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Universidad de
Justicia Social y
Violencia en
Colombia
Luis Alfonso Suárez Delgado
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Justicia Social y Violencia en Colombia 1
Presentación
La educación superior se ha convertido hoy día en prioridad para el gobierno
Nacional y para las universidades públicas, brindando oportunidades de superación
y desarrollo personal y social, sin que la población tenga que abandonar su región
para merecer de este servicio educativo; prueba de ello es el espíritu de las
actuales políticas educativas que se refleja en el proyecto de decreto Estándares
de Calidad en Programas Académicos de Educación Superior a Distancia de la
Presidencia de la República, el cual define: “Que la Educación Superior a Distancia
es aquella que se caracteriza por diseñar ambientes de aprendizaje en los cuales
se hace uso de mediaciones pedagógicas que permiten crear una ruptura espacio
temporal en las relaciones inmediatas entre la institución de Educación Superior y
el estudiante, el profesor y el estudiante, y los estudiantes entre sí”.
Prólogo
El punto de referencia en la construcción del modulo tiene sus cimientos en la
extensa literatura e interpretaciones tanto de la visión interna como externa de la
problemática social colombiana. El problema de la violencia y la justicia social en
Colombia ha abarcado innumerables paginas de libros, revistas, ensayos e
investigaciones en el contexto latinoamericano y mundial. Las grandes
organizaciones internacionales: Naciones Unidas, OEA, Comunidad Europea,
Derecho Internacional, la UNESCO, la cepal, entre otras, se han pronunciado
suficientemente sobre la crisis del País.
Introducción
“La justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, así como la verdad lo
es de los sistemas de pensamiento leyes e instituciones, no importa cuan eficientes
y funcionales sean, deben ser reformadas o abolidas si son injustas. Por lo tanto,
en una sociedad justa los derechos garantizados por la justicia no están sujetos a
regateos políticos, ni al cálculo de intereses sociales siendo las primeras virtudes
de las actividades humanas, la verdad y la justicia son innegociables”.
Los contenidos del módulo intentan desde una perspectiva critico reflexiva,
incentivar al lector estudiante, de la imperiosa necesidad desde el hecho educativo,
asumir el compromiso de cambio en las futuras generaciones de Colombianos en la
construcción de una sociedad basada en la justicia social y el respeto hacia el otro.
Horizonte
Orientar el desarrollo de experiencias de aprendizaje teórico prácticas que le
permitan a los estudiantes de licenciatura en educación básica de los diferentes
énfasis, de la modalidad a distancia, lograr las competencias básicas:
interpretativa, argumentativa y propositiva en relación con los problemas de
violencia y conflicto en Colombia.
Esta primera unidad recoge dos capítulos fundamentales de este gran núcleo
temático; la democracia y la justicia en Colombia y la violencia en Colombia. Los
ejes temáticos que se abordan hacen referencia en primera instancia a una
valoración teórica conceptual sobre democracia y justicia en Colombia y los rasgos
históricos característicos que han incubado la violencia en la vida republicana del
país a través de su historia.
Horizontes
• Inferir las causas históricas de la violencia en Colombia, desde la colonia, las
guerras independentistas, hasta la época contemporánea, con el fin de
encontrar las causas más profundas del conflicto social colombiano.
• Encontrar elementos históricos de la violencia en Colombia que nos permitan
discernir no sólo las causas y consecuencias sino iluminar vías para la
resolución de la problemática colombiana.
• Comprender las razones del desplazamiento en Colombia y la dinámica del
conflicto armado.
• Analizar las consecuencias y secuelas de la violación de los derechos humanos
en Colombia.
• Inferir las características y causas peculiares del desplazamiento en Colombia,
analizando las políticas institucionales, las cifras numéricas y tratamiento a los
desplazados.
• Identificar los principales obstáculos del conflicto armado en Colombia en
relación a la asistencia y ayuda a los desplazados.
Metodología
Para el primer tema se analizan los elementos teórico conceptuales de la
democracia y la justicia social en Colombia, haciendo énfasis en el proceso
histórico y social del fenómeno de la violencia con sus características más
significativas buscando en primera instancia la comprensión por parte del alumno
maestro del fenómeno en cuestión, apropiándole de elementos de reflexión y
análisis con criterio crítico. El alumno maestro deberá para tal fin, con el acerbo
teórico conceptual contextualizar el problema y manifestaciones de elementos
democráticos y de violencia en su comunidad y espacios cotidianos (barrio,
escuela, trabajo, etc).
Proceso de Información
1.1 DEMOCRACIA Y JUSTICIA EN COLOMBIA
“No comparto lo que usted dice pero defenderé hasta la muerte su derecho a
decirlo”.
Voltaire
Jhon Rawls, es uno de los filósofos del siglo XX, que se ha dedicado a estudiar el
fenómeno de la democracia y la justicia. Sus argumentos son motivo de discusión
y análisis en los países democráticos. La discusión en Colombia en torno a la
justicia es bastante densa y conflictiva. En el País se hace necesario y prioritario la
discusión sobre los principios de justicia y los procedimientos legales
discursivamente fundamentados, desde los cuales habrá de cuestionarse el
ordenamiento jurídico y social existente y cuya selección garantice, primero la
necesidad racional de los mismos, segundo, su carácter moral y tercero una base
consensual que los legitime y simultáneamente, se constituya en un mecanismo y
en un criterio de argumentación.
Los principios de justicia en Colombia no están hechos para hacer virtuosas a las
personas sino para hacer virtuosas las instituciones, pues son ellas las que deben
regular los conflictos y mediar sobre los intereses de la sociedad, garantizando
además el sistema de cooperación social que la rige y la estructura general bien
ordenada que debe caracterizarla.
Una concepción de justicia social como la que requiere el País en los actuales
momentos de crisis, debería sustentarse y recaer en la sociedad civil, que es la que
debe vigilar el cabal cumplimiento de la misma por parte del estado. Toda
trasgresión estatal o de cualquier grupo que atenté contra esos mismos principios,
La democracia es hacer que los beneficios del poder nos lleguen a todos. Es fácil
especular sobre la democracia que construirla cada día. El mundo de la vida es el
espacio para la construcción de la democracia.
Los contenidos temáticos que presenta la unidad son reflejo de lo que pasa en el
País, lo que podríamos hacer para mejorar nuestra situación y el horizonte por
construir. Se pretenden generar espacios de diálogo, disertación, reflexión y
sentido crítico frente a los retos difíciles que afrontara el País en el próximo
milenio.
La fragmentación regional, los intereses locales y las luchas por el reparto del
poder a finales del siglo XIX, dieron lugar al surgimiento de los grandes caudillos
militares, que en Colombia se llamaban a sí mismos "Los Supremos". Eran jefes
endurecidos en las guerras de la independencia, propietarios de inmensos
latifundios, dueños y líderes de sus propios ejércitos particulares, que se
organizaban con los peones de sus haciendas y con los peones que aportaban los
grandes compadres del caudillo, sus favorecidos y socios en el manejo de la red
regional de poder. Las definiciones ideológicas, en nombre de las cuales se
organizaban guerras civiles que degeneraban en sangrientas carnicerías, no eran
tan importantes como parecían a primera vista. Un caudillo podía matar miles de
hombres en nombre del ideal liberal, pero en la siguiente guerra civil estaba
masacrando con igual frenesí, en nombre de la causa conservadora y de la Santa
Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana.
El asesinato político fue establecido por estos caudillos como una forma natural de
la lucha por el poder. Asesinado fue el Gran Mariscal de Ayacucho, Sucre, quien
debía suceder a Bolívar en 1830. Asesinado fue el general José María Córdoba,
estando indefenso y prisionero. Asesinados fueron, a lo largo de las guerras
civiles, innumerables caudillos liberales y conservadores, radicales e
independientes. A comienzos de este siglo, el gran caudillo liberal y masón, Rafael
Uribe Uribe, jefe de las huestes liberales en la Guerra de los Mil Días (1899 -
1902), no encontró la muerte en los campos de batalla sino en pleno centro de
Bogotá, al lado del Congreso Nacional, cuando dos asesinos a sueldo le
despedazaron la cabeza a hachazos.
En estos mismos momentos se están creando condiciones para una nueva oleada
colonizadora, ya que la violencia ha producido cerca de un millón de desplazados
que ejercen una enorme presión demográfica en regiones y provincias ya
debilitadas por violencias anteriores. Esto conducirá, sin duda, a fuertes
movimientos de migración interna y a nuevas conquistas de las inmensas fronteras
interiores del país.
En 1854 el general José María Melo dio un golpe de estado apoyado por los
artesanos y las Sociedades Democráticas, lo cual produjo un levantamiento general
de la oligarquía. El baño de sangre concluyó con fusilamientos en masa de
artesanos y el destierro de más de dos mil de ellos a las regiones inhóspitas del
Darién.
En el período 1859 - 1862 tuvimos otra guerra (mejor dicho, muchas guerras
provinciales entrelazadas en una sola gran conflagración) cuyo resultado fue el
triunfo del federalismo, afianzado a sangre y fuego en la terrible guerra de 1876 -
1877.
Los excesos del sistema federal condujeron a la reacción que se conoce con el
nombre de “Regeneración Nacional”, movimiento liberal - conservador que se
impuso en la guerra de 1884 y que implementó la Constitución de 1886, vigente
en Colombia hasta 1991.
En 1895 se libró una breve pero muy sangrienta guerra civil, que debe ser vista
como el preludio de la inmensa conflagración de 1899 - 1902 (Guerra de los Mil
Días).
Como se aprecia, ninguna región del País, puede quejarse de no haber tenido la
oportunidad de contribuir a la barbarie, a la cual todavía le brindamos culto. Así
pues, en lo que va de 1839, época de convulsión social en Pasto hasta 1880, año
de trastornos en el Cauca, Magdalena y Tolima, es decir, en cuarenta y un años de
vida republicana, tuvimos más de quince guerras civiles, sin incluir los conatos, las
escaramuzas, las asonadas y los paros cívicos.
La Guerra de los Mil Días abrió en el país una herida que no se ha cerrado. En ella
se aplicaron sistemáticamente los métodos de exterminio de pueblos enteros.
Durante tres años fue saqueado el campo colombiano, dejando agotados los
recursos naturales y humanos de la nación. La ocasión fue aprovechada por
nuestros amigos del Norte para darnos prueba de su amistad en el istmo de
Panamá. Las cañoneras norteamericanas impidieron a la flota colombiana
desembarcar en tierra panameña y la independencia de Panamá se consumó por
obra y gracia de la estúpida política de la oligarquía colombiana, unida a la felonía
yanqui.
comunistas chocaban a veces con las ligas campesinas de Gaitán, pero era
también frecuente que realizaran acciones conjuntas.
