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Introducción.
El período de transición del siglo XX al XXI, marcado por la caída del comunismo y el
respectivo fortalecimiento del neoliberalismo, trajo consigo la pregunta por el papel de
los Estados-nación en la configuración del orden socio-económico mundial. Se podría
decir que el optimismo respecto al debilitamiento del aparato estatal, en el que se asume
con toda radicalidad la premisa de laissez faire, laissez passer, trajo consigo posturas en
el ámbito académico y político que daban primacía a la construcción de sociedad desde
perspectivas cultural-globalistas y experimentos económicos fundados en el supuesto de
la autorregulación de los mercados.
Lo que sí ha quedado claro tras examinar el decurso de la crisis (las decisiones que se
han tomado, la forma de abordar los problemas, el manejo mediático que se le ha dado y
las múltiples reacciones de la sociedad civil) es que el Estado-nación, para el grueso de
los ciudadanos tanto como para las élites que ostentan el poder, tiene un nivel de
arraigo y un valor real estratégico en términos políticos y económicos mucho más
profundo del que se le quiso conceder. Ello es prueba de que en momentos de crisis (de
cualquier tipo en el orden social) el común de las personas y los colectivos dominantes
tienden siempre a recurrir a la figura del Estado, en tanto que garante de las libertades
civiles y el bienestar social, para demandarle acciones de intervención que pongan
orden al caos. Hobbes lo ilustra de este modo:
1
Nótese, por ejemplo, que en medio del ruido y la agitación mediática en torno a la crisis,
los protagonistas, los argumentos de autoridad (muchas veces falacias ad hominem), las
estructuras narrativas, en fin, la voluntad de verdad y construcción objetiva de los
hechos junto con sus respectivos análisis y posibles soluciones, provienen, en su gran
mayoría, de organismos estatales y/o gubernamentales: el mundo aguardaba, y aguarda
aún, expectante, una solución genial por parte de los Estados; ante los descalabros del
sector privado solo resta volver la mirada hacia la esfera de lo público para recordar-
desear que, ciertamente, aquellos que gobiernan son, de lejos, los más idóneos para
ilustrar y conducir los discursos, acciones y márgenes de entendimiento en una
sociedad. El futuro de la crisis está, pues, indisociablemente ligado al papel interventor
y regulador que jueguen los Estados. Con lo cual se confirma la idea que desde la
modernidad (que supone el cambio categorial y jurídico del “súbdito” al de
“ciudadano”) el Estado-nación ha sido y sigue siendo fuente importante e
imprescindible de construcción del imaginario de comunidad y sociedad.
En torno a la nación, en tanto que construcción legitimadora del Estado (tendencia que
se radicaliza desde el siglo XIX), se podría decir algo similar: quienes pregonaban la
debilidad de las doctrinas e identidades vinculadas a la idea de nación, han sido
desmentidos por los hechos. Nacionalidad y Nación se siguen sustentando, como es
lógico, desde la densidad simbólica y la ligereza conceptual que ofrece el nacionalismo,
que al entretejerse con productos típicos de nuestro tiempo como el fundamentalismo
religioso, constituyen el cedazo y la matriz de identidades de resistencia en los procesos
de organización del poder político, económico y geoestratégico contemporáneo. Basta
con dirigir la mirada hacia conflictos complejos como el de oriente medio, Congo o
China, u otros más ligeros como el separatismo kurdo, vasco o catalán, para comprender
que sus elementos visibles remiten siempre, en algún aspecto, a las nociones de nación
o nacionalidad. Ello confirma la tesis de Anderson:
Ahora bien, ante conflictos y/o situaciones de crisis que reivindican la fortaleza de los
Estados y el arraigo profundo que suscitan los nacionalismos, es también pertinente
analizar procesos en los que el nacionalismo y el fortalecimiento del Estado, otrora
débiles, se fortalecen nutriéndose de conflictos sociales que derivan en una demanda
creciente, por parte la sociedad en general, de modelos que le permitan cohesionarse.
Este puede ser el caso colombiano, sobre el que versa el presente trabajo.
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Recrudecimiento, depresión y fractura.
