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DE LA UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO
Ponencia:
“La Enseñanza de la Filosofía como un Derecho Humano”
Presentación
Desde un punto de vista sociológico, estaría relacionada con una fuerte demanda
social de actividades dirigidas a “dar sentido a la existencia”. Por otra parte,
permitiría quizás una mejor integración social de los estudiantes que se hallan en
una situación escolar difícil, favoreciendo la incorporación de lo colectivo, de lo
general, incluso de lo universal, en sus pensamientos. Al lograr un mejor control,
en el aspecto intelectual sobre sus dificultades, evitarían el recurso de la violencia.
Viéndolo desde la pedagogía, sería un apoyo importante para reorganizar
progresivamente la relación del alumnado con las disciplinas estudiadas y
proporcionarles sentido.
Por lo que respecta al ámbito de la Moral, permitiría el análisis crítico del “bien” y
de los valores que se pueden fundar en éste, sería favorecer la emergencia de un
hombre mejor.
Sean verdaderos o falsos, estos cuatro aspectos no se deben pasar por alto
cuando se argumenta la importancia de un trabajo de naturaleza filosófica con
todos los estudiantes. Lo que conduce a no querer descartarlos definitivamente.
Pese a que no parecen reflejar más que aspectos contingentes de una enseñanza
filosófica para todos. Son expresión de una demanda ligada a circunstancias
particulares, en las cuales la filosofía aparece como “un medio para…” responder
a la demanda social, a las dificultades del funcionamiento pedagógico. También
hay contingencias en el sentido de que estos aspectos se reflejan en valores que
crean conflictos, ¿No es a través de estos que, por constituir la base de un
proyecto centrado en el hombre, se quiere crear un modelo humano determinado
de manera anticipada? ¿No se está además dentro de un dominio estricto
asignado a la escuela republicana: el de la instrucción?
Por otro lado, una cuestión se manifiesta con fuerza, cuando se desprende del
“derecho a la filosofía” que una sociedad fundada en el respeto de la naturaleza
humana debería llevar a la práctica por medio de su enseñanza. Nuestra sociedad
hace de los derechos humanos, principios de la constitucionalidad, sin evocar, no
obstante, un derecho a la filosofía. No aparece en efecto, en ninguna declaración.
¿Acaso es por ello ilegítimo?
Desarrollo
Primer principio: el hombre es por naturaleza libre. La idea de que existe una
naturaleza humana constituye el fundamento mismo de las declaraciones, el
pedestal sobre el que las declaraciones se apoyan para reivindicar los derechos.
Esta idea es el resultado, en realidad, de un razonamiento. El hecho de poseer
una esencia, naturalmente determinaría lo que un ser tendría el derecho de hacer.
Este derecho sería inalterable, y estaría ligado al hecho mismo de existir. Ahora
bien, existe una esencia humana que se manifiesta en cada individuo: su libertad,
que es indefinible y que, además, establece las posibilidades y los límites. ¿De
qué libertad se trata en realidad? La lista de libertades presentadas en las
declaraciones es larga. Al estudiarlas en detalle, se constata que todas suponen
que el hombre es un ser consciente, capaz de informarse y de juzgar gracias al
uso de la razón.
Fundamentos
Esta descripción de la razón parece paradójica. Por una parte, nos permite
reflexionar sobre un derecho “natural” del individuo, puesto que cada uno tiene la
facultad de razonar, de ser “sensato y objetivo”. Al mismo tiempo, esta descripción
pone en tela de juicio la posibilidad natural y espontánea de ejercer plenamente la
razón, dado que se ha de educar. Reflexionar sobre los derechos humanos debe
conducirnos a precisar la naturaleza de la razón y su relación con el hombre. Si los
derechos del hombre están basados al menos implícitamente en el análisis
cartesiano entonces los límites de este análisis pueden resultar, al final, en los
límites a los derechos humanos. Inversamente, es espacio de reflexión “olvidado”
por el análisis cartesiano sería quizás aquel que permitiría también reivindicar un
nuevo derecho.
Pensar la razón
La razón cambia la relación del hombre con el mundo a la vez que modifica la
relación del hombre consigo mismo. Le permite organizar el mundo de acuerdo a
sus pasiones, y por tanto desarrollarlas. Al mismo tiempo, si realizar sus pasiones
se convierte en objetivo de su acción en el mundo, estará obligado a encontrar
mejores medios para lograrlo. Tendrá necesidad de precisarlas, evaluarlas,
retomarlas, dentro del marco de la razón. ¿Merecen ser comprendidas estas
razones? La libertad en una nueva etapa, al abrir la posibilidad de elección, lleva
la razón a interrogarse sobre la validez de las elecciones, sobre sus intereses. El
hombre sólo podrá resolver los problemas que le plantea esta libertad apoyándose
en valores que le parecen deseables. Deberá determinarlos, analizándolos.