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| J OSÉ M ARÍA V AQUER | | Procesos Sociales Precolombinos |

significador de la complejidad del espacio doméstico en vez de cumplir un rol


prescriptivo de la conducta doméstica (Allison 1999).

Conclusiones

En la primer parte del trabajo desarrollé los conceptos principales de una


“arqueología de la práctica” que permiten acercarnos al espacio doméstico. Vimos a
continuación a través de un ejemplo etnográfico cómo los rituales llevados a cabo PROCESOS SOCIALES
durante la construcción de la casa Qaqachaka operan como una lógica práctica que
reproduce corporalmente un habitus relacionado con la cosmovisión aymara. Dentro
PREHISPÁNICOS EN EL SUR ANDINO
de este esquema, la casa cumple un rol fundamental en cuanto se sitúa en el centro de LA VIVIENDA, LA COMUNIDAD
una serie de oposiciones complementarias entre, por un lado, los principios masculinos
y femeninos, y por el otro la familia, la federación y el Estado. La complementariedad Y EL TERRITORIO
de los principios masculinos y femeninos, materializada en la casa, es para los aymara
la manera de reproducir la sociedad. Por lo tanto, la construcción de la casa se relaciona
con la continuidad y reproducción de la sociedad como un todo.
Los diferentes niveles sociales que se articulan en la construcción de la casa van
más allá de las funciones propuestas para la “unidad doméstica” por la Arqueología
Procesual. Tampoco es posible reducir sus funciones a un ámbito meramente simbólico
o de reproducción de sistemas de símbolos. Es debido a estos puntos que propongo Compilado por
descartar la noción de “unidad doméstica” como una categoría de análisis a priori, y
focalizar en las prácticas llevadas a cabo en el espacio doméstico. Axel E. Nielsen
Un enfoque basado en las prácticas asociadas al espacio doméstico ofrece varias M. Clara Rivolta
ventajas. La primera de ellas es que no limita “lo doméstico” a un espacio o tiempo Verónica Seldes
predeterminado, sino que permite acceder a la manera en que las sociedades María Magdalena Vázquez
construyen lo doméstico, tal vez articulando actividades que se desarrollan en tiempos Pablo H. Mercolli
y lugares diferentes. Para ello resulta rentable el concepto de sistemas de actividades
y de escenarios propuesto por Rapoport (1990b), y la noción de taskcape de Ingold
(1993). Otra ventaja que a mi entender posee la arqueología de la práctica es que abre
un abanico de posibilidades para entender de qué manera las actividades cotidianas
de los agentes construyen, refuerzan o cuestionan principios relacionados con la
tradición transmitidos en el habitus. Y esta pregunta cobra relevancia fundamentalmente
cuando queremos encarar problemáticas relacionadas con el cambio social. Para
decirlo de otra manera, el análisis de las prácticas y su estructuración permite entender
de qué manera el cambio social es producido, o de qué manera es experimentado
por los agentes.
Otro tema de importancia que se desprende de un análisis de las prácticas es el
rol de la cultura material en la creación de subjetividades diferentes a la occidental y
moderna (Fowler 2004). El mecanismo de incorporación propuesto por Bourdieu
que relaciona a los agentes sociales con la cultura material permite evaluar cuáles son
los principios que se enfatizan en la construcción de la subjetividad. Retomando el

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Cultura Material e Incorporación

Como ya desarrollé anteriormente, el proceso de incorporación del habitus pro-


puesto por Bourdieu (1977) es un proceso que opera principalmente en un nivel no
discursivo, es decir, a través de la relación del cuerpo de los agentes con el espacio.
De esta manera, la arqueología en tanto ciencia de la cultura material puede hacer una
contribución importante para entender la manera en que este proceso es llevado a
cabo en distintas sociedades. Pero para ello es necesario dejar de lado la noción de
“unidad doméstica” como una unidad social limitada y focalizarnos en las prácticas
llevadas a cabo en el espacio doméstico. El aporte distintivo de la arqueología en este
sentido sería proveer información sobre la conducta doméstica del pasado a partir
de su materialidad, ya que los lugares de habitación son los lugares principales de
Procesos sociales prehispánicos en el sur andino : la vivienda, la comunidad
consumo de cultura material (Allison 1999).
y el territorio / María Clara Rivolta ... [et.al.] ; dirigido por Axel E. Nielsen. -
La arqueología de la práctica, a partir de poner énfasis en los sistemas de activi-
1a ed. - Córdoba : Brujas, 2007.
dades junto con sus sistemas de escenarios (sensu Rapoport 1990b) permite recuperar
410 p. ; 25x17 cm.
la estructura de las actividades para luego ponerla en tensión en diferentes niveles de
análisis. Es en esta tensión donde pueden interpretarse algunos significados asociados
ISBN 978-987-591-106-2
a las prácticas. En este punto, coincido con Hodder (1999) en que los significados de
la cultura material son contextuales y específicos, pero el proceso de significación es
1. Historia Precolombina0. I. Rivolta, María Clara. II. Axel E. Nielsen, dir.
posterior al reconocimiento de las prácticas y su estructuración. Al reconocer los
CDD 980.012
principios que estructuran las actividades domésticas a partir de su materialidad po-
demos llegar a esbozar una interpretación y definición de “lo doméstico” que sea
© Editorial Brujas sensible a variaciones culturales, espaciales y temporales. Es necesario tener en cuenta
1 ° Edición. también que los objetos presentes en el espacio doméstico no se relacionan necesa-
Impreso en Argentina riamente con las actividades llevadas a cabo en ese espacio; y la cultura material
ISBN: 978-987-591-106-2 presente en contextos domésticos puede ser el resultado de diferentes fases en la
historia de vida de la casa (La Motta y Schiffer 1999). Por lo tanto, lo más probable
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. es que el registro sea el producto de secuencias de ocupación prolongadas, relaciona-
das con la historia del grupo que habitó el espacio y con procesos deposicionales y
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de tapa,
post deposicionales.
De todas maneras, la relación entre las actividades y sus elementos fijos y semi
puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún
fijos, junto con el escenario en el cual se desarrollan, nos pueden brindar datos sus-
medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación
tanciales para interpretar el proceso de incorporación (Bourdieu 1977, 1999) en las
o por fotocopia sin autorización previa.
sociedades del pasado. El ejemplo qaqachaka discutido anteriormente nos permite
evaluar la materialidad de este proceso, a partir de la estructuración de la cultura
material relacionada con lo doméstico en los rituales de construcción de la casa y en
Miembros de la su posterior uso de acuerdo a los mismos esquemas generativos. Es en la redundan-
CÁMARA ARGENTINA DEL LIBRO cia de la operación de la lógica práctica en diversos ámbitos donde podemos hallar
la manera de recuperarla a partir de la cultura material. El caso aymara presentado es
www.editorialbrujas.com.ar editorialbrujas@arnet.com.ar además ilustrativo en el sentido que cada movimiento y posición en el espacio tiene
un significado preciso asociado, y son las oposiciones entre los significados las que
Tel/fax: (0351) 4606044 / 4609261- Pasaje España 1485 Córdoba - Argentina.
estructuran a la cultura material. La etnografía puede ser empleada como un

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Mientras se coloca el techo, se dirigen ch´allas hacia el monte como fuente de la


madera. Existe una analogía entre el techo y los cerros y una asociación de la casa con
una persona, donde el techo corresponde a la cabeza y la paja a los cabellos. Los
Qaqachakas distinguen entre dos tipos de elementos en el techo: la madera de los
tirantes, asociada con los hombres y la paja vinculada con las mujeres. También en INDICE
esta etapa se continúa con la construcción de la casa como metáfora de tejer. Las
cuatro esquinas parecen sostener a la casa como un telar horizontal gigantesco. La Presentación ................................................................................................................ 9
viga central de la casa con sus sogas y tijerales es vista como una zona liminal entre el
cielo y la tierra, entre el cuerpo y el espíritu, y entre el interior y exterior del techo 1. José María Vaquer
considerado un cerro. De vuelta a la casa. Algunas consideraciones sobre el espacio
La división conceptual del techo en elementos de género se continúa en la división doméstico desde la arqueología de la práctica. ........................................ 11
de tareas. Las mujeres desenredan, desmarañan y amontonan la paja mientras que los
hombres construyen las paredes y colocan las vigas del techo. La paja de la cobertura 2. Adriana Callegari
del techo también es diferenciada por género. La paja de arriba y más liviana es Reproducción de la diferenciación y heterogeneidad social en
masculina, y en oposición, la paja más pesada y mezclada con barro de los aleros del el espacio doméstico del sitio Aguada Rincón del Toro (La Rioja,
techo es femenina. Argentina). ....................................................................................................... 37
Al finalizar la ceremonia de construcción, las cuñadas de la nueva ama de casa
llevan regalos de despensas de semillas en miniatura para colgarlos dentro del espacio 3. Inés Gordillo
del techo de manera que nunca falte alimento en la casa de su hermano. El último Detrás de las paredes… Arquitectura y espacios domésticos en el
paso constituye la colocación sobre la punta del techo de una olla usada quebrada área de La Rinconada (Ambato, Catamarca, Argentina). ....................... 65
dentro de la cual se encaja una cruz confeccionada con paja brava trenzada. A la olla
y a la cruz junta se las denomina el “ángel guardián” de la casa protegiéndola de las 4. Pablo J. Cruz
tempestades y los malos espíritus. Este ángel guardián se relaciona con la Virgen Hombres complejos y señores simples. Reflexiones en torno a los
María y por lo tanto posee género femenino, mientras que la cruz es de género modelos de organización social desde la arqueología del valle de
masculino. De esta manera se produce una oposición complementaria entre la pareja Ambato (Catamarca). ................................................................................... 99
divina de los cielos, la Madre Luna y el Padre Sol con la pareja del mundo de abajo,
la Tierra Santísima y el Inka. Del mismo modo y como se mencionó anteriormente, 5. Gustavo M. Rivolta y Julián Salazar
la punta del techo se asocia con una cabeza, con una calavera que tiene el poder de Los espacios domésticos y públicos del sitio “Los Cardones”
comunicarse con las voces de los muertos. (Valle de Yokavil, Provincia de Tucumán). ............................................... 123
Una vez terminado el techado, se ofrece un banquete a los participantes en el
que los hombres se sientan en el lado derecho del cuarto recién construido sobre un 6. M. Clara Rivolta
banquillo, mientras que las mujeres se sientan a la izquierda en el suelo. En este momento Las categorías de poblados en la región Omaguaca: una visión desde
se recuerdan las ch´allas a la casa, dedicadas al orden de creación de la casa en su la organización social. .................................................................................... 143
totalidad.
Arnold (1998) concluye indicando que la noción de la nueva casa como “madre
7. María Ester Albeck y María Amalia Zaburlín
nido” y su simbolismo femenino posee una función mediadora en el centro de una
Lo público y lo privado en Pueblo Viejo de Tucute. ............................. 163
serie de dualismos y oposiciones: entre la casa y el Estado o la federación mayor, en
el interior de una parentela bilateral, entre las relaciones consanguíneas y de parentesco,
8. Leonor Adán, Mauricio Uribe y Simón Urbina
entre la relación hombre y mujer, esposo y esposa y entre las mitades que conforman
Arquitectura pública y doméstica en las quebradas de Pica - Tarapacá:
el sistema de organización social dual.
asentamiento y dinámica social en el Norte Grande de Chile
(900-1450 d. C.). .............................................................................................. 183

