone las manos en los senos, y vive
molestándome.”
- ¡Mira muchacha fresca, deja de estar
inventando mentiras como esas!
- ¡Es verdad! Si quieres verlo, quédate
asechando por los blocks calados del baño,
cuando yo esté en la cocina, y él crea que
yo estoy sola.
- ¿Lo pescaron?
- Mi tía lo vio molestándome, pero en vez de
ayudarme, me advirtió que no se lo dijera
a mi tío, si yo no quería causar un
problema mayor.
- ¡Diablo, qué desgraciada! ¿Entonces tu tío
nunca lo supo?
- Él lo supo después que yo me había
marchado de la casa para donde mi
hermana mayor.
- ¿Entonces, decidiste irte por eso?
- Bueno, no fue por eso. Yo no me quería ir.
Yo sentía que esa era mi familia. Yo quería
a mi tío más que a nadie. El problema fue
con la esposa de mi tío, una vez
discutimos: ¡Yo no voy a lavar tanta ropa
yo soy una niña, eso es un abuso! ¡Tengo
todas las manos destrozadas!
- ¡Tú lavarás a la mala, usted tiene que
trabajar, usted no va a salir un cuero como
su madre!
- ¿Te dijo eso? ¿Cómo reaccionaste?

94
José A. Rodríguez N.
- ¡Le solté tremendo galletón!
- ¿Te golpeó?
- No. Creo que eso era lo que ella andaba
buscando, un pretexto para obligar a mi tío
a sacarme de la casa, ella vivía jodiéndome
todo el día, pero esas palabras acerca de
mi madre, le pusieron la tapa al pomo.
¡Nadie habla así de mi madre, y menos
enfrente de mí!
- ¿Logró que tu tío te echara?
- Mi tío hizo el intento de salvar la situación.
Nos dijo que ambas habíamos hecho mal,
yo dándole una bofetada le falte al
respeto, ella hablándome de esa forma, y
tratándome así, me falto al respeto. Pero
ella insistió, y no permitió que yo me
quedara en la casa. “¡Ella tiene que irse!”
Así que, mi tío me mandó para donde mi
hermana.
- ¿Cuál, la mayor?
- Sí.
- ¿Te fue bien con ella?
- Todo fue normal. Ella trataba de hacerme
sentir bien pero yo extrañaba mucho mi
casa, digo, la casa que yo consideraba mi
hogar, la de mi tío. Luego, un día, mi
hermana Karla me presentó a Leans: “Ese
es un buen chico, me gustaría que te
casaras con él.” Y, la historia mía y de
Leans, tú la sabes; bueno, hay algo que no
sabes y que te diré luego.
- ¡No, dímelo ahora!

95
Una Mujer Perfecta
- No, ahora quiero decirte lo más
importante, quizás eso te haga entender
por qué soy como soy.
Su mirada honda y triste fija, sobre mis ojos,
me indicaba que era algo muy serio, así que
agudicé mi oído.
- ¡Dime vida!
- ¡Por favor, esto no lo divulgues! Yo tengo
miedo de decirte, porque tú todo lo
escribes.
- No amor, si esto es tan serio y no quieres
que se escriba, o se diga...
- Sucedió que, mi hermano Franklin tenía un
mejor amigo, se llama Armando. Desde
que él me vio empezó a decir a mi
hermano: “¡Qué niña tan linda es tu
hermanita, Frank!” Siempre que íbamos a
pasear él me llevaba de la mano, y era
muy chévere, me compraba regalos y
helados, y siempre invitaba a mi hermano:
“¡Vamos a llevar a la niña a pasear el
domingo!”
Un día, Armando llegó a la casa de mi
hermana, y yo estaba sola. Cerró todas las
puertas y ventanas, me agarró con fuerza, y me
introdujo en una habitación. Yo estaba muy
asustada.
¡Armando no me hagas esto, por favor, no me
lo hagas! No pude oponer mucha resistencia, me
desgarró parte de la vagina con su miembro. Fue
algo brutal.
- ¿Se lo notificaron tus familiares a las
autoridades?

96
José A. Rodríguez N.
- Yo no se lo dije a nadie, sólo a mi hermano
Franklin, pero él no me creyó.
- ¡Qué desgraciado! ¿Tuviste que vivir sola
con eso?
- No, mi hermana mayor, quien también fue
violada una vez, me puso en tratamiento
con un psicólogo.
- ¡Ay amor, yo quisiera borrar todo ese libro
amargo de tu niñez!
- ¡Tú lo haces, al ser tan maravilloso! Soy
muy feliz contigo. ¡Vámonos, ya es tarde!
- ¡Quedémonos un ratito más!
- No, yo tengo que llegar a casa ¡Baní no
está allí mismo!
Abandonamos el hotel. Llegamos a ASOMIBA
a eso de las 7:45 p.m. Era casi la hora para la
salida del último expreso.
- ¿Quieres un poco de queso de hoja, vida?
- Sí, pero de los pequeños.
- Voy a coger uno de $10.00 para los dos.
- Bien.
- ¡Te amo, vida!
- ¡Yo te amo más!
- ¡Mentiras, yo más!
Besos a través del cristal. Colocó su cabeza
como quien se recuesta sobre el cristal oscuro,
luego miro hacia adentro, y veo su sonrisa.
Es hora de partir.
Tristeza, sonrisa, adiós… Salió el expreso.

97
Una Mujer Perfecta

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José A. Rodríguez N.

“Sin amor,
soy nada,
sin amor.”
-Canción popular-

XII

Siempre seguíamos la misma rutina: Los fines


de semana, casi siempre sábado o domingo, el
mismo restaurante, los mismos lugares de paseo,
el mismo hotel.
¡Yo no me canso de esta rutina, amor, todo es
tan maravilloso estando contigo! Debo decirte
que muchas veces me siento vacía, cuando,
luego de amarnos, tenemos que separarnos.
¿Cuándo estaremos juntos para siempre?
Yo sé de tu situación, que tus niños son tu
alma, pero soy egoísta, a veces quiero tenerte
sólo para mí y no dejarte ir. Sé que no debe ser
así, pero esos celos me llegan de saber que estás
en otro mundo, en tu hogar con tu esposa, y
siento como si estuviera robando felicidad.
¡No digas eso, vida! Tú no estás robando
nada. A mis niños yo los amo más que a mí
mismo, y nada me apartará de ese amor. El amor
de mujer es otra cosa, y tu recibes la misma
felicidad que me das, esa felicidad que otros nos
negaron.
¿No sientes cargo de conciencia?

99
Una Mujer Perfecta
¡No! A mi esposa le he dado todo mi amor, y
mi esfuerzo, ella no ha sabido valorar ese amor,
es muy egoísta, nunca piensa en mi bienestar.
Tú, muy al contrario, siempre piensas primero en
mí, luego en solucionar los problemas.
Si mi esposa me dice: “El dinero que ganas no
es suficiente”, y yo le respondo: “¿Qué tal si
consigo un trabajo en horas de la noche?” Ella
me responde siempre: “Bueno, yo creo que eso
estaría bien”. Pero tú me dices, que no quieres
que yo tenga dos empleos, que eso es
demasiado forzado, que prefieres conseguir tú un
empleo. Eso es a lo que yo llamo una
manifestación de amor. Es por eso que has
despertado tan lindos sentimientos en mí. Creo
que he caído en mi propia trampa.
- ¿A qué te refieres?
- ¡No! Digo que, yo no quería amarte, sino
que tú me amaras, y ahora me has hecho
preso de ti, y de tu forma de ser, además
de tu cuerpo.
- ¡Te amo!
- ¡Te amo vida!
Muchas veces hicimos el amor, salimos a
comer, nos sentamos en los parques y en las
plazas tomados de la mano, respiramos la brisa
del mar, nos miramos a los ojos, sentimos lo más
lindo del amor.
Cuando pasábamos la noche juntos, nunca
podía dormir. La alegría y el éxtasis, me robaban
el sueño. Yo no hacía más que contemplarla.
Era una mujer perfecta.

100
José A. Rodríguez N.
Una tarde, después del trabajo, nos sentamos
en nuestro banco del parque, frente a la iglesia.
Después de que un joven me limpió los zapatos,
la invité a tomar una cerveza al “Yarey”, siempre
nos gustaba pedir “Ciclón”, para perfumar las
cervezas. Ya íbamos por dos cervezas, cuando
ella decidió entrar al baño. La esperé como por
unos 10 minutos, cuando regresó me dijo que
había durado tanto rato porque su mamá la había
llamado por el celular, se había presentado un
problema urgente en la casa, y su madre
requería su inmediata presencia.
- ¿Quieres que te acompañe?
- ¡No, no es necesario! Ya es un poco tarde.
Termina la cerveza y coge tu expreso.
Llámame cuando llegues a Sto. Dgo., en la
noche.
- Bueno, está bien, si así lo quieres.
- ¡Adiós!
- ¡Adiós!

Esto me pareció muy extraño. Si se había


presentado un problema, ¿Por qué no permitir
que yo la acompañara? Le podría ser útil. Si no
quiere ayuda, no existe ningún problema, eso es
un invento de ella para cubrir otra cosa.
¿Qué cosa querría ella ocultar de mí que no
fuera otro hombre?
Terminé mi cerveza, y entré al baño, miré mi
reloj, habían pasado 14 minutos.
¡Ya sé!, Llamaré a su madre, doña Inés. Fui a
CODETEL.

101
Una Mujer Perfecta
- ¡Alóu, buenas! Doña Inés, ¿Cómo está la
vida y los quehaceres?
- Todo bien hasta ahora, ¿Y usted?
- ¡Yo bien, gracias! Doña Inés, ¿Qué ha
sabido usted de Johanna últimamente?
- Jova, Jova tiene varios días que no viene
por aquí.
- ¿Y no la llama siquiera?
- Bueno, ella llama, cuando le parece, pero
hace como una semana que no llama, ni
viene.
- ¿Y usted, nunca la llama?
- No, yo nunca la llamo.
- Bueno, si ella la llama o aparece por allá,
dígale por favor, que yo quiero verla, que
por lo menos me llame.
- Está bien, yo se lo digo.
- ¡Pase buenas, doña Inés!
- ¡Buenas tardes!
¡Esta tipa se está burlando de mí! ¡Coño tá
pasá!
Decidí llamarla al celular, para reprocharle lo
que había hecho. Marqué su número, y sólo atiné
a escuchar la voz de Johanna, muy nerviosa:
“¡Pero espera... Déjame explicarte!” Y la llamada
fue cortada.
¿A quién le está ella dando explicaciones con
tanto nerviosismo?
¡A alguien que tiene derecho, o dominio sobre
ella! ¿Su marido? ¿Un proxeneta?

102
José A. Rodríguez N.
¡Qué diablos! ¡Esta tipa no sirve! ¡Es una
maldita mentirosa! ¡Yo quisiera saber qué
explicación me dará mañana, cuando nos
encontremos en Sto. Dgo!
Tomé un moto-concho y fui a la casa de doña
Inés, su madre.
- ¡Hola, doña Inés!
- ¡Ah, pero usted vino!
- Sí, pero sólo a saludarla. Ya es casi la hora
coger el expreso. ¿No ha llamado Johanna?
- ¡No, todavía no!
- ¿Se puede hacer una llamada desde aquí
al celular de ella?
- Sí, claro, aunque a la tarjeta le quedan
pocos minutos.
- ¡No se preocupe, será breve!
Marqué el número, pero no estaba disponible.

El sábado, la llamé, a eso de las 10:25 a.m.


- ¡Alóu!
- ¡Hola Vida! ¿Dónde estás?
- Estoy en el expreso de ASOMIBA, aquí en
Baní.
- ¿Vienes?
- ¡Sí, voy para allá!

103
Una Mujer Perfecta
- Te espero.
- Yo voy a llegar un poquito tarde.
- No importa. ¡Te amo!
- ¡Yo también!
¿Cuál será la historia esta vez?
¡Sea cual sea, si no me dice algo que parezca
verdad, voy a deshacerme de esta diva! Yo no
estoy programado para vivir esta situación.
¡Hola amor! ¡Hola! ¿Por qué tardaste? Fui
primero a casa de mi mamá, eso me tomó
tiempo. Ella me dijo que tú fuiste ayer allá, y
preguntaste por mí. Sí, así es.
Estábamos en el restaurante, sentados. La
miré escrutadoramente, su mirada fija me decía
que los dos estábamos al tanto de lo que sabía el
otro.
- Yo no estoy dispuesto a continuar nuestra
relación de esta manera.
- ¿A qué te refieres?
- Tú sabes a lo que me refiero.
- ¿No puedes ser un poco más explícito?
- No es necesario explicarte lo que tú sabes
y yo sé.
- Es cierto. ¡Yo no sé por qué siempre me
desnudas! A ti no te puedo mentir, siempre
terminas descubriéndome.
- ¡Dime algo que parezca verdad!
- Está bien, te lo diré… Estoy con Neudys.

104
José A. Rodríguez N.
- Yo lo sospechaba. Sabía que estabas con
alguien, o con algunos. Lo que no sabía es
que fuera él.
¿Hace mucho que están juntos como marido
y mujer?
- No estamos casados, sólo vivimos juntos.
- Bueno, sea con o sin papeles, para los
fines de lugar, es lo mismo. ¿Por qué no
respondes mi pregunta?
- Cuando te conocí hacía más o menos un
mes que vivíamos juntos.
- Y, ¿Por qué no me dijiste? Sabes que yo
hubiera desistido enseguida.
- Por eso no te lo dije. Yo ya estaba presa de
tu magia. Yo te amaba. Tenía miedo de
perderte.
- ¡Mira para tu lado derecho!
- ¿Sí…?
- Ese que está allí sentado es Pipe García, el
comediante que canta “La Piña con Moña”
- ¡Ah sí, es calvo! Él es joven.
- Se ve muy formal.
- Sí, pero no se ve rico.
- ¡Claro que todavía no es rico! Está
empezando a ganar fama apenas.
Después de comer, seguimos nuestra rutina:
Pasear, ir al hotel, hacer el amor deliciosamente,
como otras veces.
En el hotel dieron una película muy
interesante. Los actores principales: Richard Gere

105
Una Mujer Perfecta
(Star), y Bruce Willis (Villano) (El chacal)
Llamaron por el comunicador, ¡Time, Time! Nos
vestimos y salimos. Fuimos a un restaurante
cercano, pedimos que nos pusieran la película, y
pedimos también, una cerveza. Después de la
película y la cerveza, fuimos al malecón,
hablamos de la vida y de religión, sentados
frente al club de profesores de la UASD. Le
compré un ramito de rosas a una anciana.
- Anciana: ¿Tienen hijos?
- Yo : Sí, dos.
- Anciana: ¡Que sean felices! Yo no tengo
hijos.
La anciana se marchó. La vimos alejarse, y
nos miramos con cierta tristeza.
- ¿Crees que eso sea cierto, Johanna?
- ¡Sí! ¿Por qué habría ella de mentirnos?
- ¡Tienes razón! ¡Qué triste es llegar a esa
edad estando solo!
- Sí.
- Ya es casi la hora de reunirnos con Johnny.
Vamos.
Caminamos, mirando el mar como un espejo
oscuro que solo deja ver los ribazos de espuma.
Un guitarrista…
- ¿Quieren una canción, jóvenes?
- ¿Cuánto cuesta?
- ¡Barato!
- ¡Cántela!

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José A. Rodríguez N.
- ¿Cuál quieren?
- ¡Dos amantes de Danny Rivera!
Él tocó, y Johanna y yo cantamos.
- ¿Otra?
- ¡Sí!
- ¿Cuál?
- Ella ya me olvidó, de Leo Fabio.
“Ella, ella ya me olvidó, yo, yo la recuerdo
ahora”
Yo canté, y Johanna me escuchó. Con sus ojos
tristes me miraba.
¡Ahora présteme la guitarra, yo voy a tocar!
¡Canta la canción Johanna!
Johanna y yo cantamos, yo tocaba, y el viejo
nos sonreía.
- ¡Adiós señor, y gracias!
- ¡Tome, sus $20.00, se los merece!
- ¡Qué pena que no podamos quedarnos
juntos para siempre José! ¡Yo te amo tanto!
- ¡Yo te amo demasiado, vida!
Pero no pensemos en cuando estemos
separados, ahora aprovechemos el estar juntos,
para ser felices.
- ¡Sí, tienes razón mi vida!
Ya eran más de las 11:00 p.m., le puse un
beeper a Johnny, para que se juntara con
nosotros en el parque colón.

107
Una Mujer Perfecta
Johnny vestía formal: Pantalones negros,
camisa blanca y saco negro o azul oscuro. No
recuerdo, el efecto del licor me causa amnesia.
Johnny nos vio sentados, y decidió desviarse
junto con su novia.
- ¡Está fingiendo no vernos, es como un niño
juguetón!
- ¿Qué vas a hacer, los vas a seguir?
- ¡Sí, vamos a ver qué es lo que pretenden!
Se detuvieron, dizque muy inmersos en su
diálogo, frente a la cafetería.
- Eso es dándonos tiempo para que los
sigamos, ¡Vamos!
- ¿Y es así de juguetón siempre? ¡Qué
chévere!
Cuando se dieron cuenta de que íbamos hacia
ellos, continuaron su marcha, cruzaron la calle, y
se ocultaron entre las paredes de ese gran
edificio. Johanna apenas ocultaba la risa. Cuando
los encontramos (como niños que juegan a las
escondidas), Rosario sonrío ampliamente,
mientras Johnny soltó la grotesca carcajada. Yo
también sonreía ampliamente, mientras los
saludaba y les presentaba a mi bella princesita
risueña.
- Ella es Johanna.
Johanna, Rosario y mi amigo Johnny.
Se saludaron con placer, y luego regresamos
a sentarnos al parque. Hablamos un poco, y
luego decidimos marcharnos.

108
José A. Rodríguez N.
Al parecer había cierta inconformidad entre
Johnny y Rosario. Johanna se sentía fuera de
lugar. Tomamos el carro en la Independencia con
30 de Marzo, hacia la avenida Máximo Gómez.
- ¡Bueno ha sido un placer conocerlos
Johnny!
- ¡El placer ha sido todo mío!
- ¡Señora… un placer, pasen buenas!
- ¡Buenas, y discúlpeme, por haberle
maltratado al chico, en esa breve partida
de ajedrez!
- ¡Sí, pero debe usted admitir que no fue
legal, usted me lo engañó!
- ¡Ha ha ha! ¡Tienes razón!
- ¡Cuídalo bien, eh!
- ¡Desde luego, Bye!
- ¡Bye!
- ¡Cuídense chicos!
En el hotel “****” no había habitaciones
disponibles. Cogimos un taxi hacia el hotel nuevo
“*****”. Un baño, hicimos el amor. Ella no quiso
beber, hablamos hasta cerca de las 5:00 a.m.,
fue una delicia, a pesar de que yo estaba
demasiado cansado, y ella se quedaba dormida
de vez en cuando.
Escuchamos un atronador grito de auxilio.
Evidentemente un marido había encontrado a su
mujer con otro hombre, y procedía a
estrangularla, como es debido. Johanna estaba
muy nerviosa, y no podía volver a echar un
sueñito.

109
Una Mujer Perfecta
- ¡Eso es ahí mismo! ¿Crees que alguien
haga algo?
- No sé. Cosas como esas siempre suceden.
No es bueno meterse, no es nuestro
asunto.
- Tienes razón.
En la mañana ya no teníamos dinero, así que
recurrí a mi mejor amigo para que me prestara
$200.00.
Luego fuimos a la clase de guitarra, y todos
los estudiantes quedaron boquiabiertos, mirando
el cuerpecito de Johanna a través de su camisa
negra transparente. Yo sonreía por dentro,
mirando a un chico que la miraba con ojos
brotados, tratando de disimular y no podía.
Sucedió algo sorprendente, tanto para mí como
para toda la clase, pero esto lo dejaré para el
final.
Johanna es deliciosamente bella. Le dediqué
todas las canciones de la clase y ella sonreía, y
cantaba con nosotros. Salimos de la clase y nos
dirigimos hacia la Duarte, rumbo al expreso de
ASOMIBA.
En el parque Herniquillo, nos encontramos a
Karla, la hermana de Johanna. Se despedía de
uno de sus clientes. Ella también nos vio.
- ¡Johanna, hola!
- ¡Hola, él es José!
¡José, ella es mi hermana Karla!
- ¡Un placer!
- ¡Un placer!

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José A. Rodríguez N.
- ¡Tú ves (Fulano) que ella es mi hermana!
- Ah, sí… ¿Cómo están?
- Muy bien gracias.
- Bueno, (Fulano) me iré con mi hermanita
para Baní.
- (Fulano): Está bien. ¡Adiós!
Yo las acompañé hasta ASOMIBA, ellas
tomaron el expreso, y yo me fui a mi casa.

111
Una Mujer Perfecta

112
José A. Rodríguez N.

“Al fin…
¿Quién soy?
¿Qué busco en esta hora de muerte?”
-Rafael Hilario Medina-

XIII

Quedamos de salir a pasear el 16 de mayo.


Ella no fue a votar, tampoco yo lo hice. Seguimos
nuestra rutina, fuimos al restaurante y luego
fuimos a la plaza “Fray Nicolás de Ovando”,
frente al “Alcázar de Don Diego Colón”.
Hablamos del amor y de la vida, de
experiencias pasadas, dulces y amargas. Ella me
dijo que debía regresar temprano a Baní, dizque
por un asunto con su madre. (Yo sabía que se
trataba de Neudys)
- ¿Qué le dijiste a Neudys como pretexto
para venir a verme?
- Le dije que venía a votar.
- ¿Es por eso que tienes que irte?
- No, Neudys no está en la casa está para …
De pronto se me ocurrió que podía haber otro,
además de Neudys, a quien ella quisiera ver. Eso
me causó una inmensa tristeza. (Debo sacarla
por completo), ¿Estaré cayendo en mi propia
trampa?, ¿Quién juega con quién?, ¿Soy cazador
o presa?

113
Una Mujer Perfecta
- ¡Está bien, vámonos entonces!
Caminábamos rumbo a la calle EL CONDE,
cuando mi sentimiento de ansiedad se hizo
insoportable. Me detuve frente al pilón de hierro,
y recosté la cabeza.
- ¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal?
- No, sólo es un pequeño mareo, no es nada.
Es como una pena en el corazón.
(¡Concentración para deshacerme de su
amor!)
Ya estoy bien, sigamos.
- ¿No crees que sería bueno ir al médico?
- No, ya estoy bien, de verdad.
- ¿Qué te pasó?
- No sé, sentí un coagulo de amargura, y
luego, un vacío en el corazón. (Es la hora
de romper con ella, o al menos de ver si ya
sufre porque está enamorada. ¿Estará ya
madura para el golpe?)
- ¿Qué significa ese vacío? ¿Ya no me amas?
- Creo que no.
Se detuvo bruscamente, miró hacia abajo, y
se cubrió los ojos con los dedos de la mano
derecha.
- Tú eres la persona más extraña, José. Yo
nunca supe de otra gente a quien se le
muriera el amor de una sola vez, como a ti.
- Lo lamento, pero no es algo que yo pueda
controlar.
- Tú eres muy duro conmigo, José ¿Por qué?

114
José A. Rodríguez N.
- Es algo que, simplemente sucedió. Yo soy
sincero al decírtelo. ¿Prefieres que te diga
una mentira?
- No, es mejor que me digas la verdad.
Aunque me estás matando. Yo creo que tú
planeaste todo esto para vengarte,
haciéndome sufrir.
- No, te juro que no fue planeado.
- ¡Diablo, me rompes el corazón!
- ¡Mírame!
- ¡No, ahora no puedo!
- ¿Me odias por esto?
- ¡Yo no te odio, jamás podré odiarte, yo te
amo demasiado! ¡Creo que me merezco
todo este sufrimiento!
- ¿Por qué?
- Porque yo he roto muchos corazones.
(¡Sí malvada, me dije, incluso el mío muchas
veces, y en muchos pedacitos!)
Ella no quería mirarme. Yo quería ver sus
lágrimas, para saborear mi venganza. Pero no
lloró. Sus ojos estaban tristes y llorosos, pero no
dejaban caer una lágrima.
- ¡Déjame ir!
- No. Te llevaré a la parada.
Llegamos a la parada, y ella abordó el
expreso. Yo subí y me senté junto a ella.
- ¡No, bájate, por favor, que ya el expreso se
marcha!

115
Una Mujer Perfecta
- No importa, me iré contigo.
- ¿Para qué? ¿Para hacerme sufrir más?
¡Bájate, por favor!
El expreso inició la marcha.
- (Cobrador): Cobrando señores, que hoy nos
vamos por el túnel de la 27.
- Johanna: Tome cobrador.
- Paga por mí, también.
- ¡No, quédate José!
- ¡No!
- ¡Cobrador, él se queda en Pintura! ¿Tú
oyes?
- Cobrador: Está bien, te cobraré $30,
solamente.
En Herrera, los pasajeros se aglomeraron en la
puerta, y entraron como perros y gatos. Yo
intenté salir, y el cobrador me dijo: “Quédate ahí,
¿Pa dónde tú vas?” Así que, quise irme, y me fui
con ella.
- Diablo José, ¿Por qué no te quedaste?
- ¿No viste que no pude?
- ¡Claro que sí podías!
- ¡Además, yo quiero acompañarte!
- ¿Para qué? ¡Sólo para ver mi agonía, y
saborear tu victoria! ¿Verdad?
- ¡No hables así, tú sabes que eso no es
verdad!

116
José A. Rodríguez N.
Luego de mucho diálogo, llegamos a Baní.
Antes de llegar le dije:
- Tengo un regalo para ti.
Tomé su mano derecha, y le puse un condón
sin abrir.
- “Eso es para que me recuerdes”
Ella cerró el puño, y bajó del minibús
mirándome fijamente, luego, miró hacia el otro
lado y caminó hacia un moto-concho. La guagua
empezó de nuevo su marcha.

El lunes la llamé temprano.


- ¡Alóu!
- ¡Hola Johanna! ¿Vienes a verme?
- Claro que sí, me voy a bañar. Voy dentro
de una hora.
- Está bien, te espero.
- ¡Bye!
- ¡Bye!
Cuando vino, se cansó de burlarse de nuestra
nueva supuesta relación de amigos.
- Hola querido amigo, mi amigo no me
quiere abrazar ni dar un beso.
- ¿Quieres hacer el amor?
- Los amiguitos no hacen el amor.

117
Una Mujer Perfecta
- Pero tú y yo somos dos amigos con pasado
violento.
- ¡Sí!, Está bien ¿Cuándo lo haremos?
- Este fin de semana que viene, ¿Quieres
que sea en el Londres o en el Caribaní?
- Prefiero que sea allá, mientras más lejos
mejor, además, me encanta nuestra rutina.
- ¿Amanecerás conmigo?
- ¡Claro que sí!
- ¡WOW! ¡Qué bien!
Ese fin de semana llegó al fin. Era viernes por
la tarde, y ella puso un pretexto:
- ¿Por qué no nos juntamos el sábado en
Sto. Dgo?
- No, no es buena idea, yo estoy invitado a
una lectura poética esta noche, y quiero
que vengas conmigo.
- Está bien, ya veré qué le digo a mami,
porque ella me invitó para que fuera con
ella a Sto. Dgo., a comprar unas ropas y
telas. Eso es por el día de las madres. Ella
tiene que comprar sus regalos.
- Dile que tú te juntas con ella mañana en la
mañana, en Sto. Dgo.
- Bueno, será eso lo que tendré que decirle.
- Yo te espero, pero ya son las 4:30, date
prisa.
A las 5:30, recibí su llamada:
- José, espérame a las 6:00, en ASOMIBA.

118
José A. Rodríguez N.
- Está bien.
- ¡Bye!
- ¡Bye!
Era la primera vez que salíamos juntos como
novios, la vez anterior, habíamos terminado,
supuestamente, nuestra relación. La pasamos
bien. Ella aceptó los chicles, pero no el yogurt, el
agua la guardó para luego. Le recité el poema de
Yelidá (Tomás Hernández Franco), y
contemplamos un hermosísimo atardecer a
través de la ventanilla. Allá estaba el sol en la
montaña, como una gigantesca naranja
madura, entre nubes doradas y rojizas.
Caminamos por la calle EL CONDE. Ella
miraba las vitrinas de las tiendas y comentaba
sobre cada traje, blusa o mini falda. Era delicioso
ver la alegría dibujada en su sonrisa. Era una
niña jugando en el jardín de la vida.
Creo que me había enamorado, aunque
pretendí negármelo muchas veces. Había caído
víctima de mi propia venganza. Su dulzura e
inocencia me hacían olvidar todo su pasado
oscuro (y su presente abstruso), los otros
hombres que pasaron, pasan e, inexorablemente,
pasarán por su vida.
Debo mantener la cabeza fría, o
terminaré como uno de ellos. Esta felicidad,
como ella dice, dura poco tiempo. No puede
uno esperar, ni conjeturar sobre el mañana.
Tenemos que vivir el ahora, y ser felices con
eso. Mañana, no hay nada seguro.
Llegamos temprano a la lectura poética en
CASA DE TEATRO. Saludamos, y luego, decidimos

119
Una Mujer Perfecta
salir a tomar un poco de aire. En el parque Fray
Bartolomé de las Casas, me contó sobre el final
de su relación con Fedro. Él muchas veces la
golpeó; pero una noche, la noche en que ella
huyó de él, luego que él trató de estrangularla...
Sucedió que tenía una gira programada para ese
día. Iban para Puerto Plata, pero Fedro no pudo ir,
porque tenía una reunión con sus estudiantes de
electricidad. Ella no quería irse sola, porque lo
conocía de sobra (súper celoso) Él le dijo que se
fuera con (…), su amiga que vivía cerca. Esta
amiga invitó al hermano, y los tres se fueron para
la gira.
Cuando regresaron y se despedían en casa de
la amiga, Fedro pasó en su carro y vio cuando el
joven le daba la mano a Jova, en forma de
despedida. Cuando llegó a la casa, Fedro no le
dio ni las buenas noches. Ella entró al cuarto,
salió con la toalla para el baño y él cerró las
puertas y las ventanas, y puso la música muy
alta, para que los vecinos no escucharan los
gritos de auxilio.
¡Desgraciada, tú me la estás pegando con ese
tipo! ¡Coño maldito cuero!
La agarró por el cuello.
¡Fedro, tú te estás volviendo loco!
Se le escapó como pudo. Corrió a la
habitación, pero antes de que pudiera hacer algo,
ya Fedro estaba encima de ella, abofeteándola, y
con un largo cuchillo en la mano.
¡Fedro, tú estás loco!
¡Te voy a meter este cuchillo hasta el cabo,
buena desgraciada, cuernera!

120
José A. Rodríguez N.
La agarró de nuevo por el cuello, pero ya le
había herido un ojo, hundiéndole las uñas.
Cuando sintió que no podía respirar, se
encomendó a Dios, y cayó exánime.
¡Jova! ¡Jova! ¡Despierta mi amor, no te
mueras! ¡Perdóname!
Logró abrir los ojos, pero no podía moverse. Él
le trajo un poco de agua. Evidentemente, el
alcohol lo había enloquecido. Fedro no debía
beber. Cuando estaba más calmado, le dijo que
iría a la farmacia, por unos calmantes. No tenía
dinero, así que fue su amigo Polo quien le presto
$50.00, y fue a entretener a Fedro, mientras
Johanna se escapaba.
Fue la última vez.
Algunas veces había sido desagradable estar
con Fedro mientras bebía. Como aquella noche,
cuando fue tocando por la ventana:
- ¡Johanna, Johanna, ábreme la puerta!
- ¡Ay abre tú! ¿Tú no tienes tu llave?
Ante la insistencia, fui y le abrí la puerta.
Jamás imaginé que se aparecería a las 3:00 a.m.,
con sus amigos, y totalmente borracho. Tenía
mucho sueño, y estaba en ropa interior.
- ¡Coño, maldito cuero! ¡Tú lo que quieres es
que te vean!
Me agarró por los cabellos, y me arrojo afuera.
¿En ropa interior?
¡Sí! ¿Tú te imaginas?

121
Una Mujer Perfecta
Y eso no es lo peor, sino que también me
arrastró por esa calle rugosa, y yo me pelé todas
las rodillas.
- ¿Por qué no lo abandonaste esa vez?
- Quizás por pena. Él siempre me pedía
perdón cuando estaba sobrio. Quizás
porque yo quería hacerle ver a mi mamá
que las cosas no eran como ella había
pronosticado, que me iría muy mal con
Fedro.
Volvimos a CASA DE TEATRO. Los poetas
leyeron y dedicaron sus poemas. Yo le dedique el
poema “Niña Loca del Puerto, de José A. Peña”, a
Johanna:
Niña Loca del Puerto
Con tu sucio vestido
Detenida en el puente me sonríes
Y hablas a la noche del tacto y la partida
Mientras flores y astros desaparecen
Y los barcos aúllan sobre un hilo invisible
Desde donde caen a un corazón desolado
Las cosas no presienten, ni coronan, ni
mueven al silencio
El mar deshace todo: El muérdago, las
almas
¿Qué miras desde lo ausente que ya
nunca se ausenta?

122
José A. Rodríguez N.
Perdido entre los hombres que tocaron
tu cuerpo
Atravieso un pequeño jardín de
precipicios
Extraigo de mi bolsillo una cosa y la
fumo
Vértigo de soledad
¿Por qué hay sangre en tus cabellos y
semen en tus muslos y un riachuelo en tu
grito?
No desciendas más esa escalera
No te detengas a contemplar los barcos
No recojas las flores
Que se agrandan como bichos famélicos
en las manos de los cargadores
No llores ante las tiendas porque el
llanto abomina a los comerciantes
No te contengas al momento del salto.

Y ella se estremeció en su asiento. Aún traía


el ramito de rosas, y el agua que le había
comprado en Baní.
Yo traía la funda llena de donas, que ella me
había traído de la panadería de su madre y su
padrastro (viceversa).
Terminada la lectura, nos fuimos al hotel.
Esperamos hasta la media noche para
registrarnos.
¡Fue delicioso el baño!

123
Una Mujer Perfecta
Ella sabe manejar las llaves de la bañera: ¡Te
voy a enseñar a cómo poner el agua fría, caliente
o tibia!
El agua estaba muy caliente, yo prefería el
agua fría. Jugamos, nos mojamos, ella se mojó el
cabello, nos comimos a besos, nos abrazamos.
Ella salió primero, y cuando yo Salí el piso estaba
muy mojado. Ella saltó sobre mí y apenas puede
sostenerla.
- ¡Diablo amor, por poco resbalo! ¿Tú te
imaginas que yo resbale y te deje caer en
pleno piso? Te rompes la cabeza, y luego...
¿Cómo explico yo eso? “¡No es el hecho de
que tú te mueras, eso es lo de menos, sino
el que yo vaya a la cárcel!” (Todo esto lo
dije en forma de broma)
- ¡Ah! ¿Es decir que no te importo?
- Sí, un poco.
- ¡Ah, farsante!
La llevé a la cama, y me quedé
contemplándola por largo rato. Era un sueño
hecho realidad, una ninfa, una reina, una vestal.
- ¿Te has sentido atraída por una mujer
alguna vez?
- ¿Por qué me preguntas eso?
- No, por nada. Por saber.
No me respondió la pregunta.
Me acerqué, toqué sus cabellos mojados. Nos
besamos desesperadamente. Comencé a
recorrerla con la rosa roja. Luego de andar todo
su cuerpo, repetí el mismo recorrido con mis

124
José A. Rodríguez N.
labios, mientras tocaba sus nalgas y su sexo.
Recorrí sus muslos. Volví con mis manos, tomé su
cabeza, acaricié su rostro con el mío. ¡Te amo
vida! ¡Te amo José! Besé su cuello, sus pechos,
mi paladar acariciaba sus pezones, y descendí
hasta su sexo, recorrí su zona genital con la
punta de mis dedos, luego mi lengua hizo su
habitual revoloteo, apreté sus nalgas, y le di
leves mordiscos circulares hasta extraer su savia.
Escuché sus gemidos, y contemplé sus ojos
estrábicos, y ese decirme: ¡Te amo mi amor, ay
José, tú sabes que te amo mucho, mucho! Mezcla
de susurros y gemidos.
Regresé a besarla y a dejar en su boca el
sabor de su sexo. Ese sabor que embriaga mis
sentidos. La poseí hasta escuchar sus gritos
nuevamente. Me puse de pie sobre la cama. Ella
enseguida, se apoderó de mi falo encendido, se
lo introdujo largamente, hasta la garganta.
Chupaba suavemente mi parte roja, y luego fue a
mi escroto. Luego de mucho batallar la detuve, la
puse de rodillas sobre la cama, y me puse de pie
sobre el piso, la levanté un poco, y entonces la
penetré hasta escucharla gemir. La puse
entonces boca arriba, la penetré de nuevo, y
deposité todo mi placer sobres sus pechos y su
boca. Bañé su cara y su cuerpo con mi semen.

125
Una Mujer Perfecta

126
José A. Rodríguez N.

“Quiero las cosas pequeñas,


sencillas y tiernas
que dejan huella al pasar.”
-Canción de Julio Iglesias-

XIV

Cuando Fedro me dijo que viniera yo no


conocía mucho de la ciudad. Yo sabía donde
estaba la parada de Caribe Tours, en la 27 de
Febrero esquina Leopoldo Navarro, porque yo
siempre viajaba por esa línea. Él vino a
encontrarme. Yo tenía ese hermoso vestido azul
que Leans me había regalado en mis quince.
Leans es una persona inolvidable. Lo que más me
ha dolido es que Karla, mi propia hermana, se
haya atrevido a acostarse con él. Tampoco
entiendo, cómo él pudo acostarse con ella, él era,
antes, tan delicado, religioso y casto.
- ¡Yo creo que él sólo vio el reflejo tuyo en
ella!
- ¿Tú crees eso?
- ¡Sí! ¿Ustedes nunca tuvieron relaciones?
- No.
- Quizás por eso lo hizo. Él te amaba mucho,
y como tú y tu hermana se parecen un
poco físicamente… Se dejó llevar.

127
Una Mujer Perfecta
- ¡Diablo, es verdad! ¡Yo no sé cómo tú
puedes darte cuenta de esas cosas! Tú
eres una persona muy especial, José.
- No mi amor, tú también lo percibes, porque
lo entiendes cuando te lo explico. Eso se
llama sensibilidad. ¿Cómo te enteraste de
que ellos tuvieron relaciones?
- Porque una vez ella me mostró una foto
desnuda, y detrás había una foto mía, que
le había regalado a Leans. Él se la llevó
para la casa que él cuidaba.
- ¿Así te diste cuenta de que Leans fue quien
le tiró la foto?
- Sí.
(Y yo me di cuenta de que si Leans no era tan
cristiano, también era muy posible que se lo
hubiera atascado a Johanna; claro que ese
comentario no se lo hice)
- Sígueme contando lo de Fedro y tú
después de encontrase en Caribe Tours.
- Ese día fue muy extraño. Fedro pasó a
recogerme y cogimos la guagua para su
casa en Mano Guayabo. Cuando nos
desmontamos empezamos a hablar, y
Fedro me preguntó que quién había sido mi
primera ilusión de amor, yo le respondí
que, un joven pelotero de Baní, llamado
Iván. En ese momento sentí que alguien
me tocaba por el hombro, y cuando volteé
a mirar…
- ¿Qué pasó?
- ¡José… Era Iván!

