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21 de ENERO SERVIR A MI HERMANO

“El miembro A.A. le habla al recién llegado no con un espíritu de poder sino con un espíritu de

humildad y debilidad”.

A.A. LLEGA A SU MAYORÍA DE EDAD, p. 272

Según pasan los días en A.A., le pido a Dios que dirija mis pensamientos y las palabras que digo. En
esta labor de participación continua en la comunidad, se me presentan muchas oportunidades de hablar. Elevo
mi pensamiento y pido: "Querido Dios, ayúdame a vigilar siempre mis pensamientos y mis palabras, que sean
las verdades, lo correcto, de nuestro programa. Ayúdame Dios, a reconcentrarme en busca de Tu amorosa
guía, de manera que lo que diga sea verdaderamente amoroso, bondadoso, útil y sanador, pero lleno de
humildad y despejado de cualquier matiz de superioridad”.
Tal vez hoy tenga que enfrentar palabras o actitudes desagradables características del alcohólico. Si
esto ocurriera, haré una pausa para centrarme en Dios y entonces reaccionar desde un punto de vista de
compostura, fortaleza y sensibilidad.

SOLO POR HOY: haré una pausa para centrarme en Dios y entonces reaccionar desde un punto de
vista de compostura, fortaleza y sensibilidad.
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Podría decirse por consiguiente, que nuestros Doce Pasos, si los juzgamos por los criterios de felicidad
socialmente aceptados en nuestra época, son pasos reaccionarios. Pero son pasos que se devuelven para buscar
el corazón universal del hombre, el espíritu verdadero de la humanidad. El mundo se habrá movido hacia
adelante cuando nuestra definición de felicidad en el diccionario sea revisada en términos retroactivos. Las
verdades que emergen de una sociedad materialista tienden en ocasiones a ser paradójicas. Consideremos, por
ejemplo, esta simple proposición: “Yo soy un alcohólico". La primera vez que un hombre o mujer se levanta
delante de nosotros y dice, "Yo soy un alcohólico", pronuncia estas palabras cuando ya no está bebiendo
alcohol. Así, cuando llega la ocasión en que los miembros se describen a sí mismos como alcohólicos, la
sociedad deja de mirarlos como tales. Y sin embargo únicamente en el momento en que un miembro deja de
beber es cuando comienza a describirse correctamente a sí mismo como un alcohólico. Cuando los alcohólicos
viven en forma materialista y beben excesivamente, rehusan aceptar el calificativo de "alcohólico". Pero
cuando dejan de beber y se dicen a sí mismos y al mundo, "Somos alcohólicos", el mundo rehusa verlos como
tales. Aquello que un mundo irreflexivo podría mirar como derrota, los alcohólicos en A.A. lo conocen como
un triunfo del espíritu, un triunfo de la humildad sobre el falso orgullo y el egoísmo. Cuán pocos seres humanos
han tenido el coraje de levantarse ante sus vecinos y, con toda humildad, describirse verdaderamente a sí
mismos diciendo: "Esto es lo que yo soy realmente". Hay dos momentos en los cuales la afirmación explícita
de las palabras "Yo soy un alcohólico" tienen gran significación. Uno de ellos es la primera vez que un
miembro pronuncia estas palabras en una reunión de A.A. Existe, sin embargo, otra ocasión anterior que es
tal vez de mucha mayor importancia. Es el momento en que el hombre le dice a su padrino, en la oscuridad y
desesperación de su alma, "Yo soy un alcohólico". Y este momento nos indica otra paradoja de A.A.
La paradoja es que el miembro de A.A. se aproxima a su hermano alcohólico que sufre no desde una
posición superior y más fuerte por la recuperación que ya tiene sino desde la posición del reconocimiento de
las propias debilidades. El 21/I miembro A.A. le habla al recién llegado no con un espíritu de poder sino con
un espíritu de humildad y debilidad. No menciona la desorientación que tiene el alcohólico que aún sufre;
menciona la desorientación que él mismo tuvo en otras épocas. No se pronuncia como juez de su prójimo sino
como juez de sí mismo tal como había sido anteriormente.
La sociedad moderna, al referirse al alcohólico, emplea la expresión "la esclavitud del alcohol". Para
el miembro de A.A., esta afirmación es paradójica en un sentido muy especial, en caso de que fuera totalmente
cierta. Concretamente, el miembro nunca fue esclavizado por el alcohol. El alcohol simplemente sirvió como
un escape de la esclavitud personal a falsos ideales de una sociedad materialista. Sin embargo, si aceptamos
la definición socialmente aceptada del estado primigenio del alcohólico como de esclavitud por el alcohol, el
miembro de A.A. no puede seguir resentido, porque le ha servido para liberarse de todas las trampas
materialistas colocadas en todos los caminos que atraviesan la selva de nuestra sociedad. Porque el alcohólico
tuvo primero que encarar el materialismo como una enfermedad de la sociedad antes de poderse liberar de la
enfermedad del alcoholismo y libertarse de las enfermedades sociales que lo hicieron alcohólico.