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9. Beatriz Cremonte y Verónica I. Williams Al comenzar el ritual, se establece la primera división al separarse los hombres
La construcción social del paisaje durante la dominación Inka en el de las mujeres. Los primeros ocupan el lado derecho, mientras que las segundas el
Noroeste Argentino. ..................................................................................... 207 izquierdo. Los hombres se ubican de su lado, arriba en una banqueta confeccionada
de adobe, mientras que las mujeres se ubican del lado izquierdo más abajo directamente
10. Martín Orgaz, Anabel Feely y Norma Ratto sobre el suelo. La división de actividades por género en general también adopta este
La cerámica como expresión de los aspectos socio-políticos, esquema. Los hombres ofrecen ch´allas por separado a la pared derecha y las mujeres
económicos y rituales de la ocupación Inka en la Puna de Chaschuil a la pared izquierda. Esta división se mantiene hasta el final del ritual –la construcción
y el Valle de Fiambalá (Departamento de Tinogasta, del techo– donde hombres y mujeres entrelazan sus libaciones.
Catamarca, Argentina). ................................................................................. 237 La casa es considerada parte de la Tierra Virgen y del dominio interior debajo
del suelo, ya que los elementos constructivos son extraídos de la tierra: el barro de los
11. María del Pilar Babot adobes y la paja del techo. En consecuencia, la primera ch´alla se dirige a la Tierra
Organización social de la práctica de molienda: casos actuales y Virgen, en carácter de matriz elemental de los niveles más profundos de los cimientos,
prehispánicos del Noroeste Argentino. ..................................................... 259 donde provienen y a su tiempo volverán todas las cosas. En esta etapa se realizan
también ch´allas a los cerros pequeños que según la creencia envían los elementos
12. María C. Scattolin necesarios para la construcción.
Estilos como recursos en el Noroeste Argentino. ................................... 291 El primer paso en el proceso de construcción es colocar cuatro estacas unidas
por un hilo para marcar las cuatro esquinas. Cuando se comienza la construcción, se
13. Laura Quiroga y Verónica Puente colocan varias ofrendas en los cimientos destinadas a los aspectos telúricos de la
Imagen y percepción: iconografía de las urnas Belén. Colección Tierra Virgen consistentes en cosas crudas, cosas que se sacan de las entrañas como
Schreiter. .......................................................................................................... 323 fetos de animales, grasa y resinas vegetales. A veces se coloca en los cimientos un feto
de llama junto con ofrendas de q´uwa que se entierran en el suelo de la casa. Las
14. Diego E. Rivero esquinas son un componente vital en la construcción, ya que las mismas poseen una
¿Existieron cazadores-recolectores no igualitarios en las Sierras relación con la tierra y el linaje ancestral. Estas esquinas son consideradas de género
Centrales de Argentina? Evaluación del registro arqueológico. ............ 347 femenino, en oposición a los espíritus de los cerros que son masculinos.
Luego se procede a la colocación de piedras grandes como cimientos bajo las
15. Sebastián Pastor cuatro paredes de la casa. Estas piedras son denominadas “Inka”, relacionándolas
“Juntas y cazaderos”. Las actividades grupales y la reproducción de las con la vara del Inka e invocando su poder para que las paredes de la casa se paren.
sociedades prehispánicas de las Sierras Centrales de Argentina. ................. 361 Para ello se hace referencia al pasado mítico, a la época de los chullpas cuando las
piedras andaban moviéndose a su voluntad hasta que el Inka las detuvo con su vara1.
16. Lorena R. Sanhueza y Fernanda G. Falabella Una vez construidas las paredes y antes de colocar el techo se sacrifica un cordero
Hacia una inferencia de las relaciones sociales del Complejo Llolleo y se rocían con su sangre las cuatro esquinas. En este punto, Arnold (1998: 54) asocia
durante el Período Alfarero Temprano en Chile Central. ...................... 377 el hecho de rociar las paredes con sangre con un principio general de descendencia
andina que establece que los lazos verticales consanguíneos siguen la línea materna.
17. Andrés R. Troncoso Meléndez La sangre asocia al rito de construcción con el marcado de animales enfatizando la
Arte rupestre y microespacios en el Valle de Putaendo, Chile: entre la reproducción de matrilinajes humanos y animales.
movilidad, la visibilidad y el sentido. .......................................................... 393 En este momento del proceso, la casa se encuentra construida hasta los tirantes
del techo. La casa rectangular es percibida también como un tejido desplegado sobre
el suelo con sus dos esquinas opuestas orientadas hacia arriba en dirección a los
tirantes. La asociación con el tejido y los diseños enfatiza la concepción de la casa
como una “madre-nido de envolturas concéntricas, enteramente asignada
al género femenino” (Arnold 1998: 56).

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| ANDRÉS R. TRONCOSO MELÉNDEZ | | ARTE RUPESTRE Y MICROESPACIOS EN EL VALLE DE PUTAENDO, CHILE |

Traspasada esta concentración y la respectiva ascensión a la pequeña ladera, se


da una inflexión significativa en la producción de este espacio rupestre. Por un lado,
nos encontramos con el que corresponde al principal bloque grabado en el sitio,
soporte 22, correspondiente tanto al soporte que presenta más números de figura,
pero también al soporte que presenta un número mayor de orientaciones, abarcan-
do un amplio abanico de posibilidades de este a oeste vía dirección norte (Figura 6).
Una primera inflexión se da, por tanto, por encontrarnos ante el bloque más ARTE RUPESTRE Y MICROESPACIOS EN EL VALLE DE PUTAENDO,
complejo. Una segunda inflexión proviene de ser este un espacio micro en el que si se CHILE: ENTRE LA MOVILIDAD, LA VISIBILIDAD Y EL SENTIDO
genera una interesante concentración de bloques rocosos que juegan con una intere-
sante oposición visible/no visible, presencia/ausencia, grande/pequeño. Mientras el Andrés Troncoso M.∗
Bloque 22 es de gran tamaño y claramente visible desde múltiples espacios, el con-
junto de bloques que lo acompañan son de un tamaño muy pequeño, invisibles en El arte rupestre ha sido una de las evidencias materiales del pasado que menos
una primera mirada y que antes que aparecerse al observador, deben ser buscados. se ha visto relacionada con la comprensión de los procesos sociales del mundo
Se origina un espacio de contraste, de juegos visuales entre los bloques que no hacen prehispánico. Sea por estar etiquetada bajo el término arte, sea por la imposibilidad
más que funcionar como dispositivos que acentúan la monumentalidad del bloque de ser datada confiablemente por medio de métodos absolutos o bien, por las
22 a través de sus notables y significativas diferencias.
supuestas dificultades teórico-metodológicas que conlleva su estudio, éste ha tendido
De hecho, este espacio genera una pequeña falsa área de saturación visual. Falsa, a ser considerado un epifenómeno de la realidad social.
porque a pesar de darse un buen número de grabados y soportes, su invisibilidad Sin embargo, una serie de trabajos durante las últimas décadas han intentado
impide crear tal saturación. Se origina un espacio que podríamos denominar de comenzar a modificar tal perspectiva, dándole un mayor papel al arte rupestre en la
aglomeración rupestre y que produce un cambio en la linealidad de la movilidad, interpretación de los procesos sociales prehispánicos (p.e. Aschero 1997; Castro y
pues ahora la apreciación de los bloques requiere, por un lado, un recorrido en torno Gallardo 1995-1996; Valenzuela et al. 2004). Entre estas nuevas perspectivas de aná-
al soporte 22 para su contemplación total, pero por otro, requiere otro movimiento
lisis, sin duda alguna, una de las que más popularidad ha alcanzado es el análisis
circular para apreciar los otros bloques rocosos allí emplazados. espacial del arte rupestre y su relación con las estrategias y circuitos de movilidad de
Pero todo este proceso de inflexión se representa en el último eslabón, cual es la las poblaciones humanas (p.e. Berenguer 2004; Briones et al. 2005; Núñez 1976;
visibilidad que hay desde el soporte. Antes de llegar a este punto del sitio, encontra- Sepúlveda et al. 2005). Tal perspectiva aprovecha de buena manera una de las carac-
mos que la visibilidad zonal disponible desde cada uno de los soportes se remitía al terísticas fundamentales del arte rupestre, cual es su necesaria significación espacial en
sector este de la rinconada y al valle, en específico al área de Casa Blanca donde se cuanto materialidad inmueble que adquiere gran parte de su eficacia simbólica al
encuentran el cementerio Ancuviña El Tártaro y el sitio Casa Blanca 10. Una vez
estar inserto en una geografía substantiva.
arribado al soporte 22 la visibilidad zonal cambia, se mantiene la vista hacia el sector El caso más conocido de esta aplicación de análisis espacial a los Andes
este de la rinconada, pero ahora ya no se observa el valle y, por el contrario, se genera prehispánicos es la relación establecida entre arte rupestre y rutas de caravanas, fun-
una relación visual con el sector más oeste de la quebrada y los sitios Casa Blanca 14, cionando los primeros como marcadores de las vías de circulación de estas carava-
punto central de este espacio sagrado, y 33, punto final de este espacio (Figura 7). nas (p.e. Briones et al. 2005; Núñez 1976), dentro de circuitos regionales e
El soporte 22 actúa, por tanto como un monumento que define un umbral, un interregionales que varían con el tiempo.
quiebre en la construcción del espacio, materializado tanto en la producción de los
En el presente trabajo pretendemos abordar el análisis espacial del arte rupestre
otros soportes, en la configuración del propio bloque, en la movilidad en tal punto desde una perspectiva inversa a la anterior; antes que considerar a los bloques graba-
y en las condiciones de visibilización. Nos encontramos ahora ante el soporte más dos como indicadores de vías de circulación, proponemos su comprensión como
complejo, un espacio de alta concentración de soportes y con fuertes oposiciones y un productor, organizador y semantizador del espacio; una materialidad activa en
juegos entre ellos, un espacio de movilidad circular y no lineal, un área donde la los procesos de construcción social del espacio y de la realidad de los grupos
visibilidad elimina la panorámica de la vida cotidiana, de lo habitacional, lo diario y se prehispánicos.
transforma en una visibilidad exclusiva y única de lo rupestre, pero de lo rupestre
más significativo y nuclear en esta disposición, el sitio Casa Blanca 14. El soporte 22
Departamento de Antropología, Universidad de Chile.
*

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En particular, proponemos comprender al arte rupestre no sólo como un pro- que presenta dos caras grabadas, relacionado este hecho nuevamente con su particu-
ductor y organizador del espacio, sino también como un productor de movilidad, lar disposición en el espacio, pues el soporte se dispone en un espacio de importancia
una tecnología material que a partir de su ser-en-el-espacio incita a determinados crucial para el desplazamiento dentro del sitio, cual es la inflexión en la ruta desde una
patrones de movilidad y tránsito, por cuanto actúa como un recurso generador y orientación norte-sur a otra este-oeste. A partir de sus dos caras grabadas y su orien-
articulador de una geografía cultural. Exploramos la estrecha relación que se da entre tación, este soporte permite no sólo ser diferenciado de otros y ser visto desde la
movilidad, espacio, bloques grabados, visibilidad y figuras en la construcción de ruta de movilidad, sino que al observar sus grabados, visualmente se tiene acceso al
significados espaciales y la materialización de una cierta fenomenología del espacio y conjunto de otros bloques que se encuentran más hacia el oeste, actuando como
lo rupestre en el sector de Casa Blanca, curso medio superior del río Putaendo, V indicador del quiebre que se da en la organización de este espacio.
región, Chile central (Figura 1). Y es aquí donde la configuración del sitio adquiere aspectos particulares. Al
avanzar desde este punto hacia el oeste nos encontramos con dos hechos. Uno, que
se comienza a ascender por un sector de la ladera del cerro en el que los soportes
rocosos se aglutinan de una forma que lo diferencia con las áreas más al sur. Dos, se
ubican en este lugar representaciones antropomorfas, las cuales son posibles de ser
vistas siempre con una orientación de la mirada hacia el sur, pero desde dos sectores
de desplazamiento diferentes, como dando la posibilidad de originarse una bifurca-
ción de la ruta. No obstante esta posible bifurcación, se mantiene la orientación de
los bloques hacia la que corresponde a la ruta de desplazamiento.
Una segunda hipótesis puede esbozarse, cual es que en el ingreso a este sector, se
definiría más bien un pasadizo enmarcado por arte rupestre que encierra la movili-
dad del individuo.

