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Guía simplificada de la Convención de Lucha contra
la Desertificación, para saber por que es necesaria
y que tiene de importante y diferente

Publicada por la Secretaría


de la Convención de Lucha contra la Desertificación
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Secretaría de la Convención de las Naciones Unidas
de Lucha contra la Desertificación
Haus Carstanjen
Martin Luther King Strasse 8
U N C C D D-53175 Bonn, Alemania
Tel.: (49-228) 815 2800
Fax: (49-228) 815 2899
email: secretariat@unccd.int
website: www.unccd.int

La Secretaría de la CCD agradece a la Organización Meteorológica Mundial (OMM) el


apoyo brindado en la reimpresión de esta publicación.

Texto original en inglés escrito por Geoffrey Lean

Primera publicación: junio de 1995

Queda prohibido el uso de la presente publicación Copyright © 1995


Para reventa o cualquier otra finalidad comercial
Sin autorización de la Secretaría de la Convención Portada: Arthur Gloor/PNUMA/SELECT
En la dirección citada anteriormente.
Illustraciones: Jacques Mercoiret

Impreso en papel reciclado

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P
P refacio
a la segunda edición

La aplicación de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha


contra la Desertificación ha seguido progresando desde la publi-
cación de la primera edición de este folleto. Lo que es más im-
portante, más de 170 países son ya Partes en la Convención, y continuamente se
siguen sumando otros.
En 1997 se marcó un hito con la celebración del primer período de sesiones de la
Conferencia de las Partes (CP-1). En dicho acto, que tuvo lugar en Roma, la CP-1
acordó por consenso establecer una Secretaría permanente en Bonn, Alemania, a
más tardar a comienzos de 1999.
Los compromisos expresados por los Gobiernos en Roma, así como la celebración de
las Conferencias de las Partes de Dakar (CP-2) en 1998, Recife (CP-3) en 1999,
Bonn (CP-4) en 2000, y Ginebra (CP-5) en 2001, son muy alentadores. Sin embargo,
estos éxitos y acontecimientos alentadores no deberían hacernos olvidar nuestro
objetivo más importante, que sigue siendo la creación de un marco político y jurídi-
co que asegure la autosostenibilidad de la dinámica actual a largo plazo. La Conven-
ción deberá “poner los pies en la tierra” y cambiar la vida de las personas que viven
en las tierras secas. A ese respecto, me complace señalar que, en todas las regiones
afectadas, un número creciente de países han formulado ya sus Programas de Ac-
ción Nacionales para aplicar la Convención, y que muchos han emprendido activida-
des para luchar contra la desertificación, teniendo en cuenta los enfoques innovado-
res que promueve la Convención. Los países deberán ahora pasar de la fase de pre-
paración a la fase de puesta en práctica de los programas.
La cooperación subregional, regional e interregional se está desarrollando también a
un ritmo alentador.
No me cabe duda de que todas esas actividades contribuirán a una mayor moviliza-
ción de los esfuerzos internacionales por detener la desertificación, y marcarán un
camino nuevo para la gestión sostenible de los recursos naturales de las tierras secas.

HAMA ARBA DIALLO


Secretario Ejecutivo
Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación

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I
Prefacio del Secretario Ejecutivo
de la UNCCD

Parte I: LOS PROBLEMAS

1 El terreno perdido 9
2 ¿Qué es la desertificación? 12
3 El Camino de París 13
4 Cuestiones de principio 15
5 De la ayuda a la asociación 18
6 Del ámbito local al general 19
7 Cómo encajan las piezas del dispositivo 21
8 Ampliación del criterio 22
9 Un entorno propicio 23

Parte II: LA APLICACIÓN

10 Programas de acción 24
11 Creación de capacidad 26
12 Tecnología y ciencia 27
13 Financiación 28
14 Instituciones y procedimientos 30
15 Africa 32
16 Otras regiones 34
17 Medidas complementarias 36

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1 El terreno perdido

No es casualidad que nuestro planeta se llame Tierra. Toda la vida terrestre depende de la
frágil y friable corteza de suelo que recubre los continentes. Sin ella, los seres vivos nunca
habrían salido de los océanos: no habría plantas, ni cosechas, ni bosques, ni animales... ni
hombres.
Este manto precioso, verdadera substancia del planeta, se forma con dolorosa lentitud y
puede destruirse con rapidez aterradora. Siglos puede tardar la acumulación de una sola
pulgada de suelo, pero, si no se trata con cuidado, los vientos y las aguas pueden llevársela o
disolverla en unos cuantos años. Y la tierra está hoy desapareciendo rápidamente de toda la
superficie del planeta que lleva su nombre.
Cada año, según las estimaciones del Instituto para la Vigilancia Mundial, los continentes
pierden 24.000 millones de toneladas de capa cultivable. En los últimos dos decenios se ha
perdido en todo el mundo el equivalente de la capa que recubre la totalidad de las tierras
cultivables de los Estados Unidos de América. Y las cosas van a peor.
En ninguna parte se presenta la crisis ton tanta agudeza como en las tierras secas que se
extienden por más de un tercio de la superficie de la Tierra. En esas tierras -donde los suelos
son particularmente frágiles, donde la vegetación es escasa y el clima particularmente
inclemente- se instala la desertificación. (La degradación del suelo existe en todas partes,
pero sólo se califica de “desertificación” cuando se produce en las tierras secas.) Alrededor
del 70 % de los 5,2 billones de hectáreas de tierras secas que se utilizan para la agricultura
en todo el mundo ya está empobrecido. Por tanto, la desertificación daña hoy casi un 30 %
de la superficie de las tierras del planeta.
Poco más de 1.000 millones de hectáreas de África, el 73 % de sus tierras secas, se hallan en
proceso de desertificación moderada o grave. Otros 1.400 millones de hectáreas están
afectados en Asia. Mas no se trata de un problema que importa solo a los países en desarro-
llo: el continente que tiene la proporción más alta de tierras secas grave o moderadamente
desertificadas -un 74 %- es América del Norte. Cinco países de la Unión Europea sufren
también de sus efectos, y muchas de las zonas más afectadas de Asia formaban parte de la
antigua Unión Soviética.
En total, mas de 110 países tienen tierras secas que están en peligro. El Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) calcula que la desertificación cuesta al
mundo 42.000 millones de dólares al año. Solamente África pierde cada año unos 9.000
millones de dólares.
El costo humano es aún más alto. Los medios de subsistencia de mas de 1.000 millones de
personas -casi una quinta parte de la población del globo- están ahora en peligro. Más de 135
millones de hombres y mujeres -el equivalente de las poblaciones de Francia, Italia, los
Países Bajos y Suiza- pueden verse obligados a emigrar. Nadie sabe cuántos han tenido ya
que abandonar sus tierras convertidas en polvo, pero ciertamente la cifra alcanza los varios
millones: la sexta parte de los habitantes del Malí y de Burkina Faso ya ha sido desarraigada
de esta manera. En parte, a causa de estos movimientos, crecen las barriadas pobres de las
ciudades: entre 1963 y 1988 la proporción de los habitantes de Mauritania que vivían en la
capital, Nuakchott, aumentó del 9 % al 41%, mientras que la proporción de nómadas bajó
del 73% a l7%.
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A medida que los campesinos desposeídos van siguiendo las tierras cultivables que el viento
se lleva, sus migraciones repercuten en zonas y países muy distantes. La desertificación, por
ejemplo, es uno de los factores que impulsan a los inmigrantes mexicanos a cruzar la
frontera y pasar a los Estados Unidos. Dos quintas partes de la población de las zonas
superior y media del valle del Senegal han emigrado: hay en Francia más oriundos de la
región de Bakel que en las aldeas que dejaron atrás. Sin embargo, si se les diera la posibili-
dad, preferirían quedarse.
La desertificación ha influido en el desencadenamiento de diez de los conflictos armados que
en estos momentos se desarrollan en tierras áridas. Contribuye a la inestabilidad política, al
hambre y a la desintegración social en zonas conflictivas como Somalia y es causa de que se
gasten enormes sumas de dinero en actividades de socorro en caso de desastre y en ayuda
humanitaria. Además, es factor agravante de las crisis ambientales que se ciernen sobre la
humanidad, como el recalentamiento del planeta y la pérdida de biodiversidad.
En cierto sentido, la palabra “desertificación” induce en error. Para algunos, significa que
los desiertos del mundo se están extendiendo, están cubriendo con su arena una superficie
cada vez mayor de tierras fértiles. Es verdad que los límites de los desiertos se expanden y se
encogen cíclicamente según las fluctuaciones del clima y de las precipitaciones, pero no se
trata de eso. La desertificación -una palabra fea para un feo proceso- se asemeja más a
una enfermedad de la piel. Aparecen de repente pedazos de suelo empobrecido, a veces a
miles de kilómetros del desierto más cercano. Poco a poco, esos pedazos crecen y se juntan,
creando condiciones similares a las de los desiertos.
La Convención de Lucha contra la desertificación recoge la definición que adoptaron los
dirigentes de los países del mundo en la Cumbre para la Tierra celebrada en Río en 1992,
definición que achaca la desertificación tanto a las variaciones climáticas como a las activi-
dades humanas. Agrega que “la desertificación tiene su origen en complejas interacciones de
factores físicos, biológicos, políticos, sociales, culturales y económicos”.
La sequía a menudo la agrava o la desencadena. Pero hay cuatro actividades humanas que
suelen ser sus causas más inmediatas: El sobrecultivo agota el suelo. El pastoreo excesivo
destruye la capa de vegetación que lo protege contra la erosión. Y con la despoblación
forestal desaparecen los árboles que cimentan la capa cultivable a la tierra. Por Ultimo, el
drenaje defectuoso de las aguas de riego vuelve salobres las tierras cultivables, desertificando
unas 500.000 hectáreas al año, es decir, casi la misma superficie de nuevas tierras que cada
año se ponen en regadío.
En el pasado, los pobladores de las tierras secas solían achacar la destrucción de sus medios
de subsistencia a la utilización abusiva de las tierras y a la tala de los bosques. Pero, como se
reconoce en la Convención, hay en general causas más profundas que no les dejan otra
posibilidad. La pobreza es una de las principales. Obliga a los campesinos a sacar lo más
posible de sus tierras para dar de comer a sus familias en lo inmediato, aunque con ello
estén echando a perder su subsistencia a largo plazo.
Los pobres de las tierras secas, poca voz tienen en la determinación de su suerte. Suelen estar
marginados en sus propios países, carecen de derechos sobre sus tierras y tienen escasa influen-
cia en la política nacional o regional. Son de las personas menos visibles del mundo, económi-
ca, política o geográficamente -y, de todos ellos, las mujeres, que suelen ser las más afectadas
por la desertificación, son las que menos influencia tienen, incluso en sus propias sociedades.
Son sumamente vulnerables a los caprichos tanto de la meteorología como de la política nacio-

