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Ciencias Cognitivas Pascual F. Martinez-Freire La nueva filosofia de la mente 16 7 Teoria causal de la mente: materialismo y funcionalismo 1, La teoria causal de la mente En contraposicién al conductismo, que sostiene que los fenémenos psicolégicos se reducen a conducta y que por lo tanto no tiene sentido hablar de la mente como algo distinto de la conducta, podemos hablar en términos generales de la teorfa causal de la mente como aquella doctrina amplia que defiende que la mente es causa de la conducta y por tanto dist:nta de ella, Mas concretamente, la teoria causal de la mente, en sus difezentes versiones, sustenta que la conducta es efecto de causas mentales y que tales causas son procesos internos; en suma, que la conducta es producida por causas mentales internas. Segtin ello, por ejemplo, mi ereencia de que vendré Fulano es un estado interno que causa mis acciones de reservarle hotel, enterarme de que vendré en avién, ir a esperarle al aeropuerto, etc. Para la teorfa causal dela mente Jos procesos mentales son algo interno y distinto de la condue- ta, y asimismo factores causales de la conducta. Por ello, como fécilmente podra apreciarse, la teorfa causal de la mente suscribe el mentalismo. Con todo, debe hacerse una precisién importante. Aun- que para esta teoria la conducta es siempre efecto de procesos mertales internos, sin embargo los procesos mentales no necesariamente producen conducta, ya que es posible tener procesos mentales internos que no se traducen en conducta alguna. 7 Podemos sefialar dos variantes principales, opuestas en- tre sf, dentro de la teorfa causal de la mente. Por un lado, la teorfa materialista dela mente o teoria dela identidad mente. cerebro, y, por otro lado, el funcionalismo. Dicho répidamente (de momento), para la primera los procesos mentales internos, que son causa de la condueta, son idénticos a los procesos cerebrales; en cambio, para el funcionalismo no es legitima la identificacion entre procesos mentales y procosos cerebrales, sino que los procesos mentales internos, que son causa de conducta, son estados funcionales cuyo érgano (por asi decir) noesnecesariamente el cerebro. También podemos sefialar los autores y obras bdsicos de una y de otra variante de la teoria causal de la mente. Dentro de la teoria de la identidad mente- cerebro los autores més destacados son los australianos David ‘Armstrong, cuya obra fundamental es A Materialist Theory of the Mind (1968), y David Lewis, enyo trabajo basico es “Psy- chophysical and Theoretical Identifications” (1972). A su vez, dentro del funeionalismo los autores més destacados son los, americanos Hilary Putnam, con su importante trabajo “Psy- chological Predicates” (1967), y Jerry Fodur, von su obra Psychological Explanation (1968). (Respecto de Putnam y de Fodor debe precisarse que estos autores han modificado sus ideas iniciales; Puinam sigue aceptando el funcionalismo aunque insiste en la determinacién de la psicologia por la sociologfa en lo que llama sociofuncionalismo; Fodor ha evolu- cionado hacia posturas cognitivistas, tal como ya hemos visto). 2, La teoria de la identidad mente-cerebro: Armstrong Lapostura materialistaen psicologia de David Armstrong aparece ya expuesta y justificada en su articulo “The Nature of Mind” (1966), publicado dos afios antes de su obra funda- mental A Materialist Theory of the Mind, raz6n por la cual analizaremos los argumentos contenidos en tal articulo. ‘Armstrong comienza sefialando que, puesto que los hom- bres tienen mente (es decir, perciben, tienen sensaciones, emociones, creencias, pensamientos, propésitos y deseos), la 7B pregunta por la netureleza dela mente debe ir unida ala pre- gunta por la naturaleza del hombre. Y respecto de esta questién sobre la naturaleza del hombre debemos atender a las respuestas de la ciencia actual. A pesar de los desacuerdos ydivergencias entre los cientificos, puede considerarse, segin ruestro autor, que la doctrina cientifica establecida es el unto de vista de que podemos dar una explicacién completa * el hombre en términos puramente fisico-quimicos. Tal cosa rromete en efecto la biologia molecular que pretende desvelar Ins mecanismos fisicos y quimicos que estén en la hase de la vida. En consecuencia, debemos intentar desarrollar, conchi- "ye Armstrong, una explicacién de la naturaleza de la mente ‘cue sea compatible con la tesis de que el hombre noes sino un mecanismo fisico-quimieo. Asi pues, nuestro autor propone explicita y abiertamente una explicacién materialista 0 fisicalista de la mente. ‘Ahora bien, cabe preguntarse por qué eonceder mayor eutoridad a la ciencia que ala religion, 2 la filosofia, ala ética, calaliteratura y el arte (si éstas, podemos afiadir, difieren de lucivuvia). Eu suma, catbe pedir una justificacion del cientifis- mo (que podemos definir como la postura general que sostiene que en cualquier cuestién la altima palabra la tiene la cien- da). Armstrong, de modo coherente y honrado, se plantea cn ‘éfecto esta pregunta y contesta que la ciencia tiene mayor autoridad que las otras instancias u opciones sefialadas porque sélo la ciencia, después de investigacién prolongada y extendida durante siglos, ha alcanzado un consenso intelee- ~ tual, especialmente a partir del siglo xv, y porque ademas dispone de un método para decidir las cuestiones disputades, mientras que las otras opciones no disfrutan ni detal consenso intelectual ni de tal método. Sin embargo, y como observacién eritica, podemos apun- tar que el cientifismo de Armstrong adolece de ingenuidad y ; douna valoracién exeesivamente optimista acerca dela natu- __taleza de la ciencia. En efecto, el consonso intelectual no es algo firme y definitivo en la