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el yesQuero

Ensayos de análisis y crítica política


www.elyesquero.blogspot.com
Nro. 182

El derecho a la tortura
Por
Rafael Rincón Patiño*

Taxi al lado oscuro (Taxi to the Dark Side, 2007) es un documental


dirigido por Alex Gibney en donde denuncia a profundidad las
prácticas de tortura del ejército norteamericano en Afganistán, Iraq y
Guantánamo; es un documental que critica la política de la
democracia estadounidense relacionada con la tortura.

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, como el


presidente de Colombia, Álvaro Uribe V., quiere cambiar un
“articulito” del ordenamiento jurídico internacional.

Uribe Vélez lo hizo y lo quiere volver a hacer en la Constitución


Política de Colombia para prolongar su mandato presidencial y
salvar, según sus palabras, a Colombia de la hecatombe y George
Bush quiere hacer el cambio pero en los Convenios de Ginebra, para
rebajar el estándar internacional de tortura y legalizar las prácticas
que desarrolla la Central de Inteligencia Americana, CIA.
Bush quiere modificar un inamovible moral de la democracia liberal,
de la cual él se considera su gendarme: la prohibición de todas las
formas de tortura, tratos crueles, inhumanos o degradantes. Bush
quiere ganar la “guerra de civilizaciones” (llamada así por Samuel
Hutington la cruzada por el petróleo), cambiando el estándar de
tortura internacional. El gobierno Bush pretende garantizar la
seguridad de sus conciudadanos torturando pasito (blandito y en voz
baja).

Su forma preferida es la Tortura del agua, la que utilizaba la


inquisición española y la misma que utilizó China en la Segunda
Guerra Mundial, y que por cierto, recibió la sanción de Estados
Unidos. Cuenta con el apoyo connivente del recién elegido
procurador general Michael Mukasey quien ha omitido pronunciarse
sobre la Tortura del agua o waterboarding.

Así como en Colombia el presidente Uribe V. juró defender la


Constitución de 1991, dijo que la reelección era por una sola vez, y
ahora, suspira con un tercer mandato, así el presidente Bush quiere
modificar la Octava Enmienda de los derechos civiles—no se
requerirá fianza excesiva, ni se impondrán multas excesivas, ni se
inflingirá castigo cruel e inusitado.— y el Artículo 3º. común de los
Convenios de Ginebra para suavizar la prohibición de la tortura.

Bush y Uribe V. son presidentes que se han hecho al monopolio de la


moral, son representantes de una “civilización” que reclama el
derecho a la tortura. Ellos son los que certifican que es tortura,
delito político, terrorismo, sedición. Así, mientras innumerables
organizaciones de derechos humanos internacionales hablan de la
crisis humanitaria en Colombia, el Departamento de Estado
norteamericano certifica como ejemplar al Gobierno colombiano que
tiene una clara alianza con sangrientas organizaciones paramilitares
(DAS, Jorge Noguera).

Los inamovibles morales, jurídicos y políticos como la dignidad


humana, la libertad, el debido proceso, el hábeas corpus dependen
de los arbitrios del presidente Bush y del presidente Uribe V.
Colombia y Estados Unidos tienen “gobiernos de hombres”, no tienen
gobiernos de leyes. Fundan su legitimidad en los niveles de
aceptación que les dan las encuestas de opinión y no en su respeto a
la ley. Los órganos de control y los tribunales de justicia son para
ellos parte de la coreografía institucional de sus decisiones.

Lo grave para Colombia es que el “gobierno de los hombres” es un


gobierno de las no garantías, es una doctrina política autoritaria que
enerva los principios constitucionales. El “gobierno de los hombres”
en Estados Unidos ha tolerado que 450 personas afganas e iraquíes
no tengan ni derecho de defensa, ni debido proceso y puedan ser
asfixiadas en las cárceles clandestinas, en Guantánamo o en Abu
Ghraib.
El Gobierno estadounidense quiere bajar el estándar internacional de
tortura, situación que también afectará a los miles de marines que
rondan el mundo y que sean capturados por sus enemigos.
El presidente Uribe V., líder del poder ejecutivo en Colombia, es
quien de forma aberrante interpreta la ley como si fuera un alto
tribunal; además, impone su hermenéutica con argucias semánticas
y con magistrados de su redil (Su secretario jurídico es hoy
magistrado de la Corte Constitucional, su viceministro de justicia es
el Fiscal General de la Nación).

El presidente Uribe V. dicta “jurisprudencia”, interpreta con


autoridad sus futuras decisiones; es un poder ejecutivo que proyecta
los fallos de exequibilidad de sus decisiones realizando “consultas
previas” para blindar sus excesos. Es un presidente que legisla y
falla de manera exorbitante. Un Presidente que espía la justicia.

El presidente Uribe V., actúa como dueño único de la moral, es él


quien califica a la guerrilla de terrorista o de buen guerrillero, a los
paramilitares de delincuentes políticos (sediciosos), a la oposición de
subversiva. Él califica a la guerrilla de mal mayor y al
paramilitarismo mal menor. Es un gobierno que dice cuál marcha
ciudadana es la de los buenos y cuál marcha ciudadana es la de los
malos.

Es un presidente que llama telefónicamente a los magistrados de las


Cortes para manifestar su extrañeza cuando sus amigos o familiares
resultan implicados en investigaciones judiciales por parapolítica. Es
un presidente que ha intimidado a los otros poderes. Un gobierno
que obstruye la justicia con asfixia presupuestal.

Los “gobiernos de los hombres” son gobiernos que viven del miedo.
Su éxito radica en la construcción del círculo vicioso miedo-
seguridad. Ellos son la causa del miedo y ellos son la seguridad.

Bajo “la sombra de Bush y Uribe” la universalidad de los derechos


quedará así: “todas las personas tienen derecho a la tortura
excepto…”

* Director de háBeas Corpus, Oficina de Derechos y Gobernabilidad.

Medellín, 11 de febrero de 2008

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