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nal o mundial. La sequía puede llevarlos al desastre, pero también pueden hacerlo las buenas
lluvias que a veces producen excedentes de alimentos y hacen bajar los precios.
Al aumentar la población y la demanda de productos agrícolas, se hunden los sistemas
tradicionales de ordenación de la tierra, y esta situación queda agravada por la adopción de
nuevas prácticas agrícolas, con frecuencia de monocultivo. De ese modo crece cada día la
superficie de tierras buenas que ha de ponerse en explotación, sin atender a los requisitos de
la conservación, lo cual hace que los agricultores pobres y los pastores tengan que confor-
marse con las tierras marginales.
Con demasiada frecuencia, los planificadores del desarrollo han hecho poco caso de las
gentes de las tierras secas. Pero los pobres conocen mejor que nadie los frágiles ecosistemas
a los que a duras penas arrancan el sustento y deberían ser el factor clave en la lucha contra
la desertificación.
La Convención lo tiene en cuenta y reconoce, como se subrayo en la Cumbre de Copenha-
gue sobre Desarrollo Social celebrada en 1995, que el desarrollo debe centrarse en el factor
humano para ser sostenible. Abre nuevas perspectivas y adopta un planteamiento “de lo
particular a lo general”, insistiendo en que la población local debe intervenir plenamente en
la toma de decisiones sobre la manera de acometer el problema de la desertificación y los
medios de atender a su situación de pobreza. Brinda, pues, simultáneamente, la esperanza
de poner coto a la desertificación y hacerla retroceder, y de mejorar los ingresos y realzar la
dignidad de algunos de los habitantes más pobres del Planeta Tierra, dándoles estimulo para
que se queden en sus tierras. Ofrece la mejor oportunidad -y probablemente la ultima- de
hacer frente con eficacia a las crisis, múltiples y complejas, que provoca la desertificación.

VARIACIONES CLIMATICAS
PASTOREO EXCESIVO

el 30 % de la superficie
continental del planeta
está afectado por la
degradación de las frágiles
tierras secas

USO EXCESIVO
DE LA TIERRA
MÉTODOS DE RIEGO DEFORESTACIÓN
DEFECTUOSOS
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2 ¿Qué es la desertificación?

¿Están avanzando los desiertos? A pesar de la retórica que a veces se derrama en tiempos
de crisis, las arenas no están invadiendo continuamente las tierras circundantes. Puede
parecer que los desiertos se expanden cuando las lluvias escasean durante un largo período,
pero en general retroceden de nuevo cuando las precipitaciones son abundantes.
¿Entonces ¿todo va bien? No. La degradación de las tierras se prosigue y aumenta a un
ritmo alarmante, erosionando gravemente la preciosa reserva mundial de tierras producti-
vas. Ese fenómeno, cuando se da en las tierras secas del planeta, crea condiciones parecidas
a las de los desiertos y se llama “desertificación”. Este proceso se desarrolla poco a poco,
conforme las distintas zonas de suelo
degradado se van extendiendo y
juntando unas con otras, más que
como consecuencia del avance del
POBREZA desierto.
¿Se trata de la acción de fuerzas
naturales a las relaciones o es
Prestar cosa del tiempo? No. La sequía es
parte de las causas de la desertifica-
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atención
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ción y, desde luego, no mejora las


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entre...
cosas, Pero esencialmente se trata de
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un problema creado por el hombre,


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que aparece cuando se someten las


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tierras a presiones excesivas.


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¿Es un problema que afecta sólo


a los pobres de los países en
desarrollo? No. Mil millones de
personas, de las más pobres y más
marginadas del mundo -que viven en
las zonas más vulnerables-, son tal
vez las que sufren los efectos más graves de la desertificación. Pero ésta se cobra también
otras víctimas. Unos 18 países desarrollados sufren los efectos de la desertificación. Y, en
conjunto, los países desarrollados -y las regiones más prósperas de los países en desarrollo- ya
están afectados indirectamente, porque la gente emigra cuando se ve en la imposibilidad de
vivir del producto de sus tierras degradadas. La desertificación nos muestra de la manera
más gráfica como la pobreza en cualquier parte del mundo, pone en peligro la prosperidad y
la sostenibidad en todas partes.
¿Entones ¿qué es la desertificación? La definición acordada por las autoridades mundia-
les en la Cumbre para la Tierra de 1992 y recogida en la Convención dice así: “la degrada-
ción de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, resultante de diversos
factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas”.

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3 El camino de París

La degradación de las tierras es tan vieja como la propia civilización, desde las llanuras de la
China hasta las cumbres del Imperio inca. El primer relato que se haya escrito en el mundo,
una epopeya sumeria, nos cuenta como un hombre, por cortar los bosques de Mesopotamia,
se atrajo una maldición. Los antiguos sumerios no hicieron caso de la parábola y siguieron
cortando los árboles. Ya en 2000 a.C. se hallan en su literatura evocadoras descripciones de
la desertificación. Su gran ciudad-Estado de Uruk, que en una época tenía 50.000 habitantes
y producía cosechas de rendimiento comparable al de las de Norteamérica hoy, no es ahora
más que una loma en la arena.
Del Ática escribió Platón en el siglo IV a.C.: “Nuestra tierra, comparada con lo que era, es
como el esqueleto de un cuerpo consumido por la enfermedad.” El que fue granero del
Imperio romano en el África del Norte, donde en un tiempo florecieron 600 ciudades, es
ahora un desierto. Cristóbal Colón dijo que “nunca contemplara cosa tan hermosa” como los
bosques que cubrían los cerros de Haití; esos mismos cerros están ahora yermos y erosiona-
dos.
Pero no todo ha sido siempre destrucción, ni mucho menos. En general, los habitantes de
las tierras secas han sabido idear métodos sutiles para vivir de sus frágiles suelos sin explo-
tarlos excesivamente. Los nómadas de la estepa argelina, por ejemplo, recorrían sus 20
millones de hectáreas para aprovechar al máximo la sucesión de las estaciones y las variacio-
nes climáticas y reducir así al mínimo los daños al suelo, compartiendo recursos con los
agricultores sedentarios del norte y con los pobladores de los oasis del sur.
El primer esfuerzo internacional deliberado de lucha contra la desertificación, comenzó al
final de la gran sequía y del hambre que asolaron el Sahel en 1968-1974 y causaron la
muerte de 200.000 personas y millones de animales. La Oficina de las Naciones Unidas para
la Región Sudanosaheliana se estableció en 1973, en un principio con la misión de prestar
ayuda a nueve países del África Occidental expuestos a la sequía, aunque sus actividades
fueron más amplias. Posteriormente la asistencia se expandió para abarcar a 22 países al sur
del Sahara y al norte del ecuador. Hacia la misma época se crearon en África organizaciones
subregionales con el mismo fin. De igual modo, el Fondo Internacional de Desarrollo
Agrícola estableció su Programa Especial para los países del África Subsahariana Afectados
por la Sequía y la desertificación en 1985, a raíz de otra sequía devastadora: ha movilizado
unos 400 millones de dólares y esta suma, con otros 350 millones de dólares aportados por
cofinanciación, ha contribuido a financiar 45 proyectos en 25 países.
Las Naciones Unidas abordaron por primera vez el problema en escala mundial, en la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desertificación, celebrada en Nairobi en 1977, en
la que se decidió incluir la cuestión en el temario internacional como problema económico,
social y ambiental de alcance mundial. De esa Conferencia se originó el Plan de Acción de
las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación; una serie de directrices y recomen-
daciones destinadas, entre otras cosas, a ayudar a los países afectados a preparar planes para
acometer el problema y estimular y coordinar la asistencia de la comunidad internacional.
En principio, el Plan de Acción no dejaba nada que desear -un estudio externo realizado en
1990 halló que sus conceptos básicos todavía eran validos- pero, en la práctica, su aplicación
distó mucho de cumplir las esperanzas que en él se cifraban.

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Para empezar, ni los gobiernos de los países afectados ni los donantes internacionales de ayu-
da, le asignaron el suficiente grado de prioridad. En 1980 se calculó que habrían de gastarse
4.500 millones de dólares cada año para ejecutar cabalmente el Plan de Acción: de ellos, 2.400
millones eran necesarios para los países que tendrían que recurrir en gran medida a la ayuda
extranjera. Pero, de hecho, sólo se estaba proporcionando efectivamente una cuarta parte de la
ayuda requerida, es decir, 600 millones de dólares. Entretanto, sólo 20 gobiernos -menos de
una cuarta parte de los de los países afectados- habían elaborado planes nacionales de lucha
contra la desertificación en 1991, catorce años después de la aprobación del Plan de Acción.
Cuando por fin los gobiernos y los donantes se decidieron a hacer algo, el esfuerzo se echó a
perder por falta de coordinación. Los países y los organismos donantes de ayuda, exigían a me-
nudo que los países receptores preparasen nuevos planes para enmarcar la asistencia - planes
que guardaban escasa relación con actividades similares que ya se habían emprendido a peti-
ción de otros donantes- y después, con demasiada frecuencia, ni siquiera se preocupaban de
que esos planes se llevaran a cabo. Así los países se veían abrumados con un sinnúmero de pla-
nes a medio ejecutar. Y lo que es aún más importante, es que se prestaba muy poca atención al
aspecto social de la desertificación, y las poblaciones realmente afectadas por ella quedaban
marginadas porque no eran consultadas. El problema seguía empeorando.
El preámbulo de la Convención aprecia “la importancia de los esfuerzos realizados y la expe-
riencia acumulada por los Estados y las organizaciones internacionales en la lucha contra la
desertificación y la mitigación de los efectos de la sequía, particularmente mediante la apli-
cación del Plan de Acción de las Naciones Unidas de Lucha contra la desertificación”, pero
reconoce que, “a pesar de los esfuerzos desplegados, no se han realizado los progresos espe-
rados”. Agrega que “es preciso adoptar un enfoque nuevo efectivo a todos los niveles, en el
marco del desarrollo sostenible”.
Las naciones en desarrollo, encabezadas por los países Africanos, insistieron en que se prestara
atención a la desertificación durante los preparativos de la Cumbre para la Tierra de 1992.
Finalmente, tras duras negociaciones, los dirigentes del mundo acordaron en el Programa 21,
pedir a la Asamblea General de las Naciones Unidas que instituyera un Comité Interguberna-
mental de Negociación que preparase un instrumento jurídico vinculante para junio de 1994.
Al cabo de 13 meses de difíciles negociaciones en cinco periodos de sesiones celebrados en
Nairobi, Ginebra, Nueva York y París -y contra lo que esperaban muchos observadores- la
Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación en los países Afecta-
dos por Sequía Grave o Desertificación, en particular en África (para darle su título comple-
to) fue aprobada en el plazo previsto el 17 de junio de 1994 y se abrió a la firma en París en
octubre de ese año. Para mayo de 1995 la habían firmado 105 países.
La Convención -que simboliza el acuerdo entre los países desarrollados y los países en desa-
rrollo, respecto de la necesidad de una coalición mundial para acometer el problema de la
desertificación- es diferente de los anteriores intentos de hacer frente a la crisis porque tiene
fuerza de obligar. Los países que se adhieran a ella tendrán la obligación de aplicarla. A dife-
rencia de algunos otros tratados internacionales sobre el medio ambiente, impone a los paí-
ses obligaciones concretas en cuanto a la adopción de medidas prácticas, particularmente en
el ámbito local, donde la desertificación debe combatirse en primer lugar, y atribuye gran
importancia a los mecanismos necesarios para llevarla a la práctica y vigilar los progresos de
la aplicación. La celebración de la Convención es uno de los acontecimientos más importan-
tes hasta la fecha en la acción complementaria de la Cumbre para la Tierra, pues hace des-
cender sobre ésta, literalmente, el espíritu de Río