Es, entonces, en el año 2002, cuando los estudios sobre el clima social y la opinión
pública dan razón del profundo estado de crisis por el que atraviesa el país: el proceso
de paz con las FARC experimenta uno de los peores momentos de su historia por el
fracaso estrepitoso de las negociaciones en El Caguán y la ruptura de los diálogos de
Paz (20 de Febrero de 2002). El “Gallup Poll” del primer trimestre de 2002 revela que
la opinión favorable hacia el proceso de paz de Pastrana es la más baja en todo su
período presidencial y que por lo tanto la credibilidad en la voluntad de diálogo de las
FARC es casi nula. La popularidad de Pastrana va en franca decadencia, registrando las
tazas más bajas a lo largo de todo su mandato y ubicándolo, incluso, en el nivel más
bajo de Presidente alguno en la historia reciente de Colombia (11% de aprobación a su
gestión).
Es de resaltar también la actitud pesimista ante el futuro inmediato del país: de un 78%
en 1998, paso a ser del 84% en 1999 y del 89% en 2002. La violencia se percibe como
el problema más importante del país (91%,), siguiéndole el desempleo (79%) y los
temas sociales como la educación y la salud (51%) (Semana, RCN, El Tiempo, 2002).
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y aislamiento internacional por cuenta del narcotráfico, el terrorismo, la inseguridad y
los grupos armados ilegales b) experimenta una decepción generalizada frente a sus
instituciones políticas y económicas, c) se distancia de sus modelos identitarios
tradicionales (como los partidos políticos y las empresas públicas), d) se merma su
voluntad de respaldar salidas negociadas al conflicto interno y e) justifica y contempla
alternativas políticas basadas en la resolución del conflicto por la vía armada y la
reorganización del Estado bajo los principios de autoridad y legitimidad democrática.
El cambio de rumbo en clima de opinión es sorprendente: con respecto al futuro del país
el pesimismo (89% en 2002) es reemplazado por un optimismo ascendente; en 2006 el
50% de los encuestados afirma que el país va por buen camino, en Abril de 2007 la
cifra aumenta a 53% y en Julio de 2008, después de la “Operación Jaque”, alcanza
niveles históricos de 73% para estabilizarse, en septiembre de 2008 en un 54% de
optimismo generalizado.
Es singular la opinión frente a los problemas que se perciben como los más importantes:
el paramilitarismo, el orden público y el poder adquisitivo prevalecen como los
principales, pese a que una media entre 60 y 80% de la población afirma percibir una
notable mejoría en temas de seguridad desde 2003 y los resultados económicos oficiales
registran (tras descalabro de 1999), índices de crecimiento PIB cercanos al 7.90% en
2007, un incremento considerable de la visita de extranjeros al país (1´320.000 en 2007)
así como de la inversión extranjera directa, que registró, en 2005, 10.240 millones de
dólares y cerró el 2008 con 8.043 millones (Caicedo, 2007: 6).
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Córdoba) e incluso miembros del gabinete presidencial (Andrés Felipe Arias y Carlos
Holguín Sardi).
Por si fuera poco, encuestas recientes, llevadas a cabo por Invamer Gallup, Datexco y
la Universidad Erasmus de Rotterdam, sitúan a Colombia como uno de los países más
felices del planeta. Señalan que buena parte de los colombianos sienten que su situación
ha mejorado en los últimos cinco años y que va a seguir mejorando, y el 67%
manifiestan sentirse orgullosos de ser colombianos. Cabe anotar que estas encuestas,
lejos de ser unánimes en su noción de felicidad, dan, en cambio, un claro indicio de lo
que los colombianos piensan de su país y de sí mismos.
La pregunta que cabe hacerse es, entonces, ¿Qué hizo posible que en menos de diez
años la lectura de los colombianos respecto a su país, y a sí mismos inclusive, pasara del
estado de depresión en el que se encontraba al optimismo y autoafirmación que revelan
las últimas encuestas?
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“No descansaremos hasta hacer de la Seguridad Democrática una realidad para todos
los colombianos”.