ciencia, y de hecho ésta no sélo es ‘alible sino que cambia constantemente, y ademas, como ha questo de relieve reitoradamente Paul Feyerabend, la ciencia 19 no disponeni de un tinico métodoni de un método que asegure la verdad de los resultados. Ein todo caso, podemos conceder a Armstrong, si ésta fuese su tesis, que Ia ciencia desde un punto de vista racional es un conocimiento més firme que la religion, la filosofia o el arte, pero sin olvidar la posibilidad de Ia existencia de limites para la razén. Asimismo nos interesa resefiar la eritiea del conductismo que plantea nuestro autor en el artfculo que estamos comen- tando. Mientras a filosofia tradicional, en especial Descartes, habia concebido la mente como un campo interno misterioso que yace detras de la conducta fisica o externa de nuestros cuerpos, en cambio el conductismo sostuvo que la mente es condueta bien disposicién a la conducta. Para Armstrong, el conductismo es erréneo en ambas versiones, Sila mente es conducta, entonces quedan sin explicar todos Jos procesos mentales que no van acompafiados de condueta alguna. Y sila mente es disposicién a la conducta, tal como insistié Gilbert Ryle, entonces tal disposicién debe ser algo real, frente a la tesis de Ryle de que una disposicién no es un estado o cambio porticular; cuando pienso pero mispensamicntosnoproducent accién alguna, hay algo que sucede realmente en mi y que constituye mi pensamiento, no traténdose de que hablarfa 0 actuaria si se cumpliesen ciertas condiciones. Aunque el conductismo, insiste Armstrong, es compati- ble con el materialismo, es una explicacién insatisfactoria de Jos procesos mentales. El habla y la accién son expresién del pensamiento, no idénticos con él. En general, los procesos mentalesno pueden identificarse conla conduct, sino que los procesos mentales son la causa interna de la conducta. Queda clara pues la postura mentalista de nuestro autor, dentro de una teoria causal de la mente. Para Armstrong esta concep- cién de la mente como causa interna de la conducta no convierte al materialismo 0 fisicalismo en inevitable pero lo hace posible, no implica un punto de vistapuramentefisicalista acerca del hombre pero es compatible con tal punto de vista. ‘De nuevo advertimos la honradez y coherencia de nuestro autor, puesto que en cierta medida admite la posibilidad de una causa interna no-fisica de la conducta. 80 Ahora bien, prosigue Armstrong, si nuestra nocién dela mente y de los estados mentales no es sino la de una causa, dentro de la persona, de ciertos tipos de conducta, entonces la naturaleza intrinseca de esa causa se convierte en una cues- ti6n cientifica, y no en una cuestién de andlisis légico. ¥ es ahora cuandoseimpone el materialismo. Puesnoesenlatesis de la substancia espiritual de Descartes, sino en el veredicto dela ciencia actual, donde encontramos la respuesta adecna- da. Tal respuesta es que la tinica causa de la conducta en el hombre y en los animales superiores es el funcionamiento fisico-quimico del sistema nervioso central. En suma, pode- mos identificar los estados mentales con estados puramente fisicos del sistema nervioso central. Esta es la teorfa de la idertidad mente-cerebro. A su vez, en su libro A Materialist Theory of the Mind, Armstrong reitera y desarrolla las tesis anteriores. Ein esta obra distingue de modo claro y explicito las dos etapas que llevan a la teoria materialista de la mente: en una primera etapa se cumple el andlisis causal de los conceptos mentales, ee decir, la tesis de que los cstados mentales.son causa interna dea conducta, mientras que en la segunda etapa se identifi- can tales estados internos con los estados fisico-quimicos del cerebro, proporcionando asi el materialismo de estado central (reduccién de la mente a los estados fisicos del sistema nervioso central). Segiello, el libro se articulaentrespartes. En la primera parte, se estudian las teorias de la mente, criticando el conductismo asi como las doctrinas dualistas de Ia mente (que defienden algiin tipo de distincién entre mente y cerebro) y sefialando los aspectos y ventajas de la teoria materialista de la mente. En la segunda parte, que es la nds extensa, se desarrolla el andlisis causal de los conceptos mentales, considerando los diferentes tipos de procesos men- tales. Finalmente, en la tercera parte, se insiste brevemente en la identificacién de lo mental con lo fisico, de los procesos mentales con los procesos cerebrales. 81 La teoria de la identidad mente-cerebro: Lewis Elotro gran autor, ademas de Armstrong, que defiende Ja teoria de la identidad entre procesos mentales y procesos cerebrales es David Lewis, en especial en sus articulos “An Argument for the Identity Theory” (1966) y “Psychophysical and Theoretical Identifications” (1972). Realizaré mi exposi- cién y comentarios cifiéndome al segundo de tales trabajos. Lewis comienza poniendo de relieve que los tedricos dela identidad psicofisica sostionen a menudo que las identifica- ciones que anticipan entre estados meniales y estados neuronales (del sistema nervioso central) son en jo esencial como algunas identificaciones teoréticas que admitimos sin controversia, por ejemplo la identificacién entre el agua y la formula H,0 o bien entre la luz y la radiaci6n electromagné- tica. Asimismo estas identificaciones teoréticas se conciben usualmente como avances teoréticos que hacen posible sim- plificar la ciencia total postulando leyes-puente que identifi- can algunas de las entidades discutidas en una teoria con entidades discutidas on otra teoria. Sin embargo, Lewis considera que la identificaciGn psico- fisica que debe defenderse no corresponde a esta descripeién de la identificacién teorética, ya que una teorfa fisiolégica ade- cuada puede implicar