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Desde el punto de vista de la tierra, el Sol viene y va, aunque en realidad siempre está
ahí. Del mismo modo, desde el punto de vista del cuerpo y la mente, nuestra
naturaleza esencial de pura Consciencia viene y va, pero en su propia experiencia de sí
misma está eternamente presente.
Toda experiencia es iluminada, o hecha conocible, por la luz del puro Conocer. Este
Conocer impregna todo pensamiento, sentimiento, sensación y percepción,
independientemente de sus características particulares. Nosotros somos este Conocer
transparente e inmutable.
Del mismo modo que una pantalla es íntimamente una con todas las imágenes y, al
mismo tiempo, está libre de ellas, así nuestra verdadera naturaleza del Conocer
luminoso y vacío es una con todas las experiencias y, sin embargo, al mismo tiempo,
está intrínsecamente libre de ellas.
Cuando se ha soltado todo lo que se puede soltar, lo que queda es lo que deseamos
por encima de todo.
En la ignorancia, soy algo; en la comprensión, soy nada; en el amor, soy todo.
INTRODUCCIÓN
Desde el punto de vista convencional, se cree que la experiencia está compuesta por dos
elementos esenciales: un sujeto –el cuerpo mente- y un objeto –las cosas, los demás y el
mundo-. Por este motivo, podríamos llamar a esta visión de la experiencia Dualidad
Convencional, en la cual está implícita la relación sujeto-objeto.
En la Dualidad Convencional, se cree que el cuerpo-mente (el sujeto de la experiencia) conecta
con las cosas, los demás y el mundo –los objetos de la experiencia- mediante un acto de
conocer, sentir o percibir. De ese modo, se considera que el cuerpo-mente es consciente, y que
“las cosas, los demás y el mundo” son aquello de lo cual “yo” –el cuerpo mente- soy
consciente. Esta creencia es la asunción fundamental en la cual está basada nuestra cultura
mundial y es encumbrada en nuestro lenguaje con frases como “yo conozco esto y lo otro”,
“yo te quiero”, “yo veo el árbol”. En todos los casos, hay un sujeto, “yo”, que conoce, siente o
percibe un objeto –“tú” o “ello”-. De hecho, esta creencia está tan integrada en nuestra cultura
que la mayoría de la gente no lo considera en absoluto una creencia, sino que lo asume
ciegamente como una verdad absoluta.
Como un primer paso hacia la comprensión de la verdadera naturaleza de la experiencia, las
enseñanzas no duales señalan que no es el “yo”, el cuerpo-mente, el que es consciente de las
cosas, de los demás y del mundo, sino que es el “Yo-Consciencia” el que es consciente del
cuerpo y de la mente, así como de las cosas, de los demás y del mundo. De este modo, el
cuerpo y la mente son entendidos como objetos de la experiencia, no como el sujeto.
En este caso, se entiende que el sujeto o el conocedor de la experiencia no está hecho de nada
objetivo, como pudiera ser un pensamiento, una imagen, un sentimiento, una sensación o una
percepción; está simplemente presente y consciente, y por lo tanto nos referimos a él como
“Consciencia”.
Al no tener ninguna característica objetiva, se dice que el sujeto de la experiencia -pura
Consciencia- está inherentemente vacío: vacío de pensamientos, imágenes, sentimientos,
sensaciones y percepciones; transparente, sin color, sin forma, imperceptible y, en última
instancia, inconcebible; sin embargo, si queremos poder hablar o escribir sobre la naturaleza
última de la experiencia, no nos queda más remedio que hacer una concesión y concebirlo
provisionalmente.
El proceso mediante el cual descubrimos que no es el “yo” como cuerpo-mente el que es
consciente de las cosas, de los demás y del mundo, sino que es el “Yo” como Consciencia el
que es consciente del cuerpo y la mente, así como de las cosas, los demás y el mundo, es
denominado en ocasiones neti-neti: “no soy esto, no soy aquello”. No soy mis pensamientos;
soy consciente de mis pensamientos. No soy mis sentimientos; soy consciente de mis
sentimientos. No soy mis sensaciones corporales; soy consciente de mis sensaciones
corporales. No soy mis percepciones –visiones, sonidos, sabores, texturas y olores-;
soy consciente de mis percepciones.
Así, el neti-neti es un procedimiento de discriminación o exclusión, mediante el cual vamos de
la creencia de que soy “algo” –una mezcla de un cuerpo y una mente- a la comprensión de que
soy “nada” (ninguna cosa)- ningún pensamiento, imagen, sentimiento, sensación o percepción.
De este modo, la culminación del camino del neti-neti –el Camino de la Exclusión– es conocer
nuestro Yo como pura Consciencia. Sin embargo, este proceso aún no nos dice nada sobre cuál
es la naturaleza de la Consciencia, más allá de que está simplemente presente y consciente. Y
en ese sentido, no es esto lo que se ha entendido tradicionalmente por despertar o
iluminación. El despertar o iluminación no es tan solo la revelación de la presencia de la
Consciencia –aunque este sea el primer paso- sino la revelación de su naturaleza
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Para que la paz y la felicidad que son inherentes al conocimiento de nuestro propio Ser –su
conocimiento de sí mismo- puedan ser plenamente sentidas y vividas en todos los aspectos de
la vida, nuestra comprensión iluminada ha de incorporarse en todos los ámbitos de la
experiencia, es decir, en el modo en que pensamos, sentimos, actuamos, percibimos y nos
relacionamos.
Por lo tanto, hay una segunda etapa –el Camino de la Inclusión o Camino Tántrico- en la que el
modo en que pensamos, sentimos, actuamos y nos relacionamos se readapta gradualmente a
nuestra nueva comprensión. En este Camino de la Inclusión –o, como es denominado en la
tradición zen, El Gran Renacimiento y en la tradición cristiana, la transfiguración- descubrimos
que nuestra naturaleza esencial de pura Consciencia no está tan solo presente como testigo de
toda experiencia, sino que además constituye la mismísima sustancia o realidad de la
experiencia. Como tal, no es tan solo el trasfondo de la experiencia, sino también lo que está
presente en primer plano; no es tan solo trascendente, sino que también esinmanente.
En esta comprensión, la dualidad, es decir, la distinción entre el sujeto –la pura Consciencia- y
los objetos del cuerpo, la mente y el mundo, se ha colapsado. De hecho, ni siquiera puede
decirse que se haya colapsado, dado que para empezar nunca estuvo ahí realmente. Más bien,
se ha visto con claridad que la dualidad es y siempre ha sido completamente inexistente: en
realidad, no hay ningún yo –ya sea temporal y limitado o eternamente presente e ilimitado-
que conozca, ni tampoco ningún objeto, ser o mundo limitado que sea conocido. Lo único que
hay es puro Conocer –una totalidad íntima, continua, indivisible, eternamente presente e
ilimitada-.
Es en este sentido en el que los términos Conocer o la luz del puro Conocer se usan en Las
cenizas del amor; para describir ese sentir y conocer que toda distinción entre un sujeto
aparente y un objeto, ser o mundo aparente se ha disuelto, al contrario que los
términos Consciencia o pura Consciencia, en los que aún están presentes un sujeto aparente y
un objeto.
Y, del mismo modo que utilizamos como metáfora para la relación de la Consciencia con la
experiencia el cielo abierto y vacío, en el que los objetos del cuerpo, la mente y el mundo
flotan como nubes, para el puro Conocer, en el que no hay sujeto ni objeto, emplearemos la
metáfora de la pantalla y la imagen o película.
Sin embargo, la pantalla en esta metáfora es una pantalla consciente; está viendo o
conociendo las imágenes que en ella aparecen, y es, simultáneamente, la sustancia de la que
están hechas. De este modo, las conoce como sí misma, no como objetos o como otros.
En este caso, no existe un objeto con existencia real independiente en la pantalla que
podamos llamar (una imagen). No hay dos cosas –Advaita significa (adual, no dos)-; no hay por
un lado la pantalla y por otro la imagen; únicamente existe la pantalla. Es la pantalla la que,
vibrando y creando modulaciones de sí misma, aparece como la imagen, pero nunca se
convierte en nada diferente a sí misma.
De igual modo, el puro Conocer, vibrando dentro de sí mismo, toma la forma del pensar,
sentir, percibir, ver, oír, tocar, gustar y oler, y así, parece convertirse en una mente, un cuerpo
y un mundo, pero en realidad nunca se transforma en nada que no sea él mismo.
Por lo tanto, desde el punto de vista del puro Conocer, no hay (objetos). Tan solo hay objetos e
individuos desde el punto de vista ilusorio de uno de los personajes de la película.
El nombre común que le damos a la ausencia de distinción entre un sujeto que conoce y un
objeto, ser o mundo, que es conocido, es amor o belleza. El amor es la experiencia de que no
hay otros; la belleza es la experiencia de que no hay objetos.
De hecho, no hay palabra que pueda ser legítimamente utilizada para describir la realidad de la
experiencia, que permanece innombrable, por siempre más allá del alcance del pensamiento, y
que, sin embargo, es total y absolutamente íntima. Es por este motivo por el que, cuando se
intenta expresar esta Realidad, ¡es posible tanto no emplear ninguna palabra como utilizar
muchísimas!
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El Camino de la Exclusión –no soy esto, no soy aquello- nos lleva de la creencia (soy algo) a la
comprensión (soy nada). El Camino de la Inclusión –soy esto, soy aquello- nos lleva de la
comprensión (soy nada) a sentir y comprender que (soy todo).
El Camino de la Exclusión está basado en la discriminación; en él hacemos una distinción entre
lo que es esencial en nuestro Yo y lo que no lo es. El Camino de la Inclusión está basado en el
amor; en él se ve que todas esas distinciones no tienen existencia real, y descubrimos nuestra
intimidad innata con todos los aparentes objetos y seres. Este Camino del Amor lleva a lo que
podría denominarse Iluminación Encarnada, en la que la comprensión de la verdadera
naturaleza de Consciencia eternamente presente e ilimitada va impregnando gradualmente
todas las facetas de la vida, penetrando y saturando el cuerpo, la mente y el mundo con su luz.
Es un proceso que nunca termina.
Tomamos el Camino de la Exclusión para ir de la Dualidad Convencional a la Dualidad
Iluminada; tomamos el Camino de la Inclusión o Tántrico, el Camino del Amor o la Belleza, para
ir de la Dualidad Iluminada a la Iluminación Encarnada.
Estas tres etapas –Dualidad Convencional, Dualidad Iluminada e Iluminación Encarnada- se
encuentran en todas las grandes tradiciones espirituales y religiosas; en el cristianismo son la
crucifixión, la resurrección y la transformación; en el budismo, el samsara, después el nirvana y
por último el samsara y el nirvana como equivalentes: primero la forma, luego el vacío, y por
último la forma es vacío y el vacío es forma. Tal y como lo expresó Ramana Maharshi: “El
mundo no es real; tan solo Brahman es real; Brahman es el mundo”.
En primer lugar, descubrimos que toda experiencia aparece en y es conocida por el espacio
abierto y vacío de la Consciencia. Después, descubrimos que la Consciencia no es tan solo el
contenedor y el conocedor, sino la mismísima sustancia o realidad de toda experiencia.
A medida que la distinción entre la Consciencia y los aparentes objetos del cuerpo, la mente y
el mundo se colapsa o, dicho con más precisión, a medida que se percibe que esa distinción es
completamente inexistente, se comprende que todo lo que siempre hemos conocido, todo con
lo que alguna vez nos hemos relacionado, es únicamente el Conocer de la experiencia. De
hecho, no es tan siquiera el Conocer de (la experiencia), porque nunca encontramos una
experiencia independiente del Conocer de dicha experiencia.
Tan solo conocemos el Conocer. Sin embargo, el (nosotros) o el (yo) que conoce ese Conocer
no está separado ni es distinto de él; el Conocer no es conocido más que por sí mismo.
Todo lo que en todo momento se conoce es Conocer, y es el Conocer el que se conoce a sí
mismo.
Lo único que existe es la luz del puro Conocer.
Rupert SPIRA, Las cenizas del amor. Aforismos sobre la esencia de la no-dualidad, Sirio, Málaga
El Eterno Ahora
Sin embargo, nuestra naturaleza esencial es, ella misma, puro ser, pura presencia
consciente, que ni reside en el cuerpo ni en la mente ni depende de ellos. No va ni
viene; no nació ni va a morir. Está eternamente presente ahora, y la paz, la felicidad y
el amor son su mismísima naturaleza.
En otras palabras, el solo conocimiento de nuestro propio ser tal como es constituye
una verdad evidente por sí misma que no requiere de confirmación por parte de
ninguna otra fuente. Por supuesto, es el pensamiento el que está formulando este
descubrimiento, pero el descubrimiento mismo no proviene del pensamiento.
Las implicaciones de este descubrimiento son a la vez simples y profundas: en cada
uno de nosotros, la paz, la felicidad y el amor que son nuestra naturaleza esencial
están siempre presentes y disponibles. Es decir, aquello que verdaderamente
anhelamos en la vida está disponible a cada momento, en cualquier circunstancia, en
el sencillo conocimiento de nuestro ser tal como realmente es.
Si miramos de cerca y honestamente la gran mayoría de nuestros pensamientos y
actividades, veremos que están orientados a obtener la paz, la felicidad y el amor por
medio de la manipulación de las circunstancias o la adquisición de objetos y relaciones
en el futuro.
El yo interior e imaginario se crea cuando esta paz, felicidad y amor resultan velados,
y, una vez que ha sido creado o imaginado, se ve condenado a una búsqueda
incesante; y busca, en un futuro que no existe, algo que, por definición, no puede
encontrarse allí.
EL ETERNO AHORA
Del mismo modo, si no conocemos el tiempo, ¿cómo sabemos que el ahora en el que
está teniendo lugar la experiencia actual no es el mismo ahora en el que tiene lugar
toda experiencia? ¿Cómo sabemos que el ahora en el que tuvimos nuestra primera
experiencia como recién nacidos no es el mismo ahora en el que están apareciendo
estas palabras?
Es tan solo un pensamiento el que nos dice que este ahora es diferente de aquel
ahora. Y dicho pensamiento está manifestándose en este momento. Sencillamente,
¡no podemos evitar el ahora! No está presente ningún otro tiempo en el que pueda
existir otro ahora.
¿De qué está hecho el ahora? El ahora está siempre presente y por lo tanto solo puede
estar hecho de algo que esté también siempre presente. Y ¿qué es lo que, en nuestra
experiencia, está siempre presente? ¿La mente, el cuerpo, el mundo? No; ¡solo
nuestro yo!
En este enfoque, simplemente notamos que ya y siempre somos lo que sea eso que
conoce o es consciente de nuestra experiencia. Sería imposible ser algo distinto que
eso.
Sólo intenta ser algo distinto de eso que es consciente de nuestra experiencia. Trata
de no ser eso. Es imposible.
Así que la meditación es la cosa más fácil del mundo; es aún más fácil que respirar.
Incluso la respiración requiere una ligera contracción de algunos músculos. Para ser, o
conocerse a uno mismo como esta Presencia consciente, es aún más fácil que eso.
Algunas mentes pueden ser relativamente tranquilas, otras pueden estar haciendo
comentarios sobre lo que se dice aquí, o pensando en otros asuntos. Todo tipo de
pensamientos pueden estar pasando. No importa lo que esté pasando por nuestra
mente. Dale a la mente total libertad para ir donde quiera, cuando quiera y pensar en
lo que quiera.
La meditación no tiene nada que ver con lo que está o no está teniendo lugar en la
mente. Dale a la mente total libertad para hacer lo que sea que ha sido condicionada
para hacer. No hay nadie personalmente responsable de la actividad de la mente. De
hecho, todo el universo conspira para que cada acontecimiento tenga lugar. Es decir,
cada pensamiento, cada sentimiento, cada acción, cada viento que se mueve, cada
mariposa que vuela, todo en el universo entero, está involucrado en el más mínimo
pensamiento o sentimiento. Así que el universo es responsable de nuestros
pensamientos.
La meditación no tiene nada que ver con sentarse en una postura fija, inmóvil,
soportando el dolor en las rodillas o la espalda, con la esperanza de que vamos a ganar
algo con ello. Sé natural con el cuerpo: si está incómodo, deja que se mueva.
Y asegúrate de que el mundo está incluido. Y por el "mundo", nos referimos a las
vistas, sonidos, sabores, texturas y olores. Son todo lo que conocemos de un mundo.
Deja que todo sea incluido. No tenemos que tratar de incluir todo ― eso sería una
actividad de la mente. Sólo ve que "yo", la Conciencia, estoy totalmente abierto en
todas direcciones a lo que aparece. Simplemente sé consciente de esta amplia
apertura de la Presencia consciente.
Observa que esta presencia no está involucrada con ninguna apariencia particular.
Simplemente permite que toda apariencia sea como es, sin involucrarse en ella, al
igual que la pantalla permite que cada imagen de una película sea como es, sin
involucrarse en ella.
Nosotros no tenemos que hacer que esto suceda; sólo date cuenta de que eso ya es
así. Yo, eso que es consciente de nuestra experiencia, soy íntimamente uno con cada
experiencia y, al mismo tiempo, estoy completamente no involucrado con ella.
Lo que sea que es consciente de nuestra experiencia es íntimamente uno con ella ―
impregna toda experiencia y, al mismo tiempo, está libre de ella. La pantalla impregna
la imagen, es una con la imagen, y, sin embargo, al mismo tiempo, es independiente
de ella. No es manchada, dañada, herida, alterada, cambiada, movida o destruida por
la imagen.
De la misma manera, yo, está vacía Presencia consciente, impregno toda experiencia,
pero nunca soy dañado por ella, nunca soy manchado por ella, nunca soy herido por
ella. No tenemos que defendernos de ninguna experiencia. Sólo nos defenderíamos de
una experiencia particular si pensamos que nos puede hacer daño. No me estoy
refiriendo a un daño físico al cuerpo; es natural cuidar del cuerpo. Estoy hablando del
sufrimiento psicológico.
No me sigas con tus pensamientos; sígueme en tu experiencia; comprueba lo que se
está diciendo en tu experiencia actual. Ve claramente que lo que esencialmente
somos, lo que está consciente de nuestra experiencia, es íntimamente uno con ella, y,
al mismo tiempo, está libre de ella.
Es por eso que nuestro Ser, la Conciencia, a veces se dice que es "nada", no una cosa,
no un objeto, no un pensamiento, sentimiento, sensación o percepción. A veces se
dice que es vacía, transparente o vacua. Estas palabras son para evocar la realización
experiencial de que lo que esencialmente somos no se puede encontrar, sentir,
conocer, ver o experimentar como cualquier tipo de objeto, por muy sutil que sea, ni
siquiera la sutil sensación de ser.
Al mismo tiempo, cuando aparece la experiencia ―es decir, cuando el pensar, sentir o
percibir aparece― es completamente impregnada por el conocer de la misma. Todo lo
que hay de un pensamiento es la experiencia del pensar, y todo lo que hay del pensar
es el conocer del mismo. Ese Conocer es esta Conciencia transparente, vacía, que es
nuestro Ser, esta no-cosa.
Esta "no-cosa" vacía, consciente, toma la forma de la experiencia del pensar, al igual
que la pantalla vacía toma la forma de la plenitud de la imagen.
Así que esta "nada" vacía resulta ser la plenitud de todo. No somos simplemente una
nada vacía, una "no-cosi-dad" vacía. Somos eso, pero eso es la sustancia, la realidad, la
materia de la que está hecha toda experiencia. Como tal, somos todo.
El sufrimiento es para la mente lo que el dolor es para el cuerpo, una señal de que
algo necesita atención, un mensaje de que hemos confundido nuestro Ser por un
cúmulo de pensamientos y sentimientos. En otras palabras, el sufrimiento no está aquí
para frustrarnos; no es un castigo. Por el contrario, está aquí para ayudarnos. Es una
llamada de atención.
Para empezar, se trata de una llamada benévola, pero con el tiempo se vuelve más y
más severa. Sin embargo, independientemente de su intensidad, la llamada de
atención siempre está diciendo lo mismo: nos hemos confundido a nosotros mismos
por un cúmulo de pensamientos y sentimientos; hemos pasado por alto u olvidado lo
que realmente somos.
Hay algo presente que está experimentando la situación actual. No sabemos qué es
ese algo, sin embargo sabemos con certeza que está presente, que es consciente.
Si tuviera cualidades objetivas, estas cualidades serían parte de la situación actual que
está siendo experimentada. Serían experimentadas por esta presencia-testigo de la
Consciencia. Aparecerían a la Consciencia, junto con todos los demás objetos.
Al mismo tiempo, tenemos la experiencia directa de que esta presencia-testigo de la
Consciencia está indudablemente presente. Es nuestro Ser más íntimo.
La situación actual está cambiando todo el tiempo. Incluso si los cambios son mínimos,
sin embargo a cada momento se nos presenta con una configuración diferente de
mente, cuerpo y/o mundo.
Sin embargo, esta presencia-testigo consciente, este "Yo" nunca cambia. Siempre está
simplemente presente, abierta, disponible, despierta.
Sin embargo, si nos fijamos bien en nuestra experiencia, vemos claramente que nunca
hemos experimentado ningún cambio en la Consciencia misma.
Si miramos atrás en nuestra vida, vemos que esta Presencia consciente ha sido
siempre tal y como es ahora. Nunca ha cambiado, se ha movido, aparecido o
desaparecido.
La primera experiencia que hemos tenido cuando éramos un bebé recién nacido fue
experimentada por esta presencia-testigo de la Consciencia. La Consciencia estaba
presente para atestiguar esta primera experiencia, pero ¿alguna vez hemos
experimentado la aparición de la Consciencia?
Si la aparición de la Consciencia fuera una experiencia tendría que haber otra
Consciencia presente para atestiguar esta apariencia. Y si la aparición de la
Consciencia nunca se ha experimentado, ¿qué validez hay en la afirmación de que la
Consciencia aparece, que tiene un principio, que ha nacido?
Del mismo modo ¿hemos experimentado alguna vez un final de la Consciencia? Si
hemos experimentado la desaparición de la Consciencia, tendría que haber otra
Consciencia presente para atestiguar esta desaparición. Y esta "nueva" Consciencia,
que atestigua la desaparición de la "vieja" Consciencia, tendría que estar presente
durante y después de su desaparición, con el fin de hacer la afirmación legítima de
que ha sido testigo de su desaparición.
Por lo tanto, no podemos afirmar que alguna vez hemos tenido la experiencia de la
desaparición de la Consciencia, y por lo tanto ¿qué validez hay de nuestra convicción
de que nosotros, como Consciencia, morimos?
Esta no es nuestra experiencia en el primer caso y no hay evidencia para sugerir que
será nuestra experiencia en el segundo.
Hay evidencia de que la capacidad de sentir desaparece con la muerte, pero no de que
la Consciencia desaparezca.
Y a su vez, después de un período del sueño, la Consciencia adopta la forma del sentir
y percibir y, como resultado, el cuerpo y el mundo son recreados, es decir, el estado
de vigilia reaparece.
Si miramos el sueño profundo desde el punto de vista del estado de vigilia, parece
haber durado un periodo de tiempo determinado, de la misma manera que los
objetos que aparecen en los estados del sueño y de vigilia parecen durar cierto
período de tiempo.
En realidad el tiempo ni siquiera está presente en los estados del sueño y de vigilia,
pero al menos la ilusión del tiempo está presente en estos estados. En el sueño
profundo ni siquiera la ilusión del tiempo está presente.
El tiempo, en los estados de vigilia y del sueño, es una ilusión. En el sueño profundo,
es una presunción.
El lenguaje del estado de vigilia se basa en objetos y el tiempo, y por lo tanto, cuando
vemos el sueño sin sueños, desde el punto de vista del estado de vigilia, creemos que
debe haber durado un tiempo determinado, porque la mente no puede imaginar la
intemporalidad.
La mente interpreta que el tiempo que imagina como real es una experiencia real. Se
imagina que el tiempo está presente en la ausencia de la mente, en la ausencia de sí
misma, y por lo tanto, se imagina que el sueño profundo tiene duración. El sueño
profundo es por tanto considerado como un estado.
Sin embargo, despojado de duración, el sueño profundo es en realidad la presencia
intemporal de la Consciencia que está más allá, detrás y dentro de todos los estados y,
a pesar de que da origen a la apariencia del tiempo, ella misma no está en el tiempo.
Nuestra experiencia es que el sueño profundo es simplemente la presencia intemporal
de la Consciencia que no aparece o desaparece.
¿Eso que está presente durante el sueño profundo, o más bien, eso que está
presente como el sueño profundo, desaparece cuando el mundo del sueño aparece?
¡No! El mundo del sueño simplemente surge dentro del sueño profundo, es decir,
dentro de esta Consciencia intemporal.
¿Eso que está presente como el sueño profundo desaparece cuando el mundo del
estado de vigilia aparece?
¡No! El mundo de la vigilia simplemente surge dentro del sueño profundo, dentro de
esta Consciencia intemporal.
La transición desde el sueño profundo al sueño y a la vigilia es constante, sin fisuras.
En realidad, no es una transición en absoluto. Se supone que es una transición sólo
desde el punto de vista del estado de vigilia, donde una entidad separada parece
transitar de un estado a otro.
Eso que es el sueño profundo, la Presencia intemporal, no desaparece para que los
mundos del sueño y la vigilia aparezcan. Simplemente permanece como siempre es y,
al mismo tiempo, adopta la forma de los mundos del sueño y la vigilia.
En ningún momento de este proceso ninguna entidad separada se duerme o transita
de un estado a otro.
Desde muy pequeños se nos enseñó a formular nuestra experiencia en formas que
parecían expresarla y validarla y esas expresiones, subsecuentemente, condicionaron
la forma en que el mundo aparecía.
"David ama a Jane", "Tim vio el autobús". Nuestras primeras formulaciones dividieron
la experiencia en "yo" y "los demás", en "yo" y "el mundo", en un sujeto
experimentando un objeto. Desde entonces, nuestra experiencia parece hacer válidas
ese tipo de formulaciones.
Toda tradición espiritual tiene sus propios medios para llegar a este entendimiento, el
cual no es sólo un entendimiento intelectual, sino más bien un Saber Interior que se
encuentra más allá de la mente. Y dentro de cada tradición hay tantas variantes de
enfoque como alumnos.
Dicho esto, las conclusiones a las que se llegan sólo están destinadas a desarraigar las
viejas, convencionales y duales formulaciones que se enquistaron tan profundamente
en la forma en como aparentemente nos experimentamos a nosotros mismos y al
mundo.
Una vez que estas formulaciones sean desarraigadas, no necesitarán ser abandonadas.
Pueden seguir siendo utilizadas como ideas provisionales que tienen una función en
ciertos aspectos de la vida.
Éstas simplemente nos conducen a un No-saber abierto, que puede ser formulado de
momento a momento en respuesta a una situación dada, incluyendo el
cuestionamiento acerca de la naturaleza de la experiencia.
Si dirigimos ahora nuestra atención al papel en blanco en donde están escritas estas
palabras, experimentaríamos la misteriosa sensación de hacernos, repentinamente,
conscientes de algo que de manera simultánea es tan obvio que no necesitaría ni
siquiera mencionarse. Y aun así, en el momento que se señala el papel, parece que
experimentamos algo nuevo.
El papel no es una nueva experiencia que se crea debido a este señalamiento. Sin
embargo, nuestra consciencia del papel parece ser una nueva experiencia.
Ahora, ¿qué hay de la conciencia (presencia consciente) misma, que está consciente
del papel? ¿Acaso no está siempre presente detrás y dentro de cada experiencia, así
como el papel está presente detrás y dentro de las palabras de esta página?
Y cuando nuestra atención se dirige a ella, ¿acaso no tenemos la misma sensación
extraña de habernos hecho conscientes de algo que, de hecho, siempre lo estuvimos,
pero que no lo habíamos advertido?
¿No es esta presencia consciente el más íntimo y obvio hecho de nuestra experiencia,
esencial para, y aun así, independiente de las cualidades particulares de cada
experiencia, en la misma forma en que el papel es el hecho más obvio de esta página,
esencial para, y a la vez independiente de cada palabra?
¿Acaso es necesario agregar algo nuevo a esta página para poder ver el papel? ¿Se
necesita agregar algo nuevo a esta experiencia presente con el fin de volvernos
conscientes de la consciencia presente que es su soporte y sustancia?
¿Las palabras, por sí mismas, afectan al papel? ¿Al papel le importa lo que se diga con
esas palabras? ¿El contenido de cada experiencia afecta la presencia consciente en
donde ésta aparece?
De hecho, cada palabra de esta página está hecha sólo de papel. Éstas sólo expresan la
naturaleza del papel, aunque se encuentre describiendo a la luna.
Es tan cercana, que no puede ser conocida como un objeto y, sin embargo, siempre es
conocida.
Es tan presente, que todas y cada una de las experiencias vibran con su misma
sustancia.
Rupert Spira,
Octubre del 2008.
El Jardín de lo Desconocido
Sin embargo, una "percepción" sigue siendo un objeto y un examen más profundo nos
revela que está hecha de "sensaciones", de "sustancia mental", en lugar de algo físico.
Ver Claramente
La claridad de ver lo que es, tiene un profundo efecto en la apariencia de la mente, del
cuerpo y del mundo, pero ese no es el objeto de esta investigación. No hay objeto
alguno para esta investigación.
Incluso el propósito de "ver claramente" resulta ser excesivo al final. Un clavo saca a
otro clavo, y cuando incluso este último rastro de llegar a ser se disuelve en
entendimiento, también es abandonado, dejando tan sólo el Ser.
La creencia y la duda son dos lados de una misma moneda. Cuando una creencia es
expuesta, se descubre si es verdadera o no, si es verdadera, la creencia se convierte en
un hecho y la duda que estaba implícita en ella se disuelve, y si se descubre que es
falsa, tanto la creencia como la duda, naturalmente llegan a su fin.
Sin embargo, la manzana jamás es tocada dentro de este proceso. Siempre permanece
tal cual es, entera, sin ser tocada ni modificada ni dividida. Tan sólo parece estar
dividida, y ésta apariencia proporciona una imagen completa de su verdadera
naturaleza no dividida.
Lo mismo pasa con nuestra experiencia. Las meditaciones en este libro son como la
resonancia magnética de nuestra experiencia. Ellas observan la experiencia desde
diversos ángulos, separándola, dividiéndola. Aunque nuestra experiencia sea siempre
una sola.
En este caso aún no se identifica que eso que consideramos nuestras suposiciones
normales, de sentido común son, de hecho, suposiciones intelectuales y abstractas —
es decir, que en realidad tienen muy poco que ver con los hechos de la experiencia.