No es intención del presente documento evaluar las políticas públicas y/o económicas
del Estado colombiano bajo la era Uribe, sino revisar la construcción de los vehículos
de comunicación interna entre los subsistemas económico, político y cultural que,
alineados en torno a una idea construida de nación4, han logrado integrar el grueso del
subsistema societal-comunitario, haciendo de este experimento práctico-instrumental el
eje dinamizador de fuerzas y relaciones de producción en la Colombia actual. Para ello
será necesario centrarse en el papel del gobierno Uribe (1), el Sector empresarial (2), los
Medios de Comunicación (3), y la Sociedad Civil colombiana (4) no con la pretensión
de simplificar el problema sino de hacer énfasis en sus componentes fundamentales. Lo
que aquí se pretende es revisar un proyecto político desde sus mecanismos
comunicativos para comprender la forma como fue imaginado, ejecutado y asimilado
con tanto éxito.
Discurso.
(a)
La antípoda de la política democrática es el terrorismo, que pretende imponer
por la violencia su voluntad sobre los otros, al costo de la vida de miles de
civiles. Frente al terrorismo sólo puede haber una respuesta: derrotarlo. Los
colombianos no cederemos ante esa amenaza (terrorismo). La vamos a derrotar
con la colaboración de toda la ciudadanía. El concepto clave aquí es
solidaridad entre los ciudadanos y solidaridad con la Fuerza Pública. Este
4
En tanto que “comunidad políticamente imaginada” (Anderson, 2006: 25) en la que Patria y Estado se
asimilan y la Cultura prevalece, como rasgo identitario, sobre la Clase.
6
principio, es fundamental para la convivencia, para la creciente consolidación
en la integración profunda del pueblo colombiano (…) La lucha es de la
soberanía de los Estados y de las naciones democráticas contra la soberanía del
terrorismo. La lucha es de todos contra el terrorismo (…) La Fuerza Pública
constituye el elemento coercitivo de la Constitución para proteger la vida, la
libertad y los bienes de los ciudadanos. La legitimidad de nuestras instituciones
depende de nuestra determinación de luchar por igual contra toda
organización, grupo o persona que amenace la seguridad de los ciudadanos, de
las instituciones y de la democracia.
(b)
El imperio de la ley es también garantía de desarrollo y prosperidad
económica. Cada vez que hay un secuestro se afecta profundamente la
confianza de los inversionistas, se dispersan los capitales y se pierden fuentes
de empleo. Cuando la Seguridad Democrática desarrolla una política para
eliminar el secuestro, está defendiendo al pueblo y las garantías sociales
básicas.
(c)
Recuperar el orden y la seguridad -requisito cardinal para la vigencia real de
las libertades y los derechos humanos- es preocupación central de este
Gobierno (…) La Seguridad Democrática se diferencia de las concepciones de
seguridad profesadas por regímenes autoritarios, partidarios de la hegemonía
ideológica y la exclusión política. (…) No hay contradicción entre seguridad y
democracia. Por el contrario, la seguridad garantiza el espacio de discrepancia
(…) para que disentir no signifique exponer la seguridad personal (…) Sólo
cuando el Estado castiga implacablemente el crimen y combate la impunidad
hay plenas garantías para ejercer la oposición y la crítica (…) Recuperaremos
la seguridad de nuestros ciudadanos sin limitar sus libertades (Uribe, 2003: 6).
Por el contrario, contiene un alcance comunicativo más profundo del que se cree: la
Seguridad Democrática deviene en discurso dominante que llega a constituirse en
amalgama de las débiles y conflictivas relaciones entre las antiguas políticas de
convivencia, libertad y desarrollo en gobiernos anteriores -cuyos resultados habían sido
prácticamente invisibilizados ante la opinión pública7- pero ahora articulándolos en
torno a un proyecto de seguridad institucional legítimamente constituida y públicamente
consensuada. Ello ratifica la responsabilidad imprescindible del Estado, con la fuerza de
sus instituciones, de hacer frente a los desajustes entre los subsistemas sociales
mediante la recreación de un espacio comunicativo de alcance nacional que sienta las
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El control territorial y la acción coordinada del Estado; la cooperación y solidaridad por parte de la
sociedad civil; la eficiencia y austeridad en el aparato estatal; transparencia y juridicidad en los procesos;
el fortalecimiento de la defensa nacional; multilateralidad y corresponsabilidad en el manejo del poder; y
la seguridad que posibilita el desarrollo.