Figura 1. Mapa del área de estudio. Figura 6. Soporte 22, sitio Casa Blanca 13.

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Discusión Consideraciones Teóricas

A través de este conjunto básico de rasgos visuales y de conformación de los Las posibilidades de un análisis del arte rupestre como agente activo en los
soportes de arte rupestre, sumado a las características de la visualidad disponible en procesos de construcción socio-cultural del espacio, y de su constitución como dis-
cada una de las áreas, creemos que es factible avanzar en la comprensión del arte positivo que produce e implementa ciertas estrategias de movilidad en el espacio,
rupestre desde un enfoque que combina tanto la estructura microespacial como las estrategias cargadas de sentido y significaciones, descansa en seis premisas teóricas
formas de desplazamiento y las tecnologías visuales materializadas en el sitio. básicas que constituyen los fundamentos del presente trabajo:
Desde una perspectiva de la movilidad, encontramos que los soportes por nor-
ma general se orientan hacia la quebrada, coincidentemente, este espacio correspon- 1- los sitios de arte rupestre presentan una estructuración interna lógica y cohe-
de a la ruta natural de desplazamiento para acceder hacia el interior de la rinconada y rente, relacionada con su significado y funcionalidad. Los grabados no se
distribuyen de manera aleatoria y simple por el espacio de ocupación del sitio,
a los otros soportes que se encuentran en el área, en específico, el sitio Casa Blanca sino que responden a una lógica doble, por un lado, una lógica estructural
14. La disposición de los bloques rocosos y sus caras grabadas, posibilitan que el anclada en un concepto de espacio particular a tal formación socio-cultural
individuo durante su desplazamiento en un eje sur-norte esté en todo momento (Criado 2000) y, por otro, a una lógica semántica que da cuenta del significado
siendo un observador de las producciones visuales grabadas en la roca. e intención de los bloques allí alterados por el ser humano;
Más aún, por cuanto gran parte de las rocas presentan sólo una cara grabada, 2- la distribución de los soportes en el sitio no sólo guardan relación entre ellos,
sino que también con el espacio circundante. La articulación significativa entre
podemos invertir el argumento señalando que cada roca está grabada de manera tal los bloques se da también a un segundo nivel, cual es la relación entre bloque
que pueda ser observada y aprehendida desde este espacio disponible para la movi- y espacio circundante. En cuanto expresión material anclada en un paisaje, los
lidad. Esta distribución, de una u otra manera, genera un esquema lineal de distribu- bloques rocoso se encuentran en relaciones significantes con su espacio cir-
ción de los soportes, donde ellos son observados en el recorrido, pero sin que se de cundante. En específico, se plantea que esa relación descansa sobre un dispo-
una tendencia a la construcción de lo que podríamos denominar pequeños espacios sitivo de visualidad, reproduciéndose tanto en las orientaciones de los sopor-
de múltiple observación o de captación visual de diferentes bloques rocosos. Muy tes, como en los campos visuales que ellos conllevan;
3- en cuanto producción visual, los petroglifos están hechos, entre otras cosas,
por el contrario, se da una tendencia a una baja concentración de grabados y la para ser observados por el ser humano, por lo que bajo su configuración se
disponibilidad visual de tan sólo un bloque o a lo más dos o tres, pero estos últimos definen dispositivos o estrategias de observación. En el proceso de aprehen-
casos son pocos. sión de un soporte con grabados, la observación de éste se encuentra definida
Se da, entonces, una organización lineal de baja saturación visual, linealidad por las disposiciones y orientaciones de las superficies grabadas, así como por
definidora y dependiente de la movilidad humana en tal espacio. Al estar ubicado en los tamaños de los motivos y las condiciones de luminosidad. Por lo anterior,
a través de su configuración, el arte rupestre define formas de acción especí-
la ladera de un cerro el sitio, estos dispositivos materiales de la movilidad se ajustan a ficas del ser humano, así como entrega posibles indicios o significados facti-
un determinado emplazamiento, sin sobrepasar una cota cual es la que ya requiere bles de ser aprehendidos por una persona;
una desviación de la ruta de desplazamiento para acceder a tales bloques. 4- producto de sus condiciones de observación, el arte rupestre incita a determi-
Pero en la construcción de esta linealidad estructural, se dan algunos puntos nadas estrategias de movimiento en el espacio. En su disposición en conjuntos,
clave que codifican cierta información con su complejidad. El primer punto lo cons- el arte rupestre incita de una manera u otra a ciertas estrategias de movilidad, por
tituye el soporte 8, con sus diferentes caras grabadas que apuntan en dos dirección cuanto la observación y aprehensión de los bloques grabados sólo se puede
desarrollar a través de un desplazamiento por el lugar;
básicas y que permiten incluirlo dentro del conjunto de bloques diferentes o comple- 5- la estructuración de un sitio de arte rupestre, las condiciones de observación de
jos. los soportes, así como las posibilidades de movilidad, se conjugan tanto para dar
Su particularidad estructural, pensamos, coincide con su ubicación dentro del significado al sitio como para producir una experiencia de lo rupestre definida a
sitio, cual es corresponder al punto de ingreso a este conjunto de bloques, funcionan- nivel fenomenológico. Todo lo anterior se articula para la construcción de un
do o actuando a manera de especie de umbral que define el ingreso y salida a esta significado en el que se combinan las visibilidades, figuras y movilidad de los
individuos por un espacio, situación que se expresa en el nivel fenomenológico
estación. Al respecto, debemos recordar que Casa Blanca 13 actúa dentro de una con el rol del arte rupestre como dispositivo capaz de generar ciertas experiencias
ruta posiblemente de ritualidad prehispánica que define un espacio sagrado y que se en las personas, así como en la dramatización del significado social de tal espacio;
demarca y construye por la presencia del arte rupestre. 6- en cuanto este nivel de significado del espacio descansa en los dispositivos
Un segundo punto de diferenciación lo constituye el soporte 13, otro bloque materiales, su organización y su relación con la visibilidad asociada, ella es posi-
ble de ser abordada arqueológicamente. La lógica significativa del arte rupes-

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tre descansa sobre un conjunto de dispositivos materiales que permanecen en Tabla 2. Características bloques rocosos con petroglifos sitio Casa Blanca 13.
el registro arqueológico, por lo que el análisis detallado de ciertos atributos de
los soportes rocosos posibilita acercarse a este nivel. No obstante, se recono-
ce la imposibilidad de alcanzar el significado profundo de este espacio, ni la
reproducción de la fenomenología del momento, pero si se acepta el acerca-
miento a la lógica formal de esta organización y la posibilidad de su interpre-
tación a partir de modelos antropológicos estructurales.

El Area de Estudio y su Investigación

Los trabajos efectuados en la presente investigación se han focalizado en el cur-


so medio superior del río Putaendo, V región de Chile, dentro de lo que se conoce
como la cuenca superior del río Aconcagua, región arqueológica que se caracteriza
por un rico y amplio registro de arte rupestre que fue sistematizado hace ya unas
décadas por Niemeyer (1964, Mostny y Niemeyer 1983), bajo el concepto de Estilo
Aconcagua.
Las investigaciones realizadas los últimos años por este equipo de trabajo en la
región han permitido ampliar la conceptualización del arte rupestre en la zona, pro-
poniéndose el uso de un marco teórico-metodológico anclado en la semiótica y que
ha posibilitado definir la presencia de dos estilos de arte rupestre para tiempos
prehispánicos, el Estilo I de arte rupestre de la cuenca superior del río Aconcagua,
asociado al período Intermedio Tardío, y el Estilo II de arte rupestre de la cuenca
superior del río Aconcagua, asociado al período Tardío o InKaico (Troncoso 2005a).
Para el Valle de Putaendo, los estudios se han concentrado en cinco sectores de
su cuenca medio-superior (Figura 1), los que han mostrado un registro diferencial de
arte rupestre en términos del índice de densidad de soportes grabados por kilóme-
tro cuadrado, sugiriendo la presencia de una alta actividad de creación de arte rupes-
tre en el sector de Casa Blanca (Figura 2, Tabla 1). La particularidad de este resultado,
sumado a algunas características particulares de este espacio, tal como la presencia de Unas pocas excepciones la constituyen los bloques orientados al cenit. Asimis-
un cementerio tumuliforme (Ta1-Ancuviña El Tártaro), la delimitación concreta de mo, los análisis han permitido discriminar una ausencia de relación en las orientacio-
este lugar por medio de arte rupestre y el registro de los sitios de arte rupestre más nes de los soporte con algún rasgo orográfico particular, o bien hacia el sector oeste,
significativos de toda el área prospectada en Putaendo, nos han llevado a plantear correspondiente a los faldeos del cordón montañoso.
que nos encontramos frente a un espacio sagrado del período Intermedio Tardío, Cuarto, los atributos métricos de los bloques rocosos permiten generalmente su
reocupado posteriormente durante el período Tardío o Incaico e Histórico Tem- clara identificación desde una cierta distancia, la única gran excepción la constituyen el
prano, constituyéndose el sitio Casa Blanca 14 como el sector central de esta particu- conjunto de soportes que se disponen en las inmediaciones del bloque 22. Al analizar
lar área (Figura 3) (Troncoso 2004, 2005b). los atributos métricos de cada roca, encontramos que en términos generales no se da
Como se indicó, el área de Casa Blanca se ubica en el curso medio-superior de una notable diferencia de tamaño entre los bloques, de hecho, para un conocedor de
la cuenca del río Putaendo, identificándose en tal espacio 10 sitios de arte rupestre este espacio es posible divisar desde un bloque un conjunto de otros soportes con
que comprenden un total de, al menos, 83 bloques rocosos con grabados rupestres. grabados, o en otros casos, especialmente en el sector más al sur, se trabaja un
A partir de las disposición de estos sitios, se ha dividido el área de Casa Blanca en soporte de grandes dimensiones en el que se disponen figuras altamente visibles y
dos sectores, un área este donde se ubica un conjunto de bloques rupestres que han que actúan a manera de indicador (Soporte 5). La única excepción a tal regla se da
sido definidos como registros puntuales encargados de la semantización y delimita- por los bloques 19, 20, 21, 24, 25, 26 y 27 que rodean al 22 (Tabla 2).
ción de este espacio (Troncoso 2005b) y, un área oeste, foco de nuestro análisis

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| ANDRÉS R. TRONCOSO MELÉNDEZ | | ARTE RUPESTRE Y MICROESPACIOS EN EL VALLE DE PUTAENDO, CHILE |

Primero, la distribución de los bloques en el sitio es diferencial espacialmente; no donde se estudia las relaciones entre movilidad y arte rupestre a partir de la lógica del
se da una concentración exclusiva y homogénea de arte rupestre, sino que muy por el sitio Casa Blanca 13 (Figura 3).
contrario, se definen dos áreas claras, una al sur de poca densidad rupestre y otra al
norte, de alta densidad de bloques.
Segundo, dentro de la distribución espacial de los bloques se da una significativa
diferencia de éstos a partir del número de caras grabadas que presentan. Una
jerarquización inicial de los bloques puede ser desarrollada a partir de una característica
intrínseca a ellos, cual es el número de caras grabadas con petroglifos, relacionada
con la cantidad de puntos desde el que las figuras de un soporte puede ser observado.
Tan sólo los bloques 8, 13 y 22 presentan más de un cara grabada (Figura 4 y Tabla
2).

