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Una víctima más en el sangriento prontuario del ³glorioso´ ejército colombiano.

El ejército colombiano, según la constitución política, tiene la sagrada misión de defender la


soberanía y el orden constitucional del país. Aunque en la práctica su verdadero papel es el de
salvaguardar la propiedad privada y proteger los bienes e intereses de la oligarquía.

El régimen cívico-militar colombiano cuentan con un pie de fuerza de casi cuatrocientos mil
efectivos, repartidos entre policías y militares -la inmensa mayoría pertenecientes a los
estratos más bajos de la sociedad-, o sea, hijos de campesinos, obreros y trabajadores,
dispuestos a ofrendar sus vidas por el bien de sus patrones.

¿Cómo mantener a raya a 20 millones de pobres y a 8 millones de indigentes?

No queda otra alternativa que usar a la fuerza pública para intentar contener la rebelión social.

La delincuencia también debemos considerarla una guerra popular contra el estado corrupto y
opresor.

En ciertas épocas del año el ejército colombiano realiza su campaña de reclutamiento por los
pueblos y ciudades del país. Buscan carne de cañón, llegan por sorpresa y detienen a los
jóvenes con el fin de comprobar su situación militar. Si carecen de la libreta de inmediato son
remitidos en camiones a los cuarteles para ultimar los trámites de incorporación a filas. Este
es en toda regla un secuestro legal y no hay objeción posible pues de inmediato serían
calificados de traidores a la patria. El ejército necesitan sangre fresca que avive el fuego
diabólico de su maquinaria guerrerista.

Pero lo más curioso es que las batidas de reclutamiento jamás pasan por los barrios altos, los
condominios o las zonas residenciales donde habitan las clases más pudientes. En conclusión,
la defensa de la patria es una tarea exclusiva de los más pobres.

El adoctrinamiento de los futuros soldaditos se inicia desde la escuela donde los maestros les
inculcan el amor por las armas y el espíritu nacionalista. Sin olvidar quizás la lección más
importante: el respeto a la jerarquía para que entiendan ante quien tienen que agachar la
cabeza.

Los medios de comunicación también cumplen un papel fundamental en la forja del orgullo
belicista. Porque es preciso sembrar un sentimiento de odio y de venganza; los buenos contra
los malos, los rojos contra los azules. Necesitamos elegir un enemigo contra el cual descargar
nuestras iras. El arte de matar sucita un gran atractivo y muchos jóvenes sueñan con empuñar
las armas y verse coronados igual que sus héroes favoritos.

La libreta militar es un documento imprescindible para obtener empleo, diplomarse, firmar


contratos o tramitar el pasaporte. Todo ciudadano que se precie debe portarla aunque también
se pueden adquirir fraudulentamente comprándolas a oficiales corruptos ( las ofertas oscilan
entre 400.000 pesos y 600.000 pesos) o falsificando documentos que certifiquen que el
interesado sufre alguna enfermedad grave o está cursando estudios superiores. Como es el
conocido caso de Tomás Y Jerónimo, los hijos del presidente Uribe, que no van a la guerra
que promueve con tanto ahínco su papacito.

Por la prestación del servicio el soldado devenga 70.000 pesos mensuales, que teniendo en
cuenta el coste de la vida es una suma irrisoria que no sirve para nada. De ahí que la gleba
tenga que poner de su propio bolsillo para mantenerse dignamente. No olvidemos que los
sacrificios son pocos con tal de pertenecer al glorioso ejército nacional.

A los generalotes les encanta jugar con sus soldaditos de plomo, planificar las batallas y
mover las fichas sobre el tablero a su antojo. No les dejan ni tiempo libre pues con todo el
descaro los obligan a realizar labores domésticas en sus residencias y haciendas como
jardineros, cocineros, chóferes, mecánicos, electricistas o guardaespaldas.

El soldado que tras 18 meses de servicio militar obligatorio desee continuar en el ejército o la
policía debe firmar un compromiso como soldado profesional cuyo sueldo básico es de
900.000 pesos mensuales, más pagas extras, dietas, seguro médico familiar, descuento en
comisariatos o supermercados y alguna que otras subvenciones nada despreciables. Esta es
una opción muy recomendable para una juventud cada día más agobiada por el desempleo y la
falta de oportunidades.

