You are on page 1of 8
FALLOS DE LA CORTE SUPREMA ANO 1976 — OCTUBRE ELVIRA A. VINAS IBARRA v. RAUL SANCHEZ LORIA CONSTITUCION NACIO? prohibido. VAL: Derechos y garantias. Derecho de realizar lo no EI articulo 19 de la Constituctén Nacional limita su ambito especifico a las acciones privadas de los hombres que no ofendan la moral o el orden piblico ni perjudiquen a terceros, es decir, no se concreten en actos ggteriores que puedan incidir en los derechos de otros 0 afectar la convivencia socal, el orden 6 la moral pablicos y las instituciones basicas en que ellos se apoyan. CONSTITUCION NACIO clonales. Comunes. VAL: Constitucionalidad ¢ inconstitucionalidad. Leyes na- . El art. 71 bis de la ley 2303 no es inconstitucional, ya que las conductas que se prevén como causales de culpabilidad del cényuge inocente no son “ajue ridicas” sino que afectan al otro cényuge ~aunque haya sido declarado culpable del divoreio anterior porque el vinculo matrimonial subsiste, y con él los earacteres que Jo integran, como lo es-la fidelidad, de modo que Ja culpa de uno no autoriza ni justifica la del otro. ° CONSTITUCION NACIONAL: Constitucionalidad ¢ inconstitucionalidad. Leyes na- cionales, Comunes. Las conductas gue prevé el art. TL bis de ta ley 2393 no son consideradas por 1a ley en To que al individuo a6lo conciermen, sino en tanto y en cuanto afectan a terceros, al orden y a la moral publica; de modo que no puede sostenerse que dicha norma invada la esfera privada e importe una ilegitima intromisién en ell, CONSTITUCION NACIONAL: Derechos y garantias, Generalidades. Los derechos y garantias individuales consagrados por la Constitucién Na- ional estin sujetos a las pertinentes leyes reglamentarias y éstas deben consi= derarse razonables en tanto no impliquen inanifiesta iniyuidad y conduzcan a salvaguardar valores juridicos preeminentes como son los derechos de los cén- ages y la instituetéin del matrimonio y la familia 16 FALEOS DE LA CORTE SUPREMA DictaMen DEL Procurapor GENERAL Suprema Corte Contra Ja sentencia de alzada de fs. 146/151 confirmatoria de la de primera instanvia de fs, 98/103, que declaré al demandado culpable por inconducta posterior al divorcio, interpuso éste recurso extraordinario en {s, 155 planteando la inconstitucionalidad del art. 71 de la ley 2393. La libertad de casarse reconocida a los extranjeros y por ende a Ios ciudadanos en el art. 20 de la Constitucién Nacional —tmica cléusula de la misma explicitamente vinculada Gon la materia del recurso— se goza ‘conforme a las leyes” por expresa delimitacién constitucional. De tal referencia expresa de Ia Ley Suprema se infiere la potestad legislativa de establecer las condiciones en que se gozaré el derecho de constituir uma familia. Sabido es que no existen derechos absolutos y que axin los derechos a la vida y a la integridad fisica son susceptibles de con- diciones 0 limites. Lo mismo acontece con el de contraer matrimonio. En sistemas juridicos inspirados, como el argentino, en el principio de Ja no disolubilidad del vinculo por divorcio, es comin establecer la perduracién del deber de fidelidad después de la separacién judicial de los esposos. Con raices en el art. 1399 del Esboco de Freitas, el texto expreso del art. 208 del Cédigo Civil Argentino disponfa que “Los esposos que vivan separados durante el juicio de divoreio 0 en virtud de la sen- tencia de divorcio, tienen la obligacién de guardarse mutuamente fideli- dad, y podré ser criminalmente acusado por el otro, el que cometiere adulterio”. No reproducida esta norma por la ley de matrimonio civil, se debatié doctrinariamente, en su momento, sobre la subsistencia 0 no de la fidelidad