6
Coordinar la acción del Estado, fortalecer las instituciones del Estado, consolidar el control del territorio
nacional, proteger a los ciudadanos y la infraestructura de la Nación, cooperar para la seguridad de todos,
y comunicar las políticas y acciones del Estado.
7
Uribe, de hecho, continua con proyectos que se venían desarrollando desde el gobierno Gaviria, como la
privatización de las empresas públicas, o Pastrana, como el Plan Colombia.
7
bases de una lectura dominante de la realidad colombiana y sus futuros modelos de
entendimiento y acción.
Interacciones.
Empero, el manejo del problema guerrillero es mucho más rico en estrategia política.
Uribe cuenta, de entrada, con dos ventajas fundamentales: el gobierno Pastrana, pese al
mal manejo que le dio a los diálogos de paz en El Caguán, (Nasi, 2007: 174-175) logró
dejar la idea sembrada en la Opinión Pública de que el proceso de negociación falló a
causa de la falta de la voluntad real de paz por parte de las FARC. Otra ventaja
considerable fue la de contar con los recursos del Plan Colombia, que en último término
resultó siendo una ayuda económica por parte de EE.UU para robustecer las fuerzas
militares y antinarcóticos del Estado. De ahí que continuar con una negociación no
fuese necesario ni astuto. Tanto la imagen popular de Las guerrillas, como su progresivo
debilitamiento militar indicaban que podían ser más productivas si se las mantenía en un
estado constante de descrédito ideológico, marginalidad política y debilidad ofensiva.
Adicionalmente, el trato hacia las guerrillas por parte del Presidente se nutrirá de una
historia personal con la que el grueso de la sociedad logra identificarse (afirma que las
FARC asesinan su padre en 1983) y de todo el movimiento mundial de repudio contra
el terrorismo que se inicia a raíz de 11 de Septiembre. Estos precedentes contribuyen de
forma contundente a la progresiva criminalización de las FARC como grupo terrorista,
concepto con una carga profunda en el derecho internacional contemporáneo.
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bien, son la más grande amenaza para la Democracia en Colombia y, por lo tanto, será
responsabilidad del pueblo colombiano generar acciones solidarias para acabar con este
flagelo.
Por su parte, los miembros de la oposición, que también necesitan legitimidad popular y
respaldo económico, tienen serios problemas de coordinación interna: ante un Estado
fuerte que cultiva alianzas de centro-derecha y derecha y es agresivamente propositivo.
la izquierda colombiana, producto de alianzas heterodoxas entre grupos políticos
resistentes al uribismo, la tiene difícil a la hora de articular propuestas alternativas serias
y viables, debido en parte a que el gobierno controla los espacios comunicativos y dirige
los términos de entendimiento público y a que, además, Estado y oposición han optado
con relacionarse en términos adversariales. La Oposición se encuentra con que el
espacio de debate es estrictamente limitado y sus proyectos políticos divergentes y poco
concretos frente a los resultados políticos, económicos y militares que muestra el
Gobierno.
Así pues, la relación del Gobierno Uribe tanto con los grupos armados ilegales como
con la oposición legal, se enmarca dentro de un cuadro de estrategia que enfatiza en los
logros del Estado, a la vez que en las fallas de los Otros (FARC y Oposición legal),
convocando, de paso, a la toma de posición popular bajo el precepto “o el Estado o los
Terroristas; o la Seguridad Democrática o las propuestas difusas”.
Por otra parte, la relación entre Estado y Empresa privada transcurre de una forma muy
distinta. Al promocionarse los resultados obtenidos por la PSD las interacciones ente
sistema económico y político se refuerzan y se hacen productivas en tanto que reducen
la vulnerabilidad de la infraestructura empresarial ante las tácticas de sabotaje
guerrillero. Otra ventaja nada despreciable es que El gobierno promociona una agenda
económica neoliberal, afín a la privatización, la atracción de capital extranjero, el libre
mercado y la promoción de la competencia; simultáneamente, el Gobierno cuenta con
un respaldo amplio en sectores populares y de clase media, lo que se traduce en la
estimulación del capital humano de las empresas y, por ende, refuerza la capacidad del
Estado para representar los intereses de los grandes grupos económicos del país.