Según los analistas Las fuerzas armadas colombianas se consideran una de las más grandes de
Latinoamérica. Los Estados Unidos por medio del Plan Colombia les entregan una
inestimable ayuda de 500 millones de dólares anuales. Aunque el gran total del Ministerio de
la Guerra asciende a los 21,12 billones de pesos (11.057 millones de dólares) es decir,
superior a los 20 billones de pesos (10.500 millones de dólares) que recibe el Ministerio de
Educación. Definitivamente la paz no puede competir con los beneficios económicos que
genera la guerra.

La política de seguridad democrática, implementada por Uribe Vélez, es una doctrina


autoritaria cuyo principal objetivo es la defensa de los intereses de la oligarquia, es decir,
tiene que velar por el patrimonio de los hacendados, empresarios, industriales o inversionistas
extranjeros. La militarización del país es la única alternativa para conducirlo por la senda de
la prosperidad y el progreso.
Al estado colombiano no le interesa prevenir el delito, sino castigarlo, es un estado represor
que necesitan más policías, más militares, más cárceles, más fosas comunes, más armas, más
torturas, exterminio, muerte y desapariciones.

El ejército colombiano desde siempre ha simpatizado con los principios ideológicos del
fascismo. El Fuhrer, Franco o Mussolini han sido sus más destacados inspiradores. Por eso a
nadie debe extrañarle que se haya aliado a los paramilitares provocando uno de los más
abominables genocidios jamás conocidos en nuestra historia contemporánea.

La violencia en Colombia ha dejado miles y miles de muertos, desaparecidos, heridos,


desplazados, inválidos, viudas, huérfanos, una cifra que se dispara sin que el gobierno tenga la
voluntad de detener esta espantosa sangría.

En los últimos años han salido a la luz pública el maltrato recibido por los soldados en los
cuarteles. Durante el período de instrucción los oficiales sin piedad les aplican brutales
castigos a los reclutas; se les tortura, se les viola con el cañón de la ametralladora o se queman
con hierros candentes para comprobar su grado de resistencia. El fin principal es crear
monstruos dispuestos a devorar sin contemplación a sus enemigos.

No entendemos porqué esas madres hacendosas que crían amorosamente a sus hijos, esos
padres que se desvelan y les brindan todo su cariño, cuando cumplen diez y ocho años se los
entregan en el cuartel para que un cabo o un sargento los dome a patadas y puñetazos. Pero
bueno, así son las tradiciones de la sociedad civilizada y hay que respetarlas.

Este es apenas el prólogo de una historia cruel y desgarradora que a continuación voy a
relatar, una historia que descubre en toda su magnitud el grado de perversión y barbarie
alcanzado por el glorioso ejército colombiano.

El año pasado mientras caminaba en la plaza de Bolívar de Bogotá encontré a un personaje


cubierto con la bandera de Colombia y una pancarta colgada en el pecho en la que se veía
impresa la foto de un soldado. El hombre al verme venir me entregó un volante en el cual
explicaba el motivo de su protesta.

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A continuación se presentó como Raúl Carvajal Perez, transportador del mercado de


Montería, Córdoba, y padre del suboficial del ejército Raúl Antonio Carvajal Londoño,
asesinado por sus propios mandos en oscuras circunstancias. ¿asesinado por sus propios
mandos? Esto es algo inaudito, pensé en mis adentros.

Inmediatamente entablamos una larga conversación sobre los pormenores de tan trágico
suceso. Don Raúl portaba una voluminosa carpeta donde tenía clasificados infinidad de
documentos probatorios de su infructuosa lucha por hacer justicia. En Colombia este es el pan
de cada día; las desapariciones forzadas, las ejecuciones extrajudiciales o falsos positivos para
cobrar recompensas y ganar ascensos. ¿Por qué ejecutaron al cabo Raúl Carvajal Londoño ?
¿por qué se hizo un montaje para eliminarlo y culpar a la guerrilla?