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4 Cuestiones de Principio

La Convención adopta un planteamiento innovador por cuanto


OBJETIVOS aborda la desertificación y el derecho internacional ambiental como
El objetivo que se persigue un todo. Tiene por objeto concertar un nuevo trato entre los gobier-
con una Convención es que nos, la comunidad internacional, los trabajadores del desarrollo y las
las Partes contraigan un poblaciones locales.
compromiso a largo plazo Consta de 40 artículos y cinco anexos regionales (sobre la aplicación
mediante un instrumento del tratado en África, América Latina y el Caribe, Asia, el Mediterrá-
vinculante. neo Norte y Europa Central y Oriental), y su finalidad regularmente
La Convención describe así reiterada es “luchar contra la desertificación y mitigar los efectos de
su objetivo: „Luchar contra la sequía”. Asigna prioridad a África, el continente donde el problema
la desertificación y mitigar causa los mayores estragos. De hecho, en el mismo periodo de
los efectos de la sequía en sesiones en que se adoptó la Convención, se aprobó una resolución
los países afectados por se- sobre medidas urgentes para África -en la que se exhorta a los países
quía grave o desertifica- Africanos a que preparen con urgencia programas de acción y a los
ción, en particular en Áfri- donantes a que apoyen esos programas- incluso antes de que el
ca, mediante la adopción tratado entre oficialmente en vigor.
de medidas eficaces en to-
dos los niveles, apoyadas La Convención inaugura un planteamiento democrático, que parte de
por acuerdos de coopera- la base para llegar al nivel general, en el campo del derecho interna-
ción y asociación interna- cional ambiental. Insiste claramente en que quienes sobrellevan los
cionales, en el marco de un efectos mas penosos de la desertificación -y mejor entienden el frágil
enfoque integrado acorde entorno en que viven- deben intervenir y participar plenamente en la
con el Programa 21, para adopción de las decisiones que van a modelar sus vidas. El primer
contribuir al logro del desa- principio del tratado obliga a las Partes a “garantizar que las decisio-
rrollo sostenible en zonas nes relativas a la elaboración y ejecución de programas... se adopten
afectadas.“ con la participación de la población y de las comunidades locales y
„La consecución de este que, a niveles superiores, se cree un entorno propicio que facilite la
objetivo exigirá la aplica- adopción de medidas a los niveles nacional y local”.
ción, en las zonas afecta- El segundo principio también innova al insistir en la necesidad de
das, de estrategias inte- asociación y coordinación en el ámbito internacional, tanto para
gradas a largo plazo evitar la duplicación de actividades como para acabar con la relación
que se centren simultá- tradicionalmente unidireccional entre donantes y receptores de
neamente en el aumento asistencia. Dice así: “Las Partes, en un espíritu de solidaridad y
de la productividad de asociación internacionales, deben mejorar la cooperación y la coordi-
las tierras,, la rehabilita-
ción, la conservación y el nación a nivel subregional, regional e internacional, y encauzar mejor
aprovechamiento soste- los recursos financieros, humanos, de organización y técnicos donde
nible de los recursos de se necesiten.”
tierras e hídricos todo El tercer principio del tratado amplia el concepto de asociación
ello con miras a mejorar incluyendo en él las relaciones existentes dentro de los países afecta-
las condiciones de vida, dos y, al hacerlo, vuelve a insistir en la importancia de conseguir la
especialmente a nivel co- participación de la población y las comunidades locales. Dispone que:
munitario.“ “Las Partes deben fomentar, en un espíritu de asociación, la coopera-
ción a todos los niveles del gobierno, las comunidades, las organiza-

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ciones no gubernamentales y los usuarios de la tierra, a fin de que se
OBLIGACIONES DE, comprenda mejor el carácter y el valor de los recursos de tierras y de
LOS PAÍSES PAR- los escasos recursos hídricos en las zonas afectadas y promover el uso
TES AFECTADOS sostenible de dichos recursos.”
Los países Partes afectados El cuarto y último principio dice: “Las Partes deben tener plenamen-
se comprometen a: te en cuenta las necesidades y las circunstancias especiales de los
países en desarrollo afectados que son Partes, en particular los países
a) Dar la prioridad debida a
la lucha contra la desertifi-
menos adelantados.”
cación y a la mitigación de El tratado insiste también, al principio, en que los programas de
los efectos de la sequía, y lucha contra la desertificación y de mitigación de los efectos de la
asignarles recursos suficien- sequía no deben idearse ni ejecutarse aisladamente, sino que deben
tes según sus circunstancias integrarse en el conjunto de las políticas de desarrollo. Y asimismo
y posibilidades; y pone de relieve la necesidad de adoptar “un enfoque integrado en el
b) Definir estrategias y ór- que se tenga en cuenta los aspectos físicos, biológicos y socioeconómi-
denes de prioridad, en el cos de los procesos de desertificación y sequía”
marco de planes o políticas Además, la Convención atribuye especial importancia al entorno
de desarrollo sostenible, económico, tanto en el ámbito internacional como en el nacional, y
para luchar contra la deser- declara que ese entorno debe ser tal que permita atacar eficazmente
tificación y mitigar los efec- la desertificación. Las Partes están obligadas a prestar “la debida
tos de la sequía; atención” a los efectos del comercio, los acuerdos de comercialización
c) Atacar las causas profun- y la deuda en los países Partes en desarrollo afectados, “con miras a
das de la desertificación y establecer un entorno económico internacional propicio para fomen-
prestar especial atención a tar el desarrollo. Y también tienen que integrar sus actividades de
los factores socioeconómicos lucha contra la desertificación en “estrategias y encaminadas a
que contribuyen o los proce- erradicar la pobreza”.
sos de desertificación.
En las obligaciones generales del tratado se insiste en la importancia
d) Promover la conciencia- de la cooperación, en el seno de las organizaciones intergubernamen-
ción y facilitar la participa-
ción de las poblaciones loca-
les, especialmente de las
mujeres y los jóvenes con el
apoyo de las organizaciones
no gubernamentales, en los
esfuerzos para combatir la
desertificación y mitigar los
efectos de la sequía:
e) Crear un entorno propi-
cio, según corresponda, me-
diante el fortalecimiento de
la legislación pertinente en
vigor y, en caso de que ésta
no exista, la promulgación
de nuevas leyes y el estable-
cimiento de políticas y pro-
gramas de acción a largo
plazo.

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tales, en las regiones y
OBLIGACIONES DE LOS PAÍSES PARTES DESARROLLADOS subregiones y en el ámbito
Los países Partes desarrollados se comprometen a: internacional.
a) Apoyar de manera activa, según lo convenido individual o conjuntamente, Asimismo, se dispone que
los esfuerzos de los países Partes en desarrollo afectados, en particular los de las Partes “fomentarán
África y los países menos adelantados, para luchar contra la desertificación y entre los países Partes
mitigar los efectos de la sequía afectados la cooperación en
b) Proporcionar recursos financieros sustanciales y otras formas de apoyo, materia de protección
para ayudar a los países Partes en desarrollo afectados, en particular los de ambiental y de conserva-
África, a elaborar y aplicar eficazmente sus propios planes y estrategias a ción de los recursos de
largo plazo de lucha contra la desertificación y mitigación de los efectos de la tierras y los recursos
sequía. hídricos en la medida en
c) Promover la movilización de recursos financieros. que ello guarde relación
con la desertificación y la
d) Alentar la movilización de recursos financieros del sector privado y de sequía.”
otras fuentes no gubernamentales.
Tanto los países Partes
e) Promover y facilitar el acceso de las Partes afectadas, en particular los afectados, como los, países
países en desarrollo, a la tecnología, los conocimientos y la experiencia apro-
piados.
Partes desarrollados,
contraen en virtud del
tratado una serie exhausti-
va de obligaciones (véanse los recuadros). En la Convención se reconoce la importancia del
sector privado y se asigna por primera vez una función al conjunto de la sociedad, en
particular a las organizaciones no gubernamentales, en su ejecución.
El tratado da una nueva orientación a la actividad científica y tecnológica y señala como las
poblaciones locales pueden hacer uso de los conocimientos científicos, e incluso contribuir a
ellos. Establece mecanismos de revisión flexibles y potencialmente eficaces y contiene
disposiciones para asegurar la cooperación entre los países y las organizaciones internaciona-
les.

Las estrategias de lucha contra la desertificación son


más eficaces cuando se basan en observaciones sis-
temáticas y serias, así como en sólidos conocimientos
científicos.