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(2) Líneas arriba se explicaba muy brevemente por qué para la Empresa privada
resultaba altamente atractivo alinearse con el Gobierno para imprimirle
dinamismo a la fracturada economía del país. Más allá de esto, lo que interesa
en este punto es revisar la forma como el sector empresarial colombiano opta
por convertirse, como estrategia comercial ad intra y ad extra de Colombia, en
actor fundamental en el proceso de construcción de un imaginario de nación.
Ad intra porque necesita reactivar sus fuerzas productivas (de las que el capital
humano es una buena porción) a la vez que estimular el consumo interno (del
que en gran parte dependen sus activos); ad extra, porque al defenderse la libre
empresa, buscar la firma del TLC con EE.UU y promoverse la inversión
extranjera, se hace imprescindible vender una imagen de nación que rompa con
el imaginario de Colombia como país peligroso, inestable y pobre. Con esto,
los subsistemas político y económico entran en una relación coordinada en un
mismo contexto comunicativo y se alinean en sus términos de acción y
entendimiento.
(a)
…tener una marca propia es poseer una identidad, un nombre y una reputación9
(…) es muy importante que los países se diferencien de otros para así competir
en el mercado internacional (…) los países son productos que las personas, las
empresas y hasta otros países consumen a través de tres frentes: exportación,
Turismo e Inversión (…) En los últimos años, el país ha registrado
importantísimos avances en diferentes aspectos como seguridad, economía,
indicadores de calidad de vida, entre otros (…) Nos encontramos en lo que
llamamos "momento de la verdad", una oportunidad para mostrar estos
cambios al mundo, que de no aprovecharse, nos pasará de largo y seguiremos
perdiendo valiosas oportunidades para nuestro país.
(b)
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pasión, y forma de ver el mundo. A través de la marca “Colombia es Pasión”
vamos a transformar los paradigmas que existen de Colombia y de los
colombianos en el exterior con el propósito de que el mundo nos mire con
respeto. (…) Esta campaña nos pertenece a todos, y en la medida en que
valoremos su importancia y la hagamos realmente un símbolo de nuestra
cultura, podremos obtener los beneficios económicos y de calidad de vida que
esta nos puede representar (…) Apasiónate por Colombia e identifícate con tu
marca país.
(c)
…se debía diseñar una estrategia para mostrar una Colombia llena de
oportunidades, cualidades y modernidad, (entonces) surge Imagen País, (que)
quiere aprovechar el momentum con una comunicación que acerca al mundo
hacia Colombia (…) Luego de realizar estudios, varios focus groups y múltiples
investigaciones, con nacionales y extranjeros, se encontró que Colombia es un
país que se destaca por Su Gente, porque esta es recursiva, trabajadora,
creativa, alegre, entre muchas otras características que si se unieran en una
sola palabra, esta sería Pasión (…) Así nace “Colombia Es Pasión”, un
concepto descriptivo del capital humano que hay en Colombia, inspirada en 44
´000.000 millones de habitantes, aquellos que hacen de este país uno diferente y
especial. La pasión es el “apellido” de los Colombianos (...) La pasión es lo
que nos une, lo que nos distingue como colombianos. No es forzada o falsa en
nosotros, es natural, es parte de nuestro ADN. No somos uno de los de los
países más felices del mundo por casualidad, es gracias a la pasión que
sentimos por la vida, por el trabajo, por la familia, por la paz.
Se podría afirmar que en un nivel discursivo, más sintético que analítico, CP logra
construir un discurso unificado de fuerzas en choque. Si en términos políticos la PSD
constituye el caballo de batalla del gobierno Uribe ante la crisis de gobernabilidad, el
sector empresarial intentará hacer frente a la crisis de productividad del país enfatizando
en la reciprocidad de conceptos -antes divergentes- como capital humano, beneficios
económicos e identidad cultural.