Comparando los siglos XIX y XX, y lo que se avizora en el próximo Milenio, lo único
que ha cambiado son las sofisticadas armas con las que nos seguimos matando
como salvajes, con pasión y furor trivial.
“Todos tenemos que morir tarde o temprano” dice el profesor Martínez que le dijo
Clemente en su fugaz encuentro y que de inmediato agregó: “morir temprano es
mejor. Se sufre menos”.
El profesor Tomás Eloy Martínez siguió por cartas, recados y otros medios, la
trayectoria de Clemente Mosquera, quien fue a la ciudad de Santa Marta, sobre el
mar Caribe y otros lugares de Colombia buscando al último tío que le quedaba
sobreviviente de las masacres que arrasaron con su familia. Estuvo también en
Montería, otra ciudad de la costa atlántica, después de una azarosa travesía en
una caravana de lanchones por el legendario río Sinú. “En tres días de
interminables jornadas comió dos bananas y tomó dos dedos de agua”.
El profesor Martínez dice que “al amanecer del cuarto día cuando los viajeros
avistaron a lo lejos las torres de la catedral, los atacó una avanzada de la
guerrilla”.
Las cartas que Clemente envió a la familia Mendoza un año después del asalto
nunca explicaron cuál fue el destino de los que iban con él. Con un lenguaje
escueto, laborioso, difícil de descifrar, Clemente sólo contó que los oficiales
atacantes le ofrecieron adiestrarlo en el uso de las armas y pagarle un salario
quincenal si se les unía. “Les dije que sí. Ya estoy en edad de ganar algún dinero,
escribió”.
Lo que ocurre es que han inventado unas guerras “buenas” y otras “malas”.
Guerras que han empezado “buenas” y se han vuelto “malas”. O la misma
guerra que para unos es “buena” y para otros “mala”. En todas ha existido
niños, unos han muerto y otros han sobrevivido (no se sabe qué es más trágico si
morir o sobrevivir). Son herederos de una guerra que a unos los atrapó niños y
los mató aún siendo niños. Otros empezaron niños y se han muerto de viejos en
el trasegar de esa lucha sin límites ni contemplaciones.
Adán y sobre todo Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del paraíso,
nuestro pecado es que anhelamos regresar a él.
Ahora sabemos que por una amarga experiencia de este abismo de la acción, con
sus guerras santas y sus orgías de fraternidad no es una característica exclusiva de
ciertas épocas del pasado o de civilizaciones atrasadas en el desarrollo científico y
técnico; que puede funcionar muy bien y desplegar todos sus efectos sin abolir
una gran capacidad de inventiva y una eficacia macabra. Sabemos que ningún
origen filosóficamente elevado o supuestamente divino, inmuniza a una doctrina
contra el riesgo de caer en la interpretación propia de la lógica paranoide que
afirma un discurso particular todos lo son como la designación misma de la
realidad y los otros como ceguera o mentira.
El atractivo terrible que poseen las formaciones colectivas que se embriagan con la
promesa de una comunidad humana no problemática, basada en una palabra
infalible, consiste en que suprimen la indecisión y la duda, la necesidad de pensar
por si mismo y otorgan a sus miembros una identidad exaltada por participación,
separan un interior bueno el grupo y un exterior amenazador. Así como se ahorra
sin duda la angustia, se distribuye mágicamente la ambivalencia en un amor por lo
propio y un odio por lo extraño y se produce la más grande simplificación de la
vida, la más espantosa facilidad. Y cuando digo aquí facilidad, no ignoro ni olvido
que precisamente este tipo de formaciones colectivas, se caracterizan por una
inaudita capacidad de entrega y sacrificios: que sus miembros aceptan y desean el
heroísmo, cuando no aspiran a la palma del martirio, facilidad, sin embargo por
Y cuando de este modo nos empeñamos en ejercer esa no reciprocidad lógica que
es siempre una doble falsificación, no sólo irrespetamos al otro, sino también a
nosotros mismos, puesto que nos negamos a pensar efectivamente el proceso que
estamos viviendo. La difícil tarea de aplicar un mismo método explicativo y crítico
a nuestra posición y a la opuesta no significa desde luego que consideremos
equivalentes las doctrinas, las metas y los intereses de las personas, los partidos,
las clases y las naciones en conflicto.
Dostoyewski nos enseño a mirar hasta donde van las tentaciones de tener una fácil
relación interhumana; van no sólo en el sentido de buscar el poder, ya que si no se
puede lograr una amistad respetuosa en una empresa común se produce lo que
Bahro llama intereses compensatorios: la búsqueda de amos, el deseo, de ser
vasallos, en anhelo de encontrar a alguien que nos libere de una vez por todas del
cuidado de que nuestra vida tenga un sentido.
Los principales problemas políticos y sociales por los que atraviesa el país,
precisando las causas de las diferentes violencias que se han dado desde 1948.
Aunque el conjunto de ensayos y conferencias contenidos en este libro no se
refieren exclusivamente a los problemas de violencia, la reflexión política que
subyace en su interior, intenta en lo fundamental darle una salida a esta crónica
incapacidad de diálogo para llegar a acuerdos con todas las fuerzas en disputa por
la vía de la democracia y los derechos humanos, o lo que es lo mismo, por la vía
política legal civilizada.
De aquí, Zuleta con la ayuda del gran filósofo alemán extrae un punto de vital
importancia para la Colombia de hoy. Una Constitución es más democrática
cuando más fácil y rápidamente se le puede cambiar. El problema no es lo que la
Constitución dice, lo que el sistema dice de si mismo, sino lo que hace, la forma
como los hombres viven allí donde existe esa constitución.
La constitución y las leyes son libros, la sociedad no. La violencia ha sido producto
en buena parte de un intenso proceso de desarrollo donde no ha existido la
democracia. Las grandes transformaciones ocurridas en el país, han significado la
configuración de una extraordinaria riqueza rodeada por un mar de miseria y
abandono. Más recientemente, las formas de acumulación de capital se
pervirtieron y la vieja ética burguesa fue sustituida velozmente por un ánimo de
enriquecimiento rápido que paso por encima de las libertades, los derechos, la
moral y el código penal.
La democracia implica que nadie posee una ciencia por medio de la cual se pueda
afirmar en el dominio de lo político, esto es lo verdadero o esto es lo falso. Si
hubiese tal ciencia, quien la poseyese, como pensaron por muchos años los
marxistas, podría y debería tomar el lugar del cuerpo político, es decir, ser un
soberano, ser un rey. Pero la democracia y la monarquía como se sabe tienen
malas relaciones y quien crea que son compatibles no está haciendo sino una
broma siniestra. Los marxistas han pensado que ellos son los que tienen la
verdad, porque ellos son los poseedores de la teoría marxista: para pensar en la
democracia hay que dejar de lado esas verdades teóricas que funcionan como
enormes bloques que se atraviesan en la ruta de lo desconocido.
Como sostiene Habermas, la tarea del futuro consiste en que se pueda garantizar
la mayor cantidad posible de igualdad jurídica con el fin de posibilitar al mismo
tiempo, la mayor cantidad posible de individualismo.
Prolegómenos
Las cifras del desplazamiento en Colombia, desde 1985 al 2000, muestran una
progresión alarmante. Según la ANUC y la ONU: la población estimada de
desplazados en los últimos quince años del siglo XX, es de 2.160.357 personas.
Las ONG’S, que trabajan en derechos Humanos en Colombia han planteado en sin
número de ocasiones que, el conjunto del estado no parece tener voluntad política
real de priorizar la prevención del desplazamiento, incorporar esta situación en la
agenda pública estatal y establecer una estrategia eficaz e integral de protección a
la población en riesgo. Consideran además, que el elevado perfil de esta
problemática podrá atacar la impunidad de la que gozan los responsables del
desplazamiento. Impunidad generalizada, ya que no existe hasta el momento un
solo enjuiciado, ni penal ni administrativamente, como autor del desplazamiento.
zonas en las cuales hay fuertes intereses comerciales tales como la zona bananera
del Urabá, las áreas de explotación de petróleo y la región de minas de oro y plata
en el nordeste antioqueño (Romero, 1993: 87).
Lo anterior indica que las causas inmediatas de los desplazamientos internos son la
violación de los derechos humanos políticos y civiles de las personas afectadas, la
falta de aplicación de las normas del derecho internacional humanitario y la
violencia generalizada. De acuerdo con la Consulta sobre Desplazamiento y
Refugio en la Región Andina realizada en Lima en 1993, estas causas se
manifiestan físicamente a través de asesinatos, masacres, desapariciones forzosas,
secuestros, torturas, bombardeos, destrucción de viviendas, detenciones ilegales,
allanamientos sin requisitos legales y abuso sexual de las mujeres (Vargas, 1994).
Las otras dos categorías, por el contrario, tienen un perfil más bajo dentro del
país, lo cual, a su vez, hace que las soluciones de corto y de largo plazo para estas
comunidades sean postergadas indefinidamente. En ambos casos, sin embargo, el
fenómeno es aceptado por la gran mayoría de colombianos como algo normal
dentro de la historia contemporánea del país, lo cual le imprime la característica de
ser un problema inoperante (Vargas, 1993: 116).
Otro tipo de categorías consultan la duración del fenómeno. De acuerdo con esta
perspectiva, hay tres grupos diferenciables: desplazamientos temporales
ocasionados por las acciones de los actores del conflicto armado; desplazamientos
definitivos en los cuales los campesinos no retornan y prefieren asentarse en
ciudades o en otros territorios y desplazamientos intermitentes en los cuales los
campesinos retornan y se desplazan nuevamente en varias oportunidades
(Romero, 1995: 251).
definitiva del problema, pues resulta evidente que tal posibilidad se identifica
claramente con la solución del conflicto interno, es decir, con la política de paz.
Por otra parte, si se quieren diseñar soluciones de mediano y largo plazo para los
desplazados, nos estaremos moviendo nuevamente en un marco más amplio que
es el de las políticas sociales del Estado, ya que las necesidades del desplazado en
poco difieren de las que tiene la totalidad de la población marginada del País.
Estas actividades del Estado se dirigen a los desplazados que han sido definidos en
los términos de la Declaración de Cartagena de 1984 y las Convenciones de
Ginebra de 1951 y 1967; dicha actividad se enmarca en una serie de principios
aceptados por el derecho internacional de la movilidad humana tales como el
derecho al retorno, a la ayuda humanitaria, a la unificación familiar, etc.
Por el decreto 489 de 1999 la red de solidaridad social asumió la coordinación del
(Snaipd). En el mismo año se constituyó el grupo temático de desplazamiento
(GTD), con nueve agencias de Naciones Unidas. La Cruz Roja Internacional, otros
organismos y ONG participan como observadores.
