You are on page 1of 56
LE CORBUSIER PRINCIPIOS DE URBANISMO (LA CARTA DE ATENAS)~ Discurso prefminar dev | « JEAN GIRAUDOUX’ NOTA PREVIA Vuelve a imprimirse La Carta de Atenas, dieciséis aftos después de la primera edicion de 1942, en plena ocupacién. Nadie imagina, nadie quiere ni puede recordar la naturale- LA CHARTE DATHENES za de los debates preparatorios de la recons- ec carey notions do Minnie truccién de Francia en aquel periodo que Traduccién castellana de siguié al desastre. Fue una marea de invet Bee ECAR ELLA tivas, de reproches, de rechazos : de inv@ti- BI dibujo de las pas ¥ original de Le Corbusier vas contra el arte moderno; de reproches PS see ocovtse, contra quienes se habian dejado arrastrar ate Por él; dé rechazo de las soluciones técni- €as propuestas o que se imponian, de re- chazo de un sistema de pensar coherente: 3) edlelén: diciembre de 15 G 1937: Fondation Le Corbusier y Eultions de Minit, Pail W@PQUItectura y urbanismo indisolublemen- © Kncccar? &° # ‘aduccién casiclana para Expats SMMEMioniveados. Para superar tanta incerti- Elona Are, S.A, Esplugues de Lioboeat (Barton @dadmbre, la amistad y el amor comiin por ta ~ €0sa edificada hicieron posible que los res- Ponsables de esta publicacién ilustraran la Portada de la Carta con el nombre de Jean be, eae Giraudoux. Antes de la guerra habia escri- Antonio, 14. Eaplogues de Tishregat (Barcelonal fo Pleins Pouvoirs, invitando patéticamen- j 5 te al pais a las alegrias y a los peligros de| dura hace ya un siglo! Pero también hace una gran aventura optimista, la construc. | ya un siglo que la savia nueva prosigue su cidn de los tiempos modernos, con la imagi-| marcha ascendente... Un siglo que los cla- nacion y el entusiasmo, los tinicos motores | rividentes aportan ideas, nociones, y formu eficaces. Desde 1928, los CIAM (Congresos | lan sugerencias... Internacionales de Arquitectura Moderna) Un dia, acaso. habian reunido unas energias hasta entor Pavi 6 depo BR ces dispersas, celebrando sus Asambleas en diferentes ciudades de Europa. En 1933, le Mlegé su turno a Atenas... Durante el peri el nombre de Atenas aparécia como un es (e Cee cudo resplandeciente, y la palabra Cart como un mandato para pensar rectamente, Los trabajos del Congreso de Atenas const tituyeron la base de la Carta. Habia que re dactar, ordenar y poner a disposicién del piiblico una materia complicada; hallar, e aquella agitada época, una forma tan anonis ma como fuera posible para no compre meter, con un nombre marginado como mio, los objetivos perseguidos por esa edi cién. Dieciséis afttos después, ¢acaso hat cambiado mucho las cosas? Una mutacién inmensa, total, se apoder del mundo: la civilizacién de las maqui nas se afianza en el desorden, en la impr visacién, en los escombros. ;Y todo esté abrigan mal a las familias, corrompen s vida intima; y el desconocimiento de lai necesidades vitales, tanto fisicas como m rales, da fruto envenenado: enfermedad, di cadencia, rebelién. El mal es universal: s expresa, en las ciudades, por un hacinamie1 to que las hace presa del desorden, y, en campo, por el abandono de numerosas ti rras. SEGUNDA PARTE ESTADO ACTUAL DE LAS CIUDADES. CRITICAS Y REMEDIOS HABITACION OBSERVACIONES 19 in el interior del micleo histérico de las indades, asi como en determinadas zonas le expansion industrial del siglo XIX, la lacion es demasiado densa (se llega a jumar hasta mil e incluso mil quinientos ibitantes, por hectdrea). La densidad, relacién entre las cifras del la poblacién y la superficie que ésta ocupa, le modificarse totalmente por la altura las edificaciones. Hasta el presente, sin ibargo, la técnica de la construccién habia litado 1a altura de las casas aproximada- inte a los seis pisos. La densidad admisible ara las construcciones de esta naturaleza es de 250 a 300 habitantes por hectarea. ido esta densidad alcanza, como ocurre , A Rumerosos barrios, 600, 800 e incluso 1.000 habitantes, entonces se trata de tu. » caracterizados por los siguientes ios, 37 Y presencia permanente de gérmenes mor