You are on page 1of 13
64 ARTURO AZUELA etl Rees i f eae Bien se ha dicho que todavia las investigaciones e © a diversas dreas de América —la magia, el barroco, las ‘Uropeas eq mitologias— influyen : e . 7 jue muy discutido, se ha dicho que en la tesis en torno al realismo Magico de Carpentier hay autenticidad, que es a la vez ideolégica y material. y Como otros escritores, como Rulfo, Argiiedas y Otero Silva, estudia aks Sronistas de la conquista y el virreinato. En Los pasos perdidos, repre- Sentacién de la novela artistica en Latinoamérica, el tiempo esta més alli de la inmediatez, es un tiempo césmico. El escritor quiere moverse entre Jos antecedentes del Descubrimiento y la iniciacién del siglo xx1, quiere ir del principio de los tiempos hist6ticos de nuestros paises —con sus mitos, sus alegorfas, sus fantasmas— a la realidad mds cruda de nuestro presente, a la denuncia de lo porvenir, al tratamiento literario de les miserias escondidas en el campo o en Ia ciudad, en los caserios perdidos © en el ambiente de los arrabales. Antes de la mitad del sigio, José Revueltas habia reafirmado su talento con Los dias terrenales; sus textos eran materia de polémica no sdlo e2 los medios literarios sino en los ambientes mas diversos de los militantes politicos; el autor de El luto humano daba a conocer una colecciéa é& atmésferas violentas, un conjunto de ambientes carcelarios, de aoe dos que iban desde Jas Islas Marias al “palacio negro” de Lecumbers. fin de cuentas, para Revueltas, escritor comprometido, Ja vida es = constante, duelos sin fin; el mundo es tragedia entre cualquier sol y juier sombra. El mismo decia que era fundamentalmente pesimista, 2 en él habja una profunda desesperacién sin remedio, Por otro lado. es cado en otros territorios, mas Iticido que atormentado, distante ie inframundos de las mas bajas pasiones, amigo de Ia nostalgia, del fs decir y de los caminos eréticos, Juan José Arreola daba a as primeros textos en aquellos afios de los cincuentas, esos juegos ae ‘ que fueron dignos de admiracién por los mas exigentes critics. 7 rio y su Confabulario iban tomando cuerpo. En Buenos pp, dew leeria sus cuentos con admiracién; el argentino ya no sank pei gran escritor mexicano —Alfonso Reyes— sino de otro a cuento® cético, actor y divulgador de nuestra mejor literatura, re ma ° magistrales. Al mismo tiempo, Juan Rulfo, otro jaliseiense ilust 7 es Mariano Azuela, como Agustin Yafiez— publica sus eae a varias revistas; al principio, muy pocos prestaban aten “extrafios” de su y, en 1955, Pedro Péramo. La ob habia legado a la union extraordin culminacién de un largo Periodo, § en Jas tierras de cores vivos de tantos seres de cay los mds exigentes lectores, Tema que, introvertido publicar una sola palabra més, MEDIO SIGLO pp E NARRATIVA MEXICAN; iA lenguaje rural, En 1953 Sali6 a. la luz EY aie % El llano en jy He le Rulfo x ™Mpia muchos Tinderon tla del Contenido y tq Fi Comala —sobre , y solitario, con YANEZ, REVUELTAS y RULFo del cuento al ensayo lite- su obra narrativa manejé pocos escritores mexicanos que, si i mientos clasicos, distas y los renovs se adentré con seguridad en Ja aventura de los vanguar- ‘adores. Asi como reereé una y otra vez calles y rincones de Guadalajara —aquella de Genio Y figuras o Flor de juegos antiguos—, camin6 con altivez por la soledad de las tierras y los pueblos jaliscienses ¥ observ con se; guridad, con la pupila afinada, a los proletarios, a los burécratas y a los intelectuales de la ciudad de México. Con sus biograt Bartolomé de las ij t i Fray ifias 0 ensayos de figuras mexicanas Iusto Sierra, y Casas, Tose Joaquin Fernandez de Lizardi y José An- i i6n literaria, ‘onio Lépez de Santa Ana— y con los alcances de su creacién i Agustin Yéiiez representa —edad y coyuntura— un