Espero que al final del libro quede claro que de hecho son nuestras formas
convencionales de ver lo que guardan poca relación con la experiencia real de cada
momento.
Y, por contraste, espero que las formulaciones expresadas aquí sean entendidas como
afirmaciones simples y obvias acerca de la naturaleza de la experiencia, aunque
dentro de los limitados confines de la mente.
Cualquier línea de razonamiento que sugiera que este no es el caso, y que quizás sólo
haya la experiencia de la Consciencia conociéndose a sí misma en, y como objetos, es
a veces considerada ser intelectual y abstracta.
Sin embargo, la idea de que el cuerpo y el mundo existen como objetos en el tiempo y
el espacio, independientes y separados de la Consciencia, es la que es intelectual y
abstracta. No está basada en la experiencia. Y por la misma razón, la idea de que sólo
hay una experiencia de la Consciencia conociéndose a sí misma en y como objetos, se
hace auto evidente, obvio y un hecho indiscutible de la experiencia.
Por supuesto que la aparición de objetos físicos continúa, pero esa apariencia ya no es
confundida con la Realidad.
Sin embargo, sería un malentendido pensar que las apariencias tienen que
desaparecer para que la Realidad sea revelada. Se trata simplemente de que la mala
interpretación deje de superponerse a la experiencia.
Lo Que Realmente Es
Sea lo que sea que está viendo y entendiendo estas palabras, es a lo que se refiere
aquí como "Consciencia". Es lo que sabemos que somos, a lo que nos referimos
cuando decimos "yo".
Sabemos que la Consciencia es, y que todo es conocido por y a través de ésta. Sin
embargo, la Consciencia en sí misma no puede ser conocida como un objeto.
Ahora, si no sabemos lo que es la Consciencia, lo que "yo" soy, pero sabemos que ésta
es, y si todo lo que experimentamos es conocido a través de o por medio de esta
Consciencia conocedora, ¿cómo podríamos saber lo que realmente son las cosas?
Todo lo que podemos saber, con toda seguridad, acerca de un objeto es que éste es, y
esa cualidad de "ser" es a la que nos referimos aquí como Ser o Existencia. Es esa
parte de nuestra experiencia que es real, que perdura, que no es una apariencia fugaz.
También nos referimos a ella como su Realidad.
Sabemos que la Consciencia está presente ahora y sabemos que cualquier cosa que se
esté experimentando en este momento, existe. Tiene Existencia.
Si creemos conocer algo objetivo acerca de nosotros o del mundo, entonces, cualquier
cosa que creamos saber condicionará nuestra indagación subsecuente sobre la
naturaleza de la experiencia. Entonces, antes de saber lo que algo es, si fuese posible,
primero debemos llegar al entendimiento que no sabemos lo que las cosas son
realmente.
Una vez que se deja expuesta una creencia que manteníamos como hecho, ésta se
disuelve de manera natural. Si es necesario o no que se llegue a algo más allá que la
exposición de nuestras falsas ideas acerca de la naturaleza de las cosas, aún está por
verse. No podemos saberlo hasta que esas falsas ideas hayan sido eliminadas.
Muchas de nuestras ideas y creencias acerca de nosotros y del mundo están tan
profundamente arraigadas que ni siquiera nos damos cuenta que se trata de creencias
y las tomamos, sin cuestionar, como la verdad absoluta.
Por ejemplo, creemos que somos un cuerpo, que somos un hombre o una mujer y que
nacimos y que moriremos algún día. Creemos que somos una entidad entre muchas
otras entidades y que esta entidad habita en alguna parte del cuerpo, normalmente
detrás de los ojos o en el área del pecho.
Creemos que somos el sujeto de nuestra experiencia y que todo y todos los demás son
el objeto. Creemos que, como este sujeto, somos los hacedores de nuestras acciones,
los pensadores de nuestros pensamientos, los detectores de nuestros sentimientos,
los selectores de nuestras elecciones.
Creemos que esta entidad que consideramos ser, tiene libertad de elección sobre
ciertos aspectos de la experiencia pero no sobre otros.
Creemos que el tiempo y el espacio son realmente experimentados, que existen antes
que nosotros y que continuarán después de nuestra muerte.
Estas y muchas otras creencias se consideran tan obviamente ciertas que están más
allá de la necesidad de ser cuestionadas. Equivalen a una religión del materialismo a la
cual se suscribe la mayor parte de la humanidad. Esto resulta especialmente
sorprendente en las áreas de la vida que pretenden tratar explícitamente con
cuestiones acerca de la naturaleza de la Realidad, como la religión, la filosofía y el arte.
Esto a su vez implica que si vamos a llevar a cabo una investigación honesta sobre la
naturaleza de la Realidad, tenemos que descartar todos los supuestos que no se
deriven de la experiencia directa. Ninguno de esos supuestos están relacionados con
la experiencia en sí y por lo tanto no están relacionados ni con nosotros ni con el
mundo. Si nos atenemos honestamente a nuestra experiencia, nos sorprenderíamos al
darnos cuenta de la cantidad de suposiciones y conjeturas que resultan ser creencias
insostenibles.
Toda experiencia tiene lugar aquí y ahora, entonces, la naturaleza de la Realidad, sea
lo que sea, debe estar presente en la intimidad y en la inmediatez de esta experiencia
actual.
"Yo", Consciencia, está presente, y algo, las palabras, el sonido del tráfico, un
sentimiento de tristeza, sea lo que sea, también está presente.
No sabemos lo que es esta Consciencia. Tampoco sabemos cuál sea la Realidad de las
palabras o de la experiencia actual. Sin embargo, hay Consciencia de algo y allí está la
Existencia de ese algo. Ambos están presentes en esta experiencia actual.
En las meditaciones que componen este libro se reconoce que el propósito del
razonamiento no es delimitar ni aprehender la Realidad. Sin embargo, también se
reconoce que la mente ha elaborado ideas complejas y persuasivas que han postulado
una imagen de nosotros mismos y del mundo que distan mucho de los hechos de
nuestra experiencia.
Estas ideas nos han convencido que hay un mundo que existe separado de e
independiente de la Consciencia. Nos han convencido de creer que "yo", la
Consciencia que está viendo estas palabras, es una entidad que reside dentro del
cuerpo que ha nacido y que va a morir, y que es el sujeto de la experiencia mientras
todo lo demás, el mundo, "lo otro", es el objeto.
Es cierto que la Consciencia está más allá de la mente y que por lo mismo no puede
ser enmarcada dentro de sus conceptos abstractos. Sin embargo, esto no invalida el
uso de la mente para explorar la naturaleza de la Consciencia y la Realidad.
Sería ingenuo usar la mente para negar su propia validez. Nuestro uso de la mente
afirma su validez. Sin embargo, es muy diferente usar la mente para entender sus
propios límites. Sería bueno que al final de un proceso de exploración de la naturaleza
de la experiencia, utilizando toda la capacidad de sus poderes de pensamiento
conceptual, la mente llegara a entender los límites de su capacidad para aprehender la
verdad del asunto y, como resultado, llegara de manera espontánea a su fin. Que se
colapsara desde dentro, por así decirlo.
Sin embargo, esta es una situación muy diferente de una en la que a la mente le haya
sido negada cualquier credibilidad provisional sobre la base de que nada que diga
acerca de la Realidad podría, en última instancia, ser verdad.
Estamos abiertos a la posibilidad de que hay una sola totalidad, sin fisuras, que
Consciencia y Existencia son una, que hay una sola Realidad.
El edificio de las ideas dualistas, que parece ser validado por la experiencia, está muy
bien construido con creencias al nivel de la mente y los sentimientos al nivel del
cuerpo, los cuales están estrechamente entrelazados, y se sustentan y validan
mutuamente.
Nuestras creencias son la causa fundamental del sufrimiento psicológico y éstas son
desmanteladas a través de un proceso de investigación meditativa.
La consciencia toma la forma del pensar e imaginar para aparecer como la mente.
Toma la forma del sentir para aparecer como el cuerpo. Y toma la forma del percibir
para aparecer como el mundo.
La idea de que hay una mente independiente del pensar, que hay un cuerpo
independiente del sentir y que hay un mundo independiente del percibir, es
simplemente eso, una idea.
La mente, el cuerpo y el mundo no son otra cosa que pensar, sentir y percibir.
La consciencia se proyecta, por así decir, a través de las facultades del pensar, del
sentir y del percibir, y parece convertirse en un objeto, un otro, un mundo.
Sin embargo, esta proyección siempre permanece dentro de sí misma, aunque parece
tener lugar fuera de sí misma.
La consciencia parece dividir su propia Unidad en "yo" y un objeto, "yo" y "otro", "yo"
y el "mundo".
Sin embargo, si vamos hacia atrás por este sendero proyectado, en la dirección
contraria de la que surgió, la mente, el cuerpo y el mundo se reducen en nuestro
entendimiento al pensar, el sentir y el percibir. Y si miramos más de cerca la
naturaleza del pensar, el sentir y el percibir, descubrimos que siempre es sólo la
Consciencia.
Y la Consciencia, sea lo que sea lo que está experimentando esta experiencia actual, se
realiza simultáneamente como la sustancia de esta experiencia.
"Yo" que estoy viendo estas palabras soy también la sustancia de estas palabras.
Son dos caras de la misma moneda. La moneda misma es la Presencia, esta Conciencia
presente, que es aquella en la que aparece la experiencia actual y también aquella de
la cual está hecha.
Ninguna parte de ella está más cerca o más lejos de la Presencia que cualquier otra
parte.
Ninguna parte de la experiencia está más o menos permeada con esta Presencia que
cualquier otra parte.
El yo y el mundo nacen.
Sin embargo, este nacimiento nunca ocurre realmente. No hay yo, ni tú, ni otro, ni
objeto, ni mundo.
¿Cómo podría haber un principio, un fin o un cambio, en eso en el que todos los
comienzos, fines y cambios tienen lugar?
¿Dónde podría ir esta Presencia para descubrir que ya no está ahí?
¿En qué podría convertirse esta Presencia que ya no fuera ella misma?
Pero conocer y ser no son dos aspectos distintos de la Presencia. Son perfectamente
uno.
La Presencia conoce una cosa siendo esa cosa. Y la Presencia es una cosa conociendo
esa cosa.
Es lo que yo soy.
Nada (ninguna cosa) nunca deja de ser porque ninguna cosa ha venido nunca a la
existencia.
Es esta única sustancia la que toma la forma de todas las apariencias sin tener nunca
que ser o convertirse en otra cosa que no sea ella misma.
La Presencia no está nunca velada a sí misma. Y por lo tanto no hay ninguna verdadera
revelación de la Realidad.
Aquí mismo estas palabras y todo lo que se está experimentando en este momento, es
conocido, pero no hay ninguna otra sustancia en esta experiencia aparte de su
conocer. Es decir, su ser, su sustancia, es su conocer de sí misma.
No hay conocedor de esta experiencia ni nada que sea conocido. Solo hay el conocer
de ella, que es al mismo tiempo idéntico al ser de ella.
Si no está claro, lo que aquí está escrito parecerá ser complejo, teórico y abstracto.
Sin embargo, si es evidente, es evidente, y lo que aquí está escrito será visto como una
forma simple de describir la realidad de la experiencia, aunque dentro de los confines
limitados del lenguaje.
Así que la idea de un "árbol" se refiere a "algo" que nunca es experimentado como tal.
Nunca experimentamos el árbol tal como es concebido.
No tenemos ninguna duda de que "algo", que es referido como "árbol", está siendo
experimentado, pero el concepto "árbol" no describe ese "algo".
¿Se ve el "árbol" a sí mismo? ¿Sabe el árbol que es un árbol? ¿Acaso el árbol reclama
que es un árbol? ¿Quién dice que es un árbol? Es sólo la mente la que hace esta
afirmación.
El ver pertenece a los sentidos, no al árbol. Cada uno de los sentidos imparte sus
propias características sobre el objeto experimentado.
Sabemos esto por nuestra propia experiencia porque el ver persiste o continúa
cuando el árbol está ausente, por ejemplo cuando vemos un coche, pero la percepción
visual del árbol no persiste cuando el ver está ausente.
El ver por lo tanto existe en aquello que ve, sea lo que sea, no en lo que es visto.
Sin embargo no tenemos ninguna duda de que hay "algo" en nuestra experiencia del
árbol. ¿Qué es ese "algo"?
Sea lo que sea, está sin duda presente y sin embargo no tiene cualidades objetivas.
¿Qué es eso, en nuestra propia experiencia, que está sin duda presente y sin embargo
no tiene cualidades objetivas?
Por lo tanto, es nuestra experiencia directa e íntima que la Realidad del árbol es
idéntica a la Realidad de nuestro ser, la Consciencia.
No hay dos cosas, un veedor y un visto en nuestra experiencia real. La Realidad del
veedor y la realidad de lo visto son una sola sustancia y esa sustancia es nuestro ser, la
Consciencia.
De esta forma traemos al objeto, por así decirlo, de nuevo a nuestro ser. De hecho, el
objeto nunca ha dejado nuestro ser.
Vemos que es nuestro ser, la Consciencia, la que toma la forma del ver para
convertirse en el mundo visual, la que toma la forma del oír para convertirse en un
sonido, la que toma la forma del gustar para convertirse en un sabor, la que toma la
forma del oler para convertirse en un olor y la que toma la forma del tocar para
convertirse en una textura.
Y sin embargo, al hacerlo, nunca se convierte en ninguna otra cosa que sí misma.
El Camino de la Belleza
Una introducción a la naturaleza de la percepción
El artista y poeta William Blake dijo: "Si las puertas de la percepción se depurasen,
todo aparecería a los hombres como realmente es, Infinito. Pues el hombre se ha
encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de
su caverna".
¿Qué quiso decir con esto? ¿Cómo puede un objeto finito, como un árbol, mesa, silla,
persona, o casa ser infinito?
Tenemos que comprender en primer lugar que la palabra "percepción" incluye a todos
los cinco sentidos: vista, oído, tacto, gusto y olfato.
En cada caso, un sujeto ―"yo", el sí mismo (self)― se une a un objeto ―el árbol,
viento, persona, manzana o flor― a través de un acto de percepción, es decir, a través
de un acto de ver, oír, tocar, gustar u oler.
En otras palabras, los místicos han tendido a mirar hacia dentro, dirigir su atención
hacia el centro de su ser o naturaleza esencial, y los científicos y artistas han tendido a
mirar hacia afuera, hacia los objetos de la naturaleza y el mundo.
A primera vista puede parecer que ambos están establecidos en direcciones opuestas.
Sin embargo, si cada parte explora con suficiente profundidad, es inevitable que
llegarán a la misma conclusión. De hecho, la razón por la que en la mayoría de los
casos las conclusiones de los místicos, por un lado, y la de los artistas y científicos por
el otro, tienden a diferir tan radicalmente, es sólo porque cada parte no explora con
suficiente profundidad.
El pintor Paul Cézanne dijo: "Llegará el día en que una sola zanahoria, observada con
ojos nuevos, desencadenará una revolución". La revolución a la que hace referencia es
la unión de estas dos perspectivas ―la convergencia de la profunda comprensión del
místico, el artista y el científico― y las implicaciones que esto tiene en todos los
aspectos de nuestras vidas.
Así que vamos a explorar, en pocas palabras, estas dos perspectivas.
Tomemos el mundo aparente que ahora vemos. Nuestra única experiencia de tal
mundo es su percepción actual. En realidad, no podemos decir legítimamente que
conocemos o percibimos un mundo que existe independientemente, es decir, un
mundo que existe por sí mismo, independiente de nuestra percepción. Todo lo que
podemos decir legítimamente, basándonos en la experiencia real, es que conocemos
nuestra percepción del mundo.
De hecho, no podemos decir legítimamente que conocemos nuestra percepción "del
mundo", ya que, como hemos visto, nunca entramos en contacto con dicho mundo.
Sólo conocemos su percepción. Así que, en lugar de decir que conocemos nuestra
percepción "del mundo", sólo podemos decir legítimamente que
conocemos percepción.
Así que, después de haber descubierto que en realidad nunca conocemos, percibimos
ni entramos en contacto con un objeto o mundo como tal, ahora podemos explorar
nuestra experiencia más profundamente.
Por esta razón yo lo llamo puro Conocer. Es un Conocer que no está contaminado con
la más mínima traza de subjetividad u objetividad. No conoce nunca nada que no sea a
sí mismo. Y el nombre que comúnmente se da a la ausencia de un objeto u otro, a la
ausencia de separación o dualidad, es belleza o amor.
No conocer a un aparente objeto como "un objeto" es la experiencia de la belleza. No
conocer a un aparente otro como "un otro" es la experiencia del amor.
La belleza y el amor no son dos tipos especiales de experiencia que están limitadas a
uno o dos objetos o personas; son la naturaleza de toda experiencia. Desde el punto
de vista de la Conciencia o puro Conocer ―que es el único punto de vista real― toda
experiencia está hecha sólo de belleza y amor. Es decir, desde el punto de vista de la
Conciencia o puro Conocer, sólo hay el puro Conocer mismo, siendo, conociéndose y
amándose únicamente a sí mismo.
Por lo tanto, desde el punto de vista de la Conciencia o puro Conocer, no hay objetos
o yoes finitos. Solamente desde el punto de vista de un yo finito imaginario se
experimentan los objetos o yoes finitos. Desde el punto de vista de la Conciencia o
puro Conocer, sólo hay su propio yo (self) infinito y eterno, y todos
los aparentes objetos o yoes finitos son únicamente eso.
"Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombre como
realmente es, Infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las
cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna". Cuando la experiencia ya no se
imagina o se siente dividida en dos ingredientes esenciales ―un sujeto llamado "yo",
dentro del cuerpo-mente, y un objeto, el otro o el mundo, que está a distancia y
hecho de algo que no sea nosotros mismos― se conocerá y se sentirá como
realmente es, infinita y eterna.
Todo, todas las cosas aparentes, brillan con la luz del puro Conocer. Como dicen los
sufíes, "Dondequiera que mi ojo se detiene, veo el rostro de Dios".
La pantalla no es una experiencia nueva que se crea por esta indicación. Sin embargo,
nuestra conciencia de la pantalla parece ser una nueva experiencia.
Ahora ¿qué ocurre con la propia Conciencia que es consciente de la pantalla? ¿No está
siempre presente detrás y dentro de cada experiencia, al igual que la pantalla está
presente detrás y dentro de las palabras de esta página?
Y cuando nuestra atención se dirige hacia ella, ¿no tenemos la misma extraña
sensación de haber sido conscientes de algo que en realidad éramos siempre
conscientes, pero que no nos habíamos dado cuenta?
¿Es necesario añadir algo nuevo a esta página para ver la pantalla? ¿Es necesario
añadir algo nuevo a esta experiencia actual para ser conscientes de la Conciencia que
es su sostén y sustancia?
¿No son la "Conciencia" y un "objeto" sólo dos nombres para una sola experiencia,
íntima y sin fisuras, al igual como la "pantalla" y las "palabras" son dos nombres para
la experiencia presente?
¿Afectan las propias palabras a la pantalla? ¿Le preocupa a la pantalla lo que dicen las
palabras? ¿Afecta el contenido de cada experiencia a la Conciencia en la que aparece y
con la que es conocida?
Cada palabra de esta página está hecha en realidad sólo de la pantalla. Sólo expresa la
naturaleza de la pantalla, aunque pueda describir la luna.
Está tan cerca que no puede ser conocida como un objeto y sin embargo siempre se
conoce sólo a sí misma.
Es tan íntima que cada experiencia, ya sea grande o pequeña, está completamente
saturada e impregnada con su presencia.
Es tan amorosa que todas las cosas posibles que se pueda imaginar están contenidas y
permitidas incondicionalmente dentro de ella.
Es tan ilimitada que puede tomar la forma de todas las posibles limitaciones.
Es tan íntimamente una y sin fisuras consigo misma, con toda experiencia, que no se
puede separar un "experimentador" separado y un "experimentado" separado ― un
"yo interior" y un "mundo exterior", un "esto" y un "aquello", un "aquí" y un "allí", un
"yo" y un "no yo", un "ahora" y un "después".
La Eternidad de la Naturaleza
Esa declaración debe ser una de las expresiones más claras y profundas de la
naturaleza y el propósito del arte en nuestra época. ¿Qué quiso decir Cézanne,
estando delante de una montaña, el Monte de Santa Victoria, una de las estructuras
más sólidas y duraderas en la naturaleza, cuando dijo: "Todo se desvanece, se
desmorona..."?
Cuando decimos que percibimos un objeto, queremos decir que ese objeto aparece en
la Consciencia. Es una percepción que aparece en la Consciencia. Si cerramos los ojos
por un momento, la percepción anterior se desvanece por completo. Si reabrimos los
ojos aparece una nueva percepción. Aunque pueda parecer que es el mismo objeto el
que reaparece, es en realidad una nueva percepción.
En este caso tanto el objeto como el veedor, que son concebidos como existentes por
sí mismos, independientes del pensamiento que los piensa, son conceptos.
Este objeto y su sujeto, el veedor, son en realidad simple y solamente ese mismo
pensamiento que los ha concebido. Y con el fin de concebir un objeto que exista y
perdure en el tiempo y en el espacio, el tiempo y el espacio mismos tienen primero
que ser concebidos, con el fin de albergar a estos objetos. Del mismo modo, el tiempo
y el espacio en sí no son otra cosa que el mismo pensamiento que los ha concebido.
¿De dónde viene esta sensación de perdurabilidad o permanencia? ¿De dónde obtiene
Cézanne el conocimiento de que, "La naturaleza es siempre la misma", dado que ya ha
reconocido que, "Todo lo que vemos se desvanece, se desmorona"?
Como seres humanos somos sólo una parte de la naturaleza como la montaña que
Cézanne estaba mirando. El cuerpo/mente/mundo es un sistema integrado. Por lo
tanto, la exploración de la llamada esfera interna y subjetiva de nosotros mismos y la
llamada esfera externa y objetiva de la naturaleza debe, en última instancia, conducir
a la misma Realidad. La naturaleza y el hombre son parte de un sistema integrado y
por lo tanto deben compartir su Existencia. Su Ser debe ser compartido.
En su declaración de que "La naturaleza es siempre la misma, pero nada en ella nos
parece que dure", hay tres elementos. Está la Realidad o Existencia de la naturaleza,
que es "siempre la misma". Está la apariencia de la naturaleza, en la que "nada dura".
Y está el "nosotros", es decir, la Consciencia, que es consciente de las apariencias.
En la declaración, "'Nada en ella (la naturaleza) nos parece que dure", Cézanne
descarta todo lo que aparece en la naturaleza como una fuente posible de eso que es
"siempre lo mismo". Esto deja sólo Existencia y Consciencia.
¿Cuál es la relación entre estas dos, Existencia y Consciencia, y de qué manera puede
una o ambas explicar lo que Cézanne describe como, "eso que es siempre lo mismo"?
La naturaleza se nos presenta como forma y conceptos. La forma son los datos en
bruto de las percepciones de los sentidos y los conceptos son las etiquetas o
interpretaciones, interrelacionados entre sí por el poder conceptualizador de la
mente.
Cézanne llama a esta Existencia o Eseidad (Beingness), que está siempre presente y sin
embargo no aparece, "Eternidad".
Después de haber descartado "lo que aparece" como la fuente de la Eternidad de la
naturaleza, su única otra fuente posible es o bien Existencia, o Ser, la Seidad de las
cosas, o Consciencia. La Existencia o Ser está presente en cada experiencia de un
objeto y no cambia o desaparece cuando las formas y conceptos cambian y
desaparecen, el agua no deja de ser agua cuando una ola desaparece.
Por ejemplo, podemos confundir una cuerda con una serpiente. La apariencia, la
forma y el concepto de la serpiente aparente, no describe la Realidad de la cuerda. Sin
embargo, la Realidad de la cuerda es la sustancia de (y es expresada por) la (aparente)
serpiente. Hay algo que es real en nuestra experiencia de la serpiente. Es la cuerda. La
cuerda no está ocultada por la serpiente. De hecho sólo vemos siempre la cuerda. Lo
que aparece como serpiente es la cuerda.
Así que sabemos que la naturaleza es real, que hay algo presente, que hay una
Realidad en ella, incluso si todo lo que se nos presenta es insustancial y fugaz. Lo que
es real, por definición, perdura. Algo que no está presente no puede decirse que es
real. Sólo lo que está verdaderamente presente se puede decir que ser real, que tiene
Realidad.
Cuando el tigre está presente hay una Realidad en él. La Realidad del tigre es la
Consciencia, que es su soporte, su sustancia y su testigo. La Consciencia no es
oscurecida por el tigre. Es auto-evidente en el tigre. Se conoce a sí misma en y como la
apariencia del tigre.
¿Cómo puede algo que es real convertirse en irreal? ¿Dónde se va su Realidad? ¿Cómo
puede algo cuya naturaleza, cuya sustancia es la Realidad, convertirse en otra cosa,
convertirse en no-realidad?
Siendo sin forma, no puede decirse que tenga alguna limitación, ya que cualquier
limitación tendría que tener una forma, tendría que ser experimentada a través de la
mente o los sentidos, para ser una experiencia objetiva. Al mismo tiempo, lo que se
describe aquí es un hecho íntimo de experiencia. Hay algo real en esta experiencia
ahora.
Por lo tanto, nos demos cuenta o no, en nuestra experiencia presente sólo hay una
Consciencia/Existencia, no una Consciencia y una Existencia. Por lo tanto, nuestra
experiencia íntima y directa es que la Consciencia y la Existencia son una.
Él no dijo que el arte describe mejor la Realidad de lo que lo hace la literatura, sino
que nos da una idea (un sabor) de la Realidad. Nos lleva a la experiencia directa, el
conocer íntimo de que la Consciencia, lo que realmente somos, es la sustancia de la
Realidad, que solamente hay una única cosa, que sólo hay Ser.
William Blake expresa la misma comprensión, cuando dice: "Cada pájaro que surca el
aire es un inmenso mundo de placer encerrado por los cinco sentidos."
Él utiliza el pájaro como símbolo de la naturaleza. Está diciendo que la Realidad del
pájaro es "un inmenso mundo de placer", pero que su Realidad es velada por los
sentidos. Mediante el uso de la palabra "encerrado", sugiere que los sentidos limitan
de alguna manera la Realidad. Ellos condicionan su apariencia. Es significativo que
Blake describa la Realidad de la naturaleza, de un objeto, como "placentera". Cézanne
también dice que la Realidad de la naturaleza, que él llama su "Eternidad", se
experimenta como una "emoción". Tanto Blake como Cézanne están sugiriendo que
inherente a la unidad de la Consciencia y la Realidad está la experiencia de "gozo", que
la experiencia es "emocionante".
Esto está en línea con la filosofía hindú, que describe cada experiencia como una
expresión de "nama rupa Sat Chit Ananda".
"Nama" es "nombre". Es la parte de una experiencia que es suministrada o
condicionada por el pensamiento. Se podría llamar el concepto, la etiqueta que la
mente utiliza para enmarcar la experiencia. Dice: "Esto es una silla". El concepto "silla"
es nama.
"Rupa" es "forma". Es la parte de una experiencia que es suministrada por los
sentidos. Cada uno de los sentidos tiene su correspondiente objeto en el mundo. El
sentido de la vista tiene su contraparte en los objetos de la vista. El sentido del oído
tiene su contraparte en los objetos de sonidos, etc. Los sentidos condicionan la forma
en que la Realidad aparece ante nosotros en función de sus propias características.
"Nama" y "rupa" juntos constituyen la apariencia de la naturaleza o de un objeto.
Si vamos a aprehender la verdadera naturaleza de la experiencia,
independientemente de las características particulares que le atribuye la mente y los
sentidos, tenemos que despojar a nuestra experiencia de esa parte de ella que es
suministrada por el aparato de la experiencia, los instrumentos de percepción, que
son la mente y los sentidos.
En cada experiencia hay algo que está siendo experimentando. Ese algo, sea lo que
sea, es real. Tiene Ser. Es decir "sat". En cada experiencia también hay algo que
experimenta. Hay "yo", Consciencia. Ese algo, sea lo que sea, está presente. Es
consciente. Eso es "chit".
Cuando separamos esa parte de nuestra experiencia que está impuesta o encerrada,
como dijo Blake, por la mente y los sentidos, por los instrumentos de la percepción, la
Consciencia y la Realidad se realizan como una. Su inherente unidad es revelada. No es
creada. La Paz o la Felicidad es otro nombre para esa experiencia. Es muy natural.
Aunque todos los objetos en última instancia provienen de esta experiencia y son por
lo tanto una expresión de ella, hay una categoría particular de objetos que podrían
llamarse obras de arte sagradas, que brillan con la presencia de esta comprensión y
por lo tanto tienen el poder de transmitirla o comunicarla directamente. La evocan.
Es común que las personas que se encuentran con esta enseñanza tengan miedo de
que se produzca una disolución de su identidad. ¿Qué es lo que tememos perder con
el reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza? Es cierto que lo que parece
definirnos como una persona ―nuestros pensamientos, sentimientos, ideas, nombre y
forma― va a desaparecer.
Todo el tiempo, debajo del cuerpo/mente/mundo que asumimos, somos siempre este
Ser pacífico que está inherentemente desapegado del cuerpo, la mente y el mundo. Lo
que en esencia somos no está más apegado a ellos de lo que está la ropa que
llevamos. No tenemos que trabajar duro para desprendernos de los pensamientos,
sensaciones y percepciones. Acabamos de ver que lo que esencialmente somos ya
está desapegado de cualquier objeto en particular.
Así que, ¿por qué tenemos miedo de dejar que una colección de pensamientos,
sensaciones y percepciones desaparezcan? ¿Qué pensamos que vamos a perder? La
razón por la que tenemos miedo es que hemos depositado nuestra identidad en una
colección de objetos ―ideas, conocimiento, la historia y las sensaciones que
conocemos como el cuerpo― en algo que va y viene.
Cuando se dice que "hemos depositado nuestra identidad", significa que nuestro Ser
esencial de pura Conciencia, o la simple experiencia de ser consciente, se ha mezclado
con una colección de pensamientos y sentimientos a tal punto que ya no puede
distinguirse de ellos. Al permitir que nuestro Ser se quede enredado con un objeto o
una colección de objetos, hemos permitido que nuestra verdadera naturaleza sea
encubierta.
Una vez que hemos consentido en limitarnos en el tiempo y el espacio y parecer que
nos hemos convertido, como consecuencia, en una entidad temporal y finita, que vive
en y como el cuerpo, estamos destinados a experimentar de una manera que es
consistente con ese consentimiento, y por tanto estamos destinados a sufrir. La
experiencia del sufrimiento es como una bandera roja que nos indica, "Detente, te has
confundido a ti mismo con un objeto. Has consentido en limitarte a una mente y un
cuerpo".