bidos (tuberculosis); 5, Ausengia o insui ciencia de instalaciones sanitarias; 6, Pr miscuidad debida a la disposicidn interio de la vivienda, a la mala ordenacién d inmueble o a la presencia de vecindad molestas. El micleo de las ciudades an guas, bajo la coercién de los cinturon militares, generalmente estaba Ileno de con: trucciones apretadas y privado de espaci En compensacién, con todo, pasada I Puerta del recinto, eran inmediatament accésibles los espacios verdes que dabat lugar, cerca, a un aire de calidad. En el cui so de los siglos, se afiadieron anillos urbs nos, sustituyendo la vegetacién por la pied: y destruyendo las superficies verdes, | pulmones de la ciudad. En estas condici nes, las grandes densidades de poblaci En los sectores urbanos congestionados, las condiciones de habitabilidad son nefastas por falta de espacio suficiente para el aloja- miento, por falta de superficies verdes dis- ponibles y, finalmente, por falta de cuidados de mantenimiento para las edificaciones (explotacién basada en la especulacién), Es- tado de cosas agravado todavia més por la presencia de una poblacién con nivel de vida muy bajo, incapaz de adoptar por si misma ‘medidas defensivas (la mortalidad llega a aleanzar el veinte por ciento). : Lo que constituye el tugurio es el estado interior de la vivienda, pero la miseria de €sta se prolonga en el exterior por la estr: chez de las calles sombrias y la carencia to- fal de espacios verdes, creadores de oxige- IES Mo, que ta: icios serian para el recreo significan el malestar y la enfermedad pei de’1du", eg gates cae deen pueveraae Sonstruccién erigida hace siglos han sido AmMortizados desde hace mucho tiempo; sin Embargo, sigue tolerdndose que quien la 38 # explota pueda considerarla atin, en fornfkencia, en proporcién suficiente, de ciertos de vivienda, como una mercancfa negoci tos indispensables para los seres vi- ble. Aunque su valor de habitabilidad s@yos:-sol, espacio, vegetacién. Un ensancha- nulo, sigue proporcionando, impunemenffmiento incontrolado ha privado a las ciuda- y a expensas de la especie, una renta impoffdes de estos alimentos fundamentales de tante. Un carnicero que vendiera carne eprden tanto psicoldgico como fisiolégico! El rrompida seria condenado, pero el cédiglindividuo que pierde contacto con la natu- permite imponer alojamientos corrompiddfraleza sufre un menoscabo y paga muy caro, a las poblaciones pobres. En aras al enmfcon la enfermedad y la decrepitud, una rup- quecimiento de unos cuantos egofstas, @ftura que debilita su cuerpo y arruina su tolera que una mortalidad pavorosa y tod§sensibilidad, corrompida por las alegrias clase de enfermedades hagan pesar sobifilusorias de la urbe. En tal orden de ideas, la colectividad una carga aplastante. fen el curso de los tiltimos cien afios se ha lcolmado la medida, y no es éste el menor lde los males que afligen al mundo en la ac- jtualidad. at * El crecimiento de la ciudad devora prog sivamente las supefficies verdes, limit 12 fes de sus sucesivds periferias. Este ale} ‘miento cada vez mayor de los elementd Las construcciones destinadas a viviendas naturales aumenta en igual medida el digse hallan repartidas por la superficie de la sorden de la higiene. jeiudad, en contradiccién con las necesida- des de 1a higiene. Cuanto més crece la ciudad, menos respetan las «condiciones naturales» El primer deber del urbanismo es el de «condiciones naturales» se entiende la pag 24€cuarse a las necesidades fundamenta- 40 al les de los hombres. La salud de cada uno di pende, en gran parte, de su sumision a lat «condiciones naturales». El sol, que presi de todo proceso de crecimiento, deberiff 4 penetrar en el interior de cada viviend para esparcir en ella sus rayos, sin los cud os barrios mds densos se hallan en las les la vida se marchita. El aire, cuya calif zonas menos favorecidas (vertientes mal dad asegura la presencia de vegetacin, del Grientadas, sectores invadidos por neblinas berfa ser puro, liberado de los gases noc! 0 gases industriales, accesibles a