centro medular de conf obyi; clon, hee i r 1 neias generacionales. Y todavia Ia historia de Ia iterate, por “S Tazones, por fobias y filias politicas, por Se Ee ates ts Tecargadas de subjetividad, no acaba de analizar 3 jos y lenguajes te t08 de los hallazgos de sus temas, personajes, escenarios y lengua} St obra narrat imps Primeras narraciones, ahora, “ion —“decantando nostalgias y paar ae introduccién; son como acercami 88 notable a ; ara a mas de cuatro décadas, nos ea de ‘con artistico rigor”— . tos “a manera de ejerch niélaco de mujeres Ip POP tales” de) filo del agua, Abi estén en rates a a os fo)» en Pasidns y convalecencia, en Yahualica (1 1, ausencia , islamiento cultural, % i- Serger COteS, raidos y decires, el aislamion 0 sin cortapt 825 Perfegestch a resién, el férreo cacicazgo y el cleicalisin? stor foe ‘a poco, © va- ‘0s rincones mexicanos. Adami Bae Ia interioridad de Tos dg gnt"do sus procedimientos y enriquecien Ms Personajes, 66 ARTURO AZUELA Al ‘ti ‘ oo ast bnew a a : ag ectear las caracteiticas secis un momea oat * 2 um anc pasado nacional. Nada més ajeno a la verdad: auf cca a novela con un compromiso historico, oon oh ean 3 a historia adel pais juege un papel esenial. Los rumors vas = ane re las fiestas del Centenario se acumulan, los move vimientos Eases onesies al detale yd pechle ees eee gada eee, “el fabuloso anuncio de un cometa, los Tumores de sismos, calamidades, revoluciones y peligros en lugares podian ser muy Temotos 0 préximos”. “Miedo nuevo ina Pesce Misco cde wieprras difecdian) Micdo(sl amaca Bales y's le often de Dios.” ane cometa Halley llega 2 ser un personaje, aquello anuncia todo to habido y por haber, facinacion por ln gna hn" van ai. : ! | | I i dalajara y los itinerarios de Juarez, llegar a la historia més 5 a “la formula os 6 ftom ee ® as eleociones; el primero de mayo, segiin Flammarion, al chocar a mss del cometa con Venus, jos mortales podremos admirar en el cielo bel simos juegos de luces, que ninguna pirotecnia suefia realizar”. 'A veces con el idioma coloquial de sus sgonistas y en otras OF siones con el lenguaje del narrador objetivo, el ‘autor recorre paisajes 0° Ja cia del cineasta y del sicoanalista. En un constant va del mundo exterior a las jones humanas, de la descripeiia del ve cer os. pecados capitales. El observador de ritos TASS olvida de la relacion aie el individuo y las fuerzas sociales ni a Ge Ia importancia del medio geogrifico. En Ojerosa y pintaday 0 oe de Ia impor ema prdiga o en Las vulas del ROMP retiene, otea, atisba, recuerda siempre, & efectos de _ estética; va del campo a Ia ciudad, va de los pueblos con “puettas Yi, tanas de austera canteria” al registro de apetitos, tedios, corrupeclss ines capital federal. 5 Experto en la combinacién del Ienguaje culto y al lengoaie Po se Ep asus ands vaiados personas Str pole encuentran del todo a merced de i ee ni su c jones externas”. . mente de las presi - a freudiana se encuentra en k rioridad y en la ‘confrontacién de sus personajes. contextos sociales y culturales y va mas MEDIO SIGLO DE NARRATIVA MEXICANA 67 personajes. “La objetividad ya no depende de captar aspectos centrales de la eee observable, sino de la interaccién entre diversas visiones subjetivas de la realidad, Y del juego entre el todo y sus partes”, Don Dionisio, Damién, Rito, Maria y el viejo Lucas Macias —perso- najes de AJ filo del @gua— dan lugar a ese conjunto de individualidades, a ese eslabonado MIcTOcosmos que se manifiesta a través de sus historias agrias, agonicas, con aires de misterio, de hermetismo 0 de vidos deseos. ¥ es en el Jalisco rural donde el autor se mueve con gran soltura, donde sus relatos adquieren “prestancia, jerarquia, densidad emocional”, don- de a la fascinacién littrgica se agregan los rasgueos