Professional Documents
Culture Documents
2014-0610U
Como ya he sealado anteriormente, el sufrimiento es parte del vivir de todo ser humano;
desde el momento de su concepcin, hasta el ltimo aliento de su existencia. Y es que el
sufrimiento nos hace madurar y dar valor a lo que es la vida misma. Es en las guerras y en
las desgracias de cualquier tipo, que los seres humanos nos volvemos ms compasivos, es
estas situaciones en donde mostramos coraje y auxiliamos con amor a nuestros
semejantes. Tomamos este tipo de actitud ante el sufrimiento, porque nuestro principal
objetivo es asegurar la continuidad de nuestra especie; es algo que nos mueve y nos une
como individuos, es parte de nuestro instinto de supervivencia como una sola especie.
Josep Antoni lvarez, en su libro sobre el sufrimiento, la muerte y la felicidad dice:
Relacionado con el tema de compartir el sufrimiento, est el hecho indiscutible de que
en el sufrimiento es cuando descubrimos los amigos de verdad. Cuando las cosas van bien
es fcil ser amigo de aquel que est a nuestro lado, pero en la adversidad, es mucho ms
difcil estar al lado del que sufre. Es cuando nos encontramos sufriendo cuando ms
necesitamos de aquellos que se llaman amigos. Su apoyo puede hacer mucho ms
llevadero nuestro sufrimiento. Sentirse acompaado cuando uno sufre es lo mejor que a
uno le puede suceder
Siendo el sufrimiento necesario para valorar la existencia y madurar como seres humanos
que compartimos este mundo, me atrevo a decir que Dios permite que el sufrimiento
exista, porque es a travs del sufrimiento que nos mostramos compasivos y amorosos, y
valoramos la vida misma.
Recordemos que Dios nos ha dado la libertad de hacer el bien o de hacer el mal, conocido
esto como libre albedro y si hacemos el mal, provocaremos sufrimiento hacia nosotros
mismos o hacia terceros. Pero a la vez, este sufrimiento revela el amor y la compasin
hacia nuestros semejantes, todo por el bien comn de lo que nos une; la continuidad de la
especie. Por esto concluyo que el sufrimiento en este mundo es provocado por el mismo
ser humano y no por Dios.