las inunda- vos y del polvo suspendidos en él. Habri por tiltimo, que distribuir con largueza st espacio, No hay que olvidar que la sens Todavia no se ha promulgado legislacién cidn de espacio es de orden psicofisiolégico| alguna para fijar las condiciones de la habi- y que la estrechez de las calles 0 Ia estranif tacién moderna, condiciones que no sola~ gulacin de las avenidas crean una atmés mente deben garantizar la proteccién de la fera que es tan malsana para el cuerpo com] persona humana sino incluso darle los me- deprimente para el espfritu. El 1V Congresd| dios para un perfeccionamiento creciente. CIAM, celebrado en Atenas, ha hecho suy@ Asi, el suelo de las ciudades, los barrios de el postulado siguiente s el sol, la vegetaci6i| viviendas, los alojamientos se distribuyen, y el espacio son las tres materias primal segin la ocasién, al azar de los intereses del urbanismoj La adhesin a este postulal mas inesperados y, a veces, mas bajos. Un do permite juzgar las cosas existentes Jf ge6metra municipal no vacilaré en trazar apreciar las proposiciones nuevas desde wif una calle que privara de sol a millares de Punto de vista verdaderamente humano. viviendas. Ciertos ediles, por desgracia, considerarén natural asignar para la edifi- | cacién de un barrio obrero una zona descui- ciones, etc. dada hasta entonces por invadirla las nie- blas, porque la humedad es excesiva alli o 8 2 Porque pululan los mosquitos... Se esti ra que una vertiente norte, que jamas h "no envenenado por el holli 1a carbonilla o los gases nocivos de una id dustria, ruidos: vas paisajistas: lago, mar, montes, con abundante exposicién al sol.” Las zonas favorecidas estdn ocupadas generalmente por las residencias de Injo asi se demuestra que las aspiraciones insti, tivas del hombre le inducen a buscar, shew. Pre que se lo permiten sus medios, uns con. diciones de vida y una calidad de bienesoor cuyas raices se hallan en |, u la pee naturaleza 15. Esta distribucién parcial de la viviendc 14 sancionada por el uso y por unas di siciones municipales que se consideran tificadas : zonificacién. La zonificacién es la operacién qu realiza sobre un plano urbano con el fi asignar a cada funcién y a cada indivi su lugar adecuado. Tiene como base Ia cesaria discriminacién de las diversas tividades humanas, que exigen cada su espacio particular: locales de vi da, centros industriales o comerciales, Jas o terrenos destinados al esparcimie Pero si la fuerza de las cosas diferenci vivienda rica de la vivienda modesta, gun derecho hay para violar unas re que deberian ser sagradas reservando lamente a los favorecidos por la fortun beneficio de las condiciones necesarias | una vida sana y ordenada. Es urgente y cesario modificar determinados usos. que hacer accesible a cada uno, fuera d da cuestién de dinero, un cierto grado d bienestar mediante una legislacion implac ble! Hay que prohibir para siempre, por me dio de una estricta reglamentacién urbana, que familias enteras se vean privadas d luz, de aire y de espacio, 16 a Las construcciones levantadas a lo largo d. las vias de comunicacion y en las proximi- _dades de los cruces son perjudiciales para la habitabilidad: ruidos, polvo Y gases no- Si se pretende tener en cuenta esta pro- hibicién, en lo sucesivo deberin asignarse zonas independientes a la habitacién y a la circulacién. Entonces la casa dejara de es. tar soldada a Ia calle a través de la acera. La vivienda se alzaré en su propio medio, donde disfrutar de sol, de aire puro y de silencio. La circulacién se desdoblaré por medio de vias de recorrido lento para uso de los peatones y vias de recorrido rapido Para uso de los vehiculos, Cada una de es. 46 tas vias desempefiaré su funcién respecti- va, aproximdndose a las viviendas sélo oca- sionalmente. 