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atreverán a ir, porque saben que no van a estar en su lugar y que no sabrán cómo
hacer.
Y es allí donde la “promoción de la lectura”, para retomar esta expresión, recobra su
sentido”.
Petit, Michèle. Lecturas: del espacio íntimo al espacio público. México, FCE, 2001, p.
25.
Otro rasgo común y muy esencial es que tanto la animación como la promoción deben
entenderse como procesos que requieren planificación y continuidad.
Y, en ambos casos, se contemplan los intereses de un individuo y a la
vez de una comunidad o de ese individuo niño o adulto en su
comunidad, de ahí que no existan recetas válidas para todos. En el momento de
planificar, es importante observar las necesidades y objetivos sociales y culturales en
cada contexto. En todo caso, se trata de un proyecto que apunta a la creación y
organización de las condiciones necesarias para que las personas encuentren y recreen
su manera de ser partícipes en la cultura, sin autoritarismo.
La animación
Según la bibliografía consultada encontramos las siguientes apreciaciones sobre la
animación:
Para Jaime Trilla, el aprendizaje y “la animación es más una actitud que una
acción específica; una manera de obrar, más que el contenido de la acción”2,
haciendo referencia al concepto de animación sociocultural surgido, según este
autor, en la década del sesenta y que se diferenciaba de la cultura elitista.
En el libro Lectura, biblioteca y comunidad, (Cerlalc, 1993), se encuentra con que “un
primer paso en el proceso de animación es la sensibilización, tendiente a hacer
tomar conciencia de la realidad en la cual estamos inscritos y evidenciar la
capacidad de creación individual y colectiva mediante la relación y participación.
Puesto que la animación es un punto de referencia para la acción y no una acción
determinada, ésta se enmarca dentro de la dinámica propia del hecho cultural y la
participación, factores de singular importancia para la biblioteca pública como
centro de desarrollo cultural comunitario”.
Patte, Geneviève. Si nos dejaran leer… Los niños y las bibliotecas. Bogotá, CERLALC,
Procultura, Kapelusz, 1984, p. 28.
Una verdadera animación a la lectura parte de lo que el libro ofrece para introducirnos
de manera profunda en su contenido (Monserrat Sarto, op.cit).
Entonces ¿qué se pretende decir cuando se habla del placer de la lectura? Una primera
respuesta puede ser lo que dice Geneviève Patte “es el placer de la fantasía, es también,
el del conocimiento y el del dominio progresivo del mundo en toda su complejidad”
(op.cit). El libro da lugar a que surja la relación entre el mundo exterior y el mundo
interno, con los sentimientos, pensamientos e imágenes que cada uno tiene y que se
movilizan con la lectura.
Por ejemplo, en una biblioteca, se podrá implementar la tradicional “hora del cuento”,
pero antes se debe planificar la frecuencia, la selección y secuencia de los materiales de
lectura. Pero eso estará vinculado, además, a un plan más amplio, organizado
previamente, que contemplará la presencia en esa biblioteca de libros para esa actividad,
que propiciará la formación del personal de la institución o la presencia de
profesionales, contratados o voluntarios, para ese fin; que tendrá en cuenta el trabajo en
el lugar, pero también la posible inclusión de otras instituciones a quienes prestar ese
servicio (por ejemplo, llevar la “hora del cuento” a un hospital de la zona para leerles a
los chicos internados). Todas estas tareas implican mucha gestión y planificación.
Un ejemplo
Antes de cerrar el capítulo, veamos un ejemplo concreto donde se vinculan y ponen en
articulación lo que se explicaron como aproximaciones a los términos promoción y
animación.
Es importante que se invite a participar a todos, pero la asistencia debe ser voluntaria.
Esa es la mejor manera para conquistar a los participantes de forma genuina, es hacer
las animaciones agradables y enriquecedoras. Se busca lograr que el niño o adulto sea
mejor lector por el gusto de leer y para que pueda adquirir el hábito, pero no por
imposición o competición.
Por eso, más allá de los términos, es importante reparar en cuál es la concepción y
actitud frente a la lectura. Preguntarnos si es ¿democratizadora?, ¿placentera?,
¿autoritaria?, ¿elitista? Y reflexionar sobre las respuestas que tengamos. Además, poder
reconocer el valor de la lectura, como un bien accesible a todos, pero sin caer en
fundamentalismos.
La importancia de la difusión
El término difusión suele aparecer ligado a la animación y la promoción, y a veces se lo
confunde con estas. También merece dedicarle un espacio. Una vez (o a la vez) que se
ha armado el proyecto de promoción de la lectura, con la planificación de las
actividades de animación, queda por realizar la difusión para que la tarea sea conocida y
se posibilite el acceso de la comunidad a los bienes y servicios culturales que la
biblioteca ofrece.
1. ¿Qué actividad de las mencionadas considera más conveniente para realizar con
periodicidad en la sede de la biblioteca? ¿Por qué?
2. ¿Cuál considera interesante y adecuada para realizar fuera de la institución?
3. ¿Qué lugar propone? ¿Por qué?
4. En cada caso, ¿cómo realizaría la difusión?
A modo de cierre
A continuación se presenta un punteo de cuestiones fundamentales, a modo de síntesis
de la unidad, pero también como recomendaciones para tener en cuenta y trabajar en ese
sentido.
Lea atentamente cada una de ellas y amplíe con otras recomendaciones que considere
importante destacar.
Estas frecuentes preguntas que a veces nos hacemos y las primeras respuestas que
podemos darnos, sumadas a las citadas en el párrafo anterior, nos permiten entrar de
lleno en las cuestiones de la lectura, tema que merece una importante dedicación para
comprender de qué se trata, de qué hablamos cuando hablamos de leer y esas cuestiones
que nos motivan a acercarnos a los libros, a promoverlos entre todos.
“Con independencia del bagaje familiar que el niño lleve a la escuela, una vez en
clase el factor más importante para aprender a leer es el modo en que el maestro le
presente la lectura y la literatura (su valor y significado). Si la lectura le parece
una experiencia interesante, valiosa y agradable, entonces el esfuerzo que supone el
aprender a leer se verá compensado por las inmensas ventajas que brinda el poseer
esta capacidad. Ser capaz de leer con facilidad presupone indudablemente la
adquisición de las habilidades pertinentes, tales como saber descifrar y pronunciar
las palabras que uno no conoce, y esto el pequeño lo sabe muy bien. Pero también
sabe que estas habilidades en y por sí mismas tienen poco o ningún mérito, aparte
de su valor de entrenamiento”.
Primero las letras aparecen como extraños dibujos que nada dicen. Quizá
experimentamos en aquellos primeros aprendizajes lo mismo que hoy viviríamos ante
un texto en chino u otra lengua desconocida.
Los niños disfrutan del encuentro que ocurre cuando un adulto comparte un libro con
ellos, momento de acercamiento casi íntimo, que fortalece el vínculo afectivo con el
adulto a través de esa actividad de lectura.
Para algunas personas el regalo de un libro ha sido mágico, muchas veces el gusto por
leer y la valoración de los libros empieza por allí, por tener el libro propio.
Como decía Paul Hazard sobre cuáles son los libros que recomendaría para los niños:
"…los libros que se mantienen fieles a la esencia misma del arte […] y los libros
que despiertan en los niños no la sensiblería, sino la sensibilidad; que los hagan
partícipes de los grandes sentimientos humanos, […] los libros que comprenden
que el ejercicio de la inteligencia y de la misma razón puede y debe tener otras
finalidades que lo inmediatamente útil y práctico".
Hazard, P. A. Los libros, los niños y los hombres. Barcelona, Juventud, 1977.
Graciela Montes en el capítulo "¿Si la literatura sirve?" se responde acerca del valor que
tuvo en su infancia la lectura de literatura y dice:
La lectura puede convivir con los juegos y con la televisión. Quien descubre el gusto
por la lectura, quien tiene necesidad de leer, va a conseguir hacerse el tiempo para ello.
Y ahí es importante que estén adultos mediadores que acerquen los libros a los chicos,
también a otros adultos con ganas de leer. Por supuesto, también se debería estar
presentes antes: despertando el interés, informando, dando a conocer que esos libros los
están esperando.
Será importante conectarse con la propia experiencia de lectura para después sí,
transmitirlo a otros. “
Una conducta lectora se construye socialmente, es decir que el interés por leer y sobre
todo entre los chicos y jóvenes dependerá mucho del lugar que la lectura y los libros
ocupen en las vidas de los mayores, tanto en la casa como en la escuela. También
contribuye a esa conducta el acompañamiento de los chicos a las bibliotecas. Si son
adultos, informarles sobre las actividades y servicios que la biblioteca ofrece, hacer
recomendaciones.
Otra idea para construir la conducta lectora puede ser regalar libros interesantes,
conmovedores, por ejemplo para un cumpleaños. Es una manera de regalar
oportunidades para descubrir nuevos mundos.
“–Es difícil. Sin embargo Internet, por ejemplo, no es una cosa que te aleje de la lectura.
Creo que la computación, de alguna manera, es una vuelta al texto. El chateo de los
chicos también. Es una cosa epistolar, otra vez la palabra vuelve a ser importante. Es
cierto que hay otro estilo, los textos son muy breves y están enganchados con ruiditos
pero, si se quiere, es otra forma literaria. Me parece incluso que cuando se navega uno
busca, otra vez, ese momento; como cuando uno estaba leyendo una novela larga, ese
salirse del mundo y por un rato estar en otro lado.Por esta saturación en la que vivimos,
la literatura ya no puede tener el mismo lugar que cuando no había televisión pero
cuando a los chicos se les ofrece un material conmovedor (uso esta palabra un tanto
antigua porque es importante recordar que la literatura nos conmueve, nos mueve con
ella, nos saca de nuestras estructuras más rígidas), llegan a la literatura. La mediación
del adulto es muy importante aquí. Un arte que sigue siendo apasionante para un chico,
y para un grande también, es escuchar un cuento. Ese entrenamiento del oído de seguir
un relato atado sólo al hilo de la voz sigue siendo una cosa muy deseable. Lo que pasa
es que los adultos no lo practican, los adultos no les entregan tiempo al chico”.3
3. Gusberti, Jimena. “Entrevista a Graciela Montes”. En: Lectura sobre rieles y de a pie.
Programa Provincial de Promoción de la lectura. Resistencia, 2004.
La lectura, ese encuentro con otro, tan particular, requiere un repliegue hacia sí, un
silencio, cierta concentración, aunque también se pueda compartir.
4. Calvino, Italo. "Las ferias del libro y el placer de la lectura". En: Libros de México.
N.º 4, México, 1986.
Será importante que los mediadores tengan presente este concepto de ficción porque
permite entrar mejor a ese mundo inventado de la literatura. Ayuda a comprender qué
nos propone cada obra y a establecer “pactos con la ficción”, necesarios para entrar a
ese mundo.
El relato tiene que ver con nuestra especificidad humana, desde siempre los seres
humanos han narrado y escrito historias que se han transmitido unos a otros.
Seguramente en este frecuentar y ponerse en contacto con escritos diferentes cada
persona encontrará uno que le diga algo en particular.
La lectura de literatura se convierte en una experiencia íntima, pero también social,
donde a partir de las palabras que otro ha escrito, cada uno comenzará a elaborar las
suyas propias. Entonces, entre otras posibilidades, podrá identificarse con lo que se dice
y con lo que no se dice, con lo que se sugiere y lo que se dispara en nosotros. El texto
literario puede llevarnos más allá de nosotros –y por eso algunos hablan de la lectura
como un viaje, como un traslado– pero también nos vuelve hacia adentro, trabaja en
nuestro interior y, a veces, nos ayuda a encontrar algunas respuestas, nos da la alegría de
disfrutarlo y de comprenderlo, si encontramos justo el libro que necesitábamos en ese
momento. Por eso –como dice George Steiner... “Un texto literario, bien escrito, dice
más de lo que hay en sus páginas: su lectura produce resonancias nítidas, induce
inquietudes; es decir, nos abre las puertas del placer intelectual.”5
Como señala Italo Calvino: "La palabra une la huella visible, con la cosa ausente,
con la cosa deseada o temida, como un frágil puente improvisado tendido sobre el
vacío". –Y agrega–, "Por eso para mí el uso justo del lenguaje es el que permite
acercarse a las cosas (presentes o ausentes) con discreción y atención y cautela, con
el respeto hacia aquello que las cosas (presentes o ausentes) comunican sin
palabras".
Calvino, I. "Exactitud". En: Seis propuestas para el próximo milenio. Madrid, Siruela,
1989, p.91.
Los encuentros con la lectura son muy valiosos porque aportan a la capacidad de
relacionarse y establecer lazos afectivos con otros, ya que, aun en contextos de
adversidad, existen acabadas muestras de que la relación entre las personas, niños y
adultos, a través de la lectura permitió aflorar pensamientos, sentimientos y
percepciones de sí y de los otros que hicieron posible una transformación positiva.