Desde el punto de vista de la Conciencia, que es el único punto de vista real, no hay
encubrimiento de sí misma. Decir que nos hemos dejado enredar con el cuerpo y la
mente es una concesión al yo aparentemente separado que cree y siente que es
temporal y finito. Así que la declaración es para ese aparente yo que creemos y
sentimos que somos.
Por esta razón la enseñanza dice, "Tú tienes elección. Has consentido en limitarte a ti
mismo. Puedes elegir no hacerlo. Elije desenredarte. Procura que tu primera opción
en la vida sea desenredarte del cuerpo y la mente y conocerte a ti mismo como
realmente eres".
La elección de negarse a estar limitado por el cuerpo y la mente está abierta a todo el
mundo. En todo momento existe la posibilidad de desviar la luz de nuestra atención
sobre sí misma con el fin de conocer la naturaleza de nuestro Ser, es decir, la
naturaleza del Conocer con el que conocemos nuestra experiencia.
Esta experiencia de ser consciente nunca nos ha dejado. Nunca hemos dejado de ser
este "yo soy consciente". Simplemente dale tu atención a eso. En lugar de hacer brillar
tu atención sobre un objeto ―un pensamiento, sentimiento, sensación o
percepción― haz brillar esa Conciencia sobre la experiencia de ser consciente, es
decir, sobre sí misma. Permite que tu atención se vuelva hacia sí misma, sólo para
descansar en sí misma. Esa experiencia es la paz misma.
Simplemente permanece ahí. Dale tu atención a tu Ser. Deja que el Ser de su atención
a sí mismo. Olvidarás el miedo a perder tu identidad, a desaparecer. Este conocer o
recordar de nuestro propio Ser ―su conocimiento de sí mismo en nosotros― se
formulará en la mente como una especie de convicción: yo no soy sólo consciente; soy
eternamente consciente. Nunca me he experimentado desapareciendo. Nunca voy a
ninguna parte. Nunca he sido lastimado. Ninguna experiencia nunca ha dejado una
huella en mí, sin embargo estoy en total intimidad con toda experiencia. Nunca
muero.
Sin embargo, para comprender que la meditación no es una actividad, lo primero que
tenemos que comprender es que es el cese de una actividad. Esta comprensión es una
herramienta muy eficiente para socavar la creencia de que la meditación es algo que
hacemos.
Una vez que hemos comprendido plenamente que la meditación no es una actividad,
la actividad que previamente habíamos considerado que era la meditación,
naturalmente, llegar a su fin. En ese momento, el entendimiento de que la meditación
no es una actividad ha cumplido su propósito y también puede ser abandonado. Una
vez que una espina ha sacado a otra espina, ambas se tiran.
Si alguien ahora nos pidiera abrir nuestra mano, sentiríamos que la apertura de la
mano requiere un poco de esfuerzo. En algún momento, mientras abrimos nuestra
mano, tomaremos conciencia del hecho de que no estamos aplicando un nuevo
esfuerzo para abrir la mano, sino que estamos relajando un esfuerzo anterior, del que
ya no éramos siquiera conscientes.
El esfuerzo aparente de abrir la mano resulta ser la relajación del esfuerzo original de
contraer la mano. Lo que parecía ser el inicio de un esfuerzo resulta ser el cese de un
esfuerzo.
Sintiéndose por lo tanto aislada, vulnerable y con miedo, esta Consciencia ilimitada,
abierta y libre, ahora se dispone a apoyar y proteger a su nueva identidad auto-
impuesta como un fragmento. Para efectuar esto refuerza sus fronteras con capas y
capas de contracción. En el plano de la mente estas contracciones están hechas de
deseos y adicciones, por un lado, y resistencias, miedos y rechazos por otro. Estas son
las muchas caras de nuestros gustos y aversiones, el "yo quiero" y el "yo no quiero". A
nivel del cuerpo estas contracciones están hechas de sensaciones corporales con las
que se identifica la Consciencia. Son la aparente ubicación del "yo" en el interior del
cuerpo.
Con cada nueva capa de la contracción esta Consciencia ilimitada, abierta y libre,
olvida su propia naturaleza ilimitada cada vez más profundamente, y al hacerlo, arroja
un velo sobre sí misma. Se esconde de sí misma.
Estos son momentos que se ofrecen a esta presencia ahora velada de la Consciencia,
innumerables muestras de su propia Libertad y Felicidad, que le recuerdan
brevemente a sí misma, antes de ser eclipsada de nuevo por la eficiencia de las
defensas dentro de las que aparentemente se ha confinado.
Esta Consciencia ilimitada, abierta y libre, está haciendo, sin saberlo, esta misma
actividad de separación. Esta actividad define a la "persona", la "entidad separada". La
entidad separada es algo que nosotros, como Consciencia, hacemos. No es algo que
somos.
Como resultado de la contracción de la Consciencia sobre sí misma y de esta manera
imaginándose como un fragmento, proyecta fuera de sí misma todo lo que no está
contenido dentro de los límites de su propia identidad limitada auto-impuesta. El
mundo aparece ahora como "fuera" y "otros". Se convierte en todo lo que la
"Consciencia-como-fragmento" no es.
Y este mundo que ahora aparece separado y fuera de la Consciencia, parece confirmar
perfectamente la nueva visión de sí misma de la Consciencia como un fragmento
limitado. El mundo se convierte en el vasto y potencialmente amenazante contenedor
de esta "Consciencia-como-fragmento".
La Consciencia olvida que ha hecho esto, que está haciendo esto, y como resultado, el
mundo parece heredar las características de la Consciencia. El mundo parece ser como
la Consciencia, sólido, real, permanente y sustancial.
Y a su vez la Consciencia parece renunciar a sus propias cualidades innatas y asumir las
que por derecho pertenecen al mundo de las apariencias, es decir, que parece ser
fugaz, momentánea, frágil e insustancial. En pocas palabras, la Consciencia crea una
apariencia que es consistente con sus propias creencias. De hecho, la "creencia de sí
misma como un fragmento limitado" y la "apariencia del mundo como una entidad
sólida y separada" son co-creadas como un todo sin fisuras mutuamente validado.
William Blake expresó el mismo entendimiento, "Tal como un hombre es, así es como
ve". Esto podría ser expresado, "Tal como la Consciencia se ve a sí misma, así aparece
el mundo". Es una conspiración casi hermética, forjada de la libertad y la creatividad
de la Consciencia misma.
Sin embargo, es el mismo poder que permite al mundo aparecer según la visión de la
Consciencia de sí misma como un fragmento, que a su vez permite al mundo aparecer
según la nueva visión de la Consciencia de sí misma, cuando comienza a despertar a su
propia Realidad, cuando comienza a recordarse a sí misma.
Esta es la naturaleza mágica del mundo: que el mismo mundo puede ser visto para
validar tanto la ignorancia como la comprensión. ¡De hecho, es la naturaleza mágica
de la Consciencia, su creatividad, su omnipotencia, lo que lo hace posible!
Lo sepamos o no, siempre somos esta Consciencia abierta, libre, ilimitada y sin
embargo, a veces nos olvidamos de esto. Es nuestra libertad de olvidar. Una vez que
hemos olvidado, ninguna otra libertad está disponible para nosotros, salvo la libertad
de recordar de nuevo.
Aunque siempre somos esta Consciencia abierta, libre, imitada, a veces parece que
estamos limitados. Nos sentimos limitados. La Consciencia se experimenta a sí misma
como estando limitada por su propia proyección.
La Consciencia proyecta esta experiencia actual fuera de sí misma. Luego ella misma
se pierde en esta proyección, en la mente/cuerpo/mundo que ha proyectado desde su
interior, y se identifica con una parte de ello. Es como si se dijera a sí misma: "Yo ya no
soy esta Consciencia abierta, libre, ilimitada. Más bien soy este limitado fragmento
que he creado en mi interior. Yo soy un cuerpo".
Llega un momento en el que todo vuelve a su lugar. Esta Consciencia abierta, libre,
ilimitada que es nuestro propio Ser íntimo, se da cuenta de que siempre ha sido y
siempre será sólo ella misma, que nunca ha dejado de ser ella misma ni por un
momento, que lo que parecía ser el retorno a sí misma, el recuerdo de sí misma, era
simplemente el reconocimiento de sí misma, el reconocimiento de que siempre ha
permanecido sólo en y como ella misma.
De lo Conocido al Conocedor
El pensamiento Me considera como a un yo separado, nacido en un mundo, que se
mueve en el tiempo y el espacio y que está destinado a desaparecer algún día. Como
tal pensamiento Me considera como un objeto, una mezcla de pensamientos,
sentimientos, sensaciones y percepciones, compartiendo sus límites y destino.
Al igual que el espacio vacío no tengo nada que hacer con las apariencias. No me
importa si la mente está en silencio o no, si el cuerpo es joven, viejo, sano o no, ni lo
que está ocurriendo en el mundo. Doy la bienvenida a todas las apariencias
incondicional e imparcialmente.
Al igual que el espacio vacío, no comparto las cualidades ni el destino de los objetos
que aparecen dentro de Mí; Yo no me muevo ni cambio cuando ellos se mueven y
cambian; Yo no aparezco ni desaparezco cuando ellos aparecen o desaparecen; Yo no
he nacido y no muero. El cuerpo y la mente están siempre de viaje pero yo nunca hago
el viaje con ellos. Ellos viajan a través de Mí, pero yo nunca viajo en ellos. Yo soy el
Conocedor inmutable y siempre presente de todo lo que es conocido.
Del mismo modo, yo soy todo lo que está verdaderamente presente y es conocido en
toda experiencia. Todo lo que se conoce del cuerpo, la mente y el mundo es
el conocer de ellos y yo soy ese Conocer. Es sólo el pensamiento el que extrae un
"conocedor" y un "conocido" de la intimidad sin fisuras del Conocer o Experimentar.
Sin embargo, el cuerpo, la mente y el mundo nunca son conocidos o experimentados
como tales. Así que no podemos decir que hay el conocer "de ellos", sino que sólo hay
el Conocer. Yo no soy el conocer que impregna toda experiencia; yo soy el Conocer
que es toda experiencia.
Del mismo modo que, relativamente hablando, no vemos los objetos, y sólo vemos las
modulaciones de la luz del sol, así mismo en realidad no conocemos los objetos
como tales, sino que conocemos sólo modulaciones del Conocer. Sólo el Conocer es
conocido realmente y es el Conocer (el) que conoce el Conocer. Yo solo soy y me
conozco a Mí mismo. Esta ausencia de distancia, otredad o separación es amor. El
verdadero conocimiento y amor son idénticos.
El Yo Separado Imaginario
Es el pensamiento el que superpone un sujeto y un objeto sobre la intimidad sin
fisuras de la experiencia velando así aparentemente la paz, la felicidad y el amor que
se encuentran siempre presentes y disponibles en su corazón. Con este
velo aparente, parezco estar perdido u olvidado y, como resultado, se crea
aparentemente un yo imaginario, hecho de Mí mismo, más la creencia de que
comparto las cualidades y el destino de las apariencias. Este yo interior imaginario
está siempre en una misión de recuperar la experiencia de paz, felicidad y amor que
parece haber perdido cuando Mi naturaleza es aparentemente velada.
Con este fin el yo interior imaginario emprende una gran aventura en el mundo
exterior imaginario, en el tiempo y en el espacio, sin darse cuenta de que estas son sus
propias creaciones. Al igual que el personaje de una película que viaja por el mundo en
busca de la pantalla, el yo imaginario viaja por el mundo en busca de la paz en las
circunstancias, la felicidad en los objetos y el amor en las relaciones, sin darse cuenta
de que ya está hecho de las cosas que trata de buscar. Ya soy el amor que anhelo.
Amor y Libertad
Al igual que la polilla que anhela la llama pero que no puede experimentarla, así todas
las actividades del yo separado están diseñadas sólo para encontrar-Me, pero yo soy
la única cosa que no puede conocer o tener. La única forma en que el yo separado
puede conocer-Me es muriendo, al igual que la polilla sólo puede conocer la llama
muriendo en ella. Esa muerte es la experiencia del amor, la disolución del yo y del
otro.
Sin embargo, para la llama, sólo hay llama; para el agua sólo hay agua; para Mí mismo,
sólo hay Mí mismo. El velar, olvidar, buscar y encontrar son para el yo que piensa
imágenes de Mí, nunca para Mí mismo, el único y verdadero yo que es. Cualesquiera
que sean las cualidades limitadas del cuerpo y la mente que el pensamiento
superpone en Mí, yo permanezco eternamente libre, intacto pero íntimamente
tocando todas las cosas aparentes, prestándoles Mi realidad, dándoles así aparente
existencia.
Para el pensamiento hay tres posibilidades para el yo (sí mismo) ― ser lo conocido, el
Conocedor o el puro Conocer; ser una persona, un testigo o la Conciencia pura; ser
algo, nada o todo. Sin embargo, yo nunca verdaderamente soy o conozco nada que no
sea Mí mismo.
Pregunta: Usted comenta que la conciencia observa las apariencias como si hubiera
dos cosas, una, la conciencia y dos, las apariencias. ¿Acaso esto no admite un
elemento de dualidad aunque sea más sutil de lo que es convencionalmente el caso?
Rupert Spira: La insinuación de que hay dos cosas aparentes, una, la conciencia y dos,
las apariencias u objetos, se dice a alguien que cree que él o ella es un yo separado,
que está localizado en y como el cuerpo, mirando a un mundo de objetos que se
consideran separados e independientes de él mismo, la conciencia.
En este caso, a los términos en que se expresa la pregunta (es decir, la creencia en una
entidad, objeto o mundo separado que tiene existencia independiente) se les concede
credibilidad provisional con el fin de que podamos proceder a partir de lo
que parecen ser los hechos de la experiencia. De esta manera se realiza un intento de
conectar realmente con la experiencia de quien hace la pregunta en vez de refugiarse
en lo que puede parecer a algunos como una torre de marfil de perfeccionismo no-
dual.
Así, comenzamos con la formulación convencional de que yo, dentro del cuerpo, estoy
mirando a un objetivo e independiente mundo de objetos. Esta es una posición de
dualismo, es decir, yo, el cuerpo (el sujeto), estoy experimentando el mundo y a otros
(el objeto). A partir de aquí debe señalarse el hecho de que el cuerpo (sensaciones y
percepciones) y la mente (pensamientos e imágenes) son, en realidad,
experimentados exactamente de la misma forma que el mundo (percepciones). En
otras palabras, se ve claramente que el cuerpo/mente no es el sujeto de la experiencia
y el mundo el objeto, sino más bien que el cuerpo, la mente y el mundo son todos
objetos de la experiencia.
Entonces nos preguntamos qué es eso que conoce o experimenta el
cuerpo/mente/mundo. Sea lo que sea, es lo que llamamos "yo" ¿Y qué es este "yo"?
Es evidente que no es el cuerpo/mente, porque en este punto se entiende que el
cuerpo/mente es lo experimentado y no el experimentador.
Entonces, ¿qué podemos decir acerca de este "yo" que conoce o experimenta? No
puede tener ningún tipo de cualidades objetivas porque tales cualidades serían, por
definición, apariencias u objetos y, por tanto, algo conocido o experimentado. Sin
embargo, este "yo" es/está innegablemente presente y consciente. Por esta razón a
veces se le denomina presencia consciente, conciencia o simplemente presencia.
En este punto la conciencia que yo soy se dice que es "nada", "vacío" o "vacuo"
porque no tiene cualidades observables. Yo soy presencia transparente, incolora. Yo
no soy nada concebible o perceptible. Yo soy/estoy presente y consciente, pero no
soy-una-cosa, nada.
Desde este punto de vista la conciencia a veces se describe como el testigo de las
apariencias de la mente, el cuerpo y el mundo. Yo, la conciencia, conozco todas las
apariencias, pero no estoy hecho de ninguna cosa que aparece. Esta posición sigue
siendo dualista ya que todavía hay un sujeto (yo mismo, conciencia) y un objeto (el
cuerpo/mente/mundo). Es, por así decirlo, una etapa a mitad de camino. Es un paso
más hacia una formulación más verdadera de la naturaleza de la experiencia de lo que
era la anterior en la que el cuerpo/mente se consideraba como el sujeto de la
experiencia y el mundo era considerado el objeto. Sin embargo, tras una exploración
más detallada, esta idea del testigo es también vista como una limitación, superpuesta
sobre la conciencia por una mente que todavía cree en la existencia separada de los
objetos.
Es valioso hacer esta distinción entre la conciencia (el sujeto que conoce o
experimenta) y las apariencias de la mente, el cuerpo y el mundo por dos razones:
Una, es que establece que hay algo en nuestra experiencia que no es un objeto y sin
embargo es/está innegablemente presente y consciente. En otras palabras, se
establece la presencia de la conciencia y que esto es lo que somos. Y dos, que
establece no sólo la presencia, sino la primacía de la conciencia. Es decir, se establece
que para que cualquier objeto del cuerpo, la mente o el mundo venga a la existencia
aparente, nuestro yo, la conciencia, debe estar primero presente, por así decirlo,
como su trasfondo.
Se establece que primero y ante todo somos la presencia o conciencia transparente
sin objeto que ilumina y conoce todas las apariencias del cuerpo, la mente y el mundo.
Esa es nuestra experiencia siempre-presente sea reconocida o no.
Ahora podemos ir más lejos que esto. Si exploramos esta conciencia que conocemos
como nuestro más íntimo ser, es decir, que conoce que es, descubrimos que no hay
nada en nuestra experiencia que sugiera que sea limitada, localizada, personal,
temporal o espacial, causada por o dependiente de otra cosa que no sea ella misma.
Ahora bien, ¿qué es eso que podría saber que la conciencia no está limitada,
localizada, etc? Sólo eso que conoce o es consciente y está al mismo tiempo presente,
podría conocer esto o incluso cualquier otra cosa. En otras palabras, sólo eso que
es/está consciente y presente podría conocer la conciencia. Por lo tanto, es
únicamente la conciencia la que se conoce a sí misma como ilimitada, no-localizada,
independiente, sin causa. A este reconocimiento de nuestro propio ser impersonal,
ilimitado, siempre-presente a veces se le llama despertar o iluminación. Es el hecho de
experiencia más simple, obvio e íntimo, pero por lo general se pasa por alto como
resultado de imaginar nuestro ser siendo algo distinto que la conciencia, como un
pensamiento, sentimiento o sensación.
Ahora podemos mirar de nuevo la relación entre la conciencia y los aparentes objetos
del cuerpo/mente/mundo que aparecen ante ella. ¿A qué distancia están el cuerpo, la
mente y el mundo de esta presencia de conciencia que atestigua? ¿A qué distancia
está el mundo que es conocido o experimentado? Si miramos de manera sencilla y
directa en nuestra experiencia encontramos que, cada vez que aparece un objeto, no
hay distancia entre nuestro ser, conciencia, y ese objeto aparente. Están, por así
decirlo, tocándose entre sí.
Ahora podemos ir más allá de nuevo. ¿Cuál es nuestra experiencia de la frontera entre
ellos, la interfaz donde se juntan o tocan? Si hubiera tal interfaz, sería un lugar donde
nuestro ser termina y el objeto comienza. Sin embargo, no encontramos ningún tipo
de interfaz en la experiencia. No hay lugar donde terminamos y comienza nuestra
experiencia del mundo. No hay ahí ninguna frontera. Por lo tanto, ahora podemos
reformular nuestra experiencia de una manera que está más cerca de nuestra
experiencia real. Podemos decir que los objetos no sólo se aparecen a esta conciencia,
sino más bien que (los objetos) aparecen dentro de ella.
En este punto la conciencia se concibe más como un vasto espacio en el que todos los
objetos del cuerpo, la mente y el mundo aparecen y desaparecen. Anteriormente
hemos considerado que nuestro ser era testigo de todas las apariencias desde una
distancia, pero ahora esta distancia ha colapsado y todo se experimenta como íntimo.
Ya no son sólo nuestros pensamientos y sentimientos los que son experimentados
dentro de nuestro ser, sino también las sensaciones y percepciones. Sin embargo, esto
sigue siendo una posición de dualismo, una posición en la que este vasto espacio
consciente es el sujeto y el cuerpo, la mente y el mundo son los objetos que aparecen
dentro de él, algo así como los objetos que aparecen en una habitación, en términos
relativos.
Así que, una vez más profundizamos en la experiencia de los objetos del cuerpo, la
mente y el mundo y vemos si podemos encontrar en ellos una sustancia que sea
distinta de la conciencia que los conoce o en la que aparecen. Es una exploración en la
que llegamos a ver claramente que el cuerpo, la mente y el mundo están hechos de
pensamientos, sensaciones y percepciones. Los pensamientos, sensaciones y
percepciones se entiende que son producidos por el pensar, el sentir y el percibir y la
única sustancia presente en el pensar, sentir y percibir se entiende que es nuestro ser,
la conciencia.
En este punto no sólo conocemos, sino que sentimos que la presencia o conciencia es
todo lo que hay. Es decir, se conoce a sí misma como la totalidad de la experiencia.
Esto podría ser formulado como: "Yo, la conciencia, soy todo", o simplemente "La
conciencia es todo". Al mismo tiempo, reconocemos que en realidad este ha sido
siempre el caso, aunque pareciera no conocerse previamente.
Así que hemos pasado de una posición en la que pensamos y sentimos que yo
soy algo (una mente y cuerpo) a una posición en la que reconocemos nuestra
verdadera naturaleza como presencia consciente y que expresamos como "yo no
soy nada, ninguna-cosa". Entonces llegamos a la comprensión experiencial de que yo
no soy más que el testigo, el conocedor o experimentador de todas las cosas, pero
también soy al mismo tiempo su sustancia. En otras palabras, llegamos a sentir que yo
soy todo.
Sin embargo, incluso esto no es del todo correcto, aunque puede ser una formulación
más verdadera de nuestra experiencia actual de las sugeridas anteriormente, porque
¿a qué se refiere este "todo"? Nos hemos dado cuenta, en este punto, que no hay
objetos, otros, yoes, entidades o mundo que sean en realidad experimentados como
tales. Así que ahora no tiene sentido decir que la conciencia es la totalidad de todas
las cosas inexistentes. Simplemente no hay cosas de las cuales la conciencia sea
testigo, sustancia o totalidad.
¿Cómo podríamos expresar esto? ¡No podemos! El lenguaje se colapsa aquí porque el
entendimiento ha desbordado literalmente el marco conceptual que está diseñado
para contener. ¡Sin embargo todavía es legítimo intentarlo! En lugar de decir que la
conciencia es todo, podríamos decir simplemente que la conciencia es. Pero incluso
entonces, ¿qué es esta conciencia que es conceptualizada como estando presente?
Para conceptualizar la conciencia como tal, es preciso hacer referencia implícita a otra
cosa que no es la conciencia. Es atribuir a la conciencia un nombre o forma, en
contraste con otros nombres y formas y, como tal, sugerir una limitación. Así que,
podríamos decir, "es" o "soy". Sin embargo, esta palabra por sí misma no tiene
sentido. Las palabras no pueden ir más allá. Nos quedamos en silencio.
Si estuviéramos ahora en un encuentro en lugar de escribir y leer, probablemente
habría un largo período de silencio. De hecho, mientras el encuentro continuara
podríamos observar un cambio sutil de experimentar periodos de silencio que marcan
la conversación, a experimentar períodos de conversación que marcan el silencio. Y
con el tiempo se puede ver claramente que las palabras, ya sean habladas o escritas,
en realidad no marcan o interrumpen el silencio, sino más bien que este silencio es
siempre-presente y las palabras son simplemente una modulación del mismo.
Sin embargo, tales son las limitaciones del lenguaje y si vamos a hablar de estos temas
tenemos que estar dispuestos a adaptarlos. Así que nos encontramos de nuevo con los
mismos términos que se han desarrollado para describir las convenciones abstractas y
conceptuales del pensamiento dualista. Nos encontramos de nuevo hablando o
escribiendo acerca de lo que no puede ser verdaderamente hablado y que, al mismo
tiempo, es la única cosa que realmente merece nuestras palabras, porque es todo lo
que realmente es.
Así que, para resumir, nos movemos de la formulación "yo soy algo" a "yo no soy
nada", de "yo no soy nada" a "yo soy todo", de "yo soy todo" a "yo soy" o "la
conciencia es", de ahí a simplemente "yo" y desde "yo" a... aquí nos quedamos
realmente en silencio.
Lo que se acaba de describir arriba podría ser visto como una serie de puntos o etapas
en el desarrollo progresivo de la comprensión desde la creencia de que la experiencia
consiste en una sucesión de objetos ―el cuerpo, la mente y el mundo― a la
comprensión de que la experiencia es sólo la conciencia eternamente conociéndose y
siendo únicamente ella misma. Sin embargo, sería un error pensar que una entidad
pasa por estas aparentes etapas o incluso que la experiencia en sí sufriera una serie de
transformaciones. Tal posición sólo ocurriría en el caso de que fuera verdad nuestra
hipótesis inicial de la realidad separada e independiente de entidades, objetos, otros y
el mundo.
Más bien, después de haber llegado a la comprensión de que sólo hay conciencia o
presencia, simultáneamente se ve con claridad que en realidad este ha sido siempre el
caso, incluso si no se hubiera advertido. Así que, mirando ahora desde esta nueva
perspectiva de la presencia, vemos que lo que era un aparente despliegue de
comprensión desde el punto de vista del yo separado era, en realidad, una aparente
disolución de la ignorancia desde el punto de vista de la mente.
El movimiento en la comprensión desde "yo soy algo" a "yo no soy nada" podría ser
llamado el camino de la sabiduría o del discernimiento. El movimiento en la
comprensión desde "yo no soy nada" pasando por "yo soy todo" a simplemente "yo",
podría llamarse el camino del amor.
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Yo soy
Yo soy
Yo no tengo palabras para expresarme pero todas las palabras me expresan sólo a Mí
Yo no tengo sentido pero doy sentido a todo lo que es percibido
Yo soy sin principio ni fin pero todas las cosas comienzan y terminan en Mí
Yo no tengo nombre pero soy llamado por todos los nombres
Yo no tengo forma pero todas las forman Me indican
Yo no tengo origen pero soy el origen de todas las cosas
Yo soy sin división pero todas las divisiones existen en Mí
Yo existo por Mí mismo
Yo soy el anhelo en la tristeza y lo anhelado por todos los anhelos
Yo soy la espera y lo esperado en toda esperanza
Yo soy la inquietud de los inquietos
Yo soy la paz de los pacíficos
Yo soy felicidad
¿Qué más podemos saber con certeza de la experiencia de nuestro yo? "Yo" soy
consciente de los pensamientos, sensaciones y percepciones, pero no estoy hecho de
pensamiento, sensación o percepción. "Yo" estoy hecho de puro ser y conocer.
Como tal "yo" puede ser comparado con un espacio vacío y abierto al que o en el que
aparecen los objetos de la mente, el cuerpo y el mundo (pensamientos, sensaciones y
percepciones). Y así como el espacio vacío, en términos relativos, no puede resistirse o
ser agitado por la apariencia o actividad de cualquier objeto en su interior, de la
misma manera el espacio abierto y vacío de Conciencia no puede resistirse o ser
perturbado por ninguna apariencia de la mente, el cuerpo o el mundo, con
independencia de su cualidad o condición particular. Esta ausencia inherente de
resistencia es la experiencia de la felicidad; esta imperturbabilidad es paz. Esta
felicidad y paz no dependen del estado de la mente, del cuerpo o del mundo y están
presentes en y como la naturaleza esencial de la Conciencia en todas las condiciones y
en todas las circunstancias.
Así, la felicidad y la paz, así como ser y conocer, son esenciales para nuestra verdadera
naturaleza.
Y con el aparente velo de nuestra verdadera naturaleza, la paz y la felicidad que son la
condición natural de toda experiencia también parecen ser velados. Es por esta razón
que siempre hay un dolor profundo en el corazón del yo separado ― el dolor de la
existencia separada. La mayoría de las personas pasan sus vidas tratando de aliviar o
calmar el dolor de esta separación a través de sustancias, objetos, actividades y
relaciones.
El anhelo del yo separado es como una polilla que busca una llama. La llama es todo lo
que desea la polilla y la única cosa que no pueden tener. En cuanto la polilla toca la
llama muere. Esa es la manera en que la polilla experimenta la llama ― muriendo en
ella. Y esa es la manera en que el yo separado experimenta la paz, la felicidad y el
amor ― disolviéndose o muriendo.
Todos los yoes separados buscan sólo el final de la búsqueda, todos los yoes
separados anhelan sólo poner fin al anhelo; todos los yoes separados desean sólo
disolverse o morir. Esa muerte ―la muerte del yo separado― es la experiencia de la
paz, la felicidad y el amor, la develación de nuestra naturaleza esencial, su
"recordamiento" de sí misma.
Sin embargo, como hemos visto, el yo separado es sólo un yo real desde su propio
punto de vista ilusorio. ¿Cómo puede para empezar una ilusión morir si no es real?
¡No puede! Sólo puede ser vista para ser completamente inexistente.
Por lo tanto, ninguna actividad o cese de actividad de la mente puede dar lugar a esta
comprensión. Todo lo que se requiere es tener el coraje, la honestidad y el amor para
mirar, para ver con claridad, y vivir las implicaciones de lo que descubramos.
Y todo lo que se conoce de pensar, sentir, ver, oír, tocar, gustar y oler es
el conocimiento de ellos. ¿Y qué es lo que conoce este conocimiento? Sólo algo que
tiene en sí la capacidad de conocer podría conocer algo. Así que es el conocer lo que
conoce el conocimiento.
Todo lo que ha sido conocido es puro conocer, conocer y ser en sí. Y ese conocer es tú
mismo (tu yo). Todo lo que se conoce es la Conciencia conociéndose a sí misma, el yo
conociendo al yo.
Sólo hay tu yo ― no un yo que pertenece a algún objeto o persona, porque no existen
objetos o personas como tales a los que podría pertenecer. Este conocimiento
pertenece a él solo. Es en sí mismo y se conoce a sí mismo solo. No hay otras personas
u objetos ahí, no hay un yo interior o un mundo exterior.
¿Y cuál es el nombre que comúnmente le damos a esta ausencia de otredad, distancia,
separación y objetualidad? Es belleza o amor.
Todas estas frases están condicionadas por la cultura en la que se presentaron, pero
todas apuntan hacia la misma verdad incondicional ― la realidad de toda experiencia.
Cualquier acercamiento a estos conflictos que no vaya a la raíz del asunto pospondrá
pero no resolverá el problema de los conflictos y el sufrimiento. Tarde o temprano,
como individuos y como cultura tenemos que tener el coraje, la humildad, la
honestidad y el amor para hacer frente a este hecho.