identidades psicofisicas, y nomeramen- tepostularlas. Bn “An Argument for the Identity Theory”, en efecto, Lewis concluye la identificacion entre estados mentales y estados neuronales de acuerdo con la siguiente implicacién, Como primera premisa tenemos la identificacién entre esta- dos mentales y los ocupantes de papel causal (segrin la defini- cién de estado mental, es decir, podemos afiadir, segiin la teorfa causal de la mente, esto es, la tooria de que los estados mentales son causa de la conducta). Como segunda premisa tenemos la identificacién entre estados neuronales y los ocu- pantes de papel causal (segtin la teoria fisiologica, es decir, podemos aiiadir, ya que la fisiologfa atribuye papeles causales sobre la conducta a los procesos neuronales). Ahora bien, se- gtin la propiedad transitiva de la identidad (esto es, si A-By C=B, entonces A=C), ambas premisas implican (Igicamento) 82 quelosestados mentales son idénticos a losestadosneuronales, Asi pues, silos significados de los nombres de los estados _-mentales proporcionan realmente la primera premisa (es decir, silos estadosmentales se definen camo factores causales dela conducta), y si los avances de la fisiologia proporcionan Ja segunda premisa (esto es, si la fisiologia muestra que los estados neuronales son factores causales de la conducta), entonees se sigue la conclusién dela identificacion psicofisica. Como Lewis acepta ambas premisas, también defiende que Jos estados mentales son idénticos a los estados neuronales. Pero tal identificacién psicofisica no es una identifica cin teorética en el sentido ususl antes sefialado, sino una identificacién teorética en un sentido més fuerte, precisamen- teen el nuevo sentido de que tal identificacién psicofisica esta jinplicada por las teorfas que la hacen posible, y no simple- mente postulada por ellas. 4, Evaluacién del materialismo El materialismo o teoria do la identidad mente corcbro tiene un indudable atractivo doble, ya que tiene el aspecto de una teoria con aureola de progresismo y porque ademas promete o cumple una clara simplificacién dentro del cuerpo de la ciencia total. En cuanto a lo primero, oponerse al materialismo parece cosa de curas, de fil6sofos poco informados delaciencia actual, o de cientificos trasnochados, mientras que defender la teorfa de la identidad mente-corebro parece cosa de personas ilus- tradas, de filésofos al dfa, 0 de ciontificos de vanguardia. En suma, el materialismo parece ser lo progre mientras que contradecir el materialiamo parece ser lo carca, y ya se sabe que en general si se quiere figurar y aparecer hay que ser progresista. Evidentemente este atractivo del aspecto progre- sista del materialismo no es, en absolute, un argumento, ni = filoséficoni cientifico, razén porlacual, tras haberlosefialado, no me molestaré en dedicarle mds tiempo. El segundo atractivo sefialado es ya serio. El materialis- mo promete (aunque no ha cumplido) eliminar el lenguaje 83 montalista en favor del lenguaje neurofisiolégico, y esto si que seria un gran avance y un buen progreso. No importarfa que Jos psicélogos se quedasen sin trabajo y que la psicologia como cioncia desapareciese del reino o repiblica de los saberes, puesto que habriamos reducido la psicologia a neurofisiologia (alzeducir los procesos mentales a procesos neuronales) y con ello habriamos simplificado el cuerpo de la ciencia total. Sin embargo, esta reduccion no parece posible. Ya sefia- Jamos en el capitulo anterior que, aunque fuese posible ded. cir los fenémenos psicolégicos a partir de los fenémenos neurolégicos, no seré posible explicar los fenémenos psicolégi- cos neurolégicamente. La razén basica es que el lenguaje mentalista (con términos como deseo, creencia, emocién, sentimiento, percepcién, sensacién, recuerdo, inferencia 9 introspeccién) no es reducible al lenguaje neurol6gico (con términos como neurona, sinapsis, neurotransmisor, fibras aferentes ofibras oferentes). Sin duda alguna, la neurociencia en general puede ayudar a comprender un gran ntimero de fendmenos psicologicos, pero no puede proporcionar explica- ciones completas de nuestra vida mental. ¥ a su ver, larazén profunda de esta situacién Macliva es que la experiencia de lo mental es irreducible a cualquier explieacién neurol6gica, Con ello quiero decir que nuestro modo de experimentar y,en consecuencia, de conocer los procesos mentalos no puede ser sustituido por una explieacién de los procesos neurolégicos que puedan subyacer en la produccién de los procesos menta- les. Para decirlo aun més concisamente, una cosa es mi experiencia de los estados mentales y otra cosa su eventual modo de produccién neurolégica, Aceste respecto, como dice el filésofo neozelandés Keith Campbell, en su libro Body and Mind (1984, segunda edicién), el dolor puede explicarse como un cambio en el patrén y frecuencia de las descargas de neuronas en el cortex 0 corteza cerebral, pero yo no soy consciente del dolor como una agita- cin de disparos de neuronas. Més en general, podemos decir que los procesos mentales son vividos y, por ende, conocidosen términos de fendmenos internos de conocimiento, recuerdo, creencia 0 volicién (esto es, en términos del Ienguaje menta- 84 lista), y no son vividos ni, por tanto, conocidos en términos de procesos fisico-quimicos del cerebro, aunque el estudio de G» estos procesos pueda resultar esclarecedor e ilustrativo, 4 _De todas formas, dejaré de momento los argumentos gonerales para intentar responder a las tesis materialistas de Armstrong y de Lewis. En el caso de la teoria de la identidad mente-cerebro de ~ David Armstrong, la identidad psicofisica, o identidad entre _ procesos mentales y procesos cerebrales, es meramente una » propuesta alentada por el prestigio de la