Como dice Michèle Petit: “El lenguaje nos construye. Cuanto más capaces somos de
darle un nombre a lo que vivimos, a las pruebas que soportamos, más aptos somos para
vivir y tomar cierta distancia respecto de lo que vivimos, y más aptos seremos para
convertirnos en sujetos de nuestro propio destino. Pueden quebrarnos, echarnos e
insultarnos con palabras, y también con silencios. Pero otras palabras nos dan lugar, nos
acogen, nos permiten volver a las fuentes, nos devuelven el sentido de nuestra vida. Y
algunas de esas palabras que nos restauran las encontramos en los libros. En particular
en obras cuyos autores han intentado transcribir lo más profundo de la experiencia
humana, desempolvando la lengua. Tener acceso a ellas no es un lujo: es un derecho, un
derecho cultural, como lo es el acceso al saber. Porque quizá no hay peor sufrimiento
que estar privado de palabras para darle sentido a lo que vivimos.
Una biblioteca, un libro, es algo que se ofrece, una hospitalidad que se ofrece.”6
6. Petit, Michèle. Lecturas: del espacio íntimo al espacio público. México, FCE, 2001.
“El libro cerrado no es más que un objeto similar a cualquier otro. Vive realmente
cuando alguien lo abre e inicia una lectura que puede ser completa o incompleta,
enriquecedora o deficiente. No importa cómo sea sino que sea”.
Augusto Roa Bastos. En: Clarín, Buenos Aires, 3 de diciembre, 1992.
Borges, Jorge Luis. "El libro". En: Borges oral. Buenos Aires, Emecé, 1979.
De eso se trata de abrir el libro y entrar en lo que nos propone y aportar lo nuestro, lo
que traemos con nosotros y se recrea con el autor.
Para comprender lo que ocurre con la literatura, tal vez convenga realizar una especie de
ejercicio con una palabra. Se puede realizar el ejercicio a solas o en grupo, en este
último caso será mucho más enriquecedor porque podremos cotejar nuestra experiencia
con la de otros.
Se propone, para esta vez, la palabra “patio”. La diremos en voz alta y la dejaremos
resonando en nuestro interior. Seguramente al pronunciarla cada uno evocará su propia
imagen de “patio” ¿cómo es ese patio? ¿cómo lo describiría? ¿qué colores predominan?
¿hay fragancias en esa evocación? ¿qué sonidos había? ¿apareció un patio o varios? ¿era
un lugar placentero o desagradable? ¿solitario o concurrido? Así podríamos seguir con
muchísimas preguntas porque no hay un solo patio igual para todos, cada uno pondrá su
propia experiencia con ese espacio, su sensibilidad, sus emociones, su fantasía, su
habilidad para recrearlo en la imaginación.
Parecido a eso es lo que sucede cuando se lee literatura. Hay una información que da el
libro, pero cada uno, en su lectura, pone de sí eso que le es propio según su experiencia
literaria y de vida. Cada palabra que se lee, cada texto despierta algo distinto en cada
lector.
Veamos, después de pensar en nuestro propio patio, qué imagen de patio nos dan
algunos autores que han elaborado literariamente lo que ha sido para nosotros un primer
ejercicio con la palabra.
Borges, Jorge Luis. “Adrogué”. En: Adrogué. Buenos Aires, Adrogué, 1977.
¿Qué podríamos decir de estos patios literarios? ¿Se parecen entre sí?, ¿hay algún
sentimiento que esté rondando en ellos? ¿hay algo en esos versos que nos conmueve?
Todo eso y más nos pasa cuando leemos, cuando nos animamos a abrir un libro, cuando
nos arriesgamos a explorar y a elegir uno o algunos entre los que se hayan a nuestro
alrededor. Por eso decimos que un libro cerrado es sólo un objeto como cualquier otro y
algo raro ocurre cuando lo abrimos, porque su lectura nos involucra.
“Me crié en el monte chaqueño, cerca del Bermejo, cuando la tierra era plana, la luna se
posaba en las copas de los árboles y los cuentos sólo existían alrededor del fogón del
asado o en las ruedas del mate.
Después se inventaron los libros. O tal vez antes, pero yo no lo sabía. […] Entre idas y
vueltas, siempre vuelvo a Huckleberry Finn, Sandokán, todo Jack London, Las mil y
una noches, La isla del tesoro. Porque esos libros me ayudaron a crecer, a imaginar, a
pelear contra los perversos y contra el miedo, a defender la dignidad, a resistir, a volar.
Porque me dijeron, antes de que aprendiera nada de política, que era posible cambiar el
mundo. Cualquiera que aprende a volar puede resistir”.
“Cada vez le tenía más miedo a la vida. Y a los cuentos también, contaminados todos
desde La cabra del señor Séguin o Barba Azul. Hasta tal punto que su presencia física
se me hacía insoportable. Si descubría un solo libro de cuentos de Perrault o de los
hermanos Grimm en mi cuarto, los ogros, los verdugos, las mujeres estranguladas
amenazaban con surgir de entre las páginas y atraparme […] Me fascinó la historia de
Peter Pan. Ya no estaba sola, ahora tenía a Peter, y mi revista era una ventana, una
madriguera por la que me deslizaba para pasar al otro lado. Durante meses me creí Peter
Pan; me encantaba el color verde de su traje, precisamente aquel verde. No me asustaba
para nada el Capitán Garfio, ni el cocodrilo: Peter era invencible porque era más listo.
Obviamente, a diferencia de él yo no volaba, seguía prisionera del mundo de abajo.
Obviamente era un varón y yo una niña. Me pregunto si hay una sola niña en el mundo
que haya podido identificarse con Wendy, aquella insípida hermana mayor, atareada
con el aseo mientras que sus hermanos bailan con los indios; o con Campanita, la
presumida insoportable”.
Petit, Michèle. "Del Pato Donald a Thomas Bernhard; Autobiografía de una lectora
nacida en París en los años de posguerra". En: Lecturas: del espacio íntimo al espacio
público. México, FCE, 2001.
A modo de cierre
Para terminar esta unidad, a modo de síntesis de lo tratado, detallamos algunos aspectos
para tener en cuenta.
Después de leer, elija uno de los puntos citados y vuelque su reflexión por escrito.
Remita el texto a su tutor:
Primero despertar el interés entre quienes no conocen el gusto por leer y ayudar
a quienes lo tenían y lo han perdido, decirles que “no está lejos, sólo se ha
extraviado. Es fácil de recuperar”, como señala Pennac.7
No hay edad para leer o comenzar con la lectura, lo importante es encontrarse
con los libros cuando querramos hacerlo.
Quienes trabajan en la tarea de animación a la lectura deben darse tiempo para la
reflexión, para hacer un balance de cómo está funcionando la planificación y
cómo seguirán en el camino. Estar atentos, despiertos para analizar la práctica,
organizar la rutina de trabajo y fundamentar lo que se está realizando.
Los libros, las lecturas que valen la pena son dones que se entregan con
generosidad para que otros disfruten.
No se es lector por leer cantidades de libros, una única lectura puede hacernos
lectores.
Leer mucho, poco, de manera discontinua, salteando páginas, igual la lectura
siempre produce sentido. A veces unas palabras, unas frases nos revelan algo
importante, que nos interesa o que nos conmueve.
Patte, Geneviève. Si nos dejaran leer... Los niños y las bibliotecas. Bogotá, Cerlalc,
Procultura, Kapelusz, 1984, p. 39.
Evaluación y selección
Elegir libros para niños, jóvenes o adultos implica tomar decisiones y esas decisiones
surgirán de la evaluación y posterior selección de libros, a partir de criterios básicos que
los mediadores podrán ir adquiriendo en su formación, por el desarrollo de la
experiencia laboral, si son bibliotecarios, y por su propio camino como lector.
Todo proyecto que incluya material de lectura, como cualquier actividad con libros,
requiere necesariamente una tarea previa: la evaluación y la selección de ellos. Gran
parte de los buenos resultados del encuentro de los niños, jóvenes y adultos con los
libros depende del material que los mediadores sepan elegir y acercar en el momento
oportuno.
La oferta del mercado es abrumadora; de lo que se publica sabemos que hay libros
excelentes, libros de mediana calidad, libros de calidad insuficiente, y la vida entera no
nos alcanzaría para leer todo lo que circula, de ahí la importancia de la selección. Como
señala la autora de la cita de la apertura, es poder acercar a los lectores los mejores
libros, teniendo en cuenta su calidad, pero también las necesidades y el gusto de los
lectores y también los objetivos de cada proyecto institucional.
Sobre el mismo tema de la selección, el escritor Ricardo Mariño hace una reflexión:
“Hay que discriminar. Las editoriales publican cientos de títulos por año y a cada
uno lo presentan como un gran libro. Sin embargo, un gran libro es una especie de
milagro. Un gran libro deja huellas profundas en las personas y frecuentemente los
gana como lectores para otros libros. Un mal libro, en cambio, es una poderosa
máquina de alejar gente de la lectura. De los cientos de títulos que se publican por
año la gran mayoría son literariamente intrascendentes. Siendo muy generoso se
podría decir que por año aparecen dos o tres libros muy buenos. El papel de
alguien que quiere promover la lectura es ubicar esos dos o tres libros. Nadie va a
hacer ese trabajo por él. Y no hay una máquina de detectar grandes libros. Para
complicar más las cosas, esos dos o tres libros no son los mismos para todo el
mundo”.
Mariño, Ricardo. Conferencia en la 15.ª Feria del Libro infantil y juvenil, Buenos Aires,
2004.
Además del enorme caudal de libros que se publica, en ciertos casos, el mercado
editorial orienta los gustos y preferencias lectoras, por eso el bibliotecario debe tener
presente cuál es su papel profesional en las decisiones.
La oferta del mercado: para lo cual debo conocer lo publicado, lo que circula,
los costos, qué editoriales existen y qué tipo de libros publica cada una.
Las metas y objetivos de la institución y su proyecto: cómo formar el fondo o
desarrollar la colección de la biblioteca o la escuela o llevar adelante actividades
o proyectos de promoción de la lectura.
La calidad de los libros: tener en cuenta aquellos libros que se destacan por su
propuesta tanto en los aspectos estético-literarios como en su formato y diseño y
porque abren nuevos mundos a la sensibilidad y el conocimiento de los lectores.
Las necesidades de los usuarios: surgen del reconocimiento de que las
bibliotecas públicas y escolares son entidades de servicio que deben brindar a
los usuarios el material que necesiten. Ninguna biblioteca podrá tener en su
acervo todo lo publicado, aún las más solventes económicamente. Pero sí deberá
aspirar a elegir los libros que serán utilizados por la mayor cantidad de personas
de la comunidad a la que pertenece.
Se trata de un delicado equilibrio que combina la calidad de los libros con las
necesidades e intereses de los lectores de una comunidad y los objetivos y las
propuestas de la biblioteca.
Será importante destacar también que no sólo se realiza una selección para formar o
desarrollar una colección. La evaluación y selección también entran en juego en el caso
de planificar actividades de promoción y animación de la lectura y no siempre se tratará
de elegir entre las novedades de reciente publicación. Aquí entonces será útil rastrear el
fondo existente y desempolvar aquellos libros olvidados que puestos en circulación con
otros materiales adquieren nuevos sentidos. Vale también la indicación, por ejemplo,
para organizar exposiciones de libros valiosos por su temática; y la misma postura
puede surgir cuando se recibe la donación de libros, otra de las vías de ingreso de
materiales a una biblioteca.
Mirado de esta manera, elegir libros se presenta como un gran desafío y como una de
las más interesantes tareas que debe llevar adelante un bibliotecario, o la persona
encargada de hacerlo.
Al realizar la selección debe tener en cuenta las necesidades de la biblioteca para la cual
se realiza. Por lo tanto, para hacer esta actividad explicite brevemente las características
de la biblioteca: contexto sociocultural; ubicación; cantidad de libros para niños y
jóvenes que posee, perfil de los usuarios, etccétera.
En la tarea de evaluar y seleccionar nos ayuda conocer a los autores y sus obras. Es
probable que un buen autor, en general, escriba buenos libros, aunque no siempre las
producciones son parejas en su totalidad. Ese manejo nos ayuda para saber por dónde
comenzar a buscar. También suele ocurrir que un lector que se ha entusiasmado con un
escritor regrese a pedir más libros de él. Asimismo, nos orienta cuando queremos libros
de un tipo de literatura en particular, saber qué autores escriben ciencia ficción,
policiales, cuentos humorísticos, novelas románticas, historias con animales, entre otras
posibilidades. También es útil conocer el lugar de origen o residencia del autor y si
aparece reflejada en sus libros.
Le solicitamos que cite, al lado de cada nombre y apellido, un título del autor
presentado.
Investigue y cite autores (argentinos o extranjeros) que escriban:
• Cuentos de Ciencia ficción
• Novela policial
• Novela histórica
• Cuentos de terror
Mencione en cada caso el título de una obra.
Teatro universal
Cuento latinoamericano
Narrativa argentina
Poetas argentinos y latinoamericanos
Narrativa de ciencia ficción
Cuento policial
Historias de terror
Literatura fantástica
Cuentos de humor
Biografías/autobiografías/memorias
Relatos costumbristas
Relatos de viajes
Poesía universal
Novela latinoamericana
Narrativa de escritoras
Arte (pintura/fotografía/dibujo)
Narrativa de amor
Literatura llevada al cine
Obras de un/a escritor/a
Divulgación científica
Teatro argentino
Leyendas
Historietas
Temas históricos
Una vez realizado el listado, puede, además, proponer un título de fantasía que sea
convocante para hacer la difusión de esos libros. Por ejemplo, si elige
Biografías/autobiografías/memorias, el título podría ser :“El camino de la vida” para el
listado de libros seleccionados.
