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Silva Mandujano, Gabriel. La Casa Barroca De Pátzcuaro. México. GOBIERNO DEL ESTADO DE
MICHOACAN, SECRETARIA DE URBANISMO Y MEDIO AMBIENTE, UNIVERSIDAD MICHOACANA DE
SAN NICOLAS DE HIDALGO, INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTORICAS, MOREVALLADO
EDITORES. 2005
El doctor Mandujano en su tesis de doctorado, nos trae una mirada de la estética de las
casonas de la plaza mayor de Pátzcuaro, ahora conocida plaza don Vasco de Quiroga, nos da
un estudio de los patrocinadores de las casonas, un recuento histórico de este espacio, desde
la llegada de los españoles, de cómo el espacio fue cambiando con el choque de las
sociedades de naturales y españoles, de la transformación del espacio donde habitan, la
llegada de nuevos símbolos y el nuevo imaginario en las construcciones del Michoacán
virreinal, las condiciones geográfico-sociales y la importancia del lugar para darnos una idea
de cómo funcionaba la economía de la región lacustre, y con ello podemos dar una opinión
con fundamentos acerca dela vida cotidiana del Pátzcuaro virreinal y de la estructura de la
oligarquía que regía en dicho lugar.
El texto cuenta con una presentación, introducción, y luego se divide en partes, primera parte
estudio histórico y artístico, dividido en tres capítulos, I: Pátzcuaro durante el siglo XVIII,
II: Moradores y constructores, III: Análisis arquitectónico y estilístico. Segunda parte, la casa
barroca patzcuarense, por ultimo fuentes de información y apéndice.
A través de la historia, los seres humanos han construido espacios vinculados a la naturaleza,
la sociedad y el arte que les tocó vivir.
Es así como la topografía de cada región, el clima y las costumbres, entre otras invariantes,
han determinado los espacios urbano-arquitectónicos en el Estado de Michoacán.
Se nos suma un vasto patrimonio arquitectónico que nos ayudan a este estudio y difusión, y
esto es responsabilidad del gobierno y las instituciones educativas y de investigación.
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Silva Mandujano, Gabriel. La Casa Barroca De Pátzcuaro. México. GOBIERNO DEL ESTADO DE
MICHOACAN, SECRETARIA DE URBANISMO Y MEDIO AMBIENTE, UNIVERSIDAD MICHOACANA DE
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Introducción
El siglo XVIII en Pátzcuaro se presenta a través de sus casas como una época de auge
constructivo, manifestado en el auge económico que debió de prevalecer en la región, imagen
que contradice a la historiografía tradicional, en la que demarca que la decadencia de dicho
territorio se da después del siglo XVI, cuando se trasladaron los poderes civiles y
eclesiásticos a Valladolid, hoy Morelia.
Las características arquitectónicas que se advierten, son muros de adobe con una capa de
aplanado de cal, techumbres de madera a dos aguas con tejas de barro, aleros, marcos de
cantería en puerteas y ventanas y ornamentados balcones. En el interior: patios con
corredores delimitados por arquerías de cantería o soportes de madera, pisos de ladrillo o de
piedra.
Ante el panorama surgen las siguientes interrogantes: ¿quiénes mandaron a construir estas
casas? ¿Cuál era la importancia económica, política y social de Pátzcuaro en el siglo XVIII
que hizo posible tales edificaciones? ¿Existe una casa tipo? ¿Cuáles son las peculiaridades
de las casas de esa época? ¿Hasta dónde responde esta arquitectura a una construcción
estrictamente funcional y utilitaria de acuerdo al uso, a la topografía, al clima, y a los
materiales disponibles locales? Y ¿hasta dónde llega el afán de los constructores por hacer
gala y ostentación de su riqueza o posición social a través de las formas artísticas?
Estas interrogantes solo han tenido respuestas parciales hasta la fecha, la investigación de la
arquitectura domestica colonial en México es mucho menor en comparación con la
arquitectura religiosa. La ciudad de México es sin duda las más estudiada por los
historiadores del arte. El conocimiento sobre el tema se ha incrementado con las
investigaciones realizadas posteriormente, sobre todo con monografías de las fincas, como
Una casa del siglo XVIII en México. Los trabajos de Romero de Terreros.
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Esta investigación tiene como objetivo hacer un estudio histórico y arquitectónico de las
casas relevantes de Pátzcuaro del siglo XVIII, relacionado al análisis arquitectónico con la
situación socio-económico de los patrocinadores y de la ciudad; considerando que las obras
artísticas son el resultado y la manifestación de la sociedad en la cual fueron creadas, que la
arquitectura responde a necesidades de carácter climático-geográfico, y que en su factura
interviene tanto el arquitecto y los trabajadores como el potencial económico y la ideología
estética del patrocinador.
Este tipo de estudios nos permiten conocer cómo se resolvían las necesidades y exigencias
de espacios humanos para realizar actividades de diversa índole, su adaptación al medio
natural y las formulas tradicionales que formaban parte de un bagaje cultural. El resultado,
una unidad arquitectónica de carácter partículas pero a la vez integrada al contexto urbano
colectivo y a su entorno natural.
Para nuestro estudio utilizamos el método inductivo que va de lo particular a lo general, por
lo que partimos del análisis de 22 casas, las mayorías ubicadas en la antigua plaza mayor,
construidas en estilo barroco durante el siglo XVIII y que pertenecían a las familias pudientes
de la época.