curanderiles, costum- bres anquilosadas y yantares picantes, atmésferas agoreras y la profética tesitura que proviene de un asiduo manejo de los textos biblicos, En otras novelas —en Ojerosa y pintada, en La creacién o en Las vueltas del tiempo— también hay una preocupacién sobre la retrospec- tiva, una descripcién de la causalidad y, por lo tanto, un acercamiento dialéctico a la realidad. Con temas y técnicas universales, analiza el pasa- do mas propio, enriquece el lenguaje y los entornos histéricos. Cargado de simbolos religiosos, entre los surcos de Cristo y del Anticristo, ubica al hombre como dominador de la naturaleza, de la maquina y de si mismo. Como en la vida real —tramas que progresan al mismo tiempo, unién del var6n y de la tierra, galerfa de espejos y reductos de sentimientos enco- nados, testimonios de esperanzas 0 desafueros y tropelfas—, como en la suma de personajes individuales y colectivos se “crea un tenue equilibrio entre fuerzas opuestas”. Por otra parte, a propésito de una reedicién de Los muros de agua, en marzo de 1961, acusado varias veces de sedicién, rebelién y motin, José Revueltas escribia: “la realidad literalmente tomada no siempre es verosi- mil, 0 peor, casi nunca es verosimil. Nos burla, nos ‘hace desatinar’ (como tan maravillosamente lo dice el pueblo en este vocablo de proces Pe: cisién), hace que perdamos el tino, porque no se ajusta a ee ie escritor es quien debe ponerlas”. Este escritor decia ce oO i ee ho es lo que imaginamos como tal: esté siempre en lo més sencillo, Jo que tenemos mas al alcance de la mano y en lo que vivimos con mayor pigustia y que viene a ser incomunicable, por dos razonet! via, bai Pudor del sufrimiento para expresarse; otra, la inverosimilituds que no Sabremos demostrar que aquello sea espantosamente cierto’. Revucliss Cambi6 el curso de la narrativa mexicana. Y la cambi6 al alejarse de Naturalismo y el costumbrismo, al rechazar la metamorfosis del lenguaje Popular y ordené —hasta donde esto sea posible— su realidad, la armo dentro de una composicién sometida a determinados requisitos. 68 ARTURO AZUELA Vinculado a esa: i 's preocupaciones, a f Pp , Supuestamente de cars onde la realidad obedece un devenieaete ries caracter Cientificg, COI , ideologias lo pensaban Flauber 5 t, Zola, lenguaje de su obra narrativa se detiene qeeelie Alte, —en las atmésferas— tal cae pi rcoteacion a tal como lo hicieron Willi; los Onetti, José Mari: ee ? iam Faul m 5 aria Argiiedas y Guimaraes Ros: guaje —con sus tonos, con sus diapasones— el qui fs de agua a El apando; su lenguaje no es la ct sh erie fe irs busca el inicio de una escuela. Es Ja hers ng - beeps i vibraciones, sus laberintos, sus ‘orusltadentee ee a z an : oer S— de un escritor que jamés olvida su militancia Politica, que piensa, quiza alejado de la Bead He g Solo epee Ja linea del realismo dialectivo-materialista se podré Ie. i en Nuestro pais la gran novela mexicana”, Este escritor de tantos titulos relacionados con cuestiones religiosas —pasa, por ejemplo, de Dios en Ia tierra, a Los motivos de Cain 0 de Los dias terrenales a En algtn valle de ldgrimas—, a fin de cuentas, como tantos otros escritores mexicanos, ubica a sus personajes en situa- ciones extremas, los fractura, los agobia, los leva de paraisos erdticos a infiernos carcelarios; como los de Mariano Azuela, son personajes que se mueyen en el anonimato, que salen de Ia entrafia del pueblo, que han acompafiado al escritor por sus andanzas, de las Islas Marfas a la cércel de Belem o de una corte de los milagros en Tijuana —“una ciudad des- conocida para él. Tiendas, farmacias, cantinas, al estilo del Far West, que daban la impresién de no tener nada por detras, en efecto como Jos escenarios de una pelicula del oeste”— a la gran ciudad