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5 De la ayuda a la asociación

La Convención es probablemente el primer instrumento internacional con fuerza de obligar


que insiste a las claras en la asociación más que en la ayuda. Hasta ahora, la lucha contra la
desertificación -al igual que otras iniciativas de desarrollo- se ha regido generalmente por
una serie de relaciones unidireccionales.
Los países en desarrollo afectados tratan de conseguir asistencia de los desarrollados. A
veces, los países afectados diseñan programas y proyectos y buscan fondos para financiarlos.
A veces, los donantes insisten en que se les deje elaborar programas de acción concretos a
cambio de su asistencia. También se verifican procesos unidireccionales dentro de los países.
afectados. La asistencia se proporciona desde el gobierno central a las poblaciones afectadas,
a menudo sin consultarlas ni hacerlas participar en las decisiones que determinan el destino
de los fondos.
Estos planteamientos unidireccionales rara vez han funcionado bien, y la Convención sienta
firmemente el principio de asociación como punta de lanza de la aplicación. Subraya “la
importancia y la necesidad de la cooperación y la asociación internacionales” y afirma que
los planes nacionales deben llevarse a cabo “en un espíritu de asociación, entre la comuni-
dad de donantes, los gobiernos a todos los niveles, las poblaciones locales y los grupos
comunitarios”.
En la práctica, los programas de acción nacionales se elaborarán mediante un proceso
democrático, aunque complejo, que exigirá que todos los agentes -donantes extranjeros
(tanto bilaterales como multilaterales), organizaciones regionales, gobiernos nacionales y
administraciones locales, organizaciones
no gubernamentales y las propias pobla-
ciones locales-trabajen de acuerdo. A fin de movilizar recursos financieros, las Partes
racionalizarán y afianzarán la gestión de los re-
Se negociarán y adoptarán acuerdos de cursos existentes para luchar contra la deser-
Asociación sobre las modalidades de tificación y mitigar los efectos de la sequía ...
ejecución de esos planes. Así es que los
programas y las prioridades se elaborarán
conjuntamente, en vez de ser impuestos
por un grupo a otro. Ello será mucho más
eficaz, a la par que más equitativo y
democrático, porque evitará duplicaciones
y asegurará la coordinación. Este espíritu
impregna toda la Convención. El Anexo
de Aplicación Regional para África, por
ejemplo, dispone que los países partes ...utilizándolos más eficientemente
Africanos “organizarán procesos de
consulta a los niveles nacional, subregio-
nal y regional”, que podrán “servir de
foro para negociar y concertar acuerdos
de asociación basados en dichos progra-
mas nacionales, subregionales y regiona-
les.”

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6 Del ámbito local al general

La asociación más importante que ha de labrarse en el ataque contra la desertificación, es la


asociación entre los donantes de ayuda, los gobiernos nacionales y las administraciones
locales, por una parte, y los propios habitantes de las tierras secas, por otra. Porque a
medida que han ido pasando los años, que muchos proyectos han ido fracasando y que el
problema ha seguido agravándose se ha visto muy a las claras que la desertificación no
puede combatirse con eficacia si la gente más afectada no participa plenamente ni se
empeña con ahínco en la lucha.
Los pobladores de las tierras secas de los países en desarrollo son su mayor recurso. Ellos
conocen su tierra mejor que nadie. Tienen tanto oficio y habilidad para vivir de su tierra,
como el productor de cereales norteamericano o el cultivador de arroz chino. En cierto
modo, sus conocimientos y su pericia son incluso mayores, porque tienen que trabajar en
condiciones mucho más difíciles, con suelos mucho más frágiles, un clima mucho más rudo
y muchísimo menos recursos. En potencia, son para el mundo la baza más valiosa en la
lucha contra la desertificación.
Sin embargo, en el pasado, se ha solido hacer caso omiso de ellos e incluso se les ha echado la
culpa de la desertificación. Las administraciones coloniales a menudo imponían soluciones
que habían dado buenos resultados en las metrópolis, donde las condiciones eran muy diferen-
tes; los nuevos gobiernos nacionales se empeñaron en seguir aplicándolas. Con frecuencia los
viejos métodos sostenibles de utilización de la tierra quedaron desbaratados y los nómadas y
otros pobladores de las tierras secas tuvieron que renunciar a sus medios de sustento.
La población local estaba alienada, en particular porque las soluciones foráneas rara vez
daban resultado y, en general, no hacían sino exacerbar su pobreza. A veces las gentes que,
en principio, debían salir beneficiadas por un proyecto, en realidad ansiaban ver terminada
la operación y ver marcharse a los forasteros, a fin de poder volver a hacer las cosas a su
manera. Con demasiada frecuencia, al cabo de dos o tres años casi no quedaba rastro del
proyecto.
Algunos proyectos, sin embargo, tuvieron éxito: a menudo estos fueron llevados a cabo por
organizaciones que se empeñaron en escuchar a los lugareños, en conocer sus técnicas y
prioridades y en buscar soluciones con ellos. Esta experiencia ha venido a confirmar la idea
de que los habitantes de las tierras secas deben poder participar plenamente en la solución
de los problemas que agobian su existencia.
El concepto de “participación” tuvo predicamento durante muchos años. Pero a menudo no
fue más que un elemento injertado en el viejo planteamiento “de la cumbre a la base”: las
decisiones sobre los programas se tomaban en otra parte y luego se invitaba a los lugareños a
participar o se les decía que tenían que participar en ellos. La verdadera participación
significa que las decisiones son tomadas por quienes van a ser afectados por ellas y no en su
lugar, dando a los interesados facultades para poner en práctica lo que se ha decidido.
Hay que esforzarse muy particularmente por conferir a las mujeres capacidad de participa-
ción, ya que en sus propias sociedades son las más afectadas por la desertificación y las que
menos poder tienen para tratar de remediarla. Las mujeres realizan gran parte de las faenas
del campo, pero no tienen voz ni siquiera en sus propias comunidades; la ayuda, los consejos
y la información que vienen de fuera se dirigen generalmente a los hombres.

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PROGRAMAS
NACIONALES

Los programas de acción nacionales se elaborarán mediante un proceso continuo de participación

La Convención innova, al consagrar en derecho internacional un planteamiento que parte


de las bases para llegar a los dirigentes. Repetidamente insiste en la importancia de la plena
participación y subraya expresamente “el importante papel desempeñado por la mujer”.
También destaca “el papel especial que corresponde a las organizaciones no gubernamenta-
les” y les asigna una función importante en las actividades de ejecución.
Las Partes se comprometen a asegurar “la participación efectiva, a nivel local, nacional y
regional, de las organizaciones no gubernamentales y las poblaciones locales, tanto de
mujeres como de hombres, especialmente de los usuarios de los recursos, incluidos los
agricultores y pastores y sus organizaciones representativas, en la planificación de políticas,
la adopción de decisiones, la ejecución y la revisión de los programas de acción nacionales”.
Este tema se reitera a lo largo de la Convención. Los países africanos, por ejemplo, en su
Anexo de Aplicación Regional, acuerdan que “se pondrá en marcha un proceso de consulta
y de participación, en que intervendrán los niveles de gobierno apropiados, las poblaciones y
comunidades locales y organizaciones no gubernamentales, con el fin de impartir orienta-
ción sobre una estrategia de planificación flexible que permita la máxima participación de
las poblaciones y comunidades locales”. Se comprometen a incluir en su programas de
acción nacionales, “el aumento de la participación de las poblaciones y comunidades locales,
en particular las mujeres, los agricultores y los pastores, y la delegación en ellas de más
responsabilidades de gestión”. Asimismo, las Partes de Asia resuelven en su Anexo “hacer
que las poblaciones afectadas, inclusive las comunidades locales, participen en la elabora-
ción, coordinación y aplicación de sus programas de acción mediante un proceso consultivo
realizado localmente, en cooperación con las autoridades locales y las organizaciones
nacionales y no gubernamentales pertinentes”.

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7 Cómo encajar las piezas del dispositivo

Gran parte de los esfuerzos que se han dedicado a la lucha contra la


La Convención dispone: desertificación se han malogrado a causa de la innecesaria competi-
“Las Portes desarrollarán ción entre donantes, ministerios, planes, proyectos y planteamientos.
mecanismos operacionales, Con frecuencia los países u organismos donantes han exigido que,
sobre todo a nivel nacionalpara enmarcar la futura ayuda, los gobiernos receptores preparen
y local, para asegurar la
mayor coordinación posible
nuevos planes, los cuales a menudo guardaban escasa relación con los
programas ya elaborados con otros donantes. Muchas veces estos
entre los países Partes des-
programas sólo estaban financiados en parte y nunca llegaban a
arrollados, los países Partes
en desarrollo y las organi-terminarse, porque el nuevo donante prefería empezarlo todo de
zaciones intergubernamen- nuevo.
tales y no gubernamentales Por ello la Convención insiste en la coordinación y cooperación, y
competentes, con el fin de procura que no se repitan tales duplicaciones. De ahí que se concen-
evitar duplicación de es- tre en el concepto de asociación y se empeñe en que todos los agentes
fuerzos, armonizar las in- se aúnen no solo para elaborar los programas nacionales, sino
tervenciones y los criterios
también para decidir cómo han de ejecutarse.
y sacar el máximo partido
Dispone que los programas de acción nacionales “promoverán
de la asistencia. En los paí-
ses Partes en desarrollo políticas y reforzarán marcos institucionales para fomentar la coope-
afectados se dará prioridadración y la coordinación, en un espíritu de asociación, entre la
a coordinación de activida-comunidad de donantes, los gobiernos a todos los niveles, las pobla-
des relacionadas con la co-ciones locales y los grupos comunitarios.”
operación internacional a Las Partes se comprometen a “establecer una cooperación financiera
fin de utilizar los recursos
que asegure la predecibilidad en los programas de acción y permita la
con la máxima eficacia, necesaria planificación a largo plazo. Acuerdan que “trabajarán en
procurar que la asistencia estrecha colaboración, ya sea directamente o a través de las organiza-
está bien dirigida y facilitar
ciones intergubernamentales competentes, en la elaboración y educa-
la aplicación de los planes y
ción de los programas de acción”. Se comprometen, conforme con sus
prioridades nacionales en obligaciones generales, a promover la cooperación entre los países
el marco de la presente Partes afectados para proteger el medio ambiente y conservar las
Convención.“ tierras y el agua, y a reforzar “la cooperación subregional, regional e
internacional.”
Los países Partes Africanos están de acuerdo en su Anexo que los programas de acción
nacionales serán parte central e integrante de un proceso más amplio de formulación de
políticas nacionales de desarrollo sostenible. Todas las Partes resuelven que “cooperarán
entre sí y a través de organizaciones intergubernamentales competentes, así como con
organizaciones no gubernamentales, para emprender y apoyar programas de sensibilización
del público y de educación...”