La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados
(Acnur), sostiene que la red de solidaridad no ha cumplido a cabalidad con los
propósitos establecidos. Señala además, las limitaciones de las que adolece la
política estatal. Se le ha planteado al gobierno la urgente necesidad de que se
apruebe el plan Nacional de atención al desplazamiento forzoso, listo para sanción
presidencial desde 2001.
La actividad del Sistema estará orientada por un Plan Nacional, diseñado con base
en una Red Nacional de Información que intenta solucionar el problema de la
disponibilidad de datos confiables sobre el fenómeno del desplazamiento.
Fase 3: Retorno. Se trata de crear una serie de condiciones que permitan que los
desplazados inicien una vida en un lugar nuevo o regresen en condiciones de
seguridad al lugar de partida. Para facilitar la implementación de esta fase, se
hacen recomendaciones para la repatriación de refugiados que son de gran utilidad
Estas dos características impiden una réplica exacta en Colombia de los programas
ejecutados en América Central. Sin embargo, no debe desecharse lo hecho a
través del Programa de Desarrollo para Desplazados, Refugiados y Repatriados
(PRODERE) para la solución del problema de desplazados (Deng, 1994: 35), se
logren objetivos claros de viable realización.
Tal vez el obstáculo más importante que enfrenta la política de apoyo a los
desplazados se presente en las localidades donde se desarrolla el conflicto armado.
Solución de Problemas
Tomando como fundamento las políticas institucionales para la atención de los
desplazados en Colombia, realizar una propuesta alternativa que permita el
reintegro a sus lugares de origen en condiciones dignas y con garantías sociales a
largo plazo a la población desplazada.
Repaso Significativo
• De manera individual o en CIPAS, elaborar un cuadro sinóptico donde se
recojan los elementos más significativos de los núcleos temáticos de esta
unidad y que usted considere más relevantes.
• Elaborar un mapa conceptual de los elementos históricos de la violencia y las
características del desplazamiento en Colombia.
Autoevaluación
Bibliografía Sugerida
AGUILAR, Juan Francisco. Construcción de cultura democrática. IDEP Innove.
2000.
Horizontes
• Analizar la posición de la Comunidad Internacional frente al conflicto
colombiano, identificando elementos que permitan una mayor comprensión del
conflicto armado en Colombia.
• Identificar los elementos del conflicto que ayuden a generar una pedagogía de
la negociación cultural y regulación del conflicto.
• Analizar la diferencia como elemento de no exclusión, sino como, elemento de
enriquecimiento de la convivencia con el otro.
• Interpretar la diferencia como oportunidad para generar desarrollo personal y
familiar.
• Identificar los sentimientos connaturales al conflicto buscando una mejor
comprensión y manejo de los mismos.
Metodología
En esta segunda unidad el alumno maestro deberá apropiarse de los elementos
teórico prácticos sobre el conflicto y mecanismos de resolución de los mismos
planteados desde el hecho educativo como estrategia pedagógica y social que
coadyuven a plantear salidas democráticas.
Proceso de Información
2.1 PREMISAS
Se conocen dos tendencias sobre el conflicto bien definidas; una que hace
referencia a las visiones positivas del conflicto, es decir, aquellas que consideran
que las disputas sociales son el motor para la dinamización de las sociedades pues
optimizan las estructuras de convivencia social. La otra, las versiones negativas
para las cuales el conflicto es perturbador de la vida social y debe ser controlado o
reprimido.
monismo jurídico que intenta proteger una visión hegemónica de la cultura política,
pues el pluralismo es una forma de aceptar otras cosmovisiones en el seno de la
sociedad, debe estipular un andamiaje institucional fuerte que sea capaz de hacer
frente a los vicios heredados tras décadas de debilidad estatal y debe incentivar
una visión positiva del conflicto y crear formas eficaces para transformarlo
positivamente pues el conflicto es un hecho permanente que surge de las propias
luchas sociales. En segunda medida, debe procurar un marco amplio que permita
múltiples formas de resolución. Y por último, debe apuntar practicas culturales
que permitan vivenciar el proceso democrático; este aspecto señala el verdadero
aporte que la educación realiza a la construcción de un orden democrático,
centrado en el respeto a la dignidad Humana, la justicia social y la moral pública.
Decir que el conflicto interno que sufre Colombia es el más antiguo de América y
uno de los más viejos del mundo, es descubrir el Mediterráneo; también lo es,
afirmar que se trata de una confrontación que hunde sus raíces en la alborada
republicana, encadenada en una sucesión infinita de guerras hasta llegar a
nuestros días, que en los últimos cuatro decenios ha adquirido una dimensión
altamente compleja, difícil de entender y por ello de superar.
Sin embargo, hay que decirlo porque no obstante, a pesar de ser un conflicto
centenario, durante mucho tiempo permaneció en un mar de olvido, inclusive en
Colombia. Se trata de una guerra que por años pasó inadvertida para las elites
gobernantes y los sectores urbanos nacionales, y que no se sabe exactamente
cuándo empezó, como lo plantea Antonio Caballero. Hasta hace poco, para las
franjas urbanas, en especial de las capas altas y medias de la población, el
conflicto fue algo alejado de su realidad, vivido “en la montañas de Colombia”, y
por cuenta de los avances tecnológicos, sentían más cerca otras refriegas bélicas.
Avendaño, clamaba en la década del 50, que lo importante no era la paz sino la
victoria, y ahora, en las primeras horas del siglo XXI un pre candidato presidencial
nos ofrece la fórmula mágica de un millón de milicianos y no la de las reformas.
Las anteriores razones y otras que omito por cuestiones de espacio, hicieron que el
conflicto estuviese en el olvido internacional, pero su atipicidad también contribuyó
a la incomprensión por parte de los gobiernos y de la opinión pública mundial. El
caso colombiano tiene una naturaleza singular frente a la treintena de conflictos
armados del planeta. No es una guerra de liberación nacional como fue la de
Argelia contra Francia; Colombia no es un país ocupado; así el vocablo liberación lo
usen algunas organizaciones rebeldes no hay a quien expulsar. Tampoco es una
guerra separatista como la que se libra en Chechenia.
Una de las tesis que quiero sostener es la de que por tratarse de un conflicto
prolongado, éste ha sufrido la influencia de los cambios internacionales.
Ciertamente, los expertos nos han enseñado que un conflicto no es una situación
estática e inmutable, sino un proceso dinámico. Se trata de una confrontación
Para Estados Unidos, por ejemplo, contienen más importancia bilateral, México,
Cuba y Brasil, lo cual es explicable. Con el pueblo Azteca tiene una inmensa
frontera, un tratado de libre comercio y un tránsito de un millón de personas al
día. Cuba, por su parte mantiene su connotación geopolítica, a pesar de la
disolución de la Unión Soviética, y gracias a que el exilio cubano ha adquirido
poder, económico y político, la Isla se mantiene dentro de la agenda
norteamericana; Brasil por ser el país sudamericano más importante desde el
punto de vista económico, y por su propio tamaño que lo hace una pieza
prominente dentro del contexto hemisférico.
No quiero decir que Colombia carezca de importancia comercial para España, sino
que dentro del memorándum de la Península, ocupa lugares secundarios, como
quedó patente con el anuncio de España de suscribir acuerdos prioritarios con
Marruecos, Ecuador y Polonia para regular la migración, pese a que Colombia es
una población extranjera importante. Es posible que el aumento de consumo de
drogas en Europa y el creciente flujo migratorio, modifiquen el peso de Colombia
ante la Unión Europea.
Pero la Guerra Fría produjo más consecuencias. El establecimiento creyó que las
guerrillas no tenían opción diferente a la claudicación. Así, el gobierno de Cesar
Gaviria (1990 - 1994) decretó la guerra integral tras el fracaso de las
negociaciones en México y Venezuela, el poder civil asumió el control y los
militares comenzaron a sentirse fiscalizados, una de las causas para que se haya
fortalecido el paramilitarismo, las guerrillas perdieron contacto internacional, se
pertrecharon en el plano nacional en busca de financiación, comenzaron a golpear
clases de medio y bajo ingreso, incurrieron en excesos e iniciaron una fase de
degradación que les ha reportado perdida de sintonía con las clases populares.
Ahora bien, el olvido felizmente ha terminado. Sin duda las gestiones adelantadas
en la etapa final de la administración Samper, por ejemplo el pre acuerdo firmado
con el Ejercito de Liberación Nacional, ELN, en el Palacio de Viana en Madrid y los
encuentros de Maguncia en Alemania, el proceso iniciado por la administración
Pastrana con las FARC, y también con el ELN, los contactos emprendidos por la
insurgencia en el exterior, las múltiples iniciativas de la sociedad civil, (tan
acusada de insensibilidad e inmovilismo) y las labores de diplomacia ciudadana
realizadas por miles de colombianos y colombianas, así como seminarios y
jornadas de la naturaleza del que hoy nos encontramos y el realizado por AESCO
en 1997 en Alcorcón, el encuentro del Hotel Tryp en Madrid o la Conferencia de
Costa Rica en San José, han conseguido estimular el interés de gobiernos, ONG,
universidades, y organismos multilaterales.
Sin embargo, es necesario advertir que la reciente notoriedad de la crisis
colombiana es consecuencia también de tres hechos:
Pero que el olvido haya cesado no significa que exista mejor comprensión por
parte de las élites nacionales, los gobiernos extranjeros y las agencias
multilaterales. Una muestra es el Plan Colombia, en cuyo substrato encontramos
la siguiente hipótesis de trabajo: el conflicto se mantiene porque las guerrillas son
renuentes a negociar debido a su fortaleza militar, un poderío derivado del dinero
que suministra el narcotráfico. A su vez, éste goza de impunidad porque el Estado
no puede ejercer control sobre todo el territorio, entre otras razones, por la
existencia de las guerrillas. Si se quiere forzar una negociación, hay que acabar
con las fuentes de financiación, es decir, el narcotráfico. Aquí confluyen el interés
nacional y el interés de la primera potencia. Si la comunidad internacional quiere
mayor colaboración del gobierno colombiano en la lucha contra las drogas, tiene
que implicarse en fortalecer el aparato militar y presionar a la guerrilla a que
negocie.
interferida por este factor y le provee de una característica singular, pero es una
extravagancia hacer de la erradicación un presupuesto de la paz, menos sí la
solución se funda en premisas represivas y prohibicionistas, como el modelo
antidrogas norteamericano.