de México, esas calles con espectaculos vertiginosos a fuerza de ser reales, vida pura. he José Revueltas no se dirige nunca a los escenarios 0 a los ae hi teriores de los protagonistas ejemplares; él se queda con al pe fe calle, cl de la pulqueria o el de la vecindad, el del callején 0 ee cs quela. Pero ademas ese hombre de la calle de pronto camina ii es realidad mexicana que tiene “un movimiento interno Pee iO eae todo ese torbellino que se nos muestra en su apariencia inmediata, 0008 al ce tirar en mil direcciones a la vez". El escritor, de ACNE, qué mismo Revueltas, tiene que saber cual es la direccién a ento oe unto se dirige, y tal direccién sera, asf, el vera wrpse ado 0" realidad, aquel con el que debe coincidir Ia obra ea se 1a some tidor de la realidad, en la que se Ja aprehende, en alg no es otro que su lado dialéctico”. En este sentido, en toda su obra, H canos es verdaderamente notable, Son espacios con todos los sentidos del escritor estan en juego? ya sea MO etcétera, de Tos entornos kner, Juan Car. Es su propio len. fos m el rescate de muchos eocenee vida done” auténtica el callejoa > MEDIO SIGLO DE NARRATIVA MEXICANA 69 queros en Jas ultimas paginas de En algin valle de ldgrimas 0 los Paisajes de las Islas Marias —azules inclementes, toda la naturaleza palpitando de fiebre, acechando, falta de Tespiracién—, como en el fin del mundo en Los muros de agua, ya sean Jas crujias con su zooldgico tragico en el Pa- lacio Negro de Lecumberri en su ultima novela, El apando. “El narrador abre y desmenuza cada instante, ve cada minuto humano cargado de tensiones, de lampos y oscuridades”, Al paso de los afios, a medida que el tiempo aumentaba las céleras y las cicatrices, que las expulsiones y las disidencias politicas se hacfan més crudas, quizé Revueltas, sin podér decirlo, ya no se podia erigir, como lo habfa dicho de si mismo, en el representante de “Un realismo mate- tialista y dialéctico, que nadie ha intentado en México Por la sencilla razon de que no hay escritores que al mismo tiempo sean dialéctico-ma- terialistas”, el escritor que, al llegar a los cincuenta afios, insistfa en rom- per las limitaciones que padece nuestra cultura “es a lo que tiende mi trabajo literario, y a romper los moldes sociales que traban el desarrollo humano es a lo que tiende también mi actividad de militante marxista- leninista”. En varios textos importantes José Revueltas se lanza a las reflexiones Politicas y a los vinculos entre Ia sociedad y la literatura; su postura se Telaciona con la propia defensa de Ia literatura de urgencia de sus propios textos; sin embargo, las leyes de la historia del materialismo dialéctico Se van desdibujando en varias de sus narraciones. La vision cada vez mas 'régica de sus personajes lo va Mevando a un callején sin salida. Las li- mitaciones del ser humano se hacen cada vez més presentes —limitacio- ‘Res naturales e histéricas—, sus contradicciones, sus envilecimientos y Ip. gitado campo de batalla donde la lucidez surge del choque entre 1a realidad caética, adversa, y la voluntad humana comprometida, em- Pefada en adquirir una forma, un valor de signo y de destino”. A Las leyes de Ja historia, la irreversibilidad de los acontecimientos his- “9S, €se camino ascendente de Ia sociedad con sus grandes revolucio- ibe Sntre un estadio y otro, entre 1a explotacién de unos cuantos y la crag'ci6n de las mayorfas ——el Prometeo sin cadenas, el es ae mega) S80 y el Vanzetti llenos de vida— no tienen ee ae dill, an Su narrativa cada vez mds desesperanza, m: 8 i365 “slos Mana y de la imposibilidad del cambio total del dest a : lucidez, Revueltas afirma: “la ver- d histo errores, con una gran cerita stapes 0 5 ca, al margen del poder, se halla desvalida, sicig, © 4 Bingéin otro no sea el poder de la verdad, en opo- sion a todo j Pcieite mpulsiva, instrumentos Tptesivos 42 Ue Tepresenta como fuerza compulsiva, er” » medios de propaganda y demés, la verdad del poder”. 