El propósito más elevado de todo arte, filosofía, religión y ciencia es el de revelar esta
verdad de una manera experiencial, aunque todas estas disciplinas lo han olvidado
temporalmente en nuestra cultura. Sin embargo, no puede durar. Como dijo el pintor
Paul Cézanne, "Vendrá un tiempo cuando una sola zanahoria, recién observada,
provocará una revolución".
La Última Revolución
Hace más de cien años, el pintor Paul Cézanne dijo: "Vendrá un tiempo cuando una
zanahoria, recién observada, provocará una revolución".
¿Ha tenido lugar ya esta revolución? ¿está ocurriendo lentamente o está a punto de
ocurrir? ¿Y cuál es la revolución a la que se refería Cézanne? ¿Cómo puede algo tan
insignificante, intrascendente y ordinario como observar una zanahoria provocar una
revolución?
Cézanne quería decir que si pudiéramos ver incluso un objeto tan sencillo y cotidiano
como una zanahoria, como realmente es, nuestra experiencia sería revolucionada.
Pero, ¿qué significa ver un objeto como realmente es? La clave está en la frase "recién
observada", lo que significa ver con claridad, sin los obstáculos de los conceptos que el
pensamiento superpone en nuestra experiencia. En realidad, la mayoría de nosotros
somos completamente inconscientes de que nuestra experiencia es filtrada a través
de una fina malla de pensamiento conceptual que hace que parezca muy diferente de
como es en realidad.
Como el sabio chino Huang Po dijo, hace unos 1.200 años, "La gente descuida la
realidad del mundo ilusorio". ¿El mundo ilusorio? ¡Esto es incluso más radical que
Cezanne! Una cosa es recién mirar una zanahoria, una azada, una casa o el mundo,
pero otra muy distinta es considerarla una ilusión. ¿Qué quiso decir?
Todo lo que aparece debe aparecer en o sobre algo. Por ejemplo, aparece una imagen
en una pantalla; una silla aparece en el espacio de una habitación, las palabras de una
novela aparecen en una página; aparece una nube en el cielo.
¿Qué pasa con la mente, el cuerpo y el mundo? Nuestra única experiencia de ellos es
lo que actualmente aparece para nosotros como pensamientos, imágenes,
sentimientos, sensaciones, visiones, sonidos, texturas, sabores y olores. En otras
palabras, todo lo que conocemos de una mente, un cuerpo o un mundo son
apariencias, y todas estas están apareciendo y desapareciendo continuamente. Es
posible que tengamos un concepto de una mente, cuerpo o mundo existiendo
continuamente, pero nunca realmente experimentamos tal objeto.
Como Cezanne también dijo: "Todo se desvanece, se desmorona". Todo lo que
conocemos del mundo son percepciones que aparecen y desaparecen continuamente.
Sin embargo, todo lo que aparece y desaparece debe hacerlo en o sobre algo. ¿Qué es
ese algo?
Comencemos con los pensamientos: dondequiera que nuestros pensamientos
aparecen lo hacen obviamente en lo que nos referimos como nuestro "ser". ¡Nuestros
pensamientos no aparecen fuera de nuestro ser! Sin embargo, no podemos ver o
encontrar ese "algo" en el que los pensamientos aparecen porque no tiene cualidades
observables. Como tal, es abierto, vacío, transparente. Pero eso no significa que no
sea conocido. No puede ser conocido como un objeto y, sin embargo, no es
desconocido.
Si estamos leyendo estas palabras estamos, por definición, viendo la pantalla en la que
se escriben, aunque no seamos conscientes de que la estamos viendo. Si estamos
leyendo una novela estamos, del mismo modo, viendo el papel. Si estamos viendo una
película estamos, nos demos cuenta o no, viendo o experimentando la pantalla. Si
estamos viendo las nubes, estamos experimentando el cielo. No es posible ver las
palabras, la novela, la película o las nubes sin que, al mismo tiempo, experimentemos
eso en o sobre lo que aparecen.
Por lo tanto, si estamos experimentando pensamientos estamos necesariamente
experimentando eso en lo que aparecen. Del mismo modo, si estamos
experimentando una sensación o una percepción —y la única experiencia que
tenemos de un cuerpo o del mundo son sensaciones y percepciones— entonces
estamos también conociendo o experimentando eso en o sobre lo que éstas aparecen.
¿En qué aparecen nuestras percepciones del mundo? ¿En qué aparecen las
sensaciones corporales? Las percepciones del mundo no aparecen en el mundo; las
sensaciones del cuerpo no aparecen en un cuerpo. Las percepciones y sensaciones
aparecen exactamente en el mismo "lugar" que los pensamientos, es decir, aparecen
en la apertura, en el vacío de nuestro ser.
Sin embargo, no sólo aparecen en nuestro ser; sino que son conocidas
simultáneamente por nuestro ser, porque nuestro ser no está sólo presente, sino que
también es consciente; no sólo es, sino que también conoce. De ahí que a veces se le
llame Conciencia —la presencia de lo que es consciente— o la luz del Conocimiento
puro.
Ahora, después de haber descubierto que todo lo que conocemos de la mente, del
cuerpo o del mundo son pensamientos, sensaciones y percepciones, y habiendo visto
que todos estos surgen dentro de nuestro ser, podemos preguntar de dónde vienen y
de qué están hechos. ¿Cuál es su sustancia, su realidad?
Si dejamos una jarra de agua afuera en una noche helada, se empezará a formar hielo
en ella. El hielo opaco está hecho solamente de agua transparente. Sin embargo, el
hielo parece ser algo separado y distinto del agua. Parece tener su propia existencia o
realidad independiente.
Asimismo, el hielo tiene una forma y sin embargo está hecho de algo que no tiene
forma. El hielo da forma a algo que es en sí mismo esencialmente sin forma. ¿Cómo es
posible que algo que no tiene forma propia aparezca como forma, sin que nada se le
añada o se le quite? La no-forma del agua tiene la capacidad dentro de sí misma de
asumir todas las formas posibles. De hecho, es precisamente porque el agua no tiene
forma propia, que es posible que aparezca como esta multiplicidad y diversidad de
formas.
Toda experiencia surge dentro de nuestro ser, este vacío transparente. Y el único
"material" presente en nuestro ser, del que toda experiencia puede ser hecha, es
nuestro propio ser. Es nuestra experiencia directa, íntima, que todo lo que conocemos
de una mente, un cuerpo o el mundo está hecho y es idéntico a la transparencia de
nuestro propio Ser, la luz del Conocimiento puro.
Al igual que la pantalla en la que aparecen las imágenes suele pasar inadvertida
debido a nuestro enfoque exclusivo en las imágenes en sí, así también esta Presencia
vacía, abierta y transparente de nuestro propio Ser suele pasar inadvertida debido a
nuestro enfoque exclusivo en los objetos de la mente, el cuerpo y el mundo — es
decir, en los pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones.
Sin embargo, al igual que no es posible ver una imagen sin ver la pantalla, así también
aunque esta Presencia suele pasar inadvertida, nunca es realmente desconocida. Del
mismo modo que todo lo que realmente vemos cuando estamos viendo una imagen
es la pantalla, así también todo lo que realmente experimentamos es la transparente,
abierta y vacía presencia de nuestro propio Ser, la luz del Conocimiento puro. Siempre
todo lo que Ella conoce o experimenta es Ella misma.
Amor es el nombre común que damos a la experiencia cuando el "otro" ya no se
experimenta como "otro"; cuando la relación sujeto/objeto desaparece. Es ver
la apariencia de una imagen, pero sabiendo que sólo es la pantalla. Es atribuir
la realidad de la imagen a la pantalla. Es conocer todo y a todos como nuestro propio
ser.
Es esta Presencia transparente, vacía, la que, refractada a través de la mente, aparece
como una multiplicidad y diversidad de nombres y formas. Sin embargo, la mente es
en sí misma una modulación de esa misma Presencia. En otras palabras, es la
Conciencia pura en sí que, vibrando dentro de sí misma, toma la forma de la mente y,
desde el punto de vista ilusorio de uno de los seres contenidos en esa
mente, parece ver una multiplicidad y diversidad de objetos y seres separados, cada
uno con su propia realidad y existencia independiente. En otras palabras, el ser o yo
separado es sólo un yo separado desde el punto de vista ilusorio de un yo separado.
Desde el verdadero y único punto de vista real de la Conciencia pura sólo hay su
infinito ser, refractado en una aparente multiplicidad y diversidad de formas finitas,
pero sin dejar nunca de ser él mismo. Esto es lo que William Blake quiso decir cuando
dijo: "Si se limpiaran las puertas de la percepción, todo aparecería ante el hombre tal
como es, infinito". Esto es lo que los sufíes quieren decir cuando dicen: "Dondequiera
que el ojo mire, está el rostro de Dios". Esto es lo que Huang Po quiso decir cuando
dijo: "La gente se olvida de la realidad del mundo ilusorio". Esto es lo que Jesús quiso
decir cuando dijo, "El reino del Padre se extiende sobre la tierra, y los hombres no lo
ven". Esto es lo que quería decir Parménides, haciéndose eco de las palabras
del Bhagavad Gita, cuando dijo: "Lo que es, nunca deja de ser; lo que no es, nunca
llega a existir". Esto es lo que quería decir cuando Cézanne dijo que el arte debe
"darnos una idea de la eternidad de la naturaleza".
Todos los grandes sabios y artistas de todos los tiempos y de todos los lugares han
dicho o expresado esto de una manera u otra. Esta es la verdadera revolución. En la
raíz de todo deseo de cambio está este último deseo: conocer sólo la realidad de toda
experiencia; conocer sólo el amor.
A menos que y hasta que los problemas que enfrenta la humanidad se remonten
hasta su última fuente —la ignorancia de esta realidad— pueden ser temporalmente
aliviados, pero nunca serán verdaderamente resueltos.
Rupert Spira, 20 febrero 2013
La identificación significa "ser uno con" o "lo mismo que". La identificación con el Ser o
auto-identificación significa "eso con lo que el Ser (Presencia o Consciencia) es
idéntico".
En realidad el Ser es sólo idéntico consigo mismo, sólo uno consigo mismo. No hay
nada más presente con lo que podría ser idéntico. No hay "dos cosas".
Dentro de esta Presencia Consciente o Consciencia (y hecho nada más que de esta
Presencia Consciente o Consciencia) aparece una sensación corporal. Esta sensación
es seguida por un pensamiento (que también aparece en y está hecho nada más que
de esta Presencia) y el pensamiento dice, "yo", Presencia Consciente, soy esta
sensación corporal.
Sin embargo, esta identificación con un cuerpo sólo parece ocurrir. La Presencia
Consciente o Consciencia sólo parece identificarse con el cuerpo.
Después de todo, este "cuerpo" con el que la Presencia Consciente parece haberse
identificado exclusivamente, no es más que un pensamiento, una imagen y una
sensación, que aparecen dentro de la Presencia Consciente y están hechos nada más
que de Presencia Consciente.
Por lo tanto no hay nada más presente en la aparente experiencia del cuerpo, que no
sea la Presencia Consciente, con lo que la Presencia Consciente podría identificarse.
Este "yo" personal parece estar dotado de todas las cualidades que posee la
Consciencia, es decir Consciencia y Ser o Presencia. En otras palabras, el "yo" personal
piensa y siente que es consciente y presente.
Sin embargo, el "yo" personal no es otra cosa más que el pensamiento que lo piensa.
Sin embargo, esta entidad aparente es sólo una creencia, una interpretación que se
agrega a una sensación corporal.
El "yo" individual nunca se sale de la identificación con el Ser porque el "yo" individual
no existe como tal.
Es la entidad separada la que es miedosa, dudosa y pesimista. Sin embargo, una vez
que se ve claramente que no somos esta entidad separada, limitada, que esta entidad
separada, limitada no existe como tal, que es simplemente una idea que surge en el
verdadero "Yo", ¿qué ocurre con su miedo, duda y pesimismo?
Aunque esta división de la experiencia en realidad nunca tiene lugar, se trata de una
poderosa ilusión que parece dividir la Unidad de la experiencia en dos cosas
separadas. Con esta aparente división nace el sufrimiento.
En mi caso, mi amigo y maestro era Francis Lucille, quien señaló esta clara visión de la
naturaleza de la experiencia. Sin embargo, hubo muchos otros, sobre todo de la
tradición Advaita o no-dual, que prepararon el camino para este encuentro en el
corazón: Ramana Maharshi, Robert Adams, Sri Nisargadatta Maharaj, Jean
Klein, Atmananda Krishnamenon, Wei Wu Wei, Rumi, Hafiz, Meister Eckhart, Irene
Tweedie, Da Free John, Krishnamurti, Shantanada Saraswati, Francis Roles y
Ouspensky.
Francis Lucille me dio a conocer la Vía Directa, que no es realmente un camino. Es la
clara visión de que la Consciencia es a la vez el testigo y la sustancia de toda
experiencia, la única Realidad que le da existencia aparente a la mente, al cuerpo y al
mundo.
De hecho, toda experiencia está hecha de la misma materia — que podría llamarse
"experiencia", "conciencia", nuestro ser o "yo".
Mientras se hace cada vez más evidente que toda experiencia está impregnada de
conciencia o presencia, el aspecto conciencia o presencia de la experiencia se vuelve
más predominante y el aspecto aparentemente objetivo de la mente, del cuerpo y del
mundo, es decir, los nombres y formas cambiantes, comienzan a perder su aparente
solidez e independencia.
Sin embargo, cuanto más contemplamos nuestra experiencia, más obvio se vuelve,
gradualmente en la mayoría de los casos, que la conciencia es, de hecho, el aspecto
estable, siempre presente y sustancial de la experiencia. Mientras esto se vuelve cada
vez más nuestra experiencia de vida, así la realidad correspondiente de la mente, del
cuerpo y del mundo, como objetos independientes por derecho propio, comienza a
disminuir.
En un momento dado hay un cambio. La realidad que una vez atribuíamos a la mente,
el cuerpo y el mundo se comprende y se experimenta que reside con nuestro ser, la
conciencia.
Sin embargo, siempre fueron sólo reales como campos desde el punto de vista
imaginario de un ser separado. Desde el punto de vista real y único de nuestro ser, la
conciencia, la experiencia siempre es sólo real, como conciencia.
Nunca podemos decir cómo, cuándo, por qué o dónde ocurre esta disolución
precisamente porque el cómo, el cuándo, el por qué y el dónde se disuelven junto con
la oscuridad. Esas preguntas ya no siguen sin respuesta.
Este cambio es natural. De antemano, puede parecer que tenemos que hacer un
esfuerzo para comprender esto, pero después de un tiempo la verdad de nuestra
experiencia, su evidencia, comienza a impresionarnos sin esfuerzo alguno.
Es como llegar a la cima de una colina y empezar a bajar por el otro lado. De pronto la
colina, que en un principio parecía oponerse a nuestros esfuerzos, ahora comienza a
cooperar con ellos.
O podríamos decir que es como hacer un rompecabezas. En primer lugar las piezas
parecen abstractas, incoherentes y sin relación. Sin embargo, a medida que
avancemos la imagen empieza a completarse y se hace más fácil y más evidente. Hay
cada vez menos posibilidades. Esto nos coloca en una vía recta y estrecha, donde todo
encaja en su lugar rápidamente.
A partir de aquí la conciencia brilla cada vez con más intensidad disolviendo los
últimos vestigios de separación y de alteridad que persisten por costumbre, revelando
la conciencia que brilla en y como sí misma. No importa si es largo o lento, puesto que
ya no hay nada que esperar, nada que desear, nada que falte y nadie que espere.
Rupert Spira: Yo también intenté parar mis pensamientos durante veinte años y lo
hice por el mismo motivo que tú, pensé que me curaría de mi sufrimiento; hasta que
devino claro que para ser libre del sufrimiento es necesario conocer la naturaleza
esencial de uno mismo; ello quiere decir, la naturaleza esencial de la consciencia, y no
tiene nada que ver con lo que nuestros pensamientos están haciendo o dejando de
hacer.
Cuando me di cuenta de esto dejé de estar interesado en ellos y me interesé por la
naturaleza de la consciencia. Al cabo de un cierto tiempo devino absolutamente claro
para mí que lo que esencialmente soy no había sido jamás dañado o modificado o
tintado por ninguna experiencia; que lo que esencialmente soy está, ya,
inherentemente libre de sufrimiento; que la paz o el amor no es algo que tuviera que
ser obtenido o practicado con esfuerzo sino que es la naturaleza de lo que ya somos.
Lo había, simplemente, pasado por alto porque estaba muy ocupado manipulando mis
pensamientos.
Tu segunda pregunta: ¿cómo hacer posible que la presencia consciente sea más clara?
Eres como alguien que está mirando una película y hace la pregunta: ¿cómo sería
posible ver la pantalla más clara?
Una vez que hemos visto esto claramente, tan solo una vez, no podemos buscarnos a
nosotros mismos ni en la mente ni en el cuerpo con la misma convicción como lo
hacíamos antes.
Comprender esto no pondrá fin a esta búsqueda de forma inmediata, porque hay una
cierta aceleración, un cierto ímpetu que dura ya varias décadas. Pero, si cada vez que
te encuentras a ti mismo buscándote en el cuerpo o la mente, recuerdas esto que has
comprendido, ese hábito poco a poco cesará y la presencia consciente se hará sentir,
gradualmente, en el trasfondo de la experiencia.
Interlocutor: ¿Cómo puedo llegar a esta certeza de que soy consciencia infinita,
ilimitada, cuando en mi experiencia diaria, cada vez que caigo en el sueño profundo
tengo la sensación de que esta consciencia también se disuelve, o al menos ya no
tengo conocimiento de ella, y cada vez que me despierto vuelvo a tener conocimiento
de ella?
Rupert Spira: ¿Qué es lo que tiene la experiencia de la presencia consciente
desapareciendo y después reapareciendo?
I: Te diría que es como la sensación de ser.
RS: Si esa sensación de ser es consciente de la desaparición y reaparición de la
presencia consciente, esa sensación de ser debe ser en sí misma consciente, si no, no
podría tener la experiencia de la aparente desaparición y reaparición de la presencia
consciente.
Hazte de nuevo la pregunta: ¿qué es lo que es consciente de la desaparición y
reaparición de la presencia consciente?... Has dicho que esa era tu experiencia, por lo
que debes ser consciente de ella, ¿qué es lo que es consciente de ella?
I: La consciencia...
RS: Estás diciendo que la presencia consciente es consciente de su propia
desaparición, ¿cómo sabría que ha desaparecido si hubiera desaparecido?... ¿Cómo
podría la presencia consciente alguna vez decir: "he desaparecido"? Entonces no
estaría ahí para conocer la experiencia de la ausencia de sí misma.
I: No puedo entenderlo, parece que al nacer se descubre, no sé... cuando despiertas,
como que el conocimiento se vuelve a generar a sí mismo cada vez que reaparece.
RS: Cuando te despiertas, son el cuerpo y el mundo los que se despiertan en ti. Justo
antes de que despiertes, tienes un sueño, ¿verdad?
I: Sí.
RS: Eras tú, presencia consciente, el que eras consciente del sueño; así que la
presencia consciente tenía que estar bien despierta mientras tú soñabas, porque si la
presencia consciente hubiera estado dormida o ausente, no hubiera podido ser
consciente de tu sueño.
Así que mientras estás dormida, soñando, la presencia consciente está bien despierta
conociendo tu sueño. Cuando tu sueño desaparece y de repente devienes consciente
de tu habitación, ¿qué le ocurre a la presencia consciente?... ¿Cambia de estado?...
¿Se despierta?... No.
I: Solamente integra nuevos elementos.
RS: Sí, tu playa caribeña desaparece y tu habitación aparece, pero la presencia
consciente no apareció ni desapareció.
Cuando duermes profundamente, tanto tu habitación como la playa caribeña
desaparecen, dejando solo a la presencia consciente conociendo su ser vacío.
Cuando después la mente mira hacia el sueño profundo dice: "no había ningún objeto
presente ahí"; lo cual es cierto, no había ningún objeto ahí.
Cuando una mujer está casada la llamamos "una esposa", cuando deja de estar casada
ya no es una esposa pero no deja de ser una mujer. "Una esposa" era una etiqueta
superpuesta mientras tuvo un marido ―cuando desaparece el marido, desaparece la
esposa― pero sigue siendo una mujer, que es la naturaleza esencial de la esposa.
Cuando hay un objeto para ser observado, llamamos a la presencia consciente "el
observador"; cuando el objeto observado desaparece, el sujeto observador
desaparece con él. Todo lo que se retira es un nombre temporal para la presencia
consciente, pero la presencia consciente en sí misma permanece.
I: ¿Y puede ser que con esa disolución del observador también se disuelva cualquier
experiencia que se pueda agarrar y que ya no se pueda emplear la palabra
experiencia?
RS: Sí. ¿Cuál es tu condición entre dos pensamientos o entre dos percepciones?
I: Nada.
RS: ¿Dejas de existir entre dos pensamientos?...
Toma dos pensamientos, los que quieras, llama al primer pensamiento "A" y al
segundo "B". Toma el pensamiento "A"... ahora ha desaparecido, toma el
pensamiento "B"... ahora ha desaparecido.
Esos tres estados de vigilia, sueño y sueño profundo, no están solo presentes en la
presencia consciente sino que son modulaciones de ella.
I: Creo que prefiero esta explicación de modulación frente a la de aparición y
desaparición.
RS: ¿No te gusta la metáfora de la esposa divorciada? (Risas)
Estás en la vía correcta, sigue explorando tu experiencia de este modo, porque es este
proceso de cuestionar lo que hace que profundices más y más en tu propia
experiencia.
No te quiero dar respuestas, aunque a veces formulo algunas; intento hacerte nuevas
preguntas, que te llevan a profundizar más y más en tu propia experiencia para que
encuentres la respuesta por ti misma.
Hazte la pregunta, ¿he tenido o podría tener, alguna vez, una experiencia que pudiera
aparecer fuera de la presencia consciente?...
La presencia es, en tanto que tal, el elemento más vasto, más grande, más constante y
más estable de la experiencia.
En otras palabras, "Yo" es el nombre común que damos a eso que es consciente; no a
aquello de lo que somos conscientes, como pensamientos, sensaciones o
percepciones; sino a aquello que es consciente de ellos.
No tenemos que meditar durante años para hacer que la presencia consciente sea
abierta, vacía, indestructible y que no se la pueda dañar, simplemente tenemos que
ver que este ya es el caso, es así.
Hazte la pregunta: ―que quiere decir, hazte a ti, presencia consciente, la pregunta―
¿he encontrado alguna vez un límite en mí mismo?... El pensamiento hace la pregunta,
pero no dejes que sea el pensamiento quien la conteste. Solo la presencia consciente
conoce la presencia consciente, solo la presencia consciente conoce la experiencia de
ser consciente; por ello, solo la presencia consciente puede conocer algo sobre sí
misma.
Cualquier contorno o límite que encontrásemos sería siempre un objeto. Sería algo de
lo que seriamos conscientes; un objeto así jamás podría aplicarse a la presencia
consciente misma.
Un pájaro o una nube tienen un contorno o un límite, son limitados, pero el cielo no
comparte esos límites. Los pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones
tienen límites, pero la presencia consciente en la que aparecen y por medio de la cual
se conocen, no comparte esos límites. Por ello se dice que es infinita, ilimitada, sin
contorno.
Todo lo que queda, después, es el proceso sin fin de realinear todos los dominios de la
experiencia con esta comprensión.
Ramana Maharshi decía que esta frase del Antiguo Testamento era el enunciado más
profundo, sucinto y verdadero que había acerca de la Realidad.
Esa experiencia de "ser consciente de ser consciente" es la experiencia íntima y directa
que todo el mundo tiene; pero en la mayoría de los casos nuestra consciencia se ha
entremezclado de tal manera con pensamientos y sentimientos que parece que ha
pasado por alto el conocerse a sí misma, el conocer de su propio ser.
Es como si la pantalla se entremezcla con la película y olvida que es una pantalla vacía,
transparente e infinita y, entonces, piensa que es una colección de objetos finitos y
separados.
Interlocutor: La pregunta se refiere a algo que dijo ayer, no sé si entendí bien, y tengo
una duda. Escuché que el yo era un espacio vacío, abierto y vulnerable y, a la vez, que
no se podía dañar. Me queda una duda sobre la palabra vulnerable, ¿qué significa
exactamente?
Rupert Spira: En este contexto vulnerable significa completamente abierto y sin
resistencias, sin la habilidad de resistirse.
El espacio vacío ―hablando de manera relativa, como por ejemplo, este espacio vacío
de aquí― podría decirse de él que es totalmente vulnerable. Si nos levantamos y
empezamos a bailar, este espacio no tiene poder alguno para cambiar eso y si nos
levantamos y empezamos a pelearnos, el espacio lo permitiría totalmente sin
resistencia alguna. En este sentido la presencia consciente es completamente
vulnerable.
Normalmente pensamos que alguien que no puede ser dañado es alguien que es muy
fuerte, que puede resistir a todos y a todo, que es impenetrable, no puede ser dañado
o lastimado.
Pensamos que esta pared es impenetrable debido a su fortaleza pero, de hecho, este
espacio vacío es más fuerte que la pared, la pared puede ser derrumbada y un día será
derrumbada. Nada ha sucedido jamás ni puede sucederle jamás al espacio vacío, por
eso es completamente indiferente a lo que ocurre en su seno.
La consciencia es así.
I: Sí, para mí es como más disponibilidad.
RS: Sí, sí. Disponibilidad es otra palabra, la pura disponibilidad completamente abierta
a todas las apariencias. Igualmente abierta a todo lo que aparece, lo agradable como
lo desagradable, lo que es correcto como lo que es incorrecto o equivocado.
Toma el pensamiento "dos más dos igual a cuatro", ¿ofrece la presencia consciente
alguna resistencia a ese pensamiento? Ahora toma el pensamiento "dos más dos igual
a cinco", ¿ofrece la presencia consciente alguna resistencia a ese pensamiento? En
absoluto, está igualmente abierta a los dos pensamientos. El pensar ofrece alguna
resistencia al pensamiento "dos más dos igual a cinco", el pensar dice "sí" al
pensamiento "dos más dos igual a cuatro", pero "no" a "dos más dos igual a cinco",
pero la presencia consciente está de igual manera abierta a ambos.
El pensar dice "no" a la conducta de Hitler pero dice "sí" a la conducta de Ramana
Maharsi, pero la presencia consciente está abierta de igual manera a ambas. Ambos
son dos ejemplos extremos.
Permite que tu experiencia sea tal como es, instante tras instante. Sin ningún intento
por cambiarla o manipularla. Por "experiencia" me refiero a pensamientos, ideas,
imágenes, recuerdos, sentimientos, sensaciones y percepciones del mundo; quiero
decir: vistas, sonidos, gustos, sensaciones táctiles y olores. Simplemente deja que el
espectro completo de la experiencia aparezca ante ti, instante tras instante y
exactamente tal como es. De todas formas eso es lo que la experiencia ya hace, así
que no se requiere un esfuerzo especial de ningún tipo para hacerlo. De hecho, no es
un "hacer", es un permitir a la experiencia ser lo que es instante tras instante.
Ve, de manera clara, que para tener una experiencia tenemos que ser conscientes de
ella; tómate algún tiempo para verificar que esto es así, que es cierto en tu propia
experiencia y sea lo que sea que experimentes te dices a ti mismo: "soy consciente de
esta experiencia".
Ahora, hazte la pregunta: ¿hay algo que sea común a toda experiencia?
Soy consciente de los pensamientos. Soy consciente de las imágenes. Soy consciente
de los recuerdos. Soy consciente de los sentimientos. Soy consciente de las
sensaciones. Soy consciente de las percepciones. Soy consciente... Soy consciente...
Soy consciente...
Así que no podemos decir que ser conscientes es algo que no experimentamos y es
muy fácil verificarlo. Hazte la pregunta: ¿soy consciente? No si soy consciente de mis
pensamientos, de mis sensaciones o de mis percepciones sino simplemente la
pregunta: ¿soy consciente? Confío que todos habéis contestado: "sí". Para contestar a
la pregunta ¿Soy consciente? con un "sí", "ser consciente" debe ser nuestra
experiencia. Cada uno de nosotros sabe que es consciente. Si no tuviésemos la
experiencia de ser conscientes responderíamos "no" a la pregunta: ¿soy consciente?
Es obvio que eres tú, aquél que llamamos "yo". Cada uno de nosotros puede decir con
certeza absoluta: "yo sé que soy consciente", y el "yo" que sabe que soy consciente es
el "yo" que es consciente. "Yo soy consciente" de que "soy consciente"; o como se
dice en el Antiguo Testamento: "yo soy el que soy".
El conocimiento que brilla en la mente como "yo soy" o "yo soy consciente".
El conocimiento que brilla en el corazón en tanto que paz, amor y felicidad; paz, amor
y felicidad.
El conocimiento que brilla en nuestras percepciones en tanto que belleza.
Interésate en la experiencia de ser consciente o en la presencia consciente misma.
¿Cuál es su naturaleza?
La mayoría de las personas pasan a través de sus vidas sin darse cuenta y ni tan
siquiera interesarse por la experiencia de ser consciente o en la presencia consciente
misma. En otras palabras, la mayoría de nosotros pasamos nuestras vidas ignorando el
elemento más fundamental e íntimo de nuestra experiencia; este es ignorando o
pasando por alto a nosotros mismos.
¿Por qué la mayoría de nosotros ignoramos o pasamos por alto este elemento íntimo
y fundamental de nuestra experiencia?... Por nuestra fascinación exclusiva en el
contenido objetivo de la experiencia; esto es, pensamientos, imágenes, sentimientos,
sensaciones, percepciones, etc...
¿Podría haber algo más interesante en la vida que la naturaleza de la consciencia con
la que todo es conocido?
De hecho, hasta que no conozcamos la naturaleza del conocer con la que nuestra
experiencia es conocida, no podremos conocer nada verdadero acerca de la mente, el
cuerpo o el mundo.
Yo, presencia consciente, no estoy limitado por nada que conozca, o que sea
consciente; de la misma manera que la pantalla no está limitada por ninguna de las
películas que aparecen en ella.
Prueba la libertad inherente de tu propio ser consciente. Es íntimamente uno con toda
experiencia pero no puede ser dañado, estropeado, tintado, manchado o afectado por
ninguna experiencia en particular.
No tenemos que esforzarnos mucho para hacer que la presencia consciente sea
íntima, libre, invulnerable e indestructible.