128
José A. Rodríguez N.
- ¡Diablo, qué extraño! ¡Qué coincidencia!
- ¡Iván! (Me saludó con un beso en la mejilla
y le dio la mano a Fedro).
- ¡Jova, pero qué linda estás!
- ¿Cómo te ha ido Iván?
- Todo bien, hasta ahora.
- Él es Fedro…
- ¡Un placer señor! Y, ¿Para dónde vas Jova?
- Voy para la casa de Fedro.

El muy mangrino e indiscreto de Iván siguió


hablando, y preguntando, hasta que llegamos a
la casa de Fedro.
- ¡Diablo, qué indiscreto! ¿Qué dijo Fedro?
- Fedro se metió para la cocina, y empezó a
cocinar los espaguetis que habíamos traído
del supermercado. Planeábamos una
velada hermosa, con velas y un buen vino.
Pero el desgraciado de Iván no se iba.
Fedro me advirtió: “Si no se va lo voy a
echar como un perro. No lo invitaré a
comer mis espaguetis, para que me
arruine la velada”.
- ¡Diablo, qué descortés! Y el otro, qué
imprudente, si hubiese sido yo, lo invito a
comer, y le hago muchas preguntas acerca
del noviazgo de ustedes.
- ¡Coño, déjame terminar, que tú siempre
me interrumpes!
- ¡Está bien, está bien, sigue!

129
Una Mujer Perfecta
- ¡Uff! Bueno, le dije: Iván ha sido muy
agradable verte de nuevo, pero tengo que
dejarte, porque me voy a cambiar, que
Fedro y yo vamos a salir. ¡Así logré que se
fuera ese maldito!
- ¿Qué pasó entonces?
- Comimos, bebimos vino, Fedro puso
música, nos bañamos e hicimos el amor.
Esa fue la primera vez, y me quedé
viviendo con él.
Se había quedado dormida. Yo contemplaba
su cuerpo, y la amaba, con todas sus mentiras y
su vida pasada. Por su forma de ser, por su
sensibilidad, por ser tan niña y mujer al mismo
tiempo.
Ella miraba la vida casi a través de mis
ojos, muchas veces nos sorprendieron las
mismas impresiones. Como si hubiéramos
sido creados el uno para el otro.
Ella es tierna, es mágica y sencilla.
No sé cómo seré capaz de alejarla de mí. Es
la mujer perfecta para mí.
Antes de contarme lo de Fedro, me dijo que
había algo de su vida que le apenaba mucho. Yo
insistí para que me contara, pero me dijo que no,
que eso yo jamás debía saberlo. ¿Por qué no?
Porque si te digo eso ya no me veras como a tú
niña linda, como a tú princesita.
- ¡Tú eres mi princesita, mi niña, mi amor, mi
vida, y eso nada ni nadie lo ha de cambiar!

130
José A. Rodríguez N.
- ¡Te amo José, tú me vas a hacer llorar! ¿Por
qué tú eres tan chévere conmigo,
diciéndome esas cosas?
- ¡Porque es la verdad, y es lo que siento!
¡Ahora dime! ¿Qué es eso tan grande? ¿Tú
tío te violó?
- ¡No, mi tío fue como un padre para mí!
¡Diablos, qué cosas dices! No fue nada de
eso. Sucedió, que mi tía se dio cuenta de
que yo siempre dormía con una mano
tocando mis partes.
- ¿Cómo? ¡No entiendo!
- Para poder dormirme, siempre colocaba mi
mano sobre la vagina.
- Sí, pero eso no es tan serio. Yo duermo
moviendo la cabeza de un lado a otro.
- Sí, pero mis tíos consideraron que eso no
era normal en una niña de 9 años, y me
llevaron donde una ginecóloga. Ella
descubrió, después de algunas pruebas,
que yo padecía de un mal que ellos llaman:
“Labios Calientes”
- Eso tiene otro nombre que ahora no
recuerdo, creo que es, Hermafrodita.
- No, hermafrodita es el que tiene los dos
sexos.
- Sí, es verdad… uh… Eso se llama,
ninfomanía. Eres ninfómana.
- ¡Ninfómana! ¿Qué es eso?
- ¡Es una mujer que es insaciable con el
sexo!

131
Una Mujer Perfecta
- ¡Diablos, yo no soy así!
- Bueno, quizás no muy ninfómana, pero sí
un poco.
- ¿Por qué?
- Bueno, yo no estoy muy autorizado, por mi
poca experiencia. Yo sólo he tenido dos
mujeres.
- ¿Cuáles?
- ¡¿Cómo que cuáles?! Arielys y tú.
- ¡Ah, yo pensaba!
- De todos modos, debo decirte que ella,
cuando tenemos relaciones, lo logra una
vez, y yo no recuerdo ni una sola
oportunidad en la que lo lograra dos veces,
por más que yo me afanara.
- ¿Cómo? ¡Yo lo logro dos, y hasta tres
veces!
- ¡Yo diría que hasta cinco!
- ¡Sí, pero es sólo contigo mi amor!
- Yo nunca he oído hablar de una mujer tan
sensitiva como tú, mis amigos nunca me
han hablado de una así.
- ¿Cómo soy yo?
- Yo comienzo a tocarte y a besarte, y ya
estás encendida, desde que te llego allá,
con mi paladar, ya estás gimiendo.
- ¡Y si es que me vengo de una vez, tú lo
haces muy bueno, para ser la primera vez
que…!

132
José A. Rodríguez N.
- ¿La primera vez que qué?
- ¡Que pegas cuernos!
- Yo, al principio, pensé que me hacías un
teatro, como esas actrices porno. Pero
luego de tocarte, cuando te venías, me di
cuenta de que es cierto.
- ¡Diablo, tú me estabas comparando con
esas prostitutas!
- Esas no son prostitutas, son actrices.
- Ellas venden sus cuerpos por dinero. Eso
es prostituirse.
- ¡Tienes razón! Esas mujeres no sienten ya
ningún placer, yo creo que no aman a
nadie.
- Eso es lo que tú no sabes.
- ¿Qué?
- ¿Tú no sabes que cuando una prostituta se
enamora, se aloca totalmente?
- ¡Eso no lo sabía! Y tú, ¿Cómo sabes eso?
- ¡Porque lo sé! ¿Sabes lo que he pensado?
- ¿Qué?
- Que la vida es irónica.
- ¿Cómo así?
- La vida se burla de nosotros
descaradamente. Después de conocerte,
me he preguntado tantas veces: ¿Cómo
habría sido mi vida si tú y yo nos
hubiésemos conocido, digamos, unos cinco
años antes?

133
Una Mujer Perfecta
- Quizás no fuéramos tan felices, quizás nos
hubiéramos envuelto en el mismo círculo
destructivo en que se envuelven casi todas
las parejas. Pero, ¿Por qué dices que la
vida se burla de nosotros?
- Sí, se burla de mí, poniendo la felicidad en
mi camino, ahora cuando tú ya estás
casado, con dos niños y otro en camino.
- ¿Cuántas veces tendré que repetirte que
mis hijos no son ningún obstáculo para la
realización de nuestro amor?
- Mira José, yo sé que los niños no serían
obstáculo, a lo que me refiero es a que tu
esposa nunca nos dejaría ser felices.
Siempre podrá manejarte, utilizando el
pretexto de los niños. Yo soy mujer, y
conozco muy bien sobre estas artimañas.
- Ella es joven y bonita, de seguro
encontrará alguna otra víctima.
Salimos del hotel, y llamamos a su madre por
teléfono. Ella ya estaba en Santo Domingo. Eran
las 9:45 a.m., y nos dirigimos hacia la Duarte,
cuando llegamos, nos detuvimos en la panadería
“Casa Domingo”, en la José Martí esquina Paris.
Llamamos de nuevo a su madre, y dijo que
estaba en la parada, pero que volvería a Moda
Tela, para que se encontraran allí. Cuando
salíamos de la panadería dio un salto de alegría
en la escalera: “¡Esa es mi mami, coño tengo que
quererla mucho, porque es mi mami!”
Me hizo muy feliz saber que ella quería tanto
a su madre, y que se reunirían pronto. La
acompañé hasta cerca del parque y nos
despedimos.

134
José A. Rodríguez N.
Yo regresé a la panadería “CASA DOMINGO”,
le llamé por el celular pero no estaba disponible.
Llamé al celular de su madre y le pedí que me la
pusiera. Hablamos, y le dije que dispusiera el
maldito celular. ¡Te amo vida, cuídate!

135
Una Mujer Perfecta

“¡Esto brilla o me quema sin sentido!


¿Habría que decirlo de una forma más alta?”
-José A. Peña-

XV

El día 30 de mayo, Neudys vino a buscarla. Es


un jovencito de unos 19 años de edad, alto,
moreno, delgado pero atlético, sin un gramo de
grasa en el cuerpo. Tiene un rostro infantil, ojos
negros y limpios en un rostro simétrico, parecería
un modelo varonil, de no ser por la nariz ancha,
que desentona la perfección del unísono de todos
los otros elementos. Con una pequeña cirugía
nasal sería un actor de cine. Tiene cabellos
duros.
Me miró con una mirada de cuchillo afilado.
¡Johanna, es Neudys, te busca, ten cuidado
está furioso! ¡No importa, estoy cansada de
decirle que es a ti a quien amo!
Eso es algo que yo no logro comprender. Él
niega su dignidad. Eso significa que te ama
demasiado, incluso por encima de su orgullo, o
significa que sólo te utiliza como un objeto de
placer. Creo que lo justo es lo primero, pues él te
cuida con cariño. Se sacrifica por ti.
¡Cállate, yo te amo a ti!
Yo creo que deberías quedarte con él. Ustedes
hacen una linda pareja. Él es un muchacho
bonito, y tú una princesa.

136
José A. Rodríguez N.
¿Es eso lo que en verdad deseas, José?
No, pero es lo más conveniente para ti. Yo
tengo el compromiso de una familia, y amo a mis
niños más que a mí mismo. Mi vida siempre
estará dividida. Él puede dedicarse por entero a
ti, y a ese amor que siente.
Pero yo no lo amo tanto como para que sea el
padre de mis hijos.
Tú lo amas, aunque quieras negarlo, has
compartido mucho con él, y eso es una muestra
de amor.
Yo no soy esa persona que él ve en mí. Él
sólo ve a la persona divertida y fiestera, a él no
puedo mostrarme tal cual soy.
¿Por qué no?
Él no lo entendería, es muy violento. ¡Tengo
que irme! Te llamaré mañana.
Sí, temprano, para que vayamos a comer.
¡Abrazos! ¡Besos!
Cuando se montaron en el motor, antes de
encender, él volteó hacia la derecha, para
mirarme, yo le respondí con la misma sequedad,
y sostuvimos la mirada por 5 segundos. Había
mucha amargura y tristeza en su mirada, pero no
advertí odio.

137
Una Mujer Perfecta
¡Hola vida! ¡Hola mi amor!
¿Cómo te fue ayer con Neudys?
Muchacho, estaba como el diablo, hasta me
dio una galleta.
¿Dónde?, déjame ver… Eso fue un topaíto,
porque si él te da una galleta, con esas manotas
que tiene, durarías una semana con la cara
hinchada.
¡Ah, pero tú te crees que una simple bofetada
no le duele a uno! ¡Qué especial tú eres! O.k.,
olvida eso. Ya se te ve la cara de quillá. Sí, más te
vale. Pero… ¿Por qué? Debemos reconocer que
no es una persona violenta. Cualquiera en su
lugar hubiese hecho algo peor. Yo tenía mucho
miedo, anoche te llamé al celular pero no estaba
disponible. Yo lo apagué porque eso podía
enfurecerlo aún más.
Yo no podía hacer nada ¿Y si la mata?, Me
dije.
¡Diablos no!
¡Claro que no mi amor! Pero hay muchos
crímenes pasionales.
Sí, pero él no llegaría tan lejos
¿Y, cómo puedes estar tan segura?
Yo lo conozco bien. Y tú, ¿Qué hiciste anoche?
Yo estaba desesperado, los nervios me
estaban matando, así que me fui al malecón.
¿Qué fuiste a hacer al malecón?
Fui a meditar, y a tomar aire puro, para
calmarme. Pensé mucho en ti, y en nuestro amor.
Esta mañana me levante temprano, y fui a

138
José A. Rodríguez N.
comprarte este librito. ¡Déjame verlo! ¡Qué lindo!
¡Gracias mi amor! ¡Hombrecitos, de Loise May
Alcotte! Éste se parece al otro que leí, es de la
misma autora. Sí, es como la continuación del
otro, por eso te lo compré. Ah, también te
compré a “Platero y yo”, de Juan Ramón
Jiménez, pero quiero ser yo quien te lo lea. Está
bien, no lo leeré hasta que tengamos tiempo
para estar juntos, y me lo recites.
Y, ¿Qué es eso que llevas en la funda? ¡Ah! Es
un regalo para una niña amiga mía que cumple
años mañana. Yo quise darle su regalo por
adelantado. Qué bien. ¿Y ese qué bien tan seco?
Es sólo un diario de regalo para una niña, ¡Yo no
puedo creer que estés molesta por eso! No, claro
que no.
¡Uh... míralo! Sí, es lindo.
¡Y lo miras, mejor dicho olfatea!
¡Sí, ya sé, tiene las hojas perfumadas y con
rosas dibujadas, yo tenía uno así! ¡Pero tómalo y
míralo!
¡No, no quiero!
¿Qué? ¿Estás celosa?
¡Es más sí, coño, estoy celosa, estoy celosa!
¡No amor, yo no te compré un diario porque tú
me dijiste que ya tenías uno, que no te lo
comprara! Está bien, ya no hablemos más de
eso. Ya no te voy a torturar más, el diario es para
ti.
¡Mentira, no es para mí!
¡Sí, míralo! ¡No, no quiero!

139
Una Mujer Perfecta
¡Es tuyo, lee lo que hay escrito!
¡Ah…! ¡Yo sabía que era para mí, sólo estaba
haciéndote lo mismo que me hiciste! ¡Ah, conque
poniéndome a sufrir! ¿Eh?
¡Sí!
¡Te amo!
¡Ay, Dios mío, esas cosas que me dices me
suben al cielo, mi amor, te amo tanto!
¿Por qué me dices esas cosas?
Porque son lo que siento, y son ciertas.
La comida estuvo deliciosa. Escuchamos
nuestras canciones favoritas, en la bocina que
estaba a un lado de nuestra mesa:
Enamorados, y, Soy un Niño, de Chayanne.
¿Todo eso lo escribiste anoche? Sí, tenía el
corazón en la boca, y hay algunas más. ¡Te amo
José! ¡Eres maravilloso!
¡Tú eres mi princesita! ¿Qué vas a hacer
ahora?
Volveré a mi casa, a leer mi diario y mis libros.
¡Acuérdate de llamar al abogado para la casa!
¿Oíste? Sí, lo haré. ¿Me llamarás mañana? Sí,
claro ¡Adiós mi amor! ¡Adiós vida!

El día viernes 2 de junio, Neudys pasó cerca


del lugar donde nos encontrábamos. Se le veía
furioso. Johanna leía algunas páginas de este

140
José A. Rodríguez N.
diario. Pero sólo las secciones que yo le permitía
leer.
¡Acabo de ver a Neudys!
¡No! ¿Dónde?
Pasó por la otra acera, lleva una cara de fusil.
¡Lo voy a seguir!
Lo seguí hasta que caminábamos
paralelamente, él por aquella, yo por esta acera.
Estuve casi seguro de que él sabía que yo había
salido para que me viera. De todos modos, fingió
no verme. Me detuve en la tienda de discos, con
el pretexto de ir a saludar a mis amigos.
¿Era él? Sí, era él, vestía pantalones caqui, un
suéter, creo que oscuro, y sandalias negras.
También llevaba puesta la gorrita caqui que tú te
pones. Él suele ponerse mis gorras. Parece que te
buscaba. ¡No me importa, él sabe que yo te amo,
se lo he dicho miles de veces!
Entramos a la heladería.
¿Qué te pasa, por qué me miras así?
¡Tú estabas coqueteando con esas muchachas
que están sentadas en aquel banco!
¡No es cierto, sólo hablábamos, son unas
niñas!
¡Sí, pero esas niñas se enamoran también, y
ya tienen cuerpo de mujer!
¡No me digas que estás celosa!
¡Sí estoy celosa y qué!
Salimos de la heladería, y muy allá, con mi
fina agudeza visual, alcancé a ver a Neudys, que

141
Una Mujer Perfecta
nos miró y se ocultó detrás de la tienda de la
esquina.
¡Vi a Neudys, y él a nosotros!
¡No digas mentiras, José!
¡Sí, es verdad!
¡Ve tú delante, yo me desviaré por esta calle,
y nos encontraremos en el parque!
Me senté en el mismo banco, frente a la
iglesia, y vino un limpiabotas: ¿Va a limpiar
señor? Sí, está bien. Cuando terminaba de
limpiarme los zapatos, llegó Johanna.
¿Lo viste? No. ¿Por qué tú afirmas que viste a
Neudys, cuando no es cierto?
¡Mire, yo le apuesto a usted que lo vi y
apueste su cabeza a que es así! ¿Duda usted de
mí?
¡No!
¡Siéntate!
Se sentó.
Creo que lo mejor será que me vaya.
¿Es porque él te espera?
No, no es por eso. Es que él me prohibió que
te viera aquí. Él dice que si la gente me ve
contigo aquí, en el parque, dirán que nos
estamos burlando de él.
Y tú, ¿Qué le dijiste? Le dije que no te vería
más aquí en el parque. Ese fue el trato que
hicimos.
Ella se puso de pie, y justo cuando nos íbamos
a despedir, llegó Neudys, por detrás de nuestro

142
José A. Rodríguez N.
asiento, yo lo vi cuando se acercaba, pues había
permanecido muy alerta. Johanna siempre me
decía sobre lo violento que él es, y que había
amenazado con hacerme daño.
- ¡Jova! ¿Qué tú haces aquí? ¡Yo no te dije
que no salieras!
- ¡Cálmate Neudys, él quiere hablarte!
- ¡Siéntate!
Me miró muy molesto y se sentó
- ¿Qué quiere usted decirme?
- Es sobre…
- ¡Es mejor que hablen otro día, él está muy
alterado!
- Yo lo veo bien, es normal que esté así en
una situación como esta. Si nos permites
un momento…
- ¡No, yo no quiero que hablen ahora, hablen
otro día! ¡Yo lo conozco muy bien!
- ¡Jova vete y siéntate en aquel banco!
¡Jova te estoy hablando!
Hizo gesto de agarrarla bruscamente.
- ¡No hagas eso, esa no es la forma de
resolver los problemas!
- ¡Tú ves lo que te digo José, luego él se va a
desquitar conmigo! ¡Hablen otro día, por
favor!
- ¡Bueno, si es así, tú sabes donde
encontrarme! O.K., yo llamaré al celular de
Johanna esta noche, para poner un lugar
donde podamos hablar a solas.

143
Una Mujer Perfecta
- ¡Está bien, adiós y cuídese muy bien!
- ¡Gracias, igualmente!

144
José A. Rodríguez N.

145
Una Mujer Perfecta

“Escribiré un libro, y se titulará:


Sin Miedo al Sol.”
-José Coplín-

XVI

El miércoles 7, Neudys nos encontró hablando


amenamente con Esther. Lo invité a pasar y
hablamos.
- ¡Siéntate, por favor! ¿Cómo te ha ido?
- ¡Bien, hasta ahora!
¿Qué es lo que usted me quiere decir?
- ¿La amas?
- ¡Claro que la amo!
- ¿Qué tanto?
- ¡Tanto que usted no se puede imaginar!
¿Y usted, la ama?
- ¡Muchísimo, tanto que haría cualquier
sacrificio con tal de verla feliz y realizada!
- ¿Han estado juntos?
- ¿Tú qué crees?
- ¿Han tenido relaciones?
- ¡Mírame a los ojos!
Me miró con un dejo de tristeza muy hondo.

146
José A. Rodríguez N.
- ¡Diablos! ¡Qué imbécil soy! ¡No sé por qué
hago estas preguntas! ¡Jova… Diablo! ¡Jova
me engañó!
Hundió la mirada en el piso.
- Sólo quiero que sepas que sé lo que
sientes. Yo no sabía que tú existías; al
menos, no como su marido. Ella me dijo
que tenía un noviecito, te describió como
algo pasajero, un muchacho de paso, de
esos que tienen muchas novias. Luego
descubrí que ustedes vivían juntos, pero ya
era muy tarde.
- ¡No se preocupe, yo se la voy a dejar! Ya
no voy a seguir con ella.
- ¡No será fácil para ti dejarla, tú la amas!
- Sí, pero no voy a seguir con ella.
- Yo preferiría que ustedes dos siguieran
juntos. Hay algo que no entiendo, ¿Por qué
me preguntas que si hemos tenido
relaciones, cuando ella te ha insistido tanto
en que es a mí a quien ama?
- Ella nunca me dijo eso. Yo fui descubriendo
poco a poco que ella me la estaba pegando
con usted, aunque no estuve seguro hasta
oírlo de usted mismo. Si ella me lo hubiera
dicho, yo la hubiera dejado.
¡Diablo, Jova es una… Coño! ¡Qué barbaraza!
- ¿Es cierto que una vez le encontraste dos
libros que yo le había regalado y dedicado?
- Sí, eran verdes, y leí la dedicatoria. Desde
ahí empezaron mis sospechas, pero ella

147
Una Mujer Perfecta
me metió uno de los cuentazos que sabe
inventar, y logró engañarme.
- Ella me contó que eso sucedió. Que su
novio le vio los libros y decidió terminar los
amores. Desde ese día ya no existías,
supuestamente, en su vida. Según ella, tú
fuiste sólo un refugio contra la soledad y
los maltratos del esposo. El muchacho
divertido, pero no el amor de su vida
Yo era su amante y su amor. Pero había
muchas incongruencias en su forma de actuar, y
en sus excusas por los continuos plantes que me
hacía.
Johanna se había marchado, según Esther; por
sus recomendaciones. Mientras él salía, Esther
me miró con rabia.
- Mire, ahora tengo un asunto que atender
¿Qué tal si nos vemos mañana?
- De acuerdo. Llámame.
- No, quizás venga en vez de llamarle. Estoy
interesado en llegar al fondo de este
asunto.
- ¡Bueno, hasta mañana entonces!
- ¡Adiós!
Nos dimos la mano.
- ¿Y Johanna?
- ¡Le dije que se fuera!
¿Ahora ustedes se van a aliar contra Johanna
verdad? Como si ella fuera la villana. Tú eres muy
confiado, tú no sabes las intenciones de ese tipo.
Tú no sabes si él busca la oportunidad de

148
José A. Rodríguez N.
vengarse, matándote cuando la oportunidad se
presente.
- ¡No ombe, Esther! Él es un muchacho muy
pacífico. Siempre me trató de usted, y ni
siquiera me miraba fijamente. Yo diría que
él es muy humilde, por como se portó.
- ¡Ay, José, tú no razonas, tú te crees que la
vida es una de esas novelitas que tú
escribes! ¡La vida es otra cosa! Tienes que
poner los pies sobre la tierra. ¡Déjate de
ridiculeces: “Yo quiero que ellos se lleven
bien, ellos hacen bonita pareja, ellos son
jóvenes”, qué ridículo! Tú crees que todo el
mundo es como tú.
- Bueno, tú te encuentras mis sentimientos
ridículos, pero Johanna me comprende. Ella
me ha dicho que si viera por una brecha
que yo llevo una vida feliz junto a mi
esposa, y que ella me trata bien, se haría a
un lado y desaparecería para dejarme ser
feliz. Es por esos sentimientos que la amo.
Ella y yo nos parecemos demasiado.

- ¡Hola! ¿Qué haces?


- Estoy aquí, donde mami.
- Neudys se marchó. Hablamos sobre la
relación tuya y mía.
- ¿De qué más hablaron, qué hablaron?

149
Una Mujer Perfecta
- Nada, yo le dije que nuestra relación
empezó cuando yo no sabía que él existía
en tú vida. Me preguntó si tú y yo
habíamos tenido relaciones sexuales.
- ¿Qué le respondiste?
- Le dije la verdad.
- ¡Ay, diablo!
- Antes de eso, yo le había preguntado que
si te amaba, él me respondió que te amaba
muchísimo. Después me dijo: “Yo se la voy
a dejar a usted”
- Y tú, ¿Qué le dijiste?
- Le dije que no le iba a ser fácil dejarte,
porque él te ama. Me dijo: “Yo no, ya no la
amo”. Le pregunté porqué ahora no te
ama, si él sabía que tú me amabas a mí,
que tú siempre se lo decías. Me dijo que tú
nunca le dijiste que me amabas, que él se
vino a enterar ahora de nuestra relación.
- ¡Él llegó, está vociferándome! ¡Ay José,
estoy muy nerviosa!
- Sí, pero cálmate. A los problemas hay que
hacerles frente.
- ¡Ay José, tú no sabes lo violento que él es!
Ya se le escuchaba sollozar y mis palabras no
surtían efecto.
- ¿Y tú mamá?
- ¡Ella no está aquí, y no quiero que él venga
aquí a hacerme un lío!

150
José A. Rodríguez N.
- ¡No bajes, no te acerques a él! ¡Manda a
alguien a buscar tus cosas, no vayas tú!,
¿Oíste?
- ¡No, tú eres loco! ¡Ese hombre está furioso!
Se le oía claramente perturbada. Cedió al
llanto.
- ¿Por qué no vienes para que hablemos?
- ¡No, no quiero que me siga y se arme un
lío!
- Trata de conseguir un moto-concho, sin
que él se dé cuenta, y júntate conmigo en
“EL YAREY”
- está bien, lo intentaré.
- O.K., si lo logras, nos vemos en una hora,
como a las 5:30 p.m. ¡Pero mira, yo puedo
ir a buscarte si quieres!
- ¡No, él sería capaz de hacerte daño! ¡Temo
por ti! ¡No vengas, por favor!
- ¡Está bien, entonces te espero en El Yarey!
¡Cuídate mucho amor!
- ¡Bye!
Cuando llegué al Yarey, ella me esperaba. Nos
sentamos y pedimos una cerveza y un ciclón.
- ¿De qué hablaron ustedes?
- ¡Ya te dije, hablamos de cómo él se fue
enterando de nuestra relación, que tú
nunca le dijiste que me amabas!
- ¡Qué mentiroso, yo siempre se lo he dicho!
- ¿Por qué estás llorando?

151
Una Mujer Perfecta
- ¡Por todo este lío! ¡Me siento culpable!
- ¿Por qué? ¿No dices tú que él sabía de
nuestro amor, y seguía insistiendo?
- ¡Sí, yo quiero que sea feliz, pero él no me
comprende!
- La única manera de que él sea feliz es si te
quedas con él, porque te ama.
- Yo quiero que sea feliz, pero no conmigo.
Quiero que encuentre una chica que lo
haga feliz, pero yo te quiero a ti.
- Tú, te sientes culpable y lloras porque lo
amas.
- ¡Yo no lo amo!
- La compasión es una forma de amor.
- Sí, pero eso no significa que yo me tenga
que quedar con él. Yo no sé por qué tú
insistes tanto en que yo lo amo, cuando no
es así.
- Porque eso es lo que tus lágrimas y tus
sentimientos de culpa me dejan ver.
- Tú hablas de él como que él es una muy
buena persona.
- Hasta donde yo lo he tratado, creo que es
una bella persona. Se ha mostrado muy
respetuoso. Me llama por, “Usted”, en
forma de respeto. Además tú misma dices
que quieres que él sea feliz.
- Sí, es lo mismo que le deseo a Fedro. Me
gustaría que ambos encontraran a su
pareja ideal.

152
José A. Rodríguez N.
- Ese es un sentimiento muy noble, pero,
¿Qué es lo que te hace sentir culpable con
respecto a Neudys?
- Es que, yo no fui sincera con él.
- ¿Nunca le dijiste que me amabas?
- No, eso me harté de decírselo, pero él
insistía en que me iba a hacer cambiar:
“¡Jova, ese hombre es más feo que yo, más
viejo y además gordo, ese hombre tiene
que haberte echado una brujería! ¿Qué es
lo que te ha hecho para que te enamores
así de él? ¿Por qué no vienes conmigo
donde un brujo, para ver si fue algo que te
echó?”
- ¡Ha ha ha!
¿Te dijo eso? Y, ¿Qué le respondiste?
- Le dije: José no cree en eso. Él es tierno y
delicado. Yo me he enamorado de él por su
forma de ser. Su sencillez ha hecho que el
amor entre solo, solito y sin esfuerzo a mi
corazón. ¡Diablo Jova, un hombre tan feo, y
además gordo! ¡Tú tá loca!
- Pero ¿Por qué dices que no fuiste sincera
con él?
- Eso ya te lo he dicho. Yo no me mostré
ante él como soy. No le mostré mis
sentimientos, ni mi verdadera
personalidad. Solo le mostré el cuadro
de la persona que él quería ver: La
persona divertida, parrandera y
apasionada que compartía sus cosas. Él
está enamorado de una persona que
no existe. Yo en realidad no soy así. Eso

153
Una Mujer Perfecta
es lo que me hace sentir como la peor
persona del mundo.
Yo lo utilicé en momentos de depresión y
honda soledad, cuando tenía que deshacerme de
Fedro. Él siempre estuvo conmigo, y me ayudó
mucho.
- ¿Y por qué no te sacrificas igualmente por
él, quedándote con él ahora que te ama?
- Yo lo quiero mucho. Pero yo te amo a ti.
Conocerte a ti, José, ha sido renacer, ha
sido respirar un aire de pura inocencia. Yo
soy feliz sólo contigo. Eres lo que yo más
quiero en la vida, y mira que te pongo por
encima de mi madre. Pero siento que no
me quieres.
- ¿Cómo, por qué dices eso? ¡Tú sabes que
te amo demasiado!
- Entonces ¿Por qué siempre insistes en que
me quede con Neudys?
- Es porque no te has apartado de él
definitivamente. Eso me hace pensar que
lo amas, aunque no lo quieras admitir. Yo
quiero que estés definida en tus
sentimientos. Él sería un mejor partido
para ti.
- Yo he reconocido tu situación, y te he
aceptado así, aunque a veces siento un
poco de celos, de saber que hay una mujer
que forma parte de tus noches, y que soy
sólo una segunda. Yo sé que soy egoísta,
pero te quiero sólo para mí. Y sé que es
imposible.
- Y, ¿Qué vas a decidir?

154
José A. Rodríguez N.
- ¡No sé José, no sé! ¡Me siento la peor
persona del mundo!
- ¡Tú no eres tan mala como dices!
- ¡Sí lo soy!
- ¡Bueno... Sí! ¡Eres la villana, la gran tirana,
El Lobo de la Caperucita, el Gastón de la
Bella y la Bestia, La Bruja de Blanca
Nieves!
Se puso de pie y apretó las mandíbulas y
puños. Pensé que me iba a soltar un puñetazo.
Recogió su cartera, y salió rápidamente en
dirección al parque. Yo intenté seguirla, pero
recordé que no había pagado la cuenta. Me dirigí
rápidamente a la caja, la cajera hizo señas al
mesero que me atendió, éste vino y dijo cuanto
debía pagar. La cajera empezó a detallar todo en
una factura, y yo tenía ganas de estrangularla,
porque no me daba la devuelta.
Cuando salí, ya Johanna había logrado
atravesar el parque. No se había ido porque no
aparecía moto-concho de aquél lado. Se me
ocurrió que debía tomar un moto-concho, para
seguirla en caso de que no hallara uno, pero, y...
¿Si no piensa coger un moto-concho? Decidí
cruzar, en ese mismo momento tomó un moto-
concho, y se marchó. Yo tuve que caminar hasta
la esquina para coger otro.
- ¡Sigue a esa de la blusita blanca!
- ¡Diablo, van lejos ya!
- ¡No te apures, que yo sé para donde van!
¡Sigue derecho!

155
Una Mujer Perfecta
Eran más de tres esquinas de distancia, pero
yo confiaba en mi perfecta agudeza visual.
- ¡Diablo, espérate, disminuye, que no los
veo!
- ¿Y Entonces?
- ¡Espera, que si iba para donde la mamá...
Debía doblar por aquella esquina! Lo más
seguro es que cogió para la parada de
Arroyo Hondo. ¿Tú sabes dónde está la
parada de Arroyo Hondo?
- Esa es la parada para Matanzas ¡Claro que
sí!
- ¡Vamos para allá!
Fuimos a la parada, y pregunté sobre la última
guagua que había salido. Me dijeron que había
salido más o menos diez minutos antes de yo
llegar.
- ¡Ella no se pudo haber ido en esa guagua,
no le alcanzaba el tiempo!
La busqué en cada una de las otras guaguas,
la busqué en los bancos del parque, miré por los
alrededores…
- ¡Vámonos! Ella no cogió para acá.
- ¿Para dónde vamos, señor?
- ¡Vamos para el barrio Santa Rosa! ¿Sabes
dónde queda?
- ¡Bueno, el Barrio Santa Rosa es
grandísimo!

156
José A. Rodríguez N.
- ¡No te apures, que yo sé más o menos! Es
por los transformadores. Hay una
panadería.
- ¡Ah, la panadería de Don Manuel! Ya sé
donde es.
Cuando llegamos, Doña Inés estaba sentada
en la calzada, frente a la panadería.
- ¡Hola doña! ¿Cómo anda la vida?
- Muy bien ¿Y a usted cómo me lo tratan?
- Aquí, sobreviviendo. ¿Y Johanna, no está
aquí?
- Bueno, yo acabo de llegar, y me dijeron
que ella había salido hace casi una hora.
- Ah, pues fue a verse conmigo que Salió.
- ¿Y no se vieron?
- Sí, estábamos tomándonos una cerveza en
“EL YAREY”, hablando de su situación con
Neudys.
- Ah, me dijeron que él vino a buscarla, pero
que ella no quiso salir. Yo estoy cansada de
advertirle sobre ese muchacho. De ese
sitio de donde él es nada bueno puede
salir.
- Al parecer ella no le ha hecho mucho caso,
pues está viviendo con él.
- Yo, muchas veces la interrogué sobre si
estaba viviendo con él, y me lo negó. Me
dijo que no, que ella estaba pagando su
pieza ella sola.

157
Una Mujer Perfecta
- Bueno, yo me fui enterando poco a poco, y
cuando tuve la certeza ya nuestra relación
iba avanzada. Le pedí que tomara una
decisión, y me dijo que me amaba. Incluso,
una vez fingió que lo dejaba, yéndose para
Arroyo Hondo, pero todo fue un simulacro.
- Yo no sé qué es lo que ella busca detrás de
ese muchacho. Ahí no hay futuro. Ella me
dijo, poco tiempo después de conocerlo a
usted, que iba a volver al liceo, a terminar
su bachillerato, y me puse muy contenta; y
mire ahora lo que pasa.
- Él no me parece mal muchacho. Hoy hablé
con él. Aunque está muy molesto, dice que
la ama mucho.
- Bueno, yo vivo aconsejándola, pero ella
hace lo mismo que hacen las otras; nunca
me hace caso.
- Yo le sugerí a Johanna que se quedara a
vivir aquí, en la casa suya, mientras tanto,
hasta que él se calme un poco, y ella
pueda ir a buscar sus pertenencias.
- ¡¿Aquí en mi casa?! ¡No! Aquí yo no
acepto a ninguna de mis hijas. Es triste
que sea yo quien se lo diga, pero de mis
hijas, no hay una sola que sirva. Ninguna
me ha salido buena cosa.
- No debemos perder la fe, y más aún
cuando se trata de nuestros propios hijos.
Ella es joven todavía, y si le damos la
espalda quizás tome la peor decisión. A los
jóvenes hay que darles ayuda.
- Usted tiene razón.

158
José A. Rodríguez N.
En ese momento Johanna llamó al celular de
su madre. Escuché: “Ah, muchacha ¿Dónde tú
estás? Ah, sí, él dizque duró un largo rato aquí,
sentado en la calzada. Con una cara de perro.
- Dígale que yo quiero hablarle, por favor
- Aquí está José. Adiós, buscándote para
saber por qué saliste así llorando, quién
sabe para donde. ¿Te lo pongo?
¡Tome!
- ¡Hola, Johanna! ¿Dónde estás?
- En CODETEL.
- Yo pensé que te habías ido para Arroyo
Hondo. Fui a buscarte a la parada de
Matanzas, y luego vine aquí, a casa de tu
madre. ¿Adónde fuiste?
- Fui a la casa.
- ¿Dónde Neudys?
- Sí.
- ¡¿Tú eres loca?! ¿Por qué hiciste eso?
- Por lo que me dijiste.
- Pero tú empezaste, yo sólo quería hacerte
entender que tú no eres tan mala como te
describiste.
- No te preocupes, yo sé que me merezco
todo lo que me dijiste, por eso vine donde
él.
- ¿Te quedarás con él entonces?
- No. Yo sé que tú no me quieres, pero no me
voy a quedar con él de ninguna manera.

159
Una Mujer Perfecta
- ¿Qué vas a hacer?
- Me iré para Arroyo Hondo.
- ¿Puedo verte antes?
- No.
- Entonces, ¿Nunca más?
- Eso no, claro que quiero verte, pero luego.
Ahora estoy muy deprimida.
- ¡Como quieras! Luego te llamo.
- ¿Te vas ahora?
- No, voy a buscar a Neudys, tú mamá me
dijo, más o menos, por donde vive la
mamá de él.
- Bueno, hasta luego.
- Hasta luego. Bueno, doña Inés, hasta
luego. Esperemos que resulte algo bueno
de todo esto.
- ¡Que así sea!
- ¡Adiós, y gracias!
- ¡Adiós, y cuídese mucho!

160
José A. Rodríguez N.

“Caminé tanto a través de una recta


que llegué hasta la prehistoria de tu amor,
y vi monstruos fugaces.”
-Pedro D. Bautista-

XVII

El jueves, la llamé varias veces y el celular no


estaba disponible. En la tarde recibí su llamada:
- ¡Alóu, buenas!
- ¡Hola! ¿Cómo estás?
- Bien ¿y tú?
- Bien.
- ¿Dónde estás ahora?
- Estoy en la parada para Matanzas.
- ¿Vas para Arroyo Hondo?
- Sí.
- ¿Amaneciste con él?
- No, amanecí en casa de mi hermana
Ivelisse, en Arroyo Hondo. Vine ahora en la
tarde, a buscar las cosas que me quedaban
en casa.
- ¿Él estaba allá?
- Sí.
- ¿Cómo se portó?