70 ARTURO AZUELA En otro &mbito literario, al referirnos a Juan Rulfo, del lenguaje Tural —pocos escritores han legado a tales alturas—_ y bre todo, esa capacidad para que el antropomorfismo funcione sin alte. Tar el ritmo de Ja palabra, hace ya de Pedro Pdramo un testimonio de profunda trascendencia; pero las paginas del creador lit erario no se que- dan ahi; aun muertos, los personajes son de carne y hueso, estén junto a nosotros, nos familiarizamos con ellos, con “su vagar constante hacia na- die sabe dénde”. Desde luego que, en primera instancia, al destacar sélo Ta parte mas objetiva de Pedro Péramo, se nos presenta la figura del cacique todo- poderoso, dueiio de la Media Luna y de todo un pueblo habitado por 4nimas en pena y ubicado en las meras brasas del infierno. (Una de las claves evidentes de Ja historia del pais la Tepresenta Pedro Paramo: hijo, nieto, biznieto de caciques, el ultimo terrateniente de un ae ee nado. En la mayoria de sus cuentos —sobre todo en tas ina, spare que no me maten, y el que da titulo a -taaee see if ee ss ulfo nos entrega la recreaci6n de la sole 4 setiaieaies en el periodo posrrevolucionario y, sobre todo, a eee | rebelién cristera. El mismo Rulfo insistié en la impor ey rebelibn: * intestina que se Ievé a cabo en pueblos con ideas muy Pee as cotisiasas a dos descalzos del ejército de Cris conservadoras, entusiastas de los soldados Beye intestina alguna: 3 El pects de Comala no se compromete co. Bate i eeta al él compromete a otros y, sobre todo, sabe mal ia inca? Ie Pe toma y daca, —jCuanto necesitan para hacer a ee ae es. Yy zinta Pedro Péramo a un jefe de los que andan vane ess os : 4s tarde agrega: “El dinero se los regalo, a los a Ba unos cust" i sto. En cuanto los desocupen mandenmelos eee de la Revolucion presto. tos, el autor nos da su concepcién escépt en Martin Luis een ta misma de Mariano Ame ey Ges Romer, Joe . 3 nat 0 : a: Guzman, Rafael F. Mufioz, José sn a ee pra, Bteraria a Vasconcelos y José Revueltas. Sin emb a areal cabo su Pe i evidencias hist6ricas. nr ate st fae) Seas alee Git as Jas conttatenelay temporal: a Sn poe junto a una realidad que nadie puede ke ae pure atorio Le eater y se hospedan en sus infiernos x, is te ‘antepasados q sas los paraisos perdidos y la esperanza it raron la salyacién eterna. a Bee ee condenados a vivir, atin aaa pe van configurando mitos individuales tae Yos ter historiador o para el socidlogo de la el notable manej MEMO SIGLO DE NARRATIVA MEXICANA 71 cen escaparse de sus dominios; Parecerian que pertenecen més al estudio- so de los temas esotéricos, de la magia, de las ciencias herméticas que al analista de procesos reales, con sus causas y sus efectos, encadenados por una dialéctica en un espacio y un tiempo determinados, “El, el autor, se considera a si mismo imperfecto en su aprehensi6n del hombre, de mane- ra que debe insistir en permanecer sobre la misma base terrena del lector, mas bien que por encima y aparte. Asi, exige del lector que sufra con él, que participe en su intento sobrehumano de poner orden en el caos”, Muy distinto a los ejemplos de Mariano Azuela o de Martin Luis Guz- man, “Rulfo no encuentra ninguna evidencia de cambio, de evolucién o de un nuevo autoconocimiento”; mucho se ha dicho, y con razén, que existen grandes coincidencias entre la vida dolorosa de Comala y el in- fierno de Dante. “La de Rulfo es en Jo esencial una visi6n fatalista de la existencia”. Su pesimismo césmico se da a conocer en esa “existencia, como un sistema cerrado, cfclico, en su tepeticién de formas pasadas y €n su resurreccién de temas miticos basicos”. “Pedro