Finalmente, vaya imaginando y tomando notas para una propuesta
de lectura en la biblioteca u otro lugar elegido, vinculada al
material seleccionado. Se trata de un primer borrador que irá corrigiendo y que le será
útil cuando llegue a la unidad referida a Elaborar programas de lectura y a la unidad
sobre Guías de lectura.
A modo de cierre
Esta unidad contiene numerosas actividades, ya que es muy complejo transmitir sólo
con la teoría los aspectos vinculados a la evaluación y selección, si no se realiza
directamente con los libros y para situaciones concretas de la práctica.
Se trata de inaugurar un lugar para escribir. Un espacio que podrá ser un cuaderno
elegido especialmente, una libreta de anotaciones o papeles sueltos, lo que más le guste
y le sirva para poner por escrito aquello que vaya elaborando, pensado a partir de su
tarea cotidiana mientras planifica el proyecto y durante su realización.
En este diario de ruta, podrá escribir una palabra que le haya llamado la atención; contar
qué piensa sobre los libros o sobre lo que leyó; qué le gustaría hacer en el trabajo con la
gente; qué cosas recuerda de su historia con los libros, qué siente ahora; qué reflexión
puede realizar sobre ello y hasta cómo le gustaría armar un proyecto y empezar a
bosquejarlo para después concretarlo.
Podrá escribir un solo renglón, hacer listas, dibujos, esquemas o llenar páginas enteras
para después compartir si así lo quiere o para leerlo cuando lo necesite.
Este diario será un buen recurso como guía de apuntes para apoyar el trabajo y también
una compañía para los recorridos y exploraciones que emprenda.
Ojalá esta sugerencia realmente inaugure una buena manera de enriquecer la propia
experiencia.
El texto sobre Diario de ruta, está basado en Nuestro diario a diario, redactado por la
autora del curso, en el marco del Programa Familias y Nutrición, “Leer es contagioso”.
Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, 2006.
Patte, Geneviève. Si nos dejaran leer... los niños y las bibliotecas. Bogotá, Cerlalc,
Procultura, Kapelusz, 1984, p. 39.
Los libros para los más chicos
Vamos a observar con detalle los libros para los más chicos, analizando las propuestas
editoriales y los criterios para evaluar y seleccionar, con alguna referencia especial a la
lectura de literatura y luego reparar también en el importante papel de los adultos, en el
encuentro de los chicos con los libros y la lectura, en el espacio de la biblioteca.
Cuando se habla de libros para los más chicos, son aquellos libros para niños hasta los
cinco años de edad, aproximadamente, y desde los que tienen apenas meses y ya pueden
"jugar" con el libro (tocarlo, observar las imágenes), como un juguete que irá
cambiando su sentido paulatinamente, con el aprendizaje de la lectura. Se trata de libros
para recorrer solos o con la ayuda de los adultos u otros niños más grandes. Por eso, se
puede incluir textos breves para leerles, ya sean cuentos, poemas o adivinanzas.
Algunas características
Dentro de este amplio espectro, haremos algunas descripciones que permitan distinguir
a cada uno de estos libros con sus particularidades. Es importante observarlos para
reconocer esas distinciones que ayudarán a la hora de la selección, abriendo esa gran
bolsa de los llamados libros infantiles, donde se mezclan títulos y propuestas.
Como primera gran división se puede clasificar, como en el caso de los libros para
adultos, de libros de Imaginación/ficción (los que construyen mundos imaginarios:
representan) y libros de divulgación/información (dicen algo sobre la realidad:
nombran).
Por otra parte, esta franja de la producción editorial de libros para niños ofrece una
interesante propuesta que reúne aspectos vinculados al diseño, a los materiales que se
emplean (tapa y hojas en cartoné, libros de tela o material plástico, tipo de papeles y
texturas, el uso del color y del blanco y negro, transparencias, calados, troquelados,
formatos diversos, uso de la fotografía, etc.) y a la marcada presencia de la ilustración,
configurando en su conjunto una estética peculiar.
Un mediador, para decidir la compra de un libro, podrá reparar (en caso de no conocer
su contenido) en que sea manuable, resistente, bien impreso, no demasiado voluminoso
o pesado, fácil de hojear, que disponga de un margen blanco lo suficientemente amplio,
que el espacio entre las palabras no sea demasiado ancho ni estrecho, entre otros
aspectos.
Los chicos no llegan solos y directamente a los libros y la lectura. Hablemos entonces
de esos primeros libros que los adultos, como mediadores, tendrán la oportunidad de
encontrar en las librerías, ferias o bibliotecas o a través de catálogos y revistas
especializadas y habrán de evaluar y, finalmente, seleccionar para los chicos.
¿Qué aspectos se pueden observar?
Será importante, además, analizar, por ejemplo, cómo están representados los
personajes en las ilustraciones (figura humana, animales, objetos); el estilo (ilustración
primitiva, impresionista, cubista, realista, surrealista, hiperrealista, caricaturas); la
ambientación (nacional o extranjera, rural o de ciudad, etc.); aspectos de la
comunicación (colores vivos, suaves, sombríos; una ilustración más informativa o
imaginativa); el equilibrio entre la ilustración y el texto; si la ilustración dice cosas que
no fueron dichas en el texto.
En la franja de los libros destinados a los niños el concepto de colección cobra un papel
relevante, por lo tanto, también funciona como criterio de orientación en la selección.
Suele decirse que los libros para los más chicos tienen “muchas ilustraciones”. Pero,
¿todos los libros ilustrados son para los más chicos? ¿Qué ocurre con el libro álbum?
¿Hablamos de cuentos solamente o incorporamos libros de información? Estas son
algunas de las preguntas que podemos hacernos.
Teniendo en cuenta los aspectos desarrollados se propone una clasificación según la
propuesta y presentación del libro:
Libros con imágenes, con textos breves. Estos relatos mínimos están a mitad de
camino de un texto que busca dar una enseñanza (compartir los juguetes por
ejemplo) y un texto más literario (Ejemplos: cuentan episodios de la vida
cotidiana de los chicos, también pueden ser sencillas rimas para enseñar los
números, entre otros casos).
Libros con imágenes, con textos breves, con lenguaje más sugerente y literario,
aun en su brevedad hay una incipiente presencia literaria.
Libro de imágenes, sin texto, con una secuencia narrativa. Un personaje o varios,
unidos por una acción lineal mínima.
Libro de imágenes, sin texto y sin una secuencia narrativa. Sucesión de
imágenes sin contar una historia, también pueden tener un personaje o elemento
que las relaciona pero sin armar relato.
Libro álbum: libro concebido como una unidad entre imágenes y texto, todo
libro álbum narra un cuento y no se podría quitar ni las imágenes ni el texto
porque perdería el sentido. Aquí las imágenes se convierten en la voz que
comunica algunas propiedades especiales del significado, que con frecuencia no
puede hacer el texto.
Cuentos con pictogramas, que combinan en la narración texto e imágenes.
Escritos con letra de imprenta mayúscula, con la particularidad de que
reemplazan algunas de las palabras del relato por dibujos simples, que permiten
reconocer fácilmente los objetos que representan. Destinado a los que
comienzan a leer solos, los chicos van reemplazando las imágenes por las
palabras.
Cuentos ilustrados o no. Lo más importante aquí es el texto. (libros para que un
adulto los lea). Se trata de cuentos populares de corta extensión o de autor, para
sumergirse de lleno en los relatos literarios. (Habrá que observar extensión y
complejidad antes de leérselos a los chicos).
Leyendas. Narraciones basadas en la tradición oral en versiones adaptadas para
los más chicos.
Poesías, adivinanzas, canciones, juegos de palabras. Incluye tanto el material
que forma parte de la tradición como la producción de autor y constituyen la
iniciación con el lenguaje literario.
Libro informativos o de divulgación de temas diversos: animales, alimentos,
texturas, colores, etc. Su finalidad es didáctica. El lenguaje es informativo. Están
ilustrados con fotografías o dibujos, con o sin texto.
Libro juego, por ejemplo: libros animados o pop-up; con agujeros; con
ventanitas; libro acordeón, abanico, puzzle; troquelados; tridimensionales;
musicales; libros en tela, material plástico, lavable o inflable; libros hechos con
tabletas de madera unidos por un cordón; y los llamados “libros de hacer”, en su
mayoría consisten en libros para dibujar, colorear o recortar, que implican una
actividad manual.
Libros originados por influencia de los medios de comunicación. Libros que
surgen después del formato audiovisual, como transcripción o novelización, a
partir de dibujos animados con numerosas y muy coloreadas ilustraciones.
Generalmente basados en heroínas o personajes de la pantalla de TV (Los
Simpsons), cine (Pocahontas, El Rey León) o directamente personajes-juego,
como Barbie. Estas publicaciones parten del éxito comercial y coexisten con
otros formatos expresivos: figuritas, afiches, juguetes, etcétera.
Otros: se podría agregar también aquellos libros que no fueron pensados para los
más chicos, pero se los puede utilizar en esa etapa porque despiertan el interés
de los chicos, por ejemplo: libros de arte; libros con fotografías, originalmente
pensados para adultos, pero atractivos para los más chicos por las ilustraciones.
Libros de Ciencias naturales para chicos de más edad.
Encontrará un listado de libros para los más chicos, a
modo de ejemplo, de acuerdo con la clasificación
que acaba de leer. También, podrá ver una nómina de editoriales que se ocupan
de publicar para ese sector.
Además de nombrar el mundo con las palabras cotidianas será importante poner al
alcance de los chicos ese otro lenguaje que es el de la literatura. Aun en su brevedad y
sencillez, los textos literarios para los más chiquitos utilizan una estructura distinta del
habla de la vida cotidiana.
Ya a los 2 años, según algunos investigadores, los niños utilizan (en un 70%) alguna
convención literaria en su explicación de historias:
Esto supone indicios que demuestran que los niños reconocen las historias como un uso
diferenciado del lenguaje, como un uso que es distinto del habla cotidiana.
Los niños adquieren primero la capacidad de establecer una simple estructura asociativa
y evolucionan hasta obtener el dominio de una estructura basada en “un personaje a
quien le pasan cosas”.
Esta última estructura la poseen, sobre todo, a los cinco años y pueden integrar los
acontecimientos en una línea cronológica que conducirá al establecimiento de una
estructura narrativa del tipo introducción-nudo-desenlace.
La capacidad del lector de conectar los acontecimientos narrativos entre ellos tiene
relación con su habilidad de prever lo que pasará.
Pensar en libros y en literatura para los más chicos, obliga a situarnos en un contexto
especial, diferente del habitual, en el lugar de quien tiene todo por descubrir. En ese
vínculo los adultos debemos ser acompañantes de la exploración y el descubrimiento. El
papel de los adultos es acompañarlos y alimentar su curiosidad.
Según el especialista Evelio Cabrejo-Parra, hoy no les leemos libros a los chicos para
que se conviertan en buenos lectores, aunque sí pensamos en su futuro. Les leemos
ahora porque esas primeras lecturas ya tienen un valor para su experiencia.2
1 Diatkine, R. "La lectura, un asunto de familia". En: Patte, G. Nuevas hojas de lectura.
Bogotá, mayo-septiembre 2003, p. 14.
2 Cabrejo-Parra, E. “La lectura comienza antes de los textos escritos”. En: Nuevas hojas
de lectura. Bogotá, septiembre-diciembre 2003.
Estén atentos a esos pedidos de repetición, que los chicos solicitan una y otra vez por el
placer de imitar y repetir, ya que tiene sus bondades. A esa espera de lo que se repite y
mantiene vivo el deseo de escuchar la continuación. Y también estar atentos a los gestos
que hacen los chicos cuando empiezan a explorar los libros. Gestos a veces poco
hábiles, pero llenos de voluntad, que demuestran una intensa actividad psíquica: los
dedos y las manos relevan al pensamiento y suplen la actividad de simbolización, no
adquirida del todo hasta el momento.
A modo de cierre
Para tener en cuenta y como augurio para las propuestas de promoción y animación de
la lectura desde las bibliotecas, y pensando en los más pequeños, sería bueno traducir el
lenguaje técnico propio de los servicios bibliotecarios al lenguaje que hay que
implementar para que esos futuros espacios a la medida de los chicos cobren sentido:
Boland, E. “Aquellos otros libros para leer”. En: Creando lazos de lectura. Módulo de
capacitación. Buenos Aires, Conabip, 2001, p. 14.
El arte de la divulgación
Vamos a dedicarle un poco de atención a esos otros libros que hay en una biblioteca, se
trata de los libros de divulgación o textos informativos. Es decir, aquellos textos que son
los que ponen en circulación el conocimiento, pero que no son los manuales o los textos
escolares. Dentro de este grupo se encuentran libros sobre ecología, historia, arte,
astronomía, física, música, entre otras áreas del saber.
Se puede agregar también que divulgación tampoco quiere decir resumir, reducir. Se
trata de una operación que implica saber elaborar y crear un producto nuevo, diferente
del original, pero que en contenido se mantiene fiel a ese original.
Otras veces no se comienza por una curiosidad, sino que se encuentran los libros y es a
partir de ellos empezamos a interesarnos por un tema determinado. Por ejemplo, nos
descubrimos mirando con atención cómo se construían antiguamente las pirámides en
Egipto, cómo vivían los habitantes de Tierra del Fuego hace mucho tiempo, apreciando
la vida en el fondo del mar a través de excelentes fotografías de peces y plantas en ese
medio o cómo funcionan los cilindros de las motocicletas.