El senador demócrata por Minnesota, Paul Wellstone, en el New York Times, hizo
fuertes juicios al Plan, dijo que la ayuda norteamericana asigna aproximadamente
un 75% de los recursos a las fuerzas de seguridad del Estado, pero que la
institución militar estaba en crisis aún cuando haya tomado algunas medidas en
También los vecinos han mostrado preocupación por los efectos del Plan Colombia
dentro de sus fronteras. El presidente Chávez, ha sido el más reiterativo. En una
alocución ante la Asamblea Nacional de Venezuela, expresó su deseo de que el
nuevo gobierno norteamericano revisara el Plan. Indicó que éste aumentará la
violencia y extenderá el conflicto. También desde Ecuador, Panamá, Perú y Brasil
han señalado los peligros que entraña el Plan Colombia; éstas criticas han sido
compartidos por algunos países de la UE, aunque con matizaciones diferentes, y
por la UE misma. En Madrid, paralelamente a la realización de la cumbre del
Grupo de Apoyo al Proceso de Paz, el 7 de julio de 2000, se realizó una reunión a
la cual asistieron un centenar de organizaciones colombianas, norteamericanas y
europeas e hicieron observaciones al Plan. En la conferencia de Costa Rica
celebrada el año pasado se reiteraron estos reproches.
resultaba muy difícil aceptar el componente militar y que éste iba a producir mayor
cantidad de desplazados en el sur del país, como en efecto ha sucedido.
Pero, como dijimos al comienzo, los conflictos no son estáticos y aunque los
factores nacionales han contribuido, y mucho, a que la situación haya alcanzado la
deforme fisonomía actual, es pertinente advertir que en su evolución, en especial
en su última fase, han influido contingencias de naturaleza transnacional y
fenómenos proveniente de la globalización económica. Esta supone inobjetables
ventajas, pero también inmensas desventajas para el País y la región Andina.
Algunas voces atribuyen al conflicto la crisis del país, la más profunda de los
últimos setenta años, los altos niveles de paro, la fuga de capitales, el cierre de
empresas, el éxodo de ciudadanos, sin tener en cuenta que Colombia, al igual que
muchos otros países, sufre los impactos negativos de la globalización que pone en
jaque su aparato productivo. “El 20% más rico de la población mundial ganaba 30
veces más que el 20% más pobre en 1960. En 1990 la proporción era de 60 a 1, y
en 1997 la diferencia era de 74 a 1, según el PNUD. En 1820 la proporción era de
3 a 1, de 7 a 1 en 1870, de 11 a 1 en 1913, y de 74 a 1 en 1997, es decir, las
Lo anterior para decir, en suma, dos cosas. La primera, que el conflicto y la crisis
deben ser estudiadas desde perspectivas internas, pero también externas; más
aún, las segundas pueden ser tan importantes como las primeras, en la medida en
que contienen mayor complejidad y demandan un conjunto de voluntades políticas
superiores al Estado y a la Sociedad colombianas. Y la segunda, que el conflicto
ha llegado a un punto que su terminación depende no sólo de la voluntad de las
partes ni de la capacidad militar del Estado, sino de la adecuada coordinación de
recursos y voluntades nacionales e internacionales.
Las armas entran a Colombia por Panamá, por Brasil, por Perú, por Ecuador y
Venezuela, y concurren a incrementar el conflicto armado. Vienen procedentes de
lugares remotos, Jordania, Rusia, China, Bulgaria, Corea del Norte, Rumania y
otros estados de Europa Oriental, también de Centroamérica y de algunos países
vecinos, pero ¡oh! sorpresa, buena parte del armamento es de fabricación
norteamericana e israelí. ¿Puede Colombia enfrentarse a estas redes, sin un fuerte
y decidido apoyo de la comunidad internacional?. Los gobiernos deberían ser más
estrictos en el control a la fabricación y a la venta de armamento, es claro que sin
su negligencia y en muchos casos sin su complicidad, los traficantes de armas no
podrían operar de la forma en que lo hacen.
Esto conecta con otra situación, la quiebra de la agricultura. En los últimos diez
años, se redujo sensiblemente el área sembrada. Nos hemos convertido en un
país importador de alimentos. Seamos sinceros. Los campesinos cultivan coca y
amapola debido a la ruina agrícola, y recordemos que, no obstante la veloz
urbanización experimentada por el país en el último cuarto de siglo, el campo
todavía alberga 15 millones de personas, es decir el 38% de la población; el 72%
viven en la pobreza y no reciben casi ningún beneficio del Estado. Los llamados
cultivos ilícitos ofrecen a los productores ingresos sin comparación con los cultivos
legales. Crisis agropecuaria y cultivos ilícitos están relacionados.
Hace años la paz de Colombia estaba casi en sus propias manos, vergonzosamente
no supimos alcanzarla, hoy depende mucho de las manos del mundo, confiamos
en que así sea entendido.
Las respuestas que seguramente tendrán coincidencias, son las que no quieren
entender quienes manejan el poder del Estado, llámese Congreso, Gobierno,
gremios y estamentos de la alta sociedad.
Dentro del mismo campo, la constitución del 91, no fue concreta y específica.
Dejó muchas cosas al garete, a la interpretación caprichosa de las cortes que sólo
optan fallos amañados o manejados políticamente, según el gobierno de turno.
Tampoco cambió el enrarecido ambiente politiquero con que se han manejado las
elecciones a todos los niveles, hasta el punto que pese a los esfuerzos de nuevos
movimientos, nuevos personajes o nuevos aspirantes, el Congreso, las asambleas
y los consejos siguen siendo ocupados por los mismos y con las mismas ideas:
Y que decir del aspecto social. El país va de para atrás. Nuestros dirigentes, sin
excepción alguna tienen una concepción al revés de lo que debe ser la función
social del Estado. Hoy el país está más pobre, más atrasado tecnológicamente,
educativamente avanza a “paso de tortuga” respecto a otras naciones del mismo
nivel, hasta el punto de ubicarse en los penúltimos puestos de categorización en la
lupa que las Naciones Unidas o sus organizaciones cualifican a los Estados.
Aparte de ello, no hay trabajo, las oportunidades laborales son muy escasas. Aquí
ya no importa si el colombiano es analfabeta o profesional universitario. No hay
trabajo para ninguno de los niveles, lo que ha llevado a que miles de colombianos
capacitados, cerca de dos millones hayan emigrado en los últimos años en busca
de nuevas oportunidades para poder ver por las familias que se quedan viviendo la
horrible noche.
Otro producto de ese pacto fue el surgimiento de las guerrillas en los años 60,
hijas de la exclusión pero también excluyentes entre unas y otras. Exclusión que
contagió a la sociedad, a los individuos y hasta su cotidianidad.
Y cuando el Estado supo que los rebeldes eran una realidad más en el país, dio
prioridad a la vía militar para extinguirlos y así hasta el final de siglo y el comienzo
del siguiente. Colombia dividida entre buenos y malos, y en la mejor formación
católica, siempre fue necesario un enemigo, un Satanás, o un Tribunal de la Santa
Inquisición para castigar los delitos políticos y sociales. A alguien había que
acabar, desaparecer, destruir.
En los 80 por fin se inició un proceso de diálogo con la guerrilla, pero el asesinato
de quienes firmaron y el incumplimiento de los acuerdos arrastra hasta hoy la
desconfianza. Y los paramilitares que nacieron y crecieron con el amparo y apoyo
del ejército, constituyen hoy una guerrilla de derecha alimentada por desertores de
las filas insurgentes o de algunos de los que abandonaron las armas.
En medio de todo este caos, se halla inmerso el narcotráfico que corrompe y llega
hasta los más recónditos lugares de la geografía y de las conciencias.
La zanahoria para los campesinos cocaleros será el Plan de Desarrollo y Paz del
Putumayo. El garrote para los cuatros frentes guerrilleros y dos de autodefensa
que operan en la zona quedará en manos del Batallón Antinarcóticos del Ejército y
la Policía Antinarcóticos. El batallón fue creado, entrenado y dotado durante 12
meses por el escuadrón de los Green Berets estadounidenses (que se hicieron
famosos durante la guerra del Vietnam) como un cuerpo de élite para la lucha
contra el narcotráfico. La Policía no se quedó atrás. La responsabilidad de 3.000
hombres y el programa de fumigación recaerá en dos pesos pesados: el general
Ismael Trujillo, cerebro de la Operación Milenio, y el coronel Carlos Barragán,
oficial que logró la captura de los hermanos Rodríguez Orejuela. La guerra puede
ahondarse si no hay alternativas.
En el campo de batalla se encontrarán con 1.800 guerrilleros del Bloque Sur de las
Farc, la unidad más combativa y táctica de ésta organización.
Mientras las autoridades armadas y los actores en conflicto se preparan para una
guerra sin cuartel los campesinos se rebuscan la manera de sobrevivir. La
economía del Putumayo depende en gran medida del negocio del narcotráfico. En
una escuela de una vereda del valle del Guamuez, por ejemplo, los alumnos
cultivaban una hectárea de coca en un solar vecino y con el dinero que obtenían
compraban todos los útiles que necesitaban. En esta zona del país la coca
reemplaza el comercio de productos lícitos. Entre 1996 y 1998, según la
Contraloría Departamental, bajó de 69.000 a 39.000 metros cúbicos la explotación
maderera. En Puerto Asís, de acuerdo con la misma entidad, entre “1993 y 1995
se movilizaron entre 48 y 66 toneladas anuales de pescado, a partir de 1996 la
movilización no ha superado las 40 toneladas”.
contaba que antes se ganaba entre cuatro y cinco millones de pesos transportando
pasta de coca, hoy consigue la mitad o menos. Hace seis meses las Farc
decidieron sacar del camino a los intermediarios que compraban la droga y
encargarse ellas mismas de la compra y venta de la mercancía. En estos
momentos, y en ello coinciden las versiones de los campesinos en el área y de la
Policía Antinarcóticos, la guerrilla tiene almacenados por lo menos 2.000 kilos de
coca. Eso agrava la situación. El investigador exiliado tiene su propia teoría al
respecto frente a este tema: “la coca ya no es un producto rentable. Los
campesinos sienten que trabajan para la guerrilla y que lo que ganan no alcanza
para la comida, los venenos y los jornaleros”.
Los aportes del autor recaen en la compleja realidad polifónica Colombiana, donde
intenta una reflexión desde lo educativo para desentrañar herramientas de cambio
frente al conflicto en todas sus manifestaciones.
Lorenzo Zancanaro.
En un país como el nuestro, asignado por múltiples conflictos que han encontrado
en su resolución violenta y armada la forma de ser procesados, surgen múltiples
miradas que intentan explicar el conflicto analizándolo desde las más diversas
esferas: tanto desde lo personal como una consecuencia de la sicología de los
individuos como desde su manifestación social, reconociéndolo a través de los
resultados de su regulación violenta.