Son interrogantes que poco a poco intentaremos dilucidar. Sentados al a sombra de la estatua
del libertador Simón Bolívar, don Raúl Carvajal me fue poniendo al tanto de su odisea
mostrándome infinidad de documentos originales, las cartas que presentó a las distintas
entidades y funcionarios, como, por ejemplo, a la Dra. Marisol Ariza Piñeros Coordinadora de
atención a las víctimas de la unidad Nacional de Derechos Humanos, al Coronel Juan Carlos
Gómez, del Ministerio de Defensa, a Cybbele Haupert de la oficina del alto comisionado de
las Naciones Unidas para los de derechos humanos, con la fiscal en Cúcuta Catalina Estela
Vega Rodríguez, a la Dra. Catalina Sánchez del comité de la Cruz Roja internacional, a
Miisloz Kusz y Paula Berlutti de la oficina de derechos humanos de las Naciones Unidas, a
Marta Lopez Bayón de la Misión de apoyo al Proceso de Paz en Colombia de la OEA, al
movimiento Nacional de Víctimas, al abogado Juvenal Arévalo Quintero, del ministerio
público de la Procuraduría, al Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán, al Presidente de la
República, Álvaro Uribe Vélez, al Ministro de Defensa, Juan Manuel Santos,a monseñor
Rubiano, de la Conferencia Episcopal, y una larga lista que sería muy tedioso enumerar. Pero
nada de nada, todo ha sido en vano y a pesar de haber movido cielo y tierra nadie se ha
dignado darle una respuesta. En fin, para mitigar su desasosiego saca de su mochila más
arrumes de papeles que ha ido acumulando a lo largo del tiempo, letra muerta y estéril que no
sirve ni para enjuagarse las lágrimas. Simplemente le trasmiten las condolencias, le dicen que
su solicitud ya está radicada y que, por favor, vuelva la próxima semana. Y así le van dando
largas y pasan los días, los meses y los años atrapado en un callejón sin salida.

La burocracia judicial es muy lenta y existen toneladas y toneladas de expedientes que


permanecen enmohecidos en las bodegas de los juzgados esperando que algún juez se digne
abrir una investigación. ¿Quiénes son los culpables? ¿dónde están las pruebas periciales? ¿y
los testigos? Este es un asunto muy engorroso que precisa de un bufete de abogados que
muevan el caso. Lo que significa desembolsar una buena suma de dinero y don Raúl gana un
salario mínimo con el que a duras penas mantiene a su familia. Además, si no cuenta con
influencias políticas y sociales las probabilidades de éxito son casi nulas.

Pero don Raúl Carvajal Perez no da su brazo a torcer, él amaba a su hijo y ese amor es el que
le da la fuerza de voluntad necesaria para no claudicar. Hasta el presente sigue con el mismo
empeño pidiendo citas y entrevistas con los funcionarios o los mandos militares, continúa
escribiendo cartas o realizando sus protestas por las calles y en las plazas públicas con la
esperanza de clarificar la verdad y que se castiguen a los culpables. Se ha acostumbrado a
hacer interminables colas, a que le pongan mala cara y a que con tono despectivo le digan que
vuelva mañana. Un sello, otro sello, una firma y más certificados y papeles para la colección.
Si llama por teléfono le contestan que de parte de quién, que llame más tarde a ver si ha
regresado. Juegan con él como si fuera una pelota, lo mandan de un lado para otro en un vano
intento por quitárselo de encima.

De repente un día, sin ni siquiera notificárselo con anterioridad, se presentó en su casa una
extraña comitiva que venía a hacerle entrega de una caja mortuoria. ¡qué macabra sorpresa!
Cuando la abrió encontró el cadáver de su hijo bañado en sangre y con un tiro en la sien. -El
cuerpo venía amortajado con la gloriosa bandera colombiana. -m    

          ! - me comentó entristecido. Cómo es posible que alguien
que entregó los mejores años de su vida a la institución castrense le hayan pagado de esta
manera. Tan aberrante humillación no admite calificativos y refleja a la perfección el grado de
barbarie alcanzado por el ejército nacional.