Como ya dijimos, la lectura es una actividad compleja. Leer no es sólo descifrar signos,
identificar palabras en un texto coordinadas en frases y párrafos. Leer es comprender los
sentidos de un texto. Esto vale tanto para la lectura de literatura (que tiene sus
particularidades específicas), como para la lectura de textos informativos.
Más allá de la oferta y presentación de los temas, sería importante dar una
recomendación a quienes recomiendan este tipo de libros: en divulgación científica es
esencial la exactitud. No decir nada falso es muy importante, sobre todo si uno se dirige
a niños cada vez más pequeños, como es la tendencia actual.
1. Pérez del Real, R. "Situación y perspectivas de los libros científicos para niños". En:
Nuevas hojas de lectura. Libros informativos. Bogotá, Fundalectura, enero-abril, 2003.
Los textos de ciencia y tecnología deben ser rigurosos y claros, sin errores de concepto
ni dobles interpretaciones. Cada volumen debe tener información apropiada,
equilibrada, porque si el contenido es muy dificultoso desanimará al lector. Hay temas
que por su complejidad merecen un tratamiento más extenso y simplificado, además de
una base teórica pertinente.
Respecto de las ilustraciones y fotografías, estas deben estar bien seleccionadas para
clarificar y ampliar el mensaje de los textos. Existen tres grandes tipos de ilustración en
el libro informativo que desempeñan un papel relevante: fotografías, dibujos y
esquemas. Por eso, será oportuno ayudar a reparar en esa información visual. Muchas
veces las fotografías pueden contar más o aclarar la explicación brindada en el texto y
hay que saber mirarlas cuidadosamente.
Un buen libro de ciencia no solo toca la mente sino que es capaz de disparar la
imaginación y el placer que da el conocimiento. Como se ha propuesto la lectura en voz
alta para los libros de ficción, también se sugiere la lectura en voz
alta de estos libros.
Los libros informativos para chicos son aquellos que tratan temas de interés habitual
para los pequeños: los animales, el funcionamiento de las cosas, las estaciones del año,
entre otras temáticas. Libros que han incorporado una función de aprendizaje. Los libros
informativos ayudan a hablar sobre nuevos descubrimientos, a darles sus nombres y a
divertirse ejerciendo la comparación y contraste de los conceptos a través de las
distintas propuestas. Estos libros proporcionan, cuando la propuesta está bien
formulada, información a través de ejemplos concretos y siguen un itinerario que va de
lo familiar a lo desconocido.
Sin duda los primeros pasos en el aprendizaje son muy importantes. Si la curiosidad
natural de los chicos no se malogra con impedimentos, esos primeros pasos van dando
confianza para seguir con ganas de aprender, de investigar y de seguir en ese esfuerzo
con logros interesantes que se darán como resultado de la persistencia y de la práctica.
Así es como los libros empiezan a cumplir un papel en el aprendizaje. La curiosidad de
los chicos comienza a ir más allá del mundo cotidiano y de los objetos cercanos que
pueden controlar. Van en busca de nuevos escenarios con sus exploraciones y si los
libros que encuentran y les acercamos son atrayentes le agregarán algo más a lo que la
experiencia les ofrece a diario. Primero será encontrar información, el paso siguiente,
cómo transformarla, dónde, cuándo situarla para que se transforme en conocimiento.
Los buenos libros de información plantean las cuestiones comunes y corrientes, las más
cotidianas al mundo de los lectores pequeños y les hacen preguntas para que ellos
mismos se cuestionen: por ejemplo, sobre el aire, sobre el espacio, sobre el
comportamiento de los animales, etcétera.
Una de las características de estos libros es que no se parecen a las lecciones escolares,
porque no tienen la estructura típica de los libros escolares, son distintos de los libros de
texto. Suelen presentar el contenido de una manera diferente a la habitual, con un
registro de lenguaje también distinto.
En este encuentro de chicos con libros de información se trata de sumar curiosidad
inicial natural más información presentada de manera diferente. Comprobaremos que el
aprendizaje a través de los libros funcionará como un proceso intelectual y afectivo a la
vez.
Estos libros deben estar basados en estudios serios, realizados por personas que han
investigado el tema pero que, además, sean buenos comunicadores. Tienen que informar
con precisión, con claridad. Están obligados a instalar el conocimiento de la mejor
manera, para que el aprendizaje de los niños sea digno, sin ponerse serios y formales en
exceso e innecesariamente.
Como ocurre con la lectura de libros de literatura, en este caso también se puede
plantear una propuesta de lecturas que siga una secuencia, por temáticas, por niveles de
dificultad, etcétera.
En general, cuando se habla de libro de arte debemos tener en cuenta que nos referimos
a reproducciones de obras únicas, que, obviamente, en el libro no se apreciarán en su
magnitud: su materia, dimensiones y colores van a ser traicionados. Sin embargo,
también sabemos que el libro es transportable y cumple una función primordial: permite
al niño observar y detenerse sobre una imagen todo el tiempo que lo desee, llevarla
adonde quiera y “contemplar” una obra que tal vez nunca pueda disfrutar de manera
directa. El libro de arte, entonces, suele ocuparse del “arte reconocido”, el arte
“colgado”, tanto sea antiguo como contemporáneo.
A modo de cierre
Como síntesis, se puede decir que, además de los textos literarios y otros materiales, los
libros informativos pueden formar parte de un proyecto de promoción de la lectura.
Estos libros se ocupan de la divulgación del conocimiento en distintas áreas del saber,
por ejemplo: ecología, historia, arte, astronomía, física, música, entre otras. Suelen
interesar a muchas personas, niños o adultos, aficionados ya a su lectura o también,
pueden ser motivo de atracción para quienes aún no se han interesado por ellos o no
saben qué pueden encontrar con su lectura, de ahí la importancia de incorporarlos en las
propuestas.
Se debe recordar que no se trata de manuales o textos escolares –como se ha señalado–
y que su objetivo es hacer accesible información, a veces compleja, a un público amplio
y diverso.
En sus páginas, muchas veces los lectores encuentran respuestas a diversos
interrogantes, incluso a los temas más cotidianos. Por las características de su edición,
con ilustraciones o fotografías, son atractivos y convocan tanto a los adultos como a los
chicos.
Bibliografìa
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También es importante insistir, una vez más, en que no solo las personas que trabajan en
la biblioteca o un bibliotecario tienen que hacer todas las tareas que implique la
propuesta de lectura. Esto es, pensar el proyecto, redactarlo, gestionar fondos, realizar
las actividades específicas de animación, continuar atendiendo a los usuarios habituales,
etc., etc. Y, entonces, ¿quiénes pueden participar? Un bibliotecario/a, un/a abuelo/a con
ganas de leer a los chicos, un narrador, miembros de la comisión directiva de la
biblioteca, docentes, locutores de radio, jóvenes que les interese leer a niños o ancianos,
otros miembros de la comunidad.
Se trata de avanzar de a poco y distribuir las tareas. Siempre hay alguien que se
encuentre más cómodo planificando, seguramente, otra persona resuelve mejor las
compras o la selección de libros, por ejemplo, y otros podrán narrar o leer en voz alta a
los chicos o a los adultos. Sin duda es una tarea de equipo donde hay una consulta
permamente entre los que participan del trabajo y tareas para cumplir individualmente o
en subgrupos.
Y allí, aunque a veces no son tan evidentes, están todas las lecturas de un recorrido
personal. Allí están los autores transitados que ayudan a pensar y a decir las cosas; los
testimonios de las personas que escuchamos, las escenas de lectura observadas a lo
largo del tiempo. Aparecen algunos hallazgos personales, pero, en realidad, se trata de
un interjuego permanente con los otros.
Cuando el proyecto ya hace gestos desde lejos, queda encontrar el camino para
llegar a la meta: buscar el contenido.
En la elaboración, en la trama que se va armando, ocurre todo casi a la vez, pero
para exponerlo se podría ordenar así:
¿Cómo se convoca a los chicos más chicos?: Invitando a los jardínes de infantes o
guarderías.
¿Quiénes pueden colaborar?: Los maestros o las madres cuidadoras de esas
instituciones. Alguna vez podemos invitar también a la familia de los chicos (padres,
abuelos, hermanos).
¿Qué tareas pueden hacer los adultos y jóvenes además de compartir el encuentro?:
Cuidar a los chicos y atender necesidades que surjan, leerles, narrarles, mirar los libros
con ellos.
¿Con qué libros se cuenta?: Realizar una selección a partir de lo que hay en la biblioteca
y si es posible, y necesario, hacer una compra. Se puede comenzar con los libros
disponibles e ir sumando otros a medida que el proyecto se desarrolla. Según la cantidad
de libros existentes, también es conveniente pensar en incorporar el préstamo a
domicilio para que los participantes continúen leyendo en sus casas.
¿Qué periodicidad tendrán las actividades?: Podrán ser diarias, semanales, quincenales,
mensuales, etcétera.
¿Qué objetivos o metas se desean alcanzar con este proyecto?: Un objetivo muy general
a alcanzar a largo o mediano plazo puede ser “que los chicos tengan un vínculo con los
libros”, y un objetivo más específico, que puede concretarse y observarse en el día, “que
los chicos escuchen la lectura de un cuento”.
¿Qué eventos especiales se pueden incorporar?: Por ejemplo, alguna fecha en particular
(día del libro, día del niño) y convocar a la familia para compartir un encuentro con los
libros.
Cuando estén elaborando el proyecto debe quedar organizado hasta su término. Pero
hay que tener en cuenta que, a veces, hay que reformular objetivos, dar prioridades y
eso tal vez lleve a hacer modificaciones o suspender alguna etapa. Esto no debe ser
interpretado como señal de un fracaso, sino como una opción que se ha podido tomar
porque la programación fue flexible y permitió contar con previsiones.
Si se tiene claro lo que se vio en el ítem de las preguntas y respuestas que ayudó a
pensar la programación interna, se puede dar forma al proyecto (programación externa)
siguiendo el patrón general que se propone a continuación:
A modo de cierre
Técnicas y estrategias de animación
A modo de cierre, se citan algunas técnicas y estrategias para ayudar a cumplir con las
metas propuestas: que la gente se acerque a la biblioteca, que se encuentre con los libros
y la lectura y que el interés permanezca y se vaya profundizando. Por supuesto, todo
esto cada uno lo adaptará a las posibilidades con que cuente. Se puede hacer una
clasificación de las técnicas y estrategias.
1. Actividades de atracción
Las actividades de atracción tienen como fin atraer al público hacia la biblioteca o
actividad que organicemos, ya que si la gente no va a la biblioteca es la biblioteca la que
debe salir a su encuentro. Por ejemplo:
a) Participar en los acontecimientos locales (la Feria del libro: contar con un espacio
para difundir las actividades y servicios junto con las librerías).
d) Participar en los medios (solicitar un espacio breve en la radio local, por ejemplo,
para difundir las actividades, los libros nuevos que se han adquirido, las
recomendaciones de libros, hasta incluso la lectura de un cuento o poema que podrán
encontrar luego en la biblioteca. También un espacio en el periódico para difundir esa
misma información y, si alguien se anima, publicar reseñas de libros recomendados).
2. Actividades de profundización:
Una vez provocado el interés hacia los servicios que ofrece la biblioteca, habrá que
trabajar para animarlos a continuar con ese acercamiento. Será la oportunidad de
profundizar la cercanía orientando a las personas en la búsqueda de libros de mayor
calidad. Por ejemplo:
c) Organizar presentaciones de libros (pueden estar a cargo del autor, del bibliotecario o
de lectores avezados).
d) Confeccionar una lista de libros más leídos y recomendados por otros lectores.
f) Proponer lecturas por centros de interés. Por ejemplo: “La Argentina” y a partir de allí
ofrecer literatura de autores argentinos; textos de historia de la Argentina; relatos de
viajes por el país; exposiciones de artesanía argentina; leyendas de distintas regiones del
país, etcétera.
En los últimos tiempos hubo algún avance sobre cómo pensar y diseñar los espacios.
Existe una nueva concepción de las bibliotecas, más luminosas, funcionales y abiertas.
De todas maneras, sabemos que hay realidades que muestran lo contrario, muchas veces
por dificultades de orden económico que no permiten tener un local apropiado, diseñado
o adaptado especialmente, otras es por no saber cómo tomar algunas decisiones que
beneficiarían la estadía de las personas en la biblioteca y la funcionalidad que ese
espacio debe tener. Esto vale tanto para las instituciones de ciudades grandes del país
como para las bibliotecas más pequeñas. No se explica por qué razones algunas
bibliotecas destinan el espacio más oscuro para la sala de lectura, obligando a encender
las luces, aún teniendo en el edificio habitaciones más luminosas. Había, por ejemplo,
una biblioteca en Formosa, alejada de los sitios urbanos, que consistía en una sola
habitación pequeña y modesta, sin embargo era muy cálida, luminosa y funcional para
los chicos que la visitaban. También hay ejemplos de bibliotecas que tienen una única
entrada, con escalera, lo cual dificulta el ingreso de personas mayores o con capacidades
reducidas. Y así se podría continuar citando observaciones que tienen que ver con el
empleo del espacio.