17 El tradicional alineamiento de las viviendas al borde de las calles sdlo garantiza la ex- posicion al sol a una parte minima de los alojamientos. El alineamiento tradicional de los in- muebles a lo largo de las calles implica una disposicién obligada del volumen edificado. Las calles paralelas u oblicuas dibujan, al entrecruzarse, superficies cuadradas 0 rec- tangulares, trapezoidales o triangulares, de diversa capacidad, las cuales, una vez edifi- cadas, constituyen los ebloques». La necesi- dad de iluminar el centro de estos bloques da nacimiento a patios interiores de va- tiadas dimensiones. Las reglamentaciones municipales, desgraciadamente, dejan a quienes buscan la ganancia la libertad de li- mitar estos patios a dimensiones verdadera- mente escandalosas. Se llega asi al triste 41 resultado siguiente: una fachada de cada cuatro, con vistas a la calle o a un patio, es- té orientada hacia el norte y no conoce el sol, mientras que las otras tres, a conse- cuencia de la angostura de las calles, de los. patios, y de la sombra que de ellos resulta, estan igualmente privadas a medias de él. EI anélisis revela que, en las ciudades, la proporcién de las fachadas no soleadas va- ria entre la mitad y las tres cuartas partes del tofal. En ciertos casos esta proporcién es més desastrosa todavia, 18 La distribucién de las construcciones de uso colectivo dependientes de la vivienda es arbitraria. La vivienda proporciona abrigo a la fa- milia, funcién que constituye por si sola todo un programa y que plantea un proble- ma cuya solucién, que en otros tiempos fue a veces feliz, hoy casi siempre se deja al azar. Pero, fuera de Ja vivienda, y en sus proximidades, la familia reclama, ademas, 48 la existencia de instituciones colectivas que sean verdaderas prolongaciones suyas. Se trata de centros de avituallamiento, servi- cios médicos, guarderias, jardines de infan- cia y escuelas, a los que hay que afiadir las organizaciones intelectuales y deportivas destinadas a proporcionar a los adolescen- tes ocasién de trabajos o de juegos apropia- dos para satisfacer las aspiraciones particu- lares de esta edad, y, para completar los «equipamientos de salud», los terrenos apro- piados para la cultura fisica y el deporte co- tidiano de cada uno. El caracter beneficioso de estas instituciones colectivas es obvio, pero las masas todavia no advierten clara- mente su necesidad, Su realizacién apenas ha sido esbozada, de la manera més frag- mentaria y sin vinculacién con las necesi- dades generales de la vivienda. 19 Las escuelas, en particular, se hallan fre- cuentemente situadas en vias de circulacién y demasiado alejadas de las viviendas., 49 fled escuclasalinitanccrarmfelfiicio, Los suburbios son los descendientes de- Pee reece sane tcl er oeartomteate ites generados de los arrabales. El burgo era en nica, se hallan, en general, mal situadas eal) 070 tempo una unidad organizada en el in- el interior del complejo urbano. Al estar de] terior de un recinto militar. El arrabal, ado- raiacin(teas’ db lin srisiendat patie al i sado al exterior, construido a lo largo de fn contacto con los peligros de la calle. Porf Una via de acceso, falto de protecciones, era tra parte, casi siempre solo se dispenca eal &l aliviadero de las poblaciones demasiado elas la instruccién propiamente dicha, y elif "¥merosas, las cuales debfan, de buen grado nifio, antes de los seis aiios, y el adolescen-f ° POF fuerza, adaptarse a su inseguridad. te, cumplidos los trece, se von privados reff Cuando la creacién de un nuevo recinto mi- glarmente de las orgenizaciones preesco-ff liter llegaba a encerrar un arrabal en el seno fares 0 postescolares que responderian aff 1a ciudad, se dislocaba por vez primera as més imperiosas necesidades de su edad. J /@ Tesla normal de los trazados. La era del El estado actual y la distribucién del terre T2uinismo se caracteriza por el suburbio, no edificado se prestan mal a las innovacie.f_tteno sin trazado definido donde se vier- nes mediante las cuales la infancia y la jac] todos los residuos, donde se hacen todas ventud no solamente quedarian al amparo lf '25 tentativas, donde a menudo se instala de numerosos peligros, sino que incluso se] ©! @rtesanado mas modesto con sus indus- las colocaria en las tinicas condiciones que | ‘Ti25, consideradas