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8 Ampliación del criterio

Los intentos de luchar contra la desertificación, en su mayoría, se han concentrado más en


los síntomas que en las causas. Se han dedicado sobre todo a mitigar sus efectos y reducir las
actividades humanas que parecen contribuir de manera inmediata a crear esos efectos.
Se ha procurado, por ejemplo, contrarrestar directamente el cultivo y el pastoreo excesivos,
la deforestación y los sistemas de riego defectuosos, pero sin resolver las presiones sociales y
económicas que los han provocado. Con frecuencia, ello ha dado lugar, en la práctica, a que
se achaquen las causas de la desertificación a las propias víctimas de ésta, sin hacer ningún
esfuerzo serio por comprender las fuerzas, independientes de su voluntad, que llevan a esas
poblaciones a explotar la tierra excesivamente.
Se reconoce ahora que este enfoque cerrado fue una de las razones por las que la ejecución
del Plan de Acción de 1977 resultó decepcionante. En la Convención se ha decidido rectifi-
car este planteamiento poniendo las cuestiones sociales y económicas en el centro del
análisis y de la ejecución y dándoles igual peso que a los aspectos físicos y biológicos de la
desertificación.
Los países Partes afectados se comprometen, a tenor de las obligaciones enunciadas en la
Convención, a “ocuparse de las causas subyacentes de la desertificación y prestar atención
especial a los factores socioeconómicos que contribuyen a los procesos de desertificación”.
Todas las Partes tienen la obligación de adoptar “un enfoque integrado en el que se tengan
en cuenta los aspectos físicos, biológicos y socioeconómicos de los procesos de desertifica-
ción y sequía”. En particular, “integrarán estrategias encaminadas a erradicar la pobreza en
sus esfuerzos de lucha contra la desertificación y mitigación de los efectos de la sequía”.
La pobreza es la que, en primer lugar, obliga a los pobladores
de las tierras secas a extraer del suelo todo lo que puedan e
impone el imperativo de supervivencia a corto plazo, en
virtud del cual no tienen más remedio que sacrificar sus
intereses a largo plazo. Toda estrategia eficaz debe centrarse
en el ataque contra la pobreza.
Tal estrategia también debe tener en cuenta las estructuras
sociales y las cuestiones de propiedad de la tierra y prestar
atención a la educación, la capacitación, el transporte y las
comunicaciones para lograr un planteamiento plenamente
integrado, el único que permite luchar de manera eficaz
contra la desertificación. Los grandes planes nacionales e
internacionales deben vincularse con las decisiones sencillas
tomadas efectivamente por la gente sobre el terreno. Los
programas de desarrollo local deben llevar a las zonas
afectadas un conjunto integrado de inversiones y creación de
estructuras, y afianzar la capacidad de la población local para
programar y administrar sus recursos.

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9 Un entorno propicio

Para que los países afectados -y los habitantes de las tierras secas- puedan combatir eficaz-
mente la desertificación, hay que crear condiciones favorables. Es difícil que los gobiernos o
las poblaciones locales presten mucha atención a la crisis si están agobiados constantemente
por las cuestiones económicas y la supervivencia material. En la Convención se reconoce la
necesidad de “un entorno propicio” que les permita trabajar por un desarrollo sostenible.
A nivel nacional, el entorno propicio supone un buen sistema de gobierno, estabilidad,
reformas legislativas y administrativas, creación de incentivos económicos y mejora de la
infraestructura. También requiere un cambio de la tendencia actual de la economía de
muchos países en desarrollo, que favorece la industria, las ciudades y los centros urbanos a
expensas de la agricultura y del campo. Esto en parte puede lograrse -y aliviarse al mismo
tiempo la presión sobre la tierra- diversificando las opciones económicas y promoviendo
otros modos de subsistencia: por ejemplo, se podrían elaborar y llevar a cabo en las zonas
rurales planes de explotación forestal, introducir actividades generadoras de energía
renovable, o promover el turismo aprovechando los recursos de fauna y flora.
La población local debe tener garantizado, mediante una normativa justa el derecho a la
tierra: no la cuidará si teme que se la puedan arrebatar. En su anexo de aplicación, regional,
las Partes de África acuerdan “introducir los ajustes necesarios en el marco institucional y
regulador de la gestión de los recursos naturales para garantizar la seguridad de la tenencia
de la tierra a las poblaciones locales”.
Los factores económicos internacionales también han causado la aplicación de “modelos de
desarrollo no sostenibles”, como se reconoce en el Anexo de Aplicación Regional para
América Latina y el Caribe. La deuda, el deterioro y las fluctuaciones de la
relación de intercambio durante los últimos 20 años, las barreras arancelarias
y no arancelarias y los duros programas de ajuste estructural, han hecho que
los países se vean obligados a explotar sus tierras para producir cada vez más a
fin de abrirse camino. El dumping de excedentes alimentarios subvencionados,
al que se han dedicado algunos países desarrollados, a veces ha desbaratado los
mercados de los pequeños campesinos en las naciones en desarrollo.
Las Partes acuerdan que “prestarán la debida atención, en el marco de los
organismos internacionales y regionales competentes, a la situación de los
países Partes en desarrollo afectados en lo que respecta al comercio internacio-
nal, los acuerdos de comercialización y la deuda con miras a establecer un
entorno económico internacional propicio para fomentar el desarrollo sosteni-
ble”.

Factores socio-
economicos

Las Partes se comprometen a atacar las causas profundas de la


desertificación y a prestar atención especial a los factores
socioeconómicos que contribuyen a ella.

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10 Programas de acción

La Convención se ejecutará a través de programas de acción naciona-


RECUADRO l les, complementados por programas regionales y subregionales. Toda
Los programas de acción naciona- acción eficaz de lucha contra la desertificación debe llevarse a cabo
les deben satisfacer los requisitos en el ámbito local y debe adaptarse a las circunstancias y condiciones
siguientes: locales. Pero también debe integrarse a las estrategias nacionales y
- “incluirán estrategias a largo regionales para que pueda recibir el grado de prioridad suficiente,
plazo..., destacarán el aspecto de para evitar duplicaciones y para tener la seguridad de que los recursos
la ejecución y estarán integrados se utilicen de la mejor manera posible.
con las políticas nacionales de de- Los programas de acción nacionales
sarrollo sostenible;“
constituyen el verdadero núcleo del tratado. RECUADRO 2
- tendrán “en cuenta la posibili- Las Partes afectadas deben prepararlos,
dad de introducir modificaciones Los elementos facultativos
divulgarlos ejecutarlos como “elemento son:
en respuesta a los cambios de las central” de sus estrategias. Deberán utilizar
circunstancias y serán lo suficien- y aprovechar para ello los planes y progra- - el establecimiento y/o el
temente flexibles a nivel local fortalecimiento de sistemas
mas que ya se hayan aplicado con éxito. de alerta temprana y de
para adaptarse a las diferentes
Esos programas se vincularán estrechamen- mecanismos de ayuda a las
condiciones socioeconómicas, bio-
lógicas y geofísicas;“ te a otras actividades encaminadas a personas desplazadas por
formular políticas nacionales de desarrollo razones ecológicas;
- “prestarán atención especial a sostenible y habrán de “actualizarse
la aplicación de medidas preven- - reforzamiento de la pre-
mediante un proceso de participación paración para casos de se-
tivas para las tierras aún no de- continuo sobre la base de la experiencia
gradadas o solo levemente de- quía y de las prácticas de
gradadas;“
práctica” y de los resultados de la investiga- gestión de los efectos de
ción. ésta a nivel local, nacional,
- “reforzarán la capacidad nacio-
nal en materia de climatología, Los programas tienen por objeto determi- subregional y regional;
meteorología e hidrología y los nar los factores que contribuyen a la - el “establecimiento y/o el
medios de establecer un sistema desertificación y las medidas prácticas reforzamiento... de siste-
de alerta temprana de la sequía;“ necesarias para luchar contra la desertifica- mas de seguridad alimen-
- “promoverán políticas y refor-
ción y mitigar los efectos de la sequía. Y en taria, incluidas instalacio-
zarán marcos institucionales para ellos deben especificarse las respectivas nes de almacenamiento y
fomentar la cooperación y la co- funciones del gobierno, las comunidades medios de comercializa-
ordinación... y facilitaran el acce- locales y los usuarios de la tierra, así como ción, en particular en las
so de las poblaciones locales a la determinar los recursos disponibles y zonas rurales“;
información y tecnología adecua- necesarios. - la introducción de proyec-
das;“ La Convención enuncia siete requisitos tos destinados a fomentar
- “asegurarán la participación generales de los programas de acción medios alternativos de sub-
efectiva a nivel local, nacional y nacionales (Recuadro 1) y cinco elementos sistencia “que puedan ge-
regional...;“ y facultativos (Recuadro 2). Indica esferas de nerar ingresos en las zonas
acción prioritaria (Recuadro 3) y dispone expuestas a la sequía“; y
- “dispondrán de un examen pe-
riódico de su aplicación e infor- que cada país Parte afectado -habida cuenta - “el desarrollo de progra-
mes sobre los progresos regis- de sus circunstancias- debería incluir por mas de riego sostenibles
trados.“ los menos algunos de ellos en su programa tanto para los cultivos
de acción nacional. como para el ganado.“

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Todo esto se aplica también a los programas
RECUADRO 3 subregionales y regionales. Los países Partes
Las ocho esferas de acción prioritarias son: afectados acuerdan consultarse y cooperar
- “promoción de medios alternativos de subsistencia y me- para prepararlos, con el fin de “armonizar y
joramiento del entorno económico nacional para fortale- complementar los programas nacionales, así
cer programas que tengan por objeto la erradicación de la como incrementar su eficacia”.
pobreza“ y lograr la “seguridad alimentaria“; Las Partes se comprometen a alentar a los
- “la dinámica demográfica“; organismos del sistema de las Naciones
- “la gestión sostenible de los recursos naturales“; Unidas y a otras organizaciones interguber-
- “las prácticas agrícolas sostenibles“; namentales, a la comunidad científica y a las
organizaciones no gubernamentales a que
- “el desarrollo y la utilización eficiente de diversas fuen- apoyen los programas de acción. Los países
tes de energía“;
desarrollados deberán prestar su asistencia
- “marcos institucionales y jurídicos“; tanto directamente como por medio de las
- “el fortalecimiento de la capacidad de evaluación y ob- organizaciones multilaterales. Habrá de
servación sistemática, comprendidos los servicios hidroló- darse prioridad a los países Africanos y otros
gicos y meteorológicos“; y países menos adelantados.
- “el fomento de las capacidades, la educación y la sensi- En la Convención también se especifican
bilización del público“. medidas de apoyo (Recuadro 4).