Así como no siempre se dispone de todos los libros que interesan, es bueno que el
bibliotecario conozca el material que ofrece el mercado, porque puede existir la
oportunidad de adquirirlo o la necesidad de elegirlo. Con los aspectos edilicios pasa lo
mismo: observar la circulación de las personas por la biblioteca ayuda a ver cómo se
puede mejorar el servicio. Así, cuando llegue la oportunidad, se podrán encargar las
modificaciones necesarias. Un mueble mal ubicado puede molestar el acceso a los libros
y sólo basta con cambiarlo de lugar. Muchas veces, no se está atento a la buena
iluminación natural de la sala de lectura, en algunos casos no hay solución porque no
existen ventanas que permitan entrar la luz, pero en otros, hay una estantería o un
cortinado que las cubre. Descubrirlas conlleva no sólo un ahorro de energía eléctrica,
sino también contribuye al bienestar de los lectores. Los funcionarios y arquitectos
vinculados al área de cultura deben reflexionar sobre el entorno físico, que es muy
importante, ya que sin una concepción dinámica del espacio no puede existir un
verdadero servicio público.
Suele suceder que quien más conoce sobre el funcionamiento del lugar es el
bibliotecario, por eso es importante su participación cuando se trazan planos para la
construcción y bocetos sobre la ambientación de la biblioteca. Daremos algunas pautas
sobre la construcción ideal o deseable de una biblioteca y su ambientación, según
normas generales y universales. Luego, cada uno tomará los elementos aplicables a la
realidad de su biblioteca.
No se trata de vivir de irrealidades, pero insistimos en la importancia de tomar
conciencia de cuestiones básicas de cómo debe ser diseñada una biblioteca para que la
gente tenga ganas de visitarla y permanecer en ella.
Las bibliotecas públicas han sido tradicionalmente edificios sacralizados en los que el
silencio absoluto, la poca iluminación, su opacidad y el celo con que se guardaban los
libros, como si fueran documentos secretos, no contribuía a su buen funcionamiento. De
existir una apertura y democratización, tiene que estar auspiciada por las distintas
bibliotecas.
La imagen exterior del edificio. Desde la fachada del edificio se tiene que reflejar una
imagen hospitalaria, que invite a entrar, que atravesar la puerta no sea transponer una
fortaleza. No siempre depende de elementos de construcción, a veces se puede
contribuir con un simple cartel de bienvenida, con el mensaje que se quiere dar, con
información clara sobre los días de atención, etc.
La luz. Se sabe, y debe tenerse en cuenta, que el uso de la luz natural es muy
importante. Por lo tanto, si bien no es conveniente que sea directa, la construcción debe
contemplar el pasaje de la luz natural hacia el recinto. En cuanto a la iluminación
artificial, básicamente de tipo cenital, se recomienda que debe proporcionar la suficiente
luz para facilitar la lectura en todas las zonas de la biblioteca (unos 500 lux –unidades
que miden la cantidad de luz de un lugar– de media). Por motivos de costos y de
mantenimiento, se ha optado por una iluminación de tipo fluorescente, pero de luz
cálida, apoyada en algunas zonas por focos, dicroicas u otro tipo de luces puntuales.
Otros aspectos a tener en cuenta son la climatización, el mobiliario, los sanitarios, las
instalaciones eléctricas y de agua que deben estar en condiciones para evitar
accidentes y deterioro del material. Además, deben eliminarse las barreras
arquitectónicas como, por ejemplo, desniveles, peldaños, y todos aquellos obstáculos
que impiden el acceso a minusválidos, gente mayor o madres con cochecitos de bebé.
En definitiva, todos los aspectos de la biblioteca deben tenerse en cuenta porque todos
están vinculados a un mejor acceso de las personas a los libros y ese es nuestro objetivo
primordial.
Para tener en cuenta
Considerar que el espacio de la biblioteca destinado a los chicos será el lugar para:
Existen variados materiales que modifican los espacios sin ocasionar grandes gastos:
una tabla con listones puede ser un exhibidor de libros; un cartón puede convertirse en
un biombo; una reja de madera o un listón de madera con hilos con objetos colgando, en
separadores de rincones o zonas; una alfombra puede confeccionarse con retazos de
telas o uniendo trapos de piso, y unos almohadones en el piso pueden crear un espacio
delimitado y confortable para ponerse a leer o mirar libros.
Cabe recordar que se está hablando de la zona de lectura recreativa, no de la zona
destinada al apoyo de la actividad escolar que requiere mesas para disponer manuales,
carpetas y otros materiales que necesitan los chicos para resolver las tareas propias de la
escuela.
Hay que considerar que la biblioteca infantil, más que una transformación, es una
adaptación de las normas de la biblioteca para adultos, dado que la biblioteca infantil
además de propiciar el espacio para el hoy, debe constituir la pedagogía de los futuros
lugares de lectura. El lugar infantil debe ir enseñando cómo manejarse dentro de la
biblioteca para acceder a los libros.
Sobre la colección
Organizar un espacio de lectura no sólo es pensar en el lugar físico, sino también en los
libros y otros materiales de lectura, ya que el acondicionamiento de una biblioteca es tan
cultural como pensar en su colección.
Una biblioteca con suficientes libros da la oportunidad de elegir a niños y adultos según
sus propios gustos e intereses. Una biblioteca con suficientes libros permite tanto el
acercamiento espontáneo a los libros, así como también la realización de las actividades
programadas (la hora del cuento, los encuentros con autores, los talleres, las guías de
lectura, las valijas viajeras, etc.).
¿Qué es la colección?
La colección, o también llamado fondo documental o fondo bibliográfico, es el
conjunto de materiales, en distintos soportes y formas de acceso, con que cuenta la
biblioteca y que pone a disposición de sus usuarios tanto para consulta como para el
préstamo.
Se trata de un aspecto tan prioritario, que debe mantenerse tanto si los presupuestos son
abundantes como si no lo son. La formación y desarrollo de la colección es
imprescindible para ofrecer buenos servicios y diríamos que en un orden de prioridades
tiene la mayor importancia sobre otros rubros del presupuesto de la biblioteca.
Ese conjunto de materiales que la biblioteca pone a disposición de los usuarios se divide
en materiales convencionales: libros, videos, CD y no convencionales: láminas, juegos,
juguetes, partituras, etcétera.
Desde luego, no es tarea fácil, pero se debe trabajar para llevarla a cabo con eficacia,
tanto desde la institución misma como desde los organismos responsables de su
sostenimiento.
Para que una colección de una biblioteca sea efectiva debe responder al total de las
necesidades: prestar atención al material de consulta, a los libros recreativos, al sector
de literatura, por ejemplo, más que a los manuales escolares o a la necesidad de usuarios
específicos, mucho más si se está armando un proyecto de promoción de la lectura.
Esta es una labor compleja, no es algo que se aprenda completamente en un curso o por
medio de lecturas, sino que requiere práctica efectiva (que incluye cometer errores),
para que una persona llegue a ser eficiente en este proceso de formación y desarrollo de
colecciones.
Para la implementación de los servicios que realiza una biblioteca, se debe poner
especial atención en la conformación de la comunidad (estudios sobre usuarios y
público potencial, simples relevamientos hasta complejos muestreos), el tipo de servicio
que se quiere o puede brindar (forma de acceso) y el fondo documental con que cuenta
la biblioteca.
Los análisis de la comunidad proporcionan datos a las bibliotecas, que les permiten
establecer los mecanismos de participación de ella en el proceso de desarrollo de las
colecciones.
Las políticas de la colección deben cubrir aspectos tales como las donaciones, la
selección negativa (qué libros se descartan) y la cooperación (intercambio con otras
bibliotecas). Estas políticas se basan en una toma de decisiones permanente muy
importante porque, generalmente, no se pueden adquirir todos los libros que serían
valiosos para la biblioteca y tampoco se pueden conservar aquellos que hay que
descartar, intercambiar o volver a donar. Se trata de un equilibrio que hay que mantener
en relación a las necesidades de los tipos o grupos de lectores que tiene cada
comunidad.
Propiciar el encuentro
Esta unidad permitirá integrar y hacer conexiones con unidades anteriores, ya que
hablar del trabajo con otras instituciones apunta a la interrelación y a la cooperación.
Una biblioteca puede propiciar el encuentro con otras instituciones a través del propio
trabajo, en este caso, de la promoción y animación de la lectura.
En algunos lugares del país (Chaco, La Plata) existen programas donde los abuelos
narran cuentos de manera voluntaria en las escuelas y bibliotecas. En otros sitios, la
biblioteca (Trenque Lauquen), por ejemplo, hace visitas a escuelas rurales llevando
libros con la “valija viajera”. En centros comunitarios, donde “madres cuidadoras”
trabajan con niños pequeños (El Bolsón) comparten sus libros y los de la biblioteca con
centros de salud de zonas rurales. También hay en Tres Arroyos bibliotecarios, de una
biblioteca popular, que se suman al trabajo de un proyecto comunitario, con la
organización de las actividades de lectura, en jardines de infantes o ferias de productos
artesanales.
Gracias al trabajo en red ha ocurrido que algunos grupos, con los libros y las personas
dispuestas a colaborar, pero que aún no habían conseguido un espacio para trabajar,
encontraron el ofrecimiento de alguna institución, y de esta manera comenzaron a
realizar sus proyectos. Trabajar en equipo no es tarea fácil pero, cuando se logra, la
planificación sin duda es enriquecedora.
Sala de la biblioteca
Patio de la escuela
Salita del jardín de infantes
Club
Plaza
Aula
Costanera del río
Playa
Campo
Sala o patio de museo
Comedor
Galpón
Jardín de una casa
Etcétera.
A modo de cierre
En el final de esta unidad, es oportuno a modo de recomendaciones, retomar con un
punteo los temas planteados desde el inicio para prestar atención a las cuestiones
esenciales que se deben tener en cuenta.
El fin es acortar la distancia entre un libro y su potencial lector. Es necesario
insistir en que no existe una fórmula mágica o ideal, todas pueden ser válidas si
funcionan.
No esperar resultados espectaculares o inmediatos. La animación debe ser
constante, y los resultados pueden ir produciéndose lentamente.
Todos somos sujetos de animación en un momento determinado. La animación
no conoce edades.
El fin es el de formar lectores y no leedores.
Bibliografía
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Colihue, 1997.
"Desde el comienzo: La bebeteca". En: La Mancha. Año 6, n.º 16, Buenos Aires,
diciembre 2001.
"Dossier: Bibliotecas para los más pequeños (0-6 años)". En: Educación y biblioteca.
Año 6, n.º 46, Madrid, abril 1994.
"Dossier II: El espacio en la biblioteca". En: Educación y biblioteca. Año 7, n.º 59,
Madrid, julio-agosto 1995.
Marín, C. "Leyendo con los abuelos". En: Nuevas hojas de lectura. Fundalectura,
Bogotá, abril-junio 2006.
Patte, G. "La lectura, un asunto de familia". En: Nuevas hojas de lectura. Fundalectura,
Bogotá, mayo-septiembre 2003.
Rives, C. “Una problemática del espacio: organizar, pensar, clasificar.” En: Parmegiani,
Claude-Anne (dir.). Lecturas, libros y bibliotecas para niños. Madrid, Fundación
Germán Sánchez Ruipérez, 1997.
“El hombre que lee de viva voz se expone de manera absoluta a los ojos que lo
escuchan. Si lee de verdad, si pone en ello su saber y domina su placer, si su lectura es
un acto de simpatía con el auditorio tanto como con el texto y su autor, si logra que se
oiga la necesidad de escribir y despierta nuestra más oscura necesidad de comprender,
entonces los libros se abren de par en par, y la muchedumbre de aquellos que se creían
excluidos de la lectura se precipita tras él”.
Un poco de historia
Antes de entrar en el tema de la lectura en voz alta como recurso para la tarea de
promoción y animación, será interesante rastrear en la historia de la lectura y de los
lectores cuál era la función o necesidad de esta práctica.
La lectura tiene su historia y la lectura en voz alta tiene una instancia que la acerca a la
narración oral. En los primeros tiempos, algunas personas, generalmente los más viejos
de una comunidad, se encargaban de transmitir las experiencias a los miembros del
grupo, porque habían vivido los hechos que los más jóvenes aún no habían atravesado.
Pero también, porque les otorgaban a estas historias un valor necesario de ser
transmitido, y porque habían aprendido, a su vez, a narrarlas de sus mayores. Los viejos
eran la memoria de la especie. Sentados alrededor del fuego contaban lo sucedido, o se
decía que había sucedido. Los hechos contados pasaban a formar parte de la memoria
del grupo. Umberto Eco dirá que hoy los libros son "nuestros viejos", porque se ha
perdido en parte aquella costumbre de la narración oral y el libro, de alguna manera, la
estaría reemplazando.1
1. Eco, Umberto. “Por qué los libros prolongan la vida”. En: La Nación, Buenos Aires,
18 de agosto de 1991.
Sin embargo, por años, la lectura fue una experiencia privada, de la minoría de las
personas instruidas. Pocos podían acceder a los libros. Por otra parte, leer un libro
siempre fue una tarea complicada: primero el desciframiento de los signos alfabéticos –
que sólo es una condición previa– y luego, el ejercicio de la lectura propiamente dicho.
Esos pocos que sabían leer pasaron a ocupar el papel de lectores. En realidad, a lo largo
de la historia, los libros han tenido más oyentes que lectores.