Esta homogeneización aparece con más fuerza en el merado con el señuelo de ser
una expresión o convergencia de lo diferente construida desde el libre juego de
individualidades e intenta ocultar el conflicto que significa aceptar lo diferente
como una manera de ser desigual. Se evidencian aquí las amarras que tiene la
globalización con la cultura blanca y con la dominación de poderosos sectores
económicos y políticos, lugares en los que surgen las únicas lecturas posibles de la
realidad, (pensamiento único) las mismas que Occidente ha construido como su
verdad - poder y como su saber - poder fruto del nuevo lugar del conocimiento en
la sociedad globalizada. Esa expresión de lo diferente se cruza con aquello que
silencia, aparece:
Para ello, es necesario encontrar los mecanismos que hacen visible la manera
como estas miradas unipolares, al negar y excluir lo otro, han construido su poder
y han producido un discurso de la diferencia que al no tener en cuenta el poder
que excluye lo ha convertido en pluralismo, como forma de evadir las
responsabilidades en la construcción de la desigualdad.
Pero ir más allá de la mirada liberal del pluralismo, requiere plantearse con
urgencia un multiculturalismo crítico que, fundado en la diferencia, pueda señalar
las desigualdades que se construyen allí y el camino para estructurar posibilidades
políticas que asuman como parte de su proyecto la reconstrucción de la sociedad.
Es así como este multiculturalismo que se ha impuesto como tarea hacer explotar
el poder existente al interior del mundo unipolar para que emerjan múltiples
Una de las preguntas centrales tiene que ver con la mejor forma de romper con la
institucionalidad de la igualdad formal, la cual a su vez construye identidades
formales y nos subsume en una unidad construida desde la forma liberal de la
política naturalizando las diferencias y por esa vía las desigualdades.
• La posibilidad de producir “mi versión”. Es decir, el lugar desde el cual yo, con
mi huella, produzco mi texto, surgido desde mi praxis y me abro a la búsqueda
de la intertextualidad (de instituciones, personas, y grupos humanos).
• El reconocimiento de lo “otro” que está hecho de mil maneras por las huellas
que lo constituye. En ese sentido se acepta que el encuentro para construcción
de proyectos comunes tiene mil senderos.
• Campo de experimentación, es decir, no como límite, barrera, sino como
exigencia para construir los puentes mediante los cuales surge lo común a
partir de la conjunción entre lo necesario y lo imposible.
• Incertidumbre, pues el reconocimiento de lo otro (la otredad) nos coloca
frente a la necesidad de perder la certeza y entrar en el camino de verlo como
lo que complementa, lo que construye más totalmente (en teorías, en
instituciones, en personalidad) y nos empuja a reconocer la complejidad de la
construcción y lo relativo de nuestra posición.
• Nos situamos frente a una construcción de lo colectivo desde múltiples lugares,
que ubica la diferencia como elemento central que nos constituye como seres
sociales con responsabilidades colectivas que son necesarias de re - construirse
en el ejercicio también de la de (s) construcción. La diferencia y el conflicto,
en mi concepto, conducen a profundizar la agenda de cambios para construir
de otra manera la vida cotidiana, todo lo cual exige un trabajo de
reconstrucción.
han hecho que en nuestra vida cotidiana nos comportemos ambiguamente (no
siendo lo claros que decimos ser) y que miremos el conflicto como causante de
problemas y no propiciador de transformaciones individuales y sociales.
• La verdad como esencia. Una larga tradición que se ha desplazado desde las
imágenes de lo divino hacia el campo de la política y en los últimos tiempos ha
impregnado el mundo de lo científico. Ha ido moviéndose en un proceso de
verdades absolutas donde no es posible sino establecer dos campos: verdad y
falsedad. Esta mirada, cuestionada hoy en día desde diferentes concepciones
de la ciencia debido a la entrada de los procesos complejos del caos, del azar,
de los construccionismos, de los sistemas abiertos, etc., nos muestra una
realidad científica, social y cultural constituida desde múltiples lugares,
entregándonos una verdad más rica en construcción y en expansión. Esto no
significa la negación de los elementos constituidos anteriormente, pero sí su
relativización.
• El ascenso social y cultural como meta de vida. Una idea del desarrollo y el
subdesarrollo fundamentado en la posesión de bienes materiales nos ha llevado
a ansiar tener siempre más de lo que se tiene y llegar a los niveles de quienes
sentimos “están por encima de nosotros”, produciéndose una distorsión del
sentido de la vida, a la vez que invisibiliza a quienes están “por debajo de
nosotros”. Pero si todos alcanzamos el ascenso social, si logramos el “ideal”
de vivir y tener los niveles de vida de los países del norte, el planeta colapsaría
como consecuencia de seguir este modelo de desarrollo no sustentable.
Estos ocho aspectos han permeado nuestra cultura de tal manera que han logrado
construir un imaginario social del cual somos portadores, todo aquél que se ubique
en una interpretación diferente a la nuestra queda en el terreno de las posibles
exclusiones. Y si nuestra mirada ha sido sancionada por el poder o en esta nueva
época de conocimiento por el poder - saber, lograremos colocar a nuestro servicio
toda la parafernalia de éste para producir exclusiones. Pero éste no es sólo un
poder a nivel macro, se ha convertido también en la forma de construir relaciones
en el mundo cotidiano de todas las personas. Por lo anterior todo lo diferente es
mirado sospechosamente y por la vía del mal manejo del conflicto termina
convertido en opositor o enemigo.
El conflicto nos recuerda que somos seres en permanente lucha contra adversarios
internos, externos, y en ocasiones virtuales, a los cuales hemos constituido para
enfrentar la dureza de nuestra condición, es decir, de esta manera vamos
adquiriendo la certeza de que ser humano es fundamentalmente conocer el
conflicto.
Una vez que conocemos la experiencia del conflicto nos queda la certeza de que
siempre está ahí, agazapado para presentarse a la menor oportunidad. Parece
que hubiéramos nacido para él y es allí donde reconocemos la raíz del conflicto:
en los más variados escenarios de mi ser en el mundo y que reconozco también
Esas formas sociales, con las cuales busco satisfactores para mis intereses y
necesidades, construyen una tensión que en algunos casos conduce a una
confrontación entre lo que nosotros queremos ser y la manera como queremos
enrutar nuestra vida según las exigencias de la sociedad.
Por eso, cuando el conflicto aparece nos está indicando que a pesar de la aparente
autosuficiencia no tenemos un control total sobre nuestras vidas ni sobre los
procesos que agenciamos en ellas; en este momento aparece una fuerte paradoja
quedarnos en donde estamos o saber que sí lo enfrentamos emprenderemos un
camino más allá de nuestros límites actuales. Esto significa reconocernos a
nosotros mismos como seres incompletos en permanente crecimiento; el conflicto
Encontramos que el conflicto hace referencia al hecho de que algo importante está
pasando en nuestras vidas y que prestarle atención es tener la capacidad de
revisar la esfera del yo, que ha decidido entrar en movimiento hacia lo nuevo. Por
eso, el conflicto siempre va a estar hablando de los claroscuros que hay en nuestra
existencia.
Es difícil admitir que tenemos una zona oscura y para nosotros educados en la
cultura de la verdad reconocer que el conflicto introduce una forma ambigua que
nos saca de nuestras certezas y significa de alguna manera abrirnos a la dualidad y
aceptar la incertidumbre como condición del crecimiento.
Por lo anterior el conflicto aparece como un entramado a través del cual emerge el
yo real y su contradicción para organizar individualización y socialización. En ese
sentido, el conflicto no es la transformación misma que se opera en mí, pero va a
ser la plataforma que constituya la base de las transformaciones que yo debo
emprender.
Por eso, superado el conflicto podemos, mirando hacia atrás, reconocer su cuota
de dolor como parte de nuestra construcción y de nuestra cimentación; sin
embargo, cuando se avizora un nuevo conflicto se nos está avisando que somos
complejidad no controlada totalmente, pero que será posible ser de otra manera,
es decir, inaugura la utopía desde la individuación. El conflicto al fortalecer “el
aprender a saber que seremos de otra manera” se convierte en instrumento
principal de crecimiento y de nuestro esfuerzo como humanos por ser cada vez
más fieles a nosotros mismos. Por todo lo anterior, no queda sino reconocer que
es una situación permanente en nuestras vidas.
En ese sentido, podemos afirmar que el conflicto es un sistema complejo que debe
aprender a descubrirse. No es el impase que emerge en nuestra vida como
problema, tampoco es el simple suceso a través del cual se manifiestan: el miedo,
la desconfianza, la enemistad, o el odio: éstos son elementos que lo alimentan y
hacen parte de su dinámica, pero no son el conflicto mismo, ya que estas
manifestaciones son simplemente la muestra de que él esta escapando por
nuestras grietas.
Una de las razones por las cuales nos negamos a dar trámite al conflicto y casi
siempre esperamos que estalle o haga crisis, es la poca formación que tenemos
para enfrentar su parte dolorosa. El sufrimiento y el dolor (en su versión física y
desmaterializada) están en la raíz del conflicto, así como en el símil del terremoto,
el problema es sólo la manifestación de algo mucho más profundo, los
sentimientos que nos provoca el conflicto son como las grietas por donde se
asoma nuestra epidermis humana y en la misma toma forma en la agresividad, el
Las personas o grupos que hacen parte del conflicto construyen un estado afectivo
mediante el cual se interpreta la situación. Por ello, entender las emociones y
sentimientos se presenta como una oportunidad para entenderse a sí mismo y los
demás, en cuanto nos da la clave de la unidad entre pensar y sentir y me permite
salir de mi conocimiento racional y hacer aprendizajes de otras formas de conocer.
Por ello, el confrontar supone hacer presente la frontera del mundo exterior; es
tomar la decisión de que no acallaremos nuestros intereses en conflicto, ni
nuestras necesidades insatisfechas y enfrentaremos su regulación, negociación o
tratamiento; pasan por su visibilización y esto significa aceptar que el conflicto, a
través de nuestra mirada o de la de los actores con los cuales interlocuto va a
poner de presente, a través de lo diferente, lo que no queremos oír pero
necesitamos saber.
El reconocer que hay otra mirada diferente a la nuestra nos empuja a mirar un
mundo que es complejo y exige de nuestra autorregulación. Al optar por trabajar
educativamente el conflicto se abandonan los preparativos de la venganza.
Hemos hecho un viaje por el problema, por los sentimientos, por nuestras
necesidades, por nuestros intereses y a través de todo ello llegamos al conflicto,
descubriendo su epicentro y el cruce donde se produce. Todo este tiempo hemos
reconocido procesos no lineales, no tan claros, que en ocasiones nos conducen a
laberintos sin salida, pero en cada paso hemos tenido que discernir entre
diferentes opciones y alternativas en el ámbito de mi reflexión cuando el conflicto
se halla en la esfera de lo personal o de la discusión cuando se halla en la esfera
de lo grupal o social.