Los hombres y mujeres que utilizan el alcohol como un escape no son los únicos que tienen miedo de
la vida o sienten hostilidad hacia el mundo y se evaden de él para buscar la soledad. Hay millones que no son
alcohólicos y viven actualmente en mundos ilusorios, que nutren las ansiedades e inseguridades básicas de la
existencia humana en vez de afrontar su propia condición con valor y humildad. Para esta gente, A.A. ofrece
una cura que no es una poción mágica, ni una fórmula química, ni una droga poderosa. Pero puede
demostrarles cómo usar las herramientas de la humildad, la honradez, la devoción y el amor que, ciertamente,
están en el corazón de nuestros Doce Pasos para nuestra recuperación.
21/I REFLEXION DIARIAS. SERVIR A MI HERMANO. Según pasan los días en A.A., le pido a
Dios que dirija mis pensamientos y mis palabras al hablar. En esta participación continua se me presentan
muchas oportunidades de hablar. Elevo mi pensamiento y pido: “Querido dios, ayúdame a vigilar siempre mis
pensamientos y mis palabras, que sean las verdades, lo correcto, de nuestro programa. Ayúdame Dios, a
reconcentrarme en busca de Tu amorosa guía, de manera que lo que diga sea verdaderamente amoroso,
bondadoso, útil y sanador, pero lleno de humildad y despejado de cualquier matiz de superioridad.- Tal vez
hoy tenga que enfrentar palabras o actitudes desagradables características del alcohólico. Si esto ocurriera,
hará una pausa para centrarme en Dios y entonces reaccionar desde un punto de vista de compostura, fortaleza
y sensibilidad.-

SERVIR A MI HERMANO
El miembro A.A. le habla al recién llegado no con un espíritu de poder sino con un espíritu de
humildad y debilidad.
— A.A. LLEGA A SU MAYORÍA DE EDAD, p. 279
Según pasan los días en A.A., le pido a Dios que dirija mis pensamientos y las palabras que digo. En esta
labor de participación continua en la Comunidad, se me presentan muchas oportunidades de hablar. Así que suelo
pedir a Dios que me ayude a vigilar mis pensamientos y mis palabras, para que sean un fiel y apropiado reflejo de
nuestro programa; a enfocar de nuevo mis aspiraciones en la búsqueda de su orientación; que me ayude a ser
verdaderamente amoroso y bondadoso, útil y consolador y, no obstante, siempre lleno de humildad y despejado de
toda arrogancia.

Tal vez hoy tenga que enfrentar las palabras o actitudes desagradables típicas del alcohólico que aún sufre.
Si esto ocurriera, haré una pausa para centrarme en Dios, para así poder reaccionar desde una perspectiva de
compostura, fortaleza y sensibilidad.

SOLO POR HOY: le pido a Dios que dirija mis pensamientos y las palabras que digo .
UNIDAD Y UNIFORMIDAD 21 DE ENERO

«La unidad en Narcóticos Anónimos es indispensable.»

Texto Básico, p. 72

Unidad no es uniformidad. La unidad surge del hecho de tener objetivos comunes: recuperarnos y
ayudar a los demás a mantenerse limpios. Aún así, a menudo vemos que aunque nos esforcemos por el mismo
objetivo, es posible que nuestros medios y métodos sean radicalmente diferentes.

No podemos imponer nuestras ideas de unidad a los demás ni confundir esta última con uniformidad.
En realidad, uno de los grandes atractivos del programa de NA es la ausencia de uniformidad. La unidad
surge de nuestro propósito común, no de normas impuestas al grupo por unos pocos miembros bien
intencionados. Un grupo que posee la unidad que surge del buen corazón de sus miembros, permite que cada
adicto o adicta lleve el mensaje con un estilo propio y único.

En NA a veces discrepamos entre nosotros, sobre todo verbalmente. Debemos recordar que en la
medida en que centremos nuestra atención en el propósito primordial del grupo, no siempre son importantes
los detalles de cómo hacemos las cosas. Se puede ver a miembros que están completamente en desacuerdo
sobre cosas triviales, trabajar juntos cuando un recién llegado pide ayuda. Cuando llegamos a NA, alguien
estaba allí esperándonos. Ahora es nuestro turno de estar presente para los demás. Necesitamos la unidad para
ayudar a demostrar al recién llegado que esta forma de vida funciona.
Sólo por hoy: Procuraré ser parte de la unidad. Sé que unidad no es lo mismo que uniformidad.

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