Figura 2. Índice de densidad de soportes de arte rupestre por sector.

Tabla 1. Sitios de Arte Rupestre Identificados en el área de estudio (divididos por sector).

Figura 5. Croquis del sitio Casa Blanca 13 y orientaciones de soporte.

Tercero, las orientaciones de casi todos los bloques apuntan hacia el sector de la
quebrada adyacente al sitio. Las orientaciones de los bloques tienden a orientarse
hacia el sector este y norte, coherentes con la disposición de la quebrada aledaña al
sector, pero también con la ruta natural de desplazamiento por el área, tal como lo
atestiguan los senderos subactuales ahí identificados.

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| ANDRÉS R. TRONCOSO MELÉNDEZ | | ARTE RUPESTRE Y MICROESPACIOS EN EL VALLE DE PUTAENDO, CHILE |

Tabla 1. Sitios de Arte Rupestre Identificados en el área de estudio (divididos por sector). Cont.

Figura 3. Sitios de arte rupestre de la zona de Casa Blanca.


Para tales efectos, se procedió al relevamiento del sitio Casa Blanca 13, para
posteriormente realizar un análisis que consideró un conjunto de variables, tales como Al analizar la organización interna del sitio, vemos que éste se presenta como un
el número de ocupaciones que registra el bloque rocoso (definido a partir de su conjunto de soportes grabados ampliamente distribuidos en el espacio, siguiendo un
asignación estilística), el número de caras grabadas de cada soporte, sus orientacio- patrón de distribución lineal de los bloques rocoso básicamente en un eje
nes, sus escenarios de visibilización (espacios o lugares desde el que podían ser visto), sur-norte, y en el que es posible observar una serie de regularidades (Figura 5).
el número de figuras grabadas en la superficie del bloque, sus cercanías espaciales
con otros soportes y su relación con la visibilidad del entorno circundante, en espe-
cífico con dos puntos: uno, el valle y los asentamientos allí emplazados, dos el sitio
Casa Blanca 14, centro de este espacio sagrado.

Casa Blanca 13 y su Estructura Interna

El sitio de Casa Blanca 13 comprende un total de 29 bloques grabados con arte


rupestre, de los cuales se han trabajado solamente 27, por cuanto uno fue
posteriormente eliminado y el otro corresponde a un grabado de tiempos subactuales.
El sitio se ubica a los pies de la ladera este del cordón montañoso que delimita la
rinconada epónima por su sector oeste, emplazándose tanto en el sector inferior de
esta ladera, así como en una pequeña terraza adyacente a ésta, delimitándose en su
sector norte por otra pequeña quebrada que corre en sentido oeste-este desde las
altas cumbres del mencionado cordón montañoso (Figura 4). Figura 4. Vista del sitio Casa Blanca 13.

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| ANDRÉS R. TRONCOSO MELÉNDEZ | | ARTE RUPESTRE Y MICROESPACIOS EN EL VALLE DE PUTAENDO, CHILE |

Tabla 1. Sitios de Arte Rupestre Identificados en el área de estudio (divididos por sector). Cont.

Figura 3. Sitios de arte rupestre de la zona de Casa Blanca.


Para tales efectos, se procedió al relevamiento del sitio Casa Blanca 13, para
posteriormente realizar un análisis que consideró un conjunto de variables, tales como Al analizar la organización interna del sitio, vemos que éste se presenta como un
el número de ocupaciones que registra el bloque rocoso (definido a partir de su conjunto de soportes grabados ampliamente distribuidos en el espacio, siguiendo un
asignación estilística), el número de caras grabadas de cada soporte, sus orientacio- patrón de distribución lineal de los bloques rocoso básicamente en un eje
nes, sus escenarios de visibilización (espacios o lugares desde el que podían ser visto), sur-norte, y en el que es posible observar una serie de regularidades (Figura 5).
el número de figuras grabadas en la superficie del bloque, sus cercanías espaciales
con otros soportes y su relación con la visibilidad del entorno circundante, en espe-
cífico con dos puntos: uno, el valle y los asentamientos allí emplazados, dos el sitio
Casa Blanca 14, centro de este espacio sagrado.

Casa Blanca 13 y su Estructura Interna

El sitio de Casa Blanca 13 comprende un total de 29 bloques grabados con arte


rupestre, de los cuales se han trabajado solamente 27, por cuanto uno fue
posteriormente eliminado y el otro corresponde a un grabado de tiempos subactuales.
El sitio se ubica a los pies de la ladera este del cordón montañoso que delimita la
rinconada epónima por su sector oeste, emplazándose tanto en el sector inferior de
esta ladera, así como en una pequeña terraza adyacente a ésta, delimitándose en su
sector norte por otra pequeña quebrada que corre en sentido oeste-este desde las
altas cumbres del mencionado cordón montañoso (Figura 4). Figura 4. Vista del sitio Casa Blanca 13.

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Primero, la distribución de los bloques en el sitio es diferencial espacialmente; no donde se estudia las relaciones entre movilidad y arte rupestre a partir de la lógica del
se da una concentración exclusiva y homogénea de arte rupestre, sino que muy por el sitio Casa Blanca 13 (Figura 3).
contrario, se definen dos áreas claras, una al sur de poca densidad rupestre y otra al
norte, de alta densidad de bloques.
Segundo, dentro de la distribución espacial de los bloques se da una significativa
diferencia de éstos a partir del número de caras grabadas que presentan. Una
jerarquización inicial de los bloques puede ser desarrollada a partir de una característica
intrínseca a ellos, cual es el número de caras grabadas con petroglifos, relacionada
con la cantidad de puntos desde el que las figuras de un soporte puede ser observado.
Tan sólo los bloques 8, 13 y 22 presentan más de un cara grabada (Figura 4 y Tabla
2).

Figura 2. Índice de densidad de soportes de arte rupestre por sector.

Tabla 1. Sitios de Arte Rupestre Identificados en el área de estudio (divididos por sector).

Figura 5. Croquis del sitio Casa Blanca 13 y orientaciones de soporte.

Tercero, las orientaciones de casi todos los bloques apuntan hacia el sector de la
quebrada adyacente al sitio. Las orientaciones de los bloques tienden a orientarse
hacia el sector este y norte, coherentes con la disposición de la quebrada aledaña al
sector, pero también con la ruta natural de desplazamiento por el área, tal como lo
atestiguan los senderos subactuales ahí identificados.

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| ANDRÉS R. TRONCOSO MELÉNDEZ | | ARTE RUPESTRE Y MICROESPACIOS EN EL VALLE DE PUTAENDO, CHILE |

tre descansa sobre un conjunto de dispositivos materiales que permanecen en Tabla 2. Características bloques rocosos con petroglifos sitio Casa Blanca 13.
el registro arqueológico, por lo que el análisis detallado de ciertos atributos de
los soportes rocosos posibilita acercarse a este nivel. No obstante, se recono-
ce la imposibilidad de alcanzar el significado profundo de este espacio, ni la
reproducción de la fenomenología del momento, pero si se acepta el acerca-
miento a la lógica formal de esta organización y la posibilidad de su interpre-
tación a partir de modelos antropológicos estructurales.

El Area de Estudio y su Investigación

Los trabajos efectuados en la presente investigación se han focalizado en el cur-


so medio superior del río Putaendo, V región de Chile, dentro de lo que se conoce
como la cuenca superior del río Aconcagua, región arqueológica que se caracteriza
por un rico y amplio registro de arte rupestre que fue sistematizado hace ya unas
décadas por Niemeyer (1964, Mostny y Niemeyer 1983), bajo el concepto de Estilo
Aconcagua.
Las investigaciones realizadas los últimos años por este equipo de trabajo en la
región han permitido ampliar la conceptualización del arte rupestre en la zona, pro-
poniéndose el uso de un marco teórico-metodológico anclado en la semiótica y que
ha posibilitado definir la presencia de dos estilos de arte rupestre para tiempos
prehispánicos, el Estilo I de arte rupestre de la cuenca superior del río Aconcagua,
asociado al período Intermedio Tardío, y el Estilo II de arte rupestre de la cuenca
superior del río Aconcagua, asociado al período Tardío o InKaico (Troncoso 2005a).
Para el Valle de Putaendo, los estudios se han concentrado en cinco sectores de
su cuenca medio-superior (Figura 1), los que han mostrado un registro diferencial de
arte rupestre en términos del índice de densidad de soportes grabados por kilóme-
tro cuadrado, sugiriendo la presencia de una alta actividad de creación de arte rupes-
tre en el sector de Casa Blanca (Figura 2, Tabla 1). La particularidad de este resultado,
sumado a algunas características particulares de este espacio, tal como la presencia de Unas pocas excepciones la constituyen los bloques orientados al cenit. Asimis-
un cementerio tumuliforme (Ta1-Ancuviña El Tártaro), la delimitación concreta de mo, los análisis han permitido discriminar una ausencia de relación en las orientacio-
este lugar por medio de arte rupestre y el registro de los sitios de arte rupestre más nes de los soporte con algún rasgo orográfico particular, o bien hacia el sector oeste,
significativos de toda el área prospectada en Putaendo, nos han llevado a plantear correspondiente a los faldeos del cordón montañoso.
que nos encontramos frente a un espacio sagrado del período Intermedio Tardío, Cuarto, los atributos métricos de los bloques rocosos permiten generalmente su
reocupado posteriormente durante el período Tardío o Incaico e Histórico Tem- clara identificación desde una cierta distancia, la única gran excepción la constituyen el
prano, constituyéndose el sitio Casa Blanca 14 como el sector central de esta particu- conjunto de soportes que se disponen en las inmediaciones del bloque 22. Al analizar
lar área (Figura 3) (Troncoso 2004, 2005b). los atributos métricos de cada roca, encontramos que en términos generales no se da
Como se indicó, el área de Casa Blanca se ubica en el curso medio-superior de una notable diferencia de tamaño entre los bloques, de hecho, para un conocedor de
la cuenca del río Putaendo, identificándose en tal espacio 10 sitios de arte rupestre este espacio es posible divisar desde un bloque un conjunto de otros soportes con
que comprenden un total de, al menos, 83 bloques rocosos con grabados rupestres. grabados, o en otros casos, especialmente en el sector más al sur, se trabaja un
A partir de las disposición de estos sitios, se ha dividido el área de Casa Blanca en soporte de grandes dimensiones en el que se disponen figuras altamente visibles y
dos sectores, un área este donde se ubica un conjunto de bloques rupestres que han que actúan a manera de indicador (Soporte 5). La única excepción a tal regla se da
sido definidos como registros puntuales encargados de la semantización y delimita- por los bloques 19, 20, 21, 24, 25, 26 y 27 que rodean al 22 (Tabla 2).
ción de este espacio (Troncoso 2005b) y, un área oeste, foco de nuestro análisis