Rupert Spira: "Yo soy la presencia consciente que es consciente de que soy
consciente". "Yo soy lo que yo soy". Este es el mantra más elevado. El primer nombre
de Dios.
¿Hay algo acerca de lo que os gustaría dialogar?
Interlocutor: Esta mañana dijiste que el Yo no era temporal, que era algo aparte del
cuerpo, sensaciones, pensamientos, que estaba apartado de lo temporal: no
emociones, no pensamiento; pero a mí me cuesta mucho. O llego a un punto donde
choco, que es: ¿dónde estaba ese Yo antes de que yo llegara, antes de nacer y, qué
pasará después?
Rupert Spira: Es una muy buena pregunta.
Primero tenemos que entender que cuando decimos "Yo", nos referimos a aquello
que es consciente de nuestra experiencia. Soy consciente de mis pensamientos, de
mis sentimientos y sensaciones, soy consciente de las percepciones de los sentidos, así
que "Yo" soy aquello que está presente y consciente.
Para experimentar la aparición de la consciencia presente algo tendría que estar ahí,
previo a la aparición de la consciencia presente, para observar cómo aparece. ¿Qué
sería ese algo? Debería tener dos cualidades, tendría que estar presente y ser
consciente... sería la consciencia presente.
Hazte ahora la pregunta: ¿por qué, en tanto que cultura mundial, creemos semejante
cosa, que existe la ausencia o la no existencia de la presencia consciente? ¿Por qué, en
tanto que cultura mundial, creemos que hubo un tiempo en el pasado cuando la
presencia consciente no estaba presente?
I: ¿Por miedo?
RS: Sí, por creencia, es tan solo una creencia. Una creencia que no tiene evidencia
alguna.
A pesar de ello, nuestra cultura mundial se fundamenta en la creencia de que la
presencia consciente es un subproducto de la mente y que la mente es un
subproducto del cuerpo. Cuando en nuestra experiencia es todo lo contrario, la mente
es un subproducto de la presencia consciente, y el cuerpo es un subproducto de la
mente.
Este cambio en la manera de ver las cosas no es diferente, en magnitud, con el cambio
de perspectiva que tuvo lugar en el siglo XVI cuando se descubrió que la tierra gira
alrededor del sol y no es el sol el que gira en torno a la tierra. Es un cambio de
perspectiva similar.
Incluso, en nuestra cultura, hay más resistencia a este cambio de perspectiva que se
propone aquí que la que hubo a principios del siglo XVI. Ya se sugirió en el siglo III a. C.
que la tierra giraba alrededor del sol, y no fue hasta casi dos mil años más tarde, a
principios del siglo XVI, que empezó a ser la norma.
Aquí hablamos de algo que todo el mundo puede verificar en su propia experiencia,
no se necesitan instrumentos astronómicos especiales, ni una formación científica
especial, sólo necesitamos ser conscientes de nuestra experiencia; ahí está toda la
evidencia que se requiere. Todo el mundo tiene esa evidencia al alcance de la mano.
Yo no tengo más evidencia de la que tú puedas tener. La creencia de que la
consciencia nació cuando el cuerpo nació, es tan solo una creencia.
Habiendo visto que todo lo que conocemos de la mente, del cuerpo y del mundo, son
pensamientos, sensaciones y percepciones, dejemos atrás las etiquetas de mente,
cuerpo y mundo y exploremos la naturaleza de nuestra experiencia; es decir la
naturaleza de los pensamientos, sensaciones y percepciones.
Esto es lo que los científicos y filósofos han estado haciéndolo desde los últimos 2.500
años. La diferencia, entre lo que hacemos aquí y aquello que la mayoría de los
científicos y filósofos hacen, es que aquí exploramos nuestra experiencia presente; no
exploramos entidades abstractas llamadas mente, cuerpo y mundo. Es por este
motivo por lo que, a veces, llamo a este enfoque "la nueva ciencia de la experiencia".
Por ejemplo, cuando miramos una película estamos, nos demos cuenta o no,
experimentando la pantalla. ¿Sería posible experimentar la película sin experimentar
la pantalla?, obviamente no.
Cuando la película llega a su fin, ¿deja de existir la pantalla?... La película es algo que
aparece, pero la substancia de la que está hecha no es algo que aparece y desaparece.
Si pudieras extender una mano imaginaria y tocar la substancia de la que está hecha el
pensar, ¿qué es lo que encontrarías ahí?...
Deja que te de una pista; hazte una pregunta: ¿hay algo presente en la experiencia de
pensar que no sea el conocer de ella?... Es lo mismo que preguntar: ¿hay otra cosa
presente en la película que no sea la pantalla?...
Si estás mirando una imagen, focalizado en el paisaje que aparece en la película, ¿qué
tienes que hacer para empezar a ver la pantalla?... ¿Tienes que mirar en una dirección
distinta?... ¿Tienes que rechazar el paisaje?... No, es más bien un suavizar la
focalización de nuestra atención. Así que en vez de focalizarte en la experiencia de
pensar, conoce al conocer del que está hecha; ya lo conoces así que no hay necesidad
de hacer ningún esfuerzo nuevo.
Ahora, ¿qué conocemos de este conocer?... Es decir, ¿qué es lo que conoce de sí
mismo?... Todo el pensar está hecho de este conocer pero el conocer no está hecho
del pensar.
Las imágenes están hechas de pantalla pero la pantalla no está hecha de una imagen.
Todas las imágenes son limitadas pero la substancia de la que están hechas es
ilimitada.
Todo el pensar es limitado pero la substancia de la que está hecho no tiene límites. Al
igual que las imágenes son formas y nombres temporales que la pantalla asume, así
todo el pensar es la forma y el nombre temporales que este conocer asume.
Cuando un pensamiento aparece no hay nada, que sea realmente finito o limitado,
que surja a la existencia. Todo lo que realmente está en la existencia o todo lo que
realmente es, es infinito conocer o consciencia infinita y el aparentemente
pensamiento finito es una modulación temporal de esta substancia infinita.
Podemos objetar y decir: "todo esto está muy bien por lo que respecta a la mente
pero, ¿qué ocurre con el cuerpo y el mundo?
Empecemos con el cuerpo: cerrad vuestros ojos. Nuestra única experiencia, cuando
los ojos están cerrados, es la sensación actual. Tomemos una sensación específica
como la sensación táctil hormigueante de tus manos.
Vamos, de nuevo, a través de todo el proceso de investigación. Hazte la pregunta:
¿hay alguna substancia presente en esa sensación que no sea el conocer de esa
sensación?... En otras palabras, si tuvieras que extender la misma mano imaginaria y
tratar de tocar el material del que está hecha esta sensación, ¿encuentras otra cosa
distinta del conocer, del ser consciente de esa sensación?...
Nuestra cultura nos dice que la sensación está hecha de un material solido llamado
materia. Los filósofos idealistas nos dicen que está hecho de una substancia llamada
mente, es decir, hecho de una substancia llamada sentir; pero la experiencia misma no
nos dice tal cosa. La experiencia en sí misma nos dice que la única substancia
presenten en la sensación o en el sentir es el puro conocer o la pura consciencia. La
misma substancia vacía, transparente e ilimitada de la que está hecho el pensar.
Ahora coloca tus manos en la silla.... el pensamiento nos dice: "no estoy tocándome a
mí mismo estoy tocando algo que es no yo, distinto de mí"; sin embargo la única
experiencia de tocar la silla es la sensación presente.
¿De qué está hecha esa sensación?... De nuevo extiende esa mano imaginaria y toca la
substancia de la que está hecha esa sensación. ¿Encuentras algo muerto o inerte
llamado materia, encuentras algo sutil llamado mente o encuentras el conocer de esa
experiencia, el puro conocer o la pura consciencia? Digo puro conocer porque ese
conocer no está hecho de otra cosa que no sea él mismo, no está mezclado con otra
cosa que no sea él mismo, no tiene partes, no está hecho de pensar o de sentir, no
tiene en sí mismo color o forma.
El así llamado cuerpo es una modulación temporal de esta substancia eterna. Cuando
nace una nueva sensación no hay nada real que llegue a la existencia. Cuando retiras
tu mano de la silla y la sensación desaparece, no hay nada real que desaparezca, tan
solo esa substancia eterna cambia su nombre y forma; como un comediante que
cambia su maquillaje.
El pensamiento puede de nuevo presentar una objeción y decir: "esto está muy bien
para los pensamientos, sentimientos y sensaciones; evidentemente aparecen en mí y
están hechos, obviamente, de mí mismo. Pero, ¿qué hay en lo que respecta al mundo?
Es obvio que está fuera de mí mismo y hecho de algo distinto de mí".
Toma el sonido de esas fresadoras o lo que sean esas máquinas, han estado
reclamando nuestra atención durante la última hora. Así que ahora les vamos a
prestar nuestra atención.
¿Dónde tiene lugar ese sonido?... El pensamiento nos dice que ese sonido ocurre a
veinte metros de donde estamos y que está hecho de algo distinto a nosotros. Date
cuenta primero que todo lo que está presente en el sonido es la experiencia de oír.
¿En qué lugar ocurre la experiencia de oír?... ¿Veinte metros al exterior de ti?... ¿Dos
metros lejos de ti?... intenta localizar donde ocurre el oír... ¿A qué distancia de mí
mismo?...
Ahora, si tuviéramos que alargar, de nuevo, esa mano imaginaria y tocar la substancia
de la que está hecho el oír, ¿qué es lo que encontramos?... El oír está hecho de algo y
si estamos experimentando el oír estamos experimentando la substancia de la que
está hecho, ¿qué es esta substancia?...
Hazte la pregunta: ¿hay alguna substancia presente en la experiencia de oír que no sea
más que el conocer del oír?... Intenta encontrar algo que sea distinto al conocer de tu
experiencia.
Cuando, aparentemente, un nuevo sonido aparece, sé muy sensible al lugar del que
surge... (Suena una música, violines...) Y cuando el sonido lentamente desaparece
pregúntate, ¿adónde ha ido?...
"Aquello que es, jamás deja de ser; aquello que no es, jamás surge a la existencia."
Permite que tus ojos se abran lentamente, solo unos milímetros; la experiencia del ver
surge a la existencia. La experiencia en la que la realidad objetiva es más persuasiva.
Hazte la pregunta: ¿hay alguna substancia presente en la experiencia de ver que no
sea más que el conocer de ella?...
Cierra tus ojos: ¿qué le ocurre a este conocer?... ¿Desaparece o simplemente adopta
un nuevo nombre y forma?... Abre tus ojos: ¿hay algo nuevo que nace a la
existencia?... ¿Algo nuevo llamado un mundo externo hecho de material muerto
inerte llamado materia?... ¿O más bien esa substancia infinita y eterna llamada puro
conocer simplemente adopta un nuevo nombre y forma?...
Desde el punto de vista del puro conocer eterno e infinito, la experiencia no es más
que la experiencia de sí mismo ―conocer eterno e infinito― jamás entra en contacto
con un objeto o yo finito y temporal; jamás entra en contacto con un yo, un objeto, un
otro o un mundo. Tan solo es y se conoce únicamente a sí mismo.
Todos nuestros problemas psicológicos, esto es toda nuestra infelicidad está basada
en esta mala incomprensión, en este olvido, este pasar por alto o este ignorar la
realidad.
Pero una vez que este ocultamiento de la realidad ha ocurrido, es decir una vez que el
aparente yo separado ha aparecido a la existencia, lo más que puede hacer este yo
aparente y separado es explorar la naturaleza de su propia experiencia. Este yo
aparentemente separado no puede conocer nada cierto acerca de la mente, el cuerpo
o el mundo hasta que conozca lo que es cierto acerca de él mismo.
Así que de lo que estamos hablando aquí es de la ciencia superior, la filosofía superior
y la más alta religión.
Desde que podemos pensar o hablar siempre nos hemos referido a nosotros mismos
en tanto que "yo"; cuando teníamos 5 años nos llamábamos a nosotros mismos "yo",
cuando teníamos 10, 15, 20 o 30 años nos llamábamos "yo", y hoy nos referimos a
nosotros mismos como "yo". En otras palabras, el "yo" ha permanecido presente a
través de toda nuestra vida.
El "yo" se refiere a ese elemento de nuestra experiencia que ha permanecido y que
siempre está con nosotros, que nunca nos ha dejado y que no puede ser separado de
nosotros.
Hazte la pregunta: ¿qué es eso que siempre está conmigo? No pienses acerca de ello,
refiérete a tu experiencia presente. Hay algo que ha permanecido presente, constante
a través de nuestra vida, y a ese algo le llamamos "yo". ¿Qué es eso? ¿Es un
pensamiento, o una imagen?
¿Es una percepción? Como percepción me refiero a una vista, un sonido, un gusto, una
sensación táctil, o un olor; los cinco sentidos. ¿Cuánto dura una percepción? Cierra tus
ojos... la percepción visual anterior a desaparecido; abre tus ojos... una nueva
percepción visual aparece; cierra tus ojos... esta nueva percepción ha desaparecido.
¿Cuánto duró? ¿40 años o 40 segundos?
Las percepciones no duran mucho, los pensamientos, las imágenes, los sentimientos y
las sensaciones no duran mucho, así que cuando nos referimos a "yo", es obvio que no
nos referimos ni a un pensamiento ni a una imagen ni a un sentimiento ni a una
sensación ni a una percepción y, sin embargo, nos referimos a algo que es muy real en
nuestra propia experiencia.
Hay algo que permanece siempre presente a través de toda la experiencia y a ese algo
lo llamamos "yo". ¿Qué es eso?
Si este "yo" está presente cuando tengo 5, 10, 15, 20 o 30 años vemos que el "yo" no
puede tener una edad especifica. Si "yo" está presente cuando cambio mi
nacionalidad de inglesa a americana entonces el "yo" no puede tener una nacionalidad
en particular. Si "yo" está presente a través de todos mis pensamientos entonces el
"yo" no puede estar limitado por algún pensamiento en particular. Si "yo" está
presente en todos mis sentimientos, entonces se ve que no puede compartir las
cualidades de ningún sentimiento en particular. En otras palabras: "yo" es
independiente de los límites de los pensamientos y de los sentimientos.
Los pensamientos, las sensaciones, las imágenes, los sentimientos y las percepciones
están hechos de "yo", pero "yo" no está hecho de un pensamiento, de una sensación,
de una imagen, de un sentimiento o de una percepción.
Cuando decimos "yo tengo 45 años", estamos olvidando, pasando por alto o
ignorando lo que realmente somos y, en cambio, nos identificamos con un cuerpo,
pensamos y sentimos que "yo" soy idéntico a un cuerpo. Cuando decimos "yo estoy
triste" estamos olvidando, ignorando o pasando por alto lo que verdaderamente
somos y, en cambio, creemos que somos un sentimiento limitado y temporal.
Cuanto identificamos ese "yo" con algo que no es él mismo, parece que nos estamos
limitando a nosotros mismos, parece que estamos perdiendo la paz y la libertad que
es inherente al conocimiento de nuestro propio ser; y, en cambio, parece que nos
estamos convirtiendo en un yo separado y finito que comparte las limitaciones de la
mente y el cuerpo.
Nos preguntamos por qué sufrimos y ese "yo" temporal y finito que nos imaginamos
que somos, entonces, lleva a cabo prácticas espirituales para desembarazarse de su
sufrimiento. Tarde o temprano nos damos cuenta que esas prácticas espirituales no
funcionan, y en lo más íntimo de nuestros corazones todavía sentimos la soledad, la
pena y el sentimiento de carencia. Nuestras prácticas espirituales no han ido al núcleo,
al corazón del problema aunque nos hayan permitido gestionar el problema hasta un
cierto punto.
El corazón del problema es siempre el mismo: lo que consideramos como "yo", lo que
pretendemos ser, lo que nos imaginamos ser; todo gira en torno a eso.
Nada verdadero puede ser conocido acerca de la mente, el cuerpo y el mundo hasta
que conozcamos la naturaleza del "yo" que los conoce. Incluso la física
contemporánea reconoce esto. Hasta que la naturaleza del observador no es
comprendida no podemos conocer nada verdadero acerca de lo observado.
¿Qué es aquello que prestaría atención a ese "yo"? Es el "yo" el que da su atención al
"yo". Pero el "yo" no puede verdaderamente dar su atención a sí mismo, este "yo" que
conoce está demasiado cercano a sí mismo para irradiar esa luz del conocer sobre sí
mismo en tanto que un objeto.
Este "yo" que conoce está demasiado cercano a sí mismo como para girarse y
alumbrar su atención sobre sí mismo. De la misma manera el sol puede radiar su luz
sobre todos los planetas, pero no puede girarse e irradiar su luz sobre sí mismo, está
demasiado cercano a sí mismo como para iluminarse a sí mismo.
Este "yo" que conoce, puede conocer o irradiar su luz de conocimiento sobre todos los
objetos. Es decir, puede conocer todos los pensamientos, sensaciones y percepciones
en tanto que objetos, pero no puede conocerse a sí mismo de la misma manera, no
puede separarse a sí mismo de sí mismo, no puede girarse y mirarse a sí mismo.
¿Qué ocurre si ese "yo" que conoce no se estira él mismo hacia un objeto? ¿Qué
ocurre si ese "yo" que conoce deja de irradiar su luz de conocer hacia el pensamiento,
la sensación o la percepción? ¿Qué ocurre cuando la atención no tiene nada a lo que
atender? ¿Qué ocurre a una goma elástica cuando la estiras pero no tienes donde
engancharla y sueltas el otro extremo? Que vuelve a su fuente. ¿Qué ocurre cuando
dejamos de prestar atención a pensamientos, sensaciones y percepciones? Que la
atención vuelve a su fuente de puro conocer. En otras palabras: deja de ser atención,
puesto que este conocer ya no está estirado hacia algo concreto; entonces la atención
se libera de su tensión y se revela como pura presencia.
Todo lo que conocemos ―aparte del conocer de nuestro ser― requiere ese estirar la
atención hacia un objeto, hacia algo que no es yo mismo y aunque todo aquello que es
conocido no es yo mismo, el conocer con el cual es conocido el objeto es yo mismo.
Sea lo que sea que aparece en la película, no es la pantalla, y sin embargo la única
substancia presente en esa experiencia es la pantalla.
Desde un punto de vista, todo lo que experimento no es yo mismo y desde otro punto
de vista todo lo que experimento es yo mismo. Cada uno de estos dos enunciados son
ciertos desde el nivel en el que son formulados.
Lo que no es cierto es creer que soy tan solo una parte de mi experiencia, creer que lo
que soy está limitado a este cuerpo mente. En otras palabras, decir: "yo no soy nada"
es cierto; y decir, desde otro punto de vista, "yo soy todo" también es cierto. Lo que
nunca es cierto es decir "yo soy algo en particular".
Todo nuestro sufrimiento está basado en la creencia y el sentimiento de que soy algo.
La forma de salir de ese sufrimiento es descubrir: "yo no soy nada"; y, después,
descubrir que esa nada es la substancia de todo.
Surgen las preguntas: ¿Qué o quién ignora u olvida la presencia consciente? ¿Qué otro
ser podría haber ahí? ¿Qué otro "yo" que pudiera primero olvidar y después recordar
la consciencia? No hay ningún otro ser. Entonces, ¿qué es ese olvido u ocultamiento
de la consciencia?
Así que está la presencia consciente eternamente presente y sin límites, y ésta es la
experiencia primaria de todo el mundo. Esta consciencia vibra en sí misma y toma la
forma de pensamientos, sensaciones y percepciones; en este estadio y, desde el punto
de vista de la presencia consciente, todavía y únicamente se conoce solo a sí misma.
Es como esa pantalla consciente de la que hablábamos ayer. No es una pantalla que es
observada por alguien que está sentado en un sofá, sino que la pantalla contempla las
imágenes que aparecen en sí misma. Todo tipo de imágenes aparecen, pero desde el
punto de vista de la pantalla lo único que hay es la pantalla, y se conoce a sí misma
modulando o vibrando ella misma en todo tipo de formas y experiencias.
Un objeto finito sólo es un objeto finito desde el punto de vista de un sujeto finito. El
sujeto finito es la entidad separada, el yo separado que el pensamiento imagina.
Desde este punto de vista ilusorio hay objetos finitos y "yoes" finitos. Desde el punto
de vista ilusorio del yo separado hay ignorancia u olvido de la realidad, y hay un
camino espiritual que conduce a algo llamado iluminación; pero todo esto es bajo el
punto de vista ilusorio del yo separado.
Desde el punto de vista de aquél o aquello que verdaderamente conoce y ve, no hay
olvido de sí mismo, no hay ignorancia de sí mismo; en otras palabras, no hay
verdadera ignorancia y al no haber ignorancia u olvido no hay retorno a sí mismo.
Al morir despiertas del sueño y te das cuenta que has estado durmiendo plácidamente
en la cama...
Aquí no somos niños, así que no decimos mentiras piadosas. No hay "respuestas
advaita descafeinadas"; es por esto que solo hay veinticinco personas en la sala,
porque aquí damos "respuestas advaita duras".
William Blake dijo, y ésta es mi cita favorita, y creo que algunos de vosotros ya la
habéis escuchado: "Cuando las puertas de la percepción se limpien, todos los objetos
finitos serán vistos como lo que verdaderamente son, infinitos".
Aquí estamos en la vía directa, y no encuentras mucho de vía directa en las librerías
normales ni tampoco en las espirituales.
Hay una gran organización en Estados Unidos que se llama "Instituto Omega" y la
primera vez que hice un retiro allí comí con uno de los directores. Su trabajo es hacer
marketing para conseguir que la gente acuda a los retiros de los diferentes profesores
y con todo tipo de actividades. Es un hombre muy inteligente y agradable, me dijo, y
esto es en serio: "Si te afeitas la cabeza aumentará tu credibilidad; si empiezas a
actuar como un gurú, tendrás más gente".
Esto es lo que el yo separado quiere. Si hay un gurú separado allí arriba, tan lejos
como sea posible, vestido con ropajes diferentes, con costumbres distintas, que no
está obligado a vivir como lo hace otra gente... Si podemos tener un gurú como ése
ahí arriba, entonces, y sin darnos cuenta, nosotros nos estamos poniendo abajo; en
realidad lo que estamos haciendo es reforzar el yo separado que creemos ser.
El yo separado adora esto, por eso al yo separado le encanta tener un gurú, me refiero
a un gurú exótico, alguien a quien poder adorar; toda esta escena espiritual refuerza el
ego. En esos encuentros hay quinientas personas que nunca estarían aquí porque esto
es demasiado radical, no ofrece mucho juego al ego para salirse fuera de la línea, por
esto Krishna Menon le llamó "la vía directa".
Yo siento que la vía directa está más adaptada a nuestra época y cultura; todas las
enseñanzas espirituales surgen conforme a la época y a la cultura en la que aparecen.
Por ejemplo, las enseñanzas que aparecieron en la cultura tibetana, que es una cultura
mágica y tremendamente colorida, tienen un envoltorio colorido y exótico. La
comprensión esencial de esa tradición es muy cercana a esta comprensión, aunque el
envoltorio es un poco discordante con nuestra cultura. A nosotros, esa enseñanza nos
parece un poco extraordinaria.
El Amor es un lugar
Lo primero que quiero decir, y me temo que esto va a ser un poco decepcionante para
ustedes, es que vamos a escuchar y decir muchas palabras esta semana acerca de la
naturaleza de la Consciencia, y ni una sola de ellas va a ser absolutamente cierta.
Sin embargo, muy pocos de nosotros somos lo suficientemente maduros como para
intuir la realidad de la Consciencia desde el silencio. Por lo tanto, las tradiciones
espirituales han elaborado diversos caminos, varios medios hábiles, adaptados a los
distintos niveles de nuestra comprensión. Por lo tanto, es en ese espíritu que hablo de
la naturaleza de la Consciencia.
Lo primero que me gustaría hacer es dar una definición de la Consciencia. Por
supuesto, la Consciencia realmente no puede ser definida, pero esto sería una buena
definición provisional de la Consciencia: La Consciencia es eso en lo que aparece toda
experiencia, eso con lo que toda experiencia es conocida y eso de lo que está hecha
toda experiencia.
¿Qué quiero decir con "experiencia" en este contexto? Cualquier cosa objetiva:
pensamientos, recuerdos, ideas, conceptos, sentimientos, sensaciones del cuerpo,
vistas, sonidos, sabores, texturas, olores, y así sucesivamente.
Todas ellas aparecen en algo. Ese algo es lo que llamamos Consciencia (Consciousness)
o Conciencia (Awareness). Su nombre común es "yo", o sí mismo. Su nombre religioso
es el Ser infinito de Dios. Pero todos estos se refieren a eso en lo que aparece la
experiencia, con lo que es conocida y, en última instancia, de lo que está hecha.
Sólo quiero hacer una pausa aquí y comprobar que están realmente conectando con
lo que estoy sugiriendo, y no sólo están intelectualmente de acuerdo o en desacuerdo.
Debemos cerrar los ojos durante unos minutos para hacer esto. Establece una vez más
que tus pensamientos aparecen en un campo de espacio consciente. Ahora, escucha
los sonidos que están presentes, los sonidos de la gente hablando o cualquier otro
sonido que vaya apareciendo.
De hecho, podrías jugar al abogado del diablo contigo mismo. Trata de dejar el campo
de Conciencia. Trata de entrar en contacto con o prestar atención a algo que aparece
fuera de la Consciencia.
Toda nuestra cultura mundial se basa en una sola creencia, la creencia de que hay una
sustancia que existe fuera de la Consciencia, llamada "materia". Se cree que la materia
es la realidad fundamental de toda existencia, y se cree que la Consciencia se deriva
de alguna manera de esta sustancia de la materia. Nos demos cuenta o no, casi todos
nuestros pensamientos, sentimientos, actividades y relaciones se fundamentan en
este supuesto primario.
La segunda pregunta sin respuesta más importante que Peter mencionó ayer por la
noche es el "arduo problema de la Consciencia". La pregunta: "¿Cómo puede la
Consciencia derivarse de la materia?" Es una pseudo-pregunta, una pregunta no-
existente. ¿Alguien más ha notado la contradicción en esas dos preguntas? La primera
pregunta fue: "¿Cuál es la naturaleza del universo?", Y la segunda pregunta fue:
"¿Cómo la Consciencia se deriva de la materia?" ¿No salta a la vista la contradicción en
esas dos preguntas?
Incluso en la primera pregunta hay una presunción sutil, lo que al final resulta ser una
creencia. De hecho, se trata de una religión, la religión del materialismo. Se pregunta:
"¿De qué está hecho el universo?", pero nadie ha encontrado jamás "el universo".
¿Alguna vez alguien aquí ha tenido una experiencia del universo como lo concibe el
pensamiento? (Silencio.)
Habiendo puesto de lado todo aquello que pensamos o creemos saber acerca de
nuestra experiencia, empezamos, de manera muy lenta, con la pregunta: ¿de qué
puedo estar absolutamente seguro? ¿De qué puedo tener absoluta certeza?
Lo primero que sabemos es que hay experiencia; todo el mundo, cada uno de
nosotros, puede decir con absoluta certeza: "en este momento hay experiencia".
Puede que no sepamos qué es la experiencia pero sabemos, con certeza absoluta, que
hay experiencia. Verifica esto por ti mismo, no adoptes mis palabras como ciertas,
verifícalo por ti mismo. Os aconsejaría que este fin de semana no dierais mis palabras
por ciertas en ningún aspecto.
Ahora hazte la pregunta: ¿cómo puedo estar tan seguro de que hay experiencia? La
respuesta es obviamente porque lo sé, la experiencia es conocida. Y sea lo que sea
que conoce esa experiencia es a lo que nos referimos con la palabra "yo".
¿Qué es lo que conoce nuestra experiencia? Hazte esta pregunta pero no la contestes
con una palabra. Justo ahora mismo hay experiencia, esto es: cada uno de nosotros
está teniendo pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones.
Toma el pensamiento presente, no importa qué es lo que estás pensando; puede que
estés pensando acerca de lo que se está diciendo aquí, pero puede que estés
pensando en algo completamente distinto, no importa. Tan solo hazte la pregunta:
¿qué es eso que conoce este pensamiento?
Sea lo que sea esto que conoce el primer pensamiento no desaparece cuando el
primer pensamiento desaparece, permanece presente y conoce el segundo
pensamiento. Cuando el segundo pensamiento desaparece sea lo que fuera que lo
conocía, eso permanece presente para conocer el tercer pensamiento.
Sea lo que sea que conoce nuestros pensamientos, no está hecho en sí mismo de
pensamientos, conoce los pensamientos pero no está hecho de un pensamiento. Si
tuviéramos que llamarlo de alguna manera lo llamaríamos "conocer".
Cuando un sentimiento surge, sin tener importancia cual sea el contenido de ese
sentimiento, pregúntate: ¿qué es eso que conoce este sentimiento?
Ahora frota suavemente tus manos, una nueva sensación aparece; hazte la pregunta:
¿qué es eso que conoce esta sensación?
Digamos que lo próximo que aparece es una percepción: por ejemplo el sonido de mi
voz o la vista de esta habitación. ¿Qué es eso que conoce esta percepción?
Cierra tus ojos... Una percepción desaparece, el sonido de esta voz y la vista de esta
habitación llegan a su fin. ¿Aquello que conoce el sonido de mi voz y la vista de la
habitación llega a su fin cuando ellos desaparecen? Es obvio que no.
Si lo deseáis podéis abrir los ojos.
En los diez minutos en los que hemos estado sentados aquí ha habido numerosos
pensamientos, sensaciones y percepciones que han aparecido y desaparecido; no hay
continuidad en el dominio de los pensamientos, sentimientos, sensaciones y
percepciones, pero, sin embargo, nuestra experiencia es continua.
Desde que estamos sentados aquí, nuestra experiencia no está fragmentada en una
serie de objetos: es un fluir continuo, sin fisuras y sin límites. ¿De dónde proviene esta
continuidad? ¿De dónde proviene esta cualidad sin fisura y sin límite de la
experiencia?
No pienses acerca de ello, esto no es filosofía ―más bien podríamos decir que es
verdadera filosofía― es el arte y la ciencia de la experiencia.
Sea lo que sea, está hecho de puro conocer; cuando digo puro conocer quiero decir
que no está mezclado con nada que no sea él mismo. Un conocer cuya naturaleza es
simplemente ser, cuya naturaleza es simplemente conocerse a sí mismo por ser sí
mismo.
Este espacio vacío no es tan sólo un espacio inerte sino que es un espacio que conoce,
pero no hay nada que conocer que se encuentre en el seno de este espacio que
conoce.
Todo lo que hay en ese espacio es ese espacio; y puesto que la naturaleza de ese
espacio es conocer, ese espacio entonces se conoce a sí mismo siendo sí mismo.