161
Una Mujer Perfecta
- ¿Por qué mejor no vienes para que
hablemos?
- ¿Cómo llego?
- Es el mismo parque dónde estuviste ayer.
Bueno, mejor te mando un moto-concho
para que te recoja.
- Está bien, lo esperaré aquí.
Cuando estábamos juntos…
- Y bien, ¿Qué pasó contigo y con Neudys?
- Ese hombre estaba como el diablo. Me dio
dos galletas y rompió todo, hasta el espejo
de la peinadora.
- Pero no fue muy fuerte.
- No, como no fue a ti que te golpearon.
- Esta bien, ya no hablemos más de eso.
Quiero que sepas que te amo. A mí no
puedes ocultarme nada, conozco tu
vida, tus gestos, tu mirada, tus
debilidades y puntos fuertes. Cada
línea de tu vida está escrita en mi
memoria. Sólo quiero que salgas de ese
círculo en el que has abandonado tu
existencia. Quiero que empieces una
nueva vida, que aproveches todo ese
potencial intelectivo que tienes.
A mí no me importa tu vida pasada, me
importa lo que eres y lo que seremos tú y
yo juntos.
(Vi las lágrimas aflorar a sus ojos)
- ¡José, eres un ser maravilloso!

162
José A. Rodríguez N.
- No es eso vida, es que te amo, y no
podemos enterrar el amor más lindo del
universo. Quiero que tu vida quede ahora
definida. Te quedarás conmigo solamente,
y no volverás a ver a Neudys. Si sé que te
has vuelto a ver con él, nuestro
rompimiento será definitivo.
- Él me pidió que fuera mañana a Sto. Dgo.,
a llevarle su ropa.
- Y, ¿Por qué no se la lleva él mismo?
- Él dijo que primero me iba a llamar para
ver si lo aceptaban en el trabajo. Si así
fuera, entonces, yo le llevaría la ropa.
- Me parece que él lo que está buscando es
sólo un pretexto para verte. ¿Qué tal si
nos vemos mañana?
- No, creo que mañana no podré venir.
- ¡Ah! ¿Es por falta de dinero?
- ¡Sí, estoy arrancada!
- ¡Toma!
- ¡No, no quiero!
- Ah, entonces, ¿No quieres tomar el dinero
para no tener el compromiso de venir a
verme?
- ¡Tú sabes que yo siempre quiero verte!
- ¿Y entonces?
- ¡Está bien!
- ¡Te espero temprano, pórtate bien, y
consérvate para mí!

163
Una Mujer Perfecta
- ¡Sí mi amor, bye!
- ¡Bye!
Cuando tomé el moto-concho, volví a mirarla,
tenía la mirada hundida contra el suelo, y en su
carita, una profunda tristeza era visible.
Cuando volví, Neudys me esperaba. Sobre mi
escritorio había una nota: “Le dije a Neudys que
estabas en C. D. Store” Esther.
Terminé con las dos personas, y ya era hora
de marcharme. Lo invité al parque, y allí nos
sentamos a hablar, en el mismo banco frente a la
iglesia.
- ¿La viste hoy?
- Sí. Amaneció conmigo. Se acaba de
marchar para Arroyo Hondo.
- ¡Diablo! Sabes, yo no vengo de C. D. Store.
- Ya me lo imaginaba. ¿Estabas con ella?
- Sí, mandó un moto-concho desde la parada
de Matanzas, a buscarme.
- ¿Y, qué hablaron?
- Ella me dijo que había amanecido en
Arroyo Hondo, y que vino en la tarde a
recoger sus cosas, que se encontró contigo
y que te pusiste furioso, rompiste todo y
hasta le diste dos galletas.
- Sí, es verdad. Yo lo que quería era darle
una paliza hasta desfigurarla. Le dije que
se largara de mi vida.
- Mira, discúlpame por la pregunta que te
hice en mi oficina hace un rato.

164
José A. Rodríguez N.
- ¿Cuál pregunta?
- Que si todo esto era un plan tuyo y de
Johanna.
- Ah, yo no entendí bien la pregunta. ¿Qué
es lo que quieres decir con eso?
- Me refiero a que si todo esto es una trama
que se inventaron ustedes para sacarme
dinero.
- Bueno, de una tipa tan bárbara como
Johanna, cualquier cosa se puede esperar.
Déjame decirte que una de las cosas que
me hizo sospechar que ella estaba con
alguien, fue que una noche me dijo: “¿Qué
te parece si me consigo un doctorcito que
hay por ahí, para sacarle un billete?
- ¡Diablo! ¿Te dijo eso? Y, ¿Qué le dijiste?
- Le dije que si se estaba volviendo loca.
Luego no volvió a mencionarme eso.
- ¡Y eso, que yo pensé que tú podrías ser el
proxeneta!
- ¿Qué diablos es un proxeneta?
- Una especie de explotador de mujeres.
Ellas se venden, y él las maneja, y se
reparten las ganancias.
- ¡Ah, ombe! ¡Hábleme claro! Eso se dice, un
chulo.
- Bueno, más o menos, pero no todos los
chulos alquilan a sus cueros.
- ¡Diablo, y la alocá que yo me di por esa
maldita mujer! Yo estaba estudiando, y
estaba planeando irme para Los Estados

165
Una Mujer Perfecta
Unidos, y por ella dejé todos mis planes.
Trabajé como un burro en la zona franca,
porque ella siempre quería más. Yo tenía
que trabajar muchas horas extras. Muchas
veces trabajaba hasta las 9:00 p.m. ¡Coño
y esta tipa pegándome los cuernos! ¡Tá
bueno de matarla!
- ¡Ese sería un favor que le harías! Por un
bicho como ese no vale la pena que pases
dos minutos en una celda.
- ¡Al menos quisiera hacerle una maldad,
como rajarle toa la cara con un vidrio!
- De todos modos no vale la pena. Ella no te
ha rajado la cara, ni te ha retado a un
duelo de fuerzas, hasta que uno de los dos
muera. Lo que ha hecho es jugar con los
sentimientos tuyos, míos y de otros.
Nuestra venganza debe girar en torno a los
sentimientos.
¡Lee esto!
Le permití leer este diario en la sección en
que narro la elaboración de mi venganza.
- Entonces, ¿Nunca planeaste quedarte con
ella?
- Bueno, al principio sí, cuando pensaba que
era una buena persona, pero cuando me di
cuenta de que se trataba de una arpía, un
áspid, un súcubo destructor de mundos, de
corazones y sentimientos… Empecé a
elaborar mi venganza de la forma que
acabas de leer, rompiendo su corazón y
desgarrando sus sentimientos. Aunque, por
lo que veo, una persona como ella

166
José A. Rodríguez N.
difícilmente tenga corazón, y mucho
menos sentimientos. No sé, pero hay algo
que la ha dejado seca y vacía, por eso mi
amor no ha logrado llenarla a plenitud.
- No estés tan seguro. Ella ve en ti un futuro
para ella. Ayer le reclamé su traición, y me
dijo que los sentimientos se le despertaron
así, simplemente. ¿Es cierto que fue la
madre de ella que los presentó a ustedes?
- No, ¿Por qué?
- Porque ella me dijo que fue su mamá quien
los presentó, y que ella vivía hostigándola
para que se metiera con usted.
- ¡Qué jabladora!
- ¿Es cierto que usted la mudará en una
casa?
- ¡Eso es lo que ella cree! Tú le dijiste la
verdad una vez: “¿Tú crees que ese
hombre va a dejar a su familia para
meterse contigo?”
- Yo nunca dije eso. Yo no sabía nada de
usted. ¡Diablo, Jova sí que es astuta!
- Hay que tener mucho cuidado con ese tipo
de culebras venenosas.
- De todos modos, su venganza dará
resultado.
- ¿Tú crees?
- Sí, esa mujer atesora todo lo suyo, sus
poemas, los libros que usted le ha
regalado… ¿Usted le regaló un libro de
poemas de Pablo Neruda?

167
Una Mujer Perfecta
- Sí, uno titulado: Veinte poemas de amor
y cien sonetos de amor.
- Ella no se apea ese libro de encima.
También guarda los pétalos de rosas
que usted le regala, y en los libros y
cofrecitos, gurda florecitas secas. ¡Si
eso no es estar enamorado…!
- ¡Es decir que ha dado resultado! La he
tratado como una dama, como a una niña
novia, como a una princesita.
- ¡Cuándo se caiga de esa nube…!
- El día 16 de mayo fue la primera prueba.
- ¿Estuvieron juntos el 16 de mayo?
- Sí, pero ese fue un día de idilio solamente.
Ese día no tuvimos relaciones. Paseamos,
luego de ir a comer, y hablamos, luego le
dije que debíamos terminar, que ya no la
amaba.
- ¿Cómo reaccionó?
- Se deprimió hasta lo sumo. Yo disfruté mi
victoria hasta el final. Ella no quería verme
en ese momento, y yo la acompañé hasta
aquí.
- Es decir que ella se fue dizque a votar para
Sto. Dgo., y fue a verse contigo. ¿Qué fue
lo que usó para teñirse el dedo?
- ¿Tenía el dedo tintado?
- Sí, esa es una diabla, demasiado astuta.
- ¿Qué cuento te metía ella para irse sola a
Sto. Dgo.?

168
José A. Rodríguez N.
- Me decía que iba a visitar a su tío. Y
cuando yo llamaba donde la mamá, ella
también me decía lo mismo. Son todas
igualitas.
- ¿Te refieres a las mujeres?
- No, me refiero a la madre y las hermanas
de ella. La mamá cuando joven, era
igualita que como son las hijas. ¿Se ha
dado cuenta de los navajazos que tiene en
la cara?
- Sí, esas son cicatrices de navaja.
- ¡Corte por ahí! La tal Karla debe obtener
unos $18,000 ó $20,000 mensuales. Dinero
que le saca a todos sus chulos. Así es la tal
Linette.
- ¿Quién es esa?
- Esa es la misma a quien le dicen Diancy.
Esa, después que se cansó de coger y
dejar, se ha conseguido un señor a quien le
ha sacado hasta casa, y mucho dinero. Ella
en realidad no quiere a ese hombre, lo que
ha hecho es destruir una familia. Desde
que aparezca otro que dé mejor partido, le
dará la patada. Hay una cosa que usted
quizás no sabe.
- ¿Qué?
- La hermana de ella, Rosy o Roselin, baila
encuera en un Night-Club en Panamá.
- Yo sabía que bailaba desnuda, pero
Johanna me dijo que estaba en los Estados
Unidos.

169
Una Mujer Perfecta
- ¡Mire hombre! Y, ¿Le dijo ella que Rosy
está haciendo planes para llevársela a
bailar encuera al mismo Night-Club?
- Eso me dijo, pero me dijo que ella no se
quiere ir.
- ¿Qué no qué? Esa está que hace agüitas
por sacar pie pallá.
- Hay una cosa que quiero preguntarte.
- ¿Qué?
- ¿Es cierto que es pluri o múlti orgásmica?
- ¿Multi qué?
- Multi orgásmica.
- ¿Qué es eso?
- Una mujer que se viene varias veces en
una relación.
- Ah, ¡Sí! Ella se viene dos, y hasta tres
veces, mientras yo sólo una vez. Esa es
una loca con el sexo. Una enferma, y las
hermanas son igualitas, maniáticas
sexuales. La Rosy dice que se enciende tan
sólo con ver a dos pajaritos haciendo el
amor.
- ¡Diablo!
- En las patronales, la semana pasada, Jova
y yo estábamos bebiendo cerveza. Eso le
encanta a ella. Es una alcohólica. Y me dijo
que estaba loca por hacer el amor, yo le
dije que nos fuéramos, y me dijo que
también quería quedarse bailando. Le
encanta bailar, beber y hacer el amor. Yo le
pregunté, cuando estábamos en la

170
José A. Rodríguez N.
habitación, que qué hubiera hecho ella si
yo no hubiera estado allí.
- ¿Qué te dijo?
- Me dijo que hubiera resuelto con una
“Paja”
- Y, ¿Tú crees que es verdad? A lo mejor se
hubiera buscado a algún tiguere por ahí.
- ¡No lo dude! Dígame una cosa, ¿Usted tuvo
relaciones con ella el día 17 de mayo?
- No. Ese era un día de trabajo.
- Diablo, pues también estuvo con otro tipo.
Porque ese día en la noche íbamos a tener
relaciones; cuando yo estaba listo para
penetrarla, vi que le salía algo, y cuando la
toqué… ¡Semen! La tipa había estado con
otro hombre.
- Y, ¿Qué te dijo?
- Me dijo que se excitó demasiado rápido.
- Pues, sabe Dios con cuantos hombres ha
estado al mismo tiempo, porque yo no
estuve con ella ese día.
- Ella está acostumbrada a eso.
- ¿Cómo lo sabes?
- Un día fui a buscarla a casa de Rosy, como
siempre. Rosy estaba en la sala, y me dijo
que esperara a Johanna afuera, que su
papá estaba ahí, en el cuarto, regañándola
y que él era muy jodón. Así que la esperé
en la esquina, y cuando pensó que yo me
había ido, salieron las dos, acompañadas

171
Una Mujer Perfecta
por un carajito que tenía el cuerpo lleno de
tatuajes.
- ¿Estaba rapando con el carajito en el
cuarto?
- Parece que sí. Ese carajito es un
traquetíao.
- ¿Qué es un traquetíao?
- Uno que le dá a las drogas.
- ¡Diablo, esa tipa se deleita con la más baja
calaña!
- ¿Qué hiciste después?
- Me fui a casa de su mamá, y Manuelito, el
hijo de Manuel, padrastro de Johanna, me
dijo que él sabía pa donde iban ellos. Así
que cogimos un moto-concho para Lázaro
Night Club. Allí estaba Johanna junto con el
carajito. Parece que estaban discutiendo, y
él entraba y salía. En una, la llamó de mala
forma, y ella fue a mi mesa, y me dijo que
la acompañara. El carajito estaba súper
quillao. Cuando salíamos, le vi el pecho y
los brazos con muchísimos tatuajes: Leo y
Johanna, Leo y Johanna...
- ¡Diablo, eso es imborrable, ese tipo estaba
envenenado de ella! ¿Qué pasó?
- Él quería hablar con ella, pero ella
rehusaba. Él me pidió permiso: “¡Oye,
Charlie, dame un chance pá hablá con la
chamaquita!”
- ¿Por qué me llamas Charlie si tú no me
conoces? “¡Mira, lo que pasa es que yo
vengo de Sto. Dgo., atrá de eta carajita y

172
José A. Rodríguez N.
ella, después que me dice que me quiere,
que se lo meto, y se bebe mis cuartos,
viene ahora montándome cotorra!”
- ¿Y ella, qué dijo?
- Ella se me acercó y me dijo que ella no lo
quería a él, que a quien ella quería era a
mí.
- ¿Y qué hiciste?
- Bueno, me hice a un lado, para que
hablaran, después el tipo se fue, súper
quillao.
- ¡Diablo, cuantas historias tiene esta tipa!
- Ese carajito, Leo, sí que debe saber sobre
las andanzas de ese cuerazo cuando vivía
en Sto. Dgo.
- Ella me contó que Fedro, una noche, la
sacó en ropa interior y la arrastró por la
calle.
- Fedro sí que está loco por ella. Él todavía la
llama diciéndole que vuelva, que él se va a
casar con ella, que hasta le tiene el vestido
de bodas y todo.
- No le creas mucho, esa tipa, de todo lo que
dice, quizás un 0.02% sea verdad. Así me
dijo ella que tú querías matarme.
- ¡¿Matarlo?! Desde que yo hablé con usted
la primera vez me di cuenta que usted no
es mala gente. Yo pensé: “Este tipo va a
ser mi mejor amigo. Éste me va a decir
toda la verdad.
- ¿Es cierto que Fedro trató de matarla?

173
Una Mujer Perfecta
- Sí, ella le tiene terror a Fedro. Ella tiene
una cicatriz grandísima en la espalda, y fue
Fedro.
- Parece que él se enteraba cuando ella se la
pegaba.
- Ella me contó que tenía un novio en el
colegio, y que Leo se ponía como el diablo
cuando los veía juntos.
- Un momento… El que le pagaba el colegio
era Fedro. Eso quiere decir que ella se la
pegaba a Fedro con ese noviecito.
- Y con Leo al mismo tiempo.
- ¡Es verdad!
- Ella me dijo que Leo la encontró con ese
tipo, una vez que ella estaba en una fiesta
de Reggae.
- ¿Los encontró bailando?
- ¡No! Rapando en una habitación de la
casa. Ella arriba del tipo. Ahí se armó la
tángana, después Leo la llevó a su casa y
cuando se iba, se paró en un colmado a
beberse una fría, y al momentito vio a
Johanna que se había cambiado de ropa y
cogía un moto-concho para irse de nuevo a
la fiesta.
- Y, ¿Quién te dijo eso?
- La misma Johanna, en forma de burla hacia
Leo.
- Es por eso que Fedro la iba a matar. Si
pudiéramos hablar con Fedro él quizás nos
diría muchas verdades.

174
José A. Rodríguez N.
- ¡No, y es fácil! Él da la vida por ella.
- ¿Crees que él la quiera todavía?
- Sí, él vivía llamándola tarde de la noche, al
celular. Lo que pasa es que ella lo apaga.
El que nos podría decir algo es Leo, pero él
me tiene odio. Dizque una vez le dijo a
Johanna que cuando la vio con Fedro en
Sto. Dgo... “Si hubiera sido con Neudys los
mato a los dos”
- ¿Y porqué no le hizo nada a Fedro y a ella?
- Porque él es “amigo” de Fedro.
- ¡Diablo, qué amigo!
- Dizque él es muy violento.
- Bueno, no necesitamos más datos.
Olvidemos a Leo y a Fedro.
- ¡Que no! Faltan datos, Oiga esto: Usted
dice que quizás hubo algo que la dejó
seca y vacía. Ese algo yo sé qué es,
además de lo puta que es ella.
- Yo sé: Dizque que el mejor amigo de su
hermano la violó, un tal, Armando.
- Dice ella que él la violó, y, ¿Por qué no
pusieron la querella? Y más aún ¿Por qué
Frank, su hermano, siguió siendo el mejor
amigo de Armando?
- Yo sé que ella no fue violada. Ella estaba
viviendo con Armando. Pero, ¿Para qué
inventar esa farsa de la violación?
- Y, ¿Usted no lo sabe?
- Ni me lo imagino siquiera.

175
Una Mujer Perfecta
- ¡De esa supuesta violación, ella quedó
embarazada!
- ¡¿Cómo?!
- ¡Así como lo oye!
- ¿Y el niño? ¿Qué pasó con él?
- Ella se practicó un aborto a dos meses y
medio. La mamá le pagó el dinero al
doctor. Eso sí, que se vio al borde de la
muerte. Se estaba desangrando. La
internaron de emergencia en el Hospital
Nuestra Señora de Regla. Duró dos días en
coma, y cuando despertó no halló a nadie
de su familia. En un intento por ir al baño,
porque se estaba haciendo en la cama,
cayó en seco, dándose un golpe en la
frente. Se salvó porque una enfermera la
ayudó. La mamá dizque la llevó al hospital,
y luego regresó a dormir a su casa, a
dormir plácidamente con su Marío. La
mamá nunca ha querido saber de ella.
Hasta dizque trató de abortar cuando
estaba embarazada de ella. Después del
aborto a Jova tuvieron que hacerle un
“vaciado”.
- Sí, ahora entiendo, ella no puede tener
hijos. Ese es el profundo vacío que
hay en ella. La mamá me dijo ayer, que
ella no recibe a ninguna de sus hijas en su
casa, porque ninguna sirve. De visita
solamente. Un detallito más, ¿te has dado
cuenta de que Johanna tiene el número de
Armando anotado en su libreta? ¿Por qué,
si él le hizo tanto daño? Ella dice que algún
día lo va a matar.

176
José A. Rodríguez N.
- ¡Pues entonces, Armando puede dormir
tranquilo! Son tantas las vainas de esta
tipa que pasamos un año hablando y
nunca terminamos. Lo mejor es que usted
se vaya, porque ya es hora del último
expreso. ¡Venga que yo lo voy a llevar!
- ¿Tú tá montao hoy?
- Sí, ando en el motor de mi hermano. Mire,
la forma de usted vengarse será también
la mía. Siga usted con ella, que yo ya no
soporto verla. Cuando la veo haciéndome
su teatro de lágrimas, me da rabia y risa, a
veces tengo que salir a reírme. Yo no
quiero darle un mal golpe. Ella está afisiá
de usted, siga con el plan; ¡Déjela que
haga mucho cocote, y despréciela, pa que
sufra!

177
Una Mujer Perfecta

“Aquel que cree desenrollar el rollo,


no desenrolla nada.”
-Antiguo Poema Chino, traducido por Octavio Paz-

XVIII

¡Alóu! Ah, ¿Cómo andas vida? Claro que


podemos vernos. Está bien, te espero.
Cuando Johanna vino a verme el viernes en la
tarde, yo ya había hablado largamente con
Neudys, fuimos a comer a “La Casona” luego nos
bebimos una cerveza. Yo había esperado a
Johanna hasta la 1:00 p.m., pero no vino. Me fui
al parque donde me esperaba Neudys.
- Debemos ir a un lugar más privado. Ella
puede pasar por aquí y vernos.
- No ombe, no se preocupe, que ella nunca
pasa por aquí a menos que sea a buscar
algo.
- Cuando tiene una cita, por ejemplo. De
todos modos tengo hambre ¡Vamos a la
Casona!
- Bueno, pero usted va a comer solo, porque
ya yo comí.
- Pues nos bebemos una cervecita también.
- De acuerdo.

178
José A. Rodríguez N.
Cuando nos sentamos, le comenté sobre un
consejo de la madre de Johanna acerca de la
situación de Diancy.
- Johanna me dijo que la madre le había
dado un buen consejo a Diancy: “Vale más
que dejes todo lo que ese hombre te
brinda y busques la felicidad, porque la
felicidad vale más que todo”.
- ¿Y usted cree que eso lo dijo la mamá de
ella? No le crea a Jova, eso se lo dice ella a
usted, paque usted crea que ella está
contenta con el cambio que ha dado su
mamá, ¡Mire, ni la mamá le ha dado ese
consejo, ni Jova cree en otra felicidad que
no sean los cuartos! Son gente muy
materialista. Cuando yo cobraba la semana
en la zona, Jova se ponía como el diablo si
yo no le compraba un nuevo traje de baño,
o blusa, o alguna ropa. Ella es loca con la
ropa, lo que ella no tiene son muchos
vestidos, porque lo que le gusta es exhibir
su cuerpo: Ombliguito afuera, ropa
transparente...
- Ese es el negocio de ella, venderse. Lo
lamentable del caso es que ella está
envuelta en un círculo vicioso que no le
deja ver el gran cúmulo de potencialidades
que posee.
- Jova es muy inteligente y no lo sabe
aprovechar. ¿Ese librito rojo, usted se lo
prestó a ella?
- Sí, se titula: “La Dama de las Camelias”

179
Una Mujer Perfecta
- Mire, ella leyó ese librito en unos cuantos
días y después me lo dijo enterito, de
memoria.
- No me extraña, yo sé que posee una
memoria increíble. Todo lo aprende
rapidísimo. ¡Es muy lamentable que haya
torcido su camino!
- Es demasiado puta. Le gustan demasiado
los machos. Una vez, andando conmigo, se
quedó mirando a un tipo, y me dijo
descaradamente: ¡“Diablo, qué bueno tá
ese tipo!” Yo le dije: ¡Tú no me respetas,
Jova! ¿Es que tú eres loca?
- ¿Y qué te respondió?
- Me dijo que eso era relajando, que yo era
muy aburrido, y que todo lo cogía muy a
pecho.
- Yo le daba la libertad de mirar a quien ella
le diera la maldita gana, e incluso la
estimulaba: “Tú puedes decirme si te gusta
o no, yo sé que tú estás mirando a ese
tipo, no se ve mal ¿Verdad?” Ella se
maravilla de saber que yo le doy toda la
libertad del mundo, y le digo: “Sólo quiero
que si te enamoras de alguien me lo
digas”. Le demuestro que no soy celoso. Y
es que, en realidad... ¡¿Qué celoso del
diablo voy a ser con un maldito cuero?!
Aunque muchas veces se la lleva y me
dice: “Tú no me celas porque tú a mi no me
quieres.” Ella, al principio, no era celosa,
pero ahora yo no puedo ni mirar a una
muchacha, porque enseguida me agarra

180
José A. Rodríguez N.
por la cara, y me la hace girar
bruscamente.
- ¡Jova tá enamoraita de usted, yo se lo
digo! ¡Diablo, yo quiero verle la cara en
ese momento a Jova, cuando ella se dé
cuenta de que se está bebiendo su propia
medicina!
- Lo lindo será cuando ella vea su libro
publicado. Ella cree que este libro le da
realce, y lo que hace es desenmascararla.
Bueno, debo regresar ya, ella está por
llegar a nuestra cita. ¡Adiós, llámame
mañana!
- Lo que pasa es que mañana yo voy para
Sto. Dgo. Me voy a meter a la Academia
de Policía.
- ¡Eso es duro!
- Es duro, pero al menos podré seguir
estudiando. Hay que hacerlo. Lo grande de
esto es que le toman a uno una muestra
de sangre, para ver si uno tá cogío. Yo
tengo un miedo terrible.
- ¿Y tú, no dizque siempre usabas condones
con ella?
- ¡Mire hombre! Ese fue el peor error mío. Yo
siempre usaba condón con cualquier
mujer, pero esta me hizo alocar, y me dijo
que no era necesario, que ella nada más
había tenido a Fedro. Yo lo creí, y lo hice la
primera vez sin condón, y la desgraciada,
me pegó una gonorrea del diablo.
- Bueno, que papá Dios nos cuide y nos
perdone, si es que ya estamos jodidos,

181
Una Mujer Perfecta
pero hay que enfrentar la situación con
valentía.
- ¡Ay coño!
- Bueno, ¡Adiós y suerte!
- ¡Gracias! ¡Nos vemos y pa’lante!

- ¿Por qué tan tarde? ¿No quedamos en que


íbamos a comer juntos?
- Tú sabes que yo no vivo en Baní, yo vivo en
Arroyo Hondo, y la guagua se tarda más de
media hora para llegar ¡Pero salúdame, por
lo menos!
- ¿Cómo vae, amore?
- ¿Y eso en qué idioma es?
- Creo que portugués, ¡Yo qué sé!
- ¡Ha ha ha! Esa espontaneidad tuya es lo
que te hace tan gracioso. Al menos me
haces reír, a pesar de todos los problemas.
- ¿Cuáles problemas? Yo pensaba que tú ibas
a dejar a Neudys definitivamente. Si no,
nunca le hubiese dicho toda la verdad.
Además, tú supuestamente le habías
confesado que me amabas a mí, y no a él.
- Sí pero, José, yo no sé cómo es que tú vas
a vivir conmigo, dejándome sola por las
noches, viviendo una doble vida. Yo

182
José A. Rodríguez N.
siempre estaré sola, siempre seré la
segunda.
- Eso será hasta que yo me divorcie.
- Y, ¿Después, los niños? Entre ustedes
siempre habrá un vínculo. Tú tendrás que
verla. Yo sé como es eso, y como lo
aprovechan las mujeres: “Que el niño está
enfermo, que ven rápido, luego el ex
esposo se tuvo que quedar a dormir
porque ya era tarde, después resulta que
la ex esposa quedó embarazada, aunque
sólo lo hicieron esa noche”.
- ¡Diablo, qué dramática tú eres!
- ¡Es que tú siempre vas a estar dividido,
José!
- Eso es verdad, y tú siempre lo has sabido.
Tú sabes que amo a mis niños por encima
de todo, y no puedo dejar de verlos.
- Yo eso lo comprendo, pero tú tienes que
comprenderme a mí también.
- Te comprendo. Entonces, ¿Qué sugieres,
que terminemos nuestra relación?
- Es que, yo no quiero que terminemos. ¡Yo
te amo!
- Entonces, ¿Qué vamos a hacer?
- ¡Yo no sé! ¡Yo no quiero que te vayas de mi
vida, mi amor!
- Pero así tiene que ser, ¿Verdad?
- ¡Todo el mundo me lo aconseja, pero yo no
quiero!

183
Una Mujer Perfecta
- ¿Quiénes te lo han aconsejado?
- No te lo puedo decir.
- De todos modos es un buen consejo, yo no
soy un buen partido para ti. Recuerda, “El
que se lleva de consejo, muere de viejo”
- ¡Diablo José, tú eres terrible; me ves
llorando y tú haciendo chistes!
- ¡Ay amor, perdón!
- La abracé, tomé su cabeza entre mis
manos y sequé sus mejillas bebiéndome
sus copiosas lágrimas.
- ¡Sabes, es mejor así! ¿Qué ibas tú a hacer
conmigo, un gordito feo?
- ¡No digas eso, mi gordito! Tú no eres feo.
Yo quisiera que te vieras como yo te veo.
¡Tú eres una persona maravillosa, José! No
quiero volverte a oír diciendo que eres feo.
- Y yo quería verte llorar el día de nuestra
despedida, pero ya es demasiado ¡Para,
por favor!
- No puedo ¡Te amo, te amo!
- ¡Y yo te amo más! La vida es cruel (Pero no
es la vida, sino lo que hemos hecho con
ella) Pero hay que seguir. Tú eres joven y
tienes un universo por delante.
- ¡No quiero nada, ni la vida sin ti!
- ¡Vamos, recuerda que eres áspera y difícil!
- Sí, con un corazón de mantequilla.
Ella seguía llorando abundantemente. Hubo
más abrazos, más te amo hasta la eternidad, y

184
José A. Rodríguez N.
decidí practicar mi último truco de magia. Lo
había premeditado con mucho de anticipación.
Todos los días, temprano, guardaba la rosa
final del desamor. La compraba o la robaba de
algún jardín, esperando el momento para
darle la estocada final a ese cruel corazón,
con esa rosa diminuta y homicida.
- ¡Espera, no te vayas todavía, tengo algo
para ti!
Abrí mi maletín, saqué mi estuche mágico, lo
abrí y… Rosada era la rosa, y perfumada,
delicado y palidesciente su color, como un
traje de seda.
Ella tomó la diminuta rosa, aspiró su
fragancia, cedió a las lágrimas y se arrojó sobre
mí, abrazándome fuertemente, mientras su
rostro en mi pecho, dejaba una huella de amplia
humedad en mi camisa blanca.
- ¡Te amo José, te amaré eternamente!
Aquella visión de felicidad, cuerpo de
mujer, edad y alma de niña; abandonó la
habitación, se detuvo al bajar la pequeña
escalera, se agarró de los delgadísimos
barandales de hierro que forman la cerca de
protección del pequeño jardín. Los sintió quizás,
un poco tibios, porque el sol crepuscular no se
acababa de hundir en las montañas.
Aspiró nuevamente el olor de la rosa, se
colocó las gafas oscuras, para ocultar su llanto y,
sin mirar atrás, se dio a la marcha. Yo, tras el
cristal y la cortina de la ventana abierta, sonreía
triunfante.

185
Una Mujer Perfecta

“Que nadie me conozca


y que nadie me quiera”
-Héctor J. Díaz-

XIX

Una hora después la llamé al celular.


- ¡Alóu!
- ¡Hola vida! ¿Dónde estás ahora?
- Estoy aquí, hablando con el don.
- ¿Con Neudys?
- Sí. José, yo quiero que le expliques a él,
que ya tú y yo terminamos, y que yo no
voy a estar con ninguno de los dos, por
favor. ¿Te lo pongo?
- ¡Sí, por favor!
- ¡Alóu!
- ¡Neudys, coño, por qué le dijiste lo del
cuadro!
- ¿Eh? ¡Ah! ¿Es verdad que ustedes
terminaron?
- Sí, ahora debes quedarte con ella, hasta
que logres convencerla para que se haga
el cuadro desnuda para la portada del
libro.

186
José A. Rodríguez N.
- ¡Ah, sí!
- Ella le arrebató el celular a Neudys…
- ¿Qué están ustedes tramando? ¡Yo oí todo
lo que tú le dijiste!
- Yo le dije que se podían quedar juntos, que
tú y yo ahora sólo somos amigos.
- Sí, pero él no quiere aceptar que yo no
quiero estar con ninguno de los dos.
- ¿Te vas a quedar con un ricacho viejo
verde?
- ¡Mira coño, no relajes que te estoy
hablando en serio!
- Está bien, espérenme ahí, voy para allá.
- ¿Vienes para acá?
- Sí, ¿Ustedes están en la casita de LA
DUVERGÉ?
- Sí. Entonces te vamos a esperar afuera.
- De acuerdo, ya voy.
Cuando llegué, hablamos de algunas
trivialidades, y yo les conté una película que
había visto la noche anterior: “Un romance
poco común, con Judith Light”. Tratamos de
convencerla de que se quedara, pero no accedió.
- ¿Ya no pretendes llegar a las
montañas?
- Ese es mi sueño. Vendré con mi
mochila, y mis zapatos de alpinista.
- ¿De qué hablan ustedes?

187
Una Mujer Perfecta
- Es que José, la primera vez que vino a
Baní, creyó que las montañas estaban ahí
mismo, y aprovechó su descanso para
llegar allá. ¡Sólo a él se le ocurre!
- ¿Y lograste llegar?
- No, tuve que devolverme: ¡Diablo, qué
solazo! ¡Y qué lejos! Tuve que coger un
moto-concho para regresar.
Neudys aprovechó y nos dejó solos, antes, me
había “guiñado un ojo”, y yo entendí que era
para que tratara de convencerla de quedarse con
él.
- ¿Te quedarás con él?
- ¡No!
- Él está dispuesto a perdonarte, se ve que
te ama mucho. Él es un buen muchacho,
quédate aquí, no te vayas.
- Aunque tú no me quieras José, yo te amo a
ti, y no me quedaré con él.
- Yo no sé por qué no sientes el amor que te
tengo. A veces siento que estamos tan
unidos que hasta puedo leer tus
pensamientos. Hay otras veces en que
funcionamos en frecuencias diferentes.
- No es eso José, es que nunca he podido
entender por qué, si tú me amas, quieres
que me quede.
- Es por todos los muchos consejos que te
ha dado. Yo no soy un buen partido para ti,
aunque sé que me arriesgo a jugar el
juego, aunque pierda. Hay que morir en
el campo de batalla.

188
José A. Rodríguez N.
- Yo pensé que habíamos terminado para
siempre.
- Eso es para siempre, es para “Siempre”
que uno lo decida, pues yo puedo decir lo
mismo que tú, cuando yo decidí terminar:
“Eso yo no lo acepto”, y tienes razón, es
difícil romper cuando hay amor.
Neudys regresó, y cambiamos la conversación
para que “él no se enterara”.
- ¡Tengo que irme, ya se me hace tarde para
irme a Arroyo Hondo!
- ¡Quédate Jova!
- ¡Sí, quédate Johanna!
- No, me voy.
- Bueno, yo tengo que coger el expreso para
Sto. Dgo., aún me queda tiempo.
- ¿Ustedes se van caminando?
- Sí, ¿Por qué no?
- ¡Jova, coge un moto-concho, toma!
Ella no quiso aceptar el dinero que Neudys le
estaba dando.
- No, yo tengo dinero.
Y se me ocurrió borrar del mundo esa
palabra. Entonces el orgullo de poseer ya
no fue más. No quedaban motivos de
ufanarse. Empezábamos a valorar las cosas
verdaderas. Nadie buscaba beneficios
materiales. Todos teníamos la visión de la
justa perspectiva de las cosas. Era el amor
de puros sentimientos, y no un amor para

189
Una Mujer Perfecta
saciar el hambre, era un hambre para
saciarse de miradas y toques, eran los
toques profundos hasta el alma, y no era el
alma ya un misterio, ni el misterio una
constelación de ojos indagantes.
Caminábamos por la calle Duvergé, hacia
abajo, como quien va para ASOMIBA, sin prisa,
como si cada cual saboreara su tristeza. “La
vida es muy sencilla” -Solía decir Johanna-
Ella soñaba un camino de interminables
amapolas. No le gustaba reparar en la
muerte, sino en el día radiante. Era la vida un
juego entonces, y la lluvia muy poco le
importaba. Después de comer a reposar, y luego
haremos el amor. Vivir este momento es la
consigna, sólo hay felicidad en el ahora,
nadie sabe del más tarde o del mañana. Cuando
te miro trabajar pareces otro. Te ves tan nítido de
blanco. Me gustas, aunque te sienta muy bien el
color negro. Te miro trabajar, y cuando hablas,
por lo ronco de tu voz creen que eres hombre,
pero yo sé muy bien que eres un niño. Me
encanta la forma espontánea que tienes de
mirarme. Si me haces el amor me vuelvo loca.
Eres el sueño que debiera soñar cada mujer, el
sueño de ternura y de alegría que ha sabido
enredar mi corazón.
No quise dar riendas sueltas al amor y estoy
perdida. Pero poco me importa. No quiero la
eternidad. Sin ti... No quiero nada.
Yo no sé qué veían en mí los ojos amarillos de
Johanna. Sus palabras me hicieron aceptarme, y
no quiero aceptar que todo fue mentira, que no
fueron de amor las florecillas que solía
regalarme. La verdad es que no soy el único. En

190
José A. Rodríguez N.
su vida hay demasiados hombres. No me queda
más que endurecerme. El amor es un juego
siniestro entre sus manos, se juega la
cabeza a un solo naipe. Su juego, es el
juego de la muerte.
Antes de llegar a la PRESIDENTE BILLINI hay
un supermercado. Neudys decidió entrar, y nos
pidió que lo esperáramos.
Johanna me miraba, y se agarraba al fuerte
poste del letrero, con la mano derecha, para
jugar como una niñita a darle vueltas. Con esa
inocencia me miraba, y luego de cada vuelta
sonreía. Es una niña, es la imagen perfecta
de mí mismo, pero no puedo permitir el círculo
vicioso en que se envuelve.
Neudys salió, y nos regaló un chicle a cada
uno. Junto con la cajita me dio un papelito que
más tarde leí: “José, llámame mañana a las 9:00
a.m.
Llegamos a LA PRESIDENTE BILLINI. Neudys
debía girar a la derecha hacia la escuela, iría a
buscar unos papeles para ingresar a la milicia,
Johanna iba a seguir derecho, hacia la parada de
Matanzas, y yo debía girar hacia ASOMIBA.
Antes de despedirnos, sugerí que
contempláramos un poco aquel atardecer, en
especial, aquel rosal sobre un muro alto y
hermosamente decorado. Es como si el rosal
decorara la montaña.
- ¡Adiós!
- ¡Adiós!
- ¡Adiós!

191
Una Mujer Perfecta
Cada uno cogió por su camino. Cuando cruce
la calle me detuve. Ninguno de los dos miró hacia
atrás.

192
José A. Rodríguez N.

“¿Dónde está la verdad?


Arquero fui también cuando la guerra.
Mi suerte es el la de un hombre que erró el
blanco.”
-Giorgos Seferis-

XX

La última vez que hablamos estaba nerviosa.