ciencia. En A Materialist Theory of the Mind, nuestro autor sefiala que la E identificacién de los estados mentales con los estados fisico- = quimicos del cerebro es una apuesta (bet), una apuesta casi tan buena, en el actual estado del conocimiento, como la idontificacién del gen con la molécula de ADN (acido desoxi- _ rribonucleico). Sin embargo, Armstrong pierde de vista que | ambas situacionesnoson comparables. El genera, antes desu ‘dontificacién con el ADN, la unidad de herencia biolégica concebida en términos abetractos eindeterminados, mientras que un proceso mental particular (como un sentimienta de odio) es algo concreto y determinado, empiricamente contras- table. Dicho de otro modo, la identificacién de los genes con _ moléculas de ADN dota de sentido concreto a aquéllos, mien- _ ttas que la identificacién de los procesos mentales con los _ procesos cerebrales reduce el sentido concreto de los primeros 2 sentido conereto de los segundos sin que tal reduccién se justifique salvo apoyéndose en el principio de economia. Con ; todo, como simple propuesta, la identificacién psicofisica es | tn programa de investigacién que deberd justificarse a la larga, pero que no parece aceptable por la raz6n ya aludida de - lnescasa viabilidad de eliminar el lenguaje mentalista en jf favor del lenguaje neurolégico. je Enel caso de la teoria de la identidad mente-cerebro de de David Lewis, la identidad psicofisica aparece ya no como una jE opuesta sino como una conclusion l6gica implicade por pre- , nisas supuestamente cientificas. Sin embargo, ambes premi- f ©2s pueden ser puestas en duda. En primer lugar, la identifi- "cin entre estados mentales y factores causales de la con- 85 ducta no es en general verdadera. En efecto, y como se sefial6 anteriormente, hay estados mentales que no producen efecto alguno en la conducta; por ejemplo, nuestros sentimientos pueden no manifestarse en comporiamiento alguno, o nues- tras imagenes mentales pueden permanecer perfectamente secretas; en ambos casos incluso no es necesario que estos procesos mentales produzcan efectos en otros procesos men- tales. En segundo lugar, la identificacion entre estados neu. ronales y factores causales de la conducta tampoco es en general verdadera, Efectivamente, hay procesos neurolégicos que no producen acciones que puedan calificarse de conducta enel sentido que interesa al psie6logo; por ejemplo, en la zona de la corteza cerebral motora responsable de los movimientos de la lengua se registran procesos neurolégicos que producen la actividad de la lengua durante la masticacién de alimentos, pero esta actividad del sistema digestivo no merece la aten. cin del psiedlogo. Por otra parte, la propia conclusién de Lewis, es decir, la identidad entre procesos mentales y procesos neurol6gicos se enfrenta desde el desarrollo de las ciencias cognitivas (y en especial de la inteligencia artificial) al argumento que deno- minaré argumento antimaterialista de las maquinas y que discurre del modo siguiente. Tal como veremos en el capitulo proximo, existe evidencia empirica de que algunas maquinas tienen procesos mentales. La ciencia de la inteligencia artifi- cial y su tecnologia correspondiente han desarrollado méqui- nas “inteligentes” que ejecutan procesos que en los seres humanos ealificamos de procesos mentales; no solo hacen complicados cdlculos aritméticos y pruebas de teoremas légi- cos y matematicos, sino que también juegan alas damas o al ajedrez e incluso realizan diagnésticos médicos. Y, sin embar- go, enestas maquinas no existen procesos neurol6gicos, porla sencilla razén de que no estén constituidas de neuronas 0 células nervioses. Siendo asi, la identidad entre procesos mentales y procesos neuroldgicos queda refutada, puesto que se dan procesos mentales enteramente ajonos a los procesos neuroldgicos, En este punto es interesante poner de relieve que el desarrollo de las méquinas, tarea alentada por él 86 materialism mecanicista, se vuelve contra tal materialismo en su tentativa de reducir la mente a los mecanismos fisico- guimicos del sistema nervioso central. Volviendo a los argumentos generales, podemos sefialar ex los seres humanos distintos tipos de procesos mentales que no parecen poder admitir una explicacién en términos pura- mente fisico-quimicos y que, por lo tanto, podrian calificarse de procesos no-fisicos 0 incluso espirituales. En primer lugar, ‘tenemos los fendmenos de autoconeiencia, Por “autoconcien- cia” podemos entender dos cosas bien diferentes: 1) la con- ciencia de nuestros propios procezos mentales, ¥ 2) la concien- cia de nosotros mismos como sujetos de los procesos mentales, En el primer caso, tenemos procesos de conciencia introspec. tivos, que se reducen en tiltima instancia a memoria conereta, Pero en el segundo caso tenemos autoconcieneia en sentido propio, es decir, la conciencia de nuestra identidad personal; en virtud de ella sé que soy el mismo ahora, en mi juventud y en mi infancia y que esta permanencia de mi ‘mismo también se proyecta hacia el futuro. Tal autoconciencia, en cuanto nos euminietra cl conocimiento de uuestra identidad, alolargodel pasado, presente y futuro, parece escapar a cualquier proceso neurolégico o fisieo en general. Bernard Baars, en su libro A Cognitive Theory of Cons- ciousness (1988), considera el sistema ERTAS (Extended Reticular-Thalamic Activating System), constituido por la formacién reticular del tronco cerebral y del cerebro medio, la cepa exterior del télamo y el conjunto de neuronas que se Proyectan desde el télamo a la corteza cerebral, como el espacio de trabajo (workspace) global neuronal responsable délos procesos conscientes. Esta tesis es sumamente prome- tedora y atractiva, al sefialar una base neuronal de los procesos