La lectura, entonces, la ejercía el que sabía leer, pero, además, la práctica de la lectura
en voz alta tenía que ver con la posibilidad que esta manera de leer ofrecía para la
comprensión: leyendo en voz alta era más fácil hacer la separación de las palabras que
hasta entonces estaban unidas, ya que el texto no tenía puntuación. El que puntuaba era
el lector y era necesario tener una formación especializada para saber marcar los lugares
donde terminaba una idea, donde hacía falta una pausa, un énfasis.
En la Roma clásica, los lectores se preparaban para leer en voz alta un texto, como hoy
lo haría un intérprete de música con su partitura. “La lectura considerada como tal",
señala Emilia Ferreiro, "era en voz alta. La lectura silenciosa era posible, pero no se
consideraba lectura. Leer realmente era devolverle la voz al texto de manera similar a lo
que acontece con la música; esto es, un músico puede leer una partitura sin tocarla, pero
nos resulta difícil decir que sabe leer esa partitura hasta que la ejecuta”.2
Es muy conocida la anécdota de San Agustín que cuenta la sorpresa que tuvo al visitar a
San Ambrosio, Obispo de Milán, y encontrarlo leyendo de una manera que él nunca
antes había visto: silenciosamente, sólo con los ojos y con la mente, sin emitir sonido
alguno, sin mover siquiera los labios. San Agustín había pasado por escuelas
importantes de la época pero nunca había imaginado que se pudiera leer sin pronunciar
las palabras.
Lecturas compartidas
Entre los siglos xv y xvii, la práctica de la lectura oralizada tuvo un amplio público de
“lectores” populares (lectores en el sentido de oyentes) que incluía tanto a los
semianalfabetos como a los analfabetos. “El alto grado de analfabetismo no constituía
en principio un obstáculo para la existencia de un público muy numeroso: bastaba con
que en una familia o en una comunidad hubiese una persona que supiese leer para que,
virtualmente, cualquier texto llegara a ser disfrutado por muchos”, según señala Margit
Frenk.3
La lectura era una actividad social que tenía lugar en talleres, establos y tabernas, o en el
hogar. Así, mientras los niños jugaban, las mujeres cosían y los hombres reparaban
herramientas, uno del grupo que fuera capaz de descifrar un texto leía a sus compañeros
o familiares. Otros ejemplos: en Australia, entre las familias protestantes, La Biblia se
transmitía de generación en generación por vía de la lectura femenina. Más adelante, en
el siglo xix grupos de artesanos, sobre todo cigarreros y sastres, se turnaban en la lectura
o contrataban a un lector para entretenerse mientras continuaban trabajabando. Sabemos
también de los labriegos anarquistas de Andalucía, quienes compraban un diario y el
que sabía leer lo hacía para los demás. Esto ocurría en Europa. En la Argentina,
encontramos algunas prácticas similares, por ejemplo, es bien conocida la historia de
que el Martín Fierro era leído a los paisanos en las pulperías.
Algunas reglas sobre los modos de leer provienen de las concepciones pedagógicas que
indicaban cómo debía ser el comportamiento de los lectores. Por ejemplo, se debe leer
sentado manteniendo la espalda recta, con los brazos apoyados en la mesa, con el libro
delante, y, además, con absoluta concentración, sin movimiento alguno, y en total
silencio. Se indicaba también no ocupar un espacio excesivo y leer de un modo
ordenado y pasando las páginas cuidadosamente, sin doblarlas. Sobre estos principios se
han diseñado salas de lectura de bibliotecas públicas.
Como señala Armando Petrucci, “los demás modos de leer, cuando lo hacemos a solas,
en algún lugar de nuestra casa, en total libertad, son conocidos y admitidos como modos
secundarios”4 y a veces considerados potencialmente subversivos.
4. Petrucci, Armando. “Leer por leer: un porvenir para la lectura”. En: Cavallo,
Guglielmo y Chartier, Roger. Op cit.
Los nuevos lectores, y en general los jóvenes rechazan aquellas maneras más
disciplinadas y rígidas y nos muestran un comportamiento y una disposición diferentes.
En principio, podríamos preguntarnos por qué leer a otros (niños o adultos) en voz alta.
Una posible respuesta sería que, además de ser atractivo y permitir una comunicación en
el grupo, puede ayudar a recuperar el interés por las historias y por llegar al libro por sí
solos.
Dice Ana María Pelegrín: "El libro oído, visto, tocado, olido, el desciframiento
emocional, oral, sensorial, el libro, lectura compartida con otro, le ayudará en su
contacto posterior con la letra impresa, motivando una lectura gozosa".5
Es conveniente hacer una prueba antes de elegir textos para leer a los chicos. Se puede,
primero, leer entre adultos (una reunión con otros bibliotecarios o animadores o con
amigos).
Tomen estos ensayos previos como un motivo para descubrir textos nuevos o retomar
aquellos que tanto les gustaron alguna vez (¿cuándo fue eso, cómo y dónde lo leyeron,
quién lo leyó?). También será un descubrirse como lectores antes de compartirlo con los
chicos.
Momentos
La selección de los textos y la lectura "a solas", sería una primera instancia y la lectura a
otros, en voz alta, la segunda. ¿Cómo transitar ese pasaje? Intenten primero "escuchar"
qué les dice el texto o los textos elegidos. Ningún texto es igual a otro, cada uno pedirá
una lectura particular. La entonación para cada género y situación que presente el texto
será un punto clave, porque los distintos tonos, volumen de voz, altura, contribuirán a
crear ese clima adecuado y requerido para cada caso. Por ejemplo, si está presentando
un personaje que encarna al malvado de la historia, generalmente usará una voz más
grave que cuando está hablando una pulga traviesa. Son sólo algunas sugerencias, no se
debe caer en rigideces. Además, cada texto reclama algo particular y es posible que se
encuentren con un ogro muy sensible y arrepentido o triste, entonces, seguramente no
tendrá la voz de ogro que se espera.
Inauguremos aquí una sección que llamaremos "Desde el comienzo", con los
fragmentos iniciales de distintos textos. Esas primeras oraciones capaces de despertar a
un oso en invierno y provocarnos para seguir leyendo y escuchando.
Ejemplos
Así, no leemos de igual modo este comienzo: "Su luna de miel fue un largo escalofrío",
de Horacio Quiroga en "El almohadón de plumas"; que la hondura y sutil pudor que
reclaman estos versos de Alfonsina Storni:
"No las grandes verdades yo te pregunto,
que no las contestarías; solamente investigo,
si, cuando me gestaste, fue la luna testigo,
por los oscuros patios en flor, paseándose".
Storni, Alfonsina. "Palabras a mi madre". En: Selección poética. Buenos Aires, Losada,
1996.
Y ¿cómo leeríamos este texto tan absurdo?: "A las 9 de la mañana del domingo el señor
Lanari empezó a destejerse". Wolf, Ema. Los Imposibles. Buenos Aires, Sudamericana,
1988.
Y si probamos con una carta de amor, por ejemplo, de Napoleón a Josefina: "Llegué a
Milán y me precipité en tu habitación; lo dejé todo por verte, por estrecharte en mis
brazos..."
Viola, Liliana. Amores para armar. Buenos Aires, Libros del Quirquincho, 1992, Libros
para nada.
¿Cómo comenzaríamos un cuento de fantasmas como éste?
“A menudo fingí creer en fantasmas y fingí creerlo festivamente, y ahora que soy uno
de ellos comprendo por qué las tradiciones los representan dolientes e insistiendo en
volver a los sitios que conocieron cuando fueron mortales”.
Marías, Javier. "Cuando fui mortal". En: Cuando fui mortal. Madrid, Punto de lectura,
2000.
Hasta aquí la literatura, pero si queremos leer un texto informativo acerca de un tema,
¿por qué no leerlo también en voz alta?
“Por varios motivos el Benteveo Común nos resulta familiar. No teme la presencia
humana y llega entonces a habitar las plazas y parques de las ciudades más concurridas.
Su tamaño y fuerte colorido, junto con su carácter confiado lo ponen en evidencia. Pero
seguramente, es su canto lo que más llama la atención. El fuerte grito 'ben-te-veo' le ha
proporcionado los más variados nombres: 'bichofeo', 'pitogüé', 'pitojuán', 'cristofué',
'diostedé', 'quintové', etc”.
"Benteveo Común". En: Canevari, Pablo y Narosky, Tito. Cien aves argentinas. Buenos
Aires, Albatros, 1995.
Otra posibilidad
"Javier Villafañe nació en Buenos Aires, en el Barrio de Almagro en 1909. Su actividad
literaria comenzó mientras cumplía el servicio militar. Allí organizó una biblioteca, y
dio clases para los conscriptos que no sabían leer...”.
Mehl, Ruth. Con este sí, con este no. Buenos Aires, Colihue, 1992.
Algunas recomendaciones
Leer en voz alta no requiere necesariamente una actuación de tipo teatral o la
composición minuciosa de personajes, dejemos eso a los actores. Nosotros somos
apenas unos entusiastas que buscamos hacerlo bien y no robarle el protagonismo al
texto elegido, ya sea por poner demasiado énfasis en nuestra presencia o, por ejemplo,
por tener dificultades con la lectura. Es importante recordar que se trata de un acto de
comunicación con los otros y debemos estar atentos a quienes nos escuchan.
Comprender y meternos en lo que estamos leyendo de alguna manera hará que nuestra
actitud corporal, nuestra voz o nuestra mirada cambien y provoquen interés en nuestros
oyentes.
Como ya se señaló, una vez que el texto ha sido seleccionado será conveniente
conocerlo muy bien, esto es, leerlo antes, comprenderlo. Incluso hacer marcas que
permitan saber dónde detenerse, hacer una pausa, un silencio distinto de otro, marcar
otra entonación.
Si no se hace una lectura comprensiva previa, se corre el riesgo de concentrarse
demasiado en la decodificación del texto, más que en su comunicación. Esa falta de
comprensión del lector traerá dificultades en la comprensión de los oyentes.
Para comenzar, será conveniente tener en cuenta la respiración. Respirar hondo y que el
aire inunde todo el cuerpo permitirá estar más relajados. Respirar en las pausas que se
marcan evitará agotarnos y mantener la voz para pronunciar las palabras con claridad.
Prestar atención a la postura y expresividad corporal: leer en voz alta es también
incorporar el lenguaje de los gestos, cada movimiento es un mensaje para los demás.
"Lo que da valor al gesto es el ritmo, un ritmo que tiene su origen en el fondo de
nosotros mismos […] es un movimiento de dentro hacia fuera..."6, y esto permitirá que
esa exteriorización sea equilibrada, genuina y que no se convierta en mera gesticulación
hueca y estereotipada.
Cuando decimos "gesticulación hueca y estereotipada"7 nos referimos a los gestos muy
exagerados donde parece que fuera necesario que cada palabra esté acompañada por un
gesto. Algo parecido a aquella representación de los versos escolares:
"En el cielo las estrellas..." estiramos y levantamos un brazo hacia arriba y seguimos
"[…] en el campo las espinas..." y ese brazo lo bajamos bruscamente hacia el suelo, "y
en el medio de mi pecho..." y llevamos los dos brazos al corazón. ¿Se acuerdan?
Esto no está ni bien, ni mal, lo que queremos decir es que no necesariamente se debe
hacer gestos durante toda la lectura. No hacer gestos no significa ser inexpresivo. A
veces una mirada, o un pequeño cambio en la voz será suficiente.
2. ¿Qué voz tendrá el personaje de Toby, de Graciela Cabal, que a veces cree que habló,
pero no pudo? Cabal, Graciela. Toby. Buenos Aires, Norma, 1997.
3. ¿Cómo dar distintos tonos al "verde", de El hombrecíto verde de Laura Devetach que
a veces define un libro o una puerta, y otras un balanceo, un ruido o un silencio. ¿Cómo
puede ser verde un balanceo o un silencio al leer el cuento?
Como ayuda recuerde aquellos versos de Federico García Lorca: "Verde que te quiero
verde..." ¿Cómo seguía?.
Devetach, Laura. El hombrecito verde. Buenos Aires, Colihue, 1997.
5. Los magos tienen voz, y si son grandes magos, ¿qué voces tendrán? Qué voz le
pondría a un cuento brevísimo que describe una situación cargada de magia como "El
anciano gran mago" de Javier Villafañe.
Villafañe, Javier. "El anciano gran mago". En: Breve antología de cuentos. Buenos
Aires, Sudamericana,1999.
6. Un matrimonio se adueñó de una gallina: "La gallina de los huevos duros". ¿Cómo
hablará el hombre que la robó del gallinero? ¿Y su mujer? El cuento es de Horacio
Clemente.
Clemente, Horacio. La gallina de los huevos duros. Buenos Aires, Sudamericana, 1990.
7. "Algo que cae" es otro brevísimo cuento, de Ricardo Mariño. ¿De qué manera puedo
ponerle el vértigo de la situación que se describe?
Mariño, Ricardo. Cuentos espantosos. Buenos Aires, Sudamericana, 1991.
8. Caperucita roja es un personaje muy conocido por todos. Si se lee su versión original,
la haría, tal vez, con un tono cargado de dramatismo. Pero en la versión de Esteban
Valentino los personajes del tradicional cuento aparecen cambiados. El autor parodia la
historia. Entonces,¿cómo se mostrarán al Lobo y a Caperucita?
Valentino, Esteban. Caperucita Roja II. Buenos Aires, Colihue, 1995.