Muchos padres y madres en Colombia se hacen las mismas preguntas que don Raúl ¿qué le
habrá pasado a mi hijo o a mi hija ? ¿Por qué lo mataron? Ya sean guerrilleros, militares,
delincuentes, narcotraficantes, el hecho es que buena parte de nuestra juventud esta siendo
sacrificada por culpa de la maldita violencia.

Son tantos y tantos casos de asesinatos, torturas o desapariciones que el sistema judicial no da
abasto, la impunidad capea a sus anchas y con el paso del tiempo los delitos
irremediablemente pasarán al limbo del olvido. A los familiares de las víctimas no les queda
más consuelo que poner una velita en el altar y rezar por el ánima del difunto. Si la justicia
humana falla al menos la justicia divina los puede reivindicar.

Don Raúl por culpa de esta tragedia ha perdido su patrimonio y su salud, carece de recursos y
son muy pocas las personas que se solidarizan con su causa. Lo tratan peor que un apestado
pues, como bien se lo advirtió el coronel Juan Carlos Gomez, con su actitud está denigrando
el buen nombre de las fuerzas armadas-

-¡ã        " -y enseña la foto de Raúl Antonio bañado en
sangre y con un tiro en la sien- #            $ %    
 &           &  
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      )

El hijo de Don Raúl podría ser el hijo de cualquier familia colombiana, enamorado de su
esposa y de su hija, con proyectos de futuro y apasionado con su carrera militar. Pero un día
tuvo que elegir entre ser cómplice de las ejecuciones extrajudiciales para cobrar recompensas
o mantenerse fiel a los principios éticos y morales que había aprendido desde niño. Entonces,
sin pensarlo dos veces se negó a cumplir las órdenes y participar en esos crímenes. Una
valerosa decisión que lamentablemente sería su condena a muerte.

Así fue como el día 8 de octubre del 2006, a las 11: 30 de la mañana, en un lugar conocido
como el Alto de la Virgen, localizado entre los municipios de Tibú y El Tarra, en el curso de
la Operación Serpiente en la que participaba la unidad Destructor Uno, agregada a la segunda
división del ejército, hubo un enfrentamiento contra supuestos guerrilleros de la columna
móvil Arturo Ruiz Ont de las Farc. -según la versión oficial de los hechos- A consecuencia
del mismo cayeron víctimas de los disparos de un francotirador el cabo Raúl Carvajal
Londoño y el soldado José Lopez Ardila. -Por ³casualidad´ ambos transferidos a Norte de
Santander y pertenecientes al Batallón de Infantería Antonio Ricaurte de Bucaramanga. --
Aunque los informes del el batallón número 10 José Concha de Tarra contradicen los hechos
certificando que ese día ni en los posteriores se registraron combates en la zona. Tras ser
conducido a la morgue el cuerpo del cabo Carvajal fue examinado por un experto en
criminalística del CTI quien aseguró que el disparo que le causó la muerte se hizo a menos de
dos metros de distancia.

Hasta bien entrada la tarde de ese domingo sabanero don Raúl seguía desahogando su
impotencia. Ahora resulta que por culpa de sus denuncias y protestas los jueces y los militares
vienen investigándolo a él y a su familia. -(   
     -se
preguntaba en tono irónico.

Don Raúl me narró con nostalgia esa época en que su hijo jugaba a los policías y los ladrones
con sus amiguitos en el parque del barrio. -        ã  
  !  *+   $!          
  
    &                 $ 
Desde el año 2005 el cabo Raúl Carvajal Londoño se encontraba adscrito al batallón de
infantería número 14, Antonio Ricaurte de Bucaramanga, bajo el mando del teniente coronel
Álvaro Diego Tamayo Hoyos.- A quien la fiscalía ha emitido una orden de captura por el caso
de los falsos positivos de Soacha. Pero intempestivamente, para cubrir una baja en el servicio
en el mes de octubre del 2006 fue enviado a la segunda división del ejército en Norte de
Santander bajo las órdenes del comandante Pardo.