Paramo condensa Una extrema amargura en su evaluacién de la Revolucién... Dentro de la novela, la Revolucién simboliza la futilidad de toda la historia y sus ineficaces consecuencias, asf como su naturaleza esencialmente barbara”. _A fin de cuentas ahi esta su lenguaje —ciispide de la literatura jalis- Clense— y la recreacién poética, profunda, intensa, de un ambiente rural due pocos han aleanzado. Muchas veces, Rulfo declaré que Ja creacién iteraria era una mentira, no una falsedad, no una suma de mascaras sobre méscaras, sino una transformacién de Ia realidad. Sin embargo, uno de los escritores m4s verdaderos, més humanos —seco y teltirico, aspero y enig- matico— que ha dado la literatura mexicana es, sin lugar a dudas, este autor de obra tan breve y universal, este amigo nuestro que quizé nunca io ni mucho menos se planted su acercamiento literario porn ae en de Pedro Péramo en el centro— a “los limites del poder y al co entre la voluntad y Ia impotencia”. Despufs DE PEDRO PARAMO rs G . ae Tes ULTIMOs CUARENTA ANOS —después de la publicacién ce ae undos, ¥ Tos novelistas mexicanos han cambiado hacia ay aie Queda da la obra de José Revueltas anunciaba con nee ikis Gwedaba gf weVOS temas y la confrontacién de nuevos eee eticaiol Las figura Smbiente de arrabal o el escenario idilico del indio ee Ban chug qieas se desvaneefan dando paso a los protagonists ¢ *Mtecedente, POCO a poco se imponfa una moda que, al parec TRuentes'y "*S. Sergio Fernandez, el mismo Revueltas, Carlos ; 72 ARTURO AZUELA Agustin Yaiiez, entre Sos nuevos derrotero: signos perdidos, ni en rente, ni Ojerosa vacién, otros, sealaban, en la segunda mitad de Jos 50, s. No eran sélo novelas experimentales, Nj Los Este valle de lagrimas, ; as, ni La region més transpa- Y pintada presentaban timidamente intentos de reno- Desde Muy diversos Angulos, la ciudad de México era un gran perso- Naje y todas las técnicas, todos los Procedimientos narrativos tenian ca- bida. Se aceptaba ue las influencias de Jo: yee, de Musil, de Mann, de Pt q y Proust, de Lowry, de Henry James o de Mairaux eran saludabl nueva novela. Por cierto que, quizé con conocimiento de causa se olvi- daban de sus antecedentes mas proximos: de Jos experimentos de Ma- tiano Azuela —ahi estaba La luciérnaga su mas audaz aventura narra- tiva— o de los juegos de lenguaje de los estridentistas —Arqueles Vela © Maples Arce— o de Novela como nube, de Gilberto Owen sen ejemplo de los prosistas del grupo Contempordneos. ne este, dee, ie aquellos afios, all4 por la Segunda Guerra Y los inicios de 8 2a ene, habia algunos casos aislados pero no por ello menos dnleseseul i Mallén, Torres Bodet, Juan de la Cabada, Francisco Ries ‘ ee q a Asi pues, en estas tiltimas décadas se mampieron, meh af spares ad més variados juegos del lenguaje se han sumat 2 ail Hea eee cia, al compromiso politico, En la década de 88 es Ai. que venia del Noveau Roman (de Ja nueva nee saceetionceont tm tiqueciendo con temas y personajes del m Ame: y Sergio Fernandez con Tela de juicio, Salvador one ooh trayectoes, Juan Garcia Ponce con La casa en ta playa, ses Sern se alejan, por completo, de los temas, aparentement lados a la Revolucién iniciada en 1910. omiin, en el otro extremo s° i tiempo, esto ya es un dato c , eeeiaedis; Vaal amine ee jes adolescentes de cl desarrolla la narrativa con los personajes a ol sus frustrados, todo eva corriente tiene sus defensores, sus héroes y ae iealayar. A esta Beets muy mexicano que los buenos lectores no p a novelt ie aa uu desparpajo, de una cierta decadencia prem eden ignorat: io “0 entrego algunas contribuciones que ne. ee descripcion. a ae aa idad de determinados lenguajes urbal ae donde exis fluidez, naturalida . ersonajes aislados, A espacios costumbristas; confrontacién fe pe vidoe anteriores. 