No era tan dueña de sus gestos como lo había
sido siempre. Me miraba a los ojos fijamente,
como inquiriendo algo, pero su mirada no era
firme. Se le notaban los ojos como si pasara por
un nistagmo momentáneo.
Estaba segura de que yo sabía toda la verdad.
Lo que no sabía con certeza era, si lo sabía a
partir de mi conversación con Neudys, si lo había
sabido antes, o si lo había sabido siempre.
No estaba segura si todavía era la conductora
de su juego macabro, o si había caído víctima,
como una viuda negra, enredada en su propia
telaraña. Yo disimulaba lo más que podía.
Cuando su mirada resultaba insostenible,
preguntaba con gesto de extrañeza: “¿Qué
sucede amor? ¡Te noto muy extraña! ¿Qué
sucede, hay algún problema?”
- Es el problema, o los problemas de
siempre, José.

193
Una Mujer Perfecta
- Pero tú siempre dices que la vida es muy
sencilla. No compliques las cosas, toma
una decisión y ya.
- ¡Te amo!
Ella se sabía descubierta. Yo sabía lo de su
aborto. Eso fue lo que una vez intentó decirme
en un cuarto de hotel, después que hicimos el
amor: “Hay algo que te diré sólo si resultas ser
un hombre diáfano, así como dices”
Ella, después de mi insistencia, me contó lo
de su “violación” pero no me dijo que de esa
supuesta violación, había resultado embarazada,
y que luego de abortar a esta pobre criatura,
había quedado estéril.
“Es que, no te lo puedo decir. Si te lo digo,
ya no me veras como a tú princesita, como
a tú niña perfecta”.

194
José A. Rodríguez N.

“¡El ajedrez es la vida!”


-Robert James Fischer-

XXI

Su juego no era rectilíneo, poseía algunas


curvaturas geométricas superpuestas
mañosamente por una guerra psicológica.
Creando una abrumadora metáfora de
perfección.
En el despeje de los pequeños y sutiles
caos centralizados que conforman su estilo
aberrante de conducta, encontramos, casi
invariablemente, los mismo elementos:
Conclusiones categóricas: “El hombre hace a la
mujer y viceversa”, “Es mejor un malo conocido
que un bueno por conocer”. Todo lo que ella dice
es la última palabra: “Mi mamá no ha vivido de
gratis”, “Yo soy como mi madre, le saco la verdad
a quien sea”, “A mí nadie me engaña”.
Todo es definitivo: “Debes tomar tú decisión
ahora”.
La vida es sencilla, pero su estado de ánimo le
hace perderse en estos dichos genéricos, porque
no siempre encajan de manera plausible, o
definitiva.
“¿Por qué no ha(s) hecho a ningún hombre?”

195
Una Mujer Perfecta
Si no lo ha(s) logrado, entonces no eres tan
buena como dices. O la regla no siempre se
cumple. No se debe ser tan categórico, para no
caer en lo absurdo.
Centraliza sus peones, y a veces los
sacrifica, al no aceptar dinero para no
levantar sospechas sobre sus taimadas
intenciones. Esto propulsa el desarrollo de sus
partidas. Sus relaciones se definen
rápidamente en dirección a su objetivo. Le
hace creer a sus victimas que esquilarlos
nunca le ha pasado por la mente. Algunos
borreguitos se han quedado dormidos
confiadamente, aunque le han visto en la mano
su cuchillo afilado. Ella les dice que es para
protegerlos de los lobos mientras están
dormidos. Muchos despiertan sin pellejo, ella
desaparece como por arte de diabla, y los muy
imbéciles, salen como unos miserables a
buscarla. Ella está con otro(s), y cuando alguno
de ellos la encuentra, y se arrodilla a sus pies,
pidiéndole que vuelva, ella lo vitupera, le da de
patadas, y lo escupe. Su esputo venenoso corroe
aquel cuerpo sin piel hasta los huesos. Luego,
levanta el mísero esqueleto, y lo guarda
como trofeo, en el museo de maldad de su
memoria.
¡Como juega esta arpía siniestra; esta
medusa!
Pero sus alfiles, peones y caballos resultaron
ser insuficientes. Sus líneas románticas de
gambito, sus planes de corto alcance (Sus
romances son cortos, dos o tres meses, si es que
logra conquistar a un hombre), demuestran su
falta de estrategia. Es un defecto de juventud,

196
José A. Rodríguez N.
quiere atacar aún cuando no ha puesto su rey en
seguridad mediante el enroque, lo que le
permitiría conectar sus torres. Se desespera,
no hace planes profundos de largo alcance.
Todo para ella es ahora (“Quizás se nos da
sólo este momento para ser felices”)
Sí, puede llegar a ser una gran ajedrecista.
Debe estudiar las escuelas clásicas, y científica,
la Hiper moderna y la universal, que es
exactamente en la que estamos situados.
“Debes tener misericordia José, no la
convirtamos en un monstruo” (Hermosas
palabras Dranoel), pero ya es tarde. Ella es un
monstruo desde hace mucho tiempo. Es la reina
de los áspides. Una vez me dijo que se sentía
tentada a vivir de los hombres. “Tú tienes
mucho talento, no sé por qué no lo aprovechas” –
Me dicen mis hermanas–
- Creo, amor, que eso es totalmente lo
contrario de aprovechar tus talentos. Tú
puedes brillar por tu propio ser, no a
expensas de nadie.
- Yo lo sé, por eso no me he dedicado a la
vida que llevan mis hermanas.
- El camino fácil lleva a la perdición.
Siempre albergué dudas, pero el gigantesco
manto de la realidad se fue tejiendo con las
delgadas madejas de su mal comportamiento.
Ella no sólo quiere vivir a expensas de
los hombres, quiere succionar también sus
almas, devorar sus corazones, destrozar
sus sentimientos.
Es evidente que nos odia.

197
Una Mujer Perfecta
Lo más seguro es que, las complicaciones de
aquel aborto, además de llevarla al borde de la
muerte, la han dejado seca y vacía. Sé, que es
estéril. Ama a los niños, pero no puede traer uno
al mundo. El no haber tenido aquel niño la
hace odiarse a sí misma, odiar a su madre,
odiar a los hombres, al mundo, al universo,
a Dios...
Ésta es su forma de suicidio. No tiene el coraje
suficiente para saltar de un puente. Se suicidará
de Sida, o por manos de algún amante
enloquecido por sus diabólicas maniobras.

198
José A. Rodríguez N.

“Y a usted, Dr. Lasker,


solo tengo dos palabras que decirle:
¡Jaque Mate!”
-Dr. Siegbert Tarrasch-

XXII

- Yo empecé a sospechar que ella andaba


con alguien mucho antes de que mi
hermana, la enfermera, los viera caminar
por las calles de la zona colonial.
- ¿Ya sabías de mí por otros medios? ¿Qué
fue lo que te hizo sospechar?
- Además de sus constantes salidas para
donde el supuesto tío, lo que la delataba
era su comportamiento en la casa. En la
vecindad, donde vivíamos alquilados,
teníamos que compartir los baños. Ella
dejó de limpiarlos cuando le tocaba, así
que las vecinas me reclamaban: “¡Tú mujer
es una sucia, deja sus panties podridos
enganchados en los clavos del baño, nunca
recoge los papeles sucios, los tira al piso…
Y hace siglos que no limpia el baño, ni
barre el patio! ¡Habla con esa puerca
tuya!”.
Ella confiaba demasiado en su memoria, y en
el dominio psicológico de sus armas: “Sus
atributos y sus predicados” Se juega la cabeza a

199
Una Mujer Perfecta
una sola carta. Es grande su osadía, camina
sonriente por un campo minado, como si le diera
lo mismo la vida que la muerte.
¿Acaso era todo un juego para ella? Yo
habría sido también, un simple peldaño, un
eslabón de transición hacia otras esferas, a
conocer otras víctimas, quizás con más fortuna.
¿Habrá deducido ya que no tengo un centavo?
He aprendido a no poner simples celadas.
Esto, a la larga, sólo conduce a la derrota. Quizás
gane una, dos, o tres partidas, frente a incautos
novicios. Pero frente a un avezado maestro, sólo
la solidez de un plan estratégico te protege.
Las trampas estaban colocadas de manera
natural, casi espontáneamente. Formaban parte
de mi largo plan. Se requiere de una gran
paciencia para realizar un plan como este. Debe
uno ser autocrítico, y revisar
constantemente los propios motivos: ¿Qué
es lo que busco? ¿Me estoy enamorando?
¿Me estoy dejando seducir? Debes aprender a
transmutar tu rabia cuando el enemigo corre
hacia ti sonriendo a abrazarte. Debes recibirlo
con similar sonrisa, como si le tuvieras un apego
profundo.
¡Ella debe haberse enamorado! Por muy
maldita que sea, también es un ser humano,
susceptible y, por tanto, destructible.
- ¡Eres un maldito! Eres lo peor que le puede
pasar a una gente, ¿Cómo es posible que
formaras un complot contra mí? ¡Diablo
José, yo te tenía en un pedestal, es más,
en una torre! Para mí eras un ángel, eras lo
mejor del mundo. Todavía me resisto a

200
José A. Rodríguez N.
creer que me hayas utilizado para tus
propósitos de escritor. Dime una cosa:
¿Para qué diablos querías mi foto?
- Como un recuerdo solamente.
- ¿Es verdad que tú y Neudys hablaron de tu
plan de mandar tu historia al show de
Cristina, vía Internet?
- Eso fue un comentario que hice, como
interjección. Realmente no tenía esa
intención.
- ¡Tú eres el puro diablo! Muy bien, te
ganaste un Oscar con tú actuación. Se
nota que eres un gran escritor. Tú sabes
engañar a la gente. ¡Y yo creyendo que…
diablo, me engañaste totalmente!
- Lo que en verdad te duele es saber que yo
no soy una piecesita de tu juego. A mi no
pudiste engañarme y subyugarme, como a
los otros. Yo no me enamoro
perdidamente, no entrego mi corazón
hasta el suicidio. Es verdad, no soy tan
bueno; pero tampoco soy tan malo. Te diré
una cosa, tienes buena memoria, eres muy
inteligente, y una gran actriz. Pero tus
ardides para mí son un libro abierto. Quiero
que sepas una cosa: Yo entré a esta
relación teniendo las mejores intenciones,
pero luego de conocerte, y darme cuenta
de lo que pretendías, decidí vengarme,
dándote una sopa de tu propio chocolate.
Te pregunto ahora: ¿Qué se siente ser
utilizado, manipulado, y abandonado como
una basura? Otra cosa: Tú no tienes calidad
moral para juzgarme. Tú no me conoces,

201
Una Mujer Perfecta
tú sólo has visto mi poder de
reflexión, esa capacidad de
convertirme en un espejo que aprendí
de ti. Tú eres la maestra de la simulación,
yo sólo soy tu discípulo. Lo único es que
aprendí muy rápido y bien tus enseñanzas.
Todo lo que me adjudicas, y por lo que me
maldices, a ti es a quien aplica. “Mírate en mí,
yo soy tu espejo”. Si quieres saber cómo soy,
medita en las pocas veces en que dejé de ser tú
cuando estuvimos juntos. Esas pocas señales, te
darán indicios de mi personalidad.
A mí ya no me interesa. Lo que sé de ti ya es
más que suficiente. Ya sé demasiado de ti, José:
No averigües, ni hables, ni busques más de mí.
Déjame en paz, sólo quiero estar tranquila. Y, te
voy a advertir: ¡Si aprecias tu vida, no publiques
nada que tenga que ver conmigo! ¡Te lo advierto,
si lo haces la vas a pasar muy mal!
¿Me vas a matar? ¿Crees que te tengo miedo?
Se ve lo desesperada que estás. Te sientes
perdida. Déjame decirte una cosa: Voy a publicar
todo. Otra cosa, tú quieres amedrentarme con
otro juego psicológico, para tu información, ya la
partida terminó. En verdad tienes un gran
espíritu de lucha. No me has decepcionado. No
esperaba menos de una tipa tan inteligente,
aunque te falta mucho para llegar a la sabiduría.
¡Yo descubrí todo tu plan! ¿Creíste que no te
descubriría?
Yo sabía que lo ibas a descubrir, como te dije,
no me has decepcionado. Eres una excelente
ajedrecista, pero ni cerca de ser una “Gran
Maestra”.

202
José A. Rodríguez N.
¡Yo no soy ninguna ajedrecista! Apenas me
enseñaste a mover las piezas. ¡Qué bueno que
nunca aprendí, ni siquiera jugué una partida!
Yo me refiero al ajedrez de la vida.
¿Tú crees que la vida es tan fácil como una
partida de ajedrez? ¡Ay José, pon los pies sobre la
tierra! Tú vives en un mundo de fantasías, en un
mundo creado por ti mismo. Mira, he decidido no
matarte, no vales la pena. Tú ya estás muerto, tú
no me amaste porque eres insensible, y una
persona que no siente está muerta.
Aunque no lo creas, el ajedrez refleja la
existencia mucho mejor de lo que tú
reflejas a las demás personas.
Y… sí, yo vivo en mi mundo, como todos,
pero trato de no destruir los otros mundos,
como lo haces tú, en tu satánica misión.
¿Me descubriste? ¡Sí! Yo te dejé muchas pistas
para que así lo hicieras. Espero que hayas
aprendido algo bueno, y que lo apliques.
Las demás personas no somos sólo objetos
dispensables. No debes utilizarnos y tirarnos.
Somos seres, déjanos un poco de felicidad. ¡No
nos utilices como simples peldaños en la
construcción de tu maldita escalera!

Verso
Queda el recuerdo
Fantasma de la flor en el espejo,
Las promesas vacías,
El reverso de una mano abierta

203
Una Mujer Perfecta
Como un reloj para medir mi muerte.

J.A.R.N.

204
José A. Rodríguez N.

“Vivir es:
ir muriendo con lentitud pasmosa”
-Federico García Bermúdez-

XXIII

Muchas veces le pregunté sobre este


asunto, sobre esta peculiaridad suya. Este
detalle bastaba para volver loco a cualquier
hombre. Y, si a esto le sumamos sus
técnicas en el arte de la manipulación….
¿Conque tu esposa estuvo en casa de mi
madre?
Así es, tu madre me llamó justo después que
ella salió. Me dijo que una mujer blanca, de
nombre “María” había estado allá, buscando a
Jova, dizque que era una amiga. Lo que me dejó
asombrado fue que tu madre se la llevó al vuelo:
“Una mujer blanca, alta, con el pelo negro, muy
bonita y embarazada, con, más o menos, seis
meses de barriga y acompañada por un niño de
tres años” Todo lo que tu madre me dijo fue
exacto.
Es que a mi mami, los años no le han pasado
de gratis. Y ¿Qué buscaba ella allá? Ella no tiene
nada que buscar en casa de mi madre.
Yo mismo se lo reproché. Eso estuvo muy mal,
además, tomando en cuenta su estado de

205
Una Mujer Perfecta
gravidez, y lo malo del camino hasta la casa de
tu madre.
Ella tiene mi teléfono, si me quiere ver que
me llame, y ponga una hora y un lugar.
Discúlpame José, pero tu esposa es una loca.
¿Cómo se atreve a coger estos caminos tan
malos, con seis meses de embarazo, y otro niño
pequeño en un moto-concho?
¿Cómo sabes que ella tiene tu teléfono?
Porque tú eres muy descuidado. Ella lo
encontró una vez en un papelito, en tu camisa, y
lo anotó. Luego me llamó. Mira José, creo que
ahora debes concentrarte en resolver los
problemas con tu esposa.
Creo que esos problemas nunca tendrán
solución.
José, yo no quiero problemas, yo quiero estar
tranquila.
Si eso es lo que prefieres, adiós entonces.
¡Tampoco tienes que despedirte así, de
manera tan seca y cortante!
Bueno, interpreté tus palabras como que ya
no querías volver a verme.
¡Claro que no es eso lo que quiero! A lo que
me refiero es a que resuelvas tu situación con
ella, y tomes una decisión definitiva.
Yo ya tomé mi decisión. Te he dicho que
busques una casa para que nos mudemos.
Es que así nunca tendremos paz, tu esposa
averiguará la dirección, y seguiría haciéndonos la

206
José A. Rodríguez N.
vida imposible. Yo lo he dejado todo por ti, José.
¿No deberías tú hacer algo por mí ahora?
Prefiero no abordar el tema del modo de las
exigencias. Nuestra relación nunca estuvo
basada en eso, sino en los sentimientos de
mutuo apego. Eso es lo importante, lo que
demuestra que hay amor. Si empezamos a
reclamar por lo tuyo o lo mío, no habría ninguna
diferencia entre la relación nuestra y mi
matrimonio con Arielys. Sí así fuera, yo no diría
que lo has dejado todo por mí, muy por el
contrario, diría que él descubrió todo, y por eso
decidió dejarte. Es mejor que no abordemos la
situación de ese modo, para no tener que
herirnos con palabras.
No, no me importa que me hieras con la
verdad, eso es lo que me gusta de ti, tú dices lo
que sientes y sabes cómo decirlo delicadamente.
Los demás sólo han sabido golpearme como
animales sin raciocinio. Ahora quiero que
escuches bien ciertas verdades: ¿Crees que haya
alguno de ellos con la suficiente fuerza de
voluntad para haberme dejado? ¡Eres muy
ingenuo, bobito! ¡A todos los tengo comiendo de
mi mano! ¿Quién me contó acerca de tu plan
para publicar el libro con mi foto desnuda en la
portada? ¿A quién, casi sin esfuerzo, lo llevaba a
contarme todos y cada uno de los detalles de tu
plan, hasta eso de investigar bien sobre mi
pasado hablando, por Internet con Fedro? ¿De
dónde saqué yo dinero para dárselo a Neudys
ahora que está sin trabajo y se va a enganchar?
¿No será que Fedro guarda esperanzas todavía,
cuando me manda puntualmente mis cheques?
Déjame decirte que si he seguido contigo es
porque me da la gana, ahora mismo puedo hacer

207
Una Mujer Perfecta
una llamada, y verás que en menos de una hora
viene una jeepeta a recogerme. ¡Estoy contigo,
coño, y no lo entiendo! Estoy contigo, aunque tú
continuamente me rechazas.
Bien, O.K., no te pongas sentimental. Dime
¿Qué hablaron tú y Arielys cuando ella te llamó?
Me preguntó si estábamos viviendo juntos ¿Qué
le respondiste? Que por qué no te lo preguntó a
ti. Luego: Sí lo hice, pero él dice que no.
Y, ¿Por qué no le crees a él? Quería oírlo de tu
boca. Él me ha dicho que no debo preocuparme,
que tú eres una mujer fácil. ¡¿Ah sí?! Estoy
segura de que José nunca diría algo así de mí,
eso lo dices tú para ofenderme, pero no lo vas
lograr, porque eso es mentira. Si fuera mentira tú
no te hubieras involucrado con un hombre
casado. Y si tú fueras una buena esposa, José no
tendría que buscar amor y cuidado fuera del
hogar; si es que a eso que tú tienes se le puede
llamar hogar ¿Cuidarías tú de él mejor que yo?
¡Claro que sí! Yo no lo dejaría salir estrujado a
la calle, o con ropa sucia porque…: “A mi se me
olvidó lavar o planchársela” ¿Te ha dicho él que
yo no le lavo o plancho la ropa? Él no tiene que
decirme nada mi hijita, yo tengo dos ojos y lo he
visto. Tú le lavas la ropa y queda toda estrujada y
sucia por la mugre de la plancha. Yo le he visto
hasta camisas descocidas y sin botones. ¿No
indica eso que no lo cuidas? Tú dices que lo
amas, y esos descuidos no indican amor. Mira mi
hijita, tú no sabes la clase de hombre que Dios te
puso en el camino, si hubiera sido otro, tú
estuvieras cogiendo lucha con dos muchachos
arrastro y otro en camino. ¿Tú crees que los
hombres de ahora están por coger lucha con una

208
José A. Rodríguez N.
loca como tú, cuando pueden conseguirse media
docena de carijitas lindas, y sin retorceduras
mentales, como las que tú arrastras? Eso lo hace
José, porque es una masita de pan que se derrite
por sus hijos, y tú, en vez de valorar ese amor y
ese apego, lo que haces es maltratarlo con tu
mal comportamiento. Dime: ¿Es eso amor? Es
más, tú ni siquiera le haces bien el amor. ¡Tú sí se
lo haces bien! ¿Verdad? ¡Claro que se lo haces
bien, esa es tu especialidad, debes tener mucha
práctica! ¡Yo no sé, no! Yo lo que sé es que él se
siente feliz a mi lado ¿No será porque yo le doy lo
que tú no tienes? ¡Mira mi hijita, pues sigue
dándoselo, y cuídale los dos muchachos que
tiene, y el otro que viene en camino! ¿No dizque
los ibas a recibir? Pues yo los recibo, y los cuido
con mucho amor. ¡Oh sí, porque tú eres la Madre
Teresa de Calcuta! La Madre Teresa ya murió, yo
soy Johanna M. D. Y, sí, los recibiré. ¡Tú lo que
eres es un maldito cuerazo! Lo mismo digo de ti.
La única diferencia es que aún no has encontrado
a tu viejo rico, o al suizo que anhelas. ¿Tú crees
que José no me ha dicho de tus aspiraciones?
¿No has leído la mascota donde él escribe su
diario? ¡Por lo visto, lo que tú quieres es una vida
cómoda, sin tener que hacer ningún esfuerzo, y
vives siempre quejándote, pidiendo más y más!
¡Búscate a tu suizo, o a tu viejo millonario, y deja
de andar acomplejándolo, diciéndole que él es un
hombre ordinario, que tú no sabes cómo te
casaste con él! Yo jamás le dije eso a él en serio.
¡Mira si eres una imbécil! Esas cosas no se dicen
ni de relajo. ¡Qué bueno que me llamaras! Así sé
la clase de mujer que eres: ¡Mala mujer, mala
madre! ¡Y tú, maldito cuerazo!

209
Una Mujer Perfecta
Cuando me volvió a decir eso, le cerré. Hay
una cosa que no entiendo José…
¿Qué?
¿Cómo es que tú, tan inteligente que eres, te
casaste con esa idiota?
Sentimentalismos de juventud. Ella se fue de
su casa, “dejándolo todo por mí”, luego amenazó
con “suicidarse” si yo la dejaba. Llegué a la
estúpida conclusión de que ella me quería más
que a su propia vida. Es claro que yo nunca
podría con el cargo de conciencia si ella se hacía
algún daño pudiendo yo evitarlo. Por demás está
decir que me gustaba y cuando se es joven,
tiende uno a engañarse a sí mismo, todo bajo el
poderoso influjo de la pasión, diciendo: “Yo voy a
hacerla cambiar, con mucho amor, sí, ella
cambiará” Luego desperté en esta pesadilla.

210
José A. Rodríguez N.

211
Una Mujer Perfecta

“Vivir es:
Eyacular profusamente sobre los tiernos labios
de una hermosa mujer”
-José A. Rodríguez N.-

XXIV

Era su sexo, era demasiado exacta,


demasiado calculadora, demasiado experta,
demasiado perfecta para ser verdad. Me
aterraba pensar que una carajita de 18
años fuera una maestra en el difícil arte de
amar y de vivir ¿Y si se entrega por completo a
la maldad? Entonces muchos serán víctimas. Era
su sexo. Cuando la excitación la llevaba casi a
punto del clímax, entonces sentía yo el agarre
firme, pero suave, de un músculo que rodeaba mi
pene, sin tocar mi glande. Sentía el placer del
éxtasis de ella como si fuera mío. Era lento y
prolongado. Entonces empezaba el mío propio, y
aquel agarre misterioso me hacía lograrlo a
manera de una súbita explosión, que luego se
revertía lenta y acompasadamente. Muchas
veces le pregunté sobre este asunto, y me decía
que le sucedía sólo conmigo, que si le había
pasado con otros nunca se lo habían hecho notar.
Esta peculiaridad suya bastaba, por sí sola,
para volver loco a cualquier hombre, y si a
esto le sumamos sus técnicas en el arte de
la manipulación…

212
José A. Rodríguez N.
Recuerdo el sabor de su sexo. Al principio, me
pareció salobre, luego, un poco dulce. Su
lubricación no era profusa, eso le permitía
repetirse y lograrlo varias veces. Luego de
terminar el segundo round aún no la sentía
demasiado húmeda. Ella usaba también, la
técnica de secar mi pene con sus manos durante
las operaciones de entrada y salida. Se secaba la
mano en la sábana y volvía. Esto le permitía
graduar su lubricación. Luego de bañar su cara y
su cuerpo con mi semen, me dirigí al baño, al
regresar la encontré escurriendo su rostro y sus
pechos con los dedos, y lamiéndoselos de
Manera morbosa…
¿Qué haces?
¡Justo lo que ves!
¡Diablo mi vida, eres terrible!
Eso no es tan terrible. Cuando uno ama como
yo te amo, todo lo del otro tiene un sabor
maravilloso.
Es cierto, yo también guardo tu sabor entre
los pelos de mi bigote, y suelo reproducirlo como
si fuera una partida de Kasparov.
¿Kasparov?
El campeón mundial de ajedrez.
¡Ah, sí, esa es tu vida: Ajedrez, poesía y
guitarra!
No; mi vida es: Mis niños, mi ajedrez, mi
poesía, tú y mi guitarra.
¡Diablos, que lejos estoy en tu corazón!

213
Una Mujer Perfecta
No amor, lo que sucede es que no puedo
amarte sin poesía, no sería romántico.
¿Y sin ajedrez?
No puedo pensar, y yo, “Pienso, luego existo”
¡Ay baboso! Y de tus niños ni hablar, porque
ellos son tu vida, y sin vida no me puedes amar,
¿Verdad?
¡Uhú!
Mira, aún tengo el primer poema que me
regalaste, quiero que me lo leas ahora.
O.K., déjame verlo:

POEMA DE LA BUSQUEDA

Éste que soy no se repetirá


El sol seguirá siendo el mismo
Adentro de mis ojos.

He guardado este bosque y esta playa


Y el cadáver de un árbol que se cunde
De pájaros en el atardecer
Porque no volveré a caminar este camino.

Jamás apareciste
Tú, la supuesta a amarme con pasión
desmedida
La que muriera por falta de mis besos.

214
José A. Rodríguez N.

Jamás apareciste
A pesar de que mucho te soñé
Que concebí tus manos tiernas
Así como tus ojos
Tus cabellos castaños o nocturnos
¡Qué sé yo!
Tu caminar gracioso
Tu figura perfecta
El corazón desbordante de amor
Que sería el tuyo
La paz que significaría el abrazarte.

Jamás apareciste, amada


Se supone serías tierna con los niños
Con todos, tiernamente compasiva
Ibas a cambiar el universo
Amaríamos tu voz
Tierna y apacible.

¿En Qué país del mundo te escondiste?


¿Acaso no comprendes mi lenguaje?
¿No reconoces mi voz cuando te llamo?

Quizás estás aquí y he sido yo el imbécil

215
Una Mujer Perfecta
Que no ha sido capaz de darse cuenta
Que habitas otro cuerpo
Que no pueden mis ojos percibirte

¿Y si tu espíritu se oculta entre las sombras?

Quizás nunca he podido pensarte, amor


Ni concebirte
Quizás siempre estuve equivocado
Las cosas no deben ser así, ni las personas
¿Debe uno aferrarse a sus errores?
¿No es una aberración?

¡Gracias por mis ojos estrábicos


Y mi columna vertebral torcida!

¡Jamás viniste a consolarme!


¿Acaso no naciste?

Quizás antes de yo nacer ya estabas muerta


¡Quién sabe por cuantos años me esperaste!
Quizás tendida en sabe Dios qué playa
Después de un largo día de trabajo
Hurgando con tus ojos tristes y llorosos
En el atardecer

216
José A. Rodríguez N.
Escribiendo tus confidencias en un diario
O talvez una carta a la mejor amiga
Quien después de casarse se fue lejos:

"Mi amado ha de llegar"


-Decías-
"Cuando él llegue el mundo será otro
O quizás sea el mismo, pero yo seré muy feliz
Estoy segura"

Amada...

¿Cómo saber si ya estás muerta?


¿Cómo saber si has de nacer, amada?
Si aún estás aquí ¿Dónde encontrarte?

"José será amoroso con los niños"


-Solía decir Adriana-
"Él sabrá que todos fuimos niños una vez
Y nos mostrará el camino verdadero del amor"

Alfonsina se convirtió en el mar


Y está dormida
Adriana tendrá sus ojos de esmeralda
Siempre abiertos y podrá caminar sobre las
aguas

217
Una Mujer Perfecta
Ella nos guiará al paraíso.

Quizás me equivoqué de nombre...


¡Seguro que sabré reconocerla!
Ella me sabrá comprender
Jugaremos a decirnos la verdad
Descifraré el augusto mutismo
En que los árboles se envuelven.

¿Has dejado esta inspiración flotando en la


brisa
Para que sean mis manos las que escriban?
Mis pensamientos caerán como las hojas
Incontables transeúntes caminaran por ellos
Pero por siempre quedarán en lo secreto
Así como nadie respirará nuestro paisaje.

¡Entonces no era la muerte


Ni la vida!
Ahora somos libres del tiempo
Y estamos desatados
De los estúpidos criterios de los otros
Pídeme ser y seré
Como siempre quisiste que yo fuera
Eres el alfarero de mi cuerpo.

218
José A. Rodríguez N.
Yo no quiero esculpirte
¡Soy torpe, torpe!
Mis manos no comprenden
El lenguaje del barro
Voy a invocar a Rodin
¡Pero no, él no podrá crearte sin tocarte!
¡Soy mezquino, no te quiero tocada por más
nadie!
Te quedarás informe
Hasta que adquiera yo maestría en los
milagros
Inventaré tu nombre
¡Lo he logrado!
Pero tu nombre será el más feliz de los
secretos
Si él lo descubriera
Podría recrearte
¿Cómo será tu espalda?
Para mi lengua
Será una llanura sembrada de árboles
frutales.

Nadie me ha pensado con lujo de detalles


Eres exacto como yo te soñé
¿Entonces, existo sólo en los sueños tuyos?
En mi soñar despierta
Y mi pensarte

219
Una Mujer Perfecta
En mi escribirte un verso y masturbarme
Cuando sé que me miras
Desde la otra dimensión de los espejos
¿Quieres decir que soy tu creación? ¡Maldita
sea!
¡Entonces yo no existo!
¡Eres tan real que me muerdo los labios
Me entrego a suspirar y gimo como loca
En medio de la noche
Por saborear el néctar
Que brota del pétalo incendiado de tu cuerpo!
¡No, por favor, yo anhelo la pureza!
No existe la pureza sin amor
Y eso es lo más sublime.

Jazmín será perfecta


Como las lluvias invernales
¿Y sus besos?
¡Me duele en lo más hondo el no haberla
besado todavía!
Me tiendo sobre las dulces flores del amor
Y me dejo soñar
Cuando despierto estoy desnuda
Brilla mi piel como la tarde
Su hechizo me hace impúdica
Ante el infantil asombro de los pájaros

220
José A. Rodríguez N.
Mi cabellera es augurio de la noche
Pero extiendo mis manos...
¿Dónde está el amor?

Los árboles muertos me persiguen


Como un misterio antiguo
Bajo el beso terrible de la luna.

Es bueno no recordar
A la pobre niña de la esquina
¡Ay, tan bella!
Es bueno, también, no recordar sus quince
años
Ni a su noviecito llorando desconsoladamente
Abrazado a su féretro.

Es bueno vivir en la montaña


Se detiene uno al borde del abismo
Y acaricia el filo de la noche
La soledad es tan real que hasta dialoga.

Duerme amor, yo soy tu soledad


Toma mi beso, un dulce pistilo de cayena.

Dime amor, ¿Qué haré con tantas muertes?


¡Ya no puedo más!

221
Una Mujer Perfecta
Recoge las hermosas
Y las reviviremos, amor
Con nuestros besos.

A mí, el toque de tu mano me redime


Y ese sabor a rosa que tienen tus cabellos.

Hay algo que me sucede al contacto de tu


cuerpo
Es como si todo fuera diferente.

Toma tu guitarra y cantemos


La canción perfecta del amor
¿Qué significa una guitarra?
Esta es la canción perfecta del amor
¿Qué es una guitarra?
La música es el misterio
Que brota de su cuerpo
¿Cómo puede existir un mundo sin guitarra?
Quizás en mi mundo su nombre es diferente
¡Ahora lo comprendo!
No podemos establecer correspondencias
Aun cuando los símbolos parezcan semejantes
¿Cuál es la diametral percepción del
pensamiento?
Tendremos que pensarlo nuevamente.

222
José A. Rodríguez N.

Jazmín es un perfume
O es una esencia perfumada
Un manantial de brisa
Su piel será eternamente
El sueño de mis manos
Pero ella no comprende mi lenguaje:

Si digo: Mar, profundo


Cadáveres del fondo
Náufragos ineluctables de las sombras
Pescador a la deriva
Gaviota solitaria
Pensamiento de sal
Nubes de arena
Corazón destrozado por tu ausencia
Y toda esta maldición que brota de mis ojos
¡Ahora lo comprendo!
¿Cómo es el universo donde habitas?
En el pequeño universo donde habito
Todo parecería estar completo
Pero me faltas tú
Yo pongo la mejilla sobre mi mano izquierda
Entrecierro los ojos
Me entrego a suspirar

223
Una Mujer Perfecta
¿Cómo vamos a unir dos universos?

No me atrevo a decirte
Que mis manos me traicionan
Si te pienso
Piénsame amor
Piensa también mis manos
Y mis ojos
Entre nosotros nada tiene un sentido vertical
Mi árbol ha sido mi maestro
El jamás se marchó
Porque me ama
Y sigue propiciando mi existencia
Él me protege de la nada y de lo todo
¡Ahora lo comprendo!
Jazmín es un espíritu de amor
Su árbol es en realidad un ángel
Con este símbolo
Lograré la visión
De la justa perspectiva de las cosas.

Un bosque
Es una legión de apacibles ángeles
Que no logran percibir
Nuestra existencia

224
José A. Rodríguez N.
Cuando encuentre su árbol
Decodificaré sus pensamientos
Pero tengo tanto miedo de ser otro
O ser
El mismo que se pierde en la distancia
Siento mis manos resplandecer entre las
sombras
Mis ojos jamás fueron palpables
Caen los días
Hasta el fondo oscuro de las cosas

Tengo miedo de no ser


O de ser diferente de aquella que soñaste
Te he amado por los siglos de los siglos
Aunque no comprendo el misterio de los
puentes
Debe existir un valle interminable
Sembrado de azules pensamiento
Como el aliento dulce de Jazmín
Sus manos me consuelan
Y me hacen renacer
Ya no me perseguirán árboles muertos
Que son demonios
¡Malditos! ¡Apártense de mí!
¡Ya no soporto más el genocidio!
Cada pájaro simboliza

225
Una Mujer Perfecta
La redención de algún fantasma
Y se posan sin temor
Sobre cualquier demonio
¡Jueguen niños, jueguen
Porque la vida es en realidad maravillosa!
Todo lo que muere pertenece al olvido
Se borran nuestros nombres cada día
¡Suceden tantos atropellos!

Nuestra casita
Está escondida en las montañas
Y afortunadamente es un navío
Que se aleja más y más.
Pero yo no comprendo tu lenguaje
Es otro el lenguaje de los cuerpos
Ellos sólo se entienden enlazados
Apretados fuertemente el uno contra el otro
En un eterno devorarse renaciente
¡Yo quiero comprenderte, quiero, quiero!
La hora del amor es todo tiempo
En ningún universo estás a gusto
Sin alguien que te ame de verdad.

Todo será imposible


Pero no me queda alternativa

226
José A. Rodríguez N.
Los niños están guardados
Por manos infinitas; regresarán del sueño.
La lluvia es un recuerdo inevitable
Un algo que logra entristecerme
Esta noche es un canto sideral

El recuerdo era ella


La tierna voz de Evandra
Sinfonía puntiaguda
Danáida
La desnuda
Destructora de ángeles eternos.
Era Evandra
Con su sexo siniestro
Y yo su esclavo
El sátiro insaciable
El perdido
El ebrio de ese néctar inefable
Que emana de los lagares misteriosos
De su cuerpo
Jazmín, Adriana y Alfonsina
Todas eran Evandra
La Venus del amor
La insoportable diosa
La terrible

227
Una Mujer Perfecta
Con todos los encantos de la muerte.

POEMA DE LA BUSQUEDA
José A. Rodríguez N.

¡Qué hermoso poema! La primera vez que


rompiste conmigo, mira que ya han sido muchas
veces, escribí algunas cartas.
¿Para mí?
Bueno, hablaban de ti pero creo que eran
como las hojas de un diario.
¿Y por qué no las escribiste en el diario que te
regalé?
Es que los poemas que me escribiste en el
diario son tan lindos que no quería afearlos con
mi letra.
Pero tu letra no es fea. De todos modos,
nunca quisiste enseñarme aquellas cartas, creo
que son sólo un invento tuyo.
¡Claro que no José, no seas así conmigo! ¿Para
qué iba yo a inventar algo así?
No lo sé, quizás para hacerme creer que sí
sufriste con aquel rompimiento.
¿Es decir que, según tú, todo lo mío siempre
fue mentira?
Bueno, no se si todo, pero sí una gran parte.
Aquí están mis cartas, si quieres puedes
leerlas.

228
José A. Rodríguez N.
Cartas de Johanna:
19-4-2000
¿Por qué te fuiste?
José fue la persona más importante que ha
pasado por mi vida y hoy se ha ido, dejando mi
corazón triste y vacío. Ahora que te fuiste es que
verdaderamente sé lo que significas en mi vida.
A veces pienso en si de verdad sentías amor
por mí, o si sólo estabas desesperado por
encontrar amor.
No sé por qué puse tantos pretextos para mi
felicidad, porque sé que junto a él yo habría sido
muy feliz, porque lo amo. Pero quizás tuve
miedo, o no pude creer que yo pudiera ser feliz
con él. Pero en el fondo, la verdad es que para mí
es duro aceptar que yo estoy destruyendo su
matrimonio, y aunque él me diga que no, yo sé
que si yo no hubiera aparecido en su vida él
quizás nunca abandonaría a su esposa, quizás no
por ella, sino por sus dos hijos, que son su razón
de vivir.
Es tan fácil enamorarse de él; José es tierno,
alegre, simpático, sincero… Fue alguien que supo
enredar mi corazón. ¡Estoy loca por él! ¡Tantas
cosas hermosas que vivimos juntos! Daría todo lo
que no tengo por volver a ver su cara, sus ojos
negros tan coquetos, y esa boca hermosa color
rosa. Sus palabras, que dan tanto sentido a mi
vida, y su forma de explicarme las cosas,
mirándome a los ojos, con esa voz profunda y
varonil. Cuando me hablaba me llevaba a otro
mundo. Yo nunca debí amarlo tanto, pero es tan
galante, con cuerpo de hombre y alma de niño
robo mi corazón. Yo quise ser suya, quería rozar

229
Una Mujer Perfecta
su cuerpo con el mío, pero fui tan estúpida y lo
dejé plantado aquella noche en pleno hotel y salí,
diciéndole que volvería, pero jamás regresé. Yo
me negaba a mí misma que pudiera ser tan feliz
a su lado, no me lo merecía. Él ya estaba
cansado de que yo lo dejara plantado tantas
veces, así que cortó con nuestra relación,
dándome la mano me dijo: “Adiós, haz tu vida
sin mí.”
–Con sus crudas palabras– “Sigue tu juego,
pero ten mucho cuidado, tú juegas un juego
demasiado peligroso.” Nunca comprendí qué
me quiso decir con eso, pero tampoco se lo
pregunté. Lo que él nunca supo es que yo no
podía ni dormir, pasaba las noches en vela,
pensando en las cosas que él me decía durante
el día.
Después que terminamos, yo buscaba
cualquier excusa para verle, pero siempre que yo
iba él estaba con pacientes, o no estaba ¡Diablos,
nunca tuve la más mínima suerte con él! Ni
siquiera porque le pedía a Dios con todo el
corazón volverlo a ver.
Pasan los días, y sigo sintiendo un vacío tan
grande en el corazón. Por eso siempre escribo
mis cartas, porque me ayudan a desahogarme, y
expresar lo que siento.
¡Cuánto te extraño mi vida, mis días y mis
noches son interminables porque tú no estás a
mi lado! Quisiera tenerte aquí para expresarte
con todo mi amor lo que siento. Y, aunque tarde
pero tengo que decirte cuanto te amo.
Éramos el uno para el otro, él me decía que yo
era su propio reflejo.