después de la separacién judiéial de los cényuges y la apli- cabilidad de consecuencias civiles © penales por conductas opuestas a aquel deber, debiendo sefialarse que la jurisprudencia se incliné por Ja tesis de la subsistencia. En materia civil la legislacién de 1968 mediante la incorporacién del art. 71 bis de la ley 2393 y el agregado de un segundo pirrafo al art. 3574 del Cédigo Civil, establecié categéricamente la per- duracién del deber de fidelidad después del divorcio, sefialando las con- secuencias de su inobservancia en el ambito civil de los derechos de los conyuges. DE yusTiGIA DE LA NacibN Ww La energia biolégica del ser humano tendiente a la perpetuacién de la especie, dentro de la cual estéu comprendidos los sentimientos e incli- naciones mencionados por el recurrente, se encauza conforme a las insti- tuciones juridicas que configuran el Derecho de Familia, Necesariamente el matrimonio, la filiacién, la patria potestad y demés institutos de ese Derecho, en su mayor parte de orden piblico, no pueden dejar de afectar ciertos aspectos de la vida privada. Desde que el art. 67, ine. 11, de la Constitucién Nacional establece que corresponde al legislador nacional dictar el Cédigo Civil, es valida la regulacién legal de dichas institu nes, sin que ello de por s{ importe una intromisién abusiva del legislador en la vida privada 0 que, so pretexto de reglamentacién, se consume el cercenamiento de derechos inalienables inherentes al individuo, ioe En la medida que la valoracién juridica de una conducta ‘humana sea necesaria para atribuir 0 negar derechos subjetivos al interesado 0 a ter- ceros —tales como alimentos, vocacién sucesoria, tenencia de hijos, ete.— no cabe considerar como inconstitucional una norma que autoriza el en- juiciamiento de comportamientos que, aunque privados, se han traducido en hechos exteriores y objetivos que permiten tomarlos cSmo presupuestos de determinadas consecuencias, por estar en juego, precisamente, los dere- chos de terceros a los que se refiere el art. 19 de la Constitucién Nacional. La legislacién civil al proceder de ese modo no priva al ser humano de Ja posibilidad de satisfaccr inclinaciones 0 afectos ni le prohibe anti- naturalmente actividad alguna, sino que lo califica y enjuicia juridica- mente, deducicndo de la comprobacién dc cicrtas conductas, y sobre la base, repito, de hechos objetivos, las consecuencias que estima conducen- tes cn orden al otorgamicnto o pérdida de derechos. Del mismo modo, si durante la convivencia matrimonial sobreviniere impedimento en uno de los esposos para cumplir con el débito conyugal, Ja actual regulacién legal de las relaciones de familia consideraria infi- delidad ~y calificaria como adiiltera— la unién del otro fuera del matri- monio con una persona extrafia, sin que pudiéfan esgrimirse la forzada abstinencia o la castracién para impugnar la situacién juridica resultante, -- Aduce el reeurrente que hasta In implantacién del art. 7Lbis de la ley 2393 la formacién de una nueva pareja por parte de un cényuge divorciado no era sancionada por Ja ley, aunque reconoce que quienes lo 18 FALLOS DE LA CORTE SUPREMA hacian se exponian a la pérdida de ciertos derechos, y agrega que lo re- pugnante a su juicio es la calificacién de “adiltero” y la sancién que tal adjetivacién implicarfa. A Tampoco hallo fundada esta objecién. Fuera de la tipificacién del delito de bigamia establecida én los arts. 134 del Cédigo Penal y ss. que saneionan el nuevo matrimonio constituido mediando impedimento de ligamen, la infidelidad sexual en circunstincias como Ia de autos se lama adulterio segiin se afirma en la sentencia recurrida, Tal calificativo © denominacién tiene antecedentes en el ya mencio- nado art. 208 del Cédigo Civil y no parece que las diversas conseenendias que cl ordenamiento juridico civil extrae de dicha conducta vulneren ga- rantia constitucional alguna . Dentro del sistema primitivo del Cédigo Civil Argentino a tal punto la denominacién de adulterio aplicada a esa conducta no era incorrecta, que si el varén separado judicialmente.de su cényuge tenia descendencia con otra mujer, esos hijos se calificaban como adulterinos segan el art, 338 de aquel ordenamiento legal, y no se explicaria.la *xistencia de filiacién adulterina sin adulterio. -m- Considera, por otra parte, el recurrente, que se lesionan sus derechos esenciales por la aplicacién retroactiva que se habria hecho del art. 71 bis de la ley 2393 a un divorcio decretado conforme.a la legislacién vigente con anterioridad a la ley 17.711 vulnerando un derecho adquirido que habria nacido de la cosa juzgada. ‘Ante todo ha de sefialarse que, en principio, lo concerniente a la vigencia temporal de leyes. civiles no suscita cuestién federal (Fallos: 256:22; 274:231; 283:11) y que la existeneia o no de cosa juzgada y el alcance de ella no constituye cuestion federal que autorice la procedencia del recurso extraordinario (Fallos: 266:175; 271:279; 274:231; 275:412; 280:424), in retro. Al margen de ello, pienso que en el caso no se hizo aph activa sino inmediata del art. 7L bis de la ley 2393 a situaciones o rela- ciones juridicas ya existentes, y que dicha norma —en-el supuesto' de no haber tenido cardcter meramente aclaratorio— sélo alterd, a partir de la fecha. de entrada en vigencia del nuevo texto legal, los efectos en curso DE JUSTICIA DE LA NAcibN 9 de la relacién que habia nacido, segtin él recurrente, bajo el imperio de la ley antigua, todo lo cual se adecua a los principios de derecho inter- temporal del art. 3° del Cédigo Civil. También cabe observar, segiin lo puntualiza el fallo de primera ins- tancia en fs, 103, que cl divoreio de las partes s6lo quedé firme adqui- riendo autoridad de cosa juzgada en 1969, con posterioridad a la entrada en vigencia de la reforma civil de 1968, y que no puede alegarse lesién asun derecho adquirido en virtud de cosa juzgada, cuando ésta no existia al comenzar a regir el art, 71 bis de la ley 2393. Finalmente, con el. enjuiciamiento la citada ley no se trata de reiterar el juicio de divorcio ni dé volver a considerar los hechos ya juzgados de dicho proceso, sino de I8 evaluacién de un tramo posterior de la conduct’ de los Gényuges por Jo que no cua- dra oponer la anterior sentencia de divorcio como cosa juzgada impedi- tiva del nuevo juzgamiento, torizado por cl art. TL bis de “we : En virtud de Io expuesto, entiendo que debe confirmarse el fallo de {5.'146/151. Buenos Aires, 22 de junio de 1976. Elias P, Guastavino. +) + FALLO DE LA CORTE SUPREMA ; Bucnos Aires, 5 de octubre de 1976. Vistos los autos: “Vilas Ibarra, Elvira A. c/Sanchez Loria, Raul s/juicio ulterior del art. 71 bis ley 2393”, Considerando: 19) Que en el afio 1969 sc declaré el divorcio de los cényuges Rail Sénchez Loria y Elvira A. Vifias Ibarra por culpa de la esposa, por las causales de injurias graves y abandono yoluntario y malicioso. del hogar. En 1972 la cényuge culpable promovié nuevo juicié de divorcio contra su marido, en virtud de-lo previsto en-el art. 7h bis. de la ley de matsi- monio, fundindose en que éste ~cényuge inocente en el primer divorcio— se hallaba incurso en Ja causal de adulterio, infidelidud ¢ inconducta mo- ral por convivir-con otra mujer a quien da trato de esposa y con quien contrajo nupcias en Bolivia. - . 