Por sus múltiples vericuetos y dificultades, el conflicto nos hace capaces de elegir,
sin dominar a los demás, con un sentido de construcción colectiva no permitiendo
que se nos arrastre a situaciones límite.
El conflicto también nos enseña que el poder como forma de exclusión se apodera
de las diferencias como expresión de riqueza y construye desde ellas
discriminaciones y segregaciones que estructuran un mundo injusto y desigual, en
donde el sistema jerárquico se alimenta de esos micro - poderes en la esfera de lo
local y lo personal.
El conflicto nos permite aprender que somos construcción permanente y que cada
día podemos ser otros nuevos, constructores de un mundo nuevo. El conflicto es,
de hecho, una nueva forma de utopía, la certeza de poder ser distinto si lo proceso
educativamente, es decir ser “otro” sin miedo. El conflicto nos muestra
complejidad y se convierte en el principal instrumento de nuestro crecimiento.
Ni a los lestrigones
ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón
encontrarás, si no les llevas dentro
de tu alma, si no los yergue
tú alma ante ti.
Los siguientes apartes, hacen relación a los conflictos desde el punto de vista
institucional y legal, contemplados en la legislación Nacional. Es importante
presentar al estudiante los referentes teóricos y mecanismo de resolución de
conflictos, con actividades y ejemplos significativos que puedan ser adoptados en
el sistema educativo Colombiano.
Cuando hay una tercera persona que participa, entonces las salidas del conflicto
varían según la manera como puede operar esa tercera persona encargada de
mediar el conflicto entre los particulares, recurriendo a grados diversos de fuerza,
institucionalización y argumentación. En efecto, esa tercera persona puede actuar
de maneras muy diversas:
De otro lado, por el contrario, esta tercera persona no puede carecer de todo
poder coactivo, no hacer parte del aparato estatal y su función ser simplemente la
de acercar a las partes a fin de que éstas lleguen a una solución de consenso.
Pero si las partes no quieren conciliar, entonces esta tercera persona no puede
forzarlas a hacer nada: es el particular conciliador o conciliadora o amigable
componedor o componedora.
O puede ser que esta tercera persona nombrada por las partes tenga únicamente
como función dar su criterio ético o técnico sobre la solución adecuada al conflicto:
eso es lo que algunos denominan el experto o experta independientes que emiten
un concepto no vinculante.
Finalmente, podemos encontrar terceros que poseen cierto poder coactivo pero
que no hacen parte de la burocracia estatal y deciden conforme no al derecho
positivo sino al derecho no oficial: son las llamadas autoridades tradicionales.
Ahora bien, a esas salidas a los conflictos, el Estado colombiano les ha dado forma
institucional pues tenemos jueces, conciliadores, árbitros y en ciertas zonas,
autoridades tradicionales. Además, aunque no nos lo digan, siempre podemos
negociar cooperativamente para solucionar nuestros conflictos. Y finalmente, se
está pensando seriamente en poner en marcha los llamados jueces de paz. Por
eso, una vez sistematizadas esas vías formales de salida a los conflictos, la
coordinación procederá a efectuar una reflexión general sobre lo que podríamos
llamar la oferta institucional para la solución de los conflictos, esto es, la relación
del estado y la administración de justicia con los conflictos ciudadanos.
Una esperanza, porque el Estado moderno pretende ser el gran pacificador que, al
monopolizar la violencia, evita los peligros que derivan de la multiplicación de
poderes armados privados. Y esto es algo muy importante porque los colombianos
y las colombianas sabemos los daños que implican para la ciudadanía la existencia
de esos poderes privados. El Estado se rige así como el garante de la convivencia
y del respeto de los derechos. Y para ello el Estado prevé el aparato judicial para
proteger a la ciudadanía, sancionar los delitos cometidos por los particulares, y
construir un espacio institucional para la resolución de ciertos conflictos que no
pueden ser abordados directamente por los particulares.
Pero el Estado es también una gran amenaza para el particular, porque ese
monopolio estatal de la violencia plantea riesgos de opresión al individuo y a la
sociedad, y puede provocar graves violaciones a los derechos humanos por la
acción de los agentes estatales.
Eso explica que exista el llamado derecho a la justicia, el cual opera en una doble
vía: desde el punto de vista positivo, como una garantía de que los conflictos
particulares, en caso de no poder ser resueltos por el diálogo o la negociación,
Estas reformas no sólo han dado algunos resultados positivos sino que tienen
potencialidades democráticas, puesto que en parte restituyen a la comunidad y a
los ciudadanos la capacidad para componer de manera voluntaria sus propios
litigios. Por ello, cuando las partes no logran solucionar un conflicto, pueden
recurrir a estas instancias para buscar ayuda y apoyo.
No.116 C. P). En la práctica, para los sectores populares, este arbitraje ha tenido
poco desarrollo, pues sigue siendo costoso. Pero puede ser una alternativa
interesante en el futuro.
Así existen las llamadas acciones populares, consagradas en el articulo 88, las
cuales tienen por finalidad proteger los derechos e intereses colectivos
relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y salubridad públicas, la
moral administrativa, el medio ambiente, la competencia comercial y otros actos
de similar naturaleza.
Por último, tal vez la principal de las acciones derivadas del mandato constitucional
es la tutela. Ella tiene por finalidad proteger los derechos fundamentales de las
personas cuando estos resulten vulnerados o amenazados y puede invocarse no
sólo contra funcionarios públicos sino también contra particulares, en
determinadas circunstancias. Es pues uno de los más idóneos mecanismos
Esta es pues la función del derecho penal que es tal vez el espacio en donde mejor
se viven las promesas y las amenazas de la justicia estatal. En efecto, muchos
quisiéramos una justicia más eficaz a fin de que muchas atrocidades que se
cometen a diario en nuestro país no quedaran impunes. Pero también tememos la
acción de esa justicia porque ella es, en muchas ocasiones, arbitraria.
Por eso es imprescindible defender las garantías procésales porque sin ellas no
puede haber un juicio imparcial civil y civilizado. Es cierto que algunos consideran
que estas garantías se traducen en la ineficacia de la investigación judicial.
Pero eso no es así: la experiencia de otros países muestra que la justicia puede
ser eficaz, sin tener que atropellar a las personas, siempre y cuando se la dote de
medios técnicos y personal calificado. Y es que sólo articulando la eficacia
investigativa con el respeto de la dignidad humana, el sistema punitivo dejará dé
ser un simple mecanismo de control social para la conservación de privilegios o
una injustificada administración del dolor como pareciera indicarlo su etimología
para convertirse en ese medio al que la sociedad recurre, sólo en última instancia,
para proteger aquellos valores que son esenciales a la convivencia.
Además, es necesario armonizar las garantías procésales con los derechos de las
víctimas y de los perjudicados por los delitos. Por eso, también se reconoce a
quien ha sufrido un delito la posibilidad de intervenir en el proceso penal,
constituirse en lo que se llama parte civil a fin de lograr que se haga justicia y se le
indemnice por los daños que le fueron ocasionados.
por cuanto el derecho penal al regular el ámbito de acción penal del Estado debe
estar orientado a hacer efectivos los derecho humanos. Límite, por cuanto la
práctica sancionadora del estado no puede desbordar los marcos fijados por los
derechos humanos.
Pero cuando el Estado o representantes suyos son los que vulneran los derechos
fundamentales de los ciudadanos, él mismo tiene la obligación y el compromiso
ante la sociedad de, primero, investigar y sancionar disciplinariamente a los
funcionarios que resulten responsables, por acción u omisión de los hechos,
proceso del cual se encarga la Procuraduría General de la Nación y segundo
presentar a esos mismos responsables, ante los tribunales penales para que sean
juzgados y en juicio condenados.
Todas las sociedades tienen una tendencia a la estabilidad, pero está alimentada
por los elementos disipadores, por la confrontación, por las innovaciones que
rompen el equilibrio y permiten las interrelaciones dinámicas.
El conflicto es vital, lo que destruye son las salidas violentas que a él le damos, las
posiciones totalizantes, los espíritus aniquiladores.
Aquí y ahora existe una propuesta pedagógica que no niega el conflicto, sino que
lo reivindica y necesariamente parte del principio de que no existen cabezas vacías
reconoce el saber propio y el del otro.
El diálogo de saberes nos permite acoger las diferencias con el otro y facilita la
valoración sobre mí mismo. El diálogo pedagógicamente rompe con el centro y
empieza a cuestionar las reglas del juego que hicieron la construcción social o la
realidad.
Eso es lo que ha de ser la nueva escuela otra manera de contarnos los unos a los
otros maneras de hacer las cosas. Pero todos vivimos cotidianamente con nuestro
saber y nuestro saber es útil para las cosas que hacemos. Todos sabemos que no
sabemos de todo, pero sabemos hacer lo que hacemos y otros no lo saben.
Podemos esconder el conocimiento ver como el otro intenta pasar un río por la
parte más ancha y ocultar donde está el puente, dejar a los otros cometer errores
que podemos evitar.
Sin embargo para construir una nueva sociedad es necesario que cada uno saque
su pedazo de conocimiento y lo ponga sobre la mesa, así podemos hacer un
sancocho o un salpicón que nos alimente a todos. Está comprobado, los platos
exclusivos y exquisitos nos hacen mal al estómago y al alma.
Para combatir la guerra con una posibilidad remota, pero real de éxito, es
necesario comenzar por reconocer que el conflicto y la hostilidad, son fenómenos
tan constitutivos del vinculo social, como la interdependencia misma y que la
noción de una sociedad armónica es una contradicción en los términos.
Los gobiernos saben esto y para negar la disensión y las dificultades internas
imponen a sus súbditos la unidad mostrándoles, como decía Hegel la figura del
amo absoluto; la muerte, los pone a elegir entre solidaridad y derrota. Es triste sin
duda la muerte de los muchachos argentinos y el dolor de sus deudos y la de los
muchachos ingleses y el de los suyos; pero es tal vez más triste ver la alegría
momentánea del pueblo argentino unido detrás de Galtieri y la del pueblo inglés
unido detrás de Margaret Thatcher.
No puede perderse de vista que las instituciones escolares cumplen, desde sus
orígenes, un importante papel en la formación de las personas, particularmente de
las nuevas generaciones, de acuerdo a unas condiciones sociales específicas. Si
bien es cierto que los medios masivos de comunicación han copado espacios
informativos otra exclusividad de la escuela, también lo es el hecho de que algunas
prácticas culturales en donde los individuos se encuentran o desencuentran con
otros, tienen en la escuela un escenario de lo cotidiano y por ende la praxis de
comportamientos sociales que de alguna manera inciden en las costumbres de los
niños. La formación de los jóvenes como ciudadanos, antiguamente llamada
educación cívica, tiene que ver necesariamente aunque no de manera exclusiva
con la escuela.
