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10 aforismos sobre la esencia de la No-Dualidad

La Verdad es silenciosa, pero cuando se encuentra con preguntas sobre su verdadera


naturaleza, se ve obligada a hablar. Los aforismos de LAS CENIZAS DEL AMOR fueron
tomados de conversaciones con amigos durante un período de tres años. Estoy
profundamente agradecido a estos amigos que, a través de la intensidad de su interés
y su gran amor por la Verdad, han hecho surgir del Ser estas palabras. ~ Rupert Spira

Desde el punto de vista de la tierra, el Sol viene y va, aunque en realidad siempre está
ahí. Del mismo modo, desde el punto de vista del cuerpo y la mente, nuestra
naturaleza esencial de pura Consciencia viene y va, pero en su propia experiencia de sí
misma está eternamente presente.

Toda experiencia es iluminada, o hecha conocible, por la luz del puro Conocer. Este
Conocer impregna todo pensamiento, sentimiento, sensación y percepción,
independientemente de sus características particulares. Nosotros somos este Conocer
transparente e inmutable.

Nuestro Yo ―Consciencia luminosa, abierta y vacía― no puede ser iluminado; es ya la


luz que ilumina toda experiencia. Tampoco un yo separado puede ser iluminado,
porque cuando el yo separado confronta la luz de la Consciencia, se desvanece, al
igual que una sombra cuando es expuesta al sol.

Establecer nuestra propia identidad y seguridad en algo que aparece, evoluciona,


cambia y desaparece es la causa de la infelicidad.

El yo separado no es una entidad; es una actividad: la actividad de pensar y sentir que


nuestra naturaleza esencial de pura Consciencia comparte las limitaciones y el destino
del cuerpo y la mente.

Del mismo modo que una pantalla es íntimamente una con todas las imágenes y, al
mismo tiempo, está libre de ellas, así nuestra verdadera naturaleza del Conocer
luminoso y vacío es una con todas las experiencias y, sin embargo, al mismo tiempo,
está intrínsecamente libre de ellas.

Somos la presencia abierta, vacía y que todo lo permite de la Consciencia, en la que


aparecen y desaparecen los objetos del cuerpo, la mente y el mundo, mediante la cual
todos ellos son conocidos y, en última instancia, de la que están hechos. Tan solo date
cuenta de eso y sé conscientemente eso.

Cuando se ha soltado todo lo que se puede soltar, lo que queda es lo que deseamos
por encima de todo.
En la ignorancia, soy algo; en la comprensión, soy nada; en el amor, soy todo.

Nuestro Yo ―Consciencia luminosa y vacía― no conoce la resistencia y es, por lo


tanto, la Paz misma; no busca nada y es, por este motivo, la Felicidad misma; es
íntimamente uno con todas las apariencias y, como tal, es puro Amor.

Tomado de THE ASHES OF LOVE (SAMPLE), por Rupert Spira

LAS CENIZAS DEL AMOR

INTRODUCCIÓN

Desde el punto de vista convencional, se cree que la experiencia está compuesta por dos
elementos esenciales: un sujeto –el cuerpo mente- y un objeto –las cosas, los demás y el
mundo-. Por este motivo, podríamos llamar a esta visión de la experiencia Dualidad
Convencional, en la cual está implícita la relación sujeto-objeto.
En la Dualidad Convencional, se cree que el cuerpo-mente (el sujeto de la experiencia) conecta
con las cosas, los demás y el mundo –los objetos de la experiencia- mediante un acto de
conocer, sentir o percibir. De ese modo, se considera que el cuerpo-mente es consciente, y que
“las cosas, los demás y el mundo” son aquello de lo cual “yo” –el cuerpo mente- soy
consciente. Esta creencia es la asunción fundamental en la cual está basada nuestra cultura
mundial y es encumbrada en nuestro lenguaje con frases como “yo conozco esto y lo otro”,
“yo te quiero”, “yo veo el árbol”. En todos los casos, hay un sujeto, “yo”, que conoce, siente o
percibe un objeto –“tú” o “ello”-. De hecho, esta creencia está tan integrada en nuestra cultura
que la mayoría de la gente no lo considera en absoluto una creencia, sino que lo asume
ciegamente como una verdad absoluta.
Como un primer paso hacia la comprensión de la verdadera naturaleza de la experiencia, las
enseñanzas no duales señalan que no es el “yo”, el cuerpo-mente, el que es consciente de las
cosas, de los demás y del mundo, sino que es el “Yo-Consciencia” el que es consciente del
cuerpo y de la mente, así como de las cosas, de los demás y del mundo. De este modo, el
cuerpo y la mente son entendidos como objetos de la experiencia, no como el sujeto.
En este caso, se entiende que el sujeto o el conocedor de la experiencia no está hecho de nada
objetivo, como pudiera ser un pensamiento, una imagen, un sentimiento, una sensación o una
percepción; está simplemente presente y consciente, y por lo tanto nos referimos a él como
“Consciencia”.
Al no tener ninguna característica objetiva, se dice que el sujeto de la experiencia -pura
Consciencia- está inherentemente vacío: vacío de pensamientos, imágenes, sentimientos,
sensaciones y percepciones; transparente, sin color, sin forma, imperceptible y, en última
instancia, inconcebible; sin embargo, si queremos poder hablar o escribir sobre la naturaleza
última de la experiencia, no nos queda más remedio que hacer una concesión y concebirlo
provisionalmente.
El proceso mediante el cual descubrimos que no es el “yo” como cuerpo-mente el que es
consciente de las cosas, de los demás y del mundo, sino que es el “Yo” como Consciencia el
que es consciente del cuerpo y la mente, así como de las cosas, los demás y el mundo, es
denominado en ocasiones neti-neti: “no soy esto, no soy aquello”. No soy mis pensamientos;
soy consciente de mis pensamientos. No soy mis sentimientos; soy consciente de mis
sentimientos. No soy mis sensaciones corporales; soy consciente de mis sensaciones
corporales. No soy mis percepciones –visiones, sonidos, sabores, texturas y olores-;
soy consciente de mis percepciones.
Así, el neti-neti es un procedimiento de discriminación o exclusión, mediante el cual vamos de
la creencia de que soy “algo” –una mezcla de un cuerpo y una mente- a la comprensión de que
soy “nada” (ninguna cosa)- ningún pensamiento, imagen, sentimiento, sensación o percepción.
De este modo, la culminación del camino del neti-neti –el Camino de la Exclusión– es conocer
nuestro Yo como pura Consciencia. Sin embargo, este proceso aún no nos dice nada sobre cuál
es la naturaleza de la Consciencia, más allá de que está simplemente presente y consciente. Y
en ese sentido, no es esto lo que se ha entendido tradicionalmente por despertar o
iluminación. El despertar o iluminación no es tan solo la revelación de la presencia de la
Consciencia –aunque este sea el primer paso- sino la revelación de su naturaleza
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Para poder avanzar desde el entendimiento de que la Consciencia está presente y es


consciente a la comprensión de su verdadera naturaleza, es necesaria, en la mayoría de los
casos, una cierta exploración. Sin embargo, ¿quién o qué podría explorar o conocer la
Consciencia? Únicamente ella es consciente y, por lo tanto, es tan solo ella la que puede saber
algo sobre sí misma. Por este motivo explorar la Consciencia significa ser consciente de la
Consciencia. No obstante, para ser consciente de sí misma, la Consciencia no necesita conocer
nada nuevo; simplemente siendo ella misma, la Consciencia ya es siempre, de un modo natural
y sin esfuerzo, consciente de sí misma, de igual modo que el sol, de forma simple y natural, se
ilumina a sí mismo simplemente siendo él mismo.
Por lo tanto, investigar verdaderamente nuestra naturaleza esencial, aunque casi siempre se
inicia razonando, reflexionando y cuestionando, es, en última instancia, simplemente
permanecer conscientemente como nuestro Ser esencial de pura Consciencia. En este proceso,
la mente queda privada de su objeto y, al no tener nada en lo que enfocarse o a lo que
aferrarse, retorna de una forma natural, espontánea y sin esfuerzo a su fuente de pura
Consciencia, permaneciendo como tal de manera consciente.
Es en este permanecer como nuestra naturaleza esencial de pura Consciencia donde el
recuerdo de nuestra naturaleza ilimitada y eternamente presente comienza a surgir el
recuerdo de nuestro eterno e infinito Ser. Por supuesto, no es un recuerdo de “algo”. Sin
embargo, el término recuerdo es apropiado porque este conocimiento de nuestro propio Ser –
su conocimiento de sí mismo como esencialmente es- siempre ha estado con nosotros y, por lo
tanto, no es algo nuevo que se conozca. Tan solo estuvo aparentemente perdido, velado,
pasado por alto u olvidado.
Este recuerdo de nuestra naturaleza ilimitada y eternamente presente es designado de formas
variadas en las distintas tradiciones espirituales: despertar, iluminación, satori, liberación,
nirvana, resurrección, moksha, bodhi, rigpa, kenhso, etc. En todas estas denominaciones se
hace referencia a la misma experiencia: el abandono de la identificación con todo lo que
previamente considerábamos que era inherente y esencial en nuestro Yo. En la tradición zen
se refieren a ello como La Gran Muerte y en la religión cristiana se representa mediante la
crucifixión y la resurrección –la disolución de los límites que el pensamiento ha sobreimpuesto
en nuestro Yo y la revelación de su naturaleza eterna e ilimitada-.
Este despertar a nuestra naturaleza esencial de Consciencia ilimitada y eternamente presente
puede tener o no un efecto drástico e inmediato en el cuerpo y en la mente. De hecho, en
muchos casos, este reconocimiento puede darse de un modo tan silencioso y sosegado que
incluso puede que a la mente le pase desapercibido.
En cierta ocasión escuché una historia en la que un estudiante de un reconocido maestro zen
le preguntaba: “¿Por qué nunca hablas de tu experiencia de iluminación?”. En este punto la
esposa del maestro zen se levanta en el fondo de la sala y dice a voces: “¡Porque nunca la ha
tenido!”. Otros cuentan que el simple reconocimiento de su Ser esencial los dejó tan
desorientados que, por ejemplo, ¡se pasaron los dos años siguientes sentados en un banco del
parque acostumbrándose a él!
En cualquier caso, el reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza es tan solo una etapa
intermedia: la verdadera naturaleza de nuestro Yo –pura Consciencia- ha sido reconocida
como el sujeto eterno e infinito de toda experiencia, pero los objetos del cuerpo, la mente y el
mundo aún han de ser incorporados en esta nueva comprensión.
En esta etapa, se ha comprendido que nuestra verdadera naturaleza es la Consciencia
trascendente; la presencia testigo de la Consciencia en el trasfondo de toda experiencia; el
espacio eternamente presente e ilimitado en el que aparecen los objetos temporales y
limitados del cuerpo, la mente y el mundo, y mediante el cual son conocidos; el vacío en el que
surge la totalidad de la experiencia.
Sin embargo, desde este punto de vista, la experiencia aún consiste en un sujeto –si bien se
trata de un sujeto iluminado- y un objeto. El sujeto –la Consciencia eterna e infinita- se
equipara en ocasiones a un espacio abierto y vacío como el cielo, en el que los objetos de la
experiencia –pensamientos, imágenes, sentimientos, sensaciones corporales y percepciones-
aparecen y desaparecen como las nubes. En ese sentido, la Consciencia aún es un (algo),
aunque sea un (algo) transparente y vacío. Todavía estamos en el terreno de la dualidad –que
podríamos denominar Dualidad Iluminada- en la que un sujeto eterno e infinito parece
conocer objetos temporales y finitos.
Es en este contexto en el que la palabra Consciencia se usa en este libro: Las cenizas del amor.
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Para que la paz y la felicidad que son inherentes al conocimiento de nuestro propio Ser –su
conocimiento de sí mismo- puedan ser plenamente sentidas y vividas en todos los aspectos de
la vida, nuestra comprensión iluminada ha de incorporarse en todos los ámbitos de la
experiencia, es decir, en el modo en que pensamos, sentimos, actuamos, percibimos y nos
relacionamos.
Por lo tanto, hay una segunda etapa –el Camino de la Inclusión o Camino Tántrico- en la que el
modo en que pensamos, sentimos, actuamos y nos relacionamos se readapta gradualmente a
nuestra nueva comprensión. En este Camino de la Inclusión –o, como es denominado en la
tradición zen, El Gran Renacimiento y en la tradición cristiana, la transfiguración- descubrimos
que nuestra naturaleza esencial de pura Consciencia no está tan solo presente como testigo de
toda experiencia, sino que además constituye la mismísima sustancia o realidad de la
experiencia. Como tal, no es tan solo el trasfondo de la experiencia, sino también lo que está
presente en primer plano; no es tan solo trascendente, sino que también esinmanente.
En esta comprensión, la dualidad, es decir, la distinción entre el sujeto –la pura Consciencia- y
los objetos del cuerpo, la mente y el mundo, se ha colapsado. De hecho, ni siquiera puede
decirse que se haya colapsado, dado que para empezar nunca estuvo ahí realmente. Más bien,
se ha visto con claridad que la dualidad es y siempre ha sido completamente inexistente: en
realidad, no hay ningún yo –ya sea temporal y limitado o eternamente presente e ilimitado-
que conozca, ni tampoco ningún objeto, ser o mundo limitado que sea conocido. Lo único que
hay es puro Conocer –una totalidad íntima, continua, indivisible, eternamente presente e
ilimitada-.
Es en este sentido en el que los términos Conocer o la luz del puro Conocer se usan en Las
cenizas del amor; para describir ese sentir y conocer que toda distinción entre un sujeto
aparente y un objeto, ser o mundo aparente se ha disuelto, al contrario que los
términos Consciencia o pura Consciencia, en los que aún están presentes un sujeto aparente y
un objeto.
Y, del mismo modo que utilizamos como metáfora para la relación de la Consciencia con la
experiencia el cielo abierto y vacío, en el que los objetos del cuerpo, la mente y el mundo
flotan como nubes, para el puro Conocer, en el que no hay sujeto ni objeto, emplearemos la
metáfora de la pantalla y la imagen o película.
Sin embargo, la pantalla en esta metáfora es una pantalla consciente; está viendo o
conociendo las imágenes que en ella aparecen, y es, simultáneamente, la sustancia de la que
están hechas. De este modo, las conoce como sí misma, no como objetos o como otros.
En este caso, no existe un objeto con existencia real independiente en la pantalla que
podamos llamar (una imagen). No hay dos cosas –Advaita significa (adual, no dos)-; no hay por
un lado la pantalla y por otro la imagen; únicamente existe la pantalla. Es la pantalla la que,
vibrando y creando modulaciones de sí misma, aparece como la imagen, pero nunca se
convierte en nada diferente a sí misma.
De igual modo, el puro Conocer, vibrando dentro de sí mismo, toma la forma del pensar,
sentir, percibir, ver, oír, tocar, gustar y oler, y así, parece convertirse en una mente, un cuerpo
y un mundo, pero en realidad nunca se transforma en nada que no sea él mismo.
Por lo tanto, desde el punto de vista del puro Conocer, no hay (objetos). Tan solo hay objetos e
individuos desde el punto de vista ilusorio de uno de los personajes de la película.
El nombre común que le damos a la ausencia de distinción entre un sujeto que conoce y un
objeto, ser o mundo, que es conocido, es amor o belleza. El amor es la experiencia de que no
hay otros; la belleza es la experiencia de que no hay objetos.
De hecho, no hay palabra que pueda ser legítimamente utilizada para describir la realidad de la
experiencia, que permanece innombrable, por siempre más allá del alcance del pensamiento, y
que, sin embargo, es total y absolutamente íntima. Es por este motivo por el que, cuando se
intenta expresar esta Realidad, ¡es posible tanto no emplear ninguna palabra como utilizar
muchísimas!
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El Camino de la Exclusión –no soy esto, no soy aquello- nos lleva de la creencia (soy algo) a la
comprensión (soy nada). El Camino de la Inclusión –soy esto, soy aquello- nos lleva de la
comprensión (soy nada) a sentir y comprender que (soy todo).
El Camino de la Exclusión está basado en la discriminación; en él hacemos una distinción entre
lo que es esencial en nuestro Yo y lo que no lo es. El Camino de la Inclusión está basado en el
amor; en él se ve que todas esas distinciones no tienen existencia real, y descubrimos nuestra
intimidad innata con todos los aparentes objetos y seres. Este Camino del Amor lleva a lo que
podría denominarse Iluminación Encarnada, en la que la comprensión de la verdadera
naturaleza de Consciencia eternamente presente e ilimitada va impregnando gradualmente
todas las facetas de la vida, penetrando y saturando el cuerpo, la mente y el mundo con su luz.
Es un proceso que nunca termina.
Tomamos el Camino de la Exclusión para ir de la Dualidad Convencional a la Dualidad
Iluminada; tomamos el Camino de la Inclusión o Tántrico, el Camino del Amor o la Belleza, para
ir de la Dualidad Iluminada a la Iluminación Encarnada.
Estas tres etapas –Dualidad Convencional, Dualidad Iluminada e Iluminación Encarnada- se
encuentran en todas las grandes tradiciones espirituales y religiosas; en el cristianismo son la
crucifixión, la resurrección y la transformación; en el budismo, el samsara, después el nirvana y
por último el samsara y el nirvana como equivalentes: primero la forma, luego el vacío, y por
último la forma es vacío y el vacío es forma. Tal y como lo expresó Ramana Maharshi: “El
mundo no es real; tan solo Brahman es real; Brahman es el mundo”.
En primer lugar, descubrimos que toda experiencia aparece en y es conocida por el espacio
abierto y vacío de la Consciencia. Después, descubrimos que la Consciencia no es tan solo el
contenedor y el conocedor, sino la mismísima sustancia o realidad de toda experiencia.
A medida que la distinción entre la Consciencia y los aparentes objetos del cuerpo, la mente y
el mundo se colapsa o, dicho con más precisión, a medida que se percibe que esa distinción es
completamente inexistente, se comprende que todo lo que siempre hemos conocido, todo con
lo que alguna vez nos hemos relacionado, es únicamente el Conocer de la experiencia. De
hecho, no es tan siquiera el Conocer de (la experiencia), porque nunca encontramos una
experiencia independiente del Conocer de dicha experiencia.
Tan solo conocemos el Conocer. Sin embargo, el (nosotros) o el (yo) que conoce ese Conocer
no está separado ni es distinto de él; el Conocer no es conocido más que por sí mismo.
Todo lo que en todo momento se conoce es Conocer, y es el Conocer el que se conoce a sí
mismo.
Lo único que existe es la luz del puro Conocer.

Rupert SPIRA, Las cenizas del amor. Aforismos sobre la esencia de la no-dualidad, Sirio, Málaga

El Eterno Ahora

El descubrimiento de que la paz, la felicidad y el amor están siempre presentes en el


interior de nuestro ser y completamente disponibles a cada momento de la
experiencia en todas las circunstancias es el descubrimiento más importante que uno
puede hacer.

Normalmente nos consideramos a nosotros mismos entidades limitadas y separadas,


un cuerpo y una mente nacidos en un mundo que ya existía; pensamos que nos
movemos hacia delante en el tiempo, negociando las circunstancias en un intento de
obtener la paz, la felicidad y el amor que anhelamos, mientras envejecemos
continuamente y estamos destinados, al final, a morir.

Sin embargo, nuestra naturaleza esencial es, ella misma, puro ser, pura presencia
consciente, que ni reside en el cuerpo ni en la mente ni depende de ellos. No va ni
viene; no nació ni va a morir. Está eternamente presente ahora, y la paz, la felicidad y
el amor son su mismísima naturaleza.

En la paz y la felicidad conocemos nuestro yo como absolutamente independiente de


todas las manifestaciones aparentes del cuerpo, la mente y el mundo; así
reconocemos nuestra libertad innata. En el amor nos conocemos como íntimamente
uno con todas estas manifestaciones.

La libertad lo es respecto a estas manifestaciones aparentes; el amor tiene


lugar dentro de ellas.
Y ¿quién ha llevado a cabo este descubrimiento sobre nuestro yo? Nadie distinto de
nuestro yo. Este descubrimiento proviene de nuestra propia experiencia íntima de
nuestro yo, de su conocimiento íntimo de si mismo.

En otras palabras, el solo conocimiento de nuestro propio ser tal como es constituye
una verdad evidente por sí misma que no requiere de confirmación por parte de
ninguna otra fuente. Por supuesto, es el pensamiento el que está formulando este
descubrimiento, pero el descubrimiento mismo no proviene del pensamiento.
Las implicaciones de este descubrimiento son a la vez simples y profundas: en cada
uno de nosotros, la paz, la felicidad y el amor que son nuestra naturaleza esencial
están siempre presentes y disponibles. Es decir, aquello que verdaderamente
anhelamos en la vida está disponible a cada momento, en cualquier circunstancia, en
el sencillo conocimiento de nuestro ser tal como realmente es.
Si miramos de cerca y honestamente la gran mayoría de nuestros pensamientos y
actividades, veremos que están orientados a obtener la paz, la felicidad y el amor por
medio de la manipulación de las circunstancias o la adquisición de objetos y relaciones
en el futuro.

Esta proyección de la paz, la felicidad y el amor en un futuro imaginario vela la paz, la


felicidad y el amor que residen en el núcleo de toda experiencia.

El yo interior e imaginario se crea cuando esta paz, felicidad y amor resultan velados,
y, una vez que ha sido creado o imaginado, se ve condenado a una búsqueda
incesante; y busca, en un futuro que no existe, algo que, por definición, no puede
encontrarse allí.

Esta es la tragedia y la comedia de la condición humana.

EL ETERNO AHORA

Toda experiencia tiene lugar ahora.

El ahora es concebido normalmente como una fracción de tiempo intercalada entre


dos lapsos inacabables, el pasado y el futuro. En otras palabras, el ahora es
considerado un momento que dura un instante ―de ahí la expresión "el momento
presente"― que se mueve a lo largo de una línea de tiempo.

El ahora es sin duda conocido o experimentado. Pero ¿y el tiempo?

El tiempo es la duración entre dos eventos. Por ejemplo, aparentemente transcurren


veinticuatro horas entre el desayuno de hoy y el de mañana. Pero ¿cuál es en realidad
nuestra experiencia de esta duración? ¿Cuál es nuestra experiencia del desayuno que
hemos tomado esta mañana en este momento?
Es solamente un pensamiento o una imagen. Y el desayuno de mañana es también
solamente un pensamiento o una imagen. Todos los pensamientos e imágenes tienen
lugar ahora; nunca en un pasado o en un futuro. Esto es, no tenemos ninguna
experiencia real del desayuno de hoy o del de mañana. Experimentamos
pensamientos o imágenes del desayuno, pero estos tienen lugar ahora.

El tiempo en el cual creemos que el desayuno de hoy ha tenido lugar y el tiempo en el


cual el desayuno de mañana se cree que tendrá lugar son imaginados. Nunca son
experimentados.
Cuando tiene lugar la experiencia real del desayuno es ahora. Y cuando tiene lugar el
pensamiento sobre el desayuno también es ahora.
Así pues, lo único que conocemos verdaderamente es el ahora; en realidad nunca
conocemos el pasado o el futuro. Y si no conocemos el pasado ni el futuro, ¿cómo
podemos conocer el tiempo? ¡Es imposible!

Del mismo modo, si no conocemos el tiempo, ¿cómo sabemos que el ahora en el que
está teniendo lugar la experiencia actual no es el mismo ahora en el que tiene lugar
toda experiencia? ¿Cómo sabemos que el ahora en el que tuvimos nuestra primera
experiencia como recién nacidos no es el mismo ahora en el que están apareciendo
estas palabras?

Es tan solo un pensamiento el que nos dice que este ahora es diferente de aquel
ahora. Y dicho pensamiento está manifestándose en este momento. Sencillamente,
¡no podemos evitar el ahora! No está presente ningún otro tiempo en el que pueda
existir otro ahora.

Intenta salir del ahora e ir al pasado durante un segundo. ¿Puedes hacerlo? A


continuación, trata de ir al futuro durante otro segundo. ¿Adónde has ido?
¿Adónde puedes ir?
De hecho, si permanecemos cerca de nuestra experiencia, nos encontramos con
que este ahora es el único ahora que siempre tiene lugar. Es un ahora eterno.
Este ahora no va a ningún lugar en el tiempo. No existe ningún tiempo en el que
pueda viajar hacia delante ni hacia atrás. Y es que el ahora no es un momento en el
tiempo. No tiene nada que ver con el tiempo. No está hecho de tiempo.

¿De qué está hecho el ahora? El ahora está siempre presente y por lo tanto solo puede
estar hecho de algo que esté también siempre presente. Y ¿qué es lo que, en nuestra
experiencia, está siempre presente? ¿La mente, el cuerpo, el mundo? No; ¡solo
nuestro yo!

El ahora es nuestro yo. No estamos presentes en el ahora. Somos el ahora. El ahora no


es un contenedor que comprende nuestro yo junto con todo lo demás. Es nuestro yo,
nuestra eterna presencia.

Fuente: Rupert Spira. PRESENCIA, El arte de la paz y la felicidad (Sirio, 2014)

Meditación es lo que somos, no lo que hacemos

Me gustaría decir algo sobre la meditación.

Normalmente nos consideramos a nosotros mismos como una colección de


pensamientos, sentimientos y sensaciones: yo, el yo separado, que vive en el interior
del cuerpo-mente, y está hecho del cuerpo-mente.
Y la meditación es normalmente considerada como una actividad en la que yo, este
cuerpo-mente, se compromete a fin de lograr algún tipo de objetivo, sea cual sea ese
objetivo: la iluminación, la quietud, la paz, la liberación.

En otras palabras, desde ese punto de vista, se cree que el yo separado es lo


que somos y la meditación se considera como una actividad que hacemos.
Sin embargo, en este enfoque, la meditación se entiende diferente. Aquí, la
meditación se entiende que es lo que esencialmente somos, y el yo separado se
entiende que es una actividad que el pensamiento hace de vez en cuando.
No estoy sugiriendo que estos tipos convencionales de meditación no tengan sus usos;
por supuesto que sí. Pero no es lo que se entiende aquí como meditación. La
meditación, tal como se entiende en este enfoque, no es ningún tipo de actividad.

La meditación es lo que somos, no lo que hacemos.


En este enfoque, la meditación no tiene nada que ver con una actividad o cese de
actividad de la mente: enfocarla, observarla, disciplinarla o aquietarla, u observar la
respiración. Eso no es lo que se entiende aquí por meditación.

La meditación, en este enfoque, es simplemente ser, simplemente ser la presencia de


la Conciencia, simplemente ser eso que está consciente.
Somos conscientes ahora mismo de nuestra experiencia. Somos conscientes de estas
palabras; somos conscientes de nuestros pensamientos y sentimientos, sean las que
sean. Somos conscientes de las vistas o sonidos que están presentes en nuestra
habitación, de las sensaciones de hormigueo del cuerpo. Somos conscientes sin
esfuerzo de todo este flujo de experiencia. Y nosotros no tenemos que hacer el menor
esfuerzo para ser eso que conoce o es consciente de nuestra experiencia.
La meditación es simplemente tener conocimiento de este uno, el uno que es
consciente de nuestra experiencia.
Éste uno es a veces llamado "Awareness" [Conciencia]. El sufijo "-ness" significa "la
presencia de" [y Aware = consciente] así que la palabra "Awareness" [Conciencia]
significa simplemente "la presencia de eso que es consciente".

Por lo tanto, asegúrate de que cuando se utiliza esta palabra "Awareness"


[Conciencia], no se refiere a alguna idea abstracta o extraordinaria de algo que no
conocemos o no estamos familiarizados. Simplemente se refiere a lo que
naturalmente, esencialmente somos, a eso que conoce o es consciente de nuestra
experiencia, sea la que sea, como conocer nuestros pensamientos, conocer estas
palabras, conocer los sonidos o vistas que están presentes en este momento... Sea lo
que sea que es conocido o experimentado en cualquier momento es conocido por "ti".
"Tú" eres eso que es consciente de tu experiencia. Eso es llamado "Yo", "Conciencia",
"Presencia consciente".
La meditación es sólo tener conocimiento de eso. Todos los siete mil millones de
nosotros somos eso, pero no todos se dan cuenta de ello. Es por eso que decimos que
es tener conocimiento de eso.
La mayoría de nosotros es inconsciente de eso; no nos damos cuenta de que
esencialmente somos la Conciencia con la que nuestra experiencia es conocida.
Hemos pasado por alto esta simple Presencia consciente que es nuestro Yo esencial, y
en cambio nos hemos imaginado a nosotros mismos como un conjunto de
pensamientos y sentimientos.

En este enfoque, simplemente notamos que ya y siempre somos lo que sea eso que
conoce o es consciente de nuestra experiencia. Sería imposible ser algo distinto que
eso.

Sólo intenta ser algo distinto de eso que es consciente de nuestra experiencia. Trata
de no ser eso. Es imposible.
Así que la meditación es la cosa más fácil del mundo; es aún más fácil que respirar.
Incluso la respiración requiere una ligera contracción de algunos músculos. Para ser, o
conocerse a uno mismo como esta Presencia consciente, es aún más fácil que eso.

No se requiere absolutamente nada de la mente para ser consciente de esta


Presencia. Esto no significa que la mente deba ser rechazada; puede permanecer tal
como es.

Algunas mentes pueden ser relativamente tranquilas, otras pueden estar haciendo
comentarios sobre lo que se dice aquí, o pensando en otros asuntos. Todo tipo de
pensamientos pueden estar pasando. No importa lo que esté pasando por nuestra
mente. Dale a la mente total libertad para ir donde quiera, cuando quiera y pensar en
lo que quiera.

La meditación no tiene nada que ver con lo que está o no está teniendo lugar en la
mente. Dale a la mente total libertad para hacer lo que sea que ha sido condicionada
para hacer. No hay nadie personalmente responsable de la actividad de la mente. De
hecho, todo el universo conspira para que cada acontecimiento tenga lugar. Es decir,
cada pensamiento, cada sentimiento, cada acción, cada viento que se mueve, cada
mariposa que vuela, todo en el universo entero, está involucrado en el más mínimo
pensamiento o sentimiento. Así que el universo es responsable de nuestros
pensamientos.

Si vamos a tener en cuenta nuestros pensamientos, tenemos que tener en cuenta al


universo entero. Deja en paz a los pensamientos.

Sé consciente, sin esfuerzo, de eso que es consciente de nuestros pensamientos. Date


cuenta que eres eso, y simplemente sé consciente de ello. Conócete a ti mismo como
eso. Y no limites la Conciencia a los pensamientos; incluidos los sentimientos. Puede
no haber sentimientos presentes o puede haber sentimientos de tristeza, vergüenza,
culpa, miedo, insuficiencia, carencia, etc. Deja que cualquier sentimiento presente sea
simplemente como es.
Y del mismo modo, asegúrate de que las sensaciones corporales son incluidas. Deja
que el hormigueo, el cúmulo de sensaciones amorfas llamada "el cuerpo" sea
exactamente como es. Si el cuerpo está incómodo, deja que se mueva.

La meditación no tiene nada que ver con sentarse en una postura fija, inmóvil,
soportando el dolor en las rodillas o la espalda, con la esperanza de que vamos a ganar
algo con ello. Sé natural con el cuerpo: si está incómodo, deja que se mueva.

Y asegúrate de que el mundo está incluido. Y por el "mundo", nos referimos a las
vistas, sonidos, sabores, texturas y olores. Son todo lo que conocemos de un mundo.
Deja que todo sea incluido. No tenemos que tratar de incluir todo ― eso sería una
actividad de la mente. Sólo ve que "yo", la Conciencia, estoy totalmente abierto en
todas direcciones a lo que aparece. Simplemente sé consciente de esta amplia
apertura de la Presencia consciente.

Observa que esta presencia no está involucrada con ninguna apariencia particular.
Simplemente permite que toda apariencia sea como es, sin involucrarse en ella, al
igual que la pantalla permite que cada imagen de una película sea como es, sin
involucrarse en ella.

Nosotros no tenemos que hacer que esto suceda; sólo date cuenta de que eso ya es
así. Yo, eso que es consciente de nuestra experiencia, soy íntimamente uno con cada
experiencia y, al mismo tiempo, estoy completamente no involucrado con ella.

No tenemos que trabajar durante décadas tratando de desapegarnos. Yo, este


conocer o Presencia consciente, ya estoy desapegado de todas las apariencias y, al
mismo tiempo, soy íntimamente uno con ellas, al igual que la pantalla no está apegada
a la imagen, pero, al mismo tiempo, es íntimamente una con ella. Así que esto no
tiene nada que ver con estar en segundo plano como un testigo a distancia, y
mantener la mente, el cuerpo y el mundo a distancia.

Lo que sea que es consciente de nuestra experiencia es íntimamente uno con ella ―
impregna toda experiencia y, al mismo tiempo, está libre de ella. La pantalla impregna
la imagen, es una con la imagen, y, sin embargo, al mismo tiempo, es independiente
de ella. No es manchada, dañada, herida, alterada, cambiada, movida o destruida por
la imagen.

De la misma manera, yo, está vacía Presencia consciente, impregno toda experiencia,
pero nunca soy dañado por ella, nunca soy manchado por ella, nunca soy herido por
ella. No tenemos que defendernos de ninguna experiencia. Sólo nos defenderíamos de
una experiencia particular si pensamos que nos puede hacer daño. No me estoy
refiriendo a un daño físico al cuerpo; es natural cuidar del cuerpo. Estoy hablando del
sufrimiento psicológico.
No me sigas con tus pensamientos; sígueme en tu experiencia; comprueba lo que se
está diciendo en tu experiencia actual. Ve claramente que lo que esencialmente
somos, lo que está consciente de nuestra experiencia, es íntimamente uno con ella, y,
al mismo tiempo, está libre de ella.

No es posible encontrar esta presencia de Conciencia o conocerla como un objeto.


Para empezar, podemos tratar de encontrarla o conocerla de la misma manera como
encontramos o conocemos un pensamiento, sentimiento, sensación o percepción.
Pero no puede ser encontrada como ningún tipo de objeto; la única manera de
conocerla es ser ella. La Conciencia se conoce a sí misma, simplemente siendo ella
misma.

Es por eso que nuestro Ser, la Conciencia, a veces se dice que es "nada", no una cosa,
no un objeto, no un pensamiento, sentimiento, sensación o percepción. A veces se
dice que es vacía, transparente o vacua. Estas palabras son para evocar la realización
experiencial de que lo que esencialmente somos no se puede encontrar, sentir,
conocer, ver o experimentar como cualquier tipo de objeto, por muy sutil que sea, ni
siquiera la sutil sensación de ser.

Al mismo tiempo, cuando aparece la experiencia ―es decir, cuando el pensar, sentir o
percibir aparece― es completamente impregnada por el conocer de la misma. Todo lo
que hay de un pensamiento es la experiencia del pensar, y todo lo que hay del pensar
es el conocer del mismo. Ese Conocer es esta Conciencia transparente, vacía, que es
nuestro Ser, esta no-cosa.

Esta "no-cosa" vacía, consciente, toma la forma de la experiencia del pensar, al igual
que la pantalla vacía toma la forma de la plenitud de la imagen.

La plenitud de la imagen está hecha de la vacuidad de la pantalla. La plenitud de la


experiencia ―pensar, sentir y percibir― está hecha de la vacuidad del Conocer puro,
de la Conciencia pura.

Somos esta vacía Presencia de conocer. Todo lo que hay de un pensamiento,


sensación o percepción es el conocer del mismo, la experiencia de él, y eso es lo que
somos.

Así que esta "nada" vacía resulta ser la plenitud de todo. No somos simplemente una
nada vacía, una "no-cosi-dad" vacía. Somos eso, pero eso es la sustancia, la realidad, la
materia de la que está hecha toda experiencia. Como tal, somos todo.

Dondequiera que miremos, encontramos sólo nuestro Ser. Si miramos a nuestro


alrededor en el mundo exterior, lo único que encontramos es la experiencia de ver, y
la única sustancia presente en la experiencia de ver es el conocer de ella. Ese puro
Conocer es nuestro Ser.
Es sólo un pensamiento abstracto el que separa a un veedor "aquí dentro", en el
cuerpo, de lo visto "ahí fuera", en el llamado mundo. Con ese único pensamiento, el
yo interior y el mundo exterior vienen a la existencia aparente.

Pero la experiencia no está compuesta de estos dos ingredientes esenciales, un sujeto,


"yo", en el interior, y un objeto, llamado el "mundo" o el "otro", en el exterior. Son
sólo una abstracción que el pensamiento superpone sobre la realidad y la intimidad de
toda experiencia.

La experiencia en sí es mucho más íntima que eso. No se compone de dos partes ―


"a-dvaita", no-dos. Localízate en ninguna parte; encuéntrate en todas partes.

El yo separado ―el yo separado imaginario― está hecho del pensamiento que se


imagina que yo, Conciencia, la luz del puro Conocer, estoy ubicado en y limitado a este
pequeño cuerpo-mente. Sólo con esa creencia, un yo separado viene a la existencia
aparente, y es en nombre de este imaginario yo que la mayoría de nosotros dirigimos
nuestras vidas, pensamos, sentimos, actuamos y nos relacionamos en nombre de un
yo que no existe.

La experiencia de la infelicidad es la señal que proviene de la inteligencia del cuerpo-


mente para indicar que hemos cometido un error, que nos hemos confundido a
nosotros mismos por un cúmulo de pensamientos y sentimientos situados en y como
un cuerpo-mente.

El sufrimiento es para la mente lo que el dolor es para el cuerpo, una señal de que
algo necesita atención, un mensaje de que hemos confundido nuestro Ser por un
cúmulo de pensamientos y sentimientos. En otras palabras, el sufrimiento no está aquí
para frustrarnos; no es un castigo. Por el contrario, está aquí para ayudarnos. Es una
llamada de atención.

Para empezar, se trata de una llamada benévola, pero con el tiempo se vuelve más y
más severa. Sin embargo, independientemente de su intensidad, la llamada de
atención siempre está diciendo lo mismo: nos hemos confundido a nosotros mismos
por un cúmulo de pensamientos y sentimientos; hemos pasado por alto u olvidado lo
que realmente somos.

El yo separado no es lo que somos; es una actividad del pensar y del sentir. La


meditación no es lo que hacemos; es lo que somos: simplemente ser consciente de
esta abierta, vacía, Presencia consciente, y encontrar esta Presencia en el corazón de
toda experiencia, íntimamente uno con ella y sin embargo, al mismo tiempo, in-
dañable, indestructible, totalmente libre.
Gracias.
Rupert Spira,
Del capítulo 2 del libro THE LIGHT OF PURE KNOWING.
La Presencia Inmutable

Hay algo presente que está experimentando la situación actual. No sabemos qué es
ese algo, sin embargo sabemos con certeza que está presente, que es consciente.

Sabemos que no es la mente, el cuerpo o el mundo, porque la mente, el cuerpo y el


mundo son parte de la situación actual que está siendo experimentada.

La mente, el cuerpo y el mundo aparecen a esta presencia-testigo de la Consciencia.


Si tratamos de encontrar a esta Consciencia, si dirigimos nuestra atención hacia ella,
no podemos verla ni encontrarla, ya que no tiene ninguna cualidad objetiva.

Si tuviera cualidades objetivas, estas cualidades serían parte de la situación actual que
está siendo experimentada. Serían experimentadas por esta presencia-testigo de la
Consciencia. Aparecerían a la Consciencia, junto con todos los demás objetos.
Al mismo tiempo, tenemos la experiencia directa de que esta presencia-testigo de la
Consciencia está indudablemente presente. Es nuestro Ser más íntimo.

Es lo que sabemos que somos. Es lo que llamamos "Yo".

La situación actual está cambiando todo el tiempo. Incluso si los cambios son mínimos,
sin embargo a cada momento se nos presenta con una configuración diferente de
mente, cuerpo y/o mundo.

Sin embargo, esta presencia-testigo consciente, este "Yo" nunca cambia. Siempre está
simplemente presente, abierta, disponible, despierta.

Debido a la asociación accidental y exclusiva de la Consciencia con el cuerpo y la


mente, tendemos a pensar que cualquier cambio en el cuerpo y la mente implica un
cambio en la Consciencia.

Sin embargo, si nos fijamos bien en nuestra experiencia, vemos claramente que nunca
hemos experimentado ningún cambio en la Consciencia misma.

Si miramos atrás en nuestra vida, vemos que esta Presencia consciente ha sido
siempre tal y como es ahora. Nunca ha cambiado, se ha movido, aparecido o
desaparecido.
La primera experiencia que hemos tenido cuando éramos un bebé recién nacido fue
experimentada por esta presencia-testigo de la Consciencia. La Consciencia estaba
presente para atestiguar esta primera experiencia, pero ¿alguna vez hemos
experimentado la aparición de la Consciencia?
Si la aparición de la Consciencia fuera una experiencia tendría que haber otra
Consciencia presente para atestiguar esta apariencia. Y si la aparición de la
Consciencia nunca se ha experimentado, ¿qué validez hay en la afirmación de que la
Consciencia aparece, que tiene un principio, que ha nacido?
Del mismo modo ¿hemos experimentado alguna vez un final de la Consciencia? Si
hemos experimentado la desaparición de la Consciencia, tendría que haber otra
Consciencia presente para atestiguar esta desaparición. Y esta "nueva" Consciencia,
que atestigua la desaparición de la "vieja" Consciencia, tendría que estar presente
durante y después de su desaparición, con el fin de hacer la afirmación legítima de
que ha sido testigo de su desaparición.

Por lo tanto, no podemos afirmar que alguna vez hemos tenido la experiencia de la
desaparición de la Consciencia, y por lo tanto ¿qué validez hay de nuestra convicción
de que nosotros, como Consciencia, morimos?

Nosotros experimentamos un comienzo y un final de todos los objetos, pero nunca


experimentamos un comienzo o un final de la Consciencia, de nuestro Ser.

Podemos pensar que la Consciencia desaparece cuando nos quedamos dormidos y


reaparece al despertar, pero esto no es realmente nuestra experiencia. Es una
creencia sin investigar.

Sin embargo, es una creencia que se ha arraigado tan profundamente y se ha


convertido en una parte tan importante de la norma aceptada, que verdaderamente
creemos que experimentamos la desaparición de la Consciencia cuando nos
quedamos dormidos.

Mientras nos quedamos dormimos lo primero que experimentamos es la retirada de


los sentidos de percepción o, más exactamente, las facultades de percibir y de sentir.
Con la desaparición de la facultad de percibir, el mundo desaparece de nuestra
experiencia y con la desaparición de la facultad de sentir, el cuerpo desaparece de
nuestra experiencia, quedando sólo el pensar y el imaginar. Este es el estado del
sueño (soñar).

Las funciones de pensar e imaginar son a su vez retiradas y, como consecuencia, el


estado del sueño da paso al sueño profundo.

En el sueño profundo la Consciencia simplemente permanece como siempre es,


abierta y consciente, sólo que no hay objetos presentes dentro de ella.

La Consciencia proyecta la apariencia de la mente, el cuerpo y el mundo, adoptando la


forma del pensar, sentir y percibir.
El proceso de quedarse dormido no tiene que ver con una entidad separada que pasa
a través de varios estados. Es simplemente la retirada de esta proyección.

Debido al hecho de que hemos identificado tan íntima y exclusivamente la Consciencia


con el cuerpo y la mente, suponemos que la ausencia de la mente y del cuerpo
durante la experiencia del sueño profundo implica una ausencia de la Consciencia.

Sin embargo, eso no es más que la interpretación de la mente de una experiencia en la


que no estuvo presente. Se trata de una presunción basada en una presunción.

Es una presunción que la Consciencia está en Realidad exclusivamente identificada


con el cuerpo y la mente, y esto a su vez da lugar a otra presunción de que la
Consciencia desaparece cuando el cuerpo y la mente desaparecen al dormir y, en
consecuencia, cuando el cuerpo muere.

Esta no es nuestra experiencia en el primer caso y no hay evidencia para sugerir que
será nuestra experiencia en el segundo.

Hay evidencia de que la capacidad de sentir desaparece con la muerte, pero no de que
la Consciencia desaparezca.

Después de un período de sueño profundo, la Consciencia que estaba presente allí


adopta la forma del pensar e imaginar y, en consecuencia, vuelve a aparecer el estado
del sueño.

Y a su vez, después de un período del sueño, la Consciencia adopta la forma del sentir
y percibir y, como resultado, el cuerpo y el mundo son recreados, es decir, el estado
de vigilia reaparece.

Si miramos el sueño profundo desde el punto de vista del estado de vigilia, parece
haber durado un periodo de tiempo determinado, de la misma manera que los
objetos que aparecen en los estados del sueño y de vigilia parecen durar cierto
período de tiempo.

El tiempo es la duración imaginaria entre una apariencia y otra. No hay apariencias


durante el sueño profundo y por lo tanto el tiempo no está presente allí.

En realidad el tiempo ni siquiera está presente en los estados del sueño y de vigilia,
pero al menos la ilusión del tiempo está presente en estos estados. En el sueño
profundo ni siquiera la ilusión del tiempo está presente.
El tiempo, en los estados de vigilia y del sueño, es una ilusión. En el sueño profundo,
es una presunción.

El lenguaje del estado de vigilia se basa en objetos y el tiempo, y por lo tanto, cuando
vemos el sueño sin sueños, desde el punto de vista del estado de vigilia, creemos que
debe haber durado un tiempo determinado, porque la mente no puede imaginar la
intemporalidad.
La mente interpreta que el tiempo que imagina como real es una experiencia real. Se
imagina que el tiempo está presente en la ausencia de la mente, en la ausencia de sí
misma, y por lo tanto, se imagina que el sueño profundo tiene duración. El sueño
profundo es por tanto considerado como un estado.
Sin embargo, despojado de duración, el sueño profundo es en realidad la presencia
intemporal de la Consciencia que está más allá, detrás y dentro de todos los estados y,
a pesar de que da origen a la apariencia del tiempo, ella misma no está en el tiempo.
Nuestra experiencia es que el sueño profundo es simplemente la presencia intemporal
de la Consciencia que no aparece o desaparece.

¿Eso que está presente durante el sueño profundo, o más bien, eso que está
presente como el sueño profundo, desaparece cuando el mundo del sueño aparece?
¡No! El mundo del sueño simplemente surge dentro del sueño profundo, es decir,
dentro de esta Consciencia intemporal.
¿Eso que está presente como el sueño profundo desaparece cuando el mundo del
estado de vigilia aparece?
¡No! El mundo de la vigilia simplemente surge dentro del sueño profundo, dentro de
esta Consciencia intemporal.
La transición desde el sueño profundo al sueño y a la vigilia es constante, sin fisuras.
En realidad, no es una transición en absoluto. Se supone que es una transición sólo
desde el punto de vista del estado de vigilia, donde una entidad separada parece
transitar de un estado a otro.

Sin embargo, desde el punto de vista de la Consciencia no hay transición, no es más


que un flujo de apariencias cambiantes, y a veces no hay apariencias en absoluto, en
su propia omnipresente Realidad.

Eso que es el sueño profundo, la Presencia intemporal, no desaparece para que los
mundos del sueño y la vigilia aparezcan. Simplemente permanece como siempre es y,
al mismo tiempo, adopta la forma de los mundos del sueño y la vigilia.
En ningún momento de este proceso ninguna entidad separada se duerme o transita
de un estado a otro.

Nadie se duerme y nadie se despierta.

Cuando se ve desde la perspectiva del estado de vigilia, el sueño profundo es un


estado. Cuando se ve desde su propia perspectiva, es la Presencia intemporal.

Fuente: Advaita Vision

La Transparencia de las Cosas


Contemplando la Naturaleza de la Experiencia
)
Este libro es una recopilación de algunas meditaciones y conversaciones acerca de la
naturaleza de la experiencia. Su único propósito, si es que puede decirse que hay
alguno, es ver de manera clara y simple lo que es la experiencia.

Las formulaciones convencionales de nuestra experiencia se consideran, en la mayoría


de los casos, como absolutamente verdaderas, de tal forma que se asume que no
necesitan ser investigadas más allá. Aquí, lo opuesto es el caso. Absolutamente nada
es dado por sentado, salvo las convenciones del lenguaje que nos permiten
comunicarnos.

Desde muy pequeños se nos enseñó a formular nuestra experiencia en formas que
parecían expresarla y validarla y esas expresiones, subsecuentemente, condicionaron
la forma en que el mundo aparecía.

"David ama a Jane", "Tim vio el autobús". Nuestras primeras formulaciones dividieron
la experiencia en "yo" y "los demás", en "yo" y "el mundo", en un sujeto
experimentando un objeto. Desde entonces, nuestra experiencia parece hacer válidas
ese tipo de formulaciones.

Sin embargo, en determinado momento, empezamos a caer en la cuenta de que esas


formulaciones no expresan nuestra experiencia, más bien, la condicionan.
Este libro no aborda las cualidades particulares de la experiencia en sí. Explora
solamente su naturaleza fundamental. ¿Qué es ese "yo"? ¿Qué es ese "otro", ese
"mundo"? ¿Y qué es ese "experimentar" que parece unir a esos dos?

El descubrimiento esencial de todas las grandes tradiciones espirituales es la identidad


de la Consciencia y de la Realidad, el descubrimiento de que la naturaleza básica de
cada uno de nosotros es idéntica a la naturaleza básica del universo.

Esto ha sido expresado de diversas maneras. "Atman equivale a Brahman", "Yo y mi


Padre somos Uno". "Nirvana equivale a Samsara". "El Vacío es la Forma". "Yo soy Eso".
"La Consciencia es Todo". "No hay dos cosas". "Sat Chit Ananda".

Toda tradición espiritual tiene sus propios medios para llegar a este entendimiento, el
cual no es sólo un entendimiento intelectual, sino más bien un Saber Interior que se
encuentra más allá de la mente. Y dentro de cada tradición hay tantas variantes de
enfoque como alumnos.

Este libro explora qué es realmente lo que se experimenta. "¿Cuál es la naturaleza de


nuestra experiencia en este momento?" es la pregunta que se plantea una y otra vez.

Sin embargo, este no es un tratado filosófico. Es una colección de meditaciones y


conversaciones en donde ciertas ideas centrales se exploran una y otra vez, cada vez
desde un ángulo un poco diferente, y por esta razón se da un elemento inevitable de
repetición.
De alguna forma, este libro está escrito como una pieza musical en donde un mismo
tema es explorado, cuestionado, modulado y replanteado. De este modo, cada vez
que se retoma el tema central, éste, con suerte, ha ganado profundidad y resonancia
debido a la meditación a la que fue sometido.

El significado de las palabras no son las palabras mismas. Su significado se encuentra


en la meditación de donde surgieron y hacia lo que apuntan. El texto, por lo tanto, es
expuesto con mucho espacio con el fin de propiciar un enfoque de meditación.

Dicho esto, las conclusiones a las que se llegan sólo están destinadas a desarraigar las
viejas, convencionales y duales formulaciones que se enquistaron tan profundamente
en la forma en como aparentemente nos experimentamos a nosotros mismos y al
mundo.

Una vez que estas formulaciones sean desarraigadas, no necesitarán ser abandonadas.
Pueden seguir siendo utilizadas como ideas provisionales que tienen una función en
ciertos aspectos de la vida.

Las nuevas formulaciones serán, quizás, expresiones de nuestra experiencia, más


cercanas o más precisas que las viejas, sin embargo, su propósito no es reemplazar las
viejas verdades con nuevas verdades.

Éstas simplemente nos conducen a un No-saber abierto, que puede ser formulado de
momento a momento en respuesta a una situación dada, incluyendo el
cuestionamiento acerca de la naturaleza de la experiencia.

Hay muchas maneras de abordar este No-saber, y el desmantelamiento de nuestras


falsas verdades a través de la investigación es sólo una de ellas y es ofrecida aquí.

Si dirigimos ahora nuestra atención al papel en blanco en donde están escritas estas
palabras, experimentaríamos la misteriosa sensación de hacernos, repentinamente,
conscientes de algo que de manera simultánea es tan obvio que no necesitaría ni
siquiera mencionarse. Y aun así, en el momento que se señala el papel, parece que
experimentamos algo nuevo.

Tenemos la extrañamente familiar experiencia de hacernos conscientes de algo que,


de hecho, ya estábamos conscientes. Nos hacemos conscientes de que estamos
conscientes del papel.

El papel no es una nueva experiencia que se crea debido a este señalamiento. Sin
embargo, nuestra consciencia del papel parece ser una nueva experiencia.
Ahora, ¿qué hay de la conciencia (presencia consciente) misma, que está consciente
del papel? ¿Acaso no está siempre presente detrás y dentro de cada experiencia, así
como el papel está presente detrás y dentro de las palabras de esta página?
Y cuando nuestra atención se dirige a ella, ¿acaso no tenemos la misma sensación
extraña de habernos hecho conscientes de algo que, de hecho, siempre lo estuvimos,
pero que no lo habíamos advertido?

¿No es esta presencia consciente el más íntimo y obvio hecho de nuestra experiencia,
esencial para, y aun así, independiente de las cualidades particulares de cada
experiencia, en la misma forma en que el papel es el hecho más obvio de esta página,
esencial para, y a la vez independiente de cada palabra?

¿No es esta presencia consciente el soporte y la sustancia de cada experiencia en la


misma forma en que el papel es el soporte y la sustancia de cada palabra?

¿Acaso es necesario agregar algo nuevo a esta página para poder ver el papel? ¿Se
necesita agregar algo nuevo a esta experiencia presente con el fin de volvernos
conscientes de la consciencia presente que es su soporte y sustancia?

Cuando volvemos a las palabras, después de haber puesto atención en el papel,


¿perdemos de vista el papel? ¿Acaso ahora no vemos a ambos, a esos aparentes dos
elementos, simultáneamente como uno? Y, ¿acaso no los estábamos ya
experimentando siempre como uno sólo, sin habernos dado cuenta?

De la misma forma, habiendo notado la presencia consciente detrás y dentro de cada


experiencia, ¿perdemos de vista esa consciencia cuando volvemos a centrar nuestra
atención hacia el aspecto objetivo de la experiencia? ¿Acaso no vemos ahora los dos
aspectos, los aparentes dos, la Presencia Consciente y su objeto, simultáneamente
como uno? ¿Y acaso no siempre ha sido así?

¿Las palabras, por sí mismas, afectan al papel? ¿Al papel le importa lo que se diga con
esas palabras? ¿El contenido de cada experiencia afecta la presencia consciente en
donde ésta aparece?

De hecho, cada palabra de esta página está hecha sólo de papel. Éstas sólo expresan la
naturaleza del papel, aunque se encuentre describiendo a la luna.

Cada experiencia sólo expresa la Presencia Consciente o la Consciencia, aunque la


experiencia, en sí misma, sea infinitamente variada.

La Presencia Consciente o Consciencia es ese No-saber abierto en donde cada


experiencia es escrita.

Es tan obvia, que pocas veces se advierte.

Es tan cercana, que no puede ser conocida como un objeto y, sin embargo, siempre es
conocida.

Es tan íntima, que cada experiencia, independientemente de lo insignificante o


importante que sea, está profundamente saturada y permeada con su presencia.
Es tan amorosa, que todas las cosas posibles de imaginar están contenidas dentro de
ella, incondicionalmente.

Está tan abierta, que recibe todo en sí misma.

Es tan espaciosa e ilimitada, que todo está contenido dentro de ella.

Es tan presente, que todas y cada una de las experiencias vibran con su misma
sustancia.

Este No-saber abierto es la fuente, la sustancia y el destino de toda experiencia que se


señale aquí, una y otra y otra vez.

Rupert Spira,
Octubre del 2008.

(Traducción de Tarsila Murguía)

Fuente: Rupert Spira, THE TRANSPARENCY OF THINGS

El Jardín de lo Desconocido

Los conceptos abstractos de la mente no tienen la capacidad de aprehender la


Realidad, sin embargo, son una expresión de ésta.

La dualidad, la polaridad sujeto/objeto, es inherente a los conceptos de la mente. Por


ejemplo, cuando hablamos del "cuerpo", nos referimos a un objeto, que a su vez
implica un sujeto. Si examinamos este objeto, descubrimos que es algo no-existente
como tal y que, de hecho, es sólo una "percepción".

Sin embargo, una "percepción" sigue siendo un objeto y un examen más profundo nos
revela que está hecha de "sensaciones", de "sustancia mental", en lugar de algo físico.

Sin embargo, se ha descubierto que, a su vez, esas "sensaciones" están hechas de


"conocimiento". Y si examinamos el "conocimiento" encontramos que está hecho de
Consciencia.

Si exploramos la Consciencia, encontramos que no tiene cualidades objetivas. Y aun


así, es lo que en lo más íntimo, conocemos que somos. Es a lo que nos referimos con
el "yo".

Y si exploramos el "yo" encontramos que está hecho de...

Los conceptos abstractos de la mente se colapsan aquí. No pueden ir más allá. No


existe ningún nombre adecuado para eso en lo que la mente se disuelve. Todo esto
nos lleva a la mayor simplicidad de la experiencia directa.
Esta des-objetivización es el proceso de la aparente involución a través de la cual Eso-
Que-No-Puede-Ser-Nombrado retira su proyección de la mente, del cuerpo y del
mundo, y redescubre que es la única sustancia de la impecable totalidad de la
experiencia.

Entonces, Eso-Que-No-Puede-Ser-Nombrado, el Vacío Absoluto, en donde la mente


colapsa, se proyecta de nuevo, dentro de sí mismo, a través del mismo camino de
aparente objetivación, para recrear la apariencia de mente, cuerpo y mundo.

Eso-Que-No-Puede-Ser-Nombrado, y a lo que a veces llamamos "yo", Consciencia, Ser,


Cognición, toma la forma de pensamiento, de sensación o de percepción con el fin de
aparecer como la mente, el cuerpo o el mundo.

Este es el proceso de evolución aparente a través del cual Eso-Que-No-Puede-Ser-


Nombrado da nacimiento a una mente, a un cuerpo y a un mundo, sin haber tenido
que convertirse en algo diferente a sí mismo.

Este proceso de evolución e involución es la danza de la Unidad, es Eso-Que-No-


Puede-Ser-Nombrado tomado una forma y disolviéndose, vibrando en cada matiz de
experiencia y disolviéndose en sí mismo, transparente, abierto, vacío y luminoso.

La mente intenta describir las modulaciones de este vacío manifestándose como la


totalidad de la experiencia y esta totalidad se reconoce a sí misma como el vacío,
sabiendo todo el tiempo que es en vano.

La mente describe los nombres y las formas a través de lo que Eso-Que-No-Puede-Ser-


Nombrado refracta con el fin de aparecer como dos, como muchos, para que la
Consciencia/Ser aparezca como Consciencia y Ser.

Y a través de utilizar los mismos nombres y formas, la mente describe el proceso


aparente a través del cual Eso-Que-No-Puede-Ser-Nombrado descubre que nunca se
convierte en nada, que siempre ha sido sí mismo y sí mismo y sí mismo.

Cada declaración que se hace aquí es provisionalmente cierta en relación a una


declaración, pero falsa en relación a otra. Sin embargo, nunca será absolutamente
cierta.

El propósito de cada declaración es indicar la falsedad de la anterior, esperando que


desaparezca inevitablemente en el momento adecuado.

Cada una es un agente de la Verdad, pero nunca la verdad.

La mente, en el sentido más amplio de la palabra (1), está hecha de conceptos y


apariencias. Jamás abarca ni comprende la Realidad.
Sin embargo, hablando de esta manera, la mente está siendo utilizada para crear
evocaciones más que descripciones de la experiencia de la Consciencia conociéndose a
sí misma.
Estas evocaciones son expresiones temporales de Eso-Que-No-Puede-Ser-Nombrado,
como flores que brotan por un momento, dispersando el aroma de su origen en el
Jardín de lo Desconocido.

(Traducción de Tarsila Murguía)

Fuente: Rupert Spira, THE TRANSPARENCY OF THINGS


Notas:
1. La palabra "mente" se utiliza de dos maneras en este libro. La primera, como en
esta oración, incluye (a) pensar e imaginar, (b) sentir (refiriéndose a las
sensaciones corporales) y (c) a percibir (refiriéndose a ver, escuchar, saborear,
oler y tocar, a través de las cuales se "conoce" al mundo). En este caso, el cuerpo
y el mundo se entienden como proyecciones de la mente. La segunda se refiere
sólo a pensar e imaginar. En la mayoría de los casos el último significado está
bien determinado, pero de vez en cuando, el término mente se refiere a su
significado más amplio.
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Ver Claramente

Lo que se logra con estas meditaciones es ver claramente la naturaleza esencial de la


experiencia. No hay ninguna intención de cambiarla ni manipularla, ni tampoco de
crear un estado de paz o felicidad, tampoco de deshacerse del sufrimiento o de
cambiar al mundo. Sólo ver claramente la verdadera naturaleza de esta experiencia
presente.

Esta claridad de ver no es un entendimiento intelectual, aunque podría ser formulado


temporalmente en términos intelectuales cuando la situación actual así lo requiera.
Más bien es, el directo, íntimo e inmediato conocimiento de nosotros mismos
descansando en, y como el espacio sin forma de la Presencia, y bailando
simultáneamente en la vitalidad e intensidad de cada gesto y tonalidad del cuerpo, de
la mente y del mundo.

La claridad de ver lo que es, tiene un profundo efecto en la apariencia de la mente, del
cuerpo y del mundo, pero ese no es el objeto de esta investigación. No hay objeto
alguno para esta investigación.

Incluso el propósito de "ver claramente" resulta ser excesivo al final. Un clavo saca a
otro clavo, y cuando incluso este último rastro de llegar a ser se disuelve en
entendimiento, también es abandonado, dejando tan sólo el Ser.

Aunque, en la mayoría de los casos, esta exploración es un preludio para la revelación


del Ser. Comenzamos con la experiencia y nos mantenemos muy cerca de ella. No
comenzamos con una teoría, un modelo, un mapa o una enseñanza y después
tratamos de ajustar nuestra experiencia a ese modelo. Absolutamente nada es dado
por sentado.
Comenzamos con la experiencia y terminamos con la experiencia. Permitimos que la
claridad desnuda de la experiencia se libere de la carga de la dualidad.

Simplemente observamos los hechos de la experiencia. "¿Esto es verdad en mi


experiencia de este momento?" Este es el único punto de referencia.

Las diversas creencias e ideas preconcebidas que mantenemos sobre la naturaleza de


nosotros mismos y del mundo son expuestas en esta desinteresada investigación. No
les hacemos nada a estas creencias. No estamos tratando de destruirlas, más bien sólo
exponerlas.

La creencia y la duda son dos lados de una misma moneda. Cuando una creencia es
expuesta, se descubre si es verdadera o no, si es verdadera, la creencia se convierte en
un hecho y la duda que estaba implícita en ella se disuelve, y si se descubre que es
falsa, tanto la creencia como la duda, naturalmente llegan a su fin.

Cualquier sentimiento o patrón de conducta que dependía de la creencia que se


expuso, se disolverá de manera natural en su debido tiempo, simplemente porque
dejan de nutrirse a través de la creencia. Muere o deja de ser vigente.

Estos sentimientos o patrones de conducta son la contraparte en el nivel del cuerpo


de las creencias al nivel de la mente, y su disolución se logra de la misma manera. Lo
que era una investigación a nivel de la mente, es una exploración a nivel del cuerpo.

En esta exploración, esos sentimientos y patrones de conducta son expuestos, y en


esta exposición, su poder de separación es revelado como inexistente. La separación
no se entiende que sea sólo una ilusión. Se siente como tal.

Cuando ya no son nutridos por la creencia, esos sentimientos son expuestos y


entonces son vistos por lo que son. Mueren a causa de la feroz claridad bajo la cual
fueron vistos.