28 ce ; uchas veces un minucioso recorrido de in paternidad mal eter, 2 edad juega un papel importante y va de la tine codigo ees geet cae er pe eagonisss 1! e eae arraigando en la conciencia de los prow reise ey la ciudad est4 muy lejos de las OrariOnet ¢ hijos, de efit ee en una nueva confrontacién de pi MEDIO SIGLO DE NARRATIVA MEXICANA 2B relaciones conyugales y de incomunicacién entre una La influencia del American Way of life es también otic en que, en Estados Unidos, nace e] movimiento chic; los derechos civiles dan lugar a grandes rebeliones y en las consignas de los partidos politicos, Por lo tanto, en los preambulos del 68, los jévenes novelistas mexica- nos hacen a un lado los Supuestamente envejecidos temas de la Revolu- Seneracién y otra, diana; son los afios ‘ano y las luchas por 4 un cambio radical soldaderas o de las paginas legendarias de los héroes anénimos—, aquel pasado en el que tanto insisten sus padres ha quedado sélo como un extra- ordinario material para historiadores y socidlogos. La realidad mexicana €s otra. —Al fin hemos entrado en el siglo xx—, dicen los iracundos y afaden que el presente es de los que tienen menos de treinta afios, El muralismo se encuentra en decadencia y el rock es una de las mejores vias de comunicacién entre los jévenes. Al fin y al cabo, se dan los pri- meros pasos de la liberacion femenina y la pastilla anticonceptiva hace de las suyas incluso en las mejores familias, Asi pues, el novelista se enfrenta a otros desaffos, sobre todo aquellos ia ,° encuentran inmersos en el ambiente de la colonia popular o del aio clasemediero de las grandes ciudades; ellos no estan dispuestos a pimorfosear Su realidad en aras de una perfeccin literaria ni tampoco “lstorsionar sus autobiograffas buscando la constatacién de hazafias su- es) Ja realidad, la mas burda, Ia mas proxima, es Ievada a la pagina ‘Anco sin veladuras de especie alguna. < fai Caen s larga —ahi estén De perfil y La tumba, de Sat usstrog gia. timz ¥ Los juegos de pee goers panei am 'as. Por otra Parte, hay novelistas que no ol Us ines das! sin oWvide ‘ade no ser escuchados, retoman vetas aparentem alas proble- Matias ngces temas de Ia inmediatez fe Feeney ee as Wied mee vonales; sus personajes también son deteereey ania ve ido mag caanentes, Estos autores tienen la Pap e batesrcants Sin. ehazay (eo Sin negar Ja crueldad de los ambient 2 eeriaatdela Palabra, es Ja atmésfera mas nauseabunda, buscan la met aa orto) aglimbro— A J8mis se olvidan de la musicalidad —Ia mtido del ritmo. on €llog ee Menos del papel esencial del aa para la Targa; gj eto ia ati Y el adjetivo y saben muy bien ¢ ee efian 10s perso- {e Vigjos ta @€ 1a importancia del lenguaje no nig Revieltas; “Mas; son los mejores herederos de Rulfo y 74 ARTURO AZUELA estudian a Arreola y admi Gils Gahan? y admiran la prosa de Alfonso Reyes 0 de Martin Entre estos escrito: , y Elena Garro; de diferentes generacione: MG eee publican obras et iniportaites ie aoa ne a la mejor linea de nuestros escritores. Asumen la tradicién, la in, la recogen para sus propios textos y buscan, simulténeamente, Otros caminos de renovacién, de ruptura si es necesario. No se trata de un solo enfoque de las realidades mexicanas; van de las honduras més Subjetivas a la fidelidad histérica y no se conforman con la interpretacié de los idedlogos; tampoco se trata de un conjunto homogéneo; los distin- gue su calidad, su erudicién, sus temas nacionales y su camino constante, sin tregua, de perfecci6n literaria. Con ellos la narrativa mexicana de nuestros dfas constituye otras tra- yectorias y transmite sus mejores herramientas a las nuevas generaciones. Van de lo distante a lo més préximo sin olvidar que las mejores ensefian- zas han estado y estan entre