conscientes que pone de relieve el cardcter integrado A los procesos neuronales. Sin embargo, el sistema ERTAS ‘puede darrazén dela conciencia en el primer sentido sefialado de autoconciencia, es decir, como conjunto de procesos cons- ientes, peronoen el segundo sentido, esto es, como conciencia nuestra identidad personal. El propio Baars, cuando en la obra citada se ocupa de la nocién del yo (self), lo considera 87 como un contexto (context) englobante de experiencia, pero en la doctrina de nuestro autor un contexto es un sistema que constrifie contenidos conscientes sin ser él mismo consciente; por tanto, el yo en el sentido de Baars no se corresponde con la autoconciencia en sentido propio. En segundo lugar, y ligada al fenémeno de la autocon- ciencia, también es un fenémeno tipicamente humano la formacién de un proyecto vital personal (idea en la que insistis José Ortega y Gasset). Segiin ello, cada ser humano no esta obligado a vivir segin los dictados de sus instintos y segtin el imperio de las condiciones de su entorno, sino que puede formar un proyecto de vida que guia su actividad personal. Tal proyecto vital suponela eloccién de un sentido ofinalidad para nuestras vidas tomadas globalmente y, en cuanto vinienda desde el pasado y atravesando nuestro huidizo presente se prolonga en nuestro futuro, no parece responder a cualquier proceso neuroldgico o fisico en general. Dicho de otro modo, nuestro programa genético 0 genoma determina nuestra constitucién fisica y condiciona nuestras posibilidades de accién, pero la eleccién de nnestra proyecto de vida supone una sobredeterminacién en nuestra actividad que se afiade a nuestra dimensién fisica. Finalmente, y asimismo ligada a la formacién de un proyecto vital personal, también es un fenémeno tipicamente humano la libertad entendida en sentido propio. Las volicio- nes (deseos 0 intenciones) son obviamente un tipo importante de procesos mentales. Mi desco de ganar un buen sueldo 0 mi intencién de escribir un buen libro son. procesos mentales, caracterizados por ser disposiciones o esquemas para.cjecutar acciones. Perolas voliciones pueden ser simples odeterministas o bien libres e indeterministas. Por ejemplo, mi deseo de comer alastres dela tarde, habiendo permanecido sin ingerir alimentos desde las ocho de la mafiana, o mi intencién de vengarme de fulanito, quien me ha ofendido gravemente, son simples voliciones determinadas por estimulos y condiciones alos que van normal y habitualmente asociadas. En cambio, mi deseo de hacer una huelga de hambre 0 mi decisién de perdonar a fulanito sus graves ofensas son voliciones libres, 88 en cuanto contrarias a la detorminaci6n de ios estimulos ¢ incluso a nuestro propio talante. Es aqui, en las voliciones indeterministas, donde radica la libertad. Asi pues, la liber- tad o conjunto de voliciones libres son decisiones o deseos que el ser humano adopta contrariando los esquemas habituales de azci6n y el determinismo de la informacién operante; por ejemplo, la decisién del prisionero hambriento y sediento de no traicionar a sus compaiieros, a pesar de que se le ofrece com:da y bebida a cambio de sus denuncias. Pues bien, tales voliciones libres parecen indicar una causalidad no-fisica (y quizés espiritual) y por ello no son reducibles a procesos puramente neurolégicos. Enresumen, existen en os seres humanos varios tipos de provesos mentales (procesos de autoconciencia, procesos de formacién de un proyecto vital personal, voliciones libres 0 indeterministas) que no parecen reducibles a los procesos neurolégicos. ¥ esto implica que es posible distinguir en el ser humano entre mente y espiritu; es decir, hay en los seres bumanos procesos mentales de indole no-fisica. Por otra parte, y tal como heuius indicadu antes y vere- mosen detalle en el proximo capitulo, existen en lasmaquinas finteligentes” procesos mentales que tampoco son procesos neurol6gicos, aunque son procesos fisicos. En consecuencia, la ‘eor‘a de la identidad mente-cerebronoes vilida sostenida en términos generales. Podemos defender a tesis (aunque volveremos sobreeste punto mas adelante) de que los procesos mentales pueden pertenecer a tres categorias distintas: procesos mentales- cerebrales (y por tanto fisicos), procesos mentales fisicos [;) aunque no cerebrales, y procesos mentales no-fisicos (y posi- blemente espirituales). 5, La invencién del funcionalismo: Putnam Tal como sefalamos al principio de este capitulo, la teoria ‘causal de 1a mente (doctrina que defiende que la mente es seausa de la conducta y por ende distinta de ella) tiene dos » variantes principales: la teorfa materialista de la mente 0 89 teorfa dela identidad mente-cerebro, que ya hemos analizado, y el funcionalismo, que estudiamos a continuacién. Hilary Putnam ha sido el primer autor en exponer y justificar las tesis del funcionalismo, coneretamente en su articulo de 1967 titulado “Psychological Predicates”, luego reeditado bajo el nuevo titulo de “The Nature of Mental States”. En tal trabajo, Putnam centra su discusién acerca de la naturaleza de los procesos mentales en la cuestiGn de si el, dolor es un estado cerebral, con la intencién de generalizar la respuesta obtenida a todos los estados mentales. En principio, sefiala nuestro autor, son posibles dos respuestas a tal cues- tion. Por un lado, cabe sostener que decir que los dolores son estados cerebrales es perfectamente significativo, esto es, no envuelve ninguna “extensién de uso” (del término “dolores”). Pero por otro lado, cabe defender que decir que los dolores son estados cerebrales no es significative, porque envuelve una “extensién de uso” o un cambio de significado” (del término “dolores”). La posicién propia de Putnam no esté expresada por ninguna de ambas