La disolución de estas creencias y sentimientos tienen un profundo efecto en nuestras


vidas, nuestras ideas, nuestras relaciones, nuestro cuerpo, nuestro trabajo, el mundo,
de hecho, sobre todo.

Sin embargo, el propósito de esta investigación y exploración no es cambiar nada. Es


simplemente ver con claridad lo que es, y ver con claridad es el santuario en donde el
Ser brilla.

Esta línea de investigación podría compararse con sacar varias imágenes de


resonancia magnética de una manzana. Con cada imagen, la manzana se rebana de tal
forma que cada una muestra una nueva sección o punto de vista.

Sin embargo, la manzana jamás es tocada dentro de este proceso. Siempre permanece
tal cual es, entera, sin ser tocada ni modificada ni dividida. Tan sólo parece estar
dividida, y ésta apariencia proporciona una imagen completa de su verdadera
naturaleza no dividida.

Lo mismo pasa con nuestra experiencia. Las meditaciones en este libro son como la
resonancia magnética de nuestra experiencia. Ellas observan la experiencia desde
diversos ángulos, separándola, dividiéndola. Aunque nuestra experiencia sea siempre
una sola.

Siempre es una perfecta, unificada totalidad sin partes separadas y su naturaleza es


siempre sólo pura Consciencia. Ese es un hecho de la experiencia y eso nunca cambia,
incluso si creemos lo contrario.

Esta línea de indagación proviene de la verdad de la experiencia directa, de ahí que


nos lleve de vuelta a ella. Nos lleva hacia la Realidad de la experiencia, a la experiencia
de la Consciencia conociéndose a sí misma, intencionadamente. Es implacable y dulce
al mismo tiempo, y profundamente simple.

A veces se piensa que este tipo de indagación es intelectual y abstracta y parece


guardar poca relación con nuestra experiencia cotidiana. Pero, es sólo porque
nuestros conceptos duales y convencionales acerca de la naturaleza de la Realidad
están densamente entretejidos con ideas abstractas y erróneas que requieren una
muy cuidadosa deconstrucción.

En este caso aún no se identifica que eso que consideramos nuestras suposiciones
normales, de sentido común son, de hecho, suposiciones intelectuales y abstractas —
es decir, que en realidad tienen muy poco que ver con los hechos de la experiencia.

Espero que al final del libro quede claro que de hecho son nuestras formas
convencionales de ver lo que guardan poca relación con la experiencia real de cada
momento.

Y, por contraste, espero que las formulaciones expresadas aquí sean entendidas como
afirmaciones simples y obvias acerca de la naturaleza de la experiencia, aunque
dentro de los limitados confines de la mente.

Por ejemplo, generalmente se considera un hecho de sentido común indiscutible que


el cuerpo y el mundo existen como objetos físicos dentro del tiempo y el espacio,
independientes y separados de la Consciencia.

Cualquier línea de razonamiento que sugiera que este no es el caso, y que quizás sólo
haya la experiencia de la Consciencia conociéndose a sí misma en, y como objetos, es
a veces considerada ser intelectual y abstracta.

Sin embargo, la idea de que el cuerpo y el mundo existen como objetos en el tiempo y
el espacio, independientes y separados de la Consciencia, es la que es intelectual y
abstracta. No está basada en la experiencia. Y por la misma razón, la idea de que sólo
hay una experiencia de la Consciencia conociéndose a sí misma en y como objetos, se
hace auto evidente, obvio y un hecho indiscutible de la experiencia.

Por supuesto que la aparición de objetos físicos continúa, pero esa apariencia ya no es
confundida con la Realidad.

Sin embargo, sería un malentendido pensar que las apariencias tienen que
desaparecer para que la Realidad sea revelada. Se trata simplemente de que la mala
interpretación deje de superponerse a la experiencia.

El cuerpo y el mundo continúan apareciendo de la misma manera, pero queda claro


que la experiencia de la aparición del cuerpo y el mundo sucede simultáneamente con
la experiencia de la Consciencia conociéndose a sí misma. Es la misma experiencia,
una sola experiencia.

(Traducción de Tarsila Murguía)

Fuente: Rupert Spira, THE TRANSPARENCY OF THINGS

Lo Que Realmente Es

Sea lo que sea que está viendo y entendiendo estas palabras, es a lo que se refiere
aquí como "Consciencia". Es lo que sabemos que somos, a lo que nos referimos
cuando decimos "yo".

Todo lo que es conocido se conoce a través de la Consciencia. Por lo tanto, cualquier


cosa que se conozca será tan bien entendida como lo sea nuestro conocimiento de la
Consciencia.

¿Qué sabemos acerca de la Consciencia?

Sabemos que la Consciencia es, y que todo es conocido por y a través de ésta. Sin
embargo, la Consciencia en sí misma no puede ser conocida como un objeto.

Si la Consciencia tuviera cualidades objetivas que pudieran conocerse, ésta sería el


Conocedor de esas cualidades, y por lo tanto, sería independiente de ellas. Entonces,
no podemos conocer nada objetivo acerca de la Consciencia.

Ahora, si no sabemos lo que es la Consciencia, lo que "yo" soy, pero sabemos que ésta
es, y si todo lo que experimentamos es conocido a través de o por medio de esta
Consciencia conocedora, ¿cómo podríamos saber lo que realmente son las cosas?

Todo lo que podemos saber, con toda seguridad, acerca de un objeto es que éste es, y
esa cualidad de "ser" es a la que nos referimos aquí como Ser o Existencia. Es esa
parte de nuestra experiencia que es real, que perdura, que no es una apariencia fugaz.
También nos referimos a ella como su Realidad.

Sabemos que la Consciencia está presente ahora y sabemos que cualquier cosa que se
esté experimentando en este momento, existe. Tiene Existencia.

Si creemos conocer algo objetivo acerca de nosotros o del mundo, entonces, cualquier
cosa que creamos saber condicionará nuestra indagación subsecuente sobre la
naturaleza de la experiencia. Entonces, antes de saber lo que algo es, si fuese posible,
primero debemos llegar al entendimiento que no sabemos lo que las cosas son
realmente.

De ahí que la investigación de la naturaleza de nosotros y del mundo de los objetos


inicialmente tiene más que ver con dejar expuestas las ideas y creencias
profundamente arraigadas acerca de cómo creemos que son las cosas, que tratar de
adquirir nuevos conocimientos. Se trata de dejar expuestas nuestras falsas certezas.

Una vez que se deja expuesta una creencia que manteníamos como hecho, ésta se
disuelve de manera natural. Si es necesario o no que se llegue a algo más allá que la
exposición de nuestras falsas ideas acerca de la naturaleza de las cosas, aún está por
verse. No podemos saberlo hasta que esas falsas ideas hayan sido eliminadas.

Muchas de nuestras ideas y creencias acerca de nosotros y del mundo están tan
profundamente arraigadas que ni siquiera nos damos cuenta que se trata de creencias
y las tomamos, sin cuestionar, como la verdad absoluta.

Por ejemplo, creemos que somos un cuerpo, que somos un hombre o una mujer y que
nacimos y que moriremos algún día. Creemos que somos una entidad entre muchas
otras entidades y que esta entidad habita en alguna parte del cuerpo, normalmente
detrás de los ojos o en el área del pecho.

Creemos que somos el sujeto de nuestra experiencia y que todo y todos los demás son
el objeto. Creemos que, como este sujeto, somos los hacedores de nuestras acciones,
los pensadores de nuestros pensamientos, los detectores de nuestros sentimientos,
los selectores de nuestras elecciones.

Creemos que esta entidad que consideramos ser, tiene libertad de elección sobre
ciertos aspectos de la experiencia pero no sobre otros.

Creemos que el tiempo y el espacio son realmente experimentados, que existen antes
que nosotros y que continuarán después de nuestra muerte.

Creemos que los objetos existen independientemente de ser percibidos, que la


Consciencia es personal y limitada, que es un subproducto del cuerpo.

Estas y muchas otras creencias se consideran tan obviamente ciertas que están más
allá de la necesidad de ser cuestionadas. Equivalen a una religión del materialismo a la
cual se suscribe la mayor parte de la humanidad. Esto resulta especialmente
sorprendente en las áreas de la vida que pretenden tratar explícitamente con
cuestiones acerca de la naturaleza de la Realidad, como la religión, la filosofía y el arte.

El único campo disponible para la investigación es la experiencia misma. Esto podría


parecer casi demasiado obvio mencionar, pero sus implicaciones son muy profundas.
Esto implica que jamás experimentamos nada fuera de la experiencia. Si hay algo
fuera de la experiencia, no tenemos absolutamente ningún conocimiento de ello y,
por lo tanto, no podemos afirmar legítimamente que eso exista.

Esto a su vez implica que si vamos a llevar a cabo una investigación honesta sobre la
naturaleza de la Realidad, tenemos que descartar todos los supuestos que no se
deriven de la experiencia directa. Ninguno de esos supuestos están relacionados con
la experiencia en sí y por lo tanto no están relacionados ni con nosotros ni con el
mundo. Si nos atenemos honestamente a nuestra experiencia, nos sorprenderíamos al
darnos cuenta de la cantidad de suposiciones y conjeturas que resultan ser creencias
insostenibles.

Toda experiencia tiene lugar aquí y ahora, entonces, la naturaleza de la Realidad, sea
lo que sea, debe estar presente en la intimidad y en la inmediatez de esta experiencia
actual.

"Yo", Consciencia, está presente, y algo, las palabras, el sonido del tráfico, un
sentimiento de tristeza, sea lo que sea, también está presente.

No sabemos lo que es esta Consciencia. Tampoco sabemos cuál sea la Realidad de las
palabras o de la experiencia actual. Sin embargo, hay Consciencia de algo y allí está la
Existencia de ese algo. Ambos están presentes en esta experiencia actual.

¿Cuál es la relación entre ambos?

La mente ha construido un poderoso edificio de conceptos acerca de la Realidad que


guarda poca relación con la experiencia actual y, como resultado, la Consciencia se ha
velado a sí misma de sí misma. Estos conceptos están construidos instintivamente y su
deconstrucción es una de las formas a través de la cual la Consciencia llega a
reconocerse nuevamente — es decir, llega a conocerse de nuevo.

La Consciencia está, de hecho, conociéndose a sí misma, siempre. Sin embargo, a


través de esta deconstrucción de conceptos, la Consciencia llega a reconocerse, no a
través del velo reflejado de los objetos aparentes, sino consciente y directamente.

Los conceptos no se destruyen en este proceso, siguen estando disponibles para


cuando sean necesarios.

En las meditaciones que componen este libro se reconoce que el propósito del
razonamiento no es delimitar ni aprehender la Realidad. Sin embargo, también se
reconoce que la mente ha elaborado ideas complejas y persuasivas que han postulado
una imagen de nosotros mismos y del mundo que distan mucho de los hechos de
nuestra experiencia.

Estas ideas nos han convencido que hay un mundo que existe separado de e
independiente de la Consciencia. Nos han convencido de creer que "yo", la
Consciencia que está viendo estas palabras, es una entidad que reside dentro del
cuerpo que ha nacido y que va a morir, y que es el sujeto de la experiencia mientras
todo lo demás, el mundo, "lo otro", es el objeto.

Aunque esto no es nunca nuestra experiencia real, la mente es tan convincente y


persuasiva, que nos hemos engañado a nosotros mismos con la creencia de que en
realidad experimentamos esos dos elementos, que experimentamos el mundo
separado y aparte de nuestro Ser, y que experimentamos nuestro propio Ser como
una Consciencia separada e independiente.

En la meditación desinteresada de nuestra experiencia medimos los hechos de la


experiencia contra esas creencias.

La falsedad de las ideas que la mente entretiene acerca de la naturaleza de la


Realidad, acerca de la naturaleza de la experiencia, es expuesta en esta meditación
desinteresada.

Todas las tradiciones espirituales reconocen que la Realidad no puede ser


aprehendida con la mente. Como resultado de este entendimiento, algunas
enseñanzas han negado el uso de la mente como una herramienta válida para indagar
o explorar.

Es cierto que la Consciencia está más allá de la mente y que por lo mismo no puede
ser enmarcada dentro de sus conceptos abstractos. Sin embargo, esto no invalida el
uso de la mente para explorar la naturaleza de la Consciencia y la Realidad.

La ignorancia se compone de creencias y la creencia es ya una actividad de la mente. Si


negamos la validez de la mente, ¿cómo es que se utiliza, en primer lugar, para
albergar creencias?

Al leer estas palabras, consciente o inconscientemente, nos estamos comprometiendo


a aceptar la validez y, por lo mismo, las limitaciones de la mente.

Le estamos dando credibilidad a la mente, a pesar de sus limitaciones. Estamos


reconociendo su capacidad para desempeñar un papel en llamar la atención sobre lo
que está más allá de sí misma o fuera de los límites de su conocimiento.

Sería ingenuo usar la mente para negar su propia validez. Nuestro uso de la mente
afirma su validez. Sin embargo, es muy diferente usar la mente para entender sus
propios límites. Sería bueno que al final de un proceso de exploración de la naturaleza
de la experiencia, utilizando toda la capacidad de sus poderes de pensamiento
conceptual, la mente llegara a entender los límites de su capacidad para aprehender la
verdad del asunto y, como resultado, llegara de manera espontánea a su fin. Que se
colapsara desde dentro, por así decirlo.

Sin embargo, esta es una situación muy diferente de una en la que a la mente le haya
sido negada cualquier credibilidad provisional sobre la base de que nada que diga
acerca de la Realidad podría, en última instancia, ser verdad.

Como resultado de la exposición de las creencias y de los sentimientos que se derivan


de ideas preconcebidas y sin fundamento acerca de la Realidad, se abre una nueva
invitación, se revela otra posibilidad. Esta posibilidad no puede ser aprehendida por la
mente porque se encuentra más allá de la mente. Sin embargo, los obstáculos de esta
nueva posibilidad son revelados y disueltos en esta investigación. Son disueltos a
través de nuestra apertura a la posibilidad de que en este momento experimentamos
realmente una sola cosa, que la experiencia no está dividida en un "yo" y en otro, en
sujeto y objeto, en yo y el mundo, en Consciencia y Existencia.

Estamos abiertos a la posibilidad de que hay una sola totalidad, sin fisuras, que
Consciencia y Existencia son una, que hay una sola Realidad.

El edificio de las ideas dualistas, que parece ser validado por la experiencia, está muy
bien construido con creencias al nivel de la mente y los sentimientos al nivel del
cuerpo, los cuales están estrechamente entrelazados, y se sustentan y validan
mutuamente.

A través de la meditación desinteresada de estas ideas y sentimientos se desenreda su


falsedad. Podemos ver claramente que nuestras ideas no corresponden a nuestra
experiencia. Esto allana el camino para que la experiencia se revele a sí misma ante
nosotros como realmente es, como de hecho lo ha sido siempre, libre de la ignorancia
del pensamiento dualista.

Empezamos a experimentarnos a nosotros mismos y al mundo como lo que realmente


somos. Nuestra experiencia, en sí misma, no cambia, sin embargo sentimos que sí
cambia. La Realidad sigue siendo lo que siempre ha sido, porque es lo que es,
independiente de las ideas que tenemos acerca de ella.

Sin embargo, nuestra interpretación cambia y esta nueva interpretación se convierte


en la piedra angular de una nueva posibilidad.

Esta nueva posibilidad proviene de una dirección desconocida. No viene como un


objeto, pensamiento o sentimiento. Se da a conocer, en la mayoría de los casos, como
una serie de revelaciones, cada una desarticulando parte del previo edificio del
pensamiento dualista.

Y el despliegue de esta revelación, a su vez, tiene un profundo impacto en la


apariencia de la mente, del cuerpo y del mundo.
La Consciencia se vela a sí misma pretendiendo que se limita a sí misma en una
entidad separada y después olvida que sólo está fingiendo.

Como corolario de esta auto-limitación, la Consciencia proyecta todo lo que no es este


"yo separado", fuera de sí misma. Esta proyección es lo que llamamos "el mundo". Y
así es como la separación entre el "yo" y "el mundo", nace.

En realidad, esta separación nunca tuvo lugar. Si la buscamos, jamás podremos


realmente encontrarla. La ignorancia es una ilusión. Es una ilusión que se forja a través
de los poderes conceptuales de la mente, a través de creencias erróneas.

Estas creencias se crean y mantienen a través de un proceso de pensamiento ilusorio


— es decir, al pensar que no tienen ninguna relación con la experiencia real. La
disolución de estas creencias se logra mediante la exploración y exposición de las
mismas, utilizando la experiencia directa como guía de referencia.

Nada nuevo se crea con este proceso de exploración. Su propósito no es la iluminación


ni la autorrealización. Se trata de simplemente ver con claridad lo que es.

Nuestras creencias son la causa fundamental del sufrimiento psicológico y éstas son
desmanteladas a través de un proceso de investigación meditativa.

Lo que normalmente consideramos ser una línea de investigación, comienza con


suposiciones que se consideran implícitamente ciertas. En esta meditación,
comenzamos con las mismas suposiciones, pero las medimos contra la verdad de
nuestra experiencia. No construimos encima de ellas, las desmantelamos.

Esta línea de razonamiento nos lleva a la comprensión. Sin embargo, la comprensión


no se lleva a cabo en la mente. Está más allá de la mente. Se trata de un momento en
el que la Consciencia se experimenta a sí misma directa y conscientemente.

La comprensión no se crea por un proceso en la mente, como tampoco un cielo azul se


crea a través de un espacio entre las nubes. Sin embargo, puede ser revelada por éste.

La comprensión normalmente es precedida por una línea de investigación y


posteriormente puede ser formulada por la mente. Dicha formulación, que proviene
de la comprensión y no de los conceptos, tiene el poder de llevarnos a la experiencia
de la Realidad.

A través de sus poderes de razonamiento, la mente se lleva a sí misma hasta su propio


límite y, como resultado, el edificio de la mente colapsa. Esta es la experiencia de la
comprensión, el momento atemporal en el que la Consciencia se revela a sí misma.

La Consciencia se percibe a sí misma. Se conoce a sí misma, conscientemente.

(Traducción de Tarsila Murguía)

Fuente: Rupert Spira, THE TRANSPARENCY OF THINGS


La realidad siempre presente de la experiencia

La consciencia es nuestra experiencia primaria. Es/está siempre presente.

La consciencia toma la forma del pensar e imaginar para aparecer como la mente.
Toma la forma del sentir para aparecer como el cuerpo. Y toma la forma del percibir
para aparecer como el mundo.

La idea de que hay una mente independiente del pensar, que hay un cuerpo
independiente del sentir y que hay un mundo independiente del percibir, es
simplemente eso, una idea.

La mente, el cuerpo y el mundo son conceptos que nunca se experimentan como


tales.

La mente, el cuerpo y el mundo no son otra cosa que pensar, sentir y percibir.

Y pensar, sentir y percibir no son otra cosa que la Consciencia.

La consciencia es a la vez la sustancia del pensar, el sentir y el percibir, y su conocer.

La consciencia se proyecta, por así decir, a través de las facultades del pensar, del
sentir y del percibir, y parece convertirse en un objeto, un otro, un mundo.

Sin embargo, esta proyección siempre permanece dentro de sí misma, aunque parece
tener lugar fuera de sí misma.

La consciencia parece permanecer a este lado de la proyección como "yo", y todo lo


que parece estar al otro lado, del lado "no-yo", se convierte en un "objeto", un "otro",
el "mundo".

La consciencia parece dividir su propia Unidad en "yo" y un objeto, "yo" y "otro", "yo"
y el "mundo".

La consciencia entonces parece convertirse en el conocedor, el experimentador, el


pensador, el sentidor, el hacedor.

Parece estar localizada, ser limitada y personal.

Y el "otro" o el "mundo" parecen, simultáneamente, convertirse en lo conocido, lo


experimentado, lo pensado, lo sentido, lo hecho.

Este es el nacimiento aparente del yo separado y del objeto o mundo. Se convierten


en los gemelos de la Unidad.
Sin embargo, en la Realidad este nacimiento nunca tiene lugar. Esta separación entre
el conocedor y lo conocido, el experimentador y lo experimentado, el pensador y lo
pensado, el sentidor y lo sentido, el hacedor y lo hecho, nunca ocurre realmente.

A través de esta separación imaginaria, el pensar se divide en un pensador y lo


pensado. El sentir se divide en un sentidor y lo sentido. El conocer se divide en un
conocedor y lo conocido. La acción se divide en un hacedor y lo hecho. El
experimentar se divide en un experimentador y lo experimentado.

La unidad se divide en un sujeto y un objeto.

"Yo" y "Soy" se separan.

La consciencia se convierte en el yo, el sujeto. El ser se convierte en el mundo, la


existencia, el objeto.

Sin embargo, si vamos hacia atrás por este sendero proyectado, en la dirección
contraria de la que surgió, la mente, el cuerpo y el mundo se reducen en nuestro
entendimiento al pensar, el sentir y el percibir. Y si miramos más de cerca la
naturaleza del pensar, el sentir y el percibir, descubrimos que siempre es sólo la
Consciencia.

La mente, el cuerpo y el mundo no se convierten en la Consciencia como resultado de


esto. Siempre han sido solamente lo que son eternamente. Sin embargo, ahora se
conocen y se sienten como tales.

Y la Consciencia, sea lo que sea lo que está experimentando esta experiencia actual, se
realiza simultáneamente como la sustancia de esta experiencia.

Consciencia y Ser, que nunca estuvieron realmente separados, se reúnen. La Unidad


prevalece.

La Consciencia se conoce como la Presencia ilimitada e impersonal, que toma la forma


de cada apariencia limitada y personal del cuerpo, la mente y el mundo.

El nacimiento imaginario del yo y del mundo

(27 de febrero de 2009)

Somos simultáneamente el testigo y la sustancia de toda experiencia.

"Yo" que estoy viendo estas palabras soy también la sustancia de estas palabras.

La experiencia de conocer estas palabras y la experiencia de ser estas palabras es una


y la misma experiencia.

Es sólo un pensamiento el que divide la totalidad sin fisuras de la experiencia en un


experimentador y un experimentado.
No hay entidades personales ni objetos independientes que encontrar en ningún lugar
en la experiencia real.

"Yo" y "el mundo" son co-creados a cada momento en la imaginación. Siempre


aparecen juntos y desaparecen juntos en eso que nunca aparece o desaparece.

Son dos caras de la misma moneda. La moneda misma es la Presencia, esta Conciencia
presente, que es aquella en la que aparece la experiencia actual y también aquella de
la cual está hecha.

Esta división de la experiencia en un perceptor y un percibido, un conocedor y un


conocido, un amante y un amado, es como un espejismo.

Realmente nunca sucede.

Tanto el experimentador como lo experimentado están hechos del experimentar y el


experimentar mismo está hecho de esta Conciencia Presente.

¿Qué hay que hacer con algo que es no-existente?

¿Qué se puede hacer con lo único que está siempre presente?

Cada parte de la experiencia está completamente saturada de esta Presencia.

Ninguna parte de ella está más cerca o más lejos de la Presencia que cualquier otra
parte.

Ninguna parte de la experiencia está más o menos permeada con esta Presencia que
cualquier otra parte.

De vez en cuando esta Presencia parece condensarse en una sensación corporal.


Construye una pared alrededor de sí misma.

Se ubica en el tiempo y el espacio.

"Yo", la Presencia, se convierte en "yo", un cuerpo. Y todo lo que "yo" no soy, se


convierte en "tú", el otro, un objeto, el mundo.

El yo y el mundo nacen.

Sin embargo, este nacimiento nunca ocurre realmente. No hay yo, ni tú, ni otro, ni
objeto, ni mundo.

¿Cómo podría haber una causa para algo que es no-existente?

¿Cómo podría haber una cura para una enfermedad imaginaria?

¿Cómo podría haber un principio, un fin o un cambio, en eso en el que todos los
comienzos, fines y cambios tienen lugar?
¿Dónde podría ir esta Presencia para descubrir que ya no está ahí?

¿En qué podría convertirse esta Presencia que ya no fuera ella misma?

¿Qué podría ser esta Presencia que no sea ella misma?

¿Qué podría conocer esta Presencia que no sea ella misma?

¿Qué podría amar esta Presencia que no sea ella misma?

Fuente: Web de Rupert Spira

El amor es el tejido de la experiencia

La Presencia, Tú, Yo, es el testigo y la sustancia de cada experiencia. Y como no hay


nada más que experiencia, la Presencia es todo.

Como testigo es el conocer. Como sustancia es el ser.

Pero conocer y ser no son dos aspectos distintos de la Presencia. Son perfectamente
uno.

La Presencia conoce una cosa siendo esa cosa. Y la Presencia es una cosa conociendo
esa cosa.

Es lo que yo soy.

Esta identidad de conocer y ser es nuestra experiencia más íntima y directa. En


realidad, es todo lo que siempre se ha experimentado.

Se conoce como amor.

Esta Presencia es y está presente. Si no lo fuera, y no estuviera presente, no sería


Presencia.

¿Alguna vez nosotros, es decir, esta Presencia, ha experimentado la ausencia de


Presencia?

¿Qué es lo que estaría presente para conocer esta ausencia?

Nosotros, es decir, la Presencia, no puede conocer su propia ausencia, ya que tendría


que estar presente en ese conocer, como ese conocer.

Nunca hay una experiencia de la ausencia de Presencia.

¿En qué o dónde podría la Presencia desaparecer? ¿En lo que es no-existente?

¿Cómo podría lo que es desaparecer o convertirse en lo que no es?

¿Y de qué o de dónde aparecería la Presencia en primer lugar?


Si la Presencia no estaba presente, ¿qué es lo que era y estaba presente?

¿La no-existencia? Pero la no-existencia no puede ser y estar presente.

Porque la no-existencia es no-existente. Sólo la Presencia es.

Y si la Presencia es siempre-presente y todo es esa Presencia, ¿puede algo


desaparecer?

Nada (ninguna cosa) nunca deja de ser porque ninguna cosa ha venido nunca a la
existencia.

La sustancia o ser de cada objeto aparente es solo Presencia, y la Presencia siempre


es.

Sólo hay una sustancia, sustancial, inmutable, no-misteriosa, siempre conocida,


siempre experimentada, nunca no siendo.

Es esta única sustancia la que toma la forma de todas las apariencias sin tener nunca
que ser o convertirse en otra cosa que no sea ella misma.

Todo lo que se conoce es el conocer de la Presencia conociéndose a sí misma.

Todo lo que es, es la Presencia conociéndose a sí misma, siendo sí misma y amándose


a sí misma.

La Presencia no puede dejar de conocerse a sí misma o ser ella misma.

Incluso en la profunda ignorancia, la Presencia está conociéndose y siendo ella misma.


Es decir, se está amando a sí misma.

Por lo tanto, no hay ignorancia real.

No hay olvido. No hay recuerdo. No hay pérdida o hallazgo.

La Presencia no está nunca velada a sí misma. Y por lo tanto no hay ninguna verdadera
revelación de la Realidad.

No hay auto-realización (realización del Sí mismo), porque todo lo que es real en


cualquier experiencia ya es el sí mismo.

No hay iluminación, porque la Presencia es ya y eternamente la luz que se ilumina a sí


misma. Es eso en lo que, a través de lo que y como lo que todas las cosas aparentes
que se conocen, son conocidas.

No hay despertar, porque la Presencia siempre está ya despierta en sí misma.

¿Cómo puede conocerse si no se conoce?

Viendo claramente que siempre se conoce.

Lo que no se conoce no es cognoscible. Y lo que se conoce siempre es conocido.


Así que cualquier movimiento o progreso es siempre desde el conocer al conocer, lo
cual no es ningún movimiento o progreso en absoluto.

Aquí mismo estas palabras y todo lo que se está experimentando en este momento, es
conocido, pero no hay ninguna otra sustancia en esta experiencia aparte de su
conocer. Es decir, su ser, su sustancia, es su conocer de sí misma.

No hay conocedor de esta experiencia ni nada que sea conocido. Solo hay el conocer
de ella, que es al mismo tiempo idéntico al ser de ella.

Y esta identidad de conocer y ser se conoce como amor.

El amor es el tejido de esta y toda experiencia.

Si no está claro, lo que aquí está escrito parecerá ser complejo, teórico y abstracto.

Sin embargo, si es evidente, es evidente, y lo que aquí está escrito será visto como una
forma simple de describir la realidad de la experiencia, aunque dentro de los confines
limitados del lenguaje.

Rupert Spira, 12 de mayo de 2009

Fuente: Web de Rupert Spira

¿Qué es lo que experimentamos?

¿Qué es la experiencia de un objeto?

Tomemos un árbol por ejemplo. Al mirar un árbol experimentamos una percepción


visual. La percepción nunca es solamente de un árbol. El aparente árbol es siempre
parte de una percepción más amplia que incluye el campo, el cielo, otros árboles, etc.
Y esta experiencia en sí está incluida también en una experiencia más grande que
puede contener pensamientos, imágenes y sensaciones.

Así que la idea de un "árbol" se refiere a "algo" que nunca es experimentado como tal.
Nunca experimentamos el árbol tal como es concebido.

El concepto "árbol" es una abstracción que se superpone sobre la realidad de la


experiencia en sí, sea lo que sea esa realidad.

No tenemos ninguna duda de que "algo", que es referido como "árbol", está siendo
experimentado, pero el concepto "árbol" no describe ese "algo".

Despojada de la interpretación que la mente superpone sobre la experiencia en sí,


sólo nos queda una percepción visual.
Lo que no es tan obvio es que esta misma percepción visual también se superpone
sobre ese "algo" por las facultades de percepción, los sentidos, aunque está, en cierto
sentido, "más cerca" de ello.

¿Se ve el "árbol" a sí mismo? ¿Sabe el árbol que es un árbol? ¿Acaso el árbol reclama
que es un árbol? ¿Quién dice que es un árbol? Es sólo la mente la que hace esta
afirmación.

¿Tiene el árbol en sí algunas cualidades visuales inherentes que sean independientes


de los sentidos? No.

El ver pertenece a los sentidos, no al árbol. Cada uno de los sentidos imparte sus
propias características sobre el objeto experimentado.

Sabemos esto por nuestra propia experiencia porque el ver persiste o continúa
cuando el árbol está ausente, por ejemplo cuando vemos un coche, pero la percepción
visual del árbol no persiste cuando el ver está ausente.

En realidad, las cualidades visuales del árbol pertenecen a los sentidos.

El ver por lo tanto existe en aquello que ve, sea lo que sea, no en lo que es visto.

Lo visto existe en el ver.

Sin embargo no tenemos ninguna duda de que hay "algo" en nuestra experiencia del
árbol. ¿Qué es ese "algo"?

¿Cuál es la Realidad del árbol cuando ha sido despojado de la superposición


conceptual de la mente y de la superposición de percepción de los sentidos?

Sea lo que sea, está sin duda presente y sin embargo no tiene cualidades objetivas.

Sea lo que sea, también está siendo sin duda experimentado.

¿Qué es eso, en nuestra propia experiencia, que está sin duda presente y sin embargo
no tiene cualidades objetivas?

Es la Consciencia, nuestro Sí mismo o Ser.

Por lo tanto, es nuestra experiencia directa e íntima que la Realidad del árbol es
idéntica a la Realidad de nuestro ser, la Consciencia.

No hay dos cosas, un veedor y un visto en nuestra experiencia real. La Realidad del
veedor y la realidad de lo visto son una sola sustancia y esa sustancia es nuestro ser, la
Consciencia.

De esta forma traemos al objeto, por así decirlo, de nuevo a nuestro ser. De hecho, el
objeto nunca ha dejado nuestro ser.

Vemos que es nuestro ser, la Consciencia, la que toma la forma del ver para
convertirse en el mundo visual, la que toma la forma del oír para convertirse en un
sonido, la que toma la forma del gustar para convertirse en un sabor, la que toma la
forma del oler para convertirse en un olor y la que toma la forma del tocar para
convertirse en una textura.

Y sin embargo, al hacerlo, nunca se convierte en ninguna otra cosa que sí misma.

Rupert Spira, 8 de abril de 2009

Fuente: Web de Rupert Spira

El Camino de la Belleza
Una introducción a la naturaleza de la percepción

El artista y poeta William Blake dijo: "Si las puertas de la percepción se depurasen,
todo aparecería a los hombres como realmente es, Infinito. Pues el hombre se ha
encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de
su caverna".
¿Qué quiso decir con esto? ¿Cómo puede un objeto finito, como un árbol, mesa, silla,
persona, o casa ser infinito?

Tenemos que comprender en primer lugar que la palabra "percepción" incluye a todos
los cinco sentidos: vista, oído, tacto, gusto y olfato.

El pensamiento convencional nos dice que la experiencia de la percepción se divide en


dos ingredientes esenciales: uno, un sujeto que percibe y dos, un objeto que es
percibido. Este entendimiento está incrustado en la estructura del lenguaje con frases
tales como: "Veo el árbol", "oigo el viento", "toco a la persona", "me gusta la
manzana" y "huelo la flor".

En cada caso, un sujeto ―"yo", el sí mismo (self)― se une a un objeto ―el árbol,
viento, persona, manzana o flor― a través de un acto de percepción, es decir, a través
de un acto de ver, oír, tocar, gustar u oler.

Ahora bien, con el fin de comprender la naturaleza de la percepción, tenemos que


explorar ambos lados de esta ecuación ―"yo", el sujeto y el objeto o mundo.
Tradicionalmente, los místicos han explorado la naturaleza del "yo", el sí mismo, y los
artistas y los científicos han explorado la naturaleza del objeto o mundo.

En otras palabras, los místicos han tendido a mirar hacia dentro, dirigir su atención
hacia el centro de su ser o naturaleza esencial, y los científicos y artistas han tendido a
mirar hacia afuera, hacia los objetos de la naturaleza y el mundo.

A primera vista puede parecer que ambos están establecidos en direcciones opuestas.
Sin embargo, si cada parte explora con suficiente profundidad, es inevitable que
llegarán a la misma conclusión. De hecho, la razón por la que en la mayoría de los
casos las conclusiones de los místicos, por un lado, y la de los artistas y científicos por
el otro, tienden a diferir tan radicalmente, es sólo porque cada parte no explora con
suficiente profundidad.

El pintor Paul Cézanne dijo: "Llegará el día en que una sola zanahoria, observada con
ojos nuevos, desencadenará una revolución". La revolución a la que hace referencia es
la unión de estas dos perspectivas ―la convergencia de la profunda comprensión del
místico, el artista y el científico― y las implicaciones que esto tiene en todos los
aspectos de nuestras vidas.
Así que vamos a explorar, en pocas palabras, estas dos perspectivas.

La naturaleza del Sí mismo (Self)


El pensamiento convencional nos dice que es el "yo", el cuerpo-mente, el que es
consciente de los objetos y del mundo. Sin embargo, una simple y clara mirada a la
experiencia nos indica que somos conscientes del cuerpo y de la mente de la misma
manera en que somos conscientes de los objetos y del mundo.

En otras palabras, el cuerpo-mente no es el sujeto de la experiencia. El cuerpo-mente


es un objeto de la experiencia, que aparece y desaparece como todos los demás
objetos. Ahora bien ¿qué es el sujeto perceptor que llamamos "yo", que conoce o
es consciente de todos estos objetos percibidos, es decir, del cuerpo, la mente y el
mundo?
El "yo" se refiere a lo que sea que es consciente de los objetos del cuerpo, la mente y
el mundo. Este "yo" no se puede encontrar como cualquier tipo de objeto, es decir,
como un pensamiento, sentimiento, sensación o percepción. Y sin embargo "yo" estoy
innegablemente presente y consciente.
Por lo tanto, estar presente y consciente es inherente al "yo", que por esta razón se le
denomina a veces como "Conciencia", que simplemente significa la presencia de eso
que es consciente. Esta Conciencia que es nuestra naturaleza esencial es como una
apertura consciente y vacía en la que toda experiencia tiene lugar, pero en sí misma
no es una experiencia.
La Conciencia no está localizada en el tiempo y por lo tanto es eterna o siempre-
presente; no puede ser encontrada en el espacio y por lo tanto es infinita, es decir,
que no tiene cualidades observables o finitas.

La naturaleza del objeto, el otro o el mundo ― de la materia a la mente


El pensamiento convencional nos dice que un objeto está hecho de algo inerte
llamado "materia". Pero, ¿qué dice la experiencia?

Tomemos el mundo aparente que ahora vemos. Nuestra única experiencia de tal
mundo es su percepción actual. En realidad, no podemos decir legítimamente que
conocemos o percibimos un mundo que existe independientemente, es decir, un
mundo que existe por sí mismo, independiente de nuestra percepción. Todo lo que
podemos decir legítimamente, basándonos en la experiencia real, es que conocemos
nuestra percepción del mundo.
De hecho, no podemos decir legítimamente que conocemos nuestra percepción "del
mundo", ya que, como hemos visto, nunca entramos en contacto con dicho mundo.
Sólo conocemos su percepción. Así que, en lugar de decir que conocemos nuestra
percepción "del mundo", sólo podemos decir legítimamente que
conocemos percepción.
Así que, después de haber descubierto que en realidad nunca conocemos, percibimos
ni entramos en contacto con un objeto o mundo como tal, ahora podemos explorar
nuestra experiencia más profundamente.

¿Encontramos realmente un objeto llamado "una percepción", o más bien


encontramos la experiencia de percibir? Vemos claramente que en realidad nunca
encontramos el objeto visto; sólo encontramos la experiencia de ver. Nunca
encontramos el sonido escuchado; sólo encontramos la experiencia de escuchar.
Nunca experimentamos un objeto llamado "un sabor"; sólo conocemos la experiencia
de gustar.
De esta manera, vemos claramente que la experiencia no consiste en una colección de
objetos o nombres, conocidos por un separado sujeto independiente. Más bien, es
más como un flujo de experiencia en la que el sujeto y el objeto aparentes figuran
como uno. De hecho, en el nuevo idioma de la no-dualidad podríamos decir que sólo
hay verbos, ¡no nombres! No hay "yo veo el árbol", sino más bien, "hay ver"; no hay
"yo escucho el viento", sino más bien, "hay escuchar".

El objeto aparentemente percibido, como tal, está empezando a perder su solidez,


separación, alteridad, objetualidad. En otras palabras, el objeto visto o escuchado
parece existir a una distancia de nosotros, pero la experiencia de ver o escuchar
siempre tiene lugar cerca, íntimamente una con uno mismo.

Por lo tanto, hemos descubierto que realmente nunca conocemos, percibimos ni


entramos en contacto con algo inerte llamado "materia", sino que todo lo que
conocemos es "mente". Es decir, todo lo que conocemos o experimentamos del
aparente objeto o mundo es "percibir" ― es decir, ver, oír, tocar, gustar y oler. Ahora
bien, ¿cuál es la naturaleza de percibir?

La naturaleza de la percepción ― de la mente al Puro Conocer


¿Quién o qué es lo que conoce o es consciente de la experiencia de percibir?

Pregúntate: "¿Cuál es la relación entre la experiencia de percibir y el conocer de ella?"


Mira a ver si puedes encontrar estos dos elementos en tu experiencia: uno, percibir y
dos, el conocer de ella. ¿No son el "percibir" y "el conocer de ella" una y la misma
experiencia?
De esta manera, descubres que la experiencia no está dividida en dos ingredientes
esenciales. La experiencia no se compone de una parte que conoce y otra que es
conocida. No se divide inherentemente en un sujeto y un objeto.
No encontramos una percepción y el conocedor de esa percepción. Encontramos que
la percepción está hecha de la experiencia de percibir, y que el percibir y el conocer de
ella son uno y lo mismo.
En otras palabras, el percibir está hecho de puro Conocer. Extiende una mano
imaginaria en tu experiencia y trata de tocar la materia de la que el percibir está
hecho. Trata de tocar la materia de la que el ver, el oír, el tocar, el gustar y el oler está
hecho.

Todo lo que encontramos, conocemos o experimentamos es el conocer de ella (de la


experiencia). En realidad, no encontramos el conocer de ella, al igual que
anteriormente nunca encontramos nuestra percepción del mundo. Sólo encontramos
puro Conocer.

La Luz del Puro Conocer


Y ¿qué es eso que encuentra, conoce o es consciente de este puro Conocer? ¿Es el
Conocer conocido por algo distinto de sí mismo? ¡No! Este Conocer se conoce a sí
mismo. Este puro Conocer, o Conciencia, nunca conoce, es consciente de, o entra en
contacto con nada que no sea sí mismo.

Por esta razón yo lo llamo puro Conocer. Es un Conocer que no está contaminado con
la más mínima traza de subjetividad u objetividad. No conoce nunca nada que no sea a
sí mismo. Y el nombre que comúnmente se da a la ausencia de un objeto u otro, a la
ausencia de separación o dualidad, es belleza o amor.
No conocer a un aparente objeto como "un objeto" es la experiencia de la belleza. No
conocer a un aparente otro como "un otro" es la experiencia del amor.

La belleza y el amor no son dos tipos especiales de experiencia que están limitadas a
uno o dos objetos o personas; son la naturaleza de toda experiencia. Desde el punto
de vista de la Conciencia o puro Conocer ―que es el único punto de vista real― toda
experiencia está hecha sólo de belleza y amor. Es decir, desde el punto de vista de la
Conciencia o puro Conocer, sólo hay el puro Conocer mismo, siendo, conociéndose y
amándose únicamente a sí mismo.
Por lo tanto, desde el punto de vista de la Conciencia o puro Conocer, no hay objetos
o yoes finitos. Solamente desde el punto de vista de un yo finito imaginario se
experimentan los objetos o yoes finitos. Desde el punto de vista de la Conciencia o
puro Conocer, sólo hay su propio yo (self) infinito y eterno, y todos
los aparentes objetos o yoes finitos son únicamente eso.
"Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombre como
realmente es, Infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las
cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna". Cuando la experiencia ya no se
imagina o se siente dividida en dos ingredientes esenciales ―un sujeto llamado "yo",
dentro del cuerpo-mente, y un objeto, el otro o el mundo, que está a distancia y
hecho de algo que no sea nosotros mismos― se conocerá y se sentirá como
realmente es, infinita y eterna.
Todo, todas las cosas aparentes, brillan con la luz del puro Conocer. Como dicen los
sufíes, "Dondequiera que mi ojo se detiene, veo el rostro de Dios".

Fuente: Web de Rupert Spira

El sostén y la sustancia de la experiencia

Si nuestra atención se fijara ahora en la pantalla en la que se escriben estas palabras,


experimentaríamos la extraña sensación de ser conscientes de repente de algo que al
mismo tiempo es tan evidente que no requiere ninguna mención. Y sin embargo, en el
momento en el que se indica la pantalla, parece que se experimentara algo nuevo.

Tenemos la experiencia extrañamente familiar de ser conscientes de algo de lo que ya


éramos conscientes. Llegamos a darnos cuenta de ser conscientes de la pantalla.

La pantalla no es una experiencia nueva que se crea por esta indicación. Sin embargo,
nuestra conciencia de la pantalla parece ser una nueva experiencia.
Ahora ¿qué ocurre con la propia Conciencia que es consciente de la pantalla? ¿No está
siempre presente detrás y dentro de cada experiencia, al igual que la pantalla está
presente detrás y dentro de las palabras de esta página?

Y cuando nuestra atención se dirige hacia ella, ¿no tenemos la misma extraña
sensación de haber sido conscientes de algo que en realidad éramos siempre
conscientes, pero que no nos habíamos dado cuenta?

¿No es esta Conciencia el más íntimo y evidente hecho de nuestra experiencia,


esencial y sin embargo independiente de las cualidades particulares de cada
experiencia en sí, de la misma manera que la pantalla es el hecho más evidente de
esta página, esencial y sin embargo independiente de cada palabra?

¿Nos es ésta misma Conciencia el sostén y la sustancia de cada experiencia, de la


misma manera que la pantalla es el sostén y la sustancia de cada palabra?

¿Es necesario añadir algo nuevo a esta página para ver la pantalla? ¿Es necesario
añadir algo nuevo a esta experiencia actual para ser conscientes de la Conciencia que
es su sostén y sustancia?

Cuando volvemos a las palabras, después de haber observado la pantalla, ¿perdemos


de vista la pantalla? ¿No vemos ahora las dos, el aparente dos, simultáneamente
como uno? ¿Y no lo hemos experimentado siempre ya como uno, sin darnos cuenta?
Del mismo modo, después de haber observado la Conciencia detrás y dentro de cada
experiencia, ¿hemos perdido de vista esa Conciencia cuando volvemos el foco de
nuestra atención al aspecto objetivo de la experiencia? ¿No vemos ahora las dos, el
aparente dos, la Conciencia y su objeto, simultáneamente como uno? ¿Y no ha sido
siempre así?

¿No son la "Conciencia" y un "objeto" sólo dos nombres para una sola experiencia,
íntima y sin fisuras, al igual como la "pantalla" y las "palabras" son dos nombres para
la experiencia presente?

¿Afectan las propias palabras a la pantalla? ¿Le preocupa a la pantalla lo que dicen las
palabras? ¿Afecta el contenido de cada experiencia a la Conciencia en la que aparece y
con la que es conocida?

Cada palabra de esta página está hecha en realidad sólo de la pantalla. Sólo expresa la
naturaleza de la pantalla, aunque pueda describir la luna.

Cada experiencia sólo expresa la Conciencia, aunque la propia experiencia es


infinitamente variada ― la realidad que nunca cambia de la experiencia que siempre
cambia.

La Conciencia es la apertura cognoscente y vacía en la que y con la que se escribe toda


experiencia.

Es tan obvia que a veces no es advertida.

Está tan cerca que no puede ser conocida como un objeto y sin embargo siempre se
conoce sólo a sí misma.

Es tan íntima que cada experiencia, ya sea grande o pequeña, está completamente
saturada e impregnada con su presencia.

Es tan amorosa que todas las cosas posibles que se pueda imaginar están contenidas y
permitidas incondicionalmente dentro de ella.

Es tan abierta que recibe dentro de sí todas las cosas indiscriminadamente.

Es tan espaciosa e ilimitada que todo está contenido dentro de ella.

Está tan presente que cada experiencia vibra con su sustancia.

Es tan ilimitada que puede tomar la forma de todas las posibles limitaciones.

Es tan plenamente la totalidad de toda experiencia que no hay cabida en sí misma


para ningún tipo de resistencia o búsqueda.

Está tan totalmente sumergida en sí misma, en la forma de la experiencia presente,


que no puede salir de sí misma y darse un nombre o una forma.

Es tan íntimamente una y sin fisuras consigo misma, con toda experiencia, que no se
puede separar un "experimentador" separado y un "experimentado" separado ― un
"yo interior" y un "mundo exterior", un "esto" y un "aquello", un "aquí" y un "allí", un
"yo" y un "no yo", un "ahora" y un "después".

Es esta apertura cognoscente vacía ―la fuente, la sustancia y el destino de toda


experiencia― la que es revelada y celebrada en toda experiencia, una y otra y otra
vez.

Esta apertura cognoscente vacía y acogedora es tu ser (self).


Al igual que todo lo que ves ahora (relativamente hablando) es la pantalla, del mismo
modo en toda experiencia, donde quiera que vayas, sólo encuentras esta apertura
cognoscente vacía y acogedora, tomando la forma de toda experiencia.

Te encuentras sólo a ti mismo.

Te encuentras o conoces solamente a ti mismo en toda experiencia y esta ausencia de


alteridad o separación es la experiencia del amor y la belleza.

Rupert Spira, 5 de septiembre de 2008

Fuente: Web de Rupert Spira

La Eternidad de la Naturaleza

Paul Cézanne dijo: "Todo se desvanece, se desmorona, ¿no es así? La naturaleza es


siempre la misma, pero nada en ella nos parece que dure. Nuestro arte debe
representar la emoción de su permanencia, junto con sus elementos, la apariencia de
todos sus cambios. Nos debe dar una idea de su Eternidad."

Esa declaración debe ser una de las expresiones más claras y profundas de la
naturaleza y el propósito del arte en nuestra época. ¿Qué quiso decir Cézanne,
estando delante de una montaña, el Monte de Santa Victoria, una de las estructuras
más sólidas y duraderas en la naturaleza, cuando dijo: "Todo se desvanece, se
desmorona..."?

Cézanne se refería al acto de ver. No percibimos un mundo fuera de la Consciencia. El


mundo es nuestra percepción del mundo. No hay evidencia de que haya un mundo
aparte de su propia percepción, aparte de la Consciencia. Lo visto no puede separarse
del ver y el ver no puede separarse de la Consciencia.

Un objeto sólido no puede aparecer en la Consciencia más de lo que un objeto sólido


puede aparecer en el pensamiento. Sólo un objeto que está hecho de materia podría
aparecer en el espacio. Sólo un objeto que está hecho de mente podría aparecer en la
mente. Y sólo un objeto que está hecho de Consciencia puede aparecer en la
Consciencia. Y como todo aparece en última instancia en la Consciencia, todo es, en
último análisis, hecho de Consciencia.

Cuando decimos que percibimos un objeto, queremos decir que ese objeto aparece en
la Consciencia. Es una percepción que aparece en la Consciencia. Si cerramos los ojos
por un momento, la percepción anterior se desvanece por completo. Si reabrimos los
ojos aparece una nueva percepción. Aunque pueda parecer que es el mismo objeto el
que reaparece, es en realidad una nueva percepción.

Si repetimos este proceso, aparentemente mirando al mismo objeto durante un


período de tiempo, la mente va a comparar las diversas imágenes o percepciones y
concebir un objeto sólido que aparentemente ha perdurado a lo largo de la aparición y
desaparición de las percepciones, y que existe en el tiempo y el espacio,
independientemente de la Consciencia que lo percibe.

Este mismo concepto aparecerá y desaparecerá en cualquier otra percepción. Y con el


siguiente pensamiento, se concibe un sujeto, un veedor, que supuestamente ha
tenido varias vistas diferentes del objeto aparente y que estuvo supuestamente
presente antes, durante y después de su aparición.

En este caso tanto el objeto como el veedor, que son concebidos como existentes por
sí mismos, independientes del pensamiento que los piensa, son conceptos.

Este objeto y su sujeto, el veedor, son en realidad simple y solamente ese mismo
pensamiento que los ha concebido. Y con el fin de concebir un objeto que exista y
perdure en el tiempo y en el espacio, el tiempo y el espacio mismos tienen primero
que ser concebidos, con el fin de albergar a estos objetos. Del mismo modo, el tiempo
y el espacio en sí no son otra cosa que el mismo pensamiento que los ha concebido.

Sin embargo, aunque esta capacidad de la mente de concebir un objeto y su


correspondiente sujeto es útil, no refleja un modelo preciso de experiencia. Nuestra
experiencia real es que una percepción desaparece totalmente antes de que aparezca
la siguiente percepción. Es en este sentido que, como decía Cézanne, todo "se
desvanece" de momento a momento.

La aparente experiencia de un objeto sólido se disuelve en esta comprensión, y es


sustituida por la comprensión de que nosotros en realidad experimentamos una serie
de percepciones insustanciales, fugaces. Es en este sentido que "todo se desmorona".
Dicho esto, también tenemos la intuición profunda de que algo, que Cézanne llama
"naturaleza", perdura.

¿De dónde viene esta sensación de perdurabilidad o permanencia? ¿De dónde obtiene
Cézanne el conocimiento de que, "La naturaleza es siempre la misma", dado que ya ha
reconocido que, "Todo lo que vemos se desvanece, se desmorona"?

Como seres humanos somos sólo una parte de la naturaleza como la montaña que
Cézanne estaba mirando. El cuerpo/mente/mundo es un sistema integrado. Por lo
tanto, la exploración de la llamada esfera interna y subjetiva de nosotros mismos y la
llamada esfera externa y objetiva de la naturaleza debe, en última instancia, conducir
a la misma Realidad. La naturaleza y el hombre son parte de un sistema integrado y
por lo tanto deben compartir su Existencia. Su Ser debe ser compartido.

Mirando primero el aspecto objetivo, Cézanne reconoce que el sentido de


perdurabilidad o de permanencia en la naturaleza no puede venir de "la apariencia de
todos sus cambios", porque "nada en ella nos parece que dure". Él implícitamente
reconoce que un "objeto" es un concepto derivado de una serie de percepciones
insustanciales y fugaces, pero que cada una de esas percepciones tiene una Realidad
compartida. Esta Realidad es expresada por (pero es independiente de) cada una de
esas apariencias.

En su declaración de que "La naturaleza es siempre la misma, pero nada en ella nos
parece que dure", hay tres elementos. Está la Realidad o Existencia de la naturaleza,
que es "siempre la misma". Está la apariencia de la naturaleza, en la que "nada dura".
Y está el "nosotros", es decir, la Consciencia, que es consciente de las apariencias.

Cézanne reconoce estos tres elementos en cualquier experiencia. Existencia,


apariencia, Consciencia. ¿De cuál de estos tres elementos obtiene Cézanne el
conocimiento de que en nuestra experiencia de la naturaleza hay algo que es "siempre
lo mismo", que hay algo que perdura?

En la declaración, "'Nada en ella (la naturaleza) nos parece que dure", Cézanne
descarta todo lo que aparece en la naturaleza como una fuente posible de eso que es
"siempre lo mismo". Esto deja sólo Existencia y Consciencia.

¿Cuál es la relación entre estas dos, Existencia y Consciencia, y de qué manera puede
una o ambas explicar lo que Cézanne describe como, "eso que es siempre lo mismo"?
La naturaleza se nos presenta como forma y conceptos. La forma son los datos en
bruto de las percepciones de los sentidos y los conceptos son las etiquetas o
interpretaciones, interrelacionados entre sí por el poder conceptualizador de la
mente.

También hay un elemento en nuestra experiencia de un objeto o de la naturaleza, que


es. La naturaleza tiene Existencia, Realidad o Ser. Es. Aunque las apariencias están
cambiando todo el tiempo, su Existencia o Realidad no cambia de una apariencia a
otra. Esta Existencia no es una teoría intelectual. Aunque no puede ser percibida como
un objeto, sin embargo se expresa y se experimenta en cada experiencia que se
produce.

Cézanne llama a esta Existencia o Eseidad (Beingness), que está siempre presente y sin
embargo no aparece, "Eternidad".
Después de haber descartado "lo que aparece" como la fuente de la Eternidad de la
naturaleza, su única otra fuente posible es o bien Existencia, o Ser, la Seidad de las
cosas, o Consciencia. La Existencia o Ser está presente en cada experiencia de un
objeto y no cambia o desaparece cuando las formas y conceptos cambian y
desaparecen, el agua no deja de ser agua cuando una ola desaparece.

Hay una Realidad en cada percepción aunque la propia percepción es efímera e


insustancial, desapareciendo a cada momento, y esta Realidad perdura de una
apariencia a otra. Esta Realidad es el soporte o fundamento de la apariencia. La
apariencia puede ser una ilusión, pero la ilusión misma es real. Hay una ilusión. Tiene
Realidad. La Realidad de cualquier experiencia no está oculta en la apariencia, es
expresada por la apariencia.

Si exploramos profundamente la naturaleza de cualquier experiencia, nos


encontramos con que esta Realidad es su sustancia. Es el contenido de la apariencia.
De hecho, es solamente Realidad lo que siempre se experimenta realmente. Antes de
que esto sea evidente, sólo vemos las apariencias. Después de que es evidente vemos
la apariencia y la Realidad simultáneamente. No vemos nada nuevo. Vemos de una
manera nueva.

Por ejemplo, podemos confundir una cuerda con una serpiente. La apariencia, la
forma y el concepto de la serpiente aparente, no describe la Realidad de la cuerda. Sin
embargo, la Realidad de la cuerda es la sustancia de (y es expresada por) la (aparente)
serpiente. Hay algo que es real en nuestra experiencia de la serpiente. Es la cuerda. La
cuerda no está ocultada por la serpiente. De hecho sólo vemos siempre la cuerda. Lo
que aparece como serpiente es la cuerda.

La experiencia de la apariencia de la serpiente es la experiencia de la cuerda, sólo que


no se conoce como tal. El miedo por la serpiente es el resultado natural de esta falta
de claridad, y se desvanece instantáneamente cuando se ve la Realidad de la cuerda.

La serpiente no puede aparecer sin la cuerda. La cuerda es la sustancia real, la


Realidad de la apariencia de la serpiente. Sin la cuerda no habría serpiente pero sin la
serpiente, que en primer lugar nunca existió, todavía hay cuerda.

Así que sabemos que la naturaleza es real, que hay algo presente, que hay una
Realidad en ella, incluso si todo lo que se nos presenta es insustancial y fugaz. Lo que
es real, por definición, perdura. Algo que no está presente no puede decirse que es
real. Sólo lo que está verdaderamente presente se puede decir que ser real, que tiene
Realidad.

Experimentamos esto vívidamente cada vez que nos despertamos de un sueño. La


apariencia del sueño parecía ser real, pero al despertar descubrimos que era sólo una
fugaz apariencia en la Consciencia. El tigre en nuestro sueño parece ser real, pero al
despertar descubrimos que estaba hecho de mente, y la mente consiste sólo de
apariencias en la Consciencia. La Consciencia es la Realidad de la mente. El tigre en el
sueño es irreal como "tigre", pero real como Consciencia.

Cuando el tigre está presente hay una Realidad en él. La Realidad del tigre es la
Consciencia, que es su soporte, su sustancia y su testigo. La Consciencia no es
oscurecida por el tigre. Es auto-evidente en el tigre. Se conoce a sí misma en y como la
apariencia del tigre.

Nuestra experiencia objetiva en el estado de vigilia también consiste en apariencias


fugaces en la Consciencia. Por lo tanto, en último análisis, no hay ninguna diferencia
entre los dos estados de sueño y de vigilia. El sustrato y la sustancia de las apariencias
en los estados de sueño y de vigilia, su Realidad, es idéntica y permanece después de
que las apariencias se han desvanecido.

La apariencia está hecha sólo de su Realidad subyacente. La imagen en el espejo está


hecha sólo de espejo. Esta Realidad está siempre presente. Nunca hemos
experimentado su ausencia. Y nunca hemos experimentado nada que no sea esta
Realidad. El cambio es sólo apariencia. Sólo hay Realidad tomando la forma de esto, y
esto y esto.

¿Cómo puede algo que es real convertirse en irreal? ¿Dónde se va su Realidad? ¿Cómo
puede algo cuya naturaleza, cuya sustancia es la Realidad, convertirse en otra cosa,
convertirse en no-realidad?

Todo lo que es real en nuestra experiencia de la naturaleza o de hecho de cualquier


objeto, todo lo que perdura, todo lo que es verdaderamente experimentado, está sin
duda presente en cada experiencia.

La Realidad es la sustancia de cada experiencia. Es la Existencia, la "Eseidad", la


"Esidad", la "Talidad", la "Conocidad", la "Experiencidad", en cada experiencia. E
incluso cuando no hay objetividad presente, como en el sueño profundo o en el
intervalo entre apariencias, esta Realidad permanece como siempre es. Esta Realidad
sin forma es ocultada o revelada por las apariencias dependiendo de cómo veamos.

Siendo sin forma, no puede decirse que tenga alguna limitación, ya que cualquier
limitación tendría que tener una forma, tendría que ser experimentada a través de la
mente o los sentidos, para ser una experiencia objetiva. Al mismo tiempo, lo que se
describe aquí es un hecho íntimo de experiencia. Hay algo real en esta experiencia
ahora.

¿Qué hay en nuestra experiencia que es innegable y está continuamente presente y


sin embargo no tiene cualidades externas? La única respuesta a esa pregunta según
nuestra experiencia directa es la Consciencia. La Consciencia es innegablemente
experimentada durante cualquier apariencia y sin embargo no tiene cualidades
objetivas. Por lo tanto, la Consciencia y la Realidad o Existencia están presentes en
cada experiencia.

¿Cuál es la relación entre Consciencia y Existencia? Si fueran diferentes tendrían que


tener una frontera, un límite entre ambas. ¿Experimentamos esa frontera? ¡No! Ya
hemos reconocido, a partir de nuestra propia experiencia íntima, que la Consciencia y
la Existencia están innegablemente presentes y también que no tienen cualidades
objetivas definidas. Si no tienen cualidades objetivas ¿cómo puede decirse que están
separadas o son diferentes? ¡No se puede!

Por lo tanto, nos demos cuenta o no, en nuestra experiencia presente sólo hay una
Consciencia/Existencia, no una Consciencia y una Existencia. Por lo tanto, nuestra
experiencia íntima y directa es que la Consciencia y la Existencia son una.

Nuestra experiencia directa es que nosotros, la Consciencia, somos Existencia, somos


lo que el universo es. En la tradición cristiana, esta comprensión se expresa como: "Yo
y el Padre somos uno". "Yo" es la Consciencia, lo que "yo" soy verdaderamente. El
"Padre" es la Realidad del universo, Dios. Esta expresión, "Yo y el Padre somos uno",
es una expresión de la unidad fundamental de la Consciencia y la Realidad, del Sí
mismo (Self) con todas las cosas.
El hecho de que en esta tradición el "yo", en la mayoría de los casos, ha sido
constantemente interpretado como refiriéndose a un único cuerpo-mente, y que el
"Padre" como resultado, ha sido, durante tantos siglos, constantemente proyectado
"afuera" a una distancia infinita, no debe oscurecer el significado de la declaración
original.

La Consciencia está presente durante la apariencia de cualquier percepción y, cuando


la parte objetiva de la percepción desaparece, permanece como siempre es. Nada le
sucede a la Consciencia cuando una percepción aparece o desaparece. Toma la forma
de la percepción pero sigue siendo ella misma, al igual que un espejo toma la
apariencia de un objeto y sin embargo siempre permanece exactamente como es.

No tenemos ninguna experiencia de la aparición o desaparición de la Consciencia, a


pesar de la aparición y desaparición de las percepciones. Nuestra experiencia es que la
Consciencia perdura, que es permanente. Del mismo modo la Realidad, la Existencia,
perdura. Por supuesto, esta afirmación no tiene sentido, ya que implica que la
Consciencia y la Existencia perduran en el tiempo.

Cuando la percepción se desvanece, el tiempo se desvanece, porque el tiempo es la


duración entre dos percepciones. De hecho, incluso durante la presencia de una
percepción el tiempo no está presente, sólo la ilusión del tiempo está presente.
Durante el llamado intervalo entre dos percepciones, ni siquiera la ilusión del tiempo
está presente.
Así que la Consciencia y la Realidad no perduran para siempre en el tiempo. Están
siempre presentes. Siempre ahora. Son Eternas. El tiempo sin embargo parece existir,
de vez en cuando, en la Consciencia.

La Eternidad es el término que Cézanne utiliza para referirse a esta omnipresente


Realidad, y comprendió el propósito del arte como "lo que nos da un sabor" de esta
Eternidad. Sintió que el arte nos debe llevar a la Realidad, indicarnos lo que es real,
evocar aquello que es sustancial. Nos debe llevar de la apariencia a la Realidad. Debe
apuntar hacia la esencia de las cosas. Y lo hace mediante el uso de las apariencias
insustanciales y fugaces de las percepciones sensoriales, los "elementos de todos los
cambios (de la naturaleza)".

Él no dijo que el arte describe mejor la Realidad de lo que lo hace la literatura, sino
que nos da una idea (un sabor) de la Realidad. Nos lleva a la experiencia directa, el
conocer íntimo de que la Consciencia, lo que realmente somos, es la sustancia de la
Realidad, que solamente hay una única cosa, que sólo hay Ser.

William Blake expresa la misma comprensión, cuando dice: "Cada pájaro que surca el
aire es un inmenso mundo de placer encerrado por los cinco sentidos."