RECUADRO 4
Las medidas de apoyo a los programas de acción comprenden:
- “una cooperación financiera que asegure la predicción en los programas de acción y permita la necesaria planifi-
cación a largo plazo“;
- la elaboración financiera que asegure la predicción en los programas de acción y permita la necesaria planifica-
ción a largo plazo“;
- la elaboración y utilización de “mecanismos de cooperación que permitan prestar un apoyo más eficaz a nivel lo-
cal, incluso por medio de organizaciones no gubernamentales, a fin de asegurar la posibilidad de repetir, cuando
sea oportuno, las actividades de los programas experimentales que hayan tenido éxito“;
- “aumentar la flexibilidad de diseño, financiación y ejecución de los proyectos de manera acorde con el enfoque
experimental e iterativo indicado para la participación de las comunidades locales“; y
- “establecer, según corresponda, procedimientos administrativos y presupuestarios para acrecentar la eficiencia de
los programas de cooperación y apoyo“.
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11 Creación de capacidad

Los programas de acción no pueden ser eficaces -ni puede ganarse la batalla contra la
desertificación y los efectos de la sequía si no existen sólidas instituciones para llevarlos a
cabo y si la gente no comprende y apoya lo que se está haciendo. Por eso la Convención
insiste en la importancia de la creación de capacidad y del fomento de la concienciación del
público.
Las Partes acuerdan promover la creación de instituciones, la capacitación de las poblacio-
nes y el fomento de la capacidad tanto en et ámbito local como en el nacional. Y deciden
hacerlo con el ánimo de cooperación y participación en que se inspira todo el tratado. Los
países en desarrollo afectados deberán llevar a cabo un examen de su capacidad y servicios
disponibles, así como de las posibilidades de afianzarlos, en cooperación con otras Partes y
con las organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales. Deberán consolidar las
instituciones y estructuras jurídicas nacionales y, cuando sea necesario, crearlas de raíz.
También deberá fortalecerse la capacidad nacional de formación e investigación y la gestión
y planificación estratégicas, y deberá darse adiestramiento a los agentes de extensión
agrícola y los miembros de las organizaciones rurales para que puedan aplicar enfoques de
participación. El afianzamiento de la capacidad de la población local para preparar progra-
mas de gestión de sus recursos es tal vez el paso más importante hacia el establecimiento de
una relación más sana entre la población, el poder y el medio ambiente.
Se practicará un intercambio tecnológico. Deberán establecerse y consolidarse los servicios,
para la difusión más eficaz de las tecnologías y las técnicas entre las poblaciones locales. Al
mismo tiempo, de conformidad con el enfoque pragmático, las Partes acuerdan fomentar “el
uso y la difusión de los conocimientos, la experiencia y las prácticas de la población local”.
De igual modo, las Partes se comprometen a proporcionar capacitación y tecnología para la
utilización de energías sustitutivas, en particular de energía renovable, a fin de reducir el
consumo de leña. Acuerdan adaptar los métodos tradicionales de agricultura y pastoreo a las
condiciones socioeconómicas modernas. Y también deberán promover “medios de subsisten-
cia alternativos, incluida la capacitación en nuevas técnicas”. Las Partes habrán de cooperar
en el fortalecimiento de la capacidad de los países en desarrollo para reunir, analizar e
intercambiar información científica y tecnológica, y formar personal, directivo y de adminis-
tración, así como personal encargado de la reunión de datos sobre la producción de alimen-
tos y la alerta temprana en situaciones de sequía. Las Partes acuerdan cooperar entre sí y a
través de las organizaciones intergubernamentales y las organizaciones no gubernamentales
en la iniciación de campañas de concienciación del público. Alentarán el establecimiento de
asociaciones que contribuyan a tal concienciación y promoverán de manera permanente el
acceso del público a la información que necesita.
Resuelven evaluar las necesidades de educación en las zonas afectadas; ampliar los progra-
mas de educación y alfabetización, especialmente para las jóvenes y las mujeres; preparar
“programas interdisciplinarios basados en la participación” que integren la concienciación
en materia de desertificación y sequía en los sistemas y programas de educación; y establecer
o reforzar redes de centros regionales de educación y capacitación. En todas las etapas, las
Partes acuerdan promover una participación popular amplia y permanente en las activida-
des de educación y concienciación.

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12 Tecnología y ciencia

La Convención fomenta la coordinación de la investigación científica y la cooperación en la


transferencia de tecnología. Ambas deberán reorientarse para satisfacer los requisitos de las
gentes que más las necesitan, y deberá atribuirse un peso considerable al valor de los
conocimientos y las técnicas tradicionales.
Las Partes se comprometen a “promover, financiar y/o ayudar a financiar... la transferencia,
adquisición, adaptación y desarrollo de tecnologías ecológicamente racionales, económica-
mente viables y socialmente aceptables”. Acuerdan utilizar plenamente los sistemas de
información y centros de intercambio de datos existentes, facilitar la cooperación entre las
Partes afectadas, facilitar el acceso a tecnologías adecuadas en condiciones favorables y
adoptar medidas para crear condiciones de mercado e incentivos que coadyuven al proceso.
También se comprometen a promover y utilizar “las tecnologías, los conocimientos, la
experiencia y las prácticas tradicionales y locales”, hacer inventarios de todos ellos, alentar
su mejoramiento y difusión, adaptarlos con miras a aplicarlos ampliamente e integrarlos en
la tecnología moderna, y a garantizar que las poblaciones locales se beneficien directamente
de cualquier uso comercial.
Las Partes convienen asimismo en apoyar la investigación para conocer mejor las causas y
las consecuencias de la desertificación y la sequía. Es preciso que estas actividades “atiendan
las necesidades concretas de las poblaciones locales y permitan identificar y aplicar solucio-
nes que mejoren el nivel de vida de las personas que viven en las zonas afectadas”. También
es menester que “protejan, integren, promuevan y valoren los conocimientos, la experiencia
y las prácticas tradicionales y locales”. Las poblaciones locales deben poder beneficiarse de
cualquier uso comercial de su propiedad intelectual y de toda tecnología que se origine de
ella.
En la Convención, las Partes contraen el compromiso de desarrollar las capacidades de
investigación en los países Partes en desarrollo afectados, en particular en África; promover
programas conjuntos de investigación a fin de elaborar “tecnologías perfeccionadas, accesi-
bles y económicamente asequibles para el desarrollo sostenible mediante la participación
efectiva de las poblaciones y las comunidades locales”; fomentar los recursos hídricos; tener
en cuenta la relación que existe entre la desertificación, la pobreza y la migración; e incluir
en sus programas de acción, prioridades de investigación respecto de las regiones correspon-
dientes.
Las Partes acuerdan igualmente “integrar y coordinar la reunión, el análisis y el intercam-
bio” de información, mediante la “red mundial de instituciones y servicios”. El objetivo será
“asegurar la observación sistemática de la degradación de las tierras”, lo cual, entre otras
cosas, ayudará “a conseguir una alerta temprana y una planificación anticipada para los
periodos de variaciones climáticas adversas”. Las Partes se comprometen a velar por que
estas actividades respondan a las necesidades tanto de las comunidades locales, como de las
esferas decisorias.

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13 Financiación

Como no era de extrañar, las disposiciones financieras constituyeron la parte de la Conven-


ción más difícil de negociar. Los países desarrollados, en pleno proceso de reducción del
gasto interno y de recorte de los presupuestos de ayuda, eran reacios a comprometerse a
aportar fondos suplementarios. Pero los países en desarrollo estaban firmemente convenci-
dos de que debían recibir nuevos recursos -y más cuantiosos- de la comunidad de donantes, a
fin de poder destinar una parte mayor de sus propios presupuestos, adoptar nuevas políticas
e iniciar programas importantes para luchar contra la desertificación. Las negociaciones
finales se dedicaron, en gran parte, a conciliar esas dos posiciones. La falta de fondos -tanto
de los países desarrollados como de los países en desarrollo- echó a perder los anteriores
intentos de atacar la crisis, en particular el Plan de Acción de 1977. El PNUMA ha calculado
que costaría entre 10.000 y 22.400 millones de dólares al año durante 20 años luchar
eficazmente contra la desertificación, pero que los desembolsos efectuados en los países en
desarrollo fueron por término medio, de menos de 1.000 millones de dólares al año en el
decenio de 1980. También es cierto que los recursos disponibles no se gastaron de la manera
más eficiente.
En vez de instituir un solo sistema de financiación, la Convención se concentra en movilizar
recursos por todos los cauces existentes, fortaleciéndolos y reorientándolos para adaptarlos a su
planteamiento integrado, del nivel local al general. A menudo resulta mejor proporcionar gran
parte de los fondos en pequeños paquetes de donaciones y préstamos a la población local que
entregarlos a las burocracias estatales o gastarlos en costosos honorarios de consultores, y la
Convención dispone de manera expresa que las inversiones importantes deben encauzarse
hacia las poblaciones efectivamente afectadas por la desertificación y la sequía. La Convención
reconoce la necesidad de movilizar “recursos financieros sustanciales... con inclusión de
recursos nuevos y adicionales”. Tanto las Partes que son países desarrollados como las que son
países en desarrollo acuerdan, “teniendo en cuenta sus capacidades”, hacer “todos los esfuer-
zos posibles por asegurar que se disponga de suficientes recursos financieros”.
Haciendo eco a estas palabras, los países Partes en desarrollo afectados “se comprometen a
movilizar suficientes recursos financieros” para sus programas de acción nacionales. A cambio
de ello, los países Partes desarrollados se comprometen a “movilizar recursos financieros
sustanciales”, incluso en concepto de donaciones y prestamos en condiciones de favor, para
apoyar los programas. También prometen “promover la movilización de recursos suficientes,
oportunos y previsibles, con inclusión de recursos nuevos y adicionales del Fondo para el
Medio Ambiente Mundial” -administrado conjuntamente por el Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo, el PNUMA y el Banco Mundial- que otorga donaciones y prestamos
en condiciones de favor a los países en desarrollo para proyectos y actividades destinados a
proteger el medio ambiente mundial.
Los países desarrollados acuerdan facilitar la transferencia de tecnologías, conocimientos y
experiencia, y cooperar con los países en desarrollo en la investigación de “métodos novedosos
e incentivos para movilizar y encauzar los recursos, incluso los procedentes de fundaciones,
organizaciones no gubernamentales y otras entidades del sector privado”. Ello deberá incluir,
en particular, los canjes de deuda que permitan incrementar los recursos financieros de los
países en desarrollo, al reducir la carga de su endeudamiento.