respuestas, ya que las nociones de cambio do cignifieado y do oxtencién de uso octén tan mal definidas que no es posible sostener ninguna de ambas res- puestas. En efecto, segdin nuestro autor, ni el lingiiista ni el hombre de la calle ni el filésofo poseen actualmonte una nocién de cambio de significado que resulte aplicable a casos de identificaci6n de términos, tal como el caso presente (donde se identifican los términos “dolores” y “estados cerebrales”). En estas circunstancias, la respuesta ala cuesti6n desi el dolores un estado cerebral debe permitir enunciados de la forma “el dolor es A”, donde “el dolor” y “A” no son sinénimos en sentido alguno (esto es, podemos afiadir, no se determinan reeurrien- do a la nocién de significado), sino que tales enunciados resultan ono aceptables recurriendo a fundamentos empiricos o metodol6gicos. Tal es el camino seguido por Putnam. ‘Nuestro autor sostiene que el dolor no es un estado cerebral, es decir, noes un estado fisico-quimico del cerebro (y tampoco un estado del sistema nervioso entero), sino que es otro tipo de estado. La hipétesis propuesta, en lugar de la identidad entre procesos mentales y procesos cerebrales, es 90 ae quel dolor, o el estado de tener dolor, es un estado funcional deun organismo tomado en su totalidad. Peropara aclarar tal hipétosis Putnam utiliza lanocién de autémata probabilistico. A su vez, la nocién de autémata probabilistico supone el concepto de maquina de Turing. Por ello, expondré brevemen- te el eoncepto de maquina de Turing y luego nos ocuparemos de la nocién de autémata probabilistico de Putnam. En 1936, el matematico y légico briténico Alan Turing (912-1954) publics un artfculo con el titulo “On Computable Numbers, with an Application to the Entscheidungsproblem”, }-.- enel que describié en términos generales cualquier computa. dor, laméndose desde entonces maquina de Turing a cual- guier computador asi descrito. Una maquina de Turing es esencialmente un dispositive de examen de una cinta poten- _. dalmente infinita; tal cinta esta dividida en euadros, que pueden tener 0 no un simbolo determinado escrito, y sélo se |; examina cada vez un cuadro de la cinta. Por otra parte, las operaciones de la maquina se reducon a las cuatro acciones siguientes: imprimir un simbolo en la cinta (Io eual supone, si ya hay un simbolo escrito, borrar este), borrar un simbolo, desplazarse un cuadroa laizquierda y, por ultimo, desplazar- se un cuadro a la derecha. Pero resulta muy importante entender que el curso de accién de la méquina esta determi- “nado por cuatro elementos: 1) el estado interno actual de la méquina, 2) el contenido del cuadro que esté examinando, 3) 1 operaci6n realizada por la méquina, y 4) el nuevo estado interno que adopta tras la operacién, Asi pues, un computa- dor, ea la descripeién general de Turing, posee estados inter- fos, que deben entenderse como la suma total de la informa- én almacenada en la maquina en un momento dado. Dicho {, sea depaso, tal concepeién deun computador recuerdala tesis ‘mentalista de los procesos psicolégicos, ya que explicitamente =. se establecen estados internos. En ‘Psychological Predicates”, Putnam propone a su vez ® nocién de autémata probabilistico. Por tal entiende una maquina de Turing con la peculiaridad de que las transiciones entre .os estados internos de la maquina pueden responder a -"miacas probabilidades en vez de ser deterministas, Un 91 automata probabilistico tiene entradas sensorisles y asimis- mo salidas motoras. Con ello, la tabla de la méquina (esto es, podemos aclarar, el conjunto de especificaciones de su exrso de accion) establece, para cualquier combinacién posible de tn estado interno y un conjunto completo de entradas senso- iales, una instruccién que determina la probabilided del siguiente estado asi como también las probabilidades de las salidasmotoras. Podemos comentar que la idea del autémata probabilistico consisteen simular” un organismecon.conduc- ta flexible; es decir, dadas ciertas entradas sensoriales y dado tun estado interno del organismo, las salidas motoras y el nuevoestado interno no estén determinados de modo‘jo, sino que responden a ciertas probabilidades. ‘Ahora bien, sigue Putnam, un sistema dado empiriea- mente puede ser al mismo tiempo la realizacién fisica de muchos diferentes autématas probabilisticos. Es decir, eabe afiadir, que podemos para un mismo sistema u organisma disefiar varios diferentes autématas probabilisticos. Por ello nuestro autor se ve obligado a introducir la nocién clave de descripciu de uu sistema. En efecto, la deseripcién de un. sistema S es cualquier enunciado verdadero que sefiala que S see distintos estados s,, 82...» 8, que estén relacionados $F entra ; entre y con lasentradas sencorialesast como con las salidas das sensoriales estén en motoras, por medio de las probabilidades de transicién entre los estados dadas en cierta tabla de méquina (esto es, el conjunto de especificaciones de su curso de accién). Puesbien, tal tabla de méquina, mencionada en la deseripcién del. sistema, ser la organizacién funcional del sistema relativaa tal deseripeidn. A su vez, un estado cualquiera s,, tal queel sistema $ esté en ese estado sn un tiempo dado, seré el estado total de S (en ese tiempo) relativo a esa deseripcién. ‘Putnam pone de relieve que conocer el estado total dein <3 sistema relativo a una descripcién envuelve conocer much acerca de cémo se comportard probablemente el sistema; dadas varias combinaciones de entradas sensoriales, pero 00 envuelve conocer la realizacién fisica de tal estado total: particular, no envuelvé conocer si tal estado es un estad fisieo-quimico del cerebro, Podemos apreciar que nuest de teorfa de la computacis te s iputacién, pod desde mo spond, qu lo