20 WALLOS DE LA CORTE SUPREMA La Cfimara Nacional de Apelaciones en Jo Civil, Sala D, confirmé la sentencia de primera instancia que hizo lugar a la segunda demanda y declaré culpable al marido con posterioridad al primer divorcio decreta- do, por haber incurrido en la causal del inc. 1° del art. 67 de la ley 2393. Contra ese pronunciamiento interpuso el demandado recurso extraordina- rio, que el a quo concedié a fs. 166. 2%) Que el recurrente se agravia porque, habiendo planteado Ia in- constitucionalidad del art. 71 bis de la ley de matrimonio, el a quo recha- za su defensa fundindose en la ley misma y no en su confrontacién con Ja Constitucién; cuando de inconstitucionalidad se trata, dice, no cabe razo- nar comparando la norma atacada con otra de igual jerarqu‘a, lo tinico que puede hacerse es analizar la atacada frente a la Constitugién Nacional, y esto es, precisamente, lo que el a quo no hizo, Sostiene que el citado art, T1 bis de la ley 2393 (ley 17.711) es violatorio del art. 19 de la Carta Magna porque importa una sancién al cényuge inocente al calificarlo de adiiltero y probibirle para siempre ejercer su sexualidad y vivir en pareja, condeniindolo a la castracién; ello importa cercenar, so pretexto de regla- mentacién, un derecho inalienable del individu y una invasién de la ley en su esfera privada. 8°) Que el recurrente no impugna el fallo en cuanto éste sc funda en disposiciones de la ley de matrimonio y en jurisprudencia y conside- aaciones que hacen a la interpretacién y aleances de aquéllas, tema sobre el cual las sentencias coincidentes de primera y segunda instancia se ha- lan ampliamente fandadas. Precisamente, porque de la ley surge la de- claracién de culpabilidad que lo agravia, no ataca el fallo por ser con- trariv a la ley sino que impugua la ley por ser violatoria de la Constitucién Nacional (art. 19), por las motivaciones resefiadas en el precedente con- siderando. Por ende, el pronunciamiento de esta Corte ha de circunscribirse a ese planteo, que fija los limites del recurso extraordinario interpuesto (Fallos; 265:133; 271:278; 274199; 278:187; 269:276 y 310). 4°) Que, cuando el art. 19 de la Constitucién Nacional establece que las acciones privadas de los hombres estan sélo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados esté claramente delimitando, asi sea en forma negativa, su Ambito espceifico, cn cl sentido de que aquéllas son las “que de ningtin modo ofendan al orden y a la moral piblica, ni perjudiquen a un tercero”. Acciones privadas son, pucs, las que arraigan y permanecen en la interioridad de la conciencia de las per- sonas y sélo a ellas conciernen,-sin concretarse en actos exteriores que De JUSTICIA DE LA NACION a puedan incidir en los derechos de otros 0 que afecten directamente a la convivencia humana social, al orden y a Ia moral publica y a las institu- ciones bisicas en que ellas se asientan_y por las cuales, a su vez, son pro- tegidas aquéllas para la adecuada consecucién del bien comin temporal, fin iltimo de la ley dada y aplicada por los hombres en el seno de Ja comunidad politica. Las primeras pertenccen al Ambito de la moral individual y estan reservadas sélo al juicio de Ja propia conciencia y al de Dios y escapan, por ende, # lu regulacion de la ley positiva y a la autoridad de los ma- gistrados. Las segundas, que configuran conductas exteriores con inciden- cia sobre derechos ajenvs y proyeccién comunitaria, entran en el campo de las relaciones sociales objetivas que constituye Ja esfera propia de vi- gencia de Ia justicia y el derecho; estas conductas, por ende? estén some~ tidas a la reglamentacién de la ley en orden al bien comin y a la auto- ridad de los magistrados, encargadus