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ya pueden suponer qué pasó con la empresa alrededor de 1997, con el fenómeno de El
Niño, si ya tenía prácticamente producida toda la campaña de invierno. Hacía un calor
increíble: no llovía ni hacía frío por ningún lado. No había ventas y nuestras obligaciones,
eran más o menos entre cinco a diez mil dólares diarios.» «Dios es creador y cada uno
de nosotros, también, es un creador. El problema radica en identificar cuáles son
nuestras fortalezas: en qué podemos triunfar y qué nos gusta realmente hacer... Ese es
un factor importante para tener éxito.» Mercedes Gallardo Díaz Presidenta Ejecutiva de
Kleider Nosotros empezamos alrededor del año 1980, como una empresa familiar
artesanal. Somos cajamarquinos, provincianos como muchos de ustedes, comenzamos
con una máquina remalladora y una máquina familiar de motor pequeño.
Empecé a hacer moldes, pero como nunca fui a alguna escuela de modelaje me fue
muy difícil llegar a hacer un buen molde. Recuerdo una vez que hice más de diez
muestras de un mismo modelo y ninguna me quedó bien. Así, poco a poco,
empíricamente, fui aprendiendo; luego contraté una costurera que sí había tenido
algunos estudios de moldes y costura, y con ella me fue un poco más fácil. Pero de igual
forma, cada vez que queríamos hacer un modelo nuevo, nos costaba muchísimo trabajo
desarrollar el molde, hasta que nos dimos cuenta que de seguir así, no llegaríamos a
ningún lado.
Estos intentos infructuosos nos hicieron comprender la importancia de tener una buena
capacitación, tanto de nuestro personal como, sobre todo, de nosotros mismos. Estaba
claro que, si no sabíamos hacer un buen molde, o hacer una buena costura, no
podríamos exigir y, especialmente, supervisar al personal para que se realice un buen
trabajo. Para empezar, decidimos capacitarnos primero en lo básico, es decir: moldes.
Así fuimos avanzando de tal manera que en 1985 teníamos un taller mucho más grande
con clientes mayoristas aquí en Lima.
Cerca del año 1990 ya habíamos formado un taller con un volumen de producción
interesante y, sobre todo, habíamos avanzado en la parte de diseño y modelaje. Desde
que empezamos habíamos afrontado muchísimas dificultades, pero en 1990, en la
época de la inflación y el paquetazo, el impacto fue mucho más duro: fue nuestro primer
gran golpe. En el edificio donde trabajábamos, había empresas mucho más grandes
que la nuestra. Lo recuerdo bien: fue un sábado cuando dieron la noticia del paquetazo.
El día lunes, cuando llegamos a nuestro taller, se los digo sinceramente, nos dio
muchísima tristeza, pues éramos los únicos en todo el edificio que teníamos el negocio
abierto. Numerosas empresas, mucho más grandes que la nuestra, decidieron cerrar.
Ante tal problema, nos reunirnos con nuestros trabajadores para tratar el tema, pues no
podíamos utilizar nuestro capital de trabajo –que había quedado reducido prácticamente
a un veinte por ciento. Si, además, tomamos en cuenta que en confecciones se da
mucho crédito a los mayoristas, con la inflación y la deflación nuestro capital se había
convertido prácticamente en nada. Lo único que nos quedaba, era nuestra gente que,
en todo momento, estuvo de nuestro lado decidida a trabajar y salir adelante. Así que
resolvimos no volver a hablar más del tema y, en cambio, optamos por luchar, seguir
adelante, empezar prácticamente de cero y hacer frente al desafío. Así, sencillamente,
vencimos esta etapa, no nos fue tan difícil, y seguimos trabajando para fortalecernos
más en la parte de moldes y diseño.
Alrededor de 1996 habíamos introducido la alpaca –fibra que hasta ese momento sólo
se usaba para mantas y frazadas– en la elaboración de prendas de vestir femeninas
para la línea de abrigos y sastrería. Si bien, hace tiempo que habíamos comenzado
comprando a las fábricas de alpaca 500 metros para la temporada de invierno, para esta
época ya comprábamos alrededor de 10 a 15 mil metros de alpaca para producir
sacones, abrigos y trajes sastres. Los proveedores nos financiaban directamente las
telas. Así las cosas, ya pueden suponer qué pasó con la empresa alrededor de 1997,
con el fenómeno de El Niño, si ya tenía prácticamente producida toda la campaña de
invierno. Hacía un calor increíble: no llovía ni hacía frío por ningún lado. No había ventas
y nuestras obligaciones, eran más o menos entre cinco a diez mil dólares diarios.
Recuerdo bien, era un lunes después del día de la madre. A las cinco de la tarde tenía
que pagar a los proveedores y nuestras ventas no superaban los 300 soles diarios.
Imagínense ustedes, cuántas deudas teníamos encima y cuántas se estaban
acumulando. Ese fue el segundo golpe fuerte que tuvimos, y que nos amenazó con
sacarnos del mercado en forma definitiva. Muchos empresarios, amigos y vecinos
nuestros, dejaron el negocio. Otros partieron fuera del país y/o cambiaron de giro. El
miedo, naturalmente, se apoderó de nosotros por unos instantes, algunos días diría yo.
Pero, una vez más, decidimos no dejarnos vencer y hacer frente a las dificultades, con
esfuerzo y perseverancia.
Comenzamos a realizar cambios rápidos en la parte de muestras y desarrollo del
producto: pedimos nuevos créditos y comenzamos a fabricar prendas más ligeras. Con
la utilidad que quedaba, fuimos honrando, poco a poco, todas las obligaciones con los
proveedores. Para nosotros quedó lo mínimo, sólo para subsistir. Pienso que esta
decisión fue acertada: hasta el día de hoy estamos en el mercado interno y, también,
hemos conquistado mercados de fuera como Chile, Bolivia, Argentina y Ecuador.
Actualmente estamos en conversaciones para introducir nuestros abrigos de alpaca en
los Estados Unidos.
Ésta es a grandes rasgos nuestra historia: cómo empezamos, las dificultades que
tuvimos que afrontar, y cómo seguimos adelante hasta el día de hoy. Gran parte del
éxito que hemos tenido, se debe a que –como dijeron otros expositores– supimos vencer
al miedo. Pero también han sido determinantes: la organización dentro de nuestra
empresa, el trabajo en equipo y la comunicación constante con nuestros trabajadores.
La continua inversión en capacitación tuvo una contribución especial; aunque tarde,
tomamos conciencia de lo importante que es capacitar a la gente y capacitarnos
nosotros mismos. Sin la capacitación hubiera sido imposible el éxito.