provisionales a priori, permiten una formacién seria, capaz de ga- J Pet algunas de las cuales experimentarén Tantizar, junto a la instruccion, un pleno | Y2 crecimiento gigantesco. El suburbio es Rei ant Haseeno natal: simbolo a la vez. del fracaso y del intento. Es una especie de espuma que bate los mu. ros de la ciudad. En el transcurso de los siglos x1x y xx, la espuma se ha convertido 20 primero en marea y después en inundacién. Ha comprometido seriamente el destino de Los suburbios se ordenan sin plan alguno yf 4 ciudad y sus posibilidades de crecer se- sin vinculacién normal con la ciudad. gtin una regla. El suburbio, sede de una po- 50 7 51 blacién indecisa, destinada a sufrir num rosas miserias, caldo de cultivo de la vuelta, con frecuencia es diez 0 cien vece: més extenso que la ciudad. En ese suburbi enfermo, en el que la funcién distancia-tiem- po plantea una dificil cuestién que esta por resolver, hay quien trata’ de hacer ciuda des-jardin, Parafsos ilusorios, solucién irra+ cional. El suburbio es un error urbanistico, extendido por todo el universo y que en) América se ha Ilevado hasta sus dltimas! consecuencias. Constituye uno de los peores males de la época. 21 Se ha tratado de incorporar los suburbios en el dmbito administrativo. {Demasiado tarde! El suburbio ha sido incorporado tardiamente en el Ambito ad- ministrativo. Pues, en toda su amplitud, el cédigo, imprevisor, ha dejado que se esta- blecieran los derechos, por él declarados imprescriptibles, de la propiedad. El de- tentador de un solar en el que ha surgi- 82 do una barraca, un cobertizo o un taller sdlo puede ser expropiado tras multiples dificul- tades. La densidad de la poblacién es muy escasa alli,'y el suelo apenas se halla explo- tado; a pesar de todo, la ciudad esta obli- gada a proporcionar a la extensién de los suburbios los servicios necesarios: carrete- ras, canalizaciones, medios de comunicacién répidos, alumbrado y limpieza, servicios hos- pitalarios o escolares, etc. Resulta sorpren- dente la desproporcién entre los gastos rui nosos que tantas obligaciones causan y la escasa contribucién que puede aportar a ellos una poblacién dispersa. Cuando inter- viene la Administracién para enderezar lo hecho, tropieza con obstaculos insoporta- bles y se arruina en vano. La Administra- cién debe apoderarse de la gestin del suelo que rodea a la ciudad antes del nacimiento de los suburbios, al objeto de garantizarle los medios necesarios para un desarrollo armonioso. 22 A menudo los suburbios no son mds que una aglomeracién de barracas donde Ia indis 53 pensable viabilidad resulta dificilmente rem EXIGENCIAS table. Casitas mal construidas, barracas dd planchas, cobertizos en los que se mezcl: mejor o peor los mas imprevistos material - dle les, dominio de pobres diablos que agitamll En lo sucesivo, los barrios de viviendas de- los remolinos de una vida sin disciplinagll- gen ocupar los mejores emplazamientos en eso es el suburbio. Su fealdad y tristeza eff ef espacio urbano, aprovechando la “ae Ia vergiienza de la ciudad a Ia que rodea. Sul fia, teniendo en cuenta el clima y disponien- miseria, que obliga a malgastar los cau io de ta insolacién mas favorable y de los Jes piiblicos sin el contrapeso de unos recur} espacios verdes oportunos. sos fiscales suficientes, es una carga aplas tante para la colectividad. Los suburbios Las ciudades, tal como existen hoy, se .son la sérdida antecdmara de las ciudades jf construyen en condiciones contrarias al bien aferrados a las grandes vias de acceso pot} piiblico y privado. La historia muestra que sus callejuelas, hacen que la circulacién er su creacién y su desarrollo tuvieron razo- ellas sea peligrosa ; vistos desde el aire, e: nes profundas escalonadas a lo largo del hiben a la mirada menos avisada el desordenll tiempo, y que, en el transcurso de los siglos, y la incoherencia de su distribucién; atra] no solamente han crecido sino que se han vesados por el ferrocarril, son una desiludl renovado; lo han hecho, ademés, siempre sién penosa