Ese día 8 de octubre del 2006 cuando el pelotón que él dirigía atravesaba una trocha selvática,
el puntero o encargado de abrir el camino a la tropa, el soldado Oscar Agudelo Ruiz, oculto
tras unos matorrales a sangre fría disparó contra el Cabo Raúl Carvajal y el soldado José
Lopez Ardila causándoles la muerte. (versión confirmada por algunos de sus compañeros que
han preferido mantener el anonimato) Como nadie sabía de donde provenían los disparos
creyeron que se trataba de una emboscada de la guerrilla y enseguida se inició la balacera.

Seguramente el cabo Raúl Carvajal se dio cuenta de los oscuros manejos que existían en esa
unidad y se negó a entrar en el juego diabólico de las recompensas y las alianzas con los
narcotraficantes y paramilitares de la región. De este modo se convirtió en un testigo
incomodo que los podría delatar y sus mandos no tuvieron más remedio que quitárselo de
encima.

Sus superiores se inventaron un ataque guerrillero para asesinarlo vilmente. Todos los
integrantes del pelotón corroboraron la versión oficial, aunque ofreciendo notorias
contradicciones que hacen sospechar que algo turbio se fraguaba. Los soldados declararon
bajo juramento que las muertes de sus compañeros fueron causadas por la guerrilla. Por temor
a las represalias nadie se atreve a decir la verdad ante los tribunales. Incluso ningún abogado
quiere hacerse cargo del caso porque saben que se juegan la vida. Los falsos positivos o
ejecuciones extrajudiciales, la corrupción y alianzas con los narcotraficantes tuvieron especial
incidencia en Norte de Santander, concretamente en la zona de Ocaña, la puerta de entrada al
Catatumbo, una zona selvática en la frontera con Venezuela donde se cultiva y procesa la
coca.

Estos hechos delincuenciales se destaparon gracias a las investigaciones periodisticas sobre la


increíble historia de los jóvenes de Soacha ejecutados por el ejército en Ocaña, Norte de
Santander. El gobierno para contrarrestar el escándalo a nivel internacional lo único que hizo
fue pasar a situación de retiro a los comandantes y generales responsables de las unidades que
cometieron dichos asesinatos. Por el momento en la fiscalía sólo se han judicializado a los
militares de más bajo rango.

Don Raúl tuvo las agallas de irse a protestar hasta la mismísima finca el Uberrimo, propiedad
del presidente Uribe y situada muy cerca de Montería. Allí se coló saltándose las barreras de
seguridad dispuesto a dejar sentir su indignación. Con la pancarta de su hijo en el pecho y
enarbolando la bandera colombiana, encaró al presidente que en esos momentos se encontraba
domando un caballo de paso.

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 -le dijo en voz alta-- & .   . 
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Al instante los escoltas lo apuntaron con sus ametralladoras. Don Raúl levantó los brazos y el
presidente le ordenó al jefe de la guardia presidencial, el general Buitrago, que le tomara
declaración y se hiciera cargo de la denuncia.
Uribe, como buen fariseo, le sonrió y dándole una palmadita en la espalda, le dijo- - 

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¡Qué ingenuo! Don Raúl en su desesperación fue a reclamarle al sicario, al capo que inventó
el sistema recompensas e incentivos por matar enemigos.

Recién este año, gracias a un testigo protegido por la Fiscalía General de la Nación, se
comprobaron los nexos que mantenían los militares de la segunda división del ejército en
Norte de Santander con los narcotraficantes, los numerosos actos de corrupción y las
ejecuciones de inocentes o ³falsos positivos´, eufenismo con el que se le quiere maquillar
estos terribles crímenes.

Entre los culpables cabe destacar al general jefe Paulino Coronado, comandante de la brigada
30 del Ejército, al general y ex comandante de la segunda división del ejercito José Joaquín
Cortés, al coronel Gabriel Rincón Amado, jefe de operaciones de la brigada Móvil número 15,
al Coronel Álvaro Diego Tamayo Hoyos, del batallón Santander, Dichos mandos ante los
pobres resultados que ofrecían sus unidades en la lucha contra la subversión hicieron pasar a
jóvenes, a indigentes, a campesinos o enfermos mentales por guerrilleros caídos en combate.