Cuando ese espacio mira alrededor ―es una forma de hablar― no puede encontrarse
a sí mismo en tanto que un objeto en el seno del espacio, pero no es por el hecho que
no pueda encontrarse a sí mismo en tanto que un objeto en el espacio.
En otras palabras, por el hecho de que no pueda conocerse a sí mismo en tanto que
objeto, eso no significa que no pueda conocerse a sí mismo: él es el conocer de sí
mismo, se conoce a sí mismo simplemente siendo sí mismo.
No intentes pensar acerca de ello, es imposible pensar acerca de algo que no tiene
dimensiones. Más bien, si realmente intentamos pensar acerca de algo que no tiene
dimensiones, lo que ocurrirá es que los pensamientos llegarán a su propio fin, a su
propia extinción.
Imaginad una hoja de papel cuadrada, y ahora imaginad que hacéis un pequeño
agujero en el centro de esta hoja. Cuando miráis la hoja parece que el agujero está en
el papel. Pero, ¿qué ocurre cuando miramos más de cerca, cuando nos acercamos al
agujero y empezamos a explorar ese agujero vacío en medio de la página?
Lo único que encontramos ahí es espacio vacío, el espacio vació no está en la hoja,
sino que la hoja está en el espacio vacío. El agujero en el centro de la hoja es como la
puerta de entrada a ese espacio vacío.
Cuando empezamos a ir hacia el agujero parece que estamos yendo hacia algo que
está en el centro de la hoja pero cuando estamos cerca del agujero nos damos cuenta
que el agujero no está en la página.
Cuando vamos a través de ese agujero no vamos más profundamente dentro de la
página sino que vamos fuera de la página, vamos al seno de un espacio vasto, sin
límites y vacío.
Cuando tomamos el pensamiento "yo" parece, al principio, que nos lleva a un lugar
muy pequeño en las profundidades del cuerpo y de la mente. Pero cuando nos
acercamos a ese lugar, que esperamos encontrar en algún lugar en medio del cuerpo,
―en la cabeza, en el pecho o en el vientre― todo lo que encontramos es ese espacio
vacío y que conoce.
A medida que avanzamos a través de ese agujero, esa puerta en el corazón del cuerpo
y la mente con el nombre "yo" escrito sobre ella; a medida que avanzamos a través de
esta puerta caemos, por así decirlo, fuera del cuerpo y de la mente en nuestra
verdadera naturaleza de puro conocer, de consciencia pura y sin dimensión.
Este yo, al principio, parece ser una entidad localizada en el cuerpo pero cuanto más
nos acercamos a él, deviene cada vez más obvio que no es una entidad localizada en el
cuerpo o la mente. Es un campo de conocer, un campo adimensional que conoce, en
el seno del cual la mente, el cuerpo y el mundo aparecen de vez en cuando.
Simplemente conócete a ti mismo en tanto que eso y empieza a vivir las implicaciones
de esta comprensión.
Como algunos de ustedes saben, Ellen y yo vivimos en Oxford, en el Reino Unido, a las
afueras de uno de los grandes centros de enseñanza del mundo. Casi una semana más
o menos antes de venir a la Costa Oeste, un amigo nuestro nos dijo por correo
electrónico que había oído que un filósofo muy conocido y muy respetado de la
universidad estaba dando una charla sobre la naturaleza de la Consciencia. Así que
estábamos naturalmente intrigados y nos fuimos a la charla.
No voy a empezar a describir las líneas de razonamiento abstractas, complicadas e
irracionales que usó para explicar la naturaleza de la Consciencia, pero sólo voy a citar
una cosa que dijo: "Algunos filósofos dicen que es posible que la Consciencia sea
consciente de sí misma; estas ideas se deben tirar a la basura".
Estoy emocionado, David, por tus palabras introductorias sobre lo amable que soy,
pero tengo que confesar que en ese momento empecé a sentir "mi espada
traqueteando en su funda". Me las arreglé para contenerme hasta el final de la
reunión, y luego le dije: "Todo el mundo en esta sala es consciente de que es
consciente".
Así que le sugerí que la simple experiencia que cada uno de nosotros está teniendo
ahora ―la simple experiencia de que "yo soy consciente"― es la experiencia de la
Consciencia conociendo su propio Ser.
"Oh, no, no, vas demasiado rápido", dijo. Volvió de nuevo a sus líneas de
razonamiento abstruso, enrevesado, académico, que no pude seguir, y cuando le
objeté de nuevo, simplemente se giró y pasó a la siguiente pregunta. La profunda
ignorancia disfrazada de sabiduría, y lo peor es que viene de un profesor de filosofía
muy respetado en la Universidad de Oxford.
Esta mente finita, la consciencia personal o ego en realidad nunca llega a existir. Si la
Consciencia es infinita, ¿cómo podría conocer algo que es finito? ¿Qué lugar hay en el
infinito para la finitud? Tan pronto como surgiera un objeto finito en la Consciencia
infinita, la finitud de ese objeto desplazaría un poco de infinitud de la Consciencia, y
por lo tanto la Consciencia dejaría de ser infinita, y eso no puede ser.
No es posible para la Consciencia conocer un objeto o yo finito, así que ¿para quién
hay un objeto o yo finito? ¿Para quién hay consciencia personal? ¿Para quién hay un
ego? No para la Consciencia; no para lo que realmente es. Lo que realmente es, es y se
conoce sólo a sí mismo. La mente finita es sólo una mente finita real desde el punto de
vista ilusorio de la mente finita. El yo separado es sólo un yo separado real desde su
propio punto de vista ilusorio.
Para lo que realmente es, la única Consciencia que hay, la Consciencia que no conoce
límites dentro de sí misma, no hay ningún objeto u otro. Para conocer un aparente
objeto u otro, la Consciencia debe cesar de contemplarse a sí misma, debe parecer
que dirige su atención fuera de sí misma y surgir en la forma de la mente finita
asumiendo las limitaciones del cuerpo. Solamente siendo esa aparente mente finita es
como la Consciencia puede dirigir su atención fuera de sí misma y dirigir su
conocimiento hacia un objeto.
El objeto que la mente finita parece conocer está hecho de algo que se llama
"materia". La materia es un concepto inventado por los griegos hace dos mil
quinientos años para explicar esa parte de nuestra experiencia que tiene lugar fuera
de la mente. Ellos no tenían una palabra para la Consciencia en aquellos días; la
llamaron "mente". Así que "materia" era el nombre que le dieron a las cosas que
parecían existir fuera de la Consciencia.
Durante dos mil quinientos años que parece haber pasado nuestra civilización nunca
hemos encontrado nada fuera de la Consciencia. Los físicos aún están buscando la
naturaleza y causa de esta cosa llamada "materia". Han estado buscando durante dos
mil quinientos años; nunca la han encontrado, y nunca lo harán. No está ahí.
La creencia de que hay un mundo ahí fuera hecho de materia se basa en la creencia de
que hay un yo aquí dentro hecho de mente. Sin embargo, si, con el fin de conocer la
naturaleza de sí misma, la mente retira su atención de los objetos que parece conocer
y la redirige hacia el conocimiento con el que conoce su experiencia, su atención se
vuelve gradualmente hacia atrás y hacia atrás y hacia atrás hacia su fuente.
Una vez que nos queda claro que la atención o la mente finita surge de la Consciencia
infinita, podemos observar que la atención o la mente surgen en la forma de
pensamiento y percepción. El pensamiento y la percepción son las dos formas en las
que aparece la mente finita. Y si exploramos la sustancia o realidad de la que el
pensamiento y la percepción están hechos, encontramos sólo Consciencia infinita. Es
decir, la Consciencia se encuentra sólo a sí misma.
Para conocer algo distinto de sí misma, la Consciencia tiene que surgir en la forma de
la mente finita. Para conocerse a sí misma, no necesita la ayuda de una mente débil,
finita. Creer que la Consciencia necesita la mente finita para conocerse a sí misma es
como imaginar que el sol necesita la luz de la luna para iluminarse a sí mismo. No hay
luz de la luna. Es sólo la luna la que cree que brilla con luz propia. En realidad, la luna
toma prestada su limitada luz de la luz infinita del sol. El sol es auto-luminoso.
Ninguna cosa viene a la existencia o deja de existir. Como dice el Bhagavad Gita, "Lo
que nunca es deja de ser; lo que no es nunca viene a la existencia".
Es por esta razón que Rumi dijo: "El conocimiento del mundo es una forma de
ignorancia". El conocimiento del mundo fuera de la Consciencia, hecho de una
sustancia llamada "materia", es una forma de ignorancia.
Todas las experiencias son una coloración de nuestro Ser esencial de la Consciencia
infinita, pero la Consciencia nunca se convierte en ninguno de los colores que se
asume. De hecho, si miramos más de cerca en nuestra experiencia, ni siquiera
podemos decir que nuestra experiencia colorea nuestro Ser esencial. Así que de
nuevo, con respecto a Shelley, me gustaría modificar ligeramente sus palabras: "La
vida, como una cúpula de cristal multicolor, brilla con el blanco resplandor de la
eternidad".
Así que cuando exploramos nuestra experiencia, sea cual sea nuestra experiencia
―sentado tranquilamente escuchando una charla, un dolor de muelas, una profunda
depresión, el sabor del té, un paseo por el campo― donde quiera que vayamos en la
experiencia, no encontramos el conocer "de la experiencia", como si la experiencia
fuera algo separado del conocer de ella. Nunca encontramos el "ella"; nosotros sólo
encontramos el conocer del Conocer. ¿Y qué es el "nosotros" que conoce el Conocer?
¡Conocer! No hay "nosotros", ni "yo", aparte de este Conocer que se conoce a sí
mismo. Por lo tanto, ya no podemos incluso decir que la Consciencia es todo. No hay
cosas para que la Consciencia sea el "todo".
Sugerir que la Consciencia se conoce a sí misma por medio de una mente finita o un yo
separado es la blasfemia definitiva. Es admitir (que existe) algo que no sea Dios. Es
reducir a Dios a una entidad finita, un objeto finito.
No suena bien en nuestra cultura decir que: "Yo soy Dios". ¡Antiguamente te
crucificaban por ello! Pero decir: "Yo soy la Consciencia infinita" es sólo una confesión
de nuestra experiencia más íntima y fundamental. La verdadera blasfemia es decir:
"Yo soy un yo finito". Decir que hay una mente finita que conoce un mundo finito,
hecho de materia, eso es una verdadera blasfemia.
Ahora estamos en una etapa similar. Nuestra sociedad ha superado las formas que la
ciencia convencional ha creado para acomodarse, y las señales de esto se encuentran
en todas partes. La nueva ciencia es la ciencia de la Consciencia. Tarde o temprano
tenemos que tener el valor de enfrentar ese hecho. Ya no podemos darnos el lujo de
ignorarlo.
Hasta que no sepamos la naturaleza del Conocer con el que se conoce nuestra
experiencia, nada cierto sobre lo conocido puede ser conocido. De hecho, nunca es
posible conocer algo verdadero sobre cualquier cosa objetiva. ¿Por qué? Porque todo
lo que se conoce objetivamente es conocido por la mente finita y la mente finita se
basa en la presunción de que yo, la Consciencia, soy limitado. Todo el conocimiento
relativo, por muy puro y sutil que sea, se basa en ese supuesto.
Si algo es conocido por algo distinto de sí mismo, tendría que depender de ese "algo
distinto" para ser conocido. Todo conocimiento objetivo es relativo a la presencia de
la mente finita y la mente finita sólo está presente durante el estado de vigilia y de
sueños. Por lo tanto, ningún conocimiento objetivo puede ser absolutamente
verdadero o cierto. Por esta razón, la ciencia, en su forma actual, nunca descubrirá la
realidad de la materia.
Este fracaso es sentido por todos como la experiencia del sufrimiento. El sufrimiento
es, en realidad, una llamada desde lo más profundo de nuestro Ser, una llamada de la
felicidad misma: "Vuelve a mí. Me estás buscando en el lugar equivocado. Deja de
aparecer en la forma de atención, vagando por el reino de los objetos, buscando la paz
en las situaciones, la felicidad en los objetos, el amor en las relaciones. Búscame
donde realmente estoy. Búscame en el corazón. Búscame en la fuente de la atención,
no su destino".
Por compasión, las grandes tradiciones espirituales y religiosas han elaborado varios
medios, varios caminos de vuelta a la realidad del "yo", la realidad de la experiencia.
Pero todas estas vías son compasivas concesiones a la creencia y la sensación de ser
un yo separado. Ramana Maharshi dijo, y parafraseo: "Yo sólo elaboré los senderos de
la auto-indagación y la auto-entrega porque mis estudiantes y devotos no podían
entender la verdad absoluta".
En realidad, no hay caminos hacia Dios. Dios se conoce a sí mismo por sí mismo, a
través de sí mismo, en sí mismo, y como sí mismo. No hay medios para la Consciencia
infinita distintos de la misma Consciencia infinita, porque desde el punto de vista de la
Consciencia infinita, que es el único punto de vista verdadero, sólo hay ella.
¿Qué significa esto en términos de la vida práctica cotidiana? ¿Sólo esto tiene sentido
cuando estamos sentados en una conferencia hablando de la realidad? No, significa
que toda experiencia es únicamente la Consciencia infinita. Esto significa que el sabor
del té, el suelo que pisamos, los cubiertos que tenemos en nuestras manos, las
relaciones que tenemos, todo es únicamente el Ser infinito de Dios.
Ellen abrió un libro al azar esta mañana temprano y me leyó una cita. Era un libro que
uno de vosotros me dio ayer, y decía: "Cuando el camino hacia Dios termina, el
camino de Dios comienza". El camino de Dios significa ser sólo la Consciencia infinita,
conocer sólo la Consciencia infinita y amar sólo la Consciencia infinita.
Gracias.
Esto no es una sugerencia a la mente para que haga algo o cese de hacer algo,
simplemente deja la mente sola, de lado, deja que haga lo que ha sido condicionada a
hacer; de hecho, esa es la actitud que la presencia consciente siempre toma con
respecto a la mente, siempre deja a la mente ser exactamente tal como es.
Ahora incluyamos las percepciones del así llamado mundo, por ejemplo el sonido de la
lluvia, ―espero que estéis disfrutando este tiempo que trajimos de Inglaterra―. No te
refieras a ningún conocimiento del pasado, refiérete sólo a tu experiencia directa e
íntima.
Ahora deja la idea de ser como una mariposa que visitaría pensamientos, sensaciones
y percepciones. Simplemente sé conscientemente el espacio sin límites en el que
aparecen. Pregúntate: ¿cuán distante de mí mismo está ese campo sin límites en el
que cada uno de esos pensamientos, sensaciones y percepciones aparecen? No
explores esto intelectualmente, explóralo en tu experiencia real. Visita cada una de las
apariciones a su vez, a su turno, y pregúntate en cada caso: ¿qué distancia hay entre
yo ―este campo sin límites― y esta aparición? Es como preguntar, ¿qué distancia hay
entre las nubes y el cielo?
Desde el punto de vista de una de las nubes algunas nubes parecen más cercanas y
otras más lejanas, pero desde el punto de vista del cielo todas las nubes están a la
misma distancia que es a distancia cero, ninguna distancia. Ve que lo mismo es cierto
en lo que respecta a tu propia experiencia, y no tenemos que hacer que esto suceda
sino que ya es el caso. Ve que todo aparece a la misma distancia de ti mismo que es
distancia cero, ninguna distancia.
Ahora podemos ir más allá de esto. Pregúntate a ti mismo: ¿dónde está el límite entre
yo ―entre mí mismo, la presencia consciente, este campo abierto y vacío― y las
apariencias del pensamiento, la sensación y la percepción. Es como preguntar, ¿dónde
está el límite o la frontera entre el cielo y las nubes? De nuevo no explores esto con
tus pensamientos, explóralo en tu experiencia.
Empieza con los pensamientos. Intenta encontrar el límite o la frontera que divide,
que separa el pensamiento del espacio consciente en el que aparece. ¿Encontramos,
de hecho, una línea que separe, que divida el pensamiento del espacio consciente en
el que aparece?, o ¿está más bien el pensamiento completamente impregnado del
conocer de él? De la misma manera como la nube está completamente impregnada,
permeada del cielo.
Explora ahora el sonido de la lluvia de la misma manera. ¿Hay una línea divisoria entre
el sonido y aquello que lo conoce o es consciente de él?, o ¿está el sonido
íntimamente permeado, impregnado del conocer de él?
Realmente ve en tu experiencia, que en la experiencia del pensar tan sólo hay una
sustancia presente, un conocer vacío. Y después, sin apartarte de este conocer vacío,
ve a la sensación y ve que en la sensación la única sustancia presente allí es este
conocer vacío. Y, sin apartarte de este conocer vacío, ve ahora al sonido de la lluvia y
ve que ese mismo conocer vacío es la única sustancia presente allí; y no es el conocer
de ello o de un algo, sino tan sólo conocer.
Y ve que, desde el punto de vista de este conocer vacío, jamás entra en contacto con
alguna cosa que no sea sí mismo, que este conocer tan sólo conoce el conocer, jamás
conoce una mente, un cuerpo o un mundo separados, estos son creados por el
pensamiento y son superpuestos por el pensamiento sobre la realidad de la
experiencia. Pero si nos mantenemos en el corazón, en la realidad de la experiencia,
tan sólo encontramos este "vacío conocer", tan sólo conocemos este "vacío conocer",
y es este "vacío conocer" que se conoce a sí mismo.
Desde este elevado y último punto de vista puede decirse que no hay mundo, que no
hay creación, que no hay objetos, que no hay yo, pero como forma de concesión a
nuestra comprensión, la enseñanza algunas veces desciende de la cumbre de la
montaña para encontrarnos allí donde nos hallemos y, en tanto que tal, discutirá las
apariciones de la mente, el cuerpo y el mundo. En otras palabras, la enseñanza deja de
hablar de la pantalla y empiezan a hablar de la película y, es en este contexto, en el
que un modelo de un cielo vacío abierto de presencia consciente y que los objetos de
la mente, del cuerpo y del mundo como nubes que flotan en él, es en este contexto,
que este modelo puede ser comprendido.
Así que ahora pensamos: ok, todo lo que conozco es mi percepción, pero mi
percepción es la percepción del mundo. Pero "la percepción del mundo" jamás es
encontrada. No es la percepción del mundo, es tan sólo percepción. El pensamiento
añade "del mundo", pero jamás encontramos el mundo tan sólo encontramos la
percepción.
Ahora bien, las percepciones vienen y van todo el tiempo, ¿no es cierto? Y por
percepciones me refiero a: vistas, sonidos, sensaciones táctiles, olores y gustos; todas
estas vienen y van, son intermitentes. ¿Me sigues? ¿Es correcto?
Ahora bien, ya hemos visto que no tenemos la experiencia de un mundo que exista
continuamente; es una creencia y jamás lo encontramos. Entonces, ¿qué es aquello
que origina este sentimiento de continuidad?
Interlocutor: Me cuesta un poco sentir que ese yo ilusorio pueda desaparecer, más
bien creía que tenía que vivir amigablemente con él, eso es lo que quería decir. Y mi
pregunta anterior era sobre lo que usted habló ayer de la sustancia, quería saber un
poco más sobre esto.
Rupert Spira: ¿De la sustancia? ¿Me puedes dar el contexto?
I: Como que todo se resumía en la sustancia.
RS: La sustancia de la experiencia, la realidad de la experiencia.
I: Que todo se resumía en una única sustancia.
RS: Dos preguntas muy diferentes aquí. Vamos a empezar por la primera.
La posibilidad de que el ser separado desaparezca es muy remota para ti, pensabas
que simplemente había que convivir de manera feliz con este ser separado. No hay tal
cosa de vivir feliz con el ser separado. El ser separado siempre nos hace la vida
miserable. El ser separado es como tener un compañero íntimo que siempre está a tu
lado y que está comentando negativamente todas las cosas que haces: todo es
asqueroso, la manera en que me miró la camarera, esto va a ser muy caro, está
lloviendo, nos vamos a mojar cuando salgamos, etc., etc. No es posible vivir de
manera pacífica con el ser separado, recomiendo el divorcio.
Las buenas noticias es que muchas veces al día vivimos de manera feliz separados del
ser separado. Cuando te duermes el ser separado se va, por eso estamos tan felices
cuando dormimos, por eso estamos tan contentos de irnos a dormir por la noche
porque encontramos un momento de paz cuando no está ahí el ser separado. Cuando
un deseo es satisfecho el ser separado desaparece temporalmente. Es por eso por lo
que tenemos deseos, para llevar a este ser separado a un final. Es por eso que
estamos deseando el trozo de chocolate, el vaso de vino, el cigarrillo, un encuentro
sexual, lo que sea... En el momento en que tenemos el objeto, la búsqueda llega a su
fin porque tenemos lo que queremos, porque el deseo es reemplazado por la ausencia
de deseo.
En cualquier momento que deseas algo, realmente lo que estás deseando es llegar al
final de la separación. En otras palabras: profundizar, sumergirte en tu ser auténtico,
tu ser verdadero; y esta es la experiencia de la felicidad. Después de esta experiencia
transparente de felicidad el pensamiento aparece y dice que el objeto, la sustancia o
la relación han sido la causa de la felicidad. En realidad el pensamiento no tiene ni idea
de donde viene la felicidad porque, cuando el deseo llega a su fin, el pensamiento
también llega a su fin. La felicidad siempre está ausente de pensamiento.
Cuando el pensamiento aparece otra vez mira alrededor y dice: "¿De dónde ha venido
esta felicidad? Me siento transformado". Y busca una causa de esa felicidad, y no
puede ver la presencia porque el pensamiento siempre va hacia un objeto. El
pensamiento dice: "¡Ah!, recuerdo, fue el chocolate, el cigarrillo, el encuentro sexual,
lo que sea, esto fue lo que causó la felicidad". Y cuando el ser imaginario aparece de
nuevo buscando un objeto o similar lo hace buscando la felicidad, pero el ser separado
no puede experimentar la felicidad porque su aparición vela la felicidad.
El ser separado busca la felicidad como la polilla busca la luz. La llama es todo lo que la
polilla quiere, y es la única cosa que no puede tener porque tocar la llama es morirse.
Es la manera que el ser separado experimenta la felicidad: muriéndose, disolviéndose.
Nuestra cultura nos ha enseñado a pensar que un objeto nos va a traer esta
disolución. Cuántas relaciones fallidas tenemos que tener, cuántas veces nos tiene que
abandonar el mundo... Lo que realmente queremos no vive en el mundo, vive en
nuestro ser.
En lugar de intentar lo imposible, la tarea de vivir de forma feliz con este ser separado,
mira y entiende todo el mecanismo de este buscador separado. Si el ser separado
fuera una cosa real, entonces, tendríamos que acostumbrarnos a vivir con él, pero no
es algo real, está hecho de imaginación.
Explora tu ser real, quién soy yo de verdad. Este es el camino directo a la felicidad.
"Vuelve a mí"
Desde el punto de vista de la pantalla no hay relación sujeto/objeto. Para que hubiera
una relación sujeto/objeto la pantalla tendría que dividirse en dos partes. Tendría que
pasar por alto, o aparentemente pasar por alto, el conocer de su propio ser y parecer
que se contrae en un cuerpo separado y en ese momento se convertiría en el sujeto
separado de la experiencia y, todo lo demás y todos los demás, se convertirán en
objetos separados. Ese objeto separado se dividiría después en una multiplicidad y
diversidad de objetos y seres.
Así que, desde el punto de vista del yo interior hay una multiplicidad y diversidad de
objetos exteriores, pero el yo interior es un punto de vista ilusorio, sólo es un punto
de vista real desde su propio punto de vista. Solo el yo separado piensa que es un yo
separado. En otras palabras, el yo separado está hecho del pensamiento que lo piensa.
La pantalla jamás experimenta nada que sea separado. ¿Qué podría haber ahí que
pudiera estar o bien separado o bien junto a ella? Es su propia experiencia, que es la
única experiencia. Tan sólo hay ella.
Por eso en el Bhagavad Gita se dice: "Aquello que es, jamás cesa de ser. Aquello que
no es, jamás viene a la existencia". Aquello que no es, el yo separado o el objeto
separado, jamás viene a la existencia; es decir, jamás surge de la consciencia y se
convierte en una cosa independiente y separada.
Habiendo reconocido que eres siempre eso, acostúmbrate entonces a tomar posición
en tanto que eso; acostúmbrate a ser eso conscientemente. El motivo por el que digo
conscientemente, es porque siempre somos eso pero la mayor parte del tiempo no lo
sabemos. Es como si estás actuando en una representación y te dan el papel de
Hamlet. ¿Cuál es tu nombre?
I: Nathan
RS: Así que tienes el rol de Hamlet en la representación y estás tan implicado en el
personaje de Hamlet que, de vez en cuando, te olvidas que eres Nathan y realmente
sufres lo que Hamlet sufre. Pero de vez en cuando encuentras a un amigo, uno de tus
compañeros actores que está entre bambalinas, te ve lleno de lágrimas y te dice:
“Pero no seas bobo, no eres Hamlet, ¡eres Nathan!” Y en ese momento dices: “¡Anda!
Es verdad, ¡qué bobo!” No es que en ese momento dejes de ser Hamlet y empieces a
ser Nathan, sino que siempre has sido Nathan. Ahora sabes que eres Nathan y eso no
te impide seguir actuando con el rol de Hamlet, pero ya no sufres más la vida de
Hamlet.
La metáfora deja de funcionar después de un rato, así que olvidemos esta metáfora y
volvamos a tu vida.
Ahora, olvidándonos de esta metáfora, en la vida real puede haber viejos hábitos del
pensar y del sentir que puede que sigan todavía un poco, pero como ya no sigues
creyendo que eres esa entidad separada, esos viejos hábitos poco a poco se van
extinguiendo.
Tomemos el paso siguiente, ¿qué es lo que se requiere para saber que no somos una
entidad temporal y limitada?
I: Pero... ¿no podría ser que la consciencia sea un subproducto del cerebro?
RS: Para que fuera así tendría que ser posible experimentar el cerebro en ausencia de
consciencia. Tendríamos que ser capaces de encontrar el cerebro antes de que se
hubiera producido la consciencia. ¿Alguien ha encontrado alguna vez un cerebro en
ausencia de consciencia? De nuevo hay dos casillas donde poner una cruz.
I: La pregunta es: ¿alguien ha encontrado un cerebro en ausencia de consciencia?
RS: Sí, esa es la pregunta.
I: No entiendo bien la pregunta. Desde el punto de vista materialista, que es el que
mayoritariamente vivimos, parece que con el nacimiento de un ser humano hay el
emerger de la consciencia. Para mí la experiencia de la consciencia es de una gran
belleza, de un amor y una plenitud muy grande, esto es verdad, es mi experiencia.
Pero este punto de la eternidad de la consciencia no lo veo.
RS: Porque el punto de vista materialista afirma de una manera muy simple que
primero está el mundo, que el cuerpo aparece en el mundo como un subproducto y
después, como tú has dicho, la consciencia aparece como un subproducto del cuerpo.
Este es el punto de vista materialista. Ahora bien, podemos verificar este punto de
vista utilizando el método de los materialistas, que es un método científico.
Utilizaremos ese mismo método y descubrimos si es verdad o no. Para descubrir que
la consciencia es un subproducto del cuerpo, tendríamos que ser capaces de
encontrar un cuerpo antes de que hubiera producido consciencia. Ahora la pregunta
es: ¿tú o algún científico ha encontrado un cuerpo en ausencia de consciencia?
I: No.
RS: Así que utilizando el mismo método que los materialistas hemos desmontado su
argumentación. Los materialistas postulan la existencia de un mundo y un cuerpo en
ausencia de consciencia, pero jamás han encontrado tal cuerpo o tal mundo.
Mantente conmigo y, además, añade a esto que el materialista dice que la consciencia
va y viene pero, utilizando el método que utiliza el materialista y explorando nuestra
experiencia real, descubrimos que jamás nadie ha tenido la experiencia de la aparición
o de la desaparición de la consciencia. Es decir, el punto de vista materialista está
basado en creencias y lo que decimos aquí está basado en la experiencia. La
consciencia es la única cosa, si podemos llamarla cosa, que no va y viene. La
consciencia es previa a cualquier experiencia del cuerpo, de la mente o del mundo.
I: Comprendo que no hay pruebas de que la consciencia emerja en el cerebro pero,
¿hay alguna prueba de que la consciencia sea anterior al cerebro y de que sea eterna?
RS: Haces una pregunta que hace referencia previa al cerebro: ¿está la consciencia
presente antes del cerebro? En otras palabras, ¿existe la consciencia en el tiempo? No
puedo contestar sí o no a la pregunta de que si la consciencia existe antes del cerebro,
porque la pregunta presupone la existencia del tiempo que es algo que jamás nadie ha
encontrado.
El pensamiento imagina una sustancia llamada tiempo y luego pregunta: ¿existe la
consciencia en el tiempo antes de que aparezca el cerebro? Pero la presunción en la
pregunta es falsa. Los científicos jamás han encontrado el tiempo. Es una hipótesis de
trabajo muy útil, yo la utilizo todo el tiempo, pero no es una idea que guarde relación
con la realidad de nuestra experiencia. Incluso la pregunta de si es eterna la
consciencia implica la posibilidad de que hay algo distinto del presente siempre
eterno. Si le haces esta pregunta a la consciencia no sabe de que estás hablando, y si
le preguntas a la mente te va a dar un montón de respuestas. ¿Vas a hacerle la
pregunta al que sabe o al que cree?
En última instancia todas estas ideas deben ser descartadas porque ninguna de ellas
es absolutamente cierta. Lo que permanece cuando todo eso ha sido descartado es
absolutamente cierto. Y eso es tú mismo.
Rupert Spira: Sé consciente del espectro total de tu experiencia, y cuando hablo del
espectro total de tu experiencia me refiero a la mente, el cuerpo y el mundo, deja que
cada uno de ellos aparezca tal como es, instante tras instante.
Si miramos un poco más de cerca, ¿a qué nos referimos cuando decimos mente,
cuerpo y mundo? Por mente me refiero al pensamiento o la imagen presente. Sé
consciente del pensamiento o la imagen presente; no tiene importancia acerca de qué
sea este pensamiento o esta imagen.
No intentes cambiar o manipular tu experiencia en modo alguno, y si te das cuenta de
que estás intentando cambiarla o manipularla date cuenta que también eso es otro
pensamiento.
Si nuestros ojos están cerrados todo lo que conocemos del cuerpo es la sensación
presente. Dejadme explicar qué entiendo exactamente por la palabra sensación: Una
sensación sería el hormigueo de la planta de tus pies o detrás de los ojos; un dolor de
cabeza es una sensación, la sensación de hambre es una sensación. Permite que la
sensación presente o el conjunto de las sensaciones presentes aparezcan tal como
son.