Él utiliza el pájaro como símbolo de la naturaleza. Está diciendo que la Realidad del
pájaro es "un inmenso mundo de placer", pero que su Realidad es velada por los
sentidos. Mediante el uso de la palabra "encerrado", sugiere que los sentidos limitan
de alguna manera la Realidad. Ellos condicionan su apariencia. Es significativo que
Blake describa la Realidad de la naturaleza, de un objeto, como "placentera". Cézanne
también dice que la Realidad de la naturaleza, que él llama su "Eternidad", se
experimenta como una "emoción". Tanto Blake como Cézanne están sugiriendo que
inherente a la unidad de la Consciencia y la Realidad está la experiencia de "gozo", que
la experiencia es "emocionante".

Esto está en línea con la filosofía hindú, que describe cada experiencia como una
expresión de "nama rupa Sat Chit Ananda".
"Nama" es "nombre". Es la parte de una experiencia que es suministrada o
condicionada por el pensamiento. Se podría llamar el concepto, la etiqueta que la
mente utiliza para enmarcar la experiencia. Dice: "Esto es una silla". El concepto "silla"
es nama.
"Rupa" es "forma". Es la parte de una experiencia que es suministrada por los
sentidos. Cada uno de los sentidos tiene su correspondiente objeto en el mundo. El
sentido de la vista tiene su contraparte en los objetos de la vista. El sentido del oído
tiene su contraparte en los objetos de sonidos, etc. Los sentidos condicionan la forma
en que la Realidad aparece ante nosotros en función de sus propias características.
"Nama" y "rupa" juntos constituyen la apariencia de la naturaleza o de un objeto.
Si vamos a aprehender la verdadera naturaleza de la experiencia,
independientemente de las características particulares que le atribuye la mente y los
sentidos, tenemos que despojar a nuestra experiencia de esa parte de ella que es
suministrada por el aparato de la experiencia, los instrumentos de percepción, que
son la mente y los sentidos.

Como vimos antes en la declaración de Cézanne, si le quitamos lo que aparece, el


aspecto objetivo de la experiencia, nos quedamos con la innegable y sin embargo
invisible experiencia de la Existencia o Eseidad y la Consciencia.

Por lo tanto, en la exploración de la verdadera naturaleza de la experiencia, primero


eliminamos el nombre y la forma, "nama" y "rupa", el velo de la mente y los sentidos
en el que la realidad está "encerrada". Esto nos deja con la presencia de dos hechos
innegables de la experiencia, la Existencia y la Consciencia, que en la filosofía hindú se
conoce como "Sat" y "chit".

En cada experiencia hay algo que está siendo experimentando. Ese algo, sea lo que
sea, es real. Tiene Ser. Es decir "sat". En cada experiencia también hay algo que
experimenta. Hay "yo", Consciencia. Ese algo, sea lo que sea, está presente. Es
consciente. Eso es "chit".

Desde el punto de vista de la aparente entidad separada, formulamos nuestra


experiencia diciendo: "Yo veo eso". Es decir, "yo", la Consciencia, veo "eso", el objeto
o el mundo. "Chit" experimenta a "Sat". Se consideran dos cosas unidas por un acto de
conocer. Sin embargo, si analizamos nuestra experiencia con cuidado, llegamos a la
comprensión de que la Consciencia y la Realidad son una, que no hay separación entre
"yo" y "otro", entre "yo" y "tú", entre "yo" y el "mundo", entre "Chit" y "sat".

La experiencia de esta realización es conocida en la India como "Ananda", que


tradicionalmente se ha traducido como "beatitud" o "dicha". Sin embargo, esta
traducción puede ser engañosa. Porque sugiere que la realización de la Unidad va
acompañada por un estado raro y exótico. Y esto a su vez inicia la búsqueda de una
experiencia extraordinaria, de algo que no es simplemente esto.

"Ananda" es quizás mejor traducirlo como Paz o Felicidad, o simplemente Realización


o Cumplimiento. De hecho, es muy común, no es nada raro. Podría ser descrito como
la ausencia de agitación o la facilidad de Ser.

La Paz y la Felicidad normalmente se consideran como un estado del cuerpo-mente


resultante de la obtención de un objeto deseado. Sin embargo, en esta formulación de
la tradición hindú, Paz y Felicidad se entienden como inherentes a nuestra verdadera
naturaleza, y esto concuerda con Cézanne y Blake que describen la misma experiencia
como una "emoción", y un "mundo de placer".

Cuando separamos esa parte de nuestra experiencia que está impuesta o encerrada,
como dijo Blake, por la mente y los sentidos, por los instrumentos de la percepción, la
Consciencia y la Realidad se realizan como una. Su inherente unidad es revelada. No es
creada. La Paz o la Felicidad es otro nombre para esa experiencia. Es muy natural.

Aunque todos los objetos en última instancia provienen de esta experiencia y son por
lo tanto una expresión de ella, hay una categoría particular de objetos que podrían
llamarse obras de arte sagradas, que brillan con la presencia de esta comprensión y
por lo tanto tienen el poder de transmitirla o comunicarla directamente. La evocan.

En la Grecia clásica esta experiencia era descrita como "Belleza". La Belleza no es el


atributo de un objeto. Es inherente a la naturaleza fundamental de la experiencia. Es
la experiencia de reconocer que la Consciencia y Realidad son una.

Tales obras de arte sagradas despiertan un recuerdo profundo en nosotros.


Reconocemos algo en ellas. En este reconocimiento la Consciencia se está
reconociendo a sí misma. La Consciencia está recordando su propia Realidad, su
propio Ser. Está mirando en el espejo de la experiencia y se ve a sí misma.
Experimenta su propia Realidad.

Estas obras de arte nos dan el "sabor de la Eternidad".

Rupert Spira, 24 de junio de 2009

Fuente: Web de Rupert Spira

El desenredo del Ser

Es común que las personas que se encuentran con esta enseñanza tengan miedo de
que se produzca una disolución de su identidad. ¿Qué es lo que tememos perder con
el reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza? Es cierto que lo que parece
definirnos como una persona ―nuestros pensamientos, sentimientos, ideas, nombre y
forma― va a desaparecer.

Si realmente tuviéramos miedo de desprendernos de las características individuales


de nuestro cuerpo y mente particulares, tendríamos miedo de quedarnos dormidos
por la noche. Pero lo hacemos con alegría; ¡incluso lo deseamos! Sin pensarlo ni un
momento renunciamos a nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro mundo cuando nos
dormimos, y permanecemos sólo como el Ser pacífico ―pura Conciencia― que en
esencia somos.

No perdemos nuestro cuerpo y nuestra mente cuando estamos dormidos. Estamos


muy felices allí sin ellos. Luego, por la mañana, estamos contentos de "vestirnos" de
nuevo con nuestro cuerpo y mente. Primero nos ponemos la mente, luego nos
ponemos el cuerpo, y luego el mundo.

Todo el tiempo, debajo del cuerpo/mente/mundo que asumimos, somos siempre este
Ser pacífico que está inherentemente desapegado del cuerpo, la mente y el mundo. Lo
que en esencia somos no está más apegado a ellos de lo que está la ropa que
llevamos. No tenemos que trabajar duro para desprendernos de los pensamientos,
sensaciones y percepciones. Acabamos de ver que lo que esencialmente somos ya
está desapegado de cualquier objeto en particular.

Así que, ¿por qué tenemos miedo de dejar que una colección de pensamientos,
sensaciones y percepciones desaparezcan? ¿Qué pensamos que vamos a perder? La
razón por la que tenemos miedo es que hemos depositado nuestra identidad en una
colección de objetos ―ideas, conocimiento, la historia y las sensaciones que
conocemos como el cuerpo― en algo que va y viene.

Cuando se dice que "hemos depositado nuestra identidad", significa que nuestro Ser
esencial de pura Conciencia, o la simple experiencia de ser consciente, se ha mezclado
con una colección de pensamientos y sentimientos a tal punto que ya no puede
distinguirse de ellos. Al permitir que nuestro Ser se quede enredado con un objeto o
una colección de objetos, hemos permitido que nuestra verdadera naturaleza sea
encubierta.

Una vez que hemos consentido en limitarnos en el tiempo y el espacio y parecer que
nos hemos convertido, como consecuencia, en una entidad temporal y finita, que vive
en y como el cuerpo, estamos destinados a experimentar de una manera que es
consistente con ese consentimiento, y por tanto estamos destinados a sufrir. La
experiencia del sufrimiento es como una bandera roja que nos indica, "Detente, te has
confundido a ti mismo con un objeto. Has consentido en limitarte a una mente y un
cuerpo".

Desde el punto de vista de la Conciencia, que es el único punto de vista real, no hay
encubrimiento de sí misma. Decir que nos hemos dejado enredar con el cuerpo y la
mente es una concesión al yo aparentemente separado que cree y siente que es
temporal y finito. Así que la declaración es para ese aparente yo que creemos y
sentimos que somos.

En la implicación de la frase: "Nos hemos dejado enredar" está la posibilidad de que


podríamos no dejarnos, y que podríamos optar por no enredarnos. Se plantea la
pregunta: ¿Tiene el "yo" (el yo separado) libre albedrío para elegir si desea o no
enredarse con el cuerpo-mente?

La idea de que tenemos la libertad de elegir si deseamos o no enredarnos con los


pensamientos y sentimientos es una concesión al yo separado que creemos y
sentimos que somos. Desde el punto de vista del yo separado, él cree que tiene
elección, libertad. Si pensamos que somos un yo separado, entonces, por definición,
sentimos que estamos eligiendo.

Por esta razón la enseñanza dice, "Tú tienes elección. Has consentido en limitarte a ti
mismo. Puedes elegir no hacerlo. Elije desenredarte. Procura que tu primera opción
en la vida sea desenredarte del cuerpo y la mente y conocerte a ti mismo como
realmente eres".

Como un yo aparentemente separado, la mayor elección que podemos hacer es


desviar nuestra atención de los objetos que parece que conocemos, hacia el Conocer
con el que son conocidos. Al hacer esta elección logramos desenredar nuestro yo del
cuerpo-mente, y, como resultado, nuestra verdadera naturaleza se revela como es.

Cuando la mente regresa al corazón ―cuando el yo separado es despojado de su


separatividad y se revela como el Ser verdadero y único de la Conciencia pura― queda
claro que, para empezar, nunca hubo un yo separado y por lo tanto la cuestión de si
ese yo separado tiene elección es irrelevante.

La elección de negarse a estar limitado por el cuerpo y la mente está abierta a todo el
mundo. En todo momento existe la posibilidad de desviar la luz de nuestra atención
sobre sí misma con el fin de conocer la naturaleza de nuestro Ser, es decir, la
naturaleza del Conocer con el que conocemos nuestra experiencia.

Esta experiencia de ser consciente nunca nos ha dejado. Nunca hemos dejado de ser
este "yo soy consciente". Simplemente dale tu atención a eso. En lugar de hacer brillar
tu atención sobre un objeto ―un pensamiento, sentimiento, sensación o
percepción― haz brillar esa Conciencia sobre la experiencia de ser consciente, es
decir, sobre sí misma. Permite que tu atención se vuelva hacia sí misma, sólo para
descansar en sí misma. Esa experiencia es la paz misma.

Simplemente permanece ahí. Dale tu atención a tu Ser. Deja que el Ser de su atención
a sí mismo. Olvidarás el miedo a perder tu identidad, a desaparecer. Este conocer o
recordar de nuestro propio Ser ―su conocimiento de sí mismo en nosotros― se
formulará en la mente como una especie de convicción: yo no soy sólo consciente; soy
eternamente consciente. Nunca me he experimentado desapareciendo. Nunca voy a
ninguna parte. Nunca he sido lastimado. Ninguna experiencia nunca ha dejado una
huella en mí, sin embargo estoy en total intimidad con toda experiencia. Nunca
muero.

Rupert Spira, 14 julio 2015

Fuente: Web de Rupert Spira


La Conciencia brilla en cada experiencia

La meditación no es una actividad. Es el cese de una actividad.

En el análisis final, nada que no sea absolutamente cierto puede decirse de la


meditación, ni siquiera que es el cese de una actividad, porque la meditación tiene
lugar o, más exactamente, está presente más allá de la mente y la mente por
consiguiente, por definición, no tiene acceso a ella.

Sin embargo, para comprender que la meditación no es una actividad, lo primero que
tenemos que comprender es que es el cese de una actividad. Esta comprensión es una
herramienta muy eficiente para socavar la creencia de que la meditación es algo que
hacemos.

Una vez que hemos comprendido plenamente que la meditación no es una actividad,
la actividad que previamente habíamos considerado que era la meditación,
naturalmente, llegar a su fin. En ese momento, el entendimiento de que la meditación
no es una actividad ha cumplido su propósito y también puede ser abandonado. Una
vez que una espina ha sacado a otra espina, ambas se tiran.

Para comprender que la meditación no es una actividad podemos usar el ejemplo de


un puño cerrado. Si tomamos nuestra mano abierta y poco a poco la cerramos con
fuerza, se requiere un esfuerzo tanto para apretar la mano como para mantenerla
cerrada.

Si mantenemos la mano cerrada por algún tiempo, los músculos se acostumbrarán a


esta nueva posición, y pronto dejaremos de ser conscientes de que estamos aplicando
continuamente un esfuerzo sutil con el fin de mantenerla cerrada.

Si alguien ahora nos pidiera abrir nuestra mano, sentiríamos que la apertura de la
mano requiere un poco de esfuerzo. En algún momento, mientras abrimos nuestra
mano, tomaremos conciencia del hecho de que no estamos aplicando un nuevo
esfuerzo para abrir la mano, sino que estamos relajando un esfuerzo anterior, del que
ya no éramos siquiera conscientes.

El esfuerzo aparente de abrir la mano resulta ser la relajación del esfuerzo original de
contraer la mano. Lo que parecía ser el inicio de un esfuerzo resulta ser el cese de un
esfuerzo.

La meditación funciona de una manera similar. Nuestra verdadera naturaleza es


abierta, ilimitada, libre, consciente, auto-luminosa y auto-evidente. Esta es nuestra
experiencia momento a momento, aunque no seamos conscientes de ello.

Esta Consciencia ilimitada, abierta y libre, se ha contraído sobre sí misma.


Aparentemente se ha encogido a sí misma en el marco estrecho de un cuerpo y una
mente, y se ha limitado a sí misma a una pequeña ubicación en un vasto espacio y a
un breve momento en una interminable extensión de tiempo.
Esta es la auto-contracción primaria que la Consciencia ilimitada, abierta y libre, elige
momento a momento por su propia voluntad. Dibuja una línea dentro de la totalidad
sin fisuras de su experiencia y se dice a sí misma: "Yo soy esto y no aquello", "yo estoy
aquí y no allí", "yo soy yo y no otro".

Sintiéndose por lo tanto aislada, vulnerable y con miedo, esta Consciencia ilimitada,
abierta y libre, ahora se dispone a apoyar y proteger a su nueva identidad auto-
impuesta como un fragmento. Para efectuar esto refuerza sus fronteras con capas y
capas de contracción. En el plano de la mente estas contracciones están hechas de
deseos y adicciones, por un lado, y resistencias, miedos y rechazos por otro. Estas son
las muchas caras de nuestros gustos y aversiones, el "yo quiero" y el "yo no quiero". A
nivel del cuerpo estas contracciones están hechas de sensaciones corporales con las
que se identifica la Consciencia. Son la aparente ubicación del "yo" en el interior del
cuerpo.

Con cada nueva capa de la contracción esta Consciencia ilimitada, abierta y libre,
olvida su propia naturaleza ilimitada cada vez más profundamente, y al hacerlo, arroja
un velo sobre sí misma. Se esconde de sí misma.

A pesar de esto, hay frecuentes intrusiones en su propio aislamiento auto-generado


que le recuerdan su verdadera naturaleza ... la sonrisa de un extraño, el llanto de un
bebé, un dolor insoportable, un breve momento sin deseos sobre el cumplimiento de
un deseo, un momento de humor, la paz de un sueño profundo, una pausa en el
proceso de pensamiento, un recuerdo de la infancia, la transición entre el sueño y la
vigilia, el reconocimiento de la belleza, el amor de un amigo, un atisbo de
comprensión.

Estos son momentos que se ofrecen a esta presencia ahora velada de la Consciencia,
innumerables muestras de su propia Libertad y Felicidad, que le recuerdan
brevemente a sí misma, antes de ser eclipsada de nuevo por la eficiencia de las
defensas dentro de las que aparentemente se ha confinado.

De esta manera, con capas y capas de auto-contracción, la Consciencia se ha reducido


a sí misma a una vulnerable entidad separada bien fortificada. Esta no es una actividad
que haya tenido lugar en algún momento en el pasado y que ahora es
irrevocablemente inamovible. Es una actividad que está teniendo lugar ahora, en este
momento.

Esta Consciencia ilimitada, abierta y libre, está haciendo, sin saberlo, esta misma
actividad de separación. Esta actividad define a la "persona", la "entidad separada". La
entidad separada es algo que nosotros, como Consciencia, hacemos. No es algo que
somos.
Como resultado de la contracción de la Consciencia sobre sí misma y de esta manera
imaginándose como un fragmento, proyecta fuera de sí misma todo lo que no está
contenido dentro de los límites de su propia identidad limitada auto-impuesta. El
mundo aparece ahora como "fuera" y "otros". Se convierte en todo lo que la
"Consciencia-como-fragmento" no es.

Y este mundo que ahora aparece separado y fuera de la Consciencia, parece confirmar
perfectamente la nueva visión de sí misma de la Consciencia como un fragmento
limitado. El mundo se convierte en el vasto y potencialmente amenazante contenedor
de esta "Consciencia-como-fragmento".

Irónicamente, es precisamente porque el mundo es, en Realidad, una apariencia en la


Consciencia y una expresión de ella, que refleja de manera precisa las ideas que la
Consciencia alberga sobre ella. Si la Consciencia se considera a sí misma como un
fragmento, limitada, confinada y que aparece en el tiempo y el espacio, entonces el
mundo aparece como la contrapartida de ese fragmento.

Después de haberse negado a sí misma su propio derecho de nacimiento, su propio


estatus eterno, omnipresente, la Consciencia confiere este mismo estado al mundo de
las apariencias. Otorga su propia Realidad al mundo de las apariencias y a cambio se
apropia para sí la fugaz y fragilidad de ese mundo.

Renuncia a su propia Realidad como el campo y naturaleza de toda experiencia, y en


su lugar la proyecta sobre su propia creación, sobre el mundo de las apariencias. La
Consciencia intercambia su naturaleza con el mundo de las apariencias. No tiene más
remedio que hacerlo. De hecho la Consciencia nunca deja de experimentarse a sí
misma. Incorporado dentro de cada experiencia está el sabor de su propia eternidad.

Sin embargo, después de haberse conceptualizado a sí misma como una entidad


limitada y separada, tiene que dar cuenta de su propia experiencia íntima de la
Presencia, del Ser, en otro lugar y por lo tanto lo confiere al "mundo" al "otro".

De esta forma, el tiempo y el espacio parecen convertirse en el campo y la sustancia


de la realidad, el "sine qua non" de nuestra experiencia, y la Consciencia a su vez
parece mostrar las cualidades limitadas, cambiantes, intermitentes que realmente
pertenecen al mundo de las apariencias.

La Consciencia olvida que ha hecho esto, que está haciendo esto, y como resultado, el
mundo parece heredar las características de la Consciencia. El mundo parece ser como
la Consciencia, sólido, real, permanente y sustancial.

Y a su vez la Consciencia parece renunciar a sus propias cualidades innatas y asumir las
que por derecho pertenecen al mundo de las apariencias, es decir, que parece ser
fugaz, momentánea, frágil e insustancial. En pocas palabras, la Consciencia crea una
apariencia que es consistente con sus propias creencias. De hecho, la "creencia de sí
misma como un fragmento limitado" y la "apariencia del mundo como una entidad
sólida y separada" son co-creadas como un todo sin fisuras mutuamente validado.

William Blake expresó el mismo entendimiento, "Tal como un hombre es, así es como
ve". Esto podría ser expresado, "Tal como la Consciencia se ve a sí misma, así aparece
el mundo". Es una conspiración casi hermética, forjada de la libertad y la creatividad
de la Consciencia misma.

Sin embargo, es el mismo poder que permite al mundo aparecer según la visión de la
Consciencia de sí misma como un fragmento, que a su vez permite al mundo aparecer
según la nueva visión de la Consciencia de sí misma, cuando comienza a despertar a su
propia Realidad, cuando comienza a recordarse a sí misma.

Esta es la naturaleza mágica del mundo: que el mismo mundo puede ser visto para
validar tanto la ignorancia como la comprensión. ¡De hecho, es la naturaleza mágica
de la Consciencia, su creatividad, su omnipotencia, lo que lo hace posible!

Lo sepamos o no, siempre somos esta Consciencia abierta, libre, ilimitada y sin
embargo, a veces nos olvidamos de esto. Es nuestra libertad de olvidar. Una vez que
hemos olvidado, ninguna otra libertad está disponible para nosotros, salvo la libertad
de recordar de nuevo.

Aunque siempre somos esta Consciencia abierta, libre, imitada, a veces parece que
estamos limitados. Nos sentimos limitados. La Consciencia se experimenta a sí misma
como estando limitada por su propia proyección.

Después de haber proyectado una limitación dentro de su propia inmensidad, la


Consciencia entonces se identifica con esa limitación. Se olvida de su verdadera
naturaleza. "Cae" en la ignorancia.

Como resultado, la Consciencia entonces siente que su verdadera naturaleza es de


alguna manera extraña, desconocida y poco familiar, que se ha perdido y tiene que ser
encontrada, que ha sido olvidada y necesita ser recordada, que está en otra parte,
separada.

La Consciencia no se da cuenta de que ya es precisamente lo que está buscando, que


ya es ella misma. No ve claramente que el mismísimo Conocimiento de lo que sea que
es conocido en todo momento, es el conocimiento de sí misma.

Sin embargo, no importa cuán profundamente la Consciencia se identifica con un


fragmento de su propia creación, no importa cuán profunda es la ignorancia y los
subsecuentes pensamientos, sentimientos y actividades generados por esta
ignorancia, no importa cuán exitosamente la Consciencia oculta su propia naturaleza
de sí misma, su memoria de sí misma es siempre más profunda que su olvido.
Esto es así siempre, simplemente en virtud del hecho de que antes de que la
Consciencia pareciera convertirse en algo distinto de sí misma, sigue siendo siempre
sólo ella misma.

La Consciencia es la experiencia primaria en toda experiencia, cualquiera que sea el


carácter particular de esa experiencia. Y por esta razón, la búsqueda de sí misma, el
deseo de volver a sí misma, de morar en sí misma, nunca puede ser extinguido.

E irónicamente, es por la misma razón que la búsqueda será continuamente socavada,


porque cuando se comprende que la Consciencia siempre se experimenta sólo a sí
misma, se comprende al mismo tiempo que la Consciencia no tiene a dónde ir y nada
que llegar a ser.

Por lo tanto, desde el punto de vista de la ignorancia, la búsqueda es el primer paso


que da la Consciencia hacia el retorno de sí misma. Desde el punto de vista de la
Comprensión, la búsqueda es el primer paso que da la Consciencia para alejarse de sí
misma. En ninguno de los dos casos la Consciencia nunca va a ninguna parte.

Incluso cuando la Consciencia se ha ocultado a sí misma con un manto de creencias,


dudas, miedos y sentimientos, el sabor de su propia naturaleza ilimitada, libre y sin
miedo está incrustado dentro de cada experiencia y este sabor se experimenta a
menudo como una especie de nostalgia o añoranza.

Este anhelo es a menudo erróneamente asociado con un acontecimiento o un


momento en nuestras vidas, a menudo en la infancia, cuando las cosas parecían ser
mejor, cuando la vida parecía ser más feliz. Sin embargo, este anhelo no es por un
estado que existió en el pasado, es por la paz y la libertad de la Consciencia que se
halla detrás y enterrada dentro de cada experiencia actual.

Lo que estaba presente "entonces" como "Felicidad" era simplemente la presencia no


velada de esta misma Consciencia que está viendo y entendiendo estas palabras.

La Consciencia proyecta esta experiencia actual fuera de sí misma. Luego ella misma
se pierde en esta proyección, en la mente/cuerpo/mundo que ha proyectado desde su
interior, y se identifica con una parte de ello. Es como si se dijera a sí misma: "Yo ya no
soy esta Consciencia abierta, libre, ilimitada. Más bien soy este limitado fragmento
que he creado en mi interior. Yo soy un cuerpo".

Al hacer esto la Consciencia se olvida de sí misma. Se olvida de su propia naturaleza


ilimitada. Este olvido es conocido como "ignorancia". Es la Consciencia ignorándose a
sí misma. Como resultado de este auto-olvido, aparece la nostalgia y la Consciencia
anhela regresar a sí misma, para ser libre. No se da cuenta, por ahora, de que en todo
momento de este viaje pródigo siempre es sólo ella misma.
La meditación es simplemente la liberación de esta proyección de la carga de la
separación. Se trata de la anulación de la auto-contracción, del desenredado de esta
red de confusión.

En lugar de centrar su atención en el fragmento limitado, en la entidad separada con


la que se ha identificado a sí misma, la Consciencia presta de nuevo atención a sí
misma como realmente es. Retorna a sí misma. Se recuerda a sí misma. Y en lugar de
proyectar el mundo fuera de sí, la Consciencia lo reclama, lo lleva de nuevo dentro de
sí misma.

La actividad de identificarse con un fragmento y la actividad de proyectar el mundo


exterior, son una y la misma actividad. Y por la misma razón, cuando una actividad
cesa, la otra colapsa.

La Consciencia está tan acostumbrada a pensar de sí misma como una entidad


limitada y a la concomitante proyección del mundo fuera de sí misma, que en
principio parece que el recordarse a sí misma, el retornar a sí misma, es una actividad
contraria, algo que la Consciencia tiene que hacer para encontrarse a sí misma.

Al igual que abrir una mano, la anulación de la auto-contracción parece al principio


que es una actividad. Sin embargo, cada vez que la Consciencia retorna a sí misma,
cada vez que relaja su fijación en una entidad separada, cada vez que se abre sin
elección o preferencia a todo el espectro de cualquier experiencia que esté
apareciendo dentro de sí misma, está, sin saberlo, socavando el hábito de la auto-
evitación, el hábito de evitar su propia Realidad.

De esta manera, la Consciencia se acostumbra cada vez más a permanecer en sí


misma, como sí misma, sin pretender ser otra cosa, algo distinto de sí misma.

El impulso para contraerse en la entidad separada se ve socavado progresivamente. La


Consciencia se queda en casa. Los impulsos de buscar, evitar, fingir, contraer, siguen
apareciendo, pero la Consciencia ya no está obligada por ellos. Reconoce los impulsos,
pero ya no actúa de acuerdo con ellos. Y, como resultado, la frecuencia y ferocidad de
estos impulsos comienzan a disminuir.

La Consciencia ya no sale de sí misma hacia las cosas. Se queda en casa dentro de sí


misma y las cosas vienen a ella. Las cosas, es decir pensamientos, sentimientos y
percepciones, van a ella, aparecen en ella, surgen dentro de ella, pero la Consciencia
ya no tiene que olvidarse a sí misma para experimentar el cuerpo, la mente y el
mundo.

La Consciencia brilla en cada experiencia.

Llega un momento en el que todo vuelve a su lugar. Esta Consciencia abierta, libre,
ilimitada que es nuestro propio Ser íntimo, se da cuenta de que siempre ha sido y
siempre será sólo ella misma, que nunca ha dejado de ser ella misma ni por un
momento, que lo que parecía ser el retorno a sí misma, el recuerdo de sí misma, era
simplemente el reconocimiento de sí misma, el reconocimiento de que siempre ha
permanecido sólo en y como ella misma.

La Consciencia se da cuenta de que la entidad separada con la que previamente se


había identificado, es en realidad simplemente una actividad que ella hace, de vez en
cuando. Y por la misma razón, se da cuenta de que la actividad que parecía hacer de
vez en cuando, la actividad que llamamos meditación, es en realidad lo que ella
siempre es.

Se da cuenta de que la meditación no es un estado que va y viene, sino que es eso en


el que todos los estados van y vienen. La meditación es simplemente la presencia
natural de la Consciencia, siempre presente, omnímoda, inmutable, perenne,
ilimitada, auto-luminosa, auto-consciente, auto-evidente.

Desde el punto de vista de la entidad separada limitada, todas las descripciones de la


meditación aparecen como algo que debe ser realizado por esa entidad separada. Tan
pronto como se ve claramente que la entidad separada no es más que una creencia y
una sensación que la Consciencia recrea sobre sí misma, entonces las mismas palabras
que antes parecían describir un proceso o una actividad llamada "meditación", que
parecían ser un requerimiento para hacer algo, ahora se entiende que es simplemente
una descripción de cómo son las cosas.

Desde el punto de vista de la ignorancia, la "persona" es lo que somos y la


"meditación" es algo que hacemos de vez en cuando. Desde el punto de vista de la
comprensión, la "meditación" es lo que somos y la "persona" es algo que hacemos de
vez en cuando.

La meditación no es algo que hacemos. Lo sepamos o no, es lo que somos.

Rupert Spira, 5 julio 2009

Fuente: Web de Rupert Spira

Lo Conocido, el Conocedor y el Conocer

De lo Conocido al Conocedor
El pensamiento Me considera como a un yo separado, nacido en un mundo, que se
mueve en el tiempo y el espacio y que está destinado a desaparecer algún día. Como
tal pensamiento Me considera como un objeto, una mezcla de pensamientos,
sentimientos, sensaciones y percepciones, compartiendo sus límites y destino.

De esta manera el pensamiento pasa por alto Mi naturaleza esencial y Me considera


como un cuerpo/mente ―un hombre o una mujer, alto, bajo, pobre, rico, triste,
alegre, inteligente, de veinticinco años de edad, etc.― que conoce o experimenta los
objetos, a otros y el mundo. Sin embargo, una simple mirada a la experiencia
demuestra que yo conozco el cuerpo/mente igual que conozco el mundo. Yo soy
el Conocedor de la experiencia; el cuerpo/mente es lo conocido.

Cualidades del Conocedor


Yo conozco los pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones, pero Yo
mismo no estoy hecho de pensamiento, sentimiento, sensación o percepción y por lo
tanto me considero vacío, silencioso, transparente. Yo estoy presente y consciente y
por tanto soy conocido como Conciencia.
Como tal, el pensamiento Me compara con el espacio abierto, vacío en el que surgen
todas las apariencias. Al igual que el espacio físico no soy afectado por lo que ocurre o
no ocurre dentro de Mí y, por lo tanto, la paz es Mi naturaleza. La paz no es una
cualidad de Mí mismo; es Mí mismo, siempre presente en todas las circunstancias.

Al igual que el espacio vacío no tengo nada que hacer con las apariencias. No me
importa si la mente está en silencio o no, si el cuerpo es joven, viejo, sano o no, ni lo
que está ocurriendo en el mundo. Doy la bienvenida a todas las apariencias
incondicional e imparcialmente.

El pensamiento tiene gustos y aversiones, pero a Mí ni me gustan ni disgustan estos


gustos y aversiones. El pensamiento se resiste y busca pero yo ni me resisto ni busco
el final de la resistencia o la búsqueda. Siendo vacío, ni siquiera conozco la resistencia
y soy, por lo tanto, la propia felicidad sin causa.

Al igual que el espacio vacío, no comparto las cualidades ni el destino de los objetos
que aparecen dentro de Mí; Yo no me muevo ni cambio cuando ellos se mueven y
cambian; Yo no aparezco ni desaparezco cuando ellos aparecen o desaparecen; Yo no
he nacido y no muero. El cuerpo y la mente están siempre de viaje pero yo nunca hago
el viaje con ellos. Ellos viajan a través de Mí, pero yo nunca viajo en ellos. Yo soy el
Conocedor inmutable y siempre presente de todo lo que es conocido.

Del Conocedor al Conocer


Sin embargo, al pensar en Mí como el Conocedor o el espacio testigo en el que surgen
todas las apariencias, el pensamiento Me imagina separado de las apariencias. En
realidad, soy más parecido a una pantalla, una con e íntimamente impregnada de la
imagen que aparece en ella. De hecho, la imagen no aparece en ni está impregnada de
la pantalla. No hay ninguna imagen independiente presente que sea "una con" o
"impregnada de" la pantalla. Sólo la pantalla está realmente presente. La pantalla es la
imagen que aparece. "Imagen" es otro nombre para la pantalla.
Del mismo modo, aunque el cuerpo, la mente y el mundo parecen existir por
separado, deben su realidad aparente solamente a Mí. "Cuerpo", "mente" y "mundo"
son sólo los nombres y formas que el pensamiento me da a Mí cuando he sido pasado
por alto.
El personaje en una película sólo es real desde el punto de vista de uno de los
personajes. La imagen sólo es real, como tal, desde el punto de vista ilusorio de la
imagen. Desde el punto de vista verdadero y único de la pantalla, sólo la pantalla está
verdaderamente presente y es real. No hay ningún personaje real ahí; sólo hay la
pantalla.

Del mismo modo, yo soy todo lo que está verdaderamente presente y es conocido en
toda experiencia. Todo lo que se conoce del cuerpo, la mente y el mundo es
el conocer de ellos y yo soy ese Conocer. Es sólo el pensamiento el que extrae un
"conocedor" y un "conocido" de la intimidad sin fisuras del Conocer o Experimentar.
Sin embargo, el cuerpo, la mente y el mundo nunca son conocidos o experimentados
como tales. Así que no podemos decir que hay el conocer "de ellos", sino que sólo hay
el Conocer. Yo no soy el conocer que impregna toda experiencia; yo soy el Conocer
que es toda experiencia.
Del mismo modo que, relativamente hablando, no vemos los objetos, y sólo vemos las
modulaciones de la luz del sol, así mismo en realidad no conocemos los objetos
como tales, sino que conocemos sólo modulaciones del Conocer. Sólo el Conocer es
conocido realmente y es el Conocer (el) que conoce el Conocer. Yo solo soy y me
conozco a Mí mismo. Esta ausencia de distancia, otredad o separación es amor. El
verdadero conocimiento y amor son idénticos.

El Yo Separado Imaginario
Es el pensamiento el que superpone un sujeto y un objeto sobre la intimidad sin
fisuras de la experiencia velando así aparentemente la paz, la felicidad y el amor que
se encuentran siempre presentes y disponibles en su corazón. Con este
velo aparente, parezco estar perdido u olvidado y, como resultado, se crea
aparentemente un yo imaginario, hecho de Mí mismo, más la creencia de que
comparto las cualidades y el destino de las apariencias. Este yo interior imaginario
está siempre en una misión de recuperar la experiencia de paz, felicidad y amor que
parece haber perdido cuando Mi naturaleza es aparentemente velada.
Con este fin el yo interior imaginario emprende una gran aventura en el mundo
exterior imaginario, en el tiempo y en el espacio, sin darse cuenta de que estas son sus
propias creaciones. Al igual que el personaje de una película que viaja por el mundo en
busca de la pantalla, el yo imaginario viaja por el mundo en busca de la paz en las
circunstancias, la felicidad en los objetos y el amor en las relaciones, sin darse cuenta
de que ya está hecho de las cosas que trata de buscar. Ya soy el amor que anhelo.

Frustrado por el fracaso inevitable de su búsqueda, el yo interior imaginario elabora


todo tipo de estrategias como aquietar la mente, disciplinar el cuerpo y rehuir del
mundo, con la esperanza de que como resultado seré revelado.

Con el tiempo, la actividad de buscar y resistir que es el yo separado puede, por


agotamiento, frustración o inteligencia, llegar a su fin y, como consecuencia, la paz de
Mi verdadera naturaleza brilla por un momento atemporal como realmente es. Esta
disolución de la actividad de buscar y resistir es la revelación (quitar el velo) de Mi
presencia.

De hecho, incluso eso no es cierto. Yo soy eternamente como yo soy,


independientemente de lo que los pensamientos y sentimientos hagan o digan, nunca
soy verdaderamente velado por la actividad de buscar y resistir. De hecho, nunca dejo
de ser consciente de Mí mismo y, por lo tanto, realmente nunca soy consciente de un
yo separado, y mucho menos un objeto, otro o el mundo, como tales. Por lo tanto, el
yo separado es sólo un yo separado desde el punto de vista imaginario de un yo
separado.
Desde Mi punto de vista, que es el único punto de vista real (y que no es realmente un
punto de vista) no existe nunca ningún velo real u olvido de Mí mismo. Toda la
aventura del yo separado tiene lugar en una burbuja de pensamiento y sentimiento,
mientras que todo el tiempo estoy en reposo en y como Mí mismo.
Al igual que la ola que llega a la costa y, dejando de ser ola, se revela como el océano,
así el pensamiento de buscar/resistir llega a su fin y, perdiendo su nombre y forma, se
revela solo como Mí mismo. No se convierte en Mí mismo; siempre es sólo eso, al
igual que la ola siempre es sólo océano. Sólo su nombre y forma temporal parecían ser
algo distinto del océano. El combustible de todo deseo es ya la felicidad que busca.

Amor y Libertad
Al igual que la polilla que anhela la llama pero que no puede experimentarla, así todas
las actividades del yo separado están diseñadas sólo para encontrar-Me, pero yo soy
la única cosa que no puede conocer o tener. La única forma en que el yo separado
puede conocer-Me es muriendo, al igual que la polilla sólo puede conocer la llama
muriendo en ella. Esa muerte es la experiencia del amor, la disolución del yo y del
otro.

Sin embargo, para la llama, sólo hay llama; para el agua sólo hay agua; para Mí mismo,
sólo hay Mí mismo. El velar, olvidar, buscar y encontrar son para el yo que piensa
imágenes de Mí, nunca para Mí mismo, el único y verdadero yo que es. Cualesquiera
que sean las cualidades limitadas del cuerpo y la mente que el pensamiento
superpone en Mí, yo permanezco eternamente libre, intacto pero íntimamente
tocando todas las cosas aparentes, prestándoles Mi realidad, dándoles así aparente
existencia.

El pensamiento superpone sobre Mí el testigo y lo atestiguado, y además luego reviste


Mi presencia testigo con las cualidades y el destino de un cuerpo/mente, y de esta
manera Me degrada a un yo separado. Pero al mismo tiempo, yo permanezco
desnudo y solo, en realidad nunca soy, conozco o amo nada que no sea Mi ser (Mí
mismo) eternamente libre.

Para el pensamiento hay tres posibilidades para el yo (sí mismo) ― ser lo conocido, el
Conocedor o el puro Conocer; ser una persona, un testigo o la Conciencia pura; ser
algo, nada o todo. Sin embargo, yo nunca verdaderamente soy o conozco nada que no
sea Mí mismo.

Rupert Spira, Enero 2012

Fuentes: Life is but a dream, Web de Rupert Spira

La conciencia y sus objetos aparentes

Pregunta: Usted comenta que la conciencia observa las apariencias como si hubiera
dos cosas, una, la conciencia y dos, las apariencias. ¿Acaso esto no admite un
elemento de dualidad aunque sea más sutil de lo que es convencionalmente el caso?
Rupert Spira: La insinuación de que hay dos cosas aparentes, una, la conciencia y dos,
las apariencias u objetos, se dice a alguien que cree que él o ella es un yo separado,
que está localizado en y como el cuerpo, mirando a un mundo de objetos que se
consideran separados e independientes de él mismo, la conciencia.
En este caso, a los términos en que se expresa la pregunta (es decir, la creencia en una
entidad, objeto o mundo separado que tiene existencia independiente) se les concede
credibilidad provisional con el fin de que podamos proceder a partir de lo
que parecen ser los hechos de la experiencia. De esta manera se realiza un intento de
conectar realmente con la experiencia de quien hace la pregunta en vez de refugiarse
en lo que puede parecer a algunos como una torre de marfil de perfeccionismo no-
dual.
Así, comenzamos con la formulación convencional de que yo, dentro del cuerpo, estoy
mirando a un objetivo e independiente mundo de objetos. Esta es una posición de
dualismo, es decir, yo, el cuerpo (el sujeto), estoy experimentando el mundo y a otros
(el objeto). A partir de aquí debe señalarse el hecho de que el cuerpo (sensaciones y
percepciones) y la mente (pensamientos e imágenes) son, en realidad,
experimentados exactamente de la misma forma que el mundo (percepciones). En
otras palabras, se ve claramente que el cuerpo/mente no es el sujeto de la experiencia
y el mundo el objeto, sino más bien que el cuerpo, la mente y el mundo son todos
objetos de la experiencia.
Entonces nos preguntamos qué es eso que conoce o experimenta el
cuerpo/mente/mundo. Sea lo que sea, es lo que llamamos "yo" ¿Y qué es este "yo"?
Es evidente que no es el cuerpo/mente, porque en este punto se entiende que el
cuerpo/mente es lo experimentado y no el experimentador.
Entonces, ¿qué podemos decir acerca de este "yo" que conoce o experimenta? No
puede tener ningún tipo de cualidades objetivas porque tales cualidades serían, por
definición, apariencias u objetos y, por tanto, algo conocido o experimentado. Sin
embargo, este "yo" es/está innegablemente presente y consciente. Por esta razón a
veces se le denomina presencia consciente, conciencia o simplemente presencia.
En este punto la conciencia que yo soy se dice que es "nada", "vacío" o "vacuo"
porque no tiene cualidades observables. Yo soy presencia transparente, incolora. Yo
no soy nada concebible o perceptible. Yo soy/estoy presente y consciente, pero no
soy-una-cosa, nada.

Desde este punto de vista la conciencia a veces se describe como el testigo de las
apariencias de la mente, el cuerpo y el mundo. Yo, la conciencia, conozco todas las
apariencias, pero no estoy hecho de ninguna cosa que aparece. Esta posición sigue
siendo dualista ya que todavía hay un sujeto (yo mismo, conciencia) y un objeto (el
cuerpo/mente/mundo). Es, por así decirlo, una etapa a mitad de camino. Es un paso
más hacia una formulación más verdadera de la naturaleza de la experiencia de lo que
era la anterior en la que el cuerpo/mente se consideraba como el sujeto de la
experiencia y el mundo era considerado el objeto. Sin embargo, tras una exploración
más detallada, esta idea del testigo es también vista como una limitación, superpuesta
sobre la conciencia por una mente que todavía cree en la existencia separada de los
objetos.

Es valioso hacer esta distinción entre la conciencia (el sujeto que conoce o
experimenta) y las apariencias de la mente, el cuerpo y el mundo por dos razones:

Una, es que establece que hay algo en nuestra experiencia que no es un objeto y sin
embargo es/está innegablemente presente y consciente. En otras palabras, se
establece la presencia de la conciencia y que esto es lo que somos. Y dos, que
establece no sólo la presencia, sino la primacía de la conciencia. Es decir, se establece
que para que cualquier objeto del cuerpo, la mente o el mundo venga a la existencia
aparente, nuestro yo, la conciencia, debe estar primero presente, por así decirlo,
como su trasfondo.
Se establece que primero y ante todo somos la presencia o conciencia transparente
sin objeto que ilumina y conoce todas las apariencias del cuerpo, la mente y el mundo.
Esa es nuestra experiencia siempre-presente sea reconocida o no.

Ahora podemos ir más lejos que esto. Si exploramos esta conciencia que conocemos
como nuestro más íntimo ser, es decir, que conoce que es, descubrimos que no hay
nada en nuestra experiencia que sugiera que sea limitada, localizada, personal,
temporal o espacial, causada por o dependiente de otra cosa que no sea ella misma.

Ahora bien, ¿qué es eso que podría saber que la conciencia no está limitada,
localizada, etc? Sólo eso que conoce o es consciente y está al mismo tiempo presente,
podría conocer esto o incluso cualquier otra cosa. En otras palabras, sólo eso que
es/está consciente y presente podría conocer la conciencia. Por lo tanto, es
únicamente la conciencia la que se conoce a sí misma como ilimitada, no-localizada,
independiente, sin causa. A este reconocimiento de nuestro propio ser impersonal,
ilimitado, siempre-presente a veces se le llama despertar o iluminación. Es el hecho de
experiencia más simple, obvio e íntimo, pero por lo general se pasa por alto como
resultado de imaginar nuestro ser siendo algo distinto que la conciencia, como un
pensamiento, sentimiento o sensación.
Ahora podemos mirar de nuevo la relación entre la conciencia y los aparentes objetos
del cuerpo/mente/mundo que aparecen ante ella. ¿A qué distancia están el cuerpo, la
mente y el mundo de esta presencia de conciencia que atestigua? ¿A qué distancia
está el mundo que es conocido o experimentado? Si miramos de manera sencilla y
directa en nuestra experiencia encontramos que, cada vez que aparece un objeto, no
hay distancia entre nuestro ser, conciencia, y ese objeto aparente. Están, por así
decirlo, tocándose entre sí.
Ahora podemos ir más allá de nuevo. ¿Cuál es nuestra experiencia de la frontera entre
ellos, la interfaz donde se juntan o tocan? Si hubiera tal interfaz, sería un lugar donde
nuestro ser termina y el objeto comienza. Sin embargo, no encontramos ningún tipo
de interfaz en la experiencia. No hay lugar donde terminamos y comienza nuestra
experiencia del mundo. No hay ahí ninguna frontera. Por lo tanto, ahora podemos
reformular nuestra experiencia de una manera que está más cerca de nuestra
experiencia real. Podemos decir que los objetos no sólo se aparecen a esta conciencia,
sino más bien que (los objetos) aparecen dentro de ella.
En este punto la conciencia se concibe más como un vasto espacio en el que todos los
objetos del cuerpo, la mente y el mundo aparecen y desaparecen. Anteriormente
hemos considerado que nuestro ser era testigo de todas las apariencias desde una
distancia, pero ahora esta distancia ha colapsado y todo se experimenta como íntimo.
Ya no son sólo nuestros pensamientos y sentimientos los que son experimentados
dentro de nuestro ser, sino también las sensaciones y percepciones. Sin embargo, esto
sigue siendo una posición de dualismo, una posición en la que este vasto espacio
consciente es el sujeto y el cuerpo, la mente y el mundo son los objetos que aparecen
dentro de él, algo así como los objetos que aparecen en una habitación, en términos
relativos.

Así que, una vez más profundizamos en la experiencia de los objetos del cuerpo, la
mente y el mundo y vemos si podemos encontrar en ellos una sustancia que sea
distinta de la conciencia que los conoce o en la que aparecen. Es una exploración en la
que llegamos a ver claramente que el cuerpo, la mente y el mundo están hechos de
pensamientos, sensaciones y percepciones. Los pensamientos, sensaciones y
percepciones se entiende que son producidos por el pensar, el sentir y el percibir y la
única sustancia presente en el pensar, sentir y percibir se entiende que es nuestro ser,
la conciencia.

En otras palabras, no hay nada presente en nuestra experiencia de un objeto, otro o el


mundo, que no sea el conocer de ella y el conocer está hecho sólo de conciencia,
nuestro ser. De hecho, no conocemos nuestro conocer de un objeto; sólo
conocemos conocer.
Sin embargo, incluso en esta formulación todavía hay una referencia a un cuerpo,
mente y mundo aunque sea simultáneamente conocido por y hecho de conciencia.
Todavía es una posición en la que el cuerpo, la mente y el mundo no sólo
aparecen dentro de la conciencia, sino como conciencia. Es decir, que se sabe que son
creados o producidos por eso que los conoce. Son experimentados como creados por
nuestro ser, la conciencia.
Sin embargo, en esta formulación todavía estamos comenzando con objetos, incluso si
admitimos que están hechos de conciencia. Pero si nos fijamos bien encontramos que
la conciencia, y no los objetos, es nuestra primera experiencia. Así que ahora, si
partimos desde la experiencia real, es decir, desde la conciencia, nos encontramos con
que es la conciencia la que toma la forma, por así decirlo, de la mente, el cuerpo y el
mundo. La conciencia toma la forma del pensar y aparece como la mente. Toma la
forma del sentir y aparece como el cuerpo. Toma la forma del percibir y aparece como
el mundo, pero nunca ni por un momento se convierte realmente en otra cosa que no
sea ella misma.

En este punto no sólo conocemos, sino que sentimos que la presencia o conciencia es
todo lo que hay. Es decir, se conoce a sí misma como la totalidad de la experiencia.
Esto podría ser formulado como: "Yo, la conciencia, soy todo", o simplemente "La
conciencia es todo". Al mismo tiempo, reconocemos que en realidad este ha sido
siempre el caso, aunque pareciera no conocerse previamente.
Así que hemos pasado de una posición en la que pensamos y sentimos que yo
soy algo (una mente y cuerpo) a una posición en la que reconocemos nuestra
verdadera naturaleza como presencia consciente y que expresamos como "yo no
soy nada, ninguna-cosa". Entonces llegamos a la comprensión experiencial de que yo
no soy más que el testigo, el conocedor o experimentador de todas las cosas, pero
también soy al mismo tiempo su sustancia. En otras palabras, llegamos a sentir que yo
soy todo.
Sin embargo, incluso esto no es del todo correcto, aunque puede ser una formulación
más verdadera de nuestra experiencia actual de las sugeridas anteriormente, porque
¿a qué se refiere este "todo"? Nos hemos dado cuenta, en este punto, que no hay
objetos, otros, yoes, entidades o mundo que sean en realidad experimentados como
tales. Así que ahora no tiene sentido decir que la conciencia es la totalidad de todas
las cosas inexistentes. Simplemente no hay cosas de las cuales la conciencia sea
testigo, sustancia o totalidad.

¿Cómo podríamos expresar esto? ¡No podemos! El lenguaje se colapsa aquí porque el
entendimiento ha desbordado literalmente el marco conceptual que está diseñado
para contener. ¡Sin embargo todavía es legítimo intentarlo! En lugar de decir que la
conciencia es todo, podríamos decir simplemente que la conciencia es. Pero incluso
entonces, ¿qué es esta conciencia que es conceptualizada como estando presente?
Para conceptualizar la conciencia como tal, es preciso hacer referencia implícita a otra
cosa que no es la conciencia. Es atribuir a la conciencia un nombre o forma, en
contraste con otros nombres y formas y, como tal, sugerir una limitación. Así que,
podríamos decir, "es" o "soy". Sin embargo, esta palabra por sí misma no tiene
sentido. Las palabras no pueden ir más allá. Nos quedamos en silencio.
Si estuviéramos ahora en un encuentro en lugar de escribir y leer, probablemente
habría un largo período de silencio. De hecho, mientras el encuentro continuara
podríamos observar un cambio sutil de experimentar periodos de silencio que marcan
la conversación, a experimentar períodos de conversación que marcan el silencio. Y
con el tiempo se puede ver claramente que las palabras, ya sean habladas o escritas,
en realidad no marcan o interrumpen el silencio, sino más bien que este silencio es
siempre-presente y las palabras son simplemente una modulación del mismo.

En otras palabras, podemos descubrir que el verdadero silencio no es simplemente la


ausencia de sonido y pensamiento, sino la presencia de conciencia que impregna y sin
embargo es anterior a ambos, sonido o pensamiento, y su ausencia. Incluso eso no es
del todo correcto porque en la experiencia no hay nada anterior. "Anterior" requiere
tiempo y el tiempo está sólo en el pensamiento. La experiencia es eternamente ahora.

Sin embargo, tales son las limitaciones del lenguaje y si vamos a hablar de estos temas
tenemos que estar dispuestos a adaptarlos. Así que nos encontramos de nuevo con los
mismos términos que se han desarrollado para describir las convenciones abstractas y
conceptuales del pensamiento dualista. Nos encontramos de nuevo hablando o
escribiendo acerca de lo que no puede ser verdaderamente hablado y que, al mismo
tiempo, es la única cosa que realmente merece nuestras palabras, porque es todo lo
que realmente es.

Así que, para resumir, nos movemos de la formulación "yo soy algo" a "yo no soy
nada", de "yo no soy nada" a "yo soy todo", de "yo soy todo" a "yo soy" o "la
conciencia es", de ahí a simplemente "yo" y desde "yo" a... aquí nos quedamos
realmente en silencio.

Lo que se acaba de describir arriba podría ser visto como una serie de puntos o etapas
en el desarrollo progresivo de la comprensión desde la creencia de que la experiencia
consiste en una sucesión de objetos ―el cuerpo, la mente y el mundo― a la
comprensión de que la experiencia es sólo la conciencia eternamente conociéndose y
siendo únicamente ella misma. Sin embargo, sería un error pensar que una entidad
pasa por estas aparentes etapas o incluso que la experiencia en sí sufriera una serie de
transformaciones. Tal posición sólo ocurriría en el caso de que fuera verdad nuestra
hipótesis inicial de la realidad separada e independiente de entidades, objetos, otros y
el mundo.

Más bien, después de haber llegado a la comprensión de que sólo hay conciencia o
presencia, simultáneamente se ve con claridad que en realidad este ha sido siempre el
caso, incluso si no se hubiera advertido. Así que, mirando ahora desde esta nueva
perspectiva de la presencia, vemos que lo que era un aparente despliegue de
comprensión desde el punto de vista del yo separado era, en realidad, una aparente
disolución de la ignorancia desde el punto de vista de la mente.

En otras palabras, en lugar de comenzar con la aparente realidad de entidades,


objetos, yoes, otros y el mundo, y mirar hacia la conciencia, ahora tomamos nuestra
posición conscientemente como conciencia y vemos cómo la mente, que surge dentro
de la conciencia, ha construido una serie de creencias abstractas y conceptuales que
confieren realidad aparente, solidez e independencia sobre los objetos, otros, el
mundo, etc.
Mientras permanecemos deliberadamente como consciencia, es decir, tal como es
consciente de sí misma, no velada aparentemente por los conceptos abstractos de la
mente dualizadora, descubrimos que no es un vacío. No es "nada". Se refiere como
"nada" sólo a veces, en contraste con la creencia en la realidad de las "cosas". A partir
de ese punto de vista no es nada, ninguna-cosa, a diferencia de "algo".

Sin embargo, desde el punto de vista de la experiencia, es plenitud en sí ― llena sólo


de sí misma. Esta plenitud se conoce como amor por que no hay espacio allí para
ningún otro. En otras palabras, podríamos decir que el amor es la sustancia de todas
las cosas aparentes y, una vez que ha quedado claro que no hay cosas reales, como
tales, podríamos simplemente decir que el amor es.

El movimiento en la comprensión desde "yo soy algo" a "yo no soy nada" podría ser
llamado el camino de la sabiduría o del discernimiento. El movimiento en la
comprensión desde "yo no soy nada" pasando por "yo soy todo" a simplemente "yo",
podría llamarse el camino del amor.

Rupert Spira, 6 marzo 2013

Fuente: Web de Rupert Spira

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Yo soy

Yo soy
Yo no tengo palabras para expresarme pero todas las palabras me expresan sólo a Mí
Yo no tengo sentido pero doy sentido a todo lo que es percibido
Yo soy sin principio ni fin pero todas las cosas comienzan y terminan en Mí
Yo no tengo nombre pero soy llamado por todos los nombres
Yo no tengo forma pero todas las forman Me indican
Yo no tengo origen pero soy el origen de todas las cosas
Yo soy sin división pero todas las divisiones existen en Mí
Yo existo por Mí mismo
Yo soy el anhelo en la tristeza y lo anhelado por todos los anhelos
Yo soy la espera y lo esperado en toda esperanza
Yo soy la inquietud de los inquietos
Yo soy la paz de los pacíficos
Yo soy felicidad

Yo no puedo ser contemplado pero soy el objeto de toda contemplación


Yo soy imperceptible sin embargo me percibes sólo a Mí
Yo soy completo pero no tengo nada
Yo soy vacío pero contengo todo
Yo doy todo pero nunca soy disminuido
Yo recibo todo pero nunca aumento
Yo soy el amante de todos
Yo brillo

Yo hablo pero soy silencioso


Yo me muevo pero soy inmóvil
Yo veo pero no puedo ser visto
Yo oigo pero no puedo ser oído
Yo saboreo pero no puedo ser saboreado
Yo huelo pero no puedo ser olido
Yo toco pero no puedo ser tocado
Yo sonrío
Todo lo que aparece aparece en Mí pero yo nunca aparezco
Yo soy el silencio en la música y la música en el silencio
Yo soy oculto del mundo pero revelo el mundo
Yo soy la matriz y la tumba de todo lo que existe
Yo ofrezco y contengo en un solo acto como un recipiente abierto
Yo me entrego sin condiciones a todas las cosas
Yo recibo todas las cosas sin elección
Yo soy vacío

Yo soy el conocer en todo lo que es conocido


Yo soy el experimentar en todo lo que es experimentado
Yo soy el permitir de todas las cosas aparentes
Yo soy pura sensibilidad, apertura y disponibilidad
Yo soy el sol en la luna
Yo soy la amistad de los amigos
Yo soy conocido y desconocido
Yo soy oscuro en el día y brillante en la noche
Yo soy luminoso

El tiempo toma prestada su continuidad de Mi continua presencia


El espacio toma prestada su permanencia de Mi inmensidad
Todos los colores toman prestada su luz de Mí
Todos los amantes toman prestado su amor de Mí
Todas las cosas toman prestada su existencia de Mí
Yo soy abundante
Yo soy eclipsado por ti pero tú eres iluminado por Mí
Yo soy "tuyo" y "mío"
Yo soy el "sí " en el "no"
Yo soy el "ahora " en el "después"
Yo soy el "aquí " en el "allí"
Yo soy el "yo" en el "tú"
Yo soy el "esto" en el "eso"
Yo soy el "siempre" en el "nunca"
Yo soy

Yo soy la incertidumbre de todas las cosas y la certeza de la incertidumbre


Yo soy la seguridad de la inseguridad
Yo soy la verdad en lo falso
Yo soy la dignidad en el orgullo
Yo soy la realidad de una ilusión
Yo soy la existencia de todo lo que existe
Yo soy un secreto abierto

Yo muevo pero soy inmóvil soy inmóvil pero muevo


Yo estoy oculto en el aburrimiento pero no soy aburrido
Yo soy velado por la duda pero yo mismo no estoy en la duda
Yo vivo bajo el temor pero ni tengo miedo ni estoy asustado
Yo permanezco en Mí mismo
Si miras delante yo estoy detrás
Si miras detrás yo estoy delante
Si miras arriba yo estoy abajo
Si miras abajo yo estoy arriba
Yo Me oculto pero Me revelo
Yo bailo

Yo soy inmanente y trascendente


Yo soy el brillante vacío auto-luminoso del espejo
y las imágenes de colores danzantes que aparecen en él
Yo soy la luz en toda experiencia

Yo rompo el cuerpo y lo extiendo por todo el mundo


Yo rompo el mundo y lo mantengo desmembrado en mi corazón
Yo estoy embarazado del universo
Yo soy la seidad de las cosas
Y la soidad del ser
Yo soy lo desconocido en lo conocido y lo conocido en lo desconocido
Yo soy el amor en el odio y la esperanza en la desesperación
Yo soy lo mismo en todas las diferencias y diferente en lo mismo
Yo pienso pero no puedo ser pensado
Yo siento pero no puedo ser sentido

Yo no puedo ser abordado pero estoy siempre presente


Yo no puedo ser conocido pero conozco todas las cosas
Yo no existo pero nunca estoy ausente
Yo estoy en ninguna parte y en todas partes
Yo no soy nada y soy todo
Yo juego

Yo soy el amor con el que soy amado


Yo soy el deseo con el que soy anhelado
Yo soy el conocimiento en la ignorancia
Yo soy la respuesta en la pregunta
Yo Me doy y Me recibo perpetuamente
Yo Me presto a todas las cosas aparentes
Yo Me olvido por la alegría del descubrimiento
Yo Me divido por la belleza de la amistad
Yo Me oculto por el placer de buscar
Yo Me busco por el placer de encontrar
Yo Me encuentro por el placer de conocer
Yo Me conozco por el placer de ser
Yo soy Yo mismo por ninguna otra razón
Yo brillo

Yo devengo feo por el bien de la belleza


Yo devengo hostil por el bien del amor
Yo soy cruel por el bien de la bondad
Yo soy vasto y brillante
Yo soy el corazón del corazón
Yo soy la voz de un niño
Yo soy maravilla, asombro y deleite

El tiempo y el espacio se mueven a través de Mí pero yo no Me muevo a través de


ellos
Yo vivo en el espacio entre pensamientos pero juego en tu pensamiento
Mi morada es el instante entre respiraciones pero bailo en tu respiración
Yo nunca soy experimentado pero tú sólo me experimentas a Mí
Yo nunca Me repito pero soy siempre el mismo
Yo soy totalmente vulnerable pero no puedo ser dañado
Yo estoy hecho de nada pero no puedo ser destruido
Yo no tengo defensas pero soy tu refugio
Yo no tengo ninguna meta pero soy el cumplimiento de todos los deseos
Yo no tengo sentimientos pero estoy abierto a todos los sentimientos
Yo no tengo pensamientos pero todos los pensamientos son una imagen de Mí
Yo soy la benevolencia misma

Yo soy imperturbable y soy por lo tanto la paz misma


Yo soy sin resistencia y soy por lo tanto la felicidad misma
Yo soy uno con todas las cosas aparentes y soy por lo tanto el amor mismo

Yo brillo en la mente como "yo"


Yo brillo en el corazón como "tú"
Yo brillo en el mundo como "ello"
Pero yo me conozco siempre sólo a Mí mismo

De lo conocido Yo soy el conocedor


En el conocedor Yo soy el conocimiento
Como conocimiento Yo soy y me conozco sólo a Mí mismo
Yo hago toda experiencia conocible
Pero Yo mismo no soy una experiencia
Todas las cosas aparentes son Mis nombres y formas
Pero Yo no tengo ningún nombre ni forma

En la ignorancia Yo voy y vengo en el mundo


En la sabiduría el mundo va y viene en Mí
En el amor todo es Yo y Yo soy todo
Pero para Mí mismo no hay yo ni todo
Yo no estoy ni fuera ni dentro
Yo soy la relación en todas las relaciones
Yo soy el entendimiento en todo significado
Yo soy lo permanente en toda impermanencia
Yo soy el experimentar en toda experiencia
Yo soy el pensar en lo pensado
Yo soy el sentir en lo sentido
Yo soy el ver en lo visto
Yo soy el oír en lo oído
Yo soy el tocar en lo tocado
Yo soy el oler en lo olido
Yo soy el sabor en lo saboreado
Yo doy continuidad al mundo
Yo soy la felicidad misma

Yo estoy perdido en el mundo y el mundo está perdido en Mí


Yo soy abundante aunque vacío, vacío aunque desbordante
Yo no tengo hogar en la casa de todas partes
Yo soy sin ayuda pero ayudo a todas las cosas
Yo soy sin preocupaciones pero me preocupo
Yo soy sin deseos pero anhelo tu corazón
Yo espero sin esperar

Yo no puedo ser reconocido pero Me reconozco en todas las cosas


Yo no tengo ninguna sustancia pero soy la sustancia de todas las cosas
Yo no tengo experiencia pero soy toda experiencia
Yo no dependo de nada pero todas las cosas dependen de Mí
Yo nunca soy encontrado pero nunca estoy perdido
Yo soy el abrazo de los amantes y el amor en un abrazo
Yo soy tu llamada y tú eres Mi eco
Yo canto
Cada vez que piensas en Mí, soy Yo que estoy pensando en ti
Yo no he nacido pero todo ha nacido de Mí
Yo no muero pero todas las cosas mueren en Mí
Yo no tengo causa pero causo todas las cosas
Yo no perduro en el tiempo pero todo tiempo perdura en Mí
Yo soy ordinario pero extraordinario

Lo que se ve Yo lo estoy viendo


Lo que se oye Yo lo estoy oyendo
Lo que se toca Yo lo estoy tocando
Lo que se huele Yo lo estoy oliendo
Lo que se saborea Yo lo estoy saboreando
Lo que se piensa Yo lo estoy pensando
Lo que se siente Yo lo estoy sintiendo
Lo que se experimenta en todo Yo lo estoy siempre experimentando
Yo disfruto

Yo soy el presente en el pasado


Yo soy el espejo de Narciso
Yo soy juvenil pero no joven
Yo soy antiguo pero no viejo
Yo soy un tonto pero no insensato
Yo soy un niño pero no infantil
Yo soy solo pero no solitario
Yo soy más cerca que tu aliento pero más allá de las estrellas
Yo soy íntimo pero impersonal
Yo soy infinito
Yo no soy algo pero no soy nada
Yo no estoy en algún lugar pero no estoy en ningún lugar
Yo no soy "yo" pero no soy "otro"
Yo no existo pero no soy inexistente
Yo soy deseado y sin embargo temido
Yo soy anhelado pero evitado
Qué extraño

Yo proyecto la mente en Mí, el mundo en la mente y el cuerpo en el mundo


Yo disuelvo el cuerpo en el mundo, el mundo en la mente y la mente en Mí
La existencia es un movimiento de Mi respiración

Yo tomo la forma del pensar y parezco ser una mente


Yo tomo la forma del sentir y parezco ser un cuerpo
Yo tomo la forma del ver, oír, tocar, saborear y oler y parezco ser un mundo
Pero siempre sigo siendo Yo mismo
Yo soy, conozco y amo sólo a Mí mismo
Mi eternidad aparece como tiempo para la mente
Mi infinito aparece como espacio para los sentidos
Pero Yo sólo conozco mi propio ser eterno sin dimensiones

Yo devengo algo, luego nada, luego todo pero siempre Yo permanezco


Yo puedo ser separado de todas las cosas pero nada puede separarse de Mí
El mundo es Mi espejo y Yo soy su amante
Yo soy apacible como el cielo
Yo soy abierto como el mar
Yo soy vacío como el espacio
Yo brillo por Mí mismo
Yo juego
Yo disfruto
Yo soy

© 2012 Rupert Spira

Fuente: Awakening Clarity Now

La Verdadera Naturaleza de la Experiencia

Nuestra Naturaleza Esencial de Ser, Conocer y Felicidad


Empecemos por nosotros mismos. ¿Qué podemos decir a ciencia cierta acerca del
"yo", nuestro sí mismo, el sujeto, el que conoce la experiencia? La primera cosa es que
yo estoy obviamente presente ― yo soy. Si yo no estuviera presente no sería
consciente de estas palabras. Y el segundo hecho evidente por sí mismo acerca de
nuestro yo es que yo soy consciente o conozco. Si esto no fuera así yo no sería
consciente de los pensamientos, sensaciones o percepciones.
En otras palabras, yo soy y el "yo" que yo soy, es consciente de que yo soy. Este
conocimiento de nuestro propio ser ―su conocimiento de sí mismo― es el hecho más
familiar, íntimo y evidente de la experiencia y es compartido por todos.
A veces nos referimos a este "yo" presente y consciente como "Conciencia"
(Awareness), que significa la "presencia de eso que es consciente". Es una palabra en
la que las dos cualidades fundamentales de nuestro yo ―ser y conocer― son
reconocidas como una.