nosotros mismos. Quiz4 sean los primeros narradores que tienen sus mejores modelos en varios creadores de nuestra lengua. Sin olvidar, como lo hizo Borges, que no hay barreras infran- queables en Ia literatura, el tiempo —el tiempo nuestro— les ae, una notable lista de creadores de nuestro propio idioma; la rene estaba y sigue entre nosotros. Y aunque no se diera Ia gran novela BN Jos acontecimientos politicos de 1968, no faltaron los mejores ae Este es un dato singular, explicable s6lo por las dificultades del irs E Jaberintos, el compromiso ideolégico que muchas veces raya Feces sectarias. Tanto en materia narrativa como en interpretaciones his aquella prutal realidad del afio olimpico y sus secuelas se ha quedado en ek a vuas para esta £e0°" Ja penumbra. Hoy, a casi veinte afios de aquel parteagt ae el te racién ahora dispersa, es muy necesaria 1a explicacién timonio narrativo. snaciones En los tiltimos lustros, después del derrumbe de aquells en ie sobre el milagro mexicano, al fin y al cabo la parr wolvio en pretensiones de alcanzar solo las cimas de lo cosmopo 2 a jon hier taizarse en los temas donde la imaginacién y Ja uke se ido, quiz © posible la realizacion de novelas importantes. No ha > grupos ° e movimiento de los 60; no se han distinguido corrientes pares ci ° linea precisa en torno a problemas comunes. Pero, sin na igi reconocido el trabajo més serio, el esfuerZ0 apoyeaes a trayectori@® que muchas veces se desborda. No ha habido nu MEDIO SIGLO DE NARRATIVA MEXICANA 15 sigan tal o cual escuela europea ni tampoco han extremo, la tematica exageradamente localista, Aquella vieja polémica de nacionalistas Y cosm sin que ahora exista una huella importante di taciones. No falta la defensa de] Pperiodismo —vieja dis. cusién que slo para unos cuantos tiene sentid. i ¢ : tes los temas de la barriada, de] c: Tesaltado, en el otro pero que, al mismo tier forjado, _ Elescritor derrumba mascaras y espejismos; Ieva a sus mentiras, su imaginaci6n, la distorsién o magnificacién de su autobiografia a la letra impresa. En las grandes ciudades los temas esenciales estén a su alcance; sabe que ahi cerca deambulan los personajes cuyas vidas van més allé de ‘Xpectativas inventadas, En barrios, en zonas periféricas, en cinturones © miseria 0 inclusive en los centros de esas grandes ciudades se entre- lean, conviven, se enfrentan diversas épocas histéricas. Ahi estén los Pitls que todavia viven en el marco de una economia natural; ahi estén if Sefior feudal y el financiero contemporaneo; van y vienen los caciques, ..MPones, Jos Marginados; ahi también se encuentran los dandys al alo del siglo xx, los politicos de vestimentas londinenses, los fandticos orinck and roll y Jos: cronistas del futuro, ‘También en los eampos Ee ae 8° entrecruzan Jos lenguajes y las costumbres. Todo se ae oa teas i Y las voces, las indumentarias y las fachadas, los s6tanos y Ia 2 ia; Ipe Et°8 Y el silencio, El mundo alucinante es vivido en ene ee Sct, ““temos conviven para dar lugar a Ja materia esenci ag waultiples son los desafios. Ese equilibrio mister, csc Wit, ener? 1as técnicas, Ja trama, el Ienguaje y los Peo a recon Pretensig reecerse, ¥; Sobre todo, alejarse de paradigms eee isd Wdelog aide, MPOlitas o de campos estériles demasia aia de rave tna y 2495 de nuestras localidades. Por ende, Oe cos lemon Vez a Preguntarnos quiénes gees) ane Biha y ert: Con rebeldfa, audacia, combi si Aiiciscneanien 716 ARTURO AZUELA dicién, encrucijadas de puntos histéricos ¢ individuales, de compromisos sociales y Preocupaciones estéticas—, sf, de demostrar con la nueva obra, las nuevas sagas, los nuevos mitos, que el narrador sigue ganando dia tras dia la batalla de nuestra lengua, de nuestra propia, mas honda y deci- siva palabra.

You might also like