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heterognea que comenzaron a trabajar con las comunidades de las periferias urbana
s y pobladores de favelas amenazados por lasmegaobras.
Lo ms importante es que en esos grupos fue naciendo una nueva cultura poltica y de
protesta. Algunos le llaman accin directa. En todo caso est inspirada en los cuat
ro ejes mencionados, creci y se expandi por fuera de las instituciones y no tiene
vocacin de convertirse en aparato organizativo separado de la gente que lucha y s
e moviliza ni de participar en las elecciones. En una larga dcada de consenso con
sumista, lubricado por polticas sociales que congelaron la desigualdad, esa nueva
cultura se fue arraigando en los mrgenes de la accin social y desde all comenz a ex
pandirse.
En el semestre anterior a las grandes movilizaciones de junio, esos modos de hac
er consiguieron victorias en una decena de ciudades, en la resistencia a las obr
as del Mundial y en la reduccin del precio del transporte. Esa cultura pas de conv
ocar cientos a movilizar decenas de miles. Como se sabe, la represin policial y l
a prepotencia de la FIFA hicieron el resto. Cuando la gente empez a desbordar las
grandes avenidas, todo Brasil saba que las obras para el Mundial forman parte de
una reforma urbana segregacionista urdida por el capital especulativo. Luchan p
or el derecho a la ciudad que el capital les niega.
Ahora sabemos que hacia 2003, en Bahia, comenz la lenta fragua de una nueva camad
a de movimientos. Pero no debemos olvidar que todo empez por pequeos grupos de jven
es, en los mrgenes del sistema poltico y a contrapelo de lo instituido.