¿Qué más podemos saber con certeza de la experiencia de nuestro yo? "Yo" soy
consciente de los pensamientos, sensaciones y percepciones, pero no estoy hecho de
pensamiento, sensación o percepción. "Yo" estoy hecho de puro ser y conocer.

Como tal "yo" puede ser comparado con un espacio vacío y abierto al que o en el que
aparecen los objetos de la mente, el cuerpo y el mundo (pensamientos, sensaciones y
percepciones). Y así como el espacio vacío, en términos relativos, no puede resistirse o
ser agitado por la apariencia o actividad de cualquier objeto en su interior, de la
misma manera el espacio abierto y vacío de Conciencia no puede resistirse o ser
perturbado por ninguna apariencia de la mente, el cuerpo o el mundo, con
independencia de su cualidad o condición particular. Esta ausencia inherente de
resistencia es la experiencia de la felicidad; esta imperturbabilidad es paz. Esta
felicidad y paz no dependen del estado de la mente, del cuerpo o del mundo y están
presentes en y como la naturaleza esencial de la Conciencia en todas las condiciones y
en todas las circunstancias.
Así, la felicidad y la paz, así como ser y conocer, son esenciales para nuestra verdadera
naturaleza.

El Nacimiento y la Muerte del Yo Separado


Con este aparente velo del yo verdadero y único de la Conciencia, un ser separado,
limitado, parece venir a la existencia, al igual que un paisaje real parece existir cuando
se pasa por alto la pantalla.

Y con el aparente velo de nuestra verdadera naturaleza, la paz y la felicidad que son la
condición natural de toda experiencia también parecen ser velados. Es por esta razón
que siempre hay un dolor profundo en el corazón del yo separado ― el dolor de la
existencia separada. La mayoría de las personas pasan sus vidas tratando de aliviar o
calmar el dolor de esta separación a través de sustancias, objetos, actividades y
relaciones.

En pocas palabras, el yo separado imaginario está siempre buscando la paz, la felicidad


y el amor en un objeto exterior, el otro o el mundo. Sin embargo, el yo separado no
puede encontrar la paz, la felicidad y el amor, ya que su existencia aparente es el velo
de eso. Al mismo tiempo, la paz, la felicidad y el amor es todo lo que el yo separado
busca.

El anhelo del yo separado es como una polilla que busca una llama. La llama es todo lo
que desea la polilla y la única cosa que no pueden tener. En cuanto la polilla toca la
llama muere. Esa es la manera en que la polilla experimenta la llama ― muriendo en
ella. Y esa es la manera en que el yo separado experimenta la paz, la felicidad y el
amor ― disolviéndose o muriendo.

Todos los yoes separados buscan sólo el final de la búsqueda, todos los yoes
separados anhelan sólo poner fin al anhelo; todos los yoes separados desean sólo
disolverse o morir. Esa muerte ―la muerte del yo separado― es la experiencia de la
paz, la felicidad y el amor, la develación de nuestra naturaleza esencial, su
"recordamiento" de sí misma.

Sin embargo, como hemos visto, el yo separado es sólo un yo real desde su propio
punto de vista ilusorio. ¿Cómo puede para empezar una ilusión morir si no es real?
¡No puede! Sólo puede ser vista para ser completamente inexistente.

Si el yo separado fuera real, sería imposible deshacerse de él porque lo que es real no


puede desaparecer. Y, afortunadamente, lo que es irreal, como un yo separado, un
objeto, otro o el mundo, realmente nunca vienen a la existencia.

Por lo tanto, ninguna actividad o cese de actividad de la mente puede dar lugar a esta
comprensión. Todo lo que se requiere es tener el coraje, la honestidad y el amor para
mirar, para ver con claridad, y vivir las implicaciones de lo que descubramos.

El verdadero y único yo de la Conciencia no tiene ningún conocimiento de ningún


límite o destino en sí mismo. Sabe que es infinito y eterno. Son sólo los pensamientos
y sentimientos los que dicen lo contrario. Una exploración profunda de estos
pensamientos y sentimientos revelará que no reflejan la verdadera naturaleza de
nuestra experiencia.

Cuando nuestro yo se libera de las creencias y sentimientos de carencia y limitación


con los que ha sido aparentemente velado, se revela como el yo verdadero y único de
la Conciencia omnipresente e ilimitada.

Vamos a explorar el otro lado de la presunción fundamental de nuestra cultura ― el


objeto, el otro o el mundo que existe ahí fuera independientemente.

Nuestro único conocimiento experiencial del mundo es la percepción ― visiones,


sonidos, sabores, texturas y olores. De hecho, nadie ha encontrado nunca un objeto o
un mundo que exista independientemente; todo lo que encontramos son
percepciones. No podemos, por tanto, ni siquiera decir que tenemos
percepciones del mundo, porque ese mundo nunca ha sido encontrado. Sólo podemos
decir con seguridad que conocemos las percepciones. Y las percepciones no son
conocidas independientemente de la Conciencia.
Este es el sorprendente pero simple hecho de la experiencia con el que nuestra cultura
aún no se ha enfrentado: la materia, la materia inerte muerta de la cual se supone que
está hecho el universo independientemente existente, nunca ha sido encontrada. La
materia es un concepto, un concepto valioso que es útil como modelo de trabajo en
algunas situaciones, pero no obstante un concepto. Nunca se ha encontrado. Ni nunca
podrá encontrarse porque todo lo que se encuentra nunca es, por definición, conocido
independientemente de la Conciencia.

De hecho, incluso el modelo de pensamientos, sensaciones y percepciones que


aparecen en la Conciencia no resisten el escrutinio de la experiencia. Es una fase
intermedia que disuelve la creencia en la realidad independiente de la materia y la
mente y establece la presencia y la primacía de la Conciencia. Pero una vez que esto
ha sido establecido, no filosóficamente, sino en nuestra experiencia real, este modelo
también tiene que ser abandonado en favor de uno que refleje con mayor precisión la
realidad de la experiencia.
Todo lo que conocemos de un pensamiento es la experiencia de pensar, todo lo que
conocemos de una sensación es la experiencia de percibir, todo lo que conocemos de
la visión es la experiencia de ver, todo lo que conocemos de un sonido es la
experiencia de oír, etc.

Y todo lo que se conoce de pensar, sentir, ver, oír, tocar, gustar y oler es
el conocimiento de ellos. ¿Y qué es lo que conoce este conocimiento? Sólo algo que
tiene en sí la capacidad de conocer podría conocer algo. Así que es el conocer lo que
conoce el conocimiento.
Todo lo que ha sido conocido es puro conocer, conocer y ser en sí. Y ese conocer es tú
mismo (tu yo). Todo lo que se conoce es la Conciencia conociéndose a sí misma, el yo
conociendo al yo.
Sólo hay tu yo ― no un yo que pertenece a algún objeto o persona, porque no existen
objetos o personas como tales a los que podría pertenecer. Este conocimiento
pertenece a él solo. Es en sí mismo y se conoce a sí mismo solo. No hay otras personas
u objetos ahí, no hay un yo interior o un mundo exterior.
¿Y cuál es el nombre que comúnmente le damos a esta ausencia de otredad, distancia,
separación y objetualidad? Es belleza o amor.

La belleza es el descubrimiento de que los objetos no son objetos; el amor es el


descubrimiento de que los otros no son otros.

La revelación de nuestra verdadera naturaleza pone fin a un capítulo de nuestra vida,


el capítulo en el que creemos ser yoes independientes que nacen en un mundo, se
mueven, cambian, envejecen y mueren. Pero es sólo el comienzo de otro capítulo.

El siguiente capítulo es la realización de esta comprensión en todos los ámbitos de


nuestra vida, no sólo en la manera de pensar, sino en la manera de sentir, percibir,
actuar y relacionarse. Es un proceso sin fin en el que cada aspecto de la experiencia es
gradualmente impregnado por la paz de nuestra verdadera naturaleza.

En la ignorancia ―cuando se ignora la verdadera naturaleza de nuestra experiencia―


nuestro yo, la Conciencia, parece asumir intermitentes cualidades limitadas de la
mente, el cuerpo y el mundo. Parece convertirse en algo.
Cuando comprendemos nuestro yo, la Conciencia, nos damos cuenta de que es el
campo abierto, vacío de la experiencia, no estando hecho de una cosa pero conocedor
de todas las cosas aparentes. Como tal, no es nada ― ninguna cosa.
En el amor, la mente, el cuerpo y el mundo adquieren gradualmente las cualidades de
la Conciencia ― se vuelven abiertos, vacíos, transparentes, penetrados y saturados
por la paz y la felicidad que son nuestra verdadera naturaleza. De esta manera nuestro
yo, la nada abierta, vacía de la Conciencia es realizada en nuestra experiencia como la
realidad o la sustancia de todo.
El camino desde "yo soy algo" a "yo (no) soy nada" es un camino de discriminación o
exclusión ― Yo no soy esto, ni esto, ni esto. El camino desde "yo soy algo" a "yo soy
todo" es un camino de inclusión o amor ― yo soy esto y esto y esto.

Epílogo - Conocimiento y Amor


El verdadero conocimiento es la comprensión experiencial de que sólo hay la
Conciencia siempre presente, ilimitada. Nada más que esta (Conciencia) es conocida
siempre incluso cuando parece que la mente, el cuerpo y el mundo son conocidos.
Esta Conciencia ilimitada, siempre presente, que es simplemente la intimidad de
nuestro propio ser, es la naturaleza fundamental del aparente yo interior y su
corolario, el objeto aparentemente exterior, el otro o el mundo.

Todas las religiones están fundabas sobre esta comprensión. En el cristianismo se


expresa como: "Yo y el Padre somos uno". Es decir, yo, la Conciencia y la realidad
última del universo son una y la misma realidad. En el budismo, "Nirvana y Samsara
son idénticos". Es decir, la luz de la Conciencia abierta, transparente y vacía que no
está hecha de ninguna cosa ―nada― es la sustancia de todas las apariencias
―todo―. La nada tomando la forma de todo. En el hinduismo, "Atman y Param-
Atman son uno". Es decir, el yo individual, cuando se despoja de las creencias y
sentimientos de limitación superpuestos, se revela como el yo verdadero y único de la
eterna Conciencia infinita. Y en el sufismo, "Dondequiera que el ojo cae, está el rostro
de Dios". Todo lo que se ve es el rostro de Dios y Dios es el que ve.

Todas estas frases están condicionadas por la cultura en la que se presentaron, pero
todas apuntan hacia la misma verdad incondicional ― la realidad de toda experiencia.

La realización de esta verdad disuelve las creencias en la distancia, la separación y la


otredad. El nombre común que le damos a esta ausencia de distancia, separación y
otredad es amor y belleza. Esto es lo que todo el mundo anhela ― no sólo aquellos de
nosotros que están interesados en la no-dualidad, sino todos los siete mil millones de
personas.

En esta realización el verdadero conocimiento y amor se revelan como uno y lo mismo


― la realización experiencial de que la verdadera naturaleza del yo aparentemente
interior y el mundo aparentemente exterior son una sola realidad hecha de la luz
transparente de la Conciencia, es decir, hecha de la intimidad de nuestro propio ser.

Esta revelación de comprensión y amor golpea en el corazón de la presunción


fundamental sobre la que se fundamenta nuestra cultura mundial, la presunción de la
dualidad ― Yo, el yo interior separado, y usted o ello, el objeto exterior separado, el
otro o el mundo. Todos los conflictos dentro de nosotros mismos y entre individuos,
comunidades y naciones se basan en esta sola presunción y todo el sufrimiento
psicológico que de ella se deriva.

Cualquier acercamiento a estos conflictos que no vaya a la raíz del asunto pospondrá
pero no resolverá el problema de los conflictos y el sufrimiento. Tarde o temprano,
como individuos y como cultura tenemos que tener el coraje, la humildad, la
honestidad y el amor para hacer frente a este hecho.

El propósito más elevado de todo arte, filosofía, religión y ciencia es el de revelar esta
verdad de una manera experiencial, aunque todas estas disciplinas lo han olvidado
temporalmente en nuestra cultura. Sin embargo, no puede durar. Como dijo el pintor
Paul Cézanne, "Vendrá un tiempo cuando una sola zanahoria, recién observada,
provocará una revolución".

Esta es la única revolución verdadera, la revolución en la que nuestra visión de la


realidad se volverá patas arriba. La Conciencia ―puro Conocimiento― no es sólo
el testigo de la experiencia. Es su sustancia, su propia naturaleza. Todo cambia cuando
empezamos a vivir desde este punto de vista. Nos damos cuenta de que lo que
siempre hemos anhelado en la vida estaba presente todo el tiempo en las
profundidades de nuestro propio ser. Está siempre disponible, nunca velada
realmente. Para empezar, a menudo se siente como la paz en el fondo de la
experiencia, pero no puede ser contenida y en poco tiempo comienza a fluir por el
mundo como alegría, libertad, amor y creatividad.

Rupert Spira, 7 agosto 2012

Fuente: Web de Rupert Spira


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La Última Revolución

Hace más de cien años, el pintor Paul Cézanne dijo: "Vendrá un tiempo cuando una
zanahoria, recién observada, provocará una revolución".

¿Ha tenido lugar ya esta revolución? ¿está ocurriendo lentamente o está a punto de
ocurrir? ¿Y cuál es la revolución a la que se refería Cézanne? ¿Cómo puede algo tan
insignificante, intrascendente y ordinario como observar una zanahoria provocar una
revolución?

Cézanne quería decir que si pudiéramos ver incluso un objeto tan sencillo y cotidiano
como una zanahoria, como realmente es, nuestra experiencia sería revolucionada.
Pero, ¿qué significa ver un objeto como realmente es? La clave está en la frase "recién
observada", lo que significa ver con claridad, sin los obstáculos de los conceptos que el
pensamiento superpone en nuestra experiencia. En realidad, la mayoría de nosotros
somos completamente inconscientes de que nuestra experiencia es filtrada a través
de una fina malla de pensamiento conceptual que hace que parezca muy diferente de
como es en realidad.

Como el sabio chino Huang Po dijo, hace unos 1.200 años, "La gente descuida la
realidad del mundo ilusorio". ¿El mundo ilusorio? ¡Esto es incluso más radical que
Cezanne! Una cosa es recién mirar una zanahoria, una azada, una casa o el mundo,
pero otra muy distinta es considerarla una ilusión. ¿Qué quiso decir?

A menudo escuchamos en la enseñanza no-dual frases como: "El mundo es una


ilusión". Pero estas frases pueden crear una rebelión en nosotros, porque sabemos
que nuestra experiencia es muy real. Entonces, ¿cómo conciliar estas dos posiciones
— una, "el mundo ilusorio" y dos, la innegable realidad de nuestra experiencia?

Todo lo que aparece debe aparecer en o sobre algo. Por ejemplo, aparece una imagen
en una pantalla; una silla aparece en el espacio de una habitación, las palabras de una
novela aparecen en una página; aparece una nube en el cielo.
¿Qué pasa con la mente, el cuerpo y el mundo? Nuestra única experiencia de ellos es
lo que actualmente aparece para nosotros como pensamientos, imágenes,
sentimientos, sensaciones, visiones, sonidos, texturas, sabores y olores. En otras
palabras, todo lo que conocemos de una mente, un cuerpo o un mundo son
apariencias, y todas estas están apareciendo y desapareciendo continuamente. Es
posible que tengamos un concepto de una mente, cuerpo o mundo existiendo
continuamente, pero nunca realmente experimentamos tal objeto.
Como Cezanne también dijo: "Todo se desvanece, se desmorona". Todo lo que
conocemos del mundo son percepciones que aparecen y desaparecen continuamente.
Sin embargo, todo lo que aparece y desaparece debe hacerlo en o sobre algo. ¿Qué es
ese algo?
Comencemos con los pensamientos: dondequiera que nuestros pensamientos
aparecen lo hacen obviamente en lo que nos referimos como nuestro "ser". ¡Nuestros
pensamientos no aparecen fuera de nuestro ser! Sin embargo, no podemos ver o
encontrar ese "algo" en el que los pensamientos aparecen porque no tiene cualidades
observables. Como tal, es abierto, vacío, transparente. Pero eso no significa que no
sea conocido. No puede ser conocido como un objeto y, sin embargo, no es
desconocido.
Si estamos leyendo estas palabras estamos, por definición, viendo la pantalla en la que
se escriben, aunque no seamos conscientes de que la estamos viendo. Si estamos
leyendo una novela estamos, del mismo modo, viendo el papel. Si estamos viendo una
película estamos, nos demos cuenta o no, viendo o experimentando la pantalla. Si
estamos viendo las nubes, estamos experimentando el cielo. No es posible ver las
palabras, la novela, la película o las nubes sin que, al mismo tiempo, experimentemos
eso en o sobre lo que aparecen.
Por lo tanto, si estamos experimentando pensamientos estamos necesariamente
experimentando eso en lo que aparecen. Del mismo modo, si estamos
experimentando una sensación o una percepción —y la única experiencia que
tenemos de un cuerpo o del mundo son sensaciones y percepciones— entonces
estamos también conociendo o experimentando eso en o sobre lo que éstas aparecen.

¿En qué aparecen nuestras percepciones del mundo? ¿En qué aparecen las
sensaciones corporales? Las percepciones del mundo no aparecen en el mundo; las
sensaciones del cuerpo no aparecen en un cuerpo. Las percepciones y sensaciones
aparecen exactamente en el mismo "lugar" que los pensamientos, es decir, aparecen
en la apertura, en el vacío de nuestro ser.
Sin embargo, no sólo aparecen en nuestro ser; sino que son conocidas
simultáneamente por nuestro ser, porque nuestro ser no está sólo presente, sino que
también es consciente; no sólo es, sino que también conoce. De ahí que a veces se le
llame Conciencia —la presencia de lo que es consciente— o la luz del Conocimiento
puro.
Ahora, después de haber descubierto que todo lo que conocemos de la mente, del
cuerpo o del mundo son pensamientos, sensaciones y percepciones, y habiendo visto
que todos estos surgen dentro de nuestro ser, podemos preguntar de dónde vienen y
de qué están hechos. ¿Cuál es su sustancia, su realidad?
Si dejamos una jarra de agua afuera en una noche helada, se empezará a formar hielo
en ella. El hielo opaco está hecho solamente de agua transparente. Sin embargo, el
hielo parece ser algo separado y distinto del agua. Parece tener su propia existencia o
realidad independiente.
Asimismo, el hielo tiene una forma y sin embargo está hecho de algo que no tiene
forma. El hielo da forma a algo que es en sí mismo esencialmente sin forma. ¿Cómo es
posible que algo que no tiene forma propia aparezca como forma, sin que nada se le
añada o se le quite? La no-forma del agua tiene la capacidad dentro de sí misma de
asumir todas las formas posibles. De hecho, es precisamente porque el agua no tiene
forma propia, que es posible que aparezca como esta multiplicidad y diversidad de
formas.

Nuestra experiencia es muy parecida a esto. La multiplicidad y la diversidad de la


experiencia —pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones— aparecen en
y están hechos de nuestro ser. Este "ser", Conciencia pura, en la que aparece toda
experiencia, con la que se conoce y de la que está hecha, es en sí misma vacía,
transparente; no puede ser nombrada y no tiene forma, y sin embargo, es la sustancia
o realidad de todos los nombres y formas.

Toda experiencia surge dentro de nuestro ser, este vacío transparente. Y el único
"material" presente en nuestro ser, del que toda experiencia puede ser hecha, es
nuestro propio ser. Es nuestra experiencia directa, íntima, que todo lo que conocemos
de una mente, un cuerpo o el mundo está hecho y es idéntico a la transparencia de
nuestro propio Ser, la luz del Conocimiento puro.

¿Y qué es lo que está presente en nuestro propio ser, antes de la experiencia de un


pensamiento, sentimiento, sensación o percepción? ¡Sólo la Conciencia pura en sí!
Toda experiencia —es decir, todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y
percepciones— es una modulación de la presencia de nuestro propio Ser, la luz del
Conocimiento puro. Toda la multiplicidad y diversidad de nombres y formas están
hechas de una transparente, vacía e indivisible sustancia.

Al igual que la pantalla en la que aparecen las imágenes suele pasar inadvertida
debido a nuestro enfoque exclusivo en las imágenes en sí, así también esta Presencia
vacía, abierta y transparente de nuestro propio Ser suele pasar inadvertida debido a
nuestro enfoque exclusivo en los objetos de la mente, el cuerpo y el mundo — es
decir, en los pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones.

Sin embargo, al igual que no es posible ver una imagen sin ver la pantalla, así también
aunque esta Presencia suele pasar inadvertida, nunca es realmente desconocida. Del
mismo modo que todo lo que realmente vemos cuando estamos viendo una imagen
es la pantalla, así también todo lo que realmente experimentamos es la transparente,
abierta y vacía presencia de nuestro propio Ser, la luz del Conocimiento puro. Siempre
todo lo que Ella conoce o experimenta es Ella misma.
Amor es el nombre común que damos a la experiencia cuando el "otro" ya no se
experimenta como "otro"; cuando la relación sujeto/objeto desaparece. Es ver
la apariencia de una imagen, pero sabiendo que sólo es la pantalla. Es atribuir
la realidad de la imagen a la pantalla. Es conocer todo y a todos como nuestro propio
ser.
Es esta Presencia transparente, vacía, la que, refractada a través de la mente, aparece
como una multiplicidad y diversidad de nombres y formas. Sin embargo, la mente es
en sí misma una modulación de esa misma Presencia. En otras palabras, es la
Conciencia pura en sí que, vibrando dentro de sí misma, toma la forma de la mente y,
desde el punto de vista ilusorio de uno de los seres contenidos en esa
mente, parece ver una multiplicidad y diversidad de objetos y seres separados, cada
uno con su propia realidad y existencia independiente. En otras palabras, el ser o yo
separado es sólo un yo separado desde el punto de vista ilusorio de un yo separado.
Desde el verdadero y único punto de vista real de la Conciencia pura sólo hay su
infinito ser, refractado en una aparente multiplicidad y diversidad de formas finitas,
pero sin dejar nunca de ser él mismo. Esto es lo que William Blake quiso decir cuando
dijo: "Si se limpiaran las puertas de la percepción, todo aparecería ante el hombre tal
como es, infinito". Esto es lo que los sufíes quieren decir cuando dicen: "Dondequiera
que el ojo mire, está el rostro de Dios". Esto es lo que Huang Po quiso decir cuando
dijo: "La gente se olvida de la realidad del mundo ilusorio". Esto es lo que Jesús quiso
decir cuando dijo, "El reino del Padre se extiende sobre la tierra, y los hombres no lo
ven". Esto es lo que quería decir Parménides, haciéndose eco de las palabras
del Bhagavad Gita, cuando dijo: "Lo que es, nunca deja de ser; lo que no es, nunca
llega a existir". Esto es lo que quería decir cuando Cézanne dijo que el arte debe
"darnos una idea de la eternidad de la naturaleza".
Todos los grandes sabios y artistas de todos los tiempos y de todos los lugares han
dicho o expresado esto de una manera u otra. Esta es la verdadera revolución. En la
raíz de todo deseo de cambio está este último deseo: conocer sólo la realidad de toda
experiencia; conocer sólo el amor.

A menos que y hasta que los problemas que enfrenta la humanidad se remonten
hasta su última fuente —la ignorancia de esta realidad— pueden ser temporalmente
aliviados, pero nunca serán verdaderamente resueltos.
Rupert Spira, 20 febrero 2013

Fuente: Web de Rupert Spira, Non-Duality America

La Presencia sólo se conoce a sí misma


Pregunta: En mi contemplación durante la vida diaria me salgo de la identificación con
el Ser por el auto-sabotaje o el miedo, la duda y el pensamiento pesimista. Me
preguntaba ¿qué recomiendas para trascender este obstáculo?
Rupert: El verdadero Ser no necesita identificarse consigo mismo para ser él mismo.
La identificación es siempre la identificación del verdadero Ser (Presencia Consciente o
Consciencia) con un objeto, es decir, con el cuerpo.

La identificación significa "ser uno con" o "lo mismo que". La identificación con el Ser o
auto-identificación significa "eso con lo que el Ser (Presencia o Consciencia) es
idéntico".

En realidad el Ser es sólo idéntico consigo mismo, sólo uno consigo mismo. No hay
nada más presente con lo que podría ser idéntico. No hay "dos cosas".

Es sólo un pensamiento el que parece identificar el verdadero Ser, Presencia


Consciente o Consciencia, con un fragmento, un cuerpo, pareciendo así convertirse en
una entidad separada.

La Presencia Consciente o Consciencia es el hecho primordial de nuestra experiencia.


Es eso en lo que toda experiencia tiene lugar y, en última instancia, de lo que toda
experiencia está hecha.

Dentro de esta Presencia Consciente o Consciencia (y hecho nada más que de esta
Presencia Consciente o Consciencia) aparece una sensación corporal. Esta sensación
es seguida por un pensamiento (que también aparece en y está hecho nada más que
de esta Presencia) y el pensamiento dice, "yo", Presencia Consciente, soy esta
sensación corporal.

Con este pensamiento la Presencia Consciente o Consciencia se identifica con una


sensación corporal y, como resultado, el "yo soy" que es inherente a ella se convierte
en "yo soy el cuerpo".

Sin embargo, esta identificación con un cuerpo sólo parece ocurrir. La Presencia
Consciente o Consciencia sólo parece identificarse con el cuerpo.

Después de todo, este "cuerpo" con el que la Presencia Consciente parece haberse
identificado exclusivamente, no es más que un pensamiento, una imagen y una
sensación, que aparecen dentro de la Presencia Consciente y están hechos nada más
que de Presencia Consciente.

Por lo tanto no hay nada más presente en la aparente experiencia del cuerpo, que no
sea la Presencia Consciente, con lo que la Presencia Consciente podría identificarse.

Con esta aparente identificación de la Presencia o Consciencia con el cuerpo, se crea


una nueva entidad. Esta nueva entidad parece ser consciente (porque la Consciencia
es parte del compuesto "Consciencia/cuerpo") y limitada (porque el cuerpo, siendo
también parte de esta nueva entidad compuesta, es limitado).
Como resultado de esta asociación exclusiva de la Consciencia con una sensación
limitada, la Consciencia parece estar limitada.

En otras palabras, la Consciencia parece adquirir las propiedades de la sensación


corporal (limitada) y el cuerpo parece adquirir las propiedades de la Consciencia
(conocimiento, experiencia, presencia, "yo-idad", "soy-dad").

De esta manera, la Consciencia, el verdadero "Yo", se mezcla exclusivamente con un


cuerpo y parece, por lo tanto, convertirse en una entidad personal que está dotada de
Consciencia y Ser. Se convierte en el conocedor personal, sensor, pensador, hacedor,
etc, el "yo" o "mí".

En resumen, las cualidades ilimitadas e impersonales de la Presencia Consciente o


Consciencia son apropiadas por la entidad separada imaginaria y se convierte en lo
que convencionalmente llamamos "mí mismo", es decir, el "yo" personal.

Este "yo" personal parece estar dotado de todas las cualidades que posee la
Consciencia, es decir Consciencia y Ser o Presencia. En otras palabras, el "yo" personal
piensa y siente que es consciente y presente.

Sin embargo, el "yo" personal no es otra cosa más que el pensamiento que lo piensa.

Dicho esto, vamos a considerar de nuevo la sensación de "salirse de la identificación


con el Ser por el auto-sabotaje o el miedo, la duda y el pensamiento pesimista".

¿Quién es el que se sale de la identificación con el Ser?

La Presencia Consciente, Consciencia, Tú, Nosotros, Yo, nunca se sale de nada.


Siempre es sólo ella misma. Siempre se conoce sólo a sí misma.

La Presencia Consciente, parece convertirse en una entidad personal cuando se oculta


su verdadera naturaleza de sí misma con su identificación exclusiva con el cuerpo.

Esta identificación aparente es causada por el pensamiento y se fundamenta en las


sensaciones en el cuerpo que parecen verificar la creencia de que, la Presencia, es una
entidad personal.

Sin embargo, esta entidad aparente es sólo una creencia, una interpretación que se
agrega a una sensación corporal.

La Presencia en sí misma nunca se identifica o des-identifica verdaderamente con


nada.

Así que todo lo que se necesita es comprender o ver con claridad.

El "yo" individual nunca se sale de la identificación con el Ser porque el "yo" individual
no existe como tal.

Sólo existe el verdadero "Yo", el verdadero Ser, la Presencia Consciente o Consciencia,


y siempre es única en sí. No hay nada que no sea ella misma. Es "Uno sin segundo".
Ve claramente que no hay nada que tenga que ser trascendido y ningún obstáculo que
haya que superarse.

Si el miedo, la duda y el pensamiento pesimista surgen, ve claramente que ellos se


basan en la presunción de que el "Yo", Nosotros, Consciencia, es esta entidad limitada.

Es la entidad separada la que es miedosa, dudosa y pesimista. Sin embargo, una vez
que se ve claramente que no somos esta entidad separada, limitada, que esta entidad
separada, limitada no existe como tal, que es simplemente una idea que surge en el
verdadero "Yo", ¿qué ocurre con su miedo, duda y pesimismo?

El miedo, la duda y el pesimismo se nutren de la inadvertencia. No se mantienen


cuando son vistos claramente.

La entidad ficticia se disuelve en la clara luz de la comprensión.


Rupert Spira, 29 abril 2009

Fuente: Web de Rupert Spira

Una introducción a la no-dualidad

El descubrimiento esencial de todas las grandes tradiciones espirituales, incluyendo el


cristianismo, el hinduismo, el budismo, el zen, el sufismo, el Shaivismo de Cachemira y
el judaísmo, es que la experiencia no se divide en un sujeto que percibe, una entidad
conocida como "yo", y un objeto percibido, el mundo u otro.

La aparente entidad separada y el aparente y separado mundo independiente u otro


se entiende que son conceptos que se superponen a la realidad de la experiencia.

Si buscamos esta Realidad, el ingrediente esencial en todas las experiencias de la


mente, el cuerpo y el mundo, nos encontramos con la Consciencia (Consciousness) o
Conciencia (Awareness), una Presencia Consciente que nosotros íntima y
directamente conocemos como nuestro propio Ser, y que se experimenta
simplemente como "yo soy".

Esta comprensión, a veces referida como No-Dualidad o Advaita, se encuentra en el


núcleo de todas estas tradiciones y, aunque no se puede expresar directamente, los
maestros, sabios, místicos y poetas utilizan el lenguaje de su cultura para que apunte
hacia esta Realidad.

Esta Realidad o Conocimiento no conceptual o experiencial, aunque de hecho siempre


presente, incrustado en toda experiencia, es velado en la mayoría de los casos por las
creencias. La creencia primigenia, en la que todas las demás se basan, es que la
Consciencia o Conciencia está localizada en y/o como el cuerpo.
Con este error fundamental nos encogemos a nosotros mismos en una entidad
separada que reside en y como el cuerpo. Es decir, la Consciencia parece contraerse
en una diminuta entidad vulnerable y, como consecuencia, la paz y la felicidad que son
inherentes a nuestra verdadera naturaleza, en la Consciencia, son veladas y parecen
por lo tanto haberse perdido. Este es el comienzo de la búsqueda de la felicidad.

La Consciencia parece contraerse en una entidad separada que conocemos y sentimos


como "yo", y el mundo (incluyendo todo lo demás) parece al mismo tiempo
convertirse en lo exterior, lo separado, lo otro, el "no-yo".

Aunque esta división de la experiencia en realidad nunca tiene lugar, se trata de una
poderosa ilusión que parece dividir la Unidad de la experiencia en dos cosas
separadas. Con esta aparente división nace el sufrimiento.

En la mayoría de los casos se requiere de un amigo o maestro/profesor que señale


este error fundamental, y a través de la asociación con él o ella, a través de compartir
el Ser en la conversación, la meditación, la contemplación, el silencio, la auto-
indagación, la investigación, la exploración y simplemente pasar tiempo juntos en el
silencio y en las actividades diarias normales, se disuelve la densa red de creencias y
sentimientos que conforman el nudo de la separación.

Esto se llama a veces Despertar. Es el despertar de la Presencia, la Consciencia, la


Conciencia a su propio Ser como la Realidad de todas las cosas.

En mi caso, mi amigo y maestro era Francis Lucille, quien señaló esta clara visión de la
naturaleza de la experiencia. Sin embargo, hubo muchos otros, sobre todo de la
tradición Advaita o no-dual, que prepararon el camino para este encuentro en el
corazón: Ramana Maharshi, Robert Adams, Sri Nisargadatta Maharaj, Jean
Klein, Atmananda Krishnamenon, Wei Wu Wei, Rumi, Hafiz, Meister Eckhart, Irene
Tweedie, Da Free John, Krishnamurti, Shantanada Saraswati, Francis Roles y
Ouspensky.
Francis Lucille me dio a conocer la Vía Directa, que no es realmente un camino. Es la
clara visión de que la Consciencia es a la vez el testigo y la sustancia de toda
experiencia, la única Realidad que le da existencia aparente a la mente, al cuerpo y al
mundo.

El primer vislumbre de esto a veces se conoce como Iluminación o Despertar, aunque


en casi todos los casos las tendencias habituales de la mente y el cuerpo reaparecen y
aparentemente velan este nuevo Conocimiento.

El posterior establecimiento en esta comprensión, a veces conocido como Auto-


realización o realización del Ser, no es un proceso hacia una meta. Se trata de una re-
orquestación del cuerpo, la mente y el mundo que viene de la comprensión, en lugar
de ir hacia ella. La Iluminación es instantánea. La Auto-Realización lleva tiempo.
La Iluminación podría decirse que es la profunda comprensión de que no hay una
entidad separada localizada en el interior del cuerpo que experimente el mundo y
todo lo demás fuera y separado de sí misma.

La Auto-realización podría decirse que es la reabsorción de la mente, el cuerpo y el


mundo en esta Presencia Consciente de la que proceden, y de la que realmente nunca
estuvieron ni por un momento separados.

Se trata de una re-orquestación de la mente, el cuerpo y el mundo acorde con nuestra


comprensión de que es esta Presencia Consciente la que toma la forma del pensar, del
sentir y del percibir y, como consecuencia, parece convertirse en una mente, un
cuerpo y un mundo, pero en realidad nunca se convierte en otra cosa que no sea lo
que ya es eternamente.

Sólo hay Presencia tomando la forma de la totalidad de nuestra experiencia en todo


momento.
Rupert Spira, 12 septiembre 2008

Fuente: Web de Rupert Spira

El Mundo y la Conciencia cambian de lugar

Nuestra experiencia es siempre sólo una perfecta e íntima totalidad. Sólo


posteriormente el pensamiento parece dividirla en diferentes categorías de
experiencia, tales como la mente, el cuerpo y el mundo, cada una de ellas hecha de
una sustancia diferente.

De hecho, toda experiencia está hecha de la misma materia — que podría llamarse
"experiencia", "conciencia", nuestro ser o "yo".

Ninguna parte de la experiencia está más cerca o más lejos de la experiencia, la


conciencia o nuestro ser que cualquier otra parte. Ni siquiera la experiencia de la
mente, del cuerpo y del mundo está cerca de la experiencia, la conciencia o nuestro
ser. Está más cerca que cerca. ¿Cuán cerca está una imagen de la pantalla?
No hay "dos cosas" en la experiencia. En el análisis final, que es, de hecho, sólo el
análisis basado en nuestra experiencia real, ni siquiera es correcto decir que todas las
experiencias de la mente, del cuerpo y del mundo están impregnadas o saturadas de
conciencia o presencia.

La afirmación de que la mente, el cuerpo y el mundo están impregnados o saturados


de conciencia o presencia, implica que primero tiene que estar presente una mente,
un cuerpo y un mundo independiente, que podría ser impregnado por algo que es
distinto o separado de sí mismo, en la forma en que una esponja está impregnada de
agua. Pero esto sería comenzar con la creencia en la realidad independiente de la
mente, del cuerpo y del mundo que, de hecho, nunca ha sido tal.

Sin embargo, tal afirmación es válida si creemos en la realidad independiente de la


mente, del cuerpo y del mundo. Llama la atención el hecho de que cada experiencia
de la mente, del cuerpo y del mundo es totalmente una con la conciencia o presencia.
Es una etapa a "medio camino".

Mientras se hace cada vez más evidente que toda experiencia está impregnada de
conciencia o presencia, el aspecto conciencia o presencia de la experiencia se vuelve
más predominante y el aspecto aparentemente objetivo de la mente, del cuerpo y del
mundo, es decir, los nombres y formas cambiantes, comienzan a perder su aparente
solidez e independencia.

Al principio, la conciencia parece ser el aspecto insustancial, oculto e intermitente de


la experiencia; y la mente, el cuerpo y el mundo por el contrario parecen evidentes,
sustanciales, estables y reales. Por lo tanto, sólo vemos los objetos mente, cuerpo y
mundo. Entonces nuestra atención se dirige al hecho de que la conciencia impregna
toda experiencia aparentemente objetiva de la mente, del cuerpo y del mundo.

Sin embargo, cuanto más contemplamos nuestra experiencia, más obvio se vuelve,
gradualmente en la mayoría de los casos, que la conciencia es, de hecho, el aspecto
estable, siempre presente y sustancial de la experiencia. Mientras esto se vuelve cada
vez más nuestra experiencia de vida, así la realidad correspondiente de la mente, del
cuerpo y del mundo, como objetos independientes por derecho propio, comienza a
disminuir.

Esta contemplación puede comenzar en el nivel de la mente, pero con el tiempo


desciende a las profundidades de nuestro ser y nos domina por completo. Penetra en
nuestros sentimientos y percepciones, así como en nuestros pensamientos.

El mundo y la conciencia cambian de lugar.

En un momento dado hay un cambio. La realidad que una vez atribuíamos a la mente,
el cuerpo y el mundo se comprende y se experimenta que reside con nuestro ser, la
conciencia.

La experiencia de la mente, del cuerpo y del mundo en el estado de vigilia se vuelve


cada vez más como la experiencia de ellos en el estado de sueño. Pierde su realidad
aparentemente independiente, sólida y separada, y en su lugar es comprendida y
experimentada como una superposición soñada sobre la conciencia.

Aunque seguimos viendo la apariencia de la imagen en la pantalla, la experiencia real


es siempre sólo de la propia pantalla.
No se trata de que la experiencia normal se convierta en irreal o insustancial. Más
bien, es que la realidad y la sustancia de la experiencia se conoce y se siente como
hecha sólo de la intimidad de nuestro propio ser, la conciencia.

La mente, el cuerpo y el mundo se experimentan irreales como objetos, pero reales


como conciencia, al igual que los campos en una película son irreales como campos,
pero reales como pantalla.

Sin embargo, siempre fueron sólo reales como campos desde el punto de vista
imaginario de un ser separado. Desde el punto de vista real y único de nuestro ser, la
conciencia, la experiencia siempre es sólo real, como conciencia.

Así que la "objetualidad" de los objetos poco a poco se desvanece y es reemplazada


por la "presentualidad" de la conciencia, así como la oscuridad es poco a poco
reemplazada por la luz en las primeras horas de la mañana.

Nunca podemos decir cómo, cuándo, por qué o dónde ocurre esta disolución
precisamente porque el cómo, el cuándo, el por qué y el dónde se disuelven junto con
la oscuridad. Esas preguntas ya no siguen sin respuesta.

Este cambio es natural. De antemano, puede parecer que tenemos que hacer un
esfuerzo para comprender esto, pero después de un tiempo la verdad de nuestra
experiencia, su evidencia, comienza a impresionarnos sin esfuerzo alguno.

Es como llegar a la cima de una colina y empezar a bajar por el otro lado. De pronto la
colina, que en un principio parecía oponerse a nuestros esfuerzos, ahora comienza a
cooperar con ellos.

O podríamos decir que es como hacer un rompecabezas. En primer lugar las piezas
parecen abstractas, incoherentes y sin relación. Sin embargo, a medida que
avancemos la imagen empieza a completarse y se hace más fácil y más evidente. Hay
cada vez menos posibilidades. Esto nos coloca en una vía recta y estrecha, donde todo
encaja en su lugar rápidamente.

Es lo mismo aquí. Todas las objeciones de la mente se enfrentan con la comprensión


hasta que llega un momento en que ya no quedan más objeciones. La mente, que
primero construyó la aparente dualidad, ha deconstruido su propio edificio.

Esas sensaciones corporales residuales que parecen apoyar la creencia ahora


desacreditada en un yo interior separado y sus correspondientes objetos exteriores
separados, otros o el mundo, dejan de contar su historia vacía y son lentamente
consumidos en la luz de la comprensión.

Esto nos deja en el umbral, en la apertura y el desconocimiento.

A partir de aquí la conciencia brilla cada vez con más intensidad disolviendo los
últimos vestigios de separación y de alteridad que persisten por costumbre, revelando
la conciencia que brilla en y como sí misma. No importa si es largo o lento, puesto que
ya no hay nada que esperar, nada que desear, nada que falte y nadie que espere.

Incluso nuestro deseo por la verdad o la realidad pierde de alguna manera su


intensidad y ya no puede realmente llamarse deseo, pues no hay lugar para el deseo
aquí, por muy noble que sea. Nuestro deseo se ha transformado en amor. De hecho,
siempre fue amor, disfrazado como deseo por un fino velo de la alteridad.

Siempre fue sólo aquello que se estaba buscando.

Fuente: Non-Duality America

La presencia consciente permanece en sí misma

Interlocutor: Quiero hablar sobre la relación con los pensamientos. He aprendido


durante muchos años y, quizás me he esforzado mucho en parar los pensamientos,
por una parte para vivir más libre de ese sufrimiento que a veces causan y, por otra,
para que sea más evidente la consciencia que soy.
Me gustaría saber: ¿cómo esta consciencia que soy puede resultar más evidente? Si al
revés funciona, como cuando soy más consciente, lo otro se calla de forma natural.

Rupert Spira: Yo también intenté parar mis pensamientos durante veinte años y lo
hice por el mismo motivo que tú, pensé que me curaría de mi sufrimiento; hasta que
devino claro que para ser libre del sufrimiento es necesario conocer la naturaleza
esencial de uno mismo; ello quiere decir, la naturaleza esencial de la consciencia, y no
tiene nada que ver con lo que nuestros pensamientos están haciendo o dejando de
hacer.
Cuando me di cuenta de esto dejé de estar interesado en ellos y me interesé por la
naturaleza de la consciencia. Al cabo de un cierto tiempo devino absolutamente claro
para mí que lo que esencialmente soy no había sido jamás dañado o modificado o
tintado por ninguna experiencia; que lo que esencialmente soy está, ya,
inherentemente libre de sufrimiento; que la paz o el amor no es algo que tuviera que
ser obtenido o practicado con esfuerzo sino que es la naturaleza de lo que ya somos.
Lo había, simplemente, pasado por alto porque estaba muy ocupado manipulando mis
pensamientos.

Tu segunda pregunta: ¿cómo hacer posible que la presencia consciente sea más clara?
Eres como alguien que está mirando una película y hace la pregunta: ¿cómo sería
posible ver la pantalla más clara?

¿Eres consciente ahora?


I: Sí.
RS: Obviamente no tienes ninguna duda acerca de ello. Contestaste "sí"; contestaste
"sí" porque conoces la experiencia de ser consciente.
La experiencia de estar consciente no está oscurecida, ni escondida tras tus
pensamientos o sentimientos; de la misma manera que la pantalla no está escondida
detrás de las imágenes.
I: Lo que pasa es que, a veces, es como que hay una tendencia a buscarse a uno mismo
como un objeto y es muy fuerte esa tendencia, ¿no?
RS: Esa es una observación muy buena. Tenemos que ver claramente que lo que
esencialmente somos ―la presencia consciente misma o la experiencia de ser
conscientes― nunca aparece como una experiencia.
Jamás se muestra como un pensamiento, una imagen, un sentimiento, una sensación
o una percepción. De la misma manera como la pantalla nunca aparece en la película;
de hecho la pantalla es la única cosa, que no es una cosa, que no puede aparecer en la
película. Todo lo demás puede aparecer en la película menos la pantalla misma.

Buscar la consciencia en nuestros pensamientos o sentimientos es como un personaje


en una película que recorriera el mundo en busca de la pantalla. Es así de absurda la
búsqueda de nosotros mismos en la mente o el cuerpo.

Una vez que hemos visto esto claramente, tan solo una vez, no podemos buscarnos a
nosotros mismos ni en la mente ni en el cuerpo con la misma convicción como lo
hacíamos antes.

Comprender esto no pondrá fin a esta búsqueda de forma inmediata, porque hay una
cierta aceleración, un cierto ímpetu que dura ya varias décadas. Pero, si cada vez que
te encuentras a ti mismo buscándote en el cuerpo o la mente, recuerdas esto que has
comprendido, ese hábito poco a poco cesará y la presencia consciente se hará sentir,
gradualmente, en el trasfondo de la experiencia.

Interlocutor: ¿Cómo puedo llegar a esta certeza de que soy consciencia infinita,
ilimitada, cuando en mi experiencia diaria, cada vez que caigo en el sueño profundo
tengo la sensación de que esta consciencia también se disuelve, o al menos ya no
tengo conocimiento de ella, y cada vez que me despierto vuelvo a tener conocimiento
de ella?
Rupert Spira: ¿Qué es lo que tiene la experiencia de la presencia consciente
desapareciendo y después reapareciendo?
I: Te diría que es como la sensación de ser.
RS: Si esa sensación de ser es consciente de la desaparición y reaparición de la
presencia consciente, esa sensación de ser debe ser en sí misma consciente, si no, no
podría tener la experiencia de la aparente desaparición y reaparición de la presencia
consciente.
Hazte de nuevo la pregunta: ¿qué es lo que es consciente de la desaparición y
reaparición de la presencia consciente?... Has dicho que esa era tu experiencia, por lo
que debes ser consciente de ella, ¿qué es lo que es consciente de ella?
I: La consciencia...
RS: Estás diciendo que la presencia consciente es consciente de su propia
desaparición, ¿cómo sabría que ha desaparecido si hubiera desaparecido?... ¿Cómo
podría la presencia consciente alguna vez decir: "he desaparecido"? Entonces no
estaría ahí para conocer la experiencia de la ausencia de sí misma.
I: No puedo entenderlo, parece que al nacer se descubre, no sé... cuando despiertas,
como que el conocimiento se vuelve a generar a sí mismo cada vez que reaparece.
RS: Cuando te despiertas, son el cuerpo y el mundo los que se despiertan en ti. Justo
antes de que despiertes, tienes un sueño, ¿verdad?
I: Sí.
RS: Eras tú, presencia consciente, el que eras consciente del sueño; así que la
presencia consciente tenía que estar bien despierta mientras tú soñabas, porque si la
presencia consciente hubiera estado dormida o ausente, no hubiera podido ser
consciente de tu sueño.
Así que mientras estás dormida, soñando, la presencia consciente está bien despierta
conociendo tu sueño. Cuando tu sueño desaparece y de repente devienes consciente
de tu habitación, ¿qué le ocurre a la presencia consciente?... ¿Cambia de estado?...
¿Se despierta?... No.
I: Solamente integra nuevos elementos.
RS: Sí, tu playa caribeña desaparece y tu habitación aparece, pero la presencia
consciente no apareció ni desapareció.
Cuando duermes profundamente, tanto tu habitación como la playa caribeña
desaparecen, dejando solo a la presencia consciente conociendo su ser vacío.

Cuando después la mente mira hacia el sueño profundo dice: "no había ningún objeto
presente ahí"; lo cual es cierto, no había ningún objeto ahí.

Entonces el pensamiento presupone que la consciencia también debía estar ausente,


¿por qué? Porque el pensamiento solo puede conocer objetos y en ausencia de
objetos dice: "no hay nada"; pero en ausencia de objetos no hay una nada, hay
consciencia. No hay nada en el sentido de que no hay cosas, objetos.
Si retiraras todos los objetos del universo, ¿implicaría eso que no hay nada?... No,
habría espacio vacío.
I: Pero el hecho de que el testigo desaparezca, por eso que ayer decía que la
consciencia en tanto que testigo ya era un objeto, y el hecho de que el testigo
desaparezca genera esta confusión.
RS: No, es la desaparición de lo visto, de lo atestiguado, de lo observado.
A la consciencia se le denomina "el testigo" o "el observador" cuando hay algo
observado; pero cuando el objeto observado desaparece, ya no llamamos a la
presencia consciente "el testigo" o "el observador", pero la presencia consciente ella
misma, permanece.

Cuando una mujer está casada la llamamos "una esposa", cuando deja de estar casada
ya no es una esposa pero no deja de ser una mujer. "Una esposa" era una etiqueta
superpuesta mientras tuvo un marido ―cuando desaparece el marido, desaparece la
esposa― pero sigue siendo una mujer, que es la naturaleza esencial de la esposa.

Cuando hay un objeto para ser observado, llamamos a la presencia consciente "el
observador"; cuando el objeto observado desaparece, el sujeto observador
desaparece con él. Todo lo que se retira es un nombre temporal para la presencia
consciente, pero la presencia consciente en sí misma permanece.
I: ¿Y puede ser que con esa disolución del observador también se disuelva cualquier
experiencia que se pueda agarrar y que ya no se pueda emplear la palabra
experiencia?
RS: Sí. ¿Cuál es tu condición entre dos pensamientos o entre dos percepciones?
I: Nada.
RS: ¿Dejas de existir entre dos pensamientos?...
Toma dos pensamientos, los que quieras, llama al primer pensamiento "A" y al
segundo "B". Toma el pensamiento "A"... ahora ha desaparecido, toma el
pensamiento "B"... ahora ha desaparecido.

¿Experimentaste la desaparición de tu ser, de ti misma, durante esa ausencia de


pensamiento? O más bien, ¿algo permaneció constante y presente durante la
aparición y desaparición de los pensamientos?...
I: La presencia sigue presente.
RS: Sí, no hay una "nada" entre los dos pensamientos, no hay una "nada" en la
ausencia de experiencia objetiva. Se puede decir que no hay nada en el sentido de que
no hay objetos, cosas, pero todavía está la presencia de la consciencia.
I: Pero, en este momento, la presencia la experimento por estar en estado de vigilia.
RS: No, no estás en estado de vigilia; la mente está en estado de vigilia. La mente
aparece en ti, presencia consciente; como ya has visto, cuando la mente opera la
transición entre el estado de sueño y el estado de vigilia, la presencia consciente no se
mueve de un estado a otro.
La presencia consciente no está en el estado de vigilia o de sueño, sino que los estados
de vigilia, sueño y sueño profundo están en la presencia consciente, de hecho estos
tres estados son modulaciones de la presencia consciente.
De la misma manera, los dramas, los documentales y las noticias son modulaciones de
la pantalla. La pantalla no entra en el drama, ni en el documental ni en las noticias; los
tres programas están presentes en la pantalla, no la pantalla en los tres programas.
Los tres programas no están solo presentes en la pantalla, son modulaciones de la
pantalla.

Esos tres estados de vigilia, sueño y sueño profundo, no están solo presentes en la
presencia consciente sino que son modulaciones de ella.
I: Creo que prefiero esta explicación de modulación frente a la de aparición y
desaparición.
RS: ¿No te gusta la metáfora de la esposa divorciada? (Risas)
Estás en la vía correcta, sigue explorando tu experiencia de este modo, porque es este
proceso de cuestionar lo que hace que profundices más y más en tu propia
experiencia.

No te quiero dar respuestas, aunque a veces formulo algunas; intento hacerte nuevas
preguntas, que te llevan a profundizar más y más en tu propia experiencia para que
encuentres la respuesta por ti misma.

Extraído de un diálogo - Barcelona, 21 de marzo de 2015

El fin del yo separado

Todo lo que podemos conocer o podríamos llegar a conocer es únicamente la


experiencia. En este contexto, por la palabra "experiencia" me refiero a los
pensamientos, imágenes, sentimientos, sensaciones y percepciones.

Ve claramente que toda experiencia aparece en la consciencia, en la presencia


consciente.

Hazte la pregunta, ¿he tenido o podría tener, alguna vez, una experiencia que pudiera
aparecer fuera de la presencia consciente?...

Intenta tener una experiencia que aparezca fuera de la presencia consciente.


Imagínate una serie de experiencias inusuales y extremas, por ejemplo: volando a un
planeta distante. ¿Estaría tu experiencia fuera de la presencia consciente?... ¿Puedes
imaginarte algún tipo de experiencia que se diese fuera de la presencia consciente?...
Mira si puedes encontrar un lugar o un dominio fuera de la presencia consciente...

Ve claramente que tus pensamientos, imágenes, sentimientos, sensaciones y


percepciones aparecen en la presencia consciente; aparecen y desaparecen
continuamente, pero la presencia consciente en la que aparecen y desaparecen
permanece siempre presente.

La presencia es, en tanto que tal, el elemento más vasto, más grande, más constante y
más estable de la experiencia.

Podríamos visualizar la presencia consciente como un espacio vasto, vacío y abierto en


el que aparecen los pensamientos, sensaciones y percepciones, y con el que son
conocidos.

La presencia consciente no es, de hecho, un espacio vasto, vacío y abierto, es una


presencia sin dimensión. No es posible visualizar o pensar en algo que no tiene
dimensiones, y como concesión a la mente, se añade esta cualidad espacial a la
presencia consciente, que nos permite visualizarla y hablar de ella.
Así que, primero visualiza y después siente que la presencia consciente es un espacio
abierto y vacío en el que toda experiencia aparece, y en el que es conocida.

Cuando digo que la presencia consciente es un espacio abierto y vacío, no estoy


hablando de una presencia consciente abstracta; estoy hablando de ti, de lo que
llamamos "Yo": "Yo soy consciente de mis pensamientos", "Yo soy consciente de mis
sentimientos", "Yo soy consciente de las sensaciones corporales", "Yo soy consciente
de las percepciones del mundo", "Yo soy consciente, Yo soy consciente, Yo soy
consciente..."

En otras palabras, "Yo" es el nombre común que damos a eso que es consciente; no a
aquello de lo que somos conscientes, como pensamientos, sensaciones o
percepciones; sino a aquello que es consciente de ellos.

Ve que tus pensamientos aparecen en ti, presencia consciente, de la misma manera


que un pájaro aparece en el cielo. Los pensamientos y las imágenes fluyen a través de
ti, de la misma manera en la que un pájaro vuela atravesando el cielo. No le ocurre
nada al cielo, el pájaro no deja traza alguna sobre el cielo ni le daña. Tus pensamientos
te atraviesan sin dejar rastro ni traza en ti.

Nuestros sentimientos aparecen en la presencia consciente como las nubes aparecen


en el cielo. Las nubes van y vienen menos deprisa que los pájaros y no están tan
claramente definidas, pero también aparecen y desaparecen en el mismo cielo. Al
igual que los pájaros que no dejan ningún rastro o traza en el cielo, las nubes tampoco
dejan ningún rastro o traza.

Al igual como nuestros pensamientos no dejan ningún rastro sobre la consciencia,


nuestros sentimientos tampoco lo dejan. Incluso nuestros sentimientos más oscuros y
difíciles pasan a través de la presencia consciente, un poco más lentamente que
nuestros pensamientos. Sin embargo, todos los sentimientos también desaparecen,
dejando el espacio abierto y vacío de la presencia consciente sin ser tocado ni dañado.

Igualmente nuestras percepciones del mundo: vistas, sonidos, gustos, olores y


sensaciones táctiles, aparecen y desaparecen en el espacio vacío de la presencia
consciente. Todas las percepciones atraviesan la consciencia, surgen en la presencia
consciente, existen en la presencia consciente y se disuelven en la presencia
consciente dejando a la presencia consciente en su condición natural y prístina.

No tenemos que meditar durante años para hacer que la presencia consciente sea
abierta, vacía, indestructible y que no se la pueda dañar, simplemente tenemos que
ver que este ya es el caso, es así.

Hazte la pregunta: ―que quiere decir, hazte a ti, presencia consciente, la pregunta―
¿he encontrado alguna vez un límite en mí mismo?... El pensamiento hace la pregunta,
pero no dejes que sea el pensamiento quien la conteste. Solo la presencia consciente
conoce la presencia consciente, solo la presencia consciente conoce la experiencia de
ser consciente; por ello, solo la presencia consciente puede conocer algo sobre sí
misma.

Si preguntamos al pensamiento si la presencia consciente tiene algún límite, el


pensamiento contestará: "sí, la presencia consciente comparte los límites del cuerpo".

No preguntes a tus pensamientos, pregúntale a la presencia consciente misma: ¿cuál


es la experiencia que tienes de ti misma?... ¿Has encontrado alguna vez un límite o
contorno de ti misma?... Es como preguntar al espacio vacío: ¿puedes encontrar
alguna vez el fin de ti mismo, algún límite de ti mismo?...

Cualquier contorno o límite que encontrásemos sería siempre un objeto. Sería algo de
lo que seriamos conscientes; un objeto así jamás podría aplicarse a la presencia
consciente misma.

Un pájaro o una nube tienen un contorno o un límite, son limitados, pero el cielo no
comparte esos límites. Los pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones
tienen límites, pero la presencia consciente en la que aparecen y por medio de la cual
se conocen, no comparte esos límites. Por ello se dice que es infinita, ilimitada, sin
contorno.

Hazte a ti, presencia consciente, la pregunta: ¿tengo un inicio y un final?... ¿Tengo un


principio y un final en el tiempo?... Obviamente, los pensamientos, sentimientos,
sensaciones y percepciones tienen un principio y un fin en el tiempo pero, ¿qué hay de
la presencia en la que aparecen y por medio de la cual se conocen?... ¿Alguna vez has
experimentado tú, presencia consciente, el inicio de ti misma?... ¿Alguna vez has
experimentado tú, presencia consciente, tu fin?... Es obvio que no.

Recuerda, la presencia consciente es la única que sabe algo acerca de sí misma, la


presencia consciente no tiene un principio y un fin, no tiene ningún conocimiento de
su principio o fin; en otras palabras, no tiene ningún conocimiento de su propio
nacimiento o de su propia muerte.

El pensamiento imagina que la presencia consciente empieza y acaba, que nació y


morirá, ¿por qué? Porque imagina que la presencia consciente es idéntica al cuerpo y
que comparte su destino y sus límites. Eso lo piensa el pensamiento, pero el
pensamiento no sabe nada de la presencia consciente; al igual que el personaje en la
película no sabe nada de la pantalla a pesar de estar hecho de ella.

En la experiencia que tiene la consciencia de sí misma, está eternamente presente,


jamás nació y jamás morirá; por ello se dice que está eternamente presente, que es
eterna.

Este es el gran descubrimiento: lo que esencialmente soy es infinito y eterno. El


descubrimiento que soy infinito pone fin al sentimiento de carencia y el
descubrimiento que soy eterno pone fin al miedo a la muerte.
El sentimiento de carencia y el miedo a la muerte son los dos ingredientes esenciales
del ego o del yo separado, alrededor del cual se desarrollan la mayoría de
pensamientos y sentimientos.

En otras palabras, el descubrimiento de nuestra naturaleza esencial ―la infinita y


eterna presencia consciente― pone fin al yo separado. Puede que, por cierto tiempo,
continúe como un hábito pero es reemplazado por un sentido de plenitud y paz que
son inherentes al conocimiento de nuestro propio ser.

Todo lo que queda, después, es el proceso sin fin de realinear todos los dominios de la
experiencia con esta comprensión.

Extraído de un diálogo - Barcelona (España), 21 de marzo de 2015

Fuente: Amigos de Rupert Spira

La experiencia de ser consciente

Interlocutor: ¿No es la mente la que es consciente de esta presencia consciente?