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Deciden otorgar prioridad a los países Partes Africanos afectados, sin descuidar los países
Partes que se hallan en situación similar en otras regiones, e incluso se comprometen algo más
en virtud del Anexo Regional para África, en el que acuerdan que “seguirán destinando
recursos considerables y/o aumentarán los recursos”.
Los países en desarrollo afectados y las organizaciones regionales entablarán “procesos de
consulta” para apoyar los programas de acción nacionales, subregionales y regionales. En
África, esos procesos darán lugar a acuerdos de participación en los que se especificarán las
funciones respectivas de los gobiernos, los donantes y las organizaciones no gubernamentales
en la financiación de los programas de acción nacionales. Tales acuerdos deberán facilitar la
movilización de los fondos y, al mismo tiempo, garantizar que se recauden y se gasten de
manera integrada.
Tanto los países desarrollados como los países en desarrollo se comprometen a mejorar la
calidad de su financiación y “racionalizarán y fortalecerán la gestión de los recursos ya
asignados...utilizándolos de manera más eficaz y eficiente, evaluando sus éxitos y sus limitacio-
nes, eliminando los obstáculos que impiden su utilización efectiva y reorientando en caso
necesario, los programas a la luz del criterio integrado y a largo plazo adoptado en cumpli-
miento de la presente Convención”. Acuerdan examinar la manera de reforzar la cooperación
regional y subregional y “darán la debida prioridad y prestarán la debida atención”, en el
marco de los órganos directivos de las instituciones financieras multilaterales, al apoyo a las
actividades de los países en desarrollo afectados, en particular los de África, que faciliten la
aplicación de la Convención. La Convención no establece ningún fondo especial, pero instituye
un Mecanismo Mundial con objeto de aumentar la eficacia y la eficiencia de los mecanismos
financieros existentes en el ataque contra la desertificación y los efectos de la sequía y de
“promover medidas para movilizar y canalizar hacia los países Partes en desarrollo afectados,
recursos financieros sustanciales”.
Además, las actividades del Mecanismo Mundial consistirán en hacer un inventario de los
programas de cooperación bilateral y multilateral disponibles; prestar asesoramiento a las
Partes, a su solicitud, sobre fuentes de asistencia financiera y métodos innovadores de recauda-
ción de fondos para contribuir a mejorar “la coordinación de las actividades de cooperación a
nivel nacional”; y proporcionar a las Partes y a las organizaciones información sobre las
fuentes de fondos y sobre las modalidades de financiación. La Conferencia de las Partes
considerará la adopción de políticas que, entre otras cosas faciliten el establecimiento de
mecanismos, tales como fondos nacionales de lucha contra la desertificación, “a fin de canali-
zar, de manera rápida y eficiente, recursos financieros para acciones a nivel local”.
Los países en desarrollo acuerdan utilizar “mecanismos nacionales de coordinación”. Estos,
basados en el principio de la participación e integrados en los programas de desarrollo naciona-
les, velarán por el uso eficiente del dinero y recurrirán a las organizaciones no gubernamenta-
les, los grupos locales y el sector privado a fin de obtener fondos, ejecutar programas y asegu-
rar que los fondos lleguen a los grupos locales. La Convención agrega que los donantes podrán
facilitar estas acciones “mediante una mejor coordinación y una programación flexible”
También se añade que la ejecución cabal, por los países Partes en desarrollo, de las obligacio-
nes que asumen a tenor de la Convención, se hallará “muy facilitada” con el cumplimiento,
por las naciones desarrolladas, de sus propias obligaciones, en particular las relativas a recur-
sos financieros y a transferencia de tecnología.

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14 Instituciones y procedimientos

La Conferencia de las Partes (CDP) se establece como “órgano supremo” de la Convención.


El cometido de la Conferencia consiste en adoptar “las decisiones necesarias para promover
la aplicación efectiva de la Convención. Entre otras cosas, examinará regularmente la;
aplicación y el funcionamiento de las instituciones de la Convención, establecerá órganos
subsidiarios, les dará orientaciones y examinará sus informes para promover y facilitar el
intercambio de información sobre las medidas que adopten las Partes.
La Convención establece también una Secretaría Permanente: la primera CDP la designará
y adoptará las disposiciones necesarias para su funcionamiento. La Secretaría, entre otras
funciones, organizará los periodos de sesiones de la CDP y de sus órganos subsidiarios y
reunirá y transmitirá los informes que se le presenten. Asimismo, prestará asistencia a los
países Partes en desarrollo, en particular los de África, para que reúnan y transmitan la
información requerida con arreglo a la Convención. Presentará informes a la CDP sobre el
desempeño de sus funciones y coordinará sus actividades con las secretarías de otros órganos
y convenciones internacionales.
Un Comité de Ciencia y Tecnología, integrado por representantes de los gobiernos y abierto
a todas las Partes, proporcionará información y asesoramiento científico y tecnológico. El
Comité hará un estudio de las redes, las instituciones, los organismos y los órganos ya
existentes y formulará recomendaciones sobre los medios de mejorar su integración. La CDP
elaborará y mantendrá una lista de expertos independientes y recurrirá a ella para nombrar
grupos ad hoc que se encarguen de facilitarle información y asesoramiento sobre cuestiones
específicas.
Todas las Partes habrán de presentar informes a la CDP sobre las medidas que hayan
adoptado en cumplimiento de la Convención. Los países Partes afectados describirán las
estrategias que hayan aplicado para desempeñar sus obligaciones en virtud de la Conven-
ción, y los que hayan ejecutado programas de acción presentarán una descripción detallada
de ellos. La CDP facilitará la prestación de apoyo técnico y financiero con este fin a los
países en desarrollo afectados, en particular en África.
Los países Partes desarrollados informarán sobre las medidas que hayan adoptado para
contribuir a la preparación y ejecución de los programas de acción, así como sobre los
recursos financieros que hayan proporcionado o estén proporcionando.
Cualquiera de las Partes podrá proponer enmiendas a la Convención. Las enmiendas habrán
de aprobarse en un período ordinario de sesiones de la CDP, preferentemente por consenso,
pero, como último recurso, por mayoría de dos tercios. Todo anexo adicional o toda enmien-
da a un anexo existente se aprobará por el mismo procedimiento, siempre que, cuando se
trate de la aprobación o enmienda de un anexo de aplicación regional, la mayoría incluya
dos tercios de las Partes de la región correspondiente, presentes y votantes. Cada Parte tiene
un voto, pero las organizaciones regionales de integración económica pueden votar como
bloque sobre determidas cuestiones.
Las controversias se resolverán mediante negociación o por otros medios pacíficos. Las
Partes deben elegir, para resolver sus diferencias, entre el arbitraje o la presentación a la
Corte Internacional de Justicia. Las partes en una controversia, si no consiguen ponerse

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de acuerdo sobre los medios de resolverla al cabo de 12 meses,
deben someterla a conciliación.
No podrán hacerse reservas a la Convención, pero cualquiera de
las Partes podrá denunciarla, mediante notificación dada por
escrito con un año de antelación, en cualquier momento
después de que hayan transcurrido tres años a partir de la
fecha en que haya entrado en vigor respecto de la Parte de
que se trate.
Hacen falta 50 ratificaciones para la entrada en vigor,
que se producirá al nonagésimo día contado desde la
fecha en que se haya recibido en las Naciones Unidas
la quincuagésima de ellas. En lo sucesivo, entrará en
vigor respecto de cada nueva Parte a los 90 días
contados desde la fecha en que haya depositado su
instrumento de ratificación.

Será necesario coordinar los esfuerzos y


establecer estrategias a largo plazo que
sean coherentes a todos los niveles.
LUCHA CONTRA LA
DESERTIFICACION

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15 África GRAVEDAD DE LA
DEGRADACIÓN DEL
SUELO EN ÁFRICA

En toda la Convención se da
prioridad y se presta especial
atención al África, y el primero de
los cuatro anexos regionales se
dedica a ese continente. La desertifi-
cación tiene en él sus peores
repercusiones. Dos tercios del
continente están constituidos por
desiertos o tierras secas, y el 73 % de Baja
sus tierras secas agrícolas ya están Media
moderada o gravemente degradadas. Alta
Muy alta
Son frecuentes las sequías pertina- Tierras secas vulnerables no degradadas
ces que, junto con la desertificación, Otras zonas

asolan muchos países. Muchos de Fuente: Atlas de Desertificación


estos son países sin litoral, donde las del PNUMA)

comunicaciones son más difíciles.


En los más, es general la pobreza y muchos figuran entre los países menos adelantados del
mundo. Son tributarios, en grado considerable, de la explotación de los recursos naturales,
necesitan una asistencia internacional importante, tienen instituciones e infraestructuras
muy deficientes y su situación está exacerbada por el endeudamiento, la inestabilidad
política y el deterioro y las fluctuaciones de la relación de intercambio. Todo ello hace que
la Convención les brinde la posibilidad de implantar una estructura mejor para coordinar
todos los elementos de la ayuda.
Los países desarrollados acuerdan, entre otras cosas, “atribuir prioridad a los países Partes
Africanos afectados” y deciden que “seguirán destinando recursos considerables y/o aumen-
tarán los recursos” para luchar contra la desertificación y/o mitigar los efectos de la sequía.
Entre las obligaciones de los países Partes Africanos figura el compromiso de hacer de esa
lucha la “estrategia central” de sus esfuerzos por erradicar la pobreza. También acuerdan
que procurarán asignar recursos financieros que reflejen “el nuevo grado de prioridad” que
atribuye África a la cuestión y llevar adelante y consolidar las reformas en marcha en
materia de “descentralización” y “tenencia de los recursos”, así como fortalecer la participa-
ción de las poblaciones locales.
Los países Africanos prepararán sus planes de acción nacionales como “parte central e
integral” de la formulación de políticas nacionales de desarrollo sostenible, en un proceso que
permita “la máxima participación de las poblaciones y comunidades locales”. Y en el cuerpo
mismo de la Convención se especifica con mucho mayor detalle el contenido de los programas.
Los programas deberán determinar los factores que contribuyen a la desertificación y/o la
sequía, sacar partido de la experiencia de la lucha contra ellas y delegar más competencias, en
las poblaciones y comunidades locales, en particular las mujeres, los agricultores y los pastores.
Incluirán “medidas para mejorar el entorno económico con miras a erradicar la pobreza” la
Convención prescribe medidas concretas a fin de aumentar los ingresos y las oportunidades de
empleo, especialmente para los más pobres, y “mejorar las perspectivas, a largo plazo de las