De ahí que sea posible afirmar la urgente dirección de los esfuerzos colectivos hacia la
promoción de una Colombia-producto que resulte atractiva en la esfera internacional.
Esto se legitima por la evidencia de su “momento de verdad”, aún no percibido por el
mundo, que ha sido posible gracias a los éxitos en seguridad y crecimiento económico.
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parece superficialmente una estrategia de competitividad empresarial, se enriquece por
la evidencia de sus alcances: la consolidación de una cultura de país basada en una
identidad común de nación. Por ello, el crecimiento económico llega a constituirse en
garante de la calidad de vida de todo aquel que se sienta colombiano; es imprescindible
identificarse, pues, con la Pasión, esencia de la Colombianidad, y con la marca que las
representa.
(3) En cuanto al rol de los Medios de Comunicación, no podría estar mejor definido
que en su misma denominación; encargados de imprimirle dinamismo al sub-sistema
cultural, serán los Medios quienes diseñen los vehículos comunicativos necesarios para
generar arraigo popular ante las campañas estatales y empresariales de nacionalización,
a la vez que llevarán el feed back de la propaganda a las estructuras de poder. Valga
aclarar que los Medios en Colombia -cuya superficie asciende a los 2.070.408 km 2, y
que alberga una población mayor a los 44 millones de habitantes- siempre han jugado
un papel esencial en la creación de lazos nacionales entre centro y periferias, dado que
la diversidad étnica y cultural como geográfica y ambiental hacen que los flujos
comunicativos y la coordinación entre regiones haya sido un factor históricamente
problemático para la integración del país.
En relación con lo político, los Medios han sido decisivos a la hora de cerrar la brecha
entre Estado y Sociedad. El ejemplo de los Consejos Comunitarios lo demuestra: el
Presidente Uribe viaja a las zonas tradicionalmente olvidadas por el Estado y recrea una
comunidad de diálogo en la que las decisiones políticas se toman de manera ágil y
consensuada; mientras tanto los medios locales y nacionales recogen las conclusiones y
las divulgan, de manera que quede constancia de cercanía del gobierno con su pueblo,
es decir, del ejercicio directo de la democracia.
Persiste además, en muchos otros casos tanto o más delicados que el mencionado, la
pretensión de convocar el respaldo al Estado por parte de la sociedad mediante
manifestaciones simbólicas de repudio a los ilegales. Estas acciones se plantean como
10
En la que se da muerte a Raúl Reyes, miembro de la cúpula de las FARC.
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movilizaciones de visibilidad internacional en las que una sociedad civil toma partido
ante lo que, supone, es su responsabilidad frente al conflicto que padece. Prueba de ello
son las multitudinarias movilizaciones para repudiar el secuestro y manifestar su
rechazo a las FARC, así como lo son la explosión inusitada de redes sociales
(Facebook, MySpace) en las que se apoya al Presidente o se rechazan a sus
contradictores.
Los Medios también han contribuido notablemente a propagar y promover las políticas
de entusiasmo nacional, como es el caso de la campaña “Caracol y Bancolombia, más
cerca”, o la agenda temática de RCN Cine y RCN Televisión, o el despliegue
informativo ante acontecimientos como operaciones de rescate de secuestrados, logros
deportivos y conciertos por la paz
Los Medios han alcanzado, con mucho éxito, construir relatos nacionales: lecturas de
iniciación, perspectivas de análisis de los nudos y optimistas aproximaciones a posibles
desenlaces. Han logrado construir Héroes12 y Villanos, en un ambiente en el que la
11
La Cosa Política en el caso de RCN y Código Secreto en Caracol
12
El primero Uribe, los Soldados, cantantes populares exitosos como Juanes y Shakira, empresarios
emprendedores, deportistas, y en general todo aquel que deje en alto el nombre de Colombia en el
exterior.
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diferencia “se asume como exotismo y las hibridaciones neutralizan los rasgos más
conflictivos” (Barbero, 2002: 14) de nuestra sociedad; Refuerzan la densidad simbólica
de la que padecía la población, y orientan la opinión pública sobre lo que se debe pensar
y cómo.