Rupert Spira: Todo lo que sabemos de la mente son pensamientos, imágenes y
sentimientos. ¿Es eso cierto en tu experiencia?
I: Sí.
RS: Entonces tú pregunta sería: ¿no es un pensamiento, una imagen o un sentimiento
lo que es consciente de la consciencia?
I: Es como si hubiera algo que no es ni la mente ni las emociones ni los sentimientos,
pero que fuera consciente de la consciencia.
RS: Sí, tienes razón. Tenemos la mente que son pensamientos, imágenes y
sentimientos y tenemos la consciencia, la presencia consciente; y tú estás
preguntando: ¿no hay algo, que no es la mente, que es consciente de la consciencia?
La respuesta es sí, tienes razón, hay algo que no es la mente y que es consciente de la
consciencia. ¿Que sería ese algo? Has visto que no es la mente la que es consciente de
la consciencia.
I: ¿La consciencia es consciente de sí misma?
RS: Sí.
I: Sin mente, ¿puede ser esto?
RS: Sí.
I: Es lo que me cuesta.
RS: Si te pregunto ahora mismo: ¿eres consciente? ¿Qué contestarías?
I: Sí.
RS: Si ahora te pregunto: ¿cómo sabes que eres consciente? ¿Qué dirías?
I: Lo sé.
RS: Lo sé, simplemente lo sé. En otras palabras, es tu experiencia el que eres
consciente; eres consciente de ser consciente. ¿Qué es eso que es consciente de ser
consciente? En otras palabras: ¿cuál sería su primera cualidad? Tú reconoces: soy
consciente de ser consciente.
I: Sí.
RS: Sea lo que es que es consciente de ser consciente. ¿Cuál seria su primera cualidad?
Digamos cuál es su segunda cualidad, la primera es que está presente. Sea lo que sea
que es consciente de que eres consciente, obviamente está presente. ¿Cuál es su
segunda cualidad?
I: Ser consciente, consciencia.
RS: Sí, tiene que ser consciente, si no fuera consciente, ¿podría entonces ser
consciente de que eres consciente? ¡Por supuesto que no!
Así que, sea lo que sea lo que conoce la experiencia "Yo soy consciente" debe tener
dos cualidades: tiene que estar presente y ser consciente. ¿Cómo llamamos a eso?
I: Consciencia presente.
RS: Sí. Antes que la presencia consciente conozca alguna cosa, como: una mente, un
cuerpo o un mundo, ya se conoce a sí misma.
Eso es lo que quiere decir en el Antiguo Testamento: "Yo soy el que soy". La versión
completa de esa frase es: "Yo soy la presencia consciente que es consciente de que
soy consciente". "Soy lo que soy", en corto.

Ramana Maharshi decía que esta frase del Antiguo Testamento era el enunciado más
profundo, sucinto y verdadero que había acerca de la Realidad.
Esa experiencia de "ser consciente de ser consciente" es la experiencia íntima y directa
que todo el mundo tiene; pero en la mayoría de los casos nuestra consciencia se ha
entremezclado de tal manera con pensamientos y sentimientos que parece que ha
pasado por alto el conocerse a sí misma, el conocer de su propio ser.

Como resultado de ello ha dejado de conocerse a sí misma como presencia consciente


abierta y vacía y, entonces, parece conocerse a sí misma como un finito y separado
cuerpo mente.

Es como si la pantalla se entremezcla con la película y olvida que es una pantalla vacía,
transparente e infinita y, entonces, piensa que es una colección de objetos finitos y
separados.

La primera etapa en el proceso espiritual es este des-mezclar, este separar nuestra


naturaleza verdadera como presencia consciente, de todas las capas de pensamientos
y sentimientos que han sido superpuestos en ella.

Interlocutor: La pregunta se refiere a algo que dijo ayer, no sé si entendí bien, y tengo
una duda. Escuché que el yo era un espacio vacío, abierto y vulnerable y, a la vez, que
no se podía dañar. Me queda una duda sobre la palabra vulnerable, ¿qué significa
exactamente?
Rupert Spira: En este contexto vulnerable significa completamente abierto y sin
resistencias, sin la habilidad de resistirse.
El espacio vacío ―hablando de manera relativa, como por ejemplo, este espacio vacío
de aquí― podría decirse de él que es totalmente vulnerable. Si nos levantamos y
empezamos a bailar, este espacio no tiene poder alguno para cambiar eso y si nos
levantamos y empezamos a pelearnos, el espacio lo permitiría totalmente sin
resistencia alguna. En este sentido la presencia consciente es completamente
vulnerable.

Sin embargo, en el lenguaje normal asociamos la palabra vulnerable con el de alguien


que es fácilmente dañable, bien de manera física o emocional. Por eso califiqué la
palabra vulnerable y dije que no puede ser dañado.

Normalmente pensamos que alguien que no puede ser dañado es alguien que es muy
fuerte, que puede resistir a todos y a todo, que es impenetrable, no puede ser dañado
o lastimado.

La indañabilidad de la presencia consciente no es debida a la fuerza de su resistencia


sino todo lo contrario, es debida a la ausencia de resistencia.

Pensamos que esta pared es impenetrable debido a su fortaleza pero, de hecho, este
espacio vacío es más fuerte que la pared, la pared puede ser derrumbada y un día será
derrumbada. Nada ha sucedido jamás ni puede sucederle jamás al espacio vacío, por
eso es completamente indiferente a lo que ocurre en su seno.

La consciencia es así.
I: Sí, para mí es como más disponibilidad.
RS: Sí, sí. Disponibilidad es otra palabra, la pura disponibilidad completamente abierta
a todas las apariencias. Igualmente abierta a todo lo que aparece, lo agradable como
lo desagradable, lo que es correcto como lo que es incorrecto o equivocado.
Toma el pensamiento "dos más dos igual a cuatro", ¿ofrece la presencia consciente
alguna resistencia a ese pensamiento? Ahora toma el pensamiento "dos más dos igual
a cinco", ¿ofrece la presencia consciente alguna resistencia a ese pensamiento? En
absoluto, está igualmente abierta a los dos pensamientos. El pensar ofrece alguna
resistencia al pensamiento "dos más dos igual a cinco", el pensar dice "sí" al
pensamiento "dos más dos igual a cuatro", pero "no" a "dos más dos igual a cinco",
pero la presencia consciente está de igual manera abierta a ambos.

El pensar dice "no" a la conducta de Hitler pero dice "sí" a la conducta de Ramana
Maharsi, pero la presencia consciente está abierta de igual manera a ambas. Ambos
son dos ejemplos extremos.

Si exploras tu experiencia, encontrarás que lo que esencialmente somos, es esa


apertura incondicional, completa disponibilidad, pura sensibilidad.

Extraído de un diálogo - Barcelona, 25-26 de abril de 2014

Fuente: Amigos de Rupert Spira


El ingrediente esencial de toda experiencia

Permite que tu experiencia sea tal como es, instante tras instante. Sin ningún intento
por cambiarla o manipularla. Por "experiencia" me refiero a pensamientos, ideas,
imágenes, recuerdos, sentimientos, sensaciones y percepciones del mundo; quiero
decir: vistas, sonidos, gustos, sensaciones táctiles y olores. Simplemente deja que el
espectro completo de la experiencia aparezca ante ti, instante tras instante y
exactamente tal como es. De todas formas eso es lo que la experiencia ya hace, así
que no se requiere un esfuerzo especial de ningún tipo para hacerlo. De hecho, no es
un "hacer", es un permitir a la experiencia ser lo que es instante tras instante.

Ve, de manera clara, que para tener una experiencia tenemos que ser conscientes de
ella; tómate algún tiempo para verificar que esto es así, que es cierto en tu propia
experiencia y sea lo que sea que experimentes te dices a ti mismo: "soy consciente de
esta experiencia".

Por ejemplo, toma el pensamiento presente y te dices: "soy consciente de este


pensamiento". Toma una imagen, por ejemplo, la imagen de tu casa y te dices: "soy
consciente de esta imagen". Toma la memoria, por ejemplo, de algo que ocurrió hace
dos años y te dices a ti mismo: "soy consciente de esta memoria". Toma la sensación
de hormigueo en la planta de tus pies: "soy consciente de esta sensación". Toma el
sonido del ventilador en el fondo: "soy consciente de ese sonido". Simplemente deja
que tu atención vague libremente por toda tu experiencia y sea lo que sea que
encuentres, te dices: "soy consciente de este objeto".

Ahora, hazte la pregunta: ¿hay algo que sea común a toda experiencia?

No hay un pensamiento en particular que sea común a toda experiencia. No hay un


sentimiento o una sensación particular que sean comunes a toda experiencia. No hay
tampoco ninguna visión, ningún gusto, ningún sonido, etc. en particular que sean
comunes. ¿Hay, entonces, algún elemento de la experiencia que sea común y
compartido en toda experiencia?

Soy consciente de los pensamientos. Soy consciente de las imágenes. Soy consciente
de los recuerdos. Soy consciente de los sentimientos. Soy consciente de las
sensaciones. Soy consciente de las percepciones. Soy consciente... Soy consciente...
Soy consciente...

La experiencia de "ser consciente" es el único elemento de la experiencia que es


compartido en todas las experiencias. Es el ingrediente fundamental de la experiencia
y su nombre común es: "yo". La palabra "yo" se refiere a la experiencia de,
simplemente, ser consciente.
La experiencia de ser consciente es a todas las experiencias lo que la pantalla es a
todas las películas. Al igual que la pantalla no aparece nunca como un objeto en la
película, de la misma manera la experiencia de ser consciente nunca aparece en
nuestros pensamientos, sensaciones, sentimientos o percepciones. En otras palabras,
ser consciente no puede ser jamás un objeto de la experiencia y, sin embargo, es el
elemento común a toda experiencia.

Al mismo tiempo, no podemos decir que ser consciente es algo que no se


experimenta. Es cierto que ser consciente no puede ser experimentado en tanto que
un objeto, pero eso no quiere decir que no sea experimentado. De la misma manera
que la pantalla no se muestra en la película, pero no podemos decir que no la veamos.

Así que no podemos decir que ser conscientes es algo que no experimentamos y es
muy fácil verificarlo. Hazte la pregunta: ¿soy consciente? No si soy consciente de mis
pensamientos, de mis sensaciones o de mis percepciones sino simplemente la
pregunta: ¿soy consciente? Confío que todos habéis contestado: "sí". Para contestar a
la pregunta ¿Soy consciente? con un "sí", "ser consciente" debe ser nuestra
experiencia. Cada uno de nosotros sabe que es consciente. Si no tuviésemos la
experiencia de ser conscientes responderíamos "no" a la pregunta: ¿soy consciente?

A pesar de que la experiencia de ser consciente no tiene cualidades objetivas, es decir


que nunca aparece como un pensamiento, sentimiento, sensación o percepción, a
pesar de ello es experimentada. Podríamos llamarla una experiencia no objetiva y, de
hecho, es la única experiencia no objetiva que existe.

Ahora, sí la experiencia de ser consciente es conocida, hazte la pregunta: ¿quién o qué


es el que conoce esa experiencia? ¿Soy yo el que conoce que soy consciente? ¿O es
otra cosa que conoce que soy consciente? Cuando te haces la pregunta: ¿soy
consciente?, ¿quién o qué es el que tiene la experiencia de ser consciente? ¿Eres tú o
es algo distinto, algo otro?

Es obvio que eres tú, aquél que llamamos "yo". Cada uno de nosotros puede decir con
certeza absoluta: "yo sé que soy consciente", y el "yo" que sabe que soy consciente es
el "yo" que es consciente. "Yo soy consciente" de que "soy consciente"; o como se
dice en el Antiguo Testamento: "yo soy el que soy".

Una afirmación de nuestra experiencia primaria más íntima y fundamental: el conocer


de nuestro propio ser consciente, su conocer de sí mismo en nosotros y en tanto que
nosotros.

El conocimiento que brilla en la mente como "yo soy" o "yo soy consciente".
El conocimiento que brilla en el corazón en tanto que paz, amor y felicidad; paz, amor
y felicidad.
El conocimiento que brilla en nuestras percepciones en tanto que belleza.
Interésate en la experiencia de ser consciente o en la presencia consciente misma.
¿Cuál es su naturaleza?

La mayoría de las personas pasan a través de sus vidas sin darse cuenta y ni tan
siquiera interesarse por la experiencia de ser consciente o en la presencia consciente
misma. En otras palabras, la mayoría de nosotros pasamos nuestras vidas ignorando el
elemento más fundamental e íntimo de nuestra experiencia; este es ignorando o
pasando por alto a nosotros mismos.

¿Por qué la mayoría de nosotros ignoramos o pasamos por alto este elemento íntimo
y fundamental de nuestra experiencia?... Por nuestra fascinación exclusiva en el
contenido objetivo de la experiencia; esto es, pensamientos, imágenes, sentimientos,
sensaciones, percepciones, etc...

Por el hecho de que la experiencia de ser consciente no tiene contenido objetivo la


consideramos como ausente o no existente o, en el mejor de los casos, la
consideramos como algo que ha sido perdido y que tenemos que buscar; ello implica
treinta años de meditación sobre un cojín.

¿Cómo podría perderse la experiencia de ser consciente?

La experiencia de ser consciente no está escondida en las profundidades de nuestro


ser; está a simple vista en toda experiencia. ¿Cómo podríamos decir, cuando vemos
una película: "no veo la pantalla"? ¿Cómo podríamos decir: "no conozco la experiencia
de ser consciente, o de la consciencia misma"? ¿Qué actividad o inactividad de la
mente podría hacer que la experiencia de ser consciente fuera más obvia de lo que
ahora es?

No es necesaria ninguna manipulación de la mente, del cuerpo, ni del mundo. La


experiencia de ser consciente brilla de forma igual en toda experiencia. En nuestras
depresiones más profundas, nuestros sentimientos más incómodos, nuestras
experiencias más bellas y todo lo que hay en medio. Lo único que se requiere es dar a
la experiencia de ser consciente todo nuestro interés.

¿Podría haber algo más interesante en la vida que la naturaleza de la consciencia con
la que todo es conocido?

De hecho, hasta que no conozcamos la naturaleza del conocer con la que nuestra
experiencia es conocida, no podremos conocer nada verdadero acerca de la mente, el
cuerpo o el mundo.

Yo, presencia consciente, no estoy limitado por nada que conozca, o que sea
consciente; de la misma manera que la pantalla no está limitada por ninguna de las
películas que aparecen en ella.

Yo, presencia consciente, soy la realidad, el ingrediente esencial de toda experiencia;


al igual que la pantalla es la realidad de la película. Yo, presencia consciente, no
comparto ninguna de las limitaciones de cualquier experiencia en particular. No estoy
limitado por la condición de la mente, el cuerpo o el mundo. Soy íntimamente uno con
la mente, el cuerpo y el mundo pero inherentemente libre de ellos.

Prueba la libertad inherente de tu propio ser consciente. Es íntimamente uno con toda
experiencia pero no puede ser dañado, estropeado, tintado, manchado o afectado por
ninguna experiencia en particular.

No tenemos que esforzarnos mucho para hacer que la presencia consciente sea
íntima, libre, invulnerable e indestructible.

Extraído de un diálogo - Barcelona (España), 20 de marzo de 2015

Tú nunca apareces ni desapareces

Rupert Spira: "Yo soy la presencia consciente que es consciente de que soy
consciente". "Yo soy lo que yo soy". Este es el mantra más elevado. El primer nombre
de Dios.
¿Hay algo acerca de lo que os gustaría dialogar?
Interlocutor: Esta mañana dijiste que el Yo no era temporal, que era algo aparte del
cuerpo, sensaciones, pensamientos, que estaba apartado de lo temporal: no
emociones, no pensamiento; pero a mí me cuesta mucho. O llego a un punto donde
choco, que es: ¿dónde estaba ese Yo antes de que yo llegara, antes de nacer y, qué
pasará después?
Rupert Spira: Es una muy buena pregunta.

Primero tenemos que entender que cuando decimos "Yo", nos referimos a aquello
que es consciente de nuestra experiencia. Soy consciente de mis pensamientos, de
mis sentimientos y sensaciones, soy consciente de las percepciones de los sentidos, así
que "Yo" soy aquello que está presente y consciente.

¿Me sigues? ¿Estás de acuerdo?


I: Sí, sí.
RS: ¿Eres consciente de la aparición y desaparición de los pensamientos? ¿Eres
consciente de la aparición y desaparición de los sentimientos y sensaciones? y ¿Eres
consciente de la aparición y desaparición de las percepciones de los sentidos?
I: Sí.
RS: En otras palabras, desde tu propia experiencia ves que la mente, el cuerpo y el
mundo son cosas que aparecen en ti y después desaparecen. Tú eres eso que
permanece presente a lo largo de esas apariciones y desapariciones.
Por favor, dime que pare si digo algo que no es verdadero en tu experiencia.
Habiendo reconocido que experimentas la aparición y desaparición del cuerpo, la
mente y el mundo, hazte la pregunta: ¿experimento alguna vez la aparición y
desaparición de la consciencia presente misma, de la consciencia misma?

Recuerda que "Yo" es la consciencia presente, la presencia de aquello que es


consciente; ahora podríamos reformular la pregunta: ¿experimento "Yo", presencia
consciente, la aparición y desaparición, alguna vez, de ella misma?
I: Sí.
RS: ¿Sí? Háblanos de tu experiencia de la desaparición de la consciencia presente.
¿Cómo es? ¿A qué se parece cuando la presencia consciente no está ahí?
I: Es como... ruido, tumulto, pensamientos, fantasías...
RS: ¿Qué es aquello que es consciente de esos pensamientos y fantasías? Recuerda
que has dicho que la presencia consciente no estaba presente.
I: La presencia consciente, no puede ser otra cosa.
RS: Sí, correcto, vuelve atrás y hazte de nuevo la pregunta: ¿experimento "Yo",
consciencia presente, la desaparición o la ausencia, alguna vez, de mí mismo?
I: Es que uno está muy implicado con emociones, pensamientos... puedo decirte que
sí, pero...
RS: Si estás implicado con pensamientos y emociones, debes conocerlos. ¿Qué es eso
que los conoce?
I: Yo, mi consciencia.
RS: Ahora, hazte de nuevo la pregunta, ¿experimento Yo, la consciencia presente, la
desaparición o ausencia, alguna vez, de mí mismo? ¿Qué tipo de experiencia sería
esa?
I: No puedo saberlo porque yo no estoy. No puedo responder.
RS: Sí, no puedes saberlo porque no estás ahí, no puedes responder... ¿Por qué?
Porque nunca has tenido esa experiencia. No podrías tener esa experiencia, porque tú,
consciencia presente, no estarías ahí para tener una experiencia tal.
Tú, la consciencia presente, no solamente jamás has tenido la experiencia de tu propia
ausencia, sino que, de hecho, es imposible para ti, consciencia presente, experimentar
la ausencia de ti mismo. De la misma manera, es imposible para ti, consciencia
presente, experimentar la aparición de ti mismo.

Para experimentar la aparición de la consciencia presente algo tendría que estar ahí,
previo a la aparición de la consciencia presente, para observar cómo aparece. ¿Qué
sería ese algo? Debería tener dos cualidades, tendría que estar presente y ser
consciente... sería la consciencia presente.

Nadie, nadie, ha tenido jamás ni podrá tener jamás la experiencia de la aparición o


desaparición de la presencia consciente. Si exploramos esto con la suficiente
profundidad, es un hecho ineludible de la experiencia.

Hazte ahora la pregunta: ¿por qué, en tanto que cultura mundial, creemos semejante
cosa, que existe la ausencia o la no existencia de la presencia consciente? ¿Por qué, en
tanto que cultura mundial, creemos que hubo un tiempo en el pasado cuando la
presencia consciente no estaba presente?
I: ¿Por miedo?
RS: Sí, por creencia, es tan solo una creencia. Una creencia que no tiene evidencia
alguna.
A pesar de ello, nuestra cultura mundial se fundamenta en la creencia de que la
presencia consciente es un subproducto de la mente y que la mente es un
subproducto del cuerpo. Cuando en nuestra experiencia es todo lo contrario, la mente
es un subproducto de la presencia consciente, y el cuerpo es un subproducto de la
mente.

Este cambio en la manera de ver las cosas no es diferente, en magnitud, con el cambio
de perspectiva que tuvo lugar en el siglo XVI cuando se descubrió que la tierra gira
alrededor del sol y no es el sol el que gira en torno a la tierra. Es un cambio de
perspectiva similar.

Incluso, en nuestra cultura, hay más resistencia a este cambio de perspectiva que se
propone aquí que la que hubo a principios del siglo XVI. Ya se sugirió en el siglo III a. C.
que la tierra giraba alrededor del sol, y no fue hasta casi dos mil años más tarde, a
principios del siglo XVI, que empezó a ser la norma.

Aquí hablamos de algo que todo el mundo puede verificar en su propia experiencia,
no se necesitan instrumentos astronómicos especiales, ni una formación científica
especial, sólo necesitamos ser conscientes de nuestra experiencia; ahí está toda la
evidencia que se requiere. Todo el mundo tiene esa evidencia al alcance de la mano.
Yo no tengo más evidencia de la que tú puedas tener. La creencia de que la
consciencia nació cuando el cuerpo nació, es tan solo una creencia.

Así que la respuesta a tu pregunta: ¿dónde estaba la consciencia presente antes de


que naciera el cuerpo? Estaba exactamente en el mismo lugar en donde está ahora, y
ese lugar es un no-lugar, no es que solo no está en el tiempo, mucho me temo que es
peor que eso, tampoco está en el espacio.
I: Me viene una pregunto ahora, quizás sea un poco infantil... ¿cuál es el propósito del
cuerpo, de los sentimientos, si hay alguno... a qué vienen, a molestar? ¿Cuál es el
sentido?
RS: ¿Cuál es el propósito de tener un cuerpo y haber nacido?
El primer propósito de nacer es descubrir tu verdadera naturaleza; esa es la actividad
más elevada que puede tener un ser humano. El segundo propósito, después de
descubrir tu verdadera naturaleza, es expresarla, compartirla y celebrarla, a través del
cuerpo, la mente y el mundo.

Extraído de un diálogo - Barcelona, 26 de abril de 2014


La Nueva Ciencia de la Experiencia

Nuestra experiencia consiste en la mente, el cuerpo y el mundo.

Por la mente quiero decir pensamientos e imágenes; por el cuerpo: sentimientos y


sensaciones; y por el mundo: percepciones de los sentidos, esto es: vistas, sonidos,
sensaciones táctiles, gustos y olores.

Para empezar verifica que esto es cierto en tu experiencia, recorre libremente tu


experiencia completa, tanto en la así llamada experiencia interior como la así llamada
experiencia exterior, y ve por ti mismo que jamás experimentas otra cosa que
pensamientos, imágenes, sentimientos y sensaciones: vistas, sonidos, sensaciones
táctiles, sabores y olores. Para abreviar lo llamaremos pensamientos, sensaciones y
percepciones.

Habiendo visto que todo lo que conocemos de la mente, del cuerpo y del mundo, son
pensamientos, sensaciones y percepciones, dejemos atrás las etiquetas de mente,
cuerpo y mundo y exploremos la naturaleza de nuestra experiencia; es decir la
naturaleza de los pensamientos, sensaciones y percepciones.

Esto es lo que los científicos y filósofos han estado haciéndolo desde los últimos 2.500
años. La diferencia, entre lo que hacemos aquí y aquello que la mayoría de los
científicos y filósofos hacen, es que aquí exploramos nuestra experiencia presente; no
exploramos entidades abstractas llamadas mente, cuerpo y mundo. Es por este
motivo por lo que, a veces, llamo a este enfoque "la nueva ciencia de la experiencia".

Empecemos por nuestros pensamientos: toma cualquier pensamiento, o una serie de


ellos y no importa de qué traten. Ve que la única substancia presente en estos
pensamientos es la experiencia de pensar; nadie jamás ha encontrado un objeto bien
definido llamado un pensamiento; mira a ver si puedes encontrar un objeto bien
definido llamado un pensamiento.

Tomemos un pensamiento cualquiera, por ejemplo: "¿dónde comeremos hoy?"


Cuando el pensamiento empieza con la palabra "dónde", ¿dónde está el resto del
pensamiento?, ¿dónde está "comeremos hoy"?; todavía no ha surgido a la existencia.

Cuando el pensamiento sigue aparece "comeremos", cuando "comeremos" está


presente, ¿dónde están "donde" y "hoy"?; no existen. Cuando el pensamiento
prosigue y aparece "hoy", ¿dónde están "donde" y "comeremos"?; no existen.

En realidad no experimentamos algo llamado un pensamiento. "Pensamiento" es un


concepto abstracto; cuando digo un concepto abstracto no estoy queriendo decir que
sea un concepto inútil, es un concepto útil pero es abstracto en el sentido de que no
se refiere realmente a una experiencia. Así que dejemos atrás esta etiqueta abstracta
"pensamiento" e intentemos acercarnos más a nuestra experiencia.
Reemplacemos la etiqueta "pensamiento" por la etiqueta "pensar", que es más un
proceso que un objeto.

Ahora ve a la experiencia de pensar y pregúntate: ¿De dónde proviene el pensar?...


¿De dónde surge?... Cuando surge, ¿en qué aparece?... Cuando está presente, ¿de qué
está hecho?... Y cuando desaparece, ¿adónde va?...

Si estamos experimentando el pensar entonces debemos estar experimentando la


substancia de la que está hecho; es imposible experimentar algo sin experimentar la
materia de la que está hecho.

Por ejemplo, cuando miramos una película estamos, nos demos cuenta o no,
experimentando la pantalla. ¿Sería posible experimentar la película sin experimentar
la pantalla?, obviamente no.

¿Sería posible experimentar el pensar sin experimentar la substancia de la que está


hecho?..., obviamente no. ¿Cuál es esa substancia?... Cuando el pensamiento cesa,
¿cesa también la substancia de la que está hecho?...

Cuando la película llega a su fin, ¿deja de existir la pantalla?... La película es algo que
aparece, pero la substancia de la que está hecha no es algo que aparece y desaparece.

El pensar aparece y desaparece pero la substancia de la que está hecho no aparece y


desaparece con él. ¿Qué es esa substancia?... No se te permite decir: "no lo sé"; si
estás experimentando el pensar estás, por definición, experimentando la substancia
de la que está constituido.

No pienses la respuesta a esta pregunta, quiero que vayas a tu experiencia y


encuentres la materia, la substancia de la que está hecho el pensar.

Si pudieras extender una mano imaginaria y tocar la substancia de la que está hecha el
pensar, ¿qué es lo que encontrarías ahí?...

Deja que te de una pista; hazte una pregunta: ¿hay algo presente en la experiencia de
pensar que no sea el conocer de ella?... Es lo mismo que preguntar: ¿hay otra cosa
presente en la película que no sea la pantalla?...

¿Puedes encontrar algo en la experiencia de pensar que no sea el conocer de ella?...


¿Hay otra cosa ahí que no sea conocer?... Presta tu atención a este conocer, es lo
mismo que dar tu atención a la pantalla en vez de a la imagen.

Si estás mirando una imagen, focalizado en el paisaje que aparece en la película, ¿qué
tienes que hacer para empezar a ver la pantalla?... ¿Tienes que mirar en una dirección
distinta?... ¿Tienes que rechazar el paisaje?... No, es más bien un suavizar la
focalización de nuestra atención. Así que en vez de focalizarte en la experiencia de
pensar, conoce al conocer del que está hecha; ya lo conoces así que no hay necesidad
de hacer ningún esfuerzo nuevo.
Ahora, ¿qué conocemos de este conocer?... Es decir, ¿qué es lo que conoce de sí
mismo?... Todo el pensar está hecho de este conocer pero el conocer no está hecho
del pensar.

Las imágenes están hechas de pantalla pero la pantalla no está hecha de una imagen.
Todas las imágenes son limitadas pero la substancia de la que están hechas es
ilimitada.

Todo el pensar es limitado pero la substancia de la que está hecho no tiene límites. Al
igual que las imágenes son formas y nombres temporales que la pantalla asume, así
todo el pensar es la forma y el nombre temporales que este conocer asume.

Las imágenes parecen limitar la pantalla, pero realmente no la limitan. El pensar


parece limitar el puro conocer o pura consciencia pero en realidad no lo hace. Esto es,
la substancia de la que los pensamientos finitos están hechos es ella misma infinita.

Cuando un pensamiento aparece no hay nada, que sea realmente finito o limitado,
que surja a la existencia. Todo lo que realmente está en la existencia o todo lo que
realmente es, es infinito conocer o consciencia infinita y el aparentemente
pensamiento finito es una modulación temporal de esta substancia infinita.

Hazte la pregunta: ¿cuándo un pensamiento desaparece dónde va la substancia de la


que está hecho?... No va a ningún lugar, de la misma manera que la pantalla no va a
ningún lugar cuando la película acaba. La realidad de todos los pensamientos está
eternamente presente, nunca deja de ser. Un objeto existente, finito y separado
llamado pensamiento, con su propia existencia independiente nunca, en realidad,
surge a la existencia y nunca desaparece de la existencia.
"Aquello que es, jamás deja de ser y aquello que no es, jamás surge a la
existencia".
- Bhagavad Gita.

Si los pensamientos tuvieran su propia e independiente existencia tendría que haber


un enorme almacén en algún lugar en el exterior de la consciencia, desde donde
vinieran los pensamientos a la consciencia; y cuando los pensamientos desaparecieran
tendría que haber igualmente una enorme papelera en el exterior de la consciencia
donde se tirasen todos esos pensamientos redundantes. ¿Es esa tu experiencia?
¿Alguien ha avistado alguna vez, alguno de estos dos enormes almacenes?

Podemos objetar y decir: "todo esto está muy bien por lo que respecta a la mente
pero, ¿qué ocurre con el cuerpo y el mundo?

Empecemos con el cuerpo: cerrad vuestros ojos. Nuestra única experiencia, cuando
los ojos están cerrados, es la sensación actual. Tomemos una sensación específica
como la sensación táctil hormigueante de tus manos.
Vamos, de nuevo, a través de todo el proceso de investigación. Hazte la pregunta:
¿hay alguna substancia presente en esa sensación que no sea el conocer de esa
sensación?... En otras palabras, si tuvieras que extender la misma mano imaginaria y
tratar de tocar el material del que está hecha esta sensación, ¿encuentras otra cosa
distinta del conocer, del ser consciente de esa sensación?...

Nuestra cultura nos dice que la sensación está hecha de un material solido llamado
materia. Los filósofos idealistas nos dicen que está hecho de una substancia llamada
mente, es decir, hecho de una substancia llamada sentir; pero la experiencia misma no
nos dice tal cosa. La experiencia en sí misma nos dice que la única substancia
presenten en la sensación o en el sentir es el puro conocer o la pura consciencia. La
misma substancia vacía, transparente e ilimitada de la que está hecho el pensar.

Ahora coloca tus manos en la silla.... el pensamiento nos dice: "no estoy tocándome a
mí mismo estoy tocando algo que es no yo, distinto de mí"; sin embargo la única
experiencia de tocar la silla es la sensación presente.

¿De qué está hecha esa sensación?... De nuevo extiende esa mano imaginaria y toca la
substancia de la que está hecha esa sensación. ¿Encuentras algo muerto o inerte
llamado materia, encuentras algo sutil llamado mente o encuentras el conocer de esa
experiencia, el puro conocer o la pura consciencia? Digo puro conocer porque ese
conocer no está hecho de otra cosa que no sea él mismo, no está mezclado con otra
cosa que no sea él mismo, no tiene partes, no está hecho de pensar o de sentir, no
tiene en sí mismo color o forma.

El objeto aparente, en este caso la sensación, parece estar limitado en el tiempo y en


el espacio, pero la substancia de la que está hecho ―puro conocer― no comparte los
límites aparentes de la sensación. La substancia o la realidad del objeto temporal y
finito ―la mano en la silla― no es en sí mismo ni temporal ni finito, es eterno e
infinito; eso es, eternamente presente y sin límite, es lo que llamamos "Yo", pura
consciencia, la substancia o la realidad del cuerpo.

El así llamado cuerpo es una modulación temporal de esta substancia eterna. Cuando
nace una nueva sensación no hay nada real que llegue a la existencia. Cuando retiras
tu mano de la silla y la sensación desaparece, no hay nada real que desaparezca, tan
solo esa substancia eterna cambia su nombre y forma; como un comediante que
cambia su maquillaje.

El pensamiento puede de nuevo presentar una objeción y decir: "esto está muy bien
para los pensamientos, sentimientos y sensaciones; evidentemente aparecen en mí y
están hechos, obviamente, de mí mismo. Pero, ¿qué hay en lo que respecta al mundo?
Es obvio que está fuera de mí mismo y hecho de algo distinto de mí".

Toma el sonido de esas fresadoras o lo que sean esas máquinas, han estado
reclamando nuestra atención durante la última hora. Así que ahora les vamos a
prestar nuestra atención.
¿Dónde tiene lugar ese sonido?... El pensamiento nos dice que ese sonido ocurre a
veinte metros de donde estamos y que está hecho de algo distinto a nosotros. Date
cuenta primero que todo lo que está presente en el sonido es la experiencia de oír.

¿En qué lugar ocurre la experiencia de oír?... ¿Veinte metros al exterior de ti?... ¿Dos
metros lejos de ti?... intenta localizar donde ocurre el oír... ¿A qué distancia de mí
mismo?...

Ahora, si tuviéramos que alargar, de nuevo, esa mano imaginaria y tocar la substancia
de la que está hecho el oír, ¿qué es lo que encontramos?... El oír está hecho de algo y
si estamos experimentando el oír estamos experimentando la substancia de la que
está hecho, ¿qué es esta substancia?...

Hazte la pregunta: ¿hay alguna substancia presente en la experiencia de oír que no sea
más que el conocer del oír?... Intenta encontrar algo que sea distinto al conocer de tu
experiencia.

Cuando, aparentemente, un nuevo sonido aparece, sé muy sensible al lugar del que
surge... (Suena una música, violines...) Y cuando el sonido lentamente desaparece
pregúntate, ¿adónde ha ido?...

Ahora, (suena música de nuevo, violines... ) cuando el sonido vuelve a aparecer,


pregúntate: ¿de dónde surge el sonido?... Y cuando el sonido está en la existencia,
¿dónde está ocurriendo?... ¿Está ocurriendo a una distancia de mí mismo?... ¿Hay
alguna otra substancia presente en el sonido que no sea yo mismo, esto es, que no sea
más que puro conocer o pura consciencia?...

Cuando el sonido, muy lentamente, desaparece, pregúntate: ¿adónde va la substancia


de la que está hecho?... ¿Ha desaparecido la consciencia?... ¿Hay algo real que ha
desaparecido?... Date cuenta de que la substancia de la que está hecho está de igual
manera presente en presencia como en ausencia del sonido. Date cuenta de que
cuando el sonido aparece lentamente no hay nada real que nazca a la existencia.

La música es un nombre y una forma temporal que la substancia eterna de tu propio


ser asume.

"Aquello que es, jamás deja de ser; aquello que no es, jamás surge a la existencia."

―Gracias a Bach y Arthur Grumiaux, el violinista, por colaborar en nuestra


meditación―

Permite que tus ojos se abran lentamente, solo unos milímetros; la experiencia del ver
surge a la existencia. La experiencia en la que la realidad objetiva es más persuasiva.
Hazte la pregunta: ¿hay alguna substancia presente en la experiencia de ver que no
sea más que el conocer de ella?...

Cierra tus ojos: ¿qué le ocurre a este conocer?... ¿Desaparece o simplemente adopta
un nuevo nombre y forma?... Abre tus ojos: ¿hay algo nuevo que nace a la
existencia?... ¿Algo nuevo llamado un mundo externo hecho de material muerto
inerte llamado materia?... ¿O más bien esa substancia infinita y eterna llamada puro
conocer simplemente adopta un nuevo nombre y forma?...

Ahora deja de compartimentar tu experiencia y deja que tu atención vague libremente


por el espectro entero de tu experiencia. Date cuenta de que desde el punto de vista
de un yo finito y temporal la experiencia es un conjunto de objetos temporales y
finitos.

Desde el punto de vista del puro conocer eterno e infinito, la experiencia no es más
que la experiencia de sí mismo ―conocer eterno e infinito― jamás entra en contacto
con un objeto o yo finito y temporal; jamás entra en contacto con un yo, un objeto, un
otro o un mundo. Tan solo es y se conoce únicamente a sí mismo.

El yo, el objeto, el otro y el mundo son conceptos abstractos que el pensamiento


superpone a la realidad eterna e infinita de toda experiencia. No hay nada malo en
esos conceptos en tanto que conceptos, son necesarios para la vida práctica, pero
creer que esos conceptos se refieren a la realidad es un problema.

Todos nuestros problemas psicológicos, esto es toda nuestra infelicidad está basada
en esta mala incomprensión, en este olvido, este pasar por alto o este ignorar la
realidad.

En última instancia, incluso este ocultamiento de la realidad es una ilusión, pero es


una ilusión poderosa. Es solo desde el punto de vista ilusorio de un yo temporal y
finito que este velo de la realidad tiene lugar.

Pero una vez que este ocultamiento de la realidad ha ocurrido, es decir una vez que el
aparente yo separado ha aparecido a la existencia, lo más que puede hacer este yo
aparente y separado es explorar la naturaleza de su propia experiencia. Este yo
aparentemente separado no puede conocer nada cierto acerca de la mente, el cuerpo
o el mundo hasta que conozca lo que es cierto acerca de él mismo.

Así que de lo que estamos hablando aquí es de la ciencia superior, la filosofía superior
y la más alta religión.

Extraído de un diálogo - Barcelona (España), 27 de abril de 2014

Soy la nada que está en todo

Desde que podemos pensar o hablar siempre nos hemos referido a nosotros mismos
en tanto que "yo"; cuando teníamos 5 años nos llamábamos a nosotros mismos "yo",
cuando teníamos 10, 15, 20 o 30 años nos llamábamos "yo", y hoy nos referimos a
nosotros mismos como "yo". En otras palabras, el "yo" ha permanecido presente a
través de toda nuestra vida.
El "yo" se refiere a ese elemento de nuestra experiencia que ha permanecido y que
siempre está con nosotros, que nunca nos ha dejado y que no puede ser separado de
nosotros.

Hazte la pregunta: ¿qué es eso que siempre está conmigo? No pienses acerca de ello,
refiérete a tu experiencia presente. Hay algo que ha permanecido presente, constante
a través de nuestra vida, y a ese algo le llamamos "yo". ¿Qué es eso? ¿Es un
pensamiento, o una imagen?

Hazte a ti mismo la pregunta: ¿hay algún pensamiento o imagen que haya


permanecido presente a través de toda mi vida? Es obvio que no. ¿Es un sentimiento o
una sensación? ¿Cuánto duran un sentimiento o una sensación? ¿40 años? o ¿como
máximo unos segundos o unos minutos?

¿Es una percepción? Como percepción me refiero a una vista, un sonido, un gusto, una
sensación táctil, o un olor; los cinco sentidos. ¿Cuánto dura una percepción? Cierra tus
ojos... la percepción visual anterior a desaparecido; abre tus ojos... una nueva
percepción visual aparece; cierra tus ojos... esta nueva percepción ha desaparecido.
¿Cuánto duró? ¿40 años o 40 segundos?

Las percepciones no duran mucho, los pensamientos, las imágenes, los sentimientos y
las sensaciones no duran mucho, así que cuando nos referimos a "yo", es obvio que no
nos referimos ni a un pensamiento ni a una imagen ni a un sentimiento ni a una
sensación ni a una percepción y, sin embargo, nos referimos a algo que es muy real en
nuestra propia experiencia.

Hay algo que permanece siempre presente a través de toda la experiencia y a ese algo
lo llamamos "yo". ¿Qué es eso?

Si este "yo" está presente cuando tengo 5, 10, 15, 20 o 30 años vemos que el "yo" no
puede tener una edad especifica. Si "yo" está presente cuando cambio mi
nacionalidad de inglesa a americana entonces el "yo" no puede tener una nacionalidad
en particular. Si "yo" está presente a través de todos mis pensamientos entonces el
"yo" no puede estar limitado por algún pensamiento en particular. Si "yo" está
presente en todos mis sentimientos, entonces se ve que no puede compartir las
cualidades de ningún sentimiento en particular. En otras palabras: "yo" es
independiente de los límites de los pensamientos y de los sentimientos.

Si "yo" está presente a lo largo de todas mis percepciones entonces no puede


compartir la naturaleza de cualquier percepción en particular. La pantalla de una
televisión está presente a lo largo de todos los programas que aparecen en ella: los
dramas, las películas de intriga, los documentales, los informativos, los partidos de
tenis... pero no comparte las cualidades de nada de lo que aparece sobre ella y, en
tanto que eso, es vacía, trasparente e ilimitada.
El "yo" es a la experiencia lo que la pantalla es a las imágenes. La pantalla es
íntimamente una con todas las imágenes y, al mismo tiempo, completamente
independiente de todas las imágenes; "yo" es íntimamente uno con todas las
experiencias y al mismo tiempo completamente independiente o libre de toda
experiencia; de la misma manera como la imagen está hecha de pantalla, pero la
pantalla no está hecha de una imagen.

Los pensamientos, las sensaciones, las imágenes, los sentimientos y las percepciones
están hechos de "yo", pero "yo" no está hecho de un pensamiento, de una sensación,
de una imagen, de un sentimiento o de una percepción.

Cuando decimos "yo tengo 45 años", estamos olvidando, pasando por alto o
ignorando lo que realmente somos y, en cambio, nos identificamos con un cuerpo,
pensamos y sentimos que "yo" soy idéntico a un cuerpo. Cuando decimos "yo estoy
triste" estamos olvidando, ignorando o pasando por alto lo que verdaderamente
somos y, en cambio, creemos que somos un sentimiento limitado y temporal.

Cuanto identificamos ese "yo" con algo que no es él mismo, parece que nos estamos
limitando a nosotros mismos, parece que estamos perdiendo la paz y la libertad que
es inherente al conocimiento de nuestro propio ser; y, en cambio, parece que nos
estamos convirtiendo en un yo separado y finito que comparte las limitaciones de la
mente y el cuerpo.

Nos preguntamos por qué sufrimos y ese "yo" temporal y finito que nos imaginamos
que somos, entonces, lleva a cabo prácticas espirituales para desembarazarse de su
sufrimiento. Tarde o temprano nos damos cuenta que esas prácticas espirituales no
funcionan, y en lo más íntimo de nuestros corazones todavía sentimos la soledad, la
pena y el sentimiento de carencia. Nuestras prácticas espirituales no han ido al núcleo,
al corazón del problema aunque nos hayan permitido gestionar el problema hasta un
cierto punto.

El corazón del problema es siempre el mismo: lo que consideramos como "yo", lo que
pretendemos ser, lo que nos imaginamos ser; todo gira en torno a eso.

Nada verdadero puede ser conocido acerca de la mente, el cuerpo y el mundo hasta
que conozcamos la naturaleza del "yo" que los conoce. Incluso la física
contemporánea reconoce esto. Hasta que la naturaleza del observador no es
comprendida no podemos conocer nada verdadero acerca de lo observado.

Tanto si tomamos el camino de la religión como el de la psicología, el de la filosofía o


el de la ciencia, tarde o temprano acabaremos en el mismo lugar y con la misma
pregunta: ¿cuál es la naturaleza del "yo" que conoce mi experiencia? ¿Cómo podemos
descubrir la naturaleza de ese "yo"? ¿Vamos simplemente a pensar acerca de él? Si
pensamos acerca de él sólo encontraremos la naturaleza de nuestros pensamientos,
no encontraremos nada acerca de la naturaleza de ese "yo".
¿Qué es lo que podemos hacer para encontrar la naturaleza de ese "yo" que conoce?
Si queremos saber acerca de música prestamos nuestra atención a la música, si
queremos saber sobre matemáticas prestamos nuestra atención a las matemáticas, si
queremos conocer una lengua extranjera prestamos nuestra atención a esa lengua y si
queremos saber sobre ese "yo" prestamos nuestra atención a ese "yo".

¿Qué es aquello que prestaría atención a ese "yo"? Es el "yo" el que da su atención al
"yo". Pero el "yo" no puede verdaderamente dar su atención a sí mismo, este "yo" que
conoce está demasiado cercano a sí mismo para irradiar esa luz del conocer sobre sí
mismo en tanto que un objeto.

Este "yo" que conoce está demasiado cercano a sí mismo como para girarse y
alumbrar su atención sobre sí mismo. De la misma manera el sol puede radiar su luz
sobre todos los planetas, pero no puede girarse e irradiar su luz sobre sí mismo, está
demasiado cercano a sí mismo como para iluminarse a sí mismo.

Este "yo" que conoce, puede conocer o irradiar su luz de conocimiento sobre todos los
objetos. Es decir, puede conocer todos los pensamientos, sensaciones y percepciones
en tanto que objetos, pero no puede conocerse a sí mismo de la misma manera, no
puede separarse a sí mismo de sí mismo, no puede girarse y mirarse a sí mismo.

Sin embargo el sol no necesita girarse para iluminarse a sí mismo, se ilumina a sí


mismo al ser sí mismo. Del mismo modo este "yo" que conoce no necesita girarse
hacia sí mismo para conocerse a sí mismo, se conoce a sí mismo al ser él mismo,
simplemente siendo conscientemente ese "yo" que conoce; eso es conocerse a sí
mismo.

En otras palabras, conocerse a sí mismo no requiere un reenfoque de nuestra


atención, no es que dejemos de iluminar nuestra atención sobre un objeto para
focalizarlo en otro objeto. Conocerse a sí mismo requiere más bien la caída de la
atención sobre sí misma, una relajación de la atención. La palabra "atención" provine
de dos palabras latinas: ad y tenderé. Ad significa hacia y tenderé significa estirar.
Entonces atención quiere decir: estirar hacia algo; ¿estirar qué? y ¿hacia qué?
Estirar el conocer que yo soy, la pura consciencia que yo soy hacia el objeto que no
soy. "Yo conozco el objeto", "yo veo el árbol", "yo me siento triste"... en todas esas
experiencias "yo", esa presencia que conoce, transparente y abierta irradia su luz de
conocer o se estira a sí misma, lejos de sí misma, hacia el objeto, hacia el árbol, la
persona, el pensamiento, el sentimiento...

¿Qué ocurre si ese "yo" que conoce no se estira él mismo hacia un objeto? ¿Qué
ocurre si ese "yo" que conoce deja de irradiar su luz de conocer hacia el pensamiento,
la sensación o la percepción? ¿Qué ocurre cuando la atención no tiene nada a lo que
atender? ¿Qué ocurre a una goma elástica cuando la estiras pero no tienes donde
engancharla y sueltas el otro extremo? Que vuelve a su fuente. ¿Qué ocurre cuando
dejamos de prestar atención a pensamientos, sensaciones y percepciones? Que la
atención vuelve a su fuente de puro conocer. En otras palabras: deja de ser atención,
puesto que este conocer ya no está estirado hacia algo concreto; entonces la atención
se libera de su tensión y se revela como pura presencia.

Conocerse uno mismo no es conocer algo nuevo, de hecho no es conocer algo; es


permitir que la atención se relaje y vuelva a su fuente, adoptar la posición de puro
conocer, pura consciencia, conociendo y siendo únicamente su ser infinito.

Todo lo que conocemos ―aparte del conocer de nuestro ser― requiere ese estirar la
atención hacia un objeto, hacia algo que no es yo mismo y aunque todo aquello que es
conocido no es yo mismo, el conocer con el cual es conocido el objeto es yo mismo.

Sea lo que sea que aparece en la película, no es la pantalla, y sin embargo la única
substancia presente en esa experiencia es la pantalla.

Desde un punto de vista, todo lo que experimento no es yo mismo y desde otro punto
de vista todo lo que experimento es yo mismo. Cada uno de estos dos enunciados son
ciertos desde el nivel en el que son formulados.

Lo que no es cierto es creer que soy tan solo una parte de mi experiencia, creer que lo
que soy está limitado a este cuerpo mente. En otras palabras, decir: "yo no soy nada"
es cierto; y decir, desde otro punto de vista, "yo soy todo" también es cierto. Lo que
nunca es cierto es decir "yo soy algo en particular".

Todo nuestro sufrimiento está basado en la creencia y el sentimiento de que soy algo.
La forma de salir de ese sufrimiento es descubrir: "yo no soy nada"; y, después,
descubrir que esa nada es la substancia de todo.

Extraído de un diálogo - Barcelona (España), 26 de abril de 2014

"Aquí estamos en la vía directa..."

Interlocutor: En mi experiencia estoy viendo que la consciencia dice sí a todo, a todo lo


que aparece en ella. El olvidarse de ella también aparece en ella. Entonces, ¿cómo se
puede jugar con ese olvido? Me da la impresión de que es un poco un juego.
Rupert Spira: Vale. Déjame que intente explicar algo que a veces es difícil de entender.
Empieza con tu experiencia primaria que es la experiencia de la consciencia. La
naturaleza de la presencia consciente es ser consciente. No puede no ser consciente,
de la misma manera que el sol no puede dejar de resplandecer.

Desde el punto de vista de la presencia consciente siempre está presente y siempre es


consciente. Siendo ella misma es consciente de ella misma, no consciente en tanto
que algo ―no es un sujeto que es consciente de un objeto―; su naturaleza es ser
consciente. Desde su punto de vista nunca deja de ser consciente de sí misma, no hay
olvido de la consciencia, no hay ocultamiento de la consciencia, en otras palabras no
hay ignorancia. Ignorancia significa la ignorancia de la consciencia o de la realidad.

Surgen las preguntas: ¿Qué o quién ignora u olvida la presencia consciente? ¿Qué otro
ser podría haber ahí? ¿Qué otro "yo" que pudiera primero olvidar y después recordar
la consciencia? No hay ningún otro ser. Entonces, ¿qué es ese olvido u ocultamiento
de la consciencia?

Así que está la presencia consciente eternamente presente y sin límites, y ésta es la
experiencia primaria de todo el mundo. Esta consciencia vibra en sí misma y toma la
forma de pensamientos, sensaciones y percepciones; en este estadio y, desde el punto
de vista de la presencia consciente, todavía y únicamente se conoce solo a sí misma.

Es como esa pantalla consciente de la que hablábamos ayer. No es una pantalla que es
observada por alguien que está sentado en un sofá, sino que la pantalla contempla las
imágenes que aparecen en sí misma. Todo tipo de imágenes aparecen, pero desde el
punto de vista de la pantalla lo único que hay es la pantalla, y se conoce a sí misma
modulando o vibrando ella misma en todo tipo de formas y experiencias.

De vez en cuando un pensamiento surge, y cuando digo "un pensamiento" quiero


decir que la pantalla se modula bajo la forma de un pensamiento. Este pensamiento
dice que la consciencia no impregna la totalidad de la experiencia; afirma que la
consciencia sólo impregna este pequeño rincón de la experiencia que llamo mi cuerpo.
En ese momento la presencia consciente parece contraerse en el cuerpo-mente y la
imagen parece contraerse en uno de los personajes de la película.

Realmente la pantalla no se contrae en uno de los personajes porque es la sustancia


de toda la película. Así que, la consciencia realmente no se contrae en el cuerpo-
mente sino que es todavía y siempre la sustancia de toda experiencia.

Desde el punto de vista de la pantalla, jamás se contrae; desde el punto de vista de la


presencia consciente jamás pierde contacto consigo misma.

Desde el punto de vista del personaje, en la película la pantalla, no está presente. El


personaje mira alrededor y no ve una pantalla, ve un paisaje con árboles, gente,
colinas... En otras palabras, el personaje ve multiplicidad y diversidad de objetos y
seres, pero el personaje solo es real desde su propio punto de vista ilusorio.
Realmente no tiene punto de vista propio, porque la pantalla es la única que
realmente ve y conoce. La presencia consciente eterna e infinita es la única que
realmente conoce o ve.

Desde el punto de vista de la presencia consciente o de la pantalla jamás pierde


contacto consigo misma, jamás se pasa por alto o se olvida de sí misma; de hecho, la
presencia consciente o la pantalla jamás conocen realmente un objeto o un ser finito.

Un objeto finito sólo es un objeto finito desde el punto de vista de un sujeto finito. El
sujeto finito es la entidad separada, el yo separado que el pensamiento imagina.
Desde este punto de vista ilusorio hay objetos finitos y "yoes" finitos. Desde el punto
de vista ilusorio del yo separado hay ignorancia u olvido de la realidad, y hay un
camino espiritual que conduce a algo llamado iluminación; pero todo esto es bajo el
punto de vista ilusorio del yo separado.

Desde el punto de vista de aquél o aquello que verdaderamente conoce y ve, no hay
olvido de sí mismo, no hay ignorancia de sí mismo; en otras palabras, no hay
verdadera ignorancia y al no haber ignorancia u olvido no hay retorno a sí mismo.

La completa aventura del yo separado es lo mismo que cuando te duermes. Cuando te


duermes sueñas que eres un niño pequeño, vas a la escuela, haces amigos, vas a la
universidad, te enamoras, te casas, tienes cuatro hijos, tienes un empleo, cuidas a tu
familia... Sufres y disfrutas con todos los placeres de la vida, envejeces, te pones
enfermo... Y llegado a este punto tienes unos diez nietos, estás en tu lecho de muerte
y toda tu familia, tus hijos y tus nietos, están alrededor de ti y mueres.

Al morir despiertas del sueño y te das cuenta que has estado durmiendo plácidamente
en la cama...

Esto es lo mismo para la presencia consciente.

I: ¿Hay algún propósito en la consciencia al tomar la forma de un pensamiento?


Porque yo entiendo que el ser separado es consciencia a la vez...
RS: Pero el yo separado no lo sabe. Es cierto lo que tú dices, pero el yo separado no lo
sabe.
I: Pero, ¿por qué la consciencia lo quiere así?
RS: No exactamente. Esto es una "respuesta advaita blandlita". ¿Por qué hay un yo
separado? Porque a Dios no le gusta cenar solo, o porque a la consciencia le gusta
olvidarse de sí misma por el placer de volver a recordarse y de esta manera el lila de la
manifestación puede ocurrir. Todas estas son "respuestas advaita descafeinadas".
No estoy diciendo que haya algo incorrecto en ellas, pueden ser respuestas
apropiadas en determinadas circunstancias; de la misma manera que en algunas
situaciones no le damos a nuestro hijo de cinco años la respuesta verdadera. Puede
haber situaciones en las que sea correcto dar una mentira piadosa e inocente a un
niño pequeño; es legítimo.

Aquí no somos niños, así que no decimos mentiras piadosas. No hay "respuestas
advaita descafeinadas"; es por esto que solo hay veinticinco personas en la sala,
porque aquí damos "respuestas advaita duras".

¿Por qué hay un yo separado? No lo hay.

Desde el punto de vista de la consciencia ―que es el único punto de vista real― no


hay objetos separados o "yoes" separados. Un objeto separado sólo es un objeto
separado desde el punto de vista ilusorio de un sujeto separado.
La presencia consciente no conoce ni objeto ni sujeto separado; tan sólo conoce su ser
eterno e infinito, y todo esto es eso.

William Blake dijo, y ésta es mi cita favorita, y creo que algunos de vosotros ya la
habéis escuchado: "Cuando las puertas de la percepción se limpien, todos los objetos
finitos serán vistos como lo que verdaderamente son, infinitos".

En otras palabras, realmente no hay objetos o "yoes" finitos. El ver un objeto o un yo


finito es una manera de ver pero no es algo que es realmente visto.

¿Por qué hay un yo separado? No lo hay.

¿Por qué hay ignorancia? No la hay.


I: Es así realmente, sí. Porque mentalmente incluso por las preguntas que uno realiza...
incluso por las preguntas, yo creo que todos estamos en el cuerpo emocional. Al
hablar tanto del ser separado en sí lo que nos acontece, lo que nos pasa en el cuerpo
en sí.. Ya está contestada la pregunto. Cuesta más asumir que somos esa presencia
constantemente y con todo lo que se ha dicho, pues acabas creyendo ser un ser
separado. Porque es de lo que hablamos, es lo que recibimos todos más en nuestro
día a día, las emociones, las experiencias del día a día, más que estar en la presencia.
Supongo que lo tenemos más en el intelecto.
RS: Entonces, te aconsejo que en tu vida cotidiana te rodees de cualquier cosa que te
recuerde esta comprensión: Frecuenta amigos que compartan esta comprensión, lee
libros que te recuerden esta comprensión ―no hay muchos, búscalos y léelos― ven a
encuentros cuando te sientas con ganas...
Tienes razón, nuestra sociedad no nos anima en esta dirección e incluso la mayor
parte de la comunidad espiritual tampoco. La comunidad espiritual te va a decir "sí, el
yo separado es muy real", y te aconsejan que adoptes un tipo de meditación, un tipo
de práctica, yoga tántrico o un profesor... Y te pasas horas, días y años practicando esa
técnica para que finalmente un día te reúnas con tu propio ser. Ésta es una forma de
materialismo espiritual.

Aquí estamos en la vía directa, y no encuentras mucho de vía directa en las librerías
normales ni tampoco en las espirituales.

Si me afeitara la cabeza y cambiara mi nombre por "Swami Rupananda" y rechazara


comer con vosotros, habría más gente aquí. Sí, sí; eso es lo que realmente estoy
diciendo.

Hay una gran organización en Estados Unidos que se llama "Instituto Omega" y la
primera vez que hice un retiro allí comí con uno de los directores. Su trabajo es hacer
marketing para conseguir que la gente acuda a los retiros de los diferentes profesores
y con todo tipo de actividades. Es un hombre muy inteligente y agradable, me dijo, y
esto es en serio: "Si te afeitas la cabeza aumentará tu credibilidad; si empiezas a
actuar como un gurú, tendrás más gente".
Esto es lo que el yo separado quiere. Si hay un gurú separado allí arriba, tan lejos
como sea posible, vestido con ropajes diferentes, con costumbres distintas, que no
está obligado a vivir como lo hace otra gente... Si podemos tener un gurú como ése
ahí arriba, entonces, y sin darnos cuenta, nosotros nos estamos poniendo abajo; en
realidad lo que estamos haciendo es reforzar el yo separado que creemos ser.

El yo separado adora esto, por eso al yo separado le encanta tener un gurú, me refiero
a un gurú exótico, alguien a quien poder adorar; toda esta escena espiritual refuerza el
ego. En esos encuentros hay quinientas personas que nunca estarían aquí porque esto
es demasiado radical, no ofrece mucho juego al ego para salirse fuera de la línea, por
esto Krishna Menon le llamó "la vía directa".

Yo siento que la vía directa está más adaptada a nuestra época y cultura; todas las
enseñanzas espirituales surgen conforme a la época y a la cultura en la que aparecen.

Por ejemplo, las enseñanzas que aparecieron en la cultura tibetana, que es una cultura
mágica y tremendamente colorida, tienen un envoltorio colorido y exótico. La
comprensión esencial de esa tradición es muy cercana a esta comprensión, aunque el
envoltorio es un poco discordante con nuestra cultura. A nosotros, esa enseñanza nos
parece un poco extraordinaria.

No hay nada exótico ni extraordinario en la iluminación; el maestro debería hacernos


sentir que es lo más cercano, obvio, natural e íntimo. Siento que el maestro debe ser
como nosotros, una persona absolutamente normal, no un cuerpo-mente perfecto,
simplemente una persona normal.

Extraído de un diálogo - Barcelona, 17 de febrero de 2013

El Amor es un lugar

Lo primero que quiero decir, y me temo que esto va a ser un poco decepcionante para
ustedes, es que vamos a escuchar y decir muchas palabras esta semana acerca de la
naturaleza de la Consciencia, y ni una sola de ellas va a ser absolutamente cierta.

Si quisiéramos decir la verdad acerca de la naturaleza de la Consciencia, la experiencia


o la realidad, tendríamos que permanecer en silencio. Por eso se dice que la
enseñanza más alta es el silencio.

Sin embargo, muy pocos de nosotros somos lo suficientemente maduros como para
intuir la realidad de la Consciencia desde el silencio. Por lo tanto, las tradiciones
espirituales han elaborado diversos caminos, varios medios hábiles, adaptados a los
distintos niveles de nuestra comprensión. Por lo tanto, es en ese espíritu que hablo de
la naturaleza de la Consciencia.
Lo primero que me gustaría hacer es dar una definición de la Consciencia. Por
supuesto, la Consciencia realmente no puede ser definida, pero esto sería una buena
definición provisional de la Consciencia: La Consciencia es eso en lo que aparece toda
experiencia, eso con lo que toda experiencia es conocida y eso de lo que está hecha
toda experiencia.

¿Qué quiero decir con "experiencia" en este contexto? Cualquier cosa objetiva:
pensamientos, recuerdos, ideas, conceptos, sentimientos, sensaciones del cuerpo,
vistas, sonidos, sabores, texturas, olores, y así sucesivamente.

Todas ellas aparecen en algo. Ese algo es lo que llamamos Consciencia (Consciousness)
o Conciencia (Awareness). Su nombre común es "yo", o sí mismo. Su nombre religioso
es el Ser infinito de Dios. Pero todos estos se refieren a eso en lo que aparece la
experiencia, con lo que es conocida y, en última instancia, de lo que está hecha.

Ahora bien, incluso desde un punto de vista convencional, nuestros pensamientos y


sentimientos aparecen dentro de nosotros mismos. Lo que no es tan obvio es que la
experiencia del cuerpo, lo que nosotros experimentamos principalmente como
sensación, también aparece en nosotros mismos, es decir, en la Consciencia. Y lo que
es aún menos claro es que nuestras percepciones ―por ejemplo, sonidos y vistas―
también aparecen en la misma Consciencia, o el mismo campo, en el que aparecen
nuestros pensamientos, sentimientos y sensaciones.

Sólo quiero hacer una pausa aquí y comprobar que están realmente conectando con
lo que estoy sugiriendo, y no sólo están intelectualmente de acuerdo o en desacuerdo.

Toma un pensamiento, o permite que un pensamiento o una serie de pensamientos


aparezcan, y observa que esos pensamientos aparecen en una especie de campo.
Aparecen en algo, así que digamos que aparecen en el espacio. La Consciencia no es
en realidad un espacio ―de hecho, no tiene dimensiones― pero demos
provisionalmente a la Consciencia una cualidad como de espacio o de campo, y ve que
cualquier pensamiento que aparece está apareciendo en este tipo espacio o campo de
Consciencia.

Debemos cerrar los ojos durante unos minutos para hacer esto. Establece una vez más
que tus pensamientos aparecen en un campo de espacio consciente. Ahora, escucha
los sonidos que están presentes, los sonidos de la gente hablando o cualquier otro
sonido que vaya apareciendo.

Ahora, con tu atención, ve de uno al otro entre el pensamiento y el sonido. Hazte la


pregunta: "¿Deja mi atención alguna vez el campo de Conciencia?"

Observa que el sonido aparece exactamente en el mismo campo en el que aparece el


pensamiento.

El pensamiento convencional nos quiere hacer creer que el pensamiento aparece


dentro de lo que soy y el sonido aparece fuera de lo que soy. Pero si buscamos una
línea que divida a los dos en nuestra experiencia real, nunca la encontraremos. Del
mismo modo que una línea está en el mapa, pero nunca en el territorio, así que la
línea está en la creencia, pero nunca en la experiencia.

Ahora bien, en lugar de permitir que tu atención se mueva entre el pensamiento y el


sonido, deja que tu atención vaya donde quiera. Puedes mantener tus ojos cerrados si
quieres, pero eres libre de abrirlos. Sólo deja que tu atención oscile libremente en
todo el ámbito de tu experiencia, y mantén esta pregunta en mente: "¿Deja mi
atención alguna vez la Consciencia? ¿Deja mi atención alguna vez el campo de
Conciencia?

De hecho, podrías jugar al abogado del diablo contigo mismo. Trata de dejar el campo
de Conciencia. Trata de entrar en contacto con o prestar atención a algo que aparece
fuera de la Consciencia.

Y no sólo te refieras a tu experiencia actual: imagina y recuerda todas las experiencias


posibles. Podrías imaginar, por ejemplo, que acababas de aterrizar en la luna. Un
conjunto completamente nuevo de percepciones aparecen ante ti. ¿Esas percepciones
aparecen en la Consciencia o fuera de la Consciencia?

Imagínate que eres un neurocirujano, haciendo tu primera operación de cerebro. Ese


cerebro es una serie de percepciones y sensaciones. ¿Alguna de esas percepciones o
sensaciones aparecen fuera de la Consciencia?

Imagínate que estás profundamente deprimido. ¿Esa experiencia aparece fuera de la


Consciencia? ¿Tiene tu atención que aventurarse a algún lugar fuera de la Consciencia
para entrar en contacto con o conocer la sensación de depresión?

Ve sencilla y claramente que nunca nadie ha entrado, ni podría nunca entrar, en


contacto con algo fuera de la Conciencia o Consciencia.