Por mundo quiero decir: Visiones, texturas, sonidos, olores y gustos; esto es todo lo
que conocemos del mundo: Vistas, texturas, sonidos, olores y gustos.
Es importante decir que en este estadio lo que hacemos aquí es una exploración de
nuestra experiencia; no es una investigación filosófica, es una exploración
experimental. Comprueba todo lo que digo con tu experiencia, solo podemos saber si
algo es cierto o no contrastándolo con nuestra propia experiencia.
Permite que el espectro total de la experiencia aparezca tal como es, pensamientos e
imágenes, sensaciones corporales: Vistas, sonidos, gustos, texturas y olores.
Ahora pon tu atención, por turnos, en cada una de ellas... Y hazte la pregunta: ¿Qué es
lo que conoce o es consciente de mis pensamientos, sensaciones y percepciones?
Sea lo que sea que conoce o es consciente de nuestra experiencia, eso es a lo que nos
referimos como "yo". Es obvio que soy yo el que conoce o es consciente de mis
pensamientos e imágenes, es obvio que soy yo el que siente las sensaciones
cosquilleantes y táctiles de la planta de mis pies, y es obvio que soy yo quien oye estas
palabras o ve estas imágenes.
¿Qué es eso a lo que nos referimos como "yo"? No contestes esta pregunta con una
palabra; ya sé que todos conocéis la respuesta correcta, contéstala en tu experiencia.
Ahora mismo estás experimentando la mente, el cuerpo y el mundo: Pensamientos,
sensaciones y percepciones. ¿Con qué?
Los pensamientos y las imágenes están continuamente apareciendo y desapareciendo;
pero aquello, que sea que los conoce o que es consciente de ellos, no está
apareciendo y desapareciendo con ellos.
Y el mundo que son visiones, sonidos, texturas, sabores y olores, siempre está
apareciendo, desarrollándose y desapareciendo, pero aquello que conoce el mundo ni
aparece ni se desarrolla ni desaparece con él.
¿Qué ocurrirá ahora si os sugiero que volváis vuestra atención hacia aquél o aquello
que conoce o es consciente de esto? Intenta hacer esto, intenta encontrar aquél que
es consciente de tu experiencia. ¿Hacia dónde giras tu atención para encontrar al que
conoce tu experiencia?
Es un poco como pedirle al sol que se gire y se ilumine a sí mismo, no puede hacerlo.
No necesita hacerlo; solo por ser él mismo, el sol se ilumina a sí mismo.
Ocurre lo mismo con nuestro ser, no podemos volver nuestra atención sobre sí misma
con el fin de conocerse en tanto que un objeto; cualquiera que sea la dirección en la
que giramos nuestra atención, todo lo que encontramos es un objeto, por objeto
quiero decir percepción, sensación o pensamiento.
Eres como una pantalla consciente, una pantalla hecha de puro conocer —no es una
pantalla que es vista por alguien sentado en un sofá— la pantalla es consciente y está
contemplando la película que aparece en ella. No tiene nombre ni forma, es
transparente, vacía, abierta, pero todos los nombres y formas aparecen en ella; es
precisamente porque la pantalla no tiene color alguno que todos los colores pueden
aparecer en ella.
En otras palabras, es un pensamiento que dice: "Yo, esta presencia consciente abierta,
vacía y transparente es idéntica a un conjunto de pensamientos, sensaciones y
percepciones". Es como decir que la pantalla es idéntica al árbol que aparece en la
película; es obvio que la pantalla no es idéntica a la imagen del árbol, la imagen del
árbol aparece y desaparece, la pantalla no la necesita, no es idéntica a ella.
De la misma manera tú, yo, esta abierta y vacía pantalla de consciencia no es idéntica
a la mente, o el cuerpo; es una creencia quien afirma esto. Con esta creencia una
entidad ilusoria vendría aparentemente a la existencia, una entidad que es en parte
presencia consciente y en parte mente-cuerpo.
La vida de la mayoría de la gente gira en torno a esa entidad ilusoria. De hecho, toda la
infelicidad y la miseria de nuestra vida proviene del olvidar o del pasar por alto
nuestra verdadera identidad de presencia consciente abierta y vacía.
La presencia consciente jamás se pasa por alto a sí misma, jamás deja de ser y
conocerse a sí misma. Es un pensamiento que surge en la consciencia y, que en sí
mismo esta hecho de presencia consciente, el que afirma que la presencia consciente
es idéntica al cuerpo-mente.
La Naturaleza de la Consciencia
Rupert Spira: En nuestros encuentros no se nos pide que creamos cualquier cosa, sin
embargo, hay algo sobre lo que tenemos que estar de acuerdo: ¿Cuál es el patrón que
vamos a utilizar para saber si algo es cierto o no? ¿Cómo vamos a juzgar si algo es
cierto? ¿Vamos a basarnos y a confiar en lo que nos ha dicho nuestra cultura, nuestros
maestros, nuestros padres?
Sugiero que no nos basemos en nada que no sea nuestra propia experiencia. Que, al
menos, suspendamos todo aquello que creemos ser cierto; no tenemos que negarlo
sino simplemente ponerlo en suspenso. Todo lo que hemos adquirido de nuestra
cultura acerca de lo que somos, lo que es el cuerpo, la mente, el mundo. Poned todo
ese conocimiento a un lado, y pongámonos de acuerdo en utilizar tan sólo nuestra
propia experiencia como medida o patrón de lo que es real.
Empecemos con este simple acuerdo: Utilizamos nuestra experiencia presente para
dilucidar si algo es verdadero o real.
Frotad suavemente vuestras manos o vuestros pies para crear una nueva sensación. Y
hazte la pregunta: ¿Soy consciente de esta nueva sensación? La respuesta es
obviamente "sí". Ahora la sensación ha desaparecido, pero yo, aquél que es
consciente de ella, permanezco.
Tomemos una percepción del mundo; y ahora tendremos que esperar que el mundo
coopere con esta meditación... Escucha el sonido de la música en el fondo... ¡Oh! El
mundo está cooperando. Escucha el sonido del avión, es un sonido, ¿eres consciente
de ese sonido?... Ahora, el sonido ha desaparecido –perfecto por parte del mundo
pero yo, el que es consciente del sonido, permanezco.
Hazte ahora la pregunta: ¿Hay dos consciencias en mí? ¿Una que es consciente de la
otra? Por supuesto, no. Hay una sola consciencia con la cual somos conscientes de
nuestra experiencia. Si has seguido esta línea simple de cuestionamiento con tu
experiencia, entonces será claro para ti que esta consciencia que somos, la consciencia
con la que conocemos nuestra experiencia, es consciente de sí misma. Si no fuera
consciente de sí misma no sabríamos que somos conscientes.
Cuando hago la pregunta: ¿Eres consciente? Todo el mundo debe contestar "sí". Para
poder contestar "sí" tenemos que ir a la experiencia de ser consciente. Volvemos de
esa experiencia y contestamos: "Sí, soy consciente de ser consciente".
Yo, consciencia, soy consciente de mí misma. ¿No es éste el hecho más simple, obvio,
fundamental y claro de la experiencia? Esto no es una filosofía no-dualista
extraordinaria o mística. Cada uno de los siete mil millones de nosotros podríamos
haber seguido esta simple línea de razonamiento.
Ahora, el segundo paso. Una vez esclarecido, con certeza, que yo soy presencia
consciente y que es la consciencia que es consciente de la consciencia, hazte la
pregunta: ¿Cuál es la naturaleza de esta presencia consciente? ¿Cuáles son sus
cualidades, sus características? ¿Cómo vamos a encontrarlas? ¿Cómo vamos a saber
cuáles son sus características?
¿Qué más sabe con absoluta certeza la presencia consciente de sí misma? Hazte la
pregunta, y esto quiere decir, hazle a la presencia consciente la pregunta. ¿Te has
experimentado a ti misma alguna vez apareciendo o desapareciendo?
Es el pensamiento quien pasa por alto el simple conocer de nuestro propio ser, su
conocerse a sí mismo, y superpone sobre nosotros, sobre nuestro ser, las cualidades
temporales y limitadas que pertenecen al cuerpo y la mente. Es el pensamiento el que
afirma: "Yo, la presencia consciente, comparto las propiedades, cualidades del cuerpo
y la mente". Con esta creencia, el pensamiento crea un ser limitado, temporal y
separado. Y es en nombre de esta ilusoria entidad separada que la mayoría de la gente
piensa, siente, percibe y actúa.
Como una imagen que aparece en la pantalla parece limitar la pantalla, pero la
pantalla jamás está limitada por la imagen. De la misma manera la presencia
consciente jamás está limitada por los pensamientos que se proyectan sobre ella. No
obstante, es una ilusión muy convincente.
Si dijera: "Ve hacia la consciencia", "ve hacia aquello, sea lo que sea, que es consciente
de tu experiencia"... ¿Hacia dónde irías? ¿En qué dirección? Y, ¿quién sería el que
estaría yendo hacia esa dirección?
No pienses sobre esto, explora realmente tu experiencia. ¿Puedes dirigir tu atención a
eso, sea lo que sea, que es consciente de tu experiencia? ¿Puedes volver tu atención
sobre ella misma?
Éstas son las dos únicas posibilidades para nuestra atención. Una es ir hacia el
exterior, hacia los pensamientos, sensaciones, sentimientos y percepciones. Y la otra
es volverse hacia su propia fuente y disolverse en pura presencia consciente.
Es por el hecho que estamos habituados a poner nuestra atención en los objetos de la
mente, del cuerpo y del mundo, que imaginamos que la iluminación es algún tipo de
súper-extraordinario objeto y nos ponemos a buscar esa experiencia extraordinaria.
De vez en cuando podemos encontrar experiencias extraordinarias pero, como todas
las experiencias, van a desaparecer y nos dejarán en el mismo estado de búsqueda y
en el mismo estado de infelicidad.
Más pronto o más tarde tendremos que tener la valentía y la claridad para ver que
aquello que realmente anhelamos en la vida no es ningún tipo de objeto: No es ni un
pensamiento, ni una sensación, ni un sentimiento, ni una percepción. Incluso el estado
más maravilloso de expansión de la mente no es más que otro tipo de objeto sutil. Si
estamos buscando algo en particular, estamos buscando en la dirección equivocada.
Pregúntate: ¿Qué es lo que hace el mirar? ¿Qué es eso que es consciente de todos los
objetos de la mente, del cuerpo y del mundo? ¿Qué es eso que es consciente de las
experiencias maravillosas y de las malas experiencias? ¿Qué es eso que es consciente
de todo?
Eso no es una experiencia. Eso es íntimamente uno con toda experiencia, pero en sí
mismo no es una experiencia; de la misma manera que la pantalla es íntimamente una
con todas las imágenes, pero no es en sí misma una imagen.
Ser conscientemente eso, es la cosa más fácil del mundo, no se requiere el más
mínimo esfuerzo para ser eso; de hecho, se necesitaría un esfuerzo del pensar y del
sentir para pretender ser otra cosa que eso.
Esto es exactamente lo que el yo separado es: La pretensión de ser otra cosa distinta
que la presencia de la consciencia.
Cada vez que el pensamiento afirma eso en una de sus excursiones al pasado o al
futuro pregúntale: ¿Dónde vas? y ¿Por qué? Casi siempre nos dará la misma
respuesta: "Estoy buscando un objeto que finalmente me haga feliz".
No intentes disciplinar este pensamiento que busca. Encuéntralo con tu comprensión;
la comprensión de que la paz imperecedera no puede ser hallada en un objeto
intermitente. Permite que ese pensamiento que busca, descanse en esa comprensión.
Aquello que es esencial en nosotros no puede ser retirado. Algo que es superfluo
puede ser retirado, y sólo aquello que no se nos puede quitar constituye nuestra
naturaleza esencial. Pregúntate: ¿Qué es eso?
Se pueden retirar los pensamientos. Cada vez que un pensamiento acaba, desaparece,
pero nosotros no dejamos de ser; entonces, obviamente, los pensamientos no son
esenciales en nosotros.
Lo mismo sucede con las sensaciones, las sensaciones corporales están continuamente
apareciendo y desapareciendo, y toda sensación que hayamos tenido ha
desaparecido; así que no pueden ser esenciales a nuestro ser.
Lo mismo ocurre con las percepciones; quiero decir, vistas, sonidos, texturas, gustos y
olores. Todas éstas están siempre yendo y viendo, siendo añadidas a nosotros y
después retiradas de nosotros.
Sucede lo mismo con las imágenes que aparecen en la pantalla y luego se retiran. La
imagen no es esencial a la pantalla.
Pregúntate: ¿Qué es esencial a mi ser, a mi yo? No contestes "no lo sé"; aquello que
sea que es esencial en ti jamás ha sido retirado de ti. Lo conoces más íntimamente que
cualquier otra cosa. ¿Qué es eso?... Cuando todo lo que puede ser retirado es
retirado, ¿qué es lo que permanece?
Pasar por alto este ser esencial y confundirse a sí mismo con una amalgama temporal
de sentimientos y pensamientos es locura y es la enfermedad que sufre la gran
mayoría de la humanidad.
Y, sin embargo, a lo largo de toda nuestra experiencia, nuestro propio ser está
permanentemente habitando en sí mismo y en tanto que sí mismo. No está escondido
o enterrado en el cuerpo-mente, sino resplandeciendo a plena vista en el corazón de
toda experiencia. Así como la pantalla no está escondida detrás de una imagen, sino
que está siempre resplandeciendo a plena vista, independientemente de la imagen.
Ve que tu naturaleza esencial jamás es oscurecida por experiencia alguna.
Permanece con tu ser esencial, no te pierdas en los objetos de la mente, del cuerpo o
del mundo, no hay necesidad de cambiar o eliminar ninguno de estos objetos, deja
que sean tal como son y tú permanece exactamente tal como eres. No te pierdas en
un objeto.
Este ser esencial que somos es el único y verdadero refugio, es el único lugar en el que
es posible encontrar auténtica paz. Buscar paz en cualquier otro lugar, quiero decir en
la mente, el cuerpo o en el mundo, es algo equivocado. No es posible encontrar paz en
un objeto temporal y finito.
Rupert Spira: Una manera de describir la meditación sería decir que es como dormirse
pero permaneciendo despierto. Por la noche cuando nos acostamos, simple y
gradualmente dejamos partir todo; dejamos que el mundo nos deje, dejamos que el
cuerpo nos deje y entramos en el estado de sueños que son simplemente
pensamientos e imágenes.
De hecho, no entramos en el estado de sueño sino que el mundo y el cuerpo nos
dejan, y tan sólo pensamientos e imágenes permanecen. El pensamiento
malinterpreta esto como el estado de sueño y, al cabo de un tiempo, los
pensamientos y las imágenes también nos dejan y tan sólo nuestro ser esencial
permanece.
Ésta es la esencia de la meditación: Permitir que todo lo que pueda partir se vaya,
abandonar todo lo que se puede abandonar —pensamientos, imágenes, percepciones,
sentimientos— y aquello que permanece es nuestro ser esencial. Todo aquello que
realmente hemos anhelado en nuestra vida reside verdaderamente allí. Así que,
ahora, duérmete mientras permaneces despierto.
Esto es lo que quería decir Ramana Maharsi cuando dijo "sé lo que eres". Sé,
conscientemente, esta presencia de consciencia abierta y vacía que es
inherentemente libre de pensamientos, sensaciones y percepciones.
¿Por qué buscamos dormir por la noche? Porque existimos allí de manera pacífica y
feliz, sin pensamientos, sentimientos, sensaciones, ni percepciones. Cada noche
experimentamos el hecho de que existimos perfectamente bien sin la mente, el
cuerpo y el mundo.
Nada puede realmente tocarnos, aunque nosotros tocamos íntimamente todas las
cosas. Nada puede verdaderamente dañar nuestro ser más profundo. Mantente en
contacto con tu ser esencial, no es difícil. Es como no perder de vista la pantalla
mientras dura la película. La pantalla no está escondida en algún lugar en la película,
sino que está resplandeciendo a plena vista.
No pases por alto tu ser esencial. Permanece con él, haz de él tu morada en vez de
hacerla en pensamientos y sentimientos. Deja que pensamientos y sentimientos
habiten en ti, pero tú no habites en ellos.
Ved que cuando empezamos nuestro diálogo no hay nada que realmente cambie. No
es que acabe la meditación y empiece la conversación, la verdadera meditación es ser
conscientemente la presencia de la consciencia y somos siempre esa presencia de la
consciencia. En otras palabras, la meditación es lo que somos, no algo que hacemos.
Puede haber meditación con diálogo o meditación sin diálogo; puede haber pantalla
con imagen o sin imagen. Para la pantalla no hay diferencia alguna en que haya
imagen o no. En nuestro caso, el único propósito de la imagen es apuntar hacia la
pantalla, de la misma manera que el único propósito de nuestro diálogo es apuntar
hacia nuestra naturaleza esencial; y después realinear la mente, el cuerpo y el mundo
con nuestro ser esencial.
Tan sólo es un ser separado el que entra y sale de la meditación. De la misma manera
es sólo desde el punto de vista del ser separado que entramos y salimos de los tres
estados: Vigilia, sueños y sueño profundo. Desde el punto de vista de la consciencia,
que es el único punto de vista real, ni entramos ni salimos de la meditación y ni
entramos ni salimos de los tres estados: Vigilia, sueños y sueño profundo.
A las siete y media, un viernes por la tarde, muchos de nosotros habremos pensado la
palabra yo miles de veces. ¿A qué nos estamos refiriendo exactamente?, ¿qué es lo
que sabemos acerca de nosotros, de nuestro yo, con certeza absoluta? La mayoría de
nosotros pensamos, sentimos, actuamos y nos relacionamos en nombre de este yo,
todo el día. ¿Qué es, entonces, este yo? Y ¿cómo vamos a saber de él?, ¿leyendo
libros?, ¿escuchando lo que otros nos dicen acerca de él?, ¿asistiendo a encuentros
advaita? Ninguna de estas cosas nos dará conocimiento certero acerca de lo que yo
soy. Lo único que puede darnos conocimiento cierto acerca de nosotros, es nuestra
propia experiencia íntima.
¿Qué es lo que podemos decir con certeza absoluta acerca de nuestro yo? La primera
cosa que podemos decir es que estoy presente. Puede que no estemos seguros de lo
que somos, pero tenemos certeza absoluta de que sea lo que sea lo que somos,
estamos presentes ahora, somos. En otras palabras, tenemos la certeza de "yo soy".
¿Por qué tenemos certeza de esto? Porque lo sabemos. ¿Quién es aquel que sabe que
estoy presente? ¿Quién es el que afirma: "yo soy"? Es obvio que soy yo. Así que ese yo
que "yo soy", no está tan sólo presente, sino que también es consciente, "yo soy"; y el
yo que soy es consciente de que "yo soy". Este es el conocimiento más obvio, más
ordinario y más simple que todo el mundo tiene acerca de sí mismo, de su yo. Y por el
hecho de que este yo está al mismo tiempo presente y consciente, a veces nos
referimos a él como consciencia, presencia consciente.
No hablo español, así que no sé cual sería el término para la palabra "awareness" en
español, pero en inglés es una palabra que está compuesta por dos partes: por un lado
"aware", y por otro "ness". La partícula "ness" quiere decir simplemente "la presencia
de". Y entonces "awereness" es la presencia de aquello que es consciente. Presencia
consciente. Yo.
Entonces, a parte de nuestro propio ser, ¿de qué más somos conscientes? De
pensamientos, sensaciones y percepciones. Empecemos, por ejemplo, con los
pensamientos.
¿Qué es lo que ocurre con las sensaciones? Por ejemplo, la sensación hormigueante,
cosquilleante de la planta de vuestros pies o, por ejemplo, si frotáis vuestras manos,
va a haber una sensación que va a ser creada y vosotros, yo, la presencia consciente,
sois conscientes de esta sensación. La sensación aparece y desaparece, pero yo no
aparezco o desaparezco con ella. Yo permanezco eternamente presente. Entonces es
obvio que yo no estoy hecho, constituido de sensaciones.
Así que si hemos seguido directamente, y no de una manera intelectual, este simple
experimento con nuestra experiencia va a devenir obvio que lo que soy no está hecho
de un pensamiento, ni de una sensación, ni de una percepción. En otras palabras yo
no estoy hecho de una mente o un cuerpo. Yo estoy simplemente hecho de presencia
y de conocimiento o consciencia.
Dirige, vuelve tu atención ahora hacia el pensamiento que esté presente. Es muy fácil.
Dirige ahora tu atención, por ejemplo, a la sensación presente, la sensación
hormigueante de la suela de tus pies. De nuevo es muy fácil. Ahora, por ejemplo,
vuelve tu atención hacia la percepción presente, por ejemplo, el sonido del tráfico. De
nuevo es muy fácil. En otras palabras, es fácil el dirigir la atención a la mente, el
cuerpo o el mundo. Ahora dirige tu atención hacia ti mismo; el que es consciente de la
mente, el cuerpo y el mundo. ¿Adónde la diriges? ¿En qué dirección apuntas? ¿Hacia
dónde miras? No pienses acerca de esto, hazlo, inténtalo realmente. ¿Dónde está
aquél que escucha las campanas? Sabemos que está presente y consciente. Pero en
cualquier dirección a la que apuntemos para buscarlo o mirarlo, va a ser una dirección
equivocada. Así que nos giramos y miramos hacia otro lado, y sigue siendo una
dirección equivocada. Y es porque toda dirección es siempre hacia algún tipo de
objeto; siempre hacia un pensamiento, un sentimiento, una sensación o una
percepción.
Así que aunque tengo certeza absoluta de que estoy presente y soy consciente,
cuando intentamos encontrar esa presencia nos damos cuenta que no puede ser
hallada en tanto que un objeto. ¿Cómo sabemos entonces que esa presencia es
limitada? Sólo un objeto podría tener límites. ¿Cómo sabemos que está localizada en
algún lugar? Sólo un objeto podría estar localizado en el tiempo y el espacio. ¿Qué es
lo que nos hace pensar que yo aparezco y desaparezco? Sólo un objeto puede
aparecer y desaparecer. ¿Cómo puedo saber que nací y que voy a morir? Sólo un
objeto puede nacer y puede morir. ¿Cómo algo que no sea un objeto, podría ser
masculino o femenino? ¿Cómo podría tener edad o peso o densidad?
Así que en los encuentros que vamos a tener juntos este fin de semana, vamos a
regresar una y otra vez, a aquello que verdaderamente somos. Y nos
acostumbraremos a permanecer, morar conscientemente en tanto que esa presencia
consciente. Y a empezar a vivir y a sentir en nuestra experiencia real, las cualidades
que son inherentes a nuestro Ser. Por ejemplo, pregúntate: ¿puedo yo, la presencia
consciente, ser molestado de alguna manera alguna vez?, ¿cómo algo que no tiene
cualidades objetivas puede ser molestado, perturbado? ¿Cómo podría, por ejemplo, el
espacio vacío de esta habitación ser perturbado? Si, por ejemplo, se nos ocurriera
levantarnos y empezar a cantar y a bailar, ¿se agitaría, en ese caso, el espacio?, ¿es
posible agitar el espacio vacío de esta habitación? La presencia consciente podría ser
comparada a un espacio abierto y vacío. Es una metáfora y no es precisa, nada de lo
que digamos aquí es completamente preciso. Normalmente espero hasta el final de
nuestro encuentro del fin de semana para decir esto; pero esta imagen del espacio
vacío evoca una cualidad de la presencia consciente. La consciencia es abierta, vacía;
recibe toda cosa en su seno sin elección, preferencia o juicio. A la consciencia no le
importa si la mente está agitada o en paz. A la consciencia no le importa la condición
del cuerpo o del mundo, sino que dice sí, un sí incondicional a toda aparición, y no
puede ser agitada.
Cuando digo que la consciencia no puede ser agitada, perturbada, estoy diciendo: "tú,
vosotros, yo, no puede ser perturbado o agitado". Entonces la paz, es otro nombre
para ti, para vosotros. No estoy diciendo que seáis pacíficos, que estéis en paz,
tranquilos, sino que eres la paz misma. La paz imperturbable en toda condición. Y nos
demos cuenta de ello o no, esa es nuestra condición eternamente presente. Los
pensamientos pueden estar agitados, el cuerpo puede estar agitado, el mundo puede
estar agitado, pero aquello que es consciente de ellos, no está nunca agitado. Nunca
puede estar agitado. De la misma manera que el espacio vacío no puede resistirse a lo
que aparece en él, la presencia consciente no puede resistirse al ahora. Tú, yo, la
presencia consciente, está absolutamente feliz con lo que aparece en el momento,
instante tras instante. Un ser imaginario hecho de pensamientos y de sentimientos
podría decir: "no me gusta lo que aparece ahora, la aparición presente, voy a buscar
una alternativa en el futuro o en el pasado". Pero la presencia jamás dice eso. La
presencia consciente es un "sí" vacío y vasto a lo que aparece en el momento, al
ahora.
Así que estas son las dos posibilidades esenciales en la vida. Ser en consciencia,
conscientemente esta presencia consciente abierta y vacía, en la que no hay el más
mínimo motivo para resistir al ahora y buscar una alternativa. O tomar una posición en
tanto que un yo imaginario, un yo, constituido, hecho de pensamiento, sentimiento,
siempre negociando con lo que aparece en el momento: "me gusta esta parte pero
esta no; me gustaría agarrarme a esto pero me quiero deshacer de eso otro".
Rupert Spira: ¿De qué manera, cómo es posible que seamos conscientes, que
conozcamos nuestra experiencia? Por experiencia me refiero a pensamientos, ideas,
sentimientos, sensaciones corporales, vistas, texturas, sonidos, olores, sabores...
¿Cómo es, de qué manera somos conscientes de todo esto? Ahora mismo la mayoría
de nosotros tenemos pensamientos, ¿qué es eso que es consciente o que conoce esos
pensamientos? Todos estamos experimentando sensaciones corporales; por ejemplo
la sensación cosquilleante en tus manos o en tus pies. ¿Qué es eso que es consciente o
que conoce la sensación cosquilleante? Todos estamos oyendo estas palabras o
estamos viendo esta habitación —si nuestros ojos están abiertos—, sentimos la
temperatura del aire en nuestra piel... ¿Qué es eso que es consciente o que conoce
esas sensaciones y esas percepciones?
Sea lo que sea es aquello a lo que nos referimos cuando decimos yo. Este yo que es
consciente de mis pensamientos y de mis sentimientos. Este yo que es consciente de
la sensación cosquilleante de mis manos o de mi cara. Este yo que es consciente de
esos sonidos, vistas, de las sensaciones táctiles... ¿Qué es este yo? ¿Cuál es su
naturaleza?
Todo lo que podemos decir acerca de él está basado en nuestra experiencia íntima y
directa. Nuestra cultura nos ha dicho muchas cosas acerca de ese yo, acerca de
nosotros mismos; pero si dejamos a un lado todas esas ideas que nuestra cultura nos
ha dado acerca de nosotros, de nuestro ser mismo y vamos directamente a nuestra
propia e íntima experiencia, ¿qué es lo que podemos saber con certeza acerca de
nosotros mismos? Toda nuestra vida gira en torno a este yo; así que estaría bien saber
al servicio de quién está nuestra vida entera.
Sea lo que sea lo que yo soy, no estoy hecho de pensamientos. Es muy fácil comprobar
esto. Tan sólo en los minutos que llevamos aquí decenas de pensamientos han
aparecido y desaparecido; pero yo, aquel que es consciente de todos esos
pensamientos, no aparezco o desaparezco con ellos. El yo permanece presente
mientras que los pensamientos van y vienen y, por lo tanto, no puedo estar hecho de
un pensamiento. Lo mismo con las percepciones y sensaciones que llamo mi cuerpo,
todas aparecen y desaparecen. Puede que tengamos una idea de un cuerpo
permanente, pero todo lo que realmente experimentamos de ese llamado “cuerpo
permanente” tan sólo son sensaciones y percepciones impermanentes. En otras
palabras, el cuerpo que actualmente experimentamos, el único cuerpo que
verdaderamente conocemos, está siempre apareciendo y desapareciendo pero, yo,
aquel que es consciente de esas sensaciones y percepciones impermanentes no
aparezco ni desaparezco con ellas; yo permanezco presente. Las sensaciones y
percepciones aparecen y desaparecen y, por lo tanto, yo no puedo estar hecho de una
percepción o de una sensación. Algo que está siempre presente en nuestra
experiencia real no puede estar hecho de algo que es intermitente.
Así que, ¿de qué estoy hecho? ¿Cuál es mi naturaleza real? No digas “no lo sé”. Tú te
conoces a ti mismo más íntimamente de lo que puedas conocer cualquier cosa. Ahora
tan sólo refiérete a tu experiencia íntima y directa. Intenta encontrar en ti mismo a
qué se refiere la palabra yo. Y si intentáramos decir algo cierto acerca de nuestro ser,
de nuestro yo, no algo que creamos que es cierto, no algo que se nos ha dicho que es
cierto, sino aquello que conocemos ser absolutamente cierto por experiencia directa,
¿qué diríamos entonces? Intenta pensar un pensamiento que sea cierto acerca de ti
mismo. Felizmente ya te has dado cuenta de que no puedes estar hecho de un
pensamiento, de una percepción o de una sensación; intenta tener un pensamiento
que sea cierto acerca de ti mismo.
Observa que casi todo lo que el pensamiento pueda decir acerca de nosotros no se
refiere, de hecho, a nosotros ni nos describe; sino que describe los pensamientos, los
sentimientos y las percepciones de los que somos conscientes. Entonces, como
consecuencia de ello, dice cosas como: yo soy un hombre, soy una mujer, yo soy
inteligente, yo no soy inteligente, soy español, soy francés, soy alto, soy bajo, soy
viejo, soy joven... Pero todos estos pensamientos se refieren a sentimientos,
sensaciones, percepciones o ideas. En otras palabras, tan sólo describen lo que son la
mente y el cuerpo o al menos lo que parecen ser, pero no nos dicen nada acerca de
nosotros mismos, no nos dicen nada acerca de yo: aquel que es consciente de todo
eso. Así que deja todos esos pensamientos a un lado y vuelve a la experiencia de ti
mismo, la cosa más íntima que conocemos y que obviamente no es una cosa. Aquello
que ha estado contigo durante toda tu vida y, pregúntate otra vez: ¿qué puedo decir
con absoluta certeza de mí mismo?