De esta manera la identidad se define en su relación con una nacionalidad que permite a
los colombianos ubicar sus experiencias cotidianas en una mínima trama compartida de
duelos y de logros (Idem), y se crea una memoria común no conflictiva que se proyecta
hacia materialización de unos imaginarios de futuro que dan cabalidad a las
interacciones entre los subsistemas sociales.
Los Medios de Comunicación, conditio sine qua para el proyecto nación en Colombia,
cumplen la labor capital de reforzar el wishfull thinking del poder económico y político
y construir el interés público y los modos de acceso al conocimiento sobre la realidad
del país.
Se podría decir, entonces, que la respuesta del pueblo colombiano ha superado las
expectativas de integración del sistema societal-comunitario dentro del proyecto nación:
la sociedad se ha identificado con su Estado y con sus empresas, comparte intereses y
lecturas sobre los hechos que ofrecen los noticieros y se muestra unida por un
sentimiento de solidaridad que la lleva a asumir como propias todas aquellas
manifestaciones simbólicas de repudio al secuestro o llamados por la paz. La sociedad
colombiana, cohesionada por un imaginario de comunidad solidaria, se recrea a sí
misma como Sociedad Civil que se moviliza por una causa, que trabaja para el
desarrollo del país; asume un relato nacional, enriquece la colombianidad, y se siente
parte integral y constructora de.
El logro social del Estado, la Empresa privada y los Medios de Comunicación, ha sido,
fundamentalmente, construir una Sociedad Civil aliada que los legitima, los hace
productivos y les guarda fidelidad como audiencia. La sociedad, por su parte, que pedía
a gritos algo de visibilidad, ahora se precia de tener representación y participación en
los “asuntos públicos”; se ha llenado de motivos para creer en sí misma y en la fuerza
de sus actos, ha conseguido mostrarle al mundo y a sí misma que en Colombia hay otra
realidad y otra imagen de país.
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Principio de Identidad y contradicciones.
Aristóteles
Los siguientes datos se proponen como accesorios que podrían enriquecer la reflexión
sobre la realidad social en Colombia y suscitar preguntas sobre los principios esenciales
de la Lógica formal (Principio de Identidad: Colombia es Pasión; Principio de no
Contradicción: Colombia es pasión y no puede no serlo; y Principio del Tercero
Excluido: o bien Colombia es Pasión o Colombia no es Pasión):
…todos los hogares del estudio son pobres (99 % de las personas desplazadas
y 96% de los residentes, esta diferencia no es drásticamente significativa). Sin
embargo, las diferencias estadísticamente significativas se identifican en los
niveles más críticos de la pobreza (línea de indigencia) en donde los hogares
desplazados muestran mayor pobreza relativa con respecto a los residentes.
El mayor impacto del conflicto recae sobre las minorías étnicas. Cuatro de cada
diez personas internamente desplazadas en Colombia pertenecen a grupos
étnicos afrocolombianos, buena parte de ellos provenientes de comunidades que
han sido objeto de las más radicales estrategias de confinamiento aplicadas por
los actores armados en confrontación. El 33% de las personas internamente
desplazadas en Colombia (83.650) pertenecen a comunidades Afrocolombianas
y el 5% del total nacional corresponde a personas de comunidades indígenas
(12.649).
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(b) Drogas: según la Oficina de la ONU para las Drogas y el Crimen (UNODC) en su
informe "Coca cultivation in the Andean Region: A survey of Bolivia, Colombia and
Perú" (Junio 2005, 2006 y 2007) de 2005 a 2007 se han incrementado los cultivos
ilícitos; han pasado de 80.000 hectáreas a 99.000. El precio de la cocaína ha
aumentado de1.860 a 2.948 USD/ kg . La erradicación también presenta cifras en
declive: de 170 060 hectáreas en 2005 ha pasado a 153.134 en 2007.
(d) Hambre: “Al menos cinco millones de colombianos se van a la cama sin comer, de
los cuales 750 mil son desplazados, víctimas del conflicto armado interno, según las
cifras de la oficina en Colombia del Programa Mundial de Alimentos, PMA, de las
Naciones Unidas” (BBC, 13 de Junio de 2005).