Los encuentros con los docentes del PFPD han permitido perfilar la necesidad de
mirarlo desde lo cultural y lo axiológico y es así como la figura del anfibio cultural,
sugerida por Antanas Mockus, ha suscitado una serie de reflexiones que permiten
la lectura del maestro como mediador de las diferentes expresiones circulantes en
el ámbito escolar. “En sentido más amplio, anfibio cultural es la persona que se
desenvuelve solventemente en varias tradiciones culturales y que facilita la
comunicación entre ellas”. (Mockus, 1994: 37).
en lo local - global?. ¿Qué valores y actitudes se deben formar para los nuevos
ciudadanos?. De manera desarticulada ha existido una especie de consenso entre
los cursantes del programa frente a la necesidad de que la escuela,
institucionalmente, se comprometa con el proyecto de formación de los nuevos
ciudadanos que requieren la ciudad capital y el país en general.
Examinar mediante qué otras formas se puede formar en ciudadanía ha sido tema
de constante reflexión entre los maestros y los tutores comprometidos con el
PFPD. Más allá de las condiciones jurídicas y políticas que adquiere cada persona
como ciudadano se ha pensado en las diferentes expresiones que cotidianamente
manifiesta cada individuo en su entorno y de ello han surgido algunas prácticas
que pueden promoverse desde las escuelas en la formación de ciudadanos
integrales: la generación de espacios en donde niños, jóvenes y adultos puedan
encontrarse para argumentar, a través del diálogo, sus opiniones y puntos de
vista, así como para escuchar otras voces en el reconocimiento de las diferencias y
de los acuerdos; la promoción de actividades que redunden en la práctica
consciente de valores como el respeto por sí mismo, por los demás y por el
entorno físico y ambiental ha ganado aceptación entre los docentes que vienen
promoviendo pequeñas pero significativas campañas, no solamente en sus salones
de clase, sino en todo el entramado de relaciones cotidianas en las escuelas con la
pretensión de que algunas de ellas puedan ampliarse a otros espacios como los
barrios y las localidades.
La mirada de la ciudad desde las relaciones con sus pobladores y de éstos con ella,
conduce necesariamente al reconocimiento de algunos referentes histórico -
culturales por los cuales se transita o los cuales se evocan con alguna frecuencia y
que marcan a su vez una atmósfera que representa cada lugar con características
propias que lo diferencian y lo hacen similar a otros sitios e interacciones de
Bogotá. Pese a las graves problemáticas que soportan hoy los bogotanos, la
Atenas suramericana, como se le conoció hace algún tiempo, continúa siendo lugar
de encuentro de académicos, intelectuales, artistas, deportistas y científicos que
ven en ella un espacio posible para la cultura y la educación.
Los vecinos, los grupos de muchachos o pandillas que transitan o merodean por
sus alrededores y en general todos aquellos que por una u otra razón viven muy
cerca de ella son vistos generalmente como posibles obstáculos o factores de
riesgo y por lo tanto se les evita. Con argumentos como: “la escuela no es una
correccional”; “los estudiantes problemáticos perjudican a la institución y por lo
tanto es mejor excluirlos”; o “lo que sucede de puertas hacia fuera no es nuestro
problema”, los maestros y la institución pierden posibilidades valiosas para la
formación no sólo de estudiantes sino de la comunidad en general.
De todas formas, resulta complicado romper con la lógica institucional que hace de
la escuela un lugar que olvida, frecuentemente, que la educación de los niños no
puede estar desligada de lo que acontece en su medio social. No obstante lo
anterior, hay escuelas en donde algunos maestros se rehúsan a trabajar
exclusivamente dentro de la institución y desarrollan actividades en las que
comprometen a nuevos actores en otros tipo de espacios (no solo físicos, sino
sociales, académicos, deportivos y artísticos). Aunque parezca paradójico, en
algunas de ellas se ha planteado el reto de volver los ojos hacia los alrededores de
la escuela como propuesta innovadora que la articule con las expectativas de
quienes tienen contactos directos o tangenciales con la misma.
Así mismo el equipo de tutores orientado por Germán Muñoz, coordinador general
del PFPD, ha desarrollado una serie de criterios para tener en cuenta durante las
prácticas innovadoras que se adelantan o se van a adelantar en instituciones
educativas para hacer de ellas espacios de formación ciudadana. En primer lugar
se concibe el trabajo de los educadores a partir de un diagnóstico que dé cuenta
de las condiciones particulares de la escuela como punto de partida para el análisis
contextual. Estas reflexiones se han acompañado del estudio bibliográfico que ha
contribuido notoriamente a superar la descripción de hechos y ha permitido
estructurar un cuerpo categorial y conceptual a cada uno de los proyectos.
Solución de Problemas
• Construir una propuesta socio pedagógica para la solución de conflictos en el
aula, partiendo del reconocimiento a la diferencia, la autonomía y el respeto al
otro.
• Diseñar una estrategia ideal para la resolución del conflicto armado en
Colombia.
Repaso Significativo
• De manera individual o grupal construir un mapa conceptual teniendo en
cuenta todos los aspectos relacionados con el conflicto.
• Aplicar la técnica del subrayado identificando los conceptos mas relevantes del
capitulo con el fin de organizar un glosario.
Autoevaluación
• Enunciar: efectos, causas y características, del conflicto armado en Colombia.
• ¿Que elementos externos e internos están incidiendo en el conflicto social y
educativo por el que atraviesa el país?
Bibliografía Sugerida
AGUILAR, Juan Francisco. Construcción de cultura democrática. IDEP Innove.
2000.
BARBERO, Jesús Martín. De los medios a las mediaciones. Ediciones Gustavo Gili.
Madrid.
BERNAL, Diana. Sánchez, José Miguel. Identidad Cultural. Instituto para la
democracia Luis Carlos Galán.
BORRRERO, Armando. Democracia y Conflicto, en F. Reyes (compilador),
Democracia y Conflictos en la escuela, Bogotá, Instituto para la Democracia Luis
Carlos Galán. 1989.
BOTERO, Dario. El derecho a la Utopía. ECOE y Universidad Nacional, abril de
1994.
GARCÍA, Canclini. Culturas Híbridas.
LECHNER, Norberto. El nuevo interés por la cultura Política, En cultura y
Democratización, Buenos Aires Argentina. CLACSO. 1987.
UPRIMNY, Rodrigo. Orden Democrático y manejo de Conflictos, Bogotá. Viva la
ciudadanía. Universidad Pedagógica Nacional. 2001.
ZAPATA Borreo, Ricardo (editor), ciudadanía e interculturalidad, número
monográfico de la revista Anthopos. Madrid. 2001.
ZULETA, Estanislao. Colombia: Violencia, Democracia y Derechos Humanos
Altamir Ediciones. Bogotá. 1991.
Afirmamos que esta ruptura o este divorcio escolar, que seca al trabajo educativo,
que lo hace árido y a menudo torturante y que dilapida el juego, desbordándolo,
está en la raíz de todos los problemas que impiden un cambio democrático, una
real calidad de la educación, un buen gobierno escolar y en general, una cultura de
convivencia en el sistema escolarizado de educación.
Insisto: estoy hablando de la propia condición humana, del ser del hombre, que
se define en la relación juego - trabajo.
Pero ahora entremos en el análisis: hacer una mesa es, de todos modos, una
empresa distinta a hacer un gol. La mesa se piensa, es decir, se programa. En
cierta forma está hecha ya antes de construirla. Es un objeto de comunicación,
que se discute con el cliente, antes de ser un objeto de madera. Además la mesa
se fabrica partiendo de tablones en bruto a “los cuales se secciona en partes”,
como quien hace un análisis objetivo, para luego acoplar y ensamblar tales partes
formando el mueble.
Pienso que si Dios mismo fuera un delantero jamás podría errar el gol. Porque su
naturaleza es la del vidente, la del adivino absoluto. Entonces adivina la fracción
de segundo precisa, el túnel inmediato entre los defensas, la fuerza y el ángulo
precisamente necesarios en el disparo.
En realidad un buen jugador es alguien que ensaya a ser Dios. Tal es la dignidad
del juego. ¿Pero y el trabajo, o sea esa fábrica de la razón humana, intentada, por
ejemplo, en la madera?. Ese diseccionar en la naturaleza, que obra como en un
proceso de abstracción, ese descomponer el orden original de las cosas para
reordenarlo luego, en otra forma.
¿El trabajo humano qué relación tiene con el juego?. Pienso que, para elaborar
esta relación en forma didáctica necesitamos de otro ejemplo, que también esté a
la mano, que nos sea familiar, pero que enseñe una estabilidad mayor que la que
se da en el episodio de mi amigo, el carpintero. Un ejemplo de juego y trabajo
No hay duda de que por el momento la segunda hazaña, la del “juego”, tiene
frente a la primera, la del “trabajo”, mayor proyección y resonancia en este
mundo. ¿Pero y en el futuro?. ¿Quién sabe si en los años 2000 será al revés?.
¿En qué ha consistido el éxito de Elkin Patarroyo?. Sin duda en la calidad del
trabajo, su exhaustiva y metódica búsqueda, su experimentación tupida, coherente
al máximo, sin dejar resquicio al azar, con el más absoluto rigor. Sin embargo,
toda esta larga faena compacta estuvo iluminada por la adivinanza, por esa señal
inequívoca del juego. Porque la idea original del sabio, de que fuera posible
encontrar una “‘vida” sin vida, una alternativa del virus sin “pus”, sin cultivo
biológico; es idea de un virus artificial o inventado, fue puro arte de adivinación,
puro hallazgo o juego.
Aquellos que hayan leído con cuidado la “Historia del Tiempo” de Stephen
Hawking que es la biografía completa, más reciente, de la aventura humana del
trabajo - ciencia, de seguro estarán de acuerdo conmigo.
Pienso que este ejemplo de nuestros dos magnos equipos, el del juego y el del
trabajo, es profundamente aleccionador sobre la relación entre estas dos
expresiones tan significativas de nuestro modo de ser como humanos.
dominio de la bola siempre en busca del disparo sobreseguro al arco, del momento
que nunca llega, cuando estén dadas todas las condiciones, cuando sea evidente el
túnel entre el cerco de las defensas.
¿Pero cómo fue posible esa ruptura del esquema tradicional, que iniciada por
Rincón y desarrollada por Valencia y Asprilla, condujera a una competitividad del
fútbol colombiano en el espacio de los campeones mundiales?. Sin duda esto fue
posible porque, detrás de toda la creatividad del preciosismo y la filigrana de un
Pibe Valderrama, está el paradigma del trabajo, su sustancia, su racionalidad.
Se ha dicho que en toda gran obra de arte hay un “uno por ciento de inspiración y
un 99 de transpiración”.