importants no ance tura del sist programa que jecuta el sistema). aaa calvinegPués del andlisis de estas nociones técnica previas [p yilgmosala hip6tesisde Putnam dequeel dolores un cstedg ‘un organismo, Tal hipétesis, siguiendo anuestro la citada organizacién podemos afiadir, que el dolor es Futnam aftade i que la organizacién funcional d ‘i 7 7 se areidomuna func de preferencia(yeonell, feds Be y lic le seleccionar sori = : entradas sensorial Be acnrtot2s ya que cl autémata es probabilsten), osha, Ho debe incluir algo parecido a una logica inductiva, es dee lies wnismo debe ser capaz de aprender de la experiencia, : a ganismo debe disponer de érganos sensoriales que tal hipétesis, que identifica procesos mentales arecer vaga, es para ni gaucho menes vaga que la hipstesis matorialista, ques Y estados fisio-quimicos del esis funcionalista es para Putnam Ya que permite mas: investigacién matematica Porque conduce a cuestiones y predivcionce ‘bro. De hecho, la hij 1a hips BS plausible, erm! pnpirica y 92 93 fructiferas. Por otro lado, la hipétesis funcionalista, segin declaraciGn expresa de nuestro autor, no es incompatible con el dualismo, puesto que un sistema, si lo hubiera, compuesto de cuerpo y alma puede ser un autémata probabilistico. Fi. nalmente,y contra la tesis conductista, la conducta del organis- mo dependerd nosélo delas entradas sensoriales sino también, de su estado total, incluyendo valores, creencias, eteétera, 6. Microanilisis y andlisis fancional en Fodor Ademés de Hilary Putnam, el otro gran autor que ha propuesto el funcionalismo es Jerry Fodor, al cual ya nos referimos al discutir la psicologia popular. Las doctrinas de este autor sobre el fumcionalismo se encuentran en especial en sulibro de 1968 Psychological Explanation, en el cual centra- remos nuestro estudio. Para Fodor, el reduccionismo de las teorfas psicolégicas alas teoriasneurolégicas es bésicamente erroneo, aunque sea positivo relacionar los constructos psicolégicos con los constructos nourolégicos. El materialismo reduccivuisla se caracteriza por practicar ¢l microandlisis en cuanto opuesto al anlisis funcional. Enel andlisis reduccionista omicroandlisis la pregunta usual es “{de qué consta X?, buscando una respuesta que consista en la especificacién de la microestruc- tura de X. Por ejemplo, son cuestiones de microandlisis las preguntas “de qué consta el agua?” o bien “jde qué consta un rayo de luz?”, siendo sus respuestas respectivas en microandlisis “de dos atomos de hidrégeno unidos a uno de oxfgeno” y “de una corriente de electrones’. Contrariamente, el andlisis funcional pregunta acerea del papel que juega una parte de un mecanismo en las actividades caracteristicas de tal mecanismo considerado como un todo. Por ejemplo, una cuestién de andlisis funcional es la pregunta “qué hace el drbol de levas?” y su respuesta es “abre las valvulas, permitiendo le entrada de combustible en el cilindro, para que al hacer explosién se mueva el pistén’. Por tanto, dice Fodor, mientras el progreso del microans- lisis depende del desarrolio de poderosos instramentos de 94 Fobservacién y de métodos muy precisos de diseccién, en If cambio el andlisis funcional requiere una estimacién de los | tipos de actividad earacterfsticos de un determinadomecanis- “sno asi como de la contribucién de cada una de las partes al funcionamiento del todo. Por otro lado, el microandlisis y el ;_analisis funcional constituyen dos formas muy diferentes de establecer relaciones tanto entre las teorias cientifieas como & enize las descripciones del lenguaje ordinario, raz6n por la cual no deben confuundirse, Cuando consideramos un determi nado aparato, por ejemplo un 4rbol de levas, podemos referir- nos a su estructura fisica y, por tanto, lo entendemos como susceptible de una descomposicién en partes. Si en vez de ello “hablamos de tal aparato como un elevador de vélvulas, enton- ‘cesnos referimos a su funcién o papel, sin que interese shora {f su posible descomposicin en partes. En el primer caso hace- | mos microanslisis mientras que en el segundo caso hacemos L -andlisis funcional, re Fodor admite y defiende establecer relaciones entre los |; eonstructos psicolégicos y los constructos neurolégicos, pero entiende que se podrén evitar muchas confusiones si, al 2 interpretar los enunciados que relacionan los constructos psicoldgicos y los constructos neurolégicos, no los concebimos conto expresién de un microanélisis, sino como una forma de i. atribuir ciertas funciones psicolégicas a los correspondientes | sistemas neurolégicos. Por ejemplo, afiade nuestro autor, para algunos filésofos y psicélogos es posible seguir la trayectoria de una entrada o input a través de los sistemas neuroldgicos aferentes, contrales y eferentes sin que nos encontremos con - hada parecido a motivos, impulsos, estrategias y demésinven- ciores delas teorias psicoldgicas, Pero esto es tan erréneo como . afirmar queen la descripcién completa de un motor de combus- tion interna nunca aparecera un clevador de vélvulas. En | ambos casos se confundirian los términos propios del 5 microandlisis eon los términos propios del andlisis fancional. ; __Comentando estos puntos de vista, la identificacién entro ‘Jf Procesos mentales y procesos cerebrales, propia de la teoria " veduecionista, seria andloga a la identificacién entre elevado- resde vélvulas (quesecaracterizan funcionalmente) y érboles 95 de levas (que se caracterizan refiriéndonos a su estructura fisica). Sin embargo, no todo elevador de valvulas es un abo) de levas, ya que existen otros mecanismos que cumplen la fancién de clevar vélvalas; y andlogamente, podemos afiadir, no todo proceso mental, que se earacteriza por el rol causal o fancién que desempefia, es un proceso cerebral, puesto