para el viajero atrafdo por lal sobre el mismo suelo, La era de la méquina, reputacién de la ciudad. al modificar brutalmente ciertas condicio- nes centenarias, las ha conducido al caos. Nuestra tarea actual consiste en arrancar- - las del desorden mediante planes en Ios que Se escalonaran en el tiempo los distintos Proyectos. E] problema del alojamiento, de la vivienda, tiene la primacta sobre todos 54 55 los dems. A ello hay que reservar los me salud publica deberian ser condenados ba- jores emplazamientos de la ciudad, y si éstos rrios enteros. Los unos, fruto de una es- se han echado a perder por la indiferencialf’ peculacién precoz, sélo merecen la pique- 0 el animo de lucro, hay que poner en ai ‘ta; otros, a causa de los recuerdos histéri- cin todo lo que sea necesario para recuslll ¢9s 0 de los elementos de valor artistico que perarlos. Varios factores deben concurrir encierran, deben ser parcialmente respeta- mejorar la vivienda, Hay que buscar simul dos; existen medios para salvar lo que me- taneamente las mejores vistas, el aire ma: rece ser salvado pese a destruir sin piedad salubre teniendo en cuenta los vientos y lasiM| cuanto constituye un peligro. No basta con brumas, las vertientes mejor orientadas;M} sanear las viviendas: hay que crear y orde- por ultimo, hay que utilizar las superficie: nar, ademas, sus prolongaciones exteriores, verdes existentes, crearlas si faltan 0 re-ll Jos locales de educacién fisica y diversos construirlas si han sido destruidas. terrenos deportivos, sefialando de antema- no en el plan general los emplazamientos que serdn reservados para ello. 24 ‘La determinacion de las zonas de habitacié debe estar dictada por razones de higiene. “Deben imponerse densidades razonables se- Las leyes de la higiene, universalmente | giin las formas de habitacién que ofrece la reconocidas, elevan una grave requisitoria | propia naturaleza del terreno. contra el estado sanitario de las ciudades.. 2 Pero no basta con formular un diagnésti- Las densidades de poblacién de una ciu- co, ni siquiera con descubrir una solucién: J dad deben ser dictadas por las autoridades/ también es preciso que las autoridades res- J Pueden variar segiin la afectacién del suclo ponsables la impongan. En nombre de la urbano y dar, segin su numero, una ciudad 56 57 ampliamente extendida o contraida sobi si misma. Fijar las densidades urbanas e: acometer una empresa cargada de cons cuencias.|Cuando aparecié la era de la ma quina las ciudades se desarrollaron sin fren] 26 ni control.|El abandono es la tinica explica cidn valida de este crecimiento desmesuragl Debe seftalarse un niimero minimo de ho- do y absolutamente irracional que es unaljl ras de exposicion al sol para toda vivienda. de las causas de su desgracia. Las ciud: des, tanto para nacer como para crecer, ti La ciencia, al estudiar las radiaciones nen razones particulares que deben ser es} solares, ha descubierto que son indispensa- tudiadas, legando a unas previsiones quelf bles para la salud humana y también que, abarquen cierto espacio de tiempo: cincuen-J_ en ciertos casos, podrian ser perjudiciales ta afios, por ejemplo. Podra operarse asf para ella. El sol es el seffor de la vida. La con una determinada cifra de poblacién all} medicina ha demostrado que donde no en- la que sera preciso darle alojamiento, sa tra el sol, se instala la tuberculosis; exige biendo en qué espacio wtil; habr4 quel) situar de nuevo al individuo, en la medida de prever qué relacién «tiempo-distancia» lel} lo posible, en «condiciones naturales». En corresponderé cada dia; habré que deters] toda vivienda debe penetrar el sol unas ho- minar la superficie y la capacidad necesa-JJ ras al dia, incluso durante la estacién me- rias para la realizacién de este programallj_ nos favorecida. La sociedad no tolerar que de cincuenta afios, Cuando se han fijado lal familias enteras se vean privadas de sol y cifra de la poblacién y las dimensiones dell condenadas por ello a languidecer. Todo terreno, queda determinada la

You might also like