Toda nuestra cultura mundial se basa en una sola creencia, la creencia de que hay una
sustancia que existe fuera de la Consciencia, llamada "materia". Se cree que la materia
es la realidad fundamental de toda existencia, y se cree que la Consciencia se deriva
de alguna manera de esta sustancia de la materia. Nos demos cuenta o no, casi todos
nuestros pensamientos, sentimientos, actividades y relaciones se fundamentan en
este supuesto primario.

Curiosamente, la idea de la materia se inventó hace unos pocos miles de años, y


hemos estado buscándola desde entonces. Los científicos todavía la están buscando
― ¡no la han encontrado! Muchos científicos creen que es sólo una cuestión de unos
pocos años más y unos pocos más de millones de dólares hasta que finalmente
encontremos esta cosa llamada materia. Y los filósofos han estado pensando acerca
de la naturaleza de la materia y su relación con la Consciencia por más de dos mil
años.
El hecho de que nadie antes, ni por un momento, haya vislumbrado alguna vez esta
sustancia parece no haber tenido demasiado impacto en el debate. Es como pasarse
siglos discutiendo sobre los hábitos alimenticios del monstruo del Lago Ness. El hecho
de que nadie haya visto nunca al monstruo del Lago Ness es considerado un detalle y
parece haber sido pasado por alto. Se cree que un día lo encontraremos, pero
mientras tanto vamos a seguir discutiendo sus hábitos alimenticios. ¡Así de absurdo es
el debate sobre la materia!

La segunda pregunta sin respuesta más importante que Peter mencionó ayer por la
noche es el "arduo problema de la Consciencia". La pregunta: "¿Cómo puede la
Consciencia derivarse de la materia?" Es una pseudo-pregunta, una pregunta no-
existente. ¿Alguien más ha notado la contradicción en esas dos preguntas? La primera
pregunta fue: "¿Cuál es la naturaleza del universo?", Y la segunda pregunta fue:
"¿Cómo la Consciencia se deriva de la materia?" ¿No salta a la vista la contradicción en
esas dos preguntas?

En la primera pregunta sin respuesta más importante, "¿Cuál es la naturaleza del


universo?", reconocemos que no sabemos cuál es la naturaleza del universo. En la
segunda pregunta, "¿Cómo se deriva la Consciencia de la materia?" damos un gran
salto de fe. Partimos de esta sustancia llamada materia, aun habiendo reconocido en
la pregunta anterior que no tenemos ni idea de lo que está hecho el universo, y luego
nos preguntamos cómo se deriva la Consciencia de ella.

Incluso en la primera pregunta hay una presunción sutil, lo que al final resulta ser una
creencia. De hecho, se trata de una religión, la religión del materialismo. Se pregunta:
"¿De qué está hecho el universo?", pero nadie ha encontrado jamás "el universo".
¿Alguna vez alguien aquí ha tenido una experiencia del universo como lo concibe el
pensamiento? (Silencio.)

¿Qué estamos explorando cuando tratamos de explorar la naturaleza del universo?


¿Estamos tratando de explorar algo que no experimentamos? Todo lo que conocemos
de un universo es una serie de percepciones fugaces, y las percepciones aparecen en
la Consciencia. Por lo tanto, hasta que no conozcamos la naturaleza de la Consciencia
en la que aparecen nuestras percepciones, no es posible conocer nada cierto acerca
de las propias percepciones, y mucho menos conocer nada cierto acerca el universo.

Yo creo que un día la ciencia superior ya no tendrá en cuenta la ciencia de la física;


será la nueva ciencia de la Consciencia. Hasta que no conozcamos la naturaleza de la
Consciencia, no es posible conocer la naturaleza de todo lo que aparece en ella. Hasta
que no conozcamos la naturaleza del Conocer con el que conocemos nuestra
experiencia, no es posible conocer nada cierto acerca de lo conocido.

Podríamos preguntarnos por qué la Consciencia es un campo de estudio más legítimo


que el universo. ¿Hay alguien aquí que no sea consciente en este momento? (Silencio.)
Bueno, esa es la respuesta. Cuando pregunté, "¿Alguien de aquí ha experimentado
alguna vez el universo tal como es concebido por el pensamiento?" hubo un largo
silencio; ni una sola persona levantó la mano. En otras palabras, nunca
experimentamos este universo que estamos estudiando. Pero cuando hice la
pregunta: "¿Hay alguien aquí que no sea consciente?" Nadie levantó la mano. Todo el
mundo es consciente. La Consciencia es nuestra experiencia.

Por lo tanto, la Consciencia es un campo de estudio legítimo, simplemente porque es


experimentada. Todo el mundo aquí conoce o es consciente de su experiencia. ¿Cuál
es la naturaleza del Conocer con el que se conoce la experiencia? Esa es una pregunta
interesante. Hasta que no conozcamos la naturaleza del Conocer con el que nuestra
experiencia es conocida, o hasta que no conozcamos la naturaleza de la Consciencia
en la que aparece nuestra experiencia, no podemos conocer nada cierto acerca de la
mente, el cuerpo o el mundo.

© Rupert Spira, 17 de junio 2015

Soy el puro conocer de toda experiencia

Muchos de nosotros hemos estado estudiando y practicando las enseñanzas no


dualistas durante muchos años y muchos otros tan solo recientemente han llegado a
estas enseñanzas. Sea cual sea el caso, os recomiendo que pongáis de lado todo lo que
creáis saber acerca del tema.

Habiendo puesto de lado todo aquello que pensamos o creemos saber acerca de
nuestra experiencia, empezamos, de manera muy lenta, con la pregunta: ¿de qué
puedo estar absolutamente seguro? ¿De qué puedo tener absoluta certeza?

No te refieras al pasado para contestar a esa pregunta, refiérete a tu experiencia


presente y directa; la experiencia es, únicamente, la prueba de la realidad. ¿Qué es lo
que sabemos con certeza? ¿En qué podemos confiar?

Lo primero que sabemos es que hay experiencia; todo el mundo, cada uno de
nosotros, puede decir con absoluta certeza: "en este momento hay experiencia".

Puede que no sepamos qué es la experiencia pero sabemos, con certeza absoluta, que
hay experiencia. Verifica esto por ti mismo, no adoptes mis palabras como ciertas,
verifícalo por ti mismo. Os aconsejaría que este fin de semana no dierais mis palabras
por ciertas en ningún aspecto.

Ahora hazte la pregunta: ¿cómo puedo estar tan seguro de que hay experiencia? La
respuesta es obviamente porque lo sé, la experiencia es conocida. Y sea lo que sea
que conoce esa experiencia es a lo que nos referimos con la palabra "yo".
¿Qué es lo que conoce nuestra experiencia? Hazte esta pregunta pero no la contestes
con una palabra. Justo ahora mismo hay experiencia, esto es: cada uno de nosotros
está teniendo pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones.

Toma el pensamiento presente, no importa qué es lo que estás pensando; puede que
estés pensando acerca de lo que se está diciendo aquí, pero puede que estés
pensando en algo completamente distinto, no importa. Tan solo hazte la pregunta:
¿qué es eso que conoce este pensamiento?

Y cuando ese pensamiento desaparece y el siguiente pensamiento surge: ¿qué es eso


que conoce ese nuevo pensamiento? Y cuando ese segundo pensamiento desaparece
y un tercer nuevo pensamiento aparece: ¿qué es eso que conoce ese pensamiento?

Sea lo que sea esto que conoce el primer pensamiento no desaparece cuando el
primer pensamiento desaparece, permanece presente y conoce el segundo
pensamiento. Cuando el segundo pensamiento desaparece sea lo que fuera que lo
conocía, eso permanece presente para conocer el tercer pensamiento.

¿Qué es eso?... No digas: "no lo sé"...

Eso que conoce la aparición y desaparición de una secuencia de pensamientos, es lo


que llamamos "yo". Es el elemento más íntimo de la experiencia, y no aparece y
desaparece con cada pensamiento.

Sea lo que sea que conoce nuestros pensamientos, no está hecho en sí mismo de
pensamientos, conoce los pensamientos pero no está hecho de un pensamiento. Si
tuviéramos que llamarlo de alguna manera lo llamaríamos "conocer".

Cuando un sentimiento surge, sin tener importancia cual sea el contenido de ese
sentimiento, pregúntate: ¿qué es eso que conoce este sentimiento?

Cuando el sentimiento cambia, evoluciona o desaparece, ¿aquello que lo conoce


cambia, evoluciona o desaparece con él? o ¿simplemente permanece firmemente
presente durante el sentimiento que evoluciona y que cambia?

Ahora frota suavemente tus manos, una nueva sensación aparece; hazte la pregunta:
¿qué es eso que conoce esta sensación?

Ahora deja de frotar tus manos y la sensación desaparecerá gradualmente, ¿aquello


que conocía la sensación, desaparece con ella? Es obvio que no. Ese conocer
permanece presente para conocer lo próximo que aparezca.

Digamos que lo próximo que aparece es una percepción: por ejemplo el sonido de mi
voz o la vista de esta habitación. ¿Qué es eso que conoce esta percepción?

Cierra tus ojos... Una percepción desaparece, el sonido de esta voz y la vista de esta
habitación llegan a su fin. ¿Aquello que conoce el sonido de mi voz y la vista de la
habitación llega a su fin cuando ellos desaparecen? Es obvio que no.
Si lo deseáis podéis abrir los ojos.

¿Qué es ese conocer que permanece eternamente presente a través de la


experiencia? Conoce nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y
percepciones pero él mismo no está hecho de un pensamiento, sentimiento,
sensación o percepción.

Si estuviera hecho de un pensamiento desaparecería cuando desaparece el


pensamiento. Si estuviera hecho de un sentimiento, sensación o percepción
desaparecería cuando cada uno de estos desaparecen; pero este conocer no
desaparece.

En los diez minutos en los que hemos estado sentados aquí ha habido numerosos
pensamientos, sensaciones y percepciones que han aparecido y desaparecido; no hay
continuidad en el dominio de los pensamientos, sentimientos, sensaciones y
percepciones, pero, sin embargo, nuestra experiencia es continua.

Desde que estamos sentados aquí, nuestra experiencia no está fragmentada en una
serie de objetos: es un fluir continuo, sin fisuras y sin límites. ¿De dónde proviene esta
continuidad? ¿De dónde proviene esta cualidad sin fisura y sin límite de la
experiencia?

No pienses acerca de ello, esto no es filosofía ―más bien podríamos decir que es
verdadera filosofía― es el arte y la ciencia de la experiencia.

Si estás experimentando la continuidad de la experiencia entonces, a la fuerza, debes


estar experimentando aquello que es continuo... ¿Qué es eso?... No digas no lo sé, sí
que lo sabes.

Si os preguntase: ¿tu experiencia es continua? Todos diríais "sí", porque todos


conocéis la continuidad de la experiencia.

En otras palabras: conocéis aquello que es continuo en la experiencia; y no es,


obviamente, ni un pensamiento ni un sentimiento ni una sensación ni una percepción.

Aquello de lo cual nuestra experiencia deriva su carácter de continuidad, no puede ser


encontrado ni en la mente ni en el cuerpo ni en el mundo, y a pesar de ello es una
experiencia innegable. ¿Qué es eso?

Sea lo que sea, está hecho de puro conocer; cuando digo puro conocer quiero decir
que no está mezclado con nada que no sea él mismo. Un conocer cuya naturaleza es
simplemente ser, cuya naturaleza es simplemente conocerse a sí mismo por ser sí
mismo.

No se conoce a sí mismo en tanto que algo, como un pensamiento, un sentimiento,


una sensación o una percepción. Tan sólo conoce su conocer vacío.
Para daros una metáfora: imaginaos el espacio vacío antes que el universo apareciera,
es tan sólo espacio vacío y no hay nada en él. Añadid ahora a este espacio vacío e
inerte la cualidad de conocer; es sólo una metáfora, una imagen.

Este espacio vacío no es tan sólo un espacio inerte sino que es un espacio que conoce,
pero no hay nada que conocer que se encuentre en el seno de este espacio que
conoce.

Todo lo que hay en ese espacio es ese espacio; y puesto que la naturaleza de ese
espacio es conocer, ese espacio entonces se conoce a sí mismo siendo sí mismo.

Cuando ese espacio mira alrededor ―es una forma de hablar― no puede encontrarse
a sí mismo en tanto que un objeto en el seno del espacio, pero no es por el hecho que
no pueda encontrarse a sí mismo en tanto que un objeto en el espacio.

En otras palabras, por el hecho de que no pueda conocerse a sí mismo en tanto que
objeto, eso no significa que no pueda conocerse a sí mismo: él es el conocer de sí
mismo, se conoce a sí mismo simplemente siendo sí mismo.

Ahora tenéis la imagen de este espacio vasto, vacío y que conoce.

Habiendo añadido la cualidad de conocer a ese espacio; ahora, retira la cualidad


espacial dejando solamente un conocer adimensional. Eso es lo que llamamos "yo".

No intentes pensar acerca de ello, es imposible pensar acerca de algo que no tiene
dimensiones. Más bien, si realmente intentamos pensar acerca de algo que no tiene
dimensiones, lo que ocurrirá es que los pensamientos llegarán a su propio fin, a su
propia extinción.

Lo que queda cuando el pensamiento llega a su propio fin, a su propia extinción, es


este puro conocer vacío y adimensional llamado "yo". Es la experiencia más familiar
que hay, aunque no es en sí misma una experiencia, sino más bien un campo
adimensional que penetra toda experiencia.

Presta, da tu atención a este "yo" que conoce.

Imaginad una hoja de papel cuadrada, y ahora imaginad que hacéis un pequeño
agujero en el centro de esta hoja. Cuando miráis la hoja parece que el agujero está en
el papel. Pero, ¿qué ocurre cuando miramos más de cerca, cuando nos acercamos al
agujero y empezamos a explorar ese agujero vacío en medio de la página?

Lo único que encontramos ahí es espacio vacío, el espacio vació no está en la hoja,
sino que la hoja está en el espacio vacío. El agujero en el centro de la hoja es como la
puerta de entrada a ese espacio vacío.

Cuando empezamos a ir hacia el agujero parece que estamos yendo hacia algo que
está en el centro de la hoja pero cuando estamos cerca del agujero nos damos cuenta
que el agujero no está en la página.
Cuando vamos a través de ese agujero no vamos más profundamente dentro de la
página sino que vamos fuera de la página, vamos al seno de un espacio vasto, sin
límites y vacío.

El pensamiento "yo" es el agujero en la hoja.

Cuando tomamos el pensamiento "yo" parece, al principio, que nos lleva a un lugar
muy pequeño en las profundidades del cuerpo y de la mente. Pero cuando nos
acercamos a ese lugar, que esperamos encontrar en algún lugar en medio del cuerpo,
―en la cabeza, en el pecho o en el vientre― todo lo que encontramos es ese espacio
vacío y que conoce.

A medida que avanzamos a través de ese agujero, esa puerta en el corazón del cuerpo
y la mente con el nombre "yo" escrito sobre ella; a medida que avanzamos a través de
esta puerta caemos, por así decirlo, fuera del cuerpo y de la mente en nuestra
verdadera naturaleza de puro conocer, de consciencia pura y sin dimensión.

Este yo, al principio, parece ser una entidad localizada en el cuerpo pero cuanto más
nos acercamos a él, deviene cada vez más obvio que no es una entidad localizada en el
cuerpo o la mente. Es un campo de conocer, un campo adimensional que conoce, en
el seno del cual la mente, el cuerpo y el mundo aparecen de vez en cuando.

En vez de tomar tu posición en el cuerpo o la mente, o en tanto que cuerpo o mente,


adopta tu posición en tanto que este campo adimensional de conocer que penetra
toda experiencia, y que en sí mismo no está constituido de una experiencia, pero que
es íntimamente uno con toda experiencia, aunque en sí mismo no está coloreado por
una experiencia particular y que es profundamente vulnerable y abierto a toda
experiencia pero que no puede ser en sí mimo dañado por una experiencia en
particular.

Simplemente conócete a ti mismo en tanto que eso y empieza a vivir las implicaciones
de esta comprensión.

Extraído de un diálogo - Barcelona (España), 25 de abril de 2014

La Nueva Ciencia de la Consciencia

Como algunos de ustedes saben, Ellen y yo vivimos en Oxford, en el Reino Unido, a las
afueras de uno de los grandes centros de enseñanza del mundo. Casi una semana más
o menos antes de venir a la Costa Oeste, un amigo nuestro nos dijo por correo
electrónico que había oído que un filósofo muy conocido y muy respetado de la
universidad estaba dando una charla sobre la naturaleza de la Consciencia. Así que
estábamos naturalmente intrigados y nos fuimos a la charla.
No voy a empezar a describir las líneas de razonamiento abstractas, complicadas e
irracionales que usó para explicar la naturaleza de la Consciencia, pero sólo voy a citar
una cosa que dijo: "Algunos filósofos dicen que es posible que la Consciencia sea
consciente de sí misma; estas ideas se deben tirar a la basura".

Estoy emocionado, David, por tus palabras introductorias sobre lo amable que soy,
pero tengo que confesar que en ese momento empecé a sentir "mi espada
traqueteando en su funda". Me las arreglé para contenerme hasta el final de la
reunión, y luego le dije: "Todo el mundo en esta sala es consciente de que es
consciente".

Él reflexionó por un momento, pero sin embargo estaba de acuerdo conmigo.


Entonces observé que lo que sea eso que es consciente de que somos conscientes
debe tener dos cualidades: una, que debe estar presente, y dos, que debe ser
consciente. ¿Qué podría ser? ¡La Consciencia! Eso es lo que la Consciencia es: eso que
es/está presente y consciente.

Así que le sugerí que la simple experiencia que cada uno de nosotros está teniendo
ahora ―la simple experiencia de que "yo soy consciente"― es la experiencia de la
Consciencia conociendo su propio Ser.

"Oh, no, no, vas demasiado rápido", dijo. Volvió de nuevo a sus líneas de
razonamiento abstruso, enrevesado, académico, que no pude seguir, y cuando le
objeté de nuevo, simplemente se giró y pasó a la siguiente pregunta. La profunda
ignorancia disfrazada de sabiduría, y lo peor es que viene de un profesor de filosofía
muy respetado en la Universidad de Oxford.

No sólo la Consciencia conoce su propio Ser; la Consciencia nunca deja de conocer su


propio Ser. En realidad, la Consciencia nunca conoce otra cosa que no sea su propio
Ser. Y esta es la experiencia principal, más íntima y fundamental de todo el mundo. Si
yo te preguntara ahora, "¿Eres consciente?" Harías una pausa ―en realidad, en esta
multitud, ninguno de ustedes tendría que hacer una pausa demasiado tiempo― y
responderías: "Sí".

La pregunta "¿Soy yo consciente?" Es un pensamiento. La respuesta "Sí" es un


pensamiento. ¿Qué sucede entre esos dos pensamientos? La experiencia de ser
consciente de que soy consciente.

Entre estos dos pensamientos, la Consciencia es despojada de las limitaciones


objetivas que asume con el fin de aparecer en la forma de la mente finita y hacer la
pregunta, "¿Soy yo consciente?" Hay un sumergirse de la mente finita en su fuente en
medio de estos dos pensamientos. En ese sumergirse de la mente finita, o atención,
en su fuente, la Consciencia reconoce su propio Ser ―re-conoce, o conoce de nuevo,
su propio Ser― que parecía pasarlo por alto u olvidarlo cuando surge en la forma de la
mente finita.
La respuesta "Sí" es de nuevo una expresión de la mente finita. Pero la experiencia de
ser consciente de que soy consciente tiene lugar entre esos dos pensamientos; de
modo que la experiencia no objetiva no es una experiencia de la mente finita. La
consciencia necesita surgir en la forma de la mente finita, si quiere conocer algo que
sea aparentemente distinto de sí misma. Pero para conocerse a sí misma, no tiene
necesidad de surgir; sólo necesita permanecer en reposo en el conocimiento de su
propio Ser. Este conocimiento de su propio Ser brilla en la mente como el
conocimiento "yo" o "yo soy" o "yo soy consciente"', y se siente en el corazón como
paz o felicidad.

¿Cómo surge la Consciencia infinita en la forma de la mente finita? Se crea y se


identifica simultáneamente con un cuerpo. Esta conjunción de la Consciencia infinita
más las limitaciones del cuerpo produce lo que se llama la mente finita. En otras
palabras, la mente finita toma su cualidad de conocer de la Consciencia infinita, y
toma prestadas sus aparentes limitaciones del cuerpo. Como resultado, entremedias
de la Consciencia y el cuerpo se encuentra una entidad llamada "consciencia
personal", "el ego", "el yo separado", o "la mente finita".

Esta mente finita, la consciencia personal o ego en realidad nunca llega a existir. Si la
Consciencia es infinita, ¿cómo podría conocer algo que es finito? ¿Qué lugar hay en el
infinito para la finitud? Tan pronto como surgiera un objeto finito en la Consciencia
infinita, la finitud de ese objeto desplazaría un poco de infinitud de la Consciencia, y
por lo tanto la Consciencia dejaría de ser infinita, y eso no puede ser.

No es posible para la Consciencia conocer un objeto o yo finito, así que ¿para quién
hay un objeto o yo finito? ¿Para quién hay consciencia personal? ¿Para quién hay un
ego? No para la Consciencia; no para lo que realmente es. Lo que realmente es, es y se
conoce sólo a sí mismo. La mente finita es sólo una mente finita real desde el punto de
vista ilusorio de la mente finita. El yo separado es sólo un yo separado real desde su
propio punto de vista ilusorio.

Para lo que realmente es, la única Consciencia que hay, la Consciencia que no conoce
límites dentro de sí misma, no hay ningún objeto u otro. Para conocer un aparente
objeto u otro, la Consciencia debe cesar de contemplarse a sí misma, debe parecer
que dirige su atención fuera de sí misma y surgir en la forma de la mente finita
asumiendo las limitaciones del cuerpo. Solamente siendo esa aparente mente finita es
como la Consciencia puede dirigir su atención fuera de sí misma y dirigir su
conocimiento hacia un objeto.

El objeto que la mente finita parece conocer está hecho de algo que se llama
"materia". La materia es un concepto inventado por los griegos hace dos mil
quinientos años para explicar esa parte de nuestra experiencia que tiene lugar fuera
de la mente. Ellos no tenían una palabra para la Consciencia en aquellos días; la
llamaron "mente". Así que "materia" era el nombre que le dieron a las cosas que
parecían existir fuera de la Consciencia.

Durante dos mil quinientos años que parece haber pasado nuestra civilización nunca
hemos encontrado nada fuera de la Consciencia. Los físicos aún están buscando la
naturaleza y causa de esta cosa llamada "materia". Han estado buscando durante dos
mil quinientos años; nunca la han encontrado, y nunca lo harán. No está ahí.

La creencia de que hay un mundo ahí fuera hecho de materia se basa en la creencia de
que hay un yo aquí dentro hecho de mente. Sin embargo, si, con el fin de conocer la
naturaleza de sí misma, la mente retira su atención de los objetos que parece conocer
y la redirige hacia el conocimiento con el que conoce su experiencia, su atención se
vuelve gradualmente hacia atrás y hacia atrás y hacia atrás hacia su fuente.

En realidad, no es un dirigir de la atención; es un retroceder de la atención. Es lo que


Rumi se refirió cuando dijo, "fluye cada vez más profundamente en los anillos cada vez
más amplios del ser". Se trata de una inmersión de la atención en su fuente.

Cuando la atención se sumerge en su fuente es despojada, en la mayoría de los casos


gradualmente, de todas las limitaciones que el pensamiento y los sentimientos han
superpuesto sobre ella, y en algún momento se revela como lo que verdaderamente
es, la Consciencia infinita. Luego, cuando la atención surge de nuevo, si miramos muy
de cerca, vemos que la atención en realidad nunca deja la Consciencia.

Prueben ahora a poner su atención en algo fuera de la Consciencia. ¿Puede alguno de


ustedes encontrar ese lugar? ¿Puede alguno de ustedes encontrar un borde para el
campo por el que está vagando su atención?

Una vez que nos queda claro que la atención o la mente finita surge de la Consciencia
infinita, podemos observar que la atención o la mente surgen en la forma de
pensamiento y percepción. El pensamiento y la percepción son las dos formas en las
que aparece la mente finita. Y si exploramos la sustancia o realidad de la que el
pensamiento y la percepción están hechos, encontramos sólo Consciencia infinita. Es
decir, la Consciencia se encuentra sólo a sí misma.

El pensamiento no puede conocer la Consciencia, a pesar de estar hecho de ella, al


igual que un personaje de una película no puede ver la pantalla de la que está hecho.
Del mismo modo, la percepción no puede ver la Consciencia, aunque está hecha de
ella.

Cuando el pensamiento trata de encontrar la sustancia en la que aparece, proyecta su


propia dimensión única en la Consciencia y, como resultado, en lugar de ver la
Consciencia se ve tiempo. El tiempo es la apariencia de la Consciencia desde el punto
de vista del pensamiento. El tiempo es la Consciencia objetivada por el pensamiento.
Algo similar ocurre cuando tratamos de encontrar la sustancia en la que aparecen
nuestras percepciones. Si observamos la percepción de, por ejemplo, esta pantalla
(señalando a la pantalla de la derecha), y luego observamos la percepción de esa
pantalla (señalando a la pantalla de la izquierda), podemos preguntarnos: "¿Cuál es la
sustancia entre estas dos percepciones?"

Miramos las dos pantallas, y luego miramos la sustancia en medio, y lo llamamos


"espacio". En realidad, la percepción tiene lugar en la Consciencia, no en el espacio. En
este caso, la percepción simplemente ha superpuesto sus propias limitaciones en la
Consciencia. El espacio es la apariencia de la Consciencia desde el punto de vista de la
percepción. El espacio es la Consciencia objetivada por la percepción.

Para conocer algo distinto de sí misma, la Consciencia tiene que surgir en la forma de
la mente finita. Para conocerse a sí misma, no necesita la ayuda de una mente débil,
finita. Creer que la Consciencia necesita la mente finita para conocerse a sí misma es
como imaginar que el sol necesita la luz de la luna para iluminarse a sí mismo. No hay
luz de la luna. Es sólo la luna la que cree que brilla con luz propia. En realidad, la luna
toma prestada su limitada luz de la luz infinita del sol. El sol es auto-luminoso.

Del mismo modo, la Consciencia es auto-cognoscente. Es sólo la arrogancia de la


mente finita la que cree que la Consciencia la necesita, la mente finita, para conocerse
a sí misma. No es así. La Consciencia se conoce a sí misma por sí misma, en sí misma y
como sí misma. Todo lo que la Consciencia encuentra en sí misma es ella misma. No
hay lugar en sí misma para otra cosa que no sea ella misma. En la creencia de que la
Consciencia necesita a la mente finita para conocerse a sí misma, la mente finita
simplemente está intentando validar y perpetuar su propia existencia ilusoria.

Ningún objeto, desde el punto de vista de la Consciencia, nunca llega a existir.


Existencia significa "venir a ser" o "distinguirse o destacar de", que proviene de dos
palabras latinas, ex, que significa "fuera de", y sistere, que significa "estar". La idea es
que cuando algo viene a la existencia se distingue o destaca del trasfondo de la
Consciencia infinita. Como resultado, creemos en nuestra cultura que los objetos
tienen existencia, y que cuando un objeto se desvanece, su existencia se desvanece.
¡No! Los objetos no tienen existencia; la existencia tiene objetos, de vez en cuando. De
hecho, no existe una "existencia" real, no hay nada real que destaque del trasfondo de
la Consciencia infinita. La Consciencia Infinita no es el trasfondo de la experiencia, a
pesar de que a menudo se encuentra ahí al principio. Es la única realidad de toda
experiencia.

Si estamos totalmente absortos en una película, la pantalla en un primer momento


parece estar en el trasfondo de la película. Sin embargo, la pantalla no está en el
trasfondo de la película; la pantalla impregna la película. Incluso eso es una concesión
a la existencia de algo que no sea la pantalla, es decir, la película. Sin embargo, en
realidad, la pantalla no impregna la película; es la película.

Ninguna cosa viene a la existencia o deja de existir. Como dice el Bhagavad Gita, "Lo
que nunca es deja de ser; lo que no es nunca viene a la existencia".
Es por esta razón que Rumi dijo: "El conocimiento del mundo es una forma de
ignorancia". El conocimiento del mundo fuera de la Consciencia, hecho de una
sustancia llamada "materia", es una forma de ignorancia.

William Wordsworth dijo, "Nuestro nacimiento no es más que un sueño y un olvido".


Él realmente no quería decir "nuestro nacimiento"; se refería al surgimiento del
estado de vigilia de la mente finita. El surgimiento de la mente en estado de vigilia no
es más que "un sueño y un olvido", "una forma de ignorancia".

La misma interpretación se expresa en el Bhagavad Gita, "Lo que es estado de vigilia


desde el punto de vista de la ignorancia, es sueño desde el punto de vista de la
sabiduría. Lo que es vigilia desde el punto de vista de la sabiduría es sueño desde el
punto de vista de la ignorancia".
El poeta Shelley dijo algo similar: "La vida, como una cúpula de cristal multicolor, tiñe
el blanco resplandor de la eternidad". De hecho, si nos fijamos bien en nuestra
experiencia, nada realmente tiñe el blanco resplandor de la eternidad. Nada tiñe el
conocer de nuestro propio Ser, que brilla en la mente como el conocimiento "yo" o
"yo soy" o "yo soy consciente" y se siente en el corazón, como paz y felicidad.

Cada experiencia deja el blanco resplandor de la eternidad, nuestro Ser esencial,


prístino, limpio, indemne, sin modificar e ileso. Ninguna experiencia que cualquiera de
nosotros haya tenido o pudiera tener nunca realmente tiñe nuestro Ser esencial de la
Consciencia infinita. Así que con un gran respeto a Shelley me gustaría cambiar un
poco sus palabras: "La vida, como una cúpula de cristal multicolor, colorea el blanco
resplandor de la eternidad".

Todas las experiencias son una coloración de nuestro Ser esencial de la Consciencia
infinita, pero la Consciencia nunca se convierte en ninguno de los colores que se
asume. De hecho, si miramos más de cerca en nuestra experiencia, ni siquiera
podemos decir que nuestra experiencia colorea nuestro Ser esencial. Así que de
nuevo, con respecto a Shelley, me gustaría modificar ligeramente sus palabras: "La
vida, como una cúpula de cristal multicolor, brilla con el blanco resplandor de la
eternidad".

Todo lo que siempre se ha conocido en la experiencia es el conocer de ella. Intenta


ahora encontrar otra cosa que no sea el conocer de vuestra experiencia. Dejad vuestra
atención vaya donde quiera. Pregúntate a ti mismo: "¿Alguna vez he conocido o he
entrado en contacto con algo que no sea el conocer de la experiencia? ¿Podría alguna
vez entrar en contacto con algo que no sea el conocer de la experiencia?"
¿Podría yo, la Consciencia, entrar alguna vez en contacto con algo que no sea la
Consciencia de la experiencia? ¿Hay alguna sustancia presente en la experiencia que
no sea el puro Conocer? No el conocer de algo ― nunca encontramos el "algo".
Suponemos el algo, pero nunca lo encontramos. Es decir, la Consciencia nunca lo
encuentra. La Consciencia nunca encuentra nada distinto de sí misma.

Así que cuando exploramos nuestra experiencia, sea cual sea nuestra experiencia
―sentado tranquilamente escuchando una charla, un dolor de muelas, una profunda
depresión, el sabor del té, un paseo por el campo― donde quiera que vayamos en la
experiencia, no encontramos el conocer "de la experiencia", como si la experiencia
fuera algo separado del conocer de ella. Nunca encontramos el "ella"; nosotros sólo
encontramos el conocer del Conocer. ¿Y qué es el "nosotros" que conoce el Conocer?
¡Conocer! No hay "nosotros", ni "yo", aparte de este Conocer que se conoce a sí
mismo. Por lo tanto, ya no podemos incluso decir que la Consciencia es todo. No hay
cosas para que la Consciencia sea el "todo".

Sugerir que la Consciencia se conoce a sí misma por medio de una mente finita o un yo
separado es la blasfemia definitiva. Es admitir (que existe) algo que no sea Dios. Es
reducir a Dios a una entidad finita, un objeto finito.

No suena bien en nuestra cultura decir que: "Yo soy Dios". ¡Antiguamente te
crucificaban por ello! Pero decir: "Yo soy la Consciencia infinita" es sólo una confesión
de nuestra experiencia más íntima y fundamental. La verdadera blasfemia es decir:
"Yo soy un yo finito". Decir que hay una mente finita que conoce un mundo finito,
hecho de materia, eso es una verdadera blasfemia.

Si queremos saber la naturaleza del mundo, tenemos que conocer la naturaleza de


aquello con lo que se conoce el mundo. La ciencia definitiva no es la ciencia de la
física; es la ciencia de la Consciencia.

Nuestra cultura, creo, se encuentra ahora en una posición similar a como se


encontraba en la mitad del siglo XVI. Cuando Copérnico presentó sus ideas sobre el
universo heliocéntrico, que marcó el comienzo de una nueva era de la ciencia que
sustituyó a la antigua cosmovisión religiosa. La sociedad había dejado atrás las formas
que había creado para acomodarse.

Ahora estamos en una etapa similar. Nuestra sociedad ha superado las formas que la
ciencia convencional ha creado para acomodarse, y las señales de esto se encuentran
en todas partes. La nueva ciencia es la ciencia de la Consciencia. Tarde o temprano
tenemos que tener el valor de enfrentar ese hecho. Ya no podemos darnos el lujo de
ignorarlo.

Hasta que no sepamos la naturaleza del Conocer con el que se conoce nuestra
experiencia, nada cierto sobre lo conocido puede ser conocido. De hecho, nunca es
posible conocer algo verdadero sobre cualquier cosa objetiva. ¿Por qué? Porque todo
lo que se conoce objetivamente es conocido por la mente finita y la mente finita se
basa en la presunción de que yo, la Consciencia, soy limitado. Todo el conocimiento
relativo, por muy puro y sutil que sea, se basa en ese supuesto.

Si se explora ese supuesto, se ve que es defectuoso. Incluso nuestro conocimiento


más puro sólo es, en el mejor de los casos, relativamente verdadero. Nunca puede ser
absolutamente verdadero porque está fundado en una presunción. El único
conocimiento absolutamente verdadero que hay, es un conocimiento que no cambia,
está presente en todos los estados de vigilia, sueño y sueño profundo, y, sobre todo,
no es conocido más que por sí mismo. Estas son las pruebas del conocimiento
absoluto.

Si algo es conocido por algo distinto de sí mismo, tendría que depender de ese "algo
distinto" para ser conocido. Todo conocimiento objetivo es relativo a la presencia de
la mente finita y la mente finita sólo está presente durante el estado de vigilia y de
sueños. Por lo tanto, ningún conocimiento objetivo puede ser absolutamente
verdadero o cierto. Por esta razón, la ciencia, en su forma actual, nunca descubrirá la
realidad de la materia.

El único conocimiento absoluto que hay, es el conocimiento de nuestro propio Ser, su


conocer de sí mismo en nosotros, que brilla en la mente finita como el conocimiento
"yo" o "yo soy" o "yo soy consciente", brilla en nuestros sentimientos como paz y
felicidad, y se revela en nuestras percepciones como la experiencia de la belleza.

Sólo ese conocimiento es absolutamente verdadero. Nunca cambia, bajo ninguna


circunstancia, condición o estado. Si alguna vez queremos encontrar la paz en el
mundo y la felicidad en nosotros mismos, nuestro conocimiento individual y colectivo
tiene que estar fundado en lo que es absolutamente verdadero. Cualquier política,
conocimiento científico o relaciones personales que se basen en algo que no sea la
verdad absoluta de nuestro propio Ser están condenados al fracaso.

Este fracaso es sentido por todos como la experiencia del sufrimiento. El sufrimiento
es, en realidad, una llamada desde lo más profundo de nuestro Ser, una llamada de la
felicidad misma: "Vuelve a mí. Me estás buscando en el lugar equivocado. Deja de
aparecer en la forma de atención, vagando por el reino de los objetos, buscando la paz
en las situaciones, la felicidad en los objetos, el amor en las relaciones. Búscame
donde realmente estoy. Búscame en el corazón. Búscame en la fuente de la atención,
no su destino".

Por compasión, las grandes tradiciones espirituales y religiosas han elaborado varios
medios, varios caminos de vuelta a la realidad del "yo", la realidad de la experiencia.
Pero todas estas vías son compasivas concesiones a la creencia y la sensación de ser
un yo separado. Ramana Maharshi dijo, y parafraseo: "Yo sólo elaboré los senderos de
la auto-indagación y la auto-entrega porque mis estudiantes y devotos no podían
entender la verdad absoluta".
En realidad, no hay caminos hacia Dios. Dios se conoce a sí mismo por sí mismo, a
través de sí mismo, en sí mismo, y como sí mismo. No hay medios para la Consciencia
infinita distintos de la misma Consciencia infinita, porque desde el punto de vista de la
Consciencia infinita, que es el único punto de vista verdadero, sólo hay ella.

¿Qué significa esto en términos de la vida práctica cotidiana? ¿Sólo esto tiene sentido
cuando estamos sentados en una conferencia hablando de la realidad? No, significa
que toda experiencia es únicamente la Consciencia infinita. Esto significa que el sabor
del té, el suelo que pisamos, los cubiertos que tenemos en nuestras manos, las
relaciones que tenemos, todo es únicamente el Ser infinito de Dios.

¿Vivimos de acuerdo a esta comprensión? ¿O sólo estamos de acuerdo en


conferencias como esta? Eso no es suficiente, aunque es un principio.

Ellen abrió un libro al azar esta mañana temprano y me leyó una cita. Era un libro que
uno de vosotros me dio ayer, y decía: "Cuando el camino hacia Dios termina, el
camino de Dios comienza". El camino de Dios significa ser sólo la Consciencia infinita,
conocer sólo la Consciencia infinita y amar sólo la Consciencia infinita.

Gracias.

© 2014 Science & Nonduality, 1 diciembre 2014

Meditación con Rupert Spira

Rupert Spira: Conócete a ti mismo como la presencia consciente, vacía y abierta en la


que todos los pensamientos, sensaciones y percepciones aparecen.
No reconozcas tan sólo intelectualmente esta idea, realmente sé conscientemente esa
presencia consciente abierta que permite que todas las apariciones de la mente, del
cuerpo y del mundo sean tal como son, instante tras instante.

En vez de pensar y sentir: "soy esta pequeña amalgama de pensamientos y


sensaciones-sentimientos, soy este cuerpo y esta mente"; piensa y siente: "soy esa
presencia consciente, abierta y vacía en la que todo esto surge y aparece".

Esto no es una sugerencia a la mente para que haga algo o cese de hacer algo,
simplemente deja la mente sola, de lado, deja que haga lo que ha sido condicionada a
hacer; de hecho, esa es la actitud que la presencia consciente siempre toma con
respecto a la mente, siempre deja a la mente ser exactamente tal como es.

Simplemente sé conscientemente este espacio de consciencia abierto y vacío, y que


permite... Abierto, vacío, y que permite todo.
Visita tus pensamientos, tus sensaciones y tus percepciones. Empieza con tus
pensamientos, ve que están apareciendo sin esfuerzo alguno en esta apertura.

Ahora muévete desde el pensamiento a una sensación corporal, por ejemplo, la


sensación táctil, hormigueante de la planta de tus pies. Ve que la sensación aparece
exactamente en la misma apertura, en el mismo espacio en el que aparecía el
pensamiento.

Ve de uno a otro, del pensamiento a la sensación, y ve que ambos aparecen en el


mismo campo, en la misma apertura. Pregúntate a ti mismo: cuando voy del
pensamiento a la sensación, ¿dejo algo llamado mente y entro en algo llamado
cuerpo?, o ¿es el caso de que ambos aparecen en el mismo campo sin fronteras, sin
límites? No pienses acerca de esto sino que realmente ve allí con tu experiencia.
¿Encuentras realmente una línea que atraviesas cuando vas de un lado a otro, del
pensamiento a la sensación?

Ahora incluyamos las percepciones del así llamado mundo, por ejemplo el sonido de la
lluvia, ―espero que estéis disfrutando este tiempo que trajimos de Inglaterra―. No te
refieras a ningún conocimiento del pasado, refiérete sólo a tu experiencia directa e
íntima.

Ve del pensamiento a la sensación y de la sensación al sonido, y después de vuelta


desde sonido al pensamiento. Después mezcla el orden, del pensamiento al sonido;
todo el tiempo con una pregunta en mente: cuando voy de la sensación al sonido,
¿dejo algo llamado cuerpo y entro en algo llamado mundo?, o ¿es el caso que ambos
aparecen en el mismo campo, sin bordes y sin límites de experiencia o conocimiento?
Y cuando voy del sonido al pensamiento, ¿dejo atrás algo llamado mundo y entro en
algo llamado mente?, o ¿es el caso de que ambos aparecen en el mismo campo, sin
fronteras ni límites? El campo sin límites de mí mismo, presencia consciente, vacía y
abierta.

Sigue visitando cada uno de estos pensamientos, sensaciones y percepciones, pero


amplía, alarga, extiende la exploración para incluir la totalidad de tu experiencia.
Cualquier cosa que aparece, ¿no es verdad que aparece en este campo sin fronteras?
Sé como una mariposa visitando numerosas flores, todas aparecen en el mismo jardín;
puede que haya numerosas flores pero no hay numerosos jardines.

Ahora deja la idea de ser como una mariposa que visitaría pensamientos, sensaciones
y percepciones. Simplemente sé conscientemente el espacio sin límites en el que
aparecen. Pregúntate: ¿cuán distante de mí mismo está ese campo sin límites en el
que cada uno de esos pensamientos, sensaciones y percepciones aparecen? No
explores esto intelectualmente, explóralo en tu experiencia real. Visita cada una de las
apariciones a su vez, a su turno, y pregúntate en cada caso: ¿qué distancia hay entre
yo ―este campo sin límites― y esta aparición? Es como preguntar, ¿qué distancia hay
entre las nubes y el cielo?
Desde el punto de vista de una de las nubes algunas nubes parecen más cercanas y
otras más lejanas, pero desde el punto de vista del cielo todas las nubes están a la
misma distancia que es a distancia cero, ninguna distancia. Ve que lo mismo es cierto
en lo que respecta a tu propia experiencia, y no tenemos que hacer que esto suceda
sino que ya es el caso. Ve que todo aparece a la misma distancia de ti mismo que es
distancia cero, ninguna distancia.

Ahora podemos ir más allá de esto. Pregúntate a ti mismo: ¿dónde está el límite entre
yo ―entre mí mismo, la presencia consciente, este campo abierto y vacío― y las
apariencias del pensamiento, la sensación y la percepción. Es como preguntar, ¿dónde
está el límite o la frontera entre el cielo y las nubes? De nuevo no explores esto con
tus pensamientos, explóralo en tu experiencia.

Empieza con los pensamientos. Intenta encontrar el límite o la frontera que divide,
que separa el pensamiento del espacio consciente en el que aparece. ¿Encontramos,
de hecho, una línea que separe, que divida el pensamiento del espacio consciente en
el que aparece?, o ¿está más bien el pensamiento completamente impregnado del
conocer de él? De la misma manera como la nube está completamente impregnada,
permeada del cielo.

Ve ahora a una sensación, como la sensación táctil, cosquilleante de la cara o de las


manos o de la planta del pie. Hazte la misma pregunta: ¿encuentro una línea divisoria
entre esas sensaciones y el espacio de consciencia en el que aparecen?, o ¿están
completamente permeadas, impregnadas por el conocimiento de ellas?

Explora ahora el sonido de la lluvia de la misma manera. ¿Hay una línea divisoria entre
el sonido y aquello que lo conoce o es consciente de él?, o ¿está el sonido
íntimamente permeado, impregnado del conocer de él?

Así que ahora la distancia o la distinción entre el espacio abierto y vacío de la


presencia consciente y los objetos de la mente, del cuerpo y del mundo está
empezado a disolverse. Habiendo descubierto que toda experiencia es igualmente
íntima, entonces nada aparece a una cierta distancia de nosotros mismos; y
exploramos ahora cuál es la verdadera sustancia o realidad de la experiencia.

Vuelve a tus pensamientos, a la comprensión o el sentimiento de que tus


pensamientos están impregnados del conocer de ellos; y pregúntate: ¿encuentro de
verdad dos cosas? Una: un objeto ―llamado pensamiento―, y dos: un sujeto ―la
presencia consciente abierta y vacía que lo percibe―. O, ¿es más bien el caso de que
la experiencia del pensamiento es el conocer de él mismo? De hecho no el conocer de
él mismo, porque no hay él mismo, porque no hay algo sino que tan sólo hay la
experiencia de conocer.

Realmente ve en tu experiencia, que en la experiencia del pensar tan sólo hay una
sustancia presente, un conocer vacío. Y después, sin apartarte de este conocer vacío,
ve a la sensación y ve que en la sensación la única sustancia presente allí es este
conocer vacío. Y, sin apartarte de este conocer vacío, ve ahora al sonido de la lluvia y
ve que ese mismo conocer vacío es la única sustancia presente allí; y no es el conocer
de ello o de un algo, sino tan sólo conocer.

Y ve que, desde el punto de vista de este conocer vacío, jamás entra en contacto con
alguna cosa que no sea sí mismo, que este conocer tan sólo conoce el conocer, jamás
conoce una mente, un cuerpo o un mundo separados, estos son creados por el
pensamiento y son superpuestos por el pensamiento sobre la realidad de la
experiencia. Pero si nos mantenemos en el corazón, en la realidad de la experiencia,
tan sólo encontramos este "vacío conocer", tan sólo conocemos este "vacío conocer",
y es este "vacío conocer" que se conoce a sí mismo.

Este "vacío conocer" toma la forma de toda experiencia, de la misma manera en la


que una pantalla adopta la forma de cualquier imagen. Las imágenes parecen tapar la
pantalla pero de hecho no es el caso, es tan sólo desde el punto de vista de uno de los
personajes de la película que hay una multiplicidad de objetos y de yoes. El yo
separado es como un personaje en la película, es un punto de vista ilusorio, es un yo
real sólo desde su punto de vista ilusorio, y los objetos y las entidades separadas son
tan reales como su propia realidad. En otras palabras, la multiplicidad y la diversidad
de los objetos son tan sólo reales desde la perspectiva ilusoria de un yo separado.
Desde el único y verdadero punto de vista de la pantalla no hay objetos ni yoes reales
que vengan a la existencia, no hay yoes, ni entidades u objetos reales separados.
Desde el punto de vista de esta pantalla consciente no hay nada nuevo que surja a la
experiencia, ni nada desaparece de ella.

Desde este elevado y último punto de vista puede decirse que no hay mundo, que no
hay creación, que no hay objetos, que no hay yo, pero como forma de concesión a
nuestra comprensión, la enseñanza algunas veces desciende de la cumbre de la
montaña para encontrarnos allí donde nos hallemos y, en tanto que tal, discutirá las
apariciones de la mente, el cuerpo y el mundo. En otras palabras, la enseñanza deja de
hablar de la pantalla y empiezan a hablar de la película y, es en este contexto, en el
que un modelo de un cielo vacío abierto de presencia consciente y que los objetos de
la mente, del cuerpo y del mundo como nubes que flotan en él, es en este contexto,
que este modelo puede ser comprendido.

Y la enseñanza puede descender más, de la montaña hasta el valle, incluso hasta el


mercado y, de manera provisional, aceptar la noción de un yo separado y decirle a un
tal yo: "¿por qué no pruebas a hacer esto o aquello?" Por supuesto la enseñanza
entiende que no hay un tal yo separado que pueda hacer algo, que pueda hacer una
cosa u otra, pero como una concesión compasiva a nuestra comprensión puede que
sugiera hacer tal cosa y, en tanto que tal, es todavía una expresión de la compresión
más alta aunque adaptada a medida de nuestro nivel de comprensión. Así que esta es
una especie de espectro de la comprensión no dual, en el que todos los puntos de
vista posibles son permitidos y a los que se da respuesta.
La enseñanza no nos lleva siempre de allá donde nos hallemos hasta la cumbre de la
montaña, hay algunas veces que nos lleva sólo uno o dos pasos hacia la cumbre de la
montaña y nos deja allí para que nos acostumbremos al aire más puro, y después
cuando nos hemos aclimatado damos unos pasos más.

Extraído de un diálogo - Barcelona (España), 29 de septiembre de 2012

"Sólo la presencia consciente existe"

Interlocutor: Tengo una curiosidad y, entonces, me viene poner un ejemplo. Por


ejemplo, la botella esa aparece en mí ahora, con unas características que luego le da el
cerebro, los ojos, el pensamiento. Si yo tomo la botella y la llevo detrás de aquella
pared donde no la veo físicamente, la memoria me puede decir que la botella está allí,
hay una creencia de que la botella está allí, pero mi curiosidad es: ¿cómo aparece
realmente la botella allí?
Rupert Spira: Tú dices que la memoria te dice que la botella está allí detrás de la
pared, pero esta memoria viene bajo la forma de un pensamiento presente. Así que
hay un pensamiento presente que dice que hay una botella detrás de la pared pero,
ese pensamiento no está derivado de la experiencia y no tiene que ver con la realidad
de tu experiencia, es tan sólo un pensamiento; el único lugar en el que existe esa
botella es en ese pensamiento.
I: Quizá me expliqué mal. Vamos a ver. Yo si coloco la botella detrás de la pared tengo
una idea de que yo coloqué la botella allí. Bien. Yo sé que eso no es real porque es un
pensamiento de la memoria "que yo he puesto la botella allí", pero no es real.
RS: Es real en tanto que pensamiento, pero no se refiere a otra cosa que no sea ése
pensamiento. En otras palabras, ese pensamiento tiene una realidad en sí ―el
pensamiento "hay una botella detrás de la pared"― cuando ese pensamiento aparece
tiene una realidad en sí y su realidad es la consciencia, la materia de la que está hecho
ese pensamiento. Pensamos que el pensamiento se refiere a algo que es real en el
mundo exterior, pero nadie ha encontrado jamás ese mundo exterior.
I: Esto sería lo mismo que ocurre cuando te vas a dormir. El cuerpo se va a dormir,
¿cómo aparece lo que es? ¿Cómo aparece realmente? (El traductor hace una
puntualización: quieres decir, ¿cómo aparece el mundo mientras tú duermes?) Sí,
cuando el cuerpo duerme.
RS: ¿Cuál es tu experiencia? ¿Qué es lo que ocurre con el mundo?
I: No lo sé.
RS: ¿Permanece o desaparece?
I: No lo sé.
RS: El mundo desaparece cuando tú duermes, ¿no es cierto? ¿No es esa tu
experiencia?
I: No lo sé exactamente si desaparece o no. Para mis sentidos sí...
RS: Pero estoy hablando de tu experiencia.
Empecemos con el hecho de que todo lo que conoces del mundo es percepción:
vistas, sonidos, texturas, olores. Todo lo que conocemos del mundo, incluyo estos
cinco sentidos, es percepción. Empecemos reconociendo que jamás encontramos el
mundo tal como normalmente lo concebimos y, cuando digo "tal como normalmente
lo concebimos", me refiero en tanto que un objeto que tuviera su existencia
independiente y separada, separada e independiente de la presencia consciente.
Creemos que hay un mundo tal pero nadie jamás ha observado, ha visto un mundo
semejante. Todo lo que conocemos de un mundo tal es nuestra percepción. ¿Me estás
siguiendo?

Así que ahora pensamos: ok, todo lo que conozco es mi percepción, pero mi
percepción es la percepción del mundo. Pero "la percepción del mundo" jamás es
encontrada. No es la percepción del mundo, es tan sólo percepción. El pensamiento
añade "del mundo", pero jamás encontramos el mundo tan sólo encontramos la
percepción.

Ahora bien, las percepciones vienen y van todo el tiempo, ¿no es cierto? Y por
percepciones me refiero a: vistas, sonidos, sensaciones táctiles, olores y gustos; todas
estas vienen y van, son intermitentes. ¿Me sigues? ¿Es correcto?

Así que jamás experimentamos realmente un mundo continuo, lo que


experimentamos son percepciones discontinuas: percepción-percepción-percepción-
percepción. Y cuando cada percepción desaparece, desaparece completamente.
(Rupert produce sonidos dando palmadas) ¿Dónde ha ido ese sonido? Ha
desaparecido, jamás volverá. Y cuando una percepción desaparece, desaparece
completamente, absolutamente; y después la siguiente aparece, sea cual sea, y
después desaparece. El pensamiento imagina que hay un mundo que existe
continuamente y, que a través de la percepción, vemos un fragmento de él.

Ahora bien, ya hemos visto que no tenemos la experiencia de un mundo que exista
continuamente; es una creencia y jamás lo encontramos. Entonces, ¿qué es aquello
que origina este sentimiento de continuidad?

Si yo te preguntara ahora: ¿tu experiencia es continua? Tú dirías: sí. La experiencia no


son fragmentos, hay una continuidad en ella, en la experiencia. Pero ya hemos visto
que no experimentamos un mundo continuo, y tampoco una mente continua, ni un
cuerpo continuo. Entonces, ¿de dónde proviene ese verdadero y real sentido de
continuidad? No proviene ni del mundo ni de la mente ni del cuerpo. Y entonces, ¿qué
es lo que transcurre continuamente a través de la experiencia? ¿Y qué es eso en tu
experiencia?
I: La pantalla del e-mail. (Rupert puso antes un ejemplo de un e-mail en una pantalla)
RS: Exactamente, la pantalla, la consciencia. Exactamente, la consciencia, el conocer
de nuestra experiencia. Exactamente, la consciencia es la única cosa ―y no es una
cosa― que es continua en nuestra experiencia. Ahora bien, el pensamiento no puede
ver esa consciencia continua, de la misma manera que el personaje en la película no
puede encontrar la pantalla. Entonces el pensamiento tiene que atribuir la
continuidad de la experiencia a algo distinto, de la misma manera que el personaje en
la película no puede ver la pantalla; entonces dice: "la continuidad del paisaje
pertenece a otra cosa distinta". Entonces el pensamiento crea esas substancias
llamadas tiempo y espacio e imagina que son el sustrato permanente de la
experiencia; piensa: "el tiempo y el espacio estaban aquí al principio y nosotros
nacimos en ellos, y después un día desapareceremos de ellos, pero el tiempo y el
espacio ―la absoluta realidad de la experiencia― permanecerá". Pero esto no es
cierto. Y esa no es nuestra experiencia; el tiempo y el espacio no son continuos en
nuestra experiencia, son apariciones intermitentes.
Así que cuando el pensamiento pasa por alto la siempre presente consciencia,
atribuye la eternidad y la continuidad ―que pertenece a la consciencia― al mundo.
Dota al espacio, al tiempo y al mundo con las cualidades que realmente pertenecen a
la presencia consciente. En otras palabras, la aparente permanencia del mundo es la
eterna presencia de la consciencia vista a través de la rendija estrecha de la mente. En
otras palabras, el tiempo es la manera como aparece la eternidad cuando es vista a
través de la mente.

Y ahora, para volver a tu pregunta acerca de la botella, la botella es una aparición


temporal aquí, y después es una aparición temporal allá y ―entre las dos, en medio
de las dos― sólo la presencia consciente existe. Porque el pensamiento no puede ver
la presencia consciente; entonces dice: "el mundo y la botella existen para siempre, y
la presencia consciente va y viene dentro y fuera del mundo". Y es al revés: la
consciencia es eterna y siempre presente, y el mundo va y viene en ella.

¿Es esto claro?


Extraído de un diálogo, 29 de septiembre de 2012

Interlocutor: Me cuesta un poco sentir que ese yo ilusorio pueda desaparecer, más
bien creía que tenía que vivir amigablemente con él, eso es lo que quería decir. Y mi
pregunta anterior era sobre lo que usted habló ayer de la sustancia, quería saber un
poco más sobre esto.
Rupert Spira: ¿De la sustancia? ¿Me puedes dar el contexto?
I: Como que todo se resumía en la sustancia.
RS: La sustancia de la experiencia, la realidad de la experiencia.
I: Que todo se resumía en una única sustancia.
RS: Dos preguntas muy diferentes aquí. Vamos a empezar por la primera.
La posibilidad de que el ser separado desaparezca es muy remota para ti, pensabas
que simplemente había que convivir de manera feliz con este ser separado. No hay tal
cosa de vivir feliz con el ser separado. El ser separado siempre nos hace la vida
miserable. El ser separado es como tener un compañero íntimo que siempre está a tu
lado y que está comentando negativamente todas las cosas que haces: todo es
asqueroso, la manera en que me miró la camarera, esto va a ser muy caro, está
lloviendo, nos vamos a mojar cuando salgamos, etc., etc. No es posible vivir de
manera pacífica con el ser separado, recomiendo el divorcio.

Las buenas noticias es que muchas veces al día vivimos de manera feliz separados del
ser separado. Cuando te duermes el ser separado se va, por eso estamos tan felices
cuando dormimos, por eso estamos tan contentos de irnos a dormir por la noche
porque encontramos un momento de paz cuando no está ahí el ser separado. Cuando
un deseo es satisfecho el ser separado desaparece temporalmente. Es por eso por lo
que tenemos deseos, para llevar a este ser separado a un final. Es por eso que
estamos deseando el trozo de chocolate, el vaso de vino, el cigarrillo, un encuentro
sexual, lo que sea... En el momento en que tenemos el objeto, la búsqueda llega a su
fin porque tenemos lo que queremos, porque el deseo es reemplazado por la ausencia
de deseo.

¿Cuál es el otro nombre para la ausencia de deseo? Se llama felicidad. En otras


palabras, el ser separado está hecho de la búsqueda de un objeto. La búsqueda-
resistencia que busca, busca un objeto: el objeto, la relación, la sustancia, lo que sea.
La razón por la que busca este objeto, sustancia o relación, es para llevar esta
búsqueda a un final. El ser separado es la búsqueda en sí, está intentando llevarse a sí
mismo a un final. El momento que el deseo ha sido conseguido la búsqueda llega a su
fin, y en el momento en el que la búsqueda llega a su fin el ser separado llega a su fin.
¿Qué sucede en el momento que el ser separado llega a su fin? La felicidad brilla. Eso
es lo que buscan todos los deseos del ser separado: el final de sí mismos que es la
puerta de la felicidad. La disolución del ser separado es la revelación de la felicidad.

En cualquier momento que deseas algo, realmente lo que estás deseando es llegar al
final de la separación. En otras palabras: profundizar, sumergirte en tu ser auténtico,
tu ser verdadero; y esta es la experiencia de la felicidad. Después de esta experiencia
transparente de felicidad el pensamiento aparece y dice que el objeto, la sustancia o
la relación han sido la causa de la felicidad. En realidad el pensamiento no tiene ni idea
de donde viene la felicidad porque, cuando el deseo llega a su fin, el pensamiento
también llega a su fin. La felicidad siempre está ausente de pensamiento.

Cuando el pensamiento aparece otra vez mira alrededor y dice: "¿De dónde ha venido
esta felicidad? Me siento transformado". Y busca una causa de esa felicidad, y no
puede ver la presencia porque el pensamiento siempre va hacia un objeto. El
pensamiento dice: "¡Ah!, recuerdo, fue el chocolate, el cigarrillo, el encuentro sexual,
lo que sea, esto fue lo que causó la felicidad". Y cuando el ser imaginario aparece de
nuevo buscando un objeto o similar lo hace buscando la felicidad, pero el ser separado
no puede experimentar la felicidad porque su aparición vela la felicidad.

El ser separado busca la felicidad como la polilla busca la luz. La llama es todo lo que la
polilla quiere, y es la única cosa que no puede tener porque tocar la llama es morirse.
Es la manera que el ser separado experimenta la felicidad: muriéndose, disolviéndose.
Nuestra cultura nos ha enseñado a pensar que un objeto nos va a traer esta
disolución. Cuántas relaciones fallidas tenemos que tener, cuántas veces nos tiene que
abandonar el mundo... Lo que realmente queremos no vive en el mundo, vive en
nuestro ser.

En lugar de intentar lo imposible, la tarea de vivir de forma feliz con este ser separado,
mira y entiende todo el mecanismo de este buscador separado. Si el ser separado
fuera una cosa real, entonces, tendríamos que acostumbrarnos a vivir con él, pero no
es algo real, está hecho de imaginación.

La tragedia y la comedia de la situación humana es que nos pasamos la mayor parte


de nuestra vida sirviendo a este ser separado. El ser separado no es un ser real, es una
ilusión y no es necesario hacer algo con una ilusión. No es posible hacer algo con una
ilusión, sólo es posible ver que es una ilusión. Y para ver que el ser separado es una
ilusión tenemos que ver lo que es el ser real.

Explora tu ser real, quién soy yo de verdad. Este es el camino directo a la felicidad.

Si descubres la respuesta a esta pregunta también responderás a tu segunda


pregunta: ¿Cuál es la sustancia de la realidad de la experiencia?
Extraído de un diálogo, 30 de septiembre de 2012

"Vuelve a mí"

Interlocutor: ¿Hay conexión entre este mundo ilusorio y la consciencia mayor? Y la


repercusión de alguna manera... Yo entiendo lo que dicen que no tiene importancia lo
que sucede en el mundo ilusorio, porque no tiene trascendencia alguna. ¿Si es así o
no? Si sigue un hilo para despertarnos a la consciencia mayor.
Rupert Spira: Como concesión a la creencia en un ser separado podemos decir que lo
que ocurre en la experiencia es conducir a ese ser separado a lo que realmente es, eso
no es completamente cierto, pero es cierto una vez que hemos aceptado
provisionalmente que hay algo tal como un ser separado. Esta respuesta es una
concesión a esa creencia.
Pero vamos a ver el tema más de cerca. Empezaste preguntando si hay una conexión
entre la consciencia y el yo separado. No vayamos más lejos. Veamos si es cierto que
hay una conexión entre la consciencia y el yo separado porque, si no hubiera
conexión, el resto de tu pregunta no tendría sentido.

