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No gracias, bien pueda quedrselo

El fin de semana posterior a la concesin del premio Noble de paz (10-11 de diciembre de
2016), en medio de los arrebatos emocionales del hipcrita de Santos, en uno de sus tantos
discursos el sujeto dijo que ese premio lo merecamos los 50 millones de colombianos.
Afirmaciones como esas me causan nuseas y ganas de vomitar el desayuno que acabo
de ingerir mientras leo los titulares de prensa.
Un premio concedido a una farsa en la cual se victimiza nuevamente a ese pueblo al que
se le pretende hacer homenaje causa nuseas, ira e intenso dolor. El gobierno de Noruega,
una monarqua, cuyas races se sumerge en los oscuros aos de los saqueos vikingos,
para quienes su filosofa de vida se resuma en dos principitos fundamentales: un hombre
solo es dueo de lo que puede poseer y defender, y todo sucede por buena o mala suerte.
Ese gobierno desconoci la voluntad del pueblo colombiano, quien en un acto de valenta
y soberana rechaz los acuerdos entre los bandidos que secuestran, trafican con drogas y
asesinan opositores, y unos polticos igualmente corruptos, que en lo nico que piensan es
en cmo se van a repartir los recaudos destinados a "La Paz", obtenidos bien sea por
aumento de la carga impositiva a la poblacin inerme, o las generosas donaciones de
gobiernos y ONGs, las cuales, por intereses propios de figuracin o por ingenuidad pura
creen que en Colombia se est pactando el cese de una guerra, que parafraseando al sujeto
aquel, "la tal guerra colombiana no existe".
A Noruega se le entiende bien su posicin. Tenan que cerrar con broche de oro su
colaboracin con los terroristas de las FARC, la cual no es reciente, ni de cuando se
sentaron a negociar en La Habana con Noruega de garante. Desde hace mucho tiempo las
actividades proselitistas de los terroristas de las FARC se haban refugiado en servidores
de red noruegos, desde donde atacaban impunemente a los colombianos con publicidad y
afirmaciones distorsionadas de lo que ac suceda mientras, secuestraban y mataban
colombianos de bien.
Pero me niego rotundamente a ser incluido entre los merecedores de este premio. La Paz
es, como lo dijo la Corte, un derecho que no est en discusin.

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