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Para Carmen Marn,

La endemoniada de ese Santiago de 1857


Su devota admiradora.

Confesionario1

Relacin de las singulares misericordias que ha usado el Seor con una intranquila alma,
amante indigna y suya. Previnindole siempre que slo amase a tan Divino Amado y
apartase su amor de las criaturas; mandada a escribir por su confesor y padre.
( oracin)
Yo cumplo con la obediencia de vuestra paternidad, y venza tanta dificultad y resistencia
como tiene mi miseria en referir las cosas que tantos aos han estado en m sin quererlas
decir ( Surez,). La liberacin de la palabra, especie de catarsis.
i.

La Nia Marn habla de su infancia. Su ta y su hermano. El exorcista, Zisternas,

ii.

es confesor, para ambos cargos se necesita una licencia especial.


De su estada en el convento. Cuando so que peleaba con el Diablo. Su

iii.
iv.

miedo.
El sueo de la cueva de los brujas. Confesin judicial. Extradiegtica.
De cmo aparecen las dos entidades. Confesin con el psiquiatra. Cambia el
tono, porque las dos entidades quieren arrebatarle la voz. Relato de un enfermo
psiquitrico. Reescritura del informe de Carmona.

Sonre sin mostrar los dientes, derrama su labia al hilo que invoca los nombres.
Carmen vive agradecida de Mara porque est recibiendo de ella muchos favores, pero
aunque no quiere Carmen ofender a Mara, tenga cuidado sta, pues Juan le est hablando
del amor y se ha de enredar con Juan y ms tarde con el hijo, porque Carmen no guarda
lealtad a nadie El otro da, cuando estaba sentado junto a la mesa, le seal Pascual a
Carmen un peso, ofrecindoselo con disimulo, sin que lo notase nadie, y Carmen no lo
tom, aunque le gusta la plata, porque Mara estaba all y poda descubrirla.

v.

De las prdidas de memoria. Y algn smbolo que cierre la confesin, como la


culebra en el confesionario.

1 Donde aguarda el confesor: l que vigila. Regla de silencio. Hay que decirlo todo, pero slo aqu
y a l.

Glgota

2 Hubermann: El dolor atraviesa al sujeto a partir de su errtica y lacerante matriz, cuerpo del suplicio
Cristo! Oh Cristo eterno! Ladrn de energa.

3 Habitamos la ruina todos los das el cuo la primera cua las marcas en las manos los pies en la
cabeza de espinas la espalda y en el costado de Longino hace un ao, pens no era diferente la
bestia segua alojada a la sorda espera en el centro de su pecho de un rincn a tres paredes altas
carcome la polilla: (una) me sentencia escondida la nia posesa se lame las heridas.

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