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Discusión Consideraciones Teóricas

A través de este conjunto básico de rasgos visuales y de conformación de los Las posibilidades de un análisis del arte rupestre como agente activo en los
soportes de arte rupestre, sumado a las características de la visualidad disponible en procesos de construcción socio-cultural del espacio, y de su constitución como dis-
cada una de las áreas, creemos que es factible avanzar en la comprensión del arte positivo que produce e implementa ciertas estrategias de movilidad en el espacio,
rupestre desde un enfoque que combina tanto la estructura microespacial como las estrategias cargadas de sentido y significaciones, descansa en seis premisas teóricas
formas de desplazamiento y las tecnologías visuales materializadas en el sitio. básicas que constituyen los fundamentos del presente trabajo:
Desde una perspectiva de la movilidad, encontramos que los soportes por nor-
ma general se orientan hacia la quebrada, coincidentemente, este espacio correspon- 1- los sitios de arte rupestre presentan una estructuración interna lógica y cohe-
de a la ruta natural de desplazamiento para acceder hacia el interior de la rinconada y rente, relacionada con su significado y funcionalidad. Los grabados no se
distribuyen de manera aleatoria y simple por el espacio de ocupación del sitio,
a los otros soportes que se encuentran en el área, en específico, el sitio Casa Blanca sino que responden a una lógica doble, por un lado, una lógica estructural
14. La disposición de los bloques rocosos y sus caras grabadas, posibilitan que el anclada en un concepto de espacio particular a tal formación socio-cultural
individuo durante su desplazamiento en un eje sur-norte esté en todo momento (Criado 2000) y, por otro, a una lógica semántica que da cuenta del significado
siendo un observador de las producciones visuales grabadas en la roca. e intención de los bloques allí alterados por el ser humano;
Más aún, por cuanto gran parte de las rocas presentan sólo una cara grabada, 2- la distribución de los soportes en el sitio no sólo guardan relación entre ellos,
sino que también con el espacio circundante. La articulación significativa entre
podemos invertir el argumento señalando que cada roca está grabada de manera tal los bloques se da también a un segundo nivel, cual es la relación entre bloque
que pueda ser observada y aprehendida desde este espacio disponible para la movi- y espacio circundante. En cuanto expresión material anclada en un paisaje, los
lidad. Esta distribución, de una u otra manera, genera un esquema lineal de distribu- bloques rocoso se encuentran en relaciones significantes con su espacio cir-
ción de los soportes, donde ellos son observados en el recorrido, pero sin que se de cundante. En específico, se plantea que esa relación descansa sobre un dispo-
una tendencia a la construcción de lo que podríamos denominar pequeños espacios sitivo de visualidad, reproduciéndose tanto en las orientaciones de los sopor-
de múltiple observación o de captación visual de diferentes bloques rocosos. Muy tes, como en los campos visuales que ellos conllevan;
3- en cuanto producción visual, los petroglifos están hechos, entre otras cosas,
por el contrario, se da una tendencia a una baja concentración de grabados y la para ser observados por el ser humano, por lo que bajo su configuración se
disponibilidad visual de tan sólo un bloque o a lo más dos o tres, pero estos últimos definen dispositivos o estrategias de observación. En el proceso de aprehen-
casos son pocos. sión de un soporte con grabados, la observación de éste se encuentra definida
Se da, entonces, una organización lineal de baja saturación visual, linealidad por las disposiciones y orientaciones de las superficies grabadas, así como por
definidora y dependiente de la movilidad humana en tal espacio. Al estar ubicado en los tamaños de los motivos y las condiciones de luminosidad. Por lo anterior,
a través de su configuración, el arte rupestre define formas de acción especí-
la ladera de un cerro el sitio, estos dispositivos materiales de la movilidad se ajustan a ficas del ser humano, así como entrega posibles indicios o significados facti-
un determinado emplazamiento, sin sobrepasar una cota cual es la que ya requiere bles de ser aprehendidos por una persona;
una desviación de la ruta de desplazamiento para acceder a tales bloques. 4- producto de sus condiciones de observación, el arte rupestre incita a determi-
Pero en la construcción de esta linealidad estructural, se dan algunos puntos nadas estrategias de movimiento en el espacio. En su disposición en conjuntos,
clave que codifican cierta información con su complejidad. El primer punto lo cons- el arte rupestre incita de una manera u otra a ciertas estrategias de movilidad, por
tituye el soporte 8, con sus diferentes caras grabadas que apuntan en dos dirección cuanto la observación y aprehensión de los bloques grabados sólo se puede
desarrollar a través de un desplazamiento por el lugar;
básicas y que permiten incluirlo dentro del conjunto de bloques diferentes o comple- 5- la estructuración de un sitio de arte rupestre, las condiciones de observación de
jos. los soportes, así como las posibilidades de movilidad, se conjugan tanto para dar
Su particularidad estructural, pensamos, coincide con su ubicación dentro del significado al sitio como para producir una experiencia de lo rupestre definida a
sitio, cual es corresponder al punto de ingreso a este conjunto de bloques, funcionan- nivel fenomenológico. Todo lo anterior se articula para la construcción de un
do o actuando a manera de especie de umbral que define el ingreso y salida a esta significado en el que se combinan las visibilidades, figuras y movilidad de los
individuos por un espacio, situación que se expresa en el nivel fenomenológico
estación. Al respecto, debemos recordar que Casa Blanca 13 actúa dentro de una con el rol del arte rupestre como dispositivo capaz de generar ciertas experiencias
ruta posiblemente de ritualidad prehispánica que define un espacio sagrado y que se en las personas, así como en la dramatización del significado social de tal espacio;
demarca y construye por la presencia del arte rupestre. 6- en cuanto este nivel de significado del espacio descansa en los dispositivos
Un segundo punto de diferenciación lo constituye el soporte 13, otro bloque materiales, su organización y su relación con la visibilidad asociada, ella es posi-
ble de ser abordada arqueológicamente. La lógica significativa del arte rupes-

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| ANDRÉS R. TRONCOSO MELÉNDEZ | | ARTE RUPESTRE Y MICROESPACIOS EN EL VALLE DE PUTAENDO, CHILE |

En particular, proponemos comprender al arte rupestre no sólo como un pro- que presenta dos caras grabadas, relacionado este hecho nuevamente con su particu-
ductor y organizador del espacio, sino también como un productor de movilidad, lar disposición en el espacio, pues el soporte se dispone en un espacio de importancia
una tecnología material que a partir de su ser-en-el-espacio incita a determinados crucial para el desplazamiento dentro del sitio, cual es la inflexión en la ruta desde una
patrones de movilidad y tránsito, por cuanto actúa como un recurso generador y orientación norte-sur a otra este-oeste. A partir de sus dos caras grabadas y su orien-
articulador de una geografía cultural. Exploramos la estrecha relación que se da entre tación, este soporte permite no sólo ser diferenciado de otros y ser visto desde la
movilidad, espacio, bloques grabados, visibilidad y figuras en la construcción de ruta de movilidad, sino que al observar sus grabados, visualmente se tiene acceso al
significados espaciales y la materialización de una cierta fenomenología del espacio y conjunto de otros bloques que se encuentran más hacia el oeste, actuando como
lo rupestre en el sector de Casa Blanca, curso medio superior del río Putaendo, V indicador del quiebre que se da en la organización de este espacio.
región, Chile central (Figura 1). Y es aquí donde la configuración del sitio adquiere aspectos particulares. Al
avanzar desde este punto hacia el oeste nos encontramos con dos hechos. Uno, que
se comienza a ascender por un sector de la ladera del cerro en el que los soportes
rocosos se aglutinan de una forma que lo diferencia con las áreas más al sur. Dos, se
ubican en este lugar representaciones antropomorfas, las cuales son posibles de ser
vistas siempre con una orientación de la mirada hacia el sur, pero desde dos sectores
de desplazamiento diferentes, como dando la posibilidad de originarse una bifurca-
ción de la ruta. No obstante esta posible bifurcación, se mantiene la orientación de
los bloques hacia la que corresponde a la ruta de desplazamiento.
Una segunda hipótesis puede esbozarse, cual es que en el ingreso a este sector, se
definiría más bien un pasadizo enmarcado por arte rupestre que encierra la movili-
dad del individuo.

Figura 1. Mapa del área de estudio. Figura 6. Soporte 22, sitio Casa Blanca 13.

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| ANDRÉS R. TRONCOSO MELÉNDEZ | | ARTE RUPESTRE Y MICROESPACIOS EN EL VALLE DE PUTAENDO, CHILE |