La consciencia no conoce al yo separado. La consciencia no conoce nada que sea


separado. Toma de nuevo la metáfora de la pantalla de televisión, la pantalla es
mágica porque no es una pantalla que sea vista por alguien que está sentado en un
sofá; es una pantalla consciente, o sea que es una pantalla que es consciente de lo que
ocurre en ella ¿Me sigues?
I: Sí.
RS: Retomémoslo. La película todavía no ha empezado. Todo lo que hay es la pantalla
consciente y está tan solo consciente de sí misma, no es consciente de sí misma en
tanto que algo. No es que se separe de sí misma, se dé la vuelta y se observe. En otras
palabras, nunca establece una relación sujeto/objeto; tan solo por ser sí misma se
conoce a ella misma. De la misma manera que el sol siendo sí mismo se ilumina a sí
mismo. ¿Me sigues?
I: Sí.
RS: Ahora comienza la película, ¿de acuerdo? Una vez que la película empieza, ¿la
pantalla se vuelve consciente de un objeto o de un personaje separado? No, o por
decirlo de otra manera, cuando empieza la película, ¿hay algo nuevo que venga a la
existencia? No.
La palabra existir procede de dos palabras latinas: "ex"/ "ist"; "ex" significa fuera y la
partícula "ist" significa emerger; entonces es: "emerger fuera de". Como un conejo
que sale de la chistera de un mago. Así que cuando la película comienza no hay nada
que emerja, nada viene a la existencia, nada sale fuera de la pantalla. Desde el punto
de vista de la pantalla, incluso cuando la película está trascurriendo, tan sólo hay
pantalla. Desde el punto de vista de la pantalla no hay ninguna sustancia ni objeto
nuevo que surja a la existencia. La pantalla es el único punto de vista real, porque es lo
único que hay ahí y que es consciente. ¿Me sigues? ¿Parece que tengas dudas?
I: Hasta ahí sí, pero lo de la parte ilusoria... ¿Llega ahora o no?
RS: No vayas tan deprisa porque quiero saber si hasta aquí vamos juntos. Pero tienes
razón, esa parte llega ahora.
Así que la película se está proyectando. En la película, por ejemplo, hay una familia
que está de picnic en un campo. Así que: familia, amigos, árboles, ovejas, montañas,
prado verde..., un picnic inglés. Todavía desde el punto de vista de la pantalla no hay
ningún objeto ni personaje separado nuevo que haya venido a la existencia. Desde el
punto de vista de la pantalla todo es muy cercano a sí mismo, de hecho, tampoco
podemos decir que todo es muy cercano porque para la pantalla no hay cosas; así que
no hay un "todo". Para la pantalla no hay objetos que aparezcan y que estén así o así
de cercanos. En otras palabras, no hay relación alguna, no hay un sujeto que conozca
un objeto, no hay un veedor y no cosa vista, no hay experimentador ni
experimentado; tan solo una sustancia sin límites e íntima que se modula a sí misma
en la forma de la totalidad de la experiencia. ¿Me sigues?
I: Sí.
RS: Vale, ahora vamos a la parte ilusoria.
Imagínate que eres uno de los personajes del picnic. Lo primero es que tú eres
consciente; eres consciente porque estás hecha de la pantalla consciente. Este
personaje en la película eres tú y estás hecha de la pantalla consciente, pero también
tienes un nombre y una forma, no eres la pantalla sin límites, eres una mezcla de
consciencia más una figurita recortada. Así que eres nombre, forma y consciencia. Yo,
el pequeño ser separado que tiene una pequeña parte de consciencia en el interior. Y
así es como las cosas aparecen desde el punto de vista de un personaje en el picnic.
¿Me sigues?
I: Sí.
RS: Ahora describe, en tanto que ese personaje, ¿qué es lo que ves? Tú eres ese
personaje, miras a tu alrededor, está tu familia...
I: Sí, y también las ovejas.
RS: Sí, las vacas, los árboles, toda la familia: padre, madre, hermanos y hermanas... En
otras palabras, ves una multiplicidad y diversidad de objetos y de seres. Y esa es más
bien una manera clínica de decirlo. Eso es lo que ves, un montón de yoes y objetos.
Parece que seas un yo interno mirando un mundo externo. Esta es la visión desde el
punto de vista del yo separado. El yo separado es ese personaje que tiene nombre,
forma y que es consciente.
Desde el punto de vista de la pantalla, que es la única cosa que está realmente ahí,
porque si tocas la pantalla con tu dedo, no encuentras ni la familia, ni las ovejas ni el
picnic. Desde el punto de vista de la pantalla, que es el único punto de vista real, la
pantalla es lo único que hay ahí y que al mismo tiempo está presente y consciente;
desde ese punto de vista no hay yo separado, ni objetos separados, ni ovejas
separadas, ni mundo separado.

Desde el punto de vista de la pantalla no hay relación sujeto/objeto. Para que hubiera
una relación sujeto/objeto la pantalla tendría que dividirse en dos partes. Tendría que
pasar por alto, o aparentemente pasar por alto, el conocer de su propio ser y parecer
que se contrae en un cuerpo separado y en ese momento se convertiría en el sujeto
separado de la experiencia y, todo lo demás y todos los demás, se convertirán en
objetos separados. Ese objeto separado se dividiría después en una multiplicidad y
diversidad de objetos y seres.

Así que, desde el punto de vista del yo interior hay una multiplicidad y diversidad de
objetos exteriores, pero el yo interior es un punto de vista ilusorio, sólo es un punto
de vista real desde su propio punto de vista. Solo el yo separado piensa que es un yo
separado. En otras palabras, el yo separado está hecho del pensamiento que lo piensa.
La pantalla jamás experimenta nada que sea separado. ¿Qué podría haber ahí que
pudiera estar o bien separado o bien junto a ella? Es su propia experiencia, que es la
única experiencia. Tan sólo hay ella.

Por eso en el Bhagavad Gita se dice: "Aquello que es, jamás cesa de ser. Aquello que
no es, jamás viene a la existencia". Aquello que no es, el yo separado o el objeto
separado, jamás viene a la existencia; es decir, jamás surge de la consciencia y se
convierte en una cosa independiente y separada.

Ahora, volviendo al primer enunciado de tu pregunta de si hay una relación entre la


consciencia y el yo separado, ¿por qué entonces hay x, y, z? Pero no hay una relación
entre la consciencia y el ser separado. No hay un yo separado para que pueda haber
una relación con él. La consciencia no tiene relaciones, es soltera y célibe. Y por eso
siempre está feliz, no tiene ningún problema.

¿He contestado a tu pregunta?


I: Sí, podríamos decir que sí. Me ha parecido entender, en un momento dado, que
decías que sí, que había un sentido en lo ilusorio cuando al principio he preguntado
por el sentido de lo ilusorio; pero no, lo entendí mal.
RS: Es cierto, dije eso, pero lo dije como una concesión a la creencia de que hay un yo
separado real. Cuando dije eso venía de la cumbre de la montaña y bajé hasta media
montaña para encontrarte. Después, muy deprisa, volví otra vez a la cima y te dije:
"No, no, lo siento; tienes que venir aquí". Pero déjame que descienda otra vez.
Si reconocemos que hay una tal cosa como un yo separado, porque esa es la manera
en que nos encontramos a nosotros mismos la mayor parte del tiempo, vamos a
empezar desde ahí en lugar de empezar desde la consciencia. Entonces, la pregunta
es: ¿tiene algún sentido la experiencia de ese yo separado? Y la respuesta es: sí, sí lo
hay. La manera de encontrar cuál es el sentido de este yo separado es preguntarle al
yo separado: ¿qué es lo que quieres por encima de todo? En cualquier momento y a
cualquiera de los siete mil millones de seres que somos, que sentimos o que
pensamos que somos un ser separado, si nos preguntaran en este momento: ¿cuál es
el propósito de tu vida? Todo el mundo, si son honestos, contestarían: encontrar la
felicidad. Paz y amor son sinónimos de felicidad, es la misma cosa.

Este es el propósito de la vida del ser separado. La búsqueda de la felicidad es la única


actividad en la que el ser separado está comprometido. La felicidad es el sentido
último del yo separado y es muy fácil verificar esto porque, cuando se obtiene la
felicidad, la búsqueda llega a su fin. No hay ningún sitio más a dónde ir, no hay nada
más que creer.

El sentido último de las experiencias del yo separado es conducirlo a la felicidad. Como


vimos esta mañana, la experiencia de la felicidad es la extinción del ser separado. Si
miras una polilla por la noche todo lo que está haciendo es buscar la llama, y la
mayoría de las polillas no saben que la llama es su extinción. Eso es lo que todos los
siete mil millones de seres están haciendo: buscando la felicidad, buscando el final de
la herida de la separación. Pero la mayoría está buscando en el lugar equivocado, en la
adquisición de estados, objetos o relaciones. Aquí la buscamos en el lugar adecuado,
el lugar donde verdaderamente habita la felicidad, en el corazón de nuestro propio
ser. Ese es el propósito de la vida, encontrar eso; es muy simple.

Cada vez que experimentamos infelicidad, la experiencia de la infelicidad es como una


voz de nuestro ser más interior diciéndonos: "Vuelve a mí, te has perdido en los
objetos, date la vuelta y encuéntrame en tu corazón". Este es el mensaje del
sufrimiento. En otras palabras, el sufrimiento es un signo, un mensaje de la
inteligencia que nos dice: "Vuelve a mí".
I: Me ha gustado mucho esa exposición del sufrimiento. Te hace sufrir menos sólo el
hecho de sentirlo así, aunque son cosas que las hemos recibido de muchas maneras
distintas.

Extraído de un diálogo - Barcelona (España), 30 de septiembre de 2012

"Soy la realidad única de toda experiencia"

Interlocutor: Parece que el pensamiento es la causa que disturba nuestra paz y


nuestra felicidad. ¿Hay alguna manera de vivir? No podemos dejar de pensar, parece
que estemos tan condicionados para siempre utilizar nuestra mente y nuestro
pensamiento. Incluso aquí, cuando hacemos preguntas, estamos utilizando
pensamientos e incluso cuando investigamos también utilizamos el pensamiento.
¿Hay una manera de vivir incluso aunque el pensamiento esté funcionando o
habitando en ese núcleo de paz de la experiencia?
Rupert Spira: Sí, hay una manera.
Lo primero que hay que reconocer es que siempre eres la presencia de la consciencia,
incluso cuando surgen pensamientos y sentimientos que parecen decir lo contrario;
incluso entonces siempre somos únicamente la presencia de la consciencia que
conoce esos pensamientos y esos sentimientos. Así que es más una cuestión de
reconocer eso que de convertirse en eso. Eso es lo primero.

Habiendo reconocido que eres siempre eso, acostúmbrate entonces a tomar posición
en tanto que eso; acostúmbrate a ser eso conscientemente. El motivo por el que digo
conscientemente, es porque siempre somos eso pero la mayor parte del tiempo no lo
sabemos. Es como si estás actuando en una representación y te dan el papel de
Hamlet. ¿Cuál es tu nombre?
I: Nathan
RS: Así que tienes el rol de Hamlet en la representación y estás tan implicado en el
personaje de Hamlet que, de vez en cuando, te olvidas que eres Nathan y realmente
sufres lo que Hamlet sufre. Pero de vez en cuando encuentras a un amigo, uno de tus
compañeros actores que está entre bambalinas, te ve lleno de lágrimas y te dice:
“Pero no seas bobo, no eres Hamlet, ¡eres Nathan!” Y en ese momento dices: “¡Anda!
Es verdad, ¡qué bobo!” No es que en ese momento dejes de ser Hamlet y empieces a
ser Nathan, sino que siempre has sido Nathan. Ahora sabes que eres Nathan y eso no
te impide seguir actuando con el rol de Hamlet, pero ya no sufres más la vida de
Hamlet.
La metáfora deja de funcionar después de un rato, así que olvidemos esta metáfora y
volvamos a tu vida.

Creer que somos un ser separado es olvidar quienes somos verdaderamente, de la


misma manera que creer que somos Hamlet implica olvidar que somos Nathan. Los
momentos de sufrimiento surgen cuando olvidamos quienes somos. En el momento
en que imaginamos que somos Hamlet empezamos a sufrir, en el momento en el que
recordamos quienes somos verdaderamente el sufrimiento cesa.

Ahora, olvidándonos de esta metáfora, en la vida real puede haber viejos hábitos del
pensar y del sentir que puede que sigan todavía un poco, pero como ya no sigues
creyendo que eres esa entidad separada, esos viejos hábitos poco a poco se van
extinguiendo.

Tomemos el paso siguiente, ¿qué es lo que se requiere para saber que no somos una
entidad temporal y limitada?

El primer paso es reconocer que yo soy la presencia de la consciencia. Ese es el primer


paso, pero no es suficiente.

El segundo paso es descubrir cuál es la naturaleza de esa consciencia, y es el


descubrimiento de que esa consciencia es eternamente presente e ilimitada, en otras
palabras, eterna e infinita. Es ese descubrimiento el que pone fin a la creencia de que
soy temporal y limitado. Es decir, descubrir que lo que soy no comparte ni el destino ni
las limitaciones del cuerpo/mente. No compartir el destino del cuerpo/mente quiere
decir que no vengo cuando vienen ni me voy cuando se van, soy eternamente
presente o eterno. No compartir los límites del cuerpo/mente, quiere decir que soy
infinito. Ese es el descubrimiento que llamamos despertar o iluminación.
Así que el primer paso es descubrir que soy la consciencia, no un conjunto de
pensamientos y sentimientos. El segundo paso es descubrir la naturaleza de esa
consciencia, descubrir que es eternamente presente e ilimitada. Ese descubrimiento
es el que pone fin a la creencia de que soy un yo separado.
I: Entonces, ese descubrimiento es conocimiento, pero... ¿Cómo puede ser ese
conocimiento un conocimiento vivido? ¿Cómo puede calarnos? Porque hay momentos
en que va y otros en que viene... De acuerdo, lleva tiempo pero, ¿cuánto tiempo lleva?
RS: En cualquier momento durante el día puedes preguntarte: ¿en nombre de quién
estoy pensando, sintiendo, actuando y relacionándome? ¿Estoy pensando en nombre
de un ser separado que siente que carece de algo o estoy pensando y sintiendo en
nombre de la paz que verdaderamente soy? Cuando te estás relacionando con
alguien: ¿estoy defendiéndome o agrandando un yo separado a través de esta
relación? ¿Estoy pensando en el otro como un yo separado o estoy manteniendo en
mi corazón la comprensión sentida de que lo que somos es esencialmente uno?
I: Ese es otro truco de la mente y es que eso solo es en el momento, no te puedes dar
tiempo.
RS: Sí..., pero también te puedes ayudar. Puedes decirte a ti mismo algo así como:
“Durante tanto tiempo me he relacionado con los otros como si fueran otros seres y
eso ha producido tanto conflicto en mi vida, así que ahora voy a tener la intención la
próxima vez que me relacione con alguien ―con mi vecino, con mi bien amado o bien
amada, con mis hijos― voy a tener la profunda intención en mi corazón de sentir que
quienes son es mi propio ser, porque no puede haber más de una presencia
consciente e ilimitada”. Así que ten esta profunda intención, mantén esta profunda
intención en tu corazón y entonces relaciónate con el otro. Permite que esta intención
condicione la manera en cómo te relacionas con el otro y ve cual es la diferencia que
esto marca en la relación con el otro.

I: Pero... ¿no podría ser que la consciencia sea un subproducto del cerebro?
RS: Para que fuera así tendría que ser posible experimentar el cerebro en ausencia de
consciencia. Tendríamos que ser capaces de encontrar el cerebro antes de que se
hubiera producido la consciencia. ¿Alguien ha encontrado alguna vez un cerebro en
ausencia de consciencia? De nuevo hay dos casillas donde poner una cruz.
I: La pregunta es: ¿alguien ha encontrado un cerebro en ausencia de consciencia?
RS: Sí, esa es la pregunta.
I: No entiendo bien la pregunta. Desde el punto de vista materialista, que es el que
mayoritariamente vivimos, parece que con el nacimiento de un ser humano hay el
emerger de la consciencia. Para mí la experiencia de la consciencia es de una gran
belleza, de un amor y una plenitud muy grande, esto es verdad, es mi experiencia.
Pero este punto de la eternidad de la consciencia no lo veo.
RS: Porque el punto de vista materialista afirma de una manera muy simple que
primero está el mundo, que el cuerpo aparece en el mundo como un subproducto y
después, como tú has dicho, la consciencia aparece como un subproducto del cuerpo.
Este es el punto de vista materialista. Ahora bien, podemos verificar este punto de
vista utilizando el método de los materialistas, que es un método científico.
Utilizaremos ese mismo método y descubrimos si es verdad o no. Para descubrir que
la consciencia es un subproducto del cuerpo, tendríamos que ser capaces de
encontrar un cuerpo antes de que hubiera producido consciencia. Ahora la pregunta
es: ¿tú o algún científico ha encontrado un cuerpo en ausencia de consciencia?
I: No.
RS: Así que utilizando el mismo método que los materialistas hemos desmontado su
argumentación. Los materialistas postulan la existencia de un mundo y un cuerpo en
ausencia de consciencia, pero jamás han encontrado tal cuerpo o tal mundo.
Mantente conmigo y, además, añade a esto que el materialista dice que la consciencia
va y viene pero, utilizando el método que utiliza el materialista y explorando nuestra
experiencia real, descubrimos que jamás nadie ha tenido la experiencia de la aparición
o de la desaparición de la consciencia. Es decir, el punto de vista materialista está
basado en creencias y lo que decimos aquí está basado en la experiencia. La
consciencia es la única cosa, si podemos llamarla cosa, que no va y viene. La
consciencia es previa a cualquier experiencia del cuerpo, de la mente o del mundo.
I: Comprendo que no hay pruebas de que la consciencia emerja en el cerebro pero,
¿hay alguna prueba de que la consciencia sea anterior al cerebro y de que sea eterna?
RS: Haces una pregunta que hace referencia previa al cerebro: ¿está la consciencia
presente antes del cerebro? En otras palabras, ¿existe la consciencia en el tiempo? No
puedo contestar sí o no a la pregunta de que si la consciencia existe antes del cerebro,
porque la pregunta presupone la existencia del tiempo que es algo que jamás nadie ha
encontrado.
El pensamiento imagina una sustancia llamada tiempo y luego pregunta: ¿existe la
consciencia en el tiempo antes de que aparezca el cerebro? Pero la presunción en la
pregunta es falsa. Los científicos jamás han encontrado el tiempo. Es una hipótesis de
trabajo muy útil, yo la utilizo todo el tiempo, pero no es una idea que guarde relación
con la realidad de nuestra experiencia. Incluso la pregunta de si es eterna la
consciencia implica la posibilidad de que hay algo distinto del presente siempre
eterno. Si le haces esta pregunta a la consciencia no sabe de que estás hablando, y si
le preguntas a la mente te va a dar un montón de respuestas. ¿Vas a hacerle la
pregunta al que sabe o al que cree?

La consciencia es la única que es consciente de cualquier cosa. Si quieres saber acerca


de la realidad de la experiencia tienes que preguntarle a la consciencia; un
pensamiento es conocido, no puede conocer algo. Los pensamientos no nos dirán
nada acerca de la realidad de la experiencia. Sólo la consciencia es consciente de la
realidad de la experiencia. Si le preguntáramos a la consciencia qué es lo que sabe
acerca de la realidad de la experiencia contestaría: “todo lo que conozco es yo misma,
soy la realidad única de toda experiencia”. Incluso no podemos decir “yo soy eterno e
infinito”, porque decir que soy eterno presupone la existencia del tiempo y decir que
yo soy infinito presupone la posibilidad de la existencia de lo finito. La consciencia no
conoce otra cosa que ella misma y está más allá de las ideas de eterno o temporal, de
finito o infinito. La idea de que la consciencia es eterna e infinita es simplemente una
espina que se utiliza para retirar otra espina. Utilizamos la idea de que la consciencia
es eterna para retirar la idea de que ocurre en el tiempo y utilizamos la idea de que es
ilimitada para retirar la idea de que es limitada.

En última instancia todas estas ideas deben ser descartadas porque ninguna de ellas
es absolutamente cierta. Lo que permanece cuando todo eso ha sido descartado es
absolutamente cierto. Y eso es tú mismo.

Extraído de un diálogo - Barcelona (España), 30 de septiembre de 2012

"Yo soy la presencia consciente"

Rupert Spira: Sé consciente del espectro total de tu experiencia, y cuando hablo del
espectro total de tu experiencia me refiero a la mente, el cuerpo y el mundo, deja que
cada uno de ellos aparezca tal como es, instante tras instante.
Si miramos un poco más de cerca, ¿a qué nos referimos cuando decimos mente,
cuerpo y mundo? Por mente me refiero al pensamiento o la imagen presente. Sé
consciente del pensamiento o la imagen presente; no tiene importancia acerca de qué
sea este pensamiento o esta imagen.
No intentes cambiar o manipular tu experiencia en modo alguno, y si te das cuenta de
que estás intentando cambiarla o manipularla date cuenta que también eso es otro
pensamiento.

Si nuestros ojos están cerrados todo lo que conocemos del cuerpo es la sensación
presente. Dejadme explicar qué entiendo exactamente por la palabra sensación: Una
sensación sería el hormigueo de la planta de tus pies o detrás de los ojos; un dolor de
cabeza es una sensación, la sensación de hambre es una sensación. Permite que la
sensación presente o el conjunto de las sensaciones presentes aparezcan tal como
son.

Por mundo quiero decir: Visiones, texturas, sonidos, olores y gustos; esto es todo lo
que conocemos del mundo: Vistas, texturas, sonidos, olores y gustos.

Es importante decir que en este estadio lo que hacemos aquí es una exploración de
nuestra experiencia; no es una investigación filosófica, es una exploración
experimental. Comprueba todo lo que digo con tu experiencia, solo podemos saber si
algo es cierto o no contrastándolo con nuestra propia experiencia.

Permite que el espectro total de la experiencia aparezca tal como es, pensamientos e
imágenes, sensaciones corporales: Vistas, sonidos, gustos, texturas y olores.

En el futuro y para hacerle la tarea más fácil al traductor hablaremos de


pensamientos, sensaciones y percepciones. Los pensamientos: Eso es la mente. Las
sensaciones: Eso es el cuerpo. Y las percepciones: Eso es el mundo.

Ahora pon tu atención, por turnos, en cada una de ellas... Y hazte la pregunta: ¿Qué es
lo que conoce o es consciente de mis pensamientos, sensaciones y percepciones?

Cuando un pensamiento o imagen aparece es conocido o experimentado; cuando una


sensación corporal aparece es conocida, y de la misma manera ocurre con las
percepciones del mundo.

¿Qué es eso que conoce o es consciente de ello? No pienses acerca de esto; ve a


aquello, sea lo que sea, que es consciente de tu experiencia, y no digas: "No lo sé".

Sea lo que sea que conoce o es consciente de nuestra experiencia, eso es a lo que nos
referimos como "yo". Es obvio que soy yo el que conoce o es consciente de mis
pensamientos e imágenes, es obvio que soy yo el que siente las sensaciones
cosquilleantes y táctiles de la planta de mis pies, y es obvio que soy yo quien oye estas
palabras o ve estas imágenes.

¿Qué es eso a lo que nos referimos como "yo"? No contestes esta pregunta con una
palabra; ya sé que todos conocéis la respuesta correcta, contéstala en tu experiencia.
Ahora mismo estás experimentando la mente, el cuerpo y el mundo: Pensamientos,
sensaciones y percepciones. ¿Con qué?
Los pensamientos y las imágenes están continuamente apareciendo y desapareciendo;
pero aquello, que sea que los conoce o que es consciente de ellos, no está
apareciendo y desapareciendo con ellos.

Las sensaciones corporales están siempre apareciendo y desapareciendo, moviéndose


y cambiando, pero aquello que es consciente o las conoce no aparece ni desaparece,
no se mueve ni cambia con ellas; comprueba con tu experiencia todo lo que aquí se
dice.

Y el mundo que son visiones, sonidos, texturas, sabores y olores, siempre está
apareciendo, desarrollándose y desapareciendo, pero aquello que conoce el mundo ni
aparece ni se desarrolla ni desaparece con él.

Todo pensamiento sensación o percepción que hayamos tenido ha desaparecido;


incluso desde que nos hemos sentado aquí numerosos pensamientos, sensaciones y
percepciones han aparecido y desaparecido.

Nada de lo que seamos conscientes ha permanecido, pero hay un elemento de


nuestra experiencia que no cambia, no aparece, se mueve o desaparece y es el
conocer de ello. Los pensamientos, sensaciones y percepciones están continuamente
desapareciendo pero tú, yo, aquél o aquello que es consciente de ellos, nunca ha
aparecido o desaparecido en tu vida.

En tu propia experiencia jamás hubo un momento en el que tú no estuvieras presente.


Eres el testigo de los pensamientos, sensaciones y percepciones que aparecen,
cambian y desaparecen, pero nunca te has experimentado a ti mismo —aquél que es
consciente de tu experiencia— apareciendo y desapareciendo. Todo aquello de lo que
podemos ser conscientes puede ser separado de nosotros, se nos puede quitar,
retirar.

¿Cuál es el único elemento en tu experiencia que ha permanecido contigo a través de


toda tu vida? No digas: "No lo sé"; lo conoces más íntimamente que cualquier otra
cosa que puedas conocer. Se conoce él mismo más íntimamente de lo que pueda
conocer otra cosa. ¿Qué es esto?

Si os sugiero que volváis vuestra atención hacia el pensamiento, la sensación o la


percepción presentes, todos lo encontraréis muy fácil. Justo haz esto: Vuelve tu
atención hacia el pensamiento, la sensación o la percepción presentes.

¿Qué ocurrirá ahora si os sugiero que volváis vuestra atención hacia aquél o aquello
que conoce o es consciente de esto? Intenta hacer esto, intenta encontrar aquél que
es consciente de tu experiencia. ¿Hacia dónde giras tu atención para encontrar al que
conoce tu experiencia?

Es un poco como pedirle al sol que se gire y se ilumine a sí mismo, no puede hacerlo.
No necesita hacerlo; solo por ser él mismo, el sol se ilumina a sí mismo.
Ocurre lo mismo con nuestro ser, no podemos volver nuestra atención sobre sí misma
con el fin de conocerse en tanto que un objeto; cualquiera que sea la dirección en la
que giramos nuestra atención, todo lo que encontramos es un objeto, por objeto
quiero decir percepción, sensación o pensamiento.

Sé consciente de aquél que es consciente de tu experiencia. Permite que los


pensamientos, sensaciones y percepciones fluyan a través de ti, sin prestarles ninguna
atención en particular, sin involucrarte con ninguno de ellos en particular.

Tú eres consciente de los pensamientos, sensaciones y percepciones, pero no estás


hecho de un pensamiento, una sensación o una percepción. Estás hecho de puro
conocer y puro ser, eres el elemento conocedor que provee toda experiencia. Como la
pantalla que abarca la totalidad de la película, la pantalla no está hecha de ninguno de
los objetos que aparecen en la película. Tú no estás hecho de ninguno de los objetos:
de la mente, el cuerpo o el mundo. Tú eres como la pantalla vacía, abierta y
transparente sobre la cual o en la que aparecen todos estos objetos.

Sé conscientemente esta pantalla vacía y transparente de puro conocer. Permite que


toda experiencia de la mente, del cuerpo y del mundo fluyan a través de ti sin dejar
traza alguna; como una película que fluye a través de la pantalla sin dejar marca
alguna.

Eres como una pantalla consciente, una pantalla hecha de puro conocer —no es una
pantalla que es vista por alguien sentado en un sofá— la pantalla es consciente y está
contemplando la película que aparece en ella. No tiene nombre ni forma, es
transparente, vacía, abierta, pero todos los nombres y formas aparecen en ella; es
precisamente porque la pantalla no tiene color alguno que todos los colores pueden
aparecer en ella.

Tú eres esta pantalla abierta, vacía y transparente hecha de pura presencia


consciente. Ninguna aparición de la mente, el cuerpo y el mundo son posibles sin ti; de
la misma manera que no es posible ninguna imagen sin la pantalla. Pero es posible
para ti estar presente sin ninguna aparición de la mente, el cuerpo o el mundo; de la
misma manera que la pantalla puede estar presente sin imágenes.

La mente, el cuerpo y el mundo necesitan de ti, pero tú no los necesitas; la imagen en


la película necesita la pantalla pero la pantalla no necesita la película.

Comprueba que esto es cierto en tu experiencia: La mente, el cuerpo y el mundo están


siempre abandonándote, pero tú nunca te has dejado a ti mismo, nunca has dejado de
ser tú mismo. Es sólo un pensamiento que identifica esta pantalla consciente, abierta,
y vacía con un conjunto de apariencias llamadas mente y cuerpo.

En otras palabras, es un pensamiento que dice: "Yo, esta presencia consciente abierta,
vacía y transparente es idéntica a un conjunto de pensamientos, sensaciones y
percepciones". Es como decir que la pantalla es idéntica al árbol que aparece en la
película; es obvio que la pantalla no es idéntica a la imagen del árbol, la imagen del
árbol aparece y desaparece, la pantalla no la necesita, no es idéntica a ella.

De la misma manera tú, yo, esta abierta y vacía pantalla de consciencia no es idéntica
a la mente, o el cuerpo; es una creencia quien afirma esto. Con esta creencia una
entidad ilusoria vendría aparentemente a la existencia, una entidad que es en parte
presencia consciente y en parte mente-cuerpo.

La vida de la mayoría de la gente gira en torno a esa entidad ilusoria. De hecho, toda la
infelicidad y la miseria de nuestra vida proviene del olvidar o del pasar por alto
nuestra verdadera identidad de presencia consciente abierta y vacía.

La presencia consciente jamás se pasa por alto a sí misma, jamás deja de ser y
conocerse a sí misma. Es un pensamiento que surge en la consciencia y, que en sí
mismo esta hecho de presencia consciente, el que afirma que la presencia consciente
es idéntica al cuerpo-mente.

En otras palabras, la presencia consciente jamás conoce a la entidad separada ilusoria;


el yo separado es imaginado por el pensamiento que lo piensa y más tarde se
sustancia con nuestros sentimientos a nivel del cuerpo dando nacimiento, no sólo a la
creencia que soy una entidad separada sino, de manera más importante, también al
sentimiento de serlo.

La primera cosa que hacemos en nuestros encuentros es ir directamente a lo que


esencialmente somos: La presencia consciente abierta, vacía y transparente en la que
todas las experiencias aparecen y con la que son conocidas.

No invertimos mucho tiempo explorando la mente, el cuerpo y el mundo; es por ello


por lo que a veces a este enfoque se le llama la vía directa. Vamos directamente a
nuestra verdadera naturaleza, empezamos ahí, no acabamos ahí. Pasamos algún
tiempo explorando cuál es la naturaleza de esta presencia consciente que hemos
descubierto ser, y ésta es la segunda etapa.

La primera etapa es reconocer "Yo soy la presencia consciente". La segunda etapa es


explorar la naturaleza de esta presencia consciente. Y la tercera etapa consiste en
realinear la experiencia de la mente, el cuerpo y el mundo con esta comprensión.

Extraído de un diálogo - Barcelona (España), 15 de febrero de 2013

La Naturaleza de la Consciencia

Rupert Spira: En nuestros encuentros no se nos pide que creamos cualquier cosa, sin
embargo, hay algo sobre lo que tenemos que estar de acuerdo: ¿Cuál es el patrón que
vamos a utilizar para saber si algo es cierto o no? ¿Cómo vamos a juzgar si algo es
cierto? ¿Vamos a basarnos y a confiar en lo que nos ha dicho nuestra cultura, nuestros
maestros, nuestros padres?
Sugiero que no nos basemos en nada que no sea nuestra propia experiencia. Que, al
menos, suspendamos todo aquello que creemos ser cierto; no tenemos que negarlo
sino simplemente ponerlo en suspenso. Todo lo que hemos adquirido de nuestra
cultura acerca de lo que somos, lo que es el cuerpo, la mente, el mundo. Poned todo
ese conocimiento a un lado, y pongámonos de acuerdo en utilizar tan sólo nuestra
propia experiencia como medida o patrón de lo que es real.

Reflexiona un poco acerca de esto. Si algo no es nuestra experiencia, ¿cómo podemos


pretender legítimamente que es verdadero? ¿Sobre qué base justificamos eso que
afirmamos? Si afirmamos que algo es cierto y, al mismo tiempo, que eso no es nuestra
experiencia, entonces, esa afirmación tiene que ser a la fuerza una creencia.

Empecemos con este simple acuerdo: Utilizamos nuestra experiencia presente para
dilucidar si algo es verdadero o real.

Hazte la pregunta: ¿Soy consciente de mis pensamientos? No es una pregunta trampa,


es una pregunta muy simple. Confío que en todos los casos la respuesta es "sí". El
pensamiento aparece, transcurre y desaparece, somos conscientes de él. ¿Cómo
podemos estar seguros que somos conscientes de él? Es obvio, es nuestra experiencia.
El pensamiento desaparece, pero yo, aquél que es consciente de él, permanezco.

Frotad suavemente vuestras manos o vuestros pies para crear una nueva sensación. Y
hazte la pregunta: ¿Soy consciente de esta nueva sensación? La respuesta es
obviamente "sí". Ahora la sensación ha desaparecido, pero yo, aquél que es
consciente de ella, permanezco.

Tomemos una percepción del mundo; y ahora tendremos que esperar que el mundo
coopere con esta meditación... Escucha el sonido de la música en el fondo... ¡Oh! El
mundo está cooperando. Escucha el sonido del avión, es un sonido, ¿eres consciente
de ese sonido?... Ahora, el sonido ha desaparecido –perfecto por parte del mundo
pero yo, el que es consciente del sonido, permanezco.

Pensamientos, sensaciones y percepciones –mente, cuerpo, y mundo– aparecen y


desaparecen. Pero yo, aquél que es consciente de ellos, no aparezco ni desaparezco
con ellos. Yo permanezco presente a través de todas las experiencias.

Hazte ahora la pregunta: ¿Hay dos consciencias en mí? ¿Una que es consciente de la
otra? Por supuesto, no. Hay una sola consciencia con la cual somos conscientes de
nuestra experiencia. Si has seguido esta línea simple de cuestionamiento con tu
experiencia, entonces será claro para ti que esta consciencia que somos, la consciencia
con la que conocemos nuestra experiencia, es consciente de sí misma. Si no fuera
consciente de sí misma no sabríamos que somos conscientes.
Cuando hago la pregunta: ¿Eres consciente? Todo el mundo debe contestar "sí". Para
poder contestar "sí" tenemos que ir a la experiencia de ser consciente. Volvemos de
esa experiencia y contestamos: "Sí, soy consciente de ser consciente".

Yo, consciencia, soy consciente de mí misma. ¿No es éste el hecho más simple, obvio,
fundamental y claro de la experiencia? Esto no es una filosofía no-dualista
extraordinaria o mística. Cada uno de los siete mil millones de nosotros podríamos
haber seguido esta simple línea de razonamiento.

Éste es el primer paso. Yo soy la consciencia que conoce mi experiencia. Yo conozco, o


soy consciente de mis pensamientos, sensaciones y percepciones; pero yo, presencia
consciente, no estoy hecho de ninguno de ellos. Los pensamientos, sensaciones y
percepciones aparecen y desaparecen; pero yo, presencia consciente, no aparezco ni
desaparezco con ellos.

Ahora, el segundo paso. Una vez esclarecido, con certeza, que yo soy presencia
consciente y que es la consciencia que es consciente de la consciencia, hazte la
pregunta: ¿Cuál es la naturaleza de esta presencia consciente? ¿Cuáles son sus
cualidades, sus características? ¿Cómo vamos a encontrarlas? ¿Cómo vamos a saber
cuáles son sus características?

La respuesta a cómo vamos a encontrarlas es simple: Vamos a nuestra experiencia de


ser conscientes, lo cual es la experiencia simple de cada uno de nosotros, de todo el
mundo; y nos hacemos esta pregunta: ¿Qué es lo que puedo conocer con certeza
absoluta acerca de esta presencia consciente que yo soy?

El pensamiento hace la pregunta, pero preguntamos a la consciencia "qué sabe acerca


de sí misma". No preguntamos al pensamiento qué es lo que piensa acerca de la
naturaleza de la consciencia. Todos sabemos lo que el pensamiento tiene que decir
acerca de nuestra naturaleza. El pensamiento afirmará que la presencia consciente es
idéntica al cuerpo, nació en un momento determinado, en un cierto lugar, está
continuamente envejeciendo, cambiando, moviéndose, y un día desaparecerá o
morirá.

Pon todas estas creencias a un lado y ve a tu experiencia de ser consciente. Pregúntale


a la presencia consciente cuál es la experiencia que tiene de sí misma.

El pensamiento hace la pregunta pero no la responde; permite que la consciencia,


aquella que es consciente de si misma, sea quien responda. Después utilizaremos de
nuevo el pensamiento para formular, para expresar los resultados de este
experimento.

De nuevo, ahora, vuelve a la experiencia de ser consciente y hazte la pregunta: ¿Cuál


es la naturaleza de esta presencia consciente? ¿Qué es lo que puedo decir acerca de
ella que sea absolutamente cierto?
Ahora con mucha precaución y cuidado vamos a empezar a formular los resultados de
nuestro experimento, de nuestra experiencia. Lo primero que la presencia consciente
puede afirmar de sí misma es: "Estoy presente". O simplemente: "Yo soy". La segunda
cosa que podría decir de sí misma, si pudiera hablar, es: "Yo soy consciente". Esos son
los dos ingredientes esenciales de nuestro ser, ser y conocer. Yo soy, y el yo, que yo
soy, es consciente. "Sat" y "chit" en sánscrito.

¿Qué más sabe con absoluta certeza la presencia consciente de sí misma? Hazte la
pregunta, y esto quiere decir, hazle a la presencia consciente la pregunta. ¿Te has
experimentado a ti misma alguna vez apareciendo o desapareciendo?

Es obvio que experimentamos la aparición y desaparición de pensamientos,


sensaciones y percepciones. Pero, ¿qué hay en lo que respecta a nuestro ser, a
nuestra naturaleza? ¿Experimenta él su aparición y desaparición? Si somos claros,
honestos y simples tenemos que admitir que jamás hemos experimentado la aparición
o la desaparición de la consciencia. En otras palabras, en la experiencia que tiene la
presencia consciente de sí misma está eternamente presente.

Y una pregunta más. Pregúntale a la presencia consciente, pregúntate a ti mismo:


¿Encuentro alguna vez algún límite o frontera a mi propio ser? Es un poco como
preguntarle al espacio vacío si encuentra su propio límite. El espacio vacío debe
responder "no". En otras palabras, en la experiencia que tiene la consciencia de sí
misma no encuentra límites finitos; es ilimitada o infinita.

No he afirmado nada que no pueda ser verificado en nuestra y simple experiencia. Lo


que soy no está constituido por un pensamiento, sentimiento, sensación o percepción.
Estoy hecho de puro conocer y puro ser o presencia consciente, y esta presencia
consciente no se conoce a sí misma apareciendo y desapareciendo, de la misma
manera que no tiene un conocimiento de sí misma siendo limitada.

En otras palabras, la simple experiencia que tiene la presencia consciente de sí misma


es que es presente, consciente, eterna e infinita. Esta es la simple experiencia de todo
el mundo. No te estoy dando ningún conocimiento extraordinario o místico, eso es
algo que puede ser verificado por cada uno de los siete mil millones que somos.

Es el pensamiento quien pasa por alto el simple conocer de nuestro propio ser, su
conocerse a sí mismo, y superpone sobre nosotros, sobre nuestro ser, las cualidades
temporales y limitadas que pertenecen al cuerpo y la mente. Es el pensamiento el que
afirma: "Yo, la presencia consciente, comparto las propiedades, cualidades del cuerpo
y la mente". Con esta creencia, el pensamiento crea un ser limitado, temporal y
separado. Y es en nombre de esta ilusoria entidad separada que la mayoría de la gente
piensa, siente, percibe y actúa.

El yo separado está constituido del único y verdadero yo de la presencia consciente


con el añadido de la creencia de que es limitado y temporal. En otras palabras, es el
pensamiento el que superpone una creencia sobre la presencia consciente eterna e
ilimitada, y hace que parezca que es temporal y limitada.

Como una imagen que aparece en la pantalla parece limitar la pantalla, pero la
pantalla jamás está limitada por la imagen. De la misma manera la presencia
consciente jamás está limitada por los pensamientos que se proyectan sobre ella. No
obstante, es una ilusión muy convincente.

Este es el paso dos, la exploración de la naturaleza de la consciencia, y llegar a la


comprensión experiencial de que es eternamente presente e ilimitada.

El último paso es el realineamiento gradual de la manera como pensamos, sentimos,


percibimos, actuamos y nos relacionamos de acuerdo con esa nueva comprensión. Esa
última etapa es una etapa que dura para siempre.

Paso uno. El descubrimiento: Yo soy la presencia consciente.

Paso dos. El descubrimiento que, esa presencia consciente que yo soy, es


eternamente presente e ilimitada –es lo que tradicionalmente se llama despertar o
iluminación. No me gusta utilizar estas palabras porque suenan exóticas y no hay nada
de exótico en el simple reconocimiento de nuestro propio ser; es la experiencia más
simple y ordinaria que podamos tener y es accesible para cualquiera de los siete mil
millones que somos.

El último paso es el realineamiento de la mente, el cuerpo y el mundo con esa


comprensión.

Extraído de un diálogo - Barcelona (España), 16 de febrero de 2013

Nuestro ser esencial

Rupert Spira: Dejadme que os dé algunas noticias desalentadoras sobre la iluminación.


La iluminación no es ningún tipo particular de experiencia, no es una experiencia que
pueda encontrarse en la mente, el cuerpo o el mundo. Si estamos buscando la
iluminación en algún lugar o en algún momento, estamos entonces buscando en el
lugar equivocado.
Imaginad que os sugiriese que os levantéis y deis un paso hacia vosotros mismos. ¿En
qué dirección iríais? Cualquier dirección que adoptarais sería una dirección
equivocada pero, al mismo tiempo, cualquier paso que dierais no os alejaría de
vosotros mismos.

Si dijera: "Ve hacia la consciencia", "ve hacia aquello, sea lo que sea, que es consciente
de tu experiencia"... ¿Hacia dónde irías? ¿En qué dirección? Y, ¿quién sería el que
estaría yendo hacia esa dirección?
No pienses sobre esto, explora realmente tu experiencia. ¿Puedes dirigir tu atención a
eso, sea lo que sea, que es consciente de tu experiencia? ¿Puedes volver tu atención
sobre ella misma?

La atención es consciencia más un objeto. Cuando la atención cesa de ir hacia el


exterior, hacia los objetos de la mente, del cuerpo y del mundo, fluye de regreso hacia
sí misma y resplandece como pura presencia consciente.

Permite que tu presencia consciente descanse en sí misma, en tanto que sí misma, en


lugar de ir hacia el exterior, hacia un objeto de la mente, del cuerpo o del mundo.

Éstas son las dos únicas posibilidades para nuestra atención. Una es ir hacia el
exterior, hacia los pensamientos, sensaciones, sentimientos y percepciones. Y la otra
es volverse hacia su propia fuente y disolverse en pura presencia consciente.

Es por el hecho que estamos habituados a poner nuestra atención en los objetos de la
mente, del cuerpo y del mundo, que imaginamos que la iluminación es algún tipo de
súper-extraordinario objeto y nos ponemos a buscar esa experiencia extraordinaria.
De vez en cuando podemos encontrar experiencias extraordinarias pero, como todas
las experiencias, van a desaparecer y nos dejarán en el mismo estado de búsqueda y
en el mismo estado de infelicidad.

Más pronto o más tarde tendremos que tener la valentía y la claridad para ver que
aquello que realmente anhelamos en la vida no es ningún tipo de objeto: No es ni un
pensamiento, ni una sensación, ni un sentimiento, ni una percepción. Incluso el estado
más maravilloso de expansión de la mente no es más que otro tipo de objeto sutil. Si
estamos buscando algo en particular, estamos buscando en la dirección equivocada.

Pregúntate: ¿Qué es lo que hace el mirar? ¿Qué es eso que es consciente de todos los
objetos de la mente, del cuerpo y del mundo? ¿Qué es eso que es consciente de las
experiencias maravillosas y de las malas experiencias? ¿Qué es eso que es consciente
de todo?

Eso no es una experiencia. Eso es íntimamente uno con toda experiencia, pero en sí
mismo no es una experiencia; de la misma manera que la pantalla es íntimamente una
con todas las imágenes, pero no es en sí misma una imagen.

Ser conscientemente eso, es la cosa más fácil del mundo, no se requiere el más
mínimo esfuerzo para ser eso; de hecho, se necesitaría un esfuerzo del pensar y del
sentir para pretender ser otra cosa que eso.

Esto es exactamente lo que el yo separado es: La pretensión de ser otra cosa distinta
que la presencia de la consciencia.

Cada vez que el pensamiento afirma eso en una de sus excursiones al pasado o al
futuro pregúntale: ¿Dónde vas? y ¿Por qué? Casi siempre nos dará la misma
respuesta: "Estoy buscando un objeto que finalmente me haga feliz".
No intentes disciplinar este pensamiento que busca. Encuéntralo con tu comprensión;
la comprensión de que la paz imperecedera no puede ser hallada en un objeto
intermitente. Permite que ese pensamiento que busca, descanse en esa comprensión.

Aquello que es esencial en nosotros no puede ser retirado. Algo que es superfluo
puede ser retirado, y sólo aquello que no se nos puede quitar constituye nuestra
naturaleza esencial. Pregúntate: ¿Qué es eso?

Se pueden retirar los pensamientos. Cada vez que un pensamiento acaba, desaparece,
pero nosotros no dejamos de ser; entonces, obviamente, los pensamientos no son
esenciales en nosotros.

Lo mismo sucede con las sensaciones, las sensaciones corporales están continuamente
apareciendo y desapareciendo, y toda sensación que hayamos tenido ha
desaparecido; así que no pueden ser esenciales a nuestro ser.

Lo mismo ocurre con las percepciones; quiero decir, vistas, sonidos, texturas, gustos y
olores. Todas éstas están siempre yendo y viendo, siendo añadidas a nosotros y
después retiradas de nosotros.

Sucede lo mismo con las imágenes que aparecen en la pantalla y luego se retiran. La
imagen no es esencial a la pantalla.

Pregúntate: ¿Qué es esencial a mi ser, a mi yo? No contestes "no lo sé"; aquello que
sea que es esencial en ti jamás ha sido retirado de ti. Lo conoces más íntimamente que
cualquier otra cosa. ¿Qué es eso?... Cuando todo lo que puede ser retirado es
retirado, ¿qué es lo que permanece?

Pasar por alto este ser esencial y confundirse a sí mismo con una amalgama temporal
de sentimientos y pensamientos es locura y es la enfermedad que sufre la gran
mayoría de la humanidad.

Y, sin embargo, a lo largo de toda nuestra experiencia, nuestro propio ser está
permanentemente habitando en sí mismo y en tanto que sí mismo. No está escondido
o enterrado en el cuerpo-mente, sino resplandeciendo a plena vista en el corazón de
toda experiencia. Así como la pantalla no está escondida detrás de una imagen, sino
que está siempre resplandeciendo a plena vista, independientemente de la imagen.
Ve que tu naturaleza esencial jamás es oscurecida por experiencia alguna.

Nuestros pensamientos y sentimientos parecen limitar nuestro ser esencial, al igual


que las imágenes parecen limitar la pantalla en la que aparecen. De hecho, nuestro ser
esencial de presencia consciente jamás está limitado por ningún pensamiento ni
sentimiento; de la misma manera como ninguna imagen limita verdaderamente la
pantalla, no la limita ni tampoco la oculta.

Permanece con tu ser esencial, no te pierdas en los objetos de la mente, del cuerpo o
del mundo, no hay necesidad de cambiar o eliminar ninguno de estos objetos, deja
que sean tal como son y tú permanece exactamente tal como eres. No te pierdas en
un objeto.

Este ser esencial que somos es el único y verdadero refugio, es el único lugar en el que
es posible encontrar auténtica paz. Buscar paz en cualquier otro lugar, quiero decir en
la mente, el cuerpo o en el mundo, es algo equivocado. No es posible encontrar paz en
un objeto temporal y finito.

El simple conocer de tu propio ser es el conocerse de sí mismo; es la única morada


verdadera de la paz. Tu propio ser siempre está disponible en cualquier circunstancia,
jamás está un paso más allá de la experiencia presente, está justo en el corazón de
cualquier experiencia por difícil que sea. Tu ser, eternamente dichoso, siempre está
resplandeciendo.

Extraído de un diálogo - Barcelona (España), 16 de febrero de 2013

La meditación es lo que somos

Rupert Spira: Una manera de describir la meditación sería decir que es como dormirse
pero permaneciendo despierto. Por la noche cuando nos acostamos, simple y
gradualmente dejamos partir todo; dejamos que el mundo nos deje, dejamos que el
cuerpo nos deje y entramos en el estado de sueños que son simplemente
pensamientos e imágenes.
De hecho, no entramos en el estado de sueño sino que el mundo y el cuerpo nos
dejan, y tan sólo pensamientos e imágenes permanecen. El pensamiento
malinterpreta esto como el estado de sueño y, al cabo de un tiempo, los
pensamientos y las imágenes también nos dejan y tan sólo nuestro ser esencial
permanece.

Ésta es la esencia de la meditación: Permitir que todo lo que pueda partir se vaya,
abandonar todo lo que se puede abandonar —pensamientos, imágenes, percepciones,
sentimientos— y aquello que permanece es nuestro ser esencial. Todo aquello que
realmente hemos anhelado en nuestra vida reside verdaderamente allí. Así que,
ahora, duérmete mientras permaneces despierto.

Esto es lo que quería decir Ramana Maharsi cuando dijo "sé lo que eres". Sé,
conscientemente, esta presencia de consciencia abierta y vacía que es
inherentemente libre de pensamientos, sensaciones y percepciones.

No hay ninguna necesidad de deshacerse de los pensamientos, sensaciones y


percepciones; simplemente ve que no los necesitas. Ellos te necesitan a ti, pero tú no
los necesitas. La imagen necesita la pantalla, pero la pantalla no necesita la imagen.
El pensamiento nos dice que somos una entidad que pasa del estado de vigilia al
estado de sueño, y del estado de sueño al estado de sueño profundo. Esto no es
cierto; somos esta presencia consciente eternamente abierta y despierta que jamás
cesa de ser y de conocerse a sí misma.

De vez en cuando, toma la forma de pensamientos e imágenes y el pensamiento


etiqueta esto como el estado de sueños. De vez en cuando, toma la forma de
sensaciones y percepciones y el pensamiento etiqueta esto como el estado de vigilia.
En ningún momento la consciencia se mueve a través de los estados, sino que los
estados se mueven en la presencia consciente y no la presencia consciente en los
estados.

No nos despertamos en el mundo, es el mundo que despierta en nosotros. Es el


mundo que se duerme y desaparece durante la noche, mientras que nosotros
permanecemos eternamente despiertos; nosotros, yo, presencia consciente.

¿Por qué buscamos dormir por la noche? Porque existimos allí de manera pacífica y
feliz, sin pensamientos, sentimientos, sensaciones, ni percepciones. Cada noche
experimentamos el hecho de que existimos perfectamente bien sin la mente, el
cuerpo y el mundo.

No tenemos que dormirnos para experimentar esto. No tenemos que apagar la


película para darnos cuenta que la pantalla es inherentemente libre de las imágenes
que aparecen en ella. La pantalla es libre, aparezcan o no las imágenes en ella. No
necesitamos dormirnos para experimentar la inherente libertad de nuestro propio ser.
Nuestro propio ser está brillando y resplandeciendo en el corazón de la experiencia
veinticuatro horas al día siete días de la semana. Pensamientos, sentimientos,
sensaciones y percepciones fluyen a través de nosotros sin dejar traza alguna.

Nada puede realmente tocarnos, aunque nosotros tocamos íntimamente todas las
cosas. Nada puede verdaderamente dañar nuestro ser más profundo. Mantente en
contacto con tu ser esencial, no es difícil. Es como no perder de vista la pantalla
mientras dura la película. La pantalla no está escondida en algún lugar en la película,
sino que está resplandeciendo a plena vista.

De la misma manera, nuestro ser esencial no está escondido en el cuerpo o la mente,


sino que está justo en la superficie de toda experiencia, resplandeciendo a plena luz.

No pases por alto tu ser esencial. Permanece con él, haz de él tu morada en vez de
hacerla en pensamientos y sentimientos. Deja que pensamientos y sentimientos
habiten en ti, pero tú no habites en ellos.

Ved que cuando empezamos nuestro diálogo no hay nada que realmente cambie. No
es que acabe la meditación y empiece la conversación, la verdadera meditación es ser
conscientemente la presencia de la consciencia y somos siempre esa presencia de la
consciencia. En otras palabras, la meditación es lo que somos, no algo que hacemos.
Puede haber meditación con diálogo o meditación sin diálogo; puede haber pantalla
con imagen o sin imagen. Para la pantalla no hay diferencia alguna en que haya
imagen o no. En nuestro caso, el único propósito de la imagen es apuntar hacia la
pantalla, de la misma manera que el único propósito de nuestro diálogo es apuntar
hacia nuestra naturaleza esencial; y después realinear la mente, el cuerpo y el mundo
con nuestro ser esencial.

Tan sólo es un ser separado el que entra y sale de la meditación. De la misma manera
es sólo desde el punto de vista del ser separado que entramos y salimos de los tres
estados: Vigilia, sueños y sueño profundo. Desde el punto de vista de la consciencia,
que es el único punto de vista real, ni entramos ni salimos de la meditación y ni
entramos ni salimos de los tres estados: Vigilia, sueños y sueño profundo.

Extraído de un diálogo - Barcelona (España), 17 de febrero de 2013

Encuentro con Rupert Spira

Rupert Spira: ¿Qué es lo que queremos decir cuando decimos "yo"?

A las siete y media, un viernes por la tarde, muchos de nosotros habremos pensado la
palabra yo miles de veces. ¿A qué nos estamos refiriendo exactamente?, ¿qué es lo
que sabemos acerca de nosotros, de nuestro yo, con certeza absoluta? La mayoría de
nosotros pensamos, sentimos, actuamos y nos relacionamos en nombre de este yo,
todo el día. ¿Qué es, entonces, este yo? Y ¿cómo vamos a saber de él?, ¿leyendo
libros?, ¿escuchando lo que otros nos dicen acerca de él?, ¿asistiendo a encuentros
advaita? Ninguna de estas cosas nos dará conocimiento certero acerca de lo que yo
soy. Lo único que puede darnos conocimiento cierto acerca de nosotros, es nuestra
propia experiencia íntima.

¿Qué es lo que podemos decir con certeza absoluta acerca de nuestro yo? La primera
cosa que podemos decir es que estoy presente. Puede que no estemos seguros de lo
que somos, pero tenemos certeza absoluta de que sea lo que sea lo que somos,
estamos presentes ahora, somos. En otras palabras, tenemos la certeza de "yo soy".
¿Por qué tenemos certeza de esto? Porque lo sabemos. ¿Quién es aquel que sabe que
estoy presente? ¿Quién es el que afirma: "yo soy"? Es obvio que soy yo. Así que ese yo
que "yo soy", no está tan sólo presente, sino que también es consciente, "yo soy"; y el
yo que soy es consciente de que "yo soy". Este es el conocimiento más obvio, más
ordinario y más simple que todo el mundo tiene acerca de sí mismo, de su yo. Y por el
hecho de que este yo está al mismo tiempo presente y consciente, a veces nos
referimos a él como consciencia, presencia consciente.
No hablo español, así que no sé cual sería el término para la palabra "awareness" en
español, pero en inglés es una palabra que está compuesta por dos partes: por un lado
"aware", y por otro "ness". La partícula "ness" quiere decir simplemente "la presencia
de". Y entonces "awereness" es la presencia de aquello que es consciente. Presencia
consciente. Yo.
Entonces, a parte de nuestro propio ser, ¿de qué más somos conscientes? De
pensamientos, sensaciones y percepciones. Empecemos, por ejemplo, con los
pensamientos.

Para la mayor parte de nosotros habrá presente ahora un pensamiento o un tren de


pensamientos. Dejad que vuestros pensamientos hagan aquello que quieran hacer.
Puede que estéis pensando: "¿dónde podríamos ir a cenar tras este encuentro?" O
"qué bien estar aquí en Barcelona". Lo que sea. Y tú, vosotros, yo, consciencia
presente, es consciente de este pensamiento. El pensamiento aparece, somos
conscientes de él, y el pensamiento desaparece. Pero tú, el yo, la presencia
consciente, no desaparece cuando desaparece el pensamiento. Por lo cual, la
presencia consciente no puede estar hecha de pensamientos. Los pensamientos van y
vienen pero la presencia consciente permanece. Simplemente permanece abierta,
presente y consciente.

¿Qué es lo que ocurre con las sensaciones? Por ejemplo, la sensación hormigueante,
cosquilleante de la planta de vuestros pies o, por ejemplo, si frotáis vuestras manos,
va a haber una sensación que va a ser creada y vosotros, yo, la presencia consciente,
sois conscientes de esta sensación. La sensación aparece y desaparece, pero yo no
aparezco o desaparezco con ella. Yo permanezco eternamente presente. Entonces es
obvio que yo no estoy hecho, constituido de sensaciones.

Y, ¿qué es lo que ocurre con las percepciones? Por percepciones, me refiero a la


visión, a los sonidos, a los sabores, a las texturas y aromas. En otras palabras, los cinco
sentidos. Estas percepciones van y vienen. Por ejemplo, la vista, la visión de esta
habitación, el sonido del tráfico, el olor de la fragancia, el gusto de una taza de té.
Todas estas percepciones van y vienen. Pero "yo soy" el que permanece eternamente
presente y consciente de ellas, de esas percepciones.

Así que si hemos seguido directamente, y no de una manera intelectual, este simple
experimento con nuestra experiencia va a devenir obvio que lo que soy no está hecho
de un pensamiento, ni de una sensación, ni de una percepción. En otras palabras yo
no estoy hecho de una mente o un cuerpo. Yo estoy simplemente hecho de presencia
y de conocimiento o consciencia.

¿Qué más podríamos decir de nosotros mismos basándonos exclusivamente en


nuestra experiencia?

Dirige, vuelve tu atención ahora hacia el pensamiento que esté presente. Es muy fácil.
Dirige ahora tu atención, por ejemplo, a la sensación presente, la sensación
hormigueante de la suela de tus pies. De nuevo es muy fácil. Ahora, por ejemplo,
vuelve tu atención hacia la percepción presente, por ejemplo, el sonido del tráfico. De
nuevo es muy fácil. En otras palabras, es fácil el dirigir la atención a la mente, el
cuerpo o el mundo. Ahora dirige tu atención hacia ti mismo; el que es consciente de la
mente, el cuerpo y el mundo. ¿Adónde la diriges? ¿En qué dirección apuntas? ¿Hacia
dónde miras? No pienses acerca de esto, hazlo, inténtalo realmente. ¿Dónde está
aquél que escucha las campanas? Sabemos que está presente y consciente. Pero en
cualquier dirección a la que apuntemos para buscarlo o mirarlo, va a ser una dirección
equivocada. Así que nos giramos y miramos hacia otro lado, y sigue siendo una
dirección equivocada. Y es porque toda dirección es siempre hacia algún tipo de
objeto; siempre hacia un pensamiento, un sentimiento, una sensación o una
percepción.
Así que aunque tengo certeza absoluta de que estoy presente y soy consciente,
cuando intentamos encontrar esa presencia nos damos cuenta que no puede ser
hallada en tanto que un objeto. ¿Cómo sabemos entonces que esa presencia es
limitada? Sólo un objeto podría tener límites. ¿Cómo sabemos que está localizada en
algún lugar? Sólo un objeto podría estar localizado en el tiempo y el espacio. ¿Qué es
lo que nos hace pensar que yo aparezco y desaparezco? Sólo un objeto puede
aparecer y desaparecer. ¿Cómo puedo saber que nací y que voy a morir? Sólo un
objeto puede nacer y puede morir. ¿Cómo algo que no sea un objeto, podría ser
masculino o femenino? ¿Cómo podría tener edad o peso o densidad?

¿Veis?, sobre el simple conocer de nuestro Ser el pensamiento ha superpuesto


numerosas creencias y ha hecho que aquello que es verdaderamente ilimitado, sin
límite, parezca como limitado. La consciencia, la presencia consciente, de hecho,
jamás está limitada por ese pensamiento. Simplemente parece que está limitada. Y
como resultado de este pensamiento la presencia consciente parece contraerse desde
su estatus, su naturaleza abierta e ilimitada. Y como resultado parece devenir una
entidad limitada y separada, localizada en, y en tanto que cuerpo-mente. Y así es
como nace el "ego" o el "yo" imaginario separado. Este yo imaginario separado es de
hecho un racimo, una amalgama de pensamientos y de sentimientos que aparece en
el único Ser de la presencia consciente. En ningún punto realmente devenimos, nos
convertimos en un yo separado y limitado. Simplemente parece que nos convertimos
en eso. Y en nombre y desde ese yo imaginario la mayoría de nosotros pensamos,
sentimos, actuamos y nos relacionamos.

Así que en los encuentros que vamos a tener juntos este fin de semana, vamos a
regresar una y otra vez, a aquello que verdaderamente somos. Y nos
acostumbraremos a permanecer, morar conscientemente en tanto que esa presencia
consciente. Y a empezar a vivir y a sentir en nuestra experiencia real, las cualidades
que son inherentes a nuestro Ser. Por ejemplo, pregúntate: ¿puedo yo, la presencia
consciente, ser molestado de alguna manera alguna vez?, ¿cómo algo que no tiene
cualidades objetivas puede ser molestado, perturbado? ¿Cómo podría, por ejemplo, el
espacio vacío de esta habitación ser perturbado? Si, por ejemplo, se nos ocurriera
levantarnos y empezar a cantar y a bailar, ¿se agitaría, en ese caso, el espacio?, ¿es
posible agitar el espacio vacío de esta habitación? La presencia consciente podría ser
comparada a un espacio abierto y vacío. Es una metáfora y no es precisa, nada de lo
que digamos aquí es completamente preciso. Normalmente espero hasta el final de
nuestro encuentro del fin de semana para decir esto; pero esta imagen del espacio
vacío evoca una cualidad de la presencia consciente. La consciencia es abierta, vacía;
recibe toda cosa en su seno sin elección, preferencia o juicio. A la consciencia no le
importa si la mente está agitada o en paz. A la consciencia no le importa la condición
del cuerpo o del mundo, sino que dice sí, un sí incondicional a toda aparición, y no
puede ser agitada.

Cuando digo que la consciencia no puede ser agitada, perturbada, estoy diciendo: "tú,
vosotros, yo, no puede ser perturbado o agitado". Entonces la paz, es otro nombre
para ti, para vosotros. No estoy diciendo que seáis pacíficos, que estéis en paz,
tranquilos, sino que eres la paz misma. La paz imperturbable en toda condición. Y nos
demos cuenta de ello o no, esa es nuestra condición eternamente presente. Los
pensamientos pueden estar agitados, el cuerpo puede estar agitado, el mundo puede
estar agitado, pero aquello que es consciente de ellos, no está nunca agitado. Nunca
puede estar agitado. De la misma manera que el espacio vacío no puede resistirse a lo
que aparece en él, la presencia consciente no puede resistirse al ahora. Tú, yo, la
presencia consciente, está absolutamente feliz con lo que aparece en el momento,
instante tras instante. Un ser imaginario hecho de pensamientos y de sentimientos
podría decir: "no me gusta lo que aparece ahora, la aparición presente, voy a buscar
una alternativa en el futuro o en el pasado". Pero la presencia jamás dice eso. La
presencia consciente es un "sí" vacío y vasto a lo que aparece en el momento, al
ahora.

Así que estas son las dos posibilidades esenciales en la vida. Ser en consciencia,
conscientemente esta presencia consciente abierta y vacía, en la que no hay el más
mínimo motivo para resistir al ahora y buscar una alternativa. O tomar una posición en
tanto que un yo imaginario, un yo, constituido, hecho de pensamiento, sentimiento,
siempre negociando con lo que aparece en el momento: "me gusta esta parte pero
esta no; me gustaría agarrarme a esto pero me quiero deshacer de eso otro".

Si asumimos esa posición como un yo imaginario y separado, entonces la paz y la


felicidad siempre parecerán ser el resultado de las circunstancias. Y vamos a pasar
nuestras vidas, buscando la paz en situaciones, la felicidad en objetos y el amor en las
relaciones. Pero si tomamos nuestra posición como consciencia, como consciencia
presencia, entonces esas cualidades de la paz, la felicidad y el amor serán realizadas y
se sentirán como nuestra naturaleza propia y esencial, presente en cualquier
circunstancia.
Eso no quiere decir que no disfrutaremos de las situaciones, de los objetos y de las
relaciones, pero lo que quiere decir es que no nos aproximaremos a ellos como la
fuente de la felicidad. Y el mundo será liberado de esa demanda de que nos produzca
paz y felicidad, de esa exigencia. Y nuestros amigos serán liberados de esa exigencia
de producirnos amor. Y liberados de esta imposible exigencia entonces nuestras
actividades en el mundo y nuestras relaciones florecerán.