Las fuentes en las que abrevamos para obtener la información necesaria incluyeron
bibliografía, documentos de archivo y los edificios mismos. De la bibliografía destacan los
trabajos mencionados sobre la ciudad, además de otras publicaciones sobre la historia de la
región y lo relacionado con la arquitectura barroca. Los archivos nos brindan abundantes e
importantes datos: el Archivo Municipal de Pátzcuaro resguardad los Inventarios de Bienes
de Difuntos, donde se encuentran registrados con minuciosidad datos de las familias, su
potencial económico y sus bienes muebles e inmuebles; y el Archivo Histórico Casa de
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Morelos, en Morelia, en el ramo de Capellanías, con la historia de los inmuebles que tenían
cargado sobre si un gravamen comprometido con el Juzgad de Testamentos, Capellanías y
Obras Pías del obispado de Valladolid. La investigación de campo estuvo en función del
permiso de acceso al interior de las casas; afortunadamente, pudimos entrar a la mayoría de
las fincas para satisfacer nuestros anhelos de obtener al menos una fotografía.
Opinión
hay tantas cosas que decir como ¿Cuál es la relación que jugo el indígena en la construcción
de dichos espacios? ¿La arquitectura de las casonas de la plaza mayor demostraba la
estructura de la elite colonial? ¿Cuál es la historia del palacio Huitzemengari y sus cambios
de propietario, porque la pierden los indígenas, cuando la recuperan? ¿Quién es el famoso
soldado “gigante” de la casa del gigante? Por lo tanto no me sorprendería en un futuro ver
más investigaciones acerca de esta temática. Es una verdad que el historiador responde a los
problemas que la sociedad de su tiempo se plantea, por ello y estando en boga el tema del
patrimonio, esta temática será explotada más temprano que tarde.
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Joseph Antonio de Villaseñor y Sánchez, Theatro Americano, 2°. Parte, México, imprenta
de la viuda de José Bernardo Hogal, 1748, p. 12.
El canónigo Isassi, se quejaba a mediados del siglo XVII de que “su temple es muy frio en
el invierno y en tiempo de aguas llueve mucho y no hay calor”, en 1748, Villaseñor y Sánchez
hacía referencia también al “temperamento frio y húmedo de la ciudad de Utzila Pasquaro”.
Clavijero, durante su corta estancia en la provincia michoacana pudo observar que “su clima
es sano sin embargo de llover mucho en el estío. En el invierno es más sensible el frio que
en Valladolid”. p.19.
Don vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán, escogió este sitio para establecer su
silla episcopal, por contar con mejores cualidades que Tzintzuntzan. En ésta, el prelado
objeto la falta de agua, los cerros próximos que limitaban la luz del sol y la duración del día,
y el poco espacio llano, necesario para la expansión de la gran ciudad proyectada, acorde a
los nuevos patrones urbanos, que merecían tener la iglesia catedral y ser capital de la
provincia. Nicolás León. Don Vasco de Quiroga. Grandeza de su persona y de su obra,
Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1984, pp. 265-270.
Dos fueron los objetivos a cumplir por Quiroga al fundar el nuevo asentamiento: primero,
congregar en forma de buena policía a los naturales de todos los barrios y familias que vivían
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desparramadas por los campos y dar así cumplimiento al mandato del emperador Carlos V,
dado en 1534, de lo que debería llamarse Ciudad de Michoacán; y por otra parte establecer
el barrio de los españoles de la provincia, “para que merezca ser y sea ciudad cabeza de
obispado y merezca tener iglesia catedral, es decir, congregar a su vez a los españoles, sobre
todo encomenderos, que por reales ordenes no deberían vivir entre los naturales
encomendados, Antonio Salas León, Pátzcuaro. Cosas de antaño y ogaño. 4° edición, Morelia
1980.
Claude Morin, Michoacán en la Nueva España del siglo XVIII, Fondo de Cultura Económica,
1979, p. 26.
En 1576 los agustinos levantaron su iglesia y convento con una plaza adjunta. Por el mismo
tiempo los franciscanos construyeron nuevo convento e iglesia. Delimitándose una plazuela.
Los jesuitas, a su vez, en 1574, se instalaron junto al colegio de San Nicolás, en el cual
estuvieron impartiendo catedra. Esperanza Ramírez Romero, Op. Cit., pp. 88,109 y 147;
Mina Ramírez Montes, La Catedral de Don Vasco de Quiroga, Zamora, El Colegio de
Michoacán, 1986, p. 126.
No obstante, durante el siglo XVII, la ciudad continuó siendo un importante núcleo indígena
y residencia de no pocos españoles que se dedicaron principalmente al comercio. Conservó
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el título de ciudad de Michoacán, aunque algún tiempo la ciudad fue conocida con los
nombres de Carpio de Haro o de Carpio y Haro Michoacán. . Delfina López Sarrelangue, La
nobleza indígena de Pátzcuaro en la época virreinal, México, Universidad Nacional
Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas. 1965, pp. 65.
Para ese tiempo la ciudad ya había logrado recuperarse y mantenía un movimiento comercial
mayor que el de Valladolid, gracias a la producción indígena, tanto agrícola como artesanal.
Población.
Alberto Carrillo Cázares, Michoacán en el otoño del siglo XVII, Zamora, El Colegio de
Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán 1993, pp. 380-390.
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