de udecuar y uplicar uquélla a los casos particulares. Las primeras conforman el amplio espectro de las,acciones humanas “ajuridieas”, esto es, que quedan fuera de la competencia del ordena- miento juridico; podran estimarse buenas o malas moralmente, pero no admiten la calificacién de Keitas o ilieitas segin el derecho, Las segundas, caracterizadas supra, constituyen conductas juridicas —sean conformes 0 disconformes a la norma legal— en tanto forman parte del complejo de relaciones humanas que cae bajo la especifica competencia del orden juridico. 5°) Que, siendo asi, resulta manifiesto que el art, 7Lbis de la ley 2393 no es susceptible de la tacha de inconstitucionalidad que se alega, pues las conductas que se prevén como causales de culpabilidad del cén- yuge inocente no son, obviamente, ni podrian serlo, las “ajuridicas” a que se ha hecho referencia, sino Jas segundas que, por su naturaleza, son materia adecuada para ser reglamentada por ley. ‘Tales conductas afcctan al otro cényuge, asi haya sido declarado cul- pable en un divorcio anterior, porque el vinculo matrimonial subsiste, y con él Jos caracteres que necesariamente lo integran ya que surgen de su propia esencia, como lo es Ja fidelidad. La culpa de uno no autoriza ni justifica la del otro. Ademés, las conductas asi tipificadas tienen directa incidencia sobre Ja institucién del matrimonio y de la familia —protegida por la Constituefén Nacional (art. 14bis)— pilares étigo-juridicos de la sociedad argentina. 22 FALLOS DE LA CORTE SUPREMA No puede entonces sostenerse que el mencionado art. 71 bis, so pre- texto de reglamentacién, invada a estera privada del individuo e importe una ilegitima intromisién en ella. Las conductas que prevé la citada dis- posicién no son consideradas por Ia ley en lo que a él sélo-conciemen sino en tanto y cuanto afectan a-terceros y al orden y a la moral publica, Ambito éste en que el ordenamiento juridico adquiere competencia y en el que deben conjugarse los derechos de unos con los de los otros, y todos en arménica orientacién al bien comin, sin el cual aquellos no logran adecuada plenitud. 6°) Que los derechos y garantias individuales consagrados. por la Constitucién Nacional estan sujetos a las pertinentes leyes reglamentarias y éstas deben considerarse razonables en tanto no-impliquen: manifiesta iniquidad y conduzean a salvaguardar valores juridicos ptccmincntcs -co- mo son, en el-caso, los derechos de los cényuges y la institucién del ma- trimonio y Ja familia (doctrina. de Fallos: 255:203; 255:330; 262:205; 263;453; 283:98). 79) Que el otro agravio mantenido en. esta instancia, relacionado con la aplicacién retroactiva de la ley (fs. 163 vta., punto 5.5.), no es, sus- ceptible de ser tratado por la via del recurso extraordinario por no suscitar cuestién federal (Fallos: 257:158, 184; 274:931; 283:11) Por ello, y lo dictaminado por el Sefior Procurador General, se con- firma la sentencia de fs. 146/151 en cuanto ha sido materia de recurso. Horacio H, Hexeia — Avoivo R. Ganare- uu LEJANDRO-R. Cane — FEDERIco Vue EScaLApA — ABELARDO F, Ross LEONOR CAROLINA DONATI RECURSO EXTRAORDINARIO: Requisitos propios. Cuestién federal. Cuestiones federales simples. Interptetacién de la Constitucién Nactonal. Si bien no da lugar a recurso extraordinario la interpretacién de las normas ‘que integran el sistema nacional de previsin, por ser materia de derecho co- min, cabe admitir-excepciones a esa doctrina cuando, como en la especie, Ia cuestién debatida asume gravedad institucional por estar en juego principios esenciales dé orden sociil coms Jos que garantizan I proteceiéa del’ néicleo familia.

You might also like