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economías rurales”. Deberán reducir la presión demográfica sobre las tierras mediante
políticas de población y migración adecuadas, y mejorar la seguridad alimentaria promoviendo
los cultivos resistentes a la sequía y los sistemas de cultivo de secano integrados.
Las Partes acuerdan asimismo incluir en los programas medidas para conservar los recursos
naturales, velando por que se administren de manera sostenible e integrada, mejorando la
educación y asegurando el desarrollo y la utilización eficiente de diversas fuentes de energía
sustitutivas y renovables y de otras tecnologías, “a fin de aliviar las presiones a que están
sometidos los recursos naturales frágiles”.
Habrán de preveerse medidas que definan los papeles de las diferentes ramas del gobierno,
estimulen una “descentralización activa” e introduzcan “los ajustes necesarios en el marco
institucional y regulador de la gestión de los recursos naturales para garantizar la seguridad
de tenencia de la tierra a las poblaciones locales”.
Por último, deberán incluirse en los programas, medidas para mejorar el conocimiento de la
desertificación, promoviendo la investigación, estimulando los estudios y fomentando la
capacidad nacional, y para vigilar y calibrar los efectos de la sequía.
Pero la sequía y la desertificación no respetan las fronteras nacionales y por ello las Partes
se comprometen en el Anexo a preparar programas conjuntos a nivel regional y subregional.
Los programas subregionales se centrarán en nueve esferas de cooperación:
• programas para la gestión sostenible de los recursos naturales transfronterizos;
• programas para el desarrollo de fuentes de energía sustitutivas;
• tratamiento y control de las plagas y enfermedades de plantas y animales;
• fomento de las capacidades, educación y concienciación del publico;
• cooperación científica y técnica;
• sistemas de alerta temprana y planificación conjunta para mitigar los efectos de la
sequía;
• búsqueda de medios para intercambiar experiencia, particularmente en relación con la
participación de las poblaciones locales, y creación de un “entorno favorable” al mejo-
ramiento de la gestión del uso de la tierra y la utilización de tecnologías apropiadas;
• afianzamiento de las organizaciones subregionales; y
• formulación de políticas en esferas como el comercio y la comercialización.
Los países africanos Partes en la Convención “coordinarán la preparación, negociación y
ejecución” de los programas de acción nacionales, subregionales y regionales, y podrán
hacer participar a otras Partes y otras organizaciones en el proceso. También organizarán
procesos de consulta a esos niveles; se alentará a los países Partes desarrollados a que
participen en ellos, si se les invita a hacerlo. Esos procesos de consulta podrán servir de foro
para negociar y concertar acuerdos de asociación .También podrán especificar la contribu-
ción de los países Partes africanos y de otros miembros de los grupos consultivos a los
programas y determinar las disposiciones financieras para la ejecución de los mismos, así
como fijar prioridades y establecer acuerdos respecto de los indicadores para la ejecución y
la evaluación. La Secretaría, a petición de los países Partes africanos, podrá facilitar la
convocación de tales procesos consultivos.
El Comité Intergubernamental de Negociación, que redactó la Convención, aprobó una
resolución sobre medidas urgentes para África, en la que pedía que se adoptaran medidas
para preparar programas de acción nacionales y subregionales y se celebraran acuerdos de
asociación -financiados por los donantes- incluso antes de que el tratado entrara en vigor.

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16 Otras regiones

Hay en la Convención otros anexos regionales especiales, que tienen por objeto indicar
“directrices y disposiciones” para la aplicación efectiva de ésta. En ninguno de ellos se
imponen nuevas obligaciones a las Partes, fuera de las que ya figuran en el cuerpo principal
del tratado, pero en todos se prevén programas de acción que serán “parte integrante” de las
políticas nacionales de desarrollo sostenible.

Asia
Asia es el continente que tiene la mayor extensión de tierras afectadas por la desertificación,
casi 1.400 millones de hectáreas. El 71 % de sus tierras secas -un tercio de la superficie del
continente- esta moderada o gravemente degradado. En el Anexo se señala “la gran propor-
ción de zonas... afectadas por la desertificación y la sequía o vulnerables a ellas”; la fuerte
presión sobre los recursos naturales y el efecto de la pobreza, que acrecienta la degradación
de las tierras y aumenta la presión sobre los escasos recursos hídricos.
Las Partes estudiarán el estado de las zonas afectadas, evaluarán las acciones que se hayan
realizado y las que se estén realizando para atacar el problema y designarán órganos
apropiados que se encarguen de la preparación, coordinación y aplicación de los programas
de acción. Procurarán que las poblaciones afectadas participen en todas las fases mediante
un proceso consultivo realizado localmente. Podrán entonces preparar programas técnicos y
financieros sobre la base de las enseñanzas derivadas de esas actividades.
Promoverán la gestión integrada de las cuencas hidrográficas, la conservación de los
recursos de suelos y el mejoramiento y uso racional de los recursos hídricos. Podrán elabo-
rar y utilizar medios de evaluar la ejecución de sus programas de acción, establecer y/o
fortalecer sistemas de información, evaluación y seguimiento, así como sistemas de alerta
temprana y, cuando se trate de cooperación internacional, “adoptar, en un espíritu de
asociación ... disposiciones apropiadas en apoyo de sus programas de acción”, incluidas
disposiciones sobre asistencia financiera y técnica.
Los países Partes afectados acordarán preparar y ejecutar programas de acción subregiona-
les o conjuntos, entre los cuales podrán figurar: programas conjuntos para la ordenación
sostenible de los recursos transfronterizos; el establecimiento de prioridades para la coordi-
nación en las esferas del fomento de la capacidad y la cooperación científica y técnica (en
particular sistemas de intercambio de información y de alerta temprana para la sequía); y los
medios de fortalecer las organizaciones e instituciones.
También podrán emprenderse actividades regionales, y los países Partes afectados celebrarán
reuniones periódicas de coordinación a tal efecto. Las Partes establecerán un mecanismo que
se encargue de actividades tales como el intercambio de información, la labor de coordinación,
el fomento de la cooperación, la determinación de las necesidades en materia de cooperación
exterior y el seguimiento y la evaluación de la ejecución de los programas de acción

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América Latina y el Caribe
Casi las tres cuartas partes de las tierras secas de América Latina se hallan moderada o
gravemente desertificadas, y en el Anexo correspondiente se advierte “la existencia de
extensas áreas vulnerables, severamente afectadas por la desertificación y/o la sequía”. Se
menciona la frecuente aplicación en las zonas afectadas, de modelos de desarrollo no
sostenibles y se señalan la fuerte reducción de la productividad, el empobrecimiento y otras
gravísimas consecuencias sociales de esas prácticas de desarrollo.
El Anexo da una lista de áreas temáticas que los países afectados podrán tener en cuenta al
elaborar sus estrategias nacionales. Entre ellas figuran la erradicación de la pobreza y el
mejoramiento de la calidad de la vida; el logro de la seguridad alimentaria y del desarrollo
sostenible; la gestión racional y sostenible y la conservación de los recursos naturales; la
conservación y la utilización sostenible de la biodiversidad; y la atención a las cuestiones
demográficas.
La lista comprende también la formulación y aplicación de planes de emergencia para
mitigar los efectos de la sequía; el establecimiento y/o fortalecimiento de sistemas de
información, evaluación y seguimiento y de sistemas de alerta temprana; el desarrollo, el
aprovechamiento y la utilización eficiente de otras fuentes de energía, incluida la promoción
de fuentes sustitutivas; el “aumento de las capacidades, la educación y la concienciación
pública, la cooperación técnica, científica y tecnológica, así como los recursos y mecanismos
financieros”; y el establecimiento o fortalecimiento de marcos institucionales y jurídicos que
permitan la aplicación de la Convención y faciliten la descentralización de las funciones
administrativas.
Las Partes acuerdan establecer y/o fortalecer “puntos focales nacionales” para coordinar las
acciones. Celebrarán reuniones periódicas de coordinación y establecerán un mecanismo
similar al descrito en el Anexo para Asia. Los países Partes afectados acuerdan adoptar,
individual o conjuntamente, medidas concretas destinadas a difundir y promover las
tecnologías y conocimientos apropiados.

Mediterráneo Norte
Los países desarrollados, lo mismo que los países en desarrollo, pueden verse acosados por la
desertificación. Casi las dos terceras partes de las tierras secas de Europa están afectadas
moderada o gravemente. El problema es particularmente agudo en la orilla septentrional del
Mediterráneo, donde las lluvias son en extremo variables, se producen sequías, los suelos son
pobres y vulnerables y las laderas escarpadas están expuestas a la erosión. Los frecuentes
incendios destruyen los bosques, el agua se usa en grado insostenible y la agricultura
tradicional está en crisis. El crecimiento urbano, la industria, el turismo y el riego están
concentrados en las regiones costeras, prefigurando los problemas con que probablemente
se enfrentarán los países en desarrollo en el próximo siglo.
En el Anexo se impone a los países Partes afectados la obligación de preparar programas de
acción nacionales y, según corresponda, programas de acción subregionales, regionales o
conjuntos. La preparación de dichos programas deberá ultimarse lo antes posible. Las Partes
acuerdan estudiar el problema; evaluar los programas ya aplicados y en curso de ejecución
para hacer frente a la situación; hacer participar a las poblaciones locales; preparar progra-
mas técnicos y financieros; y elaborar y aplicar medios que permitan vigilar y evaluar lo que
se está haciendo. Los países Partes desarrollados afectados de la región no tendrán derecho a
recibir asistencia financiera en virtud de la Convención.

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17 Medidas complementarias

Un acuerdo no vale mas que por las medidas que se adoptan para ejecutarlo, y la Conven-
ción de Lucha contra la Desertificación no es ninguna excepción. El Plan de Acción de 1977
no llegó a atacar de manera adecuada el problema, pero su fracaso no se debió principal-
mente a las reticencias de las medidas acordadas, sino a que esas medidas no se llevaron a la
práctica con la suficiente intensidad. La Convención trata de evitar este escollo prescribien-
do medidas complementarias concretas. Pero los gobiernos deben velar por que esas
medidas se apliquen y que se aproveche esta singular oportunidad de detener la desertifica-
ción y hacerla retroceder.
Los países deben firmar la Convención y actuar lo mas rápidamente posible para ratificarla.
Incluso antes de la ratificación, los países afectados pueden comenzar a ponerla en práctica,
basándose en la resolución sobre las medidas urgentes para África. Por lo general, el primer
paso consistirá en designar o crear un órgano nacional de coordinación. Este cumplirá la
función de catalizador para preparar, ejecutar y evaluar el programa de acción nacional.
Ese órgano central nacional deberá determinar las disposiciones institucionales necesarias
para ejecutar el programa de acción, el costo de esa ejecución y lo que el país puede gastar-
se. Deberá iniciar un amplio y minucioso proceso de consulta tanto con los propios ciudada-
nos del país como con los países donantes y las organizaciones internacionales. Velará por
que las poblaciones de las tierras secas y las organizaciones no gubernamentales participen
plenamente en la evaluación de los puntos fuertes y las deficiencias de los programas ya
realizados y de los que están en curso de realización, así como de las estrategias propuestas
para ejecutar los nuevos programas. Y deberá organizar la constitución de un foro nacional
para formalizar este proceso interactivo y llevar al establecimiento de un grupo consultivo,
con la participación de los donantes, que celebre acuerdos de asociación.
Al propio tiempo, se encarece a los países donantes que movilicen recursos y revisen sus
prioridades para poder desempeñar su papel en esas asociaciones y proporcionar la financia-
ción considerable, oportuna y predecible, que se necesita. Además, con arreglo a la resolu-
ción sobre medidas urgentes para África se invita a las Partes a celebrar acuerdos de
asociación y preparar programas de acción nacionales y subregionales sin esperar a que el
tratado entre en vigor.
Se manifestaron signos alentadores de la adopción de medidas concretas incluso en el
momento de la firma de la Convención, en octubre de 1994, cuando muchas naciones
africanas, otros países afectados y los donantes, indicaron las medidas prácticas que ya
estaban adoptando para aplicar las disposiciones del tratado. Si esta actitud se mantiene,
cabrá esperar que se acometerá en una escala adecuada el antiquísimo problema de la
desertificación. Porque ésta sólo podrá vencerse con una acción sobre el terreno, literalmen-
te con pies en la tierra.

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