Traspasada esta concentración y la respectiva ascensión a la pequeña ladera, se


da una inflexión significativa en la producción de este espacio rupestre. Por un lado,
nos encontramos con el que corresponde al principal bloque grabado en el sitio,
soporte 22, correspondiente tanto al soporte que presenta más números de figura,
pero también al soporte que presenta un número mayor de orientaciones, abarcan-
do un amplio abanico de posibilidades de este a oeste vía dirección norte (Figura 6).
Una primera inflexión se da, por tanto, por encontrarnos ante el bloque más ARTE RUPESTRE Y MICROESPACIOS EN EL VALLE DE PUTAENDO,
complejo. Una segunda inflexión proviene de ser este un espacio micro en el que si se CHILE: ENTRE LA MOVILIDAD, LA VISIBILIDAD Y EL SENTIDO
genera una interesante concentración de bloques rocosos que juegan con una intere-
sante oposición visible/no visible, presencia/ausencia, grande/pequeño. Mientras el Andrés Troncoso M.∗
Bloque 22 es de gran tamaño y claramente visible desde múltiples espacios, el con-
junto de bloques que lo acompañan son de un tamaño muy pequeño, invisibles en El arte rupestre ha sido una de las evidencias materiales del pasado que menos
una primera mirada y que antes que aparecerse al observador, deben ser buscados. se ha visto relacionada con la comprensión de los procesos sociales del mundo
Se origina un espacio de contraste, de juegos visuales entre los bloques que no hacen prehispánico. Sea por estar etiquetada bajo el término arte, sea por la imposibilidad
más que funcionar como dispositivos que acentúan la monumentalidad del bloque de ser datada confiablemente por medio de métodos absolutos o bien, por las
22 a través de sus notables y significativas diferencias.
supuestas dificultades teórico-metodológicas que conlleva su estudio, éste ha tendido
De hecho, este espacio genera una pequeña falsa área de saturación visual. Falsa, a ser considerado un epifenómeno de la realidad social.
porque a pesar de darse un buen número de grabados y soportes, su invisibilidad Sin embargo, una serie de trabajos durante las últimas décadas han intentado
impide crear tal saturación. Se origina un espacio que podríamos denominar de comenzar a modificar tal perspectiva, dándole un mayor papel al arte rupestre en la
aglomeración rupestre y que produce un cambio en la linealidad de la movilidad, interpretación de los procesos sociales prehispánicos (p.e. Aschero 1997; Castro y
pues ahora la apreciación de los bloques requiere, por un lado, un recorrido en torno Gallardo 1995-1996; Valenzuela et al. 2004). Entre estas nuevas perspectivas de aná-
al soporte 22 para su contemplación total, pero por otro, requiere otro movimiento
lisis, sin duda alguna, una de las que más popularidad ha alcanzado es el análisis
circular para apreciar los otros bloques rocosos allí emplazados. espacial del arte rupestre y su relación con las estrategias y circuitos de movilidad de
Pero todo este proceso de inflexión se representa en el último eslabón, cual es la las poblaciones humanas (p.e. Berenguer 2004; Briones et al. 2005; Núñez 1976;
visibilidad que hay desde el soporte. Antes de llegar a este punto del sitio, encontra- Sepúlveda et al. 2005). Tal perspectiva aprovecha de buena manera una de las carac-
mos que la visibilidad zonal disponible desde cada uno de los soportes se remitía al terísticas fundamentales del arte rupestre, cual es su necesaria significación espacial en
sector este de la rinconada y al valle, en específico al área de Casa Blanca donde se cuanto materialidad inmueble que adquiere gran parte de su eficacia simbólica al
encuentran el cementerio Ancuviña El Tártaro y el sitio Casa Blanca 10. Una vez
estar inserto en una geografía substantiva.
arribado al soporte 22 la visibilidad zonal cambia, se mantiene la vista hacia el sector El caso más conocido de esta aplicación de análisis espacial a los Andes
este de la rinconada, pero ahora ya no se observa el valle y, por el contrario, se genera prehispánicos es la relación establecida entre arte rupestre y rutas de caravanas, fun-
una relación visual con el sector más oeste de la quebrada y los sitios Casa Blanca 14, cionando los primeros como marcadores de las vías de circulación de estas carava-
punto central de este espacio sagrado, y 33, punto final de este espacio (Figura 7). nas (p.e. Briones et al. 2005; Núñez 1976), dentro de circuitos regionales e
El soporte 22 actúa, por tanto como un monumento que define un umbral, un interregionales que varían con el tiempo.
quiebre en la construcción del espacio, materializado tanto en la producción de los
En el presente trabajo pretendemos abordar el análisis espacial del arte rupestre
otros soportes, en la configuración del propio bloque, en la movilidad en tal punto desde una perspectiva inversa a la anterior; antes que considerar a los bloques graba-
y en las condiciones de visibilización. Nos encontramos ahora ante el soporte más dos como indicadores de vías de circulación, proponemos su comprensión como
complejo, un espacio de alta concentración de soportes y con fuertes oposiciones y un productor, organizador y semantizador del espacio; una materialidad activa en
juegos entre ellos, un espacio de movilidad circular y no lineal, un área donde la los procesos de construcción social del espacio y de la realidad de los grupos
visibilidad elimina la panorámica de la vida cotidiana, de lo habitacional, lo diario y se prehispánicos.
transforma en una visibilidad exclusiva y única de lo rupestre, pero de lo rupestre
más significativo y nuclear en esta disposición, el sitio Casa Blanca 14. El soporte 22
Departamento de Antropología, Universidad de Chile.
*

404 | | 393
| LORENA R. SANHUEZA Y FERNANDA G. FALABELLA | | ARTE RUPESTRE Y MICROESPACIOS EN EL VALLE DE PUTAENDO, CHILE |

1997. Fundamentos Prehispánicos de la Población “Promaucae” Histórica. Informe Final marca el inicio del tramo final en el acercamiento hacia el sector central de este
Proyecto Fondecyt Nº 194-0457. Ms. espacio sagrado; de hecho, traspasada esta concentración ya no se disponen otros
Sanhueza, L. soportes hasta el sitio 33, unos 500 metros más hacia el este.
1997. Relaciones Llano-Cordillera durante el Período Agroalfarero Temprano en
Chile Central: una Visión desde la Cerámica. Tesis de Grado, Universidad de
Chile. Ms.
2004. Estilos Tecnológicos e Identidades Sociales durante el Período Alfarero Temprano en
Chile Central: una Mirada desde la Alfarería. Tesis de Magíster en Arqueología, Universi-
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Chilton, pp. 24-43. The University of Utah Press, Salt Lake City: El soporte 22 marca por tanto, el umbral entre dos tipos de espacio. Interesante
Tykot, R. y J. Staller es que traspasado este bloque caminando de oeste a este, y al producirse la obvia
2002. The Importance of Early Maiz Agriculture in Coastal Ecuador: New Data from inversión visual de pérdida de visibilidad de Casa Blanca y aparición del valle y los
la Emerenciana. Current Anthropology 43(4): 666-677. sitios de ocupación humana, el soporte que enmarca tal visibilidad presenta figuras
Vásquez, M. humanas, como indicando su relación con el reingreso a tal tipo de espacio de lo
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Alfarero Temprano de Chile Central. Ms. Siguiendo el recorrido lineal hacia el oeste, y traspasado Casa Blanca
Yaeger, J. y M.A. Canuto 13, nos encontramos con el sitio Casa Blanca 34 donde todos sus soportes
2000. Introducing an Archaeology of Communities. En The Archaeology of Communities, se distribuyen en forma lineal con una orientación hacia el este para ser
editado por M.A. Canuto. y J. Yaeger, pp.1-15. Routledge, Londres y Nueva visibles al aproximarse desde Casa Blanca 13. El único soporte que presenta
York. una peculiaridad es el bloque 4, situado en el extremo oeste del sitio y que presenta
dos caras grabadas, para ser visible tanto moviéndose hacia el sitio 14 como viniendo
Notas de vuelta de él, actuando posiblemente como un microumbral que define tanto la
1. La presencia del Complejo Llolleo en el Río Aconcagua es poco clara. Hay piezas cerámicas de instancia final previa a ingresar al sitio 14 o salir de su espacio de influencia.
estilo Llolleo en el Museo de Los Andes y algunos reportes de sitios Llolleo en el área de
Quillota (Avalos 1999; Avalos y Strange 1999) y en el sector de Panquehue (Pavlovic 2000). Sin
Traspasado el sitio 34 una modificación se ha de realizar en el recorrido, cual es
embargo no se han reportado sitios Llolleo en la costa (Berdichewsky 1964; Silva 1964) ni en atravesar la quebrada, por cuanto tan sólo desde la terraza norte de éste es totalmente
el curso superior del Aconcagua (Pavlovic 2000). visible el sitio 14. Sin querer especular, creemos que esta variación no deja de tener
2. El sitio El Mercurio no presenta en principio pastas graníticas, sin embargo esto puede importancia, por cuanto no implica solamente un quiebre en la linealidad del recorrido,
deberse a lo escaso de la muestra analizada.
sino también el tener que atravesar un rasgo natural que quiebre el relieve local. Lo
interesante es que sólo traspasada esta quebrada es factible luego continuar por una

392 | | 405
| ANDRÉS R. TRONCOSO MELÉNDEZ | | HACIA UNA INFERENCIA DE LAS RELACIONES SOCIALES DEL COMPLEJO LLOLLEO |

ruta medianamente apta para acercarse a los dos bloques finales. Por un lado, al sitio Falabella, F. y R. Stehberg.
32, que marca el límite de este espacio por su parte baja (a la misma altura que el sitio 1989. Los Inicios de Desarrollo Agrícola y Alfarero: Zona Central (300 A.C. A 900 D.C.).
CB 14), pero desde el cual es posible acceder y ver el sitio 33, ubicado a una cota más Prehistoria (Cap. XIV).Editado por J. Hidalgo, V. Schiappacasse, H. Niemeyer, C. Aldunate
alta y que marca el fin de esta área ritual. e I. Solimano, pp. 295-311. Editorial Andrés Bello, Santiago.
Llegado al sitio 33 la estructuración visual nuevamente se altera, por cuanto, desde Falabella, F., M.T. Planella y B. Tagle
este soporte ahora es posible volver a tener un campo de visibilidad abierta que incluye 2001. Pipe e Tradizione di Fumare nelle Societa Preispaniche de Periodo
las terrazas fluviales del valle. Pero también, desde este espacio es factible ahora observar Agroceramicolo Precoce nella Regione Centrale de Cile. Eleusis Nuova Serie 5: 137-52.
la totalidad del espacio sagrado, teniéndose una clara visión tanto del sitio CB 14, como Falabella, F., E. Aspillaga, R. Morales, M.I. Dinator y F. Llona.
del soporte 22 de CB13, generándose un dominio visual total del área. 1995-1996. Nuevos Antecedentes sobre los Sistemas Culturales en Chile Central sobre la
Se genera de esta manera un esquema organizacional de la visualidad cual es: Base de Análisis de Composición de Elementos. Revista Chilena de Antropología 13: 29-
inicios de Casa Blanca 13 visibilidad amplia, traspaso de soporte 22 visibilidad cerrada, 60.
sitio CB 33 visibilidad amplia. Gráficamente, podría expresarse como se ilustra en la Falabella, F., M.T. Planella, E. Aspillada, L. Sanhueza y R.H. Tykot
Figura 8. 2006. Dieta en las Sociedades Alfareras de Chile Central: el Aporte de los Análisis
de Isótopos Estables. Chungara. En Prensa.
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Planella, M.T y V. Macrostie.
2005. Análisis de Restos Botánicos de Sitio El Mercurio. Tierras Contenidas en
Ceramios y Urnas de Contexto Funerario. Informe de Avance Proyecto Fondecyt
1040553. Ms.
Figura 8. Esquema de visibilidades.
Planella, M.T. y B. Tagle
De esta manera, el arte rupestre en este sector implementa una serie de disposi- 1998. El Sitio Agroalfarero Temprano de La Granja: un Aporte desde la Perspectiva
tivos orientados al desplazamiento del ser humano por el espacio, en el que la dispo- Arqueobotánica. Publicación Ocasional de MNHN 52.
sición de los bloques, sus orientaciones y configuraciones internas entregan un con- Planella, M.T, F. Falabella y B. Tagle
junto de significados que construyen el espacio local, pero que a su vez lo dotan de 2000. Complejo Fumatorio de Período Agroalfarero Temprano en Chile Central.
significado y ejecutan una serie de propiedades que definen la acción humana y la Contribución Arqueológica 5: 895-909. Museo Regional de Atacama.
experiencia fenomenológica. Planella, M.T., F. Falabella, B. Tagle y V. Manríquez

406 | | 391
| LORENA R. SANHUEZA Y FERNANDA G. FALABELLA | | ARTE RUPESTRE Y MICROESPACIOS EN EL VALLE DE PUTAENDO, CHILE |