que, ademas del corcbro, existen otros mecanismos que cumplen fanciones mentales, como, por ejemplo, un computador al establecer la demostracién de un teorema, Keith Campbell, en el ya citado libro Body and Mind “tiempo muerto” en la discusién sobre si lam lente hum: 0 no &s una realidad exclusivamente fisiea, ened (1984), se pregunta si es legitimo negar la existencia de fancionalism como quiere el actividad mental en algo hecho de chips de silicio y alambres los cualia ocaraetores seats seal Tale problema de de cobre (es decir, en un ordenador) si puede ejecutar tan bien El propio Hilary Patna wv°S 4° Jas sensaciones. como un ser humano tareas de caleular, resolver problemas 9 enn’, 0n 8u libro Reason, Truth and diagnosticar. Para este autor, siguiendo los argumentos fun- cionalistas, lo que importa para la posesién de caracteristicas mentalesnoes de qué esta hecha una realidad sino lo que hace ye6mo lo hace. Si es la funcién lo que importa, y 1a estructura fisica (o incluso espiritual) subyacente que hace posible las funciones puede variar segtin los easos, entonces seres huma- nos, Perros, computadores y marcianos (aunque hechos de silicio) puedeu ener procesos mentales. 7. Funcionalismo y el problema de los qualia E] funcionalismo es una teoria general de los procesos mentales que ha sido ampliamente aceptada entre los filéso- fos, los psicélogos y los cientificos de inteligencia artificial. Para ¢l funcionalismo, los procesos mentales son procesos internos con un rol causal sobre la conducta, que constituyen funciones mediadoras entre entradas sensoriales y salidas motores, y que se definen independientemente de su soporte fisico. Tal concepcién de los procesos mentales resulta til tanto a psicélogos cognitivos como a los cientificos de la inteligencia artificial (siendo la psicologia de orientacién cognitiva y la inteligencia artificial las ciencias cognitivas principales). Pero ademas esta concepeién también resulta Uti] al filésofo en cuanto supone lo que podemos calificar de 96 ‘icilmente imaginable) que un individuo ve las cosas de tal nodo que las cosas azules le parecen rojas y las cosas rojas le varecen azules; sin embargo, imaginemos que tal individuo aasido.adiestrado desde suinfancia de tal manera que cuando ve rojo llama “azul” a ese color y cuando ve azul lama “rojo” 3 tal color; en estas circunstancias, las demas personas no saben de su anormalidad, ya que habla de azul y habla de rojo zomo nosotros, aunque percibe respectivamente rojo y azul contrariamente a nosotros. El problema en esta situacién, podemos comentar, os que si la sensacién de azul, pongamos por caso, se define o identifica con su funcién de sefialar la presencia de cosas azules y, por otro lado, en un sujeto que padece especiro invertido es su sensacién de rojo (y ya no de azul) la que desemperia la funcién de seftalar la presencia de cosas azules, centonces ya no podemos céracterizar las sensaciones de colo- res como estados funcionales, quedando asi refutado el funcionalismo. Dicho brevemente, la funcién no coincide con Ja cualidad porque cabe la misma funcién para distintas cualidades. Putnam resuelvela cbjecién haciendo, en este caso de los ‘qualia ocaracteres cualltativos delas sensavioues, una conce- sién a la teorfa materialista. Para él, si estos casos son realmente posibles entonees el funcionalista debe admitir que el cardcter cualitativo de una sensacién es precisamente su materializacién fisica (y no una funcién); con ello el funcionalista afirma que para este tipo especial de propieda- des psicolégicas, los qualia, la formulacién correcta esla dela teorfa de la identidad mente-cerebro. Posteriormente, en su libro Representation and Reality (1988), Putnam ha modificado su actitud funcionalista, aun- que sin sbandonarla enteramente. La novedad fundamental es que aqui nuestro autor piensa que no podemos caracterizar los procesos mentales sin referencia al ambiente y, en concre- to, sin referencia al ambiente tanto social como no-humano. La nueva forma que adopta ahora el funcionalismo es el sociofuncionalismo. Pero para ello Putnam renuncia en gran medida al mentalismo, que fue, podemos aftadir, una victoria positiva sobre el conductismo. 98 8 Inteligencia natural e inteligencia artificial 1. La cuestién de Turing Tal como hemos visto en el capitulo anterior, segtin el funcionalismo los procesos mentales son definibles indepen- dientemente de su soporte fisico o arquitectura, es decir, sin considerar lo que los informéticos denominan hardware en un ordenador. Los procesosmentales, sogiin las tesis funcionelis- tas, son andilogos (0 incluso de algéin modo equivalentes) alo que los infuriméticos llaman software en un ordenador, esto: es, al conjunto de programas ejecutables por un ordenador. Ahora bien, tal comparacién entre procesos mentales y pro- gramas de ordenador plantea la euestion de si es posibie que una maquina tenga procesos mentales ¢ incluso de si una mécuina puede “pensar”. ___ Locierto es que, atin antes del surgimiento del funciona- lismo, el matematico y légico inglés Alan Turing (del cual ya hemos hablado) se planted la cuestién de si pueden pensar las macninas, en un eélebre trabajo titulado “Computing Machi- nery and Intelligence”, publicado en la revista Mind en 1950. ‘Turing comienza este art‘culo sefialando que la cuestién de si pueden pensar las méquinas exigirfa, en principio, definir previamente los términos “maquina” y “pensar”, lo cual, podemos afiadir, seria tarea inabareable ya que podria conducir a una discusién filoséfica sin fin, A fin de evitar . definir esos términos, nuestro autor propone un juego, que - denomina juego de imitacién, el cual permite formular una 99

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