(e) Empleo: la revista Semana, en su especial de Abril de 2007 “Las 100 empresas más
grandes de Colombia (y las 900 siguientes)”sostiene:
Si bien hay empresas que por sí solas tienen un peso desproporcionado dentro
de las 100, ni qué decir del tamaño que tienen esas 100 dentro de las 1.000: son
el 57 por ciento de las ventas, el 66 por ciento de las utilidades netas, el 59 por
ciento de los activos y el 67 por ciento de los pasivos totales. En otras palabras,
las 100 primeras son la crema y nata de la economía. (…) Si bien las 100
empresas más grandes de Colombia tienen un peso desproporcionado dentro de
la economía y el mundo empresarial, no lo son en absoluto en cuanto a
generación de empleo se refiere. Las 100 empresas más grandes del país
emplean 252.000 trabajadores. Eso no es nada si se compara con la población
económicamente activa, que es de cinco millones de personas. Mucho menos
con los tres millones de desempleados. Ese es el gran lunar de las 100
empresas: la poca generación de empleo. (…) Prueba de que los empresarios
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hacen cada vez más plata con menos gente es la eficiencia en ventas por
empleado. Este indicador, medido como ventas totales divididas por el número
de trabajadores, fue de 579 millones de pesos en 2006. En 2005 era de 541
millones por cada empleado. Como quien dice, las empresas se acostumbraron
a que con el mismo personal se puede producir cada vez más.
Conclusión.
Los estudios de opinión sirvieron como punto de partida no absoluto sino provisional
para introducir al problema que se pretendió desarrollar. No absoluto en tanto que los
estudios de opinión son en gran medida autoreferenciales, presentan una carga
ideológica y de interés significativo, y su margen de interpretación es amplio.
Provisional porque son contingentes, aunque probablemente allí radique su valor.
Decimos, pues, punto de partida, porque en los grandes grupos sociales contemporáneos
las opiniones se construyen a partir de lo que se les muestra y de lo logran imaginar.
Sin embargo, y lo que es más interesante aún, estas opiniones, imágenes mentales que
reducen una realidad objetivamente inasible, estimulan el comportamiento de los
individuos en un plano metaimaginario; las imágenes mentales devienen en acciones y
reacciones en el escenario de la acción.
Lippmann llama Opinión Pública a “las imágenes que provocan reacciones por parte de
grupos de personas o de individuos que actúan en nombre de grupos” (2003: 33) y cabe
preguntarse con él, por qué medios se ha llegado a conocer los hechos en los que la
sociedad colombiana basa sus opiniones; lo que en el fondo es la pregunta por aquello
que los colombianos consideran sus asuntos públicos.
La tesis que se intentaba desarrollar tras la revisión de los estudios de opinión de las
últimas dos décadas en Colombia, era que el refortalecido Estado colombiano ha jugado
un papel decisivo en la construcción de una nueva opinión pública al superar un periodo
de recrudecimiento del conflicto. Además se intentó mostrar cómo, desde múltiples
frentes coordinados (político, económico, cultural) se ha venido estimulando una
identificación comunitaria de carácter nacionalista que, dado su éxito en términos
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macroeconómicos, de gobernabilidad y de seguridad interna, ha consolidado un espacio
comunicativo dominante y concreto en términos de entendimiento y acción bajo el que
subyace una lectura concensuada del conflicto y un imaginario en gran medida
homogéneo de la realidad nacional.
Sin embargo, el problema de construir y afirmar una identidad subyace en que, para
hacerlo, en sea dinámica de Memoria/Olvido, se dejan de lado factores que no por
carecer de representatividad mediática dejan de ser reales; es decir, ante las fuerzas de
construcción de una imagen de nación se consolidan fenómenos que las contradicen y
ponen en evidencia su carácter artificial, la forzosa arbitrariedad de su discurso y la
ligereza conceptual de sus principios; porque “cuando los estímulos generados por
pseudohechos se traducen en acciones ejecutadas sobre cosas o terceros, la aparición de
contradicciones es sólo cuestión de tiempo”(Lippmann, 2006: 31).
Referencias bibliográficas.
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