Avalos, H. y J. Strange. La construcción de este espacio, con sus modificaciones estructurales de visibi-
1999. Evidencias de Período Alfarero Temprano en el Curso Medio de Río Aconcagua: lidad abierta y cerrada puede explorarse en busca de sus significados a partir de
Sitio Calle Santa Cruz, Comuna de la Cruz, Chile Central. Boletín Valle de Chili 2: 7-11. ciertos modelos antropológicos. En específico, nos referimos a los aportes de Leach
Becker, C. (1993 [1976]) sobre la organización del ritual, los ritos de paso y los espacios sagra-
1995-1996. Los Huesos de un Patio. Informe de Fauna Proyecto Fondecyt Nº 194-0457. Ms. dos. En su ya clásico modelo, Leach (1993 [1976]) propone que en todo ritual se un
Berdichewsky, B. esquema de organización tripartita cual es: etapa I estado normal, etapa II separación
1964. Arqueología de la Desembocadura de Aconcagua y Zonas Vecinas de la Costa Central de lo cotidiano y estado anormal, etapa III vuelta al estado normal. Pues bien, si
de Chile. Actas de III Congreso Internacional de Arqueología Chilena, pp. 69-104. aplicamos tal modelo a nuestra realidad, vemos que él calza a la perfección con las
Bourdieu, P. condiciones de visibilidad de cada sector. En un primer momento de recorrido
1977. Outline of a Theory of Practice. Cambridge University Press, Cambridge. tenemos una visibilidad zonal que abarca el valle y los espacios de ocupación, es
Castro, V. y L. Adán. decir, nos encontramos en un estado social normal. Traspasada el soporte 22 (CB13),
2001. Abriendo Diálogos. Una Mirada entre la Etnohistoria y la Arqueología de Área Cen- entramos en un área de visibilidad cerrada donde no hay contacto con tal espacio
tro-Sur de Chile: Asentamientos en la Zona Mapuche. Revista Werken 2: 5-35. cotidiano de ocupación, es decir, estamos en un estado de separación social. Final-
Ciprés Consultores. mente, recorrido ese espacio, llegado y observado el sitio CB14 con su gran soporte,
2002. Informe Sitio Arqueológico La Granja. Ms. se traslada el ser al sitio CB33 donde vuelve a tener una visibilidad amplia y, por
Correa, I. tanto, es una vuelta a un estado normal, de contacto con lo cotidiano. La coherencia
2004. Comparación de Piezas Cerámicas Completas de Período Alfarero Temprano entre la Cuenca de estructural entre los dos modelos se representa en la Figura 9.
Santiago y La Cuenca de Rancagua. Práctica Profesional de Arqueología. Universidad
de Chile.
Dietler, M. y I. Herbich
1998. Habitus, Techniques, Style: An Integrated Approach to the Social Understanding
of Material Culture and Boundaries. En The Archaeology of Social Boundaries, editado
por M. Stark., pp. 232-263. Smithsonian Institution Press, Washington.
Falabella, F.
2000. El Sitio Arqueológico de El Mercurio en el Contexto de la Problemática Cultu- Figura 9. Interpretación de campos de visibilidad según modelo de Leach (1993 [1976]).
ral de Período Alfarero Temprano. en Chile Central. Actas Segundo Taller de Arqueo-
logía de Chile Central (1993). http://members.tripod.cl/lcbmchap/ferfal1.htm. Siguiendo los aportes del mismo autor, este modelo puede ser traducido a otro
Falabella, F. y M.T. Planella esquema propuesto por el autor para la comprensión de los espacios sagrados y que
1979. Curso Inferior de Río Maipo: Evidencias Agroalfareras. Tesis para Optar al se expresa en la Figura 10.
Grado de Licenciado y Título de Arqueólogo, Departamento de Antropología, Como se observa en la mencionada ilustración, nos encontramos en el modelo
Universidad de Chile, Santiago. Ms. con una estructuración que propone que todos aquellos espacios transicionales, um-
1980. Secuencia Cronológico-Cultural para el Sector de Desembocadura de Río brales o que se disponen entre dos tipos de espacio particulares, no sólo se diferen-
Maipo. Revista Chilena de Antropología 3: 87-107. cian de ellos, sino que actúan también a manera de lugares sagrados producto de su
1988-1989. Alfarería Temprana en Chile Central: un Modelo de Interpretación. carácter central o transicional entre un área y otra (Leach 1993 [1976]).
Paleoetnologica 5: 41-64. Pues bien, aunque todo el espacio de Casa Blanca ha sido considerado un espa-
1991. Comparación de Ocupaciones Precerámicas y Agroalfareras en el Litoral de Chile Cen- cio sagrado, aplicando este modelo encontramos una reafirmación de un aspecto
tral. Actas XI Congreso Nacional de Arqueología Chilena. T.3, pp. 95-112. propuesto para la organización de este lugar sacro, cual es el carácter central que
Falabella, F. y L. Sanhueza presenta el sitio Casa Blanca 14. En particular, aplicando el modelo de Leach (1993
2005/2006. Interpretaciones sobre la Organización Social de los Grupos Alfareros [1976]), tenemos que esta mayor sacralidad se aplica no sólo a este soporte, sino que
Tempranos de Chile Central: Alcances y Perspectivas. Revista Chilena de Antropolo- a todo aquel espacio de visibilidad cerrada que se dispone entre el soporte 22 de CB
gía 18: 105-133. 13 y CB33, donde todo lo que es aquel sector mencionado sería, a nuestro entender,
y producto de su estructuración, relación visual con CB14 y su acercamiento a éste, el

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| ANDRÉS R. TRONCOSO MELÉNDEZ | | HACIA UNA INFERENCIA DE LAS RELACIONES SOCIALES DEL COMPLEJO LLOLLEO |

área de mayor sacralidad en todo el proceso ritual de movimiento que habría impli- De esta manera, y dentro de los marcos conceptuales explicitados con anterio-
cado el uso y ejecución de este espacio. ridad, podemos considerar al complejo Llolleo como una entidad conformada por
un número indeterminado de comunidades menores, las que periódicamente se re-
lacionan entre sí, permitiendo activar y reactivar una identidad grupal (incluso a nivel
regional), y que manejan activamente una cultura material en este sentido.
Esto no significa, sin embargo, que exista necesariamente una instancia en que se
reúnan todas las comunidades o grupos Llolleo. De hecho creemos que las regulari-
dades y diferencias observadas nos hablan más bien de pequeños grupos familiares
que conforman comunidades pequeñas, que pueden tener mayor o menor relación
con algunas otras comunidades. De esta manera, las regularidades en la cultura mate-
rial que permiten identificar al Complejo Llolleo se configuran a partir de una serie
de comunidades que se relacionan entre sí, aunque no necesariamente se relacionen
todas al mismo tiempo, ni necesariamente cada una de ellas con todas las demás. Es
por esto que ningún contexto es idéntico al otro, comportándose como una unidad
arqueológica politética, y de ahí la dificultad para definir límites a los distintos niveles
de agregación social.

Recapitulación

En este trabajo hemos intentado abordar la unidad arqueológica “Complejo


Llolleo”, desde el punto de vista de su configuración y articulación interna en térmi-
nos sociales. Para esto hemos utilizado diversos tipos de información que derivan de
diferentes procedimientos analíticos.
De esta manera hemos propuesto que lo que llamamos Complejo Llolleo está
conformado por pequeños grupos o comunidades, con un patrón de asentamiento
Figura 10. Diagrama interpretativo del arte rupestre en Casa Blanca, siguiendo a Leach
disperso, que se articulan entre si con mayor o menor regularidad. Esta articulación
(1993 [1976]).
involucra a grupos que habitan en áreas diferentes y que de hecho, pasan la mayor del
tiempo en sus propias localidades. Este proceso de articulación puede haberse dado
Conclusiones a diferentes niveles y con diferentes intensidades. Mientras algunos deben haber
involucrado sólo a algunas comunidades, otras parecen haber convocado a un ma-
Las características de los bloques de arte rupestre del sitio Casa Blanca 13, así yor número de ellas. Esta articulación probablemente ocurre en lugares específicos,
como de los sitios aledaños, sugieren una importante articulación funcional y de donde sin duda entran en juego conductas de alta significación que involucran el acto
contenido entre ellas, anclada en el rol activo del arte rupestre como materialidad de fumar (pipas), el consumo de bebidas (jarros) y el intercambio de bienes (jarros).
constructora no sólo de significados, sino de formas de experimentar este espacio a
partir de la movilidad en su interior, así como de los campos visuales que se le Agradecimientos. Este trabajo ha sido financiado por los proyectos FONDECYT 1030667 y
asocian. A partir de la operacionalización de estos dispositivos fenoménicos y de 1040553.
contenidos, el arte rupestre construye un contenido de este espacio que permite
interpretarlo como un espacio sagrado fundado en las proposiciones efectuadas al Bibliografía
respecto por Leach (1993 [1976]) y otros (p.ej. Giobellina Brumana 1990).
Avalos, H.
De esta manera, se materializa en este lugar una construcción fenomenológica y
1999. Complejo Cultural Llolleo en el Curso Inferior de Río Aconcagua: Sitio Aspillaga,
estructural fundada en dispositivos que actúan a manera de espectáculos visuales,
Quillota. Boletín Valle de Chili 1: 6-11.

408 | | 389
| LORENA R. SANHUEZA Y FERNANDA G. FALABELLA | | ARTE RUPESTRE Y MICROESPACIOS EN EL VALLE DE PUTAENDO, CHILE |

intra-areales. Si además tomamos en cuenta que son justamente los jarros los más dando origen a lo que podríamos definir como una arquitectura sin muros anclada
frecuentemente utilizados como ofrendas en los entierros, tanto en la costa como en en la alteración de la roca y basada en el imaginario materializado en la visualidad del
el interior, parece razonable sugerir que estos artefactos jugaron un rol activo en la arte rupestre, y en particular de la alteración de la roca. Si observamos atentamente
identificación del grupo social mayor. algunos soportes con grabados rupestres nos encontramos que en ellas no sólo se
La similitud en las características de los jarros Llolleo a nivel areal ha sido cons- registran formas geométricas, sino que hay una serie de piqueteados aislados, que no
tatada en los análisis de atributos métricos y de variables cualitativas entre los sitios forman figuras, ni diseños, y que sugieren que parte de la importancia de esta cons-
Llolleo LEP-C de la costa y El Mercurio del interior en la cuenca de Santiago (Falabella trucción descansa en la alteración de la roca, en una práctica de golpear el bloque, así
2000). Dicho análisis mostró que ambos conjuntos pueden ser considerados como como en la movilidad al interior de este espacio. Se implementa en este lugar, por
parte de una misma “población” de vasijas ya que no presentan diferencias tanto, una estrecha relación significativa entre espacio, movilidad, visibilidad, altera-
estadísticamente significativas. Con un enfoque similar se comparó jarros y ollas de ción de la roca y sentido que es posible recuperar desde la arqueología en busca del
sitios de la cuenca de Santiago y de Rancagua con resultados análogos (Correa 2004). drama de la vida social prehispánica.
Otra evidencia que creemos apoya la idea de que los jarros apelan a la identidad Los resultados obtenidos de los análisis de visibilidad y visibilización sugieren
grupal es el hecho que es la categoría de vasijas que presenta la mayor variabilidad en que en la construcción de este espacio sagrado, el punto central y neurálgico es aque-
las pastas, lo que sugiere que en los sitios no sólo se están utilizando jarros manufac- lla zona de visibilidad cerrada donde se encuentra el sitio Casa Blanca 14, principal
turados localmente, sino de otras áreas (Sanhueza 2004). En la comparación realiza- soporte de arte rupestre de la zona, avalando ideas entregadas previamente y que
da entre los conjuntos cerámicos de costa y de interior se constató que los jarros indicaban que este sitio por sus características intrínsecas (el soporte de mayor tama-
pulidos presentan una mayor variabilidad que las ollas alisadas en sus materias pri- ño y con mayor cantidad y variedad de figuras en el área), se constituía en el lugar
mas. En la costa esto se ve expresado por una notoria mayor frecuencia de pastas principal de este espacio sagrado (Troncoso 2004, 2005b).
con áridos de origen volcánico entre los jarros pulidos, las que alcanzan una frecuen- Dos reflexiones nacen de las proposiciones entregadas previamente. La prime-
cia cercana al 10%, en contraste con el 1-2% que representan entre las ollas alisadas. ra, referida al tema de la construcción de este espacio, donde uno podría preguntarse
En el interior los jarros pulidos presentan un mayor porcentaje de pastas graníticas sobre las etapas de creación de estos sitios, enfrentándose a dos alternativas. Una, que
que el resto de las vasijas (8-16%, en relación a un 3-12%) (Tabla 3)2. Creemos que todo fue creado al unísono en un solo evento o, dos, que por el contrario su cons-
esto es una expresión de la circulación de vasijas que se pone en juego en contextos trucción es producto de un proceso continuo de alteración de la roca por medio de
de estas relaciones intergrupales más amplias. En este sentido, los jarros pueden estar grabados. Aunque la respuesta a tal pregunta es difícil de abordar arqueológicamente,
siendo transportados de un área a otra, ya sea para cumplir funciones durante las optamos por inclinarnos a la segunda alternativa, una construcción paulatina en el
instancias de reunión o bien como regalos. tiempo a través de múltiples visitas y recorridos por este espacio sagrado por parte
Como referente arqueológico de estos lugares de “junta” se conoce el sitio La de los grupos del período Intermedio Tardío. Casa Blanca 13, y otros sitios aledaños
Granja, ubicado en la cuenca de Rancagua, el que ha sido interpretado en este sentido como Casa Blanca 14, serían fruto de una reiteratividad en las prácticas y espacios de
por la inusual cantidad de fragmentos de pipas recuperadas (más de 600), por la alteración, evidenciados en algunos bloques por las diferencias de pátinas que pre-
mayor representatividad de jarros y por el entierro de grandes bolones de río su- sentan grabados de un mismo estilo, jugando con una dialéctica entre lo imaginario y
puestamente vinculados a la ritualidad (Falabella et al. 2001; Planella et al. 2000). Las lo material, mediada por las prácticas; un imaginario que define, organiza y semantiza
prospecciones que se han realizado en la cuenca de Rancagua confirman el carácter este espacio, pero el cual se (re) produce y concreta a partir de la materialidad del arte
singular de este sitio, ya que no se han registrado otros sitios de esa envergadura, ni rupestre y su inserción en un espacio sustantivo e implementada a través de las prác-
con tal cantidad de pipas. ticas de movilidad de agentes por este espacio.
Nuestra interpretación de los modos de articulación dentro del complejo Llolleo La segunda reflexión nace desde una perspectiva diacrónica y se refiere
es análogo a la “organización tribal”, entendida como una condición propia de cier- específicamente a la reocupación de tiempos Tardíos o Inca en el sitio. Como hemos
tos sistemas sociales a baja escala, relacionada con la integración a nivel regional o avanzado en otros trabajos (Troncoso 2004, 2005b), los grabados del Período Tar-
supra regional de sus unidades sociales (Falabella y Sanhueza 2005/2006). Lo central dío se disponen en puntos específicos a este espacio dentro de un proceso que
en este tipo de integración es que se trata de lazos que potencian la cooperación sin hemos interpretado como de dominación y resemantización por medio de la cons-
necesidad de una unidad política estructurada. Pueden configurarse sobre la base de trucción de figuras fundados en un código semiótico diferente (Troncoso 2004,
alianzas temporales o alianzas negociadas y mantenidas simbólicamente a través del 2005b). Lo interesante es que tal reocupación se basa en la continuación de la lógica
tiempo.

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| ANDRÉS R. TRONCOSO MELÉNDEZ | | HACIA UNA INFERENCIA DE LAS RELACIONES SOCIALES DEL COMPLEJO LLOLLEO |

de las prácticas y contenido de este espacio; los grabados de tiempos incaicos man- Los resultados obtenidos muestran que los individuos de la costa tienen una con-
tienen la estructura básica aquí implementada, con sus organizaciones lineales, sus siderable mayor cantidad de d15N que los del interior, lo que implica que los recursos
juegos de espacio y de visibilidad, manteniendo en el tiempo la lógica de unas prác- marinos están incluidos en la dieta. Los individuos del interior, por su parte, muestran
ticas sociales particulares ancladas en la movilidad, pero reproducidas en esta ocasión niveles de d15N bastante menores, congruentes con una dieta basada principalmente en
por nuevas figuras grabadas que responden a una lógica de producción de diseños productos terrestres, y con valores de d13C que muestran que el maíz ya comienza a ser
diferente a la del período Intermedio Tardío, creando un juego de mantenimiento y incorporado como parte habitual de sus alimentos (Figura 3) (Falabella et al. 2006).
redefinición en este espacio sagrado del curso medio superior del río Putaendo (Fi-
gura 11). De esta manera, tanto el análisis cerámico como los análisis de la dieta de estas
poblaciones apuntan a la existencia de una diferenciación del territorio en al menos
dos grandes áreas: costa e interior, donde distintos grupos de personas permanecen
la mayor parte del tiempo.
Las evidencias también sugieren que podría haber un nivel de mayor cohesión
social al interior de cada una de estas áreas. Esto se ve reflejado en la existencia de
ciertas características culturales que se presentan sólo en el interior, como por ejem-
plo vasijas con modelados antropomorfos duales en el cuerpo o incisos con moti-
vos complejos en el cuello y el uso de amontonamientos de bolones de río en la
ritualidad.
No obstante lo anterior existen grandes similitudes en la cultura material de los
grupos de ambas áreas que debe ser explicada por mecanismos sociales, que serían
los que permiten las relaciones entre los individuos de estos dos espacios, de manera
recurrente, aunque no necesariamente continua.

El Referente Social del Complejo Llolleo


Figura 11. Soportes por Estilo sitios de Casa Blanca. Como hemos dicho, todos los contextos Llolleo presentan similitudes en aspec-
tos de los conjuntos cerámicos, de las prácticas funerarias y de los adornos. Sin duda,
Agradecimientos. A Felipe Criado, Daniel Pavlovic, Rodrigo Sánchez y Slabik Yacuba. A los estu-
diantes de Arqueología de la Universidad Internacional SEK que participaron en el relevamiento esto evidencia que ciertas ideas de “como hacer las cosas” son compartidas a un
del sitio Casa Blanca 13: Javiera Arraigada, Patricia Barría y Marco Portilla. Al Museo Chileno de nivel regional, donde se enfatizan ciertos códigos relacionados especialmente con
Arte Precolombino, institución patrocinante del proyecto FONDECYT 1040153. actividades no domésticas. Creemos que estas similitudes son posibilitadas y propi-
ciadas en determinadas instancias sociales, donde confluyen algunos grupos costeros
Bibliografía y del interior. Estas instancias pueden estar referidas a relaciones de parentesco y
reciprocidad a nivel familiar (matrimonios, funerales, trabajos comunitarios), o bien
Aschero, C. a instancias de congregación social más amplias, similares a las “juntas” descritas por
1997. De Como Interactúan Emplazamientos, Conjuntos y Temas. Arte Rupestre los cronistas o bien ceremonias rituales (Castro y Adán 2001; Falabella et al. 2001;
de la Argentina. Actas y Memorias del XI Congreso Nacional de Arqueología Argentina Faron 1969; Planella et al. 2000). Es en estas ocasiones e instancias que se experimen-
(Cuarta Parte): 17-28. San Rafael, Argentina. ta, actualiza y revitaliza un sentido de identidad común por sobre las diferencias
Berenguer, J. particulares de las comunidades o de otros niveles de agregación social. Este sentido
2004. Caravanas, Interacción y Cambio en el desierto de Atacama. Ediciones Sirawi, Santiago. de identidad se construye en la experiencia común rodeada por un entorno físico,
Briones, L., L. Núñez y V. Standen social y material reconocido y reconocible por todos.
2005. Geoglifos y Tráfico Prehispánico de Caravanas de Llamas en el Desierto de Atacama En este tipo de reuniones el consumo de bebidas y comidas es usual. Los jarros
(Norte de Chile). Chungara 37 (2): 195-223. han sido el recipiente más tradicionalmente usado en estos contextos. Creemos que
Castro, V. y F. Gallardo es por esto que es en esta categoría de vasija donde se concentran las similitudes

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| LORENA R. SANHUEZA Y FERNANDA G. FALABELLA | | ARTE RUPESTRE Y MICROESPACIOS EN EL VALLE DE PUTAENDO, CHILE |

Otra línea de evidencia que apoya esta misma idea, son los estudios sobre dieta. 1995-96. El Poder de los Gentiles: Arte Rupestre en el Río Salado (Desierto de Atacama).
En la década del ´90 se tuvo una primera experiencia en relación al tema, mediante el Revista Chilena de Antropología 13: 79-98.
análisis de composición de elementos en restos óseos de poblaciones costeras y del Criado, F.
interior. En esa ocasión sólo se estudiaron individuos de dos sitios, uno de la costa y 2000. Walking about Lévi-Strauss: Contributions to an Archaeology of Thought. En
el otro del interior (LEP-C y El Mercurio respectivamente) (Falabella et al. 1995-96). Philosophy and Archaeological Practice, editado por C. Holtorf y H. Karlsson, pp. 277-304.
Los resultados de los análisis mostraron una concentración diferencial de los elemen- Bricoleur Press, Gotemburgo.
tos zinc (Zn) y estroncio (Sr) para las poblaciones costeras v/s interior, lo que fue Giobellina Brumana, F.
interpretado como una diferenciación sustancial en la dieta de estas dos poblaciones. 1990. Sentido y Orden: Estudios de Clasificaciones Simbólicas. CSIC, Madrid.
Los altos valores de zinc (Zn) en las poblaciones del interior podrían estar respon- Leach, E.
diendo al consumo de cultígenos (legumbres y maíz), mientras que los valores pre- 1993 [1976]. Cultura y Comunicación: la Lógica de la Conexión de los Símbolos. Editorial Siglo
ponderantes de estroncio (Sr) en la costa estarían representando una dieta basada XXI, Madrid.
fuertemente en el consumo de mariscos (Falabella et al. 1995-96: 37). Mostny, G. y H. Niemeyer.
Estos resultados, aunque limitados por la muestra analizada, permitieron pro- 1983. Arte Rupestre Chileno. Ministerio de Educación, Serie Patrimonio Cultural Chile-
poner que los grupos que habitaban la costa o el interior pasaban la mayor parte del
no, Santiago.
tiempo en sus respectivas localidades, lo que es coincidente con la información a
Niemeyer, H.
partir del análisis de la cerámica.
1964. Petroglifos en el Curso Superior del Río Aconcagua. Arqueología de Chile
Recientemente, análisis de isótopos estables de restos óseos humanos, que inclu-
Central y Áreas Vecinas, Actas del III Congreso Internacional de Arqueología Chilena, pp.
ye una muestra bastante mayor, tanto de individuos enterrados en la costa como en
133-150. Viña del Mar.
el interior han mostrado un patrón semejante. Si bien esta es una técnica especialmen-
Núñez, L.
te utilizada para pesquisar la incorporación y la importancia del maíz en la dieta,
también es muy sensible para distinguir dietas basadas en productos marinos de 1976. Geoglifos y Tráfico de Caravanas en el desierto Chileno. En Homenaje al Dr.
aquellas en la cuales estos recursos no tienen mayor importancia, a partir de los R.P. Gustavo Le Paige, editado por H. Nimeyer, pp: 147-201. Universidad Católica
isótopos de Nitrógeno (Tykot y Staller 2002). del Norte, Antofagasta.
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2004. Arte Rupestre en Asentamientos del Período Tardío en los Valles de Lluta y
Azapa, norte de Chile. Chungara 36 (2): 421-437.

Figura 3. Valores isotópicos del carbono y nitrógeno del colágeno de individuos Lloleo
de sitios de la costa y el valle.

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