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Muestran el camino, mas t das esfuerzo para andarlo.

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Es la piedra de toque con la que han tropezado nuestros qumicos. Y podemos afirmar que
si nuestros sabios
hubieran comprendido el lenguaje de los viejos alquimistas, las leyes de la prctica de
Hermes les seran conocidas,
y la piedra filosofal habra cesado, desde hara tiempo, de ser considerada como quimrica.
Hemos asegurado ms atrs que los arquimistas conformaban sus trabajos a la teora
hermtica -al menos, tal como
la entendan-, y que se fue el punto de partida de experiencias fecundas en resultados
puramente qumicos.
Prepararon as los disolventes cidos de los que nos servimos, y por la accin de stos sobre
las bases metlicas
obtuvieron las series salinas que conocemos. Reduciendo a continuacin esas sales, bien
mediante otros metales, los
alcalinos o el carbn, bien por el azcar o los cuerpos grasos, encontraron de nuevo, sin
transformaciones, los
elementos bsicos que haban combinado previamente. Pero esas tentativas, as como los
mtodos que empleaban,
no presentaban diferencia alguna con las que se practican corrientemente en nuestros
laboratorios. Algunos
investigadores, no obstante, llevaron sus trabajos mucho ms lejos. Extendieron
singularmente el campo de las
posibilidades qumicas hasta tal punto, incluso, que sus resultados nos parecen dudosos si
no imaginarios. Es verdad
que esos procedimientos a menudo son incompletos y estn envueltos en un misterio casi
tan denso

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