Extraído de un diálogo - Barcelona (España), 24 de febrero de 2012

Encuentro con Rupert Spira

Rupert Spira: ¿De qué manera, cómo es posible que seamos conscientes, que
conozcamos nuestra experiencia? Por experiencia me refiero a pensamientos, ideas,
sentimientos, sensaciones corporales, vistas, texturas, sonidos, olores, sabores...
¿Cómo es, de qué manera somos conscientes de todo esto? Ahora mismo la mayoría
de nosotros tenemos pensamientos, ¿qué es eso que es consciente o que conoce esos
pensamientos? Todos estamos experimentando sensaciones corporales; por ejemplo
la sensación cosquilleante en tus manos o en tus pies. ¿Qué es eso que es consciente o
que conoce la sensación cosquilleante? Todos estamos oyendo estas palabras o
estamos viendo esta habitación —si nuestros ojos están abiertos—, sentimos la
temperatura del aire en nuestra piel... ¿Qué es eso que es consciente o que conoce
esas sensaciones y esas percepciones?
Sea lo que sea es aquello a lo que nos referimos cuando decimos yo. Este yo que es
consciente de mis pensamientos y de mis sentimientos. Este yo que es consciente de
la sensación cosquilleante de mis manos o de mi cara. Este yo que es consciente de
esos sonidos, vistas, de las sensaciones táctiles... ¿Qué es este yo? ¿Cuál es su
naturaleza?

Todo lo que podemos decir acerca de él está basado en nuestra experiencia íntima y
directa. Nuestra cultura nos ha dicho muchas cosas acerca de ese yo, acerca de
nosotros mismos; pero si dejamos a un lado todas esas ideas que nuestra cultura nos
ha dado acerca de nosotros, de nuestro ser mismo y vamos directamente a nuestra
propia e íntima experiencia, ¿qué es lo que podemos saber con certeza acerca de
nosotros mismos? Toda nuestra vida gira en torno a este yo; así que estaría bien saber
al servicio de quién está nuestra vida entera.

Sea lo que sea lo que yo soy, no estoy hecho de pensamientos. Es muy fácil comprobar
esto. Tan sólo en los minutos que llevamos aquí decenas de pensamientos han
aparecido y desaparecido; pero yo, aquel que es consciente de todos esos
pensamientos, no aparezco o desaparezco con ellos. El yo permanece presente
mientras que los pensamientos van y vienen y, por lo tanto, no puedo estar hecho de
un pensamiento. Lo mismo con las percepciones y sensaciones que llamo mi cuerpo,
todas aparecen y desaparecen. Puede que tengamos una idea de un cuerpo
permanente, pero todo lo que realmente experimentamos de ese llamado “cuerpo
permanente” tan sólo son sensaciones y percepciones impermanentes. En otras
palabras, el cuerpo que actualmente experimentamos, el único cuerpo que
verdaderamente conocemos, está siempre apareciendo y desapareciendo pero, yo,
aquel que es consciente de esas sensaciones y percepciones impermanentes no
aparezco ni desaparezco con ellas; yo permanezco presente. Las sensaciones y
percepciones aparecen y desaparecen y, por lo tanto, yo no puedo estar hecho de una
percepción o de una sensación. Algo que está siempre presente en nuestra
experiencia real no puede estar hecho de algo que es intermitente.

Así que, ¿de qué estoy hecho? ¿Cuál es mi naturaleza real? No digas “no lo sé”. Tú te
conoces a ti mismo más íntimamente de lo que puedas conocer cualquier cosa. Ahora
tan sólo refiérete a tu experiencia íntima y directa. Intenta encontrar en ti mismo a
qué se refiere la palabra yo. Y si intentáramos decir algo cierto acerca de nuestro ser,
de nuestro yo, no algo que creamos que es cierto, no algo que se nos ha dicho que es
cierto, sino aquello que conocemos ser absolutamente cierto por experiencia directa,
¿qué diríamos entonces? Intenta pensar un pensamiento que sea cierto acerca de ti
mismo. Felizmente ya te has dado cuenta de que no puedes estar hecho de un
pensamiento, de una percepción o de una sensación; intenta tener un pensamiento
que sea cierto acerca de ti mismo.

Observa que casi todo lo que el pensamiento pueda decir acerca de nosotros no se
refiere, de hecho, a nosotros ni nos describe; sino que describe los pensamientos, los
sentimientos y las percepciones de los que somos conscientes. Entonces, como
consecuencia de ello, dice cosas como: yo soy un hombre, soy una mujer, yo soy
inteligente, yo no soy inteligente, soy español, soy francés, soy alto, soy bajo, soy
viejo, soy joven... Pero todos estos pensamientos se refieren a sentimientos,
sensaciones, percepciones o ideas. En otras palabras, tan sólo describen lo que son la
mente y el cuerpo o al menos lo que parecen ser, pero no nos dicen nada acerca de
nosotros mismos, no nos dicen nada acerca de yo: aquel que es consciente de todo
eso. Así que deja todos esos pensamientos a un lado y vuelve a la experiencia de ti
mismo, la cosa más íntima que conocemos y que obviamente no es una cosa. Aquello
que ha estado contigo durante toda tu vida y, pregúntate otra vez: ¿qué puedo decir
con absoluta certeza de mí mismo?

Lo primero que sabemos con certeza absoluta es que sea lo que yo sea, soy; en otras
palabras, estoy presente. El ser es inherente en mí y este yo no solamente está
presente, sino que también es consciente. No estoy diciendo algo que sea muy místico
o extraordinario; de hecho, lo que estoy diciendo es más simple y ordinario que decir
que dos más dos son cuatro. De hecho nos lo deberían haber dicho en la escuela antes
de decirnos que dos más dos son cuatro, que mi esencia natural es simplemente de
ser, y de ser consciente. Yo soy, y el yo que yo soy es consciente de que yo soy.
Intenta girar tu atención hacia ti mismo. Intenta girar tu atención hacia este ser simple
y consciente. No vuelvas tu atención hacia un pensamiento, un sentimiento, una
percepción o una sensación. Es muy fácil hacerlo, todos sabemos cómo girar nuestra
atención hacia alguno de esos elementos. Así que, si por ejemplo os pido girar vuestra
atención hacia el sonido del bebé que balbucea (nota: un bebé balbucea en la sala) o
si os pido volver vuestra atención a la sensación cosquilleante de las plantas de tus
pies, todos sabemos exactamente hacia dónde girar nuestra atención; vamos directos
a la dirección correcta. Pero cuando intentamos girar la atención hacia aquello que es
consciente de todo eso, sea lo que sea, ¿en qué dirección nos giramos? Intenta girarte
hacia esa dirección, no pienses en ello sino que intenta hacerlo en tu experiencia. No
se trata de teoría no-dualista, sino que se trata de la naturaleza real de nuestra
experiencia. Intenta volver tu atención hacia aquello que es consciente de tu
experiencia.

Una cosa muy interesante ocurre cuando intentamos hacer esto. Sabemos con
absoluta certeza que yo soy, que somos, y que ese yo no sólo está presente sino que
también es consciente. Pero cuando intentamos encontrar este yo no sólo jamás lo
encontramos en tanto que un tipo de objeto, sino que tampoco sabemos hacia qué
dirección tenemos que girarnos. Cualquier dirección parece incorrecta. Es como
intentar ver el espacio vacío, allí donde miremos no lo encontramos y al mismo
tiempo jamás podemos escaparnos de él. Jamás podemos encontrar esa presencia
consciente y, al mismo tiempo, jamás cesamos de serla. Pensamientos, sentimientos,
sensaciones y percepciones cesan, pero el yo jamás cesa.

Ahora intenta agitarte a ti mismo. ¿Puedes agitar aquel que es consciente de tu


experiencia? Es muy fácil agitar los pensamientos, las percepciones, los sentimientos,
las sensaciones, todos sabemos cómo es eso; pero... ¿qué hay acerca de ti mismo?
Cunando tus pensamientos o sentimientos se agitan, tú, aquel que es consciente de
los pensamientos y sentimientos, ¿compartes su agitación? Refiérete solamente a tu
experiencia real de este momento. Experimenta con tu experiencia. Permite que tus
pensamientos y sentimientos se agiten y comprueba por ti mismo si tú, aquel que es
consciente de ellos, se agita con ellos.

Descubre así, en tu propia experiencia, que eres imperturbable como el espacio vacío
que independientemente de lo que sucede en él no pude ser alterado, no puede ser
agitado. No tenemos que hacer que esto suceda, no tenemos que aquietar o que
silenciar la mente. Esté la mente agitada o no, tú, yo, aquel que es consciente de la
mente, siempre permanece abierto y, como el espacio vacío, imperturbable,
indestructible, pura apertura, pura disponibilidad, pura receptividad, sensibilidad;
vacío en el sentido de que no está constituido de ningún tipo de objeto, pero pleno o
lleno de ser, de conocer y de consciencia.

Cuando buscamos paz, realmente no buscamos una mente o un cuerpo pacífico, sino
que lo que buscamos es la paz indestructible, imperturbable y siempre presente de
nuestra verdadera naturaleza, y que ha sido temporalmente olvidada y velada al
identificarnos a nosotros mismos con una amalgama de sentimientos o pensamientos.
Cuando pasamos por alto este simple conocer de nuestro propio ser —su conocer de
sí mismo— y en su lugar nos confundimos o nos tomamos por un conjunto de
pensamientos y de sentimientos.

No te confundas a ti mismo con un conjunto de apariencias temporales. Sé


conscientemente esta presencia abierta, vacía y consciente que no conoce resistencias
en el seno de sí misma, que jamás intenta remplazar lo que está presente con algo que
no está presente, que siempre está totalmente de acuerdo con el ahora tal y como se
presenta, y que entonces así es paz o felicidad en sí misma. Simplemente ve que eso
es lo que eres y toma tu posición en tanto que eso.

La metáfora que a veces se utiliza para esta etapa de la comprensión es considerarse a


uno mismo como un cielo vasto, inmenso y sin límites; y los pensamientos,
percepciones, sentimientos y sensaciones son como nubes que aparecen, fluyen y
desaparecen en este espacio. Tú eres ese espacio de consciencia sin límites y abierto
en el cual pensamientos, percepciones, sentimientos y sensaciones aparecen, a través
del cual fluyen y en el cual desaparecen. No te confundas a ti mismo con una de las
nubes. Tú eres el cielo, el espacio, el trasfondo, el soporte de las nubes.

Esta comprensión es sólo una etapa intermedia a mitad de camino que nos permite
ver y sentir que nuestra naturaleza esencial no está hecha del cuerpo o de la mente,
sino que está hecha de puro ser, puro conocer, pura consciencia. E incluso más, ha
establecido que aquello que yo soy no comparte las limitaciones ni el destino del
cuerpo y de la mente.

Y habiendo retirado la consciencia de los objetos —del cuerpo, mente y mundo—


vamos ahora a ver esto a la luz de nuestra nueva comprensión. Ve primero de todo
que todo aquello que conocemos acerca del cuerpo, la mente y el mundo es tan sólo
la experiencia de sentir, percibir y pensar. No me sigas con tus pensamientos, sígueme
con tu experiencia actual. Examina ahora tu experiencia total, no solamente tu
experiencia presente, sino también la que recuerdas o que imaginas, y pregúntate:
¿encuentro alguna otra cosa que no sea pensar, sentir o percibir? Por percibir me
refiero a los cinco sentidos: vista, gusto, oído, olfato y tacto. Intenta tan sólo entrar en
contacto con algo que no sea pensar, sentir o percibir.

Ve, de esta manera, que de hecho jamás encontramos el cuerpo, la mente y el mundo
de la manera en que son concebidos normalmente; esto es, como objetos separados
cada uno con su existencia independiente. Lo único que encontramos es pensar, sentir
y percibir. Tenemos una idea de un cuerpo, de una mente o de un mundo que existen
independientemente pero que nadie ha encontrado jamás. Todo lo que encontramos
es pensar, sentir y percibir. Y si vamos profundamente al pensar, sentir y percibir,
entonces encontramos que lo único que conocemos es el conocer de ello, del pensar,
del sentir y del percibir. Pregúntate: ¿entro en contacto alguna vez con algo que no
sea el conocer de mi experiencia?

La única sustancia presente en la experiencia del pensar, sentir y percibir es el conocer


de ellos y este conocer eres tú mismo: presencia pura y vacía. En otras palabras, la
consciencia jamás entra en contacto con otra cosa que no sea sí misma. El
experimentar sólo experimenta el experimentar, el conocer sólo conoce al conocer, la
consciencia sólo es consciente de la consciencia.

Aquí la metáfora del cielo vacío y las nubes que flotan en él no sería aplicable, porque
estaríamos todavía en dualidad, no la dualidad convencional de “yo, cuerpo-mente,
conozco el mundo”, sino una especie de dualidad espiritual en la que “yo, en tanto
que consciencia, conozco los objetos del cuerpo, mente y mundo”. Así que no
podemos seguir aplicando esta metáfora. En su lugar podemos utilizar la metáfora de
la pantalla y la imagen. De hecho, no existe tal cosa como una pantalla y una imagen,
no hay ya dos cosas: pantalla e imagen / consciencia y sus objetos; hay tan sólo una
sustancia sin límites e íntima. Tan sólo pantalla que, en ocasiones, parece tomar la
forma de un e-mail, una imagen o un documento. De la misma manera la consciencia
parece tomar la forma de un pensamiento, percepción o sensación y como resultado
parece convertirse en una mente, un cuerpo o el mundo. Pero de la misma manera en
que la pantalla jamás se convierte en un objeto independiente como un e-mail, un
documento o una imagen, la consciencia jamás se convierte en otra cosa diferente a
ella misma; verdaderamente nunca conoce otra cosa que no sea sí misma.

Es sólo desde el punto de vista de uno de los personajes en la película que hay
personajes en la película. Desde el punto de vista de la pantalla, que es el único punto
de vista, tan sólo hay pantalla, tan sólo ella misma, nunca conoce otra cosa que no sea
ella misma. Es tan sólo un sujeto separado de la película que parece conocer a otro
sujeto separado. En otras palabras, el yo interno separado y el mundo externo
separando surgen al mismo tiempo. Es tan sólo un sujeto separado que parece
conocer un objeto separado. Pero para la consciencia, aquello que verdaderamente
conoce, jamás conoce nada que esté separado. Y esta absoluta ausencia de separación
u otredad se conoce como la experiencia del amor; en otras palabras, verdadero
conocimiento y amor son idénticos.

Así que estas son las tres posibilidades que se nos abren a nosotros en la vida:

La primera es tomarse a sí mismo como un cuerpo y una mente separados y limitados,


nacidos en un lugar y en un tiempo concreto y determinado, moviéndose,
evolucionando, envejeciendo y destinados a morir. Esa es la primera posibilidad, la
posibilidad convencional.

La segunda posibilidad es la de conocerse como el espacio vacío de consciencia en el


que el cuerpo, la mente y el mundo aparecen, evolucionan y desaparecen. Conocerse
a sí mismo como el testigo trascendental de toda experiencia.
La tercera posibilidad es la que toda distinción entre la consciencia que es testigo y los
objetos del cuerpo, mente y mundo que son observados ha desaparecido.

Lo que permanece tras esta disolución entre el sujeto y el objeto no puede ser
nombrado porque toda palabra hace referencia a algún tipo de distinción, algún tipo
de opuesto: la consciencia como opuesta a los objetos, el calor opuesto al frío. Pero
cuando todas estas realidades se han disuelto, lo que permanece no puede ser
nombrado y al mismo tiempo es todo lo que puede ser conocido y experimentado.

Extraído de un diálogo - Barcelona (España), 28 de septiembre de 2012

Es Lo Que Yo Soy
¿Es posible penetrar este misterio?

Pregunta: Cuando era un niño, estando en la cama antes de dormir solía pensar que:
"¿cómo es posible que el universo haya llegado a existir? Si existe algo, otra cosa es la
causa originaria". Yendo hacia atrás, siempre llegaba (y todavía llego ahora) a una
conclusión: "Algo existe siempre. Pero esto es imposible para mi lógica... así que nada
existe". Muchas veces sentía, por un instante, un vacío repentino al concluir que no
existe nada. Pero luego me daba cuenta de que yo estaba ahí, pensando y consciente,
¡así que yo existía! Mi lógica dice que nada existe y nunca ha existido, pero estoy aquí
escribiendo esto.
Esta contradicción ha abierto mi mente a cualquier posibilidad. Si no puedo entender
cómo es posible que algo exista, entonces cualquier cosa puede ser posible, y la
Verdad (la realidad) puede ser cualquier cosa. Cuando descubrí años más tarde el
experimento de la doble rendija de Young y otras paradojas de la física cuántica, no
me sorprendió en absoluto. De hecho, todos los fenómenos son simples detalles, lo
que importa es la sustancia que está detrás de ellos.
Mi pregunta es: las enseñanzas no-duales resuenan con lo que acabo de contar.
Incluso la nada que es totalidad, al mismo tiempo parece como la paradoja de algo
incausado. ¿En tu constante apertura e iluminación "comprendes" (o cualquier
palabra que uses) esta paradoja? ¿Es posible penetrar este misterio?

Rupert: Gracias por tu hermosa pregunta que va al corazón del asunto.


Dices: "Cuando era un niño, estando en la cama antes de dormir solía pensar que:
¿cómo es posible que el universo haya llegado a existir?"
Examinemos en primer lugar este "universo" que se considera que ha llegado a existir.
Se considera normalmente que el "universo" es un todo infinitamente vasto que
nosotros, como entidades separadas que perciben, percibimos parcial e
intermitentemente.

Se considera que este "universo" ha existido antes de que cualquiera de estas


aparentes entidades que perciben estuviera presente para percibirlo. Es decir, se
considera que ha existido antes de que la percepción fuera posible, e incluso se
considera que aún existe cuando no se está percibiendo.
De hecho se considera que este "universo" ha dado nacimiento, en una cierta etapa
de su evolución, a la Consciencia con la que se conoce o percibe. Sin embargo, se cree
que existía antes del nacimiento de esta Consciencia. En otras palabras, se considera
que el "universo" existe antes e independientemente de la Consciencia.

Sin embargo, este universo que se concibe que haya existido antes de la Consciencia,
nunca ha sido experimentado. Las percepciones son experimentadas y posteriormente
el pensamiento entrelaza en la imaginación un número infinito de tales percepciones y
de ellas crea "el universo". Sin embargo, tal "universo" existe sólo en la imaginación.
Es una presunción.

Ahora veamos en primer lugar la validez de esta presunción fundamental. ¿Qué


evidencias hay para tal universo? ¿Ha sido experimentado alguna vez? ¿Podría haber
sido experimentado alguna vez?

Si en primer lugar estamos de acuerdo en que la experiencia debe ser la prueba de la


realidad, entonces cada modelo de presunción o pensamiento debe ser sometido al
escrutinio de la experiencia para ser validado.

Así que, ¿alguna vez alguien ha experimentado el universo tal como se concibe?
Podemos llevar esta investigación mucho más cerca aplicándola a cualquier objeto
simple como la mesa en nuestra habitación y hacer las mismas preguntas al respecto:

Existe la percepción de la mesa. Si hay varias personas en la habitación, habrá varias


percepciones de la mesa. A partir de estas percepciones construimos un modelo de
una "mesa entera", "la cosa en sí" que se considera que es la suma total de todas las
percepciones posibles, que existe independientemente de que sea percibida y que
nunca puede, por definición, ser percibida en su imaginada totalidad.

¿Alguien ha experimentado alguna vez una mesa así? ¿Has experimentado alguna vez
una mesa así? ¿Podrías? ¿Podría alguien? La respuesta obviamente es "No". Es
fundamental ver la verdad de este hecho simple y sorprendente de la experiencia:
nadie nunca ha experimentado o podría experimentar un objeto, un otro, un mundo,
un universo, como normalmente se considera que existe o se concibe.

El universo, como tal, es imaginado. Esta no es una prueba de que tal universo no
exista, pero es una prueba de que no hay evidencia de que exista.

Por lo tanto, no tiene sentido hacer preguntas acerca de un universo que nunca
hemos experimentado. Es como hacer preguntas acerca de un elefante rosa. Una vez
dicho esto, hacer preguntas acerca de lo que PARECE que experimentamos es bueno
porque si lo seguimos a fondo, nos conduce a lo que SE experimenta.

Así que ahora vamos a acercarnos a la verdad de nuestra experiencia: Imagínate una
ocurrencia diaria, como ir a tu cocina, preparar una taza de té y marcharte de nuevo.
Nuestra visión normal es que nosotros, como una entidad ubicada en y como el
cuerpo, entramos en la cocina, que estaba allí antes de entrar en ella, antes de ser
experimentada por así decirlo. Cuando nos vamos de la cocina, imaginamos que sigue
estando allí como antes de entrar en ella, es decir, antes de ser experimentada.

Veamos más de cerca: la cocina no se concibe ni se percibe a sí misma como "una


cocina". Tanto el concebir como el percibir son facultades de la mente. Por lo tanto,
en ausencia de la mente, la cocina no puede existir ya sea como un concepto o una
percepción.

Por lo tanto, cuando no es concebida ni percibida, ¿en qué forma podría existir? Para
que exista debe tener una forma. Sin embargo, en ausencia de la mente, esa "forma"
no puede ser una percepción, es decir, no puede ser una vista, un sonido, un olor, una
sensación o un sabor. En otras palabras, la concepción y la percepción son facultades o
cualidades de la mente. No son facultades de la cocina. Es la mente la que concibe una
"cocina" y "le" da su nombre y es la mente la que percibe y "le" da su forma.

Ahora bien, ¿qué es este "le" independiente de la mente? ¿Cuáles son sus cualidades?
No tenemos ninguna duda de que cuando experimentamos la "cocina", hay ALGO
presente. Existe una experiencia. En otras palabras, sea lo que sea la "cocina" en sí
misma, despojada de las cualidades de nombre y forma que la mente superpone sobre
"ella", está presente. Sea lo que sea, no tiene propiedades objetivas, porque todas las
cualidades objetivas son dadas por la mente. En otras palabras, sea lo que sea "eso",
es a la vez no-objetivo y presente. Es decir, podemos estar seguros de que SER está
presente en la experiencia de la "cocina".

La experiencia de la "cocina" es también, por definición, conocida, y como todo


conocimiento tiene lugar en la Consciencia, podemos también estar seguros de que la
Consciencia está presente en la experiencia de la "cocina".

Así, hemos llegado a la simple conclusión, sacada de nuestra propia experiencia, de


que Ser y Consciencia están presentes en la experiencia de la "cosa en sí", ya sea esa
cosa una cocina, una mesa o un universo.

También podemos ir más allá y observar desde la experiencia que la experiencia de la


"cocina", y de hecho toda experiencia, es siempre sólo una experiencia, no dos, y por
lo tanto podemos concluir que Ser y Consciencia son uno y lo mismo. En otras
palabras, lo que ESO ES está hecho fundamentalmente de Ser/Consciencia.

Ahora sigamos adelante.

Este Ser/Consciencia, en nuestra experiencia, "no viene a la existencia". Nadie tiene


nunca ni podría nunca experimentar la apariencia de Ser/Consciencia porque
Ser/Consciencia tendría que estar "ahí" presente para presenciar y por tanto reclamar
tal apariencia.
Por otra parte, si nos fijamos ahora en el "yo" que entra en la cocina podemos
explorarlo exactamente de la misma manera que anteriormente hemos explorado la
"cocina". Y si lo hacemos llegamos a la misma sorprendente conclusión. Es decir, todas
las cualidades aparentemente objetivas que atribuimos a este "yo" son dadas por la
mente. No son inherentes al "yo". El cuerpo no sabe que es un cuerpo, por no hablar
de un "yo". Sólo la mente lo dice.

En otras palabras, si despojamos al "yo" de esas cualidades que son dadas por la
mente, es decir, pensar, sentir y percibir, nos quedamos con la misma experiencia de
Ser/Consciencia. En otras palabras, lo que YO SOY está hecho fundamentalmente de
Ser/Consciencia.

En otras palabras, hemos llegado a la ecuación fundamental de la experiencia de que


ELLO (el cuerpo, objeto, mundo, universo u otro) ES LO QUE YO SOY.

Ahora el Ser/Consciencia está en nuestra experiencia, lo que significa en su propia


experiencia, siempre presente. No puede ni podría jamás conocer su propia ausencia.
Así que la sustancia fundamental del cuerpo, objeto, mundo, universo u otro es
Ser/Consciencia y las cualidades particulares que parecen diferenciar a los distintos
objetos, organismos, mundos, etc., entre sí son dadas por la mente. Sin embargo, en
ausencia de la mente, no hay tiempo o espacio, los cuales resultan ser en la
investigación conceptos.

Por lo tanto el cuerpo, objeto, mundo, universo u otro no se puede decir que haya
llegado a existir. ¿Desde dónde ha llegado? ¿Y en qué momento? Más bien hemos
visto por la experiencia que la sustancia del universo, etc., es Ser/Consciencia que está
siempre presente. Y todas las cualidades aparentes de la mente surgen dentro de este
Ser/Consciencia. No hay ningún lugar fuera de este Ser/Consciencia del que haya
podido haber llegado. Y la sustancia de la que esta mente está hecha sólo puede ser la
sustancia del Ser/Consciencia, al igual que la formación de hielo en el agua sólo puede
hacerse de los ingredientes que están presentes en el agua.

Lo único que está presente en el Ser/Consciencia es el Ser/Consciencia. Por lo tanto,


es este mismo Ser/Consciencia el que toma la forma de la mente y desde aquí aparece
como la multiplicidad y la diversidad de organismos, personas, objetos, mundos,
universos, partículas, otros, etc.

Sin embargo, para que esta aparente multiplicidad y diversidad parezca real, la unidad
homogénea singular de su sustancia real (Ser/Conciencia) debe ser pasada por alto,
olvidada o ignorada. En otras palabras, la verdadera naturaleza del Ser/Consciencia
debe ser olvidada, negada, velada o imaginada no-existente, para que los objetos, el
mundo, otros, etc., parezcan llegar a existir.
En resumen, el universo viene a la existencia (es decir, parece asumir su propia
realidad separada) en el momento en que nuestra verdadera naturaleza de
Ser/Consciencia es olvidada. ¿Y cómo se olvida el Ser/Consciencia si está siempre
presente y no hay nada en su experiencia, además de sí mismo? La respuesta es que
en realidad nunca se olvida. Sin embargo, así lo PARECE. Parece olvidarse o velarse a sí
mismo tomando la forma de la mente, y entonces esa mente aparente identifica el
"yo" que es inherente en el Ser/Consciencia con una pequeña parte de la totalidad, es
decir, con un cuerpo.

En otras palabras, la Consciencia, por así decirlo, se olvida de sí misma, se olvida del
Conocimiento de su propio Ser y en cambio surge como la mente dualista, en la forma
del "yo" entidad. En este momento, "todo lo que yo-no-soy" viene a la aparente
existencia como el universo, los objetos, los otros o el mundo. Sin embargo, el "yo"
entidad y el universo, los objetos, los otros y el mundo, etc., no son más que este
mismo Ser/Consciencia asumiendo el aspecto del nombre (pensamiento) y la forma
(percepción) y pareciendo ser algo distinto de sí mismo.

Así que volviendo al ejemplo de entrar en la cocina... nadie entra en una cocina en el
tiempo y el espacio...

Sólo hay Ser/Consciencia. Y es este Ser/Consciencia el que toma la forma de una


sensación llamada el cuerpo con el que un posterior pensamiento se identifica como
"yo". Este Ser/Consciencia toma la forma del cuerpo, luego de las paredes, luego del
suelo, luego de la cocina, luego del calentador de agua, luego del agua, luego del té... y
así sucesivamente. Y entretejiendo toda esta constante aparente transformación del
Ser/Consciencia surge el pensamiento que conceptualiza toda esta experiencia como
"yo" un cuerpo, entrando en una cocina, que siempre estuvo aquí, y prepara una taza
de té en una tetera que existe junto con todo lo demás independiente del
conocimiento de todo ello...

Pero en realidad sólo hay Ser/Consciencia, es decir, sólo "yo", siempre en el mismo
lugar que es un lugar sin-lugar, siempre en el mismo ahora atemporal, tomando la
forma de sensación, percepción y pensamiento... siendo siempre sólo sí mismo, nunca
dando nacimiento a nada más que a sí mismo... dando su propia sustancia a cada
apariencia.

"Yo" corporiz-ando, "yo" pared-ando, "yo" suelo-ando, "yo" cocin-ando, "yo" teter-
ando, "yo" agu-ando, "yo" te-ando, "yo " etc-ando, etc-ando, etc-ando...

Así que no se trata de que el universo, los objetos, los otros, el mundo, etc., no sea
real. Cada experiencia es real, pero su realidad es la del Ser/Consciencia. En otras
palabras, ES LO QUE YO SOY.
Dices: "Algo existe siempre. Pero esto es imposible para mi lógica... así que nada
existe".
No comiences a partir de la lógica, sino de la experiencia. Tienes razón en que nada
objetivo, es decir, ningún pensamiento, sensación o percepción, dura para siempre
según tu experiencia. Ni tú ni nadie ha experimentado nunca la vasta extensión de
tiempo que se conceptualiza como "siempre". Sin embargo, tú tienes y sigues
teniendo la experiencia de tu propio Ser. De hecho nunca has experimentado su
ausencia, ni podrías.

Tu experiencia es que tú, Ser/Consciencia, estás siempre presente. Es decir, su propia


omnipresencia es su propia experiencia íntima. Sin embargo, con el fin de interpretar
su propia Omnipresencia como la existencia de un universo independiente que existe
"para siempre" en el tiempo, el Ser/Consciencia tiene primero que parecer que se
olvida de sí mismo. Lo hace, como he dicho antes, tomando la forma de la mente
dualista.

Con el surgimiento de la mente dualista, la Omnipresencia del Ser/Consciencia parece


ser velada y se sustituye por la idea y la experiencia aparente de un universo que
existe separado y dura "para siempre". En otras palabras, la mente se apropia de la
Omnipresencia del Ser/Consciencia y se la confiere a un universo imaginario que se
considera, en consecuencia, que dura "para siempre" en el tiempo.

Sin embargo, sólo parece estar velado desde el punto de vista de la mente dualista.
Nunca es velado realmente desde su punto de vista (del Ser/Consciencia). No hay
nada en su propia experiencia, aparte de sí mismo, con lo que podría hacer un velo
para cubrirse a sí mismo de sí mismo. Tal velo sería hecho sólo de sí mismo.

Así que sí, "nada (ninguna cosa) existe" si por una "cosa" nos referimos a algo que
existe por sí mismo en el tiempo y el espacio. Sin embargo, la sustancia de todas las
cosas aparentes, no existe, sino que ES eternamente, es decir, no "para siempre" en el
tiempo, sino siempre ahora.

Esto es lo que Parménides quería decir cuando dijo: "Lo que es nunca deja de ser. Lo
que no es nunca llega a existir".

Dices: "Muchas veces sentía, por un instante, un vacío repentino al concluir que no
existe nada. Pero luego me daba cuenta de que yo estaba ahí, pensando y consciente,
¡¡así que yo existía!!"
Sí, cuando hemos sido investidos durante décadas con la aparente realidad del yo
separado y del mundo exterior distante y separado, puede ser un shock tremendo
comprender que su APARENTE realidad es sólo un producto de la mente y dura sólo el
tiempo que dura la corriente de pensamiento, imagen, sensación o percepción, es
decir, un momento. Sin embargo, su realidad REAL está hecha de Ser/Consciencia y es
la realidad sustancial, homogénea, siempre presente de nuestra experiencia.
Es como si todo el suelo desapareciera bajo nuestros pies. Intentamos agarrarnos a
algo sólido a lo que aferrarnos, algo conocido. Pero no encontramos nada objetivo. Se
siente como un vacío. Sin embargo, no encontramos nada. Encontramos nuestro Yo,
Ser/Consciencia, la Esidad de las cosas y la Soidad de mí mismo, la única verdadera
seguridad, nuestro verdadero hogar.

Sin embargo, tú no existes. Tú ERES. Existir significa "estar fuera de". Tú no estás fuera
de algo como un objeto. Tú eres la existencia misma de la que están hechas todas las
cosas aparentes que parecen existir. Es tu Ser el que da aparente existencia a todos los
objetos aparentes. Nada existe por sí mismo pero la Presencia ES, y es la sustancia
omnipresente de todas las cosas aparentes.

Esto conduce al meollo de la cuestión. Normalmente pensamos que la existencia o ser


de una cosa y el conocimiento de esa cosa son dos, están separados. Pero no es así.
Conocer una cosa es ser esa cosa. Este es el modo de la Consciencia de conocer una
cosa: ser esa cosa.

Es sólo la mente la que separa Ser y Conocer o Ser y Consciencia en dos cosas
diferentes. En realidad no hay tal separación entre los dos. De hecho, no son dos. La
única manera de conocer a otro es ser ese otro. La única manera de conocer un objeto
es ser ese objeto. La única manera de conocer la cocina es ser la cocina. La única
manera de conocer el mundo es ser el mundo.

Es el "yo", Ser/Consciencia, el que toma la forma del pensar, imaginar, sentir y


percibir. Es el "yo", Ser/Consciencia, el que toma la forma de un pensamiento que se
identifica con una sensación particular llamada el cuerpo y, al hacerlo, se imagina otra
sustancia que no soy yo, llamada materia, de la cual todo lo que aparentemente no es
yo mismo, es decir, el mundo, está hecho.

La Consciencia crea el aparente mundo, objeto u otro, tomando la forma de la mente


dualista y por lo tanto APARENTEMENTE se olvida de su propio Yo. Y a la inversa
cuando la Consciencia recuerda o reconoce su Yo el aparentemente separado mundo,
objeto, yo u otro se disuelve.

Dices: "Mi lógica dice que nada existe y nunca ha existido, pero estoy aquí escribiendo
esto...".
Tienes razón "nada existe y nunca ha existido" pero tú no estás aquí escribiendo o
leyendo esto. TÚ, Ser/Consciencia, ERES. Tú mismo permaneces eternamente
inmutable, conociendo y siendo sólo tú mismo, nunca te conviertes en ningún otro,
como una cosa, objeto, yo o mundo, sino que tomas la forma de eso que PARECE ser
una cosa, objeto, yo o mundo.

Dices: "Esta contradicción ha abierto mi mente a cualquier posibilidad".


Sí, ¿por qué no? Al igual que todas las palabras posibles se encuentran dentro de las
veintiséis letras del alfabeto, así también todas las posibilidades están contenidas
dentro del Ser/Consciencia. Pero no están contenidas como los bombones en una
caja. Más bien sólo hay una sustancia homogénea que, al no tener forma, tiene la
capacidad de tomar todas las formas posibles, pero en ningún momento se convierte
en otra cosa que no sea ella misma.

Dices: "De hecho, todos los fenómenos son simples detalles, lo que importa es la
sustancia que está detrás de ellos".
Sí, pero la sustancia de todos los fenómenos no está solamente detrás de todas las
apariencias. También está delante, en primer plano. Sólo hay eso. Sólo hay una
sustancia homogénea, siempre ella misma, siempre en el mismo lugar, es decir, en sí
misma, siendo sólo ella misma, conociéndose sólo a sí misma, amándose sólo a sí
misma.

Dices: "Las enseñanzas no-duales resuenan con lo que acabo de contar. Incluso la
nada que es totalidad, al mismo tiempo parece como la paradoja de algo incausado".
Sí, el Ser/Consciencia es incausado. No hay nada más presente que podría ser su causa
y nada más presente que él cause.

Una causa requiere al menos dos cosas: una causa y un efecto. También requiere
tiempo. No encontramos nada de eso en la experiencia. La multiplicidad y el tiempo
sólo vienen a la aparente existencia cuando se olvida la realidad de nuestra
experiencia.

Preguntas: "¿En tu constante apertura e iluminación 'comprendes' (o cualquier


palabra que uses) esta paradoja? ¿Es posible penetrar este misterio?"
No es posible penetrar este misterio con la mente, porque la mente no es más que el
pensamiento o imagen actual. El pensamiento o la imagen actual no conocen nada.
Son conocidos. Tampoco la mente comprende. Toda comprensión tiene lugar más allá
de la mente. La mente no es más que la formulación de la comprensión. No es la
propia comprensión. La comprensión es siempre la experiencia no-objetiva del
Conocimiento de Ser.

Así que el misterio nunca puede ser comprendido por la mente. Sin embargo, tú ERES
el misterio. Está demasiado cerca de ti para ser conocido o penetrado.

Es un misterio sólo para la mente. Para sí mismo no es un misterio. Si fuera un


misterio sería de alguna manera desconocido o no experimentado. En cuyo caso, todo
lo que se experimentara, por ejemplo, la cocina, el sabor del té o estas palabras, sería
algo diferente del misterio. Pero ¿de qué estarían hechos? No hay nada de lo que
podrían estar hechos que no sea del Ser/Consciencia.

Hay el Conocimiento de Ser.


Cuando la mente dualista surge para dividir aparentemente este Conocimiento-de-Ser
en dos cosas aparentes, la experiencia es conocida como infelicidad. Cuando la mente
dualista se apacigua y el Conocimiento saborea de nuevo su propio Ser, la experiencia
es conocida como amor, felicidad, paz, belleza o comprensión.

Con amor,
Rupert

Sueño profundo, muerte y reencarnación

Pregunta: Al despertar después de un sueño profundo sin sueños, la identificación


continúa con el mismo conjunto de sensaciones corporales. ¿Eso significa que en el
sueño profundo la identificación aún se mantiene en un nivel más sutil?
Si es así, ¿esta tendencia de identificación continua incluso después de la muerte del
cuerpo físico? Si es así, ¿esto implicaría que la mente sobrevive a la muerte?
La identificación siempre se da en la forma de un pensamiento. Por ejemplo, la
identificación primaria es un pensamiento que es algo como esto: "Yo, la Consciencia,
estoy ubicada en y como la sensación llamada 'el cuerpo'."

Rupert: La única sustancia de esa identificación es el pensamiento que la piensa,


aunque después se fundamenta en sensaciones en el cuerpo. La propia Consciencia no
se encuentra realmente implicada por este pensamiento más que una pantalla está
implicada por una imagen que aparece en ella.
La Consciencia está siempre solamente "experimentándose" a sí misma, en el sentido
de ser en sí, al igual que la pantalla es siempre solamente ella misma.

El pensamiento identificado es conocido como un "pensamiento" sólo para el propio


pensamiento. Es sólo un pensamiento el que dice que es un "pensamiento". La
Consciencia sólo "lo" conoce como sí misma.

Lo mismo es cierto para todas las sensaciones y percepciones. Sólo el pensamiento las
conoce como "sensaciones" y "percepciones". La Consciencia está demasiado cerca de
toda experiencia, demasiado íntima, absolutamente "una con" toda experiencia como
para conocerla como algo distinto de sí misma.

Sólo el pensamiento se distancia aparentemente de la experiencia y etiqueta a una


parte de ella como "pensamiento" o "mente", a otra parte como "sensación" o
"cuerpo" y a otra parte como "percepción" o "mundo". Sin este "distanciamiento" del
pensamiento, sólo existe la intimidad absoluta, lo directo y la inmediatez de la
Consciencia siendo ella misma. Experienciar es otro nombre para esto.

Sin embargo, el pensamiento no puede realmente nunca "distanciarse" o "estar fuera"


de la experiencia misma. Parece "distanciarse" o "estar fuera" desde su propio punto
de vista imaginario.
Ahora, después de haber visto que la identificación de la Consciencia con algo que no
sea ella misma nunca sucede realmente, es decir, sólo se imagina que sucede, vamos a
considerar el sueño profundo. Podemos mirar el sueño profundo desde dos puntos de
vista: 1) desde la perspectiva del estado de vigilia, es decir, "al despertar", y 2) desde
el punto de vista de la experiencia misma.

Desde la perspectiva del estado de vigilia, el sueño profundo aparece como un vago
recuerdo de una nada vacía o en blanco, que aparentemente tiene una duración de
tiempo indeterminada. Este recuerdo, como todos los recuerdos, se presenta en
forma de un pensamiento, que, como todos los pensamientos, con independencia de
si son sobre el pasado, el presente o el futuro, tiene lugar "ahora".

El "sueño profundo", al que se refiere el "pensamiento-recuerdo", es totalmente no-


existente en el momento del pensamiento-recuerdo. En otras palabras, la única
prueba, en el estado de vigilia, dela existencia de una experiencia llamada "sueño
profundo" viene en la forma de un pensamiento presente.

Ese pensamiento se refiere a un período de sueño profundo que no está presente en


el momento de pensar en ello y por lo tanto nunca puede ser verificado. Por
consiguiente, el recuerdo del sueño profundo por la mañana no prueba el sueño
profundo. No prueba nada excepto así mismo. De hecho, ni siquiera es prueba de sí
mismo, porque él (el pensamiento a ser probado) se desvanece tan pronto como
aparece. Así que realmente, el pensamiento, ya sea en forma de recuerdo o en
cualquier otra forma, no indica nada más que Consciencia.

El pensamiento-estado-despierto imagina que el tiempo existe independientemente


de lo que está siendo pensado. Como resultado de esta presunción el pensamiento
imagina que el sueño profundo (que se concibe como una ausencia de mente) tiene
una duración de tiempo determinada.

En otras palabras, el pensamiento "olvida" que el tiempo es una creación de su propia


imaginación y se imagina que está presente incluso cuando el pensamiento no lo está,
es decir, en el sueño profundo. Como resultado, el sueño profundo es imaginado,
desde el punto de vista del estado de vigilia, que dura un período de tiempo.

Sin embargo, el estado de sueño profundo que la mente despierta imagina realmente
nunca se experimenta como tal. Tampoco podría incluso ser imaginado, porque para
imaginar algo, tendría que estar presente alguna cualidad aparentemente objetiva.
Por lo tanto, el pensamiento se imagina primero el sueño profundo y, con el fin de
concebirlo en su propio lenguaje de objetividad aparente, superpone sobre él las
cualidades de estado en blanco (blankness) y duración.

Desde el punto de vista de la experiencia en sí, que es el único punto de vista válido, lo
que se conoce como sueño profundo, no es más que la presencia de la Consciencia sin
la aparición de la mente (la mente aquí incluye todo pensar, imaginar, sentir y
percibir).

Antes de la aparición de la mente sólo hay Consciencia conociendo-siendo su propio


ser. Sin embargo, no hay apariencia de tiempo o espacio "ahí" y mucho menos
ninguno de los objetos que se imaginan que pueblan el tiempo y el espacio. Y por lo
tanto, por supuesto, no hay un "antes del surgimiento de la mente" porque sin mente
no hay tiempo. De hecho, incluso con la mente, no hay tiempo, pero hay "entonces" al
menos la ilusión del tiempo.

Por lo tanto, lo que se conoce como sueño profundo es sólo "profundo" y sólo "sueño"
desde el punto de vista de la mente. "Profundo" significa para la mente, más profundo
de su pensamiento superficial de costumbre y "sueño" significa para la mente "la
ausencia de sí misma".

En su ignorancia la mente concibe esta ausencia de sí misma como la nada, porque


todo lo que conoce y valora son los objetos aparentes. No conoce y no puede conocer
la presencia de la Consciencia y de ahí que conciba el sueño profundo como una nada
oscura, en blanco.

Pero desde el punto de vista de la experiencia, lo que significa desde el punto de vista
de la Consciencia, no hay experiencia de una nada oscura o en blanco. Más bien, sólo
existe la "experiencia" de sí misma, lo que significa sólo la presencia o ser de sí misma.
Esta no es ni profunda, oscura, en blanco o dormida. Es sin dimensiones, presente,
luminoso, viva y despierta.

La Consciencia no es lo contrario de in-consciencia. Para la Consciencia no hay "off"


(apagada). Siempre está "on" (encendida). Nunca deja de conocerse/ser ella misma.
Sin embargo, decir "siempre" o "nunca" ya trae consigo un tiempo imaginario en el
que la Consciencia se imagina que reside. La Consciencia no reside en el tiempo.
Reside en sí misma, como sí misma, sola.

Lo que se considera como sueño profundo desde el punto de vista de la mente


despierta (de vigilia) es "completamente despierto" para la Consciencia. Hay tres
estados de vigilia, soñar y dormir sólo desde el punto de vista imaginario del
pensamiento. Para la Consciencia no hay tres estados. Sólo hay una realidad de sí
misma sola y siempre presente.

Los tres estados podrían asemejarse a una película, un documento y un protector de


pantalla que aparece en una pantalla de ordenador. Las diferencias no son para la
pantalla, son para la mente.

La Consciencia "nunca" deja de estar "completamente despierta". El término "sueño


profundo" es una interpretación errónea de la realidad de la experiencia desde el
ignorante punto de vista del pensamiento, es decir, desde el punto de vista que ignora
la realidad de la experiencia.

Los estados de "sueño" y "vigilia" son otras dos interpretaciones o nombres que la
mente da a la realidad de la Consciencia, cuando ella (la Consciencia o experiencia) es
imaginada a través de la lente limitada y distorsionada del pensamiento.

Cuando vemos la televisión decimos que estamos viendo una "película", las "noticias"
o un "documental". Cada una de estas etiquetas es sólo un nombre diferente para la
misma pantalla, al igual que la vigilia, el sueño y el sueño profundo son diferentes
nombres que el pensamiento da a la realidad de la Consciencia.

Para la pantalla siempre hay sólo ella misma, al igual que para la Consciencia sólo hay
conocimiento/ser de sí misma.

Se necesita algo fuera de la pantalla, alguien que imagina que no son la pantalla, para
ver la "película", las "noticias" y el "documental". Del mismo modo se necesita una
entidad imaginaria que aparentemente se ha separado de la totalidad sin fisuras de la
experiencia para ver aparentemente algo distinto de la Consciencia.

Para la Consciencia, sólo hay su propia presencia eterna. Las categorías de "vigilia,
sueño y sueño profundo" o de "mente, cuerpo y mundo", es decir, la aparente
multiplicidad y diversidad de todas las cosas aparentes, es para la mente, no para la
Consciencia.

Podríamos decir que en este completo-despertar siempre-presente, que la mente


llama "sueño profundo", surge la mente de sueño y de vigilia, proyecta un mundo que
aparentemente está fuera de la Consciencia y "después" desaparece.

Sin embargo, la aventura de la mente de sueño y de vigilia es solo para el


pensamiento. No es para la Consciencia. La Consciencia está siempre "en casa",
descansando en su propio ser. ¡Nunca se va de viaje!

Nunca hay en ningún momento una entidad que se quede dormida, que sueñe un
sueño, que descanse inconscientemente en sueño profundo o que posteriormente se
despierte. Tal entidad y los estados en los que considera que opera están todos
hechos sólo del pensamiento actual que los piensa.

Ahora, con eso como telón de fondo, podemos mirar más de cerca la cuestión de si la
identificación se mantiene en un nivel más sutil en el sueño profundo.

La identificación es simplemente un pensamiento y un pensamiento no tiene una


duración en el tiempo. El tiempo "dura", o más bien, se imagina que dura, sólo con el
pensamiento que lo imagina.

Es sólo desde el punto de vista del pensamiento que la identificación se considera


absolutamente real, y mucho menos de que dura en el tiempo. En otras palabras, es
sólo el pensamiento el que imagina que la identificación es real y luego imagina una
duración de tiempo que supone que debe durar.

¿Por qué entonces la identificación re-aparece al despertar? No lo hace. Nada re-


aparece. Incluso si provisionalmente admitimos que "algo" aparece verdaderamente,
entonces, cuando desaparece ese "algo" desaparece del todo, nunca vuelve a
aparecer.

Es sólo un pensamiento el que afirma que la apariencia actual es una reaparición de


una apariencia antigua. Sin embargo, cada apariencia, incluyendo el pensamiento que
imagina la re-aparición, es nueva.

La identificación y la re-identificación son tan sustanciales como el pensamiento que


las piensa y todos los pensamientos son tigres de papel.

Si la identificación fuera real y si hubiera durado incontables milenios a través de


innumerables nacimientos, ¡tendríamos un problema real en nuestras manos!
Afortunadamente ese problema sólo es real para el imaginario que lo imagina. Para la
Consciencia, no hay identificación, ni esclavitud, ni liberación y ningún problema.

Todo lo que se "requiere" es ser conscientes como Eso, que simplemente significa
darse cuenta de que Eso es lo que eternamente somos. A su debido tiempo la mente,
el cuerpo e incluso el mundo, se reajustarán gradualmente a esta "nueva perspectiva".

Ahora bien, ¿la mente sobrevive a la muerte?

Consideremos lo que se entiende por "muerte". La muerte podría referirse al cuerpo,


a la mente o a la Consciencia.

En el modelo convencional de la experiencia, se cree que el cuerpo ha nacido en un


mundo ya hecho o creado y que contiene la mente, que a su vez contiene la
Consciencia.

Hemos visto, sin embargo, que es más cierto decir que la Consciencia contiene la
mente y que el cuerpo, hecho sólo de sentir y de percibir, es "parte" de la mente.

Es decir, hemos visto que, en la experiencia, no hay cuerpos físicos u objetos. Hemos
visto que nuestro único conocimiento del objeto percibido, el cuerpo, otros o el
mundo están hechos sólo de sentir y percibir. En otras palabras, hemos visto que
nuestro único conocimiento de los llamados objetos físicos están hechos de mente.

Por lo tanto, ya no tiene sentido hablar de la muerte del cuerpo físico. Cualquier teoría
de la muerte que tiene como punto de partida la realidad separada e independiente
del cuerpo físico y, por lo tanto, su posterior muerte, está viciada desde el principio.

Una verdadera (pero no del todo verdadera) declaración sería decir que el cuerpo es
simplemente la sensación o percepción actual "del cuerpo" y que ese "cuerpo"
desaparece o muere cada vez que la sensación o percepción actual desaparece.
Hemos visto que un cuerpo, o incluso cualquier objeto, no tiene duración en el tiempo
y que el "cuerpo duradero" es un concepto, no una experiencia.

En otras palabras, cada vez que la sensación o percepción actual del cuerpo
desaparece, el "cuerpo" muere, por lo que hemos experimentado un sinnúmero de
"muertes" del cuerpo. De hecho, el "cuerpo" está naciendo y muriendo "todo el
tiempo" y cada aparición del cuerpo es un cuerpo nuevo.

¿Sobrevive la mente a estas muertes? En esta pregunta la mente se concibe no sólo


como un gran contenedor de todos los pensamientos, imágenes, sensaciones y
percepciones, sino también como un gran generador de los mismos. Sin embargo, no
hay tal mente que haya sido alguna vez experimentada. Dicho contenedor/generador
es simplemente un concepto. Es imaginado con el pensamiento que lo piensa.

La mente, en el sentido más amplio del término es simplemente el pensamiento,


imagen, sensación o percepción actual. Al igual que el cuerpo, nace con cada nueva
aparición y muere con cada desaparición. Nunca sobrevive o continúa. ¡Supervivencia
y continuidad son ideas que ni sobreviven ni continúan!

En otras palabras, no hay mente, cuerpo o mundo, como tal, así que no podemos
hablar con sentido de su posible supervivencia. La mente, el cuerpo y el mundo son
simplemente nombres que el pensamiento da al actual pensamiento, sensación y
percepción, respectivamente, y no hay continuidad de pensamientos, sensaciones y
percepciones.

En un nivel más profundo la mente, el cuerpo y el mundo son nombres que el


pensamiento da a la Consciencia y la Consciencia no continua. Es siempre presente.

De cualquier manera, no hay supervivencia o continuidad. Sólo hay la eterna presencia


de la Consciencia.

Sin embargo, esto no quiere decir que cuando una sensación/percepción (el cuerpo)
desaparece, no sea "seguido de" un pensamiento. En ese sentido no hay nada que
sugiera que la mente no sobrevive a la muerte del cuerpo. Los pensamientos siguen
llegando después de que el "cuerpo" ha desaparecido.

De hecho, eso es exactamente lo que pasa en la noche. Cuando nos "quedamos


dormidos'' el cuerpo, es decir, la sensación o percepción actual desaparece, pero los
pensamientos en forma de imágenes del sueño aparecen. Esta es la experiencia de la
mente sin un cuerpo. De hecho, la mente siempre se experimenta sin un cuerpo. El
cuerpo es sólo una de las posibles "formas" de la mente.

En un sueño un nuevo cuerpo/mundo-imagen aparece. El pensar en el sueño


identifica posteriormente el "yo" de la Consciencia con el cuerpo soñado, con lo que
aparentemente divide al nuevo cuerpo/mundo-imagen soñado en dos "cosas" ―el
"yo-soñado" y el "mundo-soñado"― creando la ilusión de dualidad exactamente de la
misma manera que el pensamiento-despierto hace en el estado de vigilia.

El pensar en el sueño se pregunta si sus pensamientos seguirán después de la muerte


de la entidad soñada, sin darse cuenta de que la entidad soñada, el cuerpo soñado y
su muerte soñada son en sí mismos simplemente pensamientos.

Lo que también es interesante darse cuenta es que los pensamientos y sentimientos


del estado de vigilia tienden a convertirse en el entorno del estado de sueño. En otras
palabras, lo que estaba en el "interior" durante el estado de vigilia se convierte en el
"exterior", en el cual el sueño parece tener lugar. De ahí el valor del análisis de los
sueños en psicología.

No hay nada que sugiera que este patrón no continuará después de la muerte del
cuerpo de vigilia, que como ya hemos visto, no es más que la desaparición de una
sensación corporal, pero no necesariamente el cese de la mente. En otras palabras, no
hay nada que sugiera que los pensamientos y sentimientos que "continúan" surgiendo
después de la muerte del cuerpo no parezcan derivar su contenido de los anteriores
pensamientos y sentimientos de la entidad ahora aparentemente fallecida, al igual
que las imágenes del sueño parecen derivar su contenido del estado de vigilia.

En el nuevo "después de la muerte" del sueño, la entidad imaginada puede volver a


imaginar que sus pensamientos y sentimientos son una continuación de un día
anterior o una vida anterior y de ahí el mito de la entidad reencarnada que se
perpetua para siempre en el sueño de la entidad imaginaria.

Por lo tanto, lo que para la entidad imaginada es vida tras vida tras vida, es, desde el
punto de vista de la realidad, soñar dentro del sueño dentro del sueño todos
"teniendo lugar" en ningún tiempo y lugar.

Sin embargo, incluso si aceptamos provisionalmente el modelo anterior (y es sólo un


modelo medio verdadero, más verdadero que el modelo convencional, pero no
completamente verdadero), es importante recordar que la mente, como es
normalmente concebida, es también sólo el pensamiento o imagen actual. Cada vez
que un pensamiento o imagen termina, la mente muere.

Así que, después de primero haber visto que el cuerpo es, por así decirlo, una parte de
la mente y que la mente "continúa" produciendo pensamientos, imágenes,
sensaciones y percepciones, después de la "muerte" del cuerpo, podemos ver ahora
que la mente es igualmente frágil, es decir, nunca sobrevive, como tal. Siempre se está
desvaneciendo.

En otras palabras, los pensamientos, imágenes, sensaciones y percepciones no tienen


lugar en un estado de vigilia, un estado de sueño o un estado después de la vida.
Todos los pensamientos, imágenes, sensaciones y percepciones tienen lugar en el
mismo aquí-y-ahora intemporal e inespacial, y los estados de vigilia, sueño, sueño
profundo y después de la vida están simplemente hechos del siempre-ahora
pensamiento que los piensa.

Ahora bien ¿qué ocurre con la Consciencia? La Consciencia es todo lo que es


consciente o conoce y todo lo que es/está realmente presente. ¿Cuál es la experiencia
de la muerte de la Consciencia? No tiene ninguna. ¿Cómo podría la Consciencia
experimentar su propia muerte o desaparición? Tendría que permanecer presente
para "tener" tal experiencia.

Para que la Consciencia desapareciera su sustancia tendría que desaparecer en algo.


¿En qué se disolvería la Consciencia? No hay nada presente distinto de sí misma en lo
que se podría ir. Nosotros, es decir la Consciencia, nunca experimenta ni podría
experimentar su propia desaparición.

Por lo tanto, la muerte nunca es una experiencia. Es un concepto. Todo el dilema


acerca de la muerte se origina con el pensamiento que identifica erróneamente la
Consciencia con un cuerpo limitado. En otras palabras, la idea de la muerte sólo es
posible cuando la Consciencia es aparentemente ignorada u olvidada.

Por supuesto, la Consciencia no puede ignorarse ni olvidarse a sí misma. Puede y de


hecho sólo se conoce a sí misma. Es sólo un pensamiento que surge el que imagina
que la Consciencia no está presente, que aparentemente oscurece el conocimiento de
sí misma de la Consciencia y, como consecuencia, postula como una realidad la
muerte y el miedo concomitante de la desaparición, que es el sello de la aparente
entidad separada.

Lo que se ha dicho hasta ahora se basa en la idea de que los pensamientos, imágenes,
sensaciones y percepciones aparecen y desaparecen dentro de la Consciencia.

Esta idea es útil, ya que anula la visión convencional de que la Consciencia está
ubicada dentro de una mente, que está ubicada dentro de un cuerpo y que, a su vez,
ha nacido en el mundo, y que lo reemplaza con un modelo que se acerca más a la
experiencia, donde la mente, el cuerpo y el mundo son vistos como espontáneos
surgimientos o apariencias en la Consciencia.

Sin embargo, este nuevo modelo también se debe abandonar a su debido tiempo,
porque si vamos a profundizar en la experiencia misma, nos encontramos con que no
es exacta.

En la experiencia no encontramos una sucesión de apariencias. Una sucesión de


apariencias nunca puede ser una experiencia real, ya que sólo es posible experimentar
una apariencia a la vez. En otras palabras, una multiplicidad y por lo tanto una
diversidad de apariencias nunca es una experiencia actual, sino más bien sólo el
pensamiento actual acerca de la "multiplicidad y diversidad", que se refiere a algo que
nunca es en realidad experimentado.

En otras palabras, multiplicidad, diversidad, apariencia, desaparición, nacimiento,


muerte, tiempo, espacio, causalidad son todos tigres de papel. Son hechos sólo del
pensamiento que los piensa.

Nuestra experiencia real es que la experiencia en sí está siempre presente. Y la única


sustancia presente en toda experiencia es la propia Consciencia. Por lo tanto,
podemos decir desde nuestra propia experiencia íntima y directa que todo lo que
conocemos es la Consciencia conociendo/siendo ella misma, es decir, todo lo que la
Consciencia conoce es ella misma.

Nada nunca aparece o desaparece. Lo mismo puede decirse, en términos relativos, en


una película. Parece como si las personas, objetos, lugares, eventos y situaciones
están apareciendo y desapareciendo, pero en realidad siempre hay sólo la pantalla.
Ella no viene o va. No hace nada. Y porque la pantalla es la única realidad de la
película, nada se puede decir que verdaderamente vaya o venga. ¿Desde dónde
vendría o hacia donde iría tal cosa? Tendría que venir de fuera de la pantalla. Pero no
hay ningún lugar en la película fuera de la pantalla.

Lo mismo es cierto de la experiencia. No hay nada fuera de la Consciencia. No hay


nada dentro de la Consciencia. La Consciencia es siempre presente y sin dimensiones,
"siempre" conociendo su propio ser. Nada nuevo entra en ella. Nada desaparece fuera
de ella. No hay ningún lugar desde el cual o al cual una "cosa" podría ir y venir y nada
de lo que tal "cosa" podría ser hecha.

La Consciencia es intemporal, inespacial, siempre presente, conociendo/siendo solo


ella misma.

Rupert Spira, 24 junio 2010

La Luz del Conocimiento

Pregunta: Usted dice en repetidas ocasiones que la conciencia conoce los objetos del
cuerpo, la mente y el mundo. También dice que la conciencia no conoce objetos, yoes,
entidades, otros o el mundo. ¿Cómo reconciliamos estas afirmaciones aparentemente
contradictorias?

Rupert: La sugerencia de que la conciencia conoce objetos es una comprensión a


medias que nos libera de la creencia de que el cuerpo-mente es una entidad
independiente por derecho propio, con su propia capacidad de pensar, sentir y
percibir. Una vez que esta formulación ha hecho su trabajo de desarraigar la creencia
anterior de la existencia separada de un sujeto y un objeto, puede ser abandonada en
favor de la comprensión más profunda de que los objetos, como tales, nunca son
realmente conocidos.
Con el tiempo, por supuesto, esta nueva comprensión también tiene que ser
abandonada y nos encontramos a nosotros mismos brillando en el corazón de la
experiencia, simplemente incapaces de alejarnos de ella en los símbolos abstractos del
pensamiento que imagina yoes, entidades, objetos, otros y el mundo.

Así pues, estas dos afirmaciones no son contradictorias; la última no es más que una
extensión y un refinamiento de la primera.

Imagine que la luz del sol pudiera ver, así como iluminar.

En una noche oscura el sol no puede ver los objetos del mundo. Todo lo que hay para
el sol es su propia luz brillando en el vacío. Sólo la luna puede ver o conocer los
objetos del mundo en la noche. Sin embargo, la luz con que la luna ve o conoce
pertenece al sol.

En otras palabras, aunque los objetos son iluminados, vistos o conocidos sólo por la
luna —no son vistos o conocidos por el sol— es, al mismo tiempo, la luz del sol con la
que son vistos.

Del mismo modo, la conciencia no conoce los objetos. Simplemente brilla en su propio
vacío, conociéndose solamente a sí misma. Al mismo tiempo, la luz o el
"conocimiento" con el que la mente parece conocer los objetos pertenece sólo a la
conciencia.

Y así como los objetos en la noche requieren de la presencia de la luna para ser vistos
o conocidos, del mismo modo los objetos aparentes del estado de vigilia requieren de
la presencia de la mente para ser visibles.

Aunque es sólo la luna la que ve o conoce los objetos en la noche —el sol nunca se
pone en contacto con los propios objetos— sin embargo, es sólo la luz del sol la que
realmente se ve y sólo el sol que ve.

Por lo tanto, desde el punto de vista de la luna, hay objetos; desde el punto de vista
del sol, no hay ninguno.

Sin embargo, el punto de vista de la luna es ilusorio. La luz con la que ve la luna o ve el
mundo no es la suya. Aun cuando la luna parece estar viendo, conociendo e
iluminando los objetos, nunca lo hace. Siempre es sólo la luz del sol.

A fin de que los objetos aparezcan, la luz del sol debe reflejarse en la luna. De igual
manera, para que los objetos parezcan ser reales por sí mismos, el conocimiento de
que verdaderamente pertenecen sólo a la conciencia, necesita ser reflejado o
refractado a través de la mente.
Cuando el conocimiento de la conciencia se refracta a través de la mente aparece
como los objetos, de igual forma cuando la luz del sol es reflejada en la luna, los
objetos son vistos.

Lo que parecen ser objetos para la Luna son, para el sol, sólo su propia luz. Lo que
parecen ser objetos para la mente son para la conciencia, sólo su propia luz del
conocimiento.

Sin embargo, podemos ir más allá. ¿Qué es lo que ve a la luna? ¿El sol? ¡No! El sol sólo
conoce o ve su propia luz. ¿Qué es lo que conoce a la mente? ¿La conciencia? No, la
conciencia sólo se conoce a sí misma.

La luna es sólo una luna desde el punto de vista de la luna. La mente es sólo una
mente desde el punto de vista de la mente.

Los pensamientos, sensaciones y percepciones son sólo pensamientos, sensaciones y


percepciones desde el punto de vista de un pensamiento.

La conciencia no conoce nada de eso. Sólo se conoce a sí misma. Eso es pura paz.

© 2011 Rupert Spira, Nonduality Press

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