Esta definición del juego como sustancia del puro trabajo, sublimado por un
instante de inventiva o creatividad, es maravillosa porque da una idea mitificada de
la relación juego - trabajo.
Entonces nos parece que ya con estos elementos de juicio, ha llegado el momento
de abordar el tema que más nos interesa, el de la escuela, el de la relación juego -
trabajo y su rol en la democratización de la vida escolar.
El Pibe Valderrama
Yo afirmo que el Pibe Valderrama es, hoy por hoy, el mejor pedagogo colombiano:
y me sostengo en esta opinión por una razón. Para el Pibe lo más importante, en
cada momento del compromiso en que está metido no es el equipo en su conjunto
ni tampoco es lo mismo como jugador. Para él, siempre, en cualquier
circunstancia, lo más importante es el otro. Cómo darle al otro, rápido, oportuno,
el pase preciso ¡Cómo servir al otro!. El Pibe nos enseña una cosa: adivinar el
pensamiento del otro, su estilo, calcular su movimiento su intención. Para el Pibe
lo importante no es ganar - sino que el otro gane. Siempre lo verá usted detrás
del mejor gol haciéndolo, fabricándolo para el otro. Siempre lo verá evitando toda
exhibición suya a favor del pase a tiempo, del servicio exacto.
¿Por qué no meter ésta regla del juego al aula, éste estilo del Pibe?
Pudiéramos decir que la escuela es cómo una proyección de la fábrica, algo que
surge como expresión educacional del auge de la producción fabril, a escala o en
sede, que reemplaza en los siglos XIX y XX al antiguo predominio de la industria
artesana.
En realidad la escuela moderna viene a ser cada vez más algo como el lenguaje de
la fábrica. Todas las cosas tienen su propio lenguaje. Por ejemplo, el del viento
uno lo oye claramente, el lenguaje del cielo se lee sobre todo en la noche, la
piedra o el árbol tienen su lenguaje propio. El lenguaje de la fábrica es la escuela.
saber era saber el barro o saber la madera o saber el hierro, según el oficio, ya
fuera de alfarero, de carpintero, de herrero, etc. Era un saber que tenia algo de
sabor, muy amarrado al material y a su tránsito hasta el producto.
Es allí, es en ese hueco, en esa articulación fallida donde se hace necesario colocar
al obrero para que haga el papel de herramienta faltante. Entonces, en la fábrica
el hombre ya no “trabaja”, como ocurría con el antiguo artesano, sino que a él “lo
trabajan”. Ya no es trabajador sino objeto de trabajo. Es la otra herramienta, la
que suple la falla, la que llena el hueco, la “herramienta faltante”.
Entonces corresponde preguntar el por qué. ¿Qué razón existe para que sea ya
prácticamente insoportable el régimen del castigo y del miedo y de la disciplina
carcelaria en la escuela?.
Pero hay un educador de esa misma época, también europeo como los anteriores,
el maestro Celestino Freinet, que traspasó su influencia vivificadora de la escuela
mucho más acá de esa primera mitad del siglo y ello por una razón. Freinet no se
trazó la tarea utópica de tumbar las paredes del aula, de sacar los muchachos al
sol y al aire, a buscar el escenario de la vida, sino que, echando mano de los
medios modernos de comunicación, descubrió un sistema original o innovador de
meter el mundo, la vida misma, en el aula de clase.
Menos conocido en nuestro medio que estos felices europeos, ha sido el filósofo y
pedagogo norteamericano Juan Dewey. Sin embargo, puede que sea más
importante leerlo hoy si estamos tratando de educación para la democracia. De
manera que nosotros no estamos hablando de un conflicto que ahora empieza en
el ámbito de la educación escolarizada, sino de algo que viene desde lelos.
Desde que la fábrica, a fines del siglo pasado, consolida su reinado en el mundo,
con la tecnología electromecánica y empieza a convertir en “política” su antigua
Sin embargo lo que ocurre hoy, como ya lo hemos advertido, es que el río se está
saliendo de madre. Que aquello que era experimentos e innovaciones y conflictos
localizados, hoy toma el carácter de un movimiento renovador. De manera que se
encuentra uno con altos gobiernos, lo mismo que con poderosas organizaciones no
gubernamentales que no sólo predican la democracia y la convivencia en la
escuela sino que impulsan la denuncia y propician allí el enjuiciamiento del
régimen verticalista y autoritario.
¿Por qué?. Preguntamos de nuevo. ¿Qué razón existe para que el viejo conflicto
escolar, que se ha incubado durante dos siglos, como proyección de un modo o
una forma de producción, como el lenguaje educativo de la fábrica, se esté
tornando insostenible, para que este conflicto ya no lo soporte el docente ni el
padre de familia ni el estudiante?.
Y es así como el mismo imperativo del mercado, que exige en el país una
producción mundialmente competitiva, abre paso al movimiento por una escuela
nueva, capaz de preparar para mañana una generación de obreros, empleados,
técnicos, creativos, innovadores, autónomos y a la vez solidarios, con claro sentido
del trabajo en equipo. En una palabra es la vida misma la que obliga ahora al
Estado y a la gran empresa capitalista a abrir las puertas al movimiento por la
democracia en el sistema educativo.
Los hechos históricos de esa revolución formulados por Locke constituyen una
teoría de la democracia que podemos llamar democracia liberal, democracia
política o democracia limitativa del poder.
Esta democracia plantea una relación muy destacada con la libertad. No obstante,
esa relación es muy problemática. La libertad está tomada como derecho de
opción intelectual y política (libertad de pensamiento) y como dignidad e
independencia personal. Esta consagración de la libertad significó un avance
fundamental en la civilización política.
Puede decirse que muchas de las obras fundamentales de los tres últimos siglos tal
vez no hubieran sido posibles sin ese ámbito de libertad. Se trataba de una
libertad negativa, una libertad que se concibe como ausencia de medidas
represoras y limitativas de la expresión de la personalidad humana.
Rousseau se declara enemigo de los partidos, pues dos, tres o más parcialidades o
facciones, que tendrían punto de vista diferentes no podrían representar la verdad.
De ahí deduce Rousseau la tesis dogmática de que sólo puede haber una sola
causa que represente los intereses de la verdad y la justicia.
La exageración del poder es una atrofia de la relación gratificante con los otros, es
una forma oprobiosa de expresar la incapacidad humana de entenderse, de
relacionarse, de tener una concepción humanista, amistosa, rica. La soledad del
poder que representan muchos escritores es una valiosa idea literaria que puede
reorientar la reflexión política sobre el poder.
La base del sistema debe invertirse: la base debe ser un orden que garantice la
libertad, la consecuencia debe ser, entre otras, el reinado del libre interés. Sólo en
una sociedad que tenga como fundamento del orden social la libertad, el interés
pierde la pretensión de volverse hegemónico”.
Fue testigo de excepción como pocos en el país, del hundimiento de nuestra patria
en la violencia, la iniquidad y la antidemocrática. Vio cómo nuestra sociedad era
conducida por el clientelismo prepotente y chato, gobernado por castas incultas de
hombrecitos parroquianos. Pensaba permanentemente en la integración del
hombre y la sociedad hasta el punto que la explosión de su corazón en su modesta
habitación, no fue independientemente de los acontecimientos que vienen
sucediéndose día a día en Colombia.
Amó con intensa pasión la pintura. Su favorito fue Vincent Van Gogh, hasta el
punto que en el pintor de los soles y girasoles se puede encontrar lo más
Sin exageración alguna podría decirse que con Zuleta se consolidó en nuestro
medio el pensamiento crítico sobre la sociedad. Su enfoque no se limitó a una
mirada sobre la realidad colombiana sino que trascendió, ubicándose
preferencialmente en los más grandes pensadores del occidente: Platón,
Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel, Marx, Nietzsche, Freud, Heidegger, Lacan,
Derrida, Habermas etc. En la realidad sus preferencias se situaron en Thomas
Mann, Dostoyevski, Kafka, Musil Shakespeare, Goethe, Broch, Cervantes, Tolstoi y
Proust, etc.
Amaba la poesía y la tenía como algo esencial a su vida habiendo leído un buen
número de los más importantes poetas de la humanidad. De los poetas
colombianos tenía en inmensa estima a León de Greiff, de quien fue uno de sus
mejores amigos, hasta el punto que recitaba buena parte de su obra de memoria.
Tenía evidentes simpatías por el Tuerto López y Barba Jacob, de quien dijo alguna
vez que era un poeta inauditamente bueno. De las nuevas generaciones, sus
simpatías se las llevaba completamente William Ospina a quien tenía como uno de
sus buenos amigos. En una oportunidad forzado por la discusión, pregunté a
Estanislao cuáles serian para él los diez libros básicos de su vida. Su respuesta fué
la siguiente: José y sus hermanos, de Mann; la muerte de Virgilio, de H. Broch: el
hombre sin atributos, de R. Musil; el castillo, de Kafka; la interpretación de los
sueños e inhibición, síntoma y angustia, de Freud: la crítica de la razón pura, de
Kant la fenomenológica del espíritu de Hegel y la biblia.
Estanislao tenía una gran pasión por la cultura. Su vida transcurrió entre los libros
y sus mejores momentos fueron sin duda los que pasó al lado de Yolanda, su
compañera de muchos días, los períodos por lo demás muy frecuentes, en los que
tenía que explicar a sus amigos, discípulos y alumnos algún nuevo hallazgo. Más
que maestro fue un amigo guía, que elevó la amistad, la alegría por la dificultad el
trabajo arduo del pensamiento a nivel de categoría filosófica.
Amó la vida tan íntegramente como a la muerte. Mejor, para él la muerte era
simplemente lo que le daba sentido a la vida, ya que ésta, como él por momentos
solía decir, no tenia sentido, el sentido había que dárselo.
Para Freud, a quien tanto divulgó en nuestro medio, ya disponía Estanislao de una
nueva mirada, la cual contenía una profunda crítica a sus conclusiones, a sus
procedimientos de argumentación y muy en especial a sus criterios de validación
científica.
Trabajaba actualmente en una confrontación del texto freudiano con los criterios
de argumentación utilizados en la ciencia en general y continuaba esforzándose
por dialectizar las falsas oposiciones entre naturaleza y cultura. Así por ejemplo,
en la discusión sobre el aprendizaje al cual dedicó tanto esfuerzo, Zuleta ya
planteaba, contra mucho de lo que escribió, que la capacidad de aprender era
instintiva y que el instinto pesaba mucho más en unas especies que en otras. Sus
variados temas sobre la esencia de lo social y de lo humano ya no hubiesen podido
nunca estar al margen de este saber.
No hace mucho en sus investigaciones sobre los Derechos Humanos, reiteró sus
cavilaciones sobre la libertad y la igualdad en los siguientes términos:
BIBLIOGRAFÍA GENERAL