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De ah que la mayor traicin a las ideas sea considera a gt- acaba de soltar. Y el mejor modo de respetarle -de ha-
por presunto respeto, asunto privado e intocable. Pues el caso 'rlL.l caso debido como ser razonable- es combatiendo sus
que, habitando en todos la misma razrr, las ideas son la nos parecen erroneas'
ideas cuando
ms comn y pblica que existe. Contra lo que proclama el En ltimo trmino, si asumimos su naturaleza de guas para
tulante, nadie es dueo de pensar lo que se le antoje. Lo que h accin, ser un deber combatir tales ideas cuando sospecha-
veras quieren las ideas (al margen de lo que queramos *o, .o.r fundamento que pueden emponzoar o quebrar la
hacer con ellas) es ponerse a prueba, exponerse a ser Adu A.la propia comunidad. Pero es que lns ideas no delinquen,
o confirmadas. Como tales, quermoslo o no, las ideas ti esta vez el jurista. Esa tesis vale, y no siempre, en
saldr al paso
pretensiones de universalidad. Ah radica la gracia del le el estrecho mbito penal; vale mucho menos en su sentido mo-
en que, si nos sometemos a las leyes de la palabra, pronto rd. Con mayor sostn en ste que en aquI, algunas ideas delin-
dremos que ver con la verdad o la falsedad. Por eso la vida de 1ill ouen cada vez que en determinadas circunstancias
de tiempo y
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