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Hace 2 días
Luego obtuvo dos estrellas por el restaurante madrileño "Sant Celoni" y una más
por "Evo", instalado en un hotel de Barcelona.
"Nos jugamos un tema de salud pública. Ahora se legitiman formas de cocinar que se
apartan de las tradiciones y usan productos químicos, como la metilcelulosa, cuyo
consumo puede ser perjudicial. ¿Hay que sentirse orgullosos de una cocina, la
molecular o tecnoemocional, abanderada por Ferrán Adriá y su cohorte de
seguidores, que llena sus platos de gelificantes y emulsionantes de laboratorio?",
preguntó Santamaría frente a un nutrido auditorio.
Lejos de amilanarse por esta reacción, Santamaría volvió al ataque en Cádiz (sur),
cuando visitaba con otros colegas unas bodegas gaditanas.
Conocido como inconformista y rebelde, Santamaría dijo que sus críticas no estaban
orientadas contra los restauradores que practican la cocina de fusión, molecular o
vanguardista sino que es "un tema de los derechos del consumidor y de
responsabilidad social hacia los ciudadanos".
"En el momento en que en la alta cocina entran unos productos que usa la gran
industria alimentaria, el Ministerio de Sanidad debería establecer los mismos
controles para proteger a los ciudadanos, porque hay personas que por motivos de
salud no se les puede hacer ingerir determinadas sustancias", propuso el cocinero.
En ellos, puntualizó luego en Cádiz, "hay una obsesión por una creatividad que no
sé adónde lleva, y hay que poner un poco de freno y de análisis, y ver si conviene
rectificar", porque "si se premia una cocina que se basa en los aditivos, a la
gente que lucha por la calidad le queda la duda", concluyó.