Al cabo Raul Carvajal , tal y como afirma su padre, lo eliminaron sus superiores contando con
la complicidad de sus compañeros. Tanta cobardía, tanta podredumbre y tanta perversión es
difícil de imaginar. Pero los verdaderos inductores de su asesinato no son otros que el
Presidente Uribe, el Ministro de Defensa para la época, Juan Manuel Santos, y el comandante
de las Fuerzas Militares, Freddy Padilla de León ya que ellos eran los que exigían a sus
subordinados una cuota semanal de muerte y destrucción.--   .   & & "

Si presentaban resultados positivos, como se conoce en el argot castrense, se les premiaba con
ascensos, vacaciones y jugosas recompensas en metálico. De lo contrario podían ser
castigados con una mala calificación en la hoja de vida y transferidos a los batallones que
operan en zona roja. Qué casualidad que la mayoría de los muchachos desaparecidos en
Soacha fueron ejecutados cerca de Ocaña donde tenía su base la brigada móvil número 15, a
cargo de la segunda división del ejército. Y lo más intrigante es que allí fue donde asesinaron
al cabo Raúl Carvajal Londoño.

La jerarquía militar se respeta y no queda más remedio que callar y obedecer a los superiores.
En el ejército existe un juramento sagrado bajo el cual se esconde su tenebroso prontuario.
Pero de vez en cuando surgen personajes como el cabo Raúl Carvajal Londoño que se rebelan
ante las injusticias y prefieren ofrendar sus vidas antes que convertirse en sicarios o verdugos.

El presidente Uribe y la cúpula militar son los directos responsables de la guerra sucia, las
torturas,las desapariciones, los bombardeos contra la población civil. Los máximos dirigentes
amparados en la constitución no tienen ningún reparo en fumigar la selva con glifosato,
quemar los bosques, invadir países vecinos, desplazar a los campesinos, arrebatarles sus
tierras y condenarlos al desarraigo.

Hoy día domingo 20 de junio será elegido presidente de Colombia Juan Manuel Santos quien
fuera el ministro de Defensa y que ha sido inculpado por la justicia ecuatoriana del asesinato
de 25 personas en el bombardeo de la fuerza aérea colombiana al campamento de las Farc en
Angostura, Sucumbíos.
Juan Manuel Santos es un prestigioso psicópata especialista en terrorismo de estado que sin
lugar a dudas continuará con la política de seguridad democrática de su predecesor Uribe
Vélez. Colombia es una colonia vendida al capital extranjero, la cabeza de puente del
imperialismo en Latinoamérica, un gran latifundio gobernado por dirigentes corruptos y
mafiosos respaldados por una aplastante mayoría parlamentaria que les otorga carta blanca
para hacer y deshacer a su antojo.

Cae la noche en la plaza de Bolívar y don Raúl se despide de mí con un fuerte apretón de
manos. Con los ojos llorosos me ruega que no lo olvide y que lo tenga al tanto de mis
investigaciones. Cubierto con la bandera colombiana y luciendo en su cabeza el quepis de su
hijo se marcha con paso lerdo por las gélidas calles bogotanas. A él le importa un bledo las
amenazas e intimidaciones que ha recibido pues no tiene nada que perder. Desde aquel
fatídico día 8 de octubre del 2006 cuando asesinaron a su hijo a él también de alguna manera
lo mataron.

Don Raúl se siente traicionado, ha perdido la fe en la instituciones de su querida Colombia y


la única esperanza que le queda es que el caso de su hijo sea remitido a la Corte
Interamericana de derechos humanos, a la Corte Penal Internacional con sede en Estrasburgo
o a la Audiencia Nacional española.

Él está decidido a agotar todas las instancias y a seguir en la lucha hasta las últimas
consecuencias. Porque estos crímenes de lesa humanidad no prescriben y estamos seguros que
le llegará la hora de la justa reparación.

Al hacer pública esta denuncia somos conscientes que don Raúl pueda ser objeto de algún
atentado en su contra. Por eso no descartamos la posibilidad de pedir asilo político en alguna
embajada europea para proteger su vida y la de su familia.

Carlos de Urabá 2010

Investigador de Colombia.

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