230
José A. Rodríguez N.
Creo que José fue un espejismo que pasó por
mi vida para que yo me diera cuenta de cómo es
la felicidad, esa felicidad que dura poco en casa
de los pobres. Jamás podré olvidarlo, ¡Dios mío!
¿Por qué tan tarde vine a darme cuenta de que lo
amo? ¿Cómo podría luchar ahora que estoy sola,
y él no me llama? Seguramente se olvidó de mí,
y ahora está haciendo su vida normal y feliz,
mientras yo sigo pensando en él.
Nunca te olvidaré porque eres un recuerdo
vivo en mi alma. Ojalá y encuentres en la vida a
alguien que te ame como yo.
Para: José A. Rodríguez N.
A quien nunca le gustó su segundo nombre.
Nunca te olvides de esta “Muchachita loca”
Que pasó por tu vida como una estrella fugaz.

Johanna M. D.

231
Una Mujer Perfecta

“La luz sobre la espalda de la muerte”


-José A. Rodríguez N.-

XXV

Todo sucedió tan rápido que no tuve tiempo


de reaccionar. Los pensamientos pasaban por mi
mente a millones de años luz: ¡Mis hijos, Dios
mío, cuida de mis hijos! Sin mí, ellos pasarán
muchas vicisitudes, con la poca o ninguna ayuda
de su madre.
Poca atención le había prestado a las
advertencias de Payén: “Mire José, yo hago esto
porque le he tomado mucho aprecio, usted es un
buen padre, y una buena persona. Téngase
cuidao con Jova, esa muchacha anda como loca
últimamente. Usted sabe que cuando ella se
ajuma no le gusta ni aparentarlo; pero estamos
muy preocupados tanto Ivelisse como yo, es que
ahora Jova bebe todos los días, y anda diciendo
que ella será la última de quien usted se burlará,
que usted es un hijo e la gran puta…
Nosotros estamos preocupados por la salud
de ella, pero también queremos que usted sepa
de este asunto, no vaya a ser que en uno de esos
arranques de ella, coja para acá a hacerle un
daño a usted. Yo duermo con mi “hierro” debajo
del colchón; pero ella tiene muchos amigos que
portan armas de fuego. Ella tiene facilidades para

232
José A. Rodríguez N.
conseguir una, así que si ella se aparece por
aquí, ándele con precaución”.
Ella entró justo cuando mi secretaria se
marchaba. Eran las 6:05 p.m.
¡Hola!
¡Hola!
Entra, José está ahí sentado leyendo. Y se
marchó, cerrando la puerta con llave.
Cuando levanté la mirada, la vi parada en la
puerta, apuntándome con esa pistola que parecía
más pesada que ella misma. Me miraba con
severidad, con el ceño fruncido. Era la cuarta vez
que me apuntaban con un arma, las tres veces
anteriores, dos por asaltantes, la otra por un
loco. Cuando te asaltan te resulta claro qué es lo
que buscan, pero, ¿Cómo negociar con alguien
que no sabes qué es lo que quiere?
¿Qué es lo que pretende? –Me dije–
¿Por qué no me disparó en cuanto entró?
¿Será sólo asustarme lo que busca?
No, su rostro me decía que había venido
dispuesta a asesinarme. Pero…
¿Qué esperaba?
¡Ah, sí! Quería ver mi reacción en este, mi
último momento. Quería verme vencido,
suplicando por mi vida, quería verme destruido
antes de dispararme.
Me encontraba en Zugzuang, era mi última
jugada, y si no era muy buena, por no decir
brillante…

233
Una Mujer Perfecta
Recordé aquella legendaria partida cuando Tal
se encontraba en una posición casi insalvable.
Frente a él estaba Fischer, una fiera asesina
olfateando su sangre. Era el turno de Fischer, y
Tal se encontraba en este momento crucial,
paseándose “despreocupadamente” por la sala
de juego, cuando observó que Fischer anotaba
su jugada en la planilla, y la colocaba de revés
con la expresa intensión de que su adversario lo
notara.
¿Estaba Fischer poniéndolo a prueba?
¿Qué hacer entonces?
Miró la planilla y… Efectivamente, era la
jugada desagradable y quizás, decisiva. Si torcía
el gesto sería una clara indicación del disgusto
que le causaba dicha movida, si sonreía estaría
dándole su aprobación…
¿Qué hacer?
Sin inmutarse, decidió seguir paseándose por
la sala de juego, “despreocupadamente” y dejar
que su adversario cargara con el peso de su
propia responsabilidad.
Fischer cayó en su propia trampa,
reconsideró erróneamente su jugada, borró la
que había anotado e hizo otra. La partida terminó
en tablas.
Así que, me decidí a jugarme el todo por el
todo, total, ya lo llevaba perdido.
Respiré despacio, para recuperarme, el frío
de la muerte me había petrificado.
Aun bajo el fuerte aire acondicionado, sentía
las gruesas gotas de sudor resbalando por mi

234
José A. Rodríguez N.
espalda. Todo sucedió en fracciones de segundo,
y sonreí con alegría, como demostrándole que
me sentía completamente satisfecho. Al sonreír
retorcía los labios, como solía hacerlo ella cuando
estaba feliz, lo hice de manera atrevida, para que
lo notara, con esto le decía lo que serían mis
últimas palabras, o mejor dicho, pensamientos:
¡Mira lo que he logrado, he logrado
apoderarme de ti! Dime ahora: ¿Qué se siente
ser utilizado? Soy yo quien mueve las cuerdas y
tú la marioneta.
Reaccionó desconcertada, hizo un gesto de
asombro, dobló un poco los codos y entrecerró
brevemente los ojos… ¡Entonces me abalancé
sobre ella empuñando la pistola, y poniendo la
boquilla hacia arriba, todavía no la soltaba, así
que la empujé bruscamente con mi hombro
izquierdo contra la pared! Al golpearse
fuertemente la cabeza, me soltó la pistola y se
dejó caer al piso.
¡Mujer del Diablo, tú te tá volviendo loca
coño!
¡Sí coñazo, me toy volviendo loca, dispárame
ya y acaba con mi vida! ¿No es eso lo que
quieres? ¡Dispara que ya no soporto este maldito
dolor de cabeza!
Es verdad que tú estás loca, yo nunca he
querido hacerte daño. Tú fuiste la que vino
apuntándome con el arma.
¡Y tú eres un angelito, buen desgraciado hijo e
tu maldita madre, eres el peor de los malditos,
destructor de vida y de ilusiones!

235
Una Mujer Perfecta
¿Yo? Déjame decirte una cosita mi amorzote:
Yo sólo te he dado una sopita de tu propio
chocolate, ahora me gustaría escuchar de tu
boca ¿Qué se siente? ¿Te gustó? Sea lo que sea,
eso es lo que tú causas en los demás con tu
manera de actuar. Lo que has visto en mí es
un reflejo consciente de tu propia
personalidad. Yo me propuse la tarea de
aplicarte tus propias técnicas, en especial
la del “Espejo”.
¡Diablo, yo no puedo creer que yo sea tan
mala!
Es que los ojos nunca miran para adentro mi
hija, y como dicen por ahí: “Dolor ajeno no quita
sueño” y otro: “El corazón de la auyama solo lo
sabe el cuchillo” Espero que hayas aprendido
alguito de estas experiencias, y que esto te
ayude a corregir un poco la extraviada dirección
de tu existencia.
Lentamente fue poniéndose de pie, luego
caminó hacia el sillón dejándose caer
pesadamente. Se apretaba la cabeza con las
manos, y sus copiosas lágrimas mojaban el piso.
¡Y pensar que yo sólo deseaba que ellos
fueran felices!
El camino al infierno está pavimentado de
“buenas intensiones”. Ahora sabes de la agonía
que pasan los sedientos cuando les llenas un
vaso de agua fría, y luego lo arrojas contra el
muro.
¡Diablo José, que drástico tú eres! ¿No pudiste
simplemente explicarme?

236
José A. Rodríguez N.
Es como te digo, hay cosas que para
entenderlas tienes que vivirlas, en este
caso, sufrirlas.
¡Y mira que sí sufro! Me has dejado un vacío
profundo, una marca que dudo mucho algún día
se borre. Yo te veía perfecto, dejé que se llenara
de ti todo mi mundo, mi universo, te puse en un
pedestal, en una torre, como alguien adorable, te
rememoraba cuando mordías mi sexo con esa
ternura tuya inexplicable, cuando me hacías
llegar al infinito y me traías de vuelta. Y me
arrancaste el corazón así, de cuajo, diciéndome
que todo esto no ha sido más que una lección,
que todo los has hecho por mi propio bien. Pues
no lo creo. Si es cierto que no me amabas,
entonces sí que ha sido un grave error tratar de
asesinarte, porque ya estabas muerto, sólo así
pudiera explicarse que no sintieras nada.
Entonces no valdrías la pena. Cargas mucho
dolor, estas vacío, hueco. Y andaba yo tratando
de matar al muerto. No, no vale la pena, tú
cargas demasiada amargura, eso es suficiente.
No sé por qué, pero no te odio. Siento mucho
dolor, porque pensé que en verdad me amabas, y
que eras ese amor que yo soñé, que cualquier
mujer soñara. Sólo te agradezco que me hayas
ayudado a despertar. Sé que tú dices que no me
amabas, que fue sólo una venganza, que me has
dado una sopa de mi propio chocolate, pero te
voy a decir una cosa: Nadie puede ser tan
buen actor sin sufrir su papel.
¿A qué te refieres, qué quieres decir con eso?
Quiero decir, que tú me amabas, que tenías
que borrar de tu mente esa supuesta venganza,

237
Una Mujer Perfecta
para hacerme el amor de una forma tan
maravillosa como me lo hiciste.
Eso se logra con buena teoría y práctica. Yo
me leí varios libros, entre ellos: “Todo sobre la
mujer, y, Cómo hacer bien el amor a una mujer”
¡No seas hipócrita! Tú sabes muy bien lo que
quiero decir, tú debías tener sentimientos muy
profundos, porque en todo trato, en todo
momento, fuiste maravilloso, un hombre mágico.
Esos detalles tuyos no surgieron del estudio.
Tú eres así, apuesto mi cabeza a que detrás
de esa risa burlona estás escondiendo un
profundo dolor.
Déjame decirte linda niña que… Bueno, ya te
lo he dicho; al principio sí te amé, pero luego,
decidí seguir tratándote igual, para lograr mi
venganza. Esta relación pudo ser como un
cuento de hadas pero tú la echaste a perder.
¿Me sigues agradeciendo?
Sí, te agradezco el que me hayas dado una
felicidad que jamás conocí con otros hombres, y
que dudo vuelva a sentir alguna vez.
¡Vaya, sí que sabes dar cumplidos!
Adiós, José, gracias por hacerme despertar a
otra forma de ver la vida.
Adiós, Johanna, gracias por tus palabras, pero
no creo que sean sinceras, ni que vayas a
cambiar tu forma de ser. Ese sentimiento de
vacío profundo que mencionas, es el mismo
sentimiento que padecimos nosotros, los
hombres a quienes utilizaste para no sé qué
fines. Y déjame decirte que todo está bien, todos

238
José A. Rodríguez N.
tuvimos suerte de que esta historia no terminara
en un baño de sangre, porque, como ya ves, tú
deseabas matarme, Neudys muchas veces pensó
en hacerte lo mismo, y Leo…
¡Leo…! ¿Cómo sabes de Leo?
Neudys me lo ha contado. Me dijo que Leo se
había vuelto loco, que se tatuaba el cuerpo
entero con tu nombre: “Leo y Johanna, Leo y
Johanna” Y que lo salvaron de varias sobredosis
cuando se cortaba las venas delirando: ¡Johanna,
Johanna! Estoy seguro de que comprendes el
daño que le has hecho a mucha gente, pero
sigues haciéndolo. No creo que estés dispuesta a
cambiar, ni mucho menos. Es más, cuando una
persona tiene un patrón erróneo de
conducta, y se da cuenta de ello y se
dispone a cambiar, todavía debe poner
mucho de su parte. Los malos hábitos son
los que más profundamente se arraigan en
las personas. Se requiere de verdadera
fuerza de voluntad para irse uno
corrigiendo poco a poco.
¡Vaya, también como predicador eres muy
bueno! Y, dime ¿Cómo es que todos cayeron en
mi hechizo menos tú?
¿Y quién dice que no caí en tus garras? La
verdadera magia no está en no caer, sino en
volver uno a levantarse.
¿Y cuántas veces tuviste que hacerlo?
Dos o tres veces, creo.
Yo, por mi parte, creo que esta es mi primera
caída, y también, creo que será la última.

239
Una Mujer Perfecta

240
José A. Rodríguez N.

241
Una Mujer Perfecta

“Yo no me siento viva


sin un hombre que me tenga cogida.”
-F. M. T.-

XXVI

Ahora que me has explicado todo, y yo lo he


comprendido, devuélveme la pistola, por favor.
Lamento no poder complacerte. ¿No crees
que sería un “poquito arriesgado” de mi parte?
Además, como ya te expliqué, no creo en los
cambios repentinos.
¿De quién es esta pistola?
Es… De mi amigo Wilfredo.
¿Wilfredo? ¿Quién es ese?
Es un hombre que conocí hace como un mes,
cerca de la esquina caliente, en el colmado de la
parada en pintura. Yo me desmonté del expreso a
comprar una botellita de agua, y él se había
parado a comprar un VAT-69. Me miró de arriba
abajo, y me dijo: “¿Para dónde tú vas morenita
linda?” Voy para Baní ¡Mira qué coincidencia, yo
voy para Azua, permíteme llevarte! Espera,
déjame sacar la cartera que dejé en la guagua de
ASOMIBA.
¿Y te fuiste con él acabando de conocerlo?

242
José A. Rodríguez N.
Sí. Comprendo que fue bastante imprudente
de mi parte, pero había algo en ese hombre que
me hacía recordarte, y yo necesitaba urgente de
un consuelo, algo que me aliviara este dolor de
saberse una abandonada por el tiguere que una
ama, y que él sigue por ahí, como si nada.
¿Y tan pronto han entrado en confianza que te
ha prestado su pistola?
El no me la prestó, yo se la cogí prestada. El
no se dio cuenta. Ayer, la esposa de él se
encontró con nosotros en un colmadón de Santo
Domingo, y empezó a vociferar en plena vía
pública, entonces él me dijo que nos fuéramos,
que subiera a la Jeepeta. Yo subí, y cuando él iba
a arrancar, la mujer abrió la puerta del
conductor, lo agarró por la camisa, y le dio un
jalón que se la rompió. El se puso furioso, y bajó
de la Jeepeta. Mientras discutían muy
acaloradamente, vi la pistola en la cajuela que se
había quedado abierta, así que se me ocurrió
esconderla en mi cartera, no fuera él a buscarla
para pegarle un tiro a la vieja. Como no dejaban
de discutir, y ella le volaba encima cada vez que
podía, yo salí de la Jeepeta y llamé un taxi. Él me
gritaba: “¡Johanna, coño, ven acá, no te vayas!”
Pero me fui. En la noche, me puse a recordarte y
me bebí dos Brugal de mayita, luego se me
ocurrió que me sentiría mucho mejor si estabas
muerto, y como sé que no sufres de nada, y que
no tienes planes de morirte, no me quedaba otro
remedio que matarte. Decidí esperar hasta la
mañana para pensar bien como hacerlo,
planeaba hacerlo a eso de las doce del medio
día, cuando Esther se marchara, pero me cogió el
sueño, así que tuve que venir al final de la tarde.
Te juro que venía decidida a asesinarte; luego

243
Una Mujer Perfecta
cogería un expreso para la capital como si nada
hubiese pasado. Pero me sorprendiste con esa
forma tuya tan extraña. Yo pensé que me ibas a
suplicar, que te ibas a arrodillar a pedirme que
por amor a tus hijos, que por amor a Dios, que
por favor, no te matara. Y cuando vengo y te
apunto, me miraste despreocupadamente, me
congelaste el alma con esa sonrisa retorcida,
como si no te importara la muerte, ni la vida,
como si fueras dueño de mí, dueño de Dios y
todo el universo. Me dejaste perpleja con tu
reacción, no te disparé enseguida sólo para tratar
de saber de dónde sacas tanta fuerza, qué te da
tanta seguridad ¿Es que acaso crees que
puedes salirte de la muerte? Yo quería tener
eso que tú tienes, ese valor, esa gallardía para
enfrentar la muerte.
¡Déjame decirte que estuve a punto de
cagarme! Y disculpa la expresión.
Sabía que venías a matarme, pero como no
disparaste de una vez, me dejaste entrever que
algo buscabas, así que me lo jugué todo a esa
última carta.
¡Tres hurras por mis dotes de actor impasible
e impávido!
¡Tres hurras porque se ha salvado mi pellejo!
¡Diablo, me mandaste al diccionario con eso
de impasible e impávido!
¡Gracias a Dios que no apreté el gatillo!
¡Mírate celebrando, que grave error habría
cometido yo!
Todo es un juego para ti José; eres un niño
bajo el caparazón de un hombre.

244
José A. Rodríguez N.
Hablando de todo… ¿Qué le dirás a tu amigo
cuando eche de menos su pistola?
Le diré que tú la tienes, que me la quitaste
para impedir que matara a Neudys.
¿Y por qué habrías de querer matarlo?
Porque le he contado a él sobre las muchas
veces que Neudys ha amenazado con matarme.
Le diré que planeaba matarlo yo a él primero. Así
que ya tú sabes, le voy a dar el teléfono tuyo
para que te llame.
Wilfredo no se cansó de agradecerme: “¡Ay si
esa muchacha hubiera cometido esa locura,
arruinando su vida y privando a ese muchacho
de la suya! Me habrían metido preso porque la
pistola es mía. Te veré mañana en Santo
Domingo, y gracias otra vez mi hermano”.

245
Una Mujer Perfecta

“Dicen que mis partidas deberían ser más


interesantes,
yo podría ser más interesante y también perder.”
-Tigran B. Petrosian-

XXVII

El sábado recibí la llamada de Johanna: ¡Hola!


¿Dónde estás?
Estoy en mi consultorio.
¿En Baní todavía?
No, estoy aquí, en santo domingo, cerca del
MOSCOSO PUELLO, acuérdate que tengo que
trabajar aquí todos los sábados en la mañana.
¡Ah, sí, lo había olvidado!
¿Y tú, dónde estás?
Estoy cerca del Jardín Botánico ¿Sabes dónde
es?
Claro que sí.
¿Tienes la pistola?
Sí.
Wilfred me dijo que viene en camino para que
vayamos juntos donde ti a buscarla.
O.K., cuando él llegue dile que pasen a
recogerme, que estoy en la Nicolás de Ovando
esquina Josefa Brea.

246
José A. Rodríguez N.
Ta’ bien, pero eso no va a ser ahora.
¿Por qué no?
Porque él me llamó desde BONAO, para
decirme que saldrá como en media hora.
¡Diablos, eso está lejos!
O.K., oye una cosa: Shary, la hermana de la
esposa del primo de Wilfredo, tiene carro y me
dijo que pasáramos a recogerte, para que
esperaras a Wilfredo aquí, en la casa de ella
¿Estás de acuerdo?
¡Sí, por qué no!
O.K. ¿En cuanto tiempo llegas al Botánico?
¡Andel Diablo! ¡Yo pensaba que ustedes
vendrían aquí!
No, ella no sale muy lejos, porque no tiene
licencia, mejor coge un taxi y te pasamos a
recoger por la puerta del Botánico.
O.K., estaré ahí en media hora.
De acuerdo.
Llevaba como cinco minutos esperando frente
a las puertas del Botánico cuando un TOYOTA
CAMRY negro, de cristales oscuros, entró al
parqueo. Johanna salió, y me hizo señas con la
mano, mientras me acercaba, se abrió la puerta
del conductor, y salió una muchacha robusta,
como de mi estatura, de piel blanca y cabellos
castaños.
Hola Johanna.
¿Cómo estás?
Bien, ¿y tú?

247
Una Mujer Perfecta
Bien. Ella es Shary.
¡Un verdadero placer hermosa dama!
¡Compartido galante caballero! ¡Conque usted
es el famoso José Rodríguez!
¡Famoso! (No pude más que explotar de risa)
¿Y eso de famoso, si nunca he salido en
televisión?
Sí, pero cierta persona por ahí, no cesa de
hablar de usted.
¡Espero que sea para bien!
Sí, más bien de lo que usted se imagina. Yo,
normalmente, no creo que exista un hombre de
tantas y tan buenas cualidades, a menos que no
sea un príncipe de cuentos, o un galán de
telenovelas.
¡Diablos, ni yo tampoco! (Y todos soltamos la
risa)
Ella sugirió que nos fuéramos, así que subí al
asiento trasero, y Johanna se quedó delante.
Unos cinco minutos después, llegamos a la casa.
Era de dos niveles, y desde la marquesina había
una escalerita de metal para llegar arriba. Las
chicas salieron y me invitaron a seguirlas; iba
Johanna, con un pantalón lycra azul delgadísimo,
casi transparente y se veían sus nalgas
redonditas color canela tropical de fuego.
Shary es lo que se llama “Un mujerón”, con
ese perfil griego, es voluptuosa, despampanante,
un verdadero modelo de mujer ¡Y qué muslos,
Dios mío, qué piernotas! Shary usaba Jeans
cortos, y una mini blusita de tiritos, todo tan fácil

248
José A. Rodríguez N.
que uno… Tuve que respirar muy hondo para
poder calmarme.
Entramos a la pequeña salita, y Shary me
ofreció un vaso con jugo de naranja.
“¡Es su favorito, ¿Cierto?!”
El comentario me sorprendió. ¡Oye pero qué
bien ten han informado!
Johanna sonrió, y pidió permiso para ir al
baño.
¿Y qué más te han dicho de mí?
Bueno, me han dicho muchas cosas, pero hay
algunas que me resisto a creer, a menos que las
compruebe por mí misma.
Yo estoy dispuesto a respaldar todas las que
sean ciertas.
Pues aquí está mi número celular, llámame en
cuanto puedas, pero una condición…
¿Cuál?
Discreción, ante todo.
Despreocúpate, discreción es mi lema y mi
consigna.
Cuando Johanna salió del baño, se sentó a mi
lado y empezó a pellizcarme los muslos, y a
agarrarme el cosote, el que, para su gran
sorpresa, encontró en plena guardia. Despabiló
los ojos, en señal de sorpresa; mientras Shary
reía a carcajadas.
¿No tienes miedo de que Shary nos vea?
Shary lo sabe todo, somos muy buenas
amigas. Al parecer sólo estábamos los tres en la

249
Una Mujer Perfecta
casa. Johanna sugirió un serrucho para preparar
algo de comer.
Bueno, yo toy arrancá –dijo Shary– tengo RD$
40.00 para gasolina, porque tengo que pasar a
buscar a Tatiana, como a eso de las 6:00 p.m. Yo
tengo RD $ 50.00, cojan la mitad –dijo Johanna–
¡Está bien, para un buen entendedor…!
Aquí está, yo me canteo con RD$ 100.00.
¡Diablos Shary, tú ves qué bueno es tener
amigos ricos!
¡Sigue hablando, que por poquito me quedo a
pie! (Y nos desternillamos de risa)
Shary llamó al colmado, y trajeron plátanos
verdes y chuleta ahumada. Ambas fueron muy
rápidas, y prepararon fritos verdes con chuleta y
jugo de naranja.
Luego de comer, charlamos sobre algunas
trivialidades y Shary se mecía en una mecedora,
mirándome con pícaros ojos de maldad, y
sonreía, como para que Johanna también lo
notara. Cuando Shary recogió los platos y se fue
a la cocina, Johanna me susurró: Shary ta por ti,
pero ya toy cogiendo cuerda, tente mucho
cuidado, que yo sé lo peligrosito que tú eres.
¿Yo? ¡Pero ven acá! Tú me estás reclamando
por algo que podría suceder, y yo estoy aquí,
esperando a tu amante ¿No te parece un poco
irónico?
¡No, no me parece! Tú sabes que todo esto es
culpa tuya.
¡No me digas!

250
José A. Rodríguez N.
¡Sí, sí te digo! Y Shary sólo siente curiosidad,
así que no te aproveches, ¿Oíste?
¡Ah, pero yo soy un lobo feroz y despiadado!
Bueno, una te ve esa carita inocente y
risueña, y se piensa que tú eres una mansa
ovejita, y cuando una se acerca para
acariciarte… ¡Ay, pobrecita, ahí mismo sacas tus
colmillos y garras!
¡Vaya que tienes una maravillosa concepción
de mi persona!
Y mucho que he sufrido yo por conocerte.
En ese momento sonó el celular de Johanna…
Alóu, ¡Hola mi amor! Sí, Bien, Ajah, Sí, No, por
eso no te preocupes que Shary y yo fuimos a
recogerlo, y aquí lo tenemos secuestrado. Está
bien, te espero.
Dice Wilfred que llega en 20 minutos. Qué
bueno, porque ya son casi las 2:00 p.m., y tengo
que irme.
¿Y por qué tienes que irte?
Es que tengo torneo de ajedrez a las 3:00
p.m.
¡Ah, bueno!
En eso llegó Wilfredo.
¡Buenas tardes!
¡Buenas tardes!
Wilfredo Mercedes, para servirle.
José A. Rodríguez, a sus órdenes.

251
Una Mujer Perfecta
Terminado el protocolo se dirigió hacia
Johanna, la rodeó por la cintura, y le estrechó un
sonoro beso, le pasó un cubito de papitas
PRINGLES y ella lo tomó, y lo colocó sobre la
mesa. Ella volvió a sentarse a mi derecha, y él se
sentó justo frente mí. Hubo un largo silencio, y
noté que él me miraba fijamente a los ojos.
Enseguida reconocí el odio en su mirada, y me di
cuenta de que estaba celoso. Me miraba como
tratando de escrutar mis pensamientos; como
me miran mis adversarios cuando efectúo una
jugada que ellos no comprenden. Para mí,
entonces, estaba claramente definida la trama
de este juego. Este pobre hombre había caído en
la trampa, así que lo miré con mucha compasión
y benevolencia.
¿Hace mucho que se conocen tú y Johanna?
Sí, hacen ya varios años.
¿Sabes de su relación con Fedro?
¡Claro que sí!
¿Y de su relación con Neudys?
Sí, es el policía que ella abandonó, y que ha
amenazado con matarla. Pero esas son cositas de
muchachos. Eso no pasa de ahí. Te lo aseguro.
Aquí tienes tu pistola, y no la dejes al alcance de
los niños.
¡Jajá jajá! Ta bien, me voy a llevar de tu
consejo.
Tomó la pistola, revisó el cargador y… ¡Diablos
José, no tenía el seguro puesto! ¿No sabes
manipular una pistola?

252
José A. Rodríguez N.
Creo que es la primera vez que le pongo la
mano a una vaina de esas. Yo aborrezco todos los
inventos que son para segar la vida.
Bueno, tú no sabes cuanto te agradezco el
que le hayas incautado el arma a esta loca. Una
pistola es para uno protegerse, es el concepto
que yo tengo de un arma.
Bueno, a mi no me gusta ni mirarlas, esa se la
quité a Johanna para evitar que cometiera una
locura.
¿Es cierto que estás escribiendo un libro
acerca de la vida de Johanna?
Johanna reaccionó molesta: “¿Y a ti quién te
dijo eso?”
¡Cómo que quién me lo dijo! ¡Tú misma!
Y comenzaron una discusión acalorada.
¿Tú te fijas, José? Esta muchacha y yo
discutimos a cada rato, y es porque no hay nada
de lógica en las cosas que me dice. Yo te hago
una pregunta…
¿Fuiste tú, José, quien me dijo del asunto del
libro?
¡Claro que no, yo acabo de conocerte!
Si no fuiste tú, entonces, lógicamente, fue
ella. Lo que sucede es que no se acuerda, o
ahora finge no acordarse; porque le da
vergüenza el que yo lo mencione enfrente de ti.
¿Me respondes la pregunta por favor?
Sí. Es cierto que le estoy escribiendo un libro.
¡Qué bien! Yo quiero una copia de ese libro en
cuanto lo termines. Ah, otra cosita más...

253
Una Mujer Perfecta
¿Qué?
¿Estás enamorado de Johanna?
¡Cómo! ¿Y a qué viene esa pregunta?
Es por simple curiosidad.
No, no estoy enamorado de Johanna, ella y yo
somos sólo buenos amigos.
Pues déjame informarte de algo, para que lo
incluyas en tu libro: Esa Johanna que está ahí, a
tu lado, y que no te quita la mirada de encima,
está loca por ti.
–Entonces despabilé los ojos, y volteé hacia
ella, con un profundo gesto de extrañeza–
No te preocupes José, que así es Wilfred. Él
vive dándome a todos los hombres de novios:
Dice que estoy enamorada del muchacho que
trae la compra, del dueño del colmado, del
guachimán, y hasta del perro de la esquina. Así
es él, y no quiere que yo le discuta, sino que me
quede callada.
Mira José, razona esto y dime: Jova dice que tú
eres el hombre más inteligente que ha conocido,
y yo le digo que eso depende del área de trabajo
en que te pongan a prueba. Yo le digo que todas
las personas somos inteligentes, sea más sea
menos, pero cada quien en lo suyo.
Estoy absolutamente de acuerdo contigo,
Wilfredo.
O.K., pero eso no es lo que quiero que
razones.
¿Y qué es, entonces?
¿Conoces bien a Johanna?

254
José A. Rodríguez N.
Eso creo.
¿Cuál es la cosa de comer que a ella más le
gusta?
Las papitas PRINGLES.
¡Lo ves! Cuando llegué le pasé las papitas y,
sin mirarlas, las puso sobre la mesa. No me ha
dado siquiera las gracias, y eso que ella se
vuelve loca de alegría cuando le traigo esas
jodidas papitas.
Johanna miró las papitas sobre la mesa y dijo:
¡Ay mi amor, perdóname! ¡Gracias!
¡Ves lo que te digo, ni siquiera se había dado
cuenta, es que no te quita los ojos de encima,
creo que tiene miedo hasta de pestañear no vaya
a ser que se pierda un precioso instante de
mirarte! Y las cosas que dice de ti: Que tú eres lo
más esto, lo más lo otro, que eres el hombre más
perfecto. Esas cosas son las que dice una mujer
cuando está locamente enamorada. Porque
dime: ¿A quién diablos le cabe en la cabeza
que haya un hombre o una mujer perfecta?
Eso le pasa a uno cuando uno es muy muchacho
y está, como te dije, locamente enamorado.
Entonces Johanna repostó:
¡Ay coño, pero tú si eres un hombre envidioso,
celoso y chismoso!
Y empezaron de nuevo los dimes y diretes.
Bueno señores, yo sólo tengo algo que
decirles: Si no pueden vivir, entonces déjense,
porque la vida es muy corta para vivirla en
constante agonía. Traten de arreglar sus asuntos
y vean si pueden llevarse mejor, porque noto que

255
Una Mujer Perfecta
hay mucho amor entre ustedes, pero es tanto
que amarga. Traten de comprenderse un poco
más.
¡Diablos, la verdad es que tú eres un tipo
chévere José! ¿Tú crees que Jova en verdad me
quiera?
¡Claro! Yo nunca la había visto en una
discusión tan apasiona. Ella nunca trata de
convencer a nadie. Eso indica que ella lo que
quiere es arrastrarte para su lado. Eso es porque
eres algo muy importante para ella.
¡Este tiguere es un psicólogo del Diablo!
Bueno, este psicólogo tiene que marcharse,
así que: “Me voy y los dejo…”
Tengo torneo de ajedrez a las 3:00 p.m.
Ah pero faltan sólo quince minutos, déjame
llevarte, es lo menos que puedo hacer para
agradecerte.
¡No ombe, no te preocupes, yo tomaré un
taxi!
¡Insisto, te llevaré!
Además, a mí también me gusta el ajedrez, lo
único que hace tiempo que no juego.
Yo empecé a jugar cuando Fischer se hizo
campeón mundial, en el 72, en ese entonces
había una fiebre de ajedrez en todo el mundo. Yo
me compré como tres docenas de libros de
ajedrez, pero había un grupo de tigueres que
siempre me paseaba.
Cuando íbamos saliendo vi a Shary parada en
el pasillo, me miró, y con una semi sonrisa

256
José A. Rodríguez N.
dibujada en sus jugosos labios, me hizo una señal
de auricular telefónico con la mano: (“Llámame”)
Asentí con la mirada, y moviendo casi
imperceptiblemente la cabeza.

257
Una Mujer Perfecta

“En el ajedrez,
tenemos un cuadro de la lucha
intelectual de la humanidad.”
-Richard Reti-

XXVIII

En cuanto entramos al centro olímpico,


empezaron las anécdotas de Wilfredo acerca de
su vida deportiva: Yo fui atleta de alto
rendimiento de campo y pista en el año...
Y todavía me mantengo en forma, dando mis
corridas y jugando Softball. Tú, José, tienes que
ponerte a rebajar esa barriguita que tú estás muy
joven... Por cierto, ¿Qué edad tienes? Tengo 31,
¿Y tú? Yo estoy cerca de los 50, y soy un
verdadero atleta. ¡Coño, pero tú podrías ser mi
hijo, y aparentas casi de mi edad! Bueno, con la
diferencia de los cabellos, claro está.
Diablo Wilfredo, ya deja de atacar a José.
Además, José se ve muy bien con su barriguita,
déjalo así, que no es a ti a quien él tiene que
gustarle.
¡Tú ves José! ¡¿Entiendes lo que trato de
explicarte?! ¡Si tú quieres que se te declaren
mejor de ahí...!
Yo sé que debo ponerme a dieta y seguir una
rutina de ejercicios, lo que pasa es que Jova me
ve con ojos de cariño, y no le importa lo gordo y

258
José A. Rodríguez N.
feo que soy, porque eso no es lo que ella busca
en mí.
Y... ¿Qué es lo que ella busca en ti?
Amistad, llevamos una bonita amistad. Y yo sé
que a ella le gustan los hombres atléticos, como
tú. En realidad todos los novios o maridos de ella
han sido así. Ya, después de tantos años, no creo
que ella vaya a cambiar sus gustos, o a mirarme
a mí con otros ojos, o yo a ella. Entre nosotros
difícilmente podría desarrollarse un sentimiento
como ese. Eso sería como si dos hermanos se
enamoraran, ¿Verdad Jova?
Jova me miró, e hizo un gesto de desacuerdo
retorciendo los labios, y le “cortó los ojos” a
Wilfredo. Algo andaba mal. Esta situación podía
tornarse peligrosa. Un tipo celoso y armado...
Mira José, aunque tú no lo veas así de tu lado,
a mi nadie me saca de la cabeza que Jova vive
haciendo cocote contigo, ¿Tú no ves cómo
reaccionó ahora mismo?
¡Ay Wilfredo, deja esa vaina del jueguito de
los celos, ustedes están “afisiao” el uno del otro,
y me quieren coger a mí de mingo de billar
porque no tienen otra cosa! Así mismo son los
“carajitos” cuando se enamoran, buscan causarle
celos a su pareja. Así que, déjate de estar de
“pariguallo”. Esa mujer está loca por ti. Fíjate que
cuando me habló de ti, me dijo que tenías como
30 y pico, y jamás mencionó que fueras calvo.
Sólo mencionó que eras apuesto, fuerte,
delicado, galante, chévere... (Johanna sonrió
cuando el giró a mirarla. Se le notaba
plenamente satisfecho)

259
Una Mujer Perfecta
Llegamos a la Federación Dominicana de
Ajedrez, y en cuanto entramos, los ajedrecistas
se acercaron a nuestra mesa. Todos los ojos se
clavaron en Johanna, como si ella fuera una
atracción de feria. Algunos me hacían señas de:
“Ven acá” ¡Sí, dime! ¿Y esa tipa, quién es?
¡Diablo, qué ácida! ¡Y mira como se le dibujan las
tanguitas! ¡Diablo qué mujer! ¡Esa no es la mujer
de ese viejo! ¡Sí, es la mujer de él, y ten cuidado,
que ese tipo es militar, y muy celoso! Johanna y
Wilfredo estaban jugando una partida de ajedrez,
y no lo hacían mal. Los muchachos los
asesoraban, aportándole ideas, mejores a ella
que a él, claro está. Él meditaba largamente sus
jugadas, ella sólo trataba de entender qué era lo
que él estaba planeando.
¡Ayúdame José, que me van a dar jaque mate!
¡Cómo que José te ayude coño, abusadora, José
es un maestro, tú no ves que todos le dicen
maestro! ¡Si él te ayuda mejor ni juego, esto es
entre tú y yo solos!
¡Ay sí, pero tú has leído muchísimos libros, y
yo nada más he jugado una sola partida y eso
fue cuando José me enseñó a mover las piezas,
después de eso no había vuelto a jugar hasta
ahora!
¡Ya dejen de discutir tanto, y concéntrense en
la partida, que ustedes de todo forman un
chanchullo! (Los dos soltaron la risa)
Yo “cabeceaba” de sueño, y recordaba aquella
tarde en que enseñé a Johanna a mover las
piezas del ajedrez. Me tomó unos quince minutos
explicarle el movimiento de cada pieza por
separado, y cómo debía colocarse el tablero, con
un cuadro blanco en la esquina, a la derecha de

260
José A. Rodríguez N.
cada jugador, luego las torres, una en cada
esquina, luego los caballos, uno al lado de cada
torre, luego los alfiles, uno al lado de cada
caballo, y quedan dos cuadros, se coloca la dama
en un cuadro de su mismo color. La dama en su
color, en sus aguas. (¿Quiere esto decir que las
mujeres siempre se salen con la suya?) Luego el
rey, quien se mueve para todos los lados, pero
sólo a un paso. Luego, le sugerí que jugara una
partida contra mi secretaria, ella objetó diciendo
que era mejor que nosotros dos jugáramos la
partida, así se sentiría más segura de haber
aprendido bien el movimiento de cada pieza,
antes de jugar una partida. ¡No quiero hacer una
atollada!
Mi secretaria movió el peón de Rey dos pasos
adelante, Yo respondí moviendo mi peón de
Dama dos pasos adelante. Mi adversaria meditó
por unos cinco minutos antes de realizar su
segunda jugada: Caballo de la Dama a la tercera
callilla enfrente del Alfil, y Johanna se
desternillaba de risa, luego se cubrió la boca con
los dedos de la mano derecha, como quien se
muestra arrepentido.
¿De qué te ríes?
No, no. Sigue jugando, es una tontería que me
pasó por la mente.
El ajedrez se basa en patrones de
razonamiento, lo mismo que la vida. Es por
eso que dicen que el ajedrez se parece a la
vida. A veces esos patrones son errados,
pero se pueden ir perfeccionando, poco a
poco, lección a lección, como en la escuela.
Ahora, dime: ¿Qué fue eso que te pasó por la
mente?