Lo primero que sabemos con certeza absoluta es que sea lo que yo sea, soy; en otras
palabras, estoy presente. El ser es inherente en mí y este yo no solamente está
presente, sino que también es consciente. No estoy diciendo algo que sea muy místico
o extraordinario; de hecho, lo que estoy diciendo es más simple y ordinario que decir
que dos más dos son cuatro. De hecho nos lo deberían haber dicho en la escuela antes
de decirnos que dos más dos son cuatro, que mi esencia natural es simplemente de
ser, y de ser consciente. Yo soy, y el yo que yo soy es consciente de que yo soy.
Intenta girar tu atención hacia ti mismo. Intenta girar tu atención hacia este ser simple
y consciente. No vuelvas tu atención hacia un pensamiento, un sentimiento, una
percepción o una sensación. Es muy fácil hacerlo, todos sabemos cómo girar nuestra
atención hacia alguno de esos elementos. Así que, si por ejemplo os pido girar vuestra
atención hacia el sonido del bebé que balbucea (nota: un bebé balbucea en la sala) o
si os pido volver vuestra atención a la sensación cosquilleante de las plantas de tus
pies, todos sabemos exactamente hacia dónde girar nuestra atención; vamos directos
a la dirección correcta. Pero cuando intentamos girar la atención hacia aquello que es
consciente de todo eso, sea lo que sea, ¿en qué dirección nos giramos? Intenta girarte
hacia esa dirección, no pienses en ello sino que intenta hacerlo en tu experiencia. No
se trata de teoría no-dualista, sino que se trata de la naturaleza real de nuestra
experiencia. Intenta volver tu atención hacia aquello que es consciente de tu
experiencia.
Una cosa muy interesante ocurre cuando intentamos hacer esto. Sabemos con
absoluta certeza que yo soy, que somos, y que ese yo no sólo está presente sino que
también es consciente. Pero cuando intentamos encontrar este yo no sólo jamás lo
encontramos en tanto que un tipo de objeto, sino que tampoco sabemos hacia qué
dirección tenemos que girarnos. Cualquier dirección parece incorrecta. Es como
intentar ver el espacio vacío, allí donde miremos no lo encontramos y al mismo
tiempo jamás podemos escaparnos de él. Jamás podemos encontrar esa presencia
consciente y, al mismo tiempo, jamás cesamos de serla. Pensamientos, sentimientos,
sensaciones y percepciones cesan, pero el yo jamás cesa.
Descubre así, en tu propia experiencia, que eres imperturbable como el espacio vacío
que independientemente de lo que sucede en él no pude ser alterado, no puede ser
agitado. No tenemos que hacer que esto suceda, no tenemos que aquietar o que
silenciar la mente. Esté la mente agitada o no, tú, yo, aquel que es consciente de la
mente, siempre permanece abierto y, como el espacio vacío, imperturbable,
indestructible, pura apertura, pura disponibilidad, pura receptividad, sensibilidad;
vacío en el sentido de que no está constituido de ningún tipo de objeto, pero pleno o
lleno de ser, de conocer y de consciencia.
Cuando buscamos paz, realmente no buscamos una mente o un cuerpo pacífico, sino
que lo que buscamos es la paz indestructible, imperturbable y siempre presente de
nuestra verdadera naturaleza, y que ha sido temporalmente olvidada y velada al
identificarnos a nosotros mismos con una amalgama de sentimientos o pensamientos.
Cuando pasamos por alto este simple conocer de nuestro propio ser —su conocer de
sí mismo— y en su lugar nos confundimos o nos tomamos por un conjunto de
pensamientos y de sentimientos.
Esta comprensión es sólo una etapa intermedia a mitad de camino que nos permite
ver y sentir que nuestra naturaleza esencial no está hecha del cuerpo o de la mente,
sino que está hecha de puro ser, puro conocer, pura consciencia. E incluso más, ha
establecido que aquello que yo soy no comparte las limitaciones ni el destino del
cuerpo y de la mente.
Ve, de esta manera, que de hecho jamás encontramos el cuerpo, la mente y el mundo
de la manera en que son concebidos normalmente; esto es, como objetos separados
cada uno con su existencia independiente. Lo único que encontramos es pensar, sentir
y percibir. Tenemos una idea de un cuerpo, de una mente o de un mundo que existen
independientemente pero que nadie ha encontrado jamás. Todo lo que encontramos
es pensar, sentir y percibir. Y si vamos profundamente al pensar, sentir y percibir,
entonces encontramos que lo único que conocemos es el conocer de ello, del pensar,
del sentir y del percibir. Pregúntate: ¿entro en contacto alguna vez con algo que no
sea el conocer de mi experiencia?
Aquí la metáfora del cielo vacío y las nubes que flotan en él no sería aplicable, porque
estaríamos todavía en dualidad, no la dualidad convencional de “yo, cuerpo-mente,
conozco el mundo”, sino una especie de dualidad espiritual en la que “yo, en tanto
que consciencia, conozco los objetos del cuerpo, mente y mundo”. Así que no
podemos seguir aplicando esta metáfora. En su lugar podemos utilizar la metáfora de
la pantalla y la imagen. De hecho, no existe tal cosa como una pantalla y una imagen,
no hay ya dos cosas: pantalla e imagen / consciencia y sus objetos; hay tan sólo una
sustancia sin límites e íntima. Tan sólo pantalla que, en ocasiones, parece tomar la
forma de un e-mail, una imagen o un documento. De la misma manera la consciencia
parece tomar la forma de un pensamiento, percepción o sensación y como resultado
parece convertirse en una mente, un cuerpo o el mundo. Pero de la misma manera en
que la pantalla jamás se convierte en un objeto independiente como un e-mail, un
documento o una imagen, la consciencia jamás se convierte en otra cosa diferente a
ella misma; verdaderamente nunca conoce otra cosa que no sea sí misma.
Es sólo desde el punto de vista de uno de los personajes en la película que hay
personajes en la película. Desde el punto de vista de la pantalla, que es el único punto
de vista, tan sólo hay pantalla, tan sólo ella misma, nunca conoce otra cosa que no sea
ella misma. Es tan sólo un sujeto separado de la película que parece conocer a otro
sujeto separado. En otras palabras, el yo interno separado y el mundo externo
separando surgen al mismo tiempo. Es tan sólo un sujeto separado que parece
conocer un objeto separado. Pero para la consciencia, aquello que verdaderamente
conoce, jamás conoce nada que esté separado. Y esta absoluta ausencia de separación
u otredad se conoce como la experiencia del amor; en otras palabras, verdadero
conocimiento y amor son idénticos.
Así que estas son las tres posibilidades que se nos abren a nosotros en la vida:
Lo que permanece tras esta disolución entre el sujeto y el objeto no puede ser
nombrado porque toda palabra hace referencia a algún tipo de distinción, algún tipo
de opuesto: la consciencia como opuesta a los objetos, el calor opuesto al frío. Pero
cuando todas estas realidades se han disuelto, lo que permanece no puede ser
nombrado y al mismo tiempo es todo lo que puede ser conocido y experimentado.
Es Lo Que Yo Soy
¿Es posible penetrar este misterio?
Pregunta: Cuando era un niño, estando en la cama antes de dormir solía pensar que:
"¿cómo es posible que el universo haya llegado a existir? Si existe algo, otra cosa es la
causa originaria". Yendo hacia atrás, siempre llegaba (y todavía llego ahora) a una
conclusión: "Algo existe siempre. Pero esto es imposible para mi lógica... así que nada
existe". Muchas veces sentía, por un instante, un vacío repentino al concluir que no
existe nada. Pero luego me daba cuenta de que yo estaba ahí, pensando y consciente,
¡así que yo existía! Mi lógica dice que nada existe y nunca ha existido, pero estoy aquí
escribiendo esto.
Esta contradicción ha abierto mi mente a cualquier posibilidad. Si no puedo entender
cómo es posible que algo exista, entonces cualquier cosa puede ser posible, y la
Verdad (la realidad) puede ser cualquier cosa. Cuando descubrí años más tarde el
experimento de la doble rendija de Young y otras paradojas de la física cuántica, no
me sorprendió en absoluto. De hecho, todos los fenómenos son simples detalles, lo
que importa es la sustancia que está detrás de ellos.
Mi pregunta es: las enseñanzas no-duales resuenan con lo que acabo de contar.
Incluso la nada que es totalidad, al mismo tiempo parece como la paradoja de algo
incausado. ¿En tu constante apertura e iluminación "comprendes" (o cualquier
palabra que uses) esta paradoja? ¿Es posible penetrar este misterio?
Sin embargo, este universo que se concibe que haya existido antes de la Consciencia,
nunca ha sido experimentado. Las percepciones son experimentadas y posteriormente
el pensamiento entrelaza en la imaginación un número infinito de tales percepciones y
de ellas crea "el universo". Sin embargo, tal "universo" existe sólo en la imaginación.
Es una presunción.
Así que, ¿alguna vez alguien ha experimentado el universo tal como se concibe?
Podemos llevar esta investigación mucho más cerca aplicándola a cualquier objeto
simple como la mesa en nuestra habitación y hacer las mismas preguntas al respecto:
¿Alguien ha experimentado alguna vez una mesa así? ¿Has experimentado alguna vez
una mesa así? ¿Podrías? ¿Podría alguien? La respuesta obviamente es "No". Es
fundamental ver la verdad de este hecho simple y sorprendente de la experiencia:
nadie nunca ha experimentado o podría experimentar un objeto, un otro, un mundo,
un universo, como normalmente se considera que existe o se concibe.
El universo, como tal, es imaginado. Esta no es una prueba de que tal universo no
exista, pero es una prueba de que no hay evidencia de que exista.
Por lo tanto, no tiene sentido hacer preguntas acerca de un universo que nunca
hemos experimentado. Es como hacer preguntas acerca de un elefante rosa. Una vez
dicho esto, hacer preguntas acerca de lo que PARECE que experimentamos es bueno
porque si lo seguimos a fondo, nos conduce a lo que SE experimenta.
Así que ahora vamos a acercarnos a la verdad de nuestra experiencia: Imagínate una
ocurrencia diaria, como ir a tu cocina, preparar una taza de té y marcharte de nuevo.
Nuestra visión normal es que nosotros, como una entidad ubicada en y como el
cuerpo, entramos en la cocina, que estaba allí antes de entrar en ella, antes de ser
experimentada por así decirlo. Cuando nos vamos de la cocina, imaginamos que sigue
estando allí como antes de entrar en ella, es decir, antes de ser experimentada.
Por lo tanto, cuando no es concebida ni percibida, ¿en qué forma podría existir? Para
que exista debe tener una forma. Sin embargo, en ausencia de la mente, esa "forma"
no puede ser una percepción, es decir, no puede ser una vista, un sonido, un olor, una
sensación o un sabor. En otras palabras, la concepción y la percepción son facultades o
cualidades de la mente. No son facultades de la cocina. Es la mente la que concibe una
"cocina" y "le" da su nombre y es la mente la que percibe y "le" da su forma.
Ahora bien, ¿qué es este "le" independiente de la mente? ¿Cuáles son sus cualidades?
No tenemos ninguna duda de que cuando experimentamos la "cocina", hay ALGO
presente. Existe una experiencia. En otras palabras, sea lo que sea la "cocina" en sí
misma, despojada de las cualidades de nombre y forma que la mente superpone sobre
"ella", está presente. Sea lo que sea, no tiene propiedades objetivas, porque todas las
cualidades objetivas son dadas por la mente. En otras palabras, sea lo que sea "eso",
es a la vez no-objetivo y presente. Es decir, podemos estar seguros de que SER está
presente en la experiencia de la "cocina".
En otras palabras, si despojamos al "yo" de esas cualidades que son dadas por la
mente, es decir, pensar, sentir y percibir, nos quedamos con la misma experiencia de
Ser/Consciencia. En otras palabras, lo que YO SOY está hecho fundamentalmente de
Ser/Consciencia.
Por lo tanto el cuerpo, objeto, mundo, universo u otro no se puede decir que haya
llegado a existir. ¿Desde dónde ha llegado? ¿Y en qué momento? Más bien hemos
visto por la experiencia que la sustancia del universo, etc., es Ser/Consciencia que está
siempre presente. Y todas las cualidades aparentes de la mente surgen dentro de este
Ser/Consciencia. No hay ningún lugar fuera de este Ser/Consciencia del que haya
podido haber llegado. Y la sustancia de la que esta mente está hecha sólo puede ser la
sustancia del Ser/Consciencia, al igual que la formación de hielo en el agua sólo puede
hacerse de los ingredientes que están presentes en el agua.
Sin embargo, para que esta aparente multiplicidad y diversidad parezca real, la unidad
homogénea singular de su sustancia real (Ser/Conciencia) debe ser pasada por alto,
olvidada o ignorada. En otras palabras, la verdadera naturaleza del Ser/Consciencia
debe ser olvidada, negada, velada o imaginada no-existente, para que los objetos, el
mundo, otros, etc., parezcan llegar a existir.
En resumen, el universo viene a la existencia (es decir, parece asumir su propia
realidad separada) en el momento en que nuestra verdadera naturaleza de
Ser/Consciencia es olvidada. ¿Y cómo se olvida el Ser/Consciencia si está siempre
presente y no hay nada en su experiencia, además de sí mismo? La respuesta es que
en realidad nunca se olvida. Sin embargo, así lo PARECE. Parece olvidarse o velarse a sí
mismo tomando la forma de la mente, y entonces esa mente aparente identifica el
"yo" que es inherente en el Ser/Consciencia con una pequeña parte de la totalidad, es
decir, con un cuerpo.
En otras palabras, la Consciencia, por así decirlo, se olvida de sí misma, se olvida del
Conocimiento de su propio Ser y en cambio surge como la mente dualista, en la forma
del "yo" entidad. En este momento, "todo lo que yo-no-soy" viene a la aparente
existencia como el universo, los objetos, los otros o el mundo. Sin embargo, el "yo"
entidad y el universo, los objetos, los otros y el mundo, etc., no son más que este
mismo Ser/Consciencia asumiendo el aspecto del nombre (pensamiento) y la forma
(percepción) y pareciendo ser algo distinto de sí mismo.
Así que volviendo al ejemplo de entrar en la cocina... nadie entra en una cocina en el
tiempo y el espacio...
Pero en realidad sólo hay Ser/Consciencia, es decir, sólo "yo", siempre en el mismo
lugar que es un lugar sin-lugar, siempre en el mismo ahora atemporal, tomando la
forma de sensación, percepción y pensamiento... siendo siempre sólo sí mismo, nunca
dando nacimiento a nada más que a sí mismo... dando su propia sustancia a cada
apariencia.
"Yo" corporiz-ando, "yo" pared-ando, "yo" suelo-ando, "yo" cocin-ando, "yo" teter-
ando, "yo" agu-ando, "yo" te-ando, "yo " etc-ando, etc-ando, etc-ando...
Así que no se trata de que el universo, los objetos, los otros, el mundo, etc., no sea
real. Cada experiencia es real, pero su realidad es la del Ser/Consciencia. En otras
palabras, ES LO QUE YO SOY.
Dices: "Algo existe siempre. Pero esto es imposible para mi lógica... así que nada
existe".
No comiences a partir de la lógica, sino de la experiencia. Tienes razón en que nada
objetivo, es decir, ningún pensamiento, sensación o percepción, dura para siempre
según tu experiencia. Ni tú ni nadie ha experimentado nunca la vasta extensión de
tiempo que se conceptualiza como "siempre". Sin embargo, tú tienes y sigues
teniendo la experiencia de tu propio Ser. De hecho nunca has experimentado su
ausencia, ni podrías.
Sin embargo, sólo parece estar velado desde el punto de vista de la mente dualista.
Nunca es velado realmente desde su punto de vista (del Ser/Consciencia). No hay
nada en su propia experiencia, aparte de sí mismo, con lo que podría hacer un velo
para cubrirse a sí mismo de sí mismo. Tal velo sería hecho sólo de sí mismo.
Así que sí, "nada (ninguna cosa) existe" si por una "cosa" nos referimos a algo que
existe por sí mismo en el tiempo y el espacio. Sin embargo, la sustancia de todas las
cosas aparentes, no existe, sino que ES eternamente, es decir, no "para siempre" en el
tiempo, sino siempre ahora.
Esto es lo que Parménides quería decir cuando dijo: "Lo que es nunca deja de ser. Lo
que no es nunca llega a existir".
Dices: "Muchas veces sentía, por un instante, un vacío repentino al concluir que no
existe nada. Pero luego me daba cuenta de que yo estaba ahí, pensando y consciente,
¡¡así que yo existía!!"
Sí, cuando hemos sido investidos durante décadas con la aparente realidad del yo
separado y del mundo exterior distante y separado, puede ser un shock tremendo
comprender que su APARENTE realidad es sólo un producto de la mente y dura sólo el
tiempo que dura la corriente de pensamiento, imagen, sensación o percepción, es
decir, un momento. Sin embargo, su realidad REAL está hecha de Ser/Consciencia y es
la realidad sustancial, homogénea, siempre presente de nuestra experiencia.
Es como si todo el suelo desapareciera bajo nuestros pies. Intentamos agarrarnos a
algo sólido a lo que aferrarnos, algo conocido. Pero no encontramos nada objetivo. Se
siente como un vacío. Sin embargo, no encontramos nada. Encontramos nuestro Yo,
Ser/Consciencia, la Esidad de las cosas y la Soidad de mí mismo, la única verdadera
seguridad, nuestro verdadero hogar.
Sin embargo, tú no existes. Tú ERES. Existir significa "estar fuera de". Tú no estás fuera
de algo como un objeto. Tú eres la existencia misma de la que están hechas todas las
cosas aparentes que parecen existir. Es tu Ser el que da aparente existencia a todos los
objetos aparentes. Nada existe por sí mismo pero la Presencia ES, y es la sustancia
omnipresente de todas las cosas aparentes.
Es sólo la mente la que separa Ser y Conocer o Ser y Consciencia en dos cosas
diferentes. En realidad no hay tal separación entre los dos. De hecho, no son dos. La
única manera de conocer a otro es ser ese otro. La única manera de conocer un objeto
es ser ese objeto. La única manera de conocer la cocina es ser la cocina. La única
manera de conocer el mundo es ser el mundo.
Dices: "Mi lógica dice que nada existe y nunca ha existido, pero estoy aquí escribiendo
esto...".
Tienes razón "nada existe y nunca ha existido" pero tú no estás aquí escribiendo o
leyendo esto. TÚ, Ser/Consciencia, ERES. Tú mismo permaneces eternamente
inmutable, conociendo y siendo sólo tú mismo, nunca te conviertes en ningún otro,
como una cosa, objeto, yo o mundo, sino que tomas la forma de eso que PARECE ser
una cosa, objeto, yo o mundo.
Dices: "De hecho, todos los fenómenos son simples detalles, lo que importa es la
sustancia que está detrás de ellos".
Sí, pero la sustancia de todos los fenómenos no está solamente detrás de todas las
apariencias. También está delante, en primer plano. Sólo hay eso. Sólo hay una
sustancia homogénea, siempre ella misma, siempre en el mismo lugar, es decir, en sí
misma, siendo sólo ella misma, conociéndose sólo a sí misma, amándose sólo a sí
misma.
Dices: "Las enseñanzas no-duales resuenan con lo que acabo de contar. Incluso la
nada que es totalidad, al mismo tiempo parece como la paradoja de algo incausado".
Sí, el Ser/Consciencia es incausado. No hay nada más presente que podría ser su causa
y nada más presente que él cause.
Una causa requiere al menos dos cosas: una causa y un efecto. También requiere
tiempo. No encontramos nada de eso en la experiencia. La multiplicidad y el tiempo
sólo vienen a la aparente existencia cuando se olvida la realidad de nuestra
experiencia.
Así que el misterio nunca puede ser comprendido por la mente. Sin embargo, tú ERES
el misterio. Está demasiado cerca de ti para ser conocido o penetrado.
Con amor,
Rupert
Lo mismo es cierto para todas las sensaciones y percepciones. Sólo el pensamiento las
conoce como "sensaciones" y "percepciones". La Consciencia está demasiado cerca de
toda experiencia, demasiado íntima, absolutamente "una con" toda experiencia como
para conocerla como algo distinto de sí misma.
Desde la perspectiva del estado de vigilia, el sueño profundo aparece como un vago
recuerdo de una nada vacía o en blanco, que aparentemente tiene una duración de
tiempo indeterminada. Este recuerdo, como todos los recuerdos, se presenta en
forma de un pensamiento, que, como todos los pensamientos, con independencia de
si son sobre el pasado, el presente o el futuro, tiene lugar "ahora".
Sin embargo, el estado de sueño profundo que la mente despierta imagina realmente
nunca se experimenta como tal. Tampoco podría incluso ser imaginado, porque para
imaginar algo, tendría que estar presente alguna cualidad aparentemente objetiva.
Por lo tanto, el pensamiento se imagina primero el sueño profundo y, con el fin de
concebirlo en su propio lenguaje de objetividad aparente, superpone sobre él las
cualidades de estado en blanco (blankness) y duración.
Desde el punto de vista de la experiencia en sí, que es el único punto de vista válido, lo
que se conoce como sueño profundo, no es más que la presencia de la Consciencia sin
la aparición de la mente (la mente aquí incluye todo pensar, imaginar, sentir y
percibir).
Por lo tanto, lo que se conoce como sueño profundo es sólo "profundo" y sólo "sueño"
desde el punto de vista de la mente. "Profundo" significa para la mente, más profundo
de su pensamiento superficial de costumbre y "sueño" significa para la mente "la
ausencia de sí misma".
Pero desde el punto de vista de la experiencia, lo que significa desde el punto de vista
de la Consciencia, no hay experiencia de una nada oscura o en blanco. Más bien, sólo
existe la "experiencia" de sí misma, lo que significa sólo la presencia o ser de sí misma.
Esta no es ni profunda, oscura, en blanco o dormida. Es sin dimensiones, presente,
luminoso, viva y despierta.
Los estados de "sueño" y "vigilia" son otras dos interpretaciones o nombres que la
mente da a la realidad de la Consciencia, cuando ella (la Consciencia o experiencia) es
imaginada a través de la lente limitada y distorsionada del pensamiento.
Cuando vemos la televisión decimos que estamos viendo una "película", las "noticias"
o un "documental". Cada una de estas etiquetas es sólo un nombre diferente para la
misma pantalla, al igual que la vigilia, el sueño y el sueño profundo son diferentes
nombres que el pensamiento da a la realidad de la Consciencia.
Para la pantalla siempre hay sólo ella misma, al igual que para la Consciencia sólo hay
conocimiento/ser de sí misma.
Se necesita algo fuera de la pantalla, alguien que imagina que no son la pantalla, para
ver la "película", las "noticias" y el "documental". Del mismo modo se necesita una
entidad imaginaria que aparentemente se ha separado de la totalidad sin fisuras de la
experiencia para ver aparentemente algo distinto de la Consciencia.
Para la Consciencia, sólo hay su propia presencia eterna. Las categorías de "vigilia,
sueño y sueño profundo" o de "mente, cuerpo y mundo", es decir, la aparente
multiplicidad y diversidad de todas las cosas aparentes, es para la mente, no para la
Consciencia.
Nunca hay en ningún momento una entidad que se quede dormida, que sueñe un
sueño, que descanse inconscientemente en sueño profundo o que posteriormente se
despierte. Tal entidad y los estados en los que considera que opera están todos
hechos sólo del pensamiento actual que los piensa.
Ahora, con eso como telón de fondo, podemos mirar más de cerca la cuestión de si la
identificación se mantiene en un nivel más sutil en el sueño profundo.
Todo lo que se "requiere" es ser conscientes como Eso, que simplemente significa
darse cuenta de que Eso es lo que eternamente somos. A su debido tiempo la mente,
el cuerpo e incluso el mundo, se reajustarán gradualmente a esta "nueva perspectiva".
Hemos visto, sin embargo, que es más cierto decir que la Consciencia contiene la
mente y que el cuerpo, hecho sólo de sentir y de percibir, es "parte" de la mente.
Es decir, hemos visto que, en la experiencia, no hay cuerpos físicos u objetos. Hemos
visto que nuestro único conocimiento del objeto percibido, el cuerpo, otros o el
mundo están hechos sólo de sentir y percibir. En otras palabras, hemos visto que
nuestro único conocimiento de los llamados objetos físicos están hechos de mente.
Por lo tanto, ya no tiene sentido hablar de la muerte del cuerpo físico. Cualquier teoría
de la muerte que tiene como punto de partida la realidad separada e independiente
del cuerpo físico y, por lo tanto, su posterior muerte, está viciada desde el principio.
Una verdadera (pero no del todo verdadera) declaración sería decir que el cuerpo es
simplemente la sensación o percepción actual "del cuerpo" y que ese "cuerpo"
desaparece o muere cada vez que la sensación o percepción actual desaparece.
Hemos visto que un cuerpo, o incluso cualquier objeto, no tiene duración en el tiempo
y que el "cuerpo duradero" es un concepto, no una experiencia.
En otras palabras, cada vez que la sensación o percepción actual del cuerpo
desaparece, el "cuerpo" muere, por lo que hemos experimentado un sinnúmero de
"muertes" del cuerpo. De hecho, el "cuerpo" está naciendo y muriendo "todo el
tiempo" y cada aparición del cuerpo es un cuerpo nuevo.
En otras palabras, no hay mente, cuerpo o mundo, como tal, así que no podemos
hablar con sentido de su posible supervivencia. La mente, el cuerpo y el mundo son
simplemente nombres que el pensamiento da al actual pensamiento, sensación y
percepción, respectivamente, y no hay continuidad de pensamientos, sensaciones y
percepciones.
Sin embargo, esto no quiere decir que cuando una sensación/percepción (el cuerpo)
desaparece, no sea "seguido de" un pensamiento. En ese sentido no hay nada que
sugiera que la mente no sobrevive a la muerte del cuerpo. Los pensamientos siguen
llegando después de que el "cuerpo" ha desaparecido.
No hay nada que sugiera que este patrón no continuará después de la muerte del
cuerpo de vigilia, que como ya hemos visto, no es más que la desaparición de una
sensación corporal, pero no necesariamente el cese de la mente. En otras palabras, no
hay nada que sugiera que los pensamientos y sentimientos que "continúan" surgiendo
después de la muerte del cuerpo no parezcan derivar su contenido de los anteriores
pensamientos y sentimientos de la entidad ahora aparentemente fallecida, al igual
que las imágenes del sueño parecen derivar su contenido del estado de vigilia.
Por lo tanto, lo que para la entidad imaginada es vida tras vida tras vida, es, desde el
punto de vista de la realidad, soñar dentro del sueño dentro del sueño todos
"teniendo lugar" en ningún tiempo y lugar.
Así que, después de primero haber visto que el cuerpo es, por así decirlo, una parte de
la mente y que la mente "continúa" produciendo pensamientos, imágenes,
sensaciones y percepciones, después de la "muerte" del cuerpo, podemos ver ahora
que la mente es igualmente frágil, es decir, nunca sobrevive, como tal. Siempre se está
desvaneciendo.
Lo que se ha dicho hasta ahora se basa en la idea de que los pensamientos, imágenes,
sensaciones y percepciones aparecen y desaparecen dentro de la Consciencia.
Esta idea es útil, ya que anula la visión convencional de que la Consciencia está
ubicada dentro de una mente, que está ubicada dentro de un cuerpo y que, a su vez,
ha nacido en el mundo, y que lo reemplaza con un modelo que se acerca más a la
experiencia, donde la mente, el cuerpo y el mundo son vistos como espontáneos
surgimientos o apariencias en la Consciencia.
Sin embargo, este nuevo modelo también se debe abandonar a su debido tiempo,
porque si vamos a profundizar en la experiencia misma, nos encontramos con que no
es exacta.
Pregunta: Usted dice en repetidas ocasiones que la conciencia conoce los objetos del
cuerpo, la mente y el mundo. También dice que la conciencia no conoce objetos, yoes,
entidades, otros o el mundo. ¿Cómo reconciliamos estas afirmaciones aparentemente
contradictorias?
Así pues, estas dos afirmaciones no son contradictorias; la última no es más que una
extensión y un refinamiento de la primera.
Imagine que la luz del sol pudiera ver, así como iluminar.
En una noche oscura el sol no puede ver los objetos del mundo. Todo lo que hay para
el sol es su propia luz brillando en el vacío. Sólo la luna puede ver o conocer los
objetos del mundo en la noche. Sin embargo, la luz con que la luna ve o conoce
pertenece al sol.
En otras palabras, aunque los objetos son iluminados, vistos o conocidos sólo por la
luna —no son vistos o conocidos por el sol— es, al mismo tiempo, la luz del sol con la
que son vistos.
Del mismo modo, la conciencia no conoce los objetos. Simplemente brilla en su propio
vacío, conociéndose solamente a sí misma. Al mismo tiempo, la luz o el
"conocimiento" con el que la mente parece conocer los objetos pertenece sólo a la
conciencia.
Y así como los objetos en la noche requieren de la presencia de la luna para ser vistos
o conocidos, del mismo modo los objetos aparentes del estado de vigilia requieren de
la presencia de la mente para ser visibles.
Aunque es sólo la luna la que ve o conoce los objetos en la noche —el sol nunca se
pone en contacto con los propios objetos— sin embargo, es sólo la luz del sol la que
realmente se ve y sólo el sol que ve.
Por lo tanto, desde el punto de vista de la luna, hay objetos; desde el punto de vista
del sol, no hay ninguno.
Sin embargo, el punto de vista de la luna es ilusorio. La luz con la que ve la luna o ve el
mundo no es la suya. Aun cuando la luna parece estar viendo, conociendo e
iluminando los objetos, nunca lo hace. Siempre es sólo la luz del sol.
A fin de que los objetos aparezcan, la luz del sol debe reflejarse en la luna. De igual
manera, para que los objetos parezcan ser reales por sí mismos, el conocimiento de
que verdaderamente pertenecen sólo a la conciencia, necesita ser reflejado o
refractado a través de la mente.
Cuando el conocimiento de la conciencia se refracta a través de la mente aparece
como los objetos, de igual forma cuando la luz del sol es reflejada en la luna, los
objetos son vistos.
Lo que parecen ser objetos para la Luna son, para el sol, sólo su propia luz. Lo que
parecen ser objetos para la mente son para la conciencia, sólo su propia luz del
conocimiento.
Sin embargo, podemos ir más allá. ¿Qué es lo que ve a la luna? ¿El sol? ¡No! El sol sólo
conoce o ve su propia luz. ¿Qué es lo que conoce a la mente? ¿La conciencia? No, la
conciencia sólo se conoce a sí misma.
La luna es sólo una luna desde el punto de vista de la luna. La mente es sólo una
mente desde el punto de vista de la mente.
La conciencia no conoce nada de eso. Sólo se conoce a sí misma. Eso es pura paz.