10. Los bosques, la selva, siempre encierran peligros y misterios, también son
escenarios de fábulas como "Las relaciones peligrosas" “Una cierva se enamoró de un
tigre. Temía acercarse a su amado, eficaz cazador. Cierta tarde, decidida a morir
devorada antes que de amor...”. ¿Cómo leerían un diálogo tan arriesgado?
Birmajer, Marcelo. Fábulas salvajes. Buenos Aires, Sudamericana, 1996.
Con una descripción más naturalista Horacio Quiroga nos presenta a La ñandurihé:
“Hasta el día de hoy, las gentes del norte no han podido ponerse de acuerdo sobre la
ñandurihé. Esta víbora representa, sin género alguno de duda, al más venenoso ser de la
creación”. (Si recupera la voz, sería muy interesante que siguiera leyendo estas Crónicas
del bosque).
Quiroga, Horacio. Crónicas del bosque. Buenos Aires, Cántaro, 2000.
11. Perla Suez en El árbol de los flecos nos cuenta viejas historias de Oriente y
Occidente. ¿Cómo será la voz para transmitir historias lejanas?
Suez, Perla. El árbol de los flecos. Buenos Aires, Sudamericana, 1996.
12. Víctor es el protagonista elefante del cuento de Elsa Borneman "Un elefante ocupa
mucho espacio". Víctor decidió convocar a la huelga de animales en el circo donde
vivía. Piensa "en elefante" y “tiene una idea tan enorme como su cuerpo...". ¿Cómo será
su voz? Seguramente en la biblioteca donde trabaja encontrará otras historias de
animales que se revelan ante el maltrato de los hombres. Por ejemplo, Rebelión en la
granja de George Orwell.
Bornemann, Elsa. Un elefante ocupa mucho espacio. Bogotá, Norma, 1996.
13. En el borde de un barranco, de Jorge Accame, se narra una historia con mucho
misterio que deja perplejo al lector, a menos que se crea en fantasmas y aparecidos. Tal
vez, en este caso, convenga una voz neutra y pausada que acompañe el ritmo del relato.
¿Conoce historias similares que hayan ocurrido en su provincia? ¿Podría narrar alguna?
Téngalo en cuenta para algún encuentro de lectura y narraciones orales.
Accame, Jorge. Ángeles y diablos, Buenos Aires, Alfaguara, 2000.
Desafíos en el final...
14. Si ha llegado hasta aquí, podrá llevar a cabo la lectura en voz alta de dos textos tan
desafiantes como los anteriores, pero con un toque de humor sorprendente. Se trata de
"Parichempre" y "Charlando un rato", de Luis María Pescetti, dos diálogos
“complicados”.
Pescetti, Luis María. El pulpo está crudo, Buenos Aires, Alfaguara, 1999.
15. Una lectura interesante para regalar y regalarse es la de una “bendición”, como la de
Dragón, de Gustavo Roldán, pero antes, le recomendamos leer la “maldición”. Para
cada maldición, siempre habrá una bendición.
Roldán, Gustavo. Dragón, Buenos Aires, Sudamericana, 1997
A modo de cierre
Se cierra este capítulo, o esta dura, pero divertida prueba, con un fragmento de una
entrevista a Silvina Ocampo donde ella cuenta una experiencia como lectora en su
infancia.
"N.U: ¿Quiénes te leían, Silvina?
S.O.–Me leía Angélica, mi hermana, especialmente ella porque le gustaba leer. Yo le
leía a mi madre porque imitaba a Angélica leyéndome a mí, pero un día, mientras yo
leía, mi mamá se quedó dormida. Yo no me dí cuenta enseguida y le preguntaba: 'Te
gusta'; ella movió la cabeza un poco y yo decía para mí 'Sí, cómo le gusta', y seguía
leyendo, y cuando me dí cuenta de que dormía y que no había oído nada de lo que más
me gustaba, tuve una desilusión. Lloré, lloré y lloré hasta que llegó la noche. Yo me
decía 'yo no entiendo cómo mamá no me ha oído leer' y yo había leído como nunca, con
expresión, de un modo distinto...”. Ulla, Noemí. Encuentros con Silvina Ocampo.
Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1982. Colección Diálogos.
Calvino, Italo. Seis propuestas para el próximo milenio. Madrid, Siruela, 1994, p.53.
Leer y contar
¿Para qué contar cuentos cuando las palabras ya están en los libros? ¿Es necesario elegir
entre contar y leer? ¿Cuál es el lugar de cada uno? ¿Qué importancia tiene la presencia y
la proximidad de quien da forma a un relato?
Estos y otros interrogantes pueden servir para comenzar a hablar del espacio reservado a
la narración oral en la promoción de la lectura.
Además de las preguntas, nada mejor que ejemplificar el tema con una historia, pero
una historia elegida especialmente, que ayudará a comprender las causas y efectos del
narrar. Se trata de uno de los cuentos del Decamerón1, libro del escritor italiano
Giovanni Bocaccio y que otro escritor italiano, Italo Calvino, utiliza con el fin de
mostrar cualidades que debe tener un narrador para mantener vivo el deseo de escuchar
del auditorio.
Calvino, en su ensayo, señala que parte del secreto reside en el ritmo y, con un ejemplo
muy claro, dice: “todos conocen la sensación de incomodidad que se tiene cuando
alguien que pretende contar un chiste no sabe hacerlo y se equivoca en los efectos, es
decir, en las concatenaciones y en los ritmos, sobre todo”.2
Estas dificultades que tuvo el narrador en unir, enlazar unas cosas con otras y en
manejar el ritmo, como se ve, son comparadas con el mal andar de un caballo. Por eso,
retomando lo que Calvino dice en la cita de apertura de la Unidad. "Pero la velocidad de
que se habla es una velocidad mental. Los defectos del narrador torpe enumerados por
Bocaccio son, sobre todo, ofensas al ritmo, además de defectos de estilo, porque no usa
las expresiones apropiadas a los personajes y a las acciones, es decir, que, bien mirado,
aun en la propiedad estilística se trata de rapidez de adaptación, agilidad de la expresión
y del pensamiento".4
No hay que establecer una rivalidad entre la narración oral y la lectura, ambas son
valiosas en sí mismas y también se complementan.
5. “Tradición viva. Conversación entre tres contadoras danesas escuchada por Göran
Hemberg”. En: El Urogallo. Revista literaria y cultural. N.º 106. Madrid, marzo 1995,
pp. 76-82. (Especial cultura nórdica).
En este capítulo se incluyen algunos consejos que dan quienes se dedican a la narración
oral que pueden ser muy útiles a la hora de lanzarse con este desafío
El contar cuentos es algo muy antiguo y la práctica, que hoy se continúa haciendo es un
acto muy intenso de comunicación. Por eso, cuando sucede, las personas se sientan en
círculo o semicírculo como si estuvieran alrededor del fuego, como en la antigüedad,
para estar tranquilos y a la vez muy atentos por lo que van a contarles. Un narrador se
entrega en cada relato y con la historia produce como un encantamiento que mantiene
en una actitud de sobrecogimiento y atención.
El acto de contar se puede recrear entre adultos como entre niños, ambos disfrutarán
mucho de ese regalo de palabras. Podrá ocurrir en la biblioteca o en una plaza, cualquier
lugar es propicio si se sabe crear el clima y convocar al círculo. Sentarse en sillas o en
almohadones o alrededor de una manta, todas esas opciones son válidas. Con esta
actividad, el viejo oficio de contar revive con el bibliotecario, con el maestro u otro
mediador de la comunidad.
¿Cómo empezar?
En Japón existe la costumbre de encender una vela antes de empezar a contar que se
apaga cuando finaliza el cuento. Se trata de una forma de enmarcar un acontecimiento
que es importante, casi un ritual. Todas las bibliotecas de ese país destinan un espacio o
rincón para realizar narraciones. Puede ser un recurso a utilizar para comenzar a crear
un clima propicio para la lectura.
Ayudará tener en cuenta algunos consejos a modo de ABC de la narración oral, a partir
de la bibliografía específica consultada.
En primer lugar, hay que elegir cuidadosamente los cuentos. Será bueno seleccionar
aquellos cuentos que los conmuevan emocional o estéticamente, en los que se sientan
implicados de alguna manera para poder transmitirlo mejor.
Una vez elegido el cuento para narrar, le recomendamos que:
Otro testimonio interesante y que describe muy bien la actitud del narrador y de la
situación que genera e incluso menciona la preparación del relato, es el de Anne Sophie
Seidelin, la narradora danesa:
"Lo que yo elijo contar tiene que significar realmente algo para mí y tiene que
poder ser analizado desmenuzándolo y recomponiéndolo. Yo no me preparo
pensando cómo voy a contar, sino escenificando el relato en mi mente. En realidad
una narración no es una representación teatral, pero se le parece. Por ejemplo, uno
tiene que saber en todo momento dónde está, quién sale y quién entra y por qué
puertas, como si tuvieras que dirigir aquello que quieres contar. Luego, si eres
perro viejo, notas qué pasajes pueden ser suprimidos, cuáles acortados, dónde
puedes resumir".
“Tradición viva. Conversación entre tres contadoras danesas escuchada por Göran
Hemberg”. En: El Urogallo; Revista literaria y cultural. N.º 106. Madrid, marzo 1995,
pp. 76-82. (Especial cultura nórdica).
Todo esto lleva tiempo, el propio del aprendizaje y la experiencia. Pero, en algún
momento hay que comenzar, hay que animarse.
Como en otras tareas no es obligación que todos narren o que el narrador sea el
bibliotecario/a. Sin duda, siempre hay alguien que se destaca más que otros en la
práctica de contar y que lo realiza sin presiones. Como ya dijimos, narrar debe ser un
acto placentero, tanto para los espectadores como para quien cuenta. Por eso se puede
invitar a realizarlo a gente de la comunidad que tenga el deseo de hacerlo.
Conviene recordar que hay personas que son consideradas profesionales de la narración
porque son convocadas a narrar con regularidad, son reconocidos por la gente como
tales y, además, reciben una remuneración por su tarea. Al respecto, la narradora
argentina Ana María Bovo traza la diferencia entre un narrador espontáneo y uno
profesional.
Bovo, Ana María. Narrar, oficio trémulo. Conversaciones con Jorge Dubatti. Buenos
Aires, Atuel, 2002.
Los oyentes no son previsibles (edad, condición sociocultural, cantidad), los hay
habituales (los que saben del evento y van con el objetivo de escuchar, pero también hay
oyentes ocasionales, aquellos que por diversas causas están en la plaza). El escenario: es
abierto, público (de todos), con distractores (ruidos), sujeto a condiciones climáticas
(sol, lluvia, viento), no está demarcado el espacio del narrador. El repertorio: es
dinámico, corto, de tradición folclórica.
Merece ser sostenido y estimulado como una actividad sociocomunitaria, porque reedita
las fuentes originarias del cuento al nuclear personas de distintos niveles sociales, y
porque están allí, como diría Alejandro Dolina, “los mejores clientes, las parejas de
enamorados, los linyeras, los muchachos crueles, los refutadores de historias que se
hacen contar historias para no creer en ellas. Todos unidos en esas coordenadas mágicas
de tiempo y espacio que les permiten compartir el simple y sencillo hecho de escuchar
un cuento narrado”.6
Muchos narradores coinciden en señalar que para la narración oral y, sobre todo, para
quien comienza con esta práctica, conviene elegir entre los relatos de la tradición
porque, justamente, como se han ido transmitiendo de boca en boca, conservan la
estructura de la oralidad, más cercana a las posibilidades de recreación y por lo tanto
pueden presentar menos dificultad que un texto de autor, donde es muy importante
respetar cada palabra escrita porque guarda la impronta y el ritmo de lo escrito.
Tendrían que estar demasiado pendientes de la memoria para decir el texto y
descuidarían la actitud, la calma y la gestualidad apropiada.
Roldán, Laura. Aquí hay gato encerrado. Adivinanzas, dichos, coplas y recetas. Buenos
Aires, Santillana, 2006. (Leer es genial).
Para terminar esta introducción con la receta del mate, y aquí cada uno contará su
versión de cómo prepararlo, con secretos y todo, para que salga como debe ser.
Buscar en la memoria y recolectar entre conocidos, o los espectadores mismos, y armar
otro recorrido de narración, empezando con un dicho o adivinanza para terminar con
una receta.
A modo de cierre
Será importante tener presente que la narración oral es valiosa y convocante en sí
misma, ya que atrae a todos que les cuenten relatos. Pero, además, es un medio para
conocer historias reales o imaginadas o para recuperar y cuidar de la memoria,
particular o de una comunidad. Asimismo, puede ser un buen recurso para entusiasmar a
los posibles lectores, deseosos de volver a encontrarse con autonomía con alguna
historia que les narraron antes.
Una recomendación en este tema es no establecer una rivalidad entre narración oral y
lectura de libros, ya que ambos son muy valiosos y se complementan.
“Es probable que en una biblioteca no veamos más que confusión y amontonamiento.
Poemas y novelas, libros de historia y de memorias, diccionarios e informes oficiales,
libros escritos en todos los idiomas por hombres y mujeres de toda laya, de razas y
épocas diferentes, se encuentran el uno al lado del otro en las estanterías. (...)
¿Por dónde comenzar?”.
Las guías de lectura son una manera sencilla de dar a conocer el fondo de la biblioteca
(tenga muchos o pocos libros) y, a la vez, invitar a la lectura y la consulta de
documentos diversos. “La guía no impone lecturas, sino que las propone y, por lo tanto,
implica una selección por parte del posible lector”.1 Las guías suelen consistir en una
relación de citas bibliográficas de materiales seleccionados y agrupados en función de
un tema, una efeméride, un acontecimiento de actualidad, un autor, etcétera. Ejemplos:
libros sobre la Navidad; una selección de títulos para leer en vacaciones; un homenaje a
un autor, etcétera.
1. Baró, Mónica y Mañá, Teresa. Formarse para informarse. Madrid, Celeste ediciones,
1996.
Una guía puede funcionar como orientación cuando la oferta de libros nos abruma,
como señalaba la escritora Virginia Woolf en el ensayo que se eligió para la cita de
apertura. Entonces, ante esa situación, una guía de lecturas puede ayudar a los
potenciales lectores.
En una guía podemos incluir todo tipo de materiales: libros, artículos de revista, recortes
de prensa, grabaciones sonoras, videocasetes, fotografía, mapas, trabajos
confeccionados por los alumnos y otros documentos. Hay que indicar siempre de una
manera u otra, a qué edad va dirigida la guía o cada una de las citas bibliográficas que la
componen. (No siempre es necesario explicitar la edad, a veces, como lo acompañamos
con alguna ilustración o tipo de letra, éstas nos ayudan a comunicar a qué lector está
dirigida).
Para confeccionar una guía se trabaja, básicamente, con los catálogos, cuanto más
completos sean estos, más fácil nos será.
Si trabajamos en una guía sobre un autor, el catálogo de autores nos indicará qué obras
tenemos, y el catálogo alfabético de materias nos dará referencias de los estudios hechos
sobre el autor y sus obras. En una guía de este tipo resulta interesante hacer una pequeña
presentación del autor: una fotografía y un mínimo de datos biográficos ayudarán a
acercarlo a los lectores. También podemos incluir la bibliografía completa del autor
elegido, indicando siempre cuáles son los libros citados o reseñados que se encuentran
en la biblioteca y, de alguna manera con la indicación de los niveles de lectura. Además
podemos incluir citas bibliográficas referentes a trabajos sobre el autor y su obra, así
como fragmentos de sus textos que resulten atractivos o motivadores. Hay muchas
ocasiones propicias para la elaboración de una guía de lectura, como la celebración de
aniversarios de nacimiento o de muerte de alguna figura, la entrega de un premio, la
visita de un autor o ilustrador a la escuela, a la biblioteca o a la ciudad, etcétera.
Una guía temática incorpora los materiales de los que se dispone en la biblioteca sobre
el tema propuesto. En este caso es interesante agrupar los documentos por tipos,
enfoques, etc., de manera de evitar presentar una lista de títulos ordenada sólo por orden
alfabético.2 Un ejemplo puede ser una guía de lectura sobre la paz. Se puede comenzar
con las definiciones del término que se encontrarán en enciclopedias y diccionarios y
que servirán para situar el tema. Después, se relacionarán las monografías sobre la paz,
y en apartados separados, los artículos que se hayan recogido sobre el tema o bien
canciones que hablen de la paz, por ejemplo. Otro bloque podría incluir libros de ficción
que tengan la paz como tema central. También sería posible utilizar como ilustración
dibujos sobre la paz realizados por los niños.
Tenga en cuenta que para que una guía de lectura cumpla con su
objetivo debe procurar que su presentación sea legible con
facilidad, con los epígrafes bien destacados, así como hay que evitar un exceso de
información (por ejemplo, no mezclar géneros, aunque sí se pueden sugerir: “podrá
encontrar en la biblioteca libros informativos sobre la temática...”) porque puede dar
lugar a confusión mezclar títulos de literatura con textos de información. La inclusión
de ilustraciones referentes al motivo o, simplemente, de elementos decorativos, la hará
más atractiva. Un formato original o la utilización de papel de colores puede provocar la
curiosidad; el límite está en la imaginación de cada uno y e n las posibilidades de
reproducción –mediante fotocopias o impresos– que garantizarán la difusión de la guía.
Piense cuál sería su guía ideal y envíe su informe al tutor.
Todo esto contribuirá, sin duda alguna a que se descubran los recursos que contiene la
biblioteca y, de paso, a potenciar el interés en cuestiones marginadas, por ejemplo, por
los programas escolares, y que pueden interesar en la comunidad.
Los libros-guías mantiene informado al lector sobre títulos que a veces olvida o
novedades que desconoce.
Hay que indicar, de alguna manera aunque no sea colocando la edad directamente, a qué
edad o etapa va dirigida. Esto puede ser a través del título que elijamos, de las
ilustraciones o el diseño o, como se señaló antes, del tipo de letras o de la incorporación
de ilustraciones que orienten.
En principio, para confeccionarla se debe trabajar con catálogos o, directamente, con los
materiales existentes y establecer allí la diferencia entre una guía que implica una
evaluación y selección y un catálogo editorial cuyo objetivo es difundir toda la
producción.
Proponer un posible diseño: tamaño, formato, tipo de letra, color del papel,
ilustraciones. Tener presente cuál será la forma más eficaz para comunicar la
información.
Llevará un título “de fantasía”, como aliciente, y un título aclaratorio, por ejemplo:
¡Arriba el telón!: Obras de teatro para niños. O “Zapatos llenos de libros”: libros para
leer y regalar en la semana de los Reyes Magos.
Ordenar los títulos de los libros seleccionados (no menos de 10 libros), de acuerdo con
temáticas, edad de destinatarios, de modo que la información llegue de manera rápida y
eficaz al posible lector.
No olvidar colocar los datos de la institución (domicilio, teléfono, etc.) que posee los
libros que se difunden y toda información necesaria vinculada a dicha institución
(horarios, días de atención).
Objetivo: Tener en cuenta que se busca la difusión de los libros y convocar a los
lectores a la biblioteca, no se trata de un catálogo comercial.
No necesariamente debe ser un listado de novedades, también puede ser una selección
de libros a partir de lo que posee la institución en su colección y quiera poner a circular.
Llenaremos de libros los zapatos: libros para niños y jóvenes, en época de Reyes
Magos (Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Salamanca).
Rumbo a la aventura: sobre libros de aventura (Kirico, Club de lectores, España).
¡Boom! Historias en bocadillo: guía de historietas (Fundación Germán Sánchez
Ruipérez, Salamanca).
La imagen del miedo: lecturas para jóvenes, sobre literatura y cine de terror.
(Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Salamanca).
Aventuras del oeste: relatos del folclore norteamericano (Bibliotecas Populares,
Biblioteca de Retiro, España).
Jorge Luis Borges: libros del autor que posee la biblioteca (Bibliotecas Populares,
Biblioteca de Salamanca, España).
Voces de lucha: libros sobre el proceso militar en la Argentina. Sala Abierta de lectura,
Tandil).
¡Al abordaje! Libros para leer con un parche en el ojo: historias de piratas y
corsarios.
Cuentos con cola. Historias de personajes “coludos”... que dejan coooola! Fábulas.
(Mónica Bustos, alumna de la carrera de Bibliotecología).
Selección joven. También...guerra y literatura. (María Abásolo, alumna de la carrera
de Bibliotecología).
Sombreros y lecturas: libros para niños con sombreros como protagonistas. En:
Boland, Elisa. Hojas sueltas N.oº 5, 2000. La Plata, ISFD y TN.o º8).
A modo de cierre
Las guías son un buen recurso para la animación a la lectura en tanto permiten que el
lector o posible lector descubra, entre todos los libros de una institución, algún título
para comenzar a leer. Son orientativas y su objetivo es mostrar un listado de libros
evaluados y seleccionados según criterios diversos, lo que las diferencia de los
catálogos editoriales.
Son una manera sencilla de dar a conocer lo que la biblioteca tiene o las novedades que
adquiere en algún momento.
Al confeccionar una guía de lectura será importante pensar que la información que se
presenta debe ser clara y de fácil lectura, de esta manera logrará la eficacia que se
busca: una información atractiva y correcta, que despierte interés en los lectores, que
posibilite el acercamiento a la biblioteca y difunda hacia el exterior el material que la
institución posee. No puede faltar en una guía un título atractivo, una información de los
libros precisa y ordenada y, finalmente, los datos de la institución donde los lectores
podrán recurrir para encontrarse con los libros que desean.
“La radio es una experiencia a través de la cual los individuos producen cultura,
situación que la distingue de un simple instrumento y de los productos culturales.
Las radios son productoras y modeladoras de cultura”.
Hayes, Ricardo. La radio del siglo XXI : nuevas estéticas. Buenos Aires, Ciccus ; La
Crujía, 2000.
Ayer y hoy
Si tratamos de pensar nuestro vínculo con la radio es probable que aparezcan recuerdos
de situaciones en las que nos hemos sentido acompañados, atendidos o sorprendidos por
la magia y el misterio de sus sonidos.
Algunos, los mayores, podrán relacionarla con su infancia sin televisión y con
personajes como Tarzán, Poncho Negro y Sandokán. La radio es parte de su historia
personal. El protagonismo de la radio entonces era indiscutible, la familia se reunía
alrededor de los receptores y había programas que convocaban a todos sus integrantes:
los personajes de Niní Marshall, los radioteatros de amor con voces inolvidables, como
la de Oscar Casco e Hilda Bernard, capaces de despertar todas las fantasías.
Obras de teatro transmitidas en directo, espectáculos internacionales que tenían lugar en
los auditorios de las emisoras, dan cuenta de lo que significaba en su primera época.
Hoy, satélites mediante, las emisiones con mayor potencia pueden llegar a todo el país.
Sin embargo, estos avances en las posibilidades de la comunicación tienden a hacer un
discurso homogéneo, que desdibuja las pequeñas comunidades y no siempre refleja las
necesidades informativas de la gente.
Afortunadamente, hace unos años han resurgido con mucha fuerza emprendimientos de
baja potencia que atienden y transmiten las cuestiones locales con mayor compromiso y
repercusión (reencuentros y valoración de la propia cultura).
Hasta aquí se ha aludido al doble papel de la radio (de difusión y de promoción), pero
su función no termina allí. Puede animar en los oyentes el interés por generar, a su vez,
nuevos espacios de encuentro para compartir lecturas con otros.
Radio y lectura
Reconociendo el valor del medio radial se propone, para comenzar, idear estrategias de
articulación entre la radio y la biblioteca:
Escuchar la radio local para detectar espacios donde nuestra temática cultural
tenga posibilidades de inserción.
Gestionar contactos con los responsables de estos espacios (director de la
emisora, conductor o productor del programa).
Producir la información adecuada para cada formato radial (informativo,
microprograma, magazine, etc.).
El logro mayor sería un programa propio. Otra alternativa posible e igualmente válida,
sería poder insertar los contenidos que interesa promover y difundir en espacios ya
instalados. Ambos casos siempre requieren que se utilice el lenguaje radial de la mejor
manera posible.
Palabra
Música
Efectos sonoros
Silencios
Saber mezclar sabiamente estos cuatro elementos, teniendo en cuenta sus distintas
funciones, va a permitir organizar el mensaje. Palabra y música son la base del mensaje
radiofónico.
Los efectos sonoros funcionan como un complemento para crear ambientes adecuados
que se quieran lograr o describir. Se utilizan también para cambios de escena, de tiempo
y de espacio. Por último, queda reconocer el importante valor del silencio, como
refuerzo del significado del sonido, porque contribuye a crear expectativa y propicia un
tiempo de reflexión.
Hay un tiempo psicológico que tiene que ver más con lo que se pueda despertar en la
imaginación del oyente a partir de las secuencias sonoras. La música es especial para
transportarlos a otras épocas y generar climas.
Objetivos
Destinatarios
Contenidos temáticos
Género
Formato
Frecuencia de emisión
Día y horario propuestos
Duración
Fuentes de información
Equipo de producción
Recursos técnicos
Recursos económicos
En cualquier caso es necesario armar el guión correspondiente. Debe ser claro para el
que lee el texto (locutor) y también para el operador de sonido, encargado de mezclar,
es decir de combinar los elementos del lenguaje radial (palabra, música, efectos sonoros
y silencios).
A quién está dirigido (target: edad de los oyentes, sexo, lugar de residencia,
intereses)
Extensión acorde al tiempo asignado para la emisión.
o Horario en el que se va a emitir, por el clima que generará esa lectura.
o Selección de la música: de apertura y cierre, de fondo, efectos sonoros
que acompañan la trama.
Se recomienda no hacer uso abusivo de los recursos para que el texto que se ha elegido
leer no pierda el protagonismo que se desea dar.
A modo de cierre
Una vez planteados los lineamientos básicos de la radio, será posible pensar que el
trabajo en este medio, no solo podrá ser desempeñado por los adultos, sino también
darles la posibilidad a los niños y jóvenes que estén dispuestos a participar.
Se podrán realizar talleres donde los chicos harán el aprendizaje de los elementos
básicos para desenvolverse con soltura. Siempre hay que tener presente que no se
pretende hacer profesionales de la radio, pero sí buenos oyentes. Los chicos pueden
realizar el mismo tipo de actividades y ejercicios de lectura, tal como se plantearon en el
artículo sobre la Lectura en voz alta o La narración oral, con las variaciones que
quieran realizar.
Piensen que la articulación con la radio podrá servir como punto de encuentro y
vehículo de comunicación en la comunidad de cada lugar. Puede promover y difundir la
lectura y generar actitudes de respeto, escucha y solidaridad.
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