261
Una Mujer Perfecta
Bueno, no te rías: Pensé que la movida del
caballo es una jugada tonta.
¿Por qué?
Porque ella defiende su peón, por temor de
que se lo capturen, cuando ella puede capturar el
otro, y así le hace a su adversario justo lo que él
quería hacerle a ella.
¡Muy bien pensado! Tú serás una gran
ajedrecista.
¿Quién dijo? ¡El ajedrez es para gente
inteligente!
Recordé, también, aquel domingo, cuando
salimos del hotel. Había sido un fin de semana de
antología, y yo había trillado opíparamente,
hasta saciarme, en los bosques de árboles
frutales de su cuerpo. Cada gajo, cada
recóndito intersticio, recorrido por mi
lengua tibia y mis colmillos desgarrantes,
que eran tiernos y a la vez amorosos.
Las clases de guitarra estaban programadas
para las 9:00 a.m., Pero llegamos a eso de las
10:00 a.m.
El Profesor: “¡Rodríguez, tarde, como siempre,
pero hoy se le perdona, porque viene muy bien
acompañado!
Los muchachos de la clase no me
respondieron el saludo, se quedaron
embelesados en los senos redondos de Johanna,
ella no traía sostén, y la blusita era de seda
negra transparente. En la pizarra estaban
escritos los acordes de la canción: “Reloj no
marques las horas”. Canción en Biguín de Do+, y

262
José A. Rodríguez N.
en el pentagrama: Clave de Sol, y las notas: Do+
La- Re- Sol7 Do+.
Yo me sabía este Biguín de memoria, así que
tomé una de las guitarras del taller, y comencé a
ejecutarla. Al cabo de media hora, el profesor me
pidió que cantara la canción.
¡Dejemos a Rodríguez, que a él le gusta
cantar!
Luego de que canté la canción con el
acompañamiento de la clase, Johanna tomó una
guitarra y comenzó a ejecutar perfectamente la
canción, ante mi sorpresa, y la de toda la clase.
El profesor exclamó: ¡Ah, pero la niña toca
también!
¡Mi amor, yo no sabía que tú tocabas! ¿Por
qué no me lo habías dicho?
Porque yo tampoco lo sabía, es la primera vez
que le pongo la mano a una guitarra.
José, ¿y a qué hora es el dichoso torneo? Ya
van a ser las cinco de la tarde. Y todos los
muchachos le respondieron a Wilfredo que el
torneo por equipos del Distrito Nacional, lo
habían suspendido.
Bueno José, como no habrá ningún torneo... Lo
mejor es que nos vayamos a La Ceniza, al
malecón, y nos tomemos unas cuantas frías, para
botar el golpe, ¿Qué te parece?
¡Bueno, déjame pensarlo!
¡Nada de pensarlo, deje esa pensadera para
cuando llegue el torneo; ahora usted viene con
nosotros!

263
Una Mujer Perfecta
Y Johanna sonreía feliz, porque Wilfredo había
logrado convencerme.
¡Pero te advierto una cosa, Wilfredo, Yo con
dos cervezas estoy borrachísimo, así que no más
de ahí!
O.K., casi de acuerdo, ¿Alguna otra cosa?
Sí, hay un colmadón frente a la estatua a Fray
Antón de Montesinos, ¿podríamos ir a ese
colmado en lugar de La Ceniza?
Está bien, como usted diga, usted es nuestro
invitado, ¿Verdad Jova?
¡Jejejeje, claro que sí!

264
José A. Rodríguez N.

“El mundo está lleno de cadáveres”


-José A. Rodríguez N.-

XXIX

Llegamos al colmadón que está frente al


parque, al lado, nuestro restaurante favorito, al
otro lado de la avenida, Fray Antón de
Montesinos disertaba apasionadamente su
“Sermón de Advientos”. Los transeúntes
pasaban, sin prestarle demasiada atención. Nos
sentamos frente al parque. Johanna miraba con
nostalgia el lugar donde nos sentamos aquella
primera vez que vinimos al parque y nos
encontramos con Maceíto. Miraba la estatua, y
miraba hacia el restaurante. Ya pasábamos de
ocho cervezas, y yo sólo podía recordar que mi
nombre era Antoine De Saint-Exupéry, pero no
recordaba donde había quedado mi aeroplano.
Estoy súper-borracho, es mejor que me vaya a
mi casita.
¡No José, no te vayas! Mira a Jova, ya se puso
sentimental. ¡Coño, yo no sé qué hacer para
conquistarla! Nos pasamos la vida discutiendo. Yo
sé que ella siente algo por mí, pero otras veces
siento de ella un rechazo repulsivo, como si me
odiara. Son unos cambios repentinos en su
estado de ánimo, no logro entenderla. Tú la
conoces bien, dime, ¿Qué hago para
conquistarla?

265
Una Mujer Perfecta
O.k., te diré, hay vainas que nunca fallan con
las mujeres. Las mujeres no son para uno
entenderlas, es más, ni ellas mismas se
entienden. A veces quieren una cosa, y al ratito
quieren otra, y te dicen:” ¡Ay, no me hagas caso,
yo soy así de loca!”
¡Diablo José, que verdugo tú eres! ¡Pero dime!
¿Cuáles son esas vainas que nunca fallan con las
mujeres?
Las flores, los dulces, y tu lengua en su
clítoris, bamboleando al ritmo de su cuerpo.
Algunas gustan de un volumen muy alto, a otras
les gusta un poco más suavecito.
¡Ven, abre la jeepeta, que tengo algo en mi
maletín! (Saqué un estuche de lentes donde
guardaba dos rosas rojas, de las mismas que le
regalé a Johanna aquella tarde en que la eché
fuera de mi vida. Él le llevó la rosa, la cual
soltaba al aire su mágico perfume. Ella respiró
aquel aroma, y pude ver en sus ojos como se
coagulaban los recuerdos)
Cuando dejó caer algunas lágrimas, Wilfredo
pensó que había dado en el clavo, y no se
cansaba de agradecerme.
¡Bueno chicos, ya es tarde, ahora sí que debo
irme!
¿Pero irte para dónde? ¡Dime una cosa! ¿Es
sacándonos los pies que tú estás?
No Wilfredo, te diré la verdad, tengo que
verme con una amiga, y ya es casi la hora de la
cita.
¡Ah, yo sabía, es una muchachona que te está
esperando por ahí!

266
José A. Rodríguez N.
Bueno, es sólo una amiga. Nos servimos
mutuamente como paño de lágrimas, pero no es
más de ahí.
Johanna había permanecido en silencio, pero
muy atenta a nuestra conversación. Se le notaba
molesta, evidentemente por lo que yo había
dicho, de ir a verme con una amiga. Meditó por
un rato sus próximas palabras...
Sí es amiga tuya, entonces debe ser amiga de
nosotros, por extensión... ¿Verdad, Wilfred?
¡Claro que sí, Jova!
¿La conozco?
No, no la conoces.
Wilfredo propuso que fuéramos a verla, y si
ella se sentía a gusto en una reunión de cuarteto,
podríamos inventar una salida para algún lugar
interesante. Yo acepté, bajo la condición de que
si mi amiga demostraba algún gesto de
incomodidad, ellos debían sacar pie
inmediatamente. Aceptaron.
Llegamos al lugar acordado. Faltaban siete
minutos para las 5:00 p.m. Los niños jugaban en
el parque, y los turistas los fotografiaban. Ella no
había llegado. Wilfredo pidió una cerveza en el
bar, y yo pasé al baño. Cuando salí...
José, Jova dice que tú eres un poeta “der”
Diablo, ¡Ahora, yo quiero que tú nos saques un
poema!
Bueno, eso es por inspiración, además, Jova
sabe que yo casi no escribo poemas de amor.
Y... ¿De qué son tus poemas?
De vivencias.

267
Una Mujer Perfecta
¡Pues, sácale un poema a estas vivencias de
hoy!
O.k. Le sacaré un poema a este momento.
¡Miren ese cuadro que está en la pared!
¿Qué significa?
La obra artística difícilmente pueda
explicarse de una manera tan lineal. No es
fácil decir: “Significa esto o aquello”. La
verdadera “belleza” de la obra de arte
radica en su plasticidad, en esa mezcla de
rasgos que impresionan, muchas veces de
manera diferente a cada observador,
causando una emoción estética (“Estótica
en los hombres”) o de extrañeza. Ese cuadro,
por ejemplo, me impresiona, deja su misterio en
mí, y le dedico este poema: (El poema es una
metáfora sobre la realidad que intuyo, existe
entre Wilfredo y Johanna. Pero él de ningún modo
debía sospechar que yo era conciente de lo que
estaba sucediendo)

LA TARÁNTULA Y EL MURO

La mano es tarántula
Que asciende por el muro
Cuando el muro es oscuro pensamiento
Que no sabe de sí
Porque no puede el muro
Ser tarántula
Ni la tarántula oscuro pensamiento.

268
José A. Rodríguez N.

Está bonito, pero ¿Qué significa?


Es lo que yo interpreto del cuadro, es lo que
me toca, me emociona o impresiona ¡Significa...!
¡Lo que tú quieras!
Salí, y miré hacia el banco donde Ligia P., y yo
siempre nos sentábamos, y allí estaba Ligia,
puntual como un reloj Suizo.
Llegó mi amiga, es aquella en el banco de
enfrente. Espérenme aquí, iré a saludarla.
¡Hola chico! ¿Cómo estás?
¡Bien! ¿Y tú?
¡Bien!
¡Tú siempre tan puntual! ¡Mira Ligia, esa que
viene ahí es Johanna, el hombre que la
acompaña, es su amante, Johanna y yo somos
sólo amigos, y tú y yo, somos dos amigos que
están más o menos enamorados! ¿Comprendes?
¡Despreocúpate, cuenta conmigo!
Ligia, esta es Johanna, Johanna, Ligia...
¡Un placer!
¡Igual, gracias!
Él es Wilfredo...
¡Mucho gusto señorita! Es admirable que
usted, siendo dominicana, llegue siempre a la
hora acordada.

269
Una Mujer Perfecta
Dicen que el tiempo es oro, por eso no
hago que las personas lo malgasten en
esperas innecesarias, y hasta molestas.
¡Muy bien! Ahora, José nos ha contado que
ustedes se reúnen, beben una cerveza, comen
una pizza, y charlan largamente.
¡Jajajajaja! ¡Sí, es cierto! A veces nos falta
tiempo para seguir contándonos, así que lo
dejamos para el próximo encuentro.
Hoy, como estamos los cuatro, queremos
cambiar esa hermosa rutina de ustedes,
¡Siempre y cuando, usted esté de acuerdo!
Y, ¿Qué han planeado?
Queremos ir a San Cristóbal, a comernos un
chivo guisado. Sabemos de un lugar donde lo
hacen riquísimo.
¡Uhm, está bien, iré!
Me sorprendió la declaración de Wilfredo,
pues a mi no me había comentado nada sobre el
dichoso chivo; pero más me sorprendió el que
Ligia aceptara la invitación. Ligia P., se acuesta
a las 9:00 p.m., y se levanta a las 6:00 a.m.,
a veces creo que tiene un cronómetro
incrustado en el cerebro. Quizás aceptó por
cortesía, o para ayudarme a seguir con la farsa
de que sólo era el mejor amigo de Johanna.
Compramos un par de cervezas, y subimos a
la jeepeta. Ellos delante, Ligia y yo detrás.
¡Dime chico! ¿Cómo anda tu vida?
Casi igual: Los mismo quehaceres, la misma
rutina... ¿Y tú? ¡Dime!

270
José A. Rodríguez N.
Yo estoy por dejar el trabajo. Ayer solicité para
trabajar como secretaria en una firma de
abogados.
¡Qué bien! Estoy seguro de que, si te ponen a
prueba, te aceptan.
Así es. Me dieron una prueba, y el director
quedó encantado, me dijo que es muy posible
que me llamen en el transcurso de la semana.
Johanna me miraba a través del retrovisor.
Estaba de muy mal humor, y no hacia nada para
disimularlo.
Debajo del cielo rojo, naranja y amarillo
de aquel atardecer, estaba el mar azul, pero
teñido de listones verde esmeralda, de olas
encrespadas y de espuma muy blanca. Los
almendros, de hojas ya maduras y rojizas,
sembrados a lo largo del malecón.
¡Miren que hermoso atardecer!
¡Yo no puedo distraerme, porque voy
manejando, mírenlo ustedes, y luego me
cuentan!
Y todos nos echamos a reír. Menos Johanna.
Señores, discúlpenme a Jova, es que
últimamente ha estado de muy mal humor,
dándole mente a cosas que no valen la pena. Yo
lucho por alegrarla, y hoy hasta secuestré a José,
a ver si conseguía algo, pero se alegró por un
buen rato, y ya se volvió a dañar. Johanna lo miró
y le dio una leve sonrisa.
Yo estoy bien, sólo estaba pensando.
No pienses en nadie, piensa e mi que estoy
aquí, deja que el Diablo se lleve al demonio,

271
Una Mujer Perfecta
piensa en lo bien que la estamos pasando con
José y sus poemas, y sus atardeceres, y con la
amiga de José que no tiene la culpa.
Ligia me miraba de reojo. Las cervezas
empezaban a hacerle efecto. Yo estaba borracho,
definitivamente. Demasiadas cervezas para una
sola tarde.
Empezaba a oscurecer.
¡Sabes, José!
¿Qué?
Nunca te había mirado de perfil.
¿Y eso qué?
¿Puedo morderte?
¡Sí, pero hazlo despacito, y con ternura!
Ligia empezó a besarme, y a morderme los
labios apasionadamente, me besaba el cuello, y
comencé a excitarme. La abracé, y los besos
fueron largos y apretados. Le quité la blusita de
tiritos que llevaba puesta, y comencé a recorrer
sus pechos con mis labios, varias veces me
detuve en sus senos firmes y pequeños, hasta
que sus gemidos se hicieron audibles.
Johanna quiso objetar: ¡Pero bajen las cortinas
por lo menos! Se le veía casi a punto de explotar,
tenía ese fuego de odio en la mirada.
¡Pero muchacha, no te metas en la vida ajena,
atiende a tu cartón, mi hija! Repostó Wilfredo, y
ella recostó su cabeza sobre las piernas de él.
Entonces noté que él sonreía, como si se anotara
un punto a su favor.

272
José A. Rodríguez N.

273
Una Mujer Perfecta

“Ahora vemos por espejo,


en oscuridad”
-San Pablo-

XXX

Llegamos a San Cristóbal y, efectivamente:


Chivo Gourmet de la alta cocina sureña, en la
costera ciudad “benemérita”, San Cristóbal.
Quise grabar el nombre del pequeño restaurante,
pero el letrero no dejaba de dar vueltas como un
loco. Johanna no levantaba la mirada y apenas
comió algo. En su lugar, apuraba las cervezas
con una celeridad para mí preocupante. Después
que acabamos de comer pedimos otra cerveza,
ya iban como siete con esta, y eso que tres de
nosotros apenas bebimos de las anteriores.
Johanna se levantó, y pidió permiso para ir al
baño, yo hice lo mismo, y como Dios me ayudó,
me puse de pie, casi bamboleando. Wilfredo se
reía a Carcajadas: ¡Coño, José! ¿Pero es verdad
que tú estás borracho? ¡Pero yo te lo dije, que
con una sola cerveza me vuelvo loco!
Johanna tomó el pasillo izquierdo hacia el
baño de Damas, y yo el que conducía al de
Caballeros. Había un largo mostrador que dividía
ambos pasillos. Las vitrinas mostraban todo tipo
de marcas de cigarrillos, chicles, mentas y
golosinas.

274
José A. Rodríguez N.
Cuando abrí la puerta del baño de caballeros,
me sorprendí al encontrarme fuera del recinto.
Esta puerta en realidad conducía al patio trasero,
un patio de tierra amarilla y húmeda, indicio de
que había estado lloviendo en la zona sur, como
bien informaban los últimos reportes
meteorológicos. Más allá del patio había una
alambrada, y el terreno se veía recubierto de
abundante vegetación. Los árboles se elevaban
como figuras gigantescas y oscuras. Había caído
la noche definitivamente.
El baño estaba un poco alejado y a la
izquierda. Era un baño compartido. Había alguien
adentro, y Johanna esperaba a que saliera.
¡Tú eres un maldito, José!
¿Por qué dices eso?
Las copiosas lágrimas caían sobre su blusita
transparente.
¿Cómo te atreves a agarrar y comerte con esa
tipa justo enfrente de mí?
¿Qué? ¡Pero yo no entiendo cómo te atreves
tú a reclamarme! ¿No andas tú acompañada de
tu amante?
¡Sí, pero tú sabes por qué! Tú bien sabes que
él no significa nada en mi vida. Él llegó a mí en
un momento de angustia, de debilidad, cuando
tú me abandonaste, y yo no tenía a que
aferrarme. Además, yo no estoy chuleándome, ni
manoseándome con él, como tú con ella. Tú lo
que quieres es que yo me muera de amargura.
Mira, mejor entra al baño, que ya salió la
muchacha.

275
Una Mujer Perfecta
¡No, no voy a entrar nada, y ahora mismo voy
a ir a decirle a Wilfredo que tú y yo no somos
amigos, le diré que somos amantes, para que nos
mate a los dos!
¡No mi amor, no hables así! ¡Tú sabes muy
bien que eres el amor de mi vida! Ella es sólo
una amiga que sabe de lo nuestro, pero también
sabe que él es tu amante, y que es muy celoso,
por eso me está ayudando a hacer “el
mediante”.
¡Sí coño, pero no vuelvas a besarla delante de
mí, tú sabes que eso me duele demasiado, y no
podré disimular! A ella se le oían los gemidos,
casi a punto de venirse ahí mismo, justo enfrente
de nosotros. ¡Esa tipa tá afisiá de ti! ¡Que se deje
de vainas! Está bien, no lo volveré a hacer.
Ahora, sécate las lágrimas y entra al baño, que
ya él puede estar sospechando, debido a la
tardanza.
Cuando ella salió, yo entré, y regresó el alivio
a mis riñones. Cuando salí, ella aún estaba
esperándome.
¡Pero vete!
Y volvió por su mismo pasillo. Luego tomé mi
pasillo, abrí la puerta, y alcancé a verlo parado
frente a la jeepeta, con una cara de marcado
disgusto.
¡Diablo pero ustedes si mean!
¡Quién dijo, es un solo baño para todo el
mundo, y hay que esperar a que los otros
terminen!
¡Sí ombe, yo lo sé, yo toy jarto de venir a este
restaurante!

276
José A. Rodríguez N.
Y, entonces... ¿Volvemos a la ciudad?
¡¿A dónde?! ¡Tú tá loco, ustedes son nuestros
prisioneros esta noche! ¿Verdad, Jova? ¡Claro que
sí!
Miré a Ligia, quien estaba recostada en el
asiento trasero, y sonrió, dándome su
aprobación.
¿Y cuáles son los planes?
Bueno, primero vamos a ir a Baní, mejor
dicho, a Las Calderas, para que Jova se cambie
de ropa. Eso es lo que ella me dijo. De ahí para
allá, que ella decida lo que quiere hacer con
nosotros.
Eran las 9:30 p.m., cuando llegamos a la casa
de la hermana de Johanna. Luego de hablar un
rato con la hermana de Johanna, decidimos salir
a tomar un poco de aire fresco, pues como dije,
Ligia funciona como un reloj, y ya había rebasado
la hora de irse a la cama. Johanna estaba muy
molesta, “Yo no supe por qué”. Es decir, no supe
el motivo que le habría metido (mentido) a
Wilfredo. Él salió a buscarme, dizque para que lo
ayudara a convencer a Johanna, porque ahora
esta se negaba a volver a salir.
¡Diablo José, toy loco por enganchar a esta
carajita! ¡Tú no sabes lo difícil que se me ha
hecho! ¡Siempre encuentra un agarre para
sacarme los pies! ¡Esta noche estoy casi a punto
de lograrla, ayúdame!
¡O.k, lo intentaré, déjame hablar con la mía,
que está desesperada por encontrar un lugar
donde dormir! ¡Tiene un sueño der diablo!
Está bien, te espero en la casa.

277
Una Mujer Perfecta
Ligia estaba de muy mal humor. Varias veces
me sugirió que buscáramos un motel en los
alrededores, para pasar ahí la noche.
¡Espérame un ratito aquí, déjame tratar de
convencer a Johanna para que nos acompañe!
¡Que nos acompañe para dónde diablos, yo lo
que quiero es dormir, ya no aguanto más! ¡Ah,
otra cosa... Johanna no va a salir!
¿Y cómo lo sabes?
Es que cuando nos detuvimos en Villa
Sombrero, y entramos al baño en aquel bar, me
estuvo investigando.
¿Acerca de qué?
Me preguntó si tú y yo éramos novios.
¿Qué le respondiste?
Le dije: ¿Y tú que crees? Entonces empezó a
interrogarme: ¿Sabes que José es casado, y que
tiene dos niños, y otro en camino? ¡Sí, lo sé! ¿Y
no te importa? ¡No, no me importa! ¿Sabes que
él y yo somos amantes? ¡Fueron, lo de ustedes
ya él lo ha dado por perdido!
Cuando empezó a llorar, decidí salir del baño,
pero me detuvo tomándome por el brazo, y me
dijo que tú eres un hombre excepcional, que todo
lo tuyo es una magia, que lo aprovechara y
supiera valorarlo, de lo contrario, esa felicidad
me duraría muy poco: “Si no estás en la
capacidad de dar amor él se te escapará”
¡Despreocúpate, soy una persona muy amorosa!
No es eso a lo que me refiero.
¿Entonces, a qué te refieres?

278
José A. Rodríguez N.
El amor que él busca no es cualquier clase de
amor; es un amor profundo y verdadero, un amor
de entrega y sacrificio. Él piensa en los demás
primero que en sí mismo.
Eso yo lo sé, cualquiera que lo conoce sabe
que él es así.
Apréndete esto: Todos buscamos la pareja
ideal, el hombre a la mujer perfecta y
viceversa.
Eso también lo sé.
Sí, pero no sabes que esa persona en
realidad no existe, porque todo lo que
vemos en el mundo: Las personas y las
cosas, las cualidades de las personas y los
detalles de las cosas, son sólo el reflejo de
nuestros propios pensamientos. En nuestro
interior las cosas se reflejan conforme a
nuestros ojos. Tú sabes que cada ojo es una
cámara, y hay cámaras de mucha calidad y
muy costosas, porque plasman el teatro del
mundo con una nitidez maravillosa.
¡No entiendo a dónde quieres llegar!
Quiero decir que, la persona que todos
buscamos es el reflejo de nosotros mismos,
soy yo misma buscándome en los otros.
Hace tiempo que me di cuenta de este hecho.
Por eso se me hace tan fácil conquistar a los
hombres: Los observo, empiezo resaltando
sus buenas cualidades, pasando por alto
sus puntos negativos. Me concentro en
elogiar lo bueno, trato de ir en dirección de
ellos, les sigo la corriente, son fuertes, son
como un torbellino que te arrastra. No se
debe nadar contra corriente, es algo inútil.

279
Una Mujer Perfecta
He aprendido a rodear el remolino, a
buscarles la vuelta, a proporcionarles
justamente lo que andaban buscando. Son
algo predecibles, todos buscan lo mismo, bueno,
casi todos. Buscan un cuerpo esbelto, pechos
firmes y nalgas voluptuosas. La mayoría de
nosotras tenemos estos dones, pero hay algo que
casi todas ignoran:
Los hombres también quieren sentirse
amados, deseados, es una parte muy
importante de su hombría. Un hombre llega a
obsesionarse, hasta se vuelve loco, si una mujer
profesa y demuestra, que él es su entera
devoción. Esto lo hace sentirse especial, en la
cima de todo el universo. Es así como una se
apodera de los hombres, están a nuestra merced.
Así, son fáciles de destruir, desde allí;
ninguno sobrevive a la caída.
¿Eres feliz haciendo eso?
Sí, te lo confieso. Al principio, yo también
soñaba con un príncipe azul, como todas las
niñas. Ese hombre que te proteja con el amor y la
fuerza de un padre, y te devore con la furia del
amante. Casi todas nos aferramos a esta
fantasía. Es bonito soñar, pero que duro es
cuando despiertas en esta cruda realidad: ¡Los
hombres son unas malditas bestias egoístas!
¡Son unos salvajes, guiados por instinto, no
piensan en otra cosa que en saciarse! Ni siquiera
piensan en sus hijos. Los estudio, me bastan
unas cuantas semanas para profundizar en
sus adentros, entonces se me hace tan fácil
reflejarlos. Me apodero por completo de sus
mentes, y cuando consigo todo lo que

280
José A. Rodríguez N.
buscaba en ellos, los destruyo, los dejo que
se pierdan en mi olvido.
¿Y, por qué no has hecho eso con José, en vez
de andar llorando?
José es diferente, por eso te dije: “Casi todos”
buscan lo mismo. José es un amor, es
transparente, inocente, un manantial de agua
cristalina. Al agua puedes hacerle todo lo
que quieras, pero nunca puedes destruirla,
ella vuelve y renace. Reflejarlo a él me ha sido
muy difícil, las cosas de José no son visibles,
no son cosas perceptibles, o tangibles.
Necesitaré mucho más tiempo, si es que puedo.
Pero sé que me será casi imposible, se escapa de
mis manos, casi no puedo percibirlo, no me da ni
una oportunidad, no cae en la trampa del
elogio porque casi nunca se concentra en sí
mismo. José es tan liviano como la suave brisa.
No encuentro cómo reflejarlo. Lo miro a los ojos,
y me encuentro atrapada en un sueño de pura
inocencia, pero no puedo entregarme a vivir este
sueño, tendría que suicidarme, no sería capaz de
soportar si todo es una trampa.
¿Dónde está la mujer que pueda ser el
reflejo del agua o de la brisa?
Vive tu felicidad mientras te dure. Te será muy
difícil atraparlo.
¡En eso te equivocas! El no tendrá que
escapar de mí, porque jamás será mi prisionero.
Yo no pretendo esclavizar a las personas. Eso no
es amor.
Eso es lo que tú crees, pero te engañas a ti
misma. Lo que buscamos es arrastrar al otro
a conformarse a nuestros propios gustos, a

281
Una Mujer Perfecta
nuestras formas. Somos egoístas. Las
parejas que son más o menos felices son las
que se equilibran, pero son en realidad muy
pocos los razonables que encuentran a
alguien razonable, dispuesto a ceder;
cuando esto sucede es cuando el mundo
recobra la fe en que la felicidad sí existe.
Pero estos casos se cuentan con tres dedos de la
mano y sobran dedos.
¡Diablo, Ligia! ¿Y cómo te acuerdas de todo
eso?
En realidad hablamos mucho, sílo te estoy
contado lo que más me impresionó. Esa
muchacha tiene la mente retorcida. Te conviene
alejarte de ella.
Sí, pero, ¿Cómo sabes que no podré
convencerla de que salga?
Porque me dijo que ya no lucharía más por ti,
que en cuanto llegara a casa de su hermana se
iría a dormir.
Mientras me dirigía hacia la casa, me
asaltaban los pensamientos: ¡Hay algo raro en
esto! ¿Cómo es que ella no hace nada para
agradar a Wilfredo? Y, ¿Por qué un tipo tan
inteligente sigue insistiendo, cuando sabe a
ciencia cierta, y me lo ha indicado, que ella está
por mí? Algo me huele muy mal.
Jova, aquí está José, y quiere hablar contigo.
¡Sí, dile que salgo enseguida!
Se le notaban los ojos irritados por el llanto.
Le he dicho a Jova que no piense en ese tipo,
que trate de alegrarse y vivir su propia vida, que

282
José A. Rodríguez N.
ella es muy joven y bonita para estar en eso.
Mira a ver si tú logras convencerla de que salga
del amargue, y se vaya a vivir la vida con el
hombre que más la quiere, y que da todo por
ella.
Luego de que Wilfredo nos dejara solos, le dije
que se cambiara de ropa, que saliéramos a
donde él quisiera.
Él quiere estar conmigo, pero no quiero. Él
sabe que no lo quiero, y aún así sigue insistiendo.
¡Sí, pero él cree que es por Neudys!
El no sabe nada, ni le importa. Es egoísta
y dominante, como casi todos los hombres.
Bueno, te agradeceré si me sacas de este
embrollo. Tú sabes que él no nos sacará de aquí
si no sales con él.
Está bien, iré. Pero sabes que lo hago sólo por
ti.
Te lo agradezco, mi amiga se está muriendo
de sueño.

283
Una Mujer Perfecta

“Una mujer astuta,


puede más que mil hombres”
-Mi abuela-

XXXI

Wilfredo estaba loco de alegría. Se le metió en


la cabeza coger para Azua, dizque a comer
mariscos. Johanna aceptó, como para vengarse
de Ligia, quien se veía a punto de desfallecer.
Cuando salimos del lugar de los mariscos, a
Wilfredo(o mejor dicho al licor en que nadaban
sus neuronas) se le ocurrió la magnífica idea de
coger para la playa Monte Río de Azua, a bañarse
a la luz de la luna. En el camino hacia la playa,
Ligia iba con la cabeza recostada en mis piernas,
pero decidió sentarse, porque los rebotes
constantes de la jeepeta, debido a lo malo del
camino, le estaban produciendo un fortísimo
dolor de cabeza. Ligia me miraba con esa mirada
de cuchillo, así que no me fue difícil entender lo
que quería decirme:
Wilfredo, creo que es muy tarde ya, y este
camino es pésimo, ¿Qué te parece si volvemos a
Baní?
¡No sé, pregúntale a la jefa!
¿Qué opina jefa?
Johanna sonrió, y asintió con la cabeza.

284
José A. Rodríguez N.
En el camino de Azua hacia Baní, la jeepeta
venía Zigzagueando. El sueño y el cansancio
estaban engullendo a Wilfredo poco a poco. ¡Al
fin me había dado cuenta de que este tipo era,
también, un ser humano!
¡Bueno señores, vengan ustedes para atrás,
que yo tomaré el timón, a ver si llegamos vivos a
Baní!
Aceptaron pasarse al asiento trasero, y Ligia y
yo nos sentamos delante. Enseguida se quedaron
dormidos, y Ligia se recostaba sobre mi hombro
derecho. ¡No lo hagas! Esto no es un carrito de
feria, como cuando vamos FUNTÁSTICO del
Conde.
¡Está bien, discúlpame!
No, no es nada. Es que yo aprendí a manejar
en una escuela de choferes, y no le había puesto
la mano a un guía desde que saqué la licencia.
Además, es la primera vez que manejo un
armatoste tan grande como este. ¡Así que, cruza
los dedos, los ojos y los pelos, para que
lleguemos a salvo!
Cuando llegamos a la entrada de Baní,
Wilfredo se despertó, y pidió un fuerte aplauso
para mí, por haberlos traído sanos y salvos. El se
hizo cargo del volante. Ya se había recuperado un
poco del sueño. Nos detuvimos en un colmado, y
aproveché para comprar un par de cepillos y
crema dental, y un regalo para Wilfredo: Un litro
de VAT-69, su favorito.
¡Diablo José! Pero ¿Cómo adivinaste? ¡Este es
mi favorito!

285
Una Mujer Perfecta
¡Es que, hay alguien por ahí, que cuando
estamos solos, no deja de hablar de ti! Así es que
ya te conozco bien.
¡Oye José, tú eres un verdugo, mira que
detallista eres, coño, por eso es que estas chicas
andan locas por ti!
¡Jejejejeje, no todas, hay algunas que vienen
por ti, y tú sabes a quien me refiero!
La mirada y la sonrisa de Johanna hacia él, le
devolvieron la paz y la alegría.
Nos detuvimos en una parrillada, frente a
D’cachet disco. Johanna pidió un bistec, Ligia
pollo frito, Wilfredo un mofongo, y yo un
mondongo con tostones.
Me adelanté a pagar la cuenta, pues era
notoria la intención de Wilfredo de robarse el
Show, por medio de pagar en todas partes.
¡Hey, eso es un golpe bajo, no vuelvas a
confabularte con el mesero, para ir a pagar a mis
espaldas! ¡Acuérdate de que soy el anfitrión en
esta vaina! Luego me susurró: ¡Además, tengo
que agradecerte, porque hiciste salir a la carajita,
que estaba negada!
¿Qué les parece si nos quedamos a dormir en
Tentación? Dicen que es un lugar acogedor.
Sí, es bonito, pero hoy, a esta hora, debe
estar repleto. Yo he pasado por eso muchas
veces, y he tenido que irme de vuelta a Santo
Domingo. Así que mejor nos vamos directo a
Santo domingo.

286
José A. Rodríguez N.
¡Háganle caso a Wilfred, que él tiene mucha
experiencia en eso de cabañas! –Dijo Johanna– Y
todos soltamos la risa.
En el cruce de Baní y San Cristóbal, nos
agarró un fuerte aguacero. La lluvia era
torrencial, no se podía ver nada por ninguno de
los cristales. Avanzábamos con lentitud pasmosa.
Creo que Wilfredo iba adivinando cada tramo
carretero. Casi llegando a la entrada de Piedra
Blanca, el aguacero empezó a ceder.
Llegamos a las cabañas Presidente, en el
malecón. Sólo encontramos una disponible.
Wilfredo decidió dejarnos a Ligia y a mí, y luego
esperar a que apareciera otra para él y Johanna.
Mientras subíamos la escalerita, Wilfredo me hizo
una señal de: “Vuelve acá”, me llenó un vaso
grande con Whiskey, y otro con Seven-up,
diciendo que “eso nunca debe bajar seco”. Sonreí
dándole las gracias, miré hacia Johanna, como
para despedirme, y encontré en su mirada un
rencor infinito. Le hice una señal de “hasta
lueguito” y Ligia y yo subimos a la habitación.
Ligia se desvistió rápidamente, sacó unas
tanguitas y brasier de la cartera, y los colocó
sobre la mesita de noche.
¿Cuál es mi cepillo?
Cualquiera.
Escogió el rosado, le puso pasta dental y entró
al baño a comenzar la higiene bucal.
Era la primera vez que la veía completamente
desnuda. Parecía un maniquí: Cabellos
recortados, rostro dibujado, leve y discreto
maquillaje, sus larguísimas y musculosas piernas,

287
Una Mujer Perfecta
su cinturita abarcable por mis manos. No había
un gramo de grasa en ese cuerpecito de
nalguitas redondas y senitos pequeños. Luego de
terminar la higiene bucal, se metió a la bañera, y
al verla frente a mí, observé su exuberante
monte de Venus, parecía una selva virgen. Me
desvestí y entré a la bañera con ella, ella
permanecía indiferente. Me le acerqué por detrás
y empecé a acariciar su cuerpo húmedo y tibio
por el agua, rozaba dulcemente sus pezones con
las yemas de mis dedos, mientras mis labios y
lengua recorrían su espalda con tierna lentitud,
ya mi pene iba al encuentro con sus nalgas, y
pasaba adelante hasta su sexo.
¡Déjame decirte una cosa...!
¡Dime!
Tú sabes que lo de la jeepeta fue sólo un
teatro, no te voy a negar que me excité, y me
gustó, pero ahora no estoy en esa vaina. Ahora
voy a salir, me secaré, me pondré mi ropa
interior, y espero que me dejes descansar,
porque mañana tengo un encuentro con un
grupo de compañeros de la universidad, para
terminar un trabajo de Sociología.
Terminé con el aseo y la higiene bucal, salí,
me sequé, y ella fingía dormir. Encendí el
televisor y busqué un canal xxx. Ella se levantó,
y oprimió el botón de apagado, que estaba justo
en su lado de la cama.
¡Acuéstate, y tratar de dormir, por favor!
Volvió a acostarse, y arroparse. Me metí
dentro de las sábanas, y la abracé.

288
José A. Rodríguez N.
¡Está bien, quédate ahí tranquilo, que estás
tibiecito y el frío de este aire me está matando!
Empecé a sobar mi pene contra sus nalgas, y
le quité las tanguitas, recorrí sus pechos, y me
detuve con mi paladar en sus pezones, bajé
hasta su ombligo, y luego hasta la exuberancia
de su monte.
¡Ay José, no lo hagas, no! ¡Ay no! ¡Ay no lo
hagas por favor!
¿Por qué no?
Es que... No quiero decepcionarte.
¿Decepcionarme? ¿Por qué habrías de
decepcionarme?
Te mostraré.
Se sentó en la cama, y encendió las luces por
completo.
¡Baja de la cama, y da la vuelta!
Abrió ampliamente las piernas, y me mostró
su sexo.
¿Crees que ese cosote que tienes puede
penetrar por este hoyito tan pequeño?
¡Claro que sí, eso amplía muchísimo!
¡No, el mío no ancha más de ahí! ¡Tócalo,
trata con tu dedo para que lo compruebes!
La penetré con dos de mis dedos, y resultó
una operación difícil.
¿No podríamos intentarlo siquiera?
Inténtalo, si tanto lo deseas, pero estoy
segura de que no entrará. Tendrían que hacerme
una reconstrucción vaginal si eso sucede.

289
Una Mujer Perfecta
Era un clavelito pequeño, mezcla de rojo y
amarillo; quizás anaranjado, pero no totalmente,
pues el amarillo imprimía a éste su cualidad
fosforescente.
Me miraba con esa mirada inquisitiva, pero a
la vez delicada. Su boca semiabierta, como
queriendo decir algo, no tuve otro remedio que
besarla. La fui recostando lentamente, mi mano
derecha recorría su cintura, sus nalgas. Me
detuve por un rato y acaricié la hierba de su
monte. Solo uno de mis dedos se introdujo en
esa gruta húmeda y pequeña...
¡Ay Dios mío! ¡Ay!
La fuerza de mi muslo derecho impulsaba al
mayor de los dedos de mi mano, y ella se
retorcía como un reptil que ha caído en el fuego.
Poco a poco fue recuperando el aliento, su
mirada era estrábica, sus movimientos lentos,
hasta que respiró profundamente. Acarició mi
mano hasta mi brazo, de ahí mi cabeza. Me daba
mordiscos tiernos por todo el rostro, y un poco
más apretados en los labios, mordía y besaba mi
pecho, mordía y besaba mis tetillas, y se
entretenía con su paladar.
Al final descendió hasta mi miembro...
¡Ponte de pie sobre la cama!
Obedecí prestamente. Ligia siempre ha sido
muy imperativa, no se le puede llevar la
contraria.
Me puse de pie, y ella se arrodilló sobre la
cama. Sonreía, mientras jugaba encariñada con
mi pene. Me miraba fijamente, con gestos de
malicia y picardía, succionaba mi ombligo, y me

290
José A. Rodríguez N.
besaba en círculos concéntricos toda la zona
genital, hasta los muslos, hacía breves pausas
para mirarme y sonreír, para desesperarme.
¡De repente me apretaba con furia,
succionaba mi pene desesperadamente, y seguía
con la punta de su lengua recorriendo mi escroto,
hasta ese punto donde...! ¡Coño, nadie me había
hecho esa vaina!
Sonreía, mientras se relamía, sonreía,
recogiéndose el semen que bañaba su cara,
sonreía.
¿Puedo contarle a Johnny?
¡Cuéntale si quieres, me tiene sin cuidado!
Iré a su casa, luego de dejarte con tus
compañeros de clase.
¡Alóu!
¡Alóu! José, ¿Dónde están ustedes?
Ah, Ligia debía terminar un trabajo de la
universidad, junto con unos compañeros, así que
cogimos un taxi desde el hotel.
¡Coño! ¿Por qué no nos llamaron?
Es que no queríamos despertarlos.
O.k. ¿Dónde están ahora?
Bueno, Ligia se quedó con sus compañeros, y
yo estoy esperando un carro público, frente a la
Lotería Nacional.
¡Ah, pues espéranos ahí mismo, no te
muevas, que estamos cerquita de ahí!
Wilfredo no se imaginaba que Ligia y yo
habíamos acordado, si sobrevivíamos a la odisea

291
Una Mujer Perfecta
de la noche anterior, jamás volver a salir con
ellos.
¡Diablo, qué rápido llegaron!
Te dije que estábamos cerquita.
Bueno, y, ¿Cómo les terminó de ir anoche?
¡Coño, ni tan bien, después de haber cogió
tanta lucha! ¡Muchacho...! Tuvimos que esperar
como cuarenta minutos hasta que se desocupó
una cabaña y la limpiaron. ¡Ya nos estábamos
muriendo de sueño! Y a ti, ¿Cómo te fue con la
muchachona?
¡Bueno, debo decirte que fue una historia
larga...! (Yo estaba dispuesto a contársela con
lujo de detalles, con tal de hacer sufrir más a
Johanna)
¡O.K., ve contándonos todo lo despacio que
quieras, porque el tiempo se nos sobra!
¡Bueno, quizás a ustedes, pero a mi se me
acaba. Yo me quedo en la Gómez!
¡¿En la qué?! ¡Pero tú tá loco mi hijo! ¿Tú no
sabes que vas con nosotros, rumbo a San Pedro
de Macorís?
¿Para dónde diablos? ¡Pero es verdad que
ustedes no tienen juicio! Yo no soporto está ropa
que traigo encima, debo llegar a mi casita,
darme un baño y dormir un poco, o me voy a
caer muerto.
¡Bueno, mi hermano, si usted no durmió
anoche, “lo acompaño en sus sentimientos!”
¡No relajen, que yo no he dormido nada!

292
José A. Rodríguez N.
¡Bueno, ya te dije para donde es que tú vas!
Ahora, si no quieres, abre la puerta de la jeepeta
y tírate.
¡Coño no me castiguen así, que yo no estoy
acostumbrado a coger este tipo de ajetreos!
¡Explícame eso de que no has dormido! ¿Te
pasaste la noche entera dando lija?
¡Dándole lija a Ligia, eso suena como un
trabalenguas!
¡Vamos, coño, habla!
¡Bueno, más o menos!
¡Coño, suéltalo de una buena vez!
O.k. Sucede, que cuando amanezco fuera de
mi casa, se me hace casi imposible conciliar el
sueño, y cuando no duermo, no logro venirme
(De seguro que Johanna recordaba muy bien este
detalle)
¡¿Cómo e la vaina?!
¡Como lo oyes, no me vengo ni por el diablo!
¡Ah pero, la carajita se dio vida contigo
entonces!
¡Bueno, creo que sí, se vino como cuatro
veces, hasta que ya no pudo más!
Johanna nos miraba con cara de irritación: ¡¿Y
por qué tienen ustedes que hablar de ese tipo de
vainas en frente de mí?! –preguntó, muy
molesta–
¡Porque los amigos se cuentan sus fechorías!
¿Verdad, José?
¡Claro que sí!

293
Una Mujer Perfecta
¡Pero ustedes no han dicho nada de cómo les
acabó de ir anoche!
¡Mierda! ¡Sí supieras que cogí tanta lucha
para nada!
¿Cómo que para nada? ¡No me digas que
Jova..., mira coño!
¡No, no fue culpa de Jova! ¡Anoche ella estaba
por la maceta, como nunca antes!
¿Y entonces?
¡Coño, yo que luché tanto por agarrá a eta
carajita, y anoche me sucedió lo que nunca!
¡Coño, no me digas que...!
¡Ay coño, no! ¡Dios me libre de esa vaina! No,
no fue eso. Es que anoche estaba tan cansado,
que en cuanto me tiré en la cama caí como
muerto.
Este degraciao, tanto que jodió para hacerme
salir de mi casa, y viene a dormirse justo en la
noche cuando toy má encendía, me dieron ganas
de coger la pistola y pegarle un tiro ahí abajo.
¡Hey, así no, despreocúpate, quedan más días
que longaniza!
¡Espero que la longaniza no se te acabe en un
día!
Lo único que yo puedo decirles es que lleven
la vida más al paso.
Nos detuvimos en Boca Chica, a recargar
combustible. Cuando llegamos a San Pedro de
Macorís... Los pasteles en hoja estaban
riquísimos, pero nunca a la altura de los que
prepara mi tío Porfirio.

294
José A. Rodríguez N.
¿Quién es ese?
¡Mi tío Porfirio es el que prepara los mejores
pasteles en hoja de todo el país!
¡Coño José, pero llévanos a conocer a tu tío!
¿Tú no sabes que Jova y yo somos locos con los
pasteles en hoja?
¡Ya me voy dando cuenta! Supongo que ahora
regresaremos a Santo Domingo.
¡Supones mal! Ahora vamos para ALTOS DE
CHAVÓN, porque Jova no ha visitado esos lares.
En el camino hacia ALTOS DE CHAVÓN, nos
detuvimos en algún parador, por tres o cuatro
cervezas. Luego de Casa De Campo, llegamos al
lugar donde se presentan los mejores artistas de
todo el país, y del extranjero, una gigantesca
espiral acústica, parecida al Coliseo Romano. El
sol estaba en su cenit, eran como las 2:00 p.m.,
tuvimos que salir huyendo, por temor a morir
calcinados. Luego, visitamos un barriecito que
lleva por nombre: BOCA DE CHAVÓN, Wilfredo iba
a recoger algunos recuerdos que había dado por
perdidos, y dizque a comer empanadas de
mariscos, según él, eso le “sube a uno las
defensas”. Además, ya picaba el hambre.
Las empanadas estaban deliciosas, es una
pena que no apareciera un juguito de naranja,
todo era cerveza y cerveza, y el mundo seguía
dando vueltas como un loco.
Johanna había vuelto a coger su mal humor, y
discutían por, qué sé yo que vaina.
Entramos a un centro cervecero y brillaba el
sol sobre la playa. Unos muchachos jugaban
pelota en un campo de juego improvisado.

295
Una Mujer Perfecta
¡Ya dejen de discutir que me dan nauseas!
¡Jajá jajá! ¡Eso fue que quedaste embarazado
anoche!
¡Mira! Mejor llévate a Jova a bailar, y verás
como se pone contenta de una vez.
¡No, no quiero bailar!
Es conmigo que no quiere bailar, ¡Sácala tú
José!
Yo no sé bailar. Lo he intentado un par de
veces, y me canso de una vez.
Siguieron con sus dimes y diretes, y yo sólo
pensaba en qué cuento me inventaría cuando
llegara a mi infierno.
Una hermosa morenita volvió a pasar, y noté
que me miraba. Volvió a pasar, ahora
acompañada de una amiga, y me miraba sin
intención de disimularlo.
Le hice señas de: “Ven acá”, con la mano
derecha, y ella me devolvió el gesto diciéndome:
“Ven tú aquí” ¡No, venga usted, le dije, carajo!
Wilfredo interrumpió nuestra discusión de
señales:
¡Pero ve tú, mi hijo, tú eres el interesado!
¡No ombe, quién dijo! Ella está tan, o más
interesada que yo. Ha pasado como cuchu mil
veces, y siempre se queda mirándome. Además,
yo estoy en la sombra y ella en el sol.
¡Pero ve, y trata de convencerla de que
venga! O ¿Vas a dejar a esa pobre niña que
rostice en ese sol?

296
José A. Rodríguez N.
La muchachita me explicó que la terraza bar
del lado era propiedad de su madre, y que por
eso no entraba al negocio de la competencia,
aunque estuvo pasando por ahí, para hacerse
notar, porque era la primera vez que me veía por
esos predios, y lo más interesante, estaba
desparejado.
¿Qué les parece a ustedes si nos mudamos a
la terraza que está aquí al lado? La muchachita
nos va a acompañar.
¡Diablo pero este hombre sí es rápido con las
mujeres! ¿Vamos Jova?
Johanna me miró con esa mirada de cuchillo
afilado, apretando notoriamente las mandíbulas,
pero al fin accedió.
- ¡Hola, soy José!
- ¡Hola, soy Elizabeth!
- ¡Mucho gusto, Wilfredo!
- ¡Johanna, un placer!
Entramos con Elizabeth, y enseguida nos
prepararon una mesa con cuatro sillas. Yo la
invité a sentarse, y luego me senté a su lado.
Johanna se sentó frente a mí, y Wilfredo frente a
Elizabeth.
Wilfredo pidió dos cervezas, y Johanna un
ciclón.
- ¡Esa que está como cajera es mi mamá!
- ¡Se ve joven! ¿Me la presentas?
- ¡Sí, por qué no!
- ¡Hola, señora, soy José Rodríguez un
invitado de su hija!

297
Una Mujer Perfecta

- ¡Vaya que es usted un privilegiado! ¡Es un


placer conocerle, mi nombre es Sonia
Méndez, a sus órdenes, disfrute usted la
estancia!
- ¡Tiene usted una hija muy linda, y atenta!
- ¡Gracias, herencia de familia, y perdone la
inmodestia!
No tuve más remedio que sonreír. De regreso
a la mesa, ella me invitó a bailar, acepté, primero
advirtiéndole sobre mi inexperiencia, y me
respondió: “A nadar se aprende nadando, a bailar
se aprende bailando”.
- ¡Eres buena en esto!
- ¡La experiencia de los años!
- ¿Qué edad tienes?
- 17, ¿Y tú?
- 30, ¡Soy un viejito para ti!
- ¡El amor no tiene edad, deberías saberlo!
- ¡Lo sabía, pero lo había olvidado!
- ¡Déjame decirte que tú no bailas mal, eres
delicado!
- ¿A qué te refieres?
- Me refiero a que me tocas suavemente, no
como la mayoría de los hombres cuando
no saben bailar, que llevan a una al trote.
- ¡Ah, es que ese es mi estilo! Dicen que el
estilo es el hombre.
- ¿De dónde eres?

298
José A. Rodríguez N.

- Soy de Santo Domingo, pero trabajo en


Baní.
- Yo soy de aquí, pero vivo en Santo
Domingo.
- ¿Con quien vives allá?
- Comparto una pensión de estudiante con
una compañera, estudio Arquitectura en la
U.A.S.D.
- ¡Óyeme, Elizabeth, mi amigo te va a pedir
que nos acompañes a HIGUEY, por favor,
no aceptes, bajo ninguna circunstancia!
- ¿Y por qué habría yo de aceptar si apenas
acabo de conocerlos?
- Él dice que conoce a tu madre y a tu tío,
que son amigos de confianza, él dice que
puede conseguir que te den permiso,
siempre y cuando tú aceptes.
- ¡Ah, sí! Ahora que lo pienso... Sí, él es
amigo de mami, y de tío Pedrín. Lo que
pasa es que hacía tiempo que no venía por
aquí. ¿Y por qué no quieres que acepte la
invitación, es que no te gusto?
- ¡No, no es eso, yo tendría que estar mal
del juicio para que no me gustaras, eres
una cosita lindísima! Lo que sucede es que,
quiero deshacerme de ellos y llegar a mi
casa. Estoy súper cansado y no entiendo
por qué están ellos tratando de
retenerme.
Además, estoy tan cansado que no podría
disfrutar de tu compañía a plenitud y yo quiero

299
Una Mujer Perfecta
estar lo mejor de lo mejor para cuando salgamos
juntos. ¡Mira, lo mejor será que nos demos los
números telefónicos y nos comuniquemos luego!
¿Qué te parece?
- Está bien, cuando lleguemos a la mesa.
Volvimos a la mesa, saqué la cartera y le di mi
tarjeta, luego saqué otra y anoté sus números,
tanto el de aquí como el de Santo domingo.
Conforme al plan de Wilfredo, Johanna me
sacó a bailar para él quedarse a convencer a
Elizabeth.
Johanna estaba muy molesta:
¡Ves lo que te digo, ahí estás haciéndolo de
nuevo, eres un maldito!
¡Pero no estoy haciendo nada, a quien se le
ocurrió esa loca idea fue a Wilfredo!
¡O.k, pero si ella acepta no es con Wilfredo
con quien se va a acostar, es contigo!
¡Despreocúpate, ella no aceptará!
¿Cómo los sabes?
¡Ya le advertí y le pedí que bajo ninguna
circunstancia acepte!
Para mi sorpresa, cuando volvimos a la mesa,
Wilfredo casi había convencido a Elizabeth para
que nos acompañara. Elizabeth estaba
demasiado alegre y me miraba con ojos
chispeantes.
- José, Elizabeth se va con nosotros para
Higuey, y de ahí para Santo domingo. De
todas maneras ella tiene que estar allá

300
José A. Rodríguez N.
mañana temprano, pues tiene clases en la
universidad.
- ¿Es eso cierto, Elizabeth?
- ¡Bueno, yo le dije que iba a consultarlo con
mami primero!
Se paró de la mesa y se dirigió hacia donde
estaba su madre, habló con ella y la madre
movió la cabeza en señal de negación.
-Mami dice que te tiene toda la confianza del
mundo, Wilfredo, pero sucede que soy la única
que logra arrancarle el dinero a mi papá y por
eso debo quedarme, porque él viene esta noche
para acá. ¡De no haber sido por eso...! Este
caballero me parece más que interesante, este
paseíto me habría permitido conocerlo mejor,
pero lamentablemente tendrá que ser en otra
ocasión.
¡Al fin salimos de Boca de Chavón!
El camino de salida a la auto pista era
pedregoso y Wilfredo se quedaba dormido al
volante. Tuve que hacerme cargo del guía
nuevamente. Johanna dormía en el asiento
trasero. Nos detuvimos y cambiamos de lugar.
Wilfredo se quedó dormido.
Se despertó cuando llegamos a la intersección
con la autopista.
¡José, reduce, hay un policía acotao!
¡Sí, ya lo vi!
¡Ten cuidado con la guagua!
¿Qué guagua?
¡Frena coño, vas a chocar con la guagua!

301
Una Mujer Perfecta
¡No veo ninguna guagua!
(¡¡Pumm!!)
¡Coño, te lo dije!
¡Anda pal diablo, yo pensé que era del otro
lado, por eso no me metí y preferí chocar con
esta que está parada y era menos peligrosa!
¡O.k, desmóntate y no hables nada, yo
resuelvo!
Se enganchó la pistola y salió. El chofer y el
cobrador del auto bus salieron con rostros y
palabras agresivas: ¡Déjame hablar con el
conductor!
¡Yo soy el dueño de la jeepeta, hablen
conmigo!
¡Pero era él quien venía manejando!
¡Sí, pero yo soy quien responde por él y por
mi vehículo! Soy el teniente Mercedes del
departamento de robos de la P.N.
¡O.k oficial, usted conoce el procedimiento!
¡Claro que lo conozco! Vamos a poner la
querella en el puesto policial más cercano y que
el seguro pague.
¡Pero teniente, hay que ir tan lejos! Usted
sabe como es eso del seguro... ¿Por qué no nos
resuelve con $ 1,000.00 y dejamos eso así?
¡Pero tú tá loco mi hijo! Eso se resuelve con
un cuartillo de pintura. ¡Ese bumper es el diablo!
El problema lo voy a tener que resolver yo en el
taller, con ese abollao.
Cojan $ 300.00, compren un cuartillo de
pintura de $ 200.00 y se economizan los cien.

302
José A. Rodríguez N.
¡Pero eso no alcanza para nada!
¡Bueno, mis hijos, eso es lo que hay!
¡Tá bien teniente, hoy por mi mañana por ti,
marineros somos y en el mar andamos,
cuídeseme mucho!
¡Adiós mis hijos!
Llegamos a Higuey, entramos a contemplar la
impresionante arquitectura de la Basílica Nuestra
Señora De La Altagracia. Luego de una breve
discusión entre Wilfredo y Johanna acerca de por
qué él no cree en los sacerdotes y por qué jamás
se confesaría, tomamos el camino de regreso a
Santo domingo. Wilfredo tomó el camino por
dentro, para regresar, es decir, nos fuimos por El
Seibo. De regreso Wilfredo y Johanna reiniciaron
sus dimes y diretes, el tema en debate era que,
¿Quién era el culpable de la infelicidad de mi
matrimonio, yo o Aracelys? Johanna me defendía
apasionadamente, mientras que Wilfredo insistía
en que yo debía presentar mis propios
argumentos.
¿Para qué? – le dije – tú tienes tus criterios
demasiado arraigados, yo los respeto aunque no
los comparta. ¡Ay, Dios mío, pero que hombre tan
mamita! Y Johanna repostó con un cartapacio de
palabras, yo la miré fijamente como queriendo
advertirle que no echara más leña al fuego, ella
me respondió con una leve sonrisa como
diciendo: “¡No te preocupes, sé muy bien lo que
estoy haciendo!” Los dejé envueltos en su
discusión y me trasladé al recuerdo de aquella
tarde en que Johanna me preguntó: ¿Cómo es
que hay situaciones y lugares que nos resultan
familiares sin haberlos visto antes? ¿Existe la

303
Una Mujer Perfecta
reencarnación? No, eso no existe. Existe un
género comparativo del cerebro, la situación o el
lugar te resultan familiares, pero si pudieras
verlos como en dos fotografías separadas te
darías cuenta de las muchas diferencias. Este
género funciona siempre que conocemos a una
persona… En seguida nos formamos un juicio
sobre ella: ¡Qué chévere es fulano! ¡Qué
antipático es el vecino! ¡Diablo sí José, eso es
exactamente así! Bueno, ni tan exacto porque
ese primer juicio es muy somero; cuantas veces
no tiene uno que retractarse y decir: “y yo que
pensaba que fulanito era mala gente” O.k, pero si
uno se fija bien en los detalles puede formarse
un juicio muy preciso. ¡Ah, sí! ¿Es así cómo te
adentras en la intimidad de las personas? Debes
respetar ese territorio privativo. Es peligroso
profundizar demasiado en la interioridad de las
personas. ¿Por qué? Porque puedes estar
interfiriendo con su libre albedrío y eso hasta
Dios mismo lo respeta. Entonces nos quedamos
mirando fijamente a los ojos. Ambos sabíamos
que era extremadamente peligroso tenernos de
enemigos.
Cuando llegamos a Santo Domingo, a Wilfredo
se le metió en la cabeza el querer llevarme hasta
mi casa, dizque para conocer a mi esposa. No sé
cómo logramos convencerlo de lo desafortunado
de esta idea.
¡Al fin se marcharon! Yo tomé un taxi hacia mi
casa.

304
José A. Rodríguez N.

“Sabio es el que ha visto la calamidad


y procede a ocultarse”
-El libro de los Proverbios-

XXXII

El sábado del fin de semana siguiente, estaba


yo jugando ajedrez con los muchachos en casa
de Sergio, cuando sonó mi celular:
¡Alóu, buenas!
¡Alóu, José, es Wilfredo! ¿En qué tú estás?
¡Hola Wilfredo, cómo estás! Estoy aquí con
unos amigos ajedrecistas, estamos jugando en
casa de un amigo y estamos haciendo un
Sancocho.
¡Qué bien! Jova está aquí conmigo y me dijo
que te llamara a ver si querías irte de bonche con
nosotros. Si quieres puedes llamar a tu amiguita.
Bueno, para salir con Ligia hay que
programarlo como con dos semanas de
antelación, de todas maneras no voy a poder ir
con ustedes porque estamos celebrando el
regreso de uno de los miembros del equipo y
estoy seguro de que no me dejarán salir.
¿Quién es el anfitrión?
Es un amigo mío llamado Sergio, es el dueño
de la casa.

305
Una Mujer Perfecta
¿Podrías ponérmelo, por favor?
¡O.k, espera un momento, voy a llamarlo a la
cocina!
(Yo Ya le había comentado a Sergio sobre la
odisea del pasado fin de semana y él me había
aconsejado encarecidamente que no volviera a
juntarme con ese dúo de retorcidos: “Mira José,
ese tipo es lo suficientemente maduro como para
darse cuenta de que esa carajita lo está
utilizando a él para llegar a ti, él se deja utilizar
porque algún beneficio está sacando, y tú bien
que puedes imaginarte cual es.
Cuando este tipo se canse del jueguito, puede
ponerse celoso y querer a la tipa sólo para él, y
podría hasta matarlos a ustedes dos. Así que no
vuelvas a juntarte con ellos, ni con ninguno de
los dos por separado. Hay demasiados locos por
ahí sueltos”)
¡Alóu, buenas, Sí!, soy Sergio, mucho gusto.
Uff, hace más de quince años que nos
conocemos. No, no queremos dejarlo ir, él es el
alma de la fiesta. Todos queremos ganarle a él.
No, no es que no queramos invitarlos a ustedes,
es que es una reunión de amigos del equipo
solamente, hasta a las esposas las hemos dejado
fuera. A la mía tuve que mandarla a casa de su
mamá, pero lo que podemos hacer es invitarlos a
ustedes cualquier día de estos, cuando el
momento no sea tan privado como este.
¡José, quieren hablarte!
¡Bueno José, tá bien nos sacaste los pies!
¡No Wilfredo no es eso, es justamente como
Sergio te explicó!

306
José A. Rodríguez N.
Tendremos que cancelar para otra ocasión.
¡O.k, adiós!
¡Adiós, y me despides de Jova, por favor!
(¿Tú ves lo que te dije el lunes por la noche,
cuando me contaste sobre esa vaina? ¡Eso es ella
que lo hostiga para que él te llame! No te prestes
para esa vaina. Lo más traicionero y
peligroso son las emociones humanas, no
es todo el mundo que puede mantener el
equilibrio en esa vaina, hay que ser muy buen
ajedrecista para eso, y esos dos me parecen
unos chambones, así que deshazte de ellos)

¡Alóu, buenas!
¡Hola! ¿Cómo estás?
¡Muy bien! ¿Y tú?
¡Bien gracias!
Y... ¿Quién me habla?
Soy Elizabeth, ¿Me recuerdas?
¿Elizabeth la de BOCA DE CHAVÓN?
¡Sí, esa misma!
¡Hola cosita linda! ¿Cómo anda tu vida, cómo
está tu madre?
Ella está bien. Mi vida... Sigo en la misma
rutina: paso la semana entera estudiando en

307
Una Mujer Perfecta
Santo domingo y el fin de semana me voy para
Boca de Chavón.
¿Puedes variar esa rutina para este fin de
semana?
¿Qué tienes en mente?
¡No sé, vernos para charlar un poco! ¿Qué
opinas?
De acuerdo, ¿Dónde y a qué hora nos vemos?
¡No sé, sugiéreme un buen lugar!
¿Qué te parece MacDonald en la Gómez con
José Contreras?
¡Perfecto! ¿El día y la hora?
Próximo sábado a las 7:00 p.m.
¡Allí estaré sin falta, gracias por llamar!
¡Adiós!
¡Bye cosa bella!

Creo que la suerte de un hombre con las


mujeres es algo cambiante.
¿A qué te refieres?
Me refiero a que hay un tiempo en que nos va
bien con las chicas y hay un tiempo oscuro donde
ninguna se fija en nosotros.
¿Y en qué loop estás ahora?
¿En que qué?

308
José A. Rodríguez N.
Quiero decir que si sientes que estás en la
etapa de arriba o la de abajo.
¡Ah, loop! ¿Hablas Inglés?
Un poquito. Pero ese es un término que
usamos mucho en Estadísticas.
Bueno, creo que estoy en la longitud de onda
positiva, en la de arriba. ¡Mira nada más la cosita
tan bella que aceptó salir conmigo está noche!
¡Gracias, eres un galán!
Bueno, solo cuando se trata de chicas lindas,
a las feas les doy trato normal, casi seco, para
que no vayan a encariñarse.
¡Ya lo creo! Y, dime, ¿Lograste deshacerte de
tus queridos amigos aquella tarde?
¡Ay, ni lo menciones! ¡Pasé las de Caín con
esas gentes! ¡Dios mío que gente que discute por
disparates!
¡Sí, ella estaba muy molesta y se puso peor
cuando yo aparecí!
¿Lo notaste?
¡Desde luego que sí, saltaba a la vista que
estaba celosa de mí! ¡Y no precisamente por el
viejo!
¿A cuál de los dos viejos te refieres?
¡Tú no eres viejo! ¡Me refiero al otro!
¿Al otro viejo?
¡Vamos, deja eso!
¡No, solo bromeo!

309
Una Mujer Perfecta
¡Eres divertido, eso es clave para el éxito con
las chicas!
¡Gracias, pero solo soy así de suelto con las
chicas bonitas!
¿Eres tímido con las feas?
¡Sí, mucho! ¡Jajajajajaja!
¡Eres terrible!
Dime una cosa...
¿Qué?
¿Cómo es que Wilfredo estuvo a punto de
convencerte para que te fueras con nosotros a
Higuey? ¿No entendiste lo que te dije?
¡Claro que te entendí, y muy bien! No querías
seguir en andaderas porque estabas cansado y
ellos estaban tratando de retenerte ¿No es así?
¡Sí, así es!
¿Entonces no sabes todavía por qué te tenían
secuestrado?
¡Jajajajaja! ¡Esos son los términos que utilizó
Wilfredo!
¡Sí, son sus propias palabras las que te estoy
citando! En cuanto la Johanna te sacó a bailar él
me explicó toda la trama.
¿Qué te dijo?
Me dijo que la carajita taba afisiá de ti.
¿Te dijo eso?
¡Sí! ¿Y tú, qué pito tocas? –Le Pregunté– Me
dijo que ella y tú habían sido amigos desde hacía
muchos años y que desde niña se había

310
José A. Rodríguez N.
obsesionado contigo. Pero que tú nunca te fijaste
en ella. Ella estaba tan frustrada, la pobre, que
se conformaba hasta con un hombre que se
pareciera un poquito a ti. Él era ese hombre,
según ella.
¡No veo en que nos parecemos Wilfredo y yo,
a no ser porque tenemos la nariz en el centro, un
poco más abajo de los ojos!
¡Jijijiji! Bueno. El trato entre ellos era que,
debido a que tú no te la llevabas, él la iba a
ayudar a conquistarte.
¿Y él, que ganaba con eso?
Su cuerpo, ella se repartiría para los dos.
¡Diablo, qué enredo! ¡Un triángulo amoroso,
de esos que resultan peligrosos!
El asunto es que en cuanto ustedes se
conocieron el empezó con su plan para hacer que
te fijaras en ella y te dieras cuenta de que ella
taba por ti, así cumplía con su parte y ella tendría
entonces que entregarse a él. Pero las cosas iban
resultando para él, mejor de lo que se había
esperado.
¿Por qué?
Porque tú, no solo no mostrabas ningún
interés en ella, sino que además estabas
luchando para que ella se quedara con él. ¡Todo
esto era un enredo de telenovelas que yo no
quería perderme! Sucedió entonces que ella se
disgustó mucho al considerar que el plan que él
llevaba a cabo no era correcto y que él no hacía
las cosas como ella le decía.

311
Una Mujer Perfecta
¡Ah, ahora entiendo el por qué de las
continuas discusiones! Pero él me decía que ella
estaba así era por Neudys.
¿Neudys, quién es ese?
Es el más reciente (ex) marido de Johanna.
¿Es decir que ha habido otros?
¡Varios muchos!
¡Diablo que tipa tan Verduga! ¡Sígueme
diciendo!
¡Cómo que te siga diciendo, sígueme diciendo
tú!
¡Ya, eso fue todo lo que él me contó! ¡Ah,
espera, hay otra cosa! El no te iba a sacar el
guante hasta lograr que te enamoraras de
Johanna, pero al final de la tarde del sábado
ocurrió otro puntazo a favor de Wilfredo: Tú los
llevaste a ellos a conocer a una amiguita tuya y
se fueron los cuatro de paseo y tú empezaste a
comerte a la amiguita justo ante los ojos de
Johanna. Eso fue como matarle el gallo a ella
entre la funda. Ella tenía tanta amargura que le
dijo a Wilfredo que dejaran eso así, que ya ella no
quería sufrir más, que se iba a morir. Entonces
Wilfredo te utilizó para hacerla salir de la casa de
su hermana. Cuando eso sucedió él estaba
seguro de que ella no tendría más remedio que
quedarse con él. El plan le estaba resultando a
pedir de boca, y todavía mejor cuando al otro día
él empezó a interrogarte y tú empezaste a
decirles cómo, y cuantas veces se cogieron tú y
tu amiguita. Era para que Johanna se cayera
muerta o te llegara a odiar de una buena vez. Y
para colmo... ¡Aparezco yo! Ahí sí que se

312
José A. Rodríguez N.
acababan las esperanzas para Johanna. Por eso
él me insistía en que los acompañara y que me
quedara contigo toda la noche si era posible. Él
cubriría todos los gastos, si era necesario. Todo
me resultaba intrigante, además debo confesar
que me caíste muy bien desde el primer
momento. Y, más aun cuando me sugeriste que
no aceptara la invitación, ¡Coño, me sentí
rechazada, y eso no lo puedo soportar! ¡Tengo un
orgullo que salvar!
¡Sí, pero ya te había explicado la razón! Es
que no tenía ya más energías para seguir en ese
trote. Así no podía responder como un macho
responsable, aunque tu fueras una princesita.
Bueno, yo lo tomé por donde me convino, me
dije que tú me rechazabas porque no sabías nada
de lo que estaba sucediendo y que como no
tenías ningún interés en ella, lo aconsejable era
que te quedaras conmigo. Así que estaba
dispuesta a irme con ustedes para Higuey y de
ahí para Santo Domingo. Pero el asunto del
dinero que tenía que arrancarle al tacañón de
papi, me hicieron parar en seco.
¿No fue que tu mamá te prohibió que fueras?
No, mi mamá tiene una vista de águila para
los hombres, ella me dijo: Ese tipo, te aseguro
que sería el ideal para ti. Pero debes decidirte,
pues si te vas ahora yo no podré convencer a tu
papá de que te deje los chelitos, y yo no tengo
nada para darte este mes, así que lo mejor es
que lo dejes ir y lo llamas después.
¡Ah, yo pensé que tu mamá te había dicho
que no fueras!

313
Una Mujer Perfecta
Si ella hubiera notado algo raro y no hubiera
sido amiga de Wilfredo, de una vez me habría
dicho que no. Pero ella lo vio todo con buenos
ojos y, como siempre, estaba en lo cierto.
¿Entonces tú no sabías que Johanna estaba
enamorada de ti?
¡Claro que lo sabía, pero me hacía el tonto! Ya
no estaba interesado en ella.
¡Es decir que antes sí estabas interesado!
Sí, pero ese interés me duro muy poco.
¿Y por qué ella no te aprovechó en ese
tiempo?
Es una larga historia mi amor.
¡Pues soy toda oídos y tengo todo el tiempo
del mundo!
¡Jajá jajá! ¡No; Te lo digo en serio! Es una
historia larga, hasta estoy escribiendo un libro
sobre esta historia.
¡Ah, cierto, eso me dijo Wilfredo, también!
¿Qué te dijo?
Me dijo que tú tenías a Johanna impresionada
con tus dotes de escritor, y que hasta le estabas
escribiendo un libro. Que ella solo estaba
encaprichada contigo, que te admiraba mucho,
pero que eso no era amor.
¿Y tú, qué opinas?
¿Qué opino sobre qué?
Sobre todo este embrollo.
¡Ah, yo opino que cada quien escoge lo que le
gusta y cree que le conviene! Ella te admira o

314
José A. Rodríguez N.
está encariñada contigo y cree que sería feliz
contigo, eso es amor o una forma de amor, según
mi entendimiento. ¿Tú qué opinas?
Opino que debes conocer toda la historia.
¿Y cómo será eso si tú no me la cuentas?
¡Déjame terminar el libro, después te envío
una copia!
¡De acuerdo, espero que sea pronto eso!

¡Conque usted es el famoso José A. Rodríguez!


¡No sé por qué, pero esas palabras me
parecen conocidas! ¿Usted es Roselyn?
Sí, pero mis amigos me dicen Rosy. ¡Entonces
usted es el gran amor de Johanna!
Eso es mucho decir, pues han sido muchos los
amores que ha tenido ella.
¡Mi hermanita es una diabla! ¡Eso es herencia
de familia!
¡¿ Ah, sí...?!
Sí, pero ninguna como ella en la familia. Y,
dígame, ¿Cómo van las cosas entre ustedes?
Ni bien ni mal, yo no he vuelto a verla desde
aquellos dos días fatídicos que no quiero
recordar.
¿La vez que se juntaron usted y Wilfredo?

315
Una Mujer Perfecta
¡Sí, así es! Se ve que usted está muy bien
informada.
Ella me ha contado todo con lujo de detalles.
La verdad es que fue una verdadera osadía de
parte de ella juntar a dos hombres que estaban
por ella, esa es la ruta más directa para que dos
hombres se maten, y hasta para que la maten a
ella, ¡Dios no lo permita!
Entonces usted es bailarina en un night club
en Panamá, ¿Cierto?
¡Así es, parece que a usted le ha informado
bien acerca de mí!
¡Cierto, conozco algunas cositas como por
ejemplo, la mermelada que usted gusta
embarrarse allá abajo en su rosa de fuego, para
que el amante vaya por ella hasta lo más
profundo, pero lo que no me habían dicho es que
el parecido físico entre usted y Jova era tan
grande, con la excepción de que usted es mucho
más alta, parecen hermanas gemelas!
¡Aha, hahaha, hasta eso de la mermelada le
ha contada la Jova! Además de ser las que más
nos parecemos, somos las que mejor nos
llevamos. Y ni aun a mí me hace mucho caso la
mangrina. Esa muchachita es terrible, mire que
en cuanto llegué al país me dijo que lo iba a
llamar a usted para ver si nos juntaba.
¿Y qué pretende con eso?
Quiere reavivar la pasión de usted hacia ella
por medio del parecido que hay entre nosotras.
No quiere que la llama de ese amor se apague.
¡De eso no quedan ya ni las cenizas! ¿Y por
qué no viene ella en persona?

316
José A. Rodríguez N.
La vida de ella se le ha tornado un poco
complicada, el maldito calvo no le saca ni pie ni
pisá. Ese tipo se cree el dueño de ella. No puede
salir a ningún sitio si no es con él. Es cierto que le
ha amueblado una casa en Las Caobas, en un
solarcito apartado y muy bonito, pero la tiene
encerrada, literalmente encerrada. Mi pobre
hermanita es una prisionera. Las pocas veces
que ha logrado escaparse él la persigue, como si
se tratara de una prófuga de la justicia. Él mueve
sus contactos en el departamento de robos de la
policía y en pocos días la ubica. Ella dice que ya
no aguanta más vivir como una fugitiva. ¡Ese
desgraciado cuando la agarra la mata a golpes!
¡Quisiera yo que lo mataran de una buena vez, a
ese hijo e la gran puta, abusador!
¿Es decir que la reunión nuestra ha sido todo
un plan de Johanna?
¡Así es! Aunque le digo, yo estaba más que
deseosa de conocerlo.
¿Y eso por qué?
¡No se ponga tenso con lo que voy a hacer...!
La terraza estaba oscura y estábamos en una
mesa apartada, aparentemente nadie nos veía.
Era ese el sitio favorito mío y de Johanna. Ella
tomó mi mano para que la acariciara y empezó a
recorrerse el rostro con mi mano, suavemente,
luego sus redondos y voluptuosos senos, la
sentía como una reminiscencia de Johanna.
Luego hasta su sexo, y lo sentí voluminoso como
el de Johanna cuando estaba excitada.
¡Tócame suave papi, cógeme, soy tuya!

317
Una Mujer Perfecta
Y se bajo la blusa dejando sus pechos al
desgaire.
¡Ven acá, cógeme y disfrútame, mi vida,
hazme gozar, papi! ¡Dame esa cosa, ay, qué
grande, papi, por eso mi hermanita anda loca por
ti!
Estaba suspirando y gimiendo mientras
chupaba mi cosa, cuando de pronto me di cuenta
de que estaba cayendo en una trampa.
¡Hey, aguarda un momento!
¿Qué te pasa mi vida?
¡Pero si acabamos de conocernos! ¿Cómo es
posible que vayamos a cogernos así de rápido!
¡Hehehehehe! ¡Tienes toda la razón, estuve a
punto de entramparte! Quería comprobar toda
esa Mierda que me dijo Jova de que tú eres un
tipo diferente y de que a ti no se te domina por
ahí, como a la mayoría de los hombres. Estuviste
a punto de caer. Te soy sincera, estoy
sorprendida, eres el primero capaz de resistirme
cuando ya habíamos llegado hasta este punto.
¡Por poquito me atrapas fuera de base, pero
enseguida recordé que eres una actriz!
¿Actriz? ¡No, soy bailarina!
¡Bueno, para eso se necesita tener ciertas
dotes de actriz; debes fingir que sientes lo que
no sientes!
¡Bueno, tienes razón en cierta forma!
¿Y todo ese teatro que haces es ensayado?

318
José A. Rodríguez N.
¡No, Jejejeje, son cosas que se me ocurren en
el momento! Y siempre me habían dado
resultado, hasta hoy.
¿Y eso era parte del plan de Jova?
Bueno, en cierto modo, porque ella estaba
segura de que yo no podría seducirte. El trato era
que si yo lo lograba entonces, ya eras mío.
¿Y si no lo lograbas?
Entonces yo habría cumplido con avivar en ti
el recuerdo.
¡En eso no se equivocaron, ustedes son
idénticas!
¿Es decir que todavía sientes algo por Jova?
¡Claro, Jova es el amor de mi vida! Pero no
puedo aceptarla con esos vicios que tiene de
“amar” tanto a los hombres.
¡Diablo, ustedes tienen que estar locos para
seguir queriéndose después de tantos arrebatos!
¡Así es la vida!
¿Es cierto que también tú y Neudys se
juntaron y que estuvieron a punto de matarse
por ella?
¡Bueno, eso no es del todo cierto! Neudys
descubrió el doble juego de Johanna y decidió
enfrentarla. Pero él la conoce bien y sabía de lo
que ella es capaz, así que no creo que en ningún
momento fuera a hacerle daño. No te digo que
en un momento de rabia y de locura no
cometiera una barbaridad, pero lo que Jova le
hizo a él conmigo, es justamente lo que Jova le
había hecho a Leo con él.

319
Una Mujer Perfecta
¿Cómo sabes de eso?
El mismo Neudys me lo ha contado, casi sin
darse cuenta.
¿Es cierto que Neudys se ponía celoso cuando
veía a mi macho llevando a Johanna hasta su
casa?
Bueno, él me dijo que estaba seguro de que el
marido tuyo de aquí y Jova se agarraban. Él decía
que tú y Jova se parecían demasiado y que por
eso era muy seguro que tu marido le llevara
interés a Jova.
¿Y tú qué crees?
¡Ven acá, pero ustedes son hermanitas! ¿Por
qué me preguntas eso a mí?
¡Es que tú sabes, en estos asuntos una nunca
puede estar segura de nada!
¡Así es, en la vida sólo la muerte y los
impuestos son seguros!
¡Mira eres un tipo de alto calibre, me gustaría
volver a salir contigo alguna vez!
¡Estaré encantado, quizás podamos
conocernos mejor y me hagas un strip tease de
esos que tú sabes!
¡Claro que sí, cuando quieras y lleves ganas,
así te termino donde te dejé!
¡WOW, qué bien!
¡Déjame decirte una cosa que quizás no
sepas!
¿Qué?

320
José A. Rodríguez N.
Jova te ama, mira que te lo digo, Jova te ama,
aun a pesar de todos sus problemas. Te ama
hasta por encima de su propia vida. El maldito
calvo, celoso, cuando está borracho, dice que va
a matar a todos los hombres que han estado con
ella. Ella te ha protegido siempre, por eso él no te
menciona en ese grupo. Ella dice que prefiere
morir antes de que a ti te pase algo.

321
Una Mujer Perfecta

322
José A. Rodríguez N.

“La muerte está en la mano,


así como en la espada”
-Yamamoto Musashi-

XXXIII

¡Alóu, buenas!
¡Hola José, soy Johanna!
¡Muchacha, resucitaste!
¡Sí, pero por poco tiempo! José, antes que
nada quiero agradecerte por prestar atención a
mi llamada e ir a conocer a mi hermana Rosy,
ella quedó encantadísima contigo, te lo juro.
Sí, ella es muy agradable, la pasamos bien
chévere juntos.
¿Es verdad que fueron a Mi Estancia?
Sí. Nos tocó la misma mesa donde solíamos
sentarnos tú y yo.
¡WOW, qué romántico! ¿Hicieron el amor?
¡No, pero estuvimos cerca!
¡Sí, ella me contó, solo quería saber si me ibas
a decir la verdad!
Reaccioné a tiempo. Un poquito más y me
hubiera perdido en sus encantos. Ella es idéntica
a ti. En ese momento pensé que ella eras tú.

323
Una Mujer Perfecta
¡Sí, yo tenía la esperanza de que eso
sucediera! ¡Eso quiere decir que todavía sientes
algo por mí!
Es cierto, aunque me niego a admitirlo.
¡Al menos oírte confesarlo me sirve de
consuelo! Estoy llevando una vida peor que la de
un perro, soy una fugitiva.
Sí. Roselyn me ha contado de eso. Ya volviste
loco al pobre Wilfredo también.
Sí, y caro que lo estoy pagando. Creo que me
la están cobrando todas juntas.
¡Bueno!
¡José, necesito tu ayuda! Y perdóname, estoy
realmente apurada, mira que es la primera vez
que te molesto, estoy desesperada.
¿Para qué te soy bueno?
Me le fugué a Wilfredo de la casa. Estoy en
Santiago. Pero él ya descubrió que estoy aquí,
vino a buscarme. Tengo que irme rápido, pero no
tengo un chele, si puedes, mándame algo de
dinero.
¿Cómo cuánto?
No sabría decirte; algo para el pasaje y la
comida de hoy.
¿Un pasaje para dónde?
Para Santo Domingo.
O.k, te mandaré $700.00 ¿Está bien con eso?
Sí, bastante bien, gracias.
¡Qué bueno, porque no me alcanza para más!

324
José A. Rodríguez N.
¡Ay José, tú siempre tan gracioso, si supieras
la falta que me haces!
¿Cómo te envió el dinero?
Mándamelo por Hemisferio, es más barato.
¿En cuanto tiempo lo harás?
Unos 20 minutos, más o menos.
¡Gracias, mi amor! No te tardes, que una
amiga mía del parador me llamó y me dijo que él
anda preguntando por mí. Tengo que salir rápido
de aquí.
O.k, entonces adiós.
¡Adiós mi vida!

¡Alóu, buenas!
¡Alóu! ¿Quién me habla?
José Rodríguez.
¡Ah, hola José, soy Wilfredo! ¿Cómo estás?
Estoy sobreviviendo a duras penas. ¿Y tú?
¡Yo estoy vuelto una Mierda José, esta carajita
me tiene loco!
¿Quién, Jova?
¡Y quién más va a ser!
¡Ven acá! ¿Por qué me llamas y me preguntas
que quién habla?

325
Una Mujer Perfecta
¡Ah, es que quise saber a quién había llamado
Jova y le di a remarcado y saliste tú! ¿Está ella
contigo?
No, yo no la he vuelto a ver desde aquella vez
que andábamos los tres juntos.
¡Ah sí, desde cuando nos sacaste los pies!
¡Claro, Jejejeje, mientras yo me esté
acordando de esa vaina, no vuelvo a salir con
ustedes!
¡Diablo, qué mal agradecido tú eres! ¿Ya se te
olvidó que te diste a la amiguita, gracias a mí?
¡Bueno, eso te lo agradezco, pero el que
quieras matarme de sueño, de cansancio, de
alcohol y de choques, eso sí que no!
¡Tú eres un blandengue!
¡Bueno, soy flojo en algunas cositas, pero
duro en muchas otras!
José ¿Hablaste mucho con Jova cuando te
llamó?
Sí, hablamos como por dos horas
¿Y qué te dijo?
Me dijo que se iba, que no aguantaba más el
encierro.
¿Te dijo para dónde se iba?
No, no me dijo.
¡Mira José, voy a preguntarte algo y quiero
que seas sincero conmigo!
Dime...
¿Tú y Jova tuvieron algo?

326
José A. Rodríguez N.
¡Coño, ahí vuelves tú con esa vaina! ¿Es para
eso que me llamas?
¡No José, no quiero que te ofendas, no me
cuelgues por favor! Es que en estos días Jova
tuvo una discusión muy acalorada con su
hermana Karla y yo estaba presente. Cuando
Karla se puso furiosa, me miró y le dijo: ¿Por qué
no le dices a Wilfredo que tú y José eran
amantes? ¡Porque eres una jabladora y una
sucia, por eso!
¡Ah, entonces me estás llamando para
averiguar chismes de mujeres!
¡No José, coño, hazme el favor!
¡Discúlpame Wilfredo, es que tengo una vida
muy atareada y con muchos problemas, yo no
puedo andar ocupándome con los problemas
sentimentales tuyo y de Johanna, suficiente
tengo yo con los míos y de mi esposa!
¡Coño, pero espérate, no vayas a colgar!
¡O.k, dime!
¡Mira José, tú eres un tipo muy inteligente, y
puede ser que me estés engañando, pero a mi no
me importa esa vaina!
¡Hay muchas cosas que tú ignoras de Jova!
Ese libro que nunca acabas de escribir acerca de
la vida de ella, estoy seguro de que ni se acerca
a la verdad. Jova es un demonio, José. Tú ni te
imaginas. Yo sí puedo hablarte de ella, porque yo
la he vivido y la he sufrido. ¿Estás ahí?
¡Sí, te estoy escuchando!
Mira, el tal Fedro y el tal Neudys, son unas
pobres víctimas de las maquinaciones de ella. En

327
Una Mujer Perfecta
estos días vi al pobre Neudys borracho, como un
perro, llorando amargado en la casa de Roselyn,
pidiéndole que le buscara a Jova. Él no sabía
nada de mi, y yo estaba ahí, escuchándolo todo,
y todos me miraban asustados porque creían que
yo le iba a dar un tiro al pobre tipo. La familia
entera de Jova me tiene odio, porque ellos
piensan que soy un desgraciado. ¡Todos son unos
malditos! ¡Ellos saben a lo que se ha dedicado
esa diabla y ninguno le da un consejo que sirva!
¡Es por ser tan desgraciada y tan demonia que la
mantengo encerrada, así no sigue haciendo
daño! ¡A esa maldita hay que mantenerla
aislada, esa tipa es como la Cocaína, tú prefieres
morirte en vez de dejarla!
¿Has probado la Cocaína?
¡Dios me libre!
¿Entonces cómo sabes de sus efectos?
¡No ombe, eso es lo que me han dicho
algunos adictos! Yo sé que por más que me digan
y me juren que ustedes tuvieron algo, eso es
mentira. Yo estoy consciente de lo que te digo:
Iván, Leans, Fedro, Armando, Leo, Neudys, Yo...
Todos andamos locos, pero locos de verdad. No
es posible que tú hayas probado ese veneno y
andes por ahí vivito y coleando.
Bueno, pero si tú me estás diciendo todo esto,
entonces no estás tan loco. Lo mejor sería que te
alejes de esa arpía.
¡Qué no estoy tan loco! ¡Yo estoy que no
puedo ni comer, ni dormir cuando se me mete el
vicio de esa maldita mujer! ¡Te juro que es una
vaina demoníaca, yo le tengo pena a todos los
que han caído en sus garras! ¡Si tú estuviste con

328
José A. Rodríguez N.
ella y te zafaste, eres un asesino si no nos dices
cómo hacerlo!
¡Bueno, yo te estoy oyendo, pero me resisto a
creer una vaina como esa!
¡Pues créalo mi hermano, que se lo estoy
jurando con mi sangre! ¡Yo le he dado todo a esa
maldita: Le compré una casa con todo lo
necesario, la llevé a la mejor de mis tiendas y le
regalé unos muebles de mi propio diseño
exclusivo, unos muebles, que los vendo como por
quinientos mil pesos, contraté a una decoradora
de interiores y la puse a sus órdenes para que
ella tuviera una casa como ella la quisiera, hasta
una piscinita le hice en el jardín, y la muy hija e
la gran puta a cada rato se escapa y se va!
¡Coño, pero tú eres el hombre, el que suelta el
billete, date importancia y déjala!
¡Yo lo que soy es una pura Mierda! ¡Yo estoy
loco, loco, lo que quiero es matarla y matarme!
¡Yo no sé qué diablo es lo que esa mujer le echa
a los hombres! ¡Todos queremos matarla y a
todos nos tiene dominados!
¡Bueno, es serio el asunto!
Mira José, hay una vaina que yo no te he
dicho...
¿Qué?
Yo no sé qué es lo que hay entre tú y Jova...
¡Otra vez con esa misma vaina!
¡No José, no me cuelgues, es muy importante
lo que tengo que decirte!
¡Entonces, dime!

329
Una Mujer Perfecta
¡O.k, tá claro que tú no tienes y no quieres
tener nada con ella! Eso a mí me consta. Pero
ella es débil contigo.
¿Por qué dices eso?
Mira, la única forma en que yo lograba que
ella no se me fuera, era amenazando con matarla
o si la encontraba con otro, matarla a ella y a toa
la familia.
¡Hey, no digas esa vaina, que el diablo tienta!
¡Sí, los mato a todos, aunque después me
pegue un tiro, pero primero me doy ese gustazo!
¡Esos azarosos! Pues, como te iba diciendo, ya ni
a eso le para, a cada rato se me escapa y no me
explico cómo, no tiene llave de los candados y
sale dejándolos cerrados.
¡Pero eso es muy fácil! Ella llama por teléfono
a un cerrajero y él viene, abre los candados y le
hace una copia de las llaves.
¡Diablo, no había pensado en eso!
Bueno, lo que te quiero decir es, que a lo
único que ella le para es cuando te menciono...
¡¿Cuando me mencionas?...!
¡No te asustes, eso lo hago para que no se
escape!
¿Haces qué?
Le digo que si se va, iré a buscarte y matarte.
Que yo sé donde trabajas, que eres una víctima
fácil.
¡Diablo, no relajes así conmigo!
¡No ombe, es todo un mediante, yo sé que tú
eres un tipo de ná! ¡Pero yo quisiera que tú

330
José A. Rodríguez N.
vieras como se me arrodilla, se tira en el piso,
grita como loca, me ruega, pero con unos
lagrimones, que no, que no le haga eso, que la
mate a ella mejor, que no, que ella va a hacer
todo lo que yo le diga!
¡Diablo Wilfredo, te pasaste de jablador!
¡No José, te digo la verdad y te lo voy a
probar!
¡Pruébalo!
Mira, cuando yo la conocí, me dijo que se
había fijado en mi porque yo me parecía al amor
de su vida. Yo le dije que a lo mejor era yo. Me
respondió que el amor de su vida era su mejor
amigo, y que lo quería tanto, que no se atrevía ni
a confesarle que estaba tan enamorada de él,
porque ella no sabría que hacer si él no
correspondía a ese amor. A mí esa vaina me llegó
muy lejos, y quise saber cuáles eran las
cualidades tan excepcionales de ese tipo, para
hacer que una muchacha tan linda se enamorara
de él tan perdidamente. Ella me dijo que nos iba
a presentar, en esos días fue cuando la esposa
mía nos encontró bebiendo en un colmadón en la
avenida Venezuela. En la discusión, yo bajé de la
jeepeta y Jova se quedó dentro, cuando vine a
darme cuenta de que ella se iba ya había
llamado un taxi. La esposa mía sufre del corazón
y estaba tan alterada que me dio miedo, así que
la monté en la jeepeta y la llevé a casa. Con el
ajetreo y con tantos problemas, fue al otro día
por la noche cuando vine a echar de menos la
pistola. Fui corriendo a la marquesina a ver si
todavía estaba en la cajuela. ¡Coño! ¿Dónde está
la pistola? Enseguida cogí el celular y llamé a

331
Una Mujer Perfecta
Johanna... Jova ¿Cogiste la pistola? ¡Sí, la cogí!
¿Dónde está?
La tiene mi amigo José. ¿Pero para qué diablos
te la llevaste? ¡Me iba a suicidar! ¿Y por qué?¡Te
soy sincera Wilfredo, yo quiero tanto a José que
no quiero la vida sin él! ¿Y cómo ha llegado la
pistola a manos de él? Él me la quitó cuando la
saqué de la cartera. ¿Entonces le dijiste que te
ibas a matar por él? No, no tuve el valor de
decirle, tuve miedo, le dije que era para matar a
Neudys porque él me andaba buscando para
matarme. Es por eso que me quitó la pistola,
para que no cometiera una locura. Me dijo que
así no se resuelven las cosas, que mejor pusiera
la querella en la policía. ¡Ese tipo me parece
juicioso! ¿Dónde puedo ir a buscar mi pistola?
No te preocupes, él trabaja mañana en Santo
Domingo. Yo le dije que tú pasarías a buscarla.
¿Esa conversación entre ustedes fue el
viernes anterior a conocernos?
¡Así es! ¡Ahora ya sabes que esa pistola no
era para matar a Neudys, ella se te iba a
confesar y si no le correspondías, se iba a pegar
un tiro ahí mismo enfrente de ti!
(Al escuchar esta nueva invención de Johanna,
tuve que respirar profundo, desperezarme y
pasarme varias veces la mano izquierda por la
nuca)
¡Lo que me cuentas es una historia de
telenovelas!
¡Bueno, como sea! Ahora tú entiendes por
qué yo te insistía tanto en que ella taba loca por

332
José A. Rodríguez N.
ti y casi te secuestré para que te quedaras con
nosotros. Todo era parte del plan.
¿Qué plan?
El plan que teníamos ella y yo para que te
enamoraras de ella.
¿Y tú que ibas a ganar con eso?
¡Sí yo lograba que te enamoraras de ella, ella
se me entregaría, seríamos amantes!
¡Diablo Wilfredo! ¿Y tú entraste en esa vaina?
¡Claro; Yo no tenía nada que perder! Pero el
asunto resultó mejor de lo que yo esperaba: Te
conocí y me di cuenta de que eres un tipo común
y corriente, y de que tú no tenías ningún interés
en ella, y para colmo, te comiste a la amiguita
justo enfrente de sus ojos. Fue cuando se me
ocurrió cambiar de plan, claro, sin que ella se
diera cuenta. Pero es demasiado astuta la
maldita, de una vez empezó a llevársela, por eso
las constantes discusiones entre ella y yo, porque
ella decía que yo no estaba cumpliendo con el
trato. ¡Y mira ahora como he venido a terminar,
enamorado como un loco de un maldito cuero, no
sé cómo es que hechiza a los hombres! Pero la
alegría mía es que ella sufre porque no ha
logrado conquistarte.
¡Bueno, eso fue un teatro, una historia que
ella se inventó para entramparte y hacer que tú
te enamoraras de ella! Esa mujer nunca ha
estado enamorada de nadie.
¡José, hazme caso, esa mujer sufre por ti, lo
que te digo no es relajo, ella prefiere que la
maten antes que renunciar a ti!

333
Una Mujer Perfecta
¡Bueno, yo digo como dices tú de la cocaína:
¡Que Dios me libre!
¡Ah, otra cosa...!
¿Qué?
¿Recuerdas lo que te dije acerca del libro,
justo cuando nos conocimos?
¿Que querías una copia?
No, ya eso no me interesa para nada. Lo que
te dije fue que le cambiaras el nombre al libro o
no se iba a vender. Ahora te lo repito y con más
fuerza, cámbiale el título, y ponle: “El cuerazo
más maldito del mundo”.
¡Jejejejeje! ¿Y crees que se venda con ese
titulazo?
¡No sé, pero ese título sí hace honor a la
verdad! Deja de soñar José... ¿A quién diablos
le cabe en la cabeza que en este mundo
pueda haber un hombre, y mucho menos,
una mujer perfecta?

¡José esta es la última vez que hablo contigo!


¿Ya no me volverás a llamar?
¡No!
¿Wilfredo te va a cortar el teléfono?
No, Wilfredo no está aquí. Él viene sólo los
fines de semana. Pero no te dije de llamar, te dije
que ya no hablaremos otra vez.

334
José A. Rodríguez N.
¿Es porque me odias?
¡Claro que no José, cómo se te ocurre!
¿Y entonces?
¡Es que estoy cansada!
¡Pues duerme un poco y me llamas cuando te
despiertes!
¡No, coño, tú siempre me enredas! ¡No es eso
lo que te quiero decir!
¡Bueno, tienes que ser más explícita!
¡Estoy cansada de llevar esta vida, no
encuentro alegría en este mundo! Antes, el día
era muy corto, había tantas cosas hermosas: La
mañana radiante, la música, la playa, los besos,
los abrazos, hacer el amor hasta quedar sin
fuerzas, luego irnos a nuestro restaurante
favorito, caminar por el malecón en el atardecer,
escuchar al viejo que cobra veinte pesos por
canciones, cantando nuestra canción fuera de
tono y muy desafinado, las flores amarillas, el
mirarnos a los ojos, el respirar el mar, la anciana
que nos vendía rosas y se lamentaba de no haber
tenido un hijo, me partía el alma, eras tú, con tus
palabras de profeta, tenías una respuesta para
todo, yo me aferraba a ti desesperadamente,
eras mi ancla, yo miraba con fe más allá de los
problemas, más allá de la tormenta, incluso, más
allá de la muerte ¿Dónde está tu aguijón, Oh,
muerte? ¿Si uno muere puede volver a vivir,
José? ¿Dónde está la verdad? ¿Dónde está el
amor? Pero yo no sabía que eras tú, fui una
imbécil, y lo negaba todo, fui una imbécil para
seguir buscando. No encuentro la forma para
hacer que me creas, no encuentro la forma de

335
Una Mujer Perfecta
escapar de mí misma, de esta visión oscura y
terrible que me asedia. Todo se hizo oscuro, los
árboles se oscurecieron después de tu partida,
una nube negra cubrió el cielo, ya no existen la
luna y las estrellas, el mar es un vacío
interminable, igual a tu recuerdo. Es demasiado
grande mi castigo, yo misma asesiné mi última
esperanza. Voy a dormir como Alfonsina, ¿Te
acuerdas José, cuando me leíste aquel poema?
“Bájame la lámpara un poco más, déjame que
duerma nodriza en paz, y si llama él no le digas
nunca que estoy, dile que Johanna no vuelve, te
me vas Johanna con tu soledad, que poemas
nuevos fuiste a buscar una luz antigua de viento
y de sal, que requiebra el alma y la está llevando
hacia allá como en sueños, dormida Johanna
vestida de mar” ¿Y mi sucio vestido, cuando me
convertiste en la niña loca del puerto, por aquel
poema de tu amigo Alejandro? ¡Yo estaba
temblando! ¡Ay si Dios me regresara a aquella
noche!
Hay solo una cosa que ahora no entiendes y
quizás sea mi culpa. ¡No sabes que era Yo quien
te buscaba, quien inventaba el universo al otro
lado del espejo! ¡Era yo buscándote en el mundo
porque me habías creado a imagen y semejanza
de ti mismo! ¡Hace tiempo que ya no soy
Johanna! ¡Aunque siga atrapada en este cuerpo,
aunque todos crean reconocerme cuando
escuchan mi voz, soy otra, he cambiado, me haz
hecho cambiar aunque ya no me creas, y aunque
te hayas cansado de todos mis pecados, aunque
no me perdones y aunque no quieras darme otra
oportunidad! ¡Mientras viva voy a pensar en ti, tú
serás mi último recuerdo!
¡Adiós, te amo!

336
José A. Rodríguez N.

§
Payén sobrevivió milagrosamente. Tres
impactos de bala: Uno le perforó el estómago,
otro el abdomen y el último, por suerte, fue
amortiguado por la gruesa hebilla de su correa
de guardia. Payén me ha contado como
sucedieron las cosas esa madrugada del día 4 de
marzo del 2001:
El día anterior Wilfredo había estado bebiendo
todo el día, desde la mañana. Había venido con
un amigo. “Se le cogió conque fuéramos a comer
mariscos para Azua. ¿Para Azua, y a buscar la
madre de quién diablos? –le dije–. Decidimos ir
hasta sombrero y los cinco cenamos en la fonda
de (no recuerdo quien) El amigo de Wilfredo se
estaba durmiendo en la silla, del jumo tan grande
que tenía. Cuando terminamos de cenar,
reposamos un rato. Wilfredo trataba de alegrar a
Jova pero ella no decía una palabra. Subimos a la
jeepeta, Jova se montó delante, como siempre, el
amigo se montó atrás conmigo y con mi esposa
Ivelisse. Cuando llegamos a mi casa en Arroyo
Hondo eran cerca de las 2:00 de la madrugada.
El amigo se había quedado dormido en la
jeepeta. Ive sacó la llave y abrió, yo entré, me
quité la pistola y la enganché, me quité la camisa
y me quedé en franela, me puse los
pantaloncitos cortos de dormir, tuve que
ponerme la correa, gracias a Dios, porque se me
caían los shorts y no encontraba las malditas
chancletas ¡Nunca me las dejan donde las
pongo! Ive se había puesto su bata de dormir y
ambos fuimos y nos sentamos en el comedor,
donde ya estaban Jova y Wilfredo con el eterno:
¡Jova camina pa tu casa! ¡Yo no voy pa ningún

337
Una Mujer Perfecta
lao! La insistencia de Wilfredo era larga y tendía,
como siempre. Ive puso la cara dura como quien
dice: ¡Vamos a ver si se alargan y nos dejan
dormir! Yo miraba mi reloj y bostezaba
hondamente, luego puse las manos encima de la
mesa y recosté la cabeza. Ive estaba frente a mí,
del otro lado, Jova estaba a mi derecha y Wilfredo
más allá, en aquella cabecera de la mesa. ¡Jova
coño, que camines pa tu casa! Ya solo
esperábamos las serias amenazas, como
siempre, para que Jova tuviera que pararse y
allantarlo, como siempre ¡Jova o caminas o te
mato! Entonces Jova, como siempre, le diría
algunas palabras de cariño: ¡¿Cómo vas a matar
al amor de tu vida?! Y luego se irían, como
siempre.
¡No entiendo qué diablos le pasó por la mente
a Jova aquella noche! Wilfredo la amenazó como
tres veces, él mismo estaba sorprendido de que
ella ni lo miraba...
¡Jova coño, no te juegues conmigo que tú no
me conoces!
¡Jova e que tú no me oyes, requete coñazo!
Jova volteó y se paró a mirar por la ventana.
¡Jova te voy a matar! Era la cuarta vez que lo
decía. Se levantó rápidamente de la silla, sacó la
pistola y fue y le dio un fuerte jalón por los
cabellos, ella seguía mirando por la ventana
hacia la noche oscura, este chin era nuevo, Ive y
yo nos pusimos de pie muy asustados, pasó un
momentito de silencio y fue cuando sobó
bruscamente la pistola, quedamos petrificados,
otros cinco segundos de silencio y le puso el
cañón a la mitad del pecho, ella seguía mirando
por la ventana abierta, luego de tres segundos le

338
José A. Rodríguez N.
hizo dos disparos, ella se desplomó
pesadamente, quise reaccionar, instintivamente
miré hacia la habitación donde estaba mi arma,
pero ya era muy tarde, me hizo tres disparos, mis
piernas no pudieron sostenerme y caí boca
arriba, mi esposa cayó con ataques de nervios
pensé que vendría a rematarme, Pero fue a
donde mi esposa había caído y le hizo dos
disparos justo a mitad del pecho. Todo me daba
vueltas, estaba a punto de perder el
conocimiento, me miraba a los ojos y noté como
si estuviera sonriendo, luego fue a donde Jova,
puso los dedos en la yugular para asegurarse de
que estuviera muerta, me parece que le hizo una
caricia.
Se fue poniendo lentamente de pie, sin dejar
de mirarla, colocó el cañón de la pistola sobre su
sien, y sin vacilación haló el gatillo”.

José A. Rodríguez N.
(BANÍ, PROVINCIA PERAVIA, 2002)

Los poemas del diario:


¡Johanna mía!

339
Una Mujer Perfecta
I
La próxima vez, Johanna mía
Temprano haremos el amor
Para luego irnos a dormir
Y levantarnos de madrugada
Con renovadas ansias
De estar juntos
Así compartiremos aquel amanecer
Caminando abrazados por la playa,
Yo no anhelo más que estar contigo
Y que jamás se muera
Esa hermosa costumbre
De regalarnos florecillas.
II

¡Qué triste es nuestro amor!


¿Verdad, Johanna?
Nuestro amor es una lágrima,
Un solitario farol
Bajo la lluvia,
Uno de esos caminitos estrechos
Perdiéndose lejano en la montaña.
Triste es nuestro amor
Como esta mano que te escribe
Por no poder tocarte cuando quiera

340
José A. Rodríguez N.
Nuestro amor es un mar
Cada vez más oscuro
¡Ay amor! ¿Qué vamos a hacer
Con nuestro amor?

III

Johanna, quiero que algún atardecer


Nos sentemos frente al mar
Como dos noviecitos a abrazarnos
Para que se ahoguen
Nuestros amorosos corazones
En la brisa,
Que nos embriaguemos
Del ruido de las olas
Comiéndonos a besos
Y que luego suceda
Lo que es inevitable.

IV

¡Tú sabes que naciste para mí, Johanna!


¡Ya basta de buscarme en otros hombres!
Solo mi paladar
Sabe de la miel

341
Una Mujer Perfecta
Que guardas en tu sexo.
Estás tan dentro de mi corazón
Que tengo miedo.
¿Sabes que este amor
Que nos deja vivir
Puede ser capaz de destruirnos?

Johanna, deja de ser ya la endurecida


Ahora eres mi amor,
La dulce, ceñida de inocencia
La pura, la intocada.
Es el himen no rasgado
Del verdadero amor
El que te cubre,
Y es solo mi falo-luz
El que ha de poseerte
¡Nuestras bodas serán sobre las nubes!

VI

Johanna, si alguna vez


Tenemos que alejarnos
Quiero verte llorar

342
José A. Rodríguez N.
Al abrazarme,
Quiero beber la sal
De tu tristeza,
Quiero mirar tus ojos
Y saber
Por lo que se ha de suicidar
Mi corazón.

VII

Johanna, tú has sabido saciarme


Ya no existen en mí
Las ansias de otro cuerpo,
Ninguna perfección como la tuya.
Las flechas que traspasan mi corazón
Son tus gemidos.
Estar lejos de ti es algo que me duele.

VIII
¡Ay, Johanna,
Princesita nocturna!
¿Qué me has hecho?
Yo era un sonámbulo feliz
Que se extasiaba
Al contemplar una gaviota

343
Una Mujer Perfecta
Suspendida en la brisa.
Has abierto un desierto
En mi garganta,
Mi sed de ti es insaciable,
Tus ojos son dos soles,
Quiero devorar
Cada uno de los gajos
De tu cuerpo.

IX

Si llueve,
Me quedaré a llorar
Por mi Johanna
Así nadie sabrá
Que estoy llorando,
Eso no es permitido
Entre los hombres,
Somos demasiado
Categóricos
Para estar pensando
En que las olas...
Si llueve,
Lloraré por nuestro amor,
Te lo prometo.

344
José A. Rodríguez N.

No sé cómo pudo Johanna


Enseñarme a contemplar mi figura
En el espejo,
Como si hubiera algo de mí
Que debiera contemplarse,
No sé cómo ha despertado
Con su piel
Las yemas de mis dedos,
Tocar su cuerpo es un ritual sagrado,
Si ella se marcha
No sé cómo podrá mi corazón...

XI

Johanna, beso las gemas ambarinas de tus


ojos,
Con el reverso de mis dedos
Recorro cada línea de tu rostro,
Estrecho tu carita
Entre mis manos,
Me entrego a contemplarte,
Te abrazo fuertemente
Sintiendo el frenesí

345
Una Mujer Perfecta
Que corre por mi cuerpo,
Pero no puedo confiar en mis sentidos,
Tengo que poseerte
Para saberte cierta.
Luego sigo despierto
Como un zombi.
¡Sabes que por ti me vuelvo loco!

XII

Nadie, mi Johanna,
Ninguno de esos hombres
Te ha tocado,
Fueron engañados por la fuerza
De huracán
De tu silueta,
Quizás creyeron verte, difusamente,
En sus oscuros sueños,
En sus soledades y egoísmo,
Yo, con mi asquerosa bondad,
Quise hacerles notar
La infinita bondad
Que significas,
Para tocarte,
Mi profunda ternura

346
José A. Rodríguez N.
Es mi secreto,
¿Los otros...?
¡Pobres seres,
Sin ojos Y sin manos!

XIII

Johanna, la mujer más hermosa,


La que reconstruyó mi paraíso,
La tierna y amorosa
Con los niños,
La que colecciona memorias
Guardando florecillas,
Es un manantial
De ternura inagotable.
Soy...
Eternamente suyo.

XIV

Si Johanna ha de venir,
Late mi corazón apresurado,
Una alegría secreta
Desborda los manantiales

347
Una Mujer Perfecta
De mi sangre,
Siento
Que se aflojan
Mis rodillas.
Si se tarda,
Cada minuto
Es un cuchillo
En mi garganta.
Cuando llega
No me queda más remedio
Que abrazarla.

XV

Johanna,
No hay nada mejor
Que estar contigo,
Me arrancas el corazón
Cuando te marchas.
Yo no pretendo ser
Como los otros
No me arrojo a tus pies
A suplicarte,
Te dejo en libertad
Para que sepas

348
José A. Rodríguez N.
Que en ningún otro
Corazón
Está tu casa.

XVI

Me prometí no amar
A una mujer
Pero Johanna es un segur
En mi garganta.
Sabe uno
Que todo es imposible
No germina la flor
Bajo la nieve.
Hay algo en su ser
De prístina inocencia,
No sabe que soy yo
Quien la ha creado
A imagen y semejanza
De mí mismo.
Cuando le hago el amor
Se cree dormida
Dentro
Del misterio irremediable
Del espejo,

349
Una Mujer Perfecta
Reflejo de su propio laberinto.
Yo fui siempre rebelde
Y me entregué a soñarla así,
Desnuda
Hasta la médula sideral
De todos los augurios,
Fui borrando las manos
De los otros,
Fui borrando
Sus nombres,
Sus memorias,
Hasta sólo quedar Yo,
El íncubo
Que devora su sexo.
Quedé como un estigma
En el fuego maldito
De sus ojos.

José A. Rodríguez N.
(SANTO DOMINGO, R.D. 30/5/2000)

350
José A. Rodríguez N.

Del Diario de Johanna:

¡Un diario, jajá jajá, me ha regalado


un diario!
¡Ay Dios mío, que ingenuo es este
tipo!
¿Pretenderá él que yo escriba mis
cosas en un diario para que él pueda
leerlas?
A toda persona que escribe un diario
deberían leerle sus derechos: “Tiene
derecho a permanecer callado, todo
lo que diga puede ser usado en su
contra”

- ¡Diablo Jova, que burlona tú eres!

351
Una Mujer Perfecta

- ¡Mira Neudys, de entre todos los


imbéciles que me han tocado, éste
es el campeón, jijijiji! Éste está
buscando amor. A éste no sólo le
sacaremos dinero, le sacaremos
hasta el alma.
- ¡Diablo Jova, tú no tienes
compasión!
- La compasión es para los
mediocres. De mí nadie tuvo
compasión y no me he muerto.
Apréndete esto: “No te entregues a
los sentimientos, si no quieres
fracasar; de los sentimientos nacen
la compasión y los
sentimentalismos y toda esa
mierda que debilita tu carácter.
- ¡Coño Jova, Yo no puedo ser como
tú!
- ¡Claro que puedes! ¿No viste el
teatro que le hicimos a este tipo?
- ¡Diablo sí, se lo ha creído por
completo! ¿Sabes que hasta me
regaló $500.00 porque estoy sin
trabajo y me voy a enganchar a la
policía?
- ¡Te digo que es el campeón de los
estúpidos! ¡Es tan bobito! Es

352
José A. Rodríguez N.

inocente, como un niño: Me cuenta


sus cosas, me muestra su diario ¡Te
imaginas, un hombre que escribe
un diario! A éste tendré que
enseñarle a ser hombre, tendré
que adoptarlo. Creo que cuando
termine con él hasta me lo va a
agradecer. Ahora, es como te digo,
presta mucha atención y aprende
de mí, esta vaina siempre da
resultado. Lo que yo hago con los
hombres tú lo puedes hacer con las
mujeres, así las ganancias serán
doble.

353
Una Mujer Perfecta

Páginas del Diario de Johanna:

O.k., todo está bajo control, bueno,


casi todo.

1).- Armando ¿Qué será de la vida de


Armando?
Lo llamaré mañana.

2).- Iván me llamó desde Puerto Rico


y me mandó
Algunos dólares.

3).- Leans me invitó para Santiago


este fin de semana.

4).- Fedro no llamó ayer, pero mandó


el cheque de este mes.

354
José A. Rodríguez N.

5).- ¿Leo? Fuera X Drogas = Peligroso.

6).- ¿Neudys? Me protege de Leo.


Además lo necesito para aprovechar
el complejo de identidad que hay
entre los hombres; pero debo darle
un escarmiento, creo que se está
volviendo a enamorar de mí, el muy
estúpido. Así no me sirve.

7).- José, el nuevo: No está encajando


bien dentro lo establecido ¡Me votó!
¡Coño!

O.k., Jova, repásalo fríamente: Él lee y


escribe libritos de poema =
Romántico
¿Romance para los hombres? = Sexo.
• Sexo.
Es ajedrecista = Piensa mucho =
peligroso (Muy peligroso)

Ajedrecista = Que juega ajedrez.

Ajedrez = Jueguito complicado que


apasiona muchísimo a los hombres y
casi nada a las mujeres.

355
Una Mujer Perfecta

• Dicen que la gente que juega


ajedrez es muy inteligente, se
creen inteligentes, quieren
demostrar que son
inteligentes. He notado que
hacen gestos y se comportan
de manera rara (Tienen
manías ¿Lo hacen a
propósito?) quizás para lucir
excéntricos.
• El ajedrez tiene demasiados
libros = ocupa demasiado
tiempo.

Bien, José:

• Sexo = Romance.
• Poesía = Romance.
• Ajedrez = Inteligente, libros,
piensa, peligroso.
• Guitarra = Alegría = Romántico
= Poesía.
• Niños = Ama y habla mucho de
sus niños, de todos los niños =
¿Amoroso? = ¿Tierno?
• Sexo = Pasión = Apasionado.

356
José A. Rodríguez N.

José = Apasionado, amoroso, tierno,


inteligente.
¿Amoroso? ¡Algo no concuerda en
este cuadro!
¡Piensa Johanna, piensa!
1).- ¿Le diste pasión? Sí, está loco por
llevarte a la cama.
2).- ¿Le diste ajedrez? Sí, muchos
problemas para que los resolviera, tú
eras el premio.

Todo iba bien ¿Por qué me votó?


¿Otra mujer? No. El estaba muy triste
cuando me despidió. ¿Le puse
demasiados problemas? No. Estuve
con él en el hotel y me dejó ir
sabiendo que lo iba a dejar plantado.
¿Por qué me dejó ir? ¡No insistió! ¡No
concuerda!

Entonces, lógicamente = Quiere sexo


pero no es lo más importante para él.
¿Qué diablos quiere? ¿Amor? ¡Sí, está
buscando amor!

1) Amor.

O.K., Busca amor.

357
Una Mujer Perfecta

Amor + Ternura + Pasión +


Inteligencia.

¿Por qué me dejó ir? ¿Por qué no


insistió?

O.K., quiere amor espontáneo. No


quiere forzar la patineta.

¡Sí, me está dejando decidir! = No es


egoísta = No es posesivo.

Me deja ir y me aconseja por mi bien


= No es rencoroso.

¿Por mi bien? ¡Se sacrifica por mí!

No cabe dudas, el mecanismo de éste


es diferente.

¿Una personalidad de amor, ternura,


entrega, sacrificio?

¡Ten cuidado Johanna, no te fíes!

¡Recuerda que el amor es una


trampa, tú lo sabes mejor que nadie!

358
José A. Rodríguez N.

¡Debes ir con cuidado, este tipo te


puede resultar extremadamente
peligroso